Revista Arenas No. 30

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PRESENTACION En esta edición 30 de ARENAS, nuestra primera entrega del año 2012, nos complace contar ya con el registro oficial ISSN, que es un reconocimiento nacional e internacional a nuestra publicación, otorgado por vía del Centro Nacional ISSN México, del Instituto Nacional de Derechos de Autor (INDAUTOR). Luego de un largo proceso de gestiones institucionales que implicó obtener primero el Certificado de Reservas de Derechos al Uso Exclusivo a fines del 2010 y su refrendo un año después, en 2011, tal organismo ahora nos otorgó oficialmente el ISSN número 2007-2333, mismo que exponemos en nuestra Revista Sinaloense de Ciencias Sociales. La distinción es para la Universidad Autónoma de Sinaloa y para la Facultad de Ciencias Sociales de Mazatlán. Por primera vez en su historia, la UAS tiene ya una publicación reconocida en este sentido, con el sustento que implica contar con el aval de una red internacional de la UNESCO. La responsabilidad es ahora mayúscula para la UAS y para quienes estamos involucrados en la realización de ARENAS, en especial para los docentes e investigadores de posgrado y la Maestría en Ciencias Sociales con Enfasis en Estudios Regionales. Nos congratulamos, por ello, de ser parte de un esfuerzo colectivo para hacer posible la realización periódica de un medio especializado de divulgación teórica y científica, con la colaboración de estudiosos de otros centros académicos de la UAS, del estado, del país y del extranjero. Para esta edición, abrimos con un muy riguroso, sólido y amplio ensayo sobre una de las temáticas en boga en los círculos académicos y mediáticos internacionales y nacionales: el Estado “fallido”. El doctor Carlos Antonio Flores Pérez, profesor e investigador del CIESAS- DF, especialista en el tema, echa una mirada honda y crítica sobre la cuestión y efectúa un recorrido histórico sobre los factores y causas del problema en lo que concierne a México y que destaca con precisión más bien como un “proceso de falla”, cuyo antecedente más notorio podría mirarse en la corrupción que “se institucionaliza” y “captura” instancias del Estado desde el sexenio de Miguel Alemán Valdés, el primer 7


gobierno civil mexicano del período post-revolucionario. El trabajo ofrece, además, datos reveladores sobre los nexos de ciertos políticos de esos tiempos con actividades ilícitas, lo cual coadyuva en la comprensión contextual del fenómeno del narcotráfico y el crimen organizado en el país. En una colaboración que también nos honra, la doctora Catherine Héau Lambert, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) de la UNAM, presenta un trabajo de sugerente título sobre “el narcocorrido en internet”. Especializada en el género del corrido, integrante del seminario permanente de “Cultura y Representaciones Sociales”, que coordina Gilberto Giménez en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Catherine Héau cuestiona sobre si la efervescencia y la polémica de altos tonos del narcocorrido en las redes del ciberespacio, son en realidad una especie de “detonador” de la violencia. Y diserta sobre cuestiones que implícita y abiertamente se exhiben en torno a tal música, como racismo, machismo y complejos de superioridad de sus autores y “fans”. Por cierto, aprovechamos para saludar la visita a Mazatlán de Catherine Héau y Gilberto Giménez, quienes impartirán sendos cursos durante los primeros días de marzo del 2012 en la Maestría en Ciencias Sociales. Marco Núñez González, alumno precisamente de la Maestría, colabora con un texto sobre la extrema violencia contenida en el llamado corrido alterado o “enfermo”, con apuntes respecto de la construcción del imaginario musical y social del sicario, el criminal que desde las sombras sociales llega incluso a ser un referente de admiración en el sórdido ámbito del crimen. Luego, dos jóvenes latinoamericanas, valientes y creativas, describen el argumento general de su perspectiva sobre la coca y la cocaína, desde una trinchera muy especial: el arte cinematográfico. Como parte de sus estudios en la Universidad de las Artes de Berlín, en Alemania, Natalia Pavía Camargo, de Colombia, y Alina Rojas Sotres, de México, se dieron a la tarea de realizar un filme de “no ficción” muy peculiar: el recorrido de la cocaína, contemplando y disertando en torno a su cultivo, su tránsito y hasta su consumo, pero en el sentido de su periplo inverso: desde Estados Unidos hacia las muy exclusivas y fértiles zonas cocaleras de Colombia, cruzando fronteras y pasando 8


obviamente por México (Culiacán y Mazatlán incluidas) y otros lugares de su larga travesía. Describen aquí, grosso modo, el argumento fílmico sobre The Cocaína Project, que resulta relevante e ilustrativo. Enseguida se efectúa un acercamiento a uno de los productos que se insertan o que son parte del fenómeno de la narcocultura. El profesor Ismael Alvarado Vázquez, investigador de la Facultad de Ciencias Sociales, observa, apunta y describe algunos rasgos y comportamientos sociales de los llamados buchones; y cuestiona su cada vez más notoria, grosera y “bárbara”, dice, pertenencia a ciudades como Mazatlán. Dentro de la temática relacionada con el problema del crimen organizado en México, que alcanzó una suerte de clímax en este sexenio que se va, cerramos con un ensayo punzante y mordaz donde se reflexiona sobre la urdimbre ideológica subyacente en la narcocultura, que ha incidido de manera inobjetable en el hábitus de una población, en distintos niveles, en el contexto de la trayectoria histórica del fortalecimiento del tráfico de drogas ilícitas en América Latina y México. Por último, saludamos en especial la colaboración del investigador Antonio Corrales Burgueño, quien con un trabajo elaborado ex profeso para esta edición de ARENAS, analiza y reflexiona muy puntualmente sobre una de las grandes tareas y retos de la Universidad, en el marco de los horizontes y exigencias que marcan los tiempos de la globalización. El doctor Corrales Burgueño, Rector de la UAS y especialista precisamente en cuestiones de educación, con fundamentos teóricos, propuestas, argumentos e indicadores de por medio, se refiere en específico a la necesidad de la regionalización e integración del posgrado en las instituciones de educación superior como la Universidad Autónoma de Sinaloa. En este número 30 de nuestra publicación, que por supuesto resulta gratificante por haber alcanzado un reconocimiento significativo para la UAS y para la propia revista ARENAS, nos enorgullece también que en este rumbo nos acompañe el artista Lenin Márquez Salazar, representativo, qué duda cabe, del mejor arte plástico de Sinaloa. Sugerente la temática primordial de sus colecciones y cuadros, en Lenin hay más que dechados de dibujo, 9


color, pintura, filigrana, oficio, maestría y técnica. En el artista sinaloense se han tejido intensos hilos de urdimbre y relación con el tenso mundo sociocultural que le ha tocado ver y sentir, como parte de una realidad histórica y del imaginario colectivo de una sociedad. Sin ambages, se ha dedicado a pintar, con la destreza técnica de un creador con gran dominio de su arte --vaya aparente paradoja--, a la sangre, a la violencia y a la muerte como un compromiso vital, el de un artista de su tiempo entregado precisamente a la vida. Nery Córdova

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LA LÓGICA DEL BOTÍN: DE LA COOPTACION DEL ESTADO Y EL ESTADO “FALLIDO”

Carlos Antonio FLORES PÉREZ • Introducción •

Investigador del CIESAS-DF. Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Autor, entre otros, de los libros El Estado en crisis: crimen organizado y política, Ed. CIESAS, México, 2009; Police and public security in México, Ed. Transborder Institute/Justice in México Project, Universidad de San Diego, 2010; coautor de Delincuencia organizada y sistema acusatorio, publicado en Colombia, 2004. Miembro del SNI. 11


En México, la violencia asociada a la delincuencia organizada, que ronda ya los 40 mil homicidios presuntamente relacionados con esta actividad, 1 ha abierto una discusión que se ha vuelto recurrente sobre la caracterización del Estado mexicano como fallido o en riesgo de falla. Resulta paradójico que, a pesar de la seriedad del tema en debate, las más de las veces no se aprecia que éste trascienda la mera opinión de los participantes, sin mayores explicaciones teóricas ni metodológicas. No es de extrañar si se considera que también en el ámbito internacional, el concepto de Estado fallido ha sido empleado con frecuencia sin mayor fundamento explicativo e, incluso, para hacer referencia a fenómenos muy diversos. El presente ensayo argumenta que el concepto de falla del Estado sólo puede tener relevancia, tanto en términos cognitivos como prácticos, si se hacen explícitas las concepciones teóricas que justifican su empleo y la naturaleza o modalidad específica que determina ese proceso de falla. Resalta la necesidad de abordarlo como un proceso dinámico, que puede revertirse o puede empeorar en función de medidas concretas, no como un mero calificativo derogatorio y estático ni como sinónimo de colapso absoluto del Estado. Pretende demostrar además que en el caso mexicano, un aspecto crucial para comprender la falla de aspectos clave del Estado ha sido la captura de circuitos y áreas institucionales por intereses delictivos, auspiciados con frecuencia por los propios servidores públicos encargados de velar por el interés colectivo. La implantación de estos intereses en las instituciones ha obstruido sus funciones y generado graves desviaciones respecto a lo que en principio se espera de ellas. Este proceso de captura del Estado es visto a partir del concepto de “reconfiguración cooptada del Estado” (Garay, et al, 2008: 49-59), en el que un grupo de actores 1

Según datos oficiales publicados en enero de 2011, 34,612 muertes en el periodo comprendido entre el 1° de diciembre de 2006 y el 31 de diciembre de 2010 (Datos también oficiales registran ya, para el final de 2011, una cifra de un poco más de 47 mil muertes. Nota del editor). 12


públicos y no públicos, con intereses compartidos de índole ilícita, se valen de diversas estrategias para utilizar en su favor los recursos del Estado, determinando u obstaculizando el diseño y funcionamiento institucional. Para ilustrar el proceso, se expondrá el caso de la captura de instituciones del Estado por intereses ilícitos en Tamaulipas, durante el sexenio de Miguel Alemán, y las consecuencias que las designaciones y la dinámica implantada tendrían en los años siguientes en el incremento exponencial de las actividades ilícitas del contrabando y el tráfico de drogas. El periodo de la investigación es de 1947 a 1960. Se parte de la perspectiva propia de la corriente institucionalista-histórica de la ciencia política; en especial, de la concepción del “camino-dependiente” (pathdependence) según la cual, eventos, decisiones y prácticas que ocurrieron o se adoptaron en etapas tempranas de la evolución institucional con frecuencia influyen hondamente su posterior desarrollo, dificultando en extremo la ruptura de los precedentes establecidos y opacando el horizonte de cursos a seguir (Pierson, 2000: 251-267 y Pierson y Skocpol, 2002: 693-721). La investigación histórica se realizó a partir de documentos del Archivo General de la Nación, de los fondos documentales DFSIPS y en los archivos presidenciales de los gobiernos de Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos. En la Hemeroteca Nacional, también, se consultaron periódicos de entre 1947 y 1960. La falla del Estado, origen conceptual y dilemas El término “Estado fallido” apareció por primera vez a principios de los 90s, en un trabajo donde los autores (Helman y Ratner, 1993) se referían a Estados agudamente incapaces de conservarse a sí mismos como parte de la comunidad internacional, dado que estaban muy afectados por disturbios civiles, deterioro gubernamental y económico. Señalaban además que la creciente violencia y anarquía que les afectaba suponía una situación de riesgo para su población y la seguridad de los Estados vecinos. 13


El concepto recibió bastante atención tanto en los ámbitos académicos y de seguridad. En el primer caso, por ejemplo, la John F. Kennedy School of Government, de la Universidad de Harvard y la Fundación World Peace desarrollaron un proyecto conjunto para evaluar y categorizar el fenómeno de naciones en proceso de implosión (Rotberg, 2004: IX). En el segundo, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) desarrolló dos amplios estudios para analizar el proceso de falla del Estado y sus causas (Rotberg, 2003). La raíz de estas investigaciones, sin embargo, puede trazarse en años previos, cuando diversos investigadores del campo de la ciencia política advirtieron notables divergencias entre diversos Estados, no sólo en términos de régimen político, sino en aspectos estructurales que apuntan a la capacidad de gobierno que estos evidenciaban. Al respecto pueden consultarse, por ejemplo, los trabajos de Huntington (1972: 13-19) o Buzan (1988: 14-27). Hacia finales de los años noventa, este tipo de estudios cobrarían un auge renovado, entre otras razones, por el fin de la Guerra Fría. La multiplicación de conflictos domésticos de diversa naturaleza y magnitud puso en evidencia la profunda disfuncionalidad de las estructuras de autoridad de múltiples países. Sin las anteojeras a conveniencia de la antigua lógica bipolar, el autoritarismo, la corrupción reinante y la continua violación de derechos humanos prohijaban la reproducción de condiciones constantes de confrontación. Desde luego, todos estos elementos estaban ya presentes con anterioridad en esos mismos países, con mucho arraigo en sus dinámicas políticas y estructuras sociales, pero fueron tolerados e incluso reforzados artificialmente a partir del apoyo a los gobiernos en turno, con frecuencia brutales e ilegítimos, a cambio de su alineación y colaboración con los principales participantes en la confrontación Este-Oeste. Sin embargo, a la luz de los nuevos tiempos, la perspectiva se transformó para ubicarlos como serios impedimentos para la estabilidad del orden internacional y el mercado global. En consecuencia, las burocracias de seguridad de los países hegemónicos, aquellos en condiciones de proyectar hacia el exterior su poder nacional, absorbieron cada vez más la investigación sobre los procesos de falla del Estado (Tokatlian, 14


