A R E N A S Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 15 Publicación trimestral de la Maestría en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Autónoma de Sinaloa. Primavera del 2008, Mazatlán, Sinaloa, México
LA COOPERACION INTER-EMPRESARIAL CRECIMIENTO Y DESARROLLO LOCAL UNIVERSIDAD, EMPRESA Y GOBIERNO
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DIRECTORIO M.C. Héctor Melesio Cuén Ojeda, Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Dr. Jesús Madueña Molina, Secretario General. M.C. Giova Camacho Castro, Director de la Facultad de Ciencias Sociales. Dr. José Luis Beraud Lozano, Coordinador de Investigación y Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales.
Consejo Editorial: Dr. Luis Astorga; Dr. José Luis Beraud; M.C. Pedro Brito Osuna; Dr. Nery Córdova; Dr. Segundo Galicia; Dr. Ernesto Hernández Norzagaray; C. a Dr. René Jiménez; Dr. Arturo Lizárraga Hernández; M.C. Roxana Loubet Orozco; Dr. Carlos Maciel; M.C. José Angel Pescador Osuna; Dr. Arturo Santamaría Gómez; Dra. Lorena Schobert; M.C. Liberato Terán. Dirección Editorial: Nery Córdova Redacción y Organización: José Luis Franco, Ma. del Rosario Valdez Páez. Edición y Diseño Editorial Pedro Humberto Rioseco Gallegos Ilustraciones Arenas 15: Sergio NAVARRO Arenas, número 15, publicación trimestral de la Maestría en Ciencias Sociales. Primavera 2008. Tels: (669) 981–21–00 y 981-13-66. nerycor@yahoo.com.mx.
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CONTENIDO Presentación…………………………………..…….5 MITOS, REALIDADES Y DESAFIOS de la colaboración inter-empresarial Giova CAMACHO CASTRO……………………….7 LA TEORIA Y EL DESARROLLO regional y local Pedro BRITO OSUNA……………………………... 31 UNIVERSIDAD-EMPRESA-GOBIERNO: vinculación para el desarrollo Adela MORALES PARRA…………………………. 49 INGRESO Y GASTO PUBLICO en Mazatlán Jorge FIGUEROA CANCINO……………………… 67 MISCELANEA DE ECOS MAZATLECOS y pueblos circunvecinos Luis Antonio MARTINEZ PEÑA…………………... 80 LA DISCAPACIDAD y los rostros de la exclusión Raúl Sergio GONZALEZ NAVAR y Ernesto PERALTA FLORES……………………………….. 100 LA PESCA: un leve análisis desde la acción instrumental Ramón Enrique MORAN ANGULO………………. 114 CULTURA, HABITOS ALIMENTICIOS y migración Adriana María Barbosa Jasso Juan Manuel Mendoza Guerrero ……….…………... 124
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PRESENTACION En esta entrega de ARENAS, la temática central tiene que ver con las cuestiones empresariales y ciertas tendencias y urgencias de trabajo, producción y organización de los organismos privados, sobre todo de las pequeñas y medianas empresas, en un mundo en el que las reglas y las determinaciones son definidas, entre las leyes de la selva del mercado libre y en general, por las grandes corporaciones trasnacionales y multinacionales, bajo la égida planetaria de los influjos de la tan citada globalización. En este escenario, una aportación documentada del maestro Giova Camacho Castro resulta muy pertinente: efectúa un registro y un reconocimiento sobre la situación que se presenta en la actualidad en algunos países y que constituye, la reorganización de las entidades del sector privado, una alternativa económica para los países de América Latina y las naciones en vías de desarrollo. Se trata de los “Mitos, realidades y desafíos de la colaboración inter-empresarial”. En este marco, la revista ARENAS, publicación de la Maestría en Ciencias Sociales de la UAS, se asienta sobre las realidades sinaloenses, en particular sobre diferentes aspectos de Mazatlán, ligados a la economía, el desarrollo regional, el trabajo, la gestión municipal, la educación universitaria, y problemas específicos como la discapacidad, sobre el sustento de la historia de la región sur, conformada entre los quehaceres del turismo, el comercio y la pesca. El sur de Sinaloa tiene sus propios rasgos y su propio rostro, que lo distancian y lo distinguen del resto de la entidad. En este período institucional, que se conduce con diligencia en la actual administración de la Facultad de Ciencias Sociales, ha habido una constante intervención de sus investigadores y académicos en congresos, cursos, conferencias, seminarios y foros internacionales, nacionales, regionales y locales, como aspectos de sus acciones universitarias, insertos estrechamente con el entorno social y sus problemáticas. En parte, esto se refleja en esta doble entrega de ARENAS, que expone aspectos sobre la academia, la investigación y la extensión y difusión cultural, como el reciente Congreso Nacional de Cuerpos Académicos. Así, Pedro Brito Osuna realiza un recorrido teórico en torno a la temática del crecimiento y el desarrollo regional y local, y expone sus posibilidades, en el contexto del auge de la globalización, sus fines y sus tendencias teñidas con las proclamas del neoliberalismo. En su 5
turno, Adela Morales Parra diserta sobre la Universidad, las empresas y el gobierno, en particular en torno a Mazatlán y las urgencias y obstáculos que entraña su vinculación; y en su caso, Jorge Figueroa Cancino se refiere a los ingresos y el gasto público en las gestiones más recientes de los gobiernos municipales. Como colofón, quedan algunas certezas: las potencialidades son vastas; los déficit y los retos, múltiples, en desarrollo local, vinculación interinstitucional, y en los ejercicios y gestiones concretas de gobierno. Por su parte, Luis Antonio Martínez Peña se va hacia los viejos tiempos del sur y, con un ligero dejo bucólico, hace un viaje cronológico por los principales poblados del sur del estado, en el que destaca el papel protagónico y simbólico que siempre ha desempeñado el puerto, tanto hoy como en los nostálgicos tiempos del ayer. Los investigadores Raúl Sergio González Návar y Ernesto Peralta Flores, de la Escuela de Trabajo Social, abordan un tema, literalmente, de marginalidad: el fenómeno de la discapacidad, como una manifestación precisamente de exclusión, discriminación y las dificultades que enfrenta ese segmento poblacional. A su vez, el maestro Ramón Enrique Morán, de la Facultad de Ciencias del Mar, ofrece una muestra de sus particulares disquisiciones: los derroteros de la pesca, y su importancia económica y laboral en el sur sinaloense. Cerramos con un texto sobre los hábitos culturales relacionados con las prácticas de la alimentación de los migrantes. De forma por demás acuciosa y sólida, el investigador Juan Manuel Mendoza, y Adriana Barbosa, se refieren a aspectos internos, poco examinados y poco notorios, del fenómeno de la migración, pero sin duda significativos y valiosos. Se tratan, estas aportaciones, de miradas diversas en torno a los ingentes y agudos problemas de la región.
Nery CORDOVA
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MITOS, REALIDADES Y DESAFIOS de la colaboración inter-empresarial Giova CAMACHO CASTRO ♦
En los recientes tiempos del mundo moderno, la cuestión de la cooperación y la colaboración inter-empresarial 1 (1), ha registrado un ♦
Economista. Egresado de la Facultad de Ciencias Sociales, donde estudió la licenciatura y la maestría. Actualmente es director de la Facultad. 7
auge significativo. Con ello se transgreden y rompen viejos esquemas teóricos e ideológicos de la economía política. Entre mitos y realidades, y retos y desafíos, las empresas participantes, sobre todo las pequeñas y medianas, se han percatado que pueden trascender en conjunción con otras, que pueden obtener beneficios reales y tangibles, a la par de que hacen hincapié en nuevas tecnologías y productos, obtienen mayor financiamiento, poseen acceso a mercados novedosos, y se adaptan con rapidez a las exigencias de la demanda. Tal es la temática que abordamos en este ensayo, como un intento de radiografía de lo que tiene lugar, hoy, en ciertas partes del planeta. En la llamada competencia de libre mercado los agentes participantes, teóricamente, competirían en igualdad de condiciones, pero no existe, como premisa, una relación básica, fundacional o fundamental, que los lleve a realizar un proyecto de trabajo conjunto, en los ámbitos de producción, financiamiento, comercialización e innovación. De modo que descartan, de principio, la idea de la cooperación. Aquí exponemos la tesis de que sí es posible la unión estratégica entre esas entidades empresariales, para, ese sería el propósito, poder competir con mayor eficiencia en los mercados. Pareciera una paradoja o una contradicción, pero de acuerdo a los heterodoxos tiempos que se viven en el mundo globalizado, esto en realidad no es así. En los casos que se han registrado, las formas de cooperación entre empresas iguales o de diferentes tamaños han permitido el aprovechamiento de los recursos y capacidades que posee cada una de ellas, así como ser competitivas en los mercados nacionales e internacionales, ya que tienen posibilidad de trabajar conjuntamente, adecuándose a los nuevos escenarios de la economía mundial. Se ha visto, dice Costa y Callejón, que la cooperación industrial es un rumbo, una “estrategia organizativa”, cuya dimensión afecta a todas las fases del proceso productivo y distributivo. La rueda de los “juegos cooperativos” genera “efectos” de “arrastre” en la innovación y competitividad de la empresa industrial. Dichos acuerdos implican el mantenimiento de la personalidad jurídica 1
Dentro de una empresa existe cooperación entre sus integrantes para producir un bien, ya sea en organizaciones industriales fondistas, tayloristas, japoneses e italianos, pero la cooperación que nos interesa estudiar es la que se da entre empresas de iguales o diferentes tamaños. 8
independiente de las empresas, el establecimiento de fórmulas de colaboración en proyectos nacionales o transnacionales, de investigación, producción y comercialización (Costa y Callejón, 1992).
La cooperación hace posible las economías de escala y, con ella, una mayor productividad con un menor costo. Da acceso a servicios que en lo individual serían difíciles de adquirir, en rubros como financiamiento; capacitación; comercialización; desarrollo tecnológico. Y permite que las empresas incursionen en otros campos productivos para lograr la diversificación. Competencia y cooperación En el modelo neoclásico, el mercado o la mano invisible permite una óptima asignación de los recursos disponibles y, por tanto, se genera un cierto bienestar social. En esta economía de libre mercado, la competencia es un elemento determinante para alcanzar la eficiencia económica. En este modelo los agentes económicos compiten supuestamente en igualdad de condiciones, orientados por el libre juego de la oferta y la demanda, y las decisiones que toman siempre están encaminadas a buscar la máxima utilidad o beneficio. En la competencia clásica existe egoísmo e interés individual 2 . Para los neoclásicos, es imposible que se dé la cooperación y la competencia al mismo tiempo, pero ha quedado demostrado que esto último sí se puede dar. En países como Italia y Japón, las empresas forman acuerdos de cooperación, para desarrollar tecnologías de punta y flexibles, nuevos productos, accesos a mercados, etc. Las empresas cooperan y compiten al mismo tiempo y no sólo ocurre en los países aludidos, sino incluso en Estados Unidos (defensor por antonomasia del libre mercado) algunas empresas cooperan y compiten entre sí, no en la misma intensidad que como en Japón e Italia, pero sí de una manera muy característica, como describen Nalebuff y Branderburguer (1996), quienes dicen que las empresas compiten y se complementan, beneficiándose mutuamente: 1.- Cuando dos empresas compiten por clientes e instalaciones, pero cooperan entre sí al momento de encargar la producción de un nuevo 2
Ver “Investigaciones de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones”, de Adam Smith (1979). 9
bien. Verbigracia: American Airlines y Delta compiten por pasajeros, sitios de aterrizaje y puertas de salida, pero cooperan mutuamente cuando le encargan a Boeing que construya un nuevo avión. 2.- Cuando dos empresas de diferente actividad utilizan la misma instalación para transmitir sus servicios. Por ejemplo: Suthern New England Telephone y Northeast Utilities llevan sus cables telefónicos y de energía eléctrica por un conjunto común de postes. 3.- Cuando las empresas cooperan para crear nuevos mercados, donde van a competir unas con otras. Por ejemplo: Toys “R” se unió a McDonalds y Blockbuster para crear centros comerciales familiares y compiten al mismo tiempo por los clientes que van a dichos centros. Los autores llaman a este tipo de cooperación y competencia, coo-petencia, concepto tomado a su vez de Norda. Algunas empresas habrían adquirido una nueva filosofía de guerra y paz; es decir, las empresas se benefician cuando crean o utilizan conjuntamente instalaciones y al mismo tiempo compiten al disputarse los clientes. Esta coo-petencia no es la que nos interesa abordar, sino aquella que se da entre empresas de iguales o diferentes tamaños al momento de producir conjuntamente un bien o partes de éste o una nueva tecnología; crear nuevos mercados; y acceder a fuentes de financiamiento, para después competir juntas o cada una por su parte. Pierre Joseph Proudhom, filósofo francés partidario de una revolución mutualista que trascendiera el individualismo, pero que no llevara al colectivismo estatal, creía que la asociación y la competencia eran pertinentes, para beneficio diverso de los actores. Otros personajes pensaban diferente: Marx por su lado, y los mutualistas posteriores, aseguraban que la competencia y la asociación productiva no son complementarias. Para ellos, lo que afirmaba Proudhom era totalmente falso (Piore y Sabel, 1990). La eficiente coordinación de las actividades de algunas áreas industriales de Italia y la promoción del crecimiento dinámico no es simplemente un producto deliberado de operación de competencia clásica de principios de mercado: al contrario, es en el trabajo una amalgama de ambos principios de competencia y cooperación. Ciertamente, competencia en todas sus formas (precio, calidad, entrega) es una fuerte característica relacionada con las empresas manufactureras de productos homogéneos o en las mismas fases del proceso productivo. Competencia de tejedores con tejedores, tintoreros con tintoreros, etc. (Pike y Sengenberger, 1992). 10
Se ha dicho que el éxito industrial no debe ser abordado ni estudiado vía el análisis de las formas individuales. Puesto que, por ejemplo, la fortaleza de los conglomerados industriales “descansa” en la agrupación y la competencia cooperativa que hace crecer los avances en eficiencia y en flexibilidad que los productores individuales pocas veces podrían alcanzar (Schmitz y Music, 1994).
El simple hecho de cooperar entre empresas no significa que no haya competencia entre ellas o entre los integrantes de un distrito industrial. En otros términos, colaboran para producir un bien de calidad, pero lo hacen con personas o empresas calificadas; por tanto, existe competencia, pero al ofrecer un mejor servicio o un mejor producto, les proporciona resultados satisfactorios a los participantes. Las pequeñas empresas compiten libremente y en igualdad de condiciones en el mercado de productos: poseen acceso a los medios de producción, el trabajo, el financiamiento, los servicios. Por lo tanto, la importancia de la cooperación empresarial radica en el hecho de que llegan a acuerdos en los que se prohíben, por ejemplo, las prácticas destructivas y desleales, para lograr en conjunto la eficiencia, la calidad del producto y competir armónicamente en igualdad de condiciones. Y con el fin también de protegerse de la competencia externa, es decir, de otras empresas que pertenecen a otras localidades, regiones o países. En el nuevo contexto internacional de la competencia se están cuestionando, de alguna manera, las relaciones transnacionales 3 para dar paso a la coordinación de empresas, para alcanzar una flexibilidad organizativa adecuada y formar parte de una red de acuerdos estratégicos que de forma global permitan la realización del proceso productivo y de intercambio. La cooperación estratégica entre las empresas, cuyos fines son aumentar la flexibilidad y la capacidad innovadora, el desarrollo conjunto de proyectos de investigación, 3
“Las leyes, los contratos y la racionalidad económica brindan una base necesaria, pero no suficiente para la prosperidad y la estabilidad en las sociedades postindustriales. Es necesario que éstas también estén imbuidas de reciprocidad, obligación moral, deber de la comunidad y confianza, que se basa más en el hábito que en el cálculo racional” (Fukuyama, 1995). Lo anterior no es un anacronismo, sino parte del éxito de países como Italia, Japón, Francia y Alemania. 11
transformación y gestión, requiere, sin embargo, del respeto a la autonomía de las empresas (Costa y Callejón, 1992). Costa y Callejón destaca que en estudios realizados en Europa sobre cooperación se ha observado, entre otros aspectos: 1) Su creciente expansión en todos los mercados industriales y sobre todo en los más competitivos. 2) La búsqueda de la flexibilidad que implica la internalización de las actividades, la concentración y la fusión de empresas. 3) Una nueva organización, diferente a las relaciones de transacción del mercado y a las simples relaciones de complementariedad, basada en relaciones de coordinación y colaboración entre empresas que exigen ajustes ex-ante de sus planes de producción e inversión. 4). Una aceleración de los procesos de I+D, lo que da como resultado una mejora para la colectividad y en una aproximación entre los objetivos públicos y privados. Los autores también anotan que la estrategia que usan las empresas para hacer frente a la globalidad y la difusión territorial de la industria, a la flexibilidad tecnológica, a la interacción oferta y demanda, y la diferenciación del producto, determina la forma de las relaciones interempresariales, que tienen como objetivo organizar el contexto externo para adaptarse a las nuevas formas de competencia internacional. En este mismo sentido, dicen que una empresa tiene que recurrir a recursos y capacidades de investigación, producción y comercialización, los cuales se encuentran en un contexto externo a la empresa; es decir, acceden a recursos o capacidades que por sí sola no podría poseer, pero sí en conjunto, lo que le permitiría ser más competitiva en los mercados globales. La integración de ambientes específicos y globales dan lugar a la configuración de las relaciones entre empresas que formalmente pueden no ser competitivas pero que en su conjunto activan la competencia y el mercado (Ibid)
Apuntan que los acuerdos de cooperación y regulación de la competencia entre empresas locales originan economías dinámicas que aceleran el progreso técnico y la capacidad competitiva. A nivel internacional se dan acuerdos de cooperación entre empresas extranjeras en el plano técnico, productivo y comercial. Además, intercambios de licencias, marcas y patentes y programas de penetración en los mercados mundiales con el fin de hacerle frente a la competencia internacional; ésta es enfrentada en forma eficaz si se 12
sustenta en la cooperación financiera, la búsqueda de nuevos socios y la creación de estructuras (Barbieri y Ferranda, 1998). En este sentido, las empresas que colaboran entre ellas, aprovechan la infraestructura productiva, financiera y comercial que poseen para acceder a nuevos mercados; sería difícil introducirse si lo hicieran de manera individual con sus propios recursos e información. Competencia innovadora Según Demsetz (1990), existen actividades competitivas importantes en la economía que no son muy tratadas, como la competencia por calidad e innovación competitiva, la cual no tiene como objetivo copiar o imitar (competencia perfecta) sino innovar y diferenciar el producto. Para tal autor, la competencia innovadora es como la que describió Schumpeter, y que se conoce como destrucción creadora, que se basa en cambios de tecnologías, organización y producto, y funciona incluso si el mercado es monopolista en el sentido estándar; no muestra respeto por la situación existente del mercado y tiene eficacia hasta cuando el innovador es monopolista. Para él es más importante que un individuo o un grupo de individuos de una empresa creen un nuevo mercado o revolucione uno antiguo que estar produciendo lo mismo que producen otros. Un individuo innovador es importante para una teoría de la competencia, ya que la intensidad competitiva depende en parte del esfuerzo realizado por los individuos participantes en el proceso de producción. En este tipo de competencia existe la noción de trabajar para competir mediante la mejora del producto, la tecnología, los precios y la organización. Demsetz señala que el competidor innovador debe dedicar sus recursos a competir con eficiencia y remarca que lo relevante es que la intensidad de la competencia ya no existe sólo en función del número de competidores, sino además en función del esfuerzo realizado por cada competidor. Podemos observar, en suma, los primeros indicios sobre la innovación, la modificación del proceso de producción y el uso de nuevas tecnologías con el fin de mejorar la calidad. Pero no es todo. Según Villavicencio y Casalet (1994) la innovación significa disposición de los actores de la empresa a desarrollar nuevas habilidades, a generar nuevos conocimientos, a intercambiarlos y difundirlos, a readecuar las relaciones sociales de la empresa; debe existir un proceso colectivo de aprendizaje tecnológico, resolución de 13
las contingencias que representa el entorno económico institucional. Así, la utilización de la informática y la electrónica, implica el manejo pertinente de los datos; la interconexión entre la maquinaria implica transformación; el estrecho nexo entre proceso productivo y proceso administrativo de la empresa sólo es a través del flujo continuo de información entre una y otra de sus áreas. Y concluyen: el trabajador debe tener habilidad para el aprendizaje constante: acciones de descodificación de símbolos, de interpretación de diagramas, de comprensión de procesos, de deducción, de ejecución polivalente. Es decir, un trabajador que domine cada una de las fases del trabajo y la empresa y que sea él mismo en esencia innovación. El progreso tecnológico y la cambiante demanda llevan a una especialización y articulación progresiva de las empresas cuya eficacia productiva depende de la capacidad de gestión y cooperación, de la innovación y la tecnología. Y resalta, hoy, la importancia de la estrategia renovadora de la empresa desde el momento que establecen relaciones ínter empresariales, ventajosas para las dos o más partes, lo cual les permite responder de manera rápida y flexible a las nuevas condiciones competitivas, sin que esto lleve a prácticas restrictivas de la competencia (Costa y Callejón: 1992). Formas de cooperación En varios países (Japón, Italia, Francia, Alemania, Estados Unidos) algunas empresas de iguales y distintos tamaños aprovechan acuerdos de cooperación. Aprovechan sus potencialidades para la producción de un bien o parte de éste; una sola empresa ya no realiza todas las etapas del proceso de producción dentro de sus instalaciones; encarga a otras algunas fases con el fin de disminuir costos de producción, sin perder calidad, que es crucial para competir en el mercado global. En suma, la organización les permite realizar tareas conjuntas de investigación y desarrollo con el fin de innovar sus productos. Un autor explica que los acuerdos de cooperación se producen en la medida en que las empresas desarrollan nuevas formas de organización de la producción, investigación y distribución que suponen la externalización de actividades tradicionalmente realizadas dentro de la empresa. Estas nuevas formas de externalización tienden a organizar la interacción estratégica y operativa de la empresa con su contexto externo, tanto con las otras empresas, como incluso los aspectos institucionales y normativos. En 14
definitiva, se trata de obtener, a través de la cooperación industrial, un efecto sinergia con el ambiente exterior (Vacca, 1986:15) 4 .
De suerte que la cooperación entre empresas permite que haya fines comunes en las diferentes etapas del proceso de la producción para lograr un mismo diseño y calidad en el producto. Y la cooperación se da entre empresas de iguales y diferentes tamaños: entre grandes empresas, entre éstas y pequeñas y por último entre pequeñas empresas. Cooperación entre grandes empresas En el caso de la cooperación entre grandes empresas se da sobre todo a nivel internacional. Las empresas líderes en su sector de diferentes países desarrollados establecen acuerdos con el propósito de que sus productos penetren a más mercados, y comparten materias primas e insumos, tecnología. Estos acuerdos por lo general son a largo plazo. Las grandes empresas diseñan planes conjuntos de producción, comercialización, investigación y desarrollo 5 . La máxima expresión de esta cooperación son las alianzas estratégicas. Para Godínez (1995) las alianzas estratégicas son el establecimiento de lazos de cooperación e intercambios. En ellas se determinan espacios específicos para aprovechar ventajas mutuas, sea en términos de insumos, tecnología, productos o como forma de penetración en nuevos mercados. Comparten los mismos planes y la temporalidad de los acuerdos depende de los objetivos previstos y el alcance de las metas. Y señala que a mediados de los ochentas estas alianzas crecieron con rapidez a nivel mundial, en sectores como electrónica, telecomunicaciones y computación.
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Citado por Costa y Callejón (1992:10) Incluso algunas empresas transnacionales se han unido para crear otra empresa entre ellas, muy diferente a los acuerdos de cooperación descritos anteriormente, ya que en este caso las dos empresas que entran en acuerdo son propietarias de la nueva empresa. Verbigracia: el caso del General Electric y la empresa francesa constructora de motores de aviación SNECMA, crearon CFM internacional, o la General Motors que con FANUC de Japón creó GMF para el desarrollo de robots. La General Motors junto con Toyota creó New United Motors Manufacturing Inc., para la fabricación de autos pequeños (Clemente Ruiz Durán, 1995).
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Los rasgos básicos de las alianzas estratégicas, según Godínez, tienen que ver con que: 1.-Se realizan entre empresas líderes en los mercados en que participan, producto de sus capacidades tecnológicas, organizativas o de distribución. 2.-Tratan de aprovechar nichos muy bien definidos en donde las capacidades de los participantes pueden generar sinergias en varios ámbitos. 3.-Cooperan entre ellas: a nivel tecnológico (centros de investigación, laboratorios, etc.), donde pretenden acelerar la generación de nuevos procesos y productos, y a nivel de aprovechamiento de sus redes de comercialización. 4.-La perspectiva de la alianza dependerá de los logros en los objetivos definidos anticipadamente. Su temporalidad variará en función de las metas logradas. Si los resultados son buenos productos (desarrollo o mejora de procesos) la cooperación tendrá una temporalidad mayor. De forma que para tales alianzas, se advierte: En el caso de los acuerdos entre empresas los costos implícitos de las inversiones previstas tenderán a ser menores. La dificultad de las alianzas se encuentra en la aceptación mutua de los procedimientos, objetivos y metas de los proyectos a impulsar. Esta vía puede potencialmente ofrecer ventajas de aprendizaje a empresas con menores niveles de desarrollo tecnológico (Ibid).
Ruiz Durán (1995) destaca que uno de los casos más sonados de alianzas estratégicas en el mundo, es la que se dio entre la gigante de la electrónica alemana, Simmens, y la empresa japonesa Matsushita en 1989, con el fin de manufacturar aparatos electrónicos, automóviles, computadoras, equipos de telecomunicaciones y enseres domésticos. Además, la empresa Mercedes Benz, hizo otra alianza con la empresa japonesa Mitsubishi con el propósito de acceder a varios campos: automóviles, aeroespacio y microelectrónica. Según Ruiz Durán, esta sistematización de las ventajas involucradas en las alianzas estratégicas no es ocasional u oportunista, sino que responden a intereses concretos de largo plazo, contestando a un nuevo concepto de organización industrial. Dice que dentro de las alianzas estratégicas se dan proyectos de innovación y desarrollo tecnológico y una nueva organización empresarial flexible, lo que ha permitido que, en su caso, la empresa estadounidense se organice de diferente manera. Anteriormente, en general, dicha 16
empresa se organizaba de forma vertical, lo que derivaba en un proceso burocrático rígido que aumenta los costos y descuida la calidad. Para Ruiz Durán las alianzas estratégicas han llevado a la descentralización de la producción, creándose largas cadenas de proveedores y de subcontratistas para llegar a procesos como el Just In Time o el de Calidad Total 6 , lo que antes era impensable en las empresas estadounidenses 7 . Lo anterior ha permitido configurar lo que podría llamarse modelo descentralizado de producción; en éste las formas tradicionales dejan de ser dominantes para dar paso a nuevas metas y objetivos corporativos. Grandes y pequeñas empresas Por lo general la cooperación entre grandes y pequeñas empresas se da en el terreno de la producción, a través de relaciones de subcontratación avanzadas; han incentivado a las pequeñas empresas a ser más dinámicas, eficientes y competitivas: junto con la gran empresa diseñan objetivos conjuntos, con una retroalimentación constante de los nuevos procesos tecnológicos y organizativos. Otras formas cooperativas entre grandes empresas y pequeñas también se dan en el terreno de I+D, y distribución y comercialización para acceder a nuevos mercados, entre las que encontramos: spinn off y star up, empresas conjuntas o joint venture, y piggy back. Respecto de la subcontratación, ésta se da entre grandes y pequeñas empresas. Consiste en producir, por encargo, componentes industriales para otras empresas, generalmente más grandes. La forma común de subcontratación se presenta en los cluster (keiretsu), que son redes empresariales entre una gran empresa líder y pequeñas empresas. Explica Ruiz Durán que la subcontratación 6
El Just In Time es la eficiente coordinación entre la producción de los bienes y la comercialización, que en parte produce el inventario cero: lo que se produce se comercializa; es decir, cero existencia de productos en la empresa. La calidad total es alcanzar un producto con cero defectos, el cual depende de la calidad de los materiales utilizados y de la capacidad de detectar lo más rápido posible fallas al momento de producirse un bien. 7 Es el caso de la planta automotriz Ford en Hermosillo, Sonora. Ver Vázquez Ruiz, Miguel Ángel (1992). “Sonora: el camino hacia la modernización industrial. El caso Ford”, en Puga Cristina y Tirado Ricardo (coords.) Los empresarios mexicanos, ayer y hoy. Ediciones El CaballitoUNAM-UAM-COMECSO. México. 17
se puede definir como una relación contractual entre dos empresas, tradicionalmente el productor final o ensamblador (empresa organizadora) que solicita a otra empresa que le manufacture partes o productos semiterminados (empresa subcontratada) para integrarlos al producto final, para lo cual da especificaciones y programas de entrega, a cambio de lo cual la empresa que recibe la orden puede recibir financiamiento, materias primas y asistencia técnica. Este proceso de subcontratación se amplía en un primer nivel de proveedores directos hacia la empresa organizadora, y los proveedores de primer nivel se convierten en nuevas empresas organizadoras, creando a su vez una red de subcontratación y así sucesivamente, constituyéndose un proceso de piramidación, que en realidad son redes integradas de producción, y no esquemas de proveedores temporales (Ruiz, 1995:118).
Ruiz Durán se refiere a dos tipos de subcontratación: 1) Subcontratación Tradicional: en ella se crea un esquema de integración vertical y una relación de apoyo subordinado, en donde la empresa central le ordena a la pequeña empresa cómo debe hacer las cosas (calidad, precio, periodicidad de entregas, volumen del pedido), sin compartir la innovación del producto (Algo parecido han mencionado Villavicencio y Casalet sobre tal tipo de subcontratación, a la que llaman de capacidad, y consiste en que la gran empresa confía partes del proceso productivo a una pequeña empresa, cuyos costos de mano de obra son más reducidos y en donde predomina la baja intensidad de capital). 2) Subcontratación innovadora: es una relación a largo plazo con la empresa subcontratada, que en lugar de ser satélite del centro productivo, es parte del equipo que diseña el producto final; esto le permite una mejor idea de la forma como se deben diseñar las partes que provee. Este tipo de subcontratación crea un sistema de innovación cooperativa y se involucra a toda la red de la producción. En su caso, Villavicencio y Casalet llaman a ésta, subcontratación de especialidad, donde existe una desagregación de partes del proceso productivo hacia diversas pequeñas y medianas empresas, especializadas en la fabricación de componentes del producto final. Los autores retoman ideas de Ikeda, sobre el tránsito de la subcontratación tradicional o de capacidad a la subcontratación innovadora o de especialidad: en la primera el objetivo principal es la reducción de costos por parte de la gran empresa y la permanencia de la pequeña empresa a través de la producción de lotes; en la segunda 18
existe una estrategia organizativa y tecnológica que beneficia a todas las empresas grandes, medianas y pequeñas. Es notable que en esta última subcontratación exista una relación horizontal que logra una cooperación real entre las diferentes empresas. La gran empresa incorpora, vía la asociación, esquemas de investigación y desarrollo de producto, compartidos con las empresas de menor tamaño, permitiéndoles a las primeras el ahorro de costos y el aumento del valor de su multiplicador, y derivan parte de su producción hacia otros negocios, en lugar de concentrar el área de innovación dentro de una estructura formal. Precisa Ruiz Durán: Un ejemplo de este tipo de estructuras es Toyota en Japón, y un esquema similar se da en empresas de menor tamaño como First, productora de máquinas y herramientas en Taiwán, que ha logrado crear un núcleo de empresas subcontratadas con las que desarrolla conjuntamente parte de sus productos finales; el núcleo básico está constituido por 400 empresas, las cuales constituyen un nicho de innovación tecnológica (Ruiz, 1995).
