A R E N A S Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 22 Publicación trimestral de la Maestría en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Sinaloa. Nueva época. Invierno 2009-2010. Mazatlán, Sinaloa, México.
VIOLENCIA, SOCIEDAD Y FUTBOL
DIRECTORIO Dr. Víctor Antonio Corrales Burgueño, Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Dr. José Alfredo Leal Orduño, Secretario General. M.C. Giova Camacho Castro, Director de la Facultad de Ciencias Sociales. Dr. José Luis Beraud Lozano, Coordinador de Investigación y Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales. Consejo Editorial: Dr. Luis Astorga; Dr. José Luis Beraud; MC Pedro Brito; Dr. Nery Córdova; Dr. Segundo Galicia; Dr. Ernesto Hernández Norzagaray; C. A Dr. René Jiménez Ayala; Dr. Arturo Lizárraga; MC Roxana Loubet; Dr. Carlos Maciel; Dr. Rigoberto Ocampo; Dr. Arturo Santamaría Gómez; Dra. Lorena Schobert; Dr. Liberato Terán; Dr. José Manuel Valenzuela. Dirección Editorial: Nery Córdova Edición y Diseño Editorial Pedro Humberto Rioseco Gallegos Ilustraciones de Arenas 22: Obra pictórica de Alejandro Mojica, Coordinador de Arte del Instituto Sinaloense de Cultura. A R E N A S. Revista Sinaloense de Ciencias Sociales. Año 8, Nueva Época, número 22, Invierno 2009-2010. Publicación trimestral de la Universidad Autónoma de Sinaloa, editada por la Facultad de Ciencias Sociales y la Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Desarrollo Regional. Domicilio: Ángel Flores s/n, Centro, Culiacán, Sinaloa, CP 80000. Domicilio en Mazatlán: Av. De los Deportes s/n, Ciudad Universitaria, CP 82127. email: nerycor@yahoo.com.mx http://faciso.maz.uasnet.mx/editorial Tel. (669)981-21-00 y 981-07-62. * No están prohibidos el uso y la reproducción de los textos citando autoría y publicación. * La UAS y la Facultad de Ciencias Sociales no necesariamente comparten las reflexiones y las opiniones expresadas por los autores.
CONTENIDO Presentación……………………………………………. 6 PRODUCCIÓN DE LA VIOLENCIA: Las condiciones estructurales Segundo GALICIA SÁNCHEZ ……………………………. 9
RADIOGRAFIA DE LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL: Las “barras bravas” y las muertes Sebastián SUSTAS …………………………………………….. 21 DINAMICA DE LOS ENFRENTAMIENTOS y los desplazamientos de la transgresión Sebastián SUSTAS, Diego MURZI y Santiago ULIANA… 38
MIGRANTES MEXICANOS y los orígenes del fútbol en Estados Unidos Arturo SANTAMARÍA GÓMEZ …………………………. 46 ENTRE IMÁGENES, RUDEZAS Y COMPLEJOS: el sinaloense y el futbol Gerardo JIMÉNEZ MALDONADO……………………….. 73
VIOLENCIA Y FUTBOL: escenarios de la cultura del barrio Ramón Ismael ALVARADO VÁZQUEZ ………………... 90
ESPECIAL LA CIUDAD CONTEMPORÁNEA: un apocalipsis cotidiano Guadalupe CARRILLO TOREA …………………………. 111
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Presentación En A R E N A S estamos obligados a publicar los temas que marcan los escenarios y las ruedas de la historia. Asuntos y problemáticas que glorifican, testimonian, estigmatizan o vanaglorian a países o regiones y que en determinadas circunstancias, situaciones y coyunturas se aclaman, se vitorean y se explotan, en las esferas de la globalización, sea en los hogares más pobres, sea en los más ricos de los cinco continentes, las regiones y los países del mundo. Cada cuatro años, por ejemplo, en los ámbitos del deporte, el futbol es prácticamente el centro de atención de la mayor parte de los habitantes del planeta tierra, entre fanáticos, aficionados y observadores. Hablamos de varios miles de millones de individuos de la sociedad de masas y que constituye por antonomasia, ya, al entretenimiento deportivo fundamental. Se trata, sin duda, de una manifestación sociocultural cumbre, de un acontecimiento, de un suceso, de una increíble expresión de la cultura que configura y define al hombre de los tiempos de la posmodernidad. Y que aunque posee una historia de tan sólo un poco más de un siglo, por su implícito simbolismo y por la representación geo-social que implican los colores y los nombres de los equipos, y por su explícita concreción de espectáculo profesional vivo, pletórico de intensidad, pasión, destreza, vigor y emotividad de un mínimo de 90 minutos, donde los espectadores, desde los estadios que reúnen muchedumbres y masas multitudinarias, o desde los mass media que capturan a millones (niños, mujeres, hombres, ancianos) forman parte crucial de la fastuosa fiesta, comercializada, mercantil y multidimensional que mueve a miles de millones de dólares, el futbol precisamente representa de muchas maneras al mundo de la vida, incluidas la visión, las estrategias, las tácticas, las técnicas, los engaños y las contradicciones propias de la sociedad, de sus grandezas, limitaciones y debilidades. Pero también está ahí expresada la violencia. De este tema abrevamos en la presente edición. Extraña o paradójicamente, el juego combina a la refriega de una catarsis colectiva con el júbilo por las hazañas individuales, vestido el enfrentamiento de las oncenas con la colorida diversidad de las banderas y símbolos de las naciones, las ciudades, los pueblos o las regiones. Sin embargo, más que por ello, y más bien por la estética, la inteligencia, el dinamismo, la alegría interna desplegada sobre la cancha, la gallardía y una suerte de esfuerzo sublimado y al servicio de una ludicidad de largo aliento, el futbol es una de las realizaciones más logradas en el deporte 6
mundial --por la prosapia individual de las habilidades que hablan con el cuerpo, por el complejo tejido construido en asociación--, que raya acaso con un arte metafórico, pero también concreto y realista, de múltiples instancias y aspectos de la vida real --incluyendo al ejercicio del poder y la guerra--, que contagia sobre la base de la fuerza y el talento, con el cuerpo transformado en objeto de consumo masivo y sabiduría exhalando identidad, esplendor y alteridad al mismo tiempo, “desde los pies a la cabeza”. Se trata (decía en una frase magistral que haría eco y dejaría huella por parte de un brillante locutor de televisión, Angel Fernández) de “El juego del Hombre”. Ni más ni menos, con todo lo que ello entraña. De modo que en esta entrega, los autores invitados se inmiscuyen en esta cuestión de la violencia y el futbol, por supuesto desde diferentes enfoques y disciplinas y desde distintas regiones de América Latina. Segundo Galicia, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS, abre la controversia con una mirada teórica sobre las condiciones estructurales de la producción de la violencia y sus nexos sociales. Luego, los académicos de la Universidad de Buenos Aires Sebastián Sustas, Diego Morzi y Santiago Uliana, sobre todo el primero, efectúan una exhaustiva indagación-radiografía sobre la violencia, entre el escándalo, gritería, insultos, alegatos, escaramuzas, enfrentamientos, y los pleitos que han llegado a terminar en la muerte en las tribunas y los entornos de los estadios de futbol de Argentina, en tanto exacerbación de las pasiones, los resentimientos y los rencores. Los autores ubican la problemática en el rudo y complejo contexto histórico de la sociedad sudamericana. Arturo Santamaría Gómez, catedrático e investigador de Ciencias Sociales, expone en su trabajo las vicisitudes de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, provenientes de varias regiones de México, para incidir, junto al sacrificio de su existencia, la crisis de su identidad, sus penurias y la persecución, en el surgimiento del futbol en ese país. Y desde Culiacán Gerardo Jiménez, especializado en asuntos deportivos desde una fundamentación teórica y como historiador, echa una mirada a un período particular sobre la práctica del futbol amateur en Sinaloa, comparado frente al que se practicaba en otras regiones del país; y así van apareciendo detalles en torno y dentro de un escenario de rudezas y complejos deportivos. Finalmente Ramón Ismael Alvarado Vázquez evoca tiempos de barrio, y desde la nostalgia también de barrio, cuenta la relación de la violencia y el futbol en los ámbitos de un típico barrio de Mazatlán, aunque sin olvidar el mundo de la teoría para comprender a un hecho sociocultural que, cada cuatro años, pareciera detener o paralizar fenoménicamente la vida en el mundo. 7
Como una colaboración especial, para cerrar esta entrega de A R E N A S , desde la Universidad Autónoma del Estado de México, con la presencia, la prosapia y la prestancia misma de quien abreva de talento, estilo, oficio y conocimiento, la doctora Guadalupe Isabel Carrillo Torea camina --con fortaleza, fundamento, vigor conceptual y teórico--, avanza, mira y observa, acuciosa, en torno a las conflictivas avenidas, calles, callejones, colonias y barrios de la ciudad contemporánea, que es definida sumariamente como un apocalipsis de la cotidianeidad de la población. Las mega urbes latinoamericanas reflejan, para sus habitantes, realidades agobiantes, que van mucho más allá de jugar el papel de sitio y anclaje social. A veces epidermis, a veces “boca de lobo”, laberíntica cueva del inframundo donde pululan por ejemplo “los seres de la noche”; pero igual de luces, rascacielos y un mundo social de vértigo y extravío; sede perenne de las instancias de la angustia y el estress, la ciudad de los tiempos actuales es, para los “urbanícolas”, tal vez destino final, un destello de la posmodernidad y al mismo tiempo del surrealismo, pero acaso inevitable y fatal. Nery CORDOVA
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PRODUCCIÓN DE LA VIOLENCIA: Las condiciones estructurales
Por Segundo GALICIA SANCHEZ♣
Introducción Un kilo de cocaína producido en Colombia a un costo de $1,000 dólares, se vende en las principales plazas de Milán, Madrid o Nueva York a $240,000 dólares... No hay producto en el mundo que genere tanta plusvalía (24,000 %)… De ese dinero, entre el 60% y el 70% se lava en el sistema económico legal… Es la cara de la otra globalización. •
Francisco Forgione.
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Sociólogo. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SIN). Miembro del Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS y representante del Cuerpo Académico en consolidación “Sociedad y Cultura” de la misma Facultad. Ha publicado diversos artículos y libros sobre metodología y educación. • Entrevista: Las mafias del mundo, en Aristegui, CNN en español, 15 /2 /2010. Expresidente de la Comisión Antimafia de Italia 9
La violencia siempre ha estado presente en la vida social de México, en algunas épocas en formas tan devastadoras como las guerras de conquistas, las guerras independentistas, las guerras civiles y las revoluciones sociales habidas en la historia del país. Pero pocas veces se han vivido formas y tipos de violencias tan extremas y reiteradas como la violencia que está ocurriendo en la actualidad. Y, lo que es peor todavía, cada día va en aumento la crueldad hasta alcanzar las formas de auténtica violencia terrorista y, al mismo tiempo, se incrementa la frecuencia de los hechos de sangre y de muerte llevados a cabo principalmente por el crimen organizado y por el narcotráfico. Por la cantidad de muertos y heridos pareciera que se viven situaciones de guerra; por los daños colaterales a la vida social, se han generado situaciones de temor e inseguridad que se manifiestan en psicosis colectivas y que amenazan la convivencia de manera permanente e irreversible, cuyas consecuencias se proyectan a muy largos plazos en la vida nacional. El crimen organizado y el narcotráfico han sido objeto de múltiples análisis, se han descrito sus orígenes, sus formas de organización y de operación, pero también se han mencionado sus inmensas ganancias que le dan poder y sustento en magnitudes exponenciales. Se cuentan todos los días los muertos y heridos, se narran los hechos de violencia y se publican todo tipo de imágenes, cada cual más espeluznante, que impactan dolorosamente la conciencia de propios y extraños. No faltan los comentarios de que se trata efectivamente de una guerra y que ésta la va ganando el narcotráfico; también se señala que el gobierno emprendió una guerra por razones políticas, moralistas e ideológicas pero que no consideraron objetivamente las causas reales que están en el origen de la violencia ni sus dimensiones, mucho menos la magnitud de la reacción de la lucha contra el crimen organizado. De los muchos factores que están presente en el origen y desarrollo del narcotráfico, en este trabajo nos vamos a referir solamente a algunos de sus aspectos, tratando de responder una interrogante: ¿Por qué exhibe tanto poder y porqué está sosteniendo una lucha tan violenta y prolongada el narcotráfico en México en general y en Sinaloa de modo especial? La respuesta, en este caso es una hipótesis de trabajo: por las inmensas ganancias que obtiene en la industria de las drogas. Independientemente de que sean ciertas las estimaciones económicas, constituyen una importante hipótesis de trabajo que trataremos de explorar, alejándonos un poco de la casuística y de lo anecdótico para tratar de visualizar las tendencias generales del complejo proceso de la violencia. 10
Una disgresión teórica Establecer los márgenes de ganancia de las organizaciones del narcotráfico es generalmente especulativo por cuanto se desconocen los mecanismos y los montos de sus transacciones, o muy pocos, pero muy pocos, lo saben. Algunas estimaciones permiten afirmar, sin embargo, que el narcotráfico es una actividad económica que logra obtener las mayores tasas de plusvalía de todo el mundo y en todos los tiempos de la historia del capitalismo. Por lo menos así lo afirma un especialista: 24,000 % de plusvalía. Con estas ganancias el narcotráfico adquiere una capacidad de empoderamiento que lo hace prácticamente invencible. Puede desatar y sostener cualquier forma y nivel de violencia, inclusive las guerras y guerrillas, y enfrentarse a cualquier poder, incluyendo el poder del Estado. Así lo ha hecho en otros países y ahora lo está haciendo en México. Para obtener tales ganancias estratosféricas, el narcotráfico y el crimen organizado tienen que operar en todo el sistema económico nacional e internacional, incluyendo las instancias de comercialización, inversión, financiamiento, crédito, ahorros y, desde luego, los mercados. El narcotráfico y el crimen organizado operan en todos los circuitos de la economía legal, es decir, independientemente de su origen ilegal, se lava o se blanquea, es decir se legaliza y adquiere el estatus de actividad legal; respetable, encomiable y hasta digna de admiración. Por todo ello se estima que entre el 60 y el 70 % de sus operaciones pasan por necesidad a través de las instituciones financieras vistas como legales y decentes de los emprendedores exitosos, no obstante que participan y también obtienen sus respectivas ganancias de las actividades del narcotráfico y del crimen organizado. La violencia extrema que vive México no es casual ni casuística y va mucho más allá de lo testimonial y lo publicitado en los medios de comunicación, pues se está tornando una realidad generalizada y está desafiando todos los medios y formas de enfrentarla. Los graves hechos de violencia del país se reconocen como una guerra, en la que la fuerza misma del Estado Mexicano, con todo su potencial de recursos bélicos, logísticos, económicos, estratégicos e inteligencias es desafiado y enfrentado por otra fuerza, la del crimen organizado y el narcotráfico. La beligerancia de la contienda está mostrando que el poder del crimen organizado y el narcotráfico no sólo pueden enfrentar al Estado y sostener cualquier nivel de enfrentamiento, sino hasta derrotarlo en una lucha ya demasiada prolongada que cada día se torna más incierta, a pesar de los discursos oficiales y oficiosos.
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La guerra del narcotráfico ha llevado a la calificación de “Estado fallido”, en tanto que como gobierno no ha podido garantizar las condiciones de seguridad social que es su razón de ser y, por el contrario, las instituciones aparecen como ineficientes y las acciones erráticas en la misma lucha, pero cada vez más comprometidas en situaciones de complicidad. A ello se agrega el clima de impunidad que parece ser la norma generalizada también, al amparo de la cual prosiguen los negocios del narcotráfico con el consiguiente incremento de sus ganancias. Todo ello configura situaciones de ingobernabilidad que ponen en entredicho al Estado mismo, a las autoridades y a la política, a los partidos políticos y a la sociedad misma. Además, la violencia está desafiando las formas de pensarla y analizarla, hasta tal punto que muy pocos se atreven a proponer soluciones o, en todo caso éstas resultan parciales, incompletas y hasta equivocadas. La problemática de la violencia está mostrando que no se dispone del conocimiento adecuado del cual se deriven las estrategias pertinentes para enfrentarla; al mismo tiempo, esta violencia está demostrando que ni las autoridades ni los políticos disponen de los conocimientos para plantear las políticas públicas eficaces de combate a la violencia. También se está exhibiendo el inmenso poder del crimen organizado y las debilidades y contradicciones del Estado y de la misma sociedad civil que asiste, pero también participa, en un proceso social cuyos alcances no puede comprender. El resultado es la inmensa estela de temor e inseguridad que ya se está manifestando en pánicos colectivos y que amenaza a la sociedad en su totalidad. Cuando se trata de analizar la violencia, sobre todo en sus manifestaciones extremas, se recurre frecuentemente a argumentos de carácter moral y de inmediato se cae en calificaciones éticas o ideológicas. También es recurrente se señala la falta de valores y se recomienda enseñar tales o cuales valores en la educación y en la familia como soluciones a la violencia. Desde los púlpitos religiosos proliferan los sermones y se exigen rezos y oraciones para implorar por la paz y tranquilidad de las almas en nombre de algún dios o poder divino. La violencia, sin embargo, crece y hasta pareciera que no hay formas o medios para detenerla, mucho menos para erradicarla de la vida social. ¿Por qué se dan estas situaciones de violencia en la vida de una sociedad? Estructura social y producción de la violencia La violencia en México es de carácter estructural y en tanto tal emerge de la estructura misma de la sociedad, se genera al interior de la vida social y se manifiesta como consecuencia necesaria de las 12
condiciones sociales, económicas y culturales que la producen y reproducen desde hace varias décadas, inclusive siglos, de la historia del país. Que los que participan directa e indirectamente en la producción de la violencia tengan conciencia de ello es otra problemática que en general se desconoce. Como partícipes del proceso social los actores de la violencia, ya sea individual o colectivamente, con toda su subjetividad bien o mal habida, son involucrados por factores que operan desde niveles muy profundos de la estructura social, los cuales condicionan y determinan las acciones y los niveles de conciencia de dichas acciones. Uno de los niveles más profundo de la sociedad está constituido precisamente por los procesos económicos, por la estructura económica de la sociedad. La economía del crimen organizado y del narcotráfico opera utilizando los mecanismos de operación del sistema capitalista y aprovecha al máximo las ventajas que le proporciona la misma globalización del capital, es decir, opera como cualquier actividad económica en la época de la globalización. La razón de ser del sistema capitalista es la generación y la apropiación de la plusvalía. Cuanto mayor es la plusvalía, mayor es la forma de desarrollo del capital, más se consolida el sistema capitalista y mayor es su capacidad de subsumir a los otros subsistemas parciales de la sociedad, bajo sus propias formas y mecanismos de operación. Este proceso ocurre desde el surgimiento mismo del capitalismo y se reproduce de acuerdo a sus propias formas de operación, se extiende, se acrecienta y se intensifica moldeando a la sociedad a su imagen y semejanza. El crimen organizado y el narcotráfico, por lo tanto, no son simplemente problemas superestructurales, es decir, intencionales, morales, ideológicos o espirituales como muchos lo consideran, incluyendo los mismos gobiernos, sean estatales o de la Federación. No son problemas morales, aunque tengan implicaciones éticas en diferentes modalidades y proporciones; no son problemas puramente ideológicos aunque estén retroalimentados por creencias ideológicas de formaciones recientes o ancestrales. No son problemas espirituales, cualquiera sea el significado de espiritualidad, si es de éste o de otros mundos, pero implican intencionalidades, voluntades, creencias, valores y todo lo que se quiera pensar al respecto. No son problemas exclusivamente políticos, aunque involucre y hasta someta a la política de todos los predicamentos, partidos y denominaciones y de todos los niveles; pero claro, cuando mayor es el nivel jerárquico político, mayor es la probabilidad de involucramiento, ya sea por acción, por omisión, por simulación, por conocimiento o por ignorancia. 13
Como estructura económica potente y eficiente, que puede obtener hasta el 24,000 % de plusvalía, el crimen organizado y el narcotráfico se constituyen en un magno poder en toda la sociedad, que es capaz de enfrentar y derrotar a muchos otros poderes. Es capaz de generar un nuevo orden social que garantice su propia reproducción a escala ampliada; por tanto, crear una cultura que le da legitimidad y que lo sustenta ante sus contrincantes. Por eso el crimen organizado y el narcotráfico exhiben su inmensa capacidad de penetración, es decir de corrupción, ante la cual se inclinan políticos de todos los colores y de todos los niveles, incluyendo presidentes de países y gobernadores, diputados y senadores de cualquier procedencia partidaria, jueces de juzgados menores y hasta de cortes supremas, mandos militares y policiales de todos los grados y todas las armas. No pueden faltar, en este breve recuento, porque al fin y al cabo tienen que vivir como simples mortales a pesar de su quehaceres divinos y celestiales, purpurados de las iglesias de todos los credos, quienes no se molestan en preguntar sobre la procedencia de las narco limosnas y distribuyen perdones e indulgencias a estos y aquellos, y a los otros también, en tanto son creyentes y tienen fe, mucha fe. Llega a exclamarse: ¡la fe te salvará! En las condiciones sociales del país, el narcotráfico ha generado y está desarrollando su propia superestructura cultural, y ésta opera a su servicio, como funciona la cultura en cualquier sistema económico. Luego entonces, la cultura del narcotráfico, incluyendo su respectiva moral, ideologías, música, creencias y sensibilidades gustos y diversiones personales respecto de la vida y la muerte, del arte y de la diversión, de la justicia y del delito, de los premios o castigos, de lo bueno y de lo malo, son las consecuencias, no son las causas del crimen organizado y de la violencia. Esta superestructura cultural es necesaria en tanto le proporciona legitimidad, y contribuye a producir y reproducir el narcotráfico y el crimen organizado. Las causas de la violencia del narcotráfico radican, pues, lo cual no es ya ningún descubrimiento, en la estructura económica de la misma sociedad. La estructura económica de México ha venido operando con problemas de crecimiento y de inflación durante los últimos 40 años, es decir, desde 1970 hasta hoy 2010 no ha podido llevar a cabo un crecimiento sostenido y lo pequeño de su crecimiento ha sido devorado por la inflación. Además, la estructura económica ha sido insuficiente para atender el crecimiento de la población en estas últimas cuatro décadas. La desocupación y la pobreza lejos de disminuir han aumentado y los problemas sociales se han agudizado. Estas son las condiciones estructurales de la violencia en el país, independientemente de que se 14
maquillen las estadísticas, se diga que se está abatiendo la pobreza o que se están generando más puestos de trabajo. Evolución general de la economía, México 1958 - 2009 Periodo 1958 a 1970 1971 a 1982 1983 a 1988 1989 a 2009
Crecimiento 6.7 6.3 -0.4 2.5
Inflación 2.8 25.5 86.7 12.9
Fuente: Arturo Damm Arnal, La economía fallida.
La realidad social de México es que exceptuando el periodo 1958 1970, denominado del “Desarrollo estabilizador”, en el cual el crecimiento económico fue superior a la inflación, durante los últimos 38 años el crecimiento ha sido siempre menor que la inflación, lo cual ha venido produciendo mayor pobreza absoluta y mayor pobreza relativa. La desocupación y la pobreza han estado aumentando durante las últimas cuatro décadas, en menor o mayor proporción pero siempre incrementándose, por cuanto, en contrapartida, la economía del país no ha crecido lo suficiente para superar la inflación y para atender las necesidades del crecimiento de la población en este ya largo periodo de crisis recurrentes. El resultado es, estimada también, 60 – 70 millones de pobres y 25 -30 millones en pobreza extrema. México vive una escalada de violencia extrema que es motivo de gran preocupación de todos los sectores sociales, por lo menos de aquellos sectores que no están involucrados directamente en las actividades del narcotráfico; aunque es muy difícil diferenciar dichas actividades como lícitas de las ilícitas por las múltiples versiones, fotografías y sospechas al respecto. La preocupación por los niveles y formas de violencia es creciente y está alcanzando la modalidad de histeria colectiva, por cuanto los hechos de violencia pueden ocurrir en cualquier lugar, en cualquier momento y de cualquier manera; pueden, además, tener las más graves consecuencias. Ante a la intensificación y generalización de la violencia en México y especialmente en Sinaloa son varias las acciones que las autoridades están llevando a cabo, incluyendo las fuerzas armadas, ya sean policía, ejército, marina y aviación, con el propósito de detener o disminuir la frecuencia y la gravedad de las actividades delictivas del narcotráfico y del crimen organizado. La sociedad civil está pagando un 15
alto costo social, económico y psicológico como consecuencia de la violencia. Algunas organizaciones sociales están proponiendo acciones orientadas a enfrentar la violencia con más fuerza y con mayor decisión. Pero la violencia no disminuye y, al contrario, por la cantidad de muertos y heridos, por la crueldad y el derramamiento de sangre, se sabe que cada día aumenta, aunque se diga y se informe oficialmente de lo contrario. Como consecuencia de la violencia son muchas y muy airadas también las protestas de quienes son afectados directamente y es creciente la inseguridad y el temor, que está llegando hasta el pánico, del público en general. Paralelamente, son variadas las propuestas de soluciones, desde las más radicales que incluyen acciones de exterminio de los delincuentes, hasta las más mesuradas que indican acciones a mediano y largo plazo de desarrollo económico, social y cultural. Pero, es necesario reitéralo, en tanto se mantengan o empeoren las condiciones sociales de vida de las grandes mayorías de la población, lo violencia del crimen organizado y el narcotráfico continuará incrementándose, a pesar de todos los esfuerzos por detenerla y no obstante todos los discursos oficiales y las plegarias de la población. De las condiciones sociales que prevalecen en México, la pobreza y la desocupación de amplios sectores de la sociedad son las más sensibles al desarrollo y proliferación del narcotráfico y del crimen organizado. Las mismas estadísticas oficiales informan que la economía del país padeció una contracción de más del 6 % en 2009. Esto se traduce necesariamente en más desocupación y en más pobreza de la población. También se ha denunciado que más de 7 millones de jóvenes constituyen actualmente la generación “ni-ni”, es decir, son lo jóvenes que ni estudian ni trabajan por cuanto no tienen acceso a la educación superior y no tienen posibilidades de encontrar algún empleo. Estas dos condiciones, la contracción de la economía y la disponibilidad de la fuerza de trabajo que constituyen las generaciones “ni-ni” son, o deberían ser, tan espeluznantes como la crueldad de las imágenes que está produciendo la violencia del crimen organizado y del narcotráfico. ¿Qué se puede esperar de la proliferación de la violencia si se mantienen dichas condiciones sociales en el país? De esta interrogante se sigue todavía otra más espeluznante: ¿qué va a pasar en México si esas condiciones empeoran? Las respuestas son, lamentablemente, terroríficas. Necesidad de estudiar la violencia Otras situaciones se advierten también en tan complicado proceso de violencia extrema. Pocas personas o instituciones se manifiestan por el estudio, el análisis y la investigación de los fenómenos que configuran la 16
violencia, para obtener de dichos estudios, conocimientos más ciertos y objetivos de las causas que determinan los comportamientos agresivos y violentos del narcotráfico y el crimen organizado, para conocer más objetivamente los factores reales que intervienen en su desarrollo y proliferación, y en general, para conocer las condiciones sociales, económicas, culturales y psicológicas que están en el origen y en la proliferación de la violencia en México. No obstante, ésta podría ser la forma más idónea de que una sociedad pueda enfrentar con posibilidades de éxito a la violencia del narcotráfico. Los estudios y la investigación de la violencia deberían estar orientados a producir las estadísticas nacionales básicas de las condiciones sociales reales que prevalecen en México, para que las políticas públicas estén sustentadas en referencias sólidas y puedan operar con mayores posibilidades de éxito. Sólo así, con el conocimiento de las causas reales de la violencia y del proceso de su desarrollo, se estaría en condiciones de establecer medidas de políticas públicas más apropiadas tendientes a contrarrestar o inclusive derrotar al crimen organizado en ésta que es, sin duda, ya una guerra de carácter nacional. Lo que se advierte ante el fracaso en las acciones estatales o federales que intentan combatir la violencia es que en realidad se desconocen muchos aspectos que intervienen en la producción y en la intensificación de la violencia. Por ello, aunque se creen y multipliquen los programas de combate a la violencia, mientras se depongan y destituyan autoridades, mientras se prosiga con acciones aisladas, incompletas o simuladas, lamentablemente la violencia seguirá proliferando y asolando a individuos, familias y grupos cada vez más numerosos, pues inclusive se trata ya de masacres que no contemplan ni edad, ni género, ciudad o campo, lugares públicos o espacios privados, ni escuelas, hospitales o instituciones de auxilio como la Cruz Roja. La investigación científica de una problemática tan compleja como la violencia no puede ser realizada por alguna persona, ni siquiera por alguna institución, simplemente con buena voluntad por muy buena que ésta sea. Se requiere de personal altamente capacitado en las diferentes disciplinas sociales, para investigar dicha problemática de modo integral, tanto en sus dimensiones históricas, como en sus manifestaciones presentes, y en sus consecuencias psicosociales, económicas, políticas, culturales y morales que afectan a toda la sociedad. En esta perspectiva es muy lamentable que en los últimos años hayan disminuido las inversiones en algunos aspectos de investigación científico-natural y tecnológica. Pero los responsables de las políticas 17
nacionales no consideran prioritario el gasto en investigación social y se mantienen restricciones o se postergan los apoyos a la investigación social con el argumento de que no hay recursos o estos son escasos. Se piensa que la investigación social no es productiva o es tan ínfimamente productiva que se puede omitir y hasta menospreciar. Es necesario y urgente invertir en todos los aspectos sociales que tienen relación, directa o indirectamente, con el desarrollo económico. Se trata de invertir también en el estudio y la investigación de la problemática social, en la promoción cultural, y en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, porque de todo ello depende la seguridad y la paz social. Por ejemplo, los sectores de jóvenes que integran la generación “ni-ni”, 8 millones aproximadamente, si no encuentran mejores condiciones de vida, si no perciben oportunidades para sus urgentes y crecientes necesidades, serán presas fáciles del crimen organizado que los involucrará de manera casi necesaria. La investigación de la problemática social, como es el caso de la violencia extrema del crimen organizado y el narcotráfico, implica un gasto tan necesario que debería considerarse como inversión prioritaria e incluirse en los costos de toda actividad económica, ya sea del sector público o del sector privado. En la medida que se trate de omitir, disminuir o soslayar esa inversión, será más alto el costo social de combatir la problemática social de la violencia, mayores serán los fracasos de las políticas públicas y mayor será la problemática social. ¡Ah, cuán caro estás pagando, sociedad, el no gastar e invertir en la investigación de la problemática social! ¡Y cuanto más pagarás en el futuro si no atiendes, sociedad, tu propia problemática social! No alcanzarán las cárceles, ni las policías públicas o privadas, ni los ejércitos por muy armados que estén. Tampoco serán suficientes los abogados de pequeños o grandes despachos, ni los jueces, ni los tribunales habidos o por haber. Mucho menos servirán las oraciones y las plegarias, las misas y los valores de las buenas almas. Tampoco será suficiente la riqueza acumulada, bien o mal habida. Como una monstruo de miles de cabezas y extremidades, la violencia puede devorar a sociedades enteras, incluyendo sus estados, sus ejércitos, sus iglesias y sus escuelas. Conclusiones (preliminares) Las causas de la violencia radican en la misma estructura profunda de la sociedad, en su forma de organización y funcionamiento. Esta estructura determina las condiciones sociales estructurales que producen la violencia y ejercen una poderosa influencia en la cultura y en 18
la subjetividad de los individuos, es decir, en los pensamientos, las ideas y creencias de los actores sociales. Por ello, para superar las condiciones sociales que producen la violencia es necesario cambiar las formas de organización y funcionamiento de dicha sociedad y, desde luego, las formas de pensar y de actuar de los individuos. Ello implica generar las condiciones que hagan posible desarrollar la vida de los seres humanos con un sentido de justicia social, con una perspectiva de igualdad y solidaridad. En la medida que la vida de la sociedad implica desigualdad e injusticia, privilegios y exclusiones, la violencia siempre estará presente y explotará en cualquier momento. Cuanto mayor sea la desigualdad y la injusticia, mayor, más extrema y más generalizada será la violencia. En tanto las causas de la violencia radican en la estructura económica y social y en la medida en que una estructura económica propicia la extremadamente desigual distribución de la riqueza y reproduce las condiciones de pobreza y miseria de las grandes mayorías de la población, la violencia tendrá las condiciones necesarias para producirse y reproducirse cada vez a mayor escala. Una cultura que trata de justificar esta situación es, en mayor o en menor medida una cultura de la violencia. Una cultura que simula la justicia engendra necesariamente más injusticia y por ende mayor violencia. Por ello, es absolutamente necesario redoblar el esfuerzo por desarrollar la cultura de la vida, la justicia, la paz y la solidaridad. Por ello mismo, es absolutamente necesario también pronunciarse contra la cultura de la violencia, cuyas consecuencias, más temprano que tarde, afectarán a todos y a toda la vida social. Es necesario, por ejemplo, pronunciarse en contra de la cultura de la violencia que desde los medios de comunicación se difunde impunemente sobre la niñez de prácticamente todo el mundo. Es imprescindible oponerse a la morbosidad de los productores de historias infantiles que pareciera que no encuentran otra cosa con que entretener a los niños que no sea creando, recreando y desarrollando la violencia. Los juegos digitales que se basan en la violencia no dejan de generar violencia y cumplen su función social en relación a la violencia. Toda la cultura del entretenimiento pareciera que está al servicio de la violencia más allá de los ropajes y oropeles de colores y de “acciones extraordinarias” de las historias y de las historietas. Es necesario que los sistemas educativos asuman con mayor esfuerzo el desarrollo de una cultura que propenda el desarrollo de la vida, la justicia y la solidaridad. Es importante que la familia genere un sentido positivo de la vida basada en los conocimientos corroborados 19
objetivamente y no en simples y simplonas creencias de ultra mundos. Pero es importantísimo reiterarlo también que tanto la educación como la familia necesitan tener las condiciones necesarias y suficientes para poder llevar a cabo sus respectivas funciones en la vida social; de lo contrario, el individuo, la familia y la escuela sólo se convertirán en consumidores, en productores y en reproductores de la violencia. BIBLIOGRAFÍA AUYERO, Javier (1993), Otra vez en la vía: Notas e interrogantes acerca de la juventud de sectores populares, Buenos Aires, Espacio. BUNGE, Mario (2008) Filosofía y sociedad, México, Siglo XXI. DAMM Arnal, Arturo (2010), “Economía fallida: las cifras”, en Pulsaciones económicas, Noroeste, México. ELUSTRO, Georgina (2000), Sobrevivir en los Institutos de Seguridad de Menores, En Viva. FERNÁNDEZ, Ana María (1993), Poder e Imaginario social. La mujer de la ilusión, Buenos Aires, Piadós. FORGIONE, Francesco (2008), Ndrangheta La mafia menos conocida y más peligrosa del planeta, España, Destino. FORGIONE, Francesco (2009), Mafia export come'Ndrangheta, Cosa Nostra e Camorra hanno colonizzato il mondo, España, Destino. GRIMA, J. M. y LE FUR, Alicia (1999), Una mirada psicoanalítica. ¿Chicos de la calle o trabajo chico?, Buenos Aires, Lumen/Humanitas. HINTZE, S. y OTROS (1991) Trabajos y condiciones de vida en sectores populares urbanos, Buenos Aires, CEAL. LONDOÑO, Juan Luis; GAVIRIA, Alejandro y GUERRERO, Rodrigo (2000) Asalto al desarrollo: violencia en América Latina, Red de Centros de Investigación, BID LLORENTE, María Victoria (editor), ESCOBEDO, Rodolfo (editor), ECHANDIA, Camilo (editor) y RUBIO, Mauricio (editor) (2002) Violencia homicida y estructuras criminales en Bogotá, Bogotá, Revista Sociologías, 8 RAVELO Blancas, Patricia (coord.), DOMÍNGUEZ Ruvalcaba, Héctor (coord.) (2006) Entre las duras aristas de las armas: violencia y victimización en Ciudad Juárez, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social WIELANDT, Gonzalo (2005), Hacia la construcción de lecciones del posconflicto en América Latina y el Caribe. Una mirada a la violencia juvenil en Centroamérica, Santiago de Chile; CEPAL / ONU, CEPAL Serie políticas sociales.