2008: 70-72), con frecuencia, en colaboración con centros de investigación académica vinculados con las mismas pero, desde luego, con un fin práctico, a partir de sus propios intereses y concepciones. Las preocupaciones de otros actores quedaron más o menos eclipsadas, derivadas de las múltiples crisis humanitarias producto de la violencia y la incapacidad de diversos Estados por remontar condiciones de creciente caos. A partir de 2001, la dinámica internacional generada luego de los ataques del 9/11, potenció la pretensión interventora de los centros de poder ante el fenómeno del Estado fallido, considerado ahora como una amenaza a los intereses hegemónicos, e incluso como santuario de terroristas. Más allá del potencial riesgo de intervención que el uso del concepto Estado fallido implica, cuando aparece en boca de organismos de seguridad de países con mayor historial de injerencia en los asuntos de otras naciones, lo cierto es que, aún en el ámbito académico, su referencia es tan frecuente como vago el sentido con que se le emplea. Desde luego que existen trabajos donde se le aborda con mayor rigor teórico, como el ya citado de Gros (1996), Carment (2003), Rotberg (2004), Bates (2008) o Lemay-Hebert (2009), por mencionar algunos. Pero la mayor parte de esa literatura está constituida por estudios de caso, donde se describen situaciones que han desbordado la capacidad de respuesta del Estado, desde la hambruna hasta el genocidio o la guerra civil, pero sin mayor clarificación de los conceptos y las premisas teóricas empleadas. Incluso, sin hacer referencia explícita al mismo, más allá del título. En el primer caso, puede revisarse el trabajo de Ghani y Lockhart (2008). En el segundo, el de Grayson (2010), que es el único que aborda el caso de México, pero sin mayor fundamentación teórica. 2 Por supuesto, esto no va en desdoro de semejantes 2

En el caso de México, prácticamente no se aprecia una construcción teórica para abordar el análisis, a la luz de la polémica suscitada respecto al riesgo de falla del Estado en este país. La mayor parte de la literatura consiste en debates mediáticos o a lo más, en escritos de corte ensayístico que reflejan exclusivamente la opinión de sus autores, quienes confirman 15


trabajos, pero tal situación no contribuye a clarificar la precisión ni el sentido del concepto que aquí nos ocupa. Los intentos por construir metodologías consensuadas para evaluar al Estado fallido a partir de referentes concretos tampoco han gozado de la mejor de las suertes. Incluso, su aplicación puede mostrar la discrecionalidad en su adjudicación. Por ejemplo, Logan y Preble (2008) evidenciaron lo anterior al referir un estudio desarrollado por la CIA, para contabilizar el número de Estados fallidos en el periodo comprendido entre 1955 y 1998. Cuando la definición operativa se restringía a aquellos casos en los que el Estado central hubiera colapsado por varios años, el número de casos era 20, lo que es insuficiente para establecer alguna correlación estadística. Con una definición más amplia, la cifra se incrementaba a 114, incluyendo por ejemplo realidades tan dispares como las de China, Egipto, Irán, Iraq, Indonesia, Israel, Filipinas, Sierra Leona y Turquía. Más aún, en el Índice de Estados Fallidos 2009, elaborado por la Fundación para la Paz, tan sólo 13 países en todo el mundo (Noruega, Finlandia, Suecia, Suiza, Irlanda, Dinamarca, Nueva Zelanda, Australia, Holanda, Austria, Luxemburgo, Canadá e Islandia) estaban ubicados en la categoría “sostenible”, la más alta de todas y, por definición, la única satisfactoria. Con una condición de falla “moderada” estaban incluidos varios países desarrollados, como Francia, Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unidos; mientras que en situación de “advertencia” se ubicaba casi toda Latinoamérica. Muchos estados de África, Medio-oriente y el Sudeste Asiático, eran caracterizados como en situación de “alerta” (Fund for Peace, 2009). La lógica del análisis de la fortaleza y debilidad del Estado, que subyace al tema del Estado fallido, implica la existencia de diversas graduaciones que se ubican a lo largo de un continuum, entre las categorías extremas del Estado fuerte y sostenible y aquel en condiciones de colapso total. Estas incluirían por lo menos las

o niegan la falla del Estado en México, pero sin conceptualización o referente empírico sistemático. 16


categorías del Estado débil y el Estado fallido, en sentido gradual de debilitamiento (Carment, 2003: 409). Sin embargo, a partir de los resultados de los esfuerzos cuantitativos referidos, así como de otros que muestran paradojas similares, resulta inevitable considerar con cautela la posibilidad de establecer umbrales claros entre las diversas categorías, así como la inexorable caracterización de un caso, pues ésta varía según las definiciones operativas y los indicadores seleccionados en el análisis. Puede ser relativamente fácil distinguir entre un Estado fuerte y uno colapsado, pero no lo es determinar en qué punto un Estado débil se convierte en uno fallido. Con semejantes antecedentes, no causa sorpresa que el concepto de Estado fallido genere amplia polémica, cuando no rechazo. Pero a pesar de todo lo anterior, y con todas las reservas que las limitaciones antes expuestas imponen, la lógica del análisis de la falla del Estado puede resultar útil, si se explica la base teórica que lleva a su empleo y se le aborda como un proceso dinámico, con características cualitativas, que denotan una desviación profunda del Estado a la luz de sus propios términos de referencia, en lugar de aludir a una categoría específica e inconfundible, establecida sólo a partir de criterios de grado. A menos que el colapso estatal sea absoluto –cuestión en realidad poco frecuente–, es muy improbable que se alcance el consenso respecto a si un Estado es fallido o no. En ello intervienen tanto divergencias definicionales y metodológicas como cuestiones de naturaleza meta-epistémicas. Pero comprender las diversas dinámicas que constituyen referentes de, o que conducen a la falla del Estado, resulta de utilidad indudable, como paso necesario para evitar mayor deterioro estatal o su reversión, sea que un país haya ya alcanzado semejante condición o no. Contribuir en tal sentido a la reflexión es el propósito del siguiente apartado. La falla del Estado De acuerdo con la propuesta de Rotberg (2004: 2-4), es el desempeño del Estado en la provisión de bienes políticos a su población el que determina la diferencia entre un Estado fuerte, débil, fallido o colapsado. Estos bienes son complejos y variables, 17


pero se pueden integrar con propósitos analíticos en tres categorías jerárquicas. La primera es la seguridad, que constituye la piedra angular de existencia del Estado en sentido weberiano. La seguridad que provee el Estado tiene pretensiones integrales: garantiza la soberanía territorial frente a amenazas externas, pero también genera condiciones internas de certidumbre, de orden normativo, de garantías en la protección vital y patrimonial de la sociedad, sin las cuales la vida comunitaria sería impensable. La segunda integraría libertades civiles y políticas, derechos humanos y, en general derechos de inclusión en el entramado sociopolítico y, aunque Rotberg no lo anota, debería añadirse económico. Esta dimensión no es menos relevante, pero es difícil que pueda cumplirse sin la preexistencia de la anterior. La tercera categoría sería la provisión de infraestructura y servicios públicos. Aunque esta última no constituye en sí un elemento constitutivo del Estado, las expectativas de las sociedades contemporáneas le atribuyen a éste un papel fundamental en su generación, sea como provisor directo o como coordinador de acciones privadas. El proceso que caracteriza a la falla del Estado estaría entonces determinado por la provisión deficiente y crónica de una o más de estas categorías de bienes políticos, respecto a su población. Desde luego, entran aquí diferencias no sólo de grado, sino de sustancia y jerarquía: un Estado puede ser subdesarrollado en términos de provisión de infraestructura que ofrece a su población, pero no por ello evidenciar un proceso hondo de falla del Estado. Para que ésta se presente la deficiencia no tendría que depender sólo de la limitación en recursos públicos para generar infraestructura, sino en desviaciones cualitativas profundas en las otras dos dimensiones, que obstaculizan el funcionamiento de la última. Así, por ejemplo, la mala calidad de la infraestructura provista por el Estado puede derivarse de una ausencia material de recursos para invertir, o también de la corrupción endémica dentro de las instituciones gubernamentales. Mientras que en el primer caso el problema se podría restringir a una cuestión de pobreza y subdesarrollo, en el segundo, la desviación profunda del funcionamiento estatal en aspectos de relevancia estructural estaría determinando el desempeño deficiente. 18


La falla del Estado, como incapacidad crónica para proveer a la población de bienes políticos fundamentales, puede derivarse al menos de cuatro escenarios no excluyentes entre sí: 1. Un desastre que colapsa la infraestructura y capacidad material del Estado para atender las demandas de su población. 2. Un factor exógeno que de igual manera colapse esa infraestructura (piénsese en el efecto de una guerra), o bien, que representa una demanda externa excesiva que sobrecarga las capacidades domésticas del Estado (considérese el efecto que en algunas naciones tiene el esquema punitivo de reprimir sólo la producción de drogas psicoactivas ilegales). 3. Una desviación crónica en el funcionamiento de las instituciones estatales en relación con los fines y lineamientos formales que les rigen, y 4. Una situación de conflicto interno violento que erosione de manera creciente las capacidades fácticas del Estado para proveer los referidos bienes y que, más aún, rompe con aquel de mayor jerarquía: la certidumbre que demandan todas las demás dimensiones de la vida comunitaria. La situación de violencia que ha asolado a múltiples regiones de México durante los últimos cinco años, guarda relación con tres de los escenarios expuestos, exceptuando al propio del desastre. Sin restar relevancia a la sobrecarga que representa para el Estado el esquema vigente de combate a las drogas psicoactivas ilegales – desequilibrado y contradictorio–, este trabajo se concentrará, a lo largo de las siguientes páginas, en mostrar el efecto de la captura de espacios institucionales, por parte de intereses criminales, en la desviación crónica de sus funciones que, según hemos definido ya, constituye una causa importante de un proceso de falla del Estado. Como se podrá ver, se trata no sólo de una insuficiencia de recursos materiales o de cualificación de personal para proveer a la sociedad de un bien político crucial –la seguridad–, sino de una profunda disfuncionalidad del Estado, en la que intereses ilícitos de actores públicos y delincuentes convencionales se han apoderado de instituciones estratégicas para obstruir y desviar su funcionamiento formal. 19