En esta subcontratación las empresas establecen compromisos a más largo plazo y de cooperación. Dichos plazos permiten una mejor colaboración para lograr mayor productividad y calidad, amén de realizar innovaciones conjuntas. Modelo japonés La economía de Japón consolida un esquema de organización industrial que se sustenta en la subcontratación innovadora o keiretsu, como parte del éxito internacional que han logrado las empresas japonesas. En éstas se da una descentralización: el just in time, inventario cero, la calidad total, la especialización del trabajo y la celebración de acuerdos de cooperación. Dichos acuerdos se caracterizan por su gran complejidad: originan una articulación relativamente estable que afecta a la propia transformación del producto, a la tecnología, a la organización, y a la gestión de las empresas participantes (Ruiz Durán, 1995). Las empresas subcontratistas apoyan a las subcontratadas con capital y trabajo calificado para ampliar la capacidad productiva y la tecnología. Esta cooperación comprende a todo tipo de empresas. Como hemos visto la gran empresa es la subcontratista y las micro, pequeñas y medianas son las subcontratadas. Podemos observar que todos los ámbitos empresariales forman una red de cooperación. 19
Asunama ha establecido cuatro proposiciones que permiten una caracterización relativamente extensa y sutil de la relación entre la empresa matriz subcontratista en Japón: 1) La subcontratación es una relación a largo plazo cuya duración depende del ciclo de vida de los productos: las empresas subcontratadas se comprometen a entregar el artículo en un tiempo determinado, y después de hacerlo entablan nuevos contratos con la empresa para seguir trabajando conjuntamente, sin dejar de mejorar el producto, logrando con ello una mayor eficacia. 2) Esta relación es institucionalizada y jerarquizada. La empresa matriz mantiene relaciones de compra con otras empresas, las cuales se han apegado a los requisitos exigidos por ella, por lo que mantiene cierta jerarquía al decirles cómo elaborar sus productos. En esta proposición, pese a que existe una relación jerárquica, se fomenta y comparte la innovación. 3) Es una relación contractualizada, que es objeto de procedimientos particulares. Luego de que la empresa matriz seleccionó a la empresa que elaborará sus productos, entabla contratos de producción con ella, los cuales se modifican constantemente, debido a que en las primeras etapas del proceso de producción no son muy claras. Pero a medida que llega el tiempo para la elaboración final del producto, éstos cambian haciéndose más explícitos y duraderos. 4) Es una relación que favorece e internaliza la innovación. En otras palabras, las empresas participantes trabajan juntas en la innovación del producto, provocando su constante modificación. El que haya innovación en una empresa significa una mayor ganancia y una disminución de costos, lo que incentiva a seguir innovando para obtener un producto de mayor calidad. En Costa y Callejón se proporcionan algunas características de un acuerdo de cooperación que coincide con el modelo japonés: grandes empresas productivas, con división del trabajo entre ellas y con relaciones estables, que poseen su propia organización en los mercados globales y se articulan en las redes empresariales locales a través de acuerdos de cooperación en los mercados domésticos. Las empresas japonesas han optado, en su mayoría, por esta fórmula organizativa en la que se potencia paralelamente la presencia del grupo a nivel internacional, a partir de una fuerte descentralización y especialización de las empresas, con acuerdos de cooperación con empresas locales. Dichos acuerdos se caracterizan por una gran complejidad dando lugar a una articulación relativamente estable que 20
afecta a la propia transformación del producto, a la tecnología, y a la organización y gestión de las empresas participantes (Ibid).
Gallardo (1995) retoma a Womack, Jones, Galhar, Stamm, y Bonsái para enumerar los principales rasgos del modelo japonés: 1.- Posee pocas existencias, reducido espacio, menor movimiento de materiales y tiempo para preparar la maquinaria, aparatos informativos y tecnologías más austeras y menos trabajadores. Lo anterior se supera a través del suministro just in time de los materiales que se van a elaborar o ensamblar. En este tenor, el just in time regula la relación con el cliente final y los programas de producción, planeados para que posean mayor flexibilidad y sensibilidad a las posibles variaciones del mercado. 2.- Crucial es el papel que desempeñan los subcontratistas, que no son elegidos por los costos de los pedidos individuales, sino por su capacidad para colaborar con la empresa líder en proyectos de largo plazo. De ahí resulta una compacta red basada en relaciones de confianza, recíproca transparencia y contratos a largo plazo. 3.- También es importante la participación de los trabajadores asalariados en las decisiones sobre producción, quienes poseen una elevada capacidad profesional, la que no se limita a la destreza en las operaciones rutinarias, sino que se manifiesta en la polivalencia de las misiones, en la decisión autónoma de interrumpir el flujo cada vez que se observan anomalías y defectos, para eliminarlos rápidamente, y en la colaboración para solucionar problemas planteados por la introducción de innovaciones tecnológicas. Esto implica que no existe una división radical del trabajo entre obreros e ingenieros; y se observa en las ligeras diferencias salariales entre ellos y en las posibilidades abiertas de promoción a largo plazo para los obreros. 4.- El objetivo de la calidad total o cero defectos, sin aumento de costos, se basa en el concepto de que la eliminación de un defecto es más rápida y económica, cuanto más rápido se logra a detectar. La consecuencia es que la calidad se incorpora al proceso productivo con la progresiva eliminación de los controles expost. Las diferentes fases del proceso se conciben como una relación entre el proveedor y el cliente, regulada por la autocertificación de la calidad del material o de la prestación efectuada. Por su parte, Villavicencio y Casalet (1994) aluden al Sistema Japonés de Gestión (Japanese Management System), precisamente el modelo descrito antes. Para ellos este sistema se caracteriza por la filosofía del “justo a tiempo”, control de calidad, y prácticas de cero 21
tiempo de aprovisionamiento, cero defectos, cero stocks, cero descomposturas, cero papel, y reducción de los espacios físicos. Esto, según los autores, se logró a través de la integración tecnológica y organizativa de las redes de pequeñas empresas subcontratistas. En los últimos años las grandes empresas japonesas han subcontratado más trabajo en las pequeñas empresas. Porque en el informe japonés se analizan con cierta profundidad las ventajas e inconvenientes de esta nueva circunstancia. Si las grandes empresas no hacen más que utilizar a las pequeñas empresas como una forma de aislamiento del ciclo económico, explotar su mano de obra más barata para reducir costes, cargarles gastos de inventarios no deseados o mantenerlos en estado de dependencia, no es probable que el aumento de la subcontratación constituya un fenómeno deseable para las pequeñas empresas. Si por el contrario, las grandes empresas llegan a acuerdos de colaboración a largo plazo con subcontratistas para mejorar el diseño y localidad de los productos compartiendo conocimientos técnicos y experiencias, el efecto será mucho más favorable para las pequeñas empresas (Ibid).
Para Castillo y Cortellese (1998), la experiencia de Japón deja ver que la oposición entre la gran empresa y la pequeña no lo es tanto, debido a que las dos se complementan, en tanto existe un proyecto a largo plazo compartido por una mayoría social, una dedicación al trabajo y sobre todo, una vocación industrial. Villavicencio y Casalet señalan que las pequeñas empresas japonesas se especializan en una parte de la producción y requieren de una reorganización interna del proceso productivo; se benefician de las transferencias de innovaciones tecnológicas para la fabricación y la gestión por parte de las grandes empresas, realizan la producción con prácticas de just in time y de control de calidad; y han contribuido al desarrollo de instituciones, entre los que destacan los centros de formación profesional o laboratorios de investigación, y las agencias tecnológicas y de servicios a la exportación. La subcontratación en Japón Castillo y Cortellese dan mucha importancia a las políticas estatales japonesas en el desarrollo de pequeña empresa. En la posguerra el Estado nipón habría mostrado interés a través de medidas en las áreas tecnológica, de producción, organización y financiamiento. Se produjo una multiplicación de asociaciones de pequeñas y medianas empresas, las cuales, juntas, buscaban 22
financiamiento, realizaban compras de equipo y materias primas, servicios de capacitación, investigación e información, lo que produjo una extensa red de información tecnológica que ha sido muy útil. En otras palabras, lo hecho por el Estado japonés ha sido sustancial para reactivar el sector empresarial después de la segunda guerra mundial y coadyuvó a que este país actualmente sea altamente eficiente y competitivo a nivel mundial. Según Ruiz Durán, la Asociación Nacional para la Promoción de Empresas de Subcontratación de Japón, el gobierno central y las autoridades locales deben facilitar y promover la integración de las pequeñas y medianas empresas, a través de esquemas de subcontratación, los cuales poseen las siguientes características: 1.- Promoción de tecnologías, comercialización, desarrollo de prácticas gerenciales y de administración, así como la celebración de contratos laborales con criterios de eficiencia y pago justo. Estas medidas tienden a fortalecer la productividad de las pequeñas y medianas empresas. 2.- Modernizar la determinación de los precios de los productos intermedios, la garantía de calidad y la exportación. 3.- Las grandes empresas deben contribuir al desarrollo de los proveedores, las personas y las empresas subcontratadas. 4.- Activar las reglas e instituciones para garantizar los contratos y la aplicación de castigos a quienes violen los precios, a quienes se retrasen en los pagos, a quienes no acepten productos subcontratados sin justificación u otras prácticas predatorias. Debe haber instancias que vigilen el buen funcionamiento de las reglas de los contratos, para que se cumplan y se castigue a los que las violen. En la actualidad, en Japón, en torno a la pequeña y mediana empresa industrial, habría una veintena de organismos públicos y privados que atienden las áreas de capacitación, consultoría e información, integración, financiamiento, desarrollo tecnológico, diseño de productos y promoción de exportaciones, etc. Subcontratación en Europa En lo que concierne a Europa, en un estudio sobre cooperación entre grandes y pequeñas empresas en la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea), María Teresa Costa y María Callejón encontraron que las empresas subcontratadas participan en la concepción, la incorporación de avances tecnológicos y en el proceso de elaboración del producto. Las empresas por lo 23
general son muy pequeñas y especializadas, con alta tecnología y producción de calidad. La cooperación se da en la industria eléctrica, de transformación y equipo mecánico. La pequeña empresa europea se ha beneficiado con este tipo de colaboración, así como ha ayudado a que la gran empresa sea competitiva a nivel internacional. En la Unión Europea, la subcontratación ha aumentado de forma considerable en los últimos años, en particular en Dinamarca y Francia. En Alemania, la subcontratación se ha incrementado más rápidamente que la producción; en Portugal, ésta es mayor que la del valor agregado. En otros países como Grecia e Irlanda, la tendencia ha sido similar. Aunque la subcontratación ha mostrado un mejor desempeño en países como Holanda, Inglaterra y Dinamarca. En este bloque económico el papel que juega la pequeña empresa es la de estar abasteciendo productos intermedios para exportación a las grandes empresas, lo que obligará a mantener altos estándares de calidad, con el fin de evitar ser desplazadas. Destacan tres formas de cooperación entre grandes y pequeñas empresas en Europa, como la spinn off y start up, la creación de empresas conjuntas o join venture y la piggy back. Estas formas de cooperación son descritas por Costa y Callejón en un estudio sobre cooperación entre grandes y pequeñas empresas europea. Es pertinente aclarar que no son las únicas citadas, pero éstas resultan muy novedosas. En el caso de la cooperación tipo join venture entre grandes y pequeñas empresas, es sobre todo para I+D, producción, distribución y comercialización de los bienes, y sus objetivos son: diversificación del riesgo, entrar en nuevos mercados, obtener nuevas tecnologías y recursos complementarios, y externalizar las transformaciones intensivas en capital. Los acuerdos joint venture en I+D se realizan con la idea de elaborar un nuevo proyecto de investigación y desarrollo y para la cooperación tecnológica; los de producción para desarrollar un nuevo producto; y los de distribución para el suministro de bienes de equipo, materias primas e insumos y ampliación de oferta y mercados. La colaboración ocurre en los sectores agroalimentario, minerales metálicos, químicos, maquinaria y material eléctrico, electrónica, óptica y software informático. La cooperación “piggy back”, también conocida como “canguro”, es un acuerdo especial de distribución y comercialización de los productos, por lo que una empresa presta a otra red internacional para la distribución. Un aspecto es que las empresas 24
amplían sus economías de escala y acceden al mercado de la empresa participante. Los sectores son el agroalimentario, químico, y de maquinaria y material eléctrico. En Japón existe cooperación entre grandes y pequeñas empresas pertenecientes a un cluster o keiretsu, a través de la subcontratación. En este modelo, la pequeña empresa se convierte en proveedora de la gran empresa e incluso, participa para diseñar y producir bienes de calidad e innovar su tecnología. Y existen otros acuerdos de cooperación entre tales empresas en la Unión Europea, que les permiten acceder conjuntamente a I+D, nuevos mercados, tecnologías, que los hacen competitivos en los mercados globales. Cooperación entre pequeñas empresas La pequeña empresa es considerada por muchos teóricos como una entidad que no tiene futuro. Sin embargo, no ha dejado de existir en algunos países industrializados como Japón e Italia, donde tiene un gran peso para el desarrollo y crecimiento de su economía; y en USA y Francia este ente económico aún juega su papel. En Italia, las pequeñas empresas han creado un modelo de cooperación y de esa manera superan sus limitaciones de origen. La problemática de la pequeña empresa 8 no se debe a su tamaño, sino sustancialmente a la falta de organización; de modo que se hace indispensable fomentar y regular las formas de su coordinación. Muchas pequeñas empresas comparten planes que a la larga les serán benéficos. En la actualidad, las pequeñas empresas que están bien organizadas y comparten sus conocimientos internos y retoman 8
En los países subdesarrollados, y principalmente en México, la mayoría de las empresas pequeñas enfrentan graves problemas: una baja cultura empresarial, emplean tecnología atrasada y obsoleta, abastecimiento caro de materia primas e insumos, baja calificación de la mano de obra, ausencia de fuentes de financiamiento y un marco institucional propicio, y dificultades en comercialización. Se puede decir que están en muy malas condiciones, pero no es así; han logrado sobrevivir y expandirse en un mundo empresarial dominado por la gran empresa, debido a que se necesita poco capital para crearlas, sus instalaciones están dentro de la vivienda familiar, emplean poco trabajo asalariado y tecnología atrasada, y sus productos son consumidos en el mercado local. Pero lo más importante, quizá, es que su producción es muy flexible, se adecua rápidamente a las exigencias de los consumidores, que por lo general son de bajos recursos. 25
los que se originan en el sistema global, son las que han podido competir en los mercados más exigentes a nivel doméstico e internacional, demostrando que son eficientes y competitivas y sobre todo, crean empleos, amén de que poseen una alta productividad, inversión y exportación. Cosa muy diferente sucede en los países desarrollados (Japón, Italia, Alemania, USA), donde las pequeñas empresas poseen un buen abastecimiento de materias primas e insumos, una buena calificación de la mano de obra, una cultura empresarial aceptable, tecnologías modernas flexibles, acceso a fuentes de financiamiento y a redes de comercialización, las cuales no sólo les permiten acceder a sus mercados locales, sino a los de otros países. En un estudio de caso sobre la cooperación entre pequeñas y medianas empresas en la otrora Comunidad Económica Europea, Costa y Callejón (1992) encontraron dos tipos de cooperación: proyectos conjuntos y acuerdos de distribución recíproca. Los proyectos conjuntos entre pequeñas empresas abarcan tantos las empresas conjuntas o joint venture (nuevos productos, distribución y comercialización, innovación tecnológica), como actividades realizadas entre dos o más socios, sin que esto signifique la creación de una tercera empresa. La cooperación entre empresas para la producción e I+D constituyen el 89% de los proyectos conjuntos, y los acuerdos sobre la esfera de la producción de nuevos productos, constituyen el 64.5% de éstos (Costa y Callejón). Los proyectos conjuntos se dan entre empresas complementarias, dentro del mismo mercado o entre empresas competidoras, con el propósito de trabajar sistemas organizativos flexibles que permitan adaptarse con rapidez a los cambios de la demanda. Acuerdos de distribución recíproca Son aquellos acuerdos de cooperación entre pequeñas empresas para el suministro, distribución y comercialización de productos complementarios en mercados distintos. Las pequeñas empresas se unen para ofrecer productos diferentes a los que ofrecen sus respectivos mercados. Estos acuerdos se realizan entre empresas industriales que inician actividades de servicios que quedan registradas como industriales, en tanto empresas que tienden a especializar de forma creciente sus actividades. Esta especialización les posibilita un aumento de la flexibilidad por medio de la tecnología 26
y la organización. Por tanto, dichos acuerdos les permiten combinar la especialización en la producción y la diversificación en la oferta. Respecto de la “red de pequeños negocios”, es un acuerdo de cooperación interempresarial en el que pequeñas empresas mantienen relaciones de subcontratación entre ellas (es lo mismo que el cluster ya descrito, pero sin la participación de la gran empresa); cuando una pequeña empresa necesita cumplir con un pedido grande de productos y no puede producirlo debido a que los costos en que incurrirá son más altos, acude con las demás pequeñas empresas para subcontratar algunas fases del proceso productivo del bien o bienes que le encargaron. Esta subcontratación es común entre tales empresas, ya que no cuentan con el suficiente número de trabajadores o con la tecnología adecuada para el bien que se le ha encargado. Una de las principales estrategias que utilizan las empresas para mantenerse unidas son los acuerdos cooperativos, los cuales les permitirán impedir que otras empresas que no pertenecen a esta red las desplacen o intenten quitarle sus mercados (Ruiz Durán, 1995). En este tipo de cooperación existe una cierta jerarquía. De un lado, la pequeña empresa que inicia la red de producción subcontratando a otras, actúa como coordinadora en el proceso productivo, al ejercer un control sobre la calidad del bien, encargando las partes más fáciles; y de otro, debe mantener la red; si no lo hace, su red de producción se disuelve y se crea otra independiente de ella. Por otro lado, en Italia existe una empresa constituida por empresas medianas y pequeñas, que proporciona a sus afiliados información sobre mercados para colocar sus productos, y servicios de investigación y desarrollo. Esa empresa es el famoso consorcio (consorzi): una forma de cooperación interempresarial. Supera las debilidades de las pequeñas empresas, como las dificultades de conseguir información para la comercialización y exportación de sus productos; la falta de capacitación de la fuerza de trabajo; no poseer tecnología de punta; contactos y promoción de sus productos en ferias y la ausencia de apoyo legal. El consorcio no sólo ayuda a eliminar problemas; gestiona, además, financiamiento y difusión tecnológica a través de convenios con universidades o centros de investigación, que les aportan ideas para mejorar diseño y calidad de los productos de las empresas afiliadas (Ruiz Durán, 1995). El consorcio, en tanto organismo que cobija a su empresa asociada, la conecta con los compradores locales o internacionales. De suerte que el consorcio es una estrategia que usan las pequeñas 27
empresas y medianas para enfrentar las dificultades propias de su tamaño, que en lo individual no podrían hacer. Por ejemplo: alcanzar economías de escala, vía precisamente la asociación entre pequeñas. Véase: El 85% de las exportaciones de las pequeñas empresas en Italia las hacen a través de consorcios. Uno de los rasgos esenciales para que se dé el consorcio habla por sí mismo: que sus integrantes posean un patrón cultural homogéneo. Conclusiones La cooperación ha hecho posible las economías de escala, competir de manera eficiente en los mercados nacionales e internacionales y el acceso a servicios que en lo individual son difíciles de conseguir: financiamiento, capacitación, comercialización, o acceso a tecnologías de punta y flexibles, etc. El modelo de libre mercado descarta la idea de que puede haber una relación entre competencia y cooperación, pero ha quedado demostrado que esta última, permite a las empresas que la practican tener una mayor eficiencia productiva y de comercialización. La importancia de la cooperación entre empresas es que llegan a acuerdos en los cuales se prohíben las prácticas destructivas y desleales, con el objetivo de buscar dicha eficiencia, la igualdad y la libertad para competir armónicamente, así como protegerse de la competencia externa, ya sea nacional o internacional. Algo muy importante en los escenarios de la economía mundial es crear un producto e innovarlo constantemente, por lo que se requiere una tecnología de punta y flexible, adecuándose a la exigente demanda actual. Las diferentes formas de cooperación permiten que en las fases del proceso de producción se diseñen estrategias económicas para lograr calidad y eficacia de mercado. La cooperación entre grandes empresas se da a nivel transnacional; las empresas líderes de diferentes países entran en cooperación para aprovechar sus mercados, compartir insumos, tecnología, innovación de productos, diseño de proyectos en producción, comercialización, investigación y desarrollo. Pero la cooperación se efectúa también entre grandes y pequeñas empresas. Y a subcontratación es una de sus formas, muy practicada en Japón, lo que ha devenido en un modelo de organización industrial competitivo a nivel internacional, y que posee las características del Just In Time, inventario cero y calidad total. La cooperación interempresarial entre empresas de iguales y diferentes tamaños es un nuevo tipo de relación económica, más allá 28
del funcionamiento interno clásico de la empresa. Lo que otrora era impensable, ahora es una realidad: las empresas colaboran entre sí para ser más eficientes y competitivas en los mercados globales. Visto este sucinto panorama sobre la colaboración entre las empresas, sobre sus realidades y sus posibilidades en el mundo globalizado, los desafíos, sin embargo, son aún de variada índole. Pesan sin duda las inercias del pasado, tanto las que tienen que ver con los aspectos político ideológicos, como los propios pesos y realidades económicas del presente que parecieran arrasar con un vasto mercado mundial del que sólo se harían cargo, en lo fundamental, las grandes corporaciones empresariales de tipo trasnacional. Empero, la propia magnitud de la sociedad, de sus necesidades de empleo y de consumo, plantean el reto de trascender a los viejos y nuevos esquemas de la organización empresarial, si es que se aspira a sobrevivir, precisamente, en un mundo que exige cada vez más de iniciativas novedosas. La cooperación es un camino viable. No hay que olvidar que, pese a la espectacularidad con que se muestran las entidades industriales, comerciales y de servicios, es aún un hecho de que las fuentes principales de empleo en el mundo son generadas por las pequeñas y medianas empresas, las que siguen, social y culturalmente, formando parte fundamental del tejido social. Bibliografía --Amadieu, Francois Jean (1992). Francia, en Sengenberger, W., Lverman, et. al., (comps.), Los distritos industriales y las pequeñas empresas II. El surgimiento de la pequeña empresa, Ministerio de trabajo y seguridad social, Madrid, España. --Barbieri, Carlo y Ferrante, Giorgio (1998). La internacionalización de las Py Mes: la experiencia italiana, Revista Mercado de Valores, Noviembre, México. --Becattini, Giacomo (1992). “Italia”, en Sengenberger, W., Lverman, G.W., Piore, M.J. (comps.), Los distritos industriales y las pequeñas empresas II. El surgimiento de la pequeña empresa, Ministerio de trabajo y seguridad social, Madrid, España. --Castillo, Mario y Cortellese, Claudio (1988-89). La pequeña y mediana industria en el desarrollo de América Latina, Revista de la CEPAL, No. 34, Santiago de Chile. --Coriat, Benjamín (1992). PENSAR AL REVÉS. Trabajo y organización en la empresa japonesa, Siglo XXI, México.
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LA TEORIA Y EL DESARROLLO regional y local Pedro BRITO OSUNA ♦
¿Es el desarrollo local un enfoque adecuado para hacer avanzar a las comunidades territoriales? ¿Es pertinente la búsqueda del desarrollo local en un contexto donde impera la globalización? ¿Se puede impulsar el desarrollo local vía la organización de los actores sociales? ¿Son las políticas públicas concertadas entre los actores ♦
Economista. Maestro en Ciencias por el Colegio de la Frontera Norte. Miembro del Cuerpo Académico “Movimientos Migratorios y Desarrollo Regional” de la FACISO. 31
públicos y privados el camino más adecuado para diseñar e implementar proyectos de desarrollo local? Las respuestas se hacen a partir de una revisión crítica de los aportes de estudiosos de distintos países y del ejercicio de síntesis que realizamos en este ensayo. Iniciamos con el español Antonio Vázquez Barquero: "El desarrollo económico local se puede definir como un proceso de crecimiento y cambio estructural que, mediante la utilización del potencial de desarrollo existente en el territorio, conduce a elevar el bienestar de la población de una localidad o región" (Vázquez Barquero, 2001).
Aparece en primer plano el aumento productivo. Sin embargo, el mero crecimiento del valor de la producción es insuficiente para el desarrollo local sin la existencia en el sistema productivo de un proceso de cambio estructural. Conlleva cambios en organización y contenidos de la estructura económica, debido al mejoramiento de las técnicas de trabajo y al proceso de innovación productiva. El cambio en la estructura económica se relaciona con el uso del potencial existente en el territorio, lo que constituye la base para la reproducción ampliada de la economía local. No obstante, el mero crecimiento de la economía no es el objetivo que se debe perseguir con las políticas de impulso al desarrollo, sino el beneficio social, la solución de los problemas de las personas. El objetivo más relevante que se busca con el desarrollo económico local es elevar el nivel de vida individual y colectiva de la población que habita en el territorio. Factores positivos para el crecimiento de la economía en el espacio regional, son el conocimiento tecnológico y las innovaciones productivas, elementos claves para permitir el avance de la dinámica económica territorial. Aunado a ello, son benéficas las relaciones de cooperación entre las empresas ubicadas en el territorio, debido a las economías externas que se generan en los sistemas productivos locales que inciden sobre el cambio productivo. Debe tenerse en cuenta la relación que permite a los actores utilizar el excedente obtenido para aprovechar el potencial económico del territorio, aunado a la atracción que se ejerza a través de políticas de promoción, dirigidas al capital externo para complementar con recursos adicionales la estrategia de crecimiento, dirigida a ampliar las oportunidades de negocios y empleos para los pobladores y generar un proceso más dinámico de crecimiento, producción y distribución de riqueza y de satisfacción de las necesidades sociales. 32
De manera que el enfoque teórico de Vázquez Barquero para abordar el estudio de la dinámica económica, coloca a la teoría del desarrollo endógeno como la explicación más adecuada para realizar el estudio de la escala local del desarrollo, en la que los actores sociales tienen un rol muy importante: “La teoría del desarrollo endógeno considera que en los procesos de desarrollo intervienen los actores económicos, sociales e institucionales que forman el entorno en el que se desarrolla la actividad productiva y, entre ellos, se forma un sistema de relaciones productivas, comerciales, tecnológicas, culturales e institucionales, cuya densidad y carácter innovador va a favorecer los procesos de crecimiento y cambio estructural” (Vázquez Barquero; 1999).
Esta explicación no excluye la posibilidad de que actores externos contribuyan con el proceso de crecimiento local y regional. Lo que se enfatiza en la teoría del desarrollo endógeno es que las comunidades local y regional deben conducir el proceso de desarrollo y no lo espere como un efecto secundario. El desarrollo local no es un resultado automático de las fuerzas del mercado, no es un efecto de la “mano invisible” de la que hablaba Adam Smith sobre la producción de riqueza en las economías de mercado; el desarrollo local es un efecto esperado por los actores sociales, pero que se organizan previamente para llevar a cabo estrategias de planeación participativa y gestión, a partir de establecer acuerdos de trabajo conjunto para concretar las diversas iniciativas. El desarrollo local no puede ser explicado como mero efecto del voluntarismo de los actores sociales. También importa el punto de partida, la base real sobre la que se asienta la sociedad, el tamaño de la población, la calidad de la fuerza de trabajo, el saber acumulado, la tecnología existente en las empresas establecidas, la infraestructura y el equipamiento de las ciudades y pueblos en que se pretende desatar un programa de trabajo a favor del desarrollo. En la misma perspectiva analítica se ubica el investigador uruguayo José Arocena (1995), quien ha sido pionero en América Latina en este tipo de estudios. Sostiene: “El desarrollo endógeno es un proceso en el que lo social se integra con lo económico. La distribución de la renta y de la riqueza y el crecimiento económico no son dos procesos que surgen y toman forma de manera paralela sino que adquieren una dinámica común debido al hecho de que los actores públicos y privados toman 33
decisiones de inversión orientadas a aumentar la productividad y competitividad de las empresas, resolver los problemas locales y mejorar el bienestar de la sociedad” (Arocena, José, citado por Vázquez Barquero, 1999).
Es una tesis que no hace depender el bienestar social del crecimiento económico, como si fuera un subproducto, sino que asume que desde la concepción de los proyectos es necesario trabajar en varios frentes, al incluir las dos dimensiones más relevantes del desarrollo local: la dimensión económica y la dimensión social. Para el argentino José Luis Corraggio, el desarrollo local es un concepto que sirve para responder en el terreno de la planeación desde una perspectiva crítica a los viejos modelos de crecimiento, a las políticas de Estado que dejaban fuera a los actores locales. Por eso su propuesta se encamina a buscar “otro desarrollo”: un proceso de cambio social en el territorio que implique una forma distinta de actuación de los agentes públicos y privados, engranes medulares del proceso de cambio: se ponen de acuerdo en sus objetivos de manera conjunta en iniciativas económicas y sociales comunes para elevar la calidad de vida, dentro de una concepción humanista del desarrollo. En su visión alternativa, Coraggio afirma: “Por “otro desarrollo”, entiendo, la puesta en marcha de un proceso dinámico de ampliación de las capacidades locales para lograr la mejoría intergeneracional sostenida de la calidad de vida de todos los integrantes de una población. Ello incluye entre otros: componentes económicos (trabajo productivo, ingreso, satisfacción racional de necesidades legitimas, suficiencia y calidad de los bienes públicos…); componentes sociales (integración en condiciones de creciente igualdad, efectiva igualdad de oportunidades, convivencia, justicia social….); componentes culturales (autoestima, pertenencia e identidad histórica, integración a comunidades con contención, valores de solidaridad y tolerancia…) y componentes políticos (transparencia, legitimidad y responsabilidad de las representaciones, participación directa responsable e informada de la ciudadanía en las grandes decisiones colectivas y en la gestión de lo público” (Coraggio, José Luis, en Rofman Adriana, et al, 2006).
Las cuatro dimensiones muestran una visión integral. Para este autor lo local no es visto como el espacio más pequeño y por tanto más alejado de alcanzar las metas del desarrollo por sus limitados recursos; tampoco lo concibe como el trabajo de gestión 34
que se realiza en la dimensión más pequeña de los asentamientos humanos territoriales. “Por lo “local” no nos referimos a algo minúsculo, parroquial, localista, sino a la condición común de una población que comparte una historia de asentamiento --aunque sea más o menos desigual, más o menos conflictiva o solidaria--, en un territorio de radio variable, cuyos problemas están inmediatamente interconectados, y desde donde se vincula a otras localidades o micro-regiones y a su más amplio entorno regional o nacional” (Coraggio, 2006).
Resulta necesario aclarar que con lo local no siempre se alude a las formas político administrativas de organización del territorio. Lo local no es en exclusiva lo municipal, aunque si bien los pobladores de los municipios, en el caso de México, están interesados en lograr metas de desarrollo íntegro, no todas las localidades tienen la dimensión adecuada, el tamaño y la complejidad necesaria para poder articular en torno a ellos estrategias de desarrollo local 1 . Cuando se habla de desarrollo local no se trata de centrarse en una perspectiva que aísle a las pequeñas poblaciones de su articulación a contextos más amplios y complejos; es decir, no se excluye a las comunidades rurales o pequeñas ciudades de las estrategias y proyectos de desarrollo regional. Tampoco se piensa que los procesos de desarrollo local sólo se puedan realizar en las localidades grandes que concentran población urbana. De lo que se trata cuando se habla del desarrollo territorial es de insertar a las poblaciones, para unir fuerzas, para romper círculos viciosos de atraso, para propiciar la conformación de entornos de innovación y cambio social más amplios que generen las economías de escala más adecuadas y propiciar, sin utopías, el desarrollo local y regional.
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En el caso de México prevalecen profundas desigualdades y contrastes entre los municipios que integran los estados. Unos tienen grandes recursos, son urbanos, concentran gran cantidad de pobladores y tienen infraestructura y equipamiento público, mientras que en el otro extremo se ubican los municipios rurales, dispersos en grandes extensiones territoriales, con poca población, de carácter rural, con poca o nula infraestructura y en general con escasos recursos. Un municipio que sea capital de un estado como Monterrey es el contraste respecto a un municipio rural de Oaxaca. El punto de partida para promover políticas de desarrollo es muy desigual en estos casos. 35
En el contexto de los países subdesarrollados donde aún prevalece la existencia de pequeñas poblaciones dispersas en su geografía, la estrategia de desarrollo más adecuada debería basarse en la promoción del asociacionismo entre municipios, para generar en la región la escala más adecuada, en la idea de promover la actividad Por su parte Martha Díaz aclara que los fines que se deben buscar van más allá de los fríos objetivos económicos: “El fin-objetivo del desarrollo local centrado en los supuestos del desarrollo humano es la superación de las desigualdades sociales, una sociedad no excluyente, dotada de mecanismos aseguradores de justicia social y de la dignidad de cada uno de los miembros. Liberadas las potencialidades de éstos para integrarse creativamente en los diversos quehaceres sociales orientados por el sentido de la solidaridad humana, y el trabajo emprendedor de su bien-estar y el de la comunidad mayor a la que pertenecen” (Díaz de Landa: 2006).
