ARENAS Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 14 Publicación trimestral de la Maestría en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Autónoma de Sinaloa. Invierno del 2007, Mazatlán, Sinaloa, México
IMÁGENES: LIVIANDAD, VIOLENCIA Y MISERIA SOCIAL
★ Ciencia ★ Creación ★ Interpretación ★ ★ Teoría ★ Ensayo ★ 1
CONTENIDO Presentación…………………………………………...
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LA CIUDAD DE LAS ULTIMAS COSAS: Apocalipsis y devastación José de Jesús VELARDE INZUNZA…..……………
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ESTILOS DE VIDA e imágenes de juventud Ismael ALVARADO…………………………………..
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SINALOA fiction Ernesto HERNANDEZ NORZAGARAY……………
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DESCRIPCION SOCIAL: detalles de narcotráfico Rigoberto OCAMPO ALCANTAR……………….….
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SINALOA, la violenta Arturo SANTAMARÍA GOMEZ……………………..
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ESCENARIOS CULTURALES: viajes a los fondos del placer Nery CORDOVA……………………………………….
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MAZATLAN: también literatura José Luis FRANCO…………………………………….
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EL CONTRADISCURSO del hambre y la inmigración, Juan Manuel MENDOZA GUERRERO…………….. 79 ABSTENCIONISMO: la otra forma de la participación Saúl Sánchez VILLELA DUARTE……………………
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APUNTES TEORICOS sobre desarrollo regional Pedro BRITO OSUNA…………………………………
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ARENAS Revista Sinaloense de Ciencias Sociales DIRECTORIO M.C. Héctor Melesio Cuén Ojeda, Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Dr. Jesús Madueña Molina, Secretario General. M.C. Giova Camacho Castro, Director de la Facultad de Ciencias Sociales. Dr. José Luis Beraud Lozano, Coordinador de la Maestría en Ciencias Sociales. Consejo Editorial: Dr. Luis Astorga Almanza; Dr. José Luis Beraud Lozano; M.C. Pedro Brito Osuna; Dr. Nery Córdova Solís; Dr. Segundo Galicia Sánchez; Dr. Ernesto Hernández Norzagaray; C. a Dr. René Jiménez Ayala; Dr. Arturo Lizárraga Hernández; M.C. Roxana Loubet Orozco; Dr. Carlos Maciel; Dr. Rigoberto Ocampo Alcántar; Dr. Arturo Santamaría Gómez; Dra. Lorena Schobert; M.C. Liberato Terán. Dirección Editorial: Nery Córdova Subdirección: José Luis Franco Edición y Diseño Editorial Pedro Humberto Rioseco Gallegos.
Ilustraciones de Arenas 14: Carlos Maciel, Kijano Arenas, número 14, publicación trimestral de la Maestría en Ciencias Sociales. Invierno 2007. Tels: (669) 981–07–62 y 981–21–00. nerycor@yahoo.com.mx. 3
PRESENTACION En esta entrega de Arenas 14 (Invierno del 2007), unida orgánicamente a Arenas 13, extendemos el análisis y la reflexión en torno a las aspavientos del fenómeno de la postmodernidad. El estado de Sinaloa y en particular el puerto de Mazatlán son los territorios y espacios a los que echamos un vistazo teórico y empírico, y de manera lúdica también nos detenemos para destacar, valorar e incluso hasta flirtear sobre algunos de sus detalles y peripecias sociales y culturales. Siempre, por supuesto, con la idea de contribuir a la explicación de los serios y agudos problemas que se padecen en la región.
Desde los asuntos de la vida cotidiana, aspectos que tienen que ver con los temas más cercanos y contiguos a la existencia común de los individuos, los actores sociales, las familias, los grupos y los segmentos poblacionales, nos permiten mirar al mundo desde una perspectiva que no se queda ni se agota en los fríos ámbitos académicos de la biblioteca, la oficina, el escritorio y el cubículo, en tanto míticas torres de cristal o de marfil que tienden en muchos sentidos al aislamiento y a la pérdida de vinculación efectiva con la vida real. Por eso nos complacen los variopintos esfuerzos, estilos y temáticas que en esta ocasión se 4
conjuntan, ensayísticamente, bajo el título general de LIVIANDAD, HEDONISMO, MISERIA SOCIAL Y VIOLENCIA. Desde la sociología, la comunicación, la economía, la filosofía y la literatura, los trabajos abordan diferentes cuestiones, como un abanico también de enfoques teóricos y metodológicos, pero siempre sustentados en la premisa de que la indagación y la investigación en las ciencias sociales y humanísticas, es una actividad marcada por su sentido y su connotación histórica. El mundo y la globalización; el país y sus contrastes milenarios; el estado, sus riquezas y sus paradojas de escándalo; la ciudad, sus expresiones públicas, sus atractivos y miserias sociales; el barrio y sus seres de barro, marginación y sangre; la calle y sus rutas hacia el olvido; el hogar, su confort, sus tragedias y sus penas escondidas, son, entre muchos otros, los avatares y los espacios geoculturales que delínean y marcan a nuestro propio mundo de la vida. Desde la Facultad de Ciencias Sociales, desde la Universidad Autónoma de Sinaloa, desde México y desde algún lugar de uno de los puertos más abiertos, diáfanos, etéreos y luminosos del planeta, seguimos atisbando precisamente al mundo (N. C.)
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EL PAIS DE LAS ULTIMAS COSAS: espacios y sentidos devastadores
José de Jesús VELARDE INZUNZA♦ ♦
Profesor de Letras y estudiante del posgrado en Literatura de la Escuela de Filosofía, en Culiacán, de la Universidad Autónoma de Sinaloa 6
Los análisis de textos literarios desde bastiones de comprensión cada vez más diversos, permiten establecer diálogos con tradiciones y procesos de intertextutalidad que conducen a un entendimiento más diáfano e integral del texto y sus múltiples significados. Las nuevas visiones y formulaciones teórico metodológicas acerca de la naturaleza del espacio en el relato literario y de las diversas formas de su representación otorgan, para riqueza de la interpretación, nuevos asideros y modelos de comprensión. La autora Luz María Pimentel afirma que la ilusión de realidad creada por un relato es un fenómeno esencialmente intertextual, ya que entran en juego tanto la relación entre semióticas construidas como la relación de éstas con la semiótica del mundo natural1. Esto conduce a pensar que los elementos referidos y construidos en el relato entablan nexos con objetos del llamado mundo real y con los textos que previamente han originado la ilusión. Sin embargo, tales objetos cuentan con una significación, no son entidades desprovistas de sentido. La noción del espacio constituye un constructo medular en la génesis del relato. No podría establecerse un universo diegético sin contar con el eje de coordenadas, determinado por la temporalidad y la espacialidad. Ambos configuran un binomio que permite la organización de las acciones narradas en un marco de referencialidad imprescindible. Tal juego referencial permite proyectar relaciones con el mundo “real” y el posterior establecimiento de un contrato de inteligibilidad entre el lector y la obra. La atención que actualmente se presta a la dimensión espacial del relato procura establecer medios y fórmulas que orientan de manera más cabal los estudios del fenómeno literario. Al construir un relato se crean una temporalidad y una espacialidad que sustentan a la dialéctica narrativa. De aquí que en todo relato convivan visiones y modelos de acción humana con modelos de espacialidad para construir la semiosis narrativa.2 Dentro de esta visión, Pimentel ha logrado configurar un modelo que organiza los diferentes elementos de la arquitectura espacial-narrativa del relato. En este trabajo seguimos las pautas trazadas por Pimentel y por otros autores que han logrado esbozar la dimensión de la espacialidad. Aunado a estos modelos, tenemos una visión cultural que también ofrece medios y vías de reflexión para lograr percibir y generar sentidos y significaciones que constituyan y amplíen nuestro corpus de entendimiento y comprensión. Y confluyen tanto el quehacer teórico del 1 2
Pimentel, Luz Aurora: El espacio en la ficción. Siglo XXI, México, 2001. Ibídem. 7
análisis del relato literario, como la revisión mesurada de los estudios culturales en torno de una noción central: el espacio como productor de sentidos y configurador de ideologías. El texto al que nos referimos es El país de las últimas cosas, de Paul Auster. La intención central del estudio es aprehender la dimensión espacial y proponer conceptos claros y serios acerca de su significación ulterior. Un concepto a indagar es el de la ciudad. La ciudad configura una red de simbologías y sentidos que cobran vida en las diferentes expresiones artísticas, literarias, sociales, religiosas y educativas, que se actualizan en un proceso de resignificación constante. La ciudad, en todas sus concepciones, ha sufrido cambios y ha sido protagonista de transformaciones diversas. García Canclini sostiene que la globalización nos ha conducido a imaginar de otro modo nuestra ubicación geocultural. Las ciudades, sobre todo las megaciudades, son lugares […] donde se desdibuja y vuelve incierto lo que antes entendíamos por lugar. No son áreas delimitadas y homogéneas, sino espacios de interacción en que las identidades y los sentimientos de pertenencia se forman con recursos materiales y simbólicos…3 Entonces, la aprehensión de la ciudad requiere de diversos instrumentos y enfoques que logren percibir las diferentes aristas que emergen de ésta. Por ello ha sido necesaria la aproximación a las propuestas teóricas sobre el espacio en el relato literario y la concepción de la ciudad en nuestros días. El país de las últimas cosas: ¿una visita a la ciudad apocalíptica? Auster configura una representación del espacio que conduce a entender la ciudad como un lugar de acontecimientos devastadores. Logra establecer una imagen que ha sido referida por Signorelli de la siguiente manera: muchas ciudades se han ido transformando en constelaciones de ghettos, miserables o de lujo, recíprocamente segregados, y conectados, pero independientemente unos de otros, a circuitos nacionales de integración política, económica y cultural, dirigidos por centrales de mando que no tienen necesidad de formar parte de una ciudad4. Lo anterior es plasmado mediante un relato que produce la protagonista de El país de las últimas cosas, Anna Blume. Anna inicia su relato dirigiéndose a un narratario que desconocemos formalmente, pero ella se enuncia a través de una especie de carta-diario en la que narra con detenimiento los sucesos que se dan en 3 4
García Canclini, Néstor: La globalización imaginada. México, Paidós, 2000. Signorelli, Amalia: Antropología Urbana. Barcelona, Anthropos, 1999. 8
ese mundo quimérico. Así denomina a ese mundo que habita y esto constituye a tal expresión en un operador tonal de notable importancia, ya que con él despliega todo un efecto de sentido que permite una valoración profunda de ese espacio en el que se dan las últimas cosas. Precisamente al iniciar el relato Anna afirma: “Éstas son las últimas cosas. Una casa está aquí un día, y al siguiente desaparece. Una calle, por la que uno caminaba ayer, hoy ya no está aquí. Incluso el clima cambia de forma continua: un día de sol, seguido de uno de lluvia; un día de nieve, luego uno de niebla; templado, después fresco; viento seguido de quietud; un rato de frío intenso y hoy, por ejemplo, en pleno invierno, una tarde de luz esplendorosa, tan cálida que no necesitas llevar más que un jersey”. Anna evidencia que la fisonomía de la ciudad es cambiante y que está sujeta a leyes que no se pueden entender bajo una lógica “normal”. Logra señalar que cuando se vive en la ciudad se aprende a no dar por sentado nada. A esto va a aunar la descripción de las condiciones en las que viven las personas citadinas y los tipos de relaciones que pueblan esos espacios. Y configura un sistema descriptivo en el que el eje rector de la representación es el sentido apocalíptico, entendido bajo esa concepción de aquello que amenaza o implica exterminio o destrucción. Dentro de este macrosistema descriptivo es posible encontrar sistemas descriptivos menores. Cuando Anna describe el espacio donde vive Isabel, quien se convierte en su protectora durante un tiempo, lo hace de la siguiente manera: Su casa estaba en Circus Lane, en medio de una red de pequeñas callejuelas y senderos mugrientos, en el corazón de la segunda zona censada. Ésta es la zona más antigua de la ciudad y yo sólo había estado allí una o dos veces; es un área de escaso rendimiento para los traperos y siempre había temido perderme en sus calles laberínticas. Casi todas las casas eran de madera, lo cual producía un efecto muy curioso; en lugar de ladrillos desgastados y escombros de piedras, con sus pilas desmoronadas y restos polvorientos, aquí todo parecía inclinarse y hundirse, doblarse sobre su propio peso, penetrar en el suelo retorciéndose lentamente. Si los demás edificios estaban, en cierto modo, descascarándose a trozos, éstos se marchitaban, como viejos que hubieran perdido su fuerza, artríticos que ya no pudieran tenerse en pie. […] Sin embargo, el edificio donde vivía Isabel era de ladrillos. Había seis pisos con cuatro pequeños apartamentos en cada uno, una oscura escalera de escalones gastados y tambaleantes y pintura descascarillada en las paredes. Se aprecia que el eje rector de la descripción será la casa (su casa estaba…) Mas se inicia con un movimiento generalizante al situar la casa 9
en un área mayor (Circus Lane) y mediante un movimiento particularizante logra fincar la visión de conjunto. Después, mediante otro movimiento de particularización, va recortando las coordenadas espaciales para introducir al lector en espacios cada vez más pequeños. Al parecer, la deixis de referencia la mantiene el sujeto descriptor, primero, desde una perspectiva distanciada, luego situada en las calles y ulteriormente en el edificio, como si efectuara un recorrido en su interior. Esto muestra un movimiento general-particular que logra focalizar la mirada de manera concreta. Los elementos de la descripción atienden a un pantónimo nodal: devastación, desolación, ciudad en ruinas y terror urbano. La ciudad ha sido dividida en una serie de zonas censadas. Hay espacios en los que se puede apreciar que los grupos humanos han configurado sus estamentos más que una división formal de clases. Las calles, los parques y las estaciones del metro son los lugares habitados por los pobres. A diferencia de los intelectuales, profesores, escritores y religiosos que siguen habitando espacios privilegiados: la biblioteca, sitios de la universidad, hospitales, etc. Esto configura una vinculación reforzada por la intertextualidad cultural, literaria y artística. La biblioteca alberga no sólo los conocimientos, los tesoros de la intelectualidad, sino que también es el espacio vital de los gestores del conocimiento. Estos hechos hacen más comprensible lo afirmado por García Canclini: la ciudad está compuesta por áreas que ya no son homogéneas y delimitadas. Se han convertido en espacios de una interacción sui generis, única, en donde los seres humanos han perdido su calidad tradicional de humanos y han formado precisamente estamentos en los que los estilos de vida perdieron los patrones sociales comunes y han configurado otros. En estos espacios se dejó el universo axiológico tradicional, las dimensiones éticas y morales encontraron nuevos horizontes. En un momento dado, Anna muestra los grupos humanos que viven en la ciudad y los menciona así: los risueños, los rastreros, los perros, las serpientes, los tamborileros, los apocalípticos, los asociacionistas libres, etc. En este mundo quimérico Anna se plantea una interrogante central: ¿a qué se le llama vida? Posteriormente refiere que se debe dejar que todo se derrumbe y ver después qué queda. Se pregunta qué ocurriría si no quedara nada y si, aún así, se podría sobrevivir. De manera que en El país de las últimas cosas se plasma una cartografía de la ciudad orientada por los cuatro puntos cardinales. Sin embargo, estos no son los ejes centrales de las coordenadas espaciales, puesto que en ese mundo quimérico la regularidad y la armonía no son los factores de organización y de composición. 10
Anna es llevada por la suerte a diferentes sitios y en ellos va viviendo experiencias que determinarán su evolución y transformación. En un primer momento vive en las calles y posteriormente se le da cabida en cierto departamento donde vive Isabel y su esposo, Ferdinand. En esta parte se manifiesta una forma descriptiva común en diversos momentos. Se señala el nombre del espacio y posteriormente se ofrece el despliegue sintagmático mediante una serie predicativa: Vivíamos en una habitación mediana, de unos cuatro metros por seis; había un fregadero, una pequeña cocina de campaña, una mesa, dos sillas –luego serían tres— y un orinal en el rincón, separado del resto de la habitación por una sábana fina. Apreciamos una serie léxica en dominante sinecdóquica, ya que se manifiestan las partes constitutivas del espacio nombrado. Se emplea, pues, una estrategia descriptiva simple: la parataxis. Se da a través del inventario, de la mera enumeración de las particularidades. Es preciso señalar que todos los espacios descritos en diferentes momentos tienen un gran deíctico de referencia: la ciudad. Ya sea de manera directa o indirecta. En cierto momento, Isabel exhorta a Anna diciéndole: —Nunca pienses en nada –me decía—. Simplemente fúndete con la calle y haz de cuenta que tu cuerpo no existe. Sin embargo, en ese edificio en el que residía con Isabel y Ferdinand será donde Anna viva una gran experiencia. Logra ascender a la parte más alta del edificio y tiene ante sí la vista del océano, allí en las afueras. Comprueba que la ciudad no lo era todo, a pesar de la realidad abrumadora y caótica que mostraba. Es también considerable un hecho, ante el caos y la devastación imperante y surge un fenómeno concomitante: desaparece el mundo material conocido y además se pierden las palabras. Se extingue la realidad física y material y se extingue la inteligibilidad de la expresión lingüística. La comunicación se vuelve más difícil y complicada, así como la vida y el desenvolvimiento en las ruinas y el desorden. Sin embargo, en cierto lapso previo, Anna refiere que ante las nuevas posibilidades de la pérdida y de la destrucción surge la creatividad y la inventiva de la supervivencia. El ritmo descriptivo mantiene el desarrollo de los acontecimientos. Anna vive la muerte de Isabel y posteriormente se da a la tarea de proseguir la búsqueda de su hermano: motivo que la llevó a ese país que ella desconocía. En un siguiente espacio, la biblioteca, Anna encuentra a Sam, el hombre a quien ella buscaba para saber del paradero de su hermano. El espacio que habitaba Samuel Farr estaba dominado por un torrente de luz procedente de una ventana de la habitación; tal espacio se 11
encontraba en el último piso del edificio. Luego, también se emplea una forma descriptiva simple, paratáctica, la cual inicia con el nombre del espacio: una habitación pequeña, pero con sitio suficiente para dos personas. Después se ofrece la serie predicativa que organiza la representación del espacio y genera un efecto de sentido que promueve la reducción y el empequeñecimiento. Mas a esto se opone una ventana, descrita como extraordinaria, una obra maravillosa en forma de abanico que ocupaba casi toda la pared. Y más aún, se especifica que a través de ella se veía a kilómetros de distancia, incluso más allá de una muralla. Y Anna vive un romance con Samuel, lo cual la marcará para los acontecimientos posteriores y determinará el rumbo de su destino. En este espacio de aparente reduccionismo vivirá su más intensa entrega y su mayor delirio sexual. En el plano ideológico se mostrará cómo ellos vivirán obsesionados, particularmente Sam, por la proyección de un futuro de esperanza. Entonces el sistema descriptivo que se genera conduce a través de un periplo acuciante. En la ciudad de la devastación, Anna hace un viaje que la llevará por distintos espacios, la calle, los edificios destruidos, los espacios conservados y por último, de nueva cuenta la calle. El siguiente punto en la cartografía de la ciudad es una residencia que será un sitio de restauración y de solaz: la residencia Woburn. Ahí habitan personas que han logrado trascender a la anomia y a la degradación ético-social imperante: Victoria y sus auxiliares. Ellos se encargan de ofrecer servicios de asistencia médica, así como de cobijar las pocas esperanzas que quedan en los sobrevivientes. Ahí llega Anna después de una experiencia terrible: la pérdida de su hijo y una serie de lesiones que la incapacitan durante cierto periodo. La residencia se describe también mediante una parataxis: La residencia Woburn era una mansión de cinco pisos con más de veintes habitaciones, apartada de la calle y rodeada de un pequeño parque privado […] y era considerada una de las propiedades más elegantes de la ciudad. De igual manera que en los casos señalados, se emplea una enumeración de particularidades, posterior a la nominación del espacio. En la residencia Anna vivirá sucesos que reorientarán el rumbo de su entendimiento, tendrá una relación diferente con Victoria y disfrutarán del encuentro sexual entre ambas. Pero también allí tendrá la oportunidad de reencontrarse con Sam, a quien ella llegó a creer muerto debido a un incendio que acabó con el edificio en que vivían. En síntesis, Anna vive en carne propia el proceso de restauración y de edificación.
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Sin embargo, el proceso de devastación era impacable y en cierto momento afirma Anna que la residencia, así como el resto de la ciudad se iba haciendo más pequeña. Estábamos siendo devorados […] En el proceso que vivirá, ante la imposibilidad de obtener recursos para mantener la labor que habían desarrollado, tendrá que destruir ese espacio y estar de nueva cuenta a la deriva y a la expectativa ante la necesidad de sobrevivir. Se puede afirmar que en El país de las últimas cosas existen sistemas descriptivos que se organizan jerárquicamente, alternando entre visiones de conjunto y los detalles. Esto determina una cohesión básica, ya que al evitar la dispersión particularizante, se logra fincar la visión de conjunto como principio rector de unificación de todas las descripciones. El concepto central de la ciudad que se muestra en la novela logra dotarse de diversos semas particularizantes, y con ello se ofrece una restricción semántica que logra distinguir y elevar el potencial referencial. Es decir, a mayor cantidad de investimientos particularizantes se logra la iconización verbal. Esto refiere que se emplea a la ciudad como eje rector para crear un universo que, aun cuando puede tener ciertos referentes extratextuales que refuerzan la idea de ciudad y le dan imantación semántica y en la cual convergen toda clase de significaciones arbitrariamente atribuidas, logra instaurar una ilusión de espacio en relación con el mundo “real”. La novela genera una visión del mundo con espacios proyectados y plenos de sentidos, de los que permean simbologías e ideologías exclusivas. Los espacios públicos resurgen como espacios abandonados, las calles constituyen síntomas de desurbanización y olvido de los ideales modernos de apertura, igualdad y fraternidad. Los investimientos particularizantes hilan una ciudad caótica, un espacio de devastación y destrucción. En ella la barbarie y la deshumanización son rasgos centrales. La deshumanización ha sido producto de procesos sociales que no se logran comprender: vacíos atroces, de ausencias voraces, como intuye Anna Blume. La devastación, acompañada de ausencia y vacío es el acontecer en El país de las últimas cosas. La destrucción no es el mero producto de la ausencia de valores, es un estado de cosas que no encuentra explicaciones inteligibles y puramente racionales; se escapa a toda lógica. Así como toda coordenada urbana pierde asidero y sólo está a la deriva, de igual manera la sociedad pierde sentido y forma, el hombre se evanesce y queda sin esperanza. Pareciera que la ciudad, espacio que en la postmodernidad ha alcanzado otros designios, ha logrado su transformación en un estadio superior de la naturaleza. Sin embargo, esa ciudad está destinada a 13
estallar y arrasar a todo cuanto en ella habita. Y aunque esta ciudad literaria sea el espacio medular de las transformaciones humanas, estas transformaciones sólo llevan al vacío, a la desesperanza y la devastación. Anna Blume nos muestra un largo periplo en donde la espacialidad es un referente neurálgico para entender ese otro largo peregrinar interior, donde la antinomia desesperanza e ilusión es el motor que impulsa a la protagonista. Después de navegar por emociones y sentimientos favorables y adversos, ella sólo vuelve al punto de partida. Éstas son las últimas cosas –escribía ella–. Desaparecen una a una y no vuelven nunca más. Puedo hablarte de las que ya he visto, de las que ya no existen; pero dudo que haya tiempo para ello. Ahora todo ocurre tan rápidamente que no puedo seguir el ritmo. Anna experimenta el caos interior como último recurso al que puede asirse para seguir existiendo. La destrucción y la devastación material cobra plena realización también en la cartografía humana. Bibliografía - García Canclini, Néstor: La globalización imaginada. Paidós, México, 2000. - Pimentel, Luz Aurora: El espacio en la ficción. Siglo XXI, México, 2001. - Pimentel, Luz Aurora: El relato en perspectiva. Estudio de teoría narrativa. Siglo XXI-UNAM, México, 2002. - Signorelli, Amalia: Antropología Urbana. Barcelona, Anthropos, 1999.