20
RADIOGRAFIA DE LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL: las “barras bravas” y las muertes
Sebastián SUSTAS♦ Breve arqueología de la violencia en el fútbol. Graves incidentes, hay corridas, enfrentamientos con la policía, disturbios en los accesos, se escuchan disparos, están trepándose al alambrado, el micro fue recibido con piedrazos. Estas frases, pronunciadas en el contexto del mundo del fútbol, hacen referencia a un sentido compartido y construido en común por aquellos próximos a este deporte: la violencia en el fútbol. La problematización de ésta, frente a la reiteración de hechos violentos, ha generado gran interés en actores cercanos al fútbol. Periodistas, investigadores, autoridades oficiales de ♦
Sebastián Sustas, Sociólogo por la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Realiza estudios de posgrado, nivel Maestría, en el área de Generación y Análisis de la información Estadística (UNTREF). Integra el Departamento de Investigaciones de la ONG “Salvemos al Fútbol”. Ha sido coautor de diversos artículos acerca de la violencia en el fútbol y ponente en congresos académicos sobre tal temática. 21
seguridad, directivos de la AFA, de los clubes, jugadores y espectadores, todos tienen algo que decir acerca de la violencia y de las condiciones de su generación. Estos debates toman fuerza cuando los hechos cobran notoriedad, actualizando las disputas en los discursos en circulación. Ahora bien, la violencia en el fútbol entendida como una forma particular de expresión de violencia, se presenta muchas veces en los discursos en circulación y reproducidos por los actores del fútbol como un fenómeno de carácter homogéneo. Muchas visiones acerca de ella toman sólo el crecimiento de los hechos violentos como factor clave para señalar su actualidad, pero no vislumbran explicaciones que permitan la observación de dinámicas diferenciales y que den cuenta de la generación de la violencia en distintas facetas. Por tanto, frente a la actualidad expresada en el crecimiento (en términos numéricos) de los hechos violentos, es necesario ofrecer una mirada que facilite el estudio de la violencia a partir de diferentes lógicas y caracterizaciones que permitan desagregar la supuesta homogeneidad del fenómeno. A partir de la cuantificación de las muertes producidas en el fútbol argentino, se aporta a los esfuerzos realizados para observar el estado de la violencia en el fútbol, dando cuenta de los distintos tipos de violencias y factores que originan el desenlace fatal, y así observar determinaciones que permitan agrupar los casos de acuerdo a rasgos comunes. La irrupción de la violencia es observada como un hecho maldito, anómalo, o por fuera de lo esperable en la lógica del campo futbolístico. La regla, aquello esperable, es que la violencia se mantenga en el ámbito de la escenificación ritual que el fútbol recrea a nivel lúdico en el campo de juego. El traspaso de la violencia por fuera de las fronteras permitidas y delimitadas por las líneas del campo de juego, es un hecho que ha preocupado a investigadores, y que ha generado una especialización del conocimiento y la invención de áreas específicas dedicadas al estudio del deporte en general y del fútbol en particular. Por su notoriedad, la violencia en el fútbol, se sitúa en un espacio de comunicación cotidiano. Muchos de los actores que conforman e intervienen en el fútbol relatan, recrean, y generan posiciones acerca de la violencia y los actos violentos en el fútbol, así la notoriedad de la temática alcanza una circulación mediática generalizada. Sin duda que ese alcance se debe a su carácter público, pero las posturas particulares de algunos actores pueden adquirir carácter de verdad, por el sólo hecho de circular más, con mayor intensidad, o debido a la predominancia de los actores que la han generado. Por ello, todo aporte que intente desmitificar 22
aquellas concepciones de la violencia dadas por verdades unívocas permite comprender en mayor profundidad el fenómeno estudiado. Nota metodológica La fuente utilizada en el presente artículo surge del listado de muertes elaborado por la ONG Salvemos al Fútbol1. Se utilizan para el análisis todas las muertes presentes en el listado mencionado, es decir desde la primera muerte contabilizada en 1924 hasta el presente, excluyendo las muertes correspondientes a la “Puerta 12”. La elección de prescindir de los casos de la “Puerta 12” tiene que ver con el hecho de que, al ser tan numerosa la cantidad, su inclusión en un universo no demasiado grande tendía a desvirtuar la calidad de los datos2. De la violencia espontánea a la violencia institucionalizada A diferencia de las ciencias exactas, es sabido que en las ciencias del comportamiento la búsqueda de leyes generales dista de ser un objetivo primordial. Sin embargo, la búsqueda de factores comunes o instancias similares continúa siendo un factor decisivo para poder dar cuenta de un fenómeno y generar los espacios de reflexión necesarios para una comprensión profunda del objeto de estudio. Ocurre lo mismo con las muertes en el fútbol. Si por un lado, cada muerte nos cuenta una historia -dolorosa por cierto-, y cada una de ellas da cuenta de distintas características, la búsqueda de patrones que permitan agrupar los casos de acuerdo a factores, comunes requiere una cuantificación de los casos que trascienda las particularidades individuales.
1
http://www.salvemosalfutbol.org/listavictimas.htm Desde el Depto. de Investigaciones de la ONG “Salvemos al Fútbol” venimos trabajando junto con el Lic. Uliana y el Lic. Murzi en una serie de informes presentados periódicamente. Uno de los criterios adoptados para hacer lo más fiel posible la percepción de la realidad observable a partir de los datos es excluir los casos de la Puerta 12 por las razones expuestas. 23
2
En el Gráfico 1 se puede observar la evolución de las muertes en el fútbol argentino. Un primer abordaje posible es hacer referencia a aquellas salientes o “picos” que desbordan de forma significativa la evolución de la línea temporal. En tal sentido, observamos el efecto que las muertes por represión policial en el clásico River Plate–San Lorenzo en el año 1944 ocasiona a la curva del gráfico. Una segunda aproximación, es observar tendencias crecientes y decrecientes a más largo plazo. De este modo, podemos observar cómo la evolución se torna constantemente creciente a partir de los años 70s, para luego acentuarse a comienzos de los años 80s. Esta tendencia creciente se mantiene hasta los años 90s, logrando una estabilización en cifras elevadas de muertos durante el siglo XXI. Gráfico 1- Muertes en el fútbol argentino según lustro. Período 1924-2009. 45
40
35
Frecu encias
30
25
20
15
10
Caso Souto 5
0 21 -
25
36 -
40
41 -
45
56 -
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61 -
65
66 -
70
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75
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81 -
85
86 -
90
9 91 -
5
96 -
00
01 -
05
06 -
10
Fuente: Salvemos al Futbol
A partir de la observación del gráfico, podría uno preguntarse ¿Es posible señalar una instancia de quiebre observable en la distribución de las muertes? Es decir, un momento de quiebre que nos permita comprender y situar histórica y contextualmente el aumento de los hechos de violencia con desenlace fatal en los últimos años.
24
En el libro Muerte en la cancha3, Amílcar Romero señala que existe una relación entre la muerte y el fútbol que se mantiene latente desde los orígenes fundacionales del deporte. El fútbol, como instancia deportiva, reproduce ritualmente un enfrentamiento entre oponentes y genera en sí mismo, como sistema conceptual y simbólico, actos violentos que pueden provocar el hecho cumbre de la violencia: la muerte. Esta muerte generada por violencia espontánea, es cualitativamente distinta a la violencia organizada e institucionalizada. Esta última, señala el mismo autor, es la violencia en el fútbol, violencia que rodea el espacio deportivo, y que desde el campo futbolístico es apropiada y resignificada por los barras bravas. Romero señala la muerte de Héctor Souto en el año 19674, como el momento en que la violencia en el fútbol cambia de forma cualitativa. Aunque no es posible observar de forma inmediata a partir del mojón Souto un cambio radical en la forma de la distribución de las muertes, sí es posible observar la tendencia a un crecimiento a largo plazo que se acentúa en los años 80s. En consecuencia, si los valores en la cantidad de muertes desde los años 20s hasta principios de los 70s se mantiene por debajo de las 5 muertes por quinquenio –salvo la saliente señalada de 1944-, y luego se produce un crecimiento constante a partir de lo años 80s, introducir los conceptos de Romero parece pertinente para dar cuenta de la emergencia de un nuevo fenómeno: la violencia institucionalizada en las barras bravas. Es decir, si hay algo que se mantiene constante desde la etapa fundacional del fútbol, es la relación entre fútbol y muerte, sin embargo la violencia sufre cambios cualitativos necesarios de tener en cuenta al momento de investigar los hechos violentos que ocurren y rodean al fútbol argentino. Por lo tanto, diferenciar las muertes según esta división entre violencia espontánea y violencia organizada, permite comenzar a vislumbrar la emergencia de fenómenos con carácter explicativo en que las muertes se enmarcan. El concepto del aguante En su trabajo de investigación Haciendo amigos a las piñas5, José Garriga Zucal aborda el tema de la violencia en el fútbol, entendiendo que ésta es producto de prácticas que van construyendo lazos e 3
Romero, Amilcar, Muerte en la cancha (1958-1985). Ediciones Nueva América. Buenos Aires, 1986. 4 Se puede encontrar información periodística de la muerte del Héctor Souto, en: http://www.salvemosalfutbol.org/hector.htm 5 Garriga Zucal, José, Haciendo amigos a las piñas, violencia y redes sociales de una hinchada del fútbol, Ed. Prometeo, Buenos Aires, 2007. 25
interacciones entre los actores a partir del uso de la violencia, pues ésta no sólo es entendida como práctica, sino como capital simbólico que los hinchas adquieren y utilizan al interior de su grupo y en conexión con otros actores del mundo del fútbol. Esta concepción de la violencia en el fútbol aporta los fundamentos para echar por tierra aquellas concepciones que identifican la violencia con la irracionalidad de los hinchas. A partir de la investigación de Garriga el término aguante permite ser observado como concepto performativo. Es decir, el aguante alcanza materialidad al corporizarse en formas efectivas de prácticas y relaciones particulares entre los miembros de las hinchadas, y pierde así el velo de abstracción en que suelen permanecer los conceptos académicos. La violencia en el fútbol comienza a ser identificada entonces con la cultura del aguante, concepto que remite no sólo a lazos de sociabilidad específicos entre los miembros del grupo, sino al uso y exposición del cuerpo de los hinchas a distintos mecanismos y que tiene como fin la demostración de la tolerancia al sufrimiento y al dolor. Sin embargo, el factor que tiene que ser demostrado continuamente para que el aguante se corporice, es el combate: “sin combate no hay aguante”6. El aguante se disputa sólo en la lucha y la resistencia al dolor, donde los enfrentamientos o combates son las únicas formas de probarlo. La escenificación del aguante conlleva la posibilidad real y efectiva de un enfrentamiento violento, sea frente a hinchas rivales, o incluso en disputas entre partidarios del mismo equipo. A pesar de no haber constituido un objetivo principal de la investigación etnográfica de Garriga, los conceptos surgidos del trabajo de campo y de la publicación de su investigación, permiten agrupar distintos tipos de combates en los cuales se pueden observar grados de aguante. Es decir, enfrentamientos que ponen en práctica la exposición del cuerpo en distintos grados de intensidad, poniendo en escena las ritualizaciones y prácticas del concepto del aguante, y la valoración que los miembros de las hinchadas hacen de él. Así, la violencia institucionalizada u organizada de las barras bravas, encuentra prácticas precisas, observables, y debido al hecho de suponer como instancia final real la utilización de la violencia física, pueden ser observadas a partir de los episodios fatales. Garriga clasifica las acciones violentas en tres tipos: • Combate 6
Alabarces, Pablo y otros, “Aguante” y represión. Fútbol, violencia y política en la Argentina. En Pablo Alabarces (comp.) Peligro de gol. Estudios sobre deporte y sociedad en América Latina. Clacso, Buenos Aires, 2000. 26
• Tirar piedras • Tirar tiros Para los hinchas, la pelea “verdadera” es la que se hace a mano limpia, (…) en estos combates los fierros deben quedar en casa. El combate pone en práctica las acciones sobre las cuales se sostiene el concepto de aguante: la pelea mano a mano y el respeto por lo códigos de honor. Estas características hacen del combate una instancia “reguladora” de la violencia, donde existen límites para la utilización de armas de fuego, y en menor medida, restricciones para las armas blancas. Tirar piedras, representa una instancia donde el aguante se encuentra presente en menor grado, ya que se establece una distancia real entre los contendientes que no permite demostrar con el cuerpo la valentía y el honor. Por último, Tirar tiros, representa una instancia de enfrentamiento donde se sobrepasan los límites que la cultura del aguante establece como fronteras legítimas de la violencia. La utilización de armas de fuego es vista, por las propias hinchadas, como un último recurso, incluso como un recurso no loable y repudiable, sinónimo de cobardía7. En el Gráfico 2 observamos la evolución de las muertes de acuerdo a una reproducción propia en base a las tipologías que surgen de las investigaciones de Garriga. Primero, corroboramos la tendencia constante y creciente en la cantidad de muertes en los años de apertura democrática, e incluso el mojón Souto permite ver un quiebre que va más allá, como indicamos antes, de la mera forma de la curva de frecuencias.
7
Acerca de la estigmatización que las mismas hinchadas hacen de los combates utilizando proyectiles y armas de fuego se puede consultar la investigación de Gil, Gastón Julián, Hinchas en tránsito. Violencia, memoria e identidad en una hinchada de un club del interior. EUDEM, 2007. 27
Gráfico 2- Combate asociado al aguante según lustro. Periodo 1924-2009 18
16
14
12
10
Tira tiros
Mano a mano Tira piedras
(objetos)
8
6
4
Caso Souto
2
0
21-25
61-65
66-70
71-75
76-80
81-85
86-90
91-95
96-00
00-05 Fuente: Salvemos al Futbol
a-Las categorías son una reproducción estadística de las agregaciones definidas por J. Garriga Zucal
Como podemos apreciar en el Gráfico 2, son las muertes producto de enfrentamientos con armas de fuego –Tira tiros-, las que aportan mayor participación relativa en el peso creciente de las muertes en el fútbol. Mientras por un lado el aguante, como discurso y como praxis, permite exponer una dinámica de los usos de la violencia, por el otro, es posible observar que las muertes ocurren por fuera de los usos legítimos que esta cultura hace de la violencia. El empleo de armas de fuego relega a quienes las utilizan como aquellos incapaces de aguantar y soportar con el cuerpo la posibilidad de un combate mano a mano, sin embargo, y a pesar de ello, las muertes se suceden y se incrementan en los lustros 80s, 90s, 00s, y el tipo de enfrentamiento en que suceden estas muertes rompe con aquellos códigos de honor que el aguante hace alarde. Clasificación de las muertes Las categorías reproducidas a partir de los trabajos de Garriga permiten confrontar los supuestos teóricos y los datos observables surgidos de la cuantificación de las víctimas del fútbol. Si por un lado, el término del “aguante” nos abre un abanico reflexivo, por otro lado la categorización de las muertes muestra un quiebre de los supuestos códigos que rigen las conductas violentas en las hinchadas: el aumento y la presencia de las armas de fuego en los enfrentamientos es una muestra. 28
¿Qué otra clasificación es posible para agrupar las muertes, de forma que nos permitan observar las violencias en el fútbol argentino? Recurrimos de nuevo a Romero para exponer un acercamiento a una respuesta. Arriesga una tipología de clasificación, que reproducimos en datos para mirar la potencialidad explicativa de las categorías: • Barras bravas en acción directa • Represión policial • Tumultos y desórdenes varios • Derrumbe de las tribunas Los barras bravas en acción directa, refiere particularmente a la violencia organizada de los hinchas “caracterizados”. Represión policial, son las muertes producto de represión de miembros de las fuerzas de seguridad (policía, gendarmería, etc.). Tumultos y desórdenes varios, es una categoría “otros” que agrupa diversidad de situaciones: accidentes, paros cardíacos, caídas de medios de transporte yendo o volviendo del estadio, etc. Por último, los Derrumbes contabilizan aquellas muertes por caídas y desmoronamientos de las tribunas o gradas de los estadios. En el Gráfico 3, podemos observar como cada categoría señalada se distribuye en el tiempo. La manera de interpretar los gráficos puede realizarse observando las variaciones puntuales y las variaciones de largo plazo con características más constantes. En el caso de la represión policial, observamos dos períodos que concentran el mayor porcentaje de casos de la categoría: los quinquenios 1941-45 y los años post democracia. Luego, la distribución por este tipo de enfrentamiento se mantiene en valores por debajo de una muerte por quinquenio. Los tumultos y desórdenes presentan un pico en los 90s, mientras que el resto de su distribución alcanza cifras mucho más bajas. La categoría barras bravas en acción directa, muestra una sensibilidad con la descripción que el mismo Romero realizó acerca del cambio cualitativo de la violencia. A partir del caso Souto, y más aún con la vuelta a la democracia, las muertes por este tipo de enfrentamiento aumentan notoriamente, confirmando las presunciones del autor que asocian a la organización de las barras bravas como grupo, con el aumento de las muertes en el fútbol.
Tipo de enfrentamiento y los determinantes próximos
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Estas clasificaciones nos acercan a una comprensión de la violencia y sus desplazamientos. Pero no todas las categorías parecen ser sensibles a los hechos de referencia. Si vemos los gráficos expuestos hasta el momento (Gráficos 1 a 3), podríamos llegar a una misma conclusión: el aumento de las muertes se debe a la conformación de las barras bravas como grupos institucionalizados. En el Gráfico 1 la evolución general de las muertes no dista mucho de la evolución de las muertes producto por los barras bravas en acción directa del Gráfico 3, ni tampoco con la evolución de las muertes por tira tiros del Gráfico 2. A nuestro entender, existen dos supuestos que se articulan en las clasificaciones reproducidas hasta el momento: por un lado el término de “aguante”, definido por las investigaciones etnográficas, hace referencia a la violencia espontánea, situada, en el tiempo, previamente al caso Souto. Así, los usos de la violencia espontánea se refieren a códigos de honor que remiten a un pasado “añorado” de violencia romántica. En contraste, la violencia organizada evidencia un cambio cualitativo que se manifiesta en formas particulares de combate, que se contraponen con el imaginario del “aguante” construido y reproducido por las mismas hinchadas. Gráfico 3- Muertes según lustro. Categorías A. Romero. Período 1924-2009 30
25
20
Barras bravas en accion directa Represion policial Tumultos y desordenes varios Derrumbe
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10
5
Caso Souto
0 5 -2 21 19
0 -4 36 19
5 -4 41 19
0 -6 56 19
5 -6 61 19
0 -7 66 19
5 -7 71 19
0 -8 76 19
a-Las categorías son una reproducción estadística de las agregaciones definidas por A. Romero.
5 -8 81 19
0 -9 86 19
5 -9 91 19
0 -0 96 19
5 -0 01 20
0 -1 06 20
Fuente: Salvemos al Futbol
Por ello existe una distribución similar entre las muertes bajo las categorías de Romero y Garriga. La presencia de prácticas violentas que rompen con los límites demarcados por la cultura del “aguante” en las barras bravas, supone un cambio cualitativo en la concepción: sin violencia organizada no hay ruptura de los códigos que regían los combates regulados por el “aguante”, enmarcados en la violencia 30
espontánea del fútbol. Estos agrupamientos no son más que las caras de un mismo fenómeno; por ello, su carácter explicativo puede llegar a ser auto referencial. Nos preguntamos: ¿Es posible que estas evoluciones similares con patrones a largo plazo que se observan constantes y crecientes, diluyan información acerca de fenómenos observables a partir de las muertes? ¿Son estas categorías, estos tipos ideales expuestos, los indicados para dar cuenta del fenómeno multidimensional de la violencia en el fútbol? Si las muertes son el resultado final de una serie de hechos violentos que tienen como expresión un enfrentamiento o combate, las clasificaciones, para remitir concretamente a los hechos en estudio, tienen necesariamente que dar cuenta de las variantes en que estos sucesos de alteridad y confrontación ocurren. De modo que la variable Tipo de enfrentamiento supone una característica que observa precisamente los distintos tipos de enfrentamientos en que las muertes se suceden. Bajo esta perspectiva, se pueden observar en el Gráfico 4 cómo el fenómeno de las muertes por hechos violentos en el fútbol argentino, comienza a mostrar transmutaciones y desplazamientos de la violencia por fuera de las concepciones, hasta no hace mucho tiempo atrás, dadas como certezas al momento de investigar la violencia en el deporte. En los tres gráficos analizados se puede observar un pico de hechos fatales en los años 90s, y luego una estabilización con forma de meseta en valores elevados de casos en el período que transcurre entre fines de los 90s y el presente. Sin embargo, frente a las distribuciones amesetadas de los gráficos previos, el Gráfico 4 permite observar una serie de variaciones que hacen referencia a la emergencia de nuevos fenómenos, antes marginales en la participación como hechos violentos en el fútbol argentino. Se observa cómo varían las muertes de acuerdo al tipo de enfrentamiento en que éstas suceden para poder definir distintos períodos históricos de acuerdo al enfrentamiento predominante. Represión policial: En cuanto a las muertes por represión policial, se observan dos períodos: el inicio de la década del 40, y los años 80s coincidentes con la vuelta a la democracia. Primero, estas muertes exponen el rol de la policía como actor partícipe y generador de hechos violentos que terminan en muerte8. Segundo, los dos períodos poseen 31
características diferenciales, a pesar de enmarcarse en el mismo tipo de enfrentamiento. Las muertes por represión policial de los 40s se circunscriben a un fútbol argentino que vivía una concurrencia masiva de espectadores, donde la policía solía actuar en rol de doble militancia, término acuñado por Romero, a favor del público local. En cambio, las muertes de los 80s, pese al retorno de las libertades democráticas, parecen ligarse con un enfrentamiento a las fuerzas del orden como resabio del poder represivo del Estado militar. Luego del proceso de reorganización nacional, no era difícil identificar para las hinchadas, tanto en los imaginarios colectivos como en el mundo concreto -expresado en la represión-, a la policía como un enemigo a combatir. Entre hinchadas: Las muertes por enfrentamiento entre hinchadas encuentran su punto de crecimiento luego de producido el caso Souto, pero se acentúa el incremento luego de la apertura democrática. Estas muertes se concentran principalmente en el período que comienza a finales de la década del 70 hasta comienzos del presente siglo. Sin duda que la década de los 90s es la que presenta la mayor concentración de muertes, explicadas en gran parte por este tipo de enfrentamiento entre hinchadas rivales directamente involucradas en el partido. Si el crecimiento de esta categoría fue sostenido y creciente hasta alcanzar la cifra de 17 muertes en el quinquenio 1991-95, es notoria la abrupta caída producida en unos pocos años. Hoy, este tipo de alteridad ha disminuido hasta casi no participar en las muertes del último lustro. Las muertes entre hinchadas se reducen drásticamente en el quinquenio 2001-05, momento coincidente de la acentuación del crecimiento de las muertes por enfrentamientos en la propia hinchada, y con una tercera hinchada. Tercera hinchada: Estas muertes presentan la emergencia de un fenómeno relativamente nuevo. Es a partir de los 80s donde comienza un constante aumento de casos de muertes por tercera hinchada. Sin embargo, el pico o nivel máximo es alcanzado en el quinquenio 2001-05. Si las muertes en el fútbol eran posibles de ser localizables en enfrentamientos entre hinchadas, luego del descenso abrupto de casos por este tipo de combate, las muertes por tercera hinchada toman el lugar para explicar el peso mayoritario de las muertes en general. Es decir, se pasa de la identificación del enemigo en el hincha contrario involucrado en el partido, a un hincha ajeno a la instancia deportiva que está teniendo lugar. Un alejamiento, que marca un desplazamiento de la violencia e identificación del otro, en la búsqueda de alteridades en las cuales continuar poniendo en juego la ritualización y la praxis de la violencia.