Alcanzar una diversidad de objetivos en el desarrollo supone una estrategia flexible que incorpore las diferentes dimensiones que existen para dar respuesta a las distintas necesidades de la población: la económica, la social, la institucional, la cultural y la ambiental. Existe otro enfoque que complementa los anteriores y es la del desarrollo a escala humana que sustentan Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde y Martín Hopenhayn (2001). Estos autores en vez de hablar de pobreza afirman la existencia de pobrezas: “Cualquier necesidad humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una pobreza humana”. --La relación entre lo global y lo local Visto en perspectiva, el desarrollo no puede ocurrir si no se toman en cuenta el contexto más global en que se insertan las economías locales; las regiones en la actualidad deben ser explicadas como regiones abiertas que participan de un contexto más amplio, en el que la globalización se manifiesta de diversas formas. Sobre la globalización resaltan los aportes de Borja y Castells: “La globalización de la economía hace depender la riqueza de las naciones, empresas e individuos de los flujos de capital, de cadenas de producción y distribución y de unidades-gestión que se interrelacionan en el conjunto del planeta, socavando por tanto la 36
especificidad de un determinado territorio como unidad de producción y consumo” (Borja y Castells, 1997).
Esta caracterización aparece como un determinismo fatal al destacar la preponderancia y dominación de lo global sobre lo local, sin embargo, las cosas operan de una forma más compleja en la que es posible que el territorio y la dimensión local y regional de la sociedad asuman retos competitivos y de desarrollo que abran las posibilidades de incidir con éxito en el contexto socio productivo de lo global. Borja y Castells proponen una articulación necesaria: “la articulación entre sociedad y economía, tecnología y cultura en el nuevo sistema puede realizarse más eficaz y equitativamente a partir del reforzamiento de la sociedad local y de sus instituciones políticas. Lo global y lo local son complementarios, creadores conjuntos de sinergia social y económica, como lo fueron en los albores de la economía mundial en los siglos XIV-XVI, momento en que las ciudades-estado se constituyeron en centros de innovación y de comercio a escala mundial” (Borja y Castells: 1999).
Por consecuencia, si bien la fuerza de la globalización le pueden generar a los espacios regionales y locales de la sociedad, severas dificultades para su funcionamiento, también es cierto que la sociedad regional cuando está organizada puede constituir, a partir de una estrategia competitiva, una respuesta exitosa a los desafíos y dificultades que implica la sociedad de los flujos internacionales. Tres temas destacan Borja y Castells: “La importancia estratégica de lo local como centro de gestión de lo global en el nuevo sistema tecno-económico puede apreciarse en tres ámbitos principales: el de la productividad y competitividad económica, el de la integración sociocultural y el de la representación y gestión políticas” (Borja y Castells; 1999).
Pero no incurren en el error de ver a la globalización sólo como un proceso económico, ni tampoco se restringen a concebirla como una tendencia vertical que ocurre en un sólo sentido, sin interacción con los otros niveles del espacio social como lo nacional, lo regional o lo local. Ven alternativas y hurgan las oportunidades que se abren para que en las regiones no se queden con los brazos cruzados, a esperar los efectos negativos en sus territorios de la 37
dinámica global, sino para que busquen nuevas rutas a partir de fortalecer su competitividad particular en el contexto internacional. Por su parte el investigador chileno Sergio Boisier, cuando se cuestiona sobre la pertinencia que tiene el desarrollo local en el imperio económico de la globalización, afirma: “Puede concluirse que la globalización, en tanto proceso que busca simultáneamente formar un solo espacio de mercado y múltiples territorios de producción, contiene fuerzas que empujan la diseminación territorial de segmentos de variadas cadenas de valor, al tiempo que hace surgir fuerzas de descentramiento y de descentralización, así como de centralización y concentración. Dada esta combinación de efectos, puede afirmarse que la globalización estimula el surgimiento de procesos de crecimiento local, lo que no significa que estimule también procesos de desarrollo local” (Boisier; 2005).
La globalización puede verse como una oportunidad que debe ser aprovechada de forma inteligente para estimular el crecimiento en los niveles local y regional. El autor señala la importancia de mantener una organización flexible de los actores sociales en el territorio, con el propósito de promover distintas iniciativas de desarrollo, definir en sus agendas las prioridades locales y regionales, promover el avance cualitativo de las fuerzas endógenas, determinar las formas de injerencia del capital externo en una estrategia participativa, porque las fuerzas económicas globales no tienen como propósito el desarrollo local o regional donde se localizan sus empresas y no se debe esperar algo que no vendrá, a menos que los actores locales y regionales lo busquen de forma deliberada como su prioridad. Así, resulta necesario que los actores sociales públicos y privados organizados en lo local, comprendan las características de la economía de mercado en la etapa del capitalismo global, para poder dar un sentido adecuado y exitoso a la búsqueda de bienestar social para los habitantes de las regiones y localidades. Boisier admite la pertinencia de ajustar las estructuras económicas regionales a la nueva dinámica internacional: “La globalización supone crecientes flujos internacionales de capital y tecnología y una ampliación de los mercados internacionales y de la competencia. Esto está creando la necesidad de ajustes económicos más rápidos y más profundos que en el pasado. Al 38
mismo tiempo, el desempeño de las regiones y ciudades aparece como menos ligado a la suerte de la economía nacional y más afectado por los acontecimientos internacionales. La globalización está cambiando la racionalidad de la intervención pública en términos de cómo regular la economía y cómo colocar las políticas públicas en su lugar, es decir, reconocer competencias subnacionales” (Boisier; 2005).
En el pasado era factible suponer que las regiones como entidades subnacionales se sujetarán a los postulados de la política económica nacional. En la actualidad existe un grado mayor de libertad de las regiones respecto al ámbito nacional y por otra parte hay mayor dependencia de éstas respecto a su inserción global. Por esa razón, debería permitirse una descentralización más flexible de la política económica en lo que se refiere a la planeación económica regional, para posibilitar rutas más exitosas y un mejor desempeño de los actores sociales en la búsqueda del desarrollo. --Enfoques actuales En un estudio reciente el investigador uruguayo Enrique Gallicchio afirma que prevalecen en la literatura sobre desarrollo territorial seis visiones en torno al concepto: Afirma que el desarrollo local es visto por algunos como participación de los actores sociales; en otros se impone lo neoliberal; otra versión lo ve como municipalismo; unos más lo conciben como desarrollo económico local; algún enfoque lo entiende como ordenamiento territorial; y por último, la óptica del desarrollo local como método de análisis social (Gallicchio, Enrique, 2006). Cada una de estas versiones del concepto tiene una explicación en el campo de la teoría o incluso de la ideología: En la primera visión que el autor destaca se afirma que “el desarrollo local sería todo aquel proceso en el que participan actores en la discusión de los asuntos de un territorio determinado”. Dice Gallicchio que esta perspectiva analítica parte de la idea de que todo es posible desde el territorio. Se concibe por los promotores de esta tesis que todo lo que se discute “desde abajo” es posible concebirlo como una propuesta efectiva de desarrollo local. Habría que agregar que si bien es importante la perspectiva de la participación social para el diseño de los proyectos estratégicos de desarrollo local y regional, no siempre la mera participación de los actores resuelve los problemas que traban a las comunidades. Ver 39
positivo todo lo que surge “desde abajo” y negativo todo lo que surge “desde arriba” limita las estrategias realistas de desarrollo integral. La segunda tesis se desprende de una perspectiva neoliberal que restringe al mínimo la participación del Estado, y promueve proyectos que “han estado teñidos de una lógica de desarticulación del Estado Nacional y un traslado de competencias, de forma más o menos difusas a los gobiernos y actores locales. Es una perspectiva de descentralización para la modernización de la gestión pública con énfasis en nuevas competencias para los gobiernos locales”. Asumir que el desarrollo local es obra sólo de los actores locales y regionales sin incorporar al Estado es dejar a las comunidades sin el respaldo de los apoyos federales para el despegue de la región. No basta devolver la competencia a las regiones, sobre todo si no hay una correspondencia en términos de recursos públicos que se necesitan para hacer exitosa las políticas local y regional. Así, la mera desconcentración de las funciones del Estado hacia las localidades es insuficiente para la promoción del desarrollo. El municipalismo ha supuesto que sus representantes públicos se convertían en los actores principales del desarrollo local y pasaban de ser meros prestadores de servicios públicos a responsables políticos del desarrollo. Empero, hasta ahora no se han concretado los mecanismos que permitan que los actores municipales tomen las decisiones pertinentes sobre todo cuando no se descentraliza el presupuesto. A las políticas que correlacionan lo local con lo municipal, hay que advertir de la necesidad de una descentralización de los recursos estatales y federales para avanzar en sus objetivos. La visión que se centra en el desarrollo económico local enfatiza en la dimensión productiva del desarrollo. Consideran que lo económico es lo principal para muchas comunidades. Alternativas de esta tendencia destacan la promoción de las microempresas y el impulso a la competitividad territorial; no obstante, se quedan cortos en su estrategia al no incluir otras dimensiones del problema. El desarrollo concebido como un ordenamiento territorial es parte de una percepción que parte del “supuesto de que el territorio no está lo suficientemente ordenado para generar un nuevo modelo de desarrollo”. Así, el tipo de políticas que sugieren es la de promover un mejor y más planeado proceso de ordenamiento urbano. La falla en la que incurren sus promotores, es la de concebir el desarrollo local como si fuera sólo eso: proyecto urbano. 40
Es claro que la concentración ordenada de la población en un territorio, el empuje de formas urbanas con infraestructura moderna, permite que se aprovechen mejor las economías externas en el impulso del crecimiento. En tal sentido una política de promoción del desarrollo, debe considerar la falta de un ordenamiento urbano, pero desde una lógica más integral del desarrollo que incluya los aspectos económico, social, cultural y ecológico. Por último la visión del desarrollo que se centra en utilizar el desarrollo local como método de análisis. Esta perspectiva utiliza diversas herramientas para acercarse a los problemas territoriales como los sistemas de información geográfica. Sin embargo, es restringida porque limita su potencial de cambio, al centrar sus acciones en describir los procesos que ocurren en las localidades sin promover las acciones para propiciar el cambio (Gallicchio: 2006). Cada uno de estos enfoques, por separado, permite valorar la importancia que tiene cada una de las dimensiones del desarrollo local, pero así como si fueran visiones unilaterales, se pueden mirar más bien como limitantes de una perspectiva integral o de conjunto. Para Gallicchio, la importancia del desarrollo local no se circunscribe a practicar una técnica de organización promovida por un grupo de expertos que diseñan estrategias al margen de la gente; en Gallicchio, el desarrollo local radica en que los actores sociales tengan la capacidad para enfrentar, desde el territorio, los desafíos que se le imponen para poder avanzar en los objetivos prioritarios: “La potenciación de lo existente --personas, recursos, empresas, gobiernos, gobernanza, proyecto local--. La obtención de recursos externos al territorio --personas, recursos, empresas--; la gestión del excedente económico que se produce en el territorio --cómo usamos los recursos generados en él para mejorar la calidad de vida de los habitantes--“ (Gallicchio; 2006).
Saber aprovechar el potencial de un territorio es una de las condiciones básicas de todo programa de desarrollo local. Revalorizar lo existente es condición de mejoramiento en el proceso de producir riqueza en el espacio local o regional, atraer recursos externos, sin que eso implique excluir a los pobladores locales, además de poder dar una dirección adecuada al excedente generado por las empresas locales, son precondiciones para elevar el bienestar social de los pobladores. Es decir, en esta visión se trata de destacar el sentido del cambio económico pero para concretar los fines del bienestar social. 41
En esta perspectiva se deben de tener en cuenta los aspectos más relevantes cuando se estudian las economías locales con la idea de incentivar programas de desarrollo local. Tales aspectos los destaca Vázquez Barquero como variables en las economías locales: “La estructura productiva, el mercado de trabajo, la capacidad empresarial, los conocimientos tecnológicos, los recursos naturales, las infraestructuras, el sistema social, el sistema político, la tradición y la cultura. Sobre este conjunto de variables se articulan los procesos de crecimiento económico y cambio estructural en el espacio local” (Vázquez Barquero, 1999).
--El papel del territorio en el desarrollo local El territorio no es una dimensión neutra en el desarrollo. Se trata de territorios organizados, de comunidades que se mantienen activas, de actores sociales e instituciones que se preocupan por definir un programa de transformaciones económicas, sociales y culturales, para mejorar y resolver sus necesidades más acuciantes en el contexto más amplio de la globalización económica de la sociedad. Alburquerque señala también que el territorio no debe concebirse solo como un recurso sino como un actor social clave: “El territorio es contemplado así como un recurso específico y un actor principal del desarrollo económico, y no únicamente como mero espacio o marco de las actividades económicas o sociales. En opinión de Becattini y Rullani (1996), el territorio produce efectos y ofrece prestaciones específicas a la economía local. Suministra a la producción para el consumo una integración flexible o, en otras palabras, un entorno con capacidad para generar y mantener ventajas competitivas y valor diferencial. La creación de este entorno innovador territorial no es fácilmente reproducible y es, precisamente, la densidad de las relaciones entre los diferentes actores territoriales y la calidad de las mismas, la que da potencialidad a dicho territorio como circuito específico de interacciones…” (Alburquerque, 1999).
Es pertinente aclarar que no todos los territorios tienen integrado un sistema productivo local, ni son necesariamente ejemplos de articulación armónica entre las dimensiones económica, social, ambiental, política y cultural. En de los países subdesarrollados, el desarrollo ocurre de manera polarizada en el espacio y los objetivos de promover la convergencia entre las diversas regiones resultan difíciles 42
de alcanzar, debido a la existencia de profundas y anchas brechas socioeconómicas entre las diversas regiones. --Territorio y cultura Para completar esta amplia perspectiva en torno al territorio se incluye el texto de un autor de los estudios culturales, que enriquece el significado del concepto, porque su propuesta no se circunscribe a una concepción funcionalista e instrumental del espacio. “Se puede decir que el territorio responde en primera instancia a las necesidades económicas, sociales y políticas de cada sociedad, y bajo este aspecto su producción está sustentada por las relaciones sociales que lo atraviesan; pero su función no se reduce a esta dimensión instrumental; el territorio es también objeto de operaciones simbólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales (individuales o colectivos) proyectan sus concepciones del mundo.” (Giménez, 2000:24)
El autor, especialista en teoría y análisis de la cultura, profundiza en la relación de los territorios con el fenómeno cultural, cuando afirma que “...el territorio puede ser considerado como zona de refugio, como medio de subsistencia, como fuente de recursos, como área geopolíticamente estratégica, como circuscripción políticoadministrativa, etcétera; pero también como paisaje, como belleza natural, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego afectivo, como tierra natal, como lugar de inscripción de un pasado histórico y de una memoria colectiva y, en fin, como geosímbolo” (Giménez, 2000).
Esta riqueza interpretativa de las diversas posibilidades que se tienen sobre el territorio, permite hablar de la existencia de un capital cultural que debe ser aprovechado en la búsqueda del desarrollo. En esta perspectiva se adscribe también la discusión sobre la identidad que aportan las relaciones sociales en el territorio. De ahí que una cultura de transformaciones, un espíritu participativo de los actores locales, búsqueda de nuevos caminos para promover el desarrollo local y regional, debe partir de la cultura existente en cada territorio, a efecto de poder establecer su conexión con el proceso de desarrollo, e incluso precisar la manera en que la cultura, como 43
mecanismo que funciona, impide la generación del cambio necesario en el tiempo en que se destaca el proceso de cambio social. En su caso el politólogo Luis Aguilar define la esencia de las políticas públicas para el desarrollo de la sociedad, entendiendo que tales políticas surgen de la discusión abierta e incluyente y el acuerdo colectivos entre actores públicos y privados. “...al hablar de políticas públicas queremos decir decisiones de gobierno que incorporan la opinión, la participación, la corresponsabilidad y el dinero de los privados, en su calidad de ciudadanos electores y contribuyentes. Concedamos que en esta perspectiva disminuye el solitario protagonismo gubernamental y aumenta el peso de los individuos y de sus organizaciones. Se sustancia ciudadanamente al gobierno. Y se abren de par en par las puertas para nuevas formas de diseño y gestión de las políticas: singulares, descentralizadas, subsidiarias y solidarias, corresponsables, en las que el gobierno y sociedad enfrentan variada y conjuntamente los problemas colectivos” (Aguilar, 1996).
Mejorar la calidad de vida de las ciudades y pueblos, aumentar la riqueza producida en ellos, procesar de mejor manera la infraestructura pública, diseñar mejores mecanismos de suministro de servicios públicos, integrar a los diversos segmentos sociales en la perspectiva del desarrollo, atender los problemas de la pobreza y la marginación, cuidar el ambiente y promover la cultura, son objetivos que no caen del cielo como regalos de un ente divino, sino como resultado de actores organizados que con inteligencia y perseverancia son capaces de movilizarse para conseguirlos. Para Clemente Ruiz Durán es importante promover políticas públicas regionales de carácter descentralizado para promover el desarrollo. En este sentido afirma que se requiere disposición de trabajo de parte de los agentes públicos para poder integrar a los actores sociales: “Una estrategia política para el desarrollo local ya sea perseguida por gobernantes locales y regionales o por el Estado nacional debería nacer del reconocimiento de las peculiaridades de los diferentes sistemas locales y de las relativas situaciones de desarrollo que configuran el territorio del que ellos tienen la responsabilidad política, con el fin de definir iniciativas a la medida para cada una de ellos” (Ruiz Durán, 2004). 44
Dentro de la estrategia del Estado para articular de forma coherente su política de desarrollo, está el impulso a las acciones que redunden en las capacidades locales: “la globalización exige la devolución de capacidades al ámbito de lo local” (Boisier, 2005). Boisier afirma que existe una relación complementaria entre globalización y devolución, al afirmar que “…para competir exitosamente en una economía globalizada, los territorios necesitan cada vez más políticas que ayuden a construir y a explotar las capacidades endógenas” (Ibid). Debería tenerse en cuenta además que se requiere no dejar solos a los gobiernos locales, sino incorporar al gobierno nacional a través del diseño de una política a nivel país. --Diferencias y similitudes entre lo local y lo regional A partir de considerar a la región como el espacio donde existe un sistema abierto con la complejidad que lo caracteriza, no importa de manera precisa el tamaño del espacio físico geográfico para definir la región, ni tampoco que sea continua o discontinua. De ahí este concepto de desarrollo regional: “El desarrollo regional consiste en un proceso de cambio estructural localizado –en un ámbito territorial llamado región- que se asocia a un permanente proceso de progreso de la propia región, de la comunidad o sociedad que habita en ella y de cada individuo miembro de tal comunidad y habitante de tal territorio” (Boisier, 2001).
Boisier se refiere también al concepto de desarrollo local: “lo local sólo hace sentido cuando se le mira, por así decirlo, “desde afuera y desde arriba” y así las regiones constituyen espacios locales miradas desde el país así como la provincia es local desde la región y la comuna lo es desde la provincia” (Ibid).
En este marco se trata de mantener una postura flexible respecto a lo local y regional para poder mantener las escalas más adecuadas para el impulso de las políticas de desarrollo. Boisier se hace una pregunta pertinente: “¿De qué depende el desarrollo de un territorio en un contexto de economías de mercado, abiertas y descentralizadas?” (Boisier, 1999). Su interrogante es clave para entender la problemática a la que se enfrentan las regiones. No se trata sólo de acumular conocimiento sobre las causas del desarrollo 45
regional, sino de aumentar los niveles de coordinación de los actores a efecto de impulsar de manera efectiva el desarrollo. En su perspectiva la estrategia para alcanzar el desarrollo regional debe hacerse con base en la generación sistemática de información, la coordinación de acciones, la preparación del proyecto colectivo de desarrollo y en la configuración de una mesa sinérgica de actores y organizaciones que permita reducir la incertidumbre y los costos de transacción. La visión de Boisier sobre el significado de lo territorial se relaciona con el desarrollo de las personas: “…se trata de crear nuevo conocimiento sobre el medio externo de cualquier territorio, sobre los factores desencadenantes de su propio crecimiento y sobre todo de su propio desarrollo, y sobre la forma de organizar o diseñar una intervención destinada precisamente a desatar y acelerar el desarrollo, que no es ciertamente el desarrollo del territorio per se, sino el desarrollo de las personas humanas que habitan en él” (Boisier; 1999).
Finalmente, en la integración de las escalas local y regional, una investigadora propone una estrategia que los contenga a ambos: “dada la complejidad del modelo de desarrollo humano como resultado de la concurrencia de los desarrollos de sus múltiples condicionantes, la estrategia del desarrollo regional se legitima como sustentador de los desarrollos locales, indispensable en el caso de localidades pequeñas y acotadas por sí mismas para emprender procesos de desarrollo local” (Díaz de Landa; 2006).
Así entonces, lo local y lo regional se complementan. En función de que se articula una relación de trabajo, permite a los actores sociales propiciar el proceso de desarrollo en ambas escalas espaciales. Conclusión De acuerdo al presente recorrido teórico, podemos concluir que el enfoque del desarrollo local es adecuado para coadyuvar en el avance de las comunidades territoriales, en la medida que clarifica el tipo de actividades que se deben realizar de manera conjunta entre gobierno y sociedad. El nivel local no debe implicar el aislamiento de las comunidades, sino buscar establecer los acuerdos para participar de la planeación en una escala más amplia como es la región, y pactar 46
la integración de las organizaciones locales en la economía y la sociedad. Aún y cuando la globalización implica la preponderancia de la competencia en escala internacional, que puede llegar a excluir a regiones enteras, también es cierto que puede ser vista como una oportunidad de progreso, si se ajusta la estructura productiva de las regiones. Los actores sociales, en la medida en que logran mejores niveles de organización y claridad en el tipo de tareas a realizar en sus respectivos territorios, mayor es la probabilidad de alcanzar metas de crecimiento económico, de equilibrio ecológico y de bienestar social para sus comunidades. La mejor manera de concretar esa organización social en el espacio, es diseñar y poner en marcha programas de políticas públicas concertadas entre los actores públicos -los distintos niveles de gobierno: nacional, estatal y municipal- y los actores sociales de cada localidad o región. Se trata de implementar planes de desarrollo regional y local que contengan distintas líneas de trabajo y formas de actuación flexible que permitan la posibilidad del desarrollo.
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UNIVERSIDAD-EMPRESA-GOBIERNO: vinculación para el desarrollo Adela MORALES PARRA ♣
La realidad social muestra la urgente necesidad de integrar tres de las variables más importantes que han funcionado como ejes ♣
Economista. Doctora en Educación por el CISE, UAS. Profesora y Coordinadora de la Licenciatura en Comercio Internacional de la Facultad de Ciencias Sociales. Autora del libro Los procesos de evaluación y acreditación, UAS, 2007. 49
fundamentales del crecimiento económico a nivel mundial. Tales variables: la universidad, la empresa y el gobierno han sido fuertes pilares del desarrollo. Cada una de ellas ha hecho aportes significativos en la construcción social; sin embargo, se han movido en diversos espacios, de tal forma que no se establece una vinculación visible y eficaz que permita obtener resultados potenciales, como resultado de esa escasa sinergia con la que han operado. El rol que han asumido cada uno de estos agentes en el tiempo, así como las diversas políticas aplicadas, ha impedido que se edifiquen bases sólidas en la construcción y desarrollo de la investigación e innovación tecnológica del país. Empero, en lo que se trabaja hoy tanto en la agenda pública como privada, es en la construcción de normatividades que promuevan la unificación de los esfuerzos a través de reordenar el tipo de relaciones entre estos agentes. El presente trabajo tiene como finalidad identificar cómo se vinculan estos agentes en una región específica, con el propósito de determinar si las acciones que se establecen entre sí, están actuando como un soporte para el desarrollo regional, en especial de Mazatlán. La vinculación como elemento estratégico Los movimientos mundiales en materia económica y social han ocasionado que se observe con una nueva mirada la construcción de las políticas públicas y privadas. Este contexto ha marcado pautas a los gobiernos para que se edifiquen políticas que, desde la perspectiva de esta lógica, respondan a la racionalidad del sistema demandante, a fin de que el sistema de generación de políticas se vaya uniformando tanto al interior como al exterior de los países, de tal suerte que el desarrollo endógeno responda a la demanda exógena. Las políticas, desde la perspectiva de Chandler y Plano, citado por Alcántara (1995), “se pueden entender como el uso estratégico de recursos para aliviar los problemas nacionales”. Y ese uso va a depender de la toma de decisión que se haga de ellos en su aplicabilidad. En este sentido entendemos a las políticas públicas como el proceso de la toma de decisión donde se generan estrategias e instrumentos específicos para racionalizar los esfuerzos y los recursos, que permitan orientar la acción hacia los aspectos en donde el gobierno busca dar una mayor racionalidad a sus programas. La determinación de cada uno de estos fines va a obedecer al tipo de acción y racionalización; por ello para cada acción existe un instrumento y una lógica específica, que emana de una estructura 50
global centralizadora y que está directamente relacionada con todo un sistema de carácter mundial. Las políticas son creadas bajo ciertas circunstancias. Y en este escenario son generados los planes relacionados con la investigación y la innovación tecnológica. Las acciones del Estado están orientadas a desarrollar toda una estrategia que permita generar e incrementar, según sea el caso, mayores niveles de investigación e innovación, cuya racionalidad es lograr un crecimiento o desarrollo regional o nacional. Llevar a cabo este proceso de forma aislada es sumamente difícil; por tal motivo es necesario tejer nuevos vínculos entre esas tres variables del desarrollo: La universidad, la empresa y el gobierno. Esta conjunción de esfuerzos aparece como un tipo de modelo de carácter tridimensional, donde el concepto de vinculación es el elemento que permite evaluar la interacción conjunta de todas las acciones realizadas en cada una de la toma de decisiones para cada una de estas tres variables. La observación de este proceso de articulación entre sí, a través de la vinculación, permite conocer el nivel de respuesta que se ofrece en cada uno de los casos particulares donde se desarrollan estas políticas. Dada la importancia del concepto de vinculación, retomaremos el empleado por Santos López Leyva (1998;99): “se entiende por vinculación al conjunto de relaciones establecidas entre las universidades y el sector productivo, es decir, esta categoría se utiliza para definir un conjunto de actividades encaminadas a producir bienes y servicios que son el resultado de convenios, decisiones, alianzas y cooperaciones y acuerdos entre organismos del sector productivo y los centros de investigación”. Esta concepción hace referencia a dos agentes: la empresa y la universidad. Pero en tanto promotor también de ese conjunto de acciones consideramos necesario pensar en el gobierno como eje fundamental en la construcción de las políticas que mueven a estas relaciones económicas. El vínculo es la figura central que aglutina a los tres elementos, pero que cobra vida en el momento en que cada uno de ellos hace efectiva su participación entre sí. El vínculo se ha materializado a través de un acuerdo de voluntades con el objetivo de generar relaciones de correspondencia. El vínculo por lo tanto no aparece independientemente de la voluntad de ellos. Bajo esta premisa el vínculo sólo se realiza bajo ciertas situaciones o circunstancias que convengan a una de las partes involucradas. Y el resultado de ese esfuerzo sólo se refleja en una parte del sistema en donde opera. 51
Pero en tanto el vínculo sea concebido como un esfuerzo conjunto, debe por tanto reflejarse en la vida económica de las regiones donde se lleva a cabo “ese conjunto de actividades en los procesos de producción”, en la investigación y en la innovación. Visto de esa forma, debe tener la propiedad de establecer un sistema de pensamiento, de tal forma que genere una estructura que envuelva a estas tres variables y que establezcan las relaciones entre sí. Una vez que se integre a la estructura lógica del funcionamiento del sistema, el vínculo aparecerá siempre, al margen de la voluntad de las partes. En esta idea, debe concebirse como un instrumento generador de las interacciones que se realicen en el todo y que su actuación pueda llevarse a cabo a pesar de las diferentes lógicas y percepciones que existen en el tejido social, sobre todo en el gobierno, la empresa y la universidad. Y debe ser así ya que cada sujeto que determina las decisiones tiene una forma particular de concebir la realidad social. Habría que preguntarse si éstos ven con la misma mirada esa realidad o desde esa mirada ven realidades distintas. Y acaso si el vínculo se establece desde diferentes ópticas los resultados de esas visiones no entrarían en correspondencia. El elemento referencial que probablemente pueda llegar a unificar la forma de percibir la realidad social entre estos actores serían las políticas públicas, las cuales actuarían como el motor de donde debe emanar la fuerza o la sinergia que impulse bajo una misma dirección o realidad a estos actores. Y el vínculo estaría contenido como algo intrínseco en la construcción de cada una de ellas, de tal forma que desde el nacimiento de las políticas ya exista en la raíz de ellas la esencia del vínculo y no al revés. Primer contexto de las políticas de vinculación (1940-1980) En México estas tres variables han transitado por diferentes etapas, mismas que han estado relacionadas directamente con la construcción de nuestra realidad social y económica. Una descripción detallada de cada una de estas etapas queda fuera del alcance de este trabajo 1 ; sin embargo habría que rescatar aquellos periodos en donde se han deslizado estas variables, con la idea, por lo menos, de observar la orientación que se les dio en su momento. Es importante hacer este ejercicio, a nivel referencial, ya que podríamos de alguna forma inferir su comportamiento y aplicabilidad las acciones donde cristalizaron. 1
Una descripción detallada de estas etapas puede consultarse en Bajo, Alonso (2006), Vinculación e innovación en la región noroeste de México. Doctorado en Ciencias Sociales de la UAS. México. 52
Para entender las relaciones que se establecieron entre estas variables, es necesario ubicarlas bajo dos contextos histórico económicos distintos, que desde nuestra perspectiva fueron los que permitieron delinear las políticas orientadas hacia el crecimiento económico de nuestro país. En el primer contexto (1940-1980), ubicamos al Estado mexicano como el promotor del modelo de desarrollo. Su participación contribuyó a establecer instituciones, empresas y la parte normativa para llevar a cabo el proyecto que se le había encomendado. El Estado asumió la conducción y elaboración de las políticas en los diversos sectores sociales. Estas políticas obedecían a un modelo de crecimiento económico, de economía cerrada, cuyos objetivos se fincaban en alcanzar la industrialización. 2 En este sentido las políticas elaboradas en materia económica, las disposiciones en el ámbito ideológico-social y los programas proyectados se daban en correspondencia con el modelo prefigurado. El desarrollo del programa de industrialización se enmarcó dentro del primer contexto histórico-económico. El Estado intervino con grandes inversiones, estructuración de políticas orientadas a la protección de los mercados internos, facilidades fiscales a las empresas, sobre todo aquellas que produjeran bienes de exportación. La orientación “en el desarrollo industrial de México ha sido un proceso guiado de manera directa por las políticas gubernamentales hacia dicho sector.”(Trejo: 1987). Estas políticas estaban estructuradas para llevar acciones concretas y su aplicación impactó en los sectores productivos del país. En ese periodo se estableció una relación entre las políticas emanadas por el Estado y la planta productiva. ¿En qué momento se puede decir que estuvieron moviéndose en planos distintos y en qué momentos se estableció una vinculación? Las acciones que emprendió el Estado a través de sus políticas económicas para apoyar al sector industrial es el punto fundamental para entender que la realidad en la que se movía, estaba dirigida a concretar la industrialización y todos los apoyos y subsidios que otorgó el Estado a los empresarios que tenían la etiqueta y la marca de la industrialización. La respuesta que obtuvo de los empresarios no fue del todo satisfactoria; muchas de esas acciones no se aplicaron correctamente o bien, en algunos casos, los beneficios obtenidos no lograron impactar a la región, de tal forma que el resultado no fue lo 2
Sara Babb hace un análisis sobre el llamado “milagro mexicano” y las políticas implementadas en el periodo 1940-1970, al que nos remitimos para identificar las principales políticas públicas aplicadas en la industrialización. 53
que se había esperado entre los diversos grupos sociales. Por tal motivo la sociedad mostró una inconformidad, tal y como lo expresa Trejo: “a través del tiempo, dicho consenso se ha erosionado gradualmente pues la sustitución de importaciones no ha dado los resultados que se esperaba en términos de empleo, bienestar para los grupos mayoritarios e independencia económica nacional” (1987). El resultado de la aplicación de estas políticas se vio reflejado en grupos sociales específicos; así, podemos inferir que el sector privado estableció acciones que se vinculaban con las políticas emanadas del gobierno, pero desde la óptica de su realidad social se movían en incrementar sus esquemas reproductivos internos. En este sentido señala Hansen, citado por Babb (2003), que estas políticas entre 1940 y 1954, “disminuyeron los salarios reales tanto en el sector agrícola como en el no agrícola, mientras que aumentaron los ingresos reales de los empresarios, lo que significó un estímulo agregado a la inversión privada”. Parecería que existía un vínculo, porque había un actor que daba y otro que recibía. Pero para que el vínculo realmente se cristalice, debe de existir como condición, que se establezcan relaciones de correspondencia, de tal forma que todas las acciones emprendidas como resultado de ese vínculo irradien a toda la región o localidad y no solamente se quede en un sólo espacio o ratio. En materia educativa la política también puso operó énfasis en la educación urbana para apoyar el proceso de industrialización, pero ésta operó básicamente para la educación básica. Con respecto a la educación superior, según comenta Bajo (2006), “las instituciones de educación superior no tenían contempladas, entre sus funciones la vinculación”. Podría señalarse que empresa-universidad y gobierno estaban operando en distintas sintonías. La empresa obtenía lo que el gobierno le brindaba, pero con muy poca correspondencia a los objetivos propuestos; y la universidad pública por otro lado se mantenía reticente en establecer contactos con el sector productivo. Y el gobierno se la pasaba construyendo programas para resolver los problemas a los que se enfrentaba el modelo económico vigente. Segundo contexto histórico (1980-2006) Los momentos históricos en las que se deslizan los sujetos de una sociedad son marcos referenciales para entender la realidad en la cual están inmersos. Resultan significativos estos dos contextos: el primer momento de la vida socioeconómica y política está marcado por una intensa participación del Estado, y la orientación económica 54
hasta finales de los 70s pugnaba por la industrialización del país. Sólo a partir de los 80s se perfila el cambio de modelo y el surgimiento de una nueva generación de políticas públicas cuya carga genética viene alimentada por la lógica racional del neoliberalismo. El resultado es un replanteamiento en la concepción de la acción pública y privada y la paulatina modificación de las formas tradicionales de la relación gobierno y sociedad. En materia económica la política dio como dirección la apertura comercial, libertad de precios, disminución del papel del Estado en la economía y la sociedad. Para la aplicación del proyecto modernizador se modificaron las bases no sólo económicas, sino también políticas y jurídicas. La función del Estado se orientó más a la parte administrativa en la idea de eficientar los recursos. Estos movimientos que se llevaron a cabo al interior de nuestro país están directamente relacionados con las demandas que le ha exigido el entorno internacional. El surgimiento de nuevos paradigmas a nivel mundial en los procesos productivos ha ocasionado un cambio de fondo en la estructura organizacional, en los sistemas de producción y comercialización. De este conjunto de transformaciones surge el concepto de innovación, el cual es explicado por René Villarreal como “la generación de nuevo conocimiento productivo aplicado a las empresas y que genera valor agregado”. Lo importante de la innovación es que se trata de la nueva fuente de productividad y competitividad sustentable, es decir, permanecen en el mercado las empresas y los clusters que innovan más rápido que otros. El autor señala que “el papel del gobierno es fundamental…ya que es el encargado de tener altas tasas de innovación a través de inversiones públicas y privadas en investigación y desarrollo” (ibid). Las políticas surgidas bajo estos esquemas tienen como objetivo lograr que en el sector productivo se generen estos procesos de innovación. La reforma y actualización del marco normativo ha sido una tarea fundamental del gobierno. A través de ello ha creado organismos que al menos aparecen como los encargados de establecer ese proceso de vinculación entre esos tres agentes y los procesos de desarrollo. Por ello se creó la Ley de Ciencia y Tecnología y el Programa Especial de Ciencia y Tecnología (2001-2006). La vinculación de la investigación y desarrollo con las empresas a través de proyectos específicos son parte del eje direccional de estas políticas. Los estímulos fiscales para fomentar inversiones para la innovación tecnológica, es otra de las cartas fuertes del gobierno. Así como el financiamiento al sector educativo. De los sectores con mayor inversión, según datos de 55
CONACYT, es el educativo: para el 2004 se apoyaron 26,692 proyectos; de ellos la UNAM participa con el 32.6%. La vinculación Universidad-Empresa-Gobierno Observando a grosso modo este escenario podríamos hacer la siguiente interrogante: ¿las políticas de vinculación están actuando como tal entre estos agentes? ¿O siguen trabajando cada uno de acuerdo a los programas pero sin establecer un vínculo real entre ellos? Intentamos, aquí, un acercamiento a estas respuestas a través de este estudio de caso que se realizó en Mazatlán. Consideramos importante observar el movimiento de estas variables bajo las características de un modelo tridimensional con el objetivo de identificar cómo y de qué forma se vinculan y de qué manera han respondido estos agentes. El modelo propuesto se basa en que: --Cada una de estas variables posee una ubicación específica en un espacio determinado del sistema. --El resultado de la aplicación de las políticas en cada variable generará una decisión con una determinada acción específica. --Cada una de las decisiones de los agentes tiene tres valores posibles. --Las decisiones del actor Universidad se ubicará en el eje de las X, las de la empresa en el eje de la Y, y las del gobierno en el eje de la Z. La relación entre estas variables se ubicará en uno o varios puntos. --Para establecer el vínculo debe existir una política (Z) aplicada sobre el actor (X), de forma que el resultado provoque un estímulo en (Y), que a su vez provocará una decisión de (Y) con respecto a (X). El problema que nos atañe en esta investigación plantea que las políticas de vinculación de los tres ejes promotores del desarrollo regional, se han movido en diversos espacios en esta región, por lo que de seguir en esa misma dirección las acciones no se verán potenciadas en el desarrollo regional. Lo que nos lleva a construir la siguiente pregunta: ¿Podrán las nuevas políticas de estos agentes del desarrollo regional establecer un punto de convergencia de tal forma que sus logros se potencialicen en concreto en el desarrollo? --La estructura productiva Mazatlán tiene una extensión territorial de 3,068.48 km cuadrados, que corresponden al 4.43% de la superficie del estado. Cuenta con una población de 430,888 habitantes, el 15.5% de la
56
población estatal y su tasa de aumento promedio anual es del 1.1% 3 . La ciudad es considerada como una de las tres ciudades más importantes económicamente. Sus principales actividades son el turismo, la pesca, el comercio, la industria y la agricultura. A partir de la actividad turística es el segundo polo de desarrollo en Sinaloa; el turismo representa el 8% del PIB estatal y el 85% de la ocupación que se genera en esta rama se ubica en Mazatlán. En la actividad industrial se encuentran ubicadas en esta región el 16.2% de las plantas industriales de Sinaloa, relacionadas con empaques de productos marinos, fabricación de cerveza, molinos harineros, productos para la construcción, entre otros. El comercio es muy importante: el 22.5% del total de los establecimientos a nivel estatal se ubica en Mazatlán. La Población Económicamente Activa reportada por INEGI en 2000 fue de 280,911. Unos 145,419 fueron población ocupada; 1,434, desocupada y 133,118, fueron Población Económicamente Inactiva. Del total de la población ocupada 100,605 son empleados y obreros; 6,633 jornaleros y peones; 4,441 patrones; 26,888 trabajadores por su cuenta; 2,094 trabajadores familiares sin pago y 4,758 sin especificar. Los principales sectores que proporcionaron un mayor número de empleos fueron los sectores de comercio, industria y manufactura y los servicios de hotelería y restaurantes. En el sector comercio se generaron un total de 27,690 empleos, de éstos 15,899 son destinados a ocuparlos empleados y obreros. En la industrias y manufactura se crearon 17,452 empleos; de éstos 12,687 fueron para empleados y obreros, mientras que en los servicios de hotelerías y restaurantes se ofertaron 16,045 y 11,848 también para empleados y obreros. De acuerdo a estos datos los principales empleos que se generan en Mazatlán están destinados a la ocupación de empleados y obreros, lo que significa que existe un alto índice de actividades que tienen poca productividad y como consecuencia de ello se refleja en el nivel de ingresos que percibe el trabajador. La CANACO, en 2007, 4 registra un total de 762 empresas, y de éstas el 68.3% son microempresas. La mayoría de estos empleos están concentrados en ellas. Por lo general estas unidades económicas no han desarrollado
3
Estos datos corresponden al II Conteo de Población y Vivienda 2005 en el Estado de Sinaloa y pueden consultarse en http://www.inegi.gob.mx 4 En el padrón de la CANACO sólo aparecen 762 empresas; en http:// http://www.elocal.gob.mx/work/templates/enciclo/sinaloa/mpios/25012a.htm la CANACO tiene registrados1,860 socios en el municipio de Mazatlán. 57
una estructura productiva consolidada para avanzar en sus procesos de crecimiento. Las actividades informales son otra fuente de concentración del empleo, entre ellos los trabajadores por cuenta propia y los familiares sin pago. Esta actividad se encuentra todavía menos desarrollada que las anteriores y muestran escasos niveles de productividad e ingresos. En estos sectores también se desempeñan como trabajadores un gran número de personas. En comercio aparecen 8,720, en la industria 3,545 y en servicios de hoteles y restaurantes 2,115. De acuerdo al Sistema de Información Empresarial Mexicano (SIEM), la mayoría de las microempresas en Mazatlán requiere, para elevar su productividad de asesoría técnica, innovación tecnológica, acceso a financiamiento, asistencia para la realización de negocios, exportación, desarrollo de nuevos negocios, asesoría y capacitación 5 .