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ESTILOS DE VIDA e imágenes de juventud
Ismael ALVARADO♦ Introducción ♦
Catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Universidad Pedagógica Nacional. Realizó estudios de doctorado en la Universidad Autónoma del estado de Morelos. 15
Con expresiones como darketos, góticos, punketos, metálicos, rockeros; hippies, pachuchos, cholos, skatos, surfos y regionalmente cremosos, cheros o narcos, y mongoles, cada una de las diferentes imágenes de los jóvenes se expresan con el cabello que puede ser largo, corto, rapado, pintado y cortado de diferentes formas. Se pintan la cara, se tatúan el cuerpo y se anexan accesorios metálicos en la cara, en el cuerpo, en los brazos. La ropa con pantalones de mezclilla, de gabardina, kakis, azules, negros, ajustados, rasgados, flojos a la cadera, a la cintura, acampanados, de tubo, doblados y metidos a las botas. Camisas bordadas, de marca, camiseta blanca. Zapatos de charol, botas estilo militar alemán, negras con estoperoles incrustados, botas de pieles exóticas, tenis de marca. Cintos con hebillas del che Guevara, piteados, de calavera. La diversidad de imágenes es una característica de los jóvenes en los escenarios de sus prácticas sociales. La identidad en los jóvenes está marcada por patrones de conducta que definen los estilos de vida. Los patrones modifican las formas del consumo y de reconocimiento con las expresiones y promociones del mercado. En parte, el consumo define identidades, estilos de vida y formas de ser. Así, el consumo al igual que las identidades y los estilos de vida están definidos por reglas que la sociedad ha establecido en el mercado. Es significativo señalar que uno de los aspectos que expresan las conductas del mercado es la individualidad. Esta se puede analizar desde lo efímero de las acciones y sus significados que simbolizan la transformación en los estilos de vida, hasta las convivencias y expresiones de la imagen. El sentido de la instantaneidad hace que lo nuevo sea efímero y transforme de manera inmediata los bienes de consumo para satisfacer una necesidad de instante. Los escenarios de la postmodernidad con las prácticas y acciones instantáneas de los actores sociales, nos hacen reflexionar sobre algunas contradicciones que señalan, por ejemplo, que en las generaciones de los sesenta y los setenta los jóvenes buscaron su autonomía, mediante movimientos contraculturales o de resistencia al establishment.. Se afirma todavía con cierta nostalgia, que estas generaciones representan a los jóvenes combativos y críticos contra el sistema capitalista. Una conjetura que se expone aquí es que además de los movimientos de liberación, autonomía, resistencia y contracultura, los jóvenes han sido seducidos por los modelos del consumo e imagen que el mercado ha impuesto. Si los jóvenes representan las expresiones de resistencia en su comportamiento social y su apariencia iconográfica, el mercado ha definido los modelos de identidad y consumo. ¿Qué tanto los 16
movimientos juveniles han sido expresiones auténticas de resistencia, contracultura, autonomía y creatividad? Un dato: los jóvenes son los mayores consumidores de accesorios móviles y de electrónica en el mundo. ¿Las nuevas expresiones urbanas son resultado de los movimientos juveniles o promociones del mercado para el consumo y éste ha influido para que el estilo de vida se transforme? Una primera respuesta es que las imágenes de los jóvenes se caracterizan por transitar entre la emergencia de expresiones instantáneas de la sociedad. En este trabajo analizamos algunas de expresiones emergentes o contraculturales que se han convertido en expresiones urbanas, adoptadas por los jóvenes como resultado de los modelos del consumo y mercado. Los movimientos sociales de los últimos cuarenta años han sido definitivos para articular expresiones de rebeldía con las mismas expresiones del mercado. Las transformaciones de las imágenes se expresan de diferentes formas, algunas veces extrañas, otras veces novedosas pero con el tiempo se hacen cotidianas. --Los jóvenes y la postmodernidad El análisis sobre la definición de los jóvenes ha pasado por diferentes etapas y estudio a lo largo de la historia. Muchas veces se ha concebido el término sin reconocimiento social. En los últimos años, han sido reconocidos por sus movimientos sociales en las universidades, en la música, pero también en la delincuencia y el desempleo. Sin duda el que mayor provecho ha sacado del concepto joven, como expresión de una etapa de la vida, ha sido el mercado capitalista. Este ha utilizado las indefiniciones de la etapa de desarrollo biológico y de la identidad para seducir al joven en el consumo. El consumo ha creado una sociedad que logra hacer soñar a los insatisfechos (Bauman. 2005). La sociedad del consumo se expresa en las acciones de la posmodernidad o modernidad líquida que ha impuesto cambios radicales en la condición humana. Uno de los cambios es la significatividad de lo inmediato e instantáneo, ya que las acciones e identidades no mantienen una forma estable; éstas se disuelven rápidamente. Uno de sus principales modelos es el poder de información y promoción, vía la velocidad de la señal electrónica. El tiempo requerido para el movimiento de los ingredientes esenciales de la vida se ha reducido a la instantaneidad, a la velocidad y al vértigo. Las expresiones de contracultura se definen como alternativas, o de surgimiento de nuevas formas de expresión que responden a unos valores y, en general, a una nueva forma de estar y concebir el mundo, a una cosmovisión (Colom y Mèlich. 1994). Las imágenes juveniles desde fines del siglo XX emergen en un contexto de globalización de la economía y la cultura, prolongación 17
y profundización de las crisis económicas, que impactan sobre otros ámbitos de la vida. Este impacto se observa en las identidades globales que influyen de manera inmediata en los jóvenes. El impacto de las identidades globales tiene resultado en los espacios locales. Por ello que se observan en los espacios públicos expresiones juveniles que parecen extrañas, que sólo se veían en otras partes del mundo y que representan la identidad de otros escenarios. Las representaciones globales de la identidad se relacionan con el escenario que la postmodernidad establece de manera colectiva con el consumo. Las imágenes producidas y las prácticas sociales se envuelven en estilos de vida comunes, en actitud centrada en los productos de las industrias del entretenimiento y la cultura mercantilizada. Esta imagen en el cuerpoconsumo exige preguntar: ¿el concepto de joven es una construcción social y biológica o una construcción del mercado para separar a los consumidores por edades y naturaleza de razonamiento? El sentido intercultural del tiempo social ha hecho que el concepto de juventud haya variado según las necesidades de la sociedad mercantil. La sociedad industrial inventa la adolescencia, recluyó a los jóvenes burgueses en determinadas instituciones educativas (internados, colegios y asociaciones juveniles) e hizo lo mismo con jóvenes obreros en otros espacios compartidos (fabricas, calles y cárceles) (Feixa 2006). Para otros (como Urteaga. 2004) la juventud es un universo simbólico que configura un mundo, expresado en objetos materiales (moda y bienes de consumo) así como en elementos materiales (música, lenguaje, prácticas culturales y otras actividades). Las imágenes culturales son elaboraciones y estilos de vida. En la moda, por ejemplo, los pantalones de mezclilla Levi´s 501 se han distribuido desde hace más de 60 años. Estos pantalones han uniformado al mundo con la imagen del joven rebelde o revolucionario. Esta idea ha definido en buena medida lo multicultural en las imágenes de la juventud. Klein (1999) señala que a pesar de las diferencias culturales, los jóvenes de clase media de todo el mundo parecen vivir en un universo paralelo. Se levantan por la mañana y se ponen sus Levi´s y sus Nike y se lanzan a la calle. Con esta convergencia de prácticas globales se han desdibujado las identidades locales, pues el mercado se ha apoderado del multiculturalismo y de los géneros; no sólo se promueven prácticas pseudocontraculturales a través del consumo, sino se imponen imágenes carnavalescas en diferentes regiones. La esencia que sostiene la aparición de nuevas imágenes y expresiones de la identidad, es una característica de cambio y protesta en los jóvenes ante lo establecido. Las nuevas imágenes y expresiones, son resultado de las definiciones hacia el consumo que ha atrapado a los 18
jóvenes. A diferencia de otros tiempos, según Klein los jóvenes son el sector social más sensible hacia el consumo; por ello es el sector que recibe y reproduce las expresiones o identidades del mercado de manera inmediata. En este escenario conviene señalar que los jóvenes se convierten en los mayores consumidores de ropa y de tecnología móvil personal. Aunado a que en los signos de la velocidad de la información y la comunicación barata propician el olvido, con la aparición constante de formas culturales que de manera inmediata desaparecen. La expansión del mercado ocurre en la fragilidad del tiempo, porque se logra en la aparente negación de la temporalidad, que es la obsolescencia planificada de los productos, a fin de vender otros nuevos (García Canclini, 2006). Los estilos que adoptan los jóvenes a través del consumo de ropa, se han vuelto importantes para el establecimiento de una identidad y para las relaciones con los amigos. Aunque históricamente los jóvenes buscan representar las imágenes de su tiempo. Estas representaciones de las imágenes juveniles aparecen como síntesis que marcan los cambios y las tendencias hasta de la expresiones lingüísticas que la industria de la cultura sugiere e impone (por ejemplo “güey”, “hasta crees”, “no te la acabas”). Los jóvenes, como compulsivos consumidores de accesorios y sus novedades técnicas, son los que buscan celulares con tecnología de punta, pantallas de video de varias dimensiones, tanto en el mercado normal como en el comercio informal. De manera que los jóvenes como actores sociales viven en constante incertidumbre, condicionados por lo instantáneo. Las expresiones de la imagen en la postmodernidad se vuelven instantáneas. De hecho las expresiones de contracultura y resistencia han sido absorbidas por el mercado. No es casual, entonces, que las camisetas con la foto del Che Guevara sean las más vendidas en el mundo. Y no es casual entonces que, en la postmodernidad, lo nuevo marca la diferencia. Lo nuevo se convierte en signo de distinción: seduce y satisface por un momento la necesidad de consumo. Imágenes juveniles La imágenes juveniles según Feixa (2006) son el conjunto de atributos ideológicos, valores y ritos asignados por el mercado a los jóvenes. Son la construcción de un universo simbólico que configura el mundo del consumo. Cada imagen juvenil es una forma de identidad en la escena pública que sintetiza un estilo de vida. Esto se observa en las imágenes que representan los diferentes grupos de jóvenes a través de la historia. El rebelde sin causa, el hippie y ahora el cholo representan a una clase social. Entre los cholos y los skatos además de diferencias de estilo de vida existen diferencias de clase. A los primeros les gusta el Rap y a 19
los segundos el Rock; éstos compran ropa de marca en las plazas comerciales y los primeros la compran en las tiendas de usado o en los tianguis. Los primeros trabajan para mantenerse o viven en las márgenes de la delincuencia, mientras que los skatos dependen de sus padres. Se suele pensar que la noción de estilo de vida se aplica en específico al área de consumo. Ha señalado Bourdieu (1979) que las variaciones de estilo de vida entre grupos son también atributos de estratificación estructurantes y no sólo el resultado de las diferencias de clase en el reino de la producción, sino en el consumo. Los modelos de estilos de vida son, por supuesto, menos diversos que la pluralidad de estilos accesibles a las decisiones diarias de las imágenes juveniles. Un estilo de vida implica un haz de hábitos y posee, por tanto, cierta unidad para mantener un sentimiento continuo de seguridad ontológica que relaciona opciones en un modelo más o menos ordenado (Giddens, 1999). Empero, cualquiera que haya adoptado un estilo de vida habrá de considerar que varias opciones son de carácter ajeno a dicho estilo. La selección o formación de estilo vida está influida por presiones de grupo y por la visibilidad y la fuerza de los modelos, así como por las circunstancias sociales y económicas. A fines de los cincuentas el rock ha interpretado y representado a cuatro generaciones. Ha funcionado como una matriz cultural simbólica de sentidos. Desde ella las generaciones de jóvenes urbanos se configuran como identidades y estilos diferenciados por un conjunto de prácticas en música, lenguaje estética, producciones culturales, actividades focales y demarcación cultural. El rock ha sido el espacio privilegiado de la creación de la presencia juvenil urbana, en tanto ha posibilitado no sólo la participación de los jóvenes, sino también de otros segmentos sociales. La imagen del rock o de cualquier otro género musical tiene relación con el estilo de vida que se expresa mediante los atributos identificadores. Los atributos identificadores se articulan a las acciones sociales (Giménez, 1997). Estos se manifiestan en los espacios de convivencia de los jóvenes, que se encuentran en las manifestaciones simbólicas de la cultura; por tal razón Giddens señala que la identidad no debe ser entendida como una descripción interaccional, sino como un conjunto de prerrogativas y responsabilidades que establecen agendas de actividad práctica. Y toda acción social y práctica tiene un significado cultural en la imagen que representa. Los jóvenes realizan acciones que son parte de sus atributos identificadores y del carácter de pertenencia social. Estas acciones son seleccionadas por el estilo de vida de los jóvenes, que tiene variaciones de clase, de espacio y de región. Giddens, considerando las tesis de Bourdieu, dice que un estilo de vida puede definirse como un conjunto de prácticas más o menos 20
integradas que un individuo adopta porque satisfacen necesidades utilitarias y porque representan la memoria colectiva de una sociedad. Las imágenes urbanas que han adoptado los jóvenes son resultado de la construcción social entre gustos y estilos de vida que el mercado ha creado a través de los medios y que también son reflejo de la cultura de clase, de la contracultura y de las expresiones cotidianas de los jóvenes. El establecimiento de imágenes juveniles y nuevas expresiones urbanas están sujetas al ritmo del mercado. Para algunos jóvenes acceder a ese mercado es necesario para contar con estrategias diferentes a las de otras clases sociales, como la compra de materiales “piratas”, o la copia de modelos de marcas prestigiosas. En contraste, para el mercado, los jóvenes son los clientes cautivos que consumen lo que se comercializa a través de los medios de comunicación. Seducción, mercado y consumo La vida moderna se constituye por los elementos que impone el mercado mundial. El mercado de productos americanos, asiáticos y europeos, ha generado pautas de diversión y distinción diferentes a las que la cultura regional ha heredado. Una de estas imposiciones son las compras y diversiones en los grandes centros comerciales. Se han impuesto las plazas comerciales como forma de diversión. Aunque como se dijo antes no significa que todos los jóvenes adquieran productos (por falta de recursos). Un elemento que está jugando con las modalidades de asistencia a las plazas comerciales es la construcción de escenarios de convivencia, de afirmación de la identidad, de socialización e incluso de rituales de ligue. En la perspectiva de García Canclini (1996: 87) “el mercado reorganiza la producción y el consumo para obtener mayores ganancias, pero también supone mediante la globalización una interacción funcional donde las identidades se configuran más bien por el consumo”. La plaza comercial sirve para algunos jóvenes como pasarela. Magnificada la imagen juvenil global, sobrevuela en el planeta una alucinación eufórica de las empresas, señala Klein. Estos jóvenes insisten en decirnos que no viven en un lugar geográfico, sino en un espacio mundial, conectados desde sus teléfonos móviles con bloques de noticias de Internet; los reúnen los plasytation, los programas MTV y los juegos de NBA. Pueden expresarse de diferentes formas, resistencia o contracultura, pero no pueden dejar de ser seducidos por la imagen de la globalización y del mercado. La distinción de la identidad juvenil representa socialmente a los jóvenes que pertenecen a un grupo o sector que se caracteriza por sus expresiones de convivencia, y a la vez se 21
distinguen los que asisten a la escuela, ya que comparten otras representaciones sociales, con los atributos propios de los estudiantes. También la pertenencia de grupo permite a los jóvenes compartir un espacio simbólico. Las relaciones de pertenencia se convierten en espacios de reconocimiento y aceptación que pueden ser la plaza comercial y los lugares de diversión. En cada lugar y en cada momento coexisten varias concepciones del tiempo según el escenario donde se encuentren las personas. Las edades se convierten en referentes simbólicos de consumo y los jóvenes en los mayores consumidores. La sociedad de consumo no tiene memoria ni conciencia. Así, el mercado de bienes y servicios alimenta su avidez de crecimiento, redefiniendo como productos a sectores enteros que antes eran vistos como parte del dominio público y no susceptibles de compraventa. El mercado es una mediación entre conciencia e imagen, entre identidad y estilo de vida, entre consumo y satisfacción. Por eso seguimos preguntando dónde se encuentran las nuevas expresiones juveniles: ¿en el mercado o en la cultura? ¿Son realmente contraculturales las expresiones urbanas surgidas en los últimos años o son las manifestaciones de competencia del mercado que seducen a los jóvenes mediante la compra de productos?. Uno de los elementos más importantes que ha hecho la postmodernidad es la imagen que refleja un estilo. Por ejemplo, la belleza es cualidad de acontecimiento y no del objeto. La representación de los jóvenes sobre sí mismos sólo puede ser reconstruida a partir de las prácticas culturales simbólicas y particularmente de aquellas que desatan en sus procesos de configuración y reconfiguración identitaria, en tanto se inscriben en el marco de la disputa simbólica ya que los jóvenes despliegan su visibilidad. Las formas de representación de los jóvenes constantemente están reclamando su diversidad. Es también observable que como producto de la desigualdad social, cultural y regional, existe por supuesto una heterogeneidad de las formas de ser joven. --Expresiones emergentes En los ochenta aparecen expresiones diferentes a las de los rebeldes sin causa y de la resistencia contracultural de hippies o rockeros. En Estados Unidos los cholos, los raperos y la moda hip hop, que sigue vigente, se contrapone a la expresión cool de las marcas. Cada expresión se sustenta en un sentido musical, patrocinado por el mercado. En Europa durante los ochenta y los noventa la moda Tecno, Dark, Gótica y luego el Punk o rock pesado se expresa en imágenes de peinados y cortes estrafalarios. Y con una tendencia al uso del negro como tono preferente. 22
Estas imágenes se volvieron globales desde las grandes ciudades del mundo. En Sinaloa por las características sociales y culturales renace un sentido de lo regional. Factores como la ruralización de la ciudad incide en la transformación de la cultura. Un aspecto ha sido la persecución de los narcotraficantes que emigran a las ciudades, trayendo consigo estilos de vida e imágenes que los jóvenes han adoptado. La ruralización en las márgenes de las ciudades trajo como consecuencia expresiones de la narcocultura, por ejemplo, la música regional de banda y norteña. Y sus expresiones han sido magnificadas por la propia violencia y los hechos de sangre Han aparecido en las ciudades lugares de diversión donde se resalta lo rural estilizado. El mercado no ha dejado de lado estas expresiones culturales. Luego, aparecen los jóvenes vestidos de negro con gabardinas y atuendos de tipo militar. Y se pintan los ojos y la cara, las uñas y los labios. Utilizan capas y vestidos largos cualquier día del año. Los hombres se ponen faldas y las mujeres buscan usan vestimentas masculinas. Aparecen de preferencia en la noche, se apartan de los grupos comunes de cheros, skatos y surfos. Escuchan música de rock, clásica, metálica o plástica. Buscan lugares apartados con poca luz y buscan la música viva. Se llaman banda y tratan de distinguirse con su expresión enigmática o más bien perdida en ellos mismos. Los jóvenes, darketos, punketos, metálicos, góticos y emus entre otros. Vestidos de negro para distinguirse de la sociedad y de otros jóvenes, buscan que no los confundan con los banderos o reguetoneros. Afirmaban conocer de música. El 100% de los entrevistados señaló que se refugian en la lectura. Y sorprende reconocer que leen desde los clásicos hasta novelas actuales. Por ejemplo uno de ellos estaba leyendo El diablo guardián, una de las novelas más premiadas de los últimos tiempos. Las mujeres leen desde Sor Juana Inés de la Cruz hasta las poesías de Jaime Sabines. La mayoría son alumnos con alto nivel en sus promedios. Construyen un discurso elaborado y sistemático aunque utilizando muletillas mediáticas.” Güey” y el “haz de cuenta”. Esta última ha rebasado niveles sociales y culturales. Expresan que se sienten mal en ocasiones, ya que los señalan en la calle, les gritan ofensas, como “báñate güey”, “pareces joto con esa vestimenta”, pero expresan que el negro es un gusto, y además que expresa libertad. Al igual que las imágenes juveniles de los sesenta y setenta, ésta no se escapa del mercado y ellos no se quedan de lado con la seducción del consumo. Señalan que una gabardina puede costar hasta dos mil pesos. Las botas cuestan hasta tres mil. La ropa de marca original sólo la consiguen en Estados Unidos y la que compran aquí es imitación o 23
producto “pirata”. Consumen rock sinfónico, metálico, gótico, clásico y plástico. También están los que sólo imitan sin reconocer algún movimiento musical o literario. Los Emus, en cambio, son los jóvenes que visten de negro por imitación. Son de buena posición social, pueden comprar toda la ropa, discos compactos y revistas. Se emborrachan hasta quedar tirados, no leen, no tienen pláticas interesantes y no son tomados en cuenta para las decisiones colectivas de la banda. Posiblemente estas expresiones se están haciendo comunes al tener más adeptos como los emus, pero es necesario hacer más investigación sobre éstos. Conclusión Como se observa, la forma de ser joven está marcada por los modelos de consumo que impone el mercado. Posiblemente algunas conductas contraculturales emergen como respuesta a lo establecido pero son inmediatamente tomadas por la sociedad. Las imágenes son sólo eso una expresión de la globalización y de las identidades que la mercantilización impone. El mercado en la modernidad líquida o posmodernidad establece conductas y normas en torno al consumismo. Los jóvenes son las presas más fáciles de atrapar por el canto de las sirenas del comercio, y en ese sentido es difícil reconocer expresiones juveniles contraculturales o de resistencia, cuando no se reconoce que la identidad es una expresión de la memoria colectiva y no exclusivamente de las expresiones del mercado. Cada imagen juvenil tiene un sentido musical, literario y de moda. Tanto las expresiones globales como regionales son explotadas por el mercado. Por ello se hace sustancioso volver a estudiar las expresiones de los jóvenes de los sesenta y setenta desde otra óptica. No desde la que tradicionalmente no hace sentir nostalgia. Es con base en estos cuestionamientos que surgen otras preguntas: ¿Existen imágenes juveniles fuera del mercado? ¿Son los jóvenes realmente autónomos? BIBLIOGRAFÍA ---Alvarado Vázquez, Ramón Ismael (2007). La construcción de la identidad de los estudiantes de bachillerato en Sinaloa. Tesis doctoral, Instituto de Ciencias de la Educación. Universidad Autónoma del Estado de Morelos. MIMEO. --Bauman, Zygmunt (2000). Modernidad líquida. México. Fondo de Cultura Económica. --Bauman, Zygmunt (2006). Ética posmoderna. México. Edit. Siglo --Beck Ulrich (1998). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo. Respuestas a la globalización. España. Paidós. 24
--Bertely, María (2000). Conociendo nuestras escuela. Un acercamiento etnográfico a la cultura escolar. México. Paidós. --Bourdieu, Pierre (1979). La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Taurus, Madrid. --Colom Antoni J. y Mèlich Joan-Carles (1994). Después de la modernidad. Nuevas filosofías de la educación. España. Paidós educación. --Feixa Carles (2006) La habitación de los adolescentes. En Educación y fronteras generacionales. El vínculo conflictivo entre adolescentes y jóvenes. Edit. UAS México. --Furlong Andy y Cartmel Fred (2004). Estilos de vida en los jóvenes. De los pasatiempos al consumo. México. Instituto Mexicano de la juventud. --García Canclini, Néstor (2006). Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad. Ed. Gedisa, Barcelona, España.. --Giddens, Antony (1997). Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea. Edit. Península. --Giménez, Gilberto (1993). Cambios de identidad y cambios de profesión religiosa. En Nuevas identidades culturales en México. Guillermo Bonfíl Batalla, coord. Edit. CNCA, México.. --Klein, Naomi (1999). No logo. El poder de las marcas. España, Edit. Paidós. --Navarro Kuri, Ramiro (1999). Cultura Juvenil y Medios. En Jóvenes: una evaluación del conocimiento, 1986-1999. José Antonio Pérez Islas, coord. Centro de Investigación y Estudios sobre la juventud. IMJ. México. --Tapia Uribe, Medardo (1997). El espacio íntimo en la construcción de la intersubjetividad, en Los umbrales de la subjetividad. De Emma León y Hugo Zemelman (coordinadores). Barcelona, España. CRIM UNAM; ANTHROPOS. --Tapia Uribe Medardo (1999). El lugar de los jóvenes, entre su herencia y la incertidumbre de su futuro. MIMEO. CRIM-UNAM, Cuernavaca. --Urteaga Castro-Pozo, Maritza (2004). Imágenes juveniles del México moderno. Instituto Mexicano de la Juventud. México.
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SINALOA fiction*
Ernesto HERNÁNDEZ NORZAGARAY♦ Quienes ahora cuentan con una friolera de más de cuarenta años han sido testigos privilegiados de los cambios que se han sucedido lenta pero sistemáticamente en la tierra de los once ríos. Los que no tuvieron ese privilegio, están viviendo los resultados y los efectos . Al punto que hemos ido adoptando algunas veces silenciosa, pero en otras ocasiones con estruendo, los adelantos de la modernidad y ahora, los aportes luminosos de ese híbrido que conocemos como posmodernidad. Vamos: el constante agabachamiento en nuestra vida cotidiana expresada en la *
Para quien quiera nadar en estas aguas recomendamos: La sociedad del espectáculo, de Guy Debord, en Editions Champ Libre: Correspondance, vol. 1., Champ Libre, Paris, 1978; Apocalípticos e integrados, de Umberto Ecco Lumen/Tusquet, 1997 y el reciente texto de Vicente Verdú: El estilo del mundo: la vida en el capitalismo de ficción. Anagrama, 2006. ♦ Sociólogo. Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales. Miembro del SNI. Es autor de varios libros y ex consejero electoral. 26
mezcla de estilos, del kitsch, los zappings, los snacks, y los cambios rápidos: en la empresa, en la casa, en la pareja, el lenguaje. No es otra cosa que la representación triunfante y exacerbada del valor del “aquí y el ahora” del que enseñaba Hebert Marcuse a fines de los agitados años sesenta y durante la década de los setenta, cuando escribía a contracorriente sus reveladores textos El Hombre Unidimensional o Razón y Revolución. Significaba y significa el aligeramiento de la historia donde los objetos o las personas son simples números que perfectamente caben en la base de datos de un buró de crédito. Las tradiciones se fragilizan, el linaje de las llamadas familias de abolengo, las que “hicieron Sinaloa”, se vuelve un simple sello de las páginas pues el verdadero reconocimiento estaría en función de la marca internacional del tomate, la lata de atún o la berenjena puesta en una chabudai japonesa. El presente es lo único que importa. Y este presente está asociado, ya no a la modernidad que era compleja y elitista, sino a la puerilización de la realidad con múltiples esferas del entretenimiento: el cine de masas, la televisión con sus talk-show e, incluso, los diarios cuando exaltan en sus páginas de sociales las reuniones de socialité. Quien no sale en la foto feliz, simplemente no existe, pareciera rezar cada flashazo matutino. Las expresiones de resistencia económica, política o cultural, entonces, llegan a percibirse en franjas de la sociedad, como un asunto retro, naco o mala onda, que correspondería a otro tiempo, donde el poder no se había democratizado y eran inexistentes las mediaciones políticas. American flavours La idea mítica de un Sinaloa de gente emprendedora en el campo, las agroindustrias o la pesca, como también el carácter hospitalario que alguna vez se vendió como un insumo para el desarrollo turístico, ahora más que nunca debe ser interpretada a través de los nuevos códigos del marketing que ha traído consigo la globalización de los mercados. El capitalismo de producción donde lo principal eran las mercancías que brindaban bienestar material, ha sido ampliado silenciosamente por otro donde además de cubrir las necesidades del mercado, tiene como objetivo producir sensaciones de bienestar psíquico. Gustar, pues. Si bien los tomates, las berenjenas o los granos, siguen siendo los mismos, aunque quién lo sabe con los avances de la biotecnología y los pesticidas que los cubren con su manto acuoso, cierto es que están destinados a producir nuevas mercancías, sean pizzas lights o sofisticados platillos de la nouvelle cuisine 27
Es decir, la suma de productos que lo mismo están en los campos del valle de Culiacán o en los de Ciudad Obregón, como también en los arrozales de Vietnam o las reses que pastan en la pampa argentina, adquiere su máxima rentabilidad por su valor de uso. Esto es: una auténtica naturaleza mejorada, purificada, puerilizada. Esto ha llevado al capitalismo a ser reconocido antes que como un espacio de explotación, como lo diría el marxismo clásico, en una nueva civilización sustentada en una idea básica: todo puede ser una mercancía, incluido los actos extremos del terrorismo o el deterioro ecológico, que llega a ser vendido como un espectáculo a un público ávido de emociones fuertes o apesadumbrados por el vértigo de nuestros tiempos. Luego, entonces, los productos primarios, procedan de donde éstos sean, son ingredientes de una dinámica mayor de ida y vuelta. Los camarones o los cargamentos de granos que viajan sin muchos contratiempos por nuestros caminos y carreteras hasta alcanzar las franqueables garitas estadounidenses son, entre otros, nuestra contribución a ese mercado global que suministra bienes que modifica conductas o patrones culturales. Y la sensación, cada día más evidente de que nuestros consumos, los macrocentros y las mercancías, que compra un neozelandés o un nigeriano, no dista mucho de los propios. Incluido, claro, la piratización no sólo de los productos que se venden en cualquier esquina, sino en su homogenización global. Sea esta el consumo de masas o su expresión acabada en el modelo de democracia sostenido por el consenso de Washington. Templos de consumo. Sinaloa, a nivel del comercio, ha sufrido dos tipos de transformaciones significativas en las últimas décadas: Una, que inició la familia Ley con sus plazas comerciales, que tenían un eje concéntrico que gravitaba principalmente en un supermercado, con sus característicos jueves de plaza, donde se vendían a precios reducidos frutas y verduras. Este esfuerzo singular de mallización del comercio que hoy no sólo supera las fronteras del estado, sino los cien establecimientos en distintas regiones del país, está viviendo como nunca, una guerra abierta y cotidiana por la diversidad y generalidad de los consumidores exangües o pudientes, como se mira en las firmas Gigante, Comercial Mexicana o Soriana y las trasnacionales Sam´s, Wall-Mart, Home Depot. Las tiendas muestran variadas formas. Las hay a manera de supermercados y también como negocios especializados. Esto que en algunos países provocó resistencias culturales, entre éstas de los pequeños comerciantes, como es el caso de la India, donde bajo el 28
precepto gandhiano de evitar el consumo y la exhibición de riquezas, en nuestro país su establecimiento ha sido sin mayores sobresaltos, lo que de algún modo delata nuestro compromiso cultural con la economía norteamericana. Aun cuando este fenómeno ha acabado con miles de pequeñas y medianas empresas, provocando un desempleo sordo, así como de en familias que habían venido comercializando productos y ahora llegan a venderse por docenas en una exposición. Estos macrocentros del comercio han modificado el sentido del tiempo y el espacio y han hecho una versión mejorada del consumo. Ahora no sólo se va a comprar tal o cual producto, sino las características arquitectónicas están pensadas y hechas para la recreación, el divertimento. El olvido. La gente va a pasear entre escaparates que lo mismo ofrecen unas botas de piel de avestruz que la última versión de los tanques de ciudad, Hummer H1. La otra transformación que estamos viviendo es la revalorización de los cascos antiguos, especialmente en Mazatlán y en Culiacán con su proyecto de recuperación de su mutilado Centro Histórico, es previsible que con el tiempo lo mismo ocurra en lugares como El Rosario, Concordia, El Fuerte, Sinaloa de Leyva o Cosalá, donde su arquitectura y la placidez de sus pueblos podrían ser fuente de atracción de inversionistas extranjeros o nacionales que llegarían a poblar esas casonas que frecuentemente están en ruinas o en abandono y si bien este dren financiero es positivo reclama sentido de la historia para venderse no sólo como espacio de recreación, sino como reconstrucción de la historia de estos pueblos. Ya ocurrió en San Miguel Allende, Cuernavaca o Taxco. La tendencia mundial sobre las ciudades históricas o, mejor dicho, en aquellas con alguna reminiscencia física del pasado, sirven sobre todo para revitalizar hoteles e iglesias antiguas, pero también para la remodelación y el llenado de los espacios con toques de bohemia con la instalación de bares, restaurantes, cafés, librerías, bibliotecas, galerías y hasta museos, todo dentro de un paquete sociocultural. Las ciudades del capitalismo de ficción son un repertorio para cualquier tipo de fantasía: fábricas, factorías y bodegas abandonadas convertidas en discotecas; rastros acondicionados como teatros de espectáculo y ópera; cárceles y hospitales transformados en museos; ranchos y haciendas de los alrededores citadinos convertidos en lugares de reposo. Es como una vuelta a la naturaleza. En este capitalismo, sin eludir atributos de otras épocas, la condensación urbana se ofrece como un artilugio recreativo o aventurero, dispuesto para el entretenimiento. Se podrá decir que estamos lejos de que las ciudades y pueblos del estado de Sinaloa se conviertan en ese tipo de oferta. Sin embargo, no 29
hay que desestimar que ya existen algunos intentos como se puede ver en los llamados “pueblos mágicos”, como El Quelite o Cosalá, que están siendo maquillados, rehabilitados y ofrecidos para hacer de ellos sitios de otros tiempos en el presente, lugares pretendidamente maravillosos, o por lo menos como una opción más para el turista posmoderno. La arquitectura del miedo Franjas cada vez mayores de Culiacán y Mazatlán viven paulatinamente una transformación de la propiedad tradicional. Es decir, aquella que estaba estrechamente asociada a un sentido de comunidad, donde los vecinos eran una suerte de familia ampliada, que estaba al tanto de lo que sucedía para auxiliar y mantener la cohesión del grupo y el habitat. Desde hace algunos años, con la acelerada segmentación económica y el crecimiento de las manifestaciones de la violencia, se ha venido creando una psicología muy susceptible al miedo por las noticias que diariamente amargan el día. Esto ha derivado en lo que un arquitecto colombiano llamaba la “arquitectura del miedo”, que no es otra cosa que esa carrera frecuentemente desmedida por cerrar cualquier resquicio por donde se puedan meter los portadores de la violencia y la intranquilidad de los vendedores, lo mismo de parte de quienes ofrecen almohadas que las Atalayas de los infatigables Testigos de Jehová. Basta ver cualquier casa de una zona residencial o mejor aun en una popular, para darnos cuenta de la cantidad impresionante de herrería que existe en ventanas y puertas, sin dejar de mencionar el éxito reciente de empresas dedicadas a vender alarmas que se conectan con las estaciones de policía. Pero ahí quizá no encontremos tan evidentes los elementos de ficción a los que hacemos alusión, como sucede en las CID (CommonInterest-Developments), es decir, las urbanizaciones de interés común de los sectores más pudientes. Más allá de la parafernalia de una publicidad que vende lugares de “ensueño” y “para toda la familia”, se encuentran aquellas donde todo está bajo control: sistemas de seguridad donde el que llega debe acreditar pertenencia; el que vive en ellas sujetarse a unas normas de conducta, como el volumen de la música o las formas de las reuniones y fiestas familiares; incluso, los hay que se reservan el derecho de admisión y no admiten como dueños personas de dudosa estirpe o reputación. Pero no sólo eso: pueden prohibirse las visitas después de determinadas horas; regularse la altura de los árboles para no obstaculizar las vistas; ordenar el peso máximo de los perros para no provocar alarma; dictar la forma de los muebles de las terrazas; el color de las paredes interiores visibles desde el exterior. 30
A cambio el residente de barrios exclusivos compra el acceso a una ciudad ideal, con una identidad extirpada de amenazas, libre de basura, ruidos, olores pestilentes, contacto con otros segmentos sociales y sobre todo con los pobres. La CID es naturaleza social desinfectada, la vida barrida de bazofias, filtrada, aromatizada y barnizada. Una isla. Estilo Sinaloa Por último, empero, la puerilización de la realidad ha provocado en Sinaloa la exaltación de nuestras debilidades sociales. Muchas veces como productos mediáticos al estilo de la Reina del Pacífico y las del narco y su secuela de violencia que suscita la impronta no de una resistencia cultural venida de la familia, los clubes sociales o las iglesias, sino lamentablemente la más grotesca imagen de un producto que puede llevar distintos empaques: el corrido y la música de banda, la vestimenta y los accesorios, el camionetón todo terreno, iconos, lugares de culto y comportamientos sociales. Se trata de una puerilización que se vende y se vende bien. La posibilidad de los dineros fáciles y el acceso a los privilegios de que es mejor “un año de rico a una vida de perro”, subyuga a miles y miles de jóvenes que en lo único en que han socializado ha sido en los canales inciertos y duros de la pobreza y la marginalidad. El alucine por emular al que “la hizo” y que está dispuesto a incursionar en espacios que se apartan de los canales formales de los valores institucionales, legítimos, aceptados y adecuados a las normas del establishment, son resortes de una psicología colectiva que invade los ámbitos donde supuestamente reinan los valores socialmente correctos. Aun cuando en sociedades tan pueriles, como lo es sin duda la sinaloense, exista un espacio amplio para el doble discurso, la doble moral.