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Propia hinchada: Es, sin duda, el fenómeno emergente de más notoriedad mediática. Su actualidad no reside en la reiteración de disputas entre miembros de una misma hinchada en el último año, sino en el crecimiento exponencial que ha experimentado este tipo de alteridad en el último quinquenio 2005-10. Su actualidad expone la acentuación del fenómeno de desplazamiento y transmutación de la violencia por fuera del estadio como lugar espacial, por fuera del día del partido como referencia temporal, y sin la necesidad de un otro identificado con un equipo rival para poner en juego la disputa y la praxis de la violencia. Gráfico 4- Muertes por tipo de enfrentamiento según lustro. Período 1924-2009 18
16
14
Frecuencias
12
Entre hinchadas Represión policial Tercera hinchada Propia hinchada
10
8
6
4 Caso Souto
2
0 5 1-2 192
0 6-4 193
5 1-4 194
6 195
-60
1 196
-65
6 196
-70
1 197
-75
6 197
-80
1 198
-85
6 198
-90
1 199
-95
6 199
-00
1 200
-05
6 200
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Fuente: Salvemos al Futbol
Lo que nos permite, en definitiva, el Gráfico 4, es observar cómo las muertes, y con ellas los tipos de enfrentamientos, van mutando y transformando sus fronteras. Como vimos, la violencia no es aquí un atributo propio de ciertos sujetos, sino una característica presente en el fútbol. Y la violencia no se manifiesta de forma homogénea y estable, sino que se desplaza más allá de los límites establecidos por las miradas dominantes u/o oficiales. Una concepción de la violencia que limite su reflexión a conceptos sin asidero empírico, o una concepción totalizadora y no comprensiva de la dinámica del fenómeno, se encuentra limitada para generar conocimiento para esclarecer y ofrecer los marcos a partir del cual construir políticas públicas específicas en el área. Mientras una lectura lineal de los datos, como en el Gráfico 1, nos puede indicar un crecimiento de los hechos violentos que terminan en muerte, la lectura del Gráfico 4 incorpora al análisis una diversificación 33
con contenido explicativo de causas del hecho. Cada una de las lecturas posibles conlleva una concepción particular de la violencia, y con ella distintas propuestas para la aplicación de políticas públicas. La ideología oficial de la violencia y la realidad observable El tratamiento de la violencia en el fútbol por parte de los organismos estatales y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) trabaja sobre la hipótesis del conflicto permanente entre las hinchadas de los equipos que se enfrentan en cada uno de los partidos. Considerando que el enfrentamiento simbólico que ocurre en el campo de juego entre los futbolistas, se trasladará inevitablemente a las tribunas bajo el formato de violencia física entre los hinchas de ambos clubes. En función de este modo de comprender el problema, se despliegan en los estadios y sus zonas de adyacencia, antes, durante y con posterioridad a disputarse el encuentro, un conjunto de dispositivos de carácter espacio/temporal tendientes a evitar el contacto entre ambas parcialidades. Específicamente, en relación a este dispositivo de organización del espectáculo deportivo, hay que señalar que el modelo de “control” de la violencia en el fútbol, expresa un contenido altamente represivo que tiende a la militarización del espacio del estadio. Estructurado de acuerdo a dos pilares básicos, los llamados “operativos de seguridad” tienden por una parte, a la separación de las hinchadas contrarias para evitar cualquier tipo de contacto y convivencia en el espacio, y por otro, al control e individualización permanente de los hinchas. Sin embargo, la perspectiva brindada por el análisis de la violencia a partir del Gráfico 4, nos ha permitido detectar un nuevo fenómeno que produce un cuestionamiento profundo de la modalidad actual de organización del espectáculo deportivo. El fenómeno se refiere al crecimiento exponencial ocurrido durante los últimos diez años, en donde las muertes sucedidas entre miembros de una misma hinchada o con una tercera hinchada se han incrementado de manera notable. Es decir, las muertes han dejado de suceder sólo en peleas entre hinchadas de equipos rivales, siendo éste el supuesto básico que estructura los operativos de seguridad en los estadios, aumentando en cambio las muertes producidas en enfrentamientos entre hinchas de equipos no involucrados directamente en el partido y entre miembros de una misma hinchada. La violencia en el fútbol toma notoriedad y actualidad en cada nueva actualización de hechos violentos, y sobre todo cuando se produce alguna muerte. Frente a esta repercusión mediática, la lectura oficial de la realidad se centra en poder disminuir numéricamente la cantidad efectiva 34
de muertes adjudicadas al fútbol. Como hemos señalado, la visión oficial no contempla muertes por fuera de los márgenes de los operativos de seguridad, sobre todo si se producen entre miembros de una misma hinchada. Aquellas muertes del fútbol que se producen por fuera de las fronteras visibles del mapa estatal de la violencia, tienen el riesgo de caer en la criminalización, y así diluirse el sentido social en el cual se gestaron. Este es el mecanismo por el cual los encargados de la seguridad alcanzan la meta de disminuir las muertes: adjudicándoselas a hechos criminales comunes. Sin duda, que esta clasificación no es inocente, y supone, sobre todo, un impedimento, que a nuestro entender, descansa en los límites que la concepción de la violencia oficial posee. Conclusiones Reflexionar sobre la violencia en el fútbol requiere adentrarse en la problemática, discernir las características del fenómeno, y observar sus transmutaciones y dinámicas. Ya que la violencia, lejos de ser un fenómeno estático, se presenta y manifiesta de diversas formas. En tal sentido, la propuesta de realizar un estudio de las muertes desde distintas formas de agrupación es enriquecedora en los sentidos señalados. Los números, -la interpretación de ellos-, dista de ser una empresa inocente, y la exposición de distintas caracterizaciones de las muertes desnuda los conceptos sobre los cuales es percibida e interpretada la violencia. Los agrupamientos analizados nos permiten observar distintas facetas de un mismo fenómeno. Por un lado, el concepto introducido por Romero del cambio cualitativo de la violencia, permite encontrar una instancia no sólo conceptual, sino histórica donde situar un quiebre interpretativo de las muertes en el fútbol. Por otro lado, los conceptos de Garriga permiten incorporar al análisis, no sólo los usos y relaciones que se generan alrededor de la violencia como capital simbólico, sino los defasajes entre la representación de la violencia que las propias barras construyen de ella, frente a la puesta en escena efectiva de la violencia en que las muertes se producen. Es decir, exponer como un imaginario de la violencia puede aún descansar sobre los supuestos de la cultura del aguante enmarcada en la violencia “romántica”, mientras las muertes producto de combates se producen bajo prácticas que han traspasado los límites que los imaginarios continúan reproduciendo. La variable tipo de enfrentamiento permite complementar o superar algunas limitaciones presentes en los agrupamientos antes analizados. Sus virtudes descansan en la capacidad para dar cuenta del cambio cualitativo de la violencia, es decir la emergencia de las barras bravas como grupo institucionalizado de hecho en el campo futbolístico, pero al mismo 35
tiempo poner a la vista la dinámica que rige los hechos fatales. En tal sentido, fenómenos como los enfrentamientos con terceras y en la propia hinchada emergen de la invisibilidad. Perspectiva ideológica En muchas ocasiones, se suelen identificar los hechos de violencia en el fútbol como la confirmación sintomática del grado de violencia en que una sociedad está subsumida. En tal sentido, el fútbol, como una actividad dentro de ella, no puede aislarse de la violencia endémica que lo rodea, y la expresión que irrumpe de forma visible con heridos y muertes, confirmaría el grado de decadencia de esa sociedad en particular. La presentación intencional de esta perspectiva permite abrir ciertos debates: el fútbol no sólo adquiere autonomía a nivel espectáculo masivo y mercantilizado; es en sí mismo un campo con sus discursos y sentidos propios, creador y formador de identidades, y lugar de disputa por la significación de valores. El fútbol así entendido, permite la creación y reproducción de relaciones sociales no posibles de realizarse en otra esfera de sociabilidad. De manera que el fútbol se encuentra estrechamente ligado a la sociedad que lo rodea. Empero, tanto como perspectiva de acción o de reflexión, es necesario otorgarle un carácter propio y autónomo para particularizar las demandas por la implementación de políticas públicas orientadas al campo deportivo, en específico al campo futbolístico. La violencia en el fútbol, más que hablarnos de una violencia presente en la sociedad nos indican de forma carnal y efectiva, las distintas luchas que en el seno de lo futbolístico se desarrollan. En su carácter autónomo reside la posibilidad de acción y reflexión concreta, sin relegar las posibilidades reales de transformación que estas actividades conllevan. Confinar los hechos violentos en el fútbol a una presencia sintomática de una “violencia mayor” que la contiene, puede llevar a la inacción y a la pérdida de una instancia específica para la transformación de un espacio de carácter público. Destacamos dos conclusiones principales: • Resulta improbable que una estrategia de control de la violencia en el fútbol, asentada en exclusivo en una constante militarización del estadio y en un permanente control social y represión sobre los hinchas, logre evitar situaciones de violencia que son expresiones de la cultura. Las estadísticas sobre muertes en el fútbol demuestran el rotundo fracaso de este tipo de políticas y estrategias de intervención. • Por otra parte, aunque se considerara adecuada este tipo de estrategias asentadas en la represión, militarización de espacio del estadio 36
y control permanente de los hinchas, el incremento de las muertes producidas por enfrentamientos en momentos y lugares en donde los operativos de seguridad no lo contemplan, demuestran como mínimo, la deficiencia, ineficacia e irracionalidad en el diseño de este tipo de políticas en la lucha contra la violencia en los estadios. BIBLIOGRAFÍA Alabarces, Pablo y otros, “Aguante” y represión. Fútbol, violencia y política en la Argentina. En Pablo Alabarces (comp.) Peligro de gol. Estudios sobre deporte y sociedad en América Latina. Clacso, Buenos Aires, 2000. Garriga Zucal, José, Haciendo amigos a las piñas, violencia y redes sociales de una hinchada del fútbol, Ed. Prometeo, Buenos Aires, 2007. GIL, Gastón Julián (2007) Hinchas en tránsito. EUDEM, Mar del Plata. Romero, Amilcar, Muerte en la cancha (1958-1985). Ediciones Nueva América. Buenos Aires, 1986. • http://www.salvemosalfutbol.org/investigaciones.htm • http://www.efdeportes.com/efd129/el-caiman-berlusconi-poder-show-yfutbol.htm • http://www.efdeportes.com/efd121/copa-del-mundo-1978-laconstruccion-mediatica-de-un-estilo.htm • http://www.efdeportes.com/efd132/violencia-y-muertes-en-el-futbolargentino-estadistica.htm
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DINAMICA DE LOS ENFRENTAMIENTOS y los desplazamientos de la transgresión
Sebastián Sustas (UBA / UNTREF) Diego Murzi (UBA)♦ Santiago Uliana (UBA / UNTREF)♣ Caracterización de los enfrentamientos Los hechos de violencia en el fútbol que tienen como desenlace final muertes, suelen ser asociados en los medios de comunicación a enfrentamientos entre hinchadas partidarias de equipos que disputan el Diego Murzi estudió la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos
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Aires, institución de la cual es investigador. Se encuentra adscrito al Instituto Gino Germani (UBA). Integra el Departamento de Investigaciones de la ONG “Salvemos al fútbol”, y se especializa en temas de deporte, violencia e identidad. ♣ Santiago Uliana también es sociólogo. Estudia un posgrado actualmente en la Universidad de Buenos Aires, institución de la cual es catedrático e investigador. Ha publicado varios artículos sobre la violencia en el futbol. 38
juego. Este tipo de explicaciones sostiene que producto del carácter irracional de los miembros de las hinchadas, el espacio del campo de juego donde se da la contienda deportiva entre los dos equipos, es desbordado para instalarse en las tribunas, produciendo un enfrentamiento físico entre los hinchas de los dos equipos. Esta interpretación dominante, entiende que la violencia en el fútbol, es el resultado natural de la transmutación de dos hinchadas partidarias de equipos diferentes, que convertidas en enemigos expresan una linealidad que sólo conduce a la violencia como forma única de dirimir la contienda entre partidarios de los equipos enfrentados deportivamente. Sin embargo, diversos estudios etnográficos1 han aportado un análisis muy rico acerca de valores y significados que la violencia tiene para las hinchadas, derribando este tipo de interpretaciones de sentido común, que equipara violencia con irracionalidad y barbarie. En concordancia con estas visiones los operativos de seguridad en los estadios, a cargo de los organismos de control estatal, operan teniendo como supuesto la identificación de los miembros de las hinchadas como sujetos movilizados por su condición de anormalidad, irracionalidad y violencia. Para estas visiones el enfrentamiento entre las hinchadas es el desenlace natural y esperable de la rivalidad deportiva que supone el fútbol como deporte. Por lo tanto, esta concepción ideológica de las hinchadas y los hechos de violencia, constituye un soporte que estructura la implementación de distintas medidas de carácter sumamente represivo, en este marco se alinean por ejemplo distintas medidas como: accesos a los estadios diferenciados para las hinchadas, el traslado por calles distintas tanto en el ingreso o egreso a los estadios, las divisiones de las tribunas y la permanencia de hasta veinticinco minutos de la hinchada local dentro del estadio hasta la completa evacuación del público visitante. Con el objetivo de poner en cuestión estas interpretaciones y discursos dominantes sobre la violencia en el fútbol, serán presentados un conjunto de datos de carácter estadístico, que aportaran además la posibilidad de aislar nuevos fenómenos para profundizar el entendimiento sobre la temática. Las estadísticas nos permiten observar cómo se distribuyen las muertes según la variable Tipo de enfrentamiento en que sucede la muerte. Esta variable pone de manifiesto el tipo de enfrentamiento que produce el desenlace final de muerte, y subyace a su operacionalización 1
Garriga Zucal, José, Haciendo amigos a las piñas, violencia y redes sociales de una hinchada del fútbol, Ed.Prometeo, Buenos Aires, 2007. 39
una suerte de lógica de enfrentamiento real y físico entre dos o más individuos. En tal sentido, se observa que la categoría que tiene una mayor participación es “entre las hinchadas” con un 47%, valor que hace referencia a los enfrentamientos entre aquellas hinchadas donde sus respectivos equipos se encuentran disputando un juego. Luego le sigue con mayor participación “enfrentamiento con una tercer hinchada” 23%, “represión policial” 16%, y por último, “pelea interna entre miembros de la propia hinchada” agrupa al 14% de los casos restantes. Los enfrentamientos en que se producen las muertes en el fútbol no se reducen al enfrentamiento entre las hinchadas rivales involucradas en el juego. Enfrentamientos con terceras hinchadas, enfrentamientos dentro de la propia hinchada y enfrentamientos con la policía conforman diferentes realidades en las que se producen muertes. En anteriores trabajos2 expusimos la creciente importancia de algunas categorías y su mayor participación, las posibles de observar diacrónicamente. Así, nos proponemos realizar una descripción para observar cómo se distribuyen las muertes en cada categoría de enfrentamiento, y así aportar a la interpretación de los factores de las distintas violencias. Muertes en la propia hinchada: violencia y socialización. En su trabajo de investigación Haciendo amigos a las piñas3, José Garriga Zucal aborda el tema de la violencia en el fútbol, entendiendo que esta es el producto de prácticas que van construyendo lazos e interacción entre los actores a partir del uso de la violencia, pues ésta no sólo es entendida como práctica sino como capital simbólico que los hinchas adquieren y utilizan al anterior de su grupo y en conexión con otros actores del mundo del fútbol (ejemplo dirigentes). Esta concepción de la violencia aporta los fundamentos necesarios para dar por tierra con aquellas concepciones que identifican la violencia con la irracionalidad. En tal sentido, los datos obtenidos en relación al crecimiento de la violencia entre miembros de una misma hinchada, se alinean con las hipótesis de Garriga Zucal. Existen datos que nos permiten observar la evolución de las muertes producidas por enfrentamientos en la propia hinchada a lo largo de los años. Cabe remarcar, que si bien nuestro punto de inicio para estudiar el fenómeno de la violencia es el año 1966, se 2
Murzi, Sustas y Uliana, “La fiesta empañada: análisis de los factores de muerte y violencia en el fútbol argentino”, inédito, 2009. 3 Garriga Zucal, José, Haciendo amigos a las piñas, violencia y redes sociales de una hinchada del fútbol, Ed.Prometeo, Buenos Aires, 2007. 40
puedo detectar que el primer caso producido por este tipo de enfrentamientos data del lustro 1981-1985, de ahí en más sucede un crecimiento exponencial de la evolución de este tipo de enfrentamiento durante el último lustro, o cual nos permite concluir que la participación creciente de los enfrentamientos entre miembros de la misma hinchada como factor desencadenante de muertes expresaría la idea de Garriga Zucal que la violencia es una forma de relación social al interior de este tipo de grupo, y por tanto lejos estaría de ser una práctica irracional. A continuación es posible observar donde suceden las muertes cuando son producto de enfrentamientos entre miembros de la propia hinchada. Casi 1 de cada dos muertes (44%) ocurren en la categoría “otro lugar”. Si bien esta categoría incluye muertes sucedidas en diferentes lugares, que no son posibles de ser incluidas en las categorías restantes, su valor conceptual reside en la capacidad para dar cuenta del traslado del fenómeno de la violencia por fuera del ámbito geográfico considerado natural para las fuerzas y organismos de seguridad encargados de prevenir y controlar la violencia en los estadios. Las muertes que aquí analizamos son producto de enfrentamientos entre miembros del mismo grupo, es decir donde no existe la presencia de un otro que pueda ser el depositario del odio que es generado por el juego y la presencia del rival en la otra tribuna. Este fenómeno expone la existencia de una serie de relaciones entre miembros de un mismo grupo a través de prácticas violentas, donde los tipos de socialización creados se sustentan en el manejo y uso de este capital simbólico compuesto por violencia. Las concepciones que sustentan el proceso de militarización de los estadios amplían las zonas de implementación de la seguridad así entendida, tanto geográfica (espacial) como temporalmente. La principal carencia se encuentra a nuestro entender en la dificultad para comprender la violencia como un fenómeno de índole relacional. El inconveniente no son los lugares o tiempos en relación al desarrollo del partido, sino la forma de relación que se establece como legítima entre los miembros de las hinchadas. El conflicto, en estos grupos, se resuelve muchas veces por demostración real y concreta de la violencia, estas muertes aquí analizadas son la muestra de ello. El control y militarización de los estadios es sin duda una expresión de la concepción que los encargados de la seguridad en los eventos deportivos tienen de la violencia. La pérdida del espacio público en los estadios es la contra cara de esta visión, y la efectiva perdida de la participación de espectador-ciudadano en la circulación del espacio 41
público del estadio el efecto más negativo para la democratización espacial y social del fútbol. Apuntar a transformar los vínculos entre los grupos para que los conflictos no se diriman a través de la violencia puede ser una respuesta posible que requiere repensar los modelos de seguridad en los estadios, y sobre todo una revisión integral de las políticas públicas sociales. Muertes por terceras hinchadas: el desplazamiento del fenómeno. El fenómeno de los enfrentamientos con hinchadas que no están involucradas de forma directa en el juego tiene su primer caso durante el lustro de los años 1981 y 1985. Este tipo de enfrentamiento supone que una tercera hinchada, que no forma parte de la rivalidad generada durante el transcurso de un juego de fútbol entre dos equipos, se involucra de alguna manera en la confrontación violenta. Si por un lado, los enfrentamientos entre las hinchadas son vistos como la prolongación natural o lógica de una disputa entre dos equipos, la aparición de una tercera hinchada en el conflicto, sin que haya una participación en el juego del equipo al que representan, rompe con los conceptos que se sustentan en esta forma de concebir la violencia. Por ello, este fenómeno de las muertes producto de un enfrentamiento con terceras hinchadas nos habla quizás de un fenómeno de desplazamiento de la violencia por fuera de los límites contemplados como naturales. Como hemos podido observar, los operativos de seguridad suelen delimitar ciertas zonas del estadio y sus adyacencias, como las áreas de mayor conflictividad. Esas zonas son las que consideran naturales para este tipo de hechos, es por ello que la llegada a los estadios se encuentra cercada de forma tal de dividir a los hinchas. Sin embargo las muertes producto de estos enfrentamientos comienzan a desplazarse fuera de las fronteras visibles y controladas por los organismos a cargo de la seguridad. El siguiente gráfico nos muestra como se distribuyen porcentualmente las muertes por este tipo de enfrentamiento con terceras hinchadas según lugar del hecho, es decir una variable que nos indica el lugar geográfico donde ocurre la muerte. Medidas paliativas como extender las zonas de peligro, es decir aumentar las áreas de vallado y control, como así extender el horario de estos controles se vislumbra como la única solución posible bajo esta óptica oficial de comprensión de la violencia. Sin embargo, sumado a la sostenida y creciente participación de este tipo de enfrentamiento en las muertes del fútbol, estas medidas no pueden lograr frenar el desplazamiento de la violencia por fuera de los márgenes visibles del mapa estatal. Si sumamos las categorías “en otro 42
lugar”, “en viaje” y “festejos callejeros” se puede explicar 78% de las muertes totales por este tipo de enfrentamiento, es decir casi 4 de cada 5 muertes. Estas categorías, más allá de las características diferenciales que poseen, dan cuenta de un mismo fenómeno, el traslado de la violencia por fuera de las áreas visibles a los controles oficiales. Hemos visto cómo se distribuyen las muertes por los enfrentamientos con terceras hinchadas por el tiempo en relación al partido, es decir nos permite observar este fenómeno en relación temporal con el juego en disputa. Se aprecia como el 67% se concentra en la categoría “después del partido”, siguiendo en orden de importancia “sin jugarse el partido” con un 22% y finalmente “antes de partido” con un 11% de la participación total. Estas variables temporales y geográficas, lugar del hecho y tiempo en relación al momento del partido, nos permiten observar como el fenómeno desborda las lógicas que contemplan a la violencia como un hecho estático. Los intentos por encauzar las violencias en las zonas del estadio y las adyacencias visibles a los organismos de seguridad ve disminuido sus éxitos en el descenso de los indicadores sobre violencia sino puede contemplar y percibir el carácter dinámico y relacional de la violencia en el fútbol. En cuanto a las muertes por enfrentamiento con terceras hinchadas según localidad, se puede apreciar que la mayor participación corresponde a las localidades de “Capital” y “GBA”, quienes sumadas alcanzan el 58% de los casos. En orden de importancia continua “S.M.de Tucuman” con un 15%, al igual que la categoría “Otras” que agrupa diversas localidades dispersas sin ninguna significación que aporte al estudio del fenómeno. “Mar del plata”, “La Plata” y “Mendoza ciudad” concentran cada una el 4% del total de casos restantes. Sin duda, que la presencia de una cantidad significativa de equipos del fútbol en Argentina en el área metropolitana (Capital + GBA), puede explicar el hecho de que casi 3 de cada 5 muertes ocurran en esta área geográfica. Sin embargo, aunque puede aportar a la comprensión del fenómeno, la concentración de los equipos y estadios de fútbol en el AMBA no es razón suficiente para dar cuenta de la dinámica de la violencia en el fútbol. Las muertes producto por enfrentamiento con una tercera hinchada representan el 23% total de las muertes en el fútbol. Sin embargo su participación no fue constante longitudinalmente, sino que por el 43
contrario pudimos observar como este fenómeno comienza en el lustro 81-85 con una escalada constante de crecimiento, este tipo de muertes ha cobrado cada vez más notoriedad y mayor participación en la violencia en el fútbol. Como fenómeno emergente, este tipo de enfrentamiento posee características diferenciales que demandan una compresión asimismo diversa de la violencia y las causas de su dinámica. Frente a un crecimiento sostenido de estos tipos de muertes durante los últimos 25 años, los operativos de seguridad mantienen una misma lógica para el tratamiento de la violencia. La militarización de los estadios ha comenzado a extenderse llevando al extremo el control del estadio y las inmediaciones del mismo con cantidades de efectivos de las fuerzas de seguridad que en ocasiones superan los mil, sin embargo las situaciones de violencia desbordan por mucho los márgenes no contemplados por los organismos de seguridad. Como pudimos observar, estos enfrentamientos se concentran en lugares por fuera de los controles de seguridad, por ejemplo en viajes al o desde el estadio, o en otros lugares varios. Asimismo, observamos que temporalmente la violencia se extiende mas allá de los límites ya extensos y ampliados de los operativos, los hechos de violencia continúan concentrándose una vez finalizado el juego. Es por ello que frente a esta situación donde la lógica que guía la implementación de los operativos de seguridad, se sostienen en una mirada de la violencia como acto irracional producto de la transmutación del contrincante en enemigo, nos preguntamos, ¿Son una solución posible estos controles así implementados? Estas medidas no evitan la violencia, sino que sólo logran desplazarla espacial y temporalmente. El fracaso reside sobretodo, desde nuestra óptica, en la imposibilidad de entender los enfrentamientos en general, y los de una tercera hinchada en particular, como una manifestación de relaciones y formas de asociación por medio de la violencia como capital de sentido y acción. Conclusiones Los datos producidos en el presente trabajo nos conducen a presentar dos conclusiones principales referidas al tratamiento que los diferentes actores involucrados en el mundo de fútbol (AFA, fuerzas policiales y organismos estatales de seguridad) dan a la problemática de la violencia. Estas conclusiones de carácter crítico, se dirigen fundamentalmente a cuestionar en términos conceptuales, pero también de eficacia, los así llamados “operativos de seguridad”, como formas adecuadas para controlar y disminuir los niveles de violencia en los estadios de fútbol argentino. 44
1. Resulta improbable que una estrategia de control de situaciones de violencia en el fútbol, asentada exclusivamente en una constante militarización del estadio y en un permanente control social y represión sobre los hinchas, logre evitar situaciones de violencia que son expresiones de la cultura. 2. Por otra parte, aunque se considerara adecuada este tipo de estrategias asentadas en la represión, militarización de espacio del estadio y control permanente de los hinchas, el incremento de las muertes producidas por enfrentamientos entre miembros de una misma hinchada o con una tercera hinchada en momentos y lugares en donde los operativos de seguridad no lo contemplan, demuestran como mínimo, la deficiencia o ineficacia en el diseño de este tipo de políticas en la lucha contra la violencia en los estadios. La creación de la variable “Tipo de enfrentamiento” nos permite observar una distribución diferencial de los casos en las categorías que la conforman. Esta variable, en términos prácticos, nos muestra la dinámica y emergencia de nuevas manifestaciones de la violencia. El aumento en los últimos veinte años en la participación de las muertes en las categorías “propia hinchada” y “tercera hinchada” requiere una mirada que contemple posibles cambios en la lógica de la violencia. En este sentido, concluimos finalmente, que la creciente y sostenida participación de las categorías “propia hinchada” y “tercera hinchada” en las muertes en el fútbol argentino se debe a un desplazamiento del fenómeno de la violencia tanto temporal como espacial. La imposibilidad de observar el cambio en la dinámica y emergencia de nuevas manifestaciones de la violencia por parte de los organismos a cargo de la seguridad en los eventos deportivos permite que la cantidad de muertes del “fútbol” se mantenga constante a través de los años a pesar de los esfuerzos y éxitos relativos en algunas medidas puntuales. Las muertes, como observamos anteriormente, logran traspasar (temporal y espacialmente) más allá de lo límites observables de la seguridad estatal, y sin un replanteo conceptual acerca de las concepciones de seguridad y violencia en el fútbol así continuarán sucediéndose .