5
Los datos se obtuvieron de la información que arrojó la encuesta que hizo el SIEM a las empresas. Se consultaron 20 empresas mazatlecas. Se puede consultar en http//www.siem.gob.mx 58
Gráfica 1 Requerimientos de la empresa mazatleca para su crecimiento
6.00%
10.00%
8.00%
4.00% 4.00% 8.00%
18.00%
2.00%
18.00%
14.00% 8.00%
De las empresas analizadas el 18% demanda la instalación de un proceso de Asesoría y capacitación innovación. La innovación es considerada Innovación tecnológica Apoyo para proyectos productivos un elemento estratégico para que las Desarrollo de proveedores y distribuidores empresas puedan crecer y desarrollarse Acceso a financiamiento exitosamente. Señala Méndez que el hecho Integración a cadenas productivas de introducir “innovaciones y mejoras Exportación Estudios especializados constantes en los procesos, los productos y Orientación y consultoría la organización….eleva su productividad y Desarrollo de nuevos negocios mejora la calidad de lo producido” (http://realdyc.uaeme.mx). El mismo autor señala que el proceso de innovación es un “fenómeno colectivo” en donde se tienen que dar o existir relaciones de cooperación para llevar a cabo el proceso. (ibid). Y es a través de estas formas de donde debe surgir la figura del vínculo entre los agentes involucrados en estos procesos. De acuerdo a la estructura productiva de la región, las empresas y sobre todo la microempresa tiene un gran potencial para crecer y desarrollarse. Otro de los factores que aparece como una demanda significativa en la gráfica, es el acceso a financiamiento con un 18%, siguiéndole el apoyo a procesos productivos con un 14%, y el desarrollo a nuevos negocios con un 10%. Elaboración de planes de negocios
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Por otro lado, la información que arrojaron las encuestas aplicadas a las empresas mostró que no existe una real vinculación entre estas y la universidad. A pesar de que tienen necesidades ligadas al conocimiento científico. Para efectos de asesoría y apoyos técnicos trabajan con la misma iniciativa privada, excluyendo a la universidad. En el rubro de transferencia de tecnología, por lo general es solicitada a empresas privadas, pero no de la localidad. En capacitación tampoco aparece un vínculo significativo entre las empresas y la UAS. La información que tienen las empresas sobre los incentivos fiscales que ofrece el gobierno para llevar a cabo programas de inversión en Investigación y Desarrollo es letra muerta; ninguna de las 20 empresas encuestadas dijo tener información al respecto. El mismo resultado se presentó en cuanto a si tienen información sobre los programas que ofrece el gobierno para apoyar financieramente a los proyectos de investigación. En general estas empresas mostraron disponibilidad para vincularse con la universidad, pero el vínculo más significativo fue el de obtener prestadores de servicio social. A pesar de que los representantes de las empresas expresaron el deseo de establecer relaciones con la UAS, son muy pocos los casos de investigadores que establecen relaciones con la iniciativa privada. Las relaciones se establecen de forma individual y privada. En este sentido, si la UAS realmente desea vincularse con las empresas de la región, deberá transformar de forma sustancial los mecanismos e instrumentos que ha venido utilizando en este proceso. El departamento de vinculación debe contemplar las necesidades de la UAS, de los sectores productivos y de los estudiantes; y que estos requerimientos se puedan solucionar partiendo de las políticas gubernamentales establecidas en los planes y programas específicos para cada necesidad. De lo contrario el trabajo individual de cada uno de estos actores tendrá un impacto menor en el desarrollo regional. --El sector educativo profesional Para que una región se desarrolle deben existir condiciones adicionales a los procesos productivos. El recurso humano es un factor fundamental para alcanzar los procesos de competitividad. En el 2004 había en el municipio un total de 2,629 egresados que corresponden al nivel licenciatura. La institución que tiene la mayor oferta educativa es la Universidad Autónoma de Sinaloa; a nivel estatal, en el ciclo 2005-2006, se reportó un total de a 105 mil 994 alumnos: 42 mil 377 en el nivel licenciatura; 43 mil 854 en bachillerato; mil 214 en 60
posgrado; 15 mil 779 en enseñanzas especiales; 283 en técnico superior universitario; y 2 mil 487 en nivel medio profesional. 6 La zona sur cuenta con una población de 20,000 estudiantes que está distribuida entre preparatorias, profesional y posgrado. La UAS es una fuente importante que nutre de recursos humanos a las empresas de la región, sobre todo en el sector turístico. La Facultad de Ciencias del Mar ha sido una pionera en el proceso de la investigación científica en las actividades pesqueras. En el área de ciencias sociales la Facultad de Ciencias Sociales tiene una producción científica muy importante dentro de las investigaciones regionales. El proceso de profesionalización de los recursos humanos de la universidad y los circuitos de redes académicas que se han establecido entre otras universidades y centros de investigación, ha coadyuvado para que se genere un trabajo especializado en la investigación científica dentro de la institución. A pesar de ello, pocos son los trabajos que han logrado penetrar al sector productivo. El 45% de los profesores encuestados expresó que el financiamiento para sus investigaciones lo obtienen a través de los programas del sector público. El otro 45% lo obtienen de la UAS; y el 10% restante lo ha obtenido de empresas privadas, pero la gestión fue de carácter personal y no institucional. Los 14 investigadores encuestados expresaron que sus investigaciones impactan al desarrollo regional, pero que en su mayoría no se canalizan a ningún sector productivo. Los resultados de las investigaciones se destinan a la publicación en revistas locales y regionales y a veces internacionales. El 62% de estos investigadores consideraron que en el caso de vincularse con la iniciativa privada para dar asistencia o concretar proyectos de innovación, no cuentan con infraestructura suficiente en la institución. Por ello, la UAS deberá empezar con sus programas de innovación al interior de la misma institución. El mismo porcentaje de los profesores manifestaron que la UAS no tiene una buena política de vinculación ni con el sector público ni con el sector privado. --La participación de los organismos públicos El sector público a través de las políticas públicas es otro de los actores fundamentales para que una región se desarrolle. En el 6
Datos del primer informe del Rector Héctor Melesio Cuén Ojeda y pueden consultarse en http://rectoria.uasnet.mx/2006/1erinforme/index.html 61
Programa Estatal de Desarrollo (2005-2010), se establecieron varias estrategias y líneas de acción para promover acciones relacionadas con la vinculación entre las IES, el Consejo de Ciencia y Tecnología y el sector privado. Entre estas líneas encontramos lo siguiente: --Firmar convenios con instituciones educativas nacionales e internacionales para establecer intercambios de conocimientos. --Establecer programas de estímulos especiales que fomenten la investigación. --Establecer mecanismos de financiamiento público que garantice el desarrollo de los programas de investigación y apoyo a la divulgación y enseñanza de la ciencia y tecnología. --Implementar programas de estímulos fiscales para empresarios que invierten en ciencia y tecnología. --Vincular los proyectos de investigación en innovación tecnológica con el sector educación y el desarrollo regional. --Mejorar la coordinación entre las instituciones de enseñanza superior de investigación científica para el desarrollo de proyectos de investigación común. Estas estrategias y líneas de acción están contempladas en los programas específicos que el gobierno pone en marcha en cada entidad o municipio. En lo que corresponde a Mazatlán, pocos son los avances que se han registrado respecto a su aplicabilidad. Se entrevistaron a tres de los representantes de los siguientes organismos: CODESIN, CANAIPESCA, CANACO. Coinciden en la necesidad de vincularse con la universidad. La razón más fuerte para vincularse a la UAS, fue la de obtener mayores prestadores de servicio social para canalizarlos a las empresas. En segundo orden, los dos primeros organismos expresaron querer establecer relaciones con esta institución académica y a través de ella poder conectarse con las universidades de Estados Unidos, ya que en virtud de los convenios de intercambio académicos puedan venir académicos de aquellas instituciones a prestar asesoría en las empresas. Actualmente dos de estos organismos no tienen firmado ningún convenio zonal con la UAS. El CODESIN recientemente firmó un acuerdo que surgió de las gestiones que se hicieron por parte de académicos de la FACISO. Por lo general con el sector público se ha estado trabajando de forma individual con las escuelas o facultades de la institución. Respecto a las políticas contempladas en el PED, 62
expresaron que sí les gustaría aplicar este tipo de políticas en la universidad y en la empresa. En cada decisión que han tomado estos tres agentes: Universidad-Empresa-Gobierno, han estado influidos por diversos estímulos del entorno en donde se mueven. Las decisiones se ven reflejadas en el tipo de participación que han tenido entre ellos, las cuales se ubican en un espacio determinado. El espacio representa una variación entre la cantidad de decisiones que han tomado y la posición ocupada por cada agente en el espacio tridimensional. Lo que proporciona los siguientes resultados: --En el punto A y C que corresponde al concepto Asistencia Técnica y proyectos de innovación (0, 3,1), la empresa tiene una alta participación en la demanda de estos servicios, la cual no es satisfecha por la universidad, quedando un espacio vacío (0). El sector público tiene muy poca participación con la empresa. De lo que se puede inferir que este servicio es satisfecho por la propia iniciativa privada. --Los puntos E y F se ubican en los ejes con la misma puntuación (3,3,0). Para el caso del punto E respecto a los convenios de vinculación, la universidad y la iniciativa privada participan con algunos convenios de vinculación de forma aislada. El caso del gobierno tiene participación nula (no hay convenios firmados). --En el punto B, ni la universidad ni el gobierno otorgan el servicio de capacitación a empresas. Sin embargo, éstas tienen alta participación en instrumentar la capacitación (0,3,0). El servicio es satisfecho por la propia iniciativa privada y otras instituciones, pero no la UAS. --En el punto D, respecto al rubro de transferencia de tecnología (0,1,3), la universidad tiene una participación nula (0) para transferir tecnología a la empresa privada. Y la propia empresa privada tiene una participación baja en adquirir transferencia de tecnología en la región. A su vez, el gobierno tiene una participación alta en programas de apoyo a proyectos de ciencia y tecnología. --El punto G se refiere al programa de prestadores sociales. Los tres agentes están involucrados. Su participación es alta. La empresa y el gobierno están interesados en vincularse con la UAS para hacerse llegar de recursos humanos. Y ésta se vincula con empresa y sector público a través de los prestadores de servicio social (3,3,3).
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Modelo tridimensional de la vinculación (Figura 1)
G (3,3,3)
3
X : Universidad. Y: Empresa. Z: Gobierno
D (0,1,3) 2 Z
A, C (0,3,1) 1
E,F (3,3,0) B (0,3,0)
3
0 0
2 1
X
2
3
Y
1
Cuadro 1 Puntos de vinculación Universidad-Empresa-Gobierno 0= No hay participación 1= Poca participación 2= Mediana participación 3= Alta participación Punto en la gráfica
Concepto
Valor de las variables (x,y,z)
A B C D
Asistencia Técnica Programas de capacitación Proyectos de innovación Transferencia de tecnología
(0,3,1) (0,3,0) (0,3,1) (0,1,3)
E F
Convenios de vinculación Apoyos financieros a la investigación
(3,3,0) (3,3,0)
G
Programa de prestadores de servicio social
(3,3,3)
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A manera de conclusión Una vez que podemos observar de forma integral el proceso de vinculación que se ha llevado a cabo en esta región y considerando los límites de este trabajo podemos concluir que --La vinculación del gobierno a través de los diversos programas que están contemplados en el PED no funcionan adecuadamente. Ni la iniciativa privada ni la universidad están trabajando coordinadamente, cada uno de ellos realiza acciones de forma individual. --Las empresas están desinformadas respecto a los programas de apoyo a los procesos de ciencia y tecnología que ofrece el gobierno. --La Universidad sí tiene apoyos para la investigación a través de sus programas de Ciencia y Tecnología, pero la mayoría de los resultados no se ven reflejados en la región, debido a que no se canalizan a la instrumentación de ellos hacia la empresa privada. --No existe un trabajo fuerte por parte del gobierno para que las políticas de vinculación sean la fuerza de atracción que atraiga y concentre a los otros dos agentes del desarrollo económico y social de la región. De tal forma que una política genere un estímulo en uno de los actores y la reacción del segundo actor a su vez provoque una decisión sobre el actor inicial. El gobierno sería el eje fundamental para llevar a cabo el proceso de vinculación. --Este trabajo es sólo una pequeña muestra; por lo que deberá hacerse una labor más exhaustiva. Sin embargo refleja una parte de cómo están actuando estos tres agentes en su proceso de vinculación y el poco impacto que tienen en el desarrollo regional de Mazatlán.
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INGRESO Y GASTO PÚBLICO en Mazatlán Jorge FIGUEROA CANCINO ♦
El estado del arte en ingreso y gasto público municipal En la década de 1997 a 2007, se desencadenaron al menos dos acontecimientos históricos que tuvieron un impacto directos en el desempeño del gasto público municipal; el primer acontecimiento, en ♦
Profesor Investigador de T. C. de la Unidad Académica de la Zona Sur. Miembro del Cuerpo Académico “ Sociedad y Cultura” de la Facultad de Ciencias Sociales. 67
1997, fue la pérdida del control mayoritario del Congreso de la Unión por parte del Partido Revolucionario Institucional a favor de la oposición, representada por los partidos de Acción Nacional y de la Revolución Democrática, situación que desencadenó un cambio en la composición del gasto público federal a partir de 1998. El segundo acontecimiento fue la Reforma Municipal de 1999, que le otorgó a los municipios la categoría de orden de gobierno y con ello nuevas facultades y atribuciones que ocasionaron el incremento de ingresos y por tanto del gasto público en beneficio de más de 2400 municipios que integran la división política-administrativa del país. Este proceso ha sido estudiado por investigadores reconocidos como Enrique Cabrero, Juan Pablo Guerrero, Helena Hofbauer, Mauricio López, Laura Sour y Rodolfo García, entre otros académicos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). De utilidad para este estudio, destacan las aportaciones de Mauricio López González, quién sostiene que en el centralismo ingreso-gasto que padecen los municipios de México, se conjugan dos desequilibrios estructurales: 1. Desequilibrio Vertical. Tiene que ver con la escasa participación de los entes locales en las decisiones de egresos y egresos. Así, para el año 2000 cerca del 90% de los ingresos brutos que recibieron los estados, tenían como origen transferencias y participaciones federales; en tanto que en el orden municipal, estos rubros alcanzaron aproximadamente el 70% de los ingresos totales. 2. Desequilibrio horizontal: hace referencia a las marcadas diferencias intermunicipales, al tiempo que para el promedio de los municipios metropolitanos, los ingresos propios representan más del 70% de las transferencias; en los municipios más pequeños del país esta proporción no alcanzó el 8%. Mauricio López afirma que en 2000, el gasto corriente (GC) para el total de los municipios del país, creció el 9.6 %, en términos reales, en tanto el gasto ejecutado en obra pública o gasto de inversión (GI), aumentó 6.5%. 1 El investigador propone un método de estudio que plantea la existencia del “efecto flypaper” o “valor de origen”, consistente en que el incremento de las participaciones federales aplicadas a municipios desestimula la captación de ingresos propios para financiar
1
López González, Mauricio, "Finanzas Municipales en México: En la búsqueda de un eficiente comportamiento de los egresos" Premio Gobierno y Gestión Local, CIDE, México, 2004. 68
el gasto corriente o administrativo, afectando con ello la prestación de servicios y obras públicas que la población demanda. David Arellano Gault y otros investigadores aportan un enfoque de gasto público orientado a resultados y el desempeño, apoyan sus estudios en un nuevo modelo de cultura organizacional en el sector público, basado en la Nueva Gerencia Pública. Distinguen el concepto de presupuesto orientado al control, del presupuesto orientado a resultados medibles y observables. Incorporan además la noción de la rendición de cuentas y la transparencia en el gasto. Explican primero el contexto de esas definiciones, y abordan la tendencia reciente en la administración pública. Y destacan las reformas a la administración iniciadas desde la década de los ochenta con un discurso de gobierno cada vez más eficiente y efectivo, que están entrando en un proceso de "recomposición"; hasta llegar a la década de los noventa con reformas que propugnan por gobiernos más modestos pero capaces de dirigir con éxito los problemas públicos. Estas reformas de tipo "gerencialista" adquieren en el mundo una "sorprendente homogeneidad", y parecen guiar la dinámica de transformación y consolidación de las capacidades gubernamentales en los próximos años. Las reformas en la AP, encaminadas hacia la reconfiguración del sector público para generar gobiernos orientados a resultados e impactos reales, se hacen comunes en gran cantidad de países y se enmarcan en los que se conoce como "nueva gerencia pública" (New Public Management, NGP). Muchas naciones no se han quedado sólo en reformas administrativas y organizacionales de corto plazo, sino que las han impulsado como punta de lanza de reforma de una serie de proyectos que buscan transformar uno de los mecanismos de acción de cualquier gobierno: la presupuestación. Los procesos de presupuestación aparecen como elemento indispensable de reformas administrativas cuando se actúa sobre obtención de resultados y no sólo en el control de recursos y gastos. Enrique Cabrero Mendoza e Isela Orihuela Jurado, analizan la evolución de la hacienda en municipios urbanos y rurales, y proponen indicadores para evaluarla. Por ejemplo: capacidad y dependencia financiera, inversión municipal e ingreso y gasto municipal. Según ellos, la capacidad financiera, “muestra la relación entre los ingresos propios (directos) y el gasto corriente. Indica nivel de capacidad de municipios para cubrir el gasto administrativo con recursos derivados de su propia recaudación. A mayor capacidad financiera mayor autosuficiencia y equilibrio en la estructura del gasto, es decir una 69
hacienda municipal más sana”. La dependencia financiera “indica la relación entre las participaciones federales y el gasto total. Un mayor índice de dependencia financiera es señal de menor autonomía de la hacienda municipal. Tiende a relacionarse inversamente con el indicador capacidad financiera”. Este factor puede asociarse también a la autonomía política de los ayuntamientos; es decir, a mayor dependencia financiera de otros niveles de gobierno, podrá haber mayor incidencia política de éstos sobre los gobiernos locales. El indicador inversión municipal, “presenta el porcentaje de gasto aplicado a la inversión pública. Muestra el peso porcentual de este rubro en el total de egresos”. 2 Rodolfo García del Castillo, también del CIDE, agrega parámetros para cuantificar la evaluación del desempeño financiero. Propone un 60% como máximo de gasto corriente en la distribución total del gasto municipal; y en gasto de inversión, sugiere destinar un mínimo de 30%. Al analizar los ingresos, García dice que es posible determinar los rubros de mayor peso en las entradas municipales, y afirma que en buena medida, el origen de los recursos incide en los márgenes de actuación, por lo que es conveniente contar con un porcentaje mayor de ingresos ordinarios propios. Respecto a la relación entre ingresos propios y participaciones (principalmente federales) en el total de ingresos municipales, propone que los municipios cuenten con 60% de ingresos propios como condición ideal mínima para un buen manejo presupuestal. La dependencia financiera y las participaciones federales destinadas al municipio las estudió el investigador en Los municipios en México. Los retos ante el futuro, donde presenta un diagnóstico de los municipios del país. Al analizar el comportamiento de las participaciones federales, sugiere como una buena base para el ejercicio de la autonomía financiera municipal, el establecimiento de un criterio de captación de un 30% de participaciones como máximo, sobre el total de los ingresos municipales. 3 Este dato contrasta, en promedio, con el más de 70% de participaciones y aportaciones que reciben los municipios del país del gobierno federal, en tanto en los 2
Cabrero Mendoza, Enrique e Isela Orihuela Jurado, Finanzas de municipios urbanos de México. Un análisis de los nuevos retos en la gestión de las haciendas locales, (1978-1998), CIDE, México, 2002. 3 García del Castillo, Rodolfo, Los municipios en México. Los retos ante el futuro, Ed. Centro de Investigación y Docencia Económicas-Miguel Ángel Porrúa, México, DF, 1999, pp. 203-206. 70
casos de los municipios rurales pequeños tienen una alta dependencia financiera que llega hasta el 100% de las participaciones federales. 4 Doricela Mabarak Cerecero, en su caso, ubica el gasto público como pieza básica del sistema de finanzas públicas, junto a los ingresos, el patrimonio y la deuda pública, y lo define como un conjunto de erogaciones, generalmente en dinero, que realizan tanto los órganos del Estado, como las demás entidades públicas, que incide sobre las finanzas estatales, y que tiene por objeto la satisfacción de los objetivos y metas que el Estado se propone para un ejercicio fiscal determinado. Sostiene que “El gasto público es en la actualidad un importante instrumento de acción del Estado, y de ahí deriva la trascendencia, no sólo económica, sino política y social que tiene el ejercicio presupuestal. Por medio del gasto público, el Estado se transforma en un redistribuidor de la riqueza, ya que mediante ese gasto el Estado se encuentra en condiciones de orientar la economía hacia la dirección que más favorezca a la colectividad. 5 En cuanto a un panorama muy general sobre las finanzas municipales del país, para 1996, del gasto total aprobado en el presupuesto federal de egresos, el 85.4%, fue ejercido por la federación; de ese total, los 31 estados y el Distrito Federal, ejercieron el 12.2%; en tanto, a los más de 2400 municipios que integraban la división política y administrativa del país, les correspondió ejercer el 2.4% del gasto total distribuido ese año. En el 2000, los datos muestran un cambio interesante: del gasto total distribuido en el país, el gobierno federal sufrió una baja de 14.2 puntos porcentuales, al ejercer el 71.2%; y los 31 estados y el DF tuvieron un incremento notable de 11.5 puntos, para ejercer el 23.7% del presupuesto; y finalmente los municipios tuvieron un incremento leve de 2.7 para quedarse con el 5.1% del ejercicio presupuestal. Pero el incremento es pequeño, si se compara con el porcentaje de gasto que ocupan los municipios en el concierto internacional. Un primer acercamiento a ingreso y gasto El gasto municipal desde la perspectiva de su clasificación económica, se ejerce en dos grandes conceptos: para gasto corriente, 4
SEGOB e Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (INAFED), Manual de Trasferencias Federales para Municipios. SEGOBINAFED, México, 2007. 5 Mabarak, Cerecedo, Doricela, Derecho Financiero Público, ed. Serie Jurídica, Ed. McGraw-Hill, México,1998. 71
Sueldos y Salarios, Prestaciones Laborales, Materiales y Suministros, Servicios Generales, Gastos Administrativos, Apoyo a Organismos y Asistencia Social y Subsidios y Transferencias. Para Gasto de Inversión, que incluye Construcciones, y Adquisiciones y pago de Deuda Pública destinada a inversiones. Los Ingresos Municipales se dividen en ingresos propios como impuestos, productos, derechos y aprovechamientos y otros; y las participaciones y transferencias, que realizan los gobiernos federal y estatal. Una primera revisión de información sobre el gasto en Mazatlán de 1997 a 2007, arroja la siguiente información. Esta etapa tuvo los siguientes períodos municipales: el de Alejandro Camacho, (PAN), de 1996 a 1998; Alejandro Higuera, también del PAN, fungió como primer edil de 1999 a 2001, y repitió para el periodo de 2005 a 2007. El gobierno de 2002-2004, fue iniciado por Jorge Rodríguez Pasos, presidente municipal de enero de 2001 a mayo de 2001; debido a conflictos de gobernabilidad, lo sustituyó el Congreso del Estado, designando al diputado Gerardo Rosete Ramírez, presidente interino de mayo de 2002 a abril de 2003, quien a su vez fue removido por el Congreso nombrando a otro interino: Ricardo Ramírez González, (2003-2004) quién terminó esa administración inestable. Los primeros dos ediles de este trienio fueron del Partido del Trabajo, en tanto el último estuvo ligado al PRI. En una revisión somera y comparativa del ingreso y gasto público, en la década señalada, se observa un incremento sustancial; en 1996, al inicio de la administración de Alejandro Camacho, el presupuesto municipal era de $123,483,000.00 MN, en pesos corrientes; en tanto para 2007, al terminar el gobierno de Alejandro Higuera Osuna, se presupuestaron $766,573,000.00 MN, teniendo un incremento de $643,090,000.00 MN, y un porcentaje de crecimiento de más de 600% . 6 Por su cuenta la inflación, acumulada en el periodo de 1997-2007 (INEGI), ascendió a 98%. 7 Aun si se procede a una operación de deflactación, se observa un incremento notable e 6
Presupuesto de Egresos de Mazatlán, 1996, en El Estado de Sinaloa, Órgano Oficial del Gobierno del Estado, Decreto No.12, Culiacán, Sinaloa, 26-I-1996; y Presupuesto de Egresos para el Ejercicio Fiscal 2007, Decreto No. 31 del H. Ayuntamiento de Mazatlán, Diario Oficial del Gobierno del Estado de Sinaloa, 15-XII- 2006. Presupuesto de Egresos para el Ejercicio Fiscal 2008, Decreto No. 31 del H. Ayuntamiento de Mazatlán, Diario Oficial del Gobierno del Estado de Sinaloa, 15-XII- 2006. 72
indagaremos sobre si el peso mayor de crecimiento ha estado en los ingresos propios o en las participaciones. Gasto Público por Clasificación Económica (1996 a 1998) Respecto a la evolución del gasto por clasificación económica con Alejandro Camacho, de 1996 a 1998, el total del gasto municipal fue de unos 503 millones de pesos ejerciendo un 88 % de Gasto Corriente (GC) respecto al gasto total del presupuesto; en tanto el 12% restante lo destinó a Gasto de Inversión o de capital (GI). En este esquema de gasto municipal se observa un bajo porcentaje a GI; de conformidad con Rodolfo García que plantea como esquema de gasto equilibrado destinar un 60% como máximo del gasto total para GC y un mínimo de 30% para GI, tenemos que este gobierno tuvo un desempeño financiero desequilibrado, ya que el porcentaje ejercido en gasto corriente está a 28 puntos porcentuales de diferencia. Gráfica 1. Distribución de Gasto Por Clasificación Económica (1996 a 1998)
Fuente: Elaboración propia con el apoyo de Presupuestos de Egresos de Mazatlán, años 1997 a 2007 del H. Ayuntamiento de Mazatlán.