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DESCRIPCIÓN SOCIAL: detalles de narcotráfico
Rigoberto OCAMPO ALCÁNTAR♦ --Lo sagrado y lo profano Uno de los desarrollos teóricos novedosos de la sociología es el neofuncionalismo y uno de sus principales exponentes es Jeffrey Alexander. En su libro, Sociología Cultural. Formas de clasificación de las sociedades complejas, hace una presentación de la dicotomía de lo profano y lo sagrado en la sociedad contemporánea. La posibilidad de encontrar una explicación a la coexistencia de elementos modernos, premodernos y, acaso, posmodernos en una misma sociedad puede abordarse a partir de tomar esta dualidad presentada por el autor:: “Mientras lo sagrado suministra una representación social del bien en relación al cual los actores pretenden construir las comunidades, lo profano define una imagen del mal y establece una esfera de contaminación en la que los humanos intentan desembarazarse” ♦
Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS en Mazatlán. Miembro del SIN. Expresidente del Consejo Estatal Electoral. 32
(Alexander, 2000:17). A partir de lo planteado por Maurice Duverger1, la búsqueda de una descripción, clasificación y explicación puede tomarse a partir de la paridad expuesta por Alexander. Desde esta perspectiva la descripción de fenómenos como la identidad y el narcotráfico pueden ayudar a clasificar la acción social en una comunidad específica, y puede ayudar a dejar las bases de aproximación para explicar la acción del Estado ante esta bifurcación social entre lo profano y lo sagrado. Uno de los ensayos del texto de Alexander2, hace un recorrido por los estadios de la evolución en la teoría social después de la segunda guerra mundial. Valga enumerarlos. Primero, un racha de modernización; luego, una radicalización como consecuencia; después se pasa al postmodernismo; en seguida, al neomodernismo; y finalmente, se llega al momento actual en donde lo sagrado no tiene problema descriptivo; es un elogio a la democratización y la “sociedad civil”, los movimientos sociales, ecologistas y en general, alternativos, mientras que lo profano se define en función de las identidades nacionales. En esta perspectiva, Alexander se mofa de aquellos que hace pocos años eran troskistas, radicales leninistas, y que sin mediar ninguna autocrítica ahora abrazan, con igual fervor religioso (sagrado), el credo de la democratización y la loa a la “sociedad civil”. Pero más allá de lo jocoso que esto puede parecer al autor, el asunto es que la falta de profundidad en la discusión y el traslape ideologizante de estas visiones produce una miopía que no permite observar la parte profana de lo social y, sobre todo, determinar las rutas lógicas de análisis. De ahí que Alexander proponga la identidad de lo nacional como el nuevo flagelo. --Identidad sinaloense Asumir la identidad nacional implica aceptar la pertenencia a una sociedad desigual, tanto económica, política como culturalmente. Coexisten varios segmentos sociales que se autoexcluyen a si mismos. Indígenas que no utilizan el castellano como lengua; millones en pobreza extrema que no pueden ser asimilados por los servicios financieros, que para otros tantos millones significan la pertenencia a la modernidad. Ahora, si esto lo llevamos al estado de Sinaloa: ¿cómo 1
“Tanto en las ciencias físicas como en las ciencias sociales se pueden distinguir tres niveles de la investigación científica: el nivel de la descripción, el nivel de la clasificación y el nivel de la explicación.” (Duverger, 1996: 356) 2 Alexander, Jeffrey C. 2000. “Moderno, Anti, Post, y Neo: Cómo se ha intentado comprender en las teorías sociales el «Nuevo Mundo» de «Nuestro Tiempo»”, Sociología Cultural: formas de clasificación de las sociedades complejas. Madrid. Anthropos. 33
describiríamos esa identidad sinaloense? O más bien, ¿las diversas identidades en Sinaloa? Situémonos, por ejemplo, en la capital. Hay un Culiacán urbano, con servicios comerciales y turísticos, pero hay un Culiacán casi rural coexistiendo en el mismo perímetro citadino. Un patrón cultural y de acumulación original de capital asimila los automóviles europeos, al lado de vialidades que no reproducen las condiciones para las que estos vehículos fueron diseñados y producidos. Por ejemplo, un auto de procedencia sueca, no fue diseñado para soportar temperaturas ambientes de más de 40° C (el máximo de temperatura en Estocolmo en verano es de 22° C), vaya, si su motor puede funcionar, lo más probable es que las vestiduras y el tablero comiencen a destruirse ante los rayos solares de esa intensidad. Otro caso son las marcas de prendas de vestir. El uso de algunas son muestras de identidad para ciertos estratos sociales, aún cuando inclusive en Europa o los Estados Unidos de Norteamérica, tienen un significado de alto nivel de ingresos. En los carros se trata de una variable que se repite en las tres ciudades, con énfasis en los denominados SUV (Sport Utility Vehicule). Estos, parece, remueven a los sinaloenses su “inconsciente rural”, pero eso sí muy posmoderno: una señora va a dejar a sus hijos en un enorme SUV, maquillada, con el cabello pintado y largas uñas postizas, alejada de toda posibilidad de trabajo en una faena rural o al menos en la práctica de una actividad deportiva. Estos dos ejemplos muestran cómo lo sinaloense puede conformarse por elementos de la modernidad combinados con otros que vienen de la zona rural. Si este ejercicio puede configurar una identidad sinaloense, ¿cuál sería la parte profana en esa identidad? Sin duda que las palmas en esa definición la llevaría la seguridad pública, al menos por las cifras de la violencia que reproducen los medios de comunicación locales. Esto nos llevaría a la identificación de las actividades relacionadas con el “narco” y las cifras de inseguridad. ¿Cómo describir la seguridad pública? Por ejemplo ¿es inseguro tener en casa un arma de fuego? Quizá la mayoría de los sinaloenses conteste negativamente. Si es el caso, los integrantes de esta sociedad verían que un arma no es inseguridad, por lo tanto se reproduce su posesión y se crea una conciencia para tolerarlas y portarlas. Claro, el accionarla puede, ¿o no?, ser otra cosa. Pero si ya forma parte complementaria de una identidad, entrecruzando elementos premodernos y rurales con modernos y posmodernos, la habituación a las armas de fuego no pasa de ser una consecuencia natural y, por lo tanto, también tolerado. Y hay que decirlo, aceptado y, en ciertos segmentos sociales, admirado (los narcocorridos son una muestra). Una opción para enfrentar el problema de la seguridad pudiera darse a partir del análisis de la identidad regional: para encontrar las 34
variables que reproducen las conductas que irrumpen en la inseguridad; y enmarcar las posibles estructuras sociales y de autoridad que pudieran ser modificadas para enfrentar esa reproducción de pautas sociales. --Narcotráfico El problema del tráfico de drogas ilegales en México está ligado directamente con la posición geográfica del país: ser el vecino de la frontera sur de los Estados Unidos. Ante las cifras de dinero involucradas, cualquier esfuerzo estatal contra el narcotráfico palidece. El tamaño del mercado de las drogas ilegales es muy grande y la capacidad de las fuerzas policíacas es irrisoria, en ambas partes de la frontera. De este tráfico el de la cocaína es uno de los más lucrativos y define la actividad del narcotráfico en nuestro país (Astorga, 2003). Dice una nota de un periódico: “De cada tonelada de cocaína colombiana que ingresa a Estados Unidos, 920 kilos transitan por México, y de éstos, la PGR solamente intercepta 75, es decir, el 8.15 por ciento”. Por otro lado, la misma nota señala que “según el reporte del 2005 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), organismo dependiente de la ONU, al mercado estadounidense ingresan anualmente 300 toneladas del alcaloide, de las cuales, 276 llegan vía México, y sólo se decomisan 22” (Reforma, 11/Marzo/2006). Estos dos datos permiten hacer las siguiente deducción: “De acuerdo con la Procuraduría General de la República (PGR), en México, un kilo de cocaína tiene un precio promedio de 7 mil 500 dólares, pero al llegar a EU alcanza los 40 mil. De los datos de la JIFE y la PGR se desprende que el mercado de cocaína en EU mueve unos 12 mil millones de dólares al año” (Reforma, 11/Marzo/2006). Si bien es verdad que este negocio lo manejan varios carteles de la droga, esto sólo se refiere a la magnitud del mercado de EU, donde cada vez es mayor el control de organizaciones delictivas ligadas a mexicanos. A partir de los datos oficiales podemos constatar que de la cocaína que entra por México a EU, entre el 7 y el 8%, es decomisada. Esto señala el bajo nivel de eficiencia contra las drogas de ambos lados de la frontera. Si se mide el tamaño y poder de ambos países, el peso de la responsabilidad es para las autoridades norteamericanas. Aún más, una vez que pasa por la frontera esa cocaína (300 mil kilos, 300 millones de dosis de 1 gramo) son distribuidas y consumidas en las calles, bares y casas estadounidenses, la responsabilidad de aplicar la ley es exclusivamente de las autoridades de ese país. Otro ángulo es la capacidad corruptora del narcotráfico. En un informe de la PGR se señala lo siguiente: “En los operativos realizados para combatir los delitos contra la salud, del 1 de diciembre de 2000 al 26 35
de julio de 2005 se ha detenido a 51,610 personas, de las cuales el 67.2 por ciento se logró a través del esfuerzo realizado por esta Institución; del total de personas detenidas 15 se identificaron como líderes, 47 financieros, 70 lugartenientes, 270 sicarios, 166 funcionarios involucrados y 51,042 colaboradores y distribuidores al menudeo, vinculados a siete organizaciones delictivas” (PGR, 2005:25). Este informe de la PGR hace patente una pirámide: en la cúspide unos cuantos líderes; y en la amplia base, la infantería-carne de cañón. Desde una perspectiva comparada, es de notar que los miles de millones de dólares que implica el tráfico, tan sólo de cocaína, hace comprensible que en cinco años la PGR haya podido aprehender sólo a 15 de los líderes de los carteles que identifica la institución. Comparar las cifras reportadas de aprehensiones con las cantidades estimadas de dinero que significa el narcotráfico es de una lógica contundente. ¿Qué pasa con estos miles de millones de dólares? ¿A dónde se van? ¿Cómo ingresan a la circulación de la mercancía dinero? ¿Dónde están las ramas de la economía que se benefician de esta masa monetaria? Porque según los datos, más del 92% de esos 12 mil millones de dólares anuales pasan por México. Por lo tanto de alguna manera son negociados por carteles de mexicanos. Entonces estas fortunas transitan, al menos una parte, y se gasta en la economía mexicana. ¿Acaso nadie se ha dado cuenta? O bien, parafraseando a Lope de Vega: “¿Quién mato al comendador? Fuenteovejuna lo hizo” (publicada en 1619). En Sinaloa, como en la España del siglo XV, todos son Fuenteovejuna, y si bien esta obra de teatro, cumbre literaria de Lope de Vega, se convirtió en símbolo de lucha popular contra la tiranía, hay que recordar el contexto histórico de la obra: el pueblo de Fuenteovejuna fue indultado, entre otras cosas, porque el señor feudal asesinado, Fernán Gómez, estaba contra el grupo que apoyó a Isabel la Católica como sucesora en la corona de Castilla de Enrique IV. --Violencia Una serie de TV denominada “Weed” relata cómo, en un suburbio de clase alta de alguna ciudad de California, una viuda ama de casa, al perder a su esposo, se convierte en comerciante de marihuana al menudeo. La serie se desenvuelve entre penas y aventuras de los usuarios de la droga que comercia la viuda. En uno de los episodios, al irse a surtir con sus abastecedores y estar conversando con ellos, por supuesto afro americanos, de repente las ventanas comienzan a ser atravesadas por ráfagas de balas. En el caos todos se tiran al suelo. Cuando la balacera termina, la viuda pide a sus proveedores no hablar a la policía, a lo que la jefa de la banda le responde: “esos eran los policías”. 36
Todo se vuelve gris, oscuro, peligroso, cuando la viuda se confiesa: “el límite de este nuevo negocio es la muerte”. Así de sencillo. La vertiente amable del narcotráfico es tener acceso a los medios para pagar los satisfactores ansiados, aunque implican una vida dedicada al tráfico, los negocios, pero sobre todo, al lavado de dinero de esta actividad ilícita. La parte negra, angustiante, es la que te lleva a observar la inminencia de la muerte, inclusive algunas veces sufriendo torturas y dolor. Un balazo atravesando la cabeza frente a familiares o amigos. Las personas que deciden incursionar en el comercio de las drogas, en el uso o lavado del dinero producto de ese tráfico ilegal, socializan en un modo de vida que tiene que ver con lo señalado arriba: la inminencia de la muerte. ¿Cómo pedirle a un joven, con una deficiente educación media superior, modales o pautas de conducta social cuando tiene acceso de los medios para consumir y adquirir bienes y satisfactores que implican una riqueza considerable? Es decir, si esa persona siguiera patrones de acumulación de capital dentro de la legalidad, para llegar a esos niveles de consumo tendrían que haber pasado años y por lo tanto adquirido al menos algo de educación. Pero ante la rapidez en la acumulación no llega ese aprendizaje. Por otro lado, está el patrón cultural que deriva de la inminencia de la muerte en esa actividad ilícita, directamente proporcional a la vertiginosidad del patrón de acumulación. Cabe una explicación de la violencia como producto de consumo y acumulación. En el caso de los nuevos ricos del “narco”, sus pautas rompen toda previsión. Su rapidez de acumulación no tiene comparación; quizá sólo la lotería y los juegos de azar. La posibilidad de violencia en la actividad es inminente debido a la atracción que ejerce en una sociedad consagrada al consumo, en la que si no tienes, no eres nadie. Una bolsa de 1200 dólares es un símbolo. En la serie Weed, cuando la viuda va por primera vez con los distribuidores llevaba una bolsa de alguna marca reconocida (Louis Vuitton); una de las ayudantes comenta que la blanquita andaba de morbosa porque traía una bolsa muy cara, y la jefa le dice que era sólo imitación y le da las explicaciones de porqué lo era (hay en la Web guías para identificar una bolsa pirata de una auténtica). La viuda se queda apenada de ser descubierta por unas traficantes de drogas, pero acepta hacerse narcotraficante entre sus vecinos para aspirar a comprar una bolsa original y pagar las deudas de su casa. Claro, sabiendo que en cualquier momento puede ser víctima de una ráfaga de un AK-47. Conclusión Describir a los narcotraficantes como polo negativo representa una fuente de contaminación, pues el lado positivo, por más que esté en la legalidad, no tiene la misma eficacia que la de los narcotraficantes. Anota 37
Alexander: “Desde esta posición marginal presentan un poderoso sustrato de contaminación”. Los narcotraficantes al estar en el lado negativo del discurso de la sociedad civil tienen la salvedad de no observar normas ni leyes, por lo cual su conducta no responde a la racionalidad ni a la voluntad de obediencia civil. Y ese peligro de hecho puede iniciar con tan sólo una descripción. En ese tenor sostiene: “Delimitar estos objetos contaminados –actores, estructuras y procesos constituidos por este discurso represivo-- es peligroso. No sólo puede mancillar la reputación de alguien y poner en peligro su status, sino que, a su vez, la seguridad puede estar amenazada” (Alexander, 2000:154). Con esta consideración se puede adelantar el ejercicio descriptivo siguiente: consumo de autos suntuosos y ropa estridente kitsch, más pantalones entallados y camisas sin fajar para poder ocultar eventuales armas. Acompañamiento de mujeres hermosas, guapas y sobre todo vestidas de forma muy provocadora, como para no dejar tiempo al enamoramiento, ya que la excitación sexual debe de ir acorde con el presentimiento de la inminente muerte: el deseo debe aparecer y ser satisfecho de inmediato, no puede haber tiempo para prolegómenos morales y sociales; el dinero es un facilitador, aunque sin duda que el amor ha de nacer y desarrollarse en esas relaciones de pareja. Música alegórica a narcotraficantes y de banda. Portación y uso de armas de fuego ilegales. Consumo de alcohol en forma compulsiva, acompañado muchas veces de uso de cocaína para soportar borracheras de varios días. Sin embargo, esto describiría sólo a una capa de individuos dedicados al narcotráfico. Están los verdaderos cabecillas. Los que podrían sólo ser rastreados por indicadores financieros, uso de aviones privados, grandes inversiones en sectores productivos y de servicios. En este tramo el peligro que expone Alexander crece: la inminencia de la muerte está en cualquier rama de la industria, por ejemplo ante el solo hecho de identificar a un eventual narcotraficante. Bibliografía --Alexander, Jeffrey C. (2000), Sociología Cultural: formas de clasificación de las sociedades complejas, Madrid, Anthropos. --Astorga, Luis (2003), Drogas sin fronteras. México. Grijalbo. --Duverger, Maurice (1996), Métodos de las Ciencias Sociales, Barcelona, Ariel Sociología. --Lope de Vega y Carpio, Félix ([1562-1635]), Fuenteovejuna. --PGR (2005), Resumen Ejecutivo, Quinto Informe de Labores, México, (http://www.pgr.gob.mx/temas%20relevantes/Documentos/Informes%20I nstitucionales/5%20resumen%20ejecutivo.pdf) 38
SINALOA, la violenta
Arturo SANTAMARÍA GÓMEZ♦ 1. “La violencia no es sólo una acción o una práctica. La violencia tiene muchas dimensiones. Es una percepción. Es una ♦
Doctor en sociología. Miembro del SNI. Catedrático e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales. 39
expresión. Una manera de ser visto o escuchado. Una forma de dominación. Un modo de discriminación. Una falta, ausencia o renuncia a la comunicación. Todas esas dimensione son interdependientes: la violencia es un proceso que impide a las personas desarrollar todo su potencial así como también impacta negativamente en el desarrollo. La violencia es un problema social, económico, cultural y político inculcado en el lenguaje. El lenguaje actúa como un mapa que media entre la realidad y la comunicación diarias.” (“El lenguaje como violencia. La violencia como lenguaje”.www.takingitglobal.org). Masacre. Crimen. Criminales. Muerte. Asesinatos. Muertos. Asesinos. “Gatilleros”. Sicarios. Delincuentes. Armamento. Sangriento. Maldad. Narcotráfico. Homicidio. Inseguridad. Bajo mundo. Atentado. Oprobioso. Luto. AK-47. Cartuchos. Disparos. Balazos. Ráfagas. Fusiles de asalto. Armas. Rehenes. Ilícito. Ejecutados. Impunidad. Impunidad. Impunidad. Este es el lenguaje de la violencia sinaloense. Si hiciéramos una estadística de las palabras que más aparecen en los medios periodísticos de Sinaloa, las aquí enlistadas estarían entre los primeros lugares. En cualquier tiempo de los últimos años, el lenguaje de la violencia ha ocupado y ocupa las primeras planas de los diarios sinaloenses. No hay manera de evitarlo. Las masacres así lo exigen. Cualquier sinaloense muerto antes de los años setenta del siglo XX y que resucitara en nuestros días, regresaría a su tumba por el descorazonamiento que le produciría ver cómo campea la violencia impune en la tierra que lo vio nacer. Los historiadores sinaloenses del futuro no tendrán ninguna dificultad en ubicar el nacimiento de la violencia masiva y sus causas. Dentro de cincuenta años podrán escribir que la violencia en Sinaloa tiene una larga vida de ochenta años. Si los sinaloenses de hoy en día logramos detener el baño de sangre, los estudiosos del mañana podrán decir que una de las etapas más negras de la historia regional empezó en el último tercio del siglo XX y se sofocó con el triunfo de la legalidad, la democracia y el equilibrio social. Mientras un mejor futuro no llegue, el presente está impregnado hasta el tuétano de violencia. La violencia no ha sido punible, revela la información diaria de los medios sinaloenses. Desde que nació Noroeste, por ejemplo, este diario ha podido comprobar que la violencia en Sinaloa es impune. El encarcelamiento de criminales es miserablemente inferior a los que libran el castigo. En gran medida es así porque el miedo nos congela para no denunciar. En Culiacán, escribe José Alfredo Beltrán, “el 78 por ciento de los delitos que se cometen en la ciudad no son denunciados, por lo cual no quedan registrados en ninguna estadística oficial, revela la Cuarta Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2006”. 40
“Para que denuncio…si no hacen nada”, dice la empresaria Alba G., al mismo José Alfredo Beltrán. “Si no le das ‘mordida’(al Ministerio Público), no te hacen caso”. Solo el 25.1 por ciento de los casos denunciados son sujetos de investigación. Es decir, ni con “mordida” les hacen caso a los denunciantes. Los funcionarios de gobierno dicen que la violencia nos los rebasa, que el crimen organizado no puede ser más fuerte que el Estado. Así lo han dicho desde hace décadas, pero tan sólo en los últimos catorce años, nos revela un reportaje de Claudia Beltrán, se han cometido 8, 137 asesinatos en Sinaloa. “Dos de cada tres homicidios son resultado de ejecuciones por grupos delictivos organizados, lo que significa que una tercera parte, son resultado de una criminalidad simple”, dice Claudia en su reportaje especial del jueves 2 de noviembre de 2006. ¿Qué sucede cuando la violencia del crimen organizado rebasa a las autoridades? El estado no existe. Por lo menos en el ámbito de la seguridad pública no funciona. Agarran a los rateritos y a los vendedores de drogas al menudeo, pero los grandes capos andan sueltos. Los sicarios hace tiempo que se desnudaron de toda moralidad. No es verdad que “los de antes” respetaran más la vida porque no asesinaban a mujeres y niños como lo dicen muchos ciudadanos. Gildardo López Amarillas, presidente del Colegio de Contadores Públicos de Culiacán, sostuvo que “Con el paso del tiempo, el sicario ha venido también sufriendo ciertos avances (¡sic!) porque años atrás como que tenían sus propias reglas, respetaban, si iban a matar a alguien respetaban a todos los demás; hace unos años para acá había cierto respeto por los niños, pero ahora buscan cumplir con el objetivo independientemente de quienes caen, eso es algo que realmente afecta”. Evidentemente se trata de una persona preocupada por la violencia que azota a Culiacán, pero en su confusión cree ver “avances” en las reglas de los matones porque si “iban a matar a alguien respetaban a todos los demás”. Matar niños no puede significar ningún “avance”. El contador López Amarillas no quiso decir que asesinar a infantes era un progreso o mejoramiento de los sicarios, sino más bien todo lo contrario: hacerlo es un retroceso moral. Asesinar mujeres y niños no es algo nuevo. Los sicarios lo han hecho desde hace muchos años. Quizá lo que ahora suceda es que sea más frecuente. La muerte de infantes es muy dolorosa, pero cegar la vida de cualquier ser humano es moralmente condenable como cualquier otra. La fotografía de la señora Gladys Sobeida Arce Espinoza, (Sección de Sociedad y Justicia, Noroeste 2-XI-2006) esposa del señor Carlos Alberto Gastélum Pacheco y madre de los niños Carlos Alberto y 41
José Max, asesinados en Guamúchil el 26 de octubre, revela más ningún texto el dolor de ella y el de la sana sociedad sinaloense. Y grita: “Quiero justicia, que no quede impune la muerte de mis hijos y mi esposo”. Esto es lo que han clamado mujeres y hombres de la tierra de los once ríos por décadas. Y su eco se sigue oyendo sin respuesta. Bien lo dice la señora Arce Espinoza: “Veo que ya a las autoridades se les está pasando con el transcurrir de los días, pero a mi no se me a pasar nunca, por eso les pido justicia y se las voy a pedir todos los días”. No criemos maldad, dice el Obispo de Mazatlán, Mario Espinosa Contreras, al referirse al narcotráfico y a la violencia que genera. Tiene razón el Obispo: pidamos a las autoridades que combatan en serio la crianza del fenómeno porque nos inunda por todas partes. Ya atacan con sus productos las escuelas primarias, dicen los padres de familia de los colegios “Aunque no se han reportado casos específicos, padres de familia del Centro Educativo de Desarrollo Integral A.C. alertaron a la ciudadanía en general sobre la distribución de la droga LSD en algunas calcomanías que están siendo regaladas en las afueras de las escuelas”. Los brazos del “narco” crecen y la impunidad también. Ciudades globales subterráneas. 2. Saskia Sassen, socióloga holandesa, acuñó en 1991 uno de los conceptos más utilizados en las ciencias sociales contemporáneas: ciudad global. A partir de la obra de esta mujer que nació en Holanda, creció en Argentina, trabaja en Estados Unidos y viaja por el mundo, se inició un interminable debate sobre el papel de las ciudades en la globalización. En entrevista a Revistateína (Publicación electrónica, Valencia, España, junio 2004), ofreció una definición sobre la ciudad global: “Los cambios de la economía del último cuarto del siglo XX han reconfigurado ciudades como Nueva York, Londres, Tokio, Barcelona, San Pablo, México o Buenos Aires, cada una en su medida y con sus particularidades. Territorios donde se articula la nueva economía, aquella que depende de las tecnologías de la información, y donde se encarnan las modalidades sociales y urbanas del orden mundial avanzado. Desde la arquitectura, con edificios emblema que alojan al poder financiero y a los servicios de producción punta, hasta la sociedad, con la aparición de nuevos estilos de vida y una evidente polarización de la población según estén dentro o fuera, incluidos o excluidos. Ciudades que evidencian el dramático cambio que sufrió el sistema de la política interestatal a partir de la década del 80. Entonces los estados nacionales cedieron a la desregulación, la privatización y la apertura de sus economías a las firmas extranjeras. Empezó a crecer la participación de actores de las economías 42
nacionales en el mercado global. Y, con ello, la conformación de esa urbes en nodos de la globalización. “Ahora bien, también hay otra globalización, un tercer tipo, que es criminal. La de los traficantes de drogas, los de personas, el terrorismo internacional organizado. Mafias que usan las infraestructuras de la globalización para sus objetivos. Hay, al menos, tres globalizaciones muy poderosas. La más desarrollada, la que domina, es la económica neoliberal.” Siguiendo la idea de Sassen de que los narcotraficantes son los actores de la tercera vía de la globalización, no sería excesivo afirmar que Sinaloa tiene por lo menos dos ciudades globales si aceptamos que el estado es uno de los nodos del narcotráfico mundial. Estas dos urbes son Culiacán y Mazatlán, centros operativos sobresalientes de una de una de las vías de la globalización. El alcance de los carteles sinaloenses es mundial. Su influencia cubre todo el continente americano y parece ramificarse a Europa y Asia. No hay capitales con origen sinaloense más globalizados que los creados por los carteles de las drogas. La tercera vía de la globalización es ilegal y subterránea y no parece tener como epicentros las ciudades más pobladas y conocidas del planeta, como son Nueva York, Londres, Tokio, Berlín, París, Roma, Barcelona, Los Ángeles o Chicago, por mencionar unas cuantas. En esa vía, parecen ser más importantes Medellín, Cali, Tijuana o Culiacán. Por fuera de la clandestinidad hay procesos productivos, financieros, sociales y culturales de la sociedad sinaloense que están plenamente incorporados a las otras vías de la globalización a través de servicios bancarios, telecomunicaciones, exportaciones e importaciones, los procesos de emigración e inmigración, las inversiones extranjeras, el intercambio cultural, educativo y el turismo. Estos procesos se reflejan en los rasgos de urbanización que han experimentado Culiacán y Mazatlán en los últimos quince años y en particular en el último lustro. La integración de estas dos ciudades a los circuitos globales no ha sido tersa, como de hecho no lo es ninguna sociedad del mundo, pero entre nosotros se ha manifestado con las desviaciones, irregularidades y heridas propias de la periferia del sistema mundial. Entre los habitantes de las dos principales ciudades de Sinaloa hay prácticas sociales propias del mundo global, como el uso de las telecomunicaciones más avanzadas; pero hay otras, quizá la mayoría, que pertenecen a las tradiciones locales o de otras épocas opuestas, de hecho, a las necesidades imperativas de la sociedad global. Dentro de los actores locales que no han entendido la intensa dinámica que impone la globalización parecen estar la mayoría de sus políticos, rupestres como diría Ernesto Diezmartínez en su columna de crítica cinematográfica. Los 43
políticos locales son, quizá, de los actores más arcaicos de la sociedad sinaloense: improductivos, oportunistas y franca y ferozmente aldeanos. Muy pocos están exentos de las anteriores características. La subordinación en la guerra contra las drogas 3. En 2006 Vicente Fox se dobló ante la presión de la Casa Blanca y vetó la ley sobre las drogas ilegales que el Congreso mexicano había aprobado. Tal ley hubiese legalizado la posesión de reducidas cantidades de drogas ilegales. Bajo dicha ley, la posesión de hasta 25 miligramos de heroína, 5 gramos de marihuana, o 0,5 gramos de cocaína y cantidades semejantes de anfetaminas y peyote para uso personal ya no sería ilegales. Pero Washington no toleró ni la más mínima diferencia de su inflexible política. Cualquier país latinoamericano que intentase impulsar una estrategia propia contra el tráfico de drogas entraría en confrontación con la Casa Blanca y sufriría un severo castigo económico y político. La subordinación de México a la política estadounidense de la guerra contra las drogas la explica con claridad Ted Galen Carpenter, Vicepresidente del Centro de Estudios de Defensa y Política Exterior del Instituto Cato, en su obra “Bad Neighbor Policy”. En ella, Carpenter dice: "Las autoridades estadounidenses han sobornado, engatusado, y amenazado a los gobiernos latinoamericanos intentando detener el flujo de drogas ilegales. El resultado ha sido una creciente ola de corrupción y violencia en dichos países y un creciente descontento por parte de las poblaciones perjudicadas hacia sus propios gobiernos y hacia Estados Unidos. La guerra contra las drogas hemisférica de Washington es la personificación de la Política del Mal Vecino". La guerra a los narcotraficantes por parte de Felipe Calderón aparece como una urgente necesidad política de consumo doméstico, pero en el fondo está circunscrita al marco de las estrategias hemisféricas de Washington. Estados Unidos se embarcó en la guerra contra las drogas desde hace más de 30 años y ha fracasado rotundamente. En 2004, escribía Rudley Balko, investigador del mismo Instituto Cato, que los gobiernos estatales y federal habían gastado entre 40 y 60 mil millones cada año, a partir de 2000, para enfrentar el consumo de drogas en Estados Unidos y miles de millones de dólares más en el mantenimiento de casi 320 mil personas encarceladas por vender y consumir drogas. Balko revela que esa población penitenciaria es mayor que el conjunto de prisioneros por cualquier tipo de delito en España, Italia, Alemania, Francia y el Reino Unido. Los prisioneros en el vecino del norte se incrementaron 400 por ciento de 1980 a 2004 mientras que la población sólo había aumentado el 44
20 por ciento. Estados Unidos tiene la proporción de prisioneros más alta del mundo: 732 por cada 100,000 individuos están encarcelados. “A pesar de todo el dinero gastado y las personas encarceladas -sostiene--, a pesar del daño realizado a nuestras ciudades y la integridad de nuestro sistema de justicia criminal, a pesar de las restricciones que hemos permitido contra nuestras libertades civiles; a pesar de las perdidas de vidas inocentes y el innecesario sufrimiento impuesto en gente enferma y a sus doctores, a pesar de todo esto, el tráfico de drogas no sólo está proliferando, está creciendo. Las drogas ilícitas son más baratas, más abundantes y de mayor pureza que nunca antes” (El fracaso de la guerra contra las drogas, Rudley, Balko, Cato Institute, 2004). Esta guerra en Estados Unidos se ha dirigido en lo fundamental contra el consumo. Y en México se ha orientado contra los productores y comercializadores. En ambos casos se ha fracasado. Entre los múltiples factores que explican la derrota de los gobiernos estadounidense y mexicano son muy visibles dos de ellos: 1. El consumo de drogas es parte consustancial de grupos cada vez más amplios de las sociedades contemporáneas. 2. La extensión, profundidad y complejidad del mercado de drogas, acompañante natural de lo anterior, es tal que una estrategia policiaco/militar sólo combate a los actores y no a las causas. La sociedad estadounidense ofrece como un espejo, casi siempre con un adelanto de décadas o lustros, lo que va a suceder en sociedades brutalmente competitivas, individualistas, consumistas y de alta desintegración familiar y social. México, a pesar de su baja productividad, regionalmente desigual e inequitativo desarrollo, ya está sumergido en una competencia social, laboral y salarial aún más intensa que la de los países desarrollados. El individualismo en la familia mexicana no es tan fuerte como en la familia estadounidense, pero su capital social es mucho más débil, además de que su desintegración social es mayor. Lo anterior incide en conductas propensas al consumo de drogas, la violencia resentida y/o a la búsqueda de ganancias rápidas a través del comercio de enervantes. Lo que una sociedad sana niega lo compensa las drogas a su manera. Al margen de los factores societarios que son caldo de cultivo para el mundo de las adormideras y estimulantes, y sin que tengan menor importancia, están los políticos y económicos. La dinámica e intereses del mercado de los alucinógenos son de tal dimensión que hacen que cualquier estrategia de confrontación fracase. Si Estados Unidos con su poderío no ha podido derrotar a los mercaderes de las drogas, menos lo va a hacer un país como México. 45
El problema de México, en comparación con nuestro vecino, es que el poderío del narco desestabiliza al Estado, mientras que en Estados Unidos no. En términos de influencia política el narco mexicano se parece más a lo que ha sucedido en algunas etapas de la historia del sur de Italia o Colombia que a lo que ha sucedido en Estados Unidos. En la dimensión cultural, la influencia del narco se asemeja a la que ha ejercido la mafia en el sur de Italia y en Medellín y Cali, dentro de Colombia. En México, Sinaloa ilustra el inmenso poderío de los antes llamados gomeros en todas sus esferas. Sus raíces y manos están entrometidas por múltiples recovecos de la sociedad sinaloense. Aun sin desearlo ni buscarlo muchos individuos y familias se topan con la influencia de los feligreses de Malverde. Miles de familias sinaloenses por voluntad propia o a la fuerza son parte de ese mundo. Combatir al crimen organizado significa estremecer fuertes y arraigados tejidos de la sociedad. A estas alturas, ningún Gobernador puede con tal poder, con tal influencia y tal arraigo. En este contexto, que ya no es exclusivo de Sinaloa, la estrategia del Presidente Felipe Calderón no tiene posibilidad alguna de triunfar, ni aun recurriendo a más fuerza, tal y como lo ha declarado. Si sólo contáramos el número de caídos en esta guerra, del lado del Estado son más que del lado de las fuerzas del narco. Si una guerra se mide por el número de víctimas, es evidente que el Estado mexicano no es quien va ganando. El gran problema de esta guerra es que no tan sólo pierde el gobierno, sino el conjunto del Estado, lo cual compromete la Seguridad Nacional y, por ende, la estabilidad de la sociedad en su conjunto, independientemente del gobierno que la presida. Calderón abrió la jaula del tigre y no sabe dar latigazos por más amenazas que lance. Su guerra está perdida y habrá que pensar en otras estrategias que no hagan sucumbir ni al Estado ni a la sociedad. Aunque la legalización del consumo de ciertas drogas esté muy lejos habrá que insistir. No son pocos los que opinan que la etapa histórica que actualmente padecemos es el costo inevitable del paso de un sistema político autoritario a la democracia. Muy cierto es que las transiciones sistémicas no suelen ser tersas, salvo excepciones. Los quiebres históricos, es decir, el paso de una forma societaria de hacer u organizar la cosa pública a otra por lo general son acompañados de sucesos traumáticos. Sin embargo, lo grave para nuestro caso es que la transición es ya demasiado larga y los traumas cada vez más fuertes. No es nada claro, para nuestra mala fortuna, que se consolide un sistema político democrático en el país. Las pasadas elecciones dejaron tantas dudas de su limpieza e institucionalidad que hicieron retroceder la legitimidad alcanzada con el triunfo de Vicente Fox el 2 de julio de 2000. 46
Este retroceso es uno de los factores que explican la exacerbada turbulencia social y política en el país durante los últimos meses.. Sin embargo, las cuotas de responsabilidad en la producción de esta crisis son diferentes. Quien tiene el poder no puede evitar ser el principal actor en la conducción de la vida política de una nación y, por lo tanto, ser el responsable número uno en el respeto a la institucionalidad, la democracia y la autoridad. En estos planos, el Presidente Fox falló al grado de ser el primer responsable en la crisis que experimenta el país. Sus defensores enlistan las políticas económicas de su gobierno como las más positivas del conjunto de sus decisiones. Al margen de que fuese exitosa la gestión económica de Fox, lo cierto es que en este momento la dimensión que supera, oculta o minimiza cualquier otra es la política. Y en ella, las cuentas que entregó el guanajuatense fueron desastrosas. La ausencia de autoridad en unos casos y los excesos de ella en otros, fueron minando la capacidad del Estado para enfrentar los desafíos de una sociedad en profunda transformación. La violencia del crimen organizado, la más peligrosa de todas, porque disputa el uso de la violencia al Estado, con cálculo político o sin él a diario pasa por encima de la autoridad estatal. Si los carteles de la droga están leyendo políticamente lo que sucede en el país y le dan una connotación táctica a sus acciones, estaremos frente a un uso calculado de la violencia en la que se desafía de manera consciente al Estado y, por ende, a la Presidencia de la República. Este escenario es mucho más grave porque estaríamos hablando de una organización criminal con visión estratégica. Si, en otro caso, los carteles de la droga actúan sin cálculo y estrategia, sino simplemente por acciones de venganza o táctica criminal, de cualquier manera ignoran la presencia del Estado y lo desafían. El asesinato del cantante Valentín Elizalde, y luego de otros cantantes de banda más, se ejecutó sin consideración alguna a la crisis política que padece el país, sin importar si la imagen violenta de México recorrería el mundo y las pantallas y páginas de canales y periódicos de Estados Unidos, España y otros países latinoamericanos. Lo peor de todo es que, mientras los admiradores de Valentín Elizalde discutían en los blogs y portales quién pudo asesinarlo, los diputados panistas y perredistas se agarraban a golpes y después cantaban rancheras, Fox con los pies en el estribo ya no hacía nada, y el electo no podía ni siquiera pisar el edificio del Congreso de la Unión. En Internet aparecieron páginas en los que supuestos carteles de la droga amenazaban a otros cantantes y grupos musicales, lo cual revelaría no sólo una descomposición del medio musical que interpreta temas del narco sino 47
que, más grave aún, revelaría cómo el crimen organizado desafía abiertamente a la seguridad pública. La fiebre de los casinos en Culiacán y Mazatlán. 5.. La fiebre de los casinos en Culiacán y Mazatlán no parece explicarse por un simple e inexplicable enamoramiento al juego sino, más bien, por la brusca incursión de ambas ciudades en las pegajosas redes de los estilos de vida postmodernos. Quizá Zigmunt Bauman, en su obra La Sociedad Sitiada, ayude a explicarnos el frenesí por los placeres que despiertan las apuestas: “El capitalismo descubrió que la acuciante necesidad de distracciones, el mayor azote de la actividad productiva, podía transformarse en la principal fuente de ganancias, quizás inagotables incluso, una vez que se pasara a explotar a los consumidores en vez de a los productores…”El comportamiento impulsivo”, paradigma de la irracionalidad en el mundo de los productores…la fragilidad y la precariedad inherentes a la vida dedicada a la búsqueda de placeres y distracciones ha pasado de ser la principal amenaza a la estabilidad del orden social a convertirse en su principal sostén”. Los reportajes, entrevistas y crónicas que se han publicado sobre las casas de juego en Culiacán revelan la adicción, las frustraciones, la desintegración familiar, la complicidad de funcionarios federales, estatales y municipales, las enormes ganancias de los propietarios y las pérdidas de los apostadores, adultos en los casinos y niños en las maquinitas de los estanquillos de barrio, que demuestran, por lo abigarrado de su enjambre y lo masivo de su práctica, que estamos ante un estilo de vida sistémico o que, por lo menos, tiende a serlo. De hecho, así lo reconoce a plana entera un anuncio del Gobierno del Estado el día 23 de julio de 2007 cuando dice, entre analítico, crítico, comprensivo y cómplice: “…estamos muy concientes que vivimos en una sociedad moderna, plural y diversa, cuyas interrelaciones sociales están determinadas por valores contemporáneos, como son la libre elección de las personas y la cultura de la legalidad, la cual obliga a preservar las libertades ciudadanas conforme al estado de derecho”. El Gobierno de Sinaloa, o por lo menos quien escribió y quien autorizó esta declaración oficial, en una manifestación de fe liberal, dice que en una sociedad moderna, plural y diversa no hay más que aceptar la existencia de la industrialización de las apuestas, la pasión por los juegos de azar y la pérdida irremediable de incontables patrimonios familiares. En realidad los juegos de azar y las apuestas no son asunto exclusivo de las sociedades modernas sino de todas, incluyendo las 48
antiguas. Lo que sí es nuevo es la apropiación privada de las apuestas a escala industrial. Ya no estamos hablando de la matatena, la lotería, con El Valiente, El Nopal, El Gallo, El Borracho, etc., o del pokar, sino de enormes cadenas como Caliente, Yak´s o Sports Book. ¿Hasta donde un gobierno, ya sea federal, estatal o municipal, puede prohibir o regular una actividad lucrativa legal pero que daña la moral y la economía familiar? ¿Si las autorizaciones para abrir casinos las concede la Secretaría de Gobernación, se puede oponer el gobierno de Sinaloa a ellas? El Gobierno de Sinaloa también ha dicho que realizan “una investigación pormenorizada y una evaluación a su funcionamiento en consulta directa a la población, y de encontrar irregularidades”, se actuará de inmediato conforme a las leyes. Tal posición suena meramente retórica. ¿A qué segmento de la población van a consultar: a los apostadores, a los vecinos de las casas de juego, o van a hacer un muestreo aleatorio entre la población de Culiacán? Al margen de lo que arrojen las consultas ¿qué sería una irregularidad? ¿El promedio de lo que pierden los apostadores? ¿La división familiar? ¿El debilitamiento del ingreso familiar? ¿La dependencia infantil a las apuestas y la búsqueda desesperada de dinero? Mientras haya presión de los medios locales el gobierno buscará capotearla, pero enfrentará, por otro lado, la presión de Televisa, entre otros, para que le permitan abrir casas de juego. La estrepitosa caída de ingresos que experimenta esta poderosa empresa la lleva a buscar su recuperación en las empresas de apuestas. Las utilidades de la televisora bajaron de 3 mil 137.1 millones de pesos en el segundo trimestre de 2006, a 2 mil 476.8 millones en el mismo periodo del año en curso, informó el diario La Jornada. Sin embargo, en el segmento ''otros negocios'', donde se incluye los resultados de la división de Juegos y Sorteos, junto a las empresas de Futbol y Distribución de Películas de Largometraje, los ingresos por ventas ascendieron a 592.7 millones de pesos, 37.6 por ciento más que en el segundo trimestre de 2006. ''El incremento se atribuye a los ingresos en el negocio de Juegos y Sorteos'', especificó la empresa.”En la conferencia telefónica sostenida con analistas, para explicar sus resultados, informó La Jornada, De Angoitia expresó que el negocio de juegos y sorteos se encuentra en desarrollo y la aplicación de altos impuestos podría afectarlo severamente”. ¿A quién le hará más caso el Gobierno, a la sociedad local o a poderes fácticos y capitales monopólicos como los de Hank Rhon y Azcarrága Jean? ¿Se podrá contener a los sinaloenses atrapados por el consumismo lúdico que ofrece el capitalismo improductivo? 49
6.Violencia y arte No es común que los artistas plásticos de Sinaloa ocupen las primeras planas de los diarios locales y numerosas páginas de publicaciones de circulación nacional. Ni tan poco es común que los habitantes del estado frecuenten los museos de la entidad para observar las obras de sus artistas. Ambas cosas las ha logrado Rosa María Robles. Esta creadora sinaloense tiene la virtud de provocar en sus espectadores, o por lo menos en muchos, el asombro. En uno de los edificios de la UAS, que rodean la Plazuela Rosales, por mucho tiempo estuvo, ¿o está?, una escultura en la que, aprovechando un gran tronco, Rosa María le dio forma a una enorme vagina que permanentemente amenazaba con devorar a quien la observara. No todos los artistas sacuden a los espectadores con sus obras, ni los empujan al autocuestionamiento, a la introspección o a la autocrítica. Rosa María Robles sí. Con su más reciente exposición, llamada Navajas, la artista confirma su vocación de provocar conciencias anestesiadas, poniéndonos frente a cobijas ensangrentadas, hijas de la más reciente barbarie que azota a Sinaloa. Observadores de la cultura y las artes en Culiacán, han narrado cómo han surgido comentarios encontrados entre los visitantes a la exposición de Rosa María, pero nadie podrá negar que esta notable mujer tiene el talento y el valor de reclamar dignidad no sólo a las autoridades policiacas y militares, estatales y federales, sino a también a los ciudadanos que han terminado por acostumbrarse a la violencia.