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MIGRANTES MEXICANOS y los orígenes del fútbol en Estados Unidos Arturo SANTAMARÍA GÓMEZ♣ El fútbol llegó a Estados Unidos por Nueva York, al igual que los inmigrantes europeos del siglo XIX y principios del XX, pero el practicado por los mexicanos llegó por Texas y California a principios del XX, en los años finales de la Revolución Mexicana. Los periódicos de San Antonio, Texas, por lo menos desde 1919 ya informaban de una Liga Mexicana de Fútbol en esa ciudad, y de otra, probablemente anglosajona, fundada en 1910. La Liga Mexicana inició ♣ Doctor en Sociología. Miembro del SNI. Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales. Es Integrante del cuerpo académico consolidado “Movimientos migratorios y desarrollo regional”. 46
probablemente sus actividades en octubre de 1919 porque en enero de 1920 se desarrollaban los juegos finales. Decía el periódico San Antonio Light, 6 de octubre de 1920: “Empieza la temporada de fútbol. Dos encuentros matutinos iniciarán el circuito mexicano”. “La Asociación Mexicana de Fútbol oficialmente iniciará su temporada el domingo en la cancha del Parque San Pedro cuando los Tigers y Anahuacs se enfrenten a las nueve de la mañana, y los equipos de la Ambulancia de Guerra y el Victoria lo hagan a las once”. Dos clubes más, el Atlas y el Monterrey, completaban la liga. Una liga adicional era la San Antonio Soccer Association, la cual contaba, entre otros equipos, al México y al Álamo. La liga de San Antonio incluía equipos tanto mexicanos como anglosajones: México, Álamo, Germania y Sr. John´s Seminary. El Club México había sido el campeón de la temporada anterior, pero también sostenía juegos de pretemporada con los equipos de la otra asociación. Estas ligas lograron sostenerse a lo largo de las siguientes dos décadas, e incluso incorporaron a otros clubes como Anico, Independents y Jóvenes Mexican Soccer ( San Antonio Light, 18-XII- 1928, y San Antonio Express, 20-X- 1937). San Francisco fue la cuna del fútbol en California entre 1902 y 1903, pero no hay evidencias de que haya habido clubes mexicanos en la liga fundadora. Dice The Tribune Page of Sport´s, el 17 de marzo de 1910 sobre los orígenes del balompié en el estado dorado: “Es extremadamente desafortunado que cuando el fútbol ha empezado a enraizarse como un deporte popular en California haya surgido la disensión que amenaza la organización creada hace siete u ocho años”. “La asociación ha tomado en cuenta que el lugar de nacimiento del fútbol en California es la ribera del este de la bahía de San Francisco y que sus más ardientes promotores en sus primeras etapas fueron residentes de Oakland y Alameda. Los primeros clubes de fútbol en el estado se organizaron en estas dos ciudades.” Ellos fueron el Adbion Rovera y The Vampires. En Los Ángeles, al sur del estado, para 1926 ya había equipos de fútbol “hispanos”, así llamados por el periódico La Opinión (25-IX-1926) y no mexicanos, como lo hacía el diario la Prensa, en San Antonio, 47
Texas, en la misma década. Una nota deportiva de la anterior fecha decía: “El Club representante de las colonias Española e Hispanoamericana es el América F.C. (antes Hispanoamericano) que se medirá con el potente equipo inglés “Rangers F.C.”, uno de los mejores equipos de esta ciudad”. Desde que se empezó a practicar el fútbol en las ciudades con población mexicana en Estados Unidos, los inmigrantes suelen nombrar a sus clubes con los nombres de sus pueblos de origen o con los nombres de equipos profesionales de México. Su deseo de preservar la identidad de origen, tanto local como nacional, los impulsa a hacerlo, y el fútbol es el vehículo que utilizan. Prácticamente a lo largo de un siglo lo han hecho del tal manera. Por tal razón, es posible que el “América F.C” fuera bautizado para identificarse con el club mexicano que, en esa misma década, había adquirido fama y prestigio por los campeonatos ganados. El nombre, por otra parte, coincidía con el que de manera abreviada es utilizado en Estados Unidos por sus propios ciudadanos y los inmigrantes europeos y asiáticos para identificar a esta nación: América. La combinación de jugadores españoles y mexicanos, común en los equipos de México hasta la década de los cuarenta, también se reproducía en Los Ángeles. Al igual que en varias ciudades de la República Mexicana, los españoles en Estados Unidos eran importantes impulsores del balompié. En San Antonio, quizá porque había más equipos y la cantidad de jugadores no era abundante, los equipos con nombres mexicanos, como el Nacional. Monterrey, Anáhuac, y México F.C., contaban en sus filas jugadores europeos, tales como Hessford y Franz ( La Prensa, 25-II-1932), aunque su liga se llamaba Asociación Mexicana de Balompié, a diferencia de la que había en Los Ángeles, con nombre en inglés: Southern California Soccer League. Es evidente que en la década de los veinte del siglo pasado había más equipos mexicanos en San Antonio que en Los Ángeles. La explicación reside en que, para entonces, esa ciudad albergaba una población mexicana más numerosa que en la urbe angelina, tanto nacida en Texas como al sur de la frontera. El equipo México F.C. había sido campeón de San Antonio y del estado de Texas en 1930 y 1931, y lo volvería a ser en 1932. A pesar de ello, los reporteros deportivos de La Prensa le criticaban que no se prepararan más profesionalmente. La observación la hacían extensiva a otras prácticas deportivas de los mexicanos. A esas alturas, los deportes ya tenían un importante rango en el sistema educativo y la cultura estadounidense anglosajona, por lo que su capacitación sistemática estaba muy generalizada. A juicio de los 48
periodistas de La Prensa los deportistas mexicanos todavía no le daban la misma importancia. “El México…siguiendo su vieja costumbre, realiza cortas prácticas de entrenamiento de vez en cuando, pues se considera invencible. Lo único que sí aseguramos al “México” es que si en los días que faltan para el partido (final) sus jugadores no se entrenan como es debido sufrirán una tremenda sorpresa al ver que el campeonato de las ciudades y el derecho de participar en el torneo por el campeonato del Estado se escapa de la mano, únicamente por su apatía y falta de amor al entrenamiento”. (8-III-1932). Esta observación no fue del agrado de numerosos aficionados porque escribieron cartas al periódico quejándose de la crítica. El periodista les replicó: “Nuestros atletas, por regla general, no conceden al entrenamiento la atención que verdaderamente requiere, lo que es muy lamentable. Conocemos innumerables casos de atletas hispanos que se han rebelado abiertamente contra los procedimientos americanos de la preparación que, que si bien a veces resultan un tanto estrictos y fuertes, son indudablemente el producto de la experiencia de los magníficos entrenadores que encontramos en este país”. “Es hora ya de que nuestros atletas en general se den cuenta, en especial los boxeadores, de que a cambio de la gloria y la fortuna (…) no es mucho pedirles que se sometan a una debida preparación. El mismo es ahora el caso con los jugadores locales de balompié. El balompié es un deporte que se ha popularizado ya en los últimos años y para presenciar los partidos se cobra una cuota de admisión, pequeña sí, pero el público paga por ver los partidos de fútbol(…) por lo tanto(…) los atletas contraen la obligación de realizar sus mejores esfuerzos para dar al público el valor de sus dinero”. (11-III-1932). En otra región de Estados Unidos, Los Grandes Lagos, donde está enclavada la ciudad de Chicago, asiento de una las comunidades mexicanas más grandes en Estados Unidos, los clubes de fútbol creados por inmigrantes provenientes del sur de la frontera se conocieron por primera vez en 1927, con el Necaxa el cual siguió jugando cerca de dos décadas más. En 1940 participó en la Liga Nacional de Fútbol de Chicago ( Chicago National Soccer League) que había sido fundada en 1919. El 49
ingreso del Necaxa en esta liga proporcionó a la colonia mexicana un argumento para reunirse los fines de semana en un lugar público. A diferencia de las ligas de béisbol la Liga Nacional de Fútbol de Chicago sí aceptaba a los mexicanos en su organización. Este hecho les permitía a los inmigrantes que cruzaban por el río Bravo, jugar contra equipos étnicos blancos bajo condiciones iguales, lo que les permitía ganar respeto de sus contrincantes y refutar estereotipos anti-mexicanos. 1 “Creada como una asociación voluntaria- dice el investigador citado- el Club Necaxa desempeñó un papel prominente en la formación de servicios sociales y recreativos para la gente de origen mexicano en Chicago. El club muy pronto evolucionó hacia un centro comunitario con actividades culturales y sociales. Organizaban bailes donde se recababan fondos para el club”. El Necaxa organizaba posadas, las fiestas navideñas tradicionales, clases de inglés para los inmigrantes, y exhibiciones de cine para los jugadores, sus familias y otros miembros de su comunidad. Juan Javier Pescador, autor de una detallada investigación sobre los clubes de fútbol en el Medio Oeste de Estados Unidos, observa con agudeza: “Las actividades del club claramente reflejaban la decisión de articular la vida social de los mexicanos en Chicago de manera permanente a la vez que cultivaban sus rasgos culturales para adaptarlos a un establecimiento urbano de Estados Unidos”. La característica que ve Pescador en el Club Necaxa, de ser un vehículo de organización social y de reproductor de una identidad cultural mexicana que busca adaptarse a la sociedad huésped, no fue algo exclusivo de esa época ni de esa región de Estados Unidos, si no que, de manera natural y espontánea, continuó reproduciéndose a lo largo de muchas décadas, manteniéndose aun en el siglo XXI. A diferencia de México donde, con raras excepciones, los clubes de fútbol no promueven, porque no es una necesidad colectiva, actividades sociales o culturales que se llevan a cabo en otros espacios, en Estados Unidos sí es muy común que sucedan porque la socialización de la cultura de origen se da a través de canales propios de los inmigrantes o 1
Pescador, Juan Javier (2004), «!Vamos Taximaroa! Mexican/Chicano Soccer Associations and Transnational/Translocal Communities, 1967–2002», en Latino Studies, núm. 2, pp. 352–376 50
de los ciudadanos estadounidenses de origen mexicano. La reproducción de la identidad nacional mexicana sólo es posible mediante las esferas, espacios, canales, organizaciones y redes que, al margen de la cultura dominante, han creado los inmigrantes a lo largo de su historia. Esa identidad, sólo en parte es alimentada y recreada por las comunidades mexicoamericanas, entendiendo por estas a aquellas formadas por descendientes de mexicanos nacidos en Estados Unidos, independientemente de la generación que sean, porque su socialización objetiva e inevitablemente está más influida por la nación en la que nacieron y se formaron como seres sociales. Es obvio que el Estado norteamericano no propaga la historia y la cultura mexicanas, ni tampoco las empresas ni organizaciones civiles, salvo, en parte, las de factura mexicoamericana. Siendo marginal y subalterna la cultura mexicana, a pesar de su antigüedad y arraigo en el suroeste estadounidense, donde ya estaba asentada antes de la conquista anglosajona de esos territorios en 1847, ella sólo se puede reproducir y recrear mediante acciones colectivas de los inmigrantes y los mexicoamericanos. Toda forma de socialización que se considera propia o familiar, como sucede con los equipos y ligas de fútbol, contribuye a expresar modos culturales identitarios. Justo en la época que los inmigrantes mexicanos crean sus primeros equipos de fútbol en Chicago, el Necaxa, al sur de la frontera, forjaba la primera gran leyenda del balompié mexicano. Los llamados “Once Hermanos, un equipo fundado en la Ciudad de México en 1923, tres años después se convirtió en el club más famoso del fútbol mexicano hasta que aparecieron las Chivas del Guadalajara quienes se convirtieron a mediados de los cincuenta en el nuevo “Campeonísimo”, mote que primeramente le habían adjudicado al Necaxa. Los inmigrantes en Chicago tomaron con orgullo el nombre del conjunto más famoso y exitoso del balompié mexicano antes de la Segunda Guerra Mundial; se identificaban con el club que consideraban más representativo del fútbol en la tierra de sus orígenes. Al identificarse con el Necaxa, los migrantes no sólo rescataban un símbolo deportivo mexicano sino también un símbolo de éxito. No lejos de Chicago, en Detroit, ya en el periodo migratorio que se había iniciado con el Programa Bracero en 1942 y concluiría en 1964, los inmigrantes crearon en 1958 el Club Social y Deportivo México, al Atlas de Chicago, el Club Chinacos, Club Oro y Club Ayutla . Al igual que el Necaxa, el Club México creó una estructura social y cultural alrededor del fútbol para recrear las tradiciones mexicanas en combinación con los valores estadounidenses. 51
Ambos equipos tenían pocas oportunidades de competir en igualdad de circunstancias con otros grupos étnicos, particularmente con los anglosajones, pero con el fútbol no tan sólo competían sino que también ganaban, lo cual, dice Pescador, “alimentaba un orgullo étnico mexicano, en un proceso similar a la experiencia afroamericana con los boxeadores y los equipos de béisbol” (360). Con la inmigración masiva que generó el Programa Bracero, las comunidades mexicanas se extendieron a otros estados y ciudades de Estados Unidos, y en ese proceso los clubes de fútbol también proliferaron. Desde que empezaron a practicar el fútbol los domingos, los inmigrantes mexicanos acudían a las canchas acompañados de sus familias. El padre, como la figura dominante en una familia patriarcal, aglutinaba a la esposa y a los hijos a su alrededor en una actividad lúdica. Alex Rojas, hijo de un inmigrante mexicano en Detroit, recuerda como en 1956, durante los fines de semana se reunían las familias mexicanas en el Patton Park para jugar fútbol después de asistir a misa. “Mientras el juego se desarrollaba, las familias organizaban picnics, juegos para niños y otras actividades recreativas”. Franco Hernández otro testigo de esos momentos revelaba una historia coincidente: “con productos que se compraban en “La Colmena”, la única tienda mexicana, las familias organizaban picnics durante los juegos, siempre después de ir a misa la iglesia de la Santa Trinidad” (Pescador, 360). La ola migratoria del nuevo siglo y el auge del fútbol En la ciudad de Atlanta, en el estado de Georgia, José Almaraz, de origen argentino, director de la Liga Teodoro Maus, que se fundó en 2000, y reúne a más de mil niños, 80 equipos infantiles, 40 entrenadores y seis árbitros, dice que la práctica masiva del fútbol ha sido muy beneficiosa “porque la familia en pleno se vuelca a las canchas, se reúne y tenemos más opciones de hacer cosas buenas los fines de semana”.2 “El soccer para la comunidad hispana es su vida, es su juego, dice, por otra parte, la página electrónica de La Liga Internacional de Fútbol, con sede en Denver, Colorado, la cual describe un fin de semana con fútbol entre numerosas familias hispanas de esa ciudad: “Cada domingo durante la temporada, los campos de fútbol están congestionados de jugadores y sus familias. Cada equipo hispano de fútbol representa una comunidad o un vecindario. Amigos, familia, y vecinos vienen apoyar y a echarle porras a su equipo, así 2
“Trabajando por una causa común”, 23 de enero, 2007, www.atlantasilberbacks.com/news 52
crean su propia versión de la copa del mundo. En las canchas, los lados de las líneas se encuentran ocupados por las esposas, niños y niñas viendo a sus padres jugar en contra del equipo rival. En realidad es común ver al padre y al hijo jugando en el mismo equipo, en algunos casos toda la familia se viste con el uniforme del quipo al que apoyan; de esta manera los hinchas se apasionan porque ellos representan familia y comunidad. La liga es administrada por la familia Escalante. La familia ha sido parte de la comunidad de Denver por más de quince años, adicionalmente ellos administran International Sports Supplies la tienda de soccer líder en la comunidad hispana. Además de la liga los Escalante han organizado un club de niños y adolescentes dedicado a atraer los hispanos al soccer institucional. La visión de los Escalante para International Sports es construir lealtad en su marca con las familias hispanas desde que son pequeños hasta su edad adulta jugando soccer.”3. En Columbus, Ohio, una ciudad que no se podría caracterizar como típica de la inmigración hispana, es común ver durante el verano, dice el diario La Opinión el 27 de enero de 2006, a familias y amigos que se dan cita para ver a equipos amateurs que toman el nombre de los equipos profesionales de México, Guatemala o El Salvador. A medida que los hispanos se asientan en Estados Unidos, el fútbol gana apogeo por medio de más equipos de aficionados y creciente organización de campeonatos. Y si en el suroeste y medio oeste de la Unión Americana predominan los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, aunque también haya una nutrida presencia de argentinos, colombianos, peruanos y otros sudamericanos, en el noreste y Florida son mayoría caribeños y sudamericanos, incluyendo brasileños, aun contando también con una amplia comunidad mexicana en Nueva York y salvadoreña en Washington D.C. En todas esas regiones, las ligas de fútbol hispanas brotan y crecen constantemente mostrando los rasgos costumbristas que describen los dirigentes deportivos arriba mencionados. Estas tres escenas, una en Denver, otra en Atlanta y una más en Columbus, la primera ciudad con una comunidad hispana de larga historia, presente desde el siglo XIX, y las otras con comunidades hispanas inmigrantes de nuevo cuño, son muy semejantes a las que 3
www.ligainternacionaldefutbol.com/SobreNosotros/tabid/116
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podemos ver en cualquier otra población inmigrante hispana de primera o segunda generación. Es decir, cuando hablamos de ligas de fútbol hispanas, nos referimos casi siempre a las que forman inmigrantes latinoamericanos o a su primera generación de descendientes. La tercera generación, de manera semejante a como sucede con la lengua española, históricamente se ha alejado de la práctica de este deporte. Aunque es posible que con una mayor aceptación, como parece que sucede con el relanzamiento profesional del fútbol en Estados Unidos, la tradición de este deporte podría enraizarse más allá de las dos primeras generaciones de inmigrantes latinoamericanos, pero ya no como parte de una identidad cultural heredada sino como resultado de la aceptación del fútbol en el main stream estadounidense. Interpretaciones recientes de la identidad latinoamericana coinciden en sostener que no hay una sola, que en realidad existe una amplia gama de identidades. Dice Andrea Díaz Genis4: “Somos una heterogeneidad y una yuxtaposición de épocas que conviven entre sí de forma dinámica y contradictoria, y en una forma que se sigue complejizando y transformando. Esta complejidad hace imposible que podamos decir quiénes somos sin dificultades, contestar la diversidad que somos a través de “unicidades”. (No se puede) “decir que existe una América Latina cuando en realidad hay muchas.” Daniel Mato5 coincide con Díaz Genis: “…en América Latina (…) es posible observar la diversificación y agudización de una amplia variedad de tipos de conflictos interculturales (entiéndase esta expresión en el sentido más amplio posible, de modo que comprenda a aquellos que derivan de la construcción de todo tipo de identidades y diferencias “culturales”, ya sean étnicas, raciales, religiosas, de clase, de género, locales o residenciales, etc.)”. Coinciden con los anteriores autores, apoyándose en Luis Villoro, Aimer Granados y Carlos Marichal6 cuando señalan “la profunda ambivalencia del concepto mismo de identidad, ya que se construye a partir de un proceso dual e incluso contradictorio: por una parte, reconocer y afirmar lo auténticamente propio, y, por otra, contrastar y singularizarse frente a las demás culturas”. 4
Díaz Genis, Andrea, La construcción de la identidad en América Latina, Editorial Nordan Comunidad, Montevideo, 2004, p.47. 5 Daniel Mato, (coordinador) en la introducción de Teoría y política de la construcción de identidades y diferencias en América latina y el Caribe, UNESCO-Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1994, p.20. 6 Granados, Mier y Marichal, Carlos, Compiladores, Construcción de las identidades latinoamericanas, El Colegio de México, 2004, p.11 54
A pesar de que numerosos científicos sociales de América Latina, coinciden en reconocer la diversidad de las identidades al sur del río Bravo, no dejan de aceptar que hay rasgos coincidentes en su sistema de conductas sociales. Uno de ellos y en los que más se insiste en la opinión pública y la plática cotidiana de los diversos círculos de inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos, como los citados líneas arriba, es, por un lado, la inclinación protectora de los padres a los hijos en la familia nuclear, y por otro, la sobrevivencia de la familia extendida que se relaciona con la primera7. Numerosos investigadores de las familias latinas en Estados Unidos, y más en particular las de origen mexicano, han enfatizado que uno de los rasgos más distintivos de ellas es su gregarismo tal y como lo señalan las investigadoras Brígida García y Olga Rojas para el caso de las familias en México. Varios trabajos escritos en los años setenta sobre las familias mexicano-americanas, ya sea inmigrantes o de segunda o tercera 7
Dicen las investigadoras de El Colegio de México, Brígida García y Olga Rojas: “¿Tiene la familia pequeña y nuclear el mismo significado en regiones donde los lazos familiares son fuertes (sur de Europa, América Latina) o más débiles (Estados Unidos, norte de Europa? ¿Dónde se ubica México? (...) México comparte con muchos otros países de América Latina, Asia y África, la importancia de las familias extendidas. En países como Estados Unidos y Canadá este tipo de familia es poco relevante y a veces inexistente. Allí han prevalecido las familiares nucleares y cada vez son más los hogares de personas solas: casi el 25% del total (...) Otros países de América Latina con estructuras de edad más envejecidas como Argentina y Uruguay tienen mayor cantidad de hogares unipersonales sin alcanzar la proporción de Estados Unidos y Canadá”. “Las familias extendidas mexicanas y latinoamericanas tienen un grado intermedio de complejidad (...) es más frecuente que en las familias extendidas existan nietos que suegros o progenitores del jefe o la jefa. La solidaridad de las generaciones mayores con las nuevas es un signo distintivo de esta unidad doméstica. También es muy importante la presencia de hermanos, sobrinos, yernos y nueras.” ¿Por qué son relevantes y persistentes las familias extendidas en el México actual? Las razones son de origen cultural, demográfico y socioeconómico, y evidencian la solidaridad intra e intergeneracional –con todos los conflictos asociados a ello- cuando ocurren separaciones, abandonos o viudez, o cuando las mujeres se incorporan al mercado de trabajo y no pueden cuidar a sus hijos”. “La migración rural-urbana es otro factor que contribuye a la permanencia de los hogares extendidos, con parientes que acogen a los migrantes en los lugares de destino, aunque sólo sea de manera temporal”. “El triunfo de la familia Burrón”, Revista Nexos, No.299, México, Nov., 2002. 55
generación en Estados Unidos coincidían en decir que las familias de inmigrantes tendían a ser más protectoras y a conceder menos independencia a los hijos que los hispanos nacidos y educados en Estados Unidos. Sin embargo, otras posteriores, aunque menos abundantes, señalan lo contrario. Raymond Buriel8, revisando investigaciones realizadas en los años setenta y ochenta y sumando la suya escrita a principios de los noventa, establece una clasificación importante para entender las diferencias que hay entre las familias de origen mexicano en Estados Unidos: los nacidos en México, los nacidos en Estados Unidos de padres mexicanos, y los nacidos en Estados Unidos de padres que también nacieron en Estados Unidos. Tal taxonomía rechaza las generalizaciones que se han hecho sobre las familias de origen mexicano, las cuales dejan de lado la generación, la clase social, la región, la escolaridad, etc., Las familias de inmigrantes nacidos en México, en términos generales, entre otras variables, suelen tener un menor ingreso que las generaciones posteriores y el español es la lengua principal en las relaciones entre padres e hijos. El inglés es aprendido por los hijos en el sistema escolar estadounidense por lo que ellos se hacen bilingües. La segunda generación está conformada por los hijos estadounidenses de padres inmigrantes. Los ambientes familiares de la segunda generación preservan varios rasgos semejantes a los de la primera debido a que los padres nacieron al sur de la frontera. En esta generación, aunque se preserva el uso del español, sobre todo por la relación con los abuelos de los niños nacidos en Estados Unidos, el inglés es la lengua dominante en el seno del hogar, y por supuesto fuera de él. El bilingüismo no desaparece, pero el español pasa a ser la segunda lengua. La tercera generación, sobre todo si crece lejos de la frontera, ya no mantiene una relación de parentesco con padres o abuelos nacidos en México, por lo tanto, la socialización familiar excluye, por lo general, a cualquier persona nacida en México y reduce al mínimo el habla del español. En su clasificación Buriel muestra una limitación metodológica: no hace mención a la ubicación territorial de sus estudios y de los que cita, la cual es una variable importante para observar el nivel de uso del español en el hogar, en el barrio, los medios de comunicación y la escuela.
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Buriel, Raymond, “Childrearing Orientations in Mexican American Familias. The Influence of Generation and Sociocultural Factors”, Journal of Marriage and the Family, Vol.55, No.4.(Nov.,1993),pp.987-1000. 56
En las zonas más próximas a México y donde la población de origen hispano es mayoritaria el uso del español suele preservarse a través de varias generaciones y se practica regularmente más allá del hogar. De la misma manera, otros usos y costumbres culturales se preservan con mayor vigor y durante más tiempo en las zonas con las características descritas. Investigadores como Laosa, Portes, Bach, Durres, Levine, Bartz y Kearns, citados por Buriel en el mismo estudio de referencia, coinciden en decir que las madres nacidas en México tienden a ser más contingentes, es decir, tienden a influir más en las actuaciones, exitosas o fallidas, de los hijos, mientras que las nacidas en Estados Unidos recurren a las recompensas dependiendo del esfuerzo, alto o bajo, de los hijos. De lo anterior, Buriel interpreta que a) el carácter altamente auto selectivo de los inmigrantes (sabido que en su gran mayoría son personas que arriesgan y emprenden) deriva en que son personas marcadamente orientadas en la concreción de tareas y, b) “una exposición prolongada a bajas expectativas sociales para los inmigrantes reduce las probabilidades de éxito y alienta las compensaciones paternales y maternales reforzando las aproximaciones al éxito.” En otro matiz de estos estudios, Buriel nos dice que Durett concluyó que los mexicano-americanos (aunque no especifica si inmigrantes o nacidos en Estados Unidos) enfatizan menos un temprano sentido de la responsabilidad que los americanos de origen europeo. Levine y Bartz encontraron, por su parte, que los padres americanos de origen mexicano le daban menor importancia al igualitarismo mientras que favorecían una mayor permivisidad. En contraste, Kearns halló que los padres y madres mexicano-americanos eran más estrictos y tendían a controlar a los hijos. Buriel, de su lado, llega a conclusiones que coinciden parcialmente con las de sus colegas, pero las matiza y precisa, basándose en una investigación que toma en cuenta variables muy claramente definidas. Los padres y madres de familia inmigrantes como sus hijos nacidos en Estados Unidos que tienen descendientes en este mismo país tienden a exhibir procesos de socialización semejantes entre ellos, pero diferenciados a los de los padres y madres de una tercera generación educada totalmente en Estados Unidos. Las madres inmigrantes, señala Buriel, enfatizan una autonomía más temprana y un uso productivo del tiempo, pero son más tolerantes (en un sentido proteccionista) que las madres de la tercera generación. 57
Los padres y madres inmigrantes coinciden en la muestra de Buriel en el sentido de que reflejan un fuerte acuerdo y un mutuo apoyo en las metas de la crianza de sus hijos. La cohesión de las familias de inmigrantes es reforzada por el hecho de que se ven separadas de la familia extensa, que permanece en México en la mayoría de los casos, lo cual obliga a que una mayor solidaridad de la familia nuclear para sobrevivir. De igual manera, las redes sociales de las familias inmigrantes tienden a ser menos extensas y menos fuertes en relación directa a su estancia y conocimiento de Estados Unidos. En el proceso de ajuste a la sociedad norteamericana, la interdependencia de los integrantes de la familia de los inmigrantes suele ser mayor. “El consenso en las metas de la socialización- dice Buriel- puede reflejar un área de interdependencia doméstica condicionada por la experiencia inmigrante”.9 Los padres y madres inmigrantes obtuvieron, en la investigación de Buriel, una más alta evaluación que otras generaciones de mexicanoamericanos en las prácticas socializadoras que construyen la Responsabilidad. “Esta se caracteriza por una expectativa para lograr una autoconfianza más temprana y una adherencia a las reglas familiares en una relación de paternidad abierta”, agrega el autor citado. Sin embargo, este acatamiento de las reglas familiares, dice Buriel, coincidiendo con otros autores que él cita como Baumrind, Dornbusch, Ritter. Leiderman, Roberts y Fraleigh, se obtiene mediante una paternidad autoritaria. “El estilo de crianza de Responsabilidad que es más característica de los padres mexicanos) nacidos en el extranjero- agrega Buriel- parece alentar una más alta aceptación a las reglas familiares (obediencia), dentro de un contexto que valúa la eficiencia (uso productivo del tiempo) y la auto confianza (autonomía). La mayor presión por Responsabilidad entre los padres de la primera y segunda generación podría explicar parcialmente porque, según lo demuestran otros estudios, los hijos de tercera generación experimentan una tasa más alta de delincuencia”.10 Un estudio publicado en 2008, quince años después del anterior, confirma con cifras elocuentes el dato de que la delincuencia entre los inmigrantes es muy inferior a la del promedio de las personas nacidas en Estados Unidos. Según el Instituto de Política Pública de California (PPIC)11, los hombres mexicanos no ciudadanos de Estados Unidos entre 9
Buriel, Ibid.p.996. Buriel, ibid.p.998. 11 Citado por Araceli Martínez Ortega en el reportaje “Inmigrantes delinquen menos que los nativos”, periódico La Opinión, Los Ángeles, Ca., 25 de febrero, 2008. 58 10