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Gráfica 2.
Fuente: Elaboración propia con el apoyo de Presupuestos de Egresos de Mazatlán, años 1997 a 2007 del H. Ayuntamiento de Mazatlán.
1.-Gasto Público por Clasificación Económica (1999 a 2001) Sobre el ejercicio del gasto por clasificación económica con Alejandro Higuera Osuna de 1999 a 2001, este gobierno gastó unos 1176 millones de pesos, habiendo ejercido un 74% de Gasto Corriente (GC) del total de gasto municipal; en tanto el 26% restante lo destinó a Gasto de Inversión o de capital (GI), sumando 7% para deuda y 19% para inversión directa. El esquema de gasto municipal se observa con un porcentaje mucho más elevado para GI, y en contraparte menor en GC, si tomamos el referente de Rodolfo García, de destinar un máximo de 60% para GC, y un mínimo de 30% para GI. La estimación arroja como dato que esta administración tuvo un desempeño financiero más equilibrado que la anterior, con un gasto corriente de 26%, con 14 puntos porcentuales de diferencia, respecto al esquema ideal de gasto propuesto por el investigador del CIDE; tuvo una mayor disponibilidad de recursos federales y propios para financiar obra pública. En cuanto a su acercamiento al 30% como mínimo para GI, este gobierno estuvo sólo a 4 puntos porcentuales.
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Gráfica No. 3. Gasto Municipal por Clasificación Económica (1999 a 2001)
Fuente: Elaboración propia con el apoyo de Presupuestos de Egresos de Mazatlán, años 1997 a 2007 del H. Ayuntamiento de Mazatlán.
1.Gasto Público por Clasificación Económica con Jorge Pasos e interinos (2002 a 2004). Por su parte, el ejercicio de gasto por clasificación económica en el gobierno municipal que compartieron Jorge Pasos, Gerardo Rosete y Ricardo González de 2002 a 2004, en sus tres años de gestión financiera, erogaron un total de 1487 millones de pesos de gasto municipal, de los cuales el 77% se destinó a Gasto Corriente (GC); es decir, ejercieron 3 puntos porcentuales más en gastos burocráticos y pago de personal, respecto a la administración de Alejandro Higuera, en detrimento de los recursos para inversión. Por su parte, el GI ocupó el 23% del gasto total, del cual el 8% se destinó al pago de deuda municipal y el 15% a inversión; en consecuencia, disminución de recursos para construcción de obras y servicios públicos. El esquema de gasto financiero eficiente, en los términos de García del Castillo, se alejó, al tener un GC más elevado y menor porcentaje para GI, ubicándose a 17 puntos porcentuales del 60% 75
“ideal”, y respecto al 30 como mínimo de inversión estuvo a 7 puntos porcentuales de distancia (Ver Gráfica 4 y Cuadro 1) Gráfica No. 4. Gasto por Clasificación Económica (2002 a 2004)
Fuente: Elaboración propia con el apoyo de Presupuestos de Egresos de Mazatlán, años 1997 a 2007 del H. Ayuntamiento de Mazatlán.
1.Gasto Público por Clasificación Económica (2005 a 2007). En la siguiente gestión municipal, de nuevo Alejandro Higuera Osuna regresó a gobernar el municipio, para cubrir el periodo de 2005 a 2007. En estos tres años se ejerció un monto global de presupuesto por 1614 millones de pesos, de los cuales se dio una aplicación de 75% de GC; en tanto el 25% restante se ejerció en GI, sumando 10% para deuda y 15% para inversión directa. En comparación con la administración anterior, este gobierno mejora de nuevo el esquema de gasto, pues se puede observar de nuevo un porcentaje más elevado para GI; y sin embargo no logró cumplir con la relación 60/30 de GC y GI, sugerida como un esquema eficiente de gasto municipal.
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Gráfica No. 5 Gasto por Clasificación Económica de 2005 a 2007
Fuente: Elaboración propia con el apoyo de Presupuestos de Egresos de Mazatlán, años 1997 a 2007 del H. Ayuntamiento de Mazatlán.
CUADRO NO. 1. Evolución del gasto público municipal por Clasificación Económica en gobiernos de Mazatlán, de 1996-2007
Gobierno Municipal Alejandro Camacho Mendoza (19996-1998) Alejandro Higuera Osuna (19992001) Jorge Rodríguez Pasos e Interinos (2002-2004) Alejandro Higuera Osuna (2005-2007) Porcentaje de promedio en el periodo
% de % de % de Gasto Deuda Gasto de % Corriente Pública Inversión 88
7
5
100
74
7
19
100
77
8
15
100
75
10
15
100
78
8
14
100%
Fuente: Elaboración propia con el apoyo de Presupuestos de Egresos de Mazatlán, años 1997 a 2007 del H. Ayuntamiento de Mazatlán.
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Gráfica No. 6. Evolución de Gasto Municipal en Mazatlán por Clasificación Económica de 1996 a 2007
Fuente: Elaboración propia con el apoyo de Presupuestos de Egresos de Mazatlán, años 1997 a 2007 del H. Ayuntamiento de Mazatlán.
Conclusiones El panorama del gasto que se presentó a lo largo de cuatro administraciones, entre 1996 a 2007, en comparación con el esquema financiero “ideal” propuesto por investigadores del CIDE, arroja el siguiente resultado: el promedio de Gasto Corriente fue de 78 %; en tanto el promedio de Gasto de Capital fue de 22%, categoría que suma un 8 % aplicado a Deuda Pública Municipal y 14% ejercido en Gasto de Inversión directa. Esto significa que el promedio general de GC, estuvo a 18 puntos porcentuales del 60% sugerido como conveniente; y a 8 puntos porcentuales de gasto mínimo recomendado para GI. Los siguientes gobiernos, en consecuencia, deberán buscar estrategias para eficientar el gasto y reducirlo a favor de un mayor ejercicio de recursos para obras y servicios públicos que la población demanda. Bibliografía --Arellano, David Gault, et. al, "Reformas presupuestarias dirigidas resultados. Nueva Zelanda, Reino Unido, Australia y México. Una aproximación Crítica", en Impuestos y Gasto Público en 78
México, desde una perspectiva multidisciplinaria, Juan Pablo Guerrero (Coord.), ed. LIX Legislatura de la H Cámara de Diputados y CIDE, México, 2004. --Cabrero Mendoza, Enrique e Isela Orihuela Jurado, Finanzas de municipios urbanos de México. Un análisis de los nuevos retos en la gestión de las haciendas locales, (1978-1998), ed. Centro de Investigación y Docencia Económicas, México, 2002 --García del Castillo, Rodolfo, Los municipios en México. Los retos ante el futuro, Ed. Porrúa-CIDE, México, 1999, pp. 203-206. --“Presupuesto de Egresos del Municipio de Mazatlán, Sinaloa para el año de 1996”, en El Estado de Sinaloa, Órgano Oficial del Gobierno del Estado, Tomo LXXX VII 2da Época, Decreto No.12, Culiacán, Sinaloa, 26 de enero de 1996. --“Presupuesto de Egresos para el Ejercicio Fiscal 2007”, Decreto No. 31 del H. Ayuntamiento de Mazatlán, en El Estado de Sinaloa, Diario Oficial del Gobierno del Estado de Sinaloa, 15 de diciembre de 2006. --“Presupuesto de Egresos para el Ejercicio Fiscal 2008”, Decreto No. 31 del H. Ayuntamiento de Mazatlán, en El Estado de Sinaloa, Diario Oficial del Gobierno del Estado de Sinaloa, 15 de diciembre de 2006. --Mabarak, Cerecedo, Doricela, Derecho Financiero Público, Ed. McGraw-Hill, 1998, México. --Sistema Nacional de Coordinación Fiscal. www.indetec.gob.mx --López González, Mauricio, "Finanzas Municipales en México: En la búsqueda de un eficiente comportamiento de los egresos" Premio Gobierno y Gestión Local, CIDE, México, 2004.
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MISCELANEA: ECOS MAZATLECOS y de pueblos circunvecinos Luis Antonio MARTINEZ PEÑA ♦
Esta miscelánea de historias reúne apuntes históricos, noticias periodísticas y leyendas sobre el puerto de Mazatlán, Villa Unión, ♦
Economista. Profesor e Investigador de la FACISO. Realizó estudios de maestría en Historia y luego efectuó estudios de doctorado en la Universidad Autónoma de Zacatecas. 80
Concordia, Copala, Panuco, El Rosario y Chametla. Para el caso de Mazatlán iniciamos con la historia de su Aduana Marítima, punto de inicio y arranque del despegue comercial del puerto; hacemos luego un relato de las curiosas descripciones de dos viajeros-escritores sobre las condiciones de albergue de los viajeros en el Mazatlán del siglo XIX, y si hablamos de fiestas no podemos pasar de largo una historia de relatos periodísticos de la época en que los carnavales mazatlecos se celebraban a pedrada limpia y con cascarones de tizne; finalmente efectuamos un recorrido por los almacenes, joyerías, panaderías y licorerías de la Antigua Calle del Oro. Conociendo a cada uno de los vecinos y las actividades que desempeñaban a través de los anuncios publicados en El Correo de la Tarde y en el Directorio Mercantil de Mazatlán del año 1898. Posteriormente, rumbo al sur, describiremos levemente a Villa Unión, sus orígenes como Presidio y sus profundas raíces que se remontan a finales del siglo XVI. Enseguida, por los peldaños de la Sierra Madre Occidental, estaremos en Concordia, Copala y Pánuco, viejos pueblos mineros de la época colonial y que constituyen parte de nuestra herencia y patrimonio, con la idea de rememorar el sonido de plata de sus corazones y la cantera rosa de sus iglesias. Más hacia el sur, se encuentra la población Real de Minas de Nuestra Señora de El Rosario de Santo Domingo de Guzmán, localidad conocida simplemente como El Rosario. Y muy cerca, en la margen sur de río Baluarte y rumbo a la playa, está Chametla, lugar que a flor de tierra ofrece algunos secretos de nuestras raíces prehispánicas. Se cuenta que en 1535, desde uno de sus cerros, Hernán Cortés oteaba el horizonte marino en busca de la Isla de la reina Calafia. Por su espíritu de conquista el mar que se encontró a la vista fue llamado así: “Mar de Cortés”. Mazatlán y su aduana En su origen el puerto floreció a la sombra del comercio de importación de productos manufacturados en Europa y de la exportación de moneda y barras de plata que los comerciantes españoles, ingleses, americanos, alemanes y mexicanos traían de los centros mineros del interior del país. Al principio la actividad comercial fue ilegal y desordenada, siendo constantes los escándalos propiciados por los traficantes, quienes en contubernio con las autoridades practicaban el contrabando, ya sea en la introducción de mercancías europeas o 81
asiáticas o en la extracción de la plata, sin pagar los correspondientes derechos de internación o de salida a la hacienda pública. Para poner orden a los constantes alborotos provocados por el contrabando, fue necesario instalar la Aduana Marítima, que durante algunos años estuvo en el Presidio de Mazatlán o Villa Unión, a 20 Kilómetros hacia al sur. En 1828 el gobernador del estado, Juan Manuel Riesgo, celebró que el gobierno mexicano se declarara partidario del libre comercio y firmara acuerdos con Inglaterra, Prusia y Estados Unidos y alabó las ventajas que acarreaba para Sinaloa la apertura del puerto de Mazatlán al comercio exterior. Por tal motivo el gobernador ordenó el traslado de la Aduana Marítima al sitio donde se encontraba el puerto el día 12 de septiembre de 1828. Junto a la medida político administrativa, fue construido un dique para evitar el paso de las corrientes marinas de la bahía de Olas Altas a Playa Sur, donde además se construyó un muelle rústico de madera para el desembarco de mercancías. El siguiente paso fue la construcción del edificio de la Aduana. Durante mucho tiempo hablar de la Aduana, era hablar del corazón económico de nuestra ciudad, pues entre 1870 y 1910, en sus libros se registraron ingresos de 4, 5 y 6 millones de pesos anuales en promedio. Al declarar a Mazatlán abierto al comercio internacional, fue apareciendo un conglomerado urbano irregular a la falda de los cerros de la Cruz y la Nevería, mancha urbana que poco a poco fue invadiendo las partes bajas, y la gente aprovechó las ensenadas y terraplenando lagunas y marismas construyó viviendas, donde hoy se asienta el centro histórico de la ciudad. En 1828 la población poseía el aspecto pintoresco de una aldea marítima y contaba con quinientos habitantes. La mayor parte del caserío eran chozas de paredes de vara entreverada, cubiertas con lodo y embijadas de cal y techos de palma. En ese tiempo los comerciantes de mayor categoría vivían en Villa Unión, Concordia o El Rosario, donde había mejores condiciones y sobre todo abasto de agua. Sin embargo, algunos comisionistas, marineros y artesanos comenzaron a establecer sus almacenes, talleres y residencias (a veces ambas cosas en el mismo sitio), alrededor de la Aduana y a lo largo de la calle Principal (hoy Belisario Domínguez), y que corre desde la bahía de Puerto Viejo o Playa Norte hasta el cerro de la Cruz donde se encuentra la aduana. La población se fue asentando por los rumbos de la calle del Recreo (Constitución). La presencia de extranjeros: ingleses, franceses, alemanes, filipinos, españoles y posteriormente 82
norteamericanos, pronto dio a nuestra ciudad una imagen cosmopolita, aderezada con la mezcla de rasgos identitarios. En 1844 el viajero norteamericano Albert M. Gilliam escribe que Mazatlán era el principal puerto comercial de la costa mexicana en el Pacífico; que tenía cinco mil habitantes y que difícilmente en otra parte del mundo se podría encontrar la variedad de razas, aspectos físicos e idiomas imperantes: “Mazatlán parece haber sido un punto de atracción para todas las variedades de la familia humana”. Durante el siglo XIX y parte del XX las actividades de importación de efectos mercantiles y de exportación de plata y oro, fueron relevantes. Mazatlán compartía un activo comercio con el puerto de San Francisco en la Alta California. En éste los comerciantes del país podían adquirir productos textiles de manufactura inglesa, ropa, herramientas, armas de fuego, artículos de mercería, cristalería, relojes y juguetes, vinos, licores y cerveza, mismos que eran traídos en embarques regulares desde los puertos de Liverpool en Inglaterra, Bilbao en España o Hamburgo en Alemania, vía Valparaíso en la República de Chile. El comercio transpacífico provenía de los puertos orientales de Calcuta, Manila y Macao; llegaban sedas, porcelanas y otras curiosidades como tapices, pañoletas y abanicos. Los almacenes importadores de Mazatlán anunciaban sus novedades y existencias en el diario El Correo de la Tarde, órgano periodístico de la Cámara de Comercio, fundado en 1885. Las noticias del arribo de embarcaciones atraían enjambres de comerciantes de poblaciones tan lejanas como Zacatecas, Durango y Chihuahua. En 1909 con la introducción de la red ferroviaria del South Pacific of Mexico, proveniente de Arizona y la posterior extensión de la vía a Guadalajara inicia la decadencia en la importancia mercantil de Mazatlán, y muchos de sus esfuerzos, y capitales comerciales acumulados, se orientaron a las actividades agropecuarias y posteriormente a las turísticas y a la pesquería del camarón. Las estadísticas históricas de México consignan el predominio de los ingresos que obtenía la Aduana Marítima de Mazatlán, por encima de todos los demás puertos del Pacífico mexicano entre el año de 1826 (fecha en que aparece el primer registro) hasta el año de 1925, año en que decaen sus ingresos e inicia el florecimiento de la aduana terrestre de Nogales en Sonora. Las aduanas vecinas a Estados Unidos habrían de reportar ingresos mayores y el auge de los puertos comerciales quedó relegado a la historia del siglo XIX. 83
En la actualidad el edificio de la Aduana Marítima forma parte del patrimonio arquitectónico, histórico y cultural de Mazatlán. Ocupa la esquina que forman las calles de Alemán y Carranza en el Viejo Mazatlán. Frente al edificio se encontraba el muelle, el patio fiscal y sus bodegas. Fue el fondeadero, ahí donde las embarcaciones se anclaban y esperaban turno de alije y carga de mercancías. Ahora hay zonas residenciales sobre terrenos ganados al mar. Y por el barrio del Astillero se encuentran las modernas instalaciones del muelle fiscal que se construyó a mediados del siglo XX. La fachada del edificio de la Aduana, de estilo neoclásico, revela que fue manufacturada a finales del siglo XIX, y su antigüedad es similar a la mayor parte de los edificios del Centro Histórico de Mazatlán. El acceso principal está flanqueado por una arquería que se extiende por el frente, creando un amplio y ventilado corredor frontal, protegido con herrería, creando un espacio que alguna vez fue escenario de bailes y reuniones sociales populares. El acceso frontal se apoya en dos columnas toscanas. Mientras que en el friso del entablamiento que recorre la fachada, en la parte superior de la misma, se encuentran los triglifos neoclásicos, demarcando de manera alternada cráneos de buey, vestiduras y armas, elementos simbólicos que denotan sumisión, intercambio y fortaleza. Al interior del inmueble se encuentra una serie de crujías que circunscriben el patio central. Estas crujías dan alojamiento a las modernas oficinas de la Secretaría de Hacienda del gobierno federal mexicano. Hoteles y mesones del viejo Mazatlán En nuestros días, cuando un turista viene al puerto trae consigo la idea de un sitio de sol, playas y diversión en grandes hoteles con habitaciones confortables, restaurantes con platillos del mar y frutas tropicales. Esto es lo que ofrece Mazatlán como destino turístico moderno y que aspira a ubicarse cada vez en mejores sitios de preferencia. Aunque en los últimos 18 años hemos visto cómo a la oferta de sol, playa y diversión, se une una opción diferente y que estaba aquí desde los albores de nuestra ciudad: el “Viejo Mazatlán”, “Centro Histórico” o “Zona Europea” como en últimas fechas lo ofertan algunos promotores. En el cruce de las calles Constitución y Belisario Domínguez, y en torno a la plaza Machado a fines del siglo XIX, se construyeron grandes casas en atención a la demanda de hospedaje a personas que a partir de 1849 viajaban a California atraídos por el resplandor del oro 84
y para recibir a quienes retornaban decepcionados, enfermos y cansados y sin haber encontrado el oro. Para los agentes comerciales y los marinos; para los arrieros de tierra adentro; para los tahúres que de feria en feria y en pos de la esquiva fortuna recorrían el país, para estos y para otros brillantes y oscuros personajes de la vida real se abrieron hoteles y mesones en la ciudad. Siguiendo antiguas tradiciones españolas, un hotel u hostal es un establecimiento con capacidad de alojar con comodidad y lujo a las personas; mientras que el mesón es un establecimiento que da albergue a viajeros, caballerías y carruajes. Entre ambos existen diferencias de precio y grandes distancias sociales, pues mientras a los hoteles llegaban los viajeros de clase adinerada; en los mesones se hospedaban arrieros y personajes de incierta procedencia. A uno de esos mesones llegó un desencantado buscador de oro, procedente de California. Este trotamundo, prusiano de origen, se llamó Gustavus Ferdinand von Tempsky, mismo al que le debemos un valioso libro de viajes a través de nuestro país que lleva por titulo el nombre de “Mitla”, en alusión a las célebres ruinas de origen prehispánico de Oaxaca. Este aventurero llegó a Mazatlán en 1853 y se hospedó en un mesón que él mismo describió cómo: “Un amplio edificio cuadrangular, con patio central, con un corredor alrededor, donde los viajeros acomodaban sus monturas y colgaban sus hamacas, en el interior de los cuartos había una cama, cuatro patas de madera que soportaban una serie de tablas clavadas una junto a otra, o marcos de madera con tiras entretejidas de cuero de vaca…”. Muy atento observó que la altura y forma de la cama estaban a criterio e inspiración del o de los improvisados carpinteros, pues G. F. von Tempsky asegura que había unas camas con patas altas y otras con patas cortas; en unas resultaba peligroso subir o bajar, mientras que en las segundas, el suelo y los insectos quedaban muy cerca. En 1854 había dos mesones y en 1867 operaban 6 hoteles. Otro escritor viajero, Henry Edwards, llegó en enero de 1875 procedente de San Francisco, California. Permaneció en Mazatlán durante tres semanas. Escribió un relato de su estadía: “Three weeks in Mazatlán” que forma parte del libro “A mingled yarn”, publicado en Nueva York en 1883. El autor se revela como un naturalista romántico, hace detalladas descripciones del paisaje, del amanecer y el verde de las montañas y las islas. Pero topó con pared en el contacto social. Y es que al referirse a los habitantes de la ciudad, sus 85
costumbres y el tradicional desenfado, Edwards lanza el grito al cielo, señalando como vicio aquellas cosas contrarias a las que el consideraba como virtudes. Edwards describe su arribo y cómo fue hospedado en el Hotel Nacional y atendido por personal que hablaba inglés. Describe el lugar como un edificio cuadrangular, de un sólo piso, con una veintena de habitaciones y un patio central sembrado de árboles y arbustos. En este patio algunos huéspedes daban albergue y alimento a sus caballos y mulas dando al hotel un ambiente campirano, pero molesto a los ojos de este personaje que poco tenía de tolerante y aventurero. Con asco relata que sin necesidad de salir de su habitación pudo dar rienda suelta a sus aficiones de entomólogo y descubrió que durante el día, todos los rincones eran albergue de insectos. Desde grandes arañas que tejían con sigilosa habilidad su telaraña en los ángulos de la habitación, hasta las rastreras y enormes cucarachas mazatlecas, famosas por sus osadas y erráticas incursiones aéreas. Además de las inofensivas arañas y las escandalosas cucarachas, Edwards relata que compartió su lecho con una colonia de pulgas saltarinas, insaciables y burlonas, que junto a un enjambre de insolentes mosquitos le hicieron imposible conciliar el sueño. Hasta que el canto de un gallo anunciaba el principio del día y el trajín de caballos, mulas y jinetes en el patio evidenciaban que el visitante no lograba conciliar el sueño. En otras noches y amaneceres se conjugaron los gritos de los cargadores de los muelles, de los vendedores ambulantes o la música de las tradicionales serenatas mexicanas. Con todos estos ingredientes Edwards difícilmente recomendaría visitar una bulliciosa e insalubre ciudad comercial como lo era Mazatlán en el siglo XIX. En 1897 fue publicado el “Directorio Mercantil y Profesional de Mazatlán” por la Compañía de Alumbrado Público y Teléfonos. Se habla de hoteles y mesones: “Nacional”, “Guadalupe”, “Central”, “Sinaloense” y del “Buen Viaje”. El hotel “Nacional”, aludido por Edwards, se encontraba en la calle del Oro #114, y en 1897 su propietario era Juan Valle, un español nacido en la villa de Cabezón de la Sal, en la provincia de Santander y que hizo de Mazatlán, al igual que muchos otros españoles, su residencia permanente. En la actualidad esta construcción está en el perímetro de las calles Sixto Osuna, Venus, Baltasar Izaguirre Rojo y Niños Héroes en el centro histórico de Mazatlán. Al menos sus paredes externas e internas se encuentran en pie, aunque los techos con el paso del 86
tiempo y las inclemencias del clima se han desplomado. Como hotel tuvo varios nombres y se dice que en tiempos de la revolución de 1910-17 sirvió de alojamiento a las caballerías revolucionarias. En particular la recordamos como Escuela Secundaria por cooperación “Emiliano Zapata”; en algún tiempo muchas de las construcciones antiguas se habilitaron como colegios, gimnasios o vecindades; hasta el Teatro “Ángela Peralta” tuvo usos como cine, arena de box y lucha libre, hasta que le fue restaurada su vocación original en 1985. A pedradas y cascaronazos En febrero o marzo la ciudad se viste y disfraza para hacer alegre, el Carnaval: la fiesta de la carne. Es un aquelarre de fecha móvil que se celebra durante los tres días previos al Miércoles de Ceniza, ritual católico con el que da inicio la Cuaresma, tiempo de abstinencia y reflexión espiritual que culmina con la celebración de la Semana Santa, con el martirio y sacrificio de Cristo en la cruz. En el 2004 coincidió el Carnaval con la Serie de béisbol del Caribe y hubo intención del cabildo, a petición de hoteleros y comerciantes, de modificar las fechas del Carnaval para el mejor aprovechamiento económico, pero eso no fue posible. El Carnaval se celebra en la fecha ad hoc y lo demás es anexo. Documentalmente se consigna desde 1827 la efervescencia popular que las carnestolendas levantaban en la pequeña ciudad con sus escasos pero bulliciosos 2000 habitantes, más los agregados de otros pobldos que al tronar de la tambora se dejaban venir a los días y noches de juerga. Hoy, cuando vemos el despliegue publicitario y comercial que conlleva la organización de la fiesta no recordamos que el carnaval tuvo un origen popular e irreverente. La fiesta se hacía a través del enfrentamiento entre bandos que dividían en dos al pueblo y lo convertían en zona de batalla campal, en un mundo al revés del que nadie se podía sustraer y ante el cual sucumbía la autoridad formal. A fines del siglo XIX, los periódicos arengaban al público y a las autoridades, para diluir la costumbre popular y erradicar los escándalos que acarreaban las violentas celebraciones. En los archivos periodísticos podemos rastrear la historia de mucho colorido de los primeros carnavales, y cómo sus detractores, amparados en la misma prensa, el gobierno y el buen nombre de las familias acomodadas, fueron imponiendo un criterio “civilizador” a la festividad. En cuanto a la forma en que operaba la fiesta del “populacho”, el semanario El Pacífico, en una edición de febrero de 1888, destaca 87
que existían dos bandos que se organizaban en los barrios marginales de la ciudad: unos eran llamados los “del abasto” que ocupaban la ciudad por el rumbo norte, cuyo núcleo a defender se encontraba en el rastro de la ciudad; y la otra parte, del sur, se denominaban defensores del muelle, bando compuesto de rudos cargadores y pescadores de los barrios de la Playa Sur y del Astillero. Ambos grupos se formaban a partir de que se contrataba una orquesta o tambora e iniciaban “el gallo” o serenata; el estrambótico desfile iniciaba por calles apartadas y poco a poco se iban acercando al centro. Los protagonistas acudían disfrazados y con banderolas coloridas, visitando los barrios del Abasto, del Muelle, del Comercio, del Astillero y de las Calaveras, formando dos “bolas” o grupos de los barrios populares, mientras los músicos entonaban las notas de los “papaquis”, una marcha con un toque de alegría y que combinada con mezcal y cerveza, animaba el ambiente y subían de tono las expresiones físicas y verbales. Entonces se daba el enfrentamiento, primero verbal y cuando las palabras no bastaban, llegaban el contacto físico y la guerra de cascaronazos. Y cuando éstos se agotaban seguían las pedradas. Las rencillas concluían por las noches con bailes populares y serenatas que duraban, domingo, lunes y martes. El miércoles en la iglesia se recibía la ceniza con la cruda y los daños físicos de la juerga. Iniciaba la cuaresma. Se suponía que los proyectiles eran cascarones de huevo, pintados de colores con anilinas y rellenos de harina preparados en el hogar y por mujeres y niños que salían a las calles a venderlos; pero luego a la gente le dio por rellenar los cascarones con tinte en polvo, como bermellón, añil, y en el peor de los casos con tizne de ocote o cinabrio. Estos colorantes echaban a perder el vestuario e irritaban la piel y los ojos. Los participantes se hacían de un disfraz o blusón de manta con capucha, lo que contribuía al anonimato. Sin embargo, se criticaba que las agresiones recayeran en personas ajenas al jolgorio, y que en muchos casos la privacidad del domicilio fuera violentada. Los disfrazados hablaban un lenguaje grosero y aprovechando su anonimato insultaban a la gente y a los agentes del orden; y se denunciaba que eran muchas las mujeres que participaban, dando lamentables muestras contrarias al decoro femenino, e inclusive eran protagonistas de pleitos donde, además de blancas de harina o tiznadas de ocote, terminaban moradas a golpes. Las autoridades civiles y religiosas recomendaban a la población a que se alejara de esas prácticas bárbaras y que se hiciera como en otras partes del mundo civilizado, con disfraces y comparsas 88
de pierrots, templarios y mosqueteros. El problema era que la población de esta parte del mundo no era muy proclive a tanto adorno en el disfraz ni a tanto derroche; la diversión no era el disfraz sino la libertad de la fiesta. En 1890 el semanario El Pacífico denuncia que los juegos de harina provenían de Tepic, donde se jugaba antes que en Mazatlán. Acusación en el viejo tono de que lo malo siempre viene de fuera. Pero La Revista Comercial de Tepic aseguró que en esa ciudad el juego de tirar harina no era tan escandaloso como en el puerto. Como todo pleito de prensa, éste fue de nunca acabar. En El Correo de la Tarde de marzo de 1892 se informa que los pasajeros de los buques San Blas y San Juan, que se encontraban en el muelle, habían sido víctimas de los juegos de harina: “todos ellos regresaron a bordo llevando pruebas evidentísimas de que en Mazatlán se sabe jugar carnaval.” En tono amargo, el articulista decía: “ probablemente no saben que aquí hay muchos que tiran la harina y no saben comer pan”. El Pacífico en 1890 hacía llamados de atención sobre los licenciosos “bailes de máscaras”, donde bajo el disfraz, las normas y el recato entre los sexos desaparecía. Se atribuía que a estos bailes acudían las mujeres del pueblo, sirvientas, lavanderas y empleadas del comercio que se juntaban a bailar con sus amigos, los cargadores del muelle, del abasto y los dependientes de comercio. La queja más bien se orientaba a denunciar el ausentismo laboral de esos días. Fue tanta la presión que en 1898 se llevó a cabo el primer carnaval organizado por la Junta del Carnaval del H. Ayuntamiento: se iniciaba el carnaval de los tiempos modernos. El 22 de febrero podría hasta ser considerado como el Día de la Expropiación Carnavalera. Los juegos de harina no fueron erradicados, pero fueron perdiendo relevancia, debido a las sanciones económicas y de cárcel, que dieron paso al carnaval domado que anhelaban editorialistas, comerciantes, políticos y familias pudientes de la ciudad. La antigua calle del Oro En el costado sur de la plazuela Machado y topando con la calle Carnaval inicia la antigua calle del Oro, que tiene su fin en el malecón de Olas Altas. Esta calle ostenta a partir de 1923 el nombre de Sixto Osuna, un poeta sinaloense oriundo de Villa Unión. Durante años la calle del Oro, junto a la del Recreo y la avenida Principal, acapararon la vida económica y social del Mazatlán del siglo XIX y buena parte del XX. Si viviéramos en aquel tiempo un recorrido por 89
esa calle lo podríamos realizar a bordo de un tranvía jalado por mulas. El tranvía recorría íntegramente la calle, desde la plaza Machado hasta dar vuelta por la calle del Arsenal (Venustiano Carranza) para llegar a la Aduana. La ruta completa se llamaba Aduana- Panteones. En la esquina de Carnaval y del Oro se encontraba la “Botica Económica” de Manuel Gómez Rubio. La botica contaba con un surtido de medicinas de patente y su fuerte era la elaboración de medicamentos, contando también con el servicio de consulta médica brindada por los galenos Ladislao Ortega y José María Dávila. El farmacéutico ofrecía perfumes elaborados con fragancias nacionales y extranjeras. El despacho de recetas se hacía a toda hora, según los periódicos de la época. Por la calle Tacuba (hoy Heriberto Frías) se llegaba a la esquina de la calles del Oro y Principal, donde estaban ubicadas las tiendas departamentales de mayor categoría en la ciudad. Un botón: la “Mercería Nueva”. Esta tienda era propiedad de Francisco y Pedro Echeguren, unos españoles vizcaínos, pioneros en el origen y el desarrollo comercial de la ciudad. La mercería abrió sus puertas en 1893 y ocupaba una finca de dos pisos, con elegante fachada y extensos balcones que dominan la parte más bulliciosa de la esquina. Precisamente donde hoy se encuentra la pastelería Panamá. En ella se vendían “novedades” europeas y asiáticas: objetos de porcelana, cristalería, hojalata, muebles finos, loza, lámparas y candelabros. Pero su nombre era el de mercería y en este ramo se encontraba una gran variedad de botones, listones, agujetas, cintas, encajes, agujas, ganchos, tijeras, hilo, estambre, broches de gancho y de presión. Contaba con un abundante surtido en telas de importación y nacionales, pero lo que más llamaba la atención a los caballeros era el departamento de armas de fuego: los armarios mostraban ejemplares de rifles, escopetas y pistolas de distintas marcas y procedencias; y se vendían también herramientas para la minería y la agricultura. Las herramientas, máquinas de vapor o refacciones para las mismas, se hacían a pedido y a la medida de las necesidades, pues los vascos Echeguren eran también dueños de la “Fundición de Sinaloa.” Influyentes y muy representativos de la gran colonia vizcaína en Mazatlán fueron los hermanos Echeguren. Y por el número 166 de la misma calle estaba el negocio de la familia Maxemín. Don Juan Maxemín, nativo de Guadalajara, llegó a Mazatlán en 1870 y estableció una tienda a la que impuso el nombre de “Bazar de la 90