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ESCENARIOS CULTURALES: viajes a los fondos del placer
“Sin hombres no hay cultura por cierto, pero igualmente, y esto es más significativo, sin cultura no hay hombres”. Clifford Geertz 51
Nery CORDOVA♦ I. Un tour intelectual Para quienes no son parroquianos consuetudinarios, el simple hecho de estar ahí, en uno de estos lupanares de los suburbios, constituye un hallazgo. Y hasta un milagro. Y así va esta crónica mitad realismo, mitad ficción, entre los quehaceres cachondos de la vida, que hacen por lo menos más asimilable la existencia. Vienes a estos lugares, y sientes como que el mundo te da un gancho al hígado, al bofe y al cuajo y que hierven no sólo las hormonas, sino la prudencia y las razones. La adrenalina y la bilirrubina ponen trampas. Miras, al principio, cómo salir con dignidad de tales umbrales del bajo mundo. Pero casi todo está allí, en el escenario más rojo que el averno mismo. Y entonces se construyen como por encanto representaciones de un teatro sin personajes claros. En el Muro de los Lamentos en que se constituye la carne barata y viva, están los acompañantes de parranda con quienes se arman proyectos inverosímiles, acicateados por la bisutería de oro falso de la realidad y la conciencia. Son metáforas con francos descorches al recato y a la moralidad, para intentar ver algunos símbolos de la pauperización, en sus sórdidas realeas. Es un rostro grupal cruzado con un historial de cicatrices con mayoría de deudas, derrotas y fracasos, agazapado en las penumbras y los rincones de la medianoche, donde todos los gatos podrían ser pardos, pero rostro social al fin de cierta parte inhóspita y torva y acaso antediluviana de la vida cruda. Hacen ebullición los ardores y rencores históricos del individuo y la sociedad. Bajo los pabellones de la tentación, la alquimia de la violencia y los placeres son como un espíritu que se adivina forjándose en la penumbra. Como en la “Naturaleza muerta con botellas” de Floris Verster, y los bodegones de escenarios borrosos del medioevo tardío, están ahí las huellas pictóricas, ahora evanescentes, de un mundo que no se atreve a mostrarse ni plenamente abierto, ni en su totalidad escondido y oscuro. Pero rondan y se intuyen fantasmas, al filo de transgresiones de variada índole y al filo de las confesiones de mil y un secretos y amarguras, hallazgos de sinceridades olvidadas, descubrimientos de amistades otrora inconcebibles y sueños e ilusiones imposibles. Y junto a ♦
Comunicólogo. Escritor, catedrático e investigador de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS en Mazatlán. Su más reciente libro de poesía: Ileana y la luna, editado por Alforja y DIFOCUR. 52
las proyecciones freudianas en torno a los derroteros personales, se antojan ahí medio alzados los escombros y los paisajes de la pobreza, que son al mismo tiempo parte sustantiva de los abigarrados escenarios de la decadencia sociocultural. Pensando en Jürgen Habermas, al final de cuentas, por esa y otras razones de conspiración heterodoxa (por lo menos según algunos registros de la historia cultural europea), se han buscado los resquicios para, desde los propios pantanos de la marginación, otear las posibilidades de otras formas de vida personal, cultural y hasta social. Desde los bares, los antros, las cantinas y los arrabales de hace siglos, como sitios cuasipúblicos, fueron gestándose y siendo al mismo tiempo, gérmenes diversos y paulatinos de las transformaciones públicas de la sociedad. Por lo pronto cohabitamos en la concupiscencia y connivencia de civilizaciones opuestas, o por lo menos de hábitat sociales de distinta temporalidad histórica. Y en esa hibridez y secretismo del subdesarrollo socioeconómico anidan partes de las desgracias. Somos, pese a todo. Y, con Jaime Sabines, morimos poco a poco, bajo hálitos y olores mezclados de musgo y helechos podridos; entre millones de insectos rastreros y voladores minúsculos y microscópicos; entre resabios nauseabundos de los despojos y la escoria de los tórridos días de cuarenta grados a la sombra; supurando la pestilencia de las sobras de la cocina y los mariscos; sudando el aceite desechado de la industria y el mercado; respirando los sudores de los esteros contaminados; inhalando, entre ácaros, emanaciones de las cloacas a ras de tierra y de los sopores del drenaje, vía las alcantarillas humeantes, donde exudan sus aromas la mierda, el orín, los vómitos y los desperdicios medio urbanos y medio rurales, que se debaten en los aquelarres turbios de múltiples sujetos condenados --entre la heroicidad y el delito-- a sobrevivir, tragar y morder los lodos de la putrefacción social. --Pues éste es el “Dragón…”, a todo lo que da-- dice un altivo Segismundo, experto en antros de Sodoma y Gomorra, quien dirige en esta ocasión la gira por las bíblicas siete casas de la perdición y el pecado. Un profe jubilado --y muy ducho siempre que sea de “gorra”--, en los menesteres de las ramblas del bajo mundo y necio especialista de las arengas teóricas sin concreción, se arrellana tras su manía de “Cochiloco” (“traga como cochi y bebe como loco”, según la sabia fórmula del escritor César López Cuadras), y deglute efervescente la ambarina del pacífico. Y prosigue lo que a medios chiles dejó en el antro previo: su rollo “esencial” pero sin sustancia sobre la fetichización y el sujeto, mientras se arremolina sediento como queriendo además beber de las soberbias e incastas bubis de la mesera, que más bien, estoicamente coqueta, atiende al elegante, fino y rubio caballero, famoso analista y alto 53
personaje de la política del llamado voto útil que, a petición expresa, nos pidió acompañarlo en esta velada de recogimiento y respetuosa liturgia en la francachela de aproximación fenomenológica. Exudamos la pegajosa fragancia del humo del tabaco, el polvo y la neblina marina de los apestosos patios traseros de los puertos. Los colores rojos, intensos e iridiscentes, se impactan groseros en las retinas. Y vemos como oasis la planicie de los valles, los manjares de los senos, muslos, glúteos y los telúricos pubis en arcoiris, salpicados en los caldos de sus urgencias: ofreciendo los recovecos de sus recogidas curvas, como imanes de las callejuelas empedradas y mentirosas del infierno. En el escenario suburbano, una mujer alta, de modales un tanto indescifrables, mostraba que ella era parte de una incierta realeza perdida y casi olvidada; rescoldo de tiempos lejanos de alguna efigie otrora llena, quizá, de los sueños de una rutina laboral y vivencial distinta; pero ya sólo le alcanzaba para sonreír con una displicencia amarga, con dejos de desdén, pero al mismo tiempo, triste y silente, mientras el humo del cigarrillo la pintaba patidifusa en blanco y negro. La amiga pintora que nos acompaña revela que una de las bailarinas del tubo había sido su alumna, efímera, en alguno de sus cursos de artes plásticas. “Tenía talento, manito, y mira cómo terminó, entre las patas de las fiestas Pa´tronales”, dice risueña, marcando la ruta del chacoteo. --Lo que yo no alcanzo a entender --tercia Vila, aprisionando el envase de la media-- es cómo el sujeto, el ser, puede dar estas vueltas y cambios en la vida. --Como siempre, tú no entiendes nada-- interrumpe Pedro, quien se destornilla a carcajadas. Antes de decidir que el tour fuese a los lugares más rastreros -“pues éste tiene mucho donaire”, había dictaminado el distinguido chilango en el Malecón, cerca de la zona dorada--, habíamos sido partícipes de otra revelación. Como espejo oblicuo del destino, el hallazgo había sido como una nueva bofetada: entre el bullicio espirituoso, durante la primera impresión, no habíamos podido identificarla; pero sí, se trataba de ella, una joven talentosa, oriunda de las cañadas del cielo, con espíritu de nube y mirada de lince. Ya nos había contado de su oficio, pero no teníamos aún el hábito de verla así, en la escena directa del flirteo XXX y en, según la expresión de una comunicóloga, la antesala de la burguer. Se llama Caro, es más bella y de mejor estampa que la Britney en sus mejores tiempos, estudió filosofía en una prestigiada universidad y aunque aún muy joven, a los 24 decidió aprovechar su presente curvilíneo y portentoso y empezó a trabajar en la antiquísima industria del talón; se dedica al oficio no sólo por economía y porque lo disfruta, sino por la adrenalina de la emoción y el misterio 54
humano. Su humor es ingenuo: “Vieras que el kilometraje es de pura felicidad. Me gusta y además me pagan”. Se acostumbró a las cosas agridulces y como filósofa de espíritu y cuerpo, se le figuró que un empleo normal sería una faena muy complicada para enfrentarse a la vida, y sobre todo en esta tierra que, al decir de ella misma, “nunca ha dejado de ser un territorio de apaches, donde primero te cogen y te matan y luego averiguan”. Es hija de una profesora, escribe cuentos y es fanática de narradores de polendas como Faulkner, Steinbeck, Hemingway, Zolá, Tolstoi, Balzac, Sábato, Rulfo, Leñero, y sobre todo ama los prodigios del Gabo. Y para más señas, fue alumna fugaz en alguno de los talleres del Juanjo. Este nunca habría de saber de la joyita que tuvo tan cerca y que siempre ha deseado, por encima y debajo de las otras cosas, narrar los retablos verosímiles de las tribulaciones y correrías de sus amoríos y las de su gremio y congéneres. “Pero no como Samantha o los bodrios porno, sino desde los fondos de la condición humana, en el sentido de Malraux, y con el bordado realista de Wolfe, Vargas Llosa y hasta de Henry Miller”, aclaraba Caro, interrumpiendo su lectura de soslayo de unos versos de Kerouac, recostada y fresca en un sofá, acicalando apetecible una copa de vino tinto, mientras recordaba el drama de los escritores en un mundo de iletrados. --Eyyy, no te agüites, algún día tenías que verme así-- interrumpió Caro, divertida y simpática ante nuestro azoro en el lujoso antro de marras. Evocamos a quien fue uno de nuestros más caros y furtivos amores imposibles: La Intelectual (que en el show se deshojaba hasta de la última hoja pero nunca de los lentes tipo Harry Potter); soberana del Table y otrora reina de los intelectuales mazatlecos, y que un día, o tal vez durante una noche impensada, así de pronto nos abandonó, quizá por irse para siempre detrás de los billetes verdes de algún ranchero narcobotudo que la sonsacó. Comentamos en la reflexiva mesa con el ex comunista, ex socialista, ex cardenista, ex foxista, ex cuñado y ex adelamichista, y ahora sólo turista, que mi compadre, a quien ellos conocen, entre las noctámbulas y canibalescas juergas científicas de la botana, se hizo cuasi esclavo de La Intelectual; y que luego de la sorpresiva desaparición de ésta, durante meses entregados al olvido no le abrió la puerta a nadie y se encerró con sus libros de sociología y antropología, incluidos los de física, cálculo y álgebra y hasta los de vudú y alquimia, para hallarle sentido a los misterios de los agujeros negros y el Santo Grial, o lo que es casi lo mismo, a los arranques sin brújula de ciertas mujeres. Y entre los versos de un poema de Martí, estuvo hasta dispuesto a morir de amor; aunque no a mitad del río, sino frente a la desmesura del mar azul de Mazatlán, con todo y su rayo verde. A ese grado --dijo muy seriamente mientras se empujaba el tequila doble el ex 55
becario de la Revolución Cubana y ex secretario de Estado--, se subliman las pasiones por ciertas hembras de la dolce vita: sinceras, hermosamente desinhibidas y, como casi todas, sin idea de la lógica. “Pero ellas no dan tanta lata y no piden tanto como las que tenemos en casa”, resumió. Las anécdotas iban y volvían. Cimaldi, dramaturgo y luchador de sus propias urracarranas, recordó un detalle singular: un alto funcionario federal, ya por la noche se había despatarrado con un six en el hotel y agotado por la maratónica jornada de sus gestiones improductivas, se le ocurrió que, luego de presidir variadas reuniones de sesudos proyectos, requería como rélax mínimo un masaje. Revisó pormenores del aviso clasificado y llamó por teléfono. Minutos después llegaría una jovencita, un prodigio de trigueña piel en minifalda: de concurso, alfombra roja y caravana. Al abrir la puerta ambos se quedaron fríos y perplejos. Apenas unas horas antes ella había recibido en un evento de relumbrón, feliz, de parte del propio funcionario, una beca que le permitiría proseguir sus estudios en Cuba. Como estatuas se miraron unos segundos en un desesperado rictus de silencio; ella alcanzó a llevar su mano fina hacia sus labios, diamantinos, para detener las voces y quizá explicaciones que amenazaban con brotar de sus entrañas. Pero cabizbaja, y ya con un par de lágrimas en sus mejillas de niña, apretó los labios, giró con lentitud y cierto dramatismo sobre sí misma y se marchó; él cerró la puerta y simplemente dijo: “Puta madre”. --¡Carajo, mano!--, dijo el ex asesor de Cuauhtémoc, quien durante una época, la de sus primeros libros también ya distantes, hasta llegó a sentirse orgulloso de su situación, siempre privilegiada, de intelectual. Pero su soberbia y sus afanes protagónicos, políticos, que lo llevaron a hacerse compinche de las truculencias y defecaciones de Fox, Martita y la profesora Gordillo, lo encasillaron sin embargo en el desprecio de la vox populi. En tanto el grupo se instala ya en un nuevo chiquero de sana y diletante diversión, por los turbios y riesgosos rumbos de la madrugada en el libramiento porteño. Entre brindis y choques de copas y botellas, no hubo más remedio que recordar otra aventura: la de un compañero de un viejo partido. Ya sin nombre y fallecidos ambos. En la suite de un hotel que otrora fuera propiedad del verdadero “Cochiloco”, el de San Juan, el amigo y delegado izquierdista, que amén de presumir de galán también fue un sólido analista de un importante semanario nacional, quiso pasarse de Baudelaire con todo y “Las flores del mal” y la bella suripanta le salió más diabólica que las mismísimas Elba Esther, la D´alesio, Paca la del Barrio y Lola la Trailera juntas. Atado a la cama, resultó cuadriculado con unas diminutas tijeras en pecho y bajo vientre. “Pa que aprendas, compita”, le dijo en un susurro la fémina, quien se despidió de su boca 56
empañuelada con un beso leve de las yemas de sus labios. Desangrándose y sin billetes en la cartera lo habrían de encontrar con un epígrafe, con su propia tinta sangre en el espejo del baño: “Sade”. --¡Caramba!-- exclamó el preclaro doctor y casi ex intelectual, quien ahora no perdía detalle de la sensualidad de la yugoslava rubia que, a las 3.30 de la madrugada, entregada a su arte y extasiada, reflactaba y hacía estallar con virtuosismo la danza de sus cabellos y vellos de oro, que comulgaban con los rayos de plata que desde los faros la enfocaban en el estrado, y que nos trasladó hacia imágenes del mismísimo Mallarmé. De hecho, él hacía caso omiso de los pataleos de paroxismo de una prietona descomunal de Escuinapa que mugía y jadeaba en la mesa contigua, donde un sierreño sombrerudo de Juantillos bebía con fruición de la rizada fuente de sus ancas; y ni siquiera se inmutó cuando la morenaza aulló y, enardecida, le restregó en la nuca, involuntariamente, uno de sus pies atiborrado de callos. Es que enfrente, la chica de la Gran Serbia, y de Belgrado para ser exactos, proseguía sus afanes preciosistas; sin duda, ella había sido fabricada con materia prima de otras dimensiones y en los más caros ensueños ontológicos. Deshojada mariposa, flor danzante de pies de filigrana y Geisha dedicados a la fantasía, flotando y levitando cadenciosa sobre un lodazal prehistórico y de ignominia; símbolo y reliquia de un ajuar victoriano, pero ya en los vacuos tiempos de la globalización. Reina cubierta sólo con los átomos de su límpida piel dorada, soberbia, inhalando el elíxir de los sabios perfumes de los atriles de su alma, pero olvidada y trabajando como obrera del sexo en el antroputero más vulgar del mundo. --A la salud de los moralistas, los hipócritas, los periodistas de sociales y a tu salud ex intelectual, y en ese orden--, le dijo Segismundo a Pepe, el escritor, aquél aún alebrestado y manejando su viejo vocho verde, justo a las 6 A.M., dejando atrás el inframundo y los reflectores, mitad ficción, mitad realismo, de la oscuridad social. II. El grafiti o las manchas simbólicas y urbanas de la
prehistoria Retablos gráficos del barrio, del ghetto, la banda y la pandilla, la pintura sobre bardas y paredes de las zonas populares de las ciudades, podría ser vista como un hábito y detalle curioso de la postmodernidad. Se ha transformado en una práctica que da cuenta de grupos e individuos con necesidades y urgencias vitales para manifestar, pese a toda su problemática social, primero que están vivos y que tienen una existencia, cualesquiera que ésta sea, y que en segundo lugar son capaces de concretar su propia y natural forma comunicativa, en este caso su voz gráfica, en torno al jodido mundo que les ha tocado vivir. Lo que grafitan, 57
esbozan y pintan, salvo excepciones notables y extraordinarias --y por lo mismo elaboraciones artísticas muy escasas--, es la desesperada forma de expresar sus elementales y rústicas sospechas e intuiciones sobre el estrecho y maltrecho mundo de la vida en el que están insertos. Perseguidos por las policías y las fuerzas del orden; marginados y desplazados por el sistema socioeconómico hacia las callejuelas de los conflictos, la pobreza y las carencias; despreciados por las élites y los segmentos tradicionales y formales; empujados a los senderos del delito, el crimen y sus multívocas acciones de transgresión; temidos por los amplios sectores medios y exquisitos de la sociedad; condenados por una moralidad social hipócrita, comodina, fatua, bisca y casi ciega, decenas de miles de niños, jóvenes y adultos sin destino, ni futuro ni consciencia de sí ni para sí, habitan y también dan de qué hablar y mucho, simbólica y pictóricamente, desde los arrabales cancerígenos de la desvergüenza social y cultural del mundo moderno, desde las nuevas y cada vez más notorias fabelas mexicanas, desde las franjas, los hoyos y los cinturones de la pauperización de una civilización masificada, posmoderna y globalizada que en realidad tampoco tiene destino cierto, ni futuro con justicia plausible ni menos conciencia social. Sin embargo, en estos tiempos de innovaciones tecnológicas sin fin, aún no se inventa el olmo que dé peras. Y no da peras, pero la obra marginal en las barriadas que se traduce en imágenes, datos y frases crípticas, bajo el instinto de la violencia y la muerte, son en la textualidad de la cultura un dialecto semiurbano enrevesado y cifrado que da y ofrece muecas, muescas, rastrojos, señales, sarcasmos, mordacidad e ironías desamparadas e involuntarias que, en tanto lenguaje sincrético, en sí mismo constituye una sorda crítica cultural y un feroz y amenazante cuestionamiento social al status quo. Entre causas, efectos, factores, huellas y rémoras históricas, la sociedad, coloreada en cambio con las heces de la rapiña de sus más destacados, lucidos y orgullosos representantes y actores políticos y económicos, simplemente está pagando y exhibiendo los performance, las series y las colecciones de sus propios desastres y platos rotos, los costos y los resultados de los desequilibrios estructurales, de la injusticia social, del vertiginoso desdibujamiento y pérdida de principios y valores humanísticos y socioculturales, de la impunidad aviesa, “normal” y cínica en los ejercicios de los poderes oficiosos, públicos y privados y de la incesante y cada vez más sofisticada depredación global, nac zonal, multinacional y “legítima” del establisment (por ejemplo el ínclito Fox, Martita y sus tiernos, “yupis” y emprendedores hijitos; Raúl Salinas y los pasteles y nexos clandestinos del escritorio; Elba Esther, sus mañas de machorra y su sindicatote de profes; Mister Slim y las prebendas y 58
canonjías abiertas para sus corporaciones multimillonarias; Hank Rohn y las herencias del chorizo verde y blanco y rojo de Atlacomulco y el uso y el abuso del poder; René Bejarano y sus democráticas ligas y maletines de corrupción; el Gober Precioso, los “pipopes” astutos y las complicidades alrededor del camote poblano; San Norberto Rivera, la santa pederastia y los sones políticos de las campanas de catedral, o el diáfano maratonista Robertico Madrazo Limonta, dixit, todos ellos paradigmas del decoro, la decencia y la moral tipo Bush, El Chupacabras expresidente o Pro Vida, hijos de la Virgencita de Guadalupe, de la cultura del esfuerzo y del sacrificio, de la Moral y de las buenas formas). Bajo este enmarañado marco de figuras plástico políticas, los grafiteros son la moderna forma expresiva del hombre de las cavernas. El hombre primitivo realizaba pintas rudimentarias en sus cuevas y sobre piedras que labraba con utensilios también rupestres, por la necesidad innata del ser humano para crear, para comunicarse, para utilidad y beneficio de su memoria y hasta para dejar constancia o testimonio de sus descubrimientos y hallazgos en torno a los secretos de un mundo que le sorprendía día a día y que estaba aún por descubrir. Se trata de la misma necesidad de los sujetos de los barrios urbanos, miles de años después. En los grupos sociales, en cualquier nivel de estratificación, siempre habrá actores con especiales características para efectuar labores que terminan por distinguirlos del resto de los miembros de la camarilla o la cofradía. En este caso esos actores son los grafiteros: los artistas de la pandilla. Obviamente sin contar en su acervo y sus habilidades manuales con el conocimiento y las técnicas propias y especializadas de la disciplina plástica, sin embargo los pintores del vulgo realizan una tarea significativa en tanto que muestran su propia percepción sobre un ámbito social cercado y cerrado, dan pistas sobre su condición humana y sobre todo ofrecen detalles respecto de lo que están dispuestos a realizar como individuos que nada tienen que perder y a quienes la vida les vale madre, literalmente. De tal manera que constituyen una suerte de reserva para las funciones extremas que requiera la sociedad formalizada. Aparte de que la pandilla es un refugio de sobrevivencia o superviviencia sociocultural, para no perderse en el vértigo y la infamia de la nada provocada por la masificación, ella es igualmente una escuela o universidad patito del crimen y el delito, con sus diplomados y especialidades: carteristas, asaltantes, ladrones de autos y casas, secuestradores, terroristas, distribuidores de drogas, sicarios; los vagos y limosneros sin oficio ni beneficio, son los que han reprobado los rudos y peligrosos cursos de la vida práctica. Es claro que tales escuelas tienen vínculos con las universidades de lujo del crimen: las cárceles y los centros penitenciarios formalizados. Y por supuesto que los grandes líderes y directivos de los 59
grupos delictivos, instalados en sus decentes y modernos despachos de empresarios, industriales, comerciantes o políticos, habrán siempre de hacer uso de los recursos que entrañan las pandillas de los arrabales para las diversas e ingratas tareas de la delincuencia. Muchos de esos jóvenes pandilleros, agobiados por el sufrimiento de la drogadicción y el alcoholismo, son capaces de aceptar encargos de asesinato o atentados hasta por la módica suma de tan solo 500 o mil pesos. Pese a las campañas moralistas en su contra, el grafiti acompañará siempre a las urbes y las ciudades del mundo, en tanto que es una manifestación de grupos sociales específicos que no saben, no quieren, no pueden o no tienen otra manera de expresarse. Resulta más que evidente que difícilmente podrían acceder a espacios públicos ad hoc a la pintura y el arte; para empezar no les interesa. Y las normas de las instituciones públicas son diametralmente distintas a las que los grafiteros se han dado para sí: la ausencia de ellas. En todo caso delínean sus murales, sus voces y sus ecos, como acostumbran casi todos los artistas y los poetas: al amparo de la noche y la oscuridad, cuando los delirios y los dolores crecen, cuando la inspiración induce, cuando el hambre o la sed aprietan y cuando los rencores se visten de colores. Bajo la incesante presión de la familia --los pandilleros y los grafiteros también tienen madre--, de otras pandillas y de los diversos grupos sociales, cuasiclandestinos y legítimos, así como de las fuerzas policíacas y de la sociedad en su conjunto, el grafiti y sus autores en las grandes ciudades, gusten o no, entrañan, frente a la hostilidad del mundo, una respuesta y una resistencia social y cultural. A veces esmerados y pulidos dibujos de colores chillantes; en ocasiones seudocaricaturas, monos groseros y rostros deformes; o manchones y trazos pictóricos analfabetas y del absurdo que remiten al petroglifo y a las señas clandestinas de identidad; a veces recados para los sueños y los amores imposibles, los temas que al final se inscriben sobre espacios rústicos o sobre las paredes de las casas, en realidad son lo de menos, pero abundan los plasmas que remiten al origen social de sus autores. Evocaciones camp (campiranas, rurales, serranas), entre retoques de ingenuidad y por supuesto mal gusto con sus híbridos de dudosa estirpe, escuálida técnica y escasez estética que se empatan, vinculan y conforman con algunos supuestos aires de luces y alusiones citadinas como pretexto, sin brújula, sin sentido y fines claros, que producen fondos y detalles iconográficos de desecho, vómito, desastre, espanto y susto. Pero al margen del pésimo gusto --moldeado, decimos, de las imbricaciones rurales y urbanas, del analfabetismo real y funcional y de la marginación como motor de la involución social y humana--, así como de las carencias formales y las debilidades artísticas, en la mayor parte de 60
la escatología y compulsión de los retablos de ocurrencia, se regodea la obra plástica popular, lógicamente, con frecuentes ilustraciones míticas y de leyenda: idealizaciones de la gloria y el cielo, el infierno, el paraíso, Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo, las Once Mil Vírgenes, Jesús Malverde, la Santísima Muerte, y los patrones y las patronas de los pueblos y los ranchos. Aunque lo más importante para sus autores, en general y se entiendan o no las intenciones, las creencias y los mensajes, es modelar –manchando literalmente las luces tecnológicas de la postmodernidad-- y dejar una constancia delirante, guerrera y virulenta, la más de las veces inconsciente, de la sensibilidad de los bajísimos fondos y de las cloacas de la sociedad: son también las heridas económicas, sociales y políticas, los llantos, los gritos, los gemidos y los aullidos (no por supuesto en el sentido artístico de Allen Ginsberg) de la miseria cultural, la pauperización, la marginación y la desesperación.