los 18 y 40 años, justo el grupo que entra con mayor frecuencia de manera indocumentada, tiende a ingresar a una cárcel estatal ocho veces menos que los nacidos en el país en el mismo grupo de edad. Este estudio puede interpretarse como un ejemplo de la cohesión predominante en la familia nuclear de los inmigrantes mexicanos, que contribuye a reducir índices de delincuencia. La familia inmigrante suele ser más tradicional que las de generaciones posteriores, en el sentido de que los padres ejercen más autoridad sobre los hijos, pero en lugar de que este factor vaya en contra de la adaptación a una nueva sociedad parece influir positivamente en una menor infracción de las leyes. Investigaciones de mayor antigüedad aun, realizadas en los sesenta por Heller, en1966 y Madsen, en 1964 sugieren que la atmósfera más dañina en la familia mexicano-americana es el “autoritarismo” dentro de la cual imperan la rigidez y la obediencia. Montiel en1973, por su parte, resaltaba que la marcada diferencia de roles sexuales, con predominio del padre, eran la causa de la “patología de la familia mexicano-americana”. Mientras que la mujer reaccionaba a la dureza de su marido con sometimiento y conducta de mártir, según concluyeron Hernández (1970) y Padilla (1971), investigadores citados, al igual que los anteriores por Jesse T. Zapata y Pat T. Jaramillo12 Estudiando las interacciones de madres e hijos mexicanoamericanos (sin especificar si son inmigrantes, de segunda o tercera generación), Steward y Steward (1974), otros investigadores citados por Zapata y Jaramillo, revelaban que en estas familias las madres presentaban menos secuencias instructivas y de manera consistente usaban reforzadores de conducta, menos positivos y más negativos, en respuesta a sus hijos, que las madres de otros grupos étnicos. Stewart (1972) en su investigación atribuyó menor competitividad en los padres y madres de las familias mexicano-americanas que los de las familias angloamericanas, y encontró que éstos alentaban menos a sus hijos a solicitar ayuda y más a defenderse a sí mismos. Es común leer, tanto en escritos ensayísticos realizados en México, por César Garizueta (¿Tiene Sentido ser Mexicano?) Octavio Paz (El Laberinto de la Soledad), Samuel Ramos (El Perfil de la Cultura y del Hombre en México), Edgar Mason (México y sus Mexicanos), Raúl Béjar (El Mexicano: Aspectos Culturales y Psicosociales), Emilio Uranga (Ontología del Mexicano), Jorge Portilla (La Filosofía del 12
Zapata, Jesse T., Jaramillo, Pat T., “Research on the Mexican American family”, Journal of Individual Psychology, 37:1 (1981: May) p.72 59
Relajo), Santiago Ramírez (El Mexicano: Psicología de sus Motivaciones), Rogelio Díaz Guerrero (Estudios de Psicología del Mexicano), González Pineda (El mexicano, su Dinámica Psicosocial y El Mexicano, Psicología de su Destructividad),etc., al igual que en investigaciones psicológicas y antropológicas realizadas en Estados Unidos en los años sesenta y setenta, que se define a las familias mexicanas, a los dos lados de la frontera, como centradas u orientadas en el presente, fatalistas y proteccionistas, como lo sostiene la investigadora chicana Deluvina Hernández 13. Un trabajo publicado en 1992, reafirma que entre las familias méxico-americanas es frecuente observar redes familiares amplias que viven con padres y hermanos que se brindan constante apoyo. Este mismo estudio de Zambrana, Palacios y Powell revelaba que las mujeres mexicanas inmigrantes revelaban más preocupaciones por los hijos que las mujeres mexicano-americanas no inmigrantes14. Así, las características que se hallan en la familia méxico-americana en 1992, al menos la inmigrante y la segunda generación, son muy semejantes a las que describen Brígida García y Olga Rojas para México en 2004. George J. Sánchez15, en su clásica obra sobre la historia mexicanoamericana en Los Ángeles, aun refiriéndose al periodo que él estudia entre 1900 y 1945, con una metodología histórica, distinta a la de los psicólogos antes citados, propone una serie de tesis válidas para observar a la familia de origen mexicano en Estados Unidos en otras etapas: “La familia mexicana mostró que era capaz de mantener flexibilidad y adaptabilidad, incluso bajo las circunstancias más difíciles” (…) “La mayoría de las familias participó de la emigración económica con el propósito de mantener una vida que ellos veían enraizada en valores tradicionales” (…) “Los mexicanos que emigraron a Estados Unidos generalmente provenían de familias metidas en años de una adaptación creativa ante la adversidad”. 14
Zambrana, Ruth E., Palacios Silva, Victor, Powell, Douglas, “ Protecting concerns, familia support systems, and the problems in Mexican-origin women: A comparision by nativity”, Journal of Community Psychology, Volume 20, Issue 4, 1992, pp.276-288. 15 Sánchez J, George, Becoming Mexican American, Ethnicity, Culture and Identity in Chicano Los Angeles, 1900-1945, Oxford University Press, 1993, p. 132. 60
Así pues, concluye, George I. Sánchez, “Las estrategias creativas y de adaptación predominaron entre los inmigrantes mexicanos que se establecieron en Los Ángeles. Únicamente familias con ligas fuertes y flexibles aseguraban la sobrevivencia de todos sus miembros. Algunos individuos escogieron irse solos, y otros dejaron el barrio juntos. Pero, para la mayoría de los inmigrantes, la familia y la comunidad se fueron juntas a los barrios de reciente creación al este del río. En ocasiones, el barrio era para algunos una atmósfera sofocante, restrictiva. Se aplicaban fuertes normas culturales que mantenían a la comunidad, al menos en apariencia, familiar para la mayoría de los recién llegados de México. Era más común que los barrios proporcionaran un nicho a que rechazaran a los inmigrantes mexicanos y a los chicanos nacidos en Estados Unidos. Ahí, ellos se podrían adaptar a la sociedad estadounidense mientras retenían en su vida diaria mucho del sabor de México.” (152). Sánchez, no extiende su análisis a otras etapas anteriores o posteriores a los años que él estudia, pero no podría calificarse de simplista si extendemos lo que este historiador nos dice a otros periodos porque, en efecto, los inmigrantes mexicanos y sus familias, así como otros inmigrantes latinoamericanos, han sido creativos para adaptar y a la vez preservar su cultura de origen a la sociedad estadounidense. Dentro de esa preservación, en efecto, está la característica de ser una familia que tiende a proteger más a los hijos que la familia anglosajona u otros grupos étnicos con influencia de esa cultura. Este proteccionismo deriva en un mayor acercamiento de los padres con los hijos y en un esfuerzo por emplear más tiempo acompañándolos en sus actividades fuera del hogar. Desde la perspectiva de una cultura que valora la independencia personal y la competencia, como es en general la cultura anglosajona, no se ve como positiva la conducta de unos padres de familia que protegen a los hijos hasta bien entrada la adolescencia, pero es justamente esta característica la que contribuye a que los inmigrantes latinoamericanos como individuos puedan competir en un medio cultural al que se están adaptando o que no se conoce plenamente. La familia protectora cumple el papel de red de protección y suministro en una sociedad de competencia intensa, agresiva y dinámica. Esta tipo de familia protectora es la que acompaña a los niños, adolescentes e incluso a adultos latinos a los campos de fútbol. Si no pensasen en la protección de los hijos no asistirían con ellos a los campos deportivos como con frecuencia lo hacen. Esta conducta familiar que lleva a que se congreguen numerosas familias en los campos deportivos es a su vez un vehículo de cohesión 61
social, de identidad cultural y, con frecuencia, de ayuda mutua, aunque no dejan de conocerse frecuentes contradicciones que se manifiestan entre hijos y padres, cuando la escuela, los medios de comunicación y los círculos de amistad de los hijos inevitablemente van aculturando hacia conductas de mayor autonomía individual a partir de la adolescencia. Sin que sea un propósito explícito de las ligas hispanas y/o latinas de fútbol los días de juego tienen un ambiente festivo de familiares y amigos que funcionan también como reuniones informales de aprendizaje de la cultura estadounidense, donde padres e hijos, madres e hijas inmigrantes socializan los nuevos conocimientos de la sociedad a la que han llegado. Los días de juego se cruzan, intercambian, mezclan y juegan el inglés y el español. Se preguntan y aprenden normas, costumbres, valores y prácticas sociales de la sociedad huésped. Se contribuye a crear una cultura cívica instalada en Estados Unidos. Se preguntan y se informan sobre empleos. Se orientan sobre procesos de legalización inmigratoria cuando se carece de la documentación. Se solicitan y se ofrecen ayudas para cuidar niños, para realizar labores domésticas. Se intercambian ayudas económicas o se organizan mecanismos de ahorro y financiamiento como las tandas o cundinas. Se pregunta y se informa donde se pueden conseguir mercaderías propias de la cultura de consumo de la tierra de origen. Se venden y compran productos alimenticios propios de su cultura. Se comentan los resultados y polémicas de las ligas de fútbol de América Latina y de Estados Unidos. Las ligas de fútbol son, entonces, al mismo tiempo vehículos donde se preserva una identidad cultural de origen y de grupo, y también vehículos de reeducación y adaptación a una normatividad y cultura cívicas diferentes a las de la nación de donde se partió. El béisbol es otro de los deportes jugados por inmigrantes latinos, en particular los que proceden de República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, Nicaragua, Panamá y Venezuela, y congrega familias enteras en sus campos deportivos los fines de semana, pero al ser uno de los tres deportes favoritos de Estados Unidos e identificados como propios de esa cultura no es visto como algo que pertenece sanguíneamente a la mayoría de los inmigrantes latinoamericanos. El hecho de que el fútbol sea un deporte secundario e identificado con los inmigrantes por la cultura deportiva hegemónica lleva a la sociedad receptora a así verlo: como el deporte por antonomasia de esos inmigrantes, y no el béisbol o el básquetbol ejercitados exitosamente por dominicanos, cubanos o puertorriqueños dentro de la misma sociedad estadounidense. 62
Por otra parte, el fútbol es un vehículo de adaptación e integración a la sociedad estadounidense porque las reglas para jugar el fútbol amateur en una liga obliga a los inmigrantes a asimilar una normatividad por lo general más exigente que en sus países de origen. No es que las reglas para jugar el fútbol dentro de la cancha sean diferentes en Estados Unidos a las que se utilizan en otras partes del planeta y particularmente en América Latina, sino que la reglamentación de los clubes, las ligas y la administración de los campos deportivos es más exigente y detallada en la Unión Americana que en México, Centroamérica, El Caribe y Sudamérica. Los niños y adolescentes que proceden de Latinoamérica, por principio, tienen que abandonar la costumbre de jugar fútbol en la calle o en espacios recreativos no acondicionados para la práctica de este deporte porque en Estados Unidos no se permite hacerlo. En este país la reglamentación por lo general tampoco permite que se ejercite el fútbol en campos diseñados para otros deportes, como los de béisbol. Paul Cuadros16, escritor y periodista estadounidense de origen peruano, autor de un notable libro sobre el creciente arribo de inmigrantes mexicanos y centroamericanos a un pequeño pueblo de Carolina del Norte donde triunfa el fútbol, en su obra brinda varios pasajes donde describe con claridad el conflicto cultural de los niños inmigrantes para entender las duras exigencias de la normatividad para practicar su deporte favorito en las instalaciones escolares y en los espacios públicos de la ciudad. En el siguiente pasaje Paul Cuadros narra un encuentro con los adolescentes procedentes de México y Centroamérica que querían formar un equipo de fútbol: “Pasamos a explicarles los requisitos para ser elegibles y algunos de los muchachos agacharon la cabeza. Sabía que perderíamos a algunos de ellos después de este día porque tenías bajas calificaciones o asistían poco a la escuela. Las escuelas de bachillerato del estado exigían a los estudiantes que para poder practicar un deporte tenían que aprobar tres o cuatro materias del anterior semestre…Los estudiantes también tenían que asistir el 85 por ciento de los días escolares del año anterior.” Además de lo anterior, Cuadros y los jóvenes inmigrantes enfrentaban la dificultad de jugar porque no había una cancha exclusiva para el fútbol, no había una cancha extra para los entrenamientos y no 16
Cuadros, Paul, A Home on the Field, Harper Collins Publisher, New York, 2006. pp.82-146. 63
había gradas para el público, requisitos exigidos por las reglas de la escuela. Ante esa situación, Juan uno de los muchachos le respondió a Paul Cuadros: “Lo único que quiero es jugar… “A el chico (dice Cuadros) no le importaban las reglas de elegibilidad, no significaban nada para él. En México las escuelas no tenían equipos. No había uniformes ni reglas. Tan sólo se juega. Pero los chicos no estaban en México”. Interpreta Cuadros: “Gran parte de sus vidas se habían empleado en eludir reglas, siendo informales, torciendo la ley. Muchos de ellos debían su presencia en Carolina al engaño. Sus padres trabajaban con documentos chuecos que habían adquirido para conseguir un empleo en la fábrica. Ellos vivían en dos mundos diferentes, con dos identidades diferentes”. Cuadros, ciudadano de Estados Unidos, conocedor del sistema social en el que vive y convencido de él, resume lo que quería de los chamacos y que era necesario enseñarles: “Yo necesitaba que todos ellos aprendieran que habían una manera correcta de hacer las cosas y otra incorrecta. Quería que el equipo viviera en un ambiente honesto y abierto. El equipo estaba aquí para ayudar a sus miembros de diferentes maneras más allá de ganar juegos. Los chicos necesitaban saber que había un lugar donde las cosas eran de una sola pieza. Saber inmediatamente en qué lugar del equipo estaban. Fueran elegibles o no. Pero no en la ambigüedad. Tenían que sacar buenas calificaciones y no faltar a clases o no podrían jugar. No habría compromisos, no acuerdos oscuros, no habría informalidad con las reglas. Ellos necesitaban entender que las cosas que querían en la vida tenían un precio. No habría chuecos en el equipo”. Los deportes en general, y el fútbol en particular, dicen Norbert Elías y Eric Dunning, en su obra maestra Deporte y Ocio en el proceso de la Civilización, establecen reglas entre sus practicantes para reducir al mínimo las agresiones y los daños físicos, pero más allá de este principio elemental, estos autores plantean que las reglas en el deporte son una invención que busca reducir tensiones y conflictos en una sociedad de creciente complejidad. Las reglas deportivas serían un engranaje más de un sistema social amplio que busca disciplinar y educar a los individuos en un sistema de creencias y normas que los encaucen metódicamente a una vida regulada por instituciones y reduzca las turbulencias sociales. El fútbol como otros deportes inventó sus reglas, entre los siglos XIX y XX, de manera 64
paralela a la empresa e instituciones públicas y privadas para crear un sistema social cada vez más funcional y productivo. Tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, las sociedades donde se crearon los deportes masivos de la modernidad, surgió y se fortaleció la idea de que la reglamentación y la normatividad de todo tipo de actividad elevaban la civilidad reduciendo la violencia. Elías y Dunning no lo dicen, pero otra lectura de ese proceso civilizador en el que participaban los deportes es que la reglamentación y el orden también buscaban una mayor productividad económica en la sociedad, promoviendo y enseñando disciplina, organización, maximización de los esfuerzos, competencia y estrategias de vida entre los integrantes de todas las clases sociales. En esa dinámica civilizadora se fue perdiendo inevitablemente espontaneidad en los diferentes campos de la sociedad. La búsqueda de la reglamentación llevaba a la prohibición, al orden y con él a la sanción. La característica lúdica del juego se reducía ante la reglamentación. Se ganaba en uniformidad, organización y disciplina pero se perdía en diversión y espontaneidad, tal y como lo demuestra el conflicto entre Juan y Paul Cuadros, y en un plano más amplio, la reglamentación que se ha establecido en Estados Unidos para la práctica del fútbol entre los estudiantes de bachillerato. La Federación de Fútbol de Estados Unidos ( United States Soccer Federation) estableció un programa de desarrollo futbolístico, conocido como la liga académica, que busca talentos promisorios para competencias internacionales. Dicho programa establece que los adolescentes escojan jugar para los equipos de sus escuelas o de sus clubes si es que quieren ser parte de las selecciones escolares, pero no lo pueden hacer en los dos. Por lo general, los jugadores seleccionados reciben becas escolares para estudiar en las universidades de Estados Unidos. Para los estudiantes de origen latinoamericano aceptar este reglamento los acerca a la posibilidad de estudiar en una universidad, algo sólo posible para una minoría de inmigrantes, pero les impide jugar en los equipos de sus barrios, amigos o clubes. La cultura estadounidense orientada a la reglamentación constante de sus prácticas sociales, sostenida en la oferta de fuertes estímulos, ya sea positivos o aversivos, reduce la espontaneidad y el ejercicio meramente lúdico del fútbol, como sucede en los clubes no profesionales de Latinoamérica. Sin forzar la generalización, bien se puede decir que en el conjunto de los países de América Latina, el fútbol, salvo excepciones, es aprehendido por los chicos de manera espontánea. Ya sea en las calles del barrio, en los llanos, como se dice en México o en los potreros, como se 65
dice en Argentina; en las playas, como sucede muchas veces en Brasil; en las plazas o parques de los países latinoamericanos los niños salen a patear la pelota y a tomar sus primeras lecciones impartidas por el padre, los hermanos o los amigos. Las biografías y memorias de Pelé, Maradona, Hugo Sánchez, Valdano y otras grandes jugadores latinoamericanos, así como los abundantes estudios antropológicos y sociológicos del fútbol en Argentina y Brasil, sin excepción alguna, con nostalgia, admiración y objetividad, apuntan que los llanos, calles y potreros son los primeros escenarios y escuelas de los futbolistas de la región. “El fútbol creció libre en la calle, donde, “los chicos para gambetar a un adversario tiraban la pelota contra la pared y la recibían detrás del contrario”, escribe Jorge Valdano17, ex futbolista argentino. Pelé18, quien le disputa a Maradona, el título honorario de ser el jugador más grande de la historia del fútbol mundial, recuerda donde empezaron sus amores con la pelota: “Jugamos en las calles, principalmente en mi calle. Nuestro equipo se ponía las camisetas y los pantalones cortos en el patio de mi casa y salíamos en fila, como un verdadero conjunto en un estadio de verdad”. En la última página de su libro de memorias, a los 66 años, Pelé, recordando sus momentos de felicidad más íntima, coincide con Stone y otros estudiosos de la filosofía del deporte: “...a veces añoro ser el niño del interior de Sao Paulo que nunca había visto el mar. Extraño la simplicidad de una vida donde la felicidad era jugar al fútbol en la calle con los amigos”. El jugador mexicano más reconocido en el balompié mundial, Hugo Sánchez19, dictó en su biografía: “Nací jugando al fútbol, con un balón en los pies que, prácticamente, heredé cuando apenas desperté a la vida, Mi padre y mis hermanos, Héctor y Horacio, me enseñaron las primeras técnicas y éstas fueron trascendentales para mí. Jugaba con ellos en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixihuca y, también en un rancho de mi tío Joaquín (...) Había veces que, cuando llovía, jugábamos en casa. Dos sillas eran las porterías.” Así como estos cuatro ex jugadores citados, abundan testimonios periodísticos de futbolistas que recuerdan como sus máximos momentos de felicidad fueron el juego infantil de calle, llano, potrero o playa.
17
Valdano Jorge, Valdano, sueños de fútbol, El País-Aguilar, Buenos Aires, 1996, p.21. 18 Arantes Do Nacimiento, Edson, Pelé. Memorias del mejor futbolista de todos los tiempos, Editorial Planeta Colombiana, Primera reimpresión, 2007, p.41.. 19 González, Luis Miguel, Hugo Sánchez, el Rey del gol, Fernández Editores, México, 1998, p.19. 66
En América Latina, de la calle y del llano se pasa al club y al aprendizaje organizado. Los casos en los que se empieza la asimilación del juego a través del maestro o entrenador en la escuela o el club son menores a la iniciación informal, al contrario de lo que sucede con la población estadounidense, particularmente con la anglosajona que suele iniciar el aprendizaje en la escuela o el club. Por ser los contextos civilizatorios latinoamericanos y estadounidense muy diferentes entre sí; unos más espontáneos que el otro, menos exigentes en la normatividad unos que el otro, con una conectividad menor entre diferentes esferas reglamentarias en América Latina y mayor en Estados Unidos, a los inmigrantes latinoamericanos no siempre les es fácil entender las condiciones en las que es permitido practicar el fútbol en la tierra de arribo. Gregory Stone20, sociólogo norteamericano, cuando habla de la naturaleza lúdica del deporte acusa que cuando éste se convierte en un espectáculo para los espectadores el placer de los jugadores disminuye o se subordina porque pierde incertidumbre y espontaneidad. De alguna manera eso sucede en Estados Unidos cuando la práctica del fútbol, u otro deporte, se subordina al rendimiento y a la disciplina escolares, así como a la reglamentación normativa de gobierno. En las escuelas, el objetivo es subordinar la recompensa lúdica a la productividad escolar, mientras que para un niño latinoamericano inmigrante la práctica del deporte es antes que nada la búsqueda del placer. Tal y como apunta Paul Cuadros cuando dialoga con Juan, el chico latinoamericano, que sólo quiere jugar su deporte favorito y no entiende las exigencias reglamentarias que impone la escuela y el gobierno de la ciudad para hacerlo, hay un desencuentro de concepciones culturales donde la espontaneidad lúdica no entiende en un primer momento las exigencias de las reglas externas al juego. Mientras que en América Latina no son comunes las prohibiciones para jugar el fútbol en las calles de los barrios, en los llanos o parques, ni tampoco hay una exigencia reglamentaria para que un estudiante de primaria, secundaria, preparatoria o universidad obtenga buenas calificaciones o sea un estudiante regular como condiciones para poder jugar fútbol en un equipo escolar, en la actualidad en Estados Unidos es frecuente que así sea. La conectividad entre una y otra esfera en Estados Unidos tiene que ver con su concepción de la disciplina y la creación de conductas productivas que son más recompensadas en la cultura anglosajona. En la familia 20
Stone, P,, Gregory, citado por Dunning, Ibid, p.252-253. 67
inmigrante mexicana que ha sido estudiada a lo largo de tres o cuatro décadas por académicos de Estados Unidos, la cual podemos tomar como modelo generalizador de la familia latinoamericana, se cultiva más la espontaneidad en gran parte porque son menos claras y constantes las normas del castigo y la recompensa. Lo mismo podríamos decir que sucede en otras instituciones de las sociedades latinoamericanas. En Estados Unidos hay una mayor conectividad en las diferentes esferas que componen el sistema donde las leyes, normas y reglamentos juegan un papel central. Una esfera, en este caso el deporte, es conectada con otra, la escuela, porque se conciben como parte de creencias y valores normativos que constituyen un sistema. Dunning21 lo dice así: “...la seriedad cada vez mayor del deporte moderno puede atribuirse en gran medida a tres procesos interrelacionados, que son: la formación del Estado, la democratización funcional y la difusión del deporte a través de la cada vez más dilatada red de interdependencias internacionales. Los dos primeros, entretejidos en las largas cadenas de interdependencia, son naturalmente los procesos estructurales profundos por medio de los cuales Elías explica principalmente la sociogénesis del proceso de civilización”. La conectividad del sistema social en Estados Unidos es mayor porque el desarrollo de su esfera económica integra y subordina a otras esferas, como sucede en todas, o casi todas, las sociedades capitalistas. En América Latina esa conectividad es más laxa. La recompensa lúdica en las escuelas de América Latina, en este caso deportiva, por un buen rendimiento escolar y acatamiento de la puntualidad y disciplina tiende a ser menos estatuida que en las escuelas estadounidenses porque su cultura suele ser menos sistemática en la aplicación de sanciones y recompensas en los diferentes campos que componen a la sociedad, porque el desarrollo del capital no ha logrado construir una conectividad de otras esferas societarias que se subordine a la lógica de la empresa. En el caso particular del fútbol latinoamericano lo más común es que los jugadores profesionales tengan una baja escolaridad, probablemente el promedio de sus respectivos países, entre ocho y diez años en México, y los otros países de mayor ingreso per cápita en América Latina como son Chile, Brasil y Argentina, ello quizá sea así porque la mayoría de ellos proceden de familias de bajos ingresos económicos pero también porque también es menos frecuente que se 21
Elías y Dunning, Ibid, p.257 68
conozca en los sistemas escolares un condicionamiento disciplinario en el que la oportunidad para practicar un deporte dependa del buen rendimiento y la disciplina escolar. Dante Panzeri y Jorge Valdano, uno en 1967 y otro en 1997, coinciden en la misma observación, prácticamente una tesis, de que los futbolistas profesionales en América Latina son, por lo general, malos estudiantes, pero creativos, imaginativos y espontáneos. Apunta Panzeri22: “En Argentina también decimos que “el fútbol necesita chicos atorrantes”. (Pero aclara) “No estamos abogando por un sistema de educación infantil, ni menos aún exponiendo preferencias en la cuestión; solamente estamos exponiendo un proceso socialdeportivo, del que, desde luego, no creemos que se haya dado el proceso ideal para formar mejores ciudadanos; pero sí para formar los mejores futbolistas”. Valdano23 hablando del jugador profesional sostiene la misma idea: “Una de las condiciones del gran futbolista es la de no tener una información académica y para eso sirve la pasión desorganizada y hasta la pobreza (…) El fútbol es un deporte primitivo y de alguna manera rechaza la riqueza y la enseñanza formal”. En Estados Unidos no es una regla absoluta que sólo un estudiante de buen rendimiento y puntual pueda practicar el deporte en los centros escolares; es sabido popularmente que en las universidades los jugadores de fútbol americano, béisbol y básquetbol, entre otros deportes, no suelen serlo, pero por lo general hay una normatividad que hace depender la práctica del deporte del buen rendimiento escolar. Así pues, las condiciones para practicar el fútbol en Estados Unidos son menos lúdicas y más reglamentadas y disciplinantes que en América Latina. Nuevamente recurrimos a Elías y Dunning24, los cuales a su vez retoman la tesis de Stone sobre la pérdida lúdica en el deporte moderno: (Hay) “la posibilidad de que exista una relación entre el proceso civilizador y la tendencia, en los deportes, hacia una creciente seriedad en la participación; esta última, por ejemplo, puede deberse en parte al hecho de que, debido a la socialización del individuo dentro de las normas más restrictivas del sistema moderno de interdependencias sociales, más complejo y opresivo, el individuo moderno, más restringido y civilizado, participa en el 22
Panzeri, Ibid. p.55. Valdano, Ibid.p.95. 24 Elías y Dunning, Ibid,p. 257 23
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deporte con menos espontaneidad e inhibiciones que su antepasado, menos civilizado y con menos limitaciones emocionales, quien vivió en un sistema de interdependencias sociales menos complejo y opresivo”. Elías y Dunning, cuando hablan de una sociedad más lúdica y espontánea, se refieren a una etapa anterior de los países desarrollados, pero su análisis bien se puede aplicar a sociedades actuales pero menos desarrolladas como las latinoamericanas, sobre todo cuando hablamos de la práctica del deporte no profesional. Para los inmigrantes de América Latina, niños, adolescentes o adultos, procedentes de sociedades menos complejas y reglamentadas, la práctica del fútbol en Estados Unidos suele encontrar más obstáculos y ser menos lúdica porque pierde espontaneidad, aunque gana en organización. No obstante que dejar de jugar el fútbol en las calles y llanos, sin horarios y reglamentos rigurosos, es muy distinto a hacerlo en campos deportivos reglamentados, en Estados Unidos la asistencia de las familias inmigrantes a las canchas deportivas las convierte en algo parecido a una fiesta o día de campo. Los lazos familiares y amistosos con los jugadores o jugadoras hacen más emocionalmente intensa la competencia deportiva independientemente de su calidad técnica. En estos contextos tanto jugadores como los familiares-espectadores recrean el primitivismo lúdico del juego. Para las familias inmigrantes, sobre todo aquellas de ingreso reciente y con hijos pequeños, la asistencia a las canchas de fútbol es parte de su recreación semanal en espacios sociales donde su lengua madre, gustos y costumbres son afines a los de su tierra de origen. Los campos de fútbol son para los inmigrantes espacios de convivencia, recreación, confianza e identidad cultural, particularmente en aquellas ciudades donde las comunidades hispanas son predominantes. Aparte del barrio, donde los comercios, iglesias y escuelas les dan seguridad a los hispanos porque se comparten la lengua, usos y costumbres, son pocos los espacios donde ellos se sientan cómodos con los códigos culturales dominantes. Las canchas futboleras también les brindan la misma atmósfera de confianza social y cultural. El partido de fin de semana se convierte para los inmigrantes en uno de sus pocos momentos excitantes tanto porque acuden a un espacio recreativo dominado por ellos como porque, cuando no son mayoría pero si parte de los equipos, destacan en el juego por su habilidad y estilo. La 70
excitación es todavía mayor porque su condición de inmigrante hispano y trabajador en la escala social más pobre les deja pocos espacios y momentos donde se siente seguro, conocedor e, incluso, triunfador. Los inmigrantes hispanos, particularmente en periodos de intenso rechazo, como el que se empezó a experimentar en Estados Unidos a partir del 11 de septiembre de 2001 y aun más después de las movilizaciones de los indocumentados entre febrero y mayo de 2006, son vistos con desprecio por amplias capas de la sociedad norteamericana. Es por eso que las familias nacidas en América Latina buscan crear sus propias atmósferas de protección y aceptación. Los fines de semana con fútbol les conceden, al igual que los bailes y espectáculos musicales o deportivos masivos, el autorreconocimiento y los espacios y momentos de excitación colectiva. En esos espacios donde los inmigrantes juegan su deporte favorito, a pesar de que no gozan de la misma libertad, espontaneidad y diversión que en sus países de origen, encuentran en el fútbol un mecanismo más donde las familias y los jugadores aprenden a adaptarse a una sociedad de normatividad más exigente como es la estadounidense. BIBLIOGRAFÍA Araceli Martínez Ortega, “Inmigrantes delinquen menos que los nativos”, periódico La Opinión, Los Ángeles, Ca., 25 de febrero, 2008. Anónimo, SF. http://www.ligainternacionaldefutbol.com/SobreNosotros/tabid/116/Defaul t.aspx Anónimo, “Trabajando por una causa común”, 23 de enero, 2007, wwwatlantasilberbacks.com/news Arantes Do Nacimiento, Edson, Pelé. Memorias del mejor futbolista de todos los tiempos, Editorial Planeta Colombiana, Primera reimpresión, 2007. Buriel, Raymond, “Childrearing Orientations in Mexican American Familias. The Influence of Generation and Sociocultural Factors”, Journal of Marriage and the Family, Vol.55, No.4. (Nov., 1993). Cuadros, Paul, A Home on the Field, Harper Collins Publisher, New York, 2006. Daniel Mato, (coordinador) en la introducción de Teoría y política de la construcción de Sociedad, Caracas, 1994. Díaz Genis, Andrea, La construcción de la identidad en América Latina, Editorial Nordan Comunidad, Montevideo, 2004. Elías, Norbert y Dunning Erick, Deporte y ocio en el Proceso de Civilización, FCE, México, 1991. 71
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ENTRE IMÁGENES, RUDEZAS Y COMPLEJOS: el sinaloense y el futbol
Gerardo Jiménez Maldonado♠ Carlos Fuentes dice que México es polícromo: un ente poblacional con costumbres y prácticas sociales diversas, las cuales configuran y refiguran las identidades de los sujetos a nivel individual y colectivo. Las características singulares se han ido construyendo histórica y socialmente. Así mismo, en su producción influyen aspectos de carácter interno, como las percepciones y las experiencias, pero a menudo están presentes factores externos. La geografía y la situación material del lugar en el que se radica son fundamentales para la configuración de las distinciones1.