Pipa”. Este local expendía abarrotes, pero su fuerte eran los licores y tabacos importados, los mejores y más aromáticos puros y cigarros. En la calle del Oro, esquina con calle del Sacrificio (hoy Niños Héroes) había otra tienda importante: “La Bola de Oro”. Sus propietarios eran originarios del puerto de Hamburgo, Alemania, y operaban en Mazatlán bajo la firma “Goldschmidt, sucesores”, administrada por los socios Enrique Schmidt y Gustavo Burmaster. A ésta como a otras casas comerciales llegaban las recuas de mulas cargadas con barras de plata, que los mineros traían desde las minas ubicadas en la Sierra Madre Occidental. Los mineros contrataban a hombres fuertemente armados para custodiar la valiosa carga y evitar los asaltos de los bandidos de camino real, que por este rumbo los hubo y muy famosos, como Heraclio Bernal, el “Rayo de Sinaloa”, llamado así por sus ataques sorpresivos. Un anuncio de la época ofrecía 10 mil pesos de recompensa por la vida de Bernal. Cuentan que en algunas ocasiones, sobre todo cuando iban a realizarse los embarques a Alemania, España o Estados Unidos, se apilaban las barras de metal en las banquetas de las tiendas principales. Quizá de ahí venga el nombre de Calle del Oro; en ella se conseguía todo lo referente a la minería. Los gambusinos se avituallaban y, a falta de moneda circulante, pagaban sus cuentas con pepitas de oro o piedras que tenían altos contenidos de mineral. Los propietarios de minas abrían líneas de crédito a los clientes que los ataban a las tiendas y muchas fueron las minas que terminaron en manos de alemanes y españoles. Hacían efectivo un antiguo refrán: “En la fiebre del oro el que vende pico y pala es el único que gana”. “La Bola de Oro” era una compañía importadora y comisionista. Ofrecía servicios de transporte y carga en los vapores y buques de vela alemanes que, procedentes de Europa, vía Valparaíso, tocaban Mazatlán y hacían su recorrido hasta San Francisco en la Alta California. Estos alemanes también hacían ventas al menudeo y eran distribuidores de cerveza alemana, aunque también vendían la refrescante cerveza de Toluca y no tardaron en instalar una planta, pues a partir de 1901 los mazatlecos empezamos a adorar al dios Baco con una botella de ambarina cerveza. Los alemanes, al igual que los vizcaínos, fueron importantes en Mazatlán. La calle del Oro es representativa. Ya mexicanos o nacionalizados, está también Juan Cristóbal Farber, quien para 1897 contaba con una residencia de cuarenta años en México. Y cuando descubrió las felices expectativas que le brindaba el país, se 91
nacionalizó y formó una familia. Farber atendía su negocio de rematista y comisionista en empresas mineras junto a sus hijos Beatriz, Juan Rodolfo y Luis. Vendían implementos para la minería: cápsulas, mechas, pólvora y dinamita, distribuyendo las marcas “Dupont” y “Hércules”, fabricadas por The California Powder Works. Otros alemanes ya nacionalizados que vivían por la calle del Oro, en el numero 57, fueron los integrantes de la familia Schober. Leopoldo Schober era hijo de don Francisco Schober, quien llegó procedente de Alemania antes de 1830. Don Leopoldo y su hijo del mismo nombre se dedicaban también a las actividades comerciales. En joyería estaban los talleres de Ignacio Escudero y Carlos Uzárraga. Elaboraban cadenas, esclavas, anillos y aretes de oro, engastados con fina pedrería y perlas, todo de acuerdo al gusto y a las posibilidades del cliente. Y por ahí se encontraba la panadería de don Juan Zayas. Contigua a ésta se encontraba la pastelería y repostería del italiano Pascuale Tarditi, que hacía pasteles para bodas y bocadillos para todo tipo de fiestas. Pero la antigua calle del Oro ofrecía muchos otros servicios que incluían peluquería, fotografía, y hospedaje en el “Hotel Nacional” de don Juan del Valle. Villa Unión Entre los poblados de antigüedad en el sur de Sinaloa se encuentra Villa Unión. La presencia de asentamientos humanos en el área del río Presidio es antiquísima y de ella dan constancia los hallazgos arqueológicos en piezas finas de cerámica y utensilios de piedra encontrados a lo largo del río, ya por agricultores o por aficionados a la arqueología, y muy pocas veces por arqueólogos especializados, cuya investigación y estudio podrían explicar los secretos que guardan estas evidencias de civilización. Villa Unión tiene este nombre desde el once de septiembre de 1828, pero anteriormente fue una población conocida con los nombres de Pueblo de los Mulatos, Presidio de los Mulatos o Presidio de Mazatlán. Teniendo como santo patrón a San Juan el Bautista y como festividad el 24 de junio, también se le conoció como Presidio de San Juan Bautista de Mazatlán. La fundación del Pueblo de los Mulatos fue ordenada en 1586 por Don Hernando Bazán, gobernador de Nueva Vizcaya, después de una rebelión indígena que puso en peligro la presencia española en la región entre 1585-86, y se instruyó para que un grupo de soldados negros y mulatos que se encontraban en el presidio de Matatán, por el 92
río Baluarte, fueran a fundar a orillas del río de Mazatlán, en el paraje del Bajío de Zacanta, un presidio militar, para vigilar y combatir a las bandas de indios errantes de la zona. Correspondió al mulato Martín Hernández, en compañía de su padre e hijos, fundar el puesto militar. El río adquirió también el nombre “Presidio”, hasta hoy. A partir de 1587, el presidio adquirió otra función. Del 20 de septiembre al 9 de Octubre de 1587 las playas mazatlecas estuvieron en manos del pirata inglés Thomas Cavendish, quien se refugió ahí para carenar sus embarcaciones, recoger agua y alimentos, en espera del galeón español “Santa Ana” que venía de Filipinas y al que capturó en Los Cabos, Baja California, despojándolo de innumerables riquezas y finas mercancías de porcelana, seda y marfil. Fue un golpe al orgullo español que consideraba hasta ese momento que el Océano Pacífico era de su propiedad. Sobre los soldados del presidio recayó la vigilancia del puerto; por ello uno de los cerros porteños lleva el nombre: “Cerro del Vigía” y las historias locales hacen mención del mérito de aquellos soldados en su labor de vigilancia. Diversas son las fuentes de la época colonial sobre el aspecto y traza de la antigua población. La mayor parte de estas coincide en describirla como una aldehuela africana o indígena, con abundancia de chozas. Los informes también se ven salpicados de cierta ironía y asombro al encontrar a estos personajes, cruza de raza negra e indígena, posesionados de tan buenas tierras de cultivo, sembradas de maíz y fríjol, con plantaciones de árboles frutales y pequeños ranchos ganaderos. Sin embargo, los viajeros encontraban en ellos a personas orgullosas de servir al rey de España en el combate a los indios y en la vigilancia de los caminos y del puerto. En 1603 una inundación arrastró las viviendas asentadas en el Bajío y en prevención de más eventos de esta naturaleza la gente decidió trasladar el pueblo al sitio donde se encuentra hoy. La primera constancia gráfica de la existencia de este pueblo lo constituye un mapa del capitán Juan de Iturbe, navegante que bajo las órdenes del empresario Nicolás de Cardona, llevó a cabo en 1615 una exhaustiva exploración del Golfo de California, motivada por los ricos bancos de madre perla. En el mapa se hace una descripción de la costa, desde Bahía de Banderas hasta las Islas de Mazatlán, y entre las poblaciones señaladas en el área, destacan la villa de San Sebastián y el Pueblo de los Mulatos. Concordia 93
A 46 Kilómetros de Mazatlán se encuentra la pequeña ciudad de Concordia, cuna de carpinteros, alfareros y músicos. Es la más antigua de las poblaciones del sur de Sinaloa. Su origen se remonta al 20 de enero de 1565, cuando el conquistador español Francisco de Ibarra decidió fundar una “villa” donde sus hombres pudieran establecer sus hogares, cultivar tierras y huertos, criar ganado y dedicarse a las labores de prospección minera en la sierra. Por su altura respecto al nivel del mar goza de buen clima, no sufre los rigores del calor, ni la multitud de insectos que plagan las costas y marismas de Mazatlán. Cabe señalar que de los pueblos españoles fundados en el Siglo XVI, el de San Sebastián nunca cambió de sitio ni fue abandonado por sus pobladores. Siguiendo la tradición católica de imponer los nombres según como fuera el santoral cristiano a las personas y a las poblaciones, a la villa le correspondió el nombre de San Sebastián, por ser el 20 de enero el día en que se conmemora al joven militar romano que fue martirizado y muerto por convertirse al cristianismo en la tercera centuria después de Cristo. Durante 263 años se mantuvo el nombre de San Sebastián, pero en 1828 la mayoría de diputados que integraban el Congreso, henchidos de fervor liberal y de jacobinismo antirreligioso determinaron borrar los nombres de santos y arcángeles de muchas poblaciones del estado e imponer otros afines a la ideología liberal masónica. Así, el 5 de septiembre de ese año se decretó que la antigua villa de San Sebastián se llamaría “Concordia”. Empero, en la actualidad la tradición se mantiene y las fiestas de enero en honor al patrono de los concordenses, son una fiesta popular: se organizan grandes bailes y competencias deportivas, como el medio maratón de San Sebastián. La catedral es el principal monumento y atractivo; su fachada de cantera rosa y los motivos y detalles, así como los iconos de San Sebastián, Santa Bárbara y la Virgen de Guadalupe son muestras valiosas de la arquitectura y del arte sacro en el noroeste de México. Los primeros mineros españoles que se asentaron en San Sebastián pronto localizaron abundantes filones de oro y plata, naciendo así los “reales de minas” de Pánuco, Charcas y Copala. Muchos de ellos se adentraron en las profundidades de la sierra con la ilusión de hallar la fortuna que se oculta bajo la tierra. En la plaza de Concordia los lugareños relatan anécdotas del pueblo viejo, como el de los tesoros guardados en las viejas casas a consecuencia de las guerras y revoluciones que tuvieron al poblado como escenario. Pero 94
entre todos los relatos destaca el de la valentía de una pequeña mujer que hizo frente a la soldadesca francesa en 1865, cuando la población de Concordia fue aterrorizada. Cuentan que el párroco Bartolomé Soto y de la Paz rogaba a los oficiales franceses y mexicanos que los acompañaban, que dejaran en paz a las mujeres y a los niños. Recibió como respuesta injurias y golpes. La señora Encarnación Osuna viuda de Valdés, los enfrentó y les dijo que sólo frente a mujeres abandonadas demostraban ser soldados de la Francia, que dónde había quedado la cultura y el progreso de que tanto presumían. La arenga de doña Encarnación parece que tuvo algún efecto: hoy los concordenses la recuerdan cariñosamente como la “nana Chona”. El castigo que impusieron los franceses a Concordia se debía a los apoyos que daban sus hombres y mujeres a las guerrillas de los generales Ramón Corona y Domingo Rubí, verdaderos “leones de la sierra” afines al gobierno republicano del presidente Benito Juárez. Durante años los vaivenes de la minería, con sus etapas de bonanza o de declive, determinaron el pulso de la población local, pero derivadas de la actividad minera se fueron generando actividades industriales, como la manufactura de muebles, donde la destreza e ingenio de los carpinteros se pone en juego para elaborar sillas, mecedoras, juegos de sala, recamaras y comedores. Los muebles de Concordia tienen fama de ser duraderos, fabricados de madera sólida de cedro, guanacaxtle, amapa y venadillo. Cualquier pretexto es bueno para visitar Concordia, pero el más recurrente es para disfrutar de sus famosos raspados de leche quemada y jarabe de ciruela. Copala y Pánuco: aquí hablamos en plata pura. En la zona serrana adyacente a Concordia se encuentran Copala y Pánuco. Dos pueblos pequeños y pintorescos que datan también de la época colonial. Junto a Concordia, la cabecera municipal, son los asentamientos humanos más antiguos en el sur del estado. Su fundación se remonta a 1565, cuando Francisco de Ibarra, jefe de una expedición y miembro de una prominente familia minera de Zacatecas, decide probar fortuna e inicia los trabajos de exploración que darán origen a los poblados, primero como campamentos mineros y luego como pueblos o reales de minas. Francisco de Ibarra, cuando vivía en Zacatecas al lado de su tío Diego de Ibarra, tuvo noticia de que en algún lugar del norte de México había un sitio en el que existía la famosa Laguna de Plata de Copal o Copala. Leyenda que uno de sus camaradas, de nombre 95
Martín Gamón, lo entusiasmó para salir en pos de su descubrimiento. Cuando el virrey de México Don Luis de Velasco le otorgó el permiso para la exploración y conquista del norte de México, lo nombró por adelantado “Gobernador de la gran Laguna de Copala”. Durante años el joven conquistador estuvo obsesionado con esa fantástica noticia, por lo que determinó llamar con el nombre de Copala a uno de los sitios donde por fortuna y con trabajo encontró plata en abundancia. Copala y Pánuco son nombres que tienen su raíz en la antigua lengua náhuatl o mexicana; de hecho existen otras poblaciones en México en los estados de Jalisco, Guerrero, Tamaulipas y Zacatecas donde existe un pueblo con el nombre de Copala o de Panuco. Copala significa: lugar donde hay árboles de copalli, una resina aromática muy apreciada y utilizada en los sahumerios que usaban en sus ritos y ceremonias los antiguos mexicanos. El nombre de Pánuco significa “lugar donde cruza el río”. Uno de los auges mineros durante el siglo XVIII en Pánuco se relaciona con el descubrimiento de la mina de El Faisán, por Francisco Javier de Vizcarra, un criollo de origen vasco, que buscando presas de caza entre las montañas de Pánuco, disparó con su escopeta a un ave majestuosa que sorpresivamente salió volando entre la arboleda. El ave era un vocinglero faisán que fue acallado por la muerte, pero con el rojo de su sangre tiñó un sitio rocoso que mostraba una rica vena de plata a flor de suelo. Vizcarra enriqueció de manera extraordinaria y con una buena parte de sus ganancias se hizo dueño de minas y haciendas ganaderas en la sierra y en la costa del sur de Sinaloa, pero entre lo más relevante estuvo la reconstrucción de las iglesias de San José de Copala, San Sebastián (Concordia) y la de El Rosario, verdaderas joyas de arte barroco tardío, plateresco y neoclásico. Debido a su riqueza pasó a la nobleza cuando el rey de España, Carlos III, le otorgó una cedula real con el título nobiliario de marqués de Pánuco y vizconde de Castilla. Los hallazgos mineros duraron más de un siglo y ya en el siglo XX la Compañía Minera de Pánuco en manos europeas seguía produciendo plata y oro. La célebre mina de El Faisán generó enorme riqueza y aun hoy la vida y obras del marqués y su fabulosa fortuna siguen causando admiración. Los altibajos de la actividad minera continuaron hasta convertir durante algún tiempo a esos pueblos al borde del abandono. Hoy los poblados sobreviven de su relevante vocación turística y es común encontrar en ellos hoteles y restaurantes que ofrecen 96
hospedaje, muestras de la gastronomía local y mucho que observar en los bucólicos paisajes de la montaña. Recién se acaba de abrir un centro de observación de aves que, como la chara pinta, tienen sus nidos en las espesas copas de los árboles. Visitar Copala y Pánuco no es complicado. Son pueblos muy cercanos a Mazatlán. Hay compañías turísticas que ofrecen recorridos guiados. Debido a sus características de pueblos mineros y por estar ubicados en hondonadas y al costado de los cerros, su caserío es disperso, resaltando sus coloridas fachadas y tejados rojizos entre el verde intenso de la vegetación. Cuentan con calles muy estrechas, irregulares en el trazo y empedradas, situación que obliga a abandonar el automóvil para pasear por callejuelas que evocan romances novelescos, entre espadachines y mujeres hermosas, o leyendas de mineros alucinados por la fiebre de metales preciosos que emprendían el camino por las laderas montañosas en busca de un preciado filón. En Copala aún está en pie la vieja cárcel colonial, una construcción de piedra y con puerta de sólida herrería de la que difícilmente se habrían escapado, en aquel entonces, los infractores de la ley. El Rosario Como herencia de su antiguo pasado El Rosario posee muchos tesoros. A simple vista el trazo de sus calles es desordenado, a manera de un plato roto, callejuelas estrechas o en forma de cuchilla, dan la sensación de caos y sobre todo hacen difícil el tráfico de vehículos. Situación que, por otro lado, invita a que como peatones, se disfruten a plenitud cada una de sus pintorescas callejuelas, sus monumentos coloniales y sobre todo el trato amable de sus habitantes. Desde sus orígenes, la explotación minera y su bonanza atrajo a comerciantes españoles y junto a ellos un considerable número de esclavos negros e indios, y se fue conformando un abigarrado mosaico social, de razas y culturas. Surgió así un nuevo conglomerado de gran importancia como centro minero y comercial, durante los siglos XVII, XVIII y buena parte del XIX. En estos siglos fue el principal y más grande de los asentamientos humanos del noroeste, hasta que cedió su primacía al puerto de Mazatlán. Como testimonio de su antiguo esplendor la ciudad posee un trazo urbano singular, edificios antiguos e iglesias de manufactura colonial. En la iglesia principal se encuentra un retablo barroco bañado de oro con una antigüedad que se remonta a finales del siglo 97
XVIII; con los restos del antiguo cementerio y su puerta tallada en cantera son los monumentos históricos y artísticos más significativos. Se sigue celebrando a la santa patrona, la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de El Rosario, en especial el primer domingo de octubre de cada año con misas, procesiones y fiestas. A esta liturgia acuden feligreses de otras partes del país y del extranjero. Chametla El pueblo de Chametla, perteneciente al municipio de El Rosario, se encuentra a unos 85 kilómetros al sur del puerto de Mazatlán. El significado en lengua náhuatl es el de “lugar donde hay o abunda la chía”, una pequeña semilla oleaginosa que se agrega a la limonada. En 1828 los diputados del congreso del estado le impusieron el nombre de “Villa de Diana”, pero esta propuesta no tuvo eco entre la gente que la siguió llamando con el breve y sugestivo nombre indígena de Chametla. Chametla, en la banda sur del río Baluarte,está a 12 km de la desembocadura en el mar. La mayor parte de las casas forman una larga calle en un banco elevado entre el río y los cerros adyacentes. La gente se dedica a la siembra de maíz, chile y fríjol y a la plantación y cuidado de huertas de mango; y los más, a la pesca, sacando de los esteros toda clase de pescados y en especial de camarón; y de los moluscos abundan ostión, almeja, pata de mula y caracol. Chametla prehispánica aflora con sus rescoldos a ras de suelo y sigue maravillando con las evidencias en cerámica que dan constancia de que ahí se asentó una civilización refinada y de gustos exquisitos, misma que se manifiesta en artefactos domésticos como vasijas, platos, ollas, ídolos y urnas funerarias que han sido encontradas entre las milpas y laderas de los cerros. Muchas de estas piezas se exhiben en distintos museos del país o han pasado a manos de coleccionistas privados o bien han sido saqueados para su venta a nacionales o extranjeros. Una muestra pequeña, pero significativa, se encuentra en el rudimentario museo de Chametla, que sobrevive gracias a la aportación de los visitantes. La Chametla prehispánica fue habitada por los Totorames, un fuerte grupo de indígenas, emparentados con los Coras del Nayar; se asentaban en tres o cuatro grandes aldeas y en un continuo de pequeñas rancherías en las lagunas y marismas de la costa de Nayarit y Sinaloa. Los Coras llamaban a sus parientes con el nombre de “Totorames”, que en su lengua significaba “los sapos”. Esto por vivir 98
en la costa, en los islotes de las lagunas y entre las marismas; su apego al agua los hacía semejantes a los batracios. Los Coras hacían tratos comerciales con los Totorames, abasteciéndose de sal, camarón y pescado seco-salados. A cambio los Coras les daban mezcal, textiles, miel, piñones y otros frutos o chucherías recolectadas en la Sierra. En 1531, el conquistador Nuño de Guzmán llegó a Chametla y cometió abusos y crímenes contra un pueblo que lo había recibido en paz. Los caciques o jefes locales le habían dado alimentos, y los indios de Chametla hasta habían cargado su pesado fardaje desde la aldea de Aztatlán, en el río Acaponeta, y se habían dado a la tarea de abrir un camino por donde pudieran ir jinetes a caballo. A todo esto Nuño de Guzmán y sus hombres respondieron con malos tratos y golpes. Presas del pánico, los indígenas huyeron y se refugiaron en los islotes de las marismas donde los jinetes españoles no tenían manera de alcanzarlos. Rencoroso, Nuño de Guzmán ordenó que se quemaran las chozas de palma y adobe, dejando una estela de destrucción. En 1535 llegó a Chametla Hernán Cortés con un grupo de ilusionados colonos que iban a poblar la península de Baja California y a beneficiarse de las supuestas riquezas que ahí les esperaban. Una tradición local menciona que Hernán Cortés subió a la cima de uno de los cerros a contemplar el litoral, en busca de fondeaderos para sus barcos, con los que habría de surcar el mar, para ir al encuentro de una tierra estéril y desprovista de riqueza. En recuerdo de esta desafortunada exploración a la península, los navegantes lo llamaron el Mar de Cortés o Golfo de California. Muchos problemas tuvieron los primeros pobladores españoles de Chametla para poder aclimatarse al calor y a convivir con las plagas de insectos de la costa, pero el aprovechamiento definitivo de Chametla en 1655 cuando se descubrió la célebre mina del Tajo, acontecimiento que marcó la pauta para la fundación del Real de Minas de Nuestra Señora de El Rosario, a 25 kilómetros aguas arriba de Chametla. Pronto, y a lo largo del río Baluarte, aparecieron haciendas ganaderas y agrícolas destinadas a abastecer la creciente demanda de alimentos de los mineros de El Rosario. La comunidad de Chametla se comprometió desde entonces a abastecer de sal, pescado, camarón y mariscos a toda la región. Muchos problemas tuvieron que enfrentar los nativos de Chametla con los hacendados, que luego quisieron apropiarse de sus tierras, pero el arraigado espíritu comunitario y la fuerte identidad cultural siempre estuvieron ahí. 99
LA DISCAPACIDAD: los rostros de la exclusión Raúl Sergio GONZALEZ NAVAR ♦ y Ernesto PERALTA FLORES ♣
Resumen En este trabajo se analizan los datos de alrededor de 1600 entrevistas aplicadas a personas con discapacidad; se plantea que en Mazatlán ese colectivo está rodeado de problemas como pobreza y marginación que no visualizan como una problemática social y menos ♦
Doctor en Ciencias Sociológicas. Miembro del SNI y maestro con perfil deseable de PROMEP. Autor del libro Teoría y práctica de la discapacidad. Profesor e Investigador . de la Escuela de Trabajo Social. ♣ Egresado de la FACISO. Maestro en Ciencias y Doctorante en Ciencias Sociales. Profesor e Investigador de T. C. de la Escuela de Trabajo Social. 100
como objeto de cambio o transformación; esta situación limita sus posibilidades para erigirse en nuevos actores sociales con posibilidades de interlocución con las autoridades y otras organizaciones e instituciones sociales, lo cual es básico para mejorar sus condiciones de vida y pugnar por la aplicación de una legislación que está en el olvido. Tal contexto muestra que la exclusión se manifiesta de diversas maneras limitando la participación social y fomentando la discriminación. Introducción Existen tres problemas básicos de la discapacidad desde una perspectiva crítica: la marginación, la discriminación y la exclusión (González, 2006: 33). Aunque son muy cercanos, cada concepto manifiesta procesos diferentes: en el primero, los grupos de referencia se encuentran fuera de los circuitos sociales, de forma permanente. Nunca han estado dentro y por lo tanto el disfrute de bienes y servicios sociales es muy limitado o prácticamente inexistente; la discriminación es un fenómeno más generalizado e incluso universal, es el temor a lo diferente, es rechazo e intolerancia y puede manifestarse a nivel personal, social y cultural; la exclusión, por otra parte, implica sacar, expulsar al que está marcado (estigmatizado) con alguna diferencia, es limitar o, en algunos casos, mutilar la vida social, económica, política o cultural del individuo por barreras sociales construidas históricamente (Flecha, Gómez y Puigvert, 2001). El concepto de exclusión, para la Real Academia de la Lengua significa quitar a alguien o algo del lugar que ocupaba; descartar, rechazar o negar la posibilidad de algo; ser incompatibles. Estas tres acepciones son fundamentales en el discurso de la exclusión: quitar, mover o sacar a alguien de su lugar, rechazo e incompatibilidad son la esencia, como se verá más adelante, de todos los conceptos y procesos relacionados con este tema. La Organización Internacional del Trabajo afirma que “la exclusión social puede ser entendida como una acumulación de procesos confluyentes con rupturas sucesivas que, arrancando del corazón de la economía, la política y la sociedad, van alejando e «inferiorizando» a personas, grupos, comunidades y territorios con respecto a los centros de poder, los recursos y los valores dominantes” (http://www.ilo.org/ciaris/pages/spanish/frame/r1-3.htm); y reconoce que esa definición puede variar por países o regiones. 101
Por su parte el Banco Interamericano de desarrollo señala que “La definición más común de exclusión social es: una escasez crónica de oportunidades y de acceso a servicios básicos de calidad, a los mercados laborales y de crédito, a condiciones físicas y de infraestructura adecuada, y al sistema de justicia” Ambos organismos visualizan la exclusión como un problema estructural y complejo con implicaciones sociales, políticas, económicas y culturales que se combinan de tal manera, que inciden en grandes grupos o sectores sociales, pero que en las sociedades periféricas menos desarrolladas, pueden ser la mayoría de la población, o un sector muy importante de ella. En otra perspectiva se plantea que la exclusión es un problema básicamente de movilidad social negativa o descendente de “estar bien”, se puede pasar a la vulnerabilidad, y de ahí, a la exclusión; ese es el tono en general de Karsz (2004) y Rubio y Monteros (2002). Sin embargo, en América Latina fácilmente podemos distinguir segmentos de población que por siglos han sido segregados o discriminados como los indígenas, es decir, que siempre han estado fuera de las relaciones sociales convencionales, además existen otros que simplemente han sido ignorados, como las mujeres, las personas con orientación sexual diversa y las personas con discapacidad. Proponemos la siguiente clasificación: a) Exclusión social. Se caracteriza por la imposibilidad de acceso para una parte de la población a los derechos sociales: salud, vivienda, educación, infraestructura social, acceso a la cultura, la recreación, etc., sin estos derechos establecidos y reconocidos, tanto en los países centrales como en los periféricos, aunque no siempre respetados, es imposible que se pueda hablar de ciudadanía o de Estado de derecho; mucho menos de Estado de bienestar, que por demás nunca ha existido en América Latina (Bobbio, 2000: 1255). Es notable cómo con la globalización el aumento de la pobreza en el mundo se acentúa, lo que problematiza el aseguramiento de los derechos sociales. Así como las relaciones económicas se mundializan, también se deben internacionalizar los derechos sociales que constituyen la única garantía para enfrentar a un capitalismo depredador cuyo objetivo central es la ganancia, visualizando al mundo entero como un objeto de uso para su enriquecimiento ilimitado. b) Exclusión política. Es la imposibilidad o limitación para los miembros de un Estado nación de participar en el ámbito público en las decisiones que afectan a la población en general, municipios o 102
comunidades específicas; se presenta cuando la clase política, prácticamente, secuestra el poder a la ciudadanía y se reserva el derecho de conducir al Estado y la sociedad según convenga a los intereses de sus partidos y/o de las élites económicas. Esto se refleja en la crisis de credibilidad que tienen a nivel mundial y la manera tan restringida en que la ciudadanía participa en las elecciones, sólo por citar un ejemplo; desde la perspectiva de la clase política solamente es conveniente la participación de los ciudadanos durante las elecciones, después de ellas, está prácticamente vedado que la gente tome decisiones de orden público. c) Exclusión económica. Se manifiesta por la concentración de la riqueza, el crecimiento en la explotación, de la pobreza, insuficiente empleo, sindicalismo corrupto, no participación efectiva de los trabajadores en la dirección de las empresas, colusión de las grandes firmas con el poder para evadir la normatividad laboral, ambiental, impositiva, etc. d) Exclusión cultural. Comprende básicamente la discriminación a la diversidad: tercera edad, discapacidad, etnia, homosexualidad, lesbianismo, género, infancia, nacionalidad, raza y cualquier otro grupo diferente al modelo sociocultural dominante. Es el repudio a lo diverso, a lo que sale de los esquemas convencionales y que afecta la sensibilidad de quienes sienten que sus patrones de conducta son universales y deben ser respetados e incluso impuestos a los demás. Partiendo de los anteriores referentes se intentará un breve análisis de los resultados de un diagnóstico reciente realizado en Mazatlán, en donde la problemática de la exclusión/discriminación aparece solamente como un indicador del estudio y no como su parte fundamental, no obstante, muchos de los datos nos manifiestan, directa e indirectamente, situaciones de exclusión. Análisis de la Información En estudio se realizó en 2006 para conocer las condiciones de vida, la percepción de la discriminación y las perspectivas de desarrollo social y económico de las personas con discapacidad en Mazatlán, Sinaloa, patrocinado por la Universidad Autónoma de Sinaloa y Hábitat de la Secretaría de Desarrollo Social; inició con el diseño de un cuestionario elaborado con base al modelo utilizado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática para el Censo Nacional del 2000; tal instrumento quedó listo en julio de 2006 y en ese mismo mes se hizo una prueba piloto para detectar problemas 103
de fondo y forma en su estructura haciendo los ajustes necesarios. Cabe aclarar que el instrumento del INEGI se modificó en algunas partes y se agregaron preguntas relacionadas con los objetivos planteados por el estudio. La estrategia que se siguió fue asignar un área geográfica (colonia) por estudiante para que la recorriera, localizara y entrevistara a todas las personas con discapacidad que ahí se encontraran y tuvieran disposición a participar. Se realizaron 1635 entrevistas en 129 colonias de Mazatlán, dándose preferencia a las áreas populares y al centro de la ciudad; el número de entrevistas por colonia no es regular, pues depende del número de personas con discapacidad que había en el área y de su disponibilidad para proporcionar los datos. He aquí la información: Las edades de los entrevistados fueron de 0 a 64 años, aunque aparecen algunos datos de personas de la tercera edad de los 65 a los 94, pero son muy pocos. La información muestra claramente que el mayor número de casos con discapacidad se presenta en las edades entre los 5 a los 44 años, para descender el número de casos en los estratos de mayor edad. El género predominante fue el masculino con 918 casos, mientras que el femenino representa una frecuencia absoluta de 717. Los porcentajes fueron de 56.1% y 43.9% respectivamente. No es posible derivar que así es la estructura total de la población, porque la muestra recolectada no fue probabilística; sin embargo los datos se comportan de forma semejante a los nacionales del Censo General de Población y Vivienda 2000, que registra al conjunto de la población con discapacidad con un 52.5% para hombres y un 47.4% para mujeres en el país. Es probable que la mayor incidencia de discapacidad en el sexo masculino se deba al papel más público y dinámico que el hombre todavía juega en nuestra sociedad; esta situación se complica porque también tradicionalmente (reconociendo el cambio que está en proceso) el varón se encarga de los principales gastos del hogar lo cual le complica la existencia si vive con alguna discapacidad. Por otra parte, debido a la situación asimétrica de la mujer en la sociedad todavía patriarcal, una discapacidad duplica y complica su vulnerabilidad en las relaciones sociales comenzando por la familia. En cuanto al estado civil se encontró que el 17% están casados, 72.3% son solteros, 3.6% viven en unión libre, 2.8% son viudos, 0.9% divorciados y 3.4% separados. Será necesario investigar posteriormente si por el alto índice de soltería existe un fenómeno que 104
podría denominarse “soltería forzada”, ocasionado por la discriminación. Aquí se puede detectar una forma de exclusión debido a que los individuos sin discapacidad prefieren parejas de su mismo tipo, y lo mismo sucede al contrario, dado que frecuentemente, se pueden observar parejas en donde ambos viven en condición de discapacidad. La sexualidad es una forma de exclusión debido a que las personas con discapacidad son rechazadas por el sexo opuesto debido a que no cumplen con los prototipos de hombre o mujer dominantes en la sociedad que comienzan por un estado de apariencia saludable, y predomina lo material por sobre lo espiritual. El 29% reporta tener hijos, mientras que el 70.9% afirma no tenerlos. En relación al grupo de personas con alguna discapacidad que afirmó tener hijos, el 21.3% tienen uno, el 21.5 dos, el 19.7% 3 y el 13.2% 4, el resto 24.3% tiene de 5 a 11, y el promedio es de 3.49 hijos por familia. Los datos no son muy diferentes al tamaño de los hogares en México que registran una media de 3.9 para los hogares nucleares y 5.4 para los extensos. Sin embargo, un análisis más cuidadoso podría establecer algunas especificidades. La decisión de tener hijos o la falta de conciencia al tenerlos, es un verdadero reto para las personas con discapacidad, debido a la precariedad en el ingreso y el empleo; aquí se distingue como un problema condiciona al otro, pero el hecho irrebatible es que la discapacidad implica exclusiones sociales y económicas múltiples y complejas. No es raro, además, que se cuestione la maternidad de mujeres con cualquier tipo de discapacidad aduciendo la problemática en la crianza de los hijos. En las viviendas de las personas con discapacidad habitan en promedio 4.63 gentes; de esas viviendas el 17.3% las personas con discapacidad son jefes de familia, y el resto que representa el 82.7%, no lo son, lo cual muestra por un lado, un alto índice de dependencia, y por otro, presenta a un número importante de personas que son jefes de familia con alguna discapacidad, que indica un doble esfuerzo para la manutención y el pleno desarrollo de la familia. Ese doble esfuerzo marca la vida de estas personas debido a que todas las acciones de su vida privada y social requieren de mayor energía y voluntad. Las viviendas son propias en un 77.8%, rentadas 7.6%, prestadas 13.3% e hipotecadas 1.1%. Este último dato indica la poca relación que tienen las personas con discapacidad y sus familias con los sistemas de crédito que se ofrecen en la región. De otra parte, el alto nivel de propiedad se puede explicar por la minoría de edad y la 105