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MAZATLÁN: también literatura
José Luis FRANCO♦ Ni en los más mágicos pasajes de los grandes narradores latinoamericanos encontramos algo ligeramente parecido a lo que sucede aquí en Mazatlán durante el cachondeo de las fiestas de carnaval, que en este año de 2008 celebrará su versión 109. Bajo una incesante y diminuta nevada multicolor que se escenifica en la zona carnavalera, serpientes que descienden de las enguantadas manos de reinas y embajadoras --de los balcones de los hoteles, de los carros alegóricos--, coloridas, bamboleantes, entregadas a los caprichos del helado viento febrerino nos restrega aromas plenos de adjetivos: el seductor de las fritangas, el ácido del orín, el picante del alcohol, el dulzón de los perfumes, el voluptuoso del sudor. El sublime del recuerdo. Ahí, en medio de mares, barcos, peces, soles, caracolas, ♦
Escritor. Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales. Coordinador de la Feria del Libro de Mazatlán. 62
estrellas y lunas realizadas con engrudo y cartón piedra. Es una catarsis encabezada por soberanas que lucen sobre sus sienes pedrería de pacotilla que simboliza su monarquía. Ahí, entre estruendos de discomóviles, tamboras que retumban, caudalosos ríos de cerveza, cohetones que se despliegan por el firmamento. Ahí, conviviendo con reyes que esconden su fealdad en la alegría, minifaldas que no esconden nada, cintos piteados que dan miedo que escondan algo y disfraces que disimulan prejuicios, la mascarada de la literatura tiene su sitio de honor y baila, queriendo a no, al compás de las estridencias de la fiesta que la usa como escudo para que no la acusen de ser enteramente carnal. Por supuesto que no nos estamos refiriendo al Premio de Poesía “Clemencia Isaura”, que data de 1925 y se encuentra curiosamente bien ilustrado en las páginas de “El Amor en los tiempos del Cólera”, de Gabriel García Márquez, cuando gana lo que él llama “La orquídea de oro” (el equivalente a nuestra Flor natural) un inmigrante chino al que nadie le entendió nada cuando leyó en los Juegos Florales el poema ganador. Nosotros, aunque no del todo, hemos vivido casi lo mismo: en una ocasión participó en el “Clemencia Isaura” un inmigrante chino que envió un poema en su lengua natal. Por desgracia no ganó. Pero tampoco hemos entendido a la gran mayoría de los poemas ganadores. Bien sentencia García Márquez en el libro en cuestión “todos los chinos son poetas”. Y viceversa. El homenaje en cuestión es el que llamamos Premio Mazatlán de Literatura, una tropelía planeada por tres ilustres mazatlecos (Antonio Haas, Raúl Rico Mendiola y Rodolfo Álvarez Fárber) y concretada por un cosalteco (Leopoldo Sánchez Celis). A los tres primeros les brotaba lo culto hasta por las orejas; al último, que con trabajos había terminado sus estudios de taquimecanografía en una escuela de Mazatlán, le sobraba poder. Era un gobernador del estado de los de la vieja usanza. Entre los cuatro mandaron a la goma por un tiempo al premio “Clemencia Isaura”, bajo la consideración de Haas, Rico Mendiola y Álvarez Farber de que era un concurso pueblerino, blanco de poetas de ocasión, sin trascendencia. Ellos mismos (Álvarez, Rico y Haas) elaboraron la reglamentación del premio, que a la fecha y salvo el monto –que actualizamos-, no ha sido modificada. Esta es la reglamentación. I.- El Premio consiste en $65,000 (sesenta y cinco mil pesos) –en 1965 eran $15,000, que representaban 1,200 dólares- y placa de cristal – en 1965 se entregaba medalla conmemorativa y diploma-; será entregado en este puerto –anualmente- al autor galardonado, durante el Festival de los Juegos Florales del Carnaval de Mazatlán. II.- Será galardonado con el premio, por méritos exclusivamente literarios y por las demás excelencias que en el trabajo elegido 63
concurrieren, el autor de una obra escrita originalmente en castellano, editada por primera vez en México y cuya edición inicial haya sido puesta a la venta en el curso de los doce meses precedentes al 1ª de diciembre anterior a la fecha de la entrega del Premio. Para el otorgamiento de éste no se tomarán en cuenta el género literario ni la opinión o credo que sustente el autor. III.- La adjudicación del Premio en ningún caso supone la transmisión de la propiedad literaria de la obra elegida. Si dos o más personas han producido en colaboración una obra que resulte laureada, el Premio deberá concedérseles conjuntamente a los autores. También podrá otorgarse el galardón al autor de un trabajo que forme parte de un volumen, siempre que la obra seleccionada para ocupar el primer lugar constituya, por sí sola, una obra literaria. IV.- No podrá participar en el certamen una obra cuyo autor haya fallecido; no obstante si el fallecimiento ocurriese después de que se haya presentado la propuesta en la forma estipulada y si la obra resultase en primer término durante el escrutinio, entonces el Premio puede serle concedido. No existe impedimento para que sea favorecido en primer lugar un libro escrito por un miembro del Jurado Calificador, pero será nulo el voto que pudiera otorgar el autor –si forma parte del Colegio Calificador- a favor de su propia obra. V.- El derecho a nombrar candidatos para el galardón será disfrutado anualmente por la Comisión del Premio Mazatlán de Literatura. Los miembros del jurado nunca podrán ser menos de 5 y sumarán siempre número impar. Mismo año en el que Don Miguel Ramírez Urquijo, el genial Chícharo ideó las Pulmonías, nuestro clásico medio de transporte al aire libre que con el devenir de los años se ha convertido en símbolo de la ciudad (hasta fue inmortalizada con un monumento que no es precisamente la síntesis de la creatividad), y del arribo de los Venados a la Liga Mexicana del Pacífico, otro de nuestros distintivos por excelencia, campeones de la Serie del Caribe en el 2005, logro que nos hincha el chovinismo cada que lo decimos, como es el caso, el Premio surge, con el pie derecho, la noche del 26 de febrero de 1965. A veces me dan ganas de llorar, pero las suple el mar. Eso no lo digo yo, qué más quisiera, lo dijo José Gorostiza y que manera de decirlo. No sobra ni falta una palabra; una sensación. Autor de Muerte sin fin, considerado por muchos como el mejor poema mexicano escrito el siglo pasado, Gorostiza es el primer ganador del Premio Mazatlán de Literatura (1965) y antes por su grandeza que por éste accidental mérito, punto de referencia en la mayoría de los discursos de recepción del PML. Es una primera piedra a la que todos, por sobrados méritos, veneran. Llámense 64
como se llamen. Desde el irreverente Ricardo Garibay, que fue el que lo sucedió, hasta el entrañable Juan Villoro, que a pesar de dedicar su discurso en la recepción del PML a Fernando Benitez, no dejó de reconocer la importancia del premio por el nombre de su primer ganador, ese enorme prestidigitador de la palabra, tabasqueño de origen, que no nos deja la oportunidad de selección de un solo párrafo para ilustrar la magnitud de Muerte sin fin. O se lee completo, o mejor no se lee. Al respecto, dijo Víctor Isolino Doval, a raíz de la edición en el 50 aniversario de Muerte sin Fin, en 2001: Por su complejidad, el poema no deja de asombrar a corazones y cerebros. Lo mismo literatos que filósofos escudriñan en él tras algún significado luminoso. Pero no hace falta tanta ciencia para adentrarse en Muerte sin fin. Basta un par de ojos inquietos que sigan su abraso, siempre quemante; a veces por frío, a veces por calor. Artífice de los silencios –dice Silva-Herzog Márquez– Gorostiza supo incubar en el barullo burocrático una de las cúspides de la poesía mexicana. «Secretario del secretario de Relaciones Exteriores, llegaba a las siete de la mañana a su oficina y, “en vez de ver barrer a los mozos” se puso a escribir Muerte sin fin». Durante el acto de premiación de Gorostiza se contó con la presencia de Juan José Arreola como maestro de ceremonias y del italiano Carlos Coccioli como mantenedor. Como ya se mencionó, en la ruta del 66, Garibay (Tulancingo, Hidalgo), con cuarenta y tres años a cuestas, se bebería el Premio Mazatlán de Literatura de un rabioso trago gracias a su novela Beber un cáliz. Lo recibió la noche del 18 de febrero y en la ceremonia fungió Agustín Basave como mantenedor y el espectáculo corrió a cargo del trovador Óscar Chávez. Visto por algunos como el Truman Capote mexicano, pero no precisamente por sus inclinaciones sexuales, sino por sus procedimientos literarios, Garibay ofrecería, años después de su ascenso al PML, en televisión, escandalosas declaraciones en torno a su galardón obtenido en la ciudad de los confetis y las serpentinas, amén de las mujeres bellas. Dijo, envuelto en una de sus clásicas batas chinas de vivos colores, que su designación como Premio Mazatlán de Literatura estuvo amañada en el mejor estilo del “dedazo priista”. Vociferante e histriónico, Garibay era un hombre que no se andaba por las ramas. Escritor prolífico, guionista cinematográfico, dramaturgo, novelista, cuentista, ensayista, periodista, premio al mejor libro extranjero publicado en Francia, en 1987, por La casa que arde de noche, Premio Nacional de Periodismo en 1987, Premio Narrativa de Colima, en 1989, por Taib, en Beber un cáliz recuerda, en sus páginas iniciales algunas estampas de su niñez, impregnadas de una fuerte carga 65
de odio hacia la figura totalitaria de su padre, odio que con el transcurrir de la novela se va inclinando hacia la piedad, cuando narra cómo tenía que levantar ese saco de huesos al que el cáncer había reducido la férrea presencia de su padre, para llevar a orinar al tirano de sus días infantiles. Nos narra el momento cumbre de la ternura de un hijo hacia su padre, tras llevarlo a los doctores: Cuando acabaron me quedé solo con él y se me derrumbó helado en los brazos; sosteniéndolo palpaba sus cabellos fríos, su piel, tirante y exhausta; ví sus ojos, que se abrían sin ver, y tenté sus manos; lo besé en la cara. Lo besé en la cara; nunca lo había hecho; tengo treinta y nueve años de edad. A su polémico nombre le seguirían el de Marco Antonio Montes de Oca (México, 1932), que con su único libro de cuentos conocido (Fuentes Legendarias) se echaría el premio a la bolsa. Considerado por Octavio Paz como el iniciador de la nueva poesía mexicana, el viernes 3 de febrero Montes de Oca compartió reflectores con Ernesto Moreno Machuca, pues iniciaba el peregrinar conjunto del Premio Mazatlán de Literatura y el “Clemencia Isaura” de Poesía. Las voces de protesta por la desaparición del certamen de poesía, que se habían escuchado desde el nacimiento del Mazatlán de Literatura, cobraron vigencia. Esa noche fungió como moderador Gutierre Tibón, se escuchó la voz de Ernestina Garfias y se disfrutó de una obra teatral titulada “Un Jardín de otros tiempos”, en la que Héctor Ortega interpretó a Amado Nervo. La dirección escénica corrió a cargo del Presidente del Jurado del premio, Antonio Haas. Entre las cosas curiosas que se dieron en esta entrega destacó la ausencia de fotografías del autor en El Sol del Pacífico, el diario que en aquellos tiempos llevaba la voz cantante en el puerto. Uno simplemente decía dame el sol, como si fuera sinónimo de periódico. Es que no había más. En los periódicos de la época aparece tan solo el poeta Moreno Machuca coronando a la reina, de Montes de Oca ni sus luces, ni siquiera queda el registro de alguna palabra pronunciada por él. En cambio, esa misma noche, Gutierre Tibón se aventó la puntada de decir que el mejor libro que se había escrito en Mazatlán era, ni más ni menos que el directorio telefónico y se puso a leer en voz alta algunos de los nombres del listado. La broma sólo le gustó a Antonio Haas; hubo mazatlecos verdaderamente indignados. Cabe citar que en aquella ocasión hubiera sido un verdadero tiro en el blanco considerar La Señal, primer libro de cuentos de la escritora sinaloense Inés Arredondo, a juicio de muchos, entre los que señalamos a José de la Colina, Elena Poniatowska, Carlos Monsivais, Juan García Ponce, Ángeles Mastretta, como una de las escritoras más profundas de este país, a la que tristemente, en su propia tierra, por aquello que es 66
difícil ser profeta en ella, se le regatearon casi hasta el final de sus días merecidos honores. En el 79, cuando el Mazatlán de Literatura estaba en el congelador por la postura de Carlos Fuentes, Inés Arredondo (Culiacán, 1928 - 1989), sería galardonada con el Xavier Villaurrutia, por Río Subterráneo, su segundo libro de cuentos. De regreso con Montes de Oca, no ponemos en discusión su calidad literaria de primer nivel, que le permitió acceder al Premio Nacional de Letras en 1985, pero entre los tiquismiquis del Mazatlán de Literatura corren versiones legendarias de regular fuente que el premio le sirvió para recluirse en una Oceánica de aquellos tiempos. Pero bueno, dicen cosas peores, lo cierto es que, pese a su vasta obra, su presencia en el medio literario no es tan frecuente como la de otros autores. Es más recatado. De él Armando Oviedo expresa lo siguiente: Si tuviera que elegir entre todos los libros publicados de Marco Antonio Montes de Oca no eligiría uno porque no es posible hablar de desarrollo en su obra debido al crecimiento y profundización que el poeta hace a través del lenguaje que presenta como destellos, incendios, luzazos. Pero un centro luminoso, un árbol de luz, un camino amarillo que nos podría guiar en ese "páramo de espejos" donde el sol se refleja, es por medio del poema largo que está diseminado en varios de sus libros, que es motivo de sus títulos pero que conservan una unidad en Poesía reunida 1953-1970, reunión calculada (los poemas están ordenados alfabéticamente por medio del título) que forma un libro de calendario solar. Un dato curioso dedicado a todos los que piensan que son los que le dan sabor al caldo: Montes de Oca le dedicó su poema A ras de cielo nada más ni nada menos que a Porfirio Muñoz Ledo. La noche del 22 de febrero de 1968 el sempiterno Secretario de Educación Pública y también poeta Jaime Torres Bodet (México, 1902 – 1974), quien con Rubén Darío, abismo y cima (Fondo de Cultura Económica), sería el cuarto ganador del Mazatlán de Literatura y el primero en obtenerlo por un libro de ensayos, que posteriormente será la marca de la casa del premio. Bastión de la Campaña Nacional contra el Analfabetismo (empresa que a la fecha sigue siendo necesaria, sobre todo cuando vemos el promedio de lectura per cápita en el país: menos de un libro por año), impulsor del libro de texto gratuito, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Sinaloa, así como las de Burdeos, Alburquerque, La Habana, Lima, Lyon, París, México, en fin, un hombre de reconocido bagaje intelectual, quien dos años antes de ganar el PML sería distinguido con el Premio Nacional de Letras y cuatro después se metió un tiro en la boca en parte por una prolongada enfermedad, en parte por lo que Gabriel Zaid dice: se dejó llevar, con exceso poético, de su sentido del deber. 67
Poeta con obra publicada desde los 16 años (Fervor, 1918) y narrador desde los 25 (Margarita de Niebla, 1927), la producción de Torres Bodet es tan vasta como sus logros en su carrera en el servicio público, que inicia a los 21 años, cuando se desempeña como secretario particular de José Vasconcelos, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se hace mención de la evidente precocidad de Torres Bodet para señalar que, a nuestro juicio, el gran marginado de ese año fue el novel escritor José Agustín, quien con De Perfil rompía los moldes de la literatura tradicional mexicana. Hubo otros textos importantes que no lograron conmover al jurado, pero los tiempos exigían un digno reconocimiento al ímpetu de la juventud. Recordemos que es el año que estalla el Movimiento Estudiantil que culmina con una frase lacerante hasta la fecha: 2 de octubre no se olvida. Fernando Benítez (México, 1912–2000), piedra angular de nuestra cultura, fue el ganador de la versión 1969 por “Los Indios en México” (Siglo XXI), una reveladora investigación que nos muestra la cara mágica de nuestros pueblos ancestrales, la cual comprende cinco tomos escritos con gran rigor antropológico y depurada prosa. Fundador del periodismo cultural en el país, al grado que en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se entrega, desde 1992, un premio sobre esa especialidad informativa llamado Fernando Benitez. El caso de México en la Cultura, el primer suplemento cultural que se registra en el país, es emblemático. Ahí se forjaron las grandes plumas y que mejor manera de ilustrarlo que esta respuesta que ofrece José Luis Cuevas en entrevista con la periodista Thelma Gómez Duran, de Etcétera: Hay buen periodismo cultural. Sin embargo, el gran suplemento cultural fue México en la cultura y no ha sido superado; ahí me inicié en el periodismo. El primer artículo me lo aceptó Fernando Benítez en 1955-1956. Ahí me metía terriblemente con la pintura mexicana. Se llamaba "La cortina del nopal", después el artículo se popularizó mucho. Llegué con Fernando Benítez. Yo tenía aspecto de niño, porque la niñez me duró mucho; usé el pantalón corto hasta los 15 o 16 años -y es que estaba muy orgulloso de mis piernas- (risas). Recuerdo que cuando fui al periódico llevaba pantalón corto. Benítez me preguntó: ¿de qué trata tu artículo? Es una crítica a la Escuela Mexicana de Pintura, le contesté. Dejé el artículo y pensé que en cuanto me fuera lo iba a tirar a la basura. Cuál sería mi sorpresa que lo publicó y en primera plana con un título que era algo así como: "El niño terrible contra los monstruos sagrados de la pintura mexicana". El artículo provocó un verdadero revuelo en el mundo cultural mexicano. Fernando me dijo: "Sigue publicando; trae más artículos". Hasta aquí la cita a José Luis Cuevas. 68
Aquella noche del 15 de febrero de 1969 el cine Zaragoza, disfrazado de teatro, se impactó no sólo con la presencia de Fernando Benitez, sino con la del moderador: José Emilio Pacheco, que justo ese año empezó a publicar sus gustados y buscados Inventarios. Mazatlán tenía por huéspedes a dos pilares del periodismo cultural en México. Descrito por Fritz Glockner, autor de El Coleccionista de Estrellas (Fernando Benitez en Tonantzintla), como hombre – periodismo, hombre indígena, hombre – crónica, hombre – maestro, hombre literatura, hombre – cultura, el legado de Benitez para el periodismo cultural es inconmensurable. Pero también nos dejó un profundo amor por los indígenas, como queda por demás patentizado en este comentario de Elena Poniatowska: En nuestro país hay 10 millones de indígenas y, según Fernando Benitez, autor de cinco tomos sobre los indios de México, dentro de 50 años no quedará uno solo si las comunidades no obtienen su autonomía y el respeto a sus derechos individuales y colectivos. Como detalle anecdótico, en aquella ocasión el Teatro Ángela Peralta, ya en estado deplorable a consecuencia del abandono, reabrió sus puertas para albergar un edificante espectáculo de burlesque, el cual recrea impunemente Sergio López Sánchez en su obra El teatro Ángela Peralta de Mazatlán: del desahucio a la resurrección. En el Carnaval de 1969, el promotor de espectáculos “ligeros” Xavier Fuentes rentó el abandonado local de la calle del Carnaval para presentar en él un espectáculo de burlesque, anunciado en el ahora llamado Teatro Ángela Peralta. Las funciones dobles -8 y 11 de la noche-empezaron el 14 de febrero, viernes de Carnaval. Según notificó la empresa, “para comodidad del público” solamente se pondrían a la venta boletos en luneta y plateas. La verdad era que no se había permitido vender localidades en los palcos segundos y terceros, pues corrían el riesgo de colapsarse con la carga de los espectadores. -¡Muy buenas noches, damas y caballeros! ¡Bienvenidos a este su Teatro Ángela Peralta! ¡Burlesque Girls’s 1969 presenta a Miss Busto 69; Ruth Ubal, la dama del antifaz; Gabriella, la exquisita italiana; Paulette, la electrizante; Virla, la explosiva; Cristo Goethe, el monumento que todos desean… veeer! El público mazatleco disfrutó de los desnudos –estrictamente artísticos- que ofrecían las chicas de la compañía y acompañó el suceso con gritos, aplausos y mucha cerveza helada. También estuvo en escena la despampanante Martha Alonso, seguida de los cómicos Rólex, Harapos y Mandolas, esplendor y lustre de la lengua española. Los silbidos del respetable pusieron en desbandada a 69
los quirópteros, que fungieron como coro del ballet Los Fanet’s. Después vino a presentarse Tito MENA, “El cómico moderno”. Calentando el ambiente, los efervescentes alaridos cerveceros de la respetable gleba exigían la inmediata revelación de los misterios pilosos de las primorosas strip’s Zuraima, Mireya y Marina. La plétora ululante estaba ansiosa de alcanzar el gran final, ávida de llegar al clímax al penetrar el escenario ella…sí, ella, la sensacional; ella, la única; ella, la exquisita… -¡Yeee-seee-niaaa”... Para la designación del Premio Mazatlán de Literatura en 1970 se integró un jurado con las más selectas personalidades de la cultura. Montes de Oca, Raúl Pous Ortiz, Emmanuel Carballo, Mauricio Magdaleno, Rubén Bonifaz Nuño, Margarita Michelena, Salvador Reynoso, José Gorostiza, José Luis Martínez, Raúl Cervantes Ahumada, Emilio Abreu Gómez, Andrés Henestrosa y Fernando Benitez. Sin sombra de dudas, un jurado de primer nivel. En su edición del 21 de enero de ese año, el Sol del Pacífico mencionaba que el Dr. Héctor González Guevara, de la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana en Mazatlán, daba el anuncio que el Lic. Jesús Reyes, destacado diplomático mexicano, sería el Mantenedor de la Velada del Premio Mazatlán de Literatura. Le designación recayó en la persona de Gastón García Cantú (Puebla, 1917 – 2004) con El socialismo en México, Siglo XIX (Era). Hombre muy cercano a su antecesor, Fernando Benitez, con quien emprendió aventuras para dignificar el periodismo cultural, su personalidad no era tan inmaculada como la del autor de Los Indios en México, esto por sus históricas confrontaciones con Juan García Ponce, que lo acusó de homófobo y en su discurso de recepción del Premio Juan Rulfo, que otorga la FIL de Guadalajara, recordaría ese mal pasaje de su vida con pelos y señales: Difusión Cultural cambió porque con el complot contra el Dr. Chávez pasó a ser jefe Gastón García Cantú quien primero nos mandó a nuestras casas porque de acuerdo a los reglamentos de la Universidad no podía despedirnos y luego, ya que nadie podía hacer la revista volvió a llamarme Acepté pero enseguida volvió a mandarme a mi casa porque él era nacionalista y yo me opuse a que la Revista de la Universidad fuese así. Después despidió a Juan Vicente Melo acusándolo veladamente de homosexual. Todos los que habíamos hecho con él (Juan Vicente Melo) “La Casa del Lago” que bajo su dirección, después que se fuera Tomás 70
Segovia a Uruguay fue al igual que con Tomás, el centro de cultura más importante de México, renunciamos y en respuesta a un artículo de García Cantú en la revista “Siempre”: hice un ensayo feroz contra él publicado en el mismo lugar. José de la Colina, ganador del Premio en el 2002, compañero de aventuras de García Ponce, Juan Vicente Melo, Inés Arredondo, toda esa generación, hombre de letras de una simpatía desbordante, de inagotable charla en la que al mismo tiempo en que revela importantes anécdotas de la historia de la literatura, del cine, gran amigo de Luis Buñuel, de la vida en México, introduce seductores cuentos cortos; y haría uno excelente en el que, ante un supuesto agente de Gobernación, homófobo, como García Cantú, plantea la supuesta defensa de García Ponce a Juan Vicente Melo: ¿Melo homosexual? No lo creo, cuando me besa lo hace de manera muy viril. Vale rescatar la imagen de García Ponce: hasta antes de contraer la esclerosis múltiple, era también famoso por sus amoríos con mujeres preciosas y por su literatura. Con otro que amarró navajas García Cantú fue con Fernando del Paso, quien lo insultó en Proceso por haber aceptado un cargo en el gobierno de López Portillo. Molesto, escribió la réplica, pero la revista publicó sólo un pequeño párrafo, incrustado entre varios anuncios de publicidad. Luego, García Cantú habría de salir de Proceso. Pero bueno, no somos monedita de oro. Enterado vía telefónica el 2 de febrero, Gastón García Cantó haría la siguiente declaración a El Sol del Pacífico: Mi agradecimiento más profundo a los miembros del jurado y a los organizadores del certamen Premio Mazatlán de Literatura por haberme designado acreedor a tan importante presea y por las atenciones que por tal motivo estoy recibiendo. Resultado de un esfuerzo investigativo de nueve años, El Socialismo en México Siglo XIX presenta la realidad de la idea socialista en nuestro país, partiendo del año de 1828. Esta obra incluye estudios sobre la tentativa de Albert Owen de llevar a cabo un magno proyecto colonizador unido a la construcción de un ferrocarril transcontinental en Topolobampo, en uno de los capítulos de interés para Sinaloa. Ese 6 de febrero de 1970 el Ballet de Danza Moderna Independiente del INBA, corrió con la responsabilidad del espectáculo por el que se cobraban 40 pesos en luneta numerada y quince en balcón en lo que los periódicos de la época llamaban el Teatro del Cine Zaragoza. El Sol del Pacífico consigna que grandes personalidades estuvieron en la entrega del Premio a Gastón García Cantú y cita los 71
nombres de José Luis Cuevas, Carlos Monsivais y Carlos Fuentes. En una escueta entrevista con el primero de ellos se leería esta declaración. - Es la primera vez que vengo a Mazatlán y ha sido una verdadera sorpresa; es uno de los puertos más bellos que he conocido, pero le falta promoción. Vine para estar presente en le entrega del Premio Mazatlán de Literatura a Gastón García Cantú. El imberbe periodismo cultural de la época no dio para más preguntas o por lo menos para orientar alguna en la actividad del célebre dibujante. Con Carlos Fuentes no variarían las cosas. La nota señala que el escritor llegó procedente de Durango, pero no nos dice qué hacía ahí en esos momentos y la entrevista se centra en su razón para estar en Mazatlán. Fuentes señala que son dos motivos sentimentales: el primero, la amistad que lo une con Gastón García Cantú; el segundo, conocer el lugar en que nació su madre, Bertha Macías Rivera. Una confesión muy rulfiana: vine a Mazatlán porque me dijeron que aquí nació mi madre. Carlos Monsivais, que en aquellos entonces era personaje de la historieta Chanoc, en la que aparecían Puk y Suk, dos gemelos caníbales que se querían comer a Tsekub, ¿se acuerdan algunos? no mereció una entrevista. Por favor. En 1971 la monarquía carnavalera se codearía con la nobleza polaca. Héléne Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowska Amor, oriunda de París, Francia (1932), hija de Jean Evremont Poniatowski Amor, descendiente del último rey de Polonia, y de Dolores Amor, se adjudicaría el privilegio de ser la primera mujer en obtener el Premio. Con la decisión, Editorial Era ligaba su tercer Premio Mazatlán de Literatura. Poniatowska, una joven y enjundiosa reportera que incursionaba en la literatura con la novela Hasta no verte Jesús mio, había rechazado un año antes el Xavier Villaurrutia por La noche de Tlatelolco, por considerar que era un libro colectivo y, por tanto, no sujeto a premios. Al recibir el Mazatlán de Literatura, el primero en su carrera, Poniatowska declararía que destinaría la mitad del monto para la defensa de los presos políticos del 68. En la esquina del jurado del PML se encendieron los focos rojos. Esa noche del 19 de febrero Poniatowska arremetería contra el aniquilador centralismo en su discurso de aceptación: El Distrito Federal no es la República Mexicana y la grandeza de nuestro país está en su desarrollo parejo. Los capitalinos tenemos la obligación de proyectarnos hacia la provincia. Ella nos otorga producción 72
en todos los aspectos y ahora lo hace en el campo de la cultura; debemos entender la lección, esta lección que hoy recibo. Aludiendo a Jesusa Palancares, personaje central de Hasta no verte Jesús mío, la escritora laureada transcribió las frases finales de la obra en las que la protagonista manifiesta su deseo de ir a morir al mar, allá donde las olas le bañen los pies. Hoy ese deseo se ha cumplido por conducto mío. He venido a Mazatlán y lo he encontrado tan hermoso como ella me lo contó. Siempre solidaria, siempre con un arsenal de ternura a disposición de los desprotegidos, Poniatowska se echaría a la bolsa por siempre a los mazatlecos. Con comentarios impregnados de esa cándida ingenuidad que transmite: Aquí son tan buenos conmigo que hasta me nombrarían La Flor más bella del ejido. Pero ni el carisma de Poniatowska, ni su derroche de simpatía seducirían a los periodistas para arrancarle una entrevista. La que sí se llevó planas en los periódicos durante ese Carnaval fue la cantante Lucha Villa, cuya impactante personalidad acaparó toda la atención. Y la pobre de Elenita Poniatowska decía sobre ella misma que era más chaparra que un perro sentado, ya sabrán. Ni hablar. El 25 de enero Octavio Rivera Fárber, en la ocasión Presidente del Jurado del Premio, declara ante la prensa local que el ganador para la edición de 1972 resultó ser Carlos Fuentes, por su obra “Tiempo Mexicano”. Añadiría que el jurado estuvo integrado por escritores, críticos literarios y rectores de universidades, quienes coincidieron en que la obra con la que Fuentes destripa a placer a Gustavo Díaz Ordaz era la mejor publicada en México en el año inmediato anterior, regla básica del PML. El 8 de febrero el Comité Organizador de los Juegos Florales anunciaba con bombo y platillo el programa: la Sinfónica de la RCA Víctor, el “Tenor de las Américas”, Pedro Vargas y la Compañía de Danza de la UAS, dirigida por la Maestra Chepina Guerra. Considerando la raquítica cartelera cultural de la época, todo un festín. Se informaba que el Señor Gobernador del Estado, Alfredo Valdez Montoya sería el encargado de entregar el galardón y el cheque de 25 mil pesos al celebrado autor de “La región más transparente”, y Gonzalo Armienta Calderón, rector de la UAS, mantenedor de la fiesta. Gracias a una indagación hemerográfica, pudimos detectar que el clima previo a la entrega del Mazatlán de Literatura era el clásico de Carnaval. No se hablaba más que de Elvira Gloria Torrero y Alma Rosa Chío, las nuevas reinas del Carnaval y los Juegos Florales, respectivamente y, cómo no, del brete de su elección, aunque el país y el estado estuvieran cayéndose a pedazos. 73
Hablar de periodismo cultural porteño en esos años era lo mismo que mencionar el Internet: ni existía, ni se tenía idea de qué cosa era, de modo que las menciones a Carlos Fuentes se reducían a un pequeño apartado en la columnas de sociales (un renglón, si acaso), en las que el mayor dato que se aportaba era “gran escritor esposo de la actriz Rita Macedo”. Por ello se perdió la crónica de uno de los sucesos más impactantes de la cultura porteña contemporánea. La noche del 10 de febrero de 1972 el desaparecido cine Zaragoza, que solía disfrazarse de teatro en carnestolendas, no sólo para estar a tono con la fiesta, sino para presentar la apariencia adecuada de sede de los Juegos Florales, fue testigo de una tormenta que resquebrajó la estructura de una organización que había convocado a lo más granado de la literatura nacional Y todo porque Carlos Fuentes Macías, designado como el octavo nombre en tan selecta lista, declinó al honor como protesta de la represión de que eran objeto los estudiantes de la UAS. Jamás los Juegos Florales fueron tan desairados como esa noche. Fuentes, por supuesto, ni se presentó; su lugar fue tomado por su entonces esposa Rita Macedo, que leyó un discurso plagado de exigencias políticas (hay versiones que dicen que mientras esto ocurría, el autor de “Aura” estaba aquí en Mazatlán y recuperaba sus años de parrandero siniestro mezclándose con mendigos, merolicos, crápulas y prostitutas en los tendederos de la ropa sucia de la ciudad). Notificado con anticipación del desaguisado, el gobernador Valdés Montoya, optó por delegar la responsabilidad a Mario Huerta, presidente municipal de Mazatlán. Tampoco Gonzalo Armienta, el rector de la UAS, estuvo presente, de modo que se ahorró la pena de entrar a punta de fregadazos al teatro Zaragoza, dado que en plena banqueta la incipiente comunidad universitaria de Mazatlán (limitada a la Prepa Rosales y la recién instaurada Escuela de Ciencias del Mar) manifestaba muy a su manera su agradecimiento a la actitud de Fuentes. Es más, ni Pedro Vargas asistió al evento y esto, nos imaginamos, por algún problema surgido a última hora y que no tuvo que ver ni con el gobernador, ni con el rector y menos con Carlos Fuentes. El lugar del “muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido” fue tomado por Alejandro Algara, otro de los grandes intérpretes de “El Flaco de Oro”, Agustín Lara. Al día siguiente la prensa local hablaría de grandes ausencias en los Juegos Florales, y lo haría en el siguiente orden: el gobernador del estado, Valdés Montoya, el rector de la UAS, Armienta Calderón, y Fuentes. Sólo les faltó decir “¡ah!, y ése”. A tono con la época represiva, se le restó importancia al asunto, al grado que fueron escasas las menciones del rechazante. 74
No obstante haber regado el tepache, Fuentes, que como ya se dijo tiene sangre mazatleca por el lado materno, le haría un pequeño homenaje al Carnaval de Mazatlán en su libro de cuentos Agua Quemada (FCE, 1981): Me puse colorado y mi compañero, con grandes risotadas, me dijo te la regalo, es tu mamacita. Una banda de seda la cuelga del hombro a la muchacha de la foto, le cruza los pechos y se le ajusta a la cadera. La leyenda dice “Reina del Carnaval de Mazatlán”. La literatura es tan rica en posibilidades que le permitió a Fuentes coronar a Elba Macías, su madre. La tormenta desatada por Fuentes dejaría heridas en el PML que ocupan poco más de una década en restañarse. Hundido en las postrimerías del sexenio de Valdés Montoya, gris en todas sus tonalidades en materia de cultura, el Mazatlán de Literatura no tendría la oportunidad de dispararse en la administración siguiente, cuando arriba al gobierno del estado un personaje que tenía fama de todo, menos de culto: Alfonso Genaro, de origen cetemista, que tenía en su compendio de frases célebres una que decía “a mí lo único que me pueden enseñar es a parir”. Para fortuna del estado traía por un lado a su hija, Sandra Calderón, que eran sus ojos y a la que le consecuentaba todo, hasta su agradecible capricho de crear todo un movimiento cultural en un estado donde no pasaba nada. Se creó DIFOCUR, siglas de la Dirección de Investigación y Fomento de la Cultura Regional; movió por todos los rincones de nuestro territorio, sin importar lo aislado o inaccesible que fueran, sus semanas culturales, construyó pequeñas ágoras al aire libre en poblaciones donde no había sitios adecuados para presentaciones artísticas. Durante su gestión se construyó el complejo cultural de DIFOCUR y el teatro Pablo de Villavicencio, que en su origen se llamó Pedro Calderón de la Barca, que a Toledo Corro, el sucesor de Alfonso Genaro en la Gubernatura, le sonó a pariente de éste y pa’luego es tarde, le cambio de nombre. No había freno alguno para las ansias civilizadoras de Sandra. El dinero entró como nunca en un área olvidada. Más que olvidada, ignorada por completo. A todo lo largo del año y en todos los municipios, poblaciones, sindicaturas, se bailaba, se cantaba, se hacía teatro, pantomima, guiñol, todo aquello que pudiera alimentar el espíritu. Fue una monumental cruzada y un gran legado que esta mujer dejó para los sinaloenses, que no le han agradecido lo suficiente su empeño. Ni siquiera un ágora lleva su nombre. Caray. Era algo en verdad sorprendente. Recordamos que llegaban los camiones de DIFOCUR, se instalaban frente a palacio, en la plazuela, armaban un escenario y uno podía agasajarse, de manera gratuita, de un estupendo espectáculo. No podemos decir que la gente se volcaba con 75
desbordado entusiasmo, por el contrario, el pueblo veía al principio hasta con cierta desconfianza este desprendimiento del estado. No estaban acostumbrados a recibir tanta dosis de cultura y menos, mucho menos, de manera gratuita, de modo que en sus orígenes las semanas culturales tenían como público a casi puros trabajadores del gobierno. La indiferencia seguía campeando, pero la Calderón los tenía bien puestos y logró cambiar las cosas, a base de no quitar el dedo del renglón. La cultura floreció en un estado poco acostumbrado a ella. Sin sombra de dudas, el Mazatlán de Literatura se hubiera favorecido con ese intenso despliegue de apoyo a la cultura. Quizá su monto sería hoy más atractivo. Hasta podríamos aventurarnos a pensar que sería hoy uno de los premios más codiciados de América Latina, al estilo del Premio de Literatura Latinoamericano y del Caribe “Juan Rulfo”, que se otorga durante la FIL de Guadalajara, o del Premio de Novela “Rómulo Gallegos”, que se entrega en Caracas, Venezuela, el 2 de agosto, día del cumpleaños del autor de “Doña Bárbara”. Aunque también nadie nos puede decir si el Mazatlán de Literatura no se hubiera ido a la basura al arribo de Toledo Corro a la gubernatura. Llegó con la mesa puesta en materia de cultura. Ya todo estaba hecho, sólo era cuestión de proseguir. Pero, como bien dice Gruocho Marx, la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Toledo Corro no pregonaba que lo único que le podían enseñar era a parir porque ya lo había dicho el otro, y del modelo cultural anterior sólo copió el poner como directora de DIFOCUR a su hija Lourdes, como si fuera un principado. Se acabaron las semanas culturales; le cambió el nombre al teatro, lo cual no estuvo del todo mal pues ahora lleva el de un ilustre sinaloense, Pablo de Villavicencio, El Payo de Rosario, sinaloense que participó de manera activa en la lucha de Independencia de México con sus panfletos; las ágoras al aire libre construidas en pequeñas poblaciones fueron abandonadas por completo, usadas por los vagos para defecar y drogarse; en las plazuelas ya no se vivió el ambiente que daban los camioncitos de DIFOCUR y las manifestaciones artísticas quedaron relegadas, de nueva cuenta, para la alta burguesía de las principales ciudades: Culiacán, Mazatlán y Los Mochis. A como vemos, si el Mazatlán de Literatura hubiera existido en el sexenio de Calderón es probable que hubiera muerto en el de Toledo, pero como no fue así, en forma insólita revivió en los últimos años de su gestión. Podríamos decir que el Premio Mazatlán de Literatura --No estaba muerto, andaba de parranda 76
El escenario para su retorno no podía ser más propicio. Año con nombre de novela de George Orwell (1984), el Big Brother nos bombardeaba con los Timbirichis, los Menudo y una caterva interminable de morritos dizque rocanroleros. Proseguía la inercia de la frivolidad imperante en el sexenio de López Portillo gracias a la mediocridad de su sucesor. Aprovechando la recta, el Mazatlán de Literatura regresa para premiar al Presidente de la Comisión de Box y Lucha, el novelista Luis Spota. La decisión de otorgar el reconocimiento a la novela Paraíso 25 tuvo tintes de polémica y el discurso de Spota de resentimiento. La ganancia fue que el premio retornaba a los cuadriláteros, digo, al panorama literario nacional. Fue un año de convulsión política. El arquitecto Quirino Ordaz fue impuesto como presidente municipal en el fraude electoral más descarado que se tenga noticia en la historia de Sinaloa. Meses atrás, el 20 de noviembre, el descontento popular se había hecho evidente en una impresionante manifestación que desestabilizó el desfile conmemorativo de la revolución, el cual estuvo custodiado por helicópteros que sobrevolaban presagiando una confrontación. Por fortuna, la mesura campeó y Humberto Rice García, candidato despojado, calmó a sus huestes, que se mostraban dispuestas a tomar medidas drásticas. Pues bien, en ese marco, Spota, hijo de italiano y española, nacido en México en 1925, sin sombra de discusión uno de los escritores más prolíficos que ha producido México, recibió el primer premio de la segunda época del Mazatlán de Literatura. Desde entonces a la fecha el Premio ha distinguido a grandes plumas de la literatura, a las que sólo mencionamos para no extendernos, ahora, más de la cuenta: 1985, Octavio Paz, Hombres en su siglo y otros ensayos; 1986, Ángeles Mastretta, Arráncame la Vida; 1987, Vicente Leñero, Puros cuentos; 1988, Fernando del Paso, Noticias del imperio; 1989, Carlos Monsivais, Historias de pudor y liviandad; 1990, Ramon Xirau, Antología; 1991, José Luis Martínez, Hernán Cortés; 1992, Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, casi una novela; 1993, Elena Poniatowska, Finísima; 1994, Julio Travieso, El polvo y el oro; 1995, Adolfo Castañón, La gruta tiene dos entradas; 1996, Jaime Sabines, Pieces of shadows; 1997, Sergio Pitol, El arte de la fuga; 1998, Héctor Aguilar Camín, Un soplo en el río; 1999, José Emilio Pacheco, Álbum de zoología; 2000, Enrique Serna, El seductor de la Patria; 2001, Juan Villoro, Efectos personales; 2002, José de la Colina, Libertades imaginarias; 2003, Jorge López Páez, Antología; 2004, Juan José Rodríguez e Ignacio Solares, por Mi nombre es Casablanca y No hay tal lugar; 2005, José Agustín, Vida con mi viuda; 2006, Emmanuel Carballo, Diario público 1966 – 1968. 77
Así, desde 1984, año en que inicia la segunda época del Premio Mazatlán de Literatura, en pleno Carnaval, ahí, en medio de mares, barcos, peces, soles, caracolas, estrellas y lunas realizadas con engrudo y cartón piedra. En ese desahogo colectivo con soberanas que lucen sobre sus sienes vidriería y fantasía que simbolizan su monarquía. Ahí, entre estruendos de discomóviles, tamboras que retumban, caudalosos ríos de cerveza, cohetones que se despliegan por el firmamento. Ahí, conviviendo con reyes que esconden su fealdad en la alegría, minifaldas que no esconden nada, cintos piteados que dan miedo que escondan algo y disfraces que disimulan prejuicios, la mascarada de la literatura tiene su sitio de honor y baila, queriendo a no, al compás de las estridencias de la fiesta que la usa como escudo para que no la acusen de ser enteramente carnal.