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Gerardo Jiménez es Maestro en Ciencias por la Facultad de Historia de la UAS y ha efectuado diversos trabajos sobre las cuestiones deportivas en el estado. 1 Alain Rouqié, América Latina. Introducción al extremo occidente, México, Siglo XXI Editores, 1999, pp. 27-33 73
Para poner de relieve al México polícromo es necesario un análisis más amplio. Pero esta reflexión va encaminada a manifestar y de alguna manera a confirmar lo que otros autores han planteado: no existe un solo México; aunado a ello, los sujetos que viven en el país no son uniformes, ni siquiera en carácter o personalidad tal como lo sugiere Octavio Paz2. Con relación a las múltiples singularidades, debemos reconocer que éstas han sido determinantes para el accionar de los sujetos en los procesos históricos del devenir mexicano, tales como la Independencia, la Revolución y la Guerra Cristera.3 Sin embargo, es importante decir que las especificidades que ostentan o se le adscriben a los actores afectan o influyen en situaciones más cotidianas. Eso abordamos en este trabajo. A través de una práctica social como lo es el futbol revelamos las configuraciones de la representación y la narrativa del deportista sinaloense en escenarios distintos durante la década de 1960. Para ello utilizamos como fuentes las notas periodísticas y la opinión directa de los actores objeto de nuestro estudio. La delimitación temporal obedeció a dos situaciones. La primera es el hecho de que precisamente es en ese marco cuando el mencionado deporte se practica de una manera sistemática y con mayor continuidad en la capital sinaloense. Las razones de ello se patentizan más adelante. Lo cierto es que la loable “época” futbolera permite una presencia continua en la prensa, lo cual posibilitó un seguimiento de los discursos. Otro factor que nos condujo a posicionarnos en el periodo señalado fue la incorporación de Culiacán en particular a eventos futboleros de carácter nacional durante el decenio de 1960. Su integración en tales eventos lo posicionó en competencia con sujetos de otras entidades federativas, lo cual nos posibilitó visualizar las representaciones que se hacía a sí mismo con respecto a sus homólogos. En lo que concierne a teoría y método, recurrimos a los conceptos de “narrativa”, “representación” y “consumo activo”. La primera nos fue útil para leer la manera en que los sujetos representaban su pasado, presente y futuro4. En tanto que la representación fue entendida como la 2
Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad. Posdata. Vuelta al laberinto de la soledad, México, Fondo de Cultura Económica, 2004, pp. 32-98 3 Eric Van Young, La otra rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810-1821, México, Fondo de Cultura Económica, 2006 4 Pablo Alabarces, Futbol y Patria. El futbol y las narrativas de la nación en la Argentina, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2002, p. 26 74
visión de lo factual, “una visión inventada y elaborada”5 a partir de la experiencia, información, conocimiento o esquemas de pensamiento (religión y otras creencias)6 de las personas implicadas. También conviene indicar que la representación es una realidad social, edificada por los sujetos, y una realidad específica; es decir, no es un modelo o prototipo de lo factual sino mas bien una percepción que varía indefinidamente. Su existencia reside en la representación misma. En lo relativo al último concepto, básicamente nos apoyamos en Michel de Certeau quien problematiza el papel que convencionalmente se le asigna al consumidor. Aduce que éste último es un productor, “un productor astuto, a menudo disperso pero que se insinúa en todas partes.”7 Se manifiesta en el modo de emplear lo producido por otros. En cuanto al método, las notas periodísticas fueron útiles pues de ellas extrajimos las técnicas, los modos de juego y las alusiones a supuestos inherentes en el temperamento de los jugadores, tales como coraje, valentía y caballerosidad. Además de otros aspectos con los que, en nuestra interpretación, se configuraban las representaciones de los actores y sus distinciones respectivas con relación a sus homólogos de otras latitudes del país. Recurrimos a la historia oral. A través de la entrevista y su análisis, pudimos advertir las versiones que los mismos actores configuraron sobre el conjunto futbolero sinaloense en particular. Se notan ¡cuantiosas coincidencias! en relación a las enunciaciones de la prensa. Así mismo recurrimos a los fenómenos factuales de Culiacán, tanto en materia de futbol como en los asuntos sociales y económicos; ello nos sirvió para entender las tendencias y, sobre todo, los soportes sobre los que se estructuraban las distintas percepciones en el transcurso de los años. De esto último nos ocupamos enseguida. Referencias sobre la práctica del futbol en México y Culiacán La introducción del futbol en el país fue paulatina, es decir, un proceso. Primero, el balompié se estableció en el Centro y Occidente mexicano, para después manifestarse en el Noroeste, zona en la que se ubica la capital de estado sinaloense. 5
Ibíd., p. 27 Wiliem Doise y Alain Clémence, et. al., Representaciones sociales y análisis de datos, México, Instituto Mora, 2005, p. 12 7 Citado en Roger Chartier, El mundo como representación, España, Gedisa, 2006, p. 37 75 6
Entre finales del siglo XIX y principios de la centuria subsecuente México experimentó una modernización y una apertura diplomática, comercial y cultural hacia países europeos como Francia, Inglaterra y Alemania8. Lo anterior posibilitó la introducción, acentuación y el desarrollo de prácticas sociales vinculadas a las citadas naciones europeas, el futbol fue un caso concreto9. Quizás por una considerable presencia de población europea, en un inicio el referido deporte se practicó en ciudades como México, Puebla y Guadalajara. Dicho fenómeno se advirtió en zonas más rurales como las minas de Hidalgo y la sierra Norte Poblana. Los asuntos esotéricos y el auspicio de los mismos occidentales posibilitaron la instauración de campeonatos y clubes. La mencionada actividad deportiva progresó notoriamente con la llegada de los exiliados españoles durante el gobierno cardenista. El estado de Guanajuato fue uno de los más favorecidos al respecto. En cuanto al Noroeste en general y a Culiacán en particular podemos decir que el deporte tiene un itinerario similar al anterior, al menos al principio. Pero fue durante el régimen de Porfirio Díaz cuando se advierten ciertas actividades deportivas como el Softbol y el beisbol10. El hecho de que no se hiciera presente el futbol, aún cuando Culiacán tenía población española e inglesa, se debe a la misma heterogeneidad del país, la cual, según Luis González y González, se vigorizó y expresó de diversas formas durante el porfiriato11. Es así que mientras en ciertas zonas del país el balompié predominaba, en la capital sinaloense el beisbol era la práctica deportiva de mayor convocatoria. Esta última situación no sólo se manifestó en durante el gobierno de Díaz sino que se prolongó a décadas contiguas. Y no fue sino hasta la
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Fredrich Katz, La Guerra secreta en México, México, Era, 1999, pp. 19-46 Gerardo Jiménez Maldonado, El futbol en Culiacán, de las prácticas lúdicas y sociales a los usos en el discurso político: 1965-1973, Culiacán, Facultad de Historia/UAS [tesis de licenciatura en historia], 2009, p. 1 10 Moisés Medina Armienta, Espacios, medios y formas de diversión en Culiacán, 1985-1910. Culiacán, Facultad de Historia/UAS, [tesis de licenciatura en Historia, inédita], 2005 11 Luis González, “ El Liberalismo triunfante”, en: Centro de Estudios Históricos de México, El colegio de México, Historia General de México, México, El Colegio de México, 1998, p. 927 76 9
década de 1940 cuando el futbol se introdujo a Culiacán12; cuatro décadas después de haberlo hecho en el Centro y Occidente del país. En cuanto a su situación, la población futbolera era muy reducida y aún cuando desde los primeros años del decenio de 1940 ya se observan pretensiones de organizar campeonatos13, en general la práctica del balompié era incipiente e inconsistente. Una sumaria panorámica en sus primeros años comprende los siguientes puntos. El aspecto técnico era extremadamente rudimentario: varios de los practicantes desconocían no sólo las habilidades de alguna manera básicas, tales como patear el esférico,14 sino también las reglas-no necesariamente escritas-.15 Otro aspecto de la cuestión era la improvisación de material humano y la utilería material e incluso gramatical. A pesar de lo anterior, a partir de 1945 se comienzan a advertir algunos campeonatos. No obstante, la marginación de este deporte se manifestaba día a día por parte de la población y del gobierno mismo, lo cual se prolongó a la década subsecuente. Por otro lado, si bien es cierto que el escenario del futbol era estrecho con relación al beisbol, también durante el decenio de 1950 el balompié experimentó algunos avances. Así, recibió un considerable impulso económico por parte de las empresas cerveceras, situación que propició una organización más acentuada. La solvencia pecuniaria permitió la realización de campeonatos, en una manera más continua. Aún cuando el desarrollo era evidente, fue en la década de 1960 cuando el futbol tuvo progreso cuantitativo y cualitativamente mayores a aquellos expresados en años anteriores. Se mejoraron las técnicas de juego y los asuntos reglamentarios. Así mismo hubo una considerable incorporación de personas a este deporte, lo cual se cristalizó en la formación de diversas competencias, incluyendo ligas femeniles. En ese estado de cosas, Culiacán se inmiscuyó en competiciones de carácter nacional. Desde luego que lo recién dicho no sucedió de manera 12
Rafael Valdés Aguilar, Historia del Hospital civil de Culiacán, Culiacán, Ayuntamiento de Culiacán, 2007, p. 201 13 Hemeroteca Nacional, UNAM, El Tiempo, Culiacán, Sin. 24 de octubre de 1943, p. 2 14 Información obtenida de la entrevista realizada a Eduardo “pájaro” Urrea por Gerardo Jiménez Maldonado en la ciudad de Culiacán el 15 de julio de 2009 15 Benjamín Luna Lujano, Azúcar, sal y miel: medio siglo de futbol en Costa Rica, Culiacán, Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional, 2001, p. 16 77
precipitada ni esporádica: fue un proceso, donde lo anterior sólo es un aspecto de la cuestión. En efecto, dicho proceso integró otros asuntos tales como las representaciones, las imágenes y las narrativas. Representaciones del futbolista en Culiacán ante el norte de México Después de dos décadas de permanecer en un enclaustro familiar, en estricto sentido, o bien en un escenario estrecho en cuanto a espacio y población que lo teñían de tonalidades familiares,16 situación que de alguna forma accidentaba la competitividad entre los sujetos, el balompié experimentó una anexión masiva de jugadores durante los sesenta del siglo XX, incluso poco antes. A la integración de los individuos se le aunó el interés, en mayor grado, por la competencia. Entre tanto, el afán de triunfo y el simbolismo de superioridad que implica comenzaban a orientar la actividad deportiva, ya no tanto la convivencia familiar ni los asuntos meramente lúdicos. Es verosímil que lo recién referido, así como el propio entusiasmo, hayan resultado determinantes para que los patrocinadores decidieran inmiscuir a Sinaloa en competencias nacionales. En 1960 fue la primera ocasión. En lo que concierne al campeonato nacional, el itinerario era el siguiente: primero había eliminatorias estatales y después regionales. Del éxito obtenido en éstas últimas dependía el acceso al evento nacional. En cuanto a las competencias de carácter regional, el equipo sinaloense se movió en dos zonas: a veces en el Norte, donde competía contra Baja California y Sonora. En otras ocasiones se le asignaba eliminarse con Colima, Jalisco y Nayarit. El Occidente era el nombre con el que se asignaba la zona de estos últimos. Al igual que la variación de los escenarios también lo hicieron las representaciones. Independientemente de sus mutaciones pudimos distinguir dos posturas: la inferioridad y el sentimiento de superioridad. En una perspectiva cronológica, a continuación veremos los matices de cada una de ellas. Tomando como soporte los fenómenos factuales, asiduamente en la zona septentrional se configuraba una posición favorable para el sinaloense. Ahora bien ¿cuál era la situación factual? En el caso de Sonora, podemos decir que aún cuando el futbol en Sinaloa se advirtió 16
Información obtenida de la entrevista realizada por Benjamín Farber a Rodolfo Leal el 16 de mayo de 2004 en la ciudad de Culiacán, Sin. La versión de la entrevista en bruto nos fue proporcionada por el Departamento de Historia Oral de la Crónica de Culiacán: Fondo I/ 16 de mayo de 2004. Casete 149 78
relativamente tarde, su práctica fue más temprana que en el estado sonorense. Lo anterior posibilitó a Culiacán tener ciertos avances tanto en asuntos técnicos-corporales como en organización. La razón de ello fue la preponderancia del beisbol en el estado del “pitic”. Los avances en materia de futbol también se reflejaban cuantitativamente, es decir, en los resultados. En sintonía con tal situación el futbolista sinaloense se teñía de tonalidades superiores hacia sus homólogos: “El conjunto sonorense […] juega duro, en ocasiones rudo pero creo que en Sinaloa hay más clase. Ganaremos.”17 En nuestra percepción la expresión “clase”, en la que se fundamenta la primacía de Sinaloa, está asociada con avances técnicos, sobre todo si se compara con las características que se le adscriben a Sonora. En días posteriores, se ratifica la ventaja sinaloense, sólo que ahora se especifican los elementos que fungen de soporte. Así, caracteriza al equipo por la rapidez, el juego sincronizado, inteligencia, condición física, voluntad y cariño.18 Es preciso tener en cuenta el orden de las palabras. El hecho de que se destaquen primeramente las habilidades corpóreas obedece al objetivo de formular un conjunto meramente futbolero. En el escenario del deporte moderno se valora el raciocinio, la organización19 y las destrezas técnicas entre las que están adscritas el juego veloz, el entendimiento entre los individuos, la eficacia en anotaciones, etc. Es verosímil que la formulación de la imagen sinaloense se sujetara a esta idea. La deliberación de colocar al final del enunciado a aspectos como la voluntad y el cariño viene a confirmar la propuesta aludida, pues a menudo estos elementos eran adscritos a aquellos equipos que al competir no apelaban a cuestiones técnicas. La representación de preponderancia se prolongaba al momento de afrontar a Baja California. Los elementos sobre los que recaía la superioridad sinaloense eran similares a los ya indicados.20 La similitud con esta representación anterior no estriba en la técnica adscrita al sinaloense, sino, sobre todo, en la categorización del rival, el cual era considerado “rudo, con un juego de entradas feas y violentas.” 17
El Diario de Culiacán (en adelante EDC), 13/03/60, Culiacán, Sin. p. 3 EDC., 7 de abril de 1960, Culiacán, Sin. p. 3 19 Richard, D Mandell, Historia Cultural del deporte, España, Bellaterra, 1986, p. 42 20 EDC., 26 de agosto de 1961, Culiacán, Sin. P. 3 79 18
La tiranización por la falta de técnica era relativa o más bien arbitraria ya que en el caso sinaloense era sumamente valorada. Se apreciaba que Sinaloa “jugara con pantalones y no como margaritas.” El contexto de la expresión nos conduce a pensar que el equipo estatal apelaba más bien a la voluntad y fuerza que a un juego habilidoso, técnico y preciso. Esto último también nos conduce a sugerir que la representación de superioridad sinaloense se asociaba con una figura masculina. A decir verdad, esto es más que una sugerencia, ya que cuando el conjunto era superior cualitativamente a menudo se le calificaba como señor o señores del partido. En la zona septentrional la imagen de Sinaloa era favorable aún cuando los resultados fuesen adversos: “los sinaloenses dominaron casi todo el encuentro y enseñaron mucho más técnica que los locales pero la delantera de los visitantes tuvo una desastrosa actuación […].”21 No resulta difícil imaginar que el mal desempeño era identificado como una circunstancia y no una característica de los sinaloenses. Dicha aseveración toma mayor validez al momento en que la prensa aduce que “el mal estado de la cancha y el largo viaje, que agotó a los jugadores, dieron al traste con el triunfo del equipo”. La sensación de superioridad también es útil para construir una narrativa favorable al momento de enfrentar a su similar de la península californiana: “Sinaloa debe remontar una ventaja que le lleva el equipo visitante de tres goles. Debemos ganar, ya que todos los sinaloenses que presenciaron el juego en Tijuana nos han hecho saber que Sinaloa superó en todo a Baja California, menos en el marcador.”22 Un aspecto interesante es el hecho de que no se hacen patentes, de manera considerable, los adiestramientos con los que Sinaloa era mucho más que sus competidores de Tijuana. Así mismo debemos subrayar que no se enfatizan las destrezas individuales. Las virtudes son formuladas con base al juego de conjunto. En tanto que las confrontaciones con el equipo de Tijuana los resultados no eran favorables para Sinaloa, la representación, articulada con tonalidades de superioridad, era sopesada con los marcadores adversos, asiduos por cierto. Este tipo de contrastes daba pie a un discurso en el que Sinaloa valoraba la fortaleza física y elementos de personalidad antes que con asuntos técnicos. 21 22
EDC., 16 de abril de 1962, Culiacán, Sin. p. 3 EDC., 28 de abril de 1962, Culiacán, Sin. p. 3 80
Aunque nuestro tema de estudio es la representación del sinaloense, es preciso detenernos en las opiniones locales que existían en torno a los conjuntos de los dos estados citados y en lo sucesivo incorporar los elementos adscritos a los futbolistas de Sinaloa. Así, en una nota previa a las posibles competencias se indicaba: “la selección de Sinaloa se enfrentará al triunfador del partido entre Baja California y Sonora. Pero cualquiera de los dos será duro enemigo de los nuestros, ya que tanto el vecino estado de Sonora como en el fronterizo estado de Baja California se juega futbol […]”23 En el caso concreto de Tijuana, existe una mayor inquietud local: “es de esperarse que quizá sean los bajacalifornianos los próximos enemigos de los nuestros pues […] ya nos han dado muestras del buen futbol que practican […].”24 Consciente de los avances, para estas alturas temporales la representación del sinaloense se articula con elementos como la condición física, el amor a la camiseta y la voluntad. En cierto modo las habilidades deportivas otrora sobrevaloradas y subrayadas son desplazadas por los elementos recién dichos. Sin embargo dicha situación resulta interesante por la paradoja que entraña. Justamente cuando se advierte una sobrevaloración de los asuntos de personalidad a costa de lo técnico es cuando las circunstancias técnicas eran más avanzadas. No resulta difícil imaginar que una de las razones por los avances técnicos, que eran pasados a segundo término, era el nivel de juego que ostentaba al equipo bajacaliforniano, constituido por sujetos provenientes del Centro y Occidente del país, zonas en las que, como se indicó, el futbol tenían mayor arraigo en comparación con Sinaloa. Lo cual daba al traste con las pretensiones de éxito por parte de los sinaloenses. La relevancia de Tijuana no sólo era expresada por la prensa sino que era identificada por los propios actores. Eduardo Urrea comenta: “Baja California era otra cosa, porqué, porque Baja California, Mexicali, como son ciudades que tienen mucha población flotante, los jugadores no eran de Tijuana, eran que llegaban de Guadalajara, de Michoacán, de Querétaro, del DF […] por eso Tijuana tenía un buen equipo”.25
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EDC., 26 de febrero de 1969, Culiacán, Sin. p. 4 EDC., 25 de febrero de 1969, Culiacán, Sin. p. 4 25 Entrevista realizada por Gerardo Jiménez Maldonado a Eduardo Urrea en la ciudad de Culiacán, Sinaloa el 15 de julio de 2009 81 24
Bastaba, entonces, la presencia de jugadores de las zonas meridionales para que la representación del sinaloense cambiara. Respecto a la relación de los jugadores del Centro-Occidente con el Norte, tomar como referente al conjunto de Tijuana resultaría insuficiente; lo más óptimo es abordar las confrontaciones que Sinaloa tuvo con los conjuntos de aquellas regiones. El futbolista sinaloense ante el de Occidente y el del Centro-Sur Los pronósticos y las narrativas referentes a los encuentros que Sinaloa sostenía con Guadalajara, México, Veracruz, Chiapas, Querétaro y Colima eran, en su mayoría, pesimistas para el conjunto sinaloense. En gran medida, las versiones correspondían a lo fáctico pues el equipo local no tenía el éxito. De hecho, la demanda de victoria era incipiente no sólo por la prensa sino de los mismos actores. A diferencia de la zona Norte, la postura que Sinaloa adoptaba al momento de competir en regiones meridionales del país tenía un alto grado de inferioridad. En sus primeros compromisos en eventos nacionales, la prensa comentaba: En puerta todo indica que Sinaloa será uno de los equipos más débiles. El futbol de nuestro estado está en pañales; no hay que engañarnos. Pero la voluntad, el esfuerzo y cariño que han puesto en sus partidos, puede producir sorpresas muy agradables para nosotros. La competencia que será ahí, no será la que se ha tenido hasta el momento: Sonora, Mazatlán, Guamúchil, Topolobambo, será una dura y real competencia donde llevamos la de perder.26
La nota data de abril de 1960, es decir sólo días después de que saliera el comentario en el cual Sinaloa era notablemente superior a sus homólogos sonorenses. Es innegable que la representación del sinaloense es histórica, dinámica. En este caso la versión no sólo es diferente sino radicalmente opuesta. El evento al que refiere la nota es un campeonato nacional y se efectuaría en la ciudad de Querétaro. A diferencia de la opinión sobre la eliminatoria en la zona Norte, aquí desaparecen los “señores” y entran a escena los sujetos “en pañales”, ésta última expresión la asociamos con un sentimiento de inferioridad. Se dijo que Sinaloa llevaba las de perder y perdió. Se ubicó en el último lugar de su grupo y, además, no fue 26
EDC, 28 de abril de 1960, Culiacán, Sin. p. 3 82
reconocido por su alto nivel en las destrezas, tal como lo plantean las confrontaciones en el septentrión. Se esboza una sensación de inferioridad técnica-corporal. Las enunciaciones de esta naturaleza se hacen extensibles a los augurios relacionados con el éxito sinaloense. Para tal efecto, se apelaba más bien a las sorpresas infundadas, y algunas peripecias dirigidas al detrimento del equipo rival o cualquier aspecto que configurar un discurso no orientado a la técnica de la selección de Sinaloa. La inferioridad deportiva del sinaloense no solamente se representaba apelando a cuestiones de género humano sino también al reino animal: “Sinaloa cayó ante el Estado de México, un trabuco y lógico vencedor […] un equipo de México que jugó todo el segundo tiempo como el gato con el ratón […] forman un señor equipo […]”.27 Si bien es cierto que las referencias anteriores pertenecen a eventos nacionales, a nivel regional la representación del sinaloense igualmente estaba teñida en tonalidades de inferioridad. Uno de los conjuntos ubicados en la zona de Occidente con el cual las confrontaciones fueron continuas era Guadalajara. Se opinaba: “Jalisco viene presidido de un gran historial, como cuna de semillero de estrellas […] y los pobrecitos sinaloenses sólo con un campeonato nacional “B” es muy poca cosa pero es lo único que tenemos.”28 En este caso la representación se hace con base al pasado. Aquí no solamente se ubica al sinaloense como sujeto menor sino que se minimizan los éxitos obtenidos. Esta postura iba acorde con una narrativa pesimista, la cual no auguraba ningún usufructo. Tampoco destacaba los asuntos técnicos pero se apelaba a las sorpresas. Respecto a ellas se indicaba: “Jalisco para ganar trae muy buenos elementos. De lo mejor pues son seleccionados, pero también puede suceder que algunos no hayan podido venir porque sus obligaciones en la perla tapatía no les permitan venir”. Se observa que el éxito de Sinaloa recae más en la peripecias del equipo rival que en las acciones sinaloenses. Está impregnada una idea de inferioridad. Otras opiniones similares aparecen continuamente en el transcurso de los años de estudio. Lo interesante del asunto es que éstas se advierten en momentos previos a las confrontaciones con Jalisco, no así con Sonora y Tijuana. Dicha situación no sólo reafirma la posición inferior en la que 27
EDC., 3 de mayo de 1960, Culiacán, Sin. p. 4 EDC., 27 de marzo de 1963, Culiacán, Sin. p. 2 83
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los sinaloenses se ubican a sí mismos con respecto a la zona de Occidente, sino que confirma los peldaños superiores en los que se posicionaban en comparación a los estados del Norte. Profundizando en la representación del sinaloense referente a la región occidental del país, al igual que en el evento nacional antes referido, las opiniones sobre el conjunto de Sinaloa no subrayan las destrezas corporales. Esto indica, pues, que su efectividad no recaía en los asuntos técnicos, como lo hacían ver en ocasión de afrontarse a Sonora y, en menor medida, a Baja California. La omisión en la técnica, la recurrencia a sorpresas, la historia, en materia de futbol, e incluso la alusión a sueños y utopías,29 eran los elementos con los que se formulaba el sentido inferior para Sinaloa. Sin embargo, también se daba una representación más precisa. Similar a la zona norte se recurría a los asuntos de género: “Jalisco nunca pierde […] eso desde luego apantalla. Pero ahora Sinaloa ya no se encuentra en pañales. Si bien es cierto que todavía no aprendemos mucho, también es cierto que el niño ya ha crecido algo y de vez en cuando los adolecentes resultan respondones”30. Aún cuando se reconoce la superioridad de Jalisco se observa un intento por reflejar alguna paridad con el contendiente. Dicha situación se advierte a partir de 1965, año en el que Sinaloa ha experimentado algunos progresos notables a raíz, por un lado, de las mismas competencias regionales y nacionales a las que se incorporó en 1960. Por el otro, a las enseñanzas que los trabajadores del Occidente mexicano impartían a los jugadores de Sinaloa31. Importantes también fueron los entrenamientos sistemáticos que a nivel local y de selección comenzaron a sostenerse. No obstante, los avances técnicos todavía no son los relevantes al momento de formular la imagen del futbolista local cuando se da la ocasión de participar en la zona de Occidente. Para la mitad de la década abordada hay una inclinación por construir una versión más sopesada a
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EDC., 29 de marzo de 1963, Culiacán, Sin. p. 3 EDC., 24 de abril de 1963, Culiacán, Sin. p. 2 31 Información extraída de la entrevista a Benjamín Iriarte Farber realizada por Gerardo Jiménez Maldonado en la ciudad de Culiacán, Sin. El 25 de enero de 2008; también véase: Benjamín Luna Lujano, op. cit. 30
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favor de Sinaloa con relación a sus oponentes. Cuando esto ocurre se apela más a la condición física32 que a las cuestiones técnicas. Aún se reconocía “el sistema de juego inferior del conjunto sinaloense”.33 No sólo con relación a Jalisco sino también con los estados de Colima y Michoacán. En el caso de estos últimos, las confrontaciones se dieron a partir de 1966. En el preámbulo de cierto partido se decía: los colimenses no serán “una perita en dulce […] Colima es una ciudad en la que el deporte de arraigo es el futbol […] los muchachos nacieron con el balón en los pies, su primer juguete fue una de gajos […]34 en tanto que por Sinaloa se indicaba: “hace 15 días los nuestros demostraron un futbol de categoría […] tratarán de repetir. La intensión la tienen, condición física les sobra.” La posición hasta cierto punto desdeñosa hacia los asuntos, digamos, extra futboleros se debe a la misma naturaleza del futbol en Sinaloa. Eran dejados de lado debido al énfasis por desarrollar las técnicas del futbol. Se pretendía la rapidez, precisión y la efectividad en anotaciones, entre otros aspectos. La inclinación hacia una mayor destreza se debía a la presencia de jugadores oriundos de Michoacán y Guadalajara en Culiacán, quienes con sus modos de juego impresionaron a propios y extraños, en tanto que marcaron una diferencia con relación a sus homólogos sinaloenses.35 El adiestramiento relativamente avanzado de los primeros se reflejó no sólo en éxitos deportivos sino también políticos y laborales.36 El usufructo deportivo y la estética de práctica propiciaron una inclinación hacia los aspectos meramente futboleros. Esto se acentuó en los sinaloenses al competir con estados cuyo sistema de juego era eminentemente técnico. En este contexto se comprende el cierto desdén, manifestado al inicio del periodo, por las instancias extra deportivas. A pesar del énfasis, Sinaloa no lograba el nivel de habilidad que pretendía. Como consecuencia su forma de juego era considerada 32
EDC., 21 de marzo de 1965, Culiacán, Sin. p. 2 EDC., 8 de abril de 1965, Culiacán, Sin. p. 2 34 EDC., 17 de abril de 1966, Culiacán, Sin. p. 5 35 Con respecto a las destrezas corporales, véase nuestro trabajo: El cuerpo como factor para la definición de sujetos y la configuración de tiempos, el futbol en Culiacán (1940-1970), el cual fue presentado en noviembre del 2009 en el Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia a celebrarse en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, México. 36 Véase nuestro mismo trabajo antes referido. 85 33
inferior. Esta situación era patente no sólo para los sinaloenses sino también para sus homólogos de otros estados, quienes más bien le encomiaban su valerosidad, gallardía, esfuerzo, espíritu y bravura.37 El equipo sinaloense advirtió que el asunto técnico era insuficiente para competir eficazmente con las mencionadas zonas, así que apeló “al coraje, el cariño a su terruño, la valerosidad e incluso la condición física”, tal como lo hemos mencionado. Para la segunda mitad de la década de estudio ya se valoran los aspectos extra deportivos y de hecho fungen como soportes de identidad. Eduardo Urrea expresa: En el caso del sur era diferente, ellos tenían un aspecto […] más avanzado y aquí había otro tipo […] si tú quieres más rústico, más rústico pero con más entrega, con más fuerza, era el futbol nuestro, claro que había quien tenían esa capacidad pero aparte de eso tenía una fuerza y la resistencia, y la, y la eh, el estilo sinaloense, nos dábamos, nos entregábamos todos […]
En cuanto a lo físico, se opinaba: “Usted se dará cuenta que son un equipo muy joven; solamente falta ver que tan enchilosos son porque en peso físico Sinaloa se los lleva de calle, en categoría se supone que Jalisco.”38 Al final de la década de los sesenta la apelación a las cuestiones extra deportivas es más expresa. Mientras se reconoce, por medio de párrafos e imágenes, la cátedra de futbol que el conjunto del Atlas dará a Sinaloa, en tanto que se destaca el elevado nivel técnico de los primeros, al mismo tiempo se indica que el equipo sinaloense tiene lo suyo: “Espíritu de batalla”.39 También se subraya el sistema de juego del conjunto local. Sin embargo esto último se da como una posibilidad, mientras que el espíritu combativo y gallardía categóricamente se garantizan, se consideran un hecho. En ocasión a enfrentarse contra Colima, la prensa subrayó: “[…] De lo que sí estamos seguros es que los nuestros lucharán con coraje y determinación.”40Las confrontaciones con equipos de Colima, Guadalajara y Ciudad de México se vuelven constantes a partir de 1965. ¡25 años después de que el futbol se introdujera en Culiacán! A estas alturas los jugadores sinaloenses habían experimentado una evolución 37
Hemeroteca Nacional, UNAM, El Amanecer, Querétaro, Querétaro, 5 de mayo de 1960, p. 4 38 EDC., 31 de marzo de 1963, Culiacán, Sin. p. 2 39 EDC., 23 de abril de 1969, Culiacán, Sin. p. 4 40 EDC., 13 de abril de 1966, Culiacán, Sin. p. 5 86
técnica considerable, mejor aún, notable41. El progreso no sólo era advertido por los propios futbolistas sino por la misma prensa: Sinaloa ha progresado enormidades, moviendo el balón. Cinco años militando en el grupo [de Occidente] han dado resultados. El seleccionado es el mejor que se ha formado en los últimos cinco años. Tienen calidad, juventud y un gran empuje […] debemos considerar a Colima como un enemigo peligroso […].42
Si seguimos el orden de la enunciación observamos claramente que se destaca la situación técnica de los jugadores locales. La nota indica que el conjunto de Sinaloa es competente por el tipo técnico de juego, reforzado con la presencia física de los sujetos.43 Al conjunto de Sinaloa lo caracterizaba, de igual manera, su obstinada personalidad. Es preciso subrayar que el aspecto físico y la actitud del sinaloense son una constante, más aún: nodales, para la configuración de su discurso en ocasión de enfrentar a los conjuntos del Centro y Occidente del país. Dichos elementos resultan más relevantes por el hecho de que son aludidos en un contexto específico: por un lado en el momento en que Sinaloa ha despuntado técnicamente. Por el otro, cuando se presenta la ocasión de enfrentar a los conjuntos de Guadalajara, México y otras urbes eminentemente futbolísticas. Si bien se aceptaba el progreso que manifestaba Sinaloa en materia de futbol, su nivel de juego era inferior a sus homólogos meridionales. Este hecho era contrastado con la condición física y personalidad del conjunto sinaloense. Es así que la representación del sinaloense se sopesaba para su propia conveniencia. En síntesis podemos enunciar que la representación que los sinaloenses se hacían de sí mismos es histórica, dinámica en tiempo y espacio. En efecto, contrario a lo que autores locales sostienen, tales
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El futbol en Culiacán había progresado en organización, técnicas corporales, formalidad e incluso vendrían periodos prósperos en cuanto a la disponibilidad de espacios y número de adeptos. 42 EDC., 16 de abril de 1966, Culiacán, Sin. p. 3 43 La nota menciona la palabra “juventud”. Consideramos que ésta remite a la loable condición física de los sujetos. en el caso griego, los jóvenes eran prioritarios en las actividades atléticas justamente por su fortaleza corporal. Véase: Richard, D Mandell, op. cit., p. 42 87
como Antonio Nakayama44, la valoración a los elementos como el coraje, la valentía, el espíritu combativo y la fortaleza física no remitía a una sensación de superioridad. Más bien se recurría a tales elementos para equilibrar la desventaja que Sinaloa tenía frente al Occidente y Centro del país, e incluso en la zona Norte. En cambio, los discursos que posicionaban a los sinaloenses en un peldaño superior, en comparación a los sujetos oriundos de otros estados del país, eran formulados con base a asuntos técnicos-corporales. Las enunciaciones de esta naturaleza iban orientadas a dibujar una imagen del deportista acorde con las características del deporte moderno, tales como la disciplina, destreza, racionalidad, organización, rapidez, etc.45 Dichos elementos hacen suponer sino una renuncia sí una reticencia hacia los supuestos de la personalidad. Aunque, como se ha observado, asiduamente a la valoración corporal le iba adjunta una alusión del temperamento inherente de los sujetos. Sin embargo, regularmente, éste se adecuaba en un segundo término. Hemos advertido que el sinaloense tenía miedos, inquietudes y, digamos, complejos, los cuales revelaba a través de los discursos que formulaban representaciones y narrativas con tonalidades pesimistas e incluso trágicas. Cuando se daba el caso, se remitía a la mujer, niño o incluso a los animales, con quienes se representaba --parafraseando a la prensa-- al “pobrecito” sinaloense. FUENTES Orales. Departamento de Historia Oral de la Crónica de Culiacán: Fondo I/ 16 de mayo de 2004. Casete 149. Entrevista realizada por Benjamín Farber a Rodolfo Leal en la ciudad de Culiacán, Sinaloa el 16 de mayo de 2004 Entrevista realizada a Benjamín Iriarte Farber por Gerardo Jiménez en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, 25-I-2008
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Antonio Nakayama caracteriza al sinaloense, concretamente a los oriundos de Culiacán, como bebedores, groseros, aguantadores y valientes. Dichos elementos son asimilados para configurar al sinaloense como un ser que sobresale en relación a sujetos oriundos de otras latitudes mexicanas. Dicha idea es reproducida casi epilogalmente, véase: Cónicas de Culiacán, t. II, Culiacán, UAS/ H. Ayuntamiento, p. 76, 2008 45 Richard, D Mandell, op. cit., p. 3 88
Entrevista realizada a Eduardo Urrea por Gerardo Jiménez Maldonado en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, 15-VII-2009. Hemerografía El Amanecer, Querétaro, Querétaro (1960) El Diario de Culiacán (1960-1970) El Tiempo, Culiacán (1943, 1946-1947) Bibliografía Alabarces Pablo, Futbol y Patria. El futbol y las narrativas de la nación en la Argentina, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2002 Chartier Roger, El mundo como representación, España, Gedisa, 2006 D Mandell, Richard, Historia Cultural del deporte, España, Bellaterra, 1986 Doise Wiliem y Clémence Alain, et. al., Representaciones sociales y análisis de datos, México, Instituto Mora, 2005 González y González Luis, “El Liberalismo triunfante”, en Centro de Estudios Históricos de México, El colegio de México, Historia General de México, México, El Colegio de México, 1998. Jiménez Maldonado, Gerardo, El futbol en Culiacán, de las prácticas lúdicas y sociales a los usos en el discurso político: 1965-1973, Culiacán, Facultad de Historia/UAS [tesis de licenciatura en historia], 2009 _________________ El cuerpo como factor para la definición de sujetos y la configuración de tiempos, el futbol en Culiacán (1940-1970), s/p Katz Fredrich, La Guerra secreta en México, México, Era, 1999 Luna Lujano, Benjamín, Azúcar, sal y miel: medio siglo de futbol en Costa Rica, Culiacán, Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional, 2001 Medina Armienta, Moisés, Espacios, medios y formas de diversión en Culiacán, 1985-1910. Culiacán, Facultad de Historia/UAS, [tesis de licenciatura en Historia, inédita], 2005 Nakayama Antonio, “crónica de una ciudad”, en: Gobierno del Estado, Cónicas de Culiacán, t. II, Culiacán, UAS/ H. Ayuntamiento, 2008 Paz, Octavio, El Laberinto de la Soledad. Posdata. Vuelta al laberinto de la soledad, México, Fondo de Cultura Económica, 2004 Rouqié Alain, América Latina. Introducción al extremo occidente, México, Siglo XXI Editores, 1999 Valdés Aguilar Rafael, Historia del Hospital civil de Culiacán, Culiacán, Ayuntamiento de Culiacán, 2007 Van Young Eric, La otra rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810-1821, México, Fondo de Cultura Económica, 2006.