Reconfiguración cooptada del Estado El concepto de Reconfiguración cooptada del Estado está emparentado con aquel de captura del Estado, de manera que su mejor comprensión requiere abordar primero este último. En los primeros años de la década del 2000, analistas de los procesos económicos y políticos en los países de Europa del Este, comenzaron a apreciar un fenómeno que contradecía el resultado esperado tras diez años de la desarticulación de los regímenes comunistas: ahí donde se esperaba la consolidación de democracias liberales y la economía de mercado, el panorama ofrecía más bien regímenes profundamente corruptos y condiciones de competencia sesgadas a favor de grandes consorcios cuasi-monopólicos. Múltiples dependencias de gobierno y reguladoras se miraban subsumidas a la voluntad de poderosos empresarios surgidos de las propias filas de las burocracias estatales o ligadas a ellas, que en tal condición manipulaban instituciones y leyes en su propio beneficio y en detrimento del interés público (Hellman et al, 2000: 1-2). Con énfasis en la dinámica del mercado legal, el concepto de captura del Estado surgió para definir un tipo específico de corrupción institucional en el que alianzas informales entre servidores públicos y empresarios imponían lineamientos o acciones dentro de las instituciones, con el fin de beneficiar sus propios intereses, así fuera en perjuicio de las condiciones generales de competencia y del bien público. A través de pagos o beneficios materiales hacia los funcionarios públicos, estos intereses obtienen ventajas irregulares o ganancias al diseñar a su favor las normas e instituciones regulatorias, de manera que desde su origen, el resultado de su aplicación sesga las condiciones del mercado en su beneficio exclusivo (Hellman et al, 2001: 31). Estas prácticas constituyen un tipo de corrupción institucional más grave que aquella de tipo administrativo, como es el pago directo de sobornos para evitar u obtener el favor de la acción del Estado en casos concretos (Hellman et al, 2000: 1-2). En esta otra modalidad, la captura se establece de tal forma que aún la propia acción del Estado, bajo las normas vigentes, tiene por fin no la procuración del interés público sino el beneficio de intereses 20


estrictamente privados. En este caso, la corrupción se halla institucionalizada3 y, lejos de ser transitoria, la captura evita la adopción de reformas que podrían revertir su proliferación. Esta modalidad de corrupción pública suele instalarse en contextos donde coexisten la transformación profunda de los ordenamientos e instituciones políticas y una redistribución masiva de recursos económicos (World Bank, 2000: XIX). Pero, ¿qué sucede cuando una práctica semejante es desarrollada no por intereses legales sino criminales y se focaliza no en instituciones reguladoras de procesos económicos lícitos, sino en aquellas encargadas de reforzar las disposiciones normativas más esenciales del Estado? Es claro que el término de captura del Estado no es literal: éste es muy complejo y en ningún caso histórico actores individuales han estado en condiciones de imponer su interés privado sobre el conjunto de instituciones y dinámicas estatales. Sin embargo, si se asume la jerarquía de bienes políticos provistos por el Estado, el efecto de semejante práctica sobre instituciones ligadas con distinto tipo de bienes puede tener efectos devastadores para el Estado y la sociedad. La captura del Estado también puede concebirse en una dimensión de inseguridad jurídica, que no necesariamente está asociada a la regulación amañada de las actividades económicas, sino que puede identificarse en el manejo sesgado de los ámbitos de procuración de justicia, penales e incluso legislativos, en donde se pretende manipular el sentido de la norma o el funcionamiento institucional en beneficio de intereses delictivos. En países donde el monopolio de la violencia aún no consolida, es precario o deficiente y coexiste además una endeble institucionalidad del Estado de Derecho, los actores interesados en 3

También la corrupción administrativa puede estar institucionalizada. Sin embargo, por el condicionamiento y bloqueo intrínseco que implica la captura del Estado, se asume que su carácter pernicioso es aún mayor. La corrupción institucionalizada se entiende como estructuras y procesos que se han arraigado en la sociedad para obtener beneficios particulares. Ver Suárez, et al (2001), cit. en Garay, et al (2008: 35). 21


capturar al Estado o parcelas del mismo son múltiples y no se restringen sólo a empresas lícitas. En la medida en que se incrementan los actores con intereses captores, aumenta la dimensión respecto a la cual éstos desean ejercer influencia, lo que multiplica los espacios susceptibles de ser capturados, más allá de aquellos de orden económico. Algunos actores pueden ser criminales y, por ende, su interés básico es capturar instancias que les garanticen el mayor grado posible de impunidad, junto con la maximización de su ganancia ilícita. En condiciones agudas de debilidad estatal, la captura que semejantes actores promueven puede estar basada no sólo en la transferencia de beneficios materiales hacia funcionarios públicos coludidos, sino también en su mera intimidación vía la capacidad de violencia ejercida por los criminales (Garay et al, 2008: 18, 52-53, 55). La reconfiguración cooptada del Estado implica un proceso de captura estatal sofisticada, mediante el cual un grupo de interés se apodera de instituciones para reconfigurarlas de manera que sirvan en sustancia a sus propios objetivos, con independencia de la función formal y carácter público que posean. Se define como la acción de organismos ilegales o legales “que mediante prácticas ilegítimas, buscan modificar, desde adentro, el régimen político de manera sistémica e influir en la formación, modificación, interpretación y aplicación de las reglas de juego y de las políticas públicas, para obtener beneficios sostenibles y lograr que sus intereses sean validados política y legalmente, y legitimados socialmente en el largo plazo, aunque éstos no obedezcan al interés rector del bienestar social” (Garay et al, 2008: 96).

Cuando el móvil de esta práctica son intereses criminales, su racionalidad intrínseca es la búsqueda de la mayor ganancia posible con el menor riesgo de castigo penal. En este caso, el interés sustantivo del grupo captor implica la comisión de actividades ilegales que, en principio, están sujetas a un mayor grado de escrutinio social e incluso a mecanismos de regulación internacionales, de manera que la reconfiguración cooptada del Estado puede permanecer incompleta en sentido formal, sin que por ello se anule la premisa racional que guía su acción. Por ejemplo, una organización poderosa de traficantes de drogas 22


podría cooptar múltiples instituciones de seguridad y justicia, sea a través de la transferencia de beneficios materiales o de su capacidad de coerción, de manera que obtuviera un alto umbral de impunidad fáctica, pero resulta muy improbable que estuviera en condiciones de transformar de motu propio el sentido de las disposiciones penales en contra del tráfico de drogas, sin incrementar su exposición a la represalia internacional. Garay, et al (2008: 67-80), desarrollan una tipología de los distintos escenarios que pueden observarse en la captura de espacios institucionales, privilegiando el caso de los partidos políticos, vía fundamental para el acceso al poder en regímenes democráticos. Es preciso enfatizar que la reconfiguración cooptada del Estado se promueve desde dentro de las estructuras de autoridad, como medio para lograr su perdurabilidad. Pero en regímenes autoritarios donde el acceso al poder no suele pasar por lo electoral, las instituciones a cooptar no son necesariamente los partidos políticos. Esto es relevante para analizar el caso mexicano, en el que diversos elementos apuntan a que este proceso tuvo lugar en etapas tempranas de la consolidación del régimen post revolucionario, en instancias burocráticas que, dadas los rasgos centralistas de aquel, sentaron las condiciones para la consolidación de los intereses ilícitos de diversos grupos de actores públicos y delictivos, con presencia perdurable en diversas regiones del país y les garantizaron altos umbrales de impunidad en las décadas siguientes. Debido a la coincidencia histórica entre la implantación de estas prácticas y la consolidación del régimen y la simultánea creación de algunas instituciones de seguridad clave --la Dirección Federal de Seguridad, por ejemplo--, la reconfiguración cooptada del Estado parece constituirse a veces en una definición de origen y no de rediseño. Varias estructuras de gobierno parecen haber nacido sujetas a los intereses ilícitos de sus creadores. En otros casos, se trata del precedente de funciones que estos actores promovieron en instituciones ya existentes pero aún en proceso de consolidación. En una lógica que puede entenderse bajo la perspectiva teórica del path-dependence de Pierson y Skocpol (2002: 693-721), las prácticas de estos actores marcaron el desarrollo posterior de diversas dependencias y contribuyeron a 23


instaurar la corrupción dentro de ellas. Esta tendencia fue reforzada además por la continuidad temporal en su control hegemónico sobre las mismas, definido por el nombramiento de funcionarios afines a esos grupos de poder, en su titularidad o en jerarquías de mayor relevancia. Acciones semejantes contribuyeron a consolidar la discrepancia entre reglas formales y prácticas efectivas en diversas instituciones fundamentales del Estado mexicano y a acrecentar su disfuncionalidad respecto a su objetivo formal de velar por el interés público. La reproducción y agravamiento de estas condiciones, al conjugarse con el incremento del tráfico de drogas y la ruptura de los métodos tradicionales de control del Estado sobre el mismo, profundizaron las deficiencias y disfuncionalidades estructurales de un Estado débil (Flores, 2009: 325-326) que, en función de lo anterior, estaría evidenciando características propias de un proceso de falla del Estado en múltiples regiones del país. Todo esto se ilustrará en las siguientes páginas con la revisión de la dinámica del contrabando, el tráfico de drogas, las aduanas y las instituciones de seguridad y justicia, que se implantó entre 1946 y 1952. La camarilla de Miguel Alemán y la cooptación del Estado Varios factores que prohijaron la actual situación de violencia y agudo deterioro de la gobernabilidad tienen su origen muchas décadas atrás: se implantaron en etapas tempranas de la consolidación del régimen post-revolucionario, en un sexenio paradigmático de la corrupción institucional: el gobierno de Miguel Alemán, de 1946 a1952 (Niblo, 2001: 256-257). La perspectiva del círculo cercano a Miguel Alemán se aprecia fácil en una declaración de uno de sus principales allegados: en un arranque de candidez o cinismo, Fernando Casas Alemán expuso a la prensa que el 1° de diciembre de 1946, ellos, los cercanos al presidente, romperían una piñata y se vería qué habría de conseguir cada quien (Krauze, 1997: 539-540). La piñata a romper implicaba, como premio para el nuevo grupo en el poder --el primer gobierno civil desde la Revolución--, las canonjías y oportunidades de negocios, lícitos e ilícitos, que podían obtenerse 24


a partir del control del gobierno federal. Dadas las características del régimen en proceso de consolidación, estas oportunidades también se extendían a varios gobiernos estatales. Aunque a tantos años de distancia resulta improbable encontrar pruebas de esta corrupción en los términos propios de la justicia penal, las evidencias históricas apuntan a la existencia de una red de complicidades para sesgar la función de instituciones gubernamentales y favorecer intereses particulares de actores cercanos al presidente Alemán. En ocasiones, no sólo como peculado, tráfico de influencias o captura del Estado en términos tradicionales, sino incluso en acciones a todas luces ilegales, que hoy son concebidas como propias de la delincuencia organizada. La camarilla política de Miguel Alemán sería una de las más influyentes a lo largo de las siguientes cuatro décadas. Varios de sus miembros seguirían ocupando cargos públicos de primer nivel, con influencia a través de sus propios asociados (Gil y Schmidt, 2005: 49-57). Esta se expandiría a varias áreas del gobierno y las entidades federativas, pues la camarilla no se concentró sólo en el gabinete presidencial, sino que ocupó posiciones legislativas y gobiernos estatales. Es referencia aceptada que este grupo ha mantenido el control de las políticas financieras del país a través de personajes como Antonio Carrillo Flores, Antonio Ortiz Mena y los propios descendientes de este último (Gil y Schmidt, 2005: 52-54). Un correlato que no parece del todo apreciado es que esa misma camarilla mantuvo una fuerte influencia en la PGR, pieza estratégica para la contención –o auspicio– de actividades ilícitas. Por ejemplo (los siguientes datos biográficos corresponden a Camp, 1992, salvo que se especifique otra fuente), Carlos Franco Sodi, procurador de Justicia del DF con Alemán, sería nombrado titular de la PGR (1952-1956). Entre 1956 y 1958, ésta fue encabezada por José Aguilar y Maya, quien ya había ejercido el cargo de 1940 y 1946; fue compañero de gabinete de Alemán y alcanzó el gobierno de Guanajuato con su apoyo, durante su mandato presidencial. En 1958, el procurador fue Fernando López Arias, senador por Veracruz de 1946 a 1952 y amigo personal de Alemán (Gil y Schmidt, 2005: 55). López Arias sería relevado por Oscar Treviño Ríos, quien fuera subprocurador bajo su mando. 25


Siguió, en 1964, Antonio Rocha Cordero, jurista ligado a Gonzalo N. Santos (Santos, 1984: 777-778), en cuyo gobierno de San Luis Potosí fue procurador de Justicia y secretario general. Santos fue uno de los promotores de Alemán para la Presidencia de la República (Santos, 1984: 819-820), y también tenía estrecha relación con el procurador José Aguilar y Maya (Santos, 1984: 760-763). 4 Rocha también había sido procurador de Justicia en Tamaulipas, en 1948. Julio Sánchez Vargas se hizo cargo de la PGR en 1967; entre 1947 y 1952 fue magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Distrito y Territorios Federales, designado por Alemán. En 1971, Pedro Ojeda Paullada fue nombrado titular de la PGR. Aunque Camp resalta su relación personal con el entonces presidente, Luis Echeverría, diversas versiones señalan que inició su carrera con Miguel Alemán Velasco, hijo del ex mandatario, quien le habría abierto las puertas de la política. Lo cierto es que Ojeda Paullada es consejero activo de la Fundación Miguel Alemán (Fundación Miguel Alemán, A.C., 2010: 54), ha sido asistente asiduo a los homenajes luctuosos al ex presidente (Proceso, 1984) y ha mantenido una cercanía política notable con Alemán Velasco (Reforma, 1999). Tras el cambio de gobierno, en 1976, Oscar Flores Sánchez fue designado titular de la PGR. Había sido subsecretario de Ganadería durante el sexenio de Miguel Alemán, con el encargo expreso del mandatario de asumir el problema de la fiebre aftosa, junto con Raúl Mendiolea Cerecero. En este nuevo encargo de procurador, Flores Sánchez lo designaría titular de la Policía Judicial Federal. Según un informe 4