dependencia que tienen muchos de ellos de sus familias. La exclusión de ese derecho social marca las condiciones de vida de ese colectivo. El promedio de cuartos por vivienda es de 3.17 lo que indica claramente casas pequeñas (porque incluyen a todas las áreas como cocina y sala), además de hacinamiento, dado que el promedio de personas por habitación es de 4.63 lo que indica menos de una habitación por individuo. La vivienda no puede ser la excepción, en términos de exclusión, de la problemática de la discapacidad; limitada y precaria, afecta directamente las condiciones de vida y con ello el trabajo, la relación familiar y el bienestar; la vivienda, para las personas con discapacidades múltiples o graves representa el único entorno de vida y se presentan casos de degradación y problemas sanitarios que violan gravemente los derechos humanos. La exclusión a espacios dignos de vida que fomenten sanas relaciones familiares y sociales, es una necesidad indispensable cuya solución, desafortunadamente, no se visualiza en el futuro inmediato por la ausencia de políticas públicas adecuadas y eficientes. En relación a los servicios públicos, el 97.7% cuenta con agua potable; 98.7% con luz eléctrica; 92.7% con drenaje; 61.8% con teléfono; 8.4% con televisión de cable; 3.7% con Internet ; 5.1% tiene fosa séptica. Los bienes que se localizaron en las viviendas fueron 78.2% con radio, 95.5% con televisión, 29.4% con DVD, 7.6% con videocámara, 82.4% con licuadora, 90.6% con refrigerador, 65.1% con lavadora, 30.8% micro-ondas, 16.5% con calentador de agua, 8% con regadera eléctrica, 19% con automóvil y 9.3% con computadora. En relación a la situación de los servicios y bienes con los que cuentan y que aparentemente son satisfactorios, debe aclararse que el estudio no detecta su estado específico, y no debe sorprender que parezca solucionado, aunque sea en parte, debido a que la detección de los mercados de bajos ingresos ya ha sido considerado por empresas y grupos comerciales como nichos mercantiles a los que ofrecen productos con créditos accesibles para la clase trabajadora, pero con altísimos intereses lo cual deviene otro tipo de dominación. Las limitaciones que presentan las personas con discapacidad entrevistadas son las siguientes: para moverse, caminar o lo hace con ayuda 43.1%, para utilizar sus brazos o sus manos 4.2%, son sordos o usan aparatos para oír 5.4%, son mudos 4.5%, son ciegos o sólo ven sombras 5.4%, tienen algún retraso o deficiencia mental 25.8%, y con otras limitaciones físicas y mentales 11.6%. El XII Censo General de 106
Población y Vivienda 2000 registró en México a la población con discapacidad según su tipo con un 45.7% motriz, visual 23%, mental 19.8%, auditiva 13.9% y de lenguaje 5.2%. Las diferencias pueden explicarse porque la muestra se determinó por la disponibilidad de los informantes y las especificidades del área geográfica. Cabe decir que el 90% de las discapacidades requieren de adaptaciones, prótesis, órtesis, apoyos funcionales y accesibilidad arquitectónica, por lo cual los empleadores, de entrada piensan dos veces antes de contratar a alguien en esa condición; para evitar ese tipo de exclusión es necesario que tales apoyos se ofrezcan en el mercado con sentido social y no comercial, pues representan la posibilidad de inclusión para un sector muy importante de la población. El caso de la accesibilidad a edificios públicos y privados está reglamentada la construcción de rampas y la instalación de elevadores, pero es letra muerta. Esta exclusión reproduce la segregación social y económica de este colectivo. La accesibilidad, en un sentido amplio, puede ser considerada como un problema básico de la discapacidad: la accesibilidad a la escuela, a su familia paterna, a formar una familia, a la cultura, a la comunidad, a la vida independiente y a la participación social. En el caso del diagnóstico sobre Mazatlán, las limitaciones que presentaron las personas con discapacidad se deben, a que nacieron así 48.2%, por una enfermedad 31.8%, por un accidente 12.7%, por edad avanzada 1.3% y por otras causas 5.4%. El alto índice de discapacidad por natalidad, enfermedad y por accidente (en orden decreciente), generan la pregunta del papel que puede jugar la prevención en cada uno de esos tópicos (aunque ciertamente las discapacidades no siempre son previsibles). El derecho al primer nivel de salud es todavía una promesa incumplida por el Estado para la mayoría de los mexicanos e involucra directamente a las personas que tienen alguna discapacidad complicando su inclusión social. El 46.1% tienen derecho al servicio médico en el IMSS y al ISSSTE 4.4%; en hospitales de PEMEX, Militar y Naval el 1.7%, en otras instituciones el 9.2% y el 38.4% no tiene asegurado el derecho a la salud. En un ambiente de pobreza y derechos sociales conculcados, el porcentaje de personas con discapacidad con derecho a la salud parece satisfactorio, en la perspectiva de la metáfora del vaso medio lleno o medio vacío, dependiendo de cómo se quiera ver. De otra parte, para atender sus problemas de salud acuden al IMSS 42.4%, al ISSSTE 4.3%, a PEMEX u Hospital Naval o Militar 107
1.7%, al Centro de Salud u Hospital General 18.2% y al IMSS Solidaridad .4%, a servicios médicos privados 8.7% y otro lugar 20.2%; no se atienden el 3.8% de los entrevistados. En este tópico se rebasa el 50% lo que, por las circunstancias reiteradas, debe considerarse “aceptable” aunque las normas legisladas, pero no reglamentadas, plantean la cobertura universal de la salud para este sector de la población. El 49.7% sabe leer y escribir un recado y el 50.3% son analfabetos. Van a la escuela el 19.5%, mientras que el 79.9% no lo hacen. Los motivos por los que han dejado la escuela son diversos y están ligados directa o indirectamente con su discapacidad. El 42.4% no aprobó ningún grado, preescolar 7.2%, primaria 31.0%, secundaria 9.6%, preparatoria 4.7%, normal 0.2%, carrera técnica o comercial 1.9%, profesional 2.2% y maestría y doctorado 0.1%. En estos datos relacionados con la educación se expresan las dificultades personales, pero también las barreras sociales que siguen impidiendo su integración social; en la educación se manifiesta una de las raíces más profundas de la exclusión social y que conllevan problemas de relación e integración laboral, de interacción social, de movilidad y muchos otros en los cuales la comunicación oral y escrita son necesarios para hacer eficiente la comunicación, o sencillamente la expresión clara y coherente de sus problemas y necesidades sociales. En otra vertiente las adaptaciones para las diferentes discapacidades en las escuelas se alejan del discurso oficial de integración e inclusión, al grado de la negación institucional de atención a discapacidades específicas (La Jornada, 18 de febrero, ONG: discrimina la SEP a sordos; rechaza darles educación bilingüe). Sigue imperando un discurso populista/humanista con una práctica excluyente y discriminatoria. En cuanto a su ocupación son empleados 6.1%, estudiantes 5.4%, desempleados 34.0%, jubilados o pensionados 4.2% y comerciantes 4.5%; los niños representaron el 22.6% de la muestra, los adultos mayores 6.2%, los que no pueden trabajar 8.5% y quienes se dedican a las labores domésticas son 3.7% El subconjunto de personas con discapacidad que se considera desempleado está representado por el 34.0% del total de las personas entrevistadas, quienes requieren de oportunidades porque no han encontrado la manera de incorporarse al mundo del trabajo. La exclusión laboral, guardando alturas y distancias, es de las más graves que se presentan para las personas con discapacidad pues no sólo se relaciona con otras 108
necesidades y problemas, sino que las condiciona, como es el caso del ingreso y con ello, directamente, dos aspectos fundamentales: la calidad material de vida y la autoestima o identidad personal. La gran paradoja es que muchos hombres y mujeres con discapacidad pueden realizar muchos tipos de trabajo siempre y cuando cuenten con ciertos apoyos o adaptaciones en los centros de trabajo; es posible afirmar que la ausencia de puestos laborales es por desconocimiento de los contratantes de las medidas que pueden tomar para integrar personas diferentes a sus empresas. Las ocupaciones de los comerciantes son albañiles, vendedores ambulantes, artesanos, aseo de zapatos, carpinteros, costureros, atienden fotocopiadoras y toda una amplia gama de empleos, que en pocos casos reditúan ingresos suficientes, lo cual obviamente está conectado con la problemática de ingreso y permanencia a la escuela. Es de relevancia que las personas con discapacidad e incapacitadas para trabajar representan el 42.6% del total de las encuestas aplicadas; esto representa un grave problema social para ellos y sus familias. No obstante, al conocer el medio es posible indicar que cuando se habla de incapacidad para trabajar se piensa en empleos formales o regulares que implican traslados, adaptaciones, horarios y otros requerimientos que les complican la vida; no se considera ni se conoce la opción del trabajo en casa o de centros comunitarios que puedan ofrecer opciones de empleo o de organización económica como cooperativas o empresas familiares. Los que son empleados trabajan en abarrotes, en la alianza de camiones, autobaños, ayuntamiento municipal, bosque de la ciudad, talleres de carpintería, casas de huéspedes, casas particulares, la central camionera, maquinitas, construcción, cooperativas, hoteles, venta de materiales eléctricos entre otros. Los puestos que ocupan las personas empleadas son los siguientes: ayudantes de carpintería, de mecánico, de pastelería, mantenimiento, mostrador; además bodeguero, checador; en general manifiestan la misma problemática de las que desempeñan una ocupación libre por su cuenta, lo cual se refleja en sus ingresos: El 34.9% tiene ingresos de menos de un salario mínimo mensual, el 50% tiene ingresos de uno a dos y el 12.7% gana de 3 a 4 salarios, sumados representan el 97% de las personas con discapacidad empleadas, lo que indica problemas de explotación y de una integración distorsionada al mercado laboral. 109
Otros ingresos son por jubilación 5.7%, ayuda de familiares de otro país, 2.0%, ayuda de familiares del país 4.1%, apoyos de programas sociales 1.8%, y otro tipo de ingresos 2.2%. Los ingresos que pueden considerarse como ayudas llegan a muy pocas personas lo que representa un grave problema si se considera que el nivel de empleo también es bajo. La exclusión económica es uno de los rostros más dramáticos de la discapacidad. Un tópico de relevancia es el de la percepción que tienen los entrevistados de la discriminación, la cual detectan principalmente de las personas de su barrio 11.4%, de sus amigos 10.3 %, de las autoridades 5.8% y de la familia 2.5%. El porcentaje total que percibe algún tipo de discriminación es relativamente bajo si consideramos que este fenómeno está presente en prácticamente todos los ámbitos de la vida de las personas con discapacidad, lo cual permite deducir que un gran número no ha tomado plena conciencia de su situación y/o no logra captar o conceptuar como discriminación/exclusión a todas las barreras físicas, económicas, sociales y culturales con las que se enfrentan cotidianamente. Este es un grave problema si consideramos que son los propios interesados de los grupos excluidos los que deben propiciar condiciones para el cambio social lo cual aparece como una lejana posibilidad dado que la discriminación se ha asumido como una condición “natural”, es parte de su ser en la vida. Las posibilidades de articular actores sociales sin una identidad colectiva producto de una cultura política de endeble o nula participación social es un reto/obstáculo difícil de remontar sin liderazgos y acción social colectiva mínimamente consensuada. Se encontró que los apoyos que se solicitarían al Estado o instituciones sociales son los siguientes, el 55.5% económicos, 10.8% para estudios o capacitación para el trabajo y 17.2% de rehabilitación. En contradicción con las respuestas relativas a la discriminación se encontró que el 52.4% considera que las autoridades y la sociedad no hacen lo suficiente para apoyar a las personas con discapacidad, mientras que el 47.3% respondió lo contrario. Se detecta de nuevo esa contradicción entre la percepción de la exclusión en distintos niveles, o al menos dos, la implícita presente en la vida cotidiana familiar y social, y la explícita o estructural, constituida por los entes abstractos de la sociedad y el Estado; este no es un detalle menor porque refleja el estado de conciencia del colectivo que por la agresividad del ambiente del día a día y la imposibilidad de mejorarlo 110
cualitativamente a nivel personal, opta por apelar a otras instancias, más etéreas y lejanas. De los programas que les gustaría que promovieran el gobierno, las empresas o las asociaciones el 17.9% afirmó que deportivos, 37.1% de trabajo, 3.4% culturales, 3.3% artísticos, 8.3% recreativos, 24.1% educativos y 3.6 de rehabilitación. Nótese el mayor interés por los programas relativos al trabajo y la educación, comparados con los de rehabilitación, aunque este último aspecto debe ser considerado como muy importante, pues en la pregunta sobre los apoyos que solicitan las familias, la rehabilitación ocupó un 17.2%. Es notable cómo la sociedad y el Estado dan una importancia extrema a la rehabilitación, mientras que muchas personas con discapacidad y sus familias no la consideran prioritaria debido a que en muchas discapacidades no es una opción de inclusión social. Del total de personas encuestadas solamente el 10.2% afirmó que pertenece a alguna asociación de personas con discapacidad, pese a que mencionaron a organizaciones que no lo son, por lo que el número real de asociados en estas organizaciones debe ser menor. El 63.7% manifestó su deseo de pertenecer a alguna asociación, mientras que el resto 35.2% lo negó. Éste último porcentaje refleja, aunque sea indirectamente, la debilidad en la generación actores sociales, porque en la práctica se demuestra que, aún y cuando se manifiesta el interés de participar, no se hace por la falta de costumbre o simplemente por carecer de los medios para hacerlo. Respecto a las expectativas para emplearse el 59% manifestó que le gustaría iniciar un negocio propio si tuviera recursos, en cambio el 39.4% no se interesó. Los tipos de negocios que se mencionan tienen una gran variedad y riqueza en expectativas personales; van desde artesanías, hasta cyber cafés, cocinitas económicas, abarrotes, carpinterías y carnicerías. Estas iniciativas implican procesos de organización y capacitación que deberían estar integrados orgánicamente a las políticas públicas destinadas al sector. La investigación permitió identificar el número de viviendas con más de una persona con algún tipo de discapacidad se localizaron 98 viviendas con 2 personas con alguna discapacidad, 8 viviendas con 3 personas y 3 viviendas con 4 personas de estas características. Si lo expresamos en términos relativos, los datos nos permiten concluir que este tipo viviendas representan el 7%. Las discapacidades se acumulan personal y familiarmente, por lo que no es difícil imaginar qué sucede 111
en esos hogares que viven en condiciones críticas, muchas veces sobreviviendo en condiciones infrahumanas. Conclusiones Finalmente, se encuentra que el panorama de la discapacidad en Mazatlán es variado y complejo, el fenómeno de la exclusión en todas sus formas y modalidades, desde la vida familiar hasta la inclusión en la comunidad y los espacios públicos; además el desconocimiento de los servicios sociales a los que se pueden acudir y el letargo (inducido estructuralmente) ante la discriminación hace que este sector de la sociedad aparezca con un atraso económico y sociocultural muy marcado. Trabajo, capacitación, vivienda digna, educación en todos los niveles, rehabilitación, accesibilidad y transporte, son aspectos para abordadse en cualquier programa dirigido a este sector poblacional. Se debe cerrar el círculo virtuoso de educación, capacitación, trabajo, ingreso y calidad de vida; hasta ahora los programas se han concentrado en la capacitación y recientemente en accesibilidad en la vía pública, pero no se han abordado los demás aspectos. Hay dos estrategias básicas de acción que implican la participación ciudadana de las personas con discapacidad: la primera es diseñar políticas sectoriales (trabajo, salud, educación, rehabilitación, etc.) considerando la opinión, expectativas, propuestas y proyectos de la población con discapacidad; la otra es generar el asociacionismo, es decir, consolidar las organizaciones existentes y crear otras para que ellas mismas gestionen la solución a las necesidades y problemas que les afectan. Los rostros de la exclusión deben identificarse plenamente para generar las políticas públicas que permitan avanzar hacia su inclusión porque en la actualidad, en su mayoría, sobrevive de manera precaria sin un horizonte cierto de realización social y humana. Fuentes --Banco Interamericano de Desarrollo http://www.iadb.org/SDS/SOC/site_3094_s.htm --Bobbio, Norberto (2000). Diccionario de política, Siglo XXI --De Piero, Sergio. Organizaciones de la sociedad civil: tensiones de una agenda en construcción, Paidós (2005) --Flecha, Ramón y otros (2001). Teoría sociológica contemporánea, Paidós 112
--Gallino, Luciano (1995). Diccionario de sociología, Siglo XXI --Giner, Lamo de Espinosa y Torres (2001). Diccionario de sociología primera reimpresión, Alianza Editorial, Madrid, --González Návar, Raúl Sergio (2006). Teoría y práctica de la Discapacidad, UAS --Organización Internacional del Trabajo http://www.ilo.org/ciaris/pages/spanish/frame/r1-3.htm --Karsz, Saul (2004). La exclusión: bordeando sus fronteras. Ed. Gedisa, Barcelona --Rubio y Monteros (2002). La exclusión social: Teoría y práctica de la intervención
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LA PESCA: un leve análisis desde la acción instrumental. Ramón Enrique MORAN ANGULO •
Resumen En este trabajo realizamos una breve reflexión sobre el desarrollo de la pesca mexicana desde la perspectiva de la acción instrumental y el •
Biólogo pesquero, egresado de la UAS. Catedrático e investigador. Responsable del Laboratorio de Pesquerías de la Facultad de Ciencias del Mar. Maestro en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Cursa actualmente el Doctorado en Ciencias para el Desarrollo Sustentable en la Universidad de Guadalajara.
principio de organización técnica y productiva (Gradilla Damy, 2007), en tanto capacidad para transformar y adaptar el mundo natural a las necesidades materiales del hombre; es decir, el cambio tecnológico y las políticas públicas más relevantes en torno a la actividad, sustentando los cambios históricos en sus efectos sobre el comportamiento de los volúmenes de captura y otros aspectos que han determinado el desarrollo pesquero nacional. Se describen y analizan de manera breve y somera cuatro momentos en el devenir de la pesca mexicana, que se explican a través de la instrumentalidad como factor innovador generando el desarrollo: la pesca de subsistencia, la artesanal, la ribereña costera de mediana altura y la pesca industrial o de altamar. Sobre el concepto desarrollo, los enfoques teóricos e ideológicos son diversos. Muro (1992) analiza cerca de 20 interpretaciones; los aportes de Calva (2002) rescatan el papel del Estado para garantizar el desarrollo, con sus funciones clásicas, agregándole la responsabilidad de asegurar la sustentabilidad ambiental. Podríamos señalar un número amplio de autores y concepciones, pero no es el objeto de este ensayo. Nos quedamos sólo con la contribución de Alcalá (2003), que señala que en México el dilema del desarrollo se vive cotidianamente y se resume en un par de principios claves: el Estado identifica el desarrollo con “crecimiento económico” y, en consecuencia, pone en práctica una serie de medidas concretas que en las últimas dos décadas se expresan en los planes y programas sexenales; a su vez la población directamente afectada por éstos identifica el desarrollo con su “bienestar” y a partir de éste enjuicia las acciones y participa en ellas, las ignora o intenta encausarlas para su provecho. Algo parecido al Cálculo Racional para Obtener el Interés Propio, señalado por Gradilla Damy (2007). Introducción La pesca ha caminado de la mano del hombre desde los orígenes de la civilización hasta nuestros días, días aciagos caracterizados por una profunda crisis de la sociedad global del mundo actual. La pesca ha sido un factor importante para la humanidad, tal vez de la misma magnitud que la agricultura y la ganadería, principalmente en los grupos humanos que se asentaron en la costa y las riberas de los diversos ecosistemas acuáticos. También ha sido un factor estabilizador no sólo como alimento básico, sino como factor económico y político que los pueblos costeros se han 115
encargado de tejer en sus redes de convivencia y bienestar social. Al respecto el antropólogo Luís María Gatti (1986) hace un pionero y magistral trabajo perfilando al pescador mexicano, a su cultura y su importancia social. La pesca se practica en México desde la época prehispánica. Los productos de la pesca jugaron un papel importante como promotores de asentamientos humanos en los litorales mexicanos, principalmente en las regiones del noroeste del Pacífico y el sureste en el mar Caribe. De igual manera hay evidencia sobre la existencia de grupos que vivieron de la captura, consumo y comercialización de la fauna acuática en los principales vasos del Estado de Michoacán, del Valle de México y la península de Yucatán (Consulta Nacional del Sector Pesquero, 2001). Desde sus orígenes, la pesca ha sido, además, un eje articulador en la vida social en los litorales y las zonas de lagunas y lagos interiores del país. Pesca de subsistencia En su primer momento la pesca sólo se practicaba para satisfacer las necesidades de alimento y la captura era una actividad ausente de instrumentos, desarrollándose manualmente a manera de recolecta; siendo sin duda, organismos sésiles principalmente moluscos como lapas, ostiones, caracoles, aunque también crustáceos camarones, cangrejos, jaibas, langostas, y probablemente peces. Esta forma elemental da origen al concepto de pesca de subsistencia que se desarrolla en un nivel muy primario y carente de herramientas, pero que demandaba conocimientos y habilidades adquiridas por los habitantes de las comunidades costeras, y de los aprendizajes que se fueron haciendo del comportamiento de las especies y de la influencia del ecosistema. En la actualidad la pesca de subsistencia todavía se sigue considerando; incluso, la Ley permite la captura y uso en la alimentación de 3 kilogramos de producto por habitante. Este tipo de pesca está tipificado en la nueva Ley de Pesca y Acuacultura Sustentable (2007) como Pesca de Consumo Doméstico, dándole una connotación de beneficio social. Las contribuciones de Gordon (1992); Cariño (2000); Navarro (1992) y Valdez (2001) hacen una excelente descripción del uso que los pueblos originarios hicieron de las especies de importancia pesquera y sus ecosistemas, destacando el conocimiento de los ciclos de la naturaleza y el comportamiento estacional de las especies. 116
La pesca de subsistencia reconocida como pesca de consumo doméstico es la pesca primitiva: de recolección, más manual que instrumental. Hoy, los grupos que la practican son marginales. Pesca artesanal En el paso de la pesca de subsistencia a la pesca artesanal, ambas se entretejen. La instrumentalidad dio paso a mayores capturas, apoyadas en instrumentos naturales que registraron modificaciones, y que dan origen a las artes de pesca que aun hoy en día son usadas por muchos pueblos pesqueros de México y el mundo. La tecnología que caracteriza este tipo de pesca en un primer momento fue hecha básicamente con materiales propios de las regiones donde se practicaba y practica la pesca: instrumentos de madera como lanza, arco y flecha, además de las trampas, que dan paso a obras de mayor envergadura como represas, “cierras” o tapos de tronco de mangle rojo (Rhizophora mangle) o de otros materiales como piedra y arena. Esta arte de pesca evidencia una alta creatividad y conocimiento del entorno ecológico. Incluso se puede considerar como arte de pesca artesanal emblemático del norte del estado de Nayarit y sur de Sinaloa, tal como lo describen Díaz e Iturbide (1985). Al respecto Chapa (2003) señala que es probable que la pesquería artesanal de camarón de la mencionada región sea la más antigua en lo que se refiere a la unión de grupos sociales por un mismo interés económico. Es así que, después de la invasión española los misioneros que reconocieron el litoral, reportaron la existencia de las “tapadas” como un productivo e interesante método de captura del crustáceo. La pesca artesanal se desarrolló a la par de los nuevos descubrimientos y avances tecnológicos; el uso de henequén, luego del algodón y más tarde la seda, permitieron la construcción de redes que eficientaron la captura haciendo más vertiginosa la extracción, afectando a las poblaciones silvestres que se capturaban; los excedentes dieron paso a redes de comercialización que garantizaron la presencia y consumo de productos pesqueros mas allá de la costa. Las artes de pesca de mayor significado que surgieron fueron: atarraya, redes de enmalle; chinchorro de arrastre o de rastra, chinchorro agallero y cimbras, entre otros. El viejo y pesado cayuco de tronco de huanacaxtle pasó a la historia y las nuevas unidades de pesca de triplay y fibra de vidrio dieron paso a una pesca artesanal más tecnificada que aunado a los 117
motores estacionarios de 12 a16 caballos de fuerza (HP) y a los modernos motores fuera de borda de hasta 115 HP, junto al nylon que sustituye a la seda y al algodón, marcaron la época moderna de la pesca artesanal, de la cual sólo quedaron los artes de pesca que generalmente se siguen construyendo con las manos de los artesanos del mar. Así, la pesca artesanal fue transformándose en una pesca menos costera y de mayor cobertura espacial oceánica. Los nuevos elementos tecnológicos dieron el viraje: el cayuco por la panga, la red de seda por la red de nylon. La captura de poblaciones de peces y crustáceos fue cada vez más vertiginosa, convirtiendo a los volúmenes como indicadores de eficiencia y por ende de desarrollo económico. A estos cambios en la instrumentalidad pesquera se incorporaron otros cambios que reformaron la estructura del país y que tocaron a la pesca transformándola más radicalmente. De 1946 a 1952, en el sexenio de Miguel Alemán la construcción de carreteras y la electrificación de las zonas costeras del país, amplía el tiempo de vida de los productos marinos al incorporase la producción de hielo y refrigeración, originando que la transportación rápida y la conservación del producto pesquero por mayor tiempo, permitiera que las grandes ciudades tuvieran pescados y mariscos frescos, todos los días del año. A la nueva tecnología de las artes y métodos de pesca se le sumó otros cambios que dinamizaron al país haciendo de la actividad un quehacer con impacto social y económico más allá de las zonas costeras. La pesca artesanal, sin desaparecer, se convertía en una pesca más tecnificada, y de mayor cobertura espacial, cada vez más oceánica, que se atrevía a conquistar nuestro mar territorial de las 12 millas, y que además, sus productos estaban en la mesa de más mexicanos citadinos, gestando una amplia red de comercialización donde los compradores acaparaban no sólo el producto, sino también controlaban la captura, definiendo los precios a su libre albedrío, y convirtiéndose en los protagonistas de la pesca costera mexicana. Sin embargo, puede decirse que la pesca artesanal es aún una pesca local, con poca cobertura espacial, poca autonomía, poca capacidad de acarreo, las unidades de pesca son menores a 10 metros de eslora y utilizan motores estacionarios o fuera de borda con caballaje menor a 115 HP; generalmente sobre lagunas costeras, aguas interiores y costeras, no más allá de las 20 millas marinas; se usan artes de pesca sencillos, y sobre todo, son elaboradas manualmente con los saberes de la experiencia acumulados en el tiempo. Esta pesca 118
conduce su esfuerzo a la escama, el tiburón, la sierra, langosta, camarón, ostión, callo de hacha, etc. La pesca es proveedora de pescados y mariscos, alimentos frescos de los mexicanos. Pesca costera o de mediana altura Es la pesca que se ejerce con embarcaciones de más de 10 metros de eslora, motor fuera de borda o estacionario de alto caballaje. Los métodos son tecnificados y de origen industrial; la cobertura espacial de pesca es más oceánica y las capturas son masivas. Como la pesquería de sardina, camarón y tiburón. En los años 70 la flota camaronera en ambos litorales se amplia y moderniza significativamente: de 135 embarcaciones en 1970, a 3531 en 1980, dando paso a una mayor accionar de esta pesquería en cuanto a la aplicación de esfuerzo y cobertura, más allá de las 12 millas de mar patrimonial, y al incremento de las capturas de 42 872 toneladas en 1970 a 51 726 toneladas en 1980. La pesquería iba en ascenso, estabilizándose sus capturas hasta 1996, igual que el número de embarcaciones (ver anuario estadístico de pesca, 2004). La pesquería de la sardina también se desprende y desarrolla incorporando nuevas embarcaciones: de 63 en 1970 a 123 en 1980, favoreciendo la captura que aumentó de 59 852 a 1 058 555 toneladas en el mismo periodo. Doode (1999) hace un profundo análisis de la pesquería desde su historia, incluyendo la parte antropológica de sus actores. La pesca mexicana iniciaba su proceso de consolidación que se reflejó en los registros ascendentes de captura en los años finales de los 70 y mediados de los 80 (ver anuario estadístico de pesca, 2004); además, la actividad estrenaba una nueva ley, dirigida al fomento de la pesca (cuadro 1), la cual hacia énfasis en la eficiencia, deslumbrados por los resultados medidos en términos de producción. Respecto del tiburón, pesquería que inicia de manera comercial en los 40, se desarrolla después de los 70 llegando a capturas máximas de 34 000 toneladas en 1990; esta pesquería, que se entreteje con la artesanal, está hoy bajo presión internacional por sobreexplotación y uso inadecuado de su captura y mercadeo. Con estas pesquerías ya masivas, principalmente la de camarón y sardina, México inicia el proceso industrial de la pesca a través del enlatado y la producción de harina de pescado, y además, el procesamiento de camarón, congelado, seco y enlatado. El tiburón abre espacio a la industria farmacéutica y peletera. 119
La pesca se industrializa y gran cantidad de estos productos se exportan, situando a la pesca mexicana en la comercialización mundial, principalmente por la exportación de camarón a Estados Unidos, y ahora a Europa, y de harina de pescado para usos en ganadería y la acuacultura hacia diferentes partes del mundo. Pesca industrial o de altamar Es la pesca más tecnificada y sofisticada de México, con embarcaciones de mayor envergadura, calado y capacidad de acarreo, con tecnología electrónica y satelital para la navegación y la pesca; se apoya en helicópteros y avionetas para la detección de cardúmenes; la captura, en su mayoría, va a la industria del enlatado. En 1970-1980 también inicia la pesquería del atún con embarcaciones cerqueras; es decir, de la pesca atunera efectuada con palangre, vara y redes fijas se pasa a operar unidades de pesca de gran calado y capacidad de acarreo, así como sofisticados sistemas de navegación y localización de cardúmenes, ampliando de manera muy significativa la cobertura espacial en el océano mundial. Este proceso se analiza en Morán (2000), resaltando el proceso de cobertura espacial y el proceso tecnológico que la pesquería mostró de 1980 a 1990, como periodo de su consolidación. Es necesario señalar que un elemento tecnológico revolucionó la efectividad de esta pesquería: la “pasteca hidráulica” que facilitó las maniobras, principalmente al cobrar la red e izar el producto capturado, permitiendo subir a bordo más de 600 toneladas de un sólo lance. Esta instrumentalidad de la pesca cerquera de atún, se combina con el uso de helicópteros y/o avionetas para la localización del cardumen; la pesquería de atún se conviertió en una de las más pujantes y elitistas de las pesquerías mexicanas, al obtener capturas anuales de 188 000 toneladas en el 2003, siguiendo de la pesquería de sardina. Esta es, por su capacidad y cobertura, la pesquería industrial o de altamar que mejor la representa. Otro hecho aunque no de índole tecnológica pero sí de importancia nacional, fue el derecho que los pueblos costeros del mundo obtuvieron al decretarse la Zona Económica Exclusiva (ZEE) que expande el territorio nacional 200 millas hacia el océano mundial; así la cobertura para la pesca y otras actividades marítimas se amplía no sólo por lo ganado en la actividad pesquera atunera, sino en el derecho internacional.