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EL CONTRADISCURSO inmigración, 1880-1940
DEL
HAMBRE
y
la
Juan Manuel MENDOZA GUERRERO♦ Introducción ♦
Candidato a doctor en Borderlans History, University of Texas at El Paso. Profesor e investigador de la FACISO. 79
El 12 de agosto de 1928 el inmigrante José Salas publicó una carta en el periódico El Heraldo Mexicano, impreso en San Antonio, Texas. En la carta se quejaba del trato hostil hacia los mexicanos de parte de la sociedad y los empleadores en los Estados Unidos. Según Salas, era injusto que se tratara así al mexicano, cuando eran los inmigrantes de México “los insubstituibles”, los que trabajaban desde las tres y media de la mañana hasta las diez de la noche; los que trabajaban en familia, la cual incluía ancianos, niños, mujeres, hombres y jóvenes. Salas enfatizaba y denunciaba la condición de hambre en que vivían sumidos los peones de los ranchos algodoneros y betabeleros en Estados Unidos.1 A través de esa carta, José Salas estaba derribando un mito fundacional de la nación americana: la de venderse al mundo como la ciudad en la colina y que la observa todo mundo como ejemplo a seguir. Salas estaba debatiendo no sólo con los sermones de John Winthrop, sino con todo la construcción ideológica del excepcionalismo americano, la cual empezó a resquebrajarse en la década de 1960. Parte importante en la construcción de este excepcionalismo americano han sido los paradigmas generados en los estudios de la inmigración hacia el país norteamericano. Hasta esa década dominó en dichos estudios el paradigma construido por Oscar Handlin. Estaba armado, éste, de varios supuestos. Uno de los más importantes: el que sostenía que el acto de inmigrar hacia Estados Unidos era de por sí un acto de emancipación para quienes buscaban libertad y una mejor vida. Parte de esta emancipación era poder saciar el hambre que los inmigrantes traían consigo desde sus países de origen.2 Muchos antes de 1960, como prueba la carta de José Salas, los inmigrantes mexicanos ya se habían adelantado en el cuestionamiento al supuesto handliano. En los estudios de la inmigración a Estados Unidos abundan las narrativas que dan cuenta de la resistencia de los inmigrantes contra de discriminación, el racismo y la intención de controlarlos socialmente. Sin embargo, estos enfoques han privilegiado los movimientos organizados 1
El Heraldo Mexicano, 12 de agosto de 1928, San Antonio, Texas. En su carta, José Salas apuntaba: “Así tanto el niño pequeñito como el decrépito anciano, tanto del sexo masculino como del sexo femenino, todos usan el máximo de su capacidad y energía, para hacer más trabajo, y muchos con mil sacrificios, como sufriendo sed, hambre y aún enfermedades, todo por ganarse aún poquito más”. 2 Para una revisión sobre este supuesto emancipatorio en la inmigración americana ver: Oscar Handlin, The Uprooted: The Epic Story of the Great Migration that Made the American People (Boston: Little, Brown and Company, 1973). 80
como las mutualistas, las guerrillas y los grupos políticos como expresiones de resistencia de los inmigrantes mexicanos. Son pocos los estudios que han tomado a la cultura, especialmente a los hábitos alimenticios, como sitios de contención social.3 El objetivo de este ensayo es no sólo abonar a las ideas de Gary Gerstle, quien sostiene que en todo momento la inmigración hacia los Estados Unidos ha significado tanto libertad como coerción, sino también contribuir a posicionar a la cultura como un sitio donde se construye la hegemonía o desde donde se contesta la dominación. Este trabajo se inscribe en la línea de las críticas demoledoras elaboradas por James C. Scott, Weapons of the Weak, quien sostiene que las clases subordinadas, a través de la historia, no se han podido dar el lujo de practicar una actividad política organizada y abierta porque ello puede suponer un suicidio, sino que han llevado a cabo su actividad política con una escasa organización y basada en pocas jerarquías. Las formas particulares de actuación política de los subordinados, según Scott, han sido: hacerse tonto en el trabajo, simular, desertar, medio cumplir, fingir ignorancia, pequeños robos, sabotaje, rumorar, sacar falsos a personas y hacer trampas.4 Para Scott, la intención de las clases subordinadas al utilizar este tipo de prácticas políticas, no es cambiar las estructuras del estado o cambiar el sistema jurídico, sino que éstas tratan de resolver disyuntivas cotidianas que tienen que ver con necesidades del entorno inmediato; en otras palabras, trabajan el sistema con la mínima desventaja.5 El contradiscurso del hambre que los inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos elaboraron entre 1880 y 1940 es en el sentido scottiano una arma de los débiles, porque al rumorar y exhibir la falta de comida en el país “modelo del mundo”, estaban desafiando desde su raíz al sistema de creencias y significados de la sociedad americana. Al decir que la tierra de las oportunidades les había fallado, porque no los había recibido con una mesa llena de comida, los inmigrantes mexicanos desnudaron la superioridad racial que se ufanaba de producir alimentos para todos, sin excepción. El contradiscurso del hambre de los inmigrantes mexicanos fue contestado con un discurso elaborado en los Estados Unidos y México; éste encontró en la inferioridad racial y 3
Excepciones importantes lo constituyen José E. Limón, “Carne, carnales, and the carnivalesque: Bakhtinian batos, disorder, and Narrative Discourses”, American Ethnologist Vol. 16, No. 3 (Agosto, 1989) y Mario Montaño, “The History of Mexican foodways of South Texas; Street vendors, offal foods, and barbacoa de cabeza” (Tesis doctoral, Universidad de Pennsylvania, 1992). 4 James C. Scott, Weapons of the Weak: Everyday of Peasant Resistance (New Haven: Yale University Press, 1985), XV-XVI. 5 Idem. 81
cultural de los inmigrantes a la culpable de su hambre, mas nunca admitieron problemas de exclusión social como elemento explicativo. El discurso de la abundancia Durante el periodo de 1880 a 1940 se crearon y potenciaron muchos estereotipos contra los mexicanos de parte de los grupos dominantes de aquel país. Entre ellos, los más sobresalientes eran que el mexicano tenía características esenciales: haber nacido para ser peón; que había nacido para el trabajo manual; que era indolente, de poca capacidad mental, flojo, nómada, sin ambición y más. Había estereotipos que pudieran parecer benignos como ser apegado a la familia, muy social y con proclividad a las artes, pero que terminaban, en la perspectiva racista, afirmando la inferioridad racial y cultural. Se decía que, por ejemplo, el ser proclive a las artes, le restaba tiempo y atención para producir satisfactores importantes, como alimentos.6 Estos estereotipos, aunque con matices, fueron reproducidos por políticos e intelectuales mexicanos. La fabricación de estereotipos es una reserva argumentativa que los grupos poderosos utilizan cuando surgen voces que cuestionan sus regímenes de verdades. Si los discursos de la abundancia alimentaria son atacados, los estereotipos servirán para justificar que el hambre entre los mexicanos no es producto de falta de abundancia sino de la inferioridad para producirlos y conservarlos. Curiosamente algunos intelectuales mexicanos como Manuel Gamio y Alfonso Fabila, aunque de momento parecieron estar de lado del contradiscurso de los inmigrantes, encuentran las mismas causales del hambre que los racistas americanos. Los estudiosos de la inmigración americana han repetido hasta el cansancio que un motivo poderoso para inmigrar hacia Estados Unidos ha sido la expectativa de los migrantes de tener una mesa llena de alimentos. Así fue, según se argumenta, la experiencia de italianos, irlandeses y judíos. Para Elaine N. McIntosh lo que distingue a los hábitos alimenticios americanos, desde la colonia, ha sido la abundancia. Los inmigrantes que han venido a Norteamérica han encontrado suficiente comida y sus expectativas han sido cumplidas.7 Dice R. Diner que entre 1820 y 1920 millones de europeos llegaron a tierras estadounidenses y su 6
Mark Reiler, “Always the Laborer, Never the Citizens: Anglo Perceptions of the Mexican Immigrants during the 1920s.” Pacific Historical Review, 45 (1976), 233. 7 Elaine N. McIntosh, American Habits in Historical Perspective (London: Praeger, 1995), 226. Para la visión de los inmigrantes europeos en relación a la comida en Estados Unidos, ver Hacia R. Diner, Hungering for america: Italian, Irish, and Jewish Foodways in the Age of Migration (Cambridge: Harvard University Press, 2002). 82
razón principal fue el hambre. Si ellos hubieran tenido comida en sus países de origen no habrían emigrado. Diner no niega otras causas y motivos, como las religiosas y políticas, pero la expectativa de comer maravillosos platillos, por ejemplo carne, fue una razón poderosa.8 Quizá el grupo migrante por excelencia para ilustrar al hambre como motivo de migración es el de los irlandeses, quienes emigraron de Irlanda después de 1840. ¿Por qué millones de irlandeses vinieron a Estados Unidos? La respuesta de muchos estudiosos ha sido: la abundancia. La supuesta abundancia en los Estados Unidos fue y ha sido un mecanismo de propaganda que se ha utilizado para justificar la superioridad racial de los blancos anglosajones, lo cual ha justificado la conquista de territorios que han terminado anexados a sus dominios. Quizá el más grande ideólogo en el campo de nutrición del siglo XIX en los Estados Unidos, W.O. Atwater, afirmaba que la característica más remarcable de la alimentación americana era la cantidad: los americanos comen en mayor cantidad que cualquiera.9 Los europeos se maravillaban de las anécdotas que contaban los inmigrantes que habían vivido en Estados Unidos y habían regresado a Europa. Narraban con asombro la abundancia americana; allá se comía tres veces al día, algo inimaginable para la Europa de principios del siglo XX. Aunque tomar café no era un lujo en América, como sí lo era en Italia en 1902, y también se comía carne con facilidad. Fue tanto el asombro de la abundancia que hasta el sociólogo alemán Werner Sombart, cuando visitó Estados Unidos en 1906, al observar que los americanos consumían carne diariamente, mientras que en Alemania la base alimenticia de la clase trabajadora eran las papas, concluyó que en Estados Unidos nunca existiría el socialismo porque “las utopías socialistas aparecen cuando se carece de roast beef y apple pie”. 10 Los americanos blancos siempre han presumido la estatura de sus cuerpos y en más de una ocasión Thomas Jefferson y Abraham Lincoln la presumieron como parte de la grandeza nacional . La altura física que hoy tienen la alcanzaron desde el siglo XVIII, debido, entre otros factores, a que los precios relativos de los alimentos eran inferiores a los de Europa, que era el lugar de procedencia de millones de inmigrantes.11 Pero su discurso no sólo ha vanagloriado su estatura sino también su forma de comer, tanto que hacia fines del siglo XIX 8
Hacia R. Diner, Hungering for america: Italian, Irish, and Jewish Foodways in the Age of Migration (Cambridge: Harvard University Press, 2002), Xvi. 9 Ibid., 14. 10 Ibid., 11, 46-47. 11 Para una discusión más a fondo de la abundancia de comida y de los precios de los alimentos durante el siglo XVII, ver: Hacia R. Diner, Op. Cit. 83
empezaron a llamarla “científica”. De tal forma que la abundancia para el discurso dominante no sólo fue resultado de su capacidad racial que lo provee de tecnología capaz de producir en los desiertos, sino también de su conocimiento de economía del hogar y de la ciencia de la nutrición. El discurso de la abundancia se reelaboró durante el siglo XIX y principios del XX cuando muchos países del mundo adoptaron la higiene, la economía del hogar y la nutrición como pilares importantes en la formación del estado. Estados Unidos, al igual que Francia y otros países, fue muy activo en propagar e institucionalizar estos mecanismos de hacer patria. La abundancia de alimentos en el discurso dominante era algo existente siempre y cuando se siguieran los preceptos de estos mecanismos civilizadores. El problema era que algunos grupos de inmigrantes como los mexicanos, se decía, eran reacios a cambiar sus costumbres y tradiciones que habían traído de sus comunidades de origen. Contradiscurso del hambre El contradiscurso del hambre, elaborado por los inmigrantes mexicanos, son palabras y enunciados que desafiaron un sistema de verdades que se tomaba por descontado. El contradiscurso invierte el lenguaje y crea nuevos temas. En una época en que la “abundancia” económica de Estados Unidos y la supuesta superioridad racial de los blancos era una verdad machacada por los libros y periódicos, los inmigrantes mexicanos fueron capaces de alzar la voz y expresarse a través de medios marginales como panfletos y periódicos comunitarios. En primer lugar hay un cuestionamiento de parte de la historiografía mexicana de si realmente los inmigrantes mexicanos en este período huyeron por el hambre que padecían en sus lugares de origen. Aunque existe debate sobre ello, es casi un consenso que la mayor parte de los inmigrantes hasta 1930 provenían del hinterland fronterizo y del norte, es decir de Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Zacatecas y San Luis Potosí, principalmente. En estos estados florecieron las haciendas en donde trabajaban una gran cantidad de futuros emigrantes. La historia de las condiciones de vida de las haciendas ha sido revisada y se ha concluido que el nivel de vida y la calidad y cantidad de alimentos no era del todo inadecuada. El historiador Harry E. Cross, al analizar las haciendas de Zacatecas, concluyó que el trabajador de la hacienda disfrutaba de un estable y justo nivel de vida.12 12
Harry E. Cross, “Living Conditions in Rural Nineteeenth-Century Mexico: Zacatecas 1820-1880”, Journal of Latin American Studies, Vol. 10, No. 1, (Mayo, 1978), 13. Otro estudio pionero, inscrito en el revisionismo historiográfico de las haciendas mexicanas es el de Friedrich Katz, “Labor 84
Los inmigrantes mexicanos tuvieron sentimientos encontrados en su experiencia de consumo de alimentos en Estados Unidos. Aumentaron su consumo en productos que no estaban al alcance de sus bolsillos en México como carne, puros, carros, fonógrafos y radios; pero sufrieron escasez de cilantro, nopales y de los rituales de consumo como los festines de cocinar bajo la tierra y comer al aire libre. Pese a la supuesta abundancia de comida en Estados Unidos, el inmigrante mexicano Benito Fentanez hizo una crítica contra la explotación y el hambre del que eran víctimas. En el poema “El Enganchado”, Fentanez escribió: Flacos, hambrientos y adoloridos Postran sus cuerpos desfallecidos Cediendo a dura labor tenaz, Y ante su imagen atribulada Ruge colérica y desplasada (sic) La voz del mando del capataz.13 Pablo Mares, un inmigrante originario de una comunidad cercana a Guadalajara, consideraba que la situación económica que vivía en México, de miseria y privaciones, era parecida a la que enfrentaba en Estados Unidos. Apenas se puede sobrevivir, decía en la entrevista Mares, la diferencia es que aquí existe más confort y se pueden comprar artículos en pagos.14 En el mismo tenor, el corrido “Los Betabeleros”, dice en una de sus estrofas: “Aquí vienen y les cuentan que se va(y)an para allá porque allá les tienen todo que no van a batallar pero son puras mentiras los que vienen y les dicen.”15 Francisco Romandía Ferrerira, al igual que otros inmigrantes con educación, se convirtieron en los únicos intelectuales que trataron de Conditions on Haciendas in Porfirian Mexico: Some Trends and Tendencies”, Hispanic American Historical Review, Vol. 54, No. 1 (Febrero, 1974), 1-47. 13 El Regidor, San Antonio, Texas, 19 de enero de 1905. 14 Manuel Gamio, The Life Story of the Mexican Immigrant: Autobiographic Documents (Nueva York: Dover Publications, Inc, 1971), 3, obra publicada originalmente en 1931. 15 Manuel Gamio, Mexican Immigration to the United Staes: A Study of Human Migration and Adjustment (Nueva York: Dover Publications, Inc, 1971), 86-87, obra originalmente publicada en 1930. 85
contraatacar los estereotipos antimexicanos vertidos en revistas y periódicos. Enfrascado en una polémica con el escritor Garet Garrett, quien acusaba a los inmigrantes de ser una carga pública y de ser ineficientes debido a su origen indio, Romandía trató de contrarrestar lo que para él era una ingratitud de parte de Garret. A través de lo que él llama una perspectiva mexicana, Romandía afirma que entre los inmigrantes mexicanos los indios son minoría y que los inmigrantes no constituyen ninguna carga pública, porque los servicios públicos que pudieran estar recibiendo los tenían ganados con el trabajo duro y mal pagado que desarrollaban a diario.16 El contradiscurso, como ya se apuntó anteriormente, era sostenido por grupos y organismos que no formaban parte de la comunidad migrante mexicana. La Heller Committee for Research in Social Economics, quien llevó a cabo estudios en los barrios de California para ver cómo vivían los inmigrantes mexicanos, concluyó que los 500 dólares anuales que en promedio la familia mexicana dedicaba al consumo de alimentos era insuficiente para poder aspirar a una dieta estándar mínima.17 Además, se descubrió que las familias mexicanas no sólo no tenían capacidad de ahorro, sino que mantenían deudas.18El Comité Heller descubrió que los mexicanos reproducían los patrones de consumo de sus lugares de origen. Los hábitos alimenticios son casi lo mismo que en México, sin embargo la ropa y la vivienda mejoran en relación a su anterior condición en México.19 Las conclusiones a las que llegó el Comité Heller dejaban muy mal posicionado al discurso de la abundancia. Haber dejado el estudio hasta ahí era admitir que el acto de emigrar para los mexicanos no había generado ninguna mejoría en sus vidas. Por eso el Comité incluyó un estudio comparativo de las condiciones de vida y patrones de gasto de los inmigrantes mexicanos y los burócratas de la ciudad de México. En este capítulo se concluyó que las condiciones de vida de ambos segmentos son muy parecidas, aunque con ligeras ventajas en cuanto al poder de compra a favor de los inmigrantes. En pocas palabras, lo que este capítulo quiso enfatizar es que las condiciones de vida de la burocracia mexicana, caracterizada por ser de clase media, tiene un rango social menor al rango de sus connacionales inmigrantes. 16
El Heraldo Mexicano, 14 de abril de 1929. The Heller Committee for Research in Social Economics, “How Mexicans Earn and Live: A Study of the Incomes and Expenditures of one hundred Mexican Families in San Diego, California”, University of California Publications in Economics, Vol. 13, No. 1, (Mayo, 1933), 66. 18 Ibid., 27. 19 Ibid., 4. 86 17
Decía el Comité Heller que al ser los hábitos alimenticios idénticos a los que tenían en sus lugares de origen, los inmigrantes no lograban economías domésticas; la falta de higiene tenía alto costo y el patrón de alimentos no era el más económico. ¿Por qué se comportaba así el mexicano?, ¿Por qué no aprendía a ser americano como lo hicieron los inmigrantes ingleses o italianos? Estas preguntas remiten al famoso “The Mexican Problem”, término acuñado por sociólogos y antropólogos para describir un patrón de asimilación cultural que no encajaba dentro del ciclo clásico descrito por Robert E. ParK. En esta perspectiva, el hambre del mexicano en Estados Unidos no se debía a falta de oportunidades sino que era un problema de integración cultural. Hasta la década de 1920 permaneció la idea en la academia americana de que el mexicano era reacio a la integración cultural por razones de pertenencia racial, su origen indio lo hacía biológicamente incapaz de entender las ventajas de lo moderno, lo hacía desconfiado y se ufanaba de su retención cultural. De acuerdo a la versión racista, esa que concibe conductas sociales basada en supuestos esenciales, los mexicanos no sabían economía del hogar y por eso no reciclaban la comida que les sobraba, no producían conservas y no llevaban libretas de gastos. Lo peor, según esta versión, era que los inmigrantes mexicanos tenían un patrón de alimentos que aumentaba lo raquítico de su dieta. Consumían pocos productos lácteos, es decir, poca mantequilla, queso y leche. Por eso, se decía, el mexicano es flojo y se enferma con regularidad.20 En 1920 Elizabeth Fuller llevó a cabo un estudio acerca del problema de la vivienda de los mexicanos en Los Ángeles, California. En él concluyó que sus condiciones de vida eran desastrosas. Los ingresos eran magros e insuficientes para tener una alimentación adecuada; más del 90 por ciento no tenía gas; mas del 70 por ciento tampoco contaba con electricidad; el 30 por ciento no tenían sanitarios y hacían sus necesidades a campo abierto y sólo el 60 por ciento tenía drenaje pero en muy malas condiciones.21 Al igual que Gamio, quien aceptaba la cantaleta del “problema mexicano” y era de la idea de un retorno de los inmigrantes hacia sus lugares de origen, Alfonso Fabila, escritor y diplomático, se une al discurso del hambre de los inmigrantes y concluye que los ingresos no sólo son monetarios sino también de trato humano en el cual el mexicano 20
Jay S. Stowell, The Near Side of the Mexican Question (Nueva York: George H. Doran Company, 1921), 45-46. 21 Ver: Elizabeth Fuller, “The Mexican Housing Problem in Los Angeles”, Reimpreso de la edición de 1920 y publicado por Southern California Sociological Society, en Carlos E. Cortés Ed. The Mexican American: Perspectiveson Mexican Americans Life (Nueva York: Arno Press Inc., 1974). 87
sale perdiendo. Los inmigrantes, dice Fabila, viven en el campo, trabajan todo el día semidesnudos, hombres y mujeres; obligados por el calor y por la noche se refugian en tiendas de campaña, otros duermen en sus coches o bien a campo raso.22 Fabila y Gamio, como hombres de su tiempo, estuvieron muy alertas de las definiciones raciales. Era casi un consenso pensar que la emigración era producto de una ilusión falsa: pero en esta ilusión sólo podían caer aquellas razas no capacitadas para discernir entre lo conveniente e inconveniente. Como parte de una raza inferior, se decía, el inmigrante mexicano se dejaba arrastrar por espejismos y las consecuencias eran el hambre y la discriminación. Los intelectuales y diplomáticos asumían actitudes paternalistas y en todo momento recomendaban el retorno a casa. Conclusiones Es difícil asegurar si los inmigrantes mexicanos sufrieron hambre en este período, dado que, por ejemplo, Manuel Gamio señala que el producto que los inmigrantes mayormente trasladaban a México eran automóviles. El mismo Gamio da cuenta de ciertos gastos, que se pueden considerar de lujo, en que incurrían los inmigrantes: periódicos, viajes y teléfono. Lo cierto es que hambre relativa sí la hubo. Los inmigrantes mexicanos estaban insertados en un segmento de trabajo de baja paga y sin mayores beneficios de parte los patrones. Y ello provocaba que sus salarios fueran menores a los de otros grupos y que, por tanto, tuvieran menos recursos para lo que sí era y es esencial: la comida. El discurso del hambre forma parte de las resistencias mexicanas a la conquista de sus territorios en la mitad del siglo XIX por parte de Estados Unidos, al proceso de proletarización a que fueron sometidos los mexicanos que se quedaron al norte del Río Bravo después de 1848, a los procesos de control social como la americanización, a los linchamientos y discriminación. Mientras el discurso del hambre de los mexicanos que escriben en gacetas comunitarias o que componen versos y corridos en los ranchos donde trabajan, representa una resistencia legítima, porque aspira a contestar el avasallamiento social, el discurso del hambre del Comité Heller y el de los intelectuales racistas, es utilizado para probar la inferioridad racial y cultural del mexicano. La historia dio la razón a los inmigrantes mexicanos en 1960. En esta década se empezó a hablar de la pobreza lacerante de los Estados Unidos. Se estimó que en la tierra de la abundancia un 25 por ciento de la 22
Alfonso Fabila, El Problema de la Emigración de Obreros y Campesinos (México: Talleres Gráficos de la Nación, 1929), 12-3. 88
población vivía en la pobreza.23 Esta pobreza, aunque se redujo luego del Movimiento de los Derechos Civiles, sigue siendo considerable, especialmente luego del arribo de la derecha y de sus programas conservadores que limitaron los programas de bienestar social. Haya existido hambre o no en la comunidad mexicana, lo cierto es que el discurso del hambre, al principio elaborado por los inmigrantes y luego repetido por intelectuales y comisiones de gobierno, fue en sentido scottiano un arma de los débiles; el reclamo soterrado atrajo la atención de muchos otros grupos. Hasta 1930 no se puede hablar de que haya existido un estado hegemónico, en la relación estadounidense con los inmigrantes mexicanos debido precisamente a la falta de consenso; había más bien dominación cruda, como los cientos de linchamientos de mexicanos, exclusión de escuelas públicas, trabajo segmentado y deportaciones, entre otras formas de represión. Las acciones no podían ser, por ejemplo, la formación de partidos políticos, porque ello implicaba una sublevación para el sistema, que podía terminar en asesinatos masivos como sucedió en 1915. El arma de los débiles tendía a ser una sublevación real y simbólica para definir qué se quería de la vida, qué ser en el patrón de los comportamientos, qué se quería seguir siendo en la economía del hogar, y denunciando que el Credo Americano era falso, ya que no todos podían acceder a la comida adecuada ni mucho menos a la abundancia en la alimentación.
23
Janet M. Fitchen, “Hunger, Malnutrition, and Poverty in the Contemporary United States: Some Observations on their Social and Cultural Context”, en Carole Counihan y Penny Van Esterik (Edits.), Food and Culture: A Reader (Nueva York: Rouledge, 1997), 385. 89
EL ABSTENCIONISMO: La otra forma de la participación
Saúl Sánchez VILLELA DUARTE♦ Introducción Este trabajo esta ordenado en dos apartados. En el primero efectuamos un análisis del abstencionismo como relación social y como componente del fenómeno electoral, en el que se tocan aspectos para la reflexión teórica, pero también se abordan aristas empíricas del problema, en particular, con el análisis de ciertas tendencias que el abstencionismo mazatleco ha registrado en los últimos años. El apartado dos está fundamentado en el análisis de indicadores empíricos, a partir de un trabajo de diseño y aplicación de una encuesta entre la población electoral de Mazatlán. De la selección y procesamiento de algunos indicadores surgió una base de datos como soporte del análisis, que está dividido en cuatro apartados para su mejor exposición.
♦
Sociólogo. Profesor de las facultades de Derecho y Ciencias Sociales de la UAS en Mazatlán. 90
El primer lote de datos es la construcción de una semblanza del electorado mazatleco, a partir de la descripción de sus características más generales; el segundo numeral es un análisis comparado entre el grupo de electores regulares y los abstencionistas de la ciudad sobre aspectos ligados a la practica electoral, mientras que el numeral tres, siguiendo con la tipología de electores, aborda aspectos de tipo cultural y valorativos entre estos dos segmentos de la población; y finalizamos con un análisis de las percepciones entre estos dos grupos en torno a indicadores sobre procesos de integración y participación cívica. Abstencionismo, una fuerza electoral oculta El abstencionismo es una categoría del análisis político, pero al mismo tiempo, es una relación social que forma parte de los sistemas político electorales. Su estudio a nivel teórico y empírico constituye una tarea que aún esta en proceso de definición en ambos casos. A nivel teórico, porque existe una multiplicidad de enfoques que tratan de definirlo donde, las variables de tipo ideológico son no sólo múltiples, sino que además, en muchos de los casos, contrapuestas. Se puede afirmar que no existe un abstencionismo que pueda ser definido a priori; existen tantas variantes sobre el abstencionismo como sistemas políticos. Al abstencionismo se le ha intentado definir por sus causas, sus efectos o su estructura, por la presencia o ausencia de determinados elementos como factores económicos, políticos o de tipo cultural. Se le ha definido normativamente, de forma jurídica, ética y moral. No obstante la polisemia del término, el abstencionismo puede ser reflexionado por sus componentes y la relación de éstos con el sistema político. El abstencionismo como práctica social presenta una multiplicidad de problemas para su estudio, en principio porque aparece como una categoría agregada de conductas y motivaciones, que como el resto de las prácticas sociales y las estructuras que les corresponden, está en constante modificación. Aquí más que plantear una definición, intentamos un ejercicio de reflexión en torno al abstencionismo. Sobre éste puede reflexionarse a partir de un razonamiento en contrario: a partir de su contraparte en el sistema de relaciones políticas, en el ejercicio del sufragio. Esta idea no es suficiente, pero sí condición necesaria. El abstencionismo se presenta cuando por alguna razón y por la voluntad del sujeto, éste suspende su práctica como votante. El fenómeno asume ciertas características cuando aparece como parte de las relaciones políticas en los sistemas democráticos y sus formatos electorales (esto excluye las formas de la abstención que ocurren en regímenes autoritarios o totalitarios). El abstencionismo se transforma en una conducta de 91
efectos políticos, como una acción sancionada por el derecho, hasta como un derecho cívico, como una obligación o una mezcla de ambas. En cualquiera de los casos, el abstencionismo en los regímenes democráticos se ubica en el escenario de las responsabilidades civiles, tanto como en los mecanismos de participación, y al mismo tiempo, constituye un indicador de los niveles de estabilidad e integración social. Las causas del abstencionismo obedecen a una multiplicidad de factores que se mueven entre las determinantes de tipo estructural como la adscripción de grupo social, grupo de ingresos, grupos de edad, de orientación religiosa, lugar de residencia (medio urbano o rural) etc., hasta las determinantes de tipo individual, ideología, percepciones, estructuras de creencias, posición política, donde el sujeto elige la opción de la abstención por motivos subjetivos. Se puede decir que el abstencionismo entonces será el resultado de dos grandes tipos de determinación: de tipo objetivo y de tipo subjetivo, sabiendo de antemano que esta dicotomía no existe de forma pura en el terreno de los hechos. Una forma eficiente de combinar estos factores es la tipología que propone Flanigan: el estudio del abstencionismo en los sistemas democráticos combina factores de interés y de participación. Dice a) Bajo interés-baja participación: abstencionismo por satisfacción que desemboca en un consenso tácito sobre las reglas del juego y sobre el sistema político y opera como factor de estabilidad; b) Bajo interés-alta participación: abstencionismo prohibido, sancionándose a los que inmotivadamente no cumplen el deber de votar; c) Alto interés-baja participación: abstencionismo de rechazo o choque; d) alto interés-alta participación. (Cfr. W. Flanigan: 1972. p 78). En este tipo de enfoques sociológicos, el abstencionismo no es considerado como un acto antijurídico, ni como una falta de carácter moral o ético, ni como parte de un déficit en los activos del sistema político; es considerado como parte de la lógica funcional del sistema en su conjunto. Dicho de otro modo, el abstencionismo es un saldo que la propia democracia produce en su funcionamiento. Análisis descriptivo El abstencionismo es un comportamiento altamente sensible a las transformaciones que se den en los procesos y medios materiales de participación y los procesos que se den al nivel en las estructuras motivacionales. En los enfoques más comunes a una variación en las formas y propuestas de la integración participativa y los procesos de tipo cultural (educativo por ejemplo), se espera una variación en los márgenes de abstención. Esta ecuación es de uno de los recursos más usuales con el que las autoridades electorales enfrentan el abstencionismo, que se 92
contempla --su incidencia y registro-- para adecuar los recursos participativos, como transformación de las estructuras normativas; simplificación de los procesos administrativos; modificación de las condiciones materiales que faciliten el acceso a urnas (voto en el extranjero, por ejemplo); como un problema de propaganda o publicidad o en el mejor de los casos como un asunto de largo plazo que debe enfrentarse con campañas permanentes, desde la acción de instituciones con roles de socialización, la escuela y los cultos religiosos. Estas perspectivas pueden enfrentar el abstencionismo con mayores o menores probabilidades de éxito en el terreno funcional, pero no dan cuenta de la enorme complejidad de causas que lo originan. El abstencionismo en Mazatlán Mazatlán es una comunidad de votantes con comportamientos que caben dentro de los perfiles de mayor modernidad no sólo en el país, sino a niveles internacionales, propios de las democracias más estables en el mundo, prueba de ello son los resultados tanto en elecciones federales como locales, donde la alternancia política es la regla y no la excepción. Se registran, además, formas no tradicionales de votación: voto útil, voto cruzado, voto de castigo, en un contexto de incertidumbre que no permite hacer estimaciones a priori sobre el resultado de ninguna elección. Partimos de ubicar el abstencionismo por el razonamiento en contrario, es decir, a partir del electorado que se manifiesta en las urnas. En la información que se documenta más adelante, existen evidencias de que la base de electores tiende hacia una cultura política semejante a la base de abstencionistas; es de esperarse que el abstencionismo en Mazatlán tenga una estructura interna tan compleja como la del electorado que sufraga. Así que en este apartado nos referiremos sólo a ciertos rasgos, en función del registro estadístico de los comportamientos tanto en elecciones federales como en elecciones locales. La metodología es de tipo comparativo, contrastando elecciones del mismo tipo.