Según información contenida en los Archivos Nacionales de Estados Unidos, el cacique Gonzalo N. Santos, que ocupó múltiples cargos públicos incluyendo la gubernatura de San Luis Potosí, entre 1943 y 1949, estaba involucrado en tráfico de drogas y contrabando (Cedillo, 2007: 52). En esas mismas actividades estaría presuntamente involucrado también Miguel Alemán Valdés, junto con otros políticos de la época. El autor intentó obtener copia de los documentos citados en ese trabajo en los Archivos Nacionales de Washington. La respuesta del personal de esa institución fue que las referencias documentales citadas por Cedillo no eran suficientes para su localización. 26


de la DFS, fechado en 1978 y clasificado como “secreto”, el círculo cercano a Oscar Flores Sánchez, incluyendo a Mendiolea, estaba desde aquella época involucrado en la protección al tráfico de drogas, añadiendo que era imposible que Flores no estuviera enterado de semejantes actividades (AGN. DFS-IPS. Versión pública del exp. de Raúl Mendiolea Cerecero, DFS, Leg. 1, fojas 155-169). 5 Lo anterior no implica que durante todo este periodo la camarilla alemanista tuviera un control absoluto de la institución encargada de procesar los delitos federales, ni que todos los procuradores mencionados fueran meros subordinados de la misma, pero sí evidencia nexos políticos que tales personajes tenían respecto a Alemán y su grupo. Además del poderío económico que alcanzaron y de la virtual garantía de impunidad de su líder, dada su condición de ex presidente y las características propias del régimen, lo anterior también puede arrojar luz respecto a la causa por la cual múltiples hechos ilícitos, en los que varios miembros de dicha camarilla estuvieron involucrados, permanecieron impunes sin que la PGR investigara a profundidad o ejerciera acción penal alguna en su contra. Desde luego, la corrupción institucional del régimen postrevolucionario no fue invención del gobierno de Alemán. Casos significativos ya habían ocurrido antes. Así lo ha expuesto Gómez (2002), por ejemplo, respecto al origen de la fortuna del ex presidente y gobernador de Baja California, Abelardo L. Rodríguez, uno de los hombres más ricos de México. Rodríguez, político vinculado con el contrabando de licor y drogas psicoactivas (Gómez, 2002: 141-161) ocupó, por cierto, la dirección de Teléfonos de México, bajo el mandato de Alemán. 5

Además de incluir de nuevo a Mendiolea Cerecero como titular de la PJF, Flores Sánchez también era promotor de la carrera de José Carlos Aguilar Garza, coordinador de agentes del Ministerio Público Federal en Sinaloa, durante la “Operación Cóndor” de erradicación de cultivos ilícitos en ese estado, Durango y Chihuahua, quien luego ejercería la misma función en Tamaulipas. Estaba involucrado en la protección al tráfico de drogas, según el mismo documento. 27


Según un informe redactado en 1960 por el titular de la DFS, teniente coronel Manuel Rangel Escamilla (AGN, DFS-IPS, Versión Pública del Exp. de Miguel Alemán Valdés, DFS, Leg. 1, Fojas 33-37), Alemán y Abelardo Rodríguez brindaban protección al negocio ilegal del juego en máquinas tragamonedas en Baja California. Según consta en el mismo informe, otro implicado era el coronel Carlos I. Serrano. La corrupción estaba ya presente, pero es bajo la administración de Alemán que parece haber alcanzado una proliferación y sistematización centralizada sin precedente (Hansen, 1986: 219 y Krauze, 1997: 555-557). A pesar de la escasa investigación histórica sobre el tema (Niblo, 2001: XVIIXXIII), es un hecho aceptado que la administración de Alemán permitió de manera amplia el enriquecimiento de varios de sus miembros y que varias de las fortunas más fuertes que persisten hasta nuestros días, se acrecentaron durante la época, gracias a la relación con el entonces presidente (Niblo, 2001: 207-215). Por ejemplo, en un informe fechado en 1959, sobre Enrique Parra Hernández, uno de los amigos y colaboradores cercanos de Alemán, el titular de la DFS, Manuel Rangel Escamilla, expone que se trataba de un abogado de posición económica modesta, a quien el arribo al poder de Miguel Alemán le había cambiado la fortuna. Según el informe, Parra Hernández se habría asociado con el propio Alemán en varios negocios, hasta convertirse en uno de los hombres más ricos del país, poseedor de acciones del Hotel Hilton Continental de la Ciudad de México; de Teléfonos de México; del Hipódromo Agua Caliente, en Tijuana. Era propietario del Hotel Copacabana, en Acapulco, y del restaurante del Puerto Central Aéreo. Se refiere que tenía múltiples negocios en ramos diversos, incluyendo las autopistas (AGN, DFS-IPS, Versión pública del Exp. de Enrique Parra Hernández, Fojas 1-2). Algunas de las prácticas de la corrupción durante el sexenio de Alemán evocaban las descritas como propias de la captura del Estado, como fue la reclasificación de la categoría regulatoria de la extracción minera del oro, a fin de incrementar su precio en beneficio de personajes ligados al gobierno (Niblo, 2001: 267). O bien, órdenes expresas del titular de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas en julio de 1947, Agustín 28


García López, quien exigía a sus subordinados que todas las importaciones de la Secretaría deberían hacerse sólo a través de la Agencia Aduanal Pasquel, propiedad de Jorge Pasquel, uno de los hombres más allegados a Miguel Alemán (AGN, Arch. Pres. MAV, Exp. 564.2/214). Varios agentes aduanales del país expusieron quejas a éste, por el trato inequitativo en beneficio de la agencia de Pasquel quien, por ejemplo, podía importar grandes cantidades de automóviles a pesar de la prohibición expresa de la autoridad fiscal. Una foto de prensa muestra una fila de al menos 20 vehículos introducidos al país bajo la vista de la aduana de Nuevo Laredo (Diario de Nuevo Laredo, 1948: 1). Al frente de ésta se desempeñaba Jesús Vidales Marroquín, administrador designado por el presidente Miguel Alemán en febrero de 1947 (AGN, Arch. Pres. MAV, Exp. 702.11/46). Sujetos como Carlos I. Serrano, Jorge Pasquel y Enrique Parra, entre otros, hicieron funciones de intermediación entre Alemán y los círculos políticos y empresariales (Brandenburg, 1964: 102 y Niblo, 2001: 212). Diversas fuentes apuntan a que varios de ellos podrían haberse vinculado con actividades criminales. Pasquel, por ejemplo, era relacionado por informantes del Departamento de Estado de EUA como sospechoso de ser el mayor importador de narcóticos (Niblo, 2001: 261). Y una de las inversiones de Parra – o de Alemán, si se asume que el primero es mencionado como presunto prestanombres–, el hipódromo Agua Caliente, tenía como asociado a John Alessio, al que algunas fuentes ligan con la mafia italo-americana (Lupsha, 1995). Por lo menos uno de los citados habría desempeñado un papel fundamental para la creación y diseño de una institución de seguridad clave para el régimen: Carlos I. Serrano, artífice y líder real de la Dirección Federal de Seguridad, durante el gobierno alemanista. Estos antecedentes implican que, desde su nacimiento, la institución civil encargada de la seguridad nacional habría estado ligada a intereses criminales. Esta institución fue desmantelada en 1985, tras hacerse público su involucramiento en la protección al tráfico de drogas (Flores, 2009: 189-193). Luis Astorga (2003: 283-294) ha mostrado con amplitud el cúmulo de evidencias que apuntan a la relación de propiedad de Carlos I. Serrano respecto a un automóvil detenido en Laredo, 29


Texas, con 63 latas de opio fumable. Aguayo (2001: 74-75) expuso también la existencia de un documento desclasificado de la CIA –que compartió con el autor, hecho que agradezco–, donde sin ambages se califica a Serrano como un personaje involucrado en diversas actividades ilegales, incluido el tráfico de drogas. 6 De acuerdo con la información citada por Niblo (2001: 261), en 1947, las principales jerarquías fundadoras de la DFS sugeridas por Serrano, el coronel Marcelino Inurreta y Juan Ramón Gurrola, estaban relacionadas con el tráfico de drogas, según la información que agentes estadounidenses reportaban al Departamento de Estado de ese país. 7 De acuerdo con la misma fuente, los funcionarios señalados utilizarían la DFS como una fachada para la operación de actividades ilegales con el objeto de su enriquecimiento personal. La relación de Serrano con Alemán era muy cercana. Ya en 1947, la prensa estadounidense relataba que, más allá de su calidad de líder del Senado, Carlos Serrano era prácticamente el primer asociado político que Alemán recibía en las mañanas (Times, 1947). Se trata del único personaje de este círculo al que el ex presidente le dedica frases de evidente afecto y elogio en sus memorias (Alemán, 1987: 267). La fecha en que la relación fue establecida es imprecisa, pero Alemán ya lo menciona entre los beneficiarios de la especulación en bienes raíces con la que su despacho de abogados desarrolló las actuales zonas de Polanco y Chapultepec Morales, en la Ciudad de México, junto con Enrique Parra Hernández y Antonio Ortiz Mena, entre otros (Alemán, 1987: 130-131). Según la revista Times, Alemán y Serrano habrían estrechado su relación en los tiempos en que el primero iniciaba su carrera política en Veracruz, a principios de los años treinta (Times, 1947). Astorga (2003: 58) ha relatado las versiones de informantes de las autoridades estadounidenses que ligaban al propio Alemán en la solicitud irregular de liberación de un barco 6

El documento referido es Central Intelligence Agency, 1951, “Mexico”, SR-18, January 24th. 7 La fuente citada por Niblo es: Lt. Col. Maurice C. Holden to secretary of state, July 16, 1947, USNA/59, 812.105/9-447. 30


que transportaba un cargamento de opio y morfina, durante su gestión como gobernador de esa misma entidad, apenas unos años después. 8 Más tarde, durante la campaña de Alemán por la Presidencia de la República, Serrano realizaría funciones de intermediación y acopio de contribuciones financieras y materiales de particulares. En 1948, en una carta dirigida al propio Alemán, uno de ellos, Carlos Torres Ibarra, preso por tráfico de drogas en la cárcel de Ciudad Juárez, admitió ser contrabandista –negó ser traficante de drogas– y afirmó que Carlos I. Serrano sabía de sus actividades ilegales cuando aceptó recursos monetarios y en especie que Torres donó para la campaña presidencial. Atribuía su prisión a intrigas del propio Serrano (AGN, Arch. Pres. MAV, Exp. 549.44/496). Alemán y Serrano aparecen de nuevo vinculados en la propiedad de múltiples ranchos en estados de la frontera norte, sobre todo Baja California, Chihuahua y Tamaulipas. En este caso, destacaba El Canelo, en San Fernando, un punto de paso obligado para el transporte terrestre procedente de, o con destino a Reynosa y Matamoros. En 1960, un informe de la DFS firmado por su titular, coronel Manuel Rangel Escamilla, señalaba que la propiedad era de Miguel Alemán (AGN, DFS-IPS. Versión pública Exp. Miguel Alemán Valdés, DFS, Leg. 1, Foja 41), mientras que el dueño aparente era Carlos Serrano, a quien se le expropiaría hasta 1972 (AGN, DFS-IPS. Versión pública Exp. Carlos I. Serrano, DFS, Leg. 1, Fojas 93-97). Durante sus giras por Tamaulipas, Alemán solía retirarse a descansar y sostener reuniones privadas en el rancho referido. con el general Raúl Gárate Legleu –gobernador a quien impuso tras decretar la desaparición de poderes en el estado, a fin de limitar al portesgilismo–; con Jesús Vidales Marroquín, administrador de la Aduana de Nuevo Laredo, designado por acuerdo del presidente 8

La fecha referida es 1944, lo que sería inexacto: Alemán fue gobernador de Veracruz entre 1936 y 1939 (Camp, 1992: 20). El documento citado por Astorga es: A.M. Monroy, a Harry J. Anslinger. Commisioner of Narcotics, Washington, D.C., Phoenix, Arizona, 22 de septiembre de 1946, DEA, SFBNDD, 1916-1970, RG 170, NACP. 31