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VIOLENCIA Y FUTBOL: escenarios de la cultura del barrio
Ramón Ismael ALVARADO VÁZQUEZ.∇ Presentación Al iniciar este trabajo, no podemos hacerlo sin trasladarnos al tiempo en que descubrimos el futbol callejero, y no podemos sustraernos a la infancia en la Colonia Juárez de Mazatlán. Personalmente no puedo escribir sin pensar en cómo se jugaba, quiénes jugaban, contra quién se jugaba y dónde se jugaba. En cada línea, posiblemente va parte de las patadas, los codazos, los raspones, los goles, las jugadas, los sueños, las ilusiones, las alegrías, el coraje, la impotencia, los miedos, las persecuciones y las pedradas esquivadas. Que son una expresión de la violencia que se vive tanto en el futbol callejero como el reglamentado y el profesional, pero con otras características. Hacía mucho tiempo que buscaba una oportunidad para escribir sobre el futbol. Faltaba un motivo ∇
Doctor en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional, sede Mazatlán. Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS. 90
para hacerlo, pero la dinámica del trabajo y las obligaciones como docente me habían llevado a escribir sobre los problemas educativos y de investigación social en la ortodoxia académica. Reconozco además que al escribir me gana la pasión del gusto por patear un balón, el placer de meter un gol y el de la adrenalina por enfrentar al enemigo, sentir las patadas, el cansancio, burlarlo, y los temores por perder el partido. En cada línea van de por medio imágenes del juego, de los espacios donde se juega, de los gritos y las ganas de salir a jugar o gritar un gol. Por tal razón es que en ocasiones se observa en el trabajo algunos momentos de la pasión de jugar y otros de análisis sistemático al estudiar la violencia en el futbol como fenómeno social. Ojalá y no gane la pasión del juego sobre la objetividad en el análisis. El juego de futbol, es posiblemente el deporte más famoso del planeta, es posiblemente el que más aficionados acarrea a los estadios. Además de que es el que más se ha comercializado a través de los medios. Pero también el futbol como fenómeno de masas, se ha estudiado desde diferentes perspectivas disciplinarias del conocimiento científico. El futbol se ha estudiado como mercancía y en la literatura se ha producido una extensa cantidad de historias. En el plano de la violencia posiblemente el futbol sea uno de los deportes en los que más se agrede al contrincante, en el que más público se agrede entre si y en el que más personas intervienen en una pelea por ser simples espectadores tanto dentro de un estadio como fuera de él1. La violencia se encuentra desde los orígenes del futbol, pasando al futbol profesional hasta el callejero2. Por tal motivo en este trabajo se 1
Andrés Escobar, jugador de futbol representando a Colombia en el mundial de futbol de 1994 celebrado en los Estados Unidos de América, fue asesinado a balazos en su tierra natal ya que le cuestionaron sobre el autogol que cometió a su país cuando jugaban contra Los Estados Unidos. 2 En el portal de la FIFA señalan que no es sino hasta el siglo XII que se encuentran evidencias de algún tipo de fútbol practicado en Inglaterra. En la edad media se conocieron varios tipos. Básicamente era fútbol que tenia lugar entre fracciones o grupos rivales en villas y ciudades y también entre pueblos y parroquias. Tomaban parte una gran cantidad de jugadores y las porterías podían estar separadas más de un kilómetro. Estos juegos, que a menudo eran violentos y peligrosos, estaban asociados especialmente con el carnaval y se llamaron fútbol de carnaval. Algunos de estos juegos sobrevivieron en Inglaterra hasta bien entrado el siglo XVIII. En el mismo portal otros historiadores de la FIFA señalan que el futbol tiene sus antecedentes en la edad media donde surgieron innumerables juegos balompédicos, el Soule en Normandia y Bretaña, el Gioco del Calcio popular en Florencia de Medici. Todos estos antecedentes tenían 91
analiza a la violencia como un factor inherente al juego del futbol. Se hace una analogía entre un escenario simbólico-social y de resistencia del futbol callejero, con algunos datos del profesional, extraídos de los medios y datos que se rescatan de las teorías del comportamiento particularmente del psicoanálisis y de la prácticas sociales de la sociología. El trabajo se articula con algunos datos históricos, del futbol profesional que se han proyectado en los medios particularmente en la TV privada de México. Metodológicamente se establece una doble articulación entre la construcción del objeto de análisis que se sustenta en la construcción narrativa de los escenarios simbólicos y la visión de un texto que busca dar a conocer algunas de las historias que el futbol ha producido en un barrio o un estadio como en cualquier parte del mundo. Se explican algunos textos en forma narrativa, los cuales tienen como intención ilustrar los fenómenos sociales que se producen con el futbol y la violencia articulados a los escenarios sociales. Donde en un partido de futbol se observa el reflejo de la lucha de clases y la cultura. Se hace una analogía del papel de los medios como representantes de la visión imaginaria del consumo y expresión del mercado. El análisis se inscribe en la perspectiva metodológica de la fenomenología (Flick, 2004) particularmente de la narrativa. Se utiliza esta propuesta metodológica ya que la fenomenología, nos da la posibilidad de comparar lo que puede ser hoy, en otra colonia, en otro país o en otro espacio de un imaginario colectivo o un partido de futbol. Se analiza que las luchas de clases y la resistencia cultural violentan la cultura y en particular el juego como esencia y filosofía simbólica del deporte3. La relevancia de la narrativa y el análisis del texto, resulta de un proceso sociohistórico articulado al estudio de la cultura como representación de las estructuras sociales. Se analiza el contexto del juego de futbol en la construcción del espacio-tiempo con el concepto de violencia. La violencia se explica como una acción ejercida por una o varias personas donde se somete de manera intencional al maltrato, presión, sufrimiento, manipulación u otra acción que atente contra la integridad tanto física como psicológica y moral de cualquier persona o como denominador el culto a la fuerza física y la brutalidad, por lo que se dio censura en algunas partes de Europa. 3 El deporte que nace del pueblo vuelve al pueblo como una forma de medir fuerzas relativas entre dos pueblos (Bourdieu, 1990). Es por tal motivo que la descarga de violencia se construye con significados de la violencia juvenil. En los jóvenes, señala Bourdieu, la violencia es parte de su convivencia, de su desarrollo y estilo de vida. 92
grupo de personas. Es por tal razón que en un primer momento la narrativa se explica desde la perspectiva de Kornblit (2007), que sirve para analizar algunos hechos internalizados en las memorias colectivas significativas de las expresiones de violencia en un juego de futbol4. En un segundo momento se busca situar el trabajo entre las fronteras de significación de las experiencias vividas en un escenario de intimidad, donde se inserta el sentido individual con la experiencia por trascender de lo particular a una representación social. Esta vinculación de la narrativa con la interpretación toma relevancia, en el momento que rescatamos los planteamientos de Flick (2004), al adscribirnos en la idea de que la utilización de la narración, proporciona un marco en el que las experiencias se pueden localizar, presentar y evaluar en la vida cotidiana. Mediante este apoyo metodológico de construcción narrativa y análisis de interpretación sostenemos que este proceso ayuda a explicar la rigurosidad con la que se interviene para transformar las experiencias del mundo simbólico. Se muestra un mundo significativo de escenas vividas (Kornblit, 2007), a partir de un mundo anterior que configuran un pasado que sucedió en la colonia Juárez y que se articula con escenas que la TV transmitió en los años ochentas con los partidos de futbol, en particular los de América, Chivas y Cruz Azul de México5. Juego, espectáculo y espectadores. En un escenario de prácticas sociales, las acciones de los actores pueden ser análogas y diferentes. Pueden ser excluyentes e incluyentes, según la mirada de interpretación y la misma acción. Una de las acciones presentes en un juego de futbol es la reglamentación de la violencia. Se plantea así, porque la violencia es una situación que genera la indagación para conocer el futbol como fenómeno de masas y motivo de construcción de escenarios de luchas simbólicas y físicas que resaltan los medios. Una interpretación particular es la interacción y analogía de dos 4
En la final del partido entre Los Pumas de la UNAM y las Águilas del América el 26 de mayo de 1985, se suscitó un accidente. Los túneles estaban saturados y la gente comenzó a atropellarse, a subirse unos sobre otros, a correr en cualquier dirección. El saldo final fue de 10 personas muertas en el túnel 28. 5 Algunos de los jugadores que se recuerdan, son entre otros, por América: Toninho, Monito Rodríguez, Campeón Hernández, Pichojos Pérez, Borbolla, Popeye Trujillo, Reynoso, Borja, Pata Bendita. Chivas. Nacho Calderón, Willy Gómez, Onofre, Gallo Jáuregui, Jamaicón Villegas. Antes Chava Reyes, Tigre Sepulveda, Chololo Días y Tubo Gómez Pina Arellano y Bigotón Jasso. Cruz Azul. Galindo, Kalimán Guzmán, Horacio López Salgado, Octavio Muciño, Quintano, Supermán Marín, Eladio Vera, Héctor Pulido y Cesareo Victorino. 93
escenarios teóricamente construidos. El primero, el del barrio, descrito en la perspectiva de Flick (2004) con el análisis de texto expuesto en las intenciones de la narrativa, la cual ayuda a explicar la práctica deportiva y del juego como una construcción de prácticas sociales que forman el carácter de vencer y triunfar aún con las reglas establecidas6. El segundo escenario se explica desde el concepto de la visibilidad mediática que se plantea en la perspectiva de Thompson (2007), al señalar que existen formas de interacción que difieren de las que realizamos en nuestra vida cotidiana, pero por su visibilidad ayudan a compartir escenarios, espacios, tiempos distintos y distantes que se hacen comunes en un partido de futbol. Es decir, se puede estar jugando en el barrio e imaginariamente también mirando en un momento y tiempo real un juego de futbol. Por tal razón el futbol, es sólo un motivo que busca confirmar la relación entre mediatización de la cultura y la violencia, lo que resulta de la dialéctica entre lo global y lo local. Se puede estar pensando en jugar en el Santiago Bernabeu y Camp Nou en España donde juegan el Real Madrid y el Barcelona, el Giuseppe Meazza y el San Ciro donde juegan el Milán y el Inter en Italia, el Wembley en Inglaterra, el Maracaná en Brasil, o el CU de Ciudad Universitaria y el Azteca en México y estar presente en el barrio, la cuadra, el baldío, el llano o la marisma que pueden ser un mismo escenario simbólico. En el juego del barrio callejero7, la defensa por el orgullo está por encima de todo, puede ser desde la exaltación de la valentía hasta la burla y el reconocimiento de los espacios y territorios8. Intrínsecamente existe una vinculación en la utilización de los medios. Los partidos de futbol 6
Recordamos la mano de dios de Maradona en el mundial del 86, en el juego de Argentina e Inglaterra o la forma cómo Televisa supuestamente “arreglaba” los partidos en los 70 y los 80, para favorecer a las Águilas del América, según José Ramón Fernández, comentarista, acérrimo enemigo de ese club. 7 En este trabajo se clasifican tres niveles del futbol: el profesional reglamentado, el llanero reglamentado y el callejero. 8 En los comerciales de Paraguay exaltaban la figura de Salvador Cabañas jugador de las Águilas del América, baleado en un bar del DF a las 5.30 AM el 25 de Enero, por problemas con un aficionado. En el comercial resaltan la figura de Bolívar, el libertador de América, con la de Cabañas vestido como militar y mariscal de guerra del siglo XIX, en un caballo Blanco y la bandera de Paraguay. Invita a otros jugadores vestidos de soldados diciéndoles: “Tuvimos grandes victorias hasta acá, pero eso quedó atrás. Este es el momento de la verdad, siete batallas más y la victoria será nuestra, yo no voy a llegar para morir en octavos o en cuartos, yo quiero más, Paraguay quiere más, quién quiere ganar, quién viene conmigo al mundial”. 94
han transformado la violencia por la fuerza y el carácter de las nuevas nacionalidades líquidas que señala Bauman (2006)9. En esta relación recíproca entre juego-violencia planteamos el supuesto de que la violencia tiene un mismo significado, por ello sostenemos que la violencia es resultado de un conjunto de factores que impulsan los instintos primitivos del individuo. Esto se observa tanto en la guerra como en los juegos deportivos que surgen como resultado del reconocimiento y el honor según señala Freud (2000). Los instintos primitivos se expresan tanto en los espacios profesionales como en el barrio, ya que surgen de la lucha por el poder económico entre los dueños de los equipos y la defensa del territorio en el barrio o en las calles. Por tal motivo trataremos de responder en este trabajo, las siguientes preguntas ¿Las expresiones físicas de la violencia en el individuo satisfacen a las influencias simbólicas de la cultura? Esto se explica en tanto que en el barrio la violencia se estimula a través de la lucha de clases y en la cultura callejera y de barrio. En el futbol profesional, los medios de comunicación se han apoderado del deporte para exaltar el consumo del juego y la violencia de las diferentes culturas en la búsqueda por la venta de la mercancía en una cultura global10. Estas claves de los estudios simbólicos funcionan en el análisis de la cultura, por ello la violencia en el futbol se presenta con imágenes de la defensa por el territorio como expresión de la civilización y satisfacción de impulsos primitivos. No obstante que la violencia, en los medios se promueve como expresión de una visibilidad mediática y nuevo instrumento de interacción con las masas. En el barrio se envuelve en un flujo relativo para enseñar la valentía y la virilidad de los jóvenes. En los medios, particularmente en la TV se reglamenta la violencia con el poder de la imagen y la actividad del consumo señala Sartori (1997). Esto es que en las expresiones de la vida íntima se construye un animal simbólico adiestrado mediante la alienación de tiempos y espacios temporales a través de la interacción con la imagen cargada de publicidad. Esta necesidad de la civilización y de la comunidad humana por heredar una educación y una cultura, señala Freud (2000) es resultado de la 9
Bauman explica que el consumo lleva al intento disfrazado por colectivizar la diferencia y diseñar una nueva heteronomía en la idea de una identidad multifacética a través de la imposición una universalidad del estado nación. 10 Llamamos mercancía del futbol al tiempo aire que se vende para transmitir un partido, a la mercadotecnia, la venta de souvenirs, camisetas y el precio mismo del jugador de futbol 95
organización y satisfacción de ciertas necesidades primitivas que se representan en los impulsos instintivos. Jugar, observar y gozar el futbol es un instinto de placer determinado por la naturaleza de la violencia. El fanático al igual que el jugador, gozan instintivamente con acciones de violencia. Tomar cerveza, agredir al que está a un lado en el estadio, gritar, patear y golpear al contrario. Resulta de la satisfacción que se expresan en los instintos. Por este motivo sostenemos que en el futbol y otros juegos, la violencia resulta de los impulsos instintivos naturales que se representan como medio de una satisfacción individual en un espectáculo masivo. No es circunstancial señalar entonces que en el análisis del juego se sustenta una construcción escénica en la idea de Goffman (2001). Los actores se presentan históricamente en la cultura del barrio callejero y el futbol que presentan los medios, para interpretarlo como texto, configurando las representaciones sociales que se pueden analizar a partir de la reconstrucción de las acciones en este trabajo. Los primeros se expresan con diálogos narrativos, los segundos son resultado de las imágenes que expresa la visibilidad mediática que se analizan con datos expuestos. Esta relación violencia-placer y juego es parte de una descarga emocional que se expresa como una pulsión de los instintos, pero también es parte de la defensa por el barrio y la resistencia. Para Villoro (2006), el impulso que hace que una persona se pinte la cara para olvidarse de sí mismo y comportarse de una manera totalmente distinta en un estadio, es sin embargo lo que realmente le interesa. Sin olvidar, que como pasión organizada, el fútbol "se presta a todo tipo de abusos e intereses y ahí entran en juego los nacionalismos, la manipulación política, la especulación económica o el dopaje". En el barrio apoyar gritar y defender el territorio también se presta para exaltar la violencia que transmite el juego de futbol. El ritual del juego en una colonia. Al igual que los ritos primitivos y religiosos en la idea de Durkheim (2001). El juego de futbol se inicia con un ritual11. Es por ello 11
El ritual es pararse todos en la cancha que corresponde, dos en el centro del círculo central para esperar el primer silbatazo del árbitro con el que se inicia el juego. En un partido de futbol, los rituales —el ondear de las banderas, los himnos nacionales, los cantos colectivos— y el lenguaje que se utiliza (cuando el partido empieza, se inician las hostilidades, se dispara hacia la portería, se destroza a la defensa, se lanzan “cañonazos”) refuerzan la percepción de que se trata de una guerra por otros medios. 96
que se reconoce que el juego de futbol es también un texto de análisis interpretativo. Por tal motivo el juego puede iniciar con una simple plática cotidiana que se construye socialmente en un mundo y una comunidad específica. Cada expresión sintetiza la realidad en particular de un escenario social. Un juego de barrio callejero puede iniciar con el siguiente diálogo. Entre, el que reta al juego y el que lo recibe en su barrio: Se Inicia con una plática entre los líderes de los barrios. En este caso representando a los Caníbales 12 el Gallinas y el Brujo que representa a los del barrio de la Pancho Montes de Oca: -El Gallinas. Somos ocho, están listos. Nosotros traemos balón13para jugar. -El Brujo. Si, ya sabes, deja le hablo al Piojo, al Kembo, al Ruli, al Mimi, al Cuate, al Chito, al Cochi, al Jando el negro, al Bolas, al Charras, al Beto, al Güacho, y al Goyo. El Fito, el Jaime, el Camilillo y el Pedro Picapiedra juegan aparte con los Arevalos. El Cacho, el Cande, el Huilo, el Conejo, el Germán y el Camarón sólo miran en la banqueta de la chata. - -El Gallinas. Acuérdate que son de cinco pasos la portería. Ponle dos ladrillos a cada lado para que se vea bien y el que meta 10 goles gana. -El Brujo. A los cinco goles, cambio de portería para tomar agua. El campo es toda la cuadra. Si la pelota cae en una casa, es fuera, si quebramos un vidrio entre todos lo pagamos. Si pasa un carro se para el juego. -El Gallinas. ¿De cuánto es la apuesta? -El Brujo. ¡Te parece de cien pesos¡ -El Gallinas. Sale!. -El Brujo. Que la apuesta la cargue una persona que sea del barrio, porque ustedes pierden y luego tiran pedradas. -El Gallinas. ¿A poco nos tienen miedo? 12
Sobrenombre a una familia de color negro que vivía a las orillas de las marismas. Eran 10 hermanos por sus cualidades para los golpes. Si tocaban a uno era echarse de enemigo a todos los hermanos. Con estas características se les bautizó así a todo el barrio. Los caníbales eran los más temidos en los años 70s en Juárez. 13 Se le podía llamar balón, a una pelota de plástico vieja o un balón ponchado. Si cumplía con el objetivo de rodar, ¡era balón! 97
-El Brujo. A ustedes no les tenemos confianza, ya ves, les ganaron los del barrio de arriba y están agüitados con ustedes, allá están esperando. Mira quienes son: el Mono y su gente el Tian, el Chiquitín, el Everardo, el otro piojo, y el Pedro el camotero con sus hermanos. Es más, están pisteando para que les paguen. -El Gallinas. Mira el Raro14, viene bien loco se echó un chemo, el Pepillo y el Cascajo se aventaron dos carrufos y dos mandarinas15 así que cuando quieran, el Caronte dice que está puesto para lo que sea y el Caníbal mayor pues, tú sabes como es. -El Brujo Sale pues. La descripción del diálogo, es una expresión de lo que sucede en un campo de prácticas donde se ponen en evidencia las reglas del juego de la marginación y la violencia que se expresa tanto en la droga, el desempleo y con la lucha por la defensa del territorio y el honor del barrio. El juego es lo más importante en el momento, pero también el juego sólo es un motivo más, que nos ayuda a explicar la identidad y el conjunto de representaciones sociales que se expresan en las condiciones y prácticas de los espacios culturales marginados. El juego puede ser lo más importante en el momento, no hay nada que puede pararlo, ni dejar de jugarlo. Todo el barrio puede apoyar a su equipo, así como hasta el Presidente de la República invita a los ciudadanos para apoyar a su nación16. En el barrio los adultos invitan a los niños a ver cómo se defienden los mayores de los contrarios, los enemigos a vencer. El juego por el orgullo Un sábado por la tarde, en los primeros días del mes de julio, cuando todavía no llueve. Allá por los años setentas en la Colonia Juárez de Mazatlán, las calles se encuentran totalmente secas, con bastante polvo
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Le decían Raro, porque usaba un look parecido al de Rarotonga, la reina negra de las novelas de Lágrimas y Risas que tanto éxito tuvieron en los 60 y 70s realizados por Yolanda Vargas Dulché. 15 Les decían así a las pastillas psicotrópicas conocidas comercialmente como mandrax. 16 Todos recordamos de cómo el Presidente Vicente Fox veía los partidos de futbol con los más cercanos de gabinete en el mundial del 2004. Festejaba como si fuera el triunfo de una nación. Para Villoro este tipo de festejos es analogía del nuevo nacionalismo de los medios en los que futbol se representa como una expresión de luchas por el honor de una nación. 98
por todos lados, el calor ya hace de las suyas17. La temperatura se siente entre 30 y 35 grados centígrados, el sol quema la espalda y la cabeza de los obreros que trabajan por día y por un salario mínimo. No obstante se refleja alegría entre los vecinos que se empiezan a juntar en las banquetas del Bainas y de don Miguel. El Bolas y el Charras ya están con su tocadiscos adaptado a una grabadora Sony, escuchando música de Los Freddis, Los Muecas, Los Caminantes, Los Solitarios, Los Ángeles Negros y Los Potros. En tanto el Bainas, les hace competencia con su consola al otro lado escuchando música de los Apson y Enrique Guzmán. Las señoras hacen la comida o la botana que van saborear durante toda la tarde y parte de la noche. Una gran mayoría se sientan en las banquetas o se acuestan a refrescar el cuerpo debajo de los árboles ya que terminan la pesada jornada y la semana de trabajo en el Astillero de Mazatlán. Inicia el fin de semana en la Pancho. Inicia la fiesta18. Es fin de semana, así que hay que refrescarse con lo que sea y hacer la cooperacha para el cartón de cerveza. Además de que hay que calentar motores19, antes de iniciar la juerga y terminar en el siete20, se puede ver un partido de Futbol y apostar a los del barrio. Se puede ver el partido y platicar, jugar al dominó o a la baraja. Todos sienten que tienen dinero ya que cobraron lo trabajado en la semana a las doce del día en el Astilleros y eso les da seguridad a todos. Este ritual sabatino se organiza como parte de las prácticas de clase, es así que la construcción del 17
La primera calle que se pavimentó en la colonia Juárez fue la Insurgentes en 1975. Por lo tanto era un espacio territorial aislado de la ciudad de Mazatlán Sinaloa. Se conectaba al centro a través de dos avenidas. A la conexión del norte que llevaba a la López Mateos se realizaba por medio de un camino de terracería con balastre blanco. Un tambo de gasolina hacia las veces de puente en el arroyo de los Jabalines. Durante la época de lluvias intensas se quedaba incomunicado ya que crecía la marea y se juntaba con el arroyo. La otra conexión era la del sur que se comunicaba por la Gabriel Leyva y el puente Juárez. 18 La cuadra, que se hace mención se encuentra ubicada en la Colonia Benito Juárez en la calle Francisco Montes de Oca, por eso lo de la Pancho. Así quedó cuando en realidad debió llamarse Fernando Montes de oca. Se ubica entre las calles Pérez Arce y Rafael Buelna a dos cuadras de la comisaría municipal de policía y la Privada del Faro y Privada del la Puntilla. 19 Calentar motores, significa tomarse unas cervezas antes de empezar la jornada de diversión del fin de semana. 20 Zona de tolerancia donde terminaban las juergas. Terminaban hasta las cuatro, cinco, seis de la mañana. Algunas veces con una cascarita, pateando el balón y caída tras caída por lo efectos del alcohol por más de 12 horas. En esos juegos alguno sacaban sus dotes reprimidos futbolista, el juego estaba hasta en las borracheras. 99
escenario influye en la forma de cómo los espectadores se acomodan para mirar un partido de futbol. En tanto, sobre la calle y con el sol pegando directo, los jugadores con zapatos, huaraches, tenis, pantalones remendados para no rasparse de las caídas. Sudan y sudan, juegan a pesar de que se pueden accidentar o deshidratar. En el futbol reglamentado se inicia el juego con el ritual del silbato y el primer toque de bola para que salga de la media luna, del campo para que inicie el ataque del contrario. En el barrio al grito de la pregunta ¿sale?…… y con la respuesta de ¡sale! Se inicia lo que se le puede llamar un partido de futbol en una cuadra. Se ve a casi todo el barrio a la expectativa, un grupo significativo de niños y adultos varones se sientan en la banqueta que la hace de butaca para ver el juego. Algunos se sientan a vitorear a los muchachos del barrio, otros por morbo para saber cuándo se empiezan a pelear. En cambio los más pequeños se sientan a un lado para aprender de los grandes a defenderse. Más de algún niño narraba el parido al estilo de Ángel Fernández. En esta época se imitaba a Nacho Calderón, Borja y Reynoso en la idea de que ese era el futbol21. Todos le iban al América porque no había otro canal de TV más que el dos de Televisa que transmitía todos los partidos del futbol. El aprendizaje de los adultos a los jóvenes se construye bajo la experiencia, de ver cómo se defienden los mayores de sus rivales jugando futbol. Se aprende observando la violencia bajo el siguiente código simbólico no establecido, pero aceptado por todos. Reglas. Las que no están reglamentadas. Arbitro. No hay. El campo. Una cuadra de la colonia Juárez sin pavimentar, con piedras, sueltas, vidrios y uno que otro baldío enmontado en el olvido con matorrales y varillas sueltas. Tiempo. Lo que dure meter 10 goles, de una a dos horas o media hora, según el clima. 21
Alguno trataba de narrar el partido al estilo de Ángel Fernández (para muchos, el comentarista de futbol más espectacular en la narración de un partido). Iniciaba la narración “A todos los que quieren y aman el fútbol aquí desde la Pancho Montes de Oca”. Esto se relaciona con lo que Villoro (1995) Señala, que los niños, lo imitaban con una cuchara a manera de micrófono, los futbolistas de todos los estratos, del torneo de los barrios a la liga española, los radios de transistores eran golosamente escuchados en pleno estadio: el partido se desdoblaba en otro inventado por Ángel Fernández. 100
Horario. Cualquier día, después de las 10 de la mañana hasta la madrugada22. Estrategia. Atacar y golpear. No hay técnica, sistema o táctica sólo, seguir el balón, dar patadas y codazos al enemigo y después meter el balón en la portería contraria. Este código que se acepta como tal, sólo es transgredido por la disolución del partido o el juego. Este código es un elemento sustancial que expresa la identidad de clase y una lucha de espacios significativos y simbólicos por el reconocimiento y aceptación ante una comunidad más amplia que una cuadra. En esta comunidad, que es la Colonia Juárez, el ser reconocido como un barrio que juega futbol y que además puede enfrentar a otros con violencia, simbólicamente expresa poder. Expresa sentido de inclusión a la territorialidad del otro. El establecimiento del poder y la búsqueda por mantenerlo se hace retando a otros y jugando partidos casi a diario es un medio de instrucción y socialización23 con el que crecen los niños en condiciones culturales de la búsqueda por llegar a ser reconocido en ámbitos del futbol municipal o del barrio combatido. Se puede observar que el sentido de la identidad, reconocimiento y la paternidad, se expresan con el apoyo que hacen todos los vecinos de la cuadra para que se impliquen en el juego. Se construyen imaginariamente una guerra entre dos bandos por tal razón24. Según los adultos, los jóvenes deben de demostrar las enseñanzas de la defensa del territorio y cómo se juega al futbol25. No importa el clima de violencia que pueda 22
Esto tiene similitud en lo que hacía Pablo Escobar Gaviria en la cárcel. Señala García Márquez en el libro Noticia de un secuestro que Pablo Escobar mandó arreglar la cancha de futbol en la cárcel donde lo encerraron para jugar futbol hasta la madrugada. 23 En el sentido de Berger y Luckman (20019. Señalan que los procesos de socialización más importantes se cultivan en la socialización primaria que corresponde a la famita y la cultura. 24 Y, de hecho, una guerra verdadera empezó a causa del futbol. En 1969, Honduras y El Salvador chocaron militarmente después de un partido de calificación para el Mundial. Aparentemente, los partidos de futbol pueden revivir las rivalidades nacionales y conjurar a los fantasmas de guerras pasadas. Durante la final de la Copa Asiática de Naciones, en la que se enfrentaron China y Japón, los aficionados chinos llevaban uniformes militares japoneses de los años 1930 para expresar su hostilidad hacia el equipo adversario. Otros fanáticos chinos llevaban pancartas con el número 300 mil, en referencia al número de chinos asesinados por el ejército japonés en 1937. 25 En las culturas como Samoa Según Margaret Mead (2001). Los jóvenes deben de dar a conocer sus dotes de buenos guerreros. Por lo cual deben de aprender los 101
generar. El niño debe de aprender a defenderse, ya que si no lo hace, los padres lo reprenden o puede ser víctima de burla ante sus vecinos. Este escenario se reconstruye cuando se escuchan voces en la cuadra: Se escucha gritar a Doña RF26. Muchachos cabrones le voy a hablar al Sedano27 para que se lleven a todos a la cárcel, no tienen otra cosa que hacer, es más les voy a quitar el balón. -Don Miguel. Doña, déjelos, no quiere una cerveza, están bien heladas mire ahhhhhhh. -Don Miguel. Ese Vainitas, ¿a quién le vas? -El Bainas. Mira Mike, yo creo que tienen más técnicas estos, pero los caníbales y los cascajos ya sabes no perdonan, es más, pueden meter al Puas o al Tavo, pero no creo que quieran, los de aquí deben de meter al venado de portero. El Camarón. Ese Vainitas, hay que ver el partido por si se ofrece algo ya sabes. -El More. Yo soy gallo jugado le apuesto a los de la Pancho. Es más aquí hay 20 pesos para otro cartón y ver el partido. -Don Miguel. Mayelón, quieres una cerveza, deja salir a jugar al Mayelillo.
conocimientos básicos a temprana edad en forma poco explícita, pero con un ejemplo que configuraba el conocimiento de lo espiritual y defensa del territorio y la identidad particular. 26 Una señora muy respetada por sus dotes de buena cocinera. En las veladas de año nuevo hacía la comida para toda la cuadra, todos iban a comer con ella y le decían que era la mejor que ya no iban a jugar futbol y que no se preocupara que siempre la iban a cuidar a ella y a la cuadra. Cosa que nunca sucedía al siguiente día ya estaban jugando y ella llamando al Sedano 27 Comisario de la policía en la Colonia Juárez durante los 70s, que logró fama por las redadas que hacía con los jóvenes que se resistían a las reglas urbanas de la época, como andar muy tarde en la colonia, las convivencias de los jóvenes y los pleitos entre las pandillas de los Mongoles. Era a la vez cómplice de los jóvenes rebeldes ya que en ocasiones los detenía y a la media hora los dejaba sueltos. A veces los regañaba o les decía a sus padres que andaban mal. Porque se peleaban los de la plazuela con los de la casa hogar, los caníbales y los brujildos que se medían a golpes con hebillas de cinturón y navajas con los de Urías y sus acérrimos enemigos los de la Montuosa. De vez en cuando iban a pie hasta la colonia López Mateos a demostrar su fuerza. 102
-Por otro lado, Victoria la gorda. Péguenle en la madre a los abajo, me rayaron el carro que traje de Estados Unidos. Qué no digan que se rajan los de la Pancho Montes de Oca. -Al contrario de la esquina grita, el tres pelos28 con su aguda voz. Nomás déjenme trabajar, pero yo le apuesto al kembo Euzkadi29, con sus zapatos neolite de tractor le gana a todos. El final del partido de futbol que no termina. Después de casi una hora de tirar patadas, ojos hinchados, raspones en los tobillos, codos y rodillas, el partido va 6 a 6. Sucede lo que tenía que suceder, tal y como se esperaba, por una jugada de gol, le dan un codazo al Ruli, se Mete el Mimi y el Piojo descuenta al Raro, aprovechan los del barrio de arriba la confusión y empiezan a vengarse, inician las pedradas los de arriba, porque no les han pagado. Piedras, golpes, señoras gritando, párenlos háblenle al Sedano. Todos corren, algunos se pelean con los puños y patadas, otros señalan que sea un tiro derecho, que nadie se meta. Después de casi una hora de pleitos, gritos, pedradas y niños gritando de alegría porque vieron un espectáculo. Llega el flamante comisario Sedano y sus guajiros o sea los policías que lo acompañan. Arriban quemando llanta en las piedras y levantando polvo, sin medir las consecuencias para calmar los ánimos con garrote en mano. Pero a pesar del sainete, el frenado de una camioneta que la hacía de patrulla. Ya no encuentran a ni un sólo joven. No se llevan a nadie porque ya todos habían corrido. Sólo encuentran tirado en el suelo al Tatanacho, por estar alcoholizado. Un homosexual que andaba buscando felicidad por esos rumbos. Media hora después de la acción policiaca, se calman los ánimos, salen otra vez todos a patear el balón y vuelven los de bajo. Esta simulación del respeto, miedo y burla a la autoridad, se relaciona al juego con el peligro y el juego con el futbol30. El estar al filo de la navaja entre lo permitido, lo permisible y lo no permitido se explica en la condición 28
Le decían tres pelos porque no se acostumbraba a raparse la cabeza en esa época. 29 Le decía así porque usaba zapatos con suela de tractor y punta de fierro para jugar futbol de barrio. 30 René Huiguita Portero de la selección de Colombia, famoso por su jugada del escorpión y por realizar tiros de media distancia casi a la perfección. Visita a Pablo Escobar Gaviria en el 2004 en una cárcel de Medellín. Esto lo llevó a permanecer un semestre detenido, después de un pleito con Cesar Augusto Londoño. Después es detenido en el 2004 al dar positivo al doping que se le practicó tras un partido con el Aucas ecuador. 103
social y las construcciones de las prácticas culturales particularmente en los espacios de luchas por el territorio. Esta relación entre violencia y juego está presente en todas las culturas y en la cultura del juego no puede pasar desapercibida tal y como lo expresa Geertz (1997) para estudiar la cultura de Samoa en Bali. En la cultura de Samoa, el juego de la pelea de gallos es una expresión de la cultura mientras que para los ingleses el juego en la aldea de esas comunidades es una expresión violenta y primitiva de la cultura. El ritual de la pelea, el ritual de la apuesta, los códigos establecidos más no escritos forman parte del inicio de la acción ante el enemigo. Puedes odiar al enemigo, pero primero hay que jugar el partido31. Jugar futbol en la calle implica: violencia, faltas a la autoridad y a las formas del buen gobierno urbano. Retar, burlarse de la policía y de la autoridad resulta relevante ya que en la medida que los burlas, puedes narrar ante los demás tu acción, para aparecer como gandalla. También resulta una molestia para todos aquellos que no se implican en el juego o son parte de otras relaciones fuera de este. En la aldea de Balí salir corriendo del lugar y burlarse de los blancos, significa una acción de valentía y de coraje ante el enemigo. Es así que vuelve la misma acción como un ciclo constante en el barrio: Otra vez, vuelve el Gallinas apuesta?……… ¿o le sacan?