93
Cuadro 1: Comportamiento del abstencionismo en Mazatlán; elecciones locales y federales.
AÑO
TOTAL Porcenta LISTA VOTOS je Abstención Porcentaje NOMINAL Total
1991**
147387
63,23%
85704
36,77%
233091
100,00%
1994** 1997** 2000**
220041 179440 225783
76,79% 55,10% 62,88%
66521 146207 133296
23,21% 44,90% 37,12%
286562 325647 359079
100,00% 100,00% 100,00%
2001*
127948
51,87%
118734
48,13%
246682
100,00%
2003**
150244
38,90%
235952
61,10%
386196
100,00%
132274 49,89% 132848 50,11% 265122 100,00% 2004* Fuente: Cuadro construido en base a información estadística obtenida del Atlas Electoral federal de México, 1991-2003. Dirección Ejecutiva de Organización Electoral, Dirección de Estadística y Documentación Electoral. Subdirección de Estadística Electoral del Instituto Federal Electoral. Y del Consejo Estatal Electoral de Sinaloa. *Elecciones locales (se toman como referencia las elecciones para gobernador), y en periodos intermedios las de diputados. **Elecciones federales (se toman como referencia las elecciones presidenciales), y en periodos intermedios las de diputados.
Como puede apreciarse en los datos del cuadro anterior, en el registro de los años electorales se consideran tres elecciones federales de tipo intermedio para diputados en todos los casos (es pertinente aclarar, que para este efecto se sumaron los registros de ambos distritos de la localidad y se presenta un promedio de los mismos), donde los márgenes de abstención registrada varían notablemente de periodo a periodo. Para el año base, 1991, el abstencionismo oficialmente registrado fue del 36.77%, mientras que seis años después, en 1997, alcanzó un 44.90%; y en el 2003 se registró un altísimo 61.10%. El manejo de estos datos muestra una notoria tendencia a la alza en los periodos considerados, de modo que tomando los años 1991 y 2003 como extremos de una línea en el tiempo, el nivel del abstencionismo creció en más de 23 puntos porcentuales. En lo que corresponde a elecciones federales de tipo presidencial, el abstencionismo se comportó así: en 1994 el abstencionismo fue del 94
23.21%, mientras que para la elección del 2000 la cifra llegó al 37.12%, es decir casi 14 puntos porcentuales de crecimiento. En cuanto a elecciones locales, en la de diputados del 2001, los márgenes de abstencionismo alcanzaron un 48.13%. En tanto que en elección para Gobernador, el abstencionismo reportó un total de 50.11. Este tipo de análisis es un recurso para el entendimiento del fenómeno del abstencionismo electoral, pero más allá de las posibles conclusiones que se elaboren mediante el contraste de cifras, el abstencionismo sigue ahí, sin ser abordado con el suficiente arsenal de recursos teóricos y metodológicos, permaneciendo como una fuerza electoral cuyo rostro permanece oculto. Análisis de un actor político El análisis de los contenidos culturales en cualquiera de sus dimensiones, es una tarea que plantea problemas de diverso tipo. La problemática está determinada por la multiplicidad de enfoques que intervienen en el tratamiento de lo cultural; por lo pronto nosotros hacemos eco de lo que tiene que ver con el estudio de la cultura política. Pero debemos decir que los limites del análisis cultural con todo y que están epistemológicamente definidos, son, al mismo tiempo, de una amplitud enorme, pues en este campo se inscribe el estudio de las conductas, valores y demás representaciones simbólicas, que orientan los comportamientos de los actores políticos. Pero es tiempo de una aclaración: el método aquí es fundamentalmente empírico y de dimensiones reflexivas. En este estudio se parte de que los indicadores que asociamos a los actores pasan necesariamente por el tratamiento de las características que definen su perfil en lo que corresponde a niveles de vida, esto es, educación, ingreso, ocupación y de manera adicional, el desempeño de roles y la conformación de grupos de edad. Con estos indicadores mínimos se pretende construir una semblanza que permita visualizar las cualidades de los actores que objetivan nuestra inquisición. Es pertinente aclarar que el segundo bloque de datos está vinculado con los comportamientos de tipo electoral, que asumen tanto el grupo que identificamos como “electores regulares”, en relación a los comportamientos de esa categoría de actores que hemos denominado como abstencionistas. En parte, la intención es construir contextos comparativos para confrontar las respuestas de los unos con los otros. En lo que se refiere al tercer punto del análisis, está centrado en el tratamiento de algunos valores que se vinculan con el ejercicio de la vida política. El propósito es hacer una reflexión que permita dar alguna luz sobre los valores que orientan las conductas políticas, tanto del sector de los abstencionistas como de los electores regulares. Así, el trasfondo 95
de la comparación, radica en la búsqueda de evidencias que permitan una diferenciación entre uno y otro sector, o bien, establecer puntos de semejanza que de igual forma dibujen una visión más realista de sus perfiles En otros términos, ¿dónde se distinguen abstencionistas de electores regulares y dónde se vuelven semejantes?. Finalmente, se plantearan estos mismos actores en una evaluación de sus apreciaciones sobre algunas variables que fueron seleccionadas y diseñadas para contrastar dos aspectos básicos en la vida de actores políticos de esta naturaleza: percepción en torno a la integración social y junto con ella, la percepción de la participación y sus alternativas. El electorado mazatleco: una semblanza cualitativa. Obtuvimos información sobre la estructura del electorado por géneros en los rubros de grupos de edad; rol familiar; nivel de escolaridad; ocupación y grupo de ingresos. Aclaramos que el género masculino del electorado está subrepresentado por las condiciones en que se recabó la información; no obstante, las comparaciones a nivel porcentual nos permiten establecer relaciones validas entre ambos. En términos globales el análisis de los promedios (entre géneros) de la muestra consultada, exhibe la composición de una población compuesta en su mayoritaria por adultos mayores de 35 años (60.4%). El rol familiar es en lo fundamental el de cabeza de familia (68.2% padre o madre). Esta población posee una formación educativa para el trabajo no calificado (básica y media 76.55%). Su perfil ocupacional es el de población asalariada y de bajos recursos. Los datos muestran además que las variaciones entre ambos géneros son poco significativas en cada uno de estos rubros. Distribución de la población por sus prácticas electorales La siguiente gráfica ilustra la distribución de la población en función de tres criterios fundamentales. En el primer grupo de “electores regulares” se encuentra la población que respondió que siempre ha votado: 51%; en el grupo de “abstencionistas” 45% (se incluyen los que contestaron que habían dejado de votar en una ocasión “abstencionismo ocasional”, los que declararon que habían dejado de votar mas de una vez “abstencionismo intermitente” y los que manifestaron no haber votado ninguna sola vez en el periodo en cuestión). De la población encuestada una parte poco significativa respondió que esta seria su primer elección y una más pequeña aun que no contestó; la suma de las respuestas de estas dos categorías las encuadramos dentro del grupo “otros”: 4%.
96
Cuadro 2. Pregunta: De las elecciones del 2000 a la fecha, ¿cuál situación concuerda más con usted? Electores regulares Abstencionistas (dejé de Otros (siempre he votado) votar una vez, más de una vez y nunca he votado) 51% 45% 4% *Nota: Aclaramos que el grupo “Otros”, no estará sujeta a los análisis comparativos por dos razones: la primera de ellas es de tipo estadístico, dado que el margen de incidencia de sus respuestas es poco relevante, y la segunda es de corte metodológico; se considera pertinente su depuración porque no se dispuso de ningún dato para identificarlos en las próximas elecciones presidenciales, como parte de los abstencionistas o como parte del grupo de electores regulares. Se aclara que en el resto de las gráficas, algunas preguntas (de interés para el comportamiento electoral), incluyen al grupo de abstencionistas; en él existe un alto componente de personas cuya práctica electoral no es la abstención consuetudinaria, sino que su es comportamiento es irregular. Y aún en los casos de quienes declaran no haber votado en las elecciones pasadas, las preguntas en mención están referidas a la elección presidencial del 2006. Abstencionismo y Procesos Electorales En el siguiente bloque se busca establecer qué posición tienen los abstencionistas con respecto del acto electoral. Para ello se formularon preguntas que van de la disposición de los medios más elementales para definir su participación o exclusión del proceso electoral; los medios de obtención de información a través de los cuales orientan sus conductas; el comportamiento electoral reciente y participación y preferencias electorales para el proceso de elecciones federales del 2006. El análisis muestra un abstencionista con matices por demás interesantes, que se mueven entre los comportamientos y orientaciones de conductas que van de lo tradicional a lo moderno, donde en algunos de los casos, este desplazamiento resulta contradictorio. Los datos de la población abstencionista contrastan además con los obtenidos de la población de electores regulares, de tal modo que se puede apreciar la formación de una tendencia a la diferenciación, distinción que si bien no es tajante, permite establecer en algunos casos una autonomía de percepciones entre los dos grupos en cuestión.
97
La información sitúa al ciudadano frente al acto electoral, información indispensable que no sólo establece la posibilidad o no del sujeto para la participación o exclusión del juego electoral, en la medida que el diseño de la pregunta incluyó la opción “credencial para votar sin actualizar”, lo que muestra algunas formas de disposición de los actores. Los datos arrojaron un 68.6% de la población abstencionista que declaró contar con la credencial para votar contra 88.5% de electores regulares. En cualquiera de los dos grupos el grado de credencialización parece un dato confiable para estimar niveles aceptables de participación electoral. Sin embargo de la observación de las otras dos opciones consideradas se desprenden apreciaciones significativas. La suma "credencial sin actualizar" y “no tiene credencial” acumula un 31.4% para los abstencionistas, en contraste con un 11.40% de los electores regulares (más de 13 puntos de diferencia en contra del abstencionismo). Se debe hacer notar que, en los tiempos en que fue levantada la información, por criterios de tipo procesal fue imposible que quienes no contarán en ese momento con su credencial actualizada, la pudieran obtener antes del día de las elecciones. Y la posesión de la credencial para votar en estado de desactualización, podría estar vinculada con el hecho de que el segundo uso de este documento es el de constituir un medio de identificación oficial, de tal forma que es de esperarse que al menos una parte de los electores credencializados empleen este instrumento exclusivamente para su uso alterno. Orientación del voto: electores y medios de información La información de uno de los bloques de la encuesta, está destinada a explorar los recursos de información del electorado que le permiten orientar su voto. Están considerados los medios de comunicación masiva (radio, televisión, prensa escrita y otros medios impresos como revistas). En esta opción se pretendió ofrecer una alternativa propia de las sociedades que correspondiera a un electorado moderno. Luego, se escogió el entorno familiar y los círculos afectivos como recurso de tipo comunitario y tradicional. Como tercera opción se determinaron las organizaciones de culto religioso por considerar que éstas se reservan para sí el papel de agencias de socialización política. Una cuarta opción se dejó abierta y en ella están consideradas alternativas distintas a las descritas. Las restantes dos opciones no requieren explicación. Los datos más interesantes ponen de manifiesto que 66.7% de los electores regulares se comportan de forma moderna con relación a los recursos de información que orientan su acción, contra un 50.0% de abstencionistas (diferencia de más de 16 puntos porcentuales a favor de 98
los electores regulares). En lo que corresponde a recursos tradicionales, un 31.40% fue para el grupo abstencionista, mientras que el grupo de electores regulares participó con un 22.90% (una diferencia de más de 8 puntos porcentuales entre ambos). En un segundo nivel del análisis, se desprende que el electorado mazatleco, tanto abstencionistas como electores regulares, tienen una orientación similar en cuanto a los medios de información, que se corresponde con un comportamiento altamente secularizado en su cultura política, es decir que asignan a la autoridad eclesial el rol de orientadores, lo que corresponde exclusivamente a su vida espiritual. Observándose además que el grupo de abstencionistas tiende a ser más tradicional. Se puede decir que los abstencionistas tienden a ser más tradicionales cuando se trata de obtener la información que influirá en la posterior orientación de su conducta electoral. Participación electoral (2006) El siguiente cuadro explora la actitud de la ciudadanía con respecto a su participación en el proceso pasado del 2006. A partir de tres opciones: "sí", "no”, y “está indeciso entre votar y no votar". Cuadro 3. Pregunta: ¿Piensa votar en las próximas elecciones?
Indeci sos
%
Total
%
7
7,40 %
95
100,00 %
69,23% 18
23,08% 6
7,69 %
78
100,00 %
7
87,50% 1
12,50% 0
0,00 %
8
100,00 %
148
81,80% 20
11,00% 13
7,20 %
181
100,00 %
Grupos
Si
%
ELECTORES REGULARES
87
91,60% 1
1,10%
ABSTENCIONIS TAS
54
OTRO TOTAL
•
No
OTRO: incluye a los electores que no contestaron ya los que votarán por primera vez.
Según el cuadro, un 69.23% para las declaraciones de la población abstencionista y 91.60% para las declaraciones del grupo de electores regulares. La opción destinada a la no participación electoral arroja un porcentaje del 23.08% para el grupo de los abstencionistas y 1.10% para 99
los electores regulares (en el grupo de abstencionistas es donde se concentra una mayor tendencia a la no participación electoral). Como advertencia al lector y dato curioso, aclaramos que la intención mayoritaria al voto, no corresponde con la condición de votante facultado que arroja el cuadro sobre la posesión actualizada o no de la credencial para votar, lo cual en el mejor de los casos podría deberse a una deficiente información, por parte del elector, en cuanto a los aspectos normativos que regulan su derecho al sufragio. Votantes y Abstencionistas: Indicadores de su cultura política Aquí buscamos establecer cuál es la posición del grupo de abstencionistas con respecto a un cuadro mínimo de valores, con la finalidad de acercarse a la construcción de este actor político, desde el punto de vista de las motivaciones propias para evaluar en última instancia tanto sus acciones como sus propósitos. En este bloque, se incluyen preguntas en torno a las disposiciones de confianza, tanto en el medio de la vida institucional, como al nivel de las relaciones interpersonales; y se buscó generar información sobre los valores de la responsabilidad, compromiso y participación social. El abstencionismo y el valor cívico de la solidaridad. En esta parte buscamos explorar la opinión de los entrevistados sobre el valor de la solidaridad como componente de las relaciones interpersonales que debería estar presente en el medio circundante. El sentido de la pregunta excluyó la apreciación de sujeto sobre sí mismo y sólo se consideró valida como opinión personal sobre el medio social. El grupo de los abstencionistas mostró una participación del 16.28%, mientras que el grupo de los electores regulares respondieron positivamente a esta opción en un 14.60%. Es pertinente puntualizar dos aspectos de la información. En primer término, resulta ser muy escaso el número de personas que consideran que las acciones de los individuos de su sociedad están orientadas por principios altruistas, lo que equivale a decir que el entrevistado tiene desconfianza en la solidaridad como valor social. De los dos grupos, son los electores regulares quienes más bajo nivel de confianza muestran, siendo superadas por los abstencionistas por más del 1.5 puntos porcentuales. Al sumar los datos de las respuestas que implican algún nivel de desconfianza en el altruismo con las que manifiestan un desacuerdo pleno, en el caso de los abstencionistas el porcentaje se eleva hasta un 81.39%, y el caso de los electores regulares hasta un 85.40%; equivale decir que la confianza al nivel de relaciones interpersonales tiene una ponderación raquítica en la población en general. En cada uno de los 100
rubros, el sector de los electores regulares dio muestras de poseer los niveles más altos de desconfianza en la solidaridad como valor de organización social. Abstencionistas y confianza en la vida institucional La siguiente pregunta fue diseñada para tratar de medir los niveles de confianza de la población en relación con las instituciones. Se decidió tomar como referencia a los medios de comunicación y a los bancos como parte de las instituciones privadas, y se eligieron a los partidos políticos y las Iglesias como instituciones de interés público; y elegimos al Gobierno y a la Policía como instituciones públicas. Este bloque de instituciones también fue seleccionado con el interés de manejar a los Bancos y la Policía como “grupos de control” por no tener incidencia directa en los procesos electorales, y en contraparte, al Gobierno, los Medios de Comunicación Masiva, las Iglesias y los Partidos Políticos, como instituciones que harían las veces de “grupo testigo”. Además, los Bancos y la Policía en tanto “grupo de control” harían las veces de extremos en la escala señalada, respecto de la acreditación en el desempeño social de sus funciones. Los datos de la grafica se obtuvieron a su vez, de la suma ponderada y promediada de los valores que a cada una de las instituciones les fue asignada, quedando la distribución de los datos de la siguiente manera. Corroboramos que las instituciones que concentran menor nivel de confianza a partir de la percepción del desempeño de sus funciones es la Policía, seguida de los Partidos Políticos y posteriormente por el Gobierno. En contraste, el nivel de confianza asignado a los Bancos, los Medios de Comunicación y por último, la Iglesia, son de un rango notoriamente más elevados, aunque los niveles de confianza en los últimos son moderados. Abstencionistas y el valor cívico de la responsabilidad También obtuvimos, en otro bloque de encuesta, información sobre la visión de la población en torno al sufragio como derecho y obligación constitucional. Buscamos explorar la percepción valorativa del ciudadano, sobre su condición de sufragante, en torno a si visualiza este hecho más como una obligación o como una atribución discrecional. Del total de la población consultada, a la población abstencionista le correspondió un 71.79% sobre la opinión del voto como derecho y a los electores regulares el 44.70%; esos datos dejan en claro que la visión discrecional de este derecho es menor en más de 27 puntos porcentuales en los electores regulares que en los abstencionistas. En la opción de la votación como un acto de cumplimiento obligatorio estuvieron de 101
acuerdo con ella en promedio un 28.21% de los abstencionistas y un 55.30% de los electores regulares. Es necesario precisar que es en el grupo de los electores regulares donde existe una visión del acto electoral, entendido éste más como una obligación ligada al sentido de cumplimiento de responsabilidades, que con un derecho de ejercicio discrecional. Aspectos identitarios en los abstencionistas En parte, aquí, buscamos generar datos descriptivos en torno a la formación de la identidad ciudadana en la población encuestada; el objetivo consistió en proponer un conjunto de elementos que están asociados de manera simbólica con la condición de ciudadanía, elementos que están distribuidos en lo que puede denominarse robles pasivos y roles activos del sujeto. En los primeros se tienen las opciones de "tener credencial para votar con fotografía", “ser mayores de 18 años” y "ser mexicano mientras que en los segundos se encuentran las opciones de “adquirir derechos y obligaciones” y “tener responsabilidades”. Con base en las respuestas a la pregunta ¿qué significa ser ciudadano?, se pueden encontrar dos hechos. El primero está vinculado con el sentido que adquieren las respuestas elegidas donde "tener credencial para votar con fotografía" implica la simple adquisición de un documento que es empleado para usos diversos. La opción "ser mayores de 18 años" significa formalmente haber arribado a la vida adulta. Mientras que "ser mexicano" está relacionado con sentimientos de tipo nacionalista. El sujeto se involucra en forma más o menos indirecta y pasiva en el desempeño de los roles que de estas situaciones se derivan. El segundo hecho está vinculado con las relaciones entre géneros donde la suma de las cantidades en las opciones de “roles pasivos” arroja un total de 39.23% de los datos de los abstencionistas, mientras que en el mismo rubro los electores regulares participan con el 49.10%. Por otra parte, la suma de los roles "activos", acumula un 60.47% para el grupo abstencionista contra un 51.00% para los electores regulares. Abstencionistas: Integración y participación social En este otro bloque de datos se presenta información sobre indicadores de la participación de los abstencionistas mazatlecos en la vida social. Se parte de la autopercepción de su condición ciudadana en relación con el poder institucionalizado; y luego la orientación del sujeto respecto de valores egocentrados y sociocentrados con respecto de las acciones de gobierno, para después pasar a la percepción sobre los usos del poder legítimo, el grado de satisfacción con la democracia mexicana, y finalmente, abordar las formas de participación organizativas. Se trata 102
de construir un cuerpo de información que permita diagnosticar el tipo de cultura política a partir de la orientación del sentido de su visión. Auto percepción de la relación gobernante-gobernado El cuadro siguiente fue elaborado con la intención de visualizar la autopercepción de la población, respecto de los sentimientos de inclusión-exclusión de la vida pública (estar dentro de o fuera de). Para este efecto en la opción de respuesta sobre el interés de los gobernantes se crearon las opciones de "mucho", "poco", "nada" y "no contestó", esta última opción sin valores numéricos que tratar. Cuadro 4. Pregunta: ¿qué tanto cree que el gobierno municipal tome en cuenta la opinión de gente como usted para definir sus acciones? GRUPOS ELECT. REGULARES ABSTENCIO NISTAS OTRO TOTAL
MUCHO
POCO
NADA
TOT
19
19,8%
57
59,4% 20
20,8%
96
16 1 36
18,6% 12,5% 18,9%
51 6 114
59,3% 19 75,0% 1 60,0% 40
22,1% 12,5% 21,1%
86 8 190
•
OTRO: Incluye a los electores que no contestaron y a los que votarán por primera vez. Fuente: ídem. Es interesante observar que la distribución de los datos en los extremos en las opciones "mucho" y "nada" concentra valores bajos y con diferencias poco significativas entre sí, tanto en las respuestas del grupo abstencionista como del grupo de los electores regulares, concentrándose las más altas valoraciones en la opción moderada de "poco". El dato más interesante se deriva de que es relativamente baja la población que se considera ignorada o excluida de la vida pública por parte del gobierno. Mientras que la suma de las opciones que implican algún nivel de inclusión son de un 77.90% para los abstencionistas y un 79.20% para los electores regulares. Acciones del gobierno local y valores (ego y sociocentrados) Tratamos de evaluar el sentido de orientación del interés por las acciones de la gestión pública municipal. El análisis de la información muestra que predominan las orientaciones de interés en las acciones de gobierno, observándose un margen poco significativo de respuestas en 103
términos de indiferencia. Esto implica un alto grado de vinculación individuo-gobierno, donde el tema central es el tipo de percepción que generan los dos grupos. La opción "me interesan todas las acciones que afecten a la ciudad", obtuvo un 58.14% para los abstencionistas y 71.90% para los electores regulares. La opción "sólo me interesan los que me afectan a mí y a mi familia” concentró un 32.56% que es atribuible a los abstencionistas y un 22.90% a los regulares. La opción "no tiene porqué interesarme personalmente" concentró sólo 5.30%, parecido sector abstencionista con un 6.98% en tanto que los electores regulares hicieron un 4.20% respectivamente. Por último en la opción "no contestó" se concentraron niveles mínimos que en total arrojaron sólo1.60%. Gobierno y abstencionistas ¿inclusión o exclusión? El objetivo fue también explorar la percepción de la noción de ciudadano desde los distintos modelos de orientación política en torno a la apreciación de si, una vez que el poder se ha hecho legítimo, puede volverse discrecional o no. Aquí se escogió la figura del abstencionista y no la del votante opositor para acentuar aún más el efecto, en la medida que el votante opositor está dentro de las reglas del juego democrático, mientras que el abstencionista es un ciudadano que esta fuera de ellas.
104
Cuadro 5. Pregunta: ¿Cree usted que un presidente elegido democráticamente, a la hora de tomar decisiones de gobierno, deba tomar en cuenta la opinión de los ciudadanos que no votaron?
Solo si conviene
Siempre ELECTORES REGULARES 49 51,0% 13 ABSTENCIO 51 59,3% 19 NISTAS OTRO 4 50,0% 2
13,5% 33
34,4% 96
22,1|% 13 25,0% 2
15,1% 86 25,0% 8
TOTAL
17,9% 48
25,3% 190
104
54,7% 34
Nunca
Total
•
OTRO: Incluye a los electores que no contestaron y a los que votarán por primera vez. Fuente: ídem. En esta parte del análisis hay que hacer tres observaciones. La primera tiene que ver con que la mayoría de la población encuestada considera que el poder institucionalizado legítimamente debe conducirse con respecto a los gobernados con apego a las reglas del juego; mientras, una minoría muy significativa consideró que el poder una vez institucionalizado se puede ejercer de forma discrecional o bien incluso de forma excluyente. La segunda observación tiene que ver con que ambos grupos tienen percepciones muy semejantes, existiendo en cada uno de los rubros diferencias poco significativas. La tercera observación muestra al grupo de los abstencionistas con un carácter ambivalente. Democracia mexicana: Consenso e impugnación También intentamos evaluar el nivel de aceptación de la población con respecto del funcionamiento del sistema democrático en México. A la pregunta ¿qué tan satisfecho está usted con la democracia en México?, las respuestas indicaron que la población no tiene una buena opinión del sistema democrático, en la medida que la suma de las opciones de "muy satisfecho" y "satisfecho" alcanzaron sólo un 29.2% para los electores regulares y un 19.77% para los abstencionistas. En este mismo sentido hay que hacer notar que la suma de los niveles de escasa satisfacción, indiferencia e insatisfacción total, es más alto en el caso los abstencionistas al computar un 76.74%, contra un 105
69.8% en el caso de los electores regulares. En cualquiera de los casos se trata de márgenes muy altos de opiniones donde existen variables de desacuerdo con las reglas vigentes del juego democrático. Integración y participación en la vida pública En esta otra parte evaluamos la orientación de la participación social; se eligieron cinco opciones, "sindicato", "asociación de padres de familia", "partido político", "otro", y "ninguna"; las tres primeras representan "modelos" típicos para la teoría de la cultura política. Se ponen de manifiesto márgenes muy bajos en las formas de participación de la ciudadanía, situación en que el abstencionista se encuentra más desvinculado para alcanzar un porcentaje agregado de 13.95% en cualquier forma de organización conocida, situación que es compartida por el grupo de los electores regulares, al registrarse una participación en los términos del anterior 26.0%. Conclusiones: El análisis muestra al menos dos elementos importantes. El primero tiene que ver con la afirmación inicial de que el abstencionista es un actor con una estructura tan compleja como la del elector mismo. En su composición mayoritaria se trata de electores que constituyen una categoría aparte, al ejercer la acción del voto de manera intermitente, u ocasional, razón por la cual, las opiniones de este grupo tienden a mantener una convergencia de puntos de vista con los electores convencionales. Esto influye para crear lazos de semejanzas con estos últimos. Sin embargo, el abstencionismo duro es probablemente quien le da la fisonomía específica como grupo a este sector, marcando las diferencias con el elector consuetudinario. Un segundo aspecto que es necesario recalcar, tiene que ver con el marcado carácter ambivalente en términos de cultura política (Cfr. Jiménez Ayala y Ocampo Alcántar, 2006), situación que no es privativa de uno de los dos grupos en particular. Esta se va presentando en uno y otro sector, desplazándose sin lógica aparente, como parte de ese matiz que impide los análisis simplistas y concluyentes, formando escenarios cambiantes, donde el abstencionismo muestra partes de un rostro que no termina de emerger; negándose a mostrarse, ausente de un marco legal para ejercer su derecho al silencio, y de paso, creciendo, multiplicándose con el tiempo, como la peor de las amenazas para el sistema político. Bibliografía Almond, Gabriel A. y Sidney Verba (1992). Diez textos básicos de Ciencia Política. Editorial Ariel, Barcelona. 106
Berger, Meter L. y Thomas Luckmann (1994). La construcción social de la realidad. Editorial amorrortu. Buenos Aires. Bobbio, Norberto (1986), Política y derecho, El futuro de la democracia, Fondo de Cultura Económica, México. Cerroni, Humberto (1991), Reglas y valores en la democracia…, Alianza Editorial-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México. Colomer, Joseph M. (2001) Instituciones Políticas, Ariel, Barcelona. Consejo Estatal Electoral. (2005) Proceso Electoral Local Sinaloa 2004. Editorial Oxígeno. México. Crespo, José Antonio (1999), Fronteras Democráticas en México. Editorial Océano. México. Dieter Nohlen, Sistemas Electorales y Partidos Políticos. 1998. FCE Espinoza Toledo, Ricardo (1999). Sistemas Parlamentario, Presidencial y semipresidencial. Ed. IFE. México Hernández Norzagaray, Ernesto (2002) Sistemas Electoral y Sistemas de Partidos Políticos de Sinaloa, CEE-UAS, Culiacán, México. Huntington, Samuel (1992), El orden político en las sociedades en cambio. Editorial Paidós. México Jiménez, René y Ocampo, Rigoberto, (2005). Cultura política, participación ciudadana y democracia. CEE/UAS, Culiacán, México. Merino, Mauricio (2003), La Transición Votada, Ed. FCE, México. Meyer, Lorenzo (1995), Liberalilizmo autoritario, las contradicciones del sistema político mexicano. En Océano, México Sartori, Giovanni (1999): Elementos de Teoría Política. Madrid: Alianza. Whitehead, Laurence (1994), “Aspectos internacionales de la democratización”, en O’Donnell, G., Schmitter, P., y Whitehead, L., Transiciones desde un Gobierno Autoritario, Ed. Paidós. México. Schmitter, Philippe y Kart, Ferry (1993). Qué es y qué no es la democracia en Sistema Revista de Ciencias Sociales Num. 116. España. W. Flanigan. Conductas Políticas del electorado americano. Fontana, Bogotá,1972. Woldemberg, José (1999) La transición a la democracia. Editorial Nexos. México. Zimmerman, Joseph F. (1992). Democracia participativa. Editorial Limusa. México.