Miguel Alemán en febrero de 1947 (AGN, Arch. Pres. MAV, Exp. 702.11/46); Carlos I. Serrano; Ramón Beteta, secretario de Hacienda y Antonio J. Bermúdez, director general de Pemex (El Mañana de Nuevo Laredo, 30 de abril de 1949:2). Cabe destacar el uso de los nombramientos aduanales como prebendas para los allegados. Así, el administrador de la Aduana de Tampico, en 1949, era Juan Gómez Sariol, amigo de Alemán, a quien solicitó un cargo burocrático para su hijo, Juan Gómez Lemus, y quien por tales gestiones sería nombrado titular de la Aduana de San Pedro Roma –futura Cd. Miguel Alemán–, Tamaulipas, en ese mismo año (AGN, Arch. Pres. MAV, Exp. 702.2/2284). Un primo de Alemán, Xicoténcatl Leyva Alemán –padre del futuro gobernador de Baja California– fue designado administrador de la Aduana de Tijuana quien solicitaba su cambio, con el mismo cargo, a la aduana de Ciudad Juárez (AGN, Arch. Pres. MAV, Exp. 101/43). De nuevo en Tamaulipas, otro pariente, Miguel Solís Alemán fungió como Primer Comandante del Resguardo Aduanal de Matamoros, de donde fue trasladado con esa misma función en Tampico y, en julio de 1950, designado de nuevo en la primera de esas ciudades (La Voz de la Frontera, 1950a: 1). En este contexto de ilegalidad y uso patrimonial de los cargos públicos, el funcionamiento de diversas instituciones mantendría una tendencia constante a articularse no en función del interés público que nominalmente constituía su razón de ser, sino a intereses privados e incluso delictivos. En el caso de las aduanas estas condiciones favorecerían la protección sistemática al contrabando organizado de mercancías diversas y drogas ilícitas. En Matamoros, por ejemplo, el administrador de la aduana local fue, durante la mayor parte del sexenio alemanista, Cristo Lapierre (Noticiero Diario de la Tarde, 1956: 1), con quien colaboró el referido Miguel Solís Alemán, pariente del presidente, en calidad de comandante del Resguardo Aduanal (La Voz de la Frontera, 1950a: 1). Al término de la administración, Lapierre fue designado visitador general de aduanas, un cargo superior al ejercido con anterioridad, y sustituido por Francisco Castellanos Tuexi, quien desempeñó ese cargo entre 1952 y 1958. Castellanos Tuexi era además ex gobernador de Tamaulipas, ex procurador General de Justicia del 32


DF (1941-1946) y aliado de Alemán en la disputa de este último contra Emilio Portes Gil, que condujo a la remoción del gobernador de Tamaulipas en 1947. Alemán designó como interino al general de División Raúl Gárate Legleu, subsecretario de la Defensa Nacional y ex inspector general de policía del DF en 1920. Gárate no estaba familiarizado con los grupos políticos locales, pero reforzó el interés de la presidencia de minar la hegemonía local de Portes Gil. Francisco Castellanos se alineó a ese objetivo, tras haber sido cercano a Portes Gil. Durante el tiempo que Castellanos se desempeñó como procurador del Distrito Federal, incorporó como agente de la Policía Judicial de esa institución a uno de sus paisanos tamaulipecos: Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas, quien se desempeñó en esa condición entre 1943 y 1944. 9 Juan N. Guerra, como se le solía nombrar, sería señalado por múltiples fuentes como un reconocido contrabandista y traficante de drogas en Tamaulipas (AGN. Versión pública del exp. de Emilio Martínez Manautou, DFS, Legajo 1, Foja 46). En los años siguientes, Guerra se constituiría en la cabeza fundadora de la organización criminal que ha sido designada coloquialmente como Cártel del Golfo, encabezado también por su sobrino, Juan García Abrego. Resulta difícil considerar que la operación de Juan N. Guerra fuera desconocida por las autoridades aduaneras, designadas directamente por Alemán en Tamaulipas, durante su mandato. Más aún, si se considera que algunos de los allegados a Alemán ya mencionados, identificados por su presunta vinculación con actividades ilícitas, tenían una presencia relevante en esa entidad. Ya se ha mencionado el caso del líder real de la DFS, Carlos I. Serrano, su automóvil detenido en Laredo, Texas, y las reuniones sostenidas en su propiedad, en San Fernando, Tamaulipas. Jorge Pasquel, por su parte, tenía una fuerte presencia social en 9

Se solicitó en 2011 la versión pública del expediente de Juan N. Guerra Cárdenas a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, que la resguarda en la Dirección General de Política y Estadística Criminal. En el Instituto de Acceso a la Información Pública del Distrito Federal, el número de la solicitud es RR. 1190/2011. 33


Matamoros (La Voz de la Frontera, 1950b: 3) –lugar de residencia de Juan N. Guerra– y operaba también su agencia aduanal en Nuevo Laredo. De hecho, acciones criminales de Juan N. Guerra ya habían sido notificadas a la Presidencia desde julio de 1947, cuando Carlos Landeros, su hasta entonces suegro, envió un telegrama al presidente Alemán, exigiendo justicia por el homicidio de su hija, Gloria Landeros, y la entrega de sus nietos. Culpaba a Guerra por el asesinato (AGN, Arch. Pres. MAV, Exp. 541/223). El asesinato causó consternación en la sociedad tamaulipeca e incluso generó encabezados de ocho columnas en Ciudad Victoria y traslados del Procurador a Matamoros, para supervisar el caso. Su fama pública como delincuente salió a relucir desde el inicio de la cobertura mediática y un diario de Victoria señaló que Guerra era “…un sujeto de pésimos antecedentes, que siempre ha vivido fuera de la ley y que el cuantioso capital que posee lo ha hecho a base de contrabandos de toda especie.” (Noticiero Matutino de Cd. Victoria, 1947: 1). Empero, Guerra salió libre al poco tiempo y continuó con sus actividades. Progresó lo suficiente para inaugurar, en junio de 1952, su restaurante-bar “Salón Piedras Negras” (El Regional de Matamoros, 1952a: 6). Apenas cuatro años después, en 1956, durante la gubernatura de Horacio Terán, otro personaje impuesto en Tamaulipas por Miguel Alemán –de quien había sido compañero en la Escuela Nacional de Jurisprudencia (Camp, 1992: 564)–, la prensa reportó que Juan N. Guerra negociaba en la capital del país la contratación de variedades para su “Café Matamoros” (Noticiero Diario de la Tarde, 1956a: 3), uno de los centros nocturnos más exclusivos de la ciudad. Su aceptación social –y en círculos políticos– se hizo evidente en eventos que tuvieron lugar en tal sitio. Por ejemplo, a la boda de su hermana, en abril de 1956, acudieron el juez segundo en materia penal, Venustiano Guerra, Bertha Cárdenas –hermana de Leticia Cárdenas de Martínez Manautou, esposa del futuro gobernador–; José López Cárdenas, presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales y Manuel Yarritu Flores, funcionario aduanal (Noticiero Diario de la Tarde, 1956b: 5). En el Café Matamoros de Juan N. Guerra se reunían el alcalde, Augusto 34


Cárdenas, y el ex presidente municipal Juan B. García (Noticiero Diario de la Tarde, 1956). Más aún, el 12 de enero de 1957, la afamada Miss Universo, Christiane Martell, futura nuera de Miguel Alemán Valdés, hizo una presentación especial a favor de la Cruz Roja local, en el Café Matamoros, de Juan N. Guerra, quien a pesar de sus antecedentes (El Bravo de Matamoros, 1957: 4), parecía contar con un alto grado de aceptación entre la sociedad y los funcionarios locales, no obstante su fama de homicida y contrabandista. Si bien es claro que no todas las personas nombradas tendrían conocimiento de los antecedentes del personaje, aún tratándose de una ciudad relativamente pequeña como Matamoros, es improbable que aquellos relacionados con las aduanas, la seguridad y procuración de justicia locales y federales no lo tuvieran. Tres años más tarde, en abril de 1960, un primer indicio de la situación que aguardaba a Tamaulipas debido a la consolidación de organizaciones criminales poderosas que crecieron al amparo del poder, se hizo presente con el asesinato del comandante del Resguardo Aduanal en Reynosa, teniente coronel Octavio Villa Coss. Hijo del extinto general revolucionario Francisco Villa, el teniente coronel Villa Coss fue asesinado en el bar “Piedras Negras”, propiedad de Guerra. La trayectoria de los disparos, según la autopsia practicada al cadáver, señalaba a Juan N. Guerra como el homicida (El Regional de Matamoros, 1960b). Sin embargo, éste se dio a la fuga y luego su chofer, Carlos García (a) “La Máquina”, se entregó a las autoridades y se inculpó como el asesino, a pesar de que su madre y esposa declararon que éste se encontraba en su casa la noche del asesinato y le inquirieron en plena audiencia si Guerra le había ofrecido dinero para declararse culpable de un crimen que no había cometido (Noticiero Diario de la Tarde, 1960a: 1 y 4). El asesinato del hijo del general Francisco Villa causó revuelo local e incluso nacional. Corresponsales de diarios locales, que cubrían la capital del país, se referían a una batida del gobierno federal contra contrabandistas y traficantes de drogas y hacían alusión directa a Juan N. Guerra, “…a quien se considera como uno de los principales y más peligrosos cabecillas de las bandas de contrabandistas que operan en aquella zona fronteriza, y de quien 35


ya tienen su negra historia autoridades superiores de esta Capital…” (Noticiero Diario de la Tarde, 1960b: 1 y 3). La prensa local señalaba que el homicidio se habría derivado de diferencias entre Guerra y funcionarios aduanales, por cuestiones de un contrabando de café, transportado en un camión de Roberto Guerra Cárdenas, hermano de Juan, detenido en la aduana de Cd. Miguel Alemán (Noticiero Diario de la Tarde, 1960c: 1 y 3). Según algunas fuentes, el asesinato habría ocurrido también en el contexto de una disputa interna en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, institución encargada del combate al contrabando, de la cual dependían las aduanas fronterizas, entre el secretario, Antonio Ortiz Mena, y el subsecretario Eduardo Garduño (AGN. Arch. Pres. ALM, Exp. 432/115). Esta puede ser la razón del proceder equívoco en la respuesta institucional para atender el crimen. Por ejemplo, la prensa nacional y local dio a conocer que los hermanos del fallecido, militares también, colaborarían en la investigación y ocuparían la función de comandantes aduanales, a fin de combatir con energía al contrabando, designación que contaba con el respaldo presidencial. Incluso alguno de ellos realizó declaraciones públicas al respecto (Noticiero Diario de la Tarde, 1960c: 1 y 3). Días después, la decisión era revertida por la SHCP, que argumentó la pretensión de evitar que se hiciera justicia por propia mano, en contra de Juan N. Guerra, o bien que los hermanos fueran muertos por los contrabandistas (Noticiero Diario de la Tarde, 1960d: 1 y 2). Según la nota, a pesar del escaso tiempo que desempeñaron su función, los Villa habrían continuado las investigaciones de su familiar difunto y comprobado el contubernio entre múltiples funcionarios aduanales y los delincuentes. Afirmaba asimismo que habrían rendido un informe detallado de ello al Procurador General de Justicia de la República, el alemanista Fernando López Arias. No se había esclarecido aún el homicidio de Villa Coss cuando el capitán Javier Ramírez Mitchel, también comandante aduanal, fue gravemente herido a balazos por contrabandistas (Noticiero Diario de la Tarde, 1960e: 1 y 4). La prensa señalaba una situación de impunidad, donde los agentes del ministerio público, el director de la cárcel, el jefe de la policía, entre otras autoridades, 36


brindaban protección a contrabandistas y traficantes de drogas. Lo cierto es que la autoridad federal poco hizo más allá de enviar un grupo reducido de investigación del Estado Mayor Presidencial, coordinados con funcionarios de la Secretaría de Hacienda, quienes iniciaron una campaña de despistolización (Noticiero Diario de la Tarde, 1960f: 1 y 4), que rindió escasos frutos y duró alrededor de un mes. A principios de septiembre de 1960, la Secretaría de Hacienda removió a varios jefes del servicio aduanal en Matamoros. La prensa resaltó la paradoja de que los removidos tenían un expediente limpio, mientras que quienes permanecieron contaban con múltiples antecedentes de corrupción. Uno de ellos, Zeferino Vega Cantú, había sido procesado por su involucramiento en el asesinato de Villa Coss (Noticiero Diario de la Tarde, 1960g: 1 y 4). Había estado involucrado en el contrabando de café, fue quien convenciera al militar de asistir al bar “Piedras Negras” y estuvo presente durante el asesinato. El general Lucas González Tijerina, entonces administrador de la aduana, fue marginado de la decisión y acudió a quejarse con el propio presidente de la República, quien le habría manifestado su respaldo (Noticiero Diario de la Tarde, 1960). Sin embargo, su influencia dentro de la aduana de Matamoros sería cada vez menor. Si la disputa interna en la SHCP existió, quien venció fue el también alemanista Antonio Ortiz Mena, pues permaneció al frente de la institución hasta 1970. Eduardo Garduño abandonaría la dependencia, junto con su suegro, el coronel Enrique Carrola Antuna, encargado de la estructura de vigilancia que había generado roces burocráticos dentro de las aduanas (Noticiero Diario de la Tarde, 1960j: 1 y 4), a la que pertenecía el extinto Villa Coss. Tanto Carrola como Villa ya habían sido señalados como partícipes en acciones irregulares en otras aduanas, en Yucatán y Quintana Roo, según consta en un documento dirigido al capitán Fernando Gutiérrez Barrios, de los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (AGN. DFS-IPS. Versión pública del exp. de Octavio Villa Coss, DFS, Leg. 1, fojas 7-8). De cualquier manera, en Matamoros, la decisión de mantener al frente de la aduana a funcionarios cuestionables e involucrados en el contrabando no se alteró con la salida de Garduño. Unos días 37


antes de que se diera a conocer la salida de este funcionario, Juan N. Guerra se había presentado por propia voluntad ante los miembros del Estado Mayor comisionados en la entidad. Un tribunal de Nuevo León le había concedido un amparo para evitar la ejecución de la orden de aprehensión en su contra. Cuando se presentó ante los militares, lo hizo acompañado de su abogado, el ya mencionado aliado del alemanismo, Francisco Castellanos, su antiguo jefe en la Procuraduría General de Justicia del DF, ex administrador de la aduana de Matamoros y ex gobernador de Tamaulipas (Noticiero Diario de la Tarde, 1960i: 1 y 3). Varios meses antes, en abril de 1960, la Presidencia de la República recibió una carta dirigida a Adolfo López Mateos, fechada apenas una semana después de cometido el homicidio de Villa Coss. Lo firmaba un celador aduanal que prefirió omitir su nombre, pero proporcionaba en detalle aspectos relevantes sobre el crimen. Refería que el asesinato de Villa Coss era porque éste no había aceptado los tratos que le ofrecía el general Tiburcio Garza Zamora –a quien el autor señalaba como protector del contrabando–, junto con Manuel Adame Garza, administrador de aduana. Según la misma carta, ambos tenían estrecho contacto con Juan N. Guerra. El asesinato habría ocurrido porque Villa Coss había consignado a varios incondicionales de Adame, incluyendo a su cuñado. Según la misma fuente, después de cometido el crimen, Juan N. Guerra habría permanecido oculto de la justicia, en un rancho de Tiburcio Garza Zamora (AGN, Arch. Pres. ALM, Exp. 541/248). Garza Zamora era un militar que había alcanzado el grado de general promovido por Miguel Alemán (AGN, Arch. Pres. MAV, Exp. 552.1/188). Además, tenía estrechos vínculos con el coronel Carlos I. Serrano; con el general Raúl Gárate, ex gobernador del estado; y el general Bonifacio Salinas Leal, comandante de zona militar en Tamaulipas, durante el gobierno alemanista (De la Garza, 1973: 738 y744). Ya desde 1957, la DFS había detectado que los generales Bonifacio Salinas Leal, Raúl Gárate Legleu, Tiburcio Garza Zamora, formaban una camarilla de militares con intereses políticos en el noreste del país (AGN. DFSIPS. Versión pública del exp. de Raúl Gárate Legleu, DFS, Leg. único, fojas 7-8). 38


En octubre de 1960, un memorándum redactado bajo el nombre del propio titular de la DFS, coronel Manuel Rangel Escamilla, confirmaba varios puntos de la ya mencionada comunicación del agente aduanal anónimo. Con el objeto de exponer las condiciones políticas prevalecientes en Matamoros, el funcionario dio a conocer los movimientos de diversos grupos políticos, algunos de ellos formalmente adheridos al PRI, aunque según lo expuesto, no afines a la administración del entonces gobernador, dr. Norberto Treviño Zapata (AGN. DFS-IPS. Versión pública del exp. de Octavio Villa Coss, DFS, Leg. 1, fojas 9-16). Entre estos últimos figuraba uno encabezado por Manuel Bazán, Abel Cavazos, Guadalupe Galván y el ya mencionado Roberto Guerra. Este grupo estaba afiliado a una organización nacional del PRI, la “Coalición Nacional Revolucionaria”. Según consta en el memorándum, Roberto Guerra habría recibido once mil credenciales de afiliación, del Comité Nacional del PRI, por instrucciones del ex gobernador tamaulipeco Magdaleno Aguilar (1941-1945) y de Juan Fernández Albarrán, entonces Secretarios de Acción Agraria y General de dicho órgano partidista. Rangel Escamilla abundó que Guerra se preciaba que su organización local tenía influencia con los dirigentes nacionales del partido. Según el memorándum, este grupo, a quien Rangel Escamilla identificaba todavía como “portesgilistas”, trabajaba para colocar a uno de sus miembros al frente de la presidencia de Matamoros y su principal financiador era Roberto Guerra Cárdenas. El objetivo del grupo era claro y vale la pena la cita textual. El financiamiento era: “…para esperar que el nuevo Presidente Municipal sea persona a la que pueda controlar, con las consiguientes ventajas que le resultarían para sus negocios, entre los que tiene la distribuidora de la Cervecería Carta Blanca” (AGN. DFS-IPS. Versión pública del exp. de Octavio Villa Coss, DFS, Leg. 1, fojas 11-12). Lo significativo es que los negocios familiares no se limitaban a la venta de cerveza. El Director Federal de Seguridad, coronel Manuel Rangel Escamilla, expuso sin ambages: “Roberto y Juan N. Guerra están considerados en el Norte de la República como los más grandes contrabandistas en armas, artículos comerciales y drogas enervantes. En épocas pasadas desarrollaron una labor de terrorismo y se encuentran implicados como los autores 39


intelectuales de varios crímenes, entre ellos el del Presidente Municipal Ernesto Elizondo, además del que ya se dijo anteriormente, o sea del Tte. Corl. Octavio Villa Coss, a quien dieron muerte en el interior de una cantina de la población, crimen que hasta la fecha permanece impune, ya que el Lic. Raúl Morales Farías, Asesor Jurídico de los hermanos Guerra, logró mediante una maniobra sucia, que la responsabilidad de dicho asesinato la aceptara un chofer de Juan N. Guerra, haciéndolo aparecer únicamente como encubridor.” (AGN. DFS-IPS. Versión pública del exp. de Octavio Villa Coss, DFS, Leg. 1, foja 12).

Según el coronel Rangel Escamilla, este grupo apoyaba al menos seis precandidatos a la Presidencia Municipal de Matamoros: el mencionado abogado de los hermanos Guerra, Raúl Morales Farías; Raúl Lozano Contreras, Presidente de la Cámara de Comercio y de la Feria Regional de Matamoros; Florentino Cuéllar, ex gerente de la Cámara de Comercio; Jesús Rodríguez, amigo personal del ya mencionado general Tiburcio Garza Zamora –quien según el documento también apoyaba a esta agrupación– y vinculado a los hermanos Guerra; Armando Argüelles, comerciante en materiales para construcción; y Benito Juárez Ochoa, ex diputado federal, ex gobernador interino del estado en 1927 y procurador General de Justicia de Tamaulipas en 1932. Todos ellos se registraron como precandidatos para la elección interna del PRI, sin embargo, según Rangel, se trataba de una maniobra en la que el verdadero candidato del grupo era el referido Raúl Morales Farías. No tuvieron éxito en esa ocasión, porque el candidato que triunfó en el proceso interno fue Virgilio Garza Ruiz, considerado apolítico y de gris trayectoria dentro de la Junta Municipal de Asistencia, según Rangel Escamilla. Garza Ruiz habría contado con el apoyo del gobernador, Norberto Treviño Zapata. A pesar de los antecedentes de los hermanos Guerra Cárdenas, ya conocidos en los órganos de seguridad federales, Roberto sería consultado por la propia DFS, como uno de los hombres fuertes del estado, justo en el proceso de auscultación para designar al sucesor de Treviño Zapata. Según consta en un informe fechado en marzo de 1962 y dirigido al capitán Fernando Gutiérrez Barrios, en esa ocasión, Roberto Guerra –ya para entonces líder de la Cámara de Turismo y a quien el documento identificaba como 40


parte de la camarilla política de los generales Gárate Legleu y Garza Zamora– no erró y brindó todo su apoyo a Praxedis Balboa Gojon (AGN. DFS-IPS. Versión pública del exp. de Raúl Gárate Legleu, DFS, Leg. único, fojas 10-21). En efecto, Praxedis Balboa sería postulado candidato de ese partido a la gubernatura en el sexenio siguiente (1963-1969). En el mismo sentido se habrían pronunciado Raúl Gárate y Tiburcio Garza. El apoyo político rindió frutos. A pesar de los antecedentes mencionados, Roberto Guerra Cárdenas fue designado titular de la Oficina Fiscal del Estado, en la administración de Praxedis Balboa Gojon (Solorio, 1997: 360). Su hijo, Jesús Roberto Guerra Velasco, sería electo presidente municipal de Matamoros en 1984. Y el hijo de Raúl Morales Farías, abogado de los hermanos Guerra, Raúl Morales Cadena, sería primer subprocurador de Justicia de Tamaulipas en 1987, durante el sexenio de Américo Villarreal Guerra (Prensa de Reynosa, 1987: 1C). En 1993, sería procurador General de Justicia del estado, en la administración de Manuel Cavazos Lerma. Por su parte, Juan N. Guerra habría seguido con sus mismas actividades sin ser molestado por las autoridades. Hacia mediados de los ochenta, un sobrino suyo, Juan García Abrego, se haría cargo de la operación de su organización, que en los años noventa era conocida ya coloquialmente como el “Cártel del Golfo”. Conclusiones La violencia asociada a la delincuencia organizada que ha tenido lugar en Tamaulipas durante 2010-2011, ha sido una de las más devastadoras. En la entidad, un candidato a gobernador ha sido asesinado en este periodo y la zozobra que se vive en algunas localidades ha llevado a sus pobladores al éxodo masivo. La situación actual de gobernabilidad se gestó a lo largo de muchas décadas, a partir del bloqueo deliberado del funcionamiento de las instituciones federales y estatales, especialmente aquellas relacionadas con la seguridad y el control del tráfico de bienes diversos por la frontera. Este bloqueo y desviación de instituciones vitales para la gobernabilidad, llevados a cabo para proteger intereses corruptos asociados al contrabando y el tráfico de drogas, constituye un ejemplo histórico de un proceso de reconfiguración 41


cooptada del Estado. La continuidad de las prácticas de bloqueo y desvío institucional se consolidó a partir de las designaciones de funcionarios que, según se puede apreciar en las evidencias históricas, eran o bien partícipes de esos mismos intereses ilícitos, o por lo menos reacios a hacerles frente. La grave disfuncionalidad institucional así arraigada por esa reconfiguración cooptada, proliferó hasta erosionar aspectos esenciales de gobernabilidad y hacer de la entidad uno de los mayores referentes de falla del Estado en el contexto mexicano. Bibliografía Aguayo Quezada, Sergio, 2001, La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, Grijalbo, México, D.F., México. Alemán Valdés, Miguel, 1987, Remembranzas y testimonios, Grijalbo, México, D.F., México. Astorga Almanza, Luis, 2003, Drogas sin fronteras. Los expedientes de una guerra permanente, Grijalbo, México, D.F., México. Bates, Robert H., 2008, “State failure”. Annual Review of Political Science. Vol. 11, June, pp. 1-12. Brandenburg, Frank, 1964, The making of modern Mexico, PrenticeHall, Inc., Englewood Cliffs, New Jersey, USA. Camp, Roderic Ai, 1992, Biografías de políticos mexicanos 1935-1985, Fondo de Cultura Económica, México. Carment, David, 2003, “Assessing state failure: implications for theory and policy”, Third World Quarterly, Vol. 24, No. 3, pp 407–427. Cedillo, Juan Alberto, 2007, Los nazis en México, Debate, México, D.F., México. De la Garza Treviño, Ciro R., 1973, La Revolución Mexicana en el estado de Tamaulipas (Cronología), Librería de M. Porrúa, México. Diario de Nuevo Laredo, 1948, “Pasquel sin restricciones” (fotografía), 16 de noviembre, Nuevo Laredo, Tamaulipas, México.