¿Qué…, cuándo un partido de
El Brujo -Cuando quieran, pero que no vengan los de arriba y sin loqueras. El Caníbal. Ya estás!, al rato deja y busco a aquellos locos, están pisteando con los del TPCH32 con el Chalo y el Cleto. Los batos le bajaron la apuesta al señor y se fueron a comprar ballenas. Porqué mejor no nos juntamos y les jugamos a los del Pilín, le pegaron al Lupillo y dice que ustedes lo defienden, a nosotros sólo nos aceptan ustedes, nadie nos quiere jugar, que les parece, si yo calmo a los locos y nos apoyan, acuérdense que ellos se juntan tres barrios.
31
En el mundial del 86, después de cuatro de terminada la guerra entre Argentina e Inglaterra por el territorio de las islas Malvinas a pesar del juego limpio, las autoridades no pudieron contrarrestar la violencia que sucedió en las tribunas y fuera del estadio. 32 TPCH. Sus siglas significan Trabajo Pura Chingada. 104
El Brujo. Si pero aquellos son muy buenos se juntan los Arellano, los Reyes, el Ney, el Pelé, el Macanas, el Chiquitín, el Pilín y nos bailan33. -El Canibal. Qué le hace, el chiste es ponerles en la madre con unas patadas. Les decimos que jugamos en el campo de ustedes, dile al Mimi, ya que es primo del Toño el mudo que es uno ellos y se hace, está mejor la apuesta. Es más al rato me traigo al Lupillo para que pisteé con ustedes. Mira, nos juntamos, los caníbales, los del TPCH y ustedes y les pegamos en la madre, el Cleto está puesto. -El Brujo. No, no se traigan a los locos, los está esperando el mochomo y ya sabes pueden salir más broncas. -El Canibal.
Nos vemos al rato, a las 8 de la noche está bien.
-El Brujo.
Está bien.
Al término del partido o juego, si es que termina, la primera acción a realizar es: burlarse y cobrar la apuesta para salir corriendo y retar a otro barrio. Burlarse y expresar de quien es el territorio y quienes son los subordinados es parte de la historia y de una acción común que expresaban los pueblos que conquistaban a otros. Sometían a los conquistados a sus reglas y expropiaban el territorio34. Este sometimiento que realizan los ganadores con perdedores, de conquistadores con conquistados se relaciona con los antecedentes históricos del futbol reglamentado, señalan que nace de las luchas entre los territorios británicos. Eran juegos por el honor y parecía más un pleito salvaje que un partido del juego limpio que promociona la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA)35. 33
Los hermanos Reyes fueron jugadores muy importantes en los 70s en el futbol municipal. Uno de ellos, Ángel Reyes, posiblemente de los primeros mazatlecos que probaron suerte en lo que hoy se llama la liga de ascenso o Primera división A. En el momento de hacer ese ensayo muere victima de paro cardiaco olvidado por prensa mazatleca. Raúl Arellano también probó suerte y el Pilín posiblemente el jugador con menos talento que los otros pero más aguerrido se vino de una concentración de su equipo en la segunda división porque extrañaba a sus amigos. Hoy es un drogadicto que deambula en toda la colonia Juárez. El otro jugador que si llegó a la primera división y primer mazatleco y que participó en un mundial fue Eduardo Ramos nacido en la colonia Klein. 34 Esto lo hicieron lo Egipcios, Fenicios, Persas incluso la cultura Griega y el Imperio Romano. 35 La FIFA ha intentado establecer el juego limpio o FAIR PLAY como parte de la ética en la disputa de un partido de futbol. Pero su reglamentación se debe a 105
En la reproducción simbólica de la cultura, la violencia por los espacios de poder, al igual que el juego profundo de Bali, la autoridad sabe que existen juegos prohibidos señala Geertz (1997). Por ello la relación que existe entre los planteamientos de que, para que te respeten haz la guerra, decían los pueblos dominantes de la edad media. Se significa con lo que en el futbol que, sin violencia no hay juego, no hay táctica ni resultados. En tal sentido la violencia, la marginación social y las prácticas deportivas se articulan en lo que se puede llamar el juego del hombre señalaba Ángel Fernández. En el juego del hombre puede pasar el balón pero el hombre no. En el juego del barrio hacer un dribling o pasar a alguien significa un raspón de rodillas o una patada mínima antes de un codazo. En el barrio, la violencia se construye en la configuración de la cultura, se refuerza en el juego del futbol que se va representando con su significado a través de diferentes pautas de conducta en las que influye el encontrarse con otros barrios y otros partidos callejeros por el dominio del territorio. Esta significación del barrio y el territorio ha estado presente en diversas culturas. Significativamente, es así como en Samoa el niño aprende que en el dominio de la tierra (Mead.2002), está la defensa del territorio. Por ello señalan los adultos, debe aprender a defenderse de las otras aldeas. En los barrios marginales el dominio también tiene significado. Defender el territorio en los escenarios simbólicos de la cultura del futbol callejero. Por ello las prácticas de la violencia se internalizan en las prácticas sociales de los actores que se presentan en un hecho de acciones significativas y de sujetos que buscan expresarse a través de la condición social en un campo cultural y significativo de condiciones sociales. En el barrio la acción mediante la violencia puede exaltar los antagonismos por las luchas de espacios, fuerza, reconocimiento y resistencia. Por tal motivo que el dar a conocer un escenario de luchas, resistencias, conflictos y de prácticas sociales, ayuda a explicar la representación de la marginación, el desempleo, la drogadicción y la violencia que articulados a la identidad, se expresa en la lucha por el territorio y el poder del más fuerte. En el espacio social descrito, la objetivación del entramado cultural colabora para señalar que la violencia es un fenómeno colectivo. Pero en futbol se articula como una expresión de las identidades individuales. Por los excesos que lleva el desahogo de los instintos primitivos de la violencia en un partido de futbol. 106
qué tenemos como resultado, una expresión y necesidad por satisfacer los instintos primarios del hombre. Aunque se han construido nuevos patrones culturales como acto social y de la violencia. Socialmente no han desaparecido las diferencias y los antagonismos. No se han transformado los valores exaltados por el capital cultural, la fuerza la resistencia, competencia el consumo del deporte y la violencia por la victoria y el poder de la territorialidad. No han cambiado los modelos de expresión, de resistencia y de luchas de clases por la territorialidad apoyados en la violencia ya sea con un juego o con violencia simbólica como lo hace el mercado a través de los medios. La violencia, el futbol y la cultura de masas. La visibilidad mediática se asume como una expresión del campo de fuerzas que manejan la naturaleza del encuentro de futbol, el juego y la violencia. El campo de fuerzas que sustentan el consumo y el mercado, violentan la imagen de los deportes. Y es que no sólo el futbol ha sido víctima de esta violencia simbólica en la idea de Bourdieu. Otros deportes han entrado a este campo de tensiones que los medios transmiten. En la sociedad de masas la violencia está presente en cada imagen que proyectan, por ello no es gratuita la combinación de la publicidad del alcohol y el deporte. No son gratuitos entonces, los accidentes de los jugadores y deportistas fuera de la cancha. El deporte es violento, pero la necesidad del hombre por practicarlo y seguirlo ha sido muy bien utilizado por los medios. Aunque los medios no proyectan lo que sucede en un campo de prácticas sociales donde se ponen en la balanza social, las reglas del juego de la marginación y se engendran acciones significativas de defensa por el territorio, se utiliza a la violencia como un medio para protegerse. La violencia con la que crecen los niños, los jóvenes se refuerza en cada partido de futbol callejero, sin embargo eso no basta para reconocer que los medios han hecho otra labor que es la de masificar el juego, el consumo y acercar a las personas a un espacio de prácticas lejanas pero cercano a ellas. En el barrio el juego puede ser lo más importante en el momento. Pero también el juego es un motivo para expresar el conjunto prácticas culturales y condiciones sociales en escenarios simbólicos de la violencia a través de las condiciones sociales. No obstante esta realidad, la visibilidad mediática ha enfrentado con éxito las estrategias de consumo y ha vendido la violencia del futbol como producto. Y es que los medios se caracterizan por sus riquezas simbólicas que permiten reproducir rasgos de la interacción cara a cara, pese a que las propiedades espaciales. La TV ha hecho creer que 107
cualquiera puede tocar el balón igual que un brasileño o pegar patadas como italiano y cabecear como un inglés mediante la fuerza de un alemán. Esta capacidad que tiene la TV de ser visto en un momento real, ha dado un nuevo tipo de violencia despacializada, la cual ha sido un regalo para modelar la imagen de un juego en el que parece todos estamos inmersos. La alta visibilidad mediática nos ha hecho pensar que ganar el juego es lo más importante. Esto porque el hombre necesita satisfacer ese espacio interno que le dictan los instintos. El campo de tensiones sociales ha sido utilizado como un campo mediático que siempre ha estado subordinado al poder económico. Las tensiones se han utilizado para la influencia y relacione con los medios, ya que los participantes de un partido, interactúan con los equipos a través de la TV. En tanto las masas interactúan con el mercado, es por ello que el concepto de lo global acerca a lo lejano en una mediatización colectiva. Sin duda hoy el consumo, el mercado y la globalización se empeñan a publicitar el futbol como negocio y la violencia como resultado de la victoria. Hoy todos quieren ser Ronaldo, Ronaldinho, Messi, Kaká, Beckham. El fútbol como práctica deportiva y espectáculo tiene una atención masificada semana con semana, mundial a mundial. Esto se produce como una interacción en un marco de relaciones temporales. Es así que si consideramos lo que señala Thompson (1998), que se pueden explicar las prácticas culturales a través de la construcción de un mundo sociohistórico permeado por la mediatización de la cultura. Entonces lo que se ha llamado futbol en los medios, se puede considerar como la mercantilización de la cultura que se ha explotado con la producción de la violencia como medio de expresión. Hoy los medios exaltan de manera sistemática el triunfo de la selección a tal grado que la visibilidad mediática hace creer a los aficionados que es el orgullo de la nación lo que está en juego36. Conclusiones. En el barrio se trata de jugar por el orgullo y la defensa a pesar de que está prohibido jugar. No importa lo que pueda generar al estar jugando en un clima de confrontación física y de búsqueda por el poder y el territorio. Hoy los medios han objetivado la violencia mediante la visibilidad mediática. La objetividad de la violencia por influencia de 36
Cuauhtemoc Blanco fue participe de un batalla campal dentro del estadio Azteca contra un equipo sudamericano en la Copa América. 5 de agosto del 2006 en juego contra Sao Caetano. 108
diferentes agentes, ha llevado a la formación de identidades, estereotipos, espacios arquitectónicos, manifestaciones afectivas y generación de elementos culturales y simbólicos ejemplifican que el fútbol en las sociedades contemporáneas no es asunto menor sino una actividad que por las connotaciones culturales y sociales involucradas permiten esbozar las características de la sociedad global que ha hecho de este deporte uno de sus rituales preferidos para la escenificación de la violencia. Este trabajo, en cualquier caso, se pone de manifiesto entonces que es, otra prueba de que el futbol sigue siendo un lugar donde las sociedades buscan respuestas a muchas de sus preguntas. Una de las respuestas puede ser, que la defensa ante los demás, la defensa del territorio y el honor del barrio están antes que otra cosa. Por tal motivo la violencia que genera un partido, una cascarita y el enfrentamiento entre diferentes grupos de jóvenes de la Colonia Benito Juárez en Mazatlán Sinaloa, no ha sufrido grandes cambios en los últimos 40 años. Posiblemente han cambiado muy poco las condiciones sociales de los actores, pero los espacios marginales y la lucha de clases sigue siendo la misma. Se sigue viviendo en climas de violencia y marginación. En el análisis del texto, se reconoce que, aunque la violencia se ha transformado tanto significativamente como objetivamente con otros modelos de acción. Esta precede a cualquier otro objetivo aun el de la victoria, que es la esencia de la práctica de un deporte como es el futbol. La violencia precede a la victoria del triunfador, del dominante sobre el dominado. En el campo de juego la gente muestra muchas cosas de sí misma. La expresión de la victoria deja que allí se vean aspectos cruciales de su cultura. Por ello para algunos un deporte es una partitura de interpretaciones competitivas. Mientras que un dribling o una jugada vistosa pueden ser aplaudidos en un estadio, en el barrio te amerita una patada para que no te burles del otro. Se puede violentar una acción y llegar a los golpes por defender el territorio del barrio. En tanto un profesional puede defender su territorio de manera violenta con sillas y palos exaltando el honor del equipo que le paga.
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ESPECIAL LA CIUDAD CONTEMPORÁNEA: un apocalipsis cotidiano
Guadalupe CARRILLO TOREA♥ Algunas de las grandes ciudades de nuestros países latinoamericanos fueron refundadas por el ritmo de una modernidad que se impuso irregular y tardíamente en toda América Latina. Para enumerar algunas capitales tendríamos los ejemplos de Buenos Aires y Ciudad de ♥
Originaria de Venezuela, Guadalupe Isabel Carrillo Torea es Doctora en Letras por la UNAM. Miembro del SNI. Profesora-Investigadora del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. Entre sus obras, destacan “Mario Benedetti”, una estética urbana, Arte y Poética, Trujillo, Venezuela, Universidad de los Andes. “La abyección como expresión urbana en Julio Ramón Ribeyro”, Cifra Nueva, Trujillo, Venezuela, Universidad de los Andes. “Lo urbano en la cuentística de Carlos Fuentes”, Ágora, Trujillo, Venezuela, Universidad de los Andes. 111
México, convertidas actualmente en mega-ciudades; o bien Caracas, mucho más pequeña en dimensiones, pero inmersa en una anarquía vial y peatonal que pareciera irresoluble. Los problemas urbanos que se empezaban a generar en ellas desde mediados de siglo se han acentuado poderosamente, contribuyendo a que la ciudad sea sinónimo de neurosis, caos, fragmentación, inseguridad, ambientes sórdidos o arrabales inescrutables. Los urbanícolas, que hemos ido adaptándonos a nuestro territorio de asfalto, estamos igualmente delineándonos rostros con acentos cada vez más parecidos a la rudeza de nuestras urbes. Ello, construido también en la literatura, nos invita a revisar de nuevo de qué manera el lenguaje nos permite comprender, condenar o, simplemente, recrear la ciudad literaria. El siglo XXI que estamos aún relatando ha propuesto sobre la marcha de nuestros pasos alternativas sociales y culturales de diverso tenor a lo que se experimentó en las pasadas décadas de los setenta, ochenta y los noventa. La pluralidad reflexiva, la realidad de los multimedia unida a la exacerbación de datos, textos o ideologías van coloreando un panorama de multidisciplinariedad de muy nuevos acentos. La urbe, sin modificar los espacios ya andados por muchos caminantes citadinos de pasadas décadas, es sin embargo asimilada, sufrida o exaltada desde otras tesituras que, definitivamente, han ido cambiando la manera de representarla a través de la literatura. Julio Ortega asegura que “vivimos hoy la ciudad dialógica, donde cada interlocutor adquiere su identidad en los espacios descentrados de la esfera pública”1. El concepto bajtiniano de lo dialógico que apuesta al intercambio no sólo entre personajes y autor o entre texto y lector, puede, por extensión, ampliarse al inevitable entrecruzamiento de experiencias, anodinas muchas de ellas, que vive todo urbanícola en nuestras ciudades masificadas. La interlocución deviene unas veces en vivencias que pueden ser devastadoras, llevándonos a percibir sensaciones de un acabamiento muy cercano al sentido apocalíptico, término que con tanta frecuencia se emplea hoy para referirnos a la ciudad. Autoras como Mabel Moraña reconocen el carácter violento de los espacios públicos de los últimos años que es representado en la narrativa, la poesía o el ensayo; Rossana Reguillo- Cruz habla de la instauración en la literatura de una lógica del desorden y una estética del caos. De la urbe para el orbe 1
En la página web http://www.analitica.com VENEZUELA. 6 de sep. de 2004. 112
En esta primera década del siglo la narrativa urbana que se produce nos anticipa un abanico de re-interpretaciones de la ciudad que oscilan en dibujarla desde un humor refrescante que raya en la ingenuidad, a teñirla de las más abyectas representaciones. En mayo del 2006 fue editada una recopilación de cuentos de noveles autores venezolanos titulada “De la urbe para el orbe”, cuya selección y compilación estuvo a cargo de la escritora Ana Teresa Torres y de Héctor Torres, quien dirige la página web www.ficciónbreve.org. En ella 15 jóvenes dan cuenta de relatos cuyas anécdotas se sumergen en el mundo de lo urbano con tal intensidad que la ciudad, más que ser representada, es epidermis de los personajes, anclaje social, modo de vida. El cuento de Carlos Villarino titulado “Camila y los seres de la noche” aborda una de las alternativas ficcionales en la cual lo urbano enseña uno más de sus rostros: la noche como atmósfera que re-diseña la ciudad. El relato da cuenta del cotidiano quehacer de un oficial de la División contra Homicidios, que realiza su guardia nocturna a la espera de algún acontecimiento que exija su presencia. El narrador nos muestra, a través de la descripción del espacio y de las sensaciones que experimenta el personaje, a un individuo anodino, sumergido en la rutina de un mundo laboral que rechaza. Su nombre se omite al igual que sus características físicas; sólo están presentes sus reflexiones y la resignación que lo acompaña a lo largo de la vigilia: Hasta este mes trabaja en la División Contra Homicidios, pedirá traslado a otra dependencia, ya no soporta el olor a placenta fresca cada vez que descubre un nonato envuelto en papel periódico o tener que tomar miles de contradictorias declaraciones de quienes habiendo visto todo, no recuerdan o no quieren recordar nada de lo que les pueda ser útil en la resolución de un caso. Como si llevara esferas de plomo en la sangre siente su cuerpo más pesado que nunca, se entierra en el asiento de la patrulla y cierra los ojos para no seguir viendo lo que ocurre a su alrededor. El oficial que conduce el vehículo lo ve con un dejo condescendiente, y aunque la autopista está desolada, disminuye la velocidad, dándose así unos minutos adicionales al detective para que repose en el asiento contiguo. La patrulla avanza sin prisa hacia el lugar de los hechos, nadie tiene urgencia en llegar (2006: 33). El sentimiento de resignación y rechazo que padece nuestro protagonista lo ubican dentro de esa especie humana que mira la vida con desencanto; una suerte de insatisfacción lo invade, inhibiendo sus deseos. Ser policía y cumplir con el deber más allá de sus aficiones personales, lo perfilan como esa voz oficial que asiste a las entrañas nocturnas de la ciudad y a sus deformes expresiones. Él mismo se define como “turista 113
nocturno”, aquel que mira, pero no forma parte del mundo que se construye en la noche; ese distanciamiento nos permite observar la ciudad desde un extrañamiento en el cual se la define como una suerte de inframundo; en ella habitan seres prácticamente fantasmales que podrían realizar las mayores atrocidades. La legalidad que progresivamente el relato va diseñando un argumento muy semejante al de un texto policiaco: un crimen ha ocurrido en la habitación de un hotel. Un hombre se encuentra muerto y semidesnudo en la alfombra de la habitación. Una mujer se desmaya desnuda en el lobby del hotel, mientras la tercera yace desvanecida en la misma habitación 405. Aparentemente se trata de un crimen pasional por el desenvolvimiento de los actos: primero se instalan las mujeres, media hora más tarde aparece el hombre sin conocer el número de la habitación y dando el nombre de su esposa –una de esas mujeres-. La entrada del hombre a la habitación y los gritos posteriores alarman al personal del hotel que llama a la Policía. En su papel de reconstructor de los hechos, nuestro personaje ve con claridad la supuesta infidelidad de una frente al drama del otro que, personalmente, vengará su honor mancillado. Episodios que se repiten en su larga trayectoria como Jefe de Homicidios y que lo mantiene en la rutina de siempre. El narrador elabora el argumento a través un suspenso que atrapa al lector; sin embargo no es esta anécdota el asunto central. La atención se detiene en un evento aparentemente secundario: En la habitación contigua, la 404 se han dado cita otras dos mujeres y un hombre por unas cuantas horas de esa madrugada. Su entrada y salida del hotel se ha realizado con tranquilidad, sin llamar la atención de nadie. Hasta el momento el foco narrativo alumbraba al personaje masculino únicamente; todo lo veíamos a través de su mirada distante; el inframundo al que asiste casi todas las noches le asquea, haciéndolo sentir extranjero en tierra de nadie. Sin embargo, el movimiento focal modifica su orientación para mostrarnos la ciudad nocturna desde la mirada de aquellos que la habitan involucrándose en sus devaneos: El silencio superficial de la noche esconde una dinámica profunda. Hacia la media noche la ciudad está encendida de extremo a extremo, una frenética actividad se está llevando a cabo en los sótanos de los clubes, los hospitales, los salones de baile, la medicatura forense, los cibercafés, las funerarias, las discotecas, los cementerios. Sucesiva y simultáneamente, telúricos movimientos sacuden el lecho ocasional en el que los amantes se dan encuentro. Por los cuatro puntos cardinales la lava ardiente del deseo mueve la tectónica de placas del inconciente colectivo, que estalla en erupciones de semen, sudor y sangre. Son 114
los seres de la oscuridad que cada noche se despojan de su piel diurna para deslizarse por el asfalto capitalino, reptando por entre calles y avenidas, destilando feromonas e inyectando su veneno. Son los seres de la noche, esos que a la luz del día se esconden bajo la piel de un pastor de iglesia, una secretaria, un padre de familia, un estudiante universitario o una niña de su casa. (2006: 29-30).
Ciudad nocturna: pos-apocalipsis cotidiano La presencia de los “seres de la noche”, como son descritos en el relato, no es un referente más dentro del marasmo urbano que aquí se proyecta. Son más bien las representaciones de lo que Boris Muñoz, tomándolo a su vez de Carlos Monsiváis, ha venido a llamar como posapocalipsis. Para Muñoz la ciudad contemporánea, esa ciudad caos que deviene en acabamiento, mantiene su vida más allá de su evidente sentido destructivo. Advierten ambos autores la llegada de un Apocalipsis que ha conducido a las grandes metrópolis a convivir con tal situación, al extremo de instalarse en ese pos-apocalipsis que dibuja sus entrañas hostiles como una forma más de vida. La oscuridad juega un papel clave para que la vida de los que a plena luz cumplen roles de ciudadanos comunes, para transformarse en la noche en aquello que ansían profundamente. Secretas fantasías se convierten en perversiones consumadas de esos “seres de la noche” que parecieran, según describe el relato, formar una tribu con visos de animalidad: No todos los que transitan en la oscuridad de la noche pertenecen a ésta, los seres de la noche no son simples personas que por error se han salido de sus cálidas camas. Los seres de la noche son aquellos que se alimentan en la penumbra y han aguzado sus sentidos más allá de cualquier límite, siendo capaces de oler a kilómetros a otros de su especie. Se reconocen a sí por las feromonas que destilan a su paso, beben las secreciones corporales de sus víctimas y se aglomeran entre las grietas de la ciudad, donde celebran orgiásticos las milenarias fiestas del dios Baco. Ocasionalmente matan a los que consideran turistas, animales diurnos que por capricho personal invaden su territorio (2006: 33).
El placer como fin en sí mismo lleva a quienes lo experimentan a buscar nuevas alternativas que, muchas veces, implican la fractura de lo establecido. Transgredir normas y sistemas es una manera de rediseñar las pulsiones de la ciudad, hecha a fuerza de rupturas y nuevas componendas. Por ello el foco a través del cual veremos a la urbe nocturna proviene de uno de los “seres de la noche”. Camila, la esposa del oficial de policía, se encuentra en su cama cuando él regresa después de una noche de vigilia y crueldad. El oficial busca su cuerpo con 115
elocuente deseos de poseerla mientras ella recuerda entre sueños la experiencia que recién vivió en la habitación 404 de uno de tantos hoteles de la ciudad. Refiriéndose al oficial nos detalla el narrador: Camila tiene su mente ocupada en los recuerdos, y él no sabe que cuando se dirigía semidormido al lugar de los hechos, Camila era atravesada por el conducto excretor con un mástil del tamaño de una torre. No sabe que los dedos de aquella amiga jugaron con el clítoris erecto de su esposa. No sabe tampoco que ella bebió sus fluidos genitales. Mientras él se despertaba sobresaltado en medio de una pesadilla, seis brazos y seis piernas se enlazaban en el eterno ritual de semen, sudor y sangre. Esa noche, en la suite 404 de un hotel capitalino, los emisarios del dios Baco oficiaron el bautismo (2006: 40).
Los recuerdos de Camila se vierten en su inconsciente con la libertad de quien se permite vivir en la transgresión, habitar en los bordes de la legalidad y, en último término, construir su propio pos-apocalipsis que no sólo se definirá en términos destructivos, de acabamiento; lo escatológico, que se manifiesta mediante escenarios o situaciones sórdidas y perversas, es parte del corolario que acompañarán a los habitantes nocturnos que re-diseñan a la ciudad; la oquedad, por tanto, se impone como registro del paisaje citadino; es la urbe sin dimensiones concretas que se construye con las formas de vida de quienes la habitan. Ciudad abismo- ciudad cimiento A propósito del cambio que las urbes experimentan en la actualidad, Boris Muñoz apunta: “la ciudad ya no puede ser concebida como un espacio estable, sino como una dinámica de permanente cambio y, en consecuencia, de desequilibrio” (Muñoz, 2003: 82). Los calificativos con los cuales definimos las metrópolis del siglo XXI van encaminados a perfilar un rostro de urbe que pareciera envuelta en una dinámica desenfrenada de experiencias perversas, decadentes, productoras permanentes de excrecencias y basura. Lo caótico es parte de su condición de masa gigante cuyos espacios han sido totalmente cubiertos. El mismo Boris Muñoz detalla las condiciones de lo escatológico presentes en el relato: La primera acepción de escatología se refiere al conjunto de expresiones o imágenes relacionadas con el excremento. La segunda alude al estudio de las creencias relativas a los Últimos Días desde la perspectiva religiosa del fin de los tiempos. Estos dos sentidos de lo escatológico más que agotar el término lo amplían. Por eso combinarlos en un tercero que conjugue a ambos, puede ayudar a aclarar cómo el discurso sobre los desechos se articula con símbolos
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apocalípticos que aluden a la realidad como una instancia amenazada por un inminente y múltiple colapso económico, social y ambiental (Muñoz, 2003: 81)
La cita transcrita, que habla de la Ciudad de México, refiere, igualmente, el escenario y sentido del relato que nos ocupa. La narrativa actual que fija su atención en ese irremediable marasmo, reconstruye un imaginario urbano paradójico, diverso pero, al mismo tiempo, inclusivo, donde lo pos-apocalíptico se convierte en una propuesta estética, más allá de cualquier condición valorativa y crítica. La experiencia de la ciudad nocturna en la que habitan seres como fantasmas da cuenta de universos alternativos cuyas vidas, al margen del orden y la legalidad, son capaces de mantenerse en el anonimato que concede la oscuridad; vivir en ella; saciar deseos ocultos son algunos de los rostros diversos y contradictorios que concede la ciudad. El narrador nos explica: “Son los seres de la noche, esos que a la luz del día se esconden bajo la piel de un pastor de iglesia, una secretaria, un padre de familia, un estudiante universitario, una niña de su casa o una esposa enamorada” (2006: 40). La cita da cuenta de individuos que desarrollan vidas comunes, reconocibles como los urbanícolas que decoran la ciudad. Describirlos en estos términos es un modo de explicarnos que todos podemos formar parte de la fauna nocturna, porque, en definitiva, la perversión, el excremento y el caos de la ciudad lo construimos quienes en ella habitamos; seres del día y de la noche. Julia Kristeva en su obra Los poderes de la perversión (1988) señala cuáles son las condiciones ulteriores que hacen abyectos los espacios o las personas. Señala: “No es por lo tanto la ausencia de limpieza o de salud lo que vuelve abyecto, sino aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden. Aquello que no respeta los límites, los lugares, las reglas. La complicidad, lo ambiguo, lo mismo” ((1988)2004: 9). La oscuridad como condición para el anonimato es clave en el desarrollo del relato. Por ella los seres de la noche actúan con libertad pues saben que no serán reconocidos. El espacio público citadino se ha visto muchas veces vinculado a “la publicidad de acciones sociales…lo público, como tal conlleva un tipo de actuación asociada a lo que “a la luz de otros” el individuo declara acerca de sí mismo, así como lo que interpreta como señales en el comportamiento del resto de urbanitas”2. La posibilidad de ser mirado implica un proceso de evaluación por parte de terceros, a través del cual se crea una atmósfera de extrañamiento en la 2
En Sincronía Otoño 2003. De la Peña, Gabriela: “Simmel y la Escuela de Chicago en torno a los espacios públicos en la ciudad”: http://sincronía.cucsh.udg.mx/pena03.htm 117
que uno mismo puede llegar a sentirse otro, es decir, ajeno de sí. Se trata de un trabajo especular en el que somos capaces de vernos y crear juicios sobre nosotros en función de la observación de los demás. En su obra Vigilar y castigar (1976) Michele Foucault especifica que las miradas se pueden clasificar como una forma de vigilancia mediante la cual el sujeto que las padece experimenta un sentimiento coercitivo que lo lleva a asumir códigos de comportamiento preestablecidos por el poder: “El ejercicio de la disciplina supone un dispositivo que coacciona por el juego de la mirada; un aparato en el que las técnicas que permiten ver inducen efectos de poder y donde, de rechazo, los medios de coerción hacen claramente visibles aquellos sobre quieres se aplican” (Foucault, 1976: 175). El acto de intimidación que describe Foucault no tiene cabida en espacios que la oscuridad y el anonimato protegen de cualquier intromisión. De tal modo que esa oscuridad en definitiva revela las posibilidades reales que todos los seres humanos tenemos de realizar actos que podrían ser reprobatorios y que revelarían nuestras más íntimas perversiones. Si bien el desencanto como forma de vida en la ciudad está presente; de la misma forma el pos-apocalipsis implica la convergencia del caos y el orden, el abismo y la permanencia, la rutina y la novedad: la experiencia urbana que nos seduce y atemoriza. Es, en definitiva, la nueva propuesta para entender los vaivenes de la ciudad.
BIBLIOGRAFÍA Básica: TORRES, Ana Teresa; TORRES, Héctor. 2006. De la urbe para el orbe. Nueva narrativa urbana. Editorial ALFADIL. Caracas. Complementaria BARTHES, Roland. (1990) 1997. La aventura semiológica. Paidós comunicación. 2da reimpresión. Barcelona. FOCAULT, Michelle. (1976) 1988.Vigilar y castigar. Siglo XXI Editores. 14 edición. Buenos Aires. KRISTEVA, Julia (1988) 2004. Los poderes de la perversión. Siglo XXI Editores. Argentina. LOTMAN, Iuri. 1996. Semiósfera I. Semiótica de la cultura y del texto. Editorial Frónesis. Cátedra. Madrid. MUÑOZ, Boris y SPITTA, Silvia, Editores. 2003. Más allá de la ciudad letrada: crónicas y espacios urbanos. Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Pittsburg. USA. 118
A R E N A S Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 22 Se terminó de imprimir en los talleres Gráficos Once Ríos Editores, Rio Usumacinta No. 821 Col. Industrial Bravo Culiacán, Sinaloa Tel. 667-7122950
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