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APUNTES TEORICOS sobre desarrollo regional
Pedro BRITO OSUNA♦ Introducción En este trabajo tratamos de explicar las causas que propician el desarrollo regional. Estudiar estas causas resulta necesario para que los actores regionales comprendan los mecanismos básicos que inciden en el desarrollo y puedan, a partir de la sistematización de este conocimiento, diseñar e implementar proyectos de políticas públicas orientadas a generar más altos niveles de vida social. Se revisan planteos teóricos y metodológicos sobre desarrollo regional; se trata de un ejercicio crítico sobre los factores de la problemática del desarrollo. Y en especial se trata ♦
Economista. Profesor e investigador de la licenciatura en Economía y la Maestría en Ciencias Sociales. Miembro del Cuerpo Académico de “Movimientos migratorios y desarrollo regional” de la Facultad de Ciencias Sociales. 108
de explicar la función del territorio organizado en las relaciones económicas y sociales que impulsan a las regiones hacia el desarrollo en un contexto de competencia global. Existen factores económicos que explican la distribución de los sistemas demográficos en el espacio social y determinan los patrones urbano-regionales que articulan a la población en un territorio. Por eso resultan útiles los estudios que indagan sobre la estructura económica de las ciudades, el papel de la jerarquía urbana y sus efectos en el tejido económico, además de las interacciones espaciales que se realizan entre las distintas poblaciones de un territorio. El estudio de la economía regional permite un diagnóstico del potencial productivo que puede ser susceptible de aprovechamiento para nuevos proyectos de crecimiento. Los movimientos migratorios de población, tanto los de migración interna como los de migración internacional, están relacionados con las dinámicas demográficas y económicas regionales. Cuando una región desata procesos de cambio económico por la entrada de nuevas inversiones es más probable que se retenga a su población e incluso podrá atraer inmigrantes de otras regiones por la apertura de empleos. En cambio, cuando una región no activa iniciativas de cambio económico y tampoco llena las expectativas de la población, una parte emigra en busca de alternativas de vida en otras regiones o países. Hay que mirar los mecanismos concretos por las que fluyen las relaciones económicas importantes de la región, describir la situación de sus ramas productivas, reconocer la participación de sus actores y explicar el funcionamiento del modelo económico regional, tanto por sus ciclos específicos como por su forma de inserción en la economía global. Las actividades económicas de cada región, deben estudiarse a nivel de estructura productiva como a nivel de actores sociales, se trata de presentar una visión socio-territorial de la dimensión productiva. Se requiere, en los estudios regionales, destacar las relaciones económicas y comerciales para saber cómo se conecta la región con otros territorios; se trata de mirar con profundidad las especificidades de la interacción económica de la región en el contexto de la liberalización comercial. Y ver las relaciones entre gobierno y sociedad sobre cómo se construyen socialmente los proyectos de políticas públicas, y la manera en que se implementan los programas institucionales. Esto implica distinguir las tareas que cumplen los tres niveles de gobierno, y entender las formas en que se concreta la coordinación de las instituciones públicas en el territorio, así como la organización de los actores sociales que participan en los proyectos públicos de desarrollo local y regional. En esta perspectiva, las políticas públicas se entienden como programas de acción gubernamental que son resultado de acuerdos entre 109
diversos actores sociales de una región. En ocasiones las políticas públicas son producto de la discusión ciudadana y reflejan un determinado consenso entre los actores territoriales. Ubicar a los actores públicos y privados de las regiones y aclarar su forma de interacción en la competencia económica y en la cooperación social ayuda a comprender los problemas regionales y permite mejorar los diseños de las políticas gubernamentales, debido a que tales proyectos pueden convertirse en la síntesis concertada de las diversas visiones sociales existentes, y pueden ser también el resultado de una correlación de fuerzas donde se incorporan los intereses privados y públicos. Así, el estudio de la región se puede abordar desde distintos enfoques, y en este caso a partir de la interrelación entre los actores sociales para definir los procesos de construcción de las políticas públicas y para entender las dinámicas específicas del desarrollo regional. No se trata de hacer depender este desarrollo de manera unívoca a los resultados de las políticas públicas. En realidad las dinámicas de desarrollo regional son productos de múltiples factores, que no dependen sólo del movimiento de los actores económicos y de las fuerzas invisibles del mercado, aunque tampoco de la intervención pública del Estado. En términos estrictos se trata de un resultado tanto de acciones deliberadas de planeación como de decisiones que toman los participantes de los mercados. Por ello es necesario incorporar a los actores sociales y económicos en los proyectos públicos de desarrollo. El proceso que va del diseño a la implementación y evaluación de políticas públicas debe tomar en cuenta la participación de los actores sociales, para hacer posible que sus dinámicas económicas, sociales y políticas impacten de forma positiva en el desarrollo. La región no debe concebirse como un espacio cerrado. Por el contrario, el fenómeno de la globalización y las concomitantes aperturas comerciales y financieras de los países implica la vigencia de un modelo de regiones y países abiertos, para estar a la altura y en los decibeles adecuados de los procesos económicos contemporáneos. El concepto de región abierta da cuenta de la existencia de procesos de interacción espacial remotos que generan impactos territoriales concretos, como se observa cuando lo global se articula con la economía local y regional. El concepto región y una clasificación Una propuesta es la que Benko retoma de Lajugie (1985) y que resulta útil: “La región corresponde a un área geográfica que constituye una entidad que permite a la vez, la descripción de fenómenos naturales y humanos, el análisis de datos socioeconómicos y la aplicación de una política. Se fundamenta en dos caracteres principales: homogeneidad e integración 110
funcional, y concluye a la vez en el sentimiento de una solidaridad vivida y en las relaciones de interdependencia con los otros conjuntos regionales y con el espacio nacional e internacional”1 (George Benko; 1996: p. 23).
Benko (1999: 23) presenta una tipología de regiones que sintetiza de los aportes de autores notables de la ciencia regional como Boudeville, Perroux y Richardson: “a)La región homogénea: es de inspiración agrícola y se define por una dispersión mínima de las características de cada unidad elemental de la media del conjunto. b)La región polarizada es de inspiración industrial, corresponde al concepto de espacio entendido como un campo de fuerzas. c)La región plan o programa, es de inspiración prospectiva al servicio de la empresa y de la autoridad pública, que es un concepto operativo y concebido para la acción. Es también una región administrativa, un espacio donde las distintas partes dependen de una misma decisión”. Esta tipología resulta interesante, metodológicamente para determinar el concepto de región que se requiere para el tipo de estudio o de programa público que se vaya a implementar. Benko reconoce en otro texto que las regiones existen justamente por el hecho de que el mundo es heterogéneo, es decir, considera que las regiones reflejan situaciones de desigualdad económica, social, política y cultural. “La gran debilidad de la teoría de la jerarquía de los lugares centrales es, sin duda, el presupuesto del espacio homogéneo. En el espacio homogéneo es plausible una jerarquía urbana estructurada por el mercado, los efectos externos o la decisión administrativa. El problema es que las regiones y menos aún las naciones, no son homogéneas” (Benko y Lipietz; 1994: p. 26).
Con tales antecedentes polémicos, las fronteras de una región constituyen un problema complejo, porque su demarcación se hace cada vez más difícil de precisar por el contexto de la apertura económica al que están sujetos en la actualidad los países. Las regiones como áreas subnacionales quedan sujetas a los mecanismos de regulación por obligaciones internacionales entre países, por acuerdos o tratados comerciales o de integración económica entre ellos. Una región subnacional está sujeta a reglas que provienen de acuerdos de concertación e integración económica multinacional. Por 1
Lajugie J., Delfaud P., Lacour C, (1985) Espace régionale et aménagement du territoire, París, Dallos. (Citado por Benko, 1999: 23) 111
ejemplo una región de un país de la Unión Europea se somete a las reglas del proceso de integración de la UE, y lo mismo puede decirse de una región interior de uno de los países que integran el llamado MERCOSUR en Sudamérica, o de una región subnacional de un país como México que se somete a las reglas pactadas en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Regiones flexibles En el debate sobre la delimitación de la región económica hay autores que dejan amplia libertad al investigador para demarcar su zona de estudio. Por ejemplo Alan Lipietz sostiene una postura flexible en torno al espacio de estudio ya que según él la elección de la escala espacial tiene que ver con el usuario del concepto de región económica2 (Benko, 1999:24). Esa flexibilidad, sin embargo, no es compartida por los estudiosos y especialistas de la temática. Existe un fuerte debate. Algunos afirman que las regiones existen objetivamente, mientras que otros consideran que las regiones son recortes espaciales de tipo metodológico que el investigador establece para demarcar su objeto de estudio. Un autor sudamericano afirma: “Denominaremos regiones a esos ámbitos definidos a partir del dominio territorial particular de una relación de acoplamiento o de una relación de semejanza. En el contexto global de nuestra concepción de lo espacial, la celebre controversia sobre si las regiones son “reales o pensadas” no tiene respuesta porque simplemente responde a una pregunta mal planteada” (Coraggio, 1994).
Acoplamiento o semejanza dan pie a la denominación de regiones en la perspectiva de la interacción que se realiza entre los que allí participan. Un interesante aporte al debate sobre la cuestión espacial es el de Luis Racionero: "La actual tecnología de transporte ha convertido lo que antes fueron comarcas de comercio (de ahí el nombre) medieval en DUS, sistemas urbanos diarios (Daily Urban Sistems, en la jerga de la economía territorial), donde la gente que habita un ámbito de unos cuarenta kilómetros de diámetro, conmuta cotidianamente de casa al trabajo, sin necesidad de gravitar hacia las grandes ciudades. Si el municipio es el 2
Para Lipietz, según Benko, una región económica es un “espacio en sí” y este “espacio en sí” es fundamento del espacio empírico, donde se desarrollan e inscriben las prácticas sociales. El “espacio en sí” es el territorio. El concepto de región económica lo relaciona con un área homogénea de articulación de modos y formas de producción. Empero, en una región pueden existir sub-regímenes de acumulación. Lipietz deja la elección de la escala al punto de vista del usuario del concepto (Benko, 1999:24). 112
primer nivel de organización social, la comarca, racimo de municipios en torno de una cabecera comarcal, es el segundo. Después está la región o autonomía; luego, el Estado-nación, y luego, Europa. La libertad personal o democracia empieza en el municipio y tiene su máxima garantía en la comarca -de tamaño similar a la polis griega-. La eficacia económica se da en la comarca y se vertebra por el sistema de ciudades. Como hoy día el 80% de la población de un país desarrollado está en las ciudades de más de 30 000 habitantes, la región es, en la práctica, el área de influencia o hinterland de una gran ciudad. Así como la capital comarcal define por su atracción los límites de la comarca, de igual modo la gran capital determina por su área de influencia el ámbito de una región." (Racionero: 2000: 203)
En este aporte se destacan los llamados sistemas urbanos diarios que enmarcan el movimiento cotidiano de las personas que habitan una ciudad y su región circunvecina. l investigador sinaloense Guillermo Ibarra al estudiar la escuela californiana de geografía plantea: “La teoría moderna de la economía regional sostiene que los espacios económicos crean sus propias condiciones de desarrollo, sus propias regiones, una vez aprovechadas las ventajas de localización en el territorio que generan las industrias a través de complejos procesos de integración y desintegración horizontal y vertical” (Ibarra, 2000: 285).
El papel del territorio en el desarrollo Para el investigador Antonio Vázquez Barquero es necesario aclarar que el territorio no es un mero contenedor de actividades y personas, su definición aporta al debate regional. “El territorio es un agente de transformación y no un mero soporte de los recursos y de las actividades económicas, ya que las empresas y los demás actores del territorio interactúan entre sí organizándose para desarrollar la economía y la sociedad. El punto de partida del desarrollo de una comunidad territorial es el conjunto de recursos (económicos, humanos, institucionales y culturales) que constituyen su potencial de desarrollo.” (Vázquez Barquero, 1999:29)
En el mismo sentido y después de revisar las teorías contemporáneas sobre el desarrollo regional elaboradas por autores italianos, el investigador español Francisco Alburquerque coincide con aquél, pues sostiene que el territorio no debe verse sólo como un recurso sino también como un actor social clave del desarrollo: “El territorio es contemplado así como un recurso específico y un actor principal del desarrollo económico, y no únicamente como mero espacio o marco de las actividades económicas o sociales. En opinión de Becattini y Rullani (1996), el territorio produce efectos y ofrece prestaciones específicas a la economía local. Suministra a la producción 113
para el consumo una integración flexible o, en otras palabras, un entorno con capacidad para generar y mantener ventajas competitivas y valor diferencial. La creación de este entorno innovador territorial no es fácilmente reproducible y es, precisamente, la densidad de las relaciones entre los diferentes actores territoriales y la calidad de las mismas, la que da potencialidad a dicho territorio como circuito específico de interacciones orientado al fomento empresarial, la innovación productiva, la calidad de los recursos humanos y las relaciones laborales y el impulso de la cultura local del desarrollo, como elementos cruciales de la competitividad” (Alburquerque, 1999:16).
Incluimos ahora el enfoque de un autor de los estudios culturales que enriquece la polémica, porque su visión no se circunscribe a una concepción instrumental del espacio: “Se puede decir que el territorio responde en primera instancia a las necesidades económicas, sociales y políticas de cada sociedad, y bajo este aspecto su producción está sustentada por las relaciones sociales que lo atraviesan; pero su función no se reduce a esta dimensión instrumental; el territorio es también objeto de operaciones simbólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales (individuales o colectivos) proyectan sus concepciones del mundo.” (Giménez, 2000:24)3
Como se observa, con las diversas interpretaciones sobre el territorio se podrían marcar distintos límites a las invisibles fronteras regionales en virtud del tipo de estudio que se realice. El desarrollo regional Una interrogante que centra la investigación teórica sobre la región contemporánea es la siguiente: ¿Cómo se producen los procesos de desarrollo regional integral? Habría que destacar que el concepto de desarrollo regional no debe concebirse como el producto automático de las relaciones de mercado sino como el resultado de la articulación de un conjunto de factores que lo propician. Uno de esos factores son las políticas públicas que planean, diseñan e implementan los actores para alcanzar los objetivos del desarrollo, cuestión que supone una nueva 3
Una demarcación del territorio desde una perspectiva cultural enfatiza lo siguiente: “...el territorio puede ser considerado como zona de refugio, como medio de subsistencia, como fuente de recursos, como área geopolíticamente estratégica, como circunscripción político-administrativa, etcétera; pero también como paisaje, como belleza natural, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego afectivo, como tierra natal, como lugar de inscripción de un pasado histórico y de una memoria colectiva y, en fin, como geosímbolo.” (Giménez, 2000:24) 114
manera de comprender las relaciones que deben establecerse entre el gobierno y la sociedad civil.4 Boisier (1999) destaca una interrogante: “¿De qué depende el desarrollo de un territorio en un contexto de economías de mercado, abiertas y descentralizadas?” (Boisier, 1999:28)
La pregunta es clave para entender la problemática de las regiones. No se trata sólo de acumular conocimiento sobre las causas del desarrollo, sino de aumentar los niveles de coordinación de los actores para impulsar de manera efectiva el desarrollo: “La clave del desarrollo, según se entiende ahora, radica en la sinergia que puede generarse mediante la articulación cohesionada e inteligente de los factores causales. Esto a su vez presupone un complejo y permanente proceso de coordinación de decisiones que pueden ser tomadas por una multiplicidad de agentes o actores, cada uno de los cuales dispone de un amplio abanico de opciones de decisión que deben ser transformadas en una matriz decisional dirigida al desarrollo”.(Boisier;1999:.28)
En la perspectiva de este autor sudamericano la estrategia para alcanzar el objetivo del desarrollo regional debe trabajarse con base en la generación sistemática de información, en la coordinación de acciones, en la preparación del proyecto colectivo de desarrollo y en la configuración de una mesa sinérgica de actores y organizaciones que permita reducir la incertidumbre y los costos de transacción (Boisier;1999:28). La visión de Boisier sobre el significado del desarrollo territorial se relaciona de forma directa con el desarrollo de las personas que viven en una región: “En definitiva, se trata de crear nuevo conocimiento sobre el medio externo de cualquier territorio, sobre los factores desencadenantes de su propio crecimiento y sobre todo de su propio desarrollo, y sobre la forma de organizar o diseñar una intervención destinada precisamente a desatar y acelerar el desarrollo, que no es ciertamente el desarrollo del territorio per se, sino el desarrollo de las personas humanas que habitan en él”. (Boisier;1999:30) 4
“...al hablar de políticas públicas queremos decir decisiones de gobierno que incorporan la opinión, la participación, la corresponsabilidad y el dinero de los privados, en su calidad de ciudadanos electores y contribuyentes. Concedamos que en esta perspectiva disminuye el solitario protagonismo gubernamental y aumenta el peso de los individuos y de sus organizaciones. Se sustancia ciudadanamente al gobierno. Y se abren de par en par las puertas para nuevas formas de diseño y gestión de las políticas: singulares, descentralizadas, subsidiarias y solidarias, corresponsables, en las que el gobierno y sociedad enfrentan variada y conjuntamente los problemas colectivos.(Aguilar,
1996:36) 115
La teoría del desarrollo endógeno Para Vázquez Barquero la teoría del desarrollo endógeno es un instrumento crucial para impulsar procesos de desarrollo local y regional. En su idea, destaca el desarrollo económico. “El desarrollo económico se produce como consecuencia de la aplicación del conocimiento en los procesos productivos y la utilización de las economías externas que se generan en los sistemas productivos y en las ciudades, lo que permite que se produzcan rendimientos crecientes y, por tanto, crecimiento económico. Los procesos de desarrollo se producen mediante la utilización del potencial y del excedente generado localmente y la atracción, eventualmente, de recursos externos. La iniciativa y el control de los actores locales y la sociedad civil realizan a través de sus respuestas estratégicas favorecen los procesos de transformación de las ciudades y regiones.” (Antonio Vázquez, Barquero, 1999:20).
A diferencia de la teoría convencional, la teoría del desarrollo endógeno de Vázquez Barquero destaca las siguientes características: “La teoría del desarrollo endógeno considera que en los procesos de desarrollo intervienen los actores económicos, sociales e institucionales que forman el entorno en el que se desarrolla la actividad productiva y, entre ellos, se forma un sistema de relaciones productivas, comerciales, tecnológicas, culturales e institucionales, cuya densidad y carácter innovador va a favorecer los procesos de crecimiento y cambio estructural.”(Vázquez, Barquero; 1999:20)
Su propuesta de desarrollo local se acompaña de una definición de políticas públicas que sirven para dar impulso al desarrollo endógeno: “Las políticas de desarrollo local la forman un conjunto de iniciativas que surgen de la estrategia de los actores locales y cuyo objetivo es hacer competitivas a las ciudades y regiones mediante la mejora de sus recursos y factores de atracción. Combina las inversiones e iniciativas de los actores locales y externos, impulsando la mejora del conocimiento y el aprendizaje de las organizaciones, la interacción entre los actores que toman las decisiones de inversión en el territorio y la sinergia entre las medidas” (Vázquez, Barquero; 1999: 21)
Incorporar las dimensiones meta y meso Para el diseño de las políticas de desarrollo habría que tomar en cuenta la propuesta metodológica que en torno al concepto de competitividad sistémica presenta Dirk Messner (1996), al incorporar a los análisis convencionales tipo macro y micro, los niveles meta y meso: “El concepto de competitividad sistémica se diferencia de otros conceptos dirigidos a determinar los factores de la competitividad industrial en dos aspectos. Primero, distingue cuatro niveles analíticos del problema, a los clásicos niveles macro y micro adiciona los no 116
menos importantes niveles meta y meso. A nivel meta se examinan factores tales como la capacidad de una sociedad para procurar la integración social y alcanzar un consenso sobre el rumbo concreto de las transformaciones necesarias. A su vez, el nivel meso analiza la formación de un entorno capaz de fomentar, complementar y multiplicar los esfuerzos de las empresas.” (Fundación Friedrich Ebert, Messner 1996: 1)
Llevada esta propuesta al plano del análisis de la política económica regional es claro que los objetivos de los programas de política macro y micro económicos, son insuficientes y a veces contradictorios con los niveles de política meta y meso. Porque procurar la integración social de un país implica luchar contra la desigualdad social, acabar con la exclusión y combatir la pobreza al mismo tiempo que el proceso que permite generar un entorno apropiado para multiplicar el esfuerzo de las empresas ayuda a estimular el desarrollo económico de las localidades y regiones, porque permite reducir las disparidades territoriales. La incorporación conciente de estos dos niveles a los programas de desarrollo regional nos puede llevar a alcanzar una política que reduzca las desigualdades sociales y territoriales. Como se deduce, se puede afirmar que no todos los territorios responden de la misma manera a los problemas del ajuste productivo. De hecho no todas las regiones ganan. En un estudio para el caso de México, Clemente Ruiz Durán explica que la diversidad del crecimiento económico regional es producto de la existencia de diversos niveles de dinamismo en las economías regionales del país. Dice: “El proceso de maduración de cada entidad federativa para enfrentar el cambio es sumamente diferente, puesto que los agentes territoriales, que provienen de la tradición autoritaria, saben establecer una comunicación con el poder central con el fin de obtener recursos, pero es común observar que no logran de forma clara y precisa códigos de entendimiento que permitan un diálogo constructivo para comunicarse entre sí, con el fin de construir nuevas realidades endógenamente”. (Ruiz Durán:1999:16)
El estudio de Ruiz Durán afirma que la política económica nacional careció de dimensión regional. Eso se comprueba con las diversas tasas de crecimiento de cada uno de los estados del país, unos por encima y otros por debajo de los indicadores nacionales. Sin embargo, su hipótesis sobre las causas que influyeron en el proceso de crecimiento exitoso de algunas entidades federativas establece: “Las entidades más dinámicas fueron aquellas más abiertas, que habían logrado elaborar códigos de entendimiento con los cuales motivar a sus agentes a involucrarse en un cambio lógico de operación hacia el exterior” (Ruiz Durán:1999:16) 117
Visto en perspectiva, las regiones abiertas implican un contexto más amplio en el que la globalización se manifiesta de diversas formas. Anotan Borja y Castells: “La globalización de la economía hace depender la riqueza de las naciones, empresas e individuos de los flujos de capital, de cadenas de producción y distribución y de unidades-gestión que se interrelacionan en el conjunto del planeta, socavando por tanto la especificidad de un determinado territorio como unidad de producción y consumo” (Borja y Castells, 1997:11).
Esta caracterización aparece como un determinismo fatal al destacar la preponderancia y dominación de lo global sobre lo local; sin embargo las cosas operan de una forma más compleja, donde es posible que el territorio y las dimensiones regionales de la sociedad asuman retos competitivos que abran las posibilidades de incidir con éxito en el contexto de la global. Borja y Castells hablan de una dialéctica necesaria entre lo global y lo local: “En la perspectiva que tratamos de plantear en este libro, la articulación entre sociedad y economía, tecnología y cultura en el nuevo sistema puede realizarse más eficaz y equitativamente a partir del reforzamiento de la sociedad local y de sus instituciones políticas. Lo global y lo local son complementarios, creadores conjuntos de sinergia social y económica, como lo fueron en los albores de la economía mundial en los siglos XIV-XVI, momento en que las ciudades-estado se constituyeron en centros de innovación y de comercio a escala mundial” (Borja y Castells: 1999:14)
Si bien la fuerza de la globalización le puede generar a los niveles regionales de la sociedad severas dificultades para su funcionamiento, también es cierto que la sociedad regional organizada puede constituir a partir de una estrategia competitiva una respuesta exitosa a los desafíos y dificultades que implica la sociedad de los flujos internacionales. Tres temas principales abarcan, según estos autores, la consideración del nivel local: “La importancia estratégica de lo local como centro de gestión de lo global en el nuevo sistema tecno-económico puede apreciarse en tres ámbitos principales: el de la productividad y competitividad económicas, el de la integración sociocultural y el de la representación y gestión políticas”. (Borja y Castells; 1999: p. 14)
Como puede detectarse estos autores no incurren en el error de ver la globalización sólo como un proceso eminentemente económico, ni tampoco la observan como la tendencia vertical de un solo sentido y sin interacción con los otros niveles espaciales. Con su caracterización abren las alternativas para que las regiones busquen nuevos caminos para cimentar su desarrollo en el nuevo contexto internacional. 118
La crisis del Estado Nación Manuel Castells considera que el Estado contemporáneo es incompetente: “los gobiernos nacionales en la era de la información son demasiado pequeños para manejar las fuerzas globales, pero demasiado grandes para manejar la vida de la gente”. (Castells, 1999: 302)
La crisis del Estado-Nación radica en que sus fuerzas son reducidas para enfrentar los procesos globales que implican los flujos de la sociedad red. Y afirma que la pérdida de legitimidad ante a las demandas regionales de descentralización puede profundizar su crisis: “...el estado nación para sobrevivir a su crisis de legitimidad frente a la “mayoría”, va cediendo más poder y recursos a los gobiernos locales y regionales. Al hacerlo, cada vez es menos capaz de igualar los intereses de las diversas identidades y grupos sociales representados en el estadonación general. Así pues, el aumento de las presiones sociales amenaza el equilibrio de todo el estado. La creciente incapacidad del estadonación para responder a tales presiones, a causa de la descentralización de su poder deslegitima aún más su papel protector y representativo frente a las minorías discriminadas. En consecuencia, estas minorías buscan refugio en sus comunidades locales, en estructuras no gubernamentales de autocontrol. Así pues, lo que comenzó como un proceso de relegitimación del estado mediante el paso del poder nacional al local, puede acabar profundizando la crisis de legitimación del Estado-nación y la tribalización de la sociedad en comunidades construidas en torno a identidades primarias”. (Castells, 1999: 304)
Algunas dificultades que registran las regiones para alcanzar su desarrollo es que los viejos estados nacionales no controlan los procesos globales, lo que limita las posibilidades de incidir sobre los factores globales. No obstante, en las regiones se entiende que para poder desarrollarse requieren de mayor autonomía y descentralización del estado nacional, por lo que se convierten en promotores de un federalismo promotor de la libertad de negociación de los niveles locales y regionales con el resto del mundo para poder sustentar su desarrollo. La coherencia de la política de desarrollo local debe implicar un trabajo serio respecto a la forma en que se elabora. El proceso de construcción de la política debe marcar una ruptura con el tipo de planeación vertical del desarrollo tipo arriba-abajo, centro-periferia, capital-provincias, estados-municipios para construir un proceso inverso que recoja de abajo a arriba, de la periferia al centro, de las provincias a la capital y de los municipios a los estados, el interés de los integrantes de la nación a partir de sus lugares de vida y de trabajo. En este sentido los autores italianos Bianchi y Miller afirman: 119
“El desarrollo se relaciona con la capacidad de crear un círculo virtuoso entre el estado y la sociedad civil, a fin de fomentar el cambio de las relaciones económicas y sociales, sin fracturar los vínculos ya existentes, sino más bien, moldeándolos a fin que se adecuen a las nuevas condiciones externas” (Bianchi y Miller, 1999; 51)
De hecho las estrategias de desarrollo regional más adecuadas son aquellas que toman en cuenta a los actores locales; los modelos de planeación horizontal son los más adecuados para promover el desarrollo. Un paradigma heterodoxo El geógrafo Michael Storper (1997) en un texto sobre la teoría moderna del análisis regional, sostiene que el desarrollo territorial en una economía global depende de la articulación de lo que denomina “la santísima trinidad del paradigma heterodoxo”. Destaca que las economías regionales dependen en gran parte del conglomerado de relaciones de cooperación que articulan valores que la economía aprovecha. Y destaca tres dimensiones: organización, tecnología y territorio. Respecto de la organización, señala los encadenamientos que facilitan las transacciones; las relaciones que articulan los de insumos y productos y los límites de las empresas. En cuanto a la tecnología la destaca como una dimensión que importa en la medida que permite niveles de estandarización de procesos y productos, en función de la posibilidad de tecnologías que permitan las economías de variedad a partir del modelo flexible. Los territorios los define en relación a la geografía de las transacciones y los encadenamientos productivos, por la capacidad de contener complejos industriales articulados y por las economías externas de escala y alcance. A las relaciones entre estas tres dimensiones, incorpora las propuestas de espacio económico, de geografía de las empresas en el sistema de producción y la geografía de la innovación. Y retoma la convención de que la tecnología y el cambio tecnológico constituyen uno de los principales motores de los desarrollos territoriales. Además reconoce que el ascenso y la caída de los productos y de los procesos de producción impactan a los territorios. Retoma las propuestas de la economía institucionalista y afirma que la importancia de la organización es un aspecto medular para la reducción de los costes de transacción. En ese sentido las empresas son, en parte, estructuras transaccionales. Una crítica que Michael Storper hace a la economía convencional es que ésta sigue viendo los sistemas económicos como máquinas donde se articulan de forma mecánica insumos y productos. En tal marco los actores no existen o tienen definidos roles mecánicos. A partir de aquí se 120
desprende su propuesta de paradigma heterodoxo donde la producción de valor es concebida como un producto de las relaciones sociales. “Este enfoque de la mecánica del desarrollo económico puede ser ahora complementado por otro, donde la metáfora principal es ver la economía como relación social, es decir, los procesos económicos implican conversaciones y coordinaciones, los sujetos de los procesos económicos no pueden ser vistos como factores mecánicos sino como actores humanos reflexivos, los actores individuales y colectivos no conciben la naturaleza de la acumulación económica solamente como valores materiales, sino como relaciones de valor. Las economías regionales en particular y los territorios integrados en general, serán redefinidos aquí como stocks de relaciones de valor. (Storper; 1997: 28)
El desarrollo territorial podría replantearse considerando las tres dimensiones articuladas de organización, tecnología y territorio. En suma, la organización es concebida desde la perspectiva de las interdependencias no comerciales y desde los encadenamientos de relaciones; la tecnología como el espacio donde se determina la posibilidad de la codificación del conocimiento que se traduce en avance productivo regional; y el territorio es incorporado al esquema como una geografía de interdependencias no comerciales, de relaciones y convenciones. En este nivel se alude a las especificidades regionales de ventajas relacionales. En el centro de esta metáfora económica territorial están los productos y la competencia. Las relaciones entre tecnología y organización se ven ahora como lo que determina el mundo de la producción y la innovación. Yentre organización y territorio se generan los mundos de la producción regional. De manera que la relación entre tecnología y territorio le permite al autor proponer los mundos de la innovación regional. (Storper, 1997:42) Se trata de propuestas integrales para el desarrollo regional. Hacia una política integral de desarrollo regional Gilberto Giménez cita en su trabajo sobre la región cultural, un informe de investigación realizada por un grupo de estudiosos europeos, los cuales afirman que los objetivos de desarrollo regional que debe plantearse un país se concentra en seis puntos: “Mantenimiento y fortalecimiento del federalismo, reducción de las disparidades regionales indeseables, autonomía y diversidad sociocultural, estabilidad económica de las regiones, crecimiento del conjunto de la economía nacional, protección del paisaje y del medio ambiente.” (Giménez: 2000:47)
Una política de desarrollo regional, según esta visión, debería perseguir los objetivos básicos: reducción de las desigualdades regionales indeseables a través de una política de redistribución, para buscar la 121
estabilidad económica de las regiones a través de políticas que salvaguarden los empleos existentes y que incluso se generen nuevos; buscar el crecimiento del conjunto de la economía nacional, en tanto se considera que ningún desarrollo regional puede realizarse independientemente del desarrollo del conjunto del país. De manera que la protección del medio ambiente y del paisaje para salvaguardar los fundamentos naturales de la existencia y mantener el equilibrio ecológico, resultan una necesidad, así como la autonomía y la diversidad socio-cultural, con el propósito de promover la identidad regional y mantener vivo el patrimonio cultural y por último mantener y reforzar el federalismo con el fin de reforzar la unidad nacional como condición de la estabilidad política (Giménez, 2000:48). Por otro lado Sergio Boisier sostiene que para cimentar una estrategia que impulse el desarrollo regional habría que contemplar la articulación de seis factores que considera centrales: actores, cultura, recursos, instituciones, procedimientos y entorno (Boisier, 1999:51). Para Vázquez Barquero los objetivos de política de las comunidades para enfrentar la globalización es el impulso de un modelo de desarrollo de tres dimensiones para “…conseguir el desarrollo sostenible y duradero, por lo que tratan de potenciar las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo. Las iniciativas locales se ven abocadas a conjugar la eficiencia en la asignación de los recursos públicos y privados, la equidad en la distribución de la riqueza y del empleo y el equilibrio medioambiental del territorio" (Vázquez, Barquero; 1999:45-46)
Benko y Lipietz, en una idea sobre las regiones que ganan apuestan por un proceso que destaca a la organización y a la cooperación, como elementos que pueden explicar el éxito, dice: “En resumen, algunas ciudades tienen más éxito que otras porque lo merecen, porque la vida económica o cultural es allí más activa, porque los ciudadanos adoptan una actitud más cooperativa o más concertada. De eso se deduce que la jerarquía espacial es el resultado no la causa: todas las ciudades podrían ser igualmente prósperas si lo hicieran igualmente bien” (Benko y Lipietz: 1994:25)
Por último como una recomendación de política regional, Ruiz Durán sugiere: “Una estrategia política para el desarrollo local ya sea perseguida por gobernantes locales y regionales o por el Estado nacional debería nacer del reconocimiento de las peculiaridades de los diferentes sistemas locales y de las relativas situaciones de desarrollo que configuran el territorio del que ellos tienen la responsabilidad política, con el fin de definir iniciativas a la medida para cada una de ellos”. (Ruiz Durán, 2004: 43) 122
Conclusiones Incorporar la dimensión espacial al análisis es insoslayable para comprender de manera directa la forma en que funcionan los procesos económicos en los territorios. Además, los niveles meta y meso son un punto de partida sustantivo, en virtud de que en términos reales no existe la homogeneidad del espacio económico; deben sentarse bases para el diseño de políticas más centradas en la revitalización de las regiones, a fin de combatir las disparidades sociales en el territorio. La teoría del desarrollo endógeno es un aporte para la comprensión de los mecanismos que pueden impulsar el desarrollo local y regional, a partir de modelos de planeación política, elaborados desde abajo, incorporando a los diversos actores sociales de las regiones. No se trata de alcanzar un objetivo común de industrializar a todas las regiones. Más bien, la idea tiene que ver con aprovechar el potencial de crecimiento y desarrollo existente en cada espacio local o regional, con la intención de promover la organización de los actores mediante procedimientos de trabajo de equipo y discusión colectiva que coadyuven en elevar la cooperación y la sinergia regional. En este sentido, se pueden generar múltiples rutas para el desarrollo económico como la apertura de opciones agrícolas, ganaderas, turísticas, industriales, comerciales y de servicios, para constituir posibles caminos de cambio que inicien programas de políticas específicas de estímulo al desarrollo desde abajo. Está demostrado que los procesos de innovación tanto en la organización del trabajo, en la generación de nuevos productos y nuevos procesos en el territorio, son llaves del desarrollo. De suerte que la integración social y la labor contra la exclusión para enfrentar a la pobreza, deben articularse para generar mejores mecanismos que activen el mecanismo de la confianza e incentivar la formación del capital social en las poblaciones de la región. El estudio de las cuestiones regionales y la generación de conocimiento sobre el desarrollo en esos niveles espaciales ya no admite más demoras. Se trata de generar nuevas alternativas de desarrollo, sobre todo cuando el estado nacional ha perdido potencia ante los procesos de globalización y descentralización que ocurren por arriba y por debajo de su poder. Las localidades y regiones debieran afinar sus estrategias ante los nuevos retos que impone la sociedad global, a partir de organizar en sus territorios procesos políticos que activen sus potenciales, por medio de la incorporación, y no la exclusión, de todos sus actores sociales. Bibliografía 123
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(…) que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante español para conversar sobre América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia Africa, que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago, que reaparecieron en la Costa Oeste investigando al FBI con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos, que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo, que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Alamos aullaban por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba, que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos, que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e intoxicación, que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos, que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo, que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos, caricias de amor atlántico y caribeño, que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir…
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