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EL NARCOCORRIDO EN INTERNET: ¿INCITACIÓN Y DETONACION DE LA VIOLENCIA?

Catherine HÉAU LAMBERT ∇

A Miguel Angel Gutierrez Ávila, in memoriam. ∇

Antropóloga, catedrática e investigadora de la ENAH de la UNAM. Integrante del seminario permanente de “Cultura y Representaciones Sociales” del IIS de la UNAM. Se ha dedicado al estudio de géneros musicales como el corrido y ha incursionado en el análisis de la antropología del turismo. Estudió un doctorado en París sobre Estudios Mexicanos y otro sobre Historia de México en la UNAM. Es autora de varios libros, entre ellos, Cantar la Revolución, Ed. Grijalbo; y 100 años de amor y lucha por la tierra. Ed. CONACULTA. 45


Introducción El papel de la música en la sociedad es muy ambiguo: existe un credo en la sociedad occidental que nos hace afirmar que la música tranquiliza, apacigua (La musique adoucit les moeurs), crea una experiencia estetizante que debe oponerse a la violencia, aún cuando la mayoría de las óperas sean trágicas y violentas. Por otro lado, al remontar el tiempo, siempre existieron cantos, músicas y bandas de guerra. El mismo Pan, dios tutelar de la música, era temido por su violencia sexual, y de su nombre deriva la palabra “pánico”. La relación entre música y violencia puede analizarse tanto desde el extremo de una estética “civilizatoria” y crédula, como desde un comportamiento social que vincula música con política (por ejemplo, el uso de la música de Wagner por los nazis o los cantos revolucionarios, como la Marsellesa, cuyas letras exhiben una violencia desenfrenada). En el último cuarto del siglo XX, mientras la violencia del Estado (las dictaduras) cedía el paso a regímenes democráticos, se desarrollaba, de manera contrastante, entre los jóvenes una música roquera cada vez más violenta, hasta los años ’90 cuando el movimiento rapero y el Gansta Rap cantaron y alabaron directamente la violencia. Es decir, la violencia estructural se volvió menos visible en los poderes estatales pero invadió el discurso social común de la música popular. La exacerbación de este fenómeno ha llevado a los musicólogos a preguntarse si la música apacigua o incita a la violencia. La respuesta podría formularse en la idea de que se busca desligar la pregunta por la relación entre música y violencia de una relación causal entre estética y sociedad para poder complejizar el fenómeno desde otro tipo de preguntas que surgen al reconocer que el momento que vivimos es uno en que la relación entre estética musical, imaginación social, adversidad y sufrimiento social y político está tomando formas que aparecen como inesperadas, que son diferentes y que

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desafían muchos de los presupuestos sobre la relación entre música y sociedad. 1

En este trabajo analizamos la violencia verbal que invade la Internet en los comentarios en torno a los narco-corridos por parte de los seguidores de este género musical, particularmente los videos de YouTube. Es un público que sólo se representa a sí mismo: migrantes poco escolarizados de origen rural que añoran su lugar de origen, pero si bien representan un segmento importante de los jóvenes migrantes (se supone que la mayoría lo son debido a su acceso fácil –muy probablemente doméstico- a internet y el intertexto que critica a los norteamericanos y añora el terruño), este análisis en ningún caso puede generalizarse a la población latina de Estados Unidos; se trata sin embargo de un segmento representativo de la misma, en la medida en que los videos tienen entre 300,000 y 500,000 visitas y los comentarios oscilan entre 80 y 400 por video. Para evitar toda generalización abusiva, presentamos al final (punto 6), a modo de contraEJEMPLO, el caso opuesto del son jarocho en YouTube, cuyas conclusiones son diametralmente opuestas, ya que fomenta en apariencia un gran compañerismo sin rivalidad, una hermandad que crea un sentido de identidad nacional compartida por encima de las peculiaridades regionales. ¿Qué imaginario social subyace dentro de esta violencia? Asombra la violencia que brota de los comentarios hechos por jóvenes, en su gran mayoría mexicanos, seguidores de esta música en contra de otros jóvenes, igualmente mexicanos y en similares condiciones sociales: poca educación (ortografía nula y vocabulario muy limitado), origen rural (enfatizan el apego a sus pueblos de origen), marginados (alaban las figuras de los traficantes de su región), de pocos recursos (ven en el dinero fácil del narco la salida a sus problemas existenciales) y necesitados de 1

Ana María Ochoa Gautier, 2006, “A manera de introducción: La materialidad de lo musical y su relación con la violencia”, en Revista Transcultural de Música, 10:3, (http://www.sibetrans.com/trans/trans10/ochoa.htm) 47


sentir algo de orgullo por su tierra. Sus (quizá) precarias condiciones de vida los llevan hacia conductas agresivas que se expresan, bajo el anonimato de la Internet, en insultos y descalificaciones que pueden conceptualizarse como hate speech 2. El concepto de hate speech es sancionado por la ley (no en México) como un discurso discriminatorio. Los escuchascomentaristas de YouTube recurren a viejos y, por desgracia, siempre vigentes estereotipos racistas como: “chuntaros indios patas rajadas” que pertenecen al campo discursivo del hate speech, o, al menos, de lo “políticamente incorrecto”. Niegan cualquier hermandad o igualdad entre sí e intentan ubicarse en un plano de superioridad en relación con los demás comentaristas, recurriendo al añejo concepto de “raza” para descalificarlos, mediante términos peyorativos y agresivos que, a menudo, contienen una fuerte connotación sexual. Estos arrebatos de racismo no emanan de los narcocorridos. Éstos no los producen y sólo sirven de pretexto para dejar aflorar una de las representaciones sociales más perdurables y denostables del imaginario colectivo mexicano: el indio como un ser inferior y la ideología machista como signo de superioridad, así como el dinero y las armas como símbolos de poder. Se desplazan las relaciones de poder del campo social al campo genético: ¡sin duda las ideologías son “cárceles de larga duración”! Durante el siglo XIX el género “corrido” sirvió para denunciar la visión clasista de los terratenientes, entonces planteada como una inferioridad/superioridad genética. Los corridos morelenses, por ejemplo, expresaban este enfrentamiento entre hacendados y pueblerinos que recurrían a los conceptos de 2

Según Wikipedia “hate speech is a term for speech intended to degrade, intimidate, or incite violence o prejudicial action against a person or group of people based on their race, gender, age, ethnicity, nationality, religion, sexual orientation, gender identity, disability, language ability, ideology, social class, occupation, appearance and any other distinction that might be considered by some as a liability. The term covers written as well as oral communication and some forms of behaviors in a public setting. 48


“iberos” e “indios” para expresar las relaciones de poder vigentes. Por un lado, una visión social racista permitía justificar la desposesión de los indios y de los campesinos so pretexto de su “incapacidad” para gobernarse y para explotar sus tierras de forma “rentable”. Por otro lado, las revueltas campesinas fueron numerosas y se expresaron políticamente bajo forma de toma de conciencia étnica, de defensa de una identidad indígena, identidad tan vinculada a la tierra que les permitía sobrevivir. La tradición popular de fines del siglo XIX no logra aún conceptualizar su situación social en términos de clase, y recurre entonces al concepto de raza para luchar contra el hacendado. La lucha social se subsume bajo la figura de una lucha étnica, única conceptualización política a su alcance. Así, la lucha entre pueblos desposeídos y haciendas invasoras se expresa en términos de lucha entre “mexicanos” –retomando el origen mexica de la raza- y “españoles” (en tanto que genéricamente representan a los hacendados y sus capataces). Una de sus distinciones identitarias se sustentaba en el concepto hegemónico de raza que -- no sólo en la época considerada, sino todavía hoy en día como lo demostraremos en este trabajo-- había penetrado hondamente en la conciencia social, convirtiéndose en la herramienta política que permitía diferenciar el nosotros de ellos. En otras palabras, para las comunidades indígenas y campesinas, el concepto de etnia precedió al concepto de clase. La “raza” en el viejo corrido A fines del Porfiriato, los rebeldes surianos se consideran prolongación y parte de una mítica y enigmática “República indiana”, contrapuesta a la “nación española”, considerada como potencia invasora que ha venido a conculcar los derechos de los pueblos campesinos. He aquí algunas estrofas del Corrido a la Patria, recopilado en Morelos en 1909, que tematizan explícitamente estos conceptos: Tú ya no eres República Indiana, hoy colonia te vas a nombrar; vas a ser sojuzgada de España y tus hijos esclavos serán. 49


Cura Hidalgo, si resucitaras, ¡qué dijeras en esta ocasión, al mirar la República Indiana gobernada por un español!

Se sabe que la expresión “República indiana” fue lanzada por Juan Álvarez, uno de los caudillos populares de la Independencia, compañero de Morelos y Guerrero. Sirvió como membrete del primer gran movimiento indigenista y mestizo del Sur de México en la segunda mitad del siglo XIX, con un carácter civil y laico, e incluso con tintes de anticlericalismo propios de la época de la Reforma. Los movimientos de resistencia indígena anteriores se habían caracterizado por su corte milenarista, es decir, por sus planteamientos socio-religiosos que apuntaban a una especie de sociedad teocrática. Pero ahora el concepto de República Indiana se “seculariza” y abandona por completo la utopía milenarista. El concepto de “República indiana”, que en la memoria de los campesinos surianos suena como un eco lejano de la antigua autonomía de las “Repúblicas de indios” de la época colonial asentadas en sus tierras comunales, y que quizás por eso mismo sirvió para lograr la adhesión de las huestes del Sur a la ideología liberal, connota ahora la revalorización de la “raza” indígena y el resurgimiento del orgullo étnico frente al “español” opresor reencarnado en los hacendados y en su protector: Porfirio Díaz. Son numerosos los corridos de la época que trasuntan este orgullo étnico reencontrado o “racismo al revés”. Véase, por ejemplo, la siguiente estrofa del Corrido a Porfirio Díaz, cantado en Morelos: No inclines tu frente, República mexicana ante el hijo ingrato que se señorea de ti; noble descendiente de uno de los reinos de Asia, país de Moctezuma, Cuauhtémoc y Cuauhtemoczin. 3 El orgullo del origen étnico también campea en el Corrido a la raza de Felix Cruz, campesino-trovador guerrerense de principios de siglo, cuyas estrofas iniciales rezan así: Público presente que reunido estás/ dígnate escuchar bondadoso a la vez/ porque en esta historia les voy a explicar/ de mi ascendencia les diré cuál es./ Vivo desterrado aquí en este reino,/ el que ahora se nombra Patria Mexicana;/ mis antiguos padres aquí me trajeron,/ pero si mi reino es Huehuetlapala. 3

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Nos encontraremos con un fenómeno ideológico ya señalado por Marx cuando afirmaba en el Dieciocho Brumario que en épocas de luchas sociales los combatientes “tienden a conjurar en su auxilio los espíritus del pasado” para representar “la nueva escena de la historia” 4. Hoy recrudece el recurso al concepto de raza para expresar el malestar social: en el sur, el EZLN reivindica su raíz indígena para enfrentar las políticas gubernamentales, como lo hicieron los “zapatistas históricos” (lo ilustramos en este apartado), mientras que en el norte, los adeptos a los narco-corridos, retomando el viejo racismo positivista utilizan el concepto de raza para insultar y despreciar. Es lamentable constatar que los viejos prejuicios siguen vigentes e, incluso, cobran nuevo auge cuando la crisis social se agudiza, haciendo que los mexicanos/chicanos se equivoquen de enemigo y actualicen calificativos racistas para enfrentarse entre hermanos, revelando así una conciencia negativa de sí mismo generada por las humillaciones sufridas sin poder entenderlas o contestarlas. Los mexicanos se echan en cara el calificativo de “indiorante 5”, “chúntaros indios patas rajadas”, mientras tildan a los norteamericanos de “bolillos” (por blancos). Un comentario reivindica su indianidad: “si en la escuela te dijeran la neta te dicen ke el puto de colon descubrió america y la raza ke estaba aki ke? si te avergüenza ser mexicano sigele m…la v… a bush puto y los putos partidos políticos ke valen v… komo tu y ke VIVA MEXICO CABRONES” (comentario de GFMTMB718 al video La hummer de Sonoyta y el Trigrillo 4

Se produce aquí algo semejante a lo que el mismo Marx llamaba “el peso de las generaciones muertas sobre el cerebro de los vivos”. Según Marx, frecuentemente este recurso al pasado sólo sirve como parodia y farsa. Pero no siempre. En otros casos “la resurrección de los muertos” sirve “para glorificar las nuevas luchas y no para parodiar las antiguas, para exagerar en la fantasía la misión trazada y no para retroceder ante su cumplimiento en la realidad, para encontrar el nuevo espíritu de la revolución y no para hacer vagar otra vez a su espectro” (ibid., p. 9). 5 http://www.youtube.com/watch?v=_2SGeaY4UuQ&feature=relate d el 19/06/2008 51


Palma visto por 291,130 personas 6). Los agresivos comentarios ilustran una violencia latente que se desfoga sobre el prójimo, mediante insultos denigrantes, por ejemplo en este intercambio de insultos a propósito del corrido Cien por uno cantado por Los Tucanes, que desata una guerra de comentarios enfrascados en un pleito de descalificaciones entre mexicanos que glorifican a Carrillo Fuentes y colombianos que defienden a Pablo Escobar. Los colombianos se burlan del Tratado de Libre Comercio que los mexicanos firmaron, mientras que ellos no se dejaron. Así responde el mexicano Westrider 310: “Chinga tu puta hedionda madre, mendigo colombiano de mierda. Arriba México, no más bola de indios amazónicos” y el colombiano Ceadu replica con el mismo recurso semántico sacado de los imaginarios colectivos: “indios amazónicos que sí tienen pantalones bien puestos y ustedes son unos mojados de mierda que se las tiran de charros y se ven como unos bobos sin mama…”; y cuando un argentino propone crear el cartel de Buenos Aires le responden: “pinche sudaca muerto de hambre.” 7 El inconsciente racista enfermizo del anónimo “halcóndetamaulipas” se hace evidente en su comentario al corrido Los dos de Guerrero cantado por Los Terribles del Norte: “por si no lo sabes nosotros somos más chingones que us pinches indijenas, nosotros somos de otra cultura pinches aborígenes con patas valen verga y si te crees muy chingón te espero en Arkansas para partirte… para pasar por Tamaulipas pidan permiso perros callejeros indios de mierda. Los indios que pinche educasion ban a tener si no saben mas que cargar leña en el lomo como los pinches burros, indio traga nopales.”8 Este comentario, muy común por desgracia, reactiva todos los estereotipos decimonónicos e ilustra el enfrentamiento entre carteles rivales que se expresa en la exacerbación del regionalismo cuando se insultan guerrerenses, tamaulipecos y sinaloenses. Preguntarnos: ¿dónde quedó México como nación? 6

http://es.youtube.com/watch?v=K82nNOUBoSQ el 19/10/2008 http://www.youtube.com/watch?v=cXYAyhKAKNk 8 http://www.youtube.com/watch?v=hh65CDpN9p8 7

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México: ¿una comunidad imaginada? o ¿imaginaria? A partir de la teoría de los aparatos ideológicos del Estado desarrollada por Louis Althusser, así como por los seguidores de Antonio Gramsci, los historiadores se avocaron durante la segunda mitad del siglo XX a analizar los mecanismos ideológicos, por los cuales se logró inculcar en los ciudadanos el sentido de pertenencia y apego a la nación. Se estudió la manera en que los museos y los libros de texto fomentaban la identidad nacional. A fines del siglo XX parecía obvio que existía “el” mexicano, por encima de todo regionalismo o grupo social. En efecto, la generalización de la escolarización, la extensión de programas idénticos de bienestar social a todas las regiones del país, la monopolización de los mass-media, etcétera, debían hacernos sentir como hermanos, hijos de una misma patria. Los científicos sociales corrigieron esta visión amalgamadora e unificadora de la identidad nacional introduciendo la variable de clases sociales: no existía “el” mexicano, sino “los” mexicanos según su ubicación en la estructura social. Luego, gracias a las historias regionales, se enfatizó el apego a la “matria” y los regionalismos, pero siempre bajo el inmenso manto protector de la nación, aún cuando el Estado (es decir, su brazo ejecutivo) fuera visto como un invasor de la privacidad local, un Leviatán. Sin embargo, se reconocía siempre la presencia de elementos identitarios “supra-clasistas” como la religión, la lengua, la bandera, el futbol, el cine en su época de oro y, sobre todo, la pertenencia nacional. En los grandes momentos de defensa de la patria, se estudió cómo el “nosotros” se reforzaba frente a “ellos”, es decir, los mexicanos frente a sus invasores. No quedó duda de que México existía como nación: el Estado había logrado abarcar y cubrir todos los aspectos administrativos necesarios para la convivencia y había creado una cultura nacional institucionalizada (INAH, INBA, UNAM); luego, más allá de la realidad objetiva del Estado, se estudió la manera en que cada persona se apropiaba subjetivamente del concepto de patria. Con Benedict Anderson se entendió que se trataba de una “comunidad imaginada”, basada en 53


la idea de una filiación imaginaria. Así, las fiestas del 5 de mayo en Los Ángeles o Nueva York reúnen a la “gran familia mexicana” que trabaja del otro lado. Frente a la sociedad anglosajona, debe reforzarse el sentido de pertenencia a la comunidad latina. Así lo mostraron las multitudinarias marchas de 2006 por la regularización de los migrantes ilegales en Estados Unidos. Empero, los comentarios que son objeto de este estudio revelan fuertes grietas en esta comunidad imaginada, al punto de que nos lleva a preguntarnos si no se trata más bien de una comunidad imaginaria sólo imaginada por los políticos y los científicos sociales. Se trata de una pregunta obviamente muy polémica, pero factible ante estos discursos tan regionalistas. La comunidad imaginada no ha logrado borrar los añejos prejuicios raciales, ni la inclusión/exclusión por pertenencia regional, ni la división social por clases o géneros (la carga machista de los insultos ofende la razón). Resurgen los viejos quiebres, se reavivan las rupturas localistas dentro de la identidad nacional, aflora lo “políticamente incorrecto”; sin duda la escasa escolarización no logró su propósito unificador. Ante este panorama desolador cabe una pregunta: ¿Qué puede significar una identidad nacional tan cacareada como “¡Arriba México, cabrones!” por los escuchas de corridos cuando, por otro lado, no dejan de insultarse entre “paisanos”? ¿Será que los carteles de la droga, al imponer lealtades territoriales, han logrado deshacer lo que tanto costó construir y despertaron los viejos demonios racistas? Frente a la desaparición de la comunidad y de la familia que son los espacios donde brotan los sentimientos primarios de adhesión a una matria, algunos jóvenes adhieren a las bandas de narcos, como nuevos espacios identitarios, nuevos territorios, nuevas familias. Los narcos michoacanos se reagrupan bajo el nombre de “La Familia”. Sin duda, esta identidad nacional tan resquebrajada puede movilizarse en caso de enfrentarse a otra nación (en música, futbol, religión), pero sigue la interrogación en cuanto a la posibilidad de una gran movilización social nacional. Parece que las cuestiones políticas se resuelven igualmente a nivel regional. Este resurgimiento de las regiones se debe, ante todo, a la reacción ante 70 años de centralización, pero ha sido aprovechado por los narcotraficantes para crear y ahondar 54


lealtades territoriales capaces de poner en jaque al Estado. 9 La apropiación y delimitación territorial que los capos de la droga han hecho del territorio nacional, llevaron a los media a sustituir semánticamente el concepto de región por el de territorio, que connota mejor cierta idea de soberanía y de identidad narco. “PURO TRAMPAULITAS. Pinches perros malparidos sinalojotos para que quieren armas si no saben usarlas, mejor usen sus pinches arcos con flechas” 10 envía “osonegro1975” como comentario al corrido/video Continuación de la Hummer-El Tigrillo Palma visto por 310,802 personas. De inmediato brotó la respuesta por parte de “tairistu”: “ese wey de tamaulipas que chingue a su puta madre!!!! puro Sinaloa compa!!!! arriba los mochis Sinaloa!!!! cual arco con flechas ni que verga a chingar tu madre pinchi tamaltepo!!!!” 11 Otro comentario incluye la variante “Tamaulipendejo”. En el fondo de este alud de insultos, se halla no sólo un fuerte sentido de apego regional, sino, sobre todo, una exacerbada discriminación de género donde se concibe a la región/nación como un asunto de hombres (ni mujeres, ni jotos…). Esta violencia –y su insistencia- en contra del género puede expresar cierta angustia ante la descalificación (pero, por desgracia, no la desaparición) del machismo –valor nacional mexicano- por parte de la cultura moderna sajona, como observan Gilbert y Pearson a propósito de la cultura dance: En un mundo en el que los hombres jóvenes ya no pueden esperar ejercer la fácil dominación sobre las mujeres de que sus padres “disfrutaron”, en el que la heterosexualidad ya no es una norma cultural rigurosamente impuesta, en el que las jóvenes tienen que 9

Los caciques políticos regionales ya “controlaban” sus territorios con el apoyo económico de traficantes locales, pero habían logrado un acuerdo de “cúpula” que evitaba toda guerra intestina, tal como la estamos viviendo ahora. Hoy, los “territorios” ya no están en manos de políticos, sino de narcotraficantes que tienen sus huestes listas para defenderlos, tal como se desprende de la lectura de los videos de narco-corridos. 10 http://www.youtube.com/watch?v=hNZWwrJJDA0&NR=1 el 19/10/2008 11 http://www.youtube.com/watch?v=hNZWwrJJDA0&NR=1 el 19/10/2008 55


aprender qué significa ser mujeres cuando esto ya no implica ocupar una posición de debilidad, entonces, experimentar la jouissance deconstructiva de la pista de baile –un lugar en el que la disolución de la certeza y la identidad se experimentan como un placer, en el que el género y la sexualidad se pueden olvidar, mirar desde distintos ángulos y posiblemente reelaborar- en el centro de la cultura juvenil es, con toda seguridad, un paso adelante hacia una cultura más democrática 12.

Sin duda, los jóvenes migrantes enfrentados a e inmersos en esta nueva cultura juvenil a-sexuada, deben resentir cierta desubicación y confusión que los lleva a reafirmar --cuando no a exacerbar-- sus valores machistas tradicionales como respuesta identitaria a los “otros” que encuentran jouissance y placer en una música a-sexuada (la música electrónica y los emos). Los territorios del narco y sus guerras verbales Como vimos en el punto inicial de este trabajo a propósito de la perpetuación del lenguaje del racismo, el narcocorrido se inscribe de lleno en el discurso social común mexicano, construyendo una representación heroica de estos nuevos actores sociales tan representativos (económica e imaginariamente) en sus regiones. Como lo ha observado Helena Simonett. 13 A la par del resurgimiento de los estereotipos racistas del siglo XIX, resurgió igualmente la idea del bandolero heroico asociado a una representación peculiar de su región: el territorio. Es decir, el espacio que alcanza recorrer el bandido para perpetrar sus fechorías y que se extiende más allá de los límites administrativos de un Estado, pero preservando siempre el núcleo originario como espacio altamente simbólico de una lealtad familiar y vecinal inalterable. Según Wikipedia: “Se denomina territorio (de la palabra "terra", que significa tierra) a un área Jeremy Gilbert y Ewan Pearson, 2003, Cultura y políticas de la música dance, Barcelona: Paidós, p.331. 13 Cfr. Helena Simonett, 2006, “Los gallos valientes: Examining Violence in Mexican Popular Music” en Revista Transcultural de Música, n.10. http://www.sibetrans.com/trans/trans10/simonett.htm. 12

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definida (incluyendo tierras y aguas) a menudo considerada posesión de una persona, organización, institución, Estado o país subdividido. También se denomina territorio a la zona controlada o dominada por ciertos animales.” Estos “nuevos” (en el sentido de que no se adscriben dentro de categorías étnicas tradicionales) territorios repartidos entre los capos de la droga, se asemejan a una estructura feudal con sus lealtades personales y su soberanía (incluyendo sus propias formas de “justicia”) sobre el territorio cuyos límites defienden a sangre y fuego. Si bien algunos de los escuchas se identifican por su estado de origen (Sinaloa, Tamaulipas, Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Oaxaca), es notable que últimamente se reconozcan también como súbditos de ciertos capos o carteles. Por lo tanto queda la duda: ¿apego territorial o lealtad a los carteles de la droga? A menudo se conjugan la lealtad/pertenencia a un cartel con el apego al terruño de origen: cartel de Sinaloa, cartel del Golfo (Tamaulipas); sin embargo otros comentarios alaban al CAF (cartel de los Arrellano Felix), es decir una familia sin precisar el lugar de origen (aunque se sabe que