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En este contexto las políticas publicas reflejadas en la legislación como instrumento de convivencia que se establece entre el usuario y el recurso, tuvo una seria de construcciones donde las adecuaciones a los cambios en el proceso instrumental, se presentan de manera muy sucinta en el cuadro 1. Esos cambios de orden jurídico han servido para garantizar un cierto orden y asegurar la producción. Cuadro 1. Leyes en materia pesquera emitidas en México. ACCION AÑO POLITICAS Ley de Pesca 1925 Protección a pescadores Ley de Pesca 1932 Autorizaciones y control de la pesca Ley de Pesca en Aguas 1938 Reglamentos y derechos Territoriales Ley de Pesca 1947 Conservación, Transporte. Industria, Cooperativas Ley de Pesca 1950 Exclusivamente a Cooperativas Ley de Fomento de la 1972 Captura, protección, comercialización e Pesca investigación Ley Federal de Pesca 1986 Se quita exclusividad a las Cooperativas Ley de Pesca 1992 Soporte Legal para el Desarrollo Sostenido Modificación a la Ley 2000 Artículo 13, Pesca deportiva-recreativa de Pesca Carta Nacional 2000 Instrumento de Manejo Pesquera Ley General de Pesca y 2007 Descentralización de funciones a Acuacultura Sustentable estados y municipio. Planes de manejo sustentables. Fuente: Consulta Nacional del Sector Pesquero, 2001. El anexo de la Ley del 2007 es propio.
Conclusión Los cambios en la tecnología de pesca han sido definitivos en el desarrollo de la actividad, la cual se ha basado en la productividad. Son por un lado, parteaguas en la forma y la velocidad de apropiación y uso de los recursos pesqueros, y que a la par se acompaña de un soporte jurídico articulador que busca la organización y el buen entendimiento entre usuarios y recurso-ecosistema. Con ello se lograron satisfactores en la generación de ganancias, alimento, empleo y divisas que le dan un valor a la pesca en la economía, pero también, en la importancia social que adquiere en el concierto del desarrollo 121
nacional. Y esto sin dejar de mencionar el impacto ecológico a las poblaciones y ecosistemas, base de la riqueza pesquera. Bibliografía Alcalá, G. (2003). Políticas pesqueras en México (1946-2000). Colegio de México. El Colegio de Michoacán. Consulta Nacional del Sector Pesquero (2001). Informe Comisión de Pesca. LVIII Legislatura, Cámara de Diputados. Anuario estadístico de acuacultura y pesca (2004). Comisión nacional de acuacultura y pesca. SAGARPA. Calva, J. L. (2002). “Funciones del Estado en el Desarrollo y la Reforma Tributaria”. En Política Económica para el desarrollo sostenido con equidad (Calva, coord..). Tomo I. Instituto de investigaciones económicas, UNAM. Cariño Olvera M. M. (2000). Historia de la relaciones Hombre Naturaleza de Baja California Sur, 1500-1940. Universidad Autónoma de Baja California Sur. SEP. Cifuentes Lemus, J. L., P. Torres García y M. Frías (1999). La pesca. El mar y sus Recursos, IX. Fondo de Cultura Económica. 182 pp. Chapa Saldaña, H. (2007). El cultivo “empírico” de camarón en la zona de los tapos como posible solución del problema social pesquero. En Cruz-Torres y Morán-Angulo (Coord.). Pesca, Ambiente y Sustentabilidad en Sinaloa. UAS. Doode Matsumoto O. S. (1999). Los Claro-Oscuros de la Pesquería de la Sardina en Sonora. Colegio de Michoacán, CIESAS y CIAD. Fernández Méndez J. I. (2007). “La Pesca como disyuntiva: ¿Recurso natural a conservar o producción a fomentar?”. En Calva J. L. (Coord.). Sustentabilidad y Desarrollo Ambiental. Agenda por el Desarrollo Vol. 14. Cámara de Diputados, LX Legislatura. Porrúa-UNAM. Gatti, L. M. (1986). Los Pescadores en México: La vida en un lance. Cuadernos de la Casa Chata 110. CIESAS. Museo Nacional de Culturas Populares. Gradilla Damy, M. (2007). Homo Sociologicus. Breviarios de sociología básica. Mimeo. Universidad de Guadalajara. Madrid Vera J. (1998). Aspectos de la ecología, las pesquerías y la biogeografía de los peces costeros de Michoacán y Colima, México. Tesis Doctoral. Universidad de Barcelona, España. 122
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CULTURA, migración
HÁBITOS
ALIMENTICIOS
y
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Adriana María BARBOSA JASSO Juan Manuel MENDOZA GUERRERO ♣
Introducción
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Profesora e Investigadora de T.C. de la UAS y miembro del Cuerpo Académico "Movimientos migratorios y desarrollo regional". ♣ Economista e investigador de T.C. de la Maestría en Ciencias Sociales y candidato a doctor por la Universidad de Texas.
Son pocos los trabajos académicos sobre migración que han incluido a los hábitos alimenticios como un aspecto de la migración. La literatura escrita por mexicanos es casi nula. El mensaje es claro: tal cuestión poco importa para entender porqué se va la gente, cómo se adapta culturalmente en una sociedad extrafronteras y cómo se ajusta a las economías donde trabaja. ¿Por qué sucede esto? Por ignorancia y por actitud. Hay que mencionar que algunos escritores mexicanos se han referido al tema de la comida, entre ellos Alfonso Reyes, Javier Villaurrutia o a últimas fechas Enrique Krauze, pero para varias percepciones como que México se termina en la frontera geográfica. En cambio, en la literatura norteamericana que estudia la migración, aunque también ha soslayado a los hábitos alimenticios, su producción es un tanto más abundante. Los hábitos alimenticios, como sinónimo del foodways, son creencias y conductas relacionadas con la producción, distribución y consumo de la comida. Foodways es el patrón completo de qué, cuándo y cómo se come y qué significado tiene. 1 Jackson y Jaquez definen a tales hábitos como la manera en la cual los individuos seleccionan, preparan, consumen y utilizan la comida disponible. Los factores que los determinan, dicen los autores, son la disponibilidad de materias primas, los recursos económicos, las facilidades para almacenar y preparar los alimentos y la cultura. La cultura, afirman, define qué es comestible, cuándo se come, qué se debe comer en ciertas situaciones, por ejemplo durante una enfermedad y cuáles comidas están asociadas a estatus. 2 Los emigrantes mexicanos se van con la ilusión de enviar algo de dinero para que sus familias puedan alimentarse; de hecho, gran parte de las remesas se gastan en ello. A veces quienes emigran ya llevan historias de la comida del lugar de destino: la abundancia, la diferencia y su sabor. Las mismas historias pueden ser un motivo para emigrar. Ya en Estados Unidos, los inmigrantes eligen la comida como referente para esculpir parte de su identidad cultural y étnica, 1 Susan Kalcik, “Ethnic Foodways in America: Symbol and the Performance of Identity”, en Linda Keller Brown and Kay Mussell (co-editors), Ethnic and Regional Foodways in the United States (Knoxvile: The University of Tennesse Press, 1984). 2 Carolyn Jackson Gleason and Judi Jaquez, Handbook of Mexican-American Foods: Recipes, Nutritional Analysis, Diabetic Exchanges, and Common Practices, Intercultural Developndment Research Association (San Antonio, Texas), July, 1982. 125
construyendo fronteras con otros grupos. Se da una lucha al interior del propio grupo por definir lo auténtico, lo mexicano, mientras que la relación con el resto de la sociedad puede ser de apropiación, retención e inventiva en cuanto a hábitos. Algunas veces el inmigrante puede sentir vacío y nostalgia; e incluso construir una razón para regresar a su tierra porque no se adaptó a la comida. Cuando se emigra en familia o cuando se es una emigrante, la historia es otra. Las mujeres experimentan libertad en los quehaceres domésticos en Estados Unidos, lo cual provoca un realineamiento en las relaciones de género. Consideramos que los hábitos alimenticios son una ventana desde donde se pueden estudiar muchas categorías de los sujetos sociales. Son varias las disciplinas, que desde hace décadas, han utilizado a los hábitos alimenticios como acción etnográfica para conocer la conducta humana y las relaciones sociales. En México, sin embargo, a pesar de que existe una cierta tradición en la literatura que se ha referido a la comida, ha imperado el elogio a los platillos y a los colores de la comida, más que al análisis de la comida como un fenómeno social. Es decir, se ha ignorado el análisis de los hábitos alimenticios como un sitio ordenador y fuente de jerarquías sociales. Las disciplinas académicas y los hábitos alimenticios Disciplinas como la economía, sociología, historia, psicología, arqueología, antropología, etnología, entre otras, han dejado asentado que los hábitos alimenticios permiten conocer la construcción concreta de las identidades individuales y colectivas, las etnicidades, el nacionalismo, la formación del Estado, el género y las identidades. En los últimos 30 años, los nuevos enfoques han elaborado nuevas preguntas y respuestas en el campo de los hábitos; y sobre todo han criticado los métodos de exclusión. Son diversos los factores que determinan cómo los humanos eligen sus alimentos. Hay factores biológicos, ambientales y culturales. Al alimentarse, se busca suficiente energía y nutrientes, pero se requiere que los alimentos que los contengan existan en el medio. Los individuos y colectivos tienen que aceptar que lo que existe en el medio ambiente es comible. Luego deben determinar cómo obtenerlos, cocinarlos y comerlos. 3 3
Elaine N. McIntosh, American Food Habits in Historical Perspective (London: Praeger, 1995). 126
Para la sociología los hábitos alimenticios son construcciones sujetas tanto al cambio como a la retención. Los cambios en los regímenes alimenticios son producto de la urbanización, comercialización, cambio tecnológico y contacto cultural, los cuales son factores externos a los deseos de los individuos y están fuera de su control. 4 Estos factores encuentran oposición en la capacidad individual para elegir si cambian o retienen tanto rituales como ciertos tipos de alimentos. La arqueología hurga entre las ruinas de los asentamientos humanos para conocer qué y cómo comían nuestros ancestros. El estatus de la gente puede ser inferido a partir del tipo de material utilizado para la fabricación de ollas; la existencia de fiestas está relacionada con la presencia de grandes vasijas y el cambio de grandes ollas hacia platos individuales puede significar un cambio de una vida comunal hacia una más individual. 5 Estamos hablando de factores que pueden mantener en buena salud a una población. Una población fuerte y sana puede ser una condición ideal para cualquier estado o gobierno. Si existe comida abundante y maneras correctas de comer, entonces el Estado podrá tener ciudadanos productivos y útiles. Sin embargo, la definición de qué es una manera correcta de comer, así como qué significa abundancia, han sido motivo de desacuerdos sociales y de debate. El discurso de la ciencia en relación a la dieta, la higiene y la salud pública, han sido pilares para la toma de posiciones. Estos discursos, históricos, han servido para que los gobiernos se pronuncien sobre lo benigno o maligno de determinados hábitos. Las razones de porqué interviene el Estado en estos asuntos son múltiples. Uno de ellos es que desde la Ilustración los estados han tenido como parte de su agenda el perfeccionamiento del cuerpo de los ciudadanos en su ánimo de tener una sociedad moderna y fuerte; otra razón tiene que ver con la utilización de los hábitos como mecanismo de control social que permite ordenar, incluir o excluir a los miembros de una sociedad y cuyo objetivo es ejercer poder. De esta forma, las prácticas y los hábitos también son materia de quienes estudian al estado, la política y las políticas públicas.
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Richard M. Mirsky, “Perspetives in the Study of Food Habits”, Western Folklore, Vol. 40, No. 1 Foodways and Eating Habits: Directions for Research. (Jan., 1981). 5 Ibid. 127
A los antropólogos les inquieta conocer la forma en cómo las sociedades e individuos definen qué es y qué no es comida. La antropología parte del principio de que el consumo de alimentos siempre ha sido culturalmente construido. Lo que para un grupo social puede ser sabroso y comible, para otro puede ser horrendo. 6 Además de esto, interesa conocer los significados que tiene el acto de compartir los alimentos entre los miembros de una colectividad. Existen sociedades compuestas de grupos con poco o nulo intercambio; esas sociedades, de acuerdo a la antropología, no se constituyen en una comunidad dado que no comparten sus alimentos. 7 Para los antropólogos el intercambio tiene el propósito de unir o cohesionar a los miembros de una comunidad o de una sociedad. El intercambio puede reflejar intimidad y distancia puesto que se puede intercambiar para compartir alimentos como iguales a la vez que se puede compartir para remarcar quién da y quién recibe, construyéndose de esa manera jerarquías sociales. 8 Comer juntos con gente percibida como igual es un símbolo de confianza y agrado. En resumen, para la antropología tal intercambio es una forma de interacción cuyos fines rebasan los estrictamente nutritivos. 9 Antropólogos y sociólogos se han encargado de explicar cómo la comida se ha utilizado como un mecanismo semiótico con capacidad de representar dos funciones opuestas. La comida puede crear relaciones de igualdad y segmentación, solidaridad y exclusión e intimidad y distancia. Cada evento de consumo puede contener estos contrastes ya que en un mismo evento pueden estar presentes anfitriones e invitados. También se han interesado por estudiar los tabúes para efecto de explicar diversas construcciones como las de género, clase social, religión, moralidad, salud y orden social. Un concepto clave de este enfoque es el de reglas de la alimentación, que consisten en normas no escritas que previenen qué, cómo, cuándo, dónde y para qué se producen y se consumen los alimentos. En otras palabras, las reglas de alimentación son un lenguaje que contiene una determinada concepción del mundo. A través de las reglas se puede incluir o
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Hasia R. Diner, Hungering for America: Italian, Irish, & Jewish Foodways in the Age of Migration (Harvard University Press, 2002). 7 Ibid. 8 Ibid. 9 Ibid. 128
excluir a individuos o grupos ya que éstas producen jerarquías de poder. 10 Las reglas de alimentación son precisas, rigurosas y muy bien aprendidas por los miembros de una sociedad. El conocimiento de ellas conduce a saber la libertad que existe en un sistema alimenticio de combinar tal o cual ingrediente. Y permiten saber qué parte del proceso de preparación se puede mostrar al público y qué parte debe esconderse. Aprueba o desaprueba textura, olor, color, ocasión y cualidades nutricionales imaginadas. Desobedecer estas reglas puede implicar la exclusión del grupo. 11 Claude Lévi-Straus habla de una construcción cultural del significado de crudo, cocido y podrido. Nada de esto está definido de una vez y para siempre entre los grupos sociales, sin embargo ha prevalecido la idea que coloca a lo hervido por encima de lo asado ya que el primero refleja un mayor grado de civilización que el segundo. Lo hervido implica el uso de fuego y ollas, las cuales requieren que hayan sido fabricadas previamente. Mientras la comida hervida representa la civilización, lo asado es lo salvaje porque entre la carne y el fuego no medió ningún utensilio. 12 La antropóloga británica Mary Douglas estudió los hábitos alimenticios de la India y descubrió que la distinción social en ese país se da a través de la comensalidad y de las categorías de lo que es comible o no comible. La comida en la India es uno de los sitios privilegiados para construir jerarquías sociales; la recepción especial con sus respectivos rituales hacia los comensales, así como el descarte de productos y comidas consideradas impuras son actitudes de clase alta. 13 Para la psicología comer es una conducta aprendida. Esta disciplina mantiene que la comida y el lenguaje son las primeras 10
Carole M. Counihan, “Food Rules in the United States: Individualism, Control, and Hierarchy”, Anthropological Quarterly, Vol. 65, No. 2 (Apr., 1992). 11 Norman L. Brown and E. R. Pariser, “Food Science in Developing Countries”, Science, New Series, Vol. 188, No. 4188, (May 9, 1975), 591. 12 Claude Lévi-Strauss, “The Culinary Triangle,” in Carole Counihan and Penny Van Esterik (Edits.) Food and Culture: A Reader,(NEW York: Rouledge, 1997). 13
Mary Douglas, “Deciphering a Meal,” in Carole Counihan and Penny Van Esterik (Edits.) Food and Culture: A Reader,(NEW York: Rouledge, 1997). 129
enseñanzas del ser humano y las más difíciles de cambiar. Tanto el idioma como los hábitos alimenticios que se aprenden en los primeros años, imprimen una cierta identidad en los individuos para el resto de sus vidas. La psicología se interesa por la correlación existente entre las experiencias alimenticias de la infancia y las relaciones interpersonales en la vida adulta. 14 Concibe a los hábitos como un campo de batalla entre padres e hijos ya que los primeros tratan de imponer reglas, mientras los segundos se defienden tratando de determinar lo conveniente para ellos. Un elemento importante es destacar los estados depresivos y de melancolía de los seres humanos que son productos del sadismo oral y la introducción forzada de alimentos. Casi siempre las relaciones entre madre e hijo en estos terrenos son ríspidas. La madre trata de imponer un régimen que de acuerdo a ella es el correcto, mientras los niños encuentran placer cuando son ellos los que determinan qué, cómo, cuándo y cuánto comer. 15 Los estudios religiosos han abordado la interdependencia entre religión y hábitos. Por una parte la religión sugiere y obliga a formas de preparación, tipos de comida, rituales y tabúes para representar y vivir la fe, mientras que por otra parte la comida da sustento y contenido a la religión y a la fe. Diferentes religiones como catolicismo, judaísmo, Islam y budismo, entre otras, sugieren ciertos hábitos, entre los que se incluye la práctica del ayuno. Practican su fe de acuerdo a los calendarios como la epifanía, la semana santa y la navidad. A los católicos se les prohíbe comer carne los viernes durante la cuaresma. Los adventistas tienen proscritas las especias, y un alto porcentaje practica el vegetarianismo. Los mormones tienen prohibido tabaco, alcohol y café; el consumo de carne es moderado y prefieren alimentarse de granos y frutas. La religión judía se basa en las leyes Kashrut, contenida en el Talmud, que gobiernan tipos de alimentos y formas de preparación. Y para el hinduismo la carne de res es un tabú ya que la res es percibida como un animal sagrado; a través del Código Manú, el hinduismo prohíbe a las castas altas consumir aves domésticas y tocino, e incluso cebolla, ajo, y hongos. 16
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Richard M. Mirsky, “Perspectives in the Study…”. Anna Freud, “The Psychoanalytic Study of Infantile Feeding Disturbances,” in Carole Counihan and Penny Van Esterik (Edits.) Food and Culture: A Reader,(New York: Rouledge, 1997). 16 Elaine N. McIntosh, American Food Habits…. 130 15
Desde el siglo XIX, los economistas se han enfocado a conocer el funcionamiento de la economía del hogar, en tanto existe una similitud entre la administración de recursos escasos de un país y la de un hogar. Las enseñanzas derivadas de este conocimiento fueron utilizadas para educar a las mujeres en el manejo del presupuesto de sus hogares, cuyo fin ulterior era lograr un alto nivel de nutrición con el menor gasto posible. En Estados Unidos, como en otras partes del mundo, The Household Economics llegó a ser no solamente un grado universitario para mujeres sino un movimiento social el cual incorporó la ciencia al hogar. Este movimiento implicó que sociedad y gobierno intervinieran en la forma en cómo la gente comía. La clase social como categoría de análisis juega un papel importante en la conformación de los hábitos alimenticios de una sociedad o de un grupo determinado. La disponibilidad de recursos económicos permite que se cuente con poder de compra para adquirir alimentos o para adquirir determinados tipos de bienes. La falta de dinero condiciona a que la gente tenga un determinado patrón de consumo. También la clase social de un grupo étnico influye en el reconocimiento o rechazo de su comida. La movilidad social ascendente puede conllevar a que una comida étnica salga del anonimato, e incluso que su consumo traspase barreras étnicas. Esto sucedió en los años de 1920 con la comida irlandesa en Estados Unidos, que incrementó su aceptación a partir de que parte de sus inmigrantes ascendieran a la clase media. 17 Algo parecido sucedió con los mexicanos en los años de 1930, que lograron que su comida empezara a ser aceptada sólo después de la formación de una clase media mexicana inmigrante. La clase social y el estatus moldean los hábitos dado que muchos alimentos son categorizados como apropiados o inapropiados para determinada clase social. El ingreso es uno de los factores más importantes en la definición de la clase social. El ingreso determina las cantidades y los tipos de alimentos que pueden ser adquiridos. Una marca de clase para los individuos como para los grupos es sobrealimentarse y dar comida a los que son más pobres que ellos. El dar comida a los demás es una marca de privilegio, un estatus aristocrático, una forma de consumo conspicuo o lo que en la Edad Media se conocía como magnanimidad. 18 17
Hasia R. Diner, Hungering…. Caroline Walker Bynun, “Fast, Feast, and Flesh: The Religious Significance of Food to Medieval Women,” in Carole Counihan and Penny 131
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La clase social condiciona no solo el consumo de determinados productos, por ejemplo el consumo de intestinos y la utilización de manteca de cerdo en casi todos los casos de cualquier grupo pobre, sino que también condiciona a los inmigrantes como empresarios. Los empresarios inmigrantes producen y venden productos que ellos conocen y que forman parte de su consumo; aprovechan las ventajas de conocer los patrones de consumo de la gente de su misma clase social y en consecuencia venden este tipo de productos. En el pasado, los empresarios étnicos se concentraron en productos no empaquetados, en marcas ya familiares para los consumidores que usualmente las cadenas no ofertan, por ejemplo aves vivas y sandías, entre otros productos, o diciendo que ciertos productos provenían de ciertas localidades. 19 Algo curioso sucede con la clase social ya que si en un principio las condiciones de pobreza condicionan un determinado patrón de consumo (por ejemplo el consumo de poca carne de res), ya después este patrón se puede mantener independientemente de que mejore o no esta situación de pobreza. Los patrones de consumo de pobreza pueden llegar a constituirse en una marca de identidad más o menos inmune a los cambios de posición económica. Este elemento va a ser una de las características de la comida mexicana en los Estados Unidos a lo largo de su historia; el carácter campesino en su esencia ha permanecido en la comida mexicana a pesar del nacimiento de la clase media y alta de los inmigrantes. La ascensión social de un segmento de la población de un grupo puede explicar en parte que su comida sea aceptada. Aunque no es una regla, la excepción son los asiáticos, cuyas comidas étnicas fueron catapultadas en esa década de los 30, período de ascenso social para mexicanos, afroamericanos y europeos como italianos e irlandeses. Sin embargo, un elemento que empieza a explotarse como una razón en la aceptación de los alimentos de otros grupos es el lugar de los países de origen de los inmigrantes en las alianzas internacionales. Así, por ejemplo, la aceptación de la comida italiana en los Estados Unidos coincide con la alianza de Italia con los Estados Unidos en el marco de la Primera Guerra Mundial. Van Esterik (Edits.) Food and Culture: A Reader,(New York: Rouledge, 1997). 19 Tracey N. Poe, The Origins of Soul Food in Black Urban Identity: Chicago, 1915-1947, en Carole M. Counihan (Ed.), Food in the U.S.A.:A Reader. (NY: Routledge, 2002). 132
La clase social, la política y los factores históricos influyen para que ciertos hábitos sean aceptados. Pero en casi todos los momentos de la historia de los inmigrantes en Estados Unidos, la raza y las relaciones raciales han prevalecido sobre los primeros. Debido a la consideración del grupo dominante de que los mexicanos provenían de un stock biológico inferior, es que se generaron conductas sociales e institucionales que iban en detrimento de la etnia mexicana. Esta concepción racial junto al hecho de que la mayoría de los inmigrantes provenían de sectores obreros y campesinos, provocaron que en la región fronteriza del bajo Río Grande la comida de los inmigrantes fuera estigmatizada como una comida nutricionalmente inferior y contaminada. Los folkloristas Chicanos Mario Montaño y José E. Limón se han interesado por descifrar cómo los hábitos alimenticios, la comida y la cocina mexicana en particular, han tomado la forma de expresiones contra hegemónicas en el sur de Texas. El hecho de consumir comidas como sangre de puerco, menudo, tripas y otras clases de intestinos; cocinar a fuego abierto atrás de las casas; cocer bajo tierra o exhibir un animal abierto en canal, incluso el uso del mezquite como combustible, constituyen prácticas culturales contra hegemónicas en tanto contradicen regulaciones sanitarias y niegan los hábitos alimenticios que la cultura dominante impone. Montaño también da testimonio de cómo la cultura dominante se ha apropiado de hábitos que originalmente fueron mexicanos. Platillos como las fajitas han sido reinventadas y apropiadas. 20 El filósofo y semiólogo Roland Barthes dice que la comida es todo un sistema de comunicación, un cuerpo de imágenes. Sostiene que la comida es antropológicamente la primera necesidad y se estructura de acuerdo a la clase social a la que se pertenece; los sentidos del gusto son definidos por la condición de clase, los pobres prefieren sabores y olores fuertes como los chocolotes extra dulces y los productos aterciopelados, mientras los individuos de clase alta tienen preferencia por olores débiles, materiales irregulares y sabores no tan fuertes. Muchos de los sentidos de inferioridad están atados al consumo de ciertos alimentos; por eso se tiende al rechazo. Lo contrario sucede cuando la comida influye en la salud, no sólo por los 20
Mario Montaño, “The History of Mexican folk foodways of South Texas: Street vendors, offal foods, and barbacoa de cabeza, Tesis doctoral, University of Pennsylvania,1992. 133
contenidos materiales y sus nutrientes, sino por el acondicionamiento que crea en los individuos, respecto de la creencia de que esos alimentos le caerán bien al cuerpo. 21 En síntesis, las disciplinas académicas apuntan que los hábitos alimenticios son sitios que varias instituciones pretenden controlar, al tiempo que son escenarios donde los individuos y colectivos quieren ejercer su agenda. La Iglesia ha influido en los hábitos, especialmente a través de los ayunos, como una forma de vivir la fe y saldar penitencias; el Estado ha pretendido diseñar dietas científicas basadas en discursos médicos y de salud. Todo muestra que el control de las cantidades y los tipos de comidas han sido parte fundamental en la formación del Estado. Y éste juega un papel primordial en el acceso a los alimentos en tanto puede evitar o permitir el intercambio entre los pueblos. 22 Los hábitos y la migración México es un país de emigrantes desde hace más de 150 años. Pero ni el gobierno, ni la sociedad ni la academia reconocen esta realidad. Por eso se crearon leyes e historias que los excluían. La comunidad imaginada de las élites mexicanas no incluye a sus emigrantes. La comida ha sido parte importantísima en la condición migrante mexicana. Ha sido razón y motivo de migrar y de retorno; ha sido parte sustantiva de sus recuerdos y nostalgias, y parte medular en la construcción de su nacionalismo transfronterizo y de su identidad cultural. Y esto sin mencionar el conflicto que han creado los hábitos alimenticios en la realineación en la relación de géneros de la condición migrante. La condición migrante que implica vivir en la frontera conlleva a una alteración inusitada en la vida de los grupos e individuos. El grado de atención en la construcción de su cultura se incrementa como nunca antes. Retener o asimilarse culturalmente se convierte en un dilema cotidiano. El antropólogo Carlos Vélez ha señalado que enseñar o aprender a cocinar en la frontera es un recurso comunitario para la etnia mexicana en los Estados Unidos, ya que esto 21
Roland Barthes, “Toward a Psychosociology of Contemporary Food Consumption,” in Carole Counihan and Penny Van Esterik (Edits.) Food and Culture: A Reader,(New York: Rouledge, 1997). 22 Stephen Mennell, “On the Civilizing of Appetite,” in Carole Counihan and Penny Van Esterik (Edits.) Food and Culture: A Reader,(New York: Rouledge, 1997). 134
produce un conocimiento transferible por generaciones que evita la asimilación cultural. 23 La frontera y su condición migrante crean y recrean las culturas de sus lugares de origen y destino, además de reinventar sus propios hábitos. Por ello es importante trascender las ideas y los esquemas que conciben la mexicanidad de origen igual a la mexicanidad americana. En la comida, la frontera y los migrantes han creado sus propios platillos como quesadillas, nachos, burritos, chile con carne y migas, entre otras comidas. La historiadora Vicki Ruiz usa el concepto de fusión cultural, para señalar la construcción cultural de la etnia mexicana en Estados Unidos. Para Ruiz, los inmigrantes y sus hijos toman, quitan prestado, retienen y crean formas culturales distintivas a lo largo de su historia. No existe una cultura mexicana hermética, sino culturas permeables explicadas por la generación, el género, la región, la clase social y la experiencia personal. Por eso, dice, es incorrecta la división que hacen algunos académicos chicanos de la experiencia mexicana en generaciones como “mexicano”, “méxicoamericano” y “chicano”; estas divisiones tienden a oscurecer la manera en la cual la gente navega a través de las fronteras culturales, así como la forma en que ellos producen su cultura. 24 Ruiz dice que en las primeras décadas del siglo XX la etnia mexicana experimentó esta fusión cultural, de tal forma que no se puede hacer una división tajante como si, por ejemplo, lo “mexicano” hubiera desaparecido para dar paso a lo “méxicoamericano”. La fusión permite que no sólo existan las tres divisiones al mismo tiempo, sino que un mismo individuo o grupo pueda construir su cultura tomando características de las tres. En el mismo sentido, Wallendorf y Reilly dan cuenta de la invención cultural en el consumo de los mexicanos en Estados Unidos. Ellos concluyeron que ser México-Americano en el consumo no significa un estado intermedio entre los inmigrantes mexicanos y los Anglos, sino que éstos eligen lugares fuera del modelo tradicional de asimilación. El patrón de consumo de los México-Americanos en cuanto a la comida consiste en altos niveles de carnes rojas, huevos, pan blanco, cereales altamente endulzados, productos con cafeína, 23
Citado en Wessell Adele and Jones Andrew, “Reading Religion and Consuming the past in the feast of Guadalupe”, Anthropology of Food, Issue 05, April 2006. 24 Vicki L. Ruiz, From Out of the Shadows: Mexican Women in TwentiethCentury America ( Oxford: Oxford University Press, 1998). 135
refrescos y comida empaquetada. Este patrón no se ubica en el intermedio de los Anglos y los inmigrantes mexicanos, sino que es una reproducción de patrones alimenticios de Anglos de generaciones anteriores. 25 En resumen, migración mexicana y comida son un binomio de conceptos que se explican mutuamente. La gente emigra por hambre y por las historias que ha escuchado de los lugares de destino. La gente emigra porque quiere que su familia tenga comida suficiente. Emigrar es de por sí una razón para cambios en los hábitos alimenticios debido al contacto con otras culturas y a los nuevos roles que jugará el emigrante en un nuevo escenario social y cultural. En el caso de la frontera México-Estados Unidos, con una historia particular de conquista y anexión territorial, la construcción de las identidades migrantes ha tenido siempre una excitación potenciada porque existe una necesidad imperiosa de mostrar la otredad, para hacer visible la dignidad. Los hábitos alimenticios, ya sean éstos apropiados, retenidos e inventados, han servido para exhibir esta particularidad.
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Melanie Wallendorf and Michael D. Reilly, “Ethnic Migration, Assimilation, and Consumption”, Journal of Consumer Research, Vol. 10, No. 3 (Dec., 1983). 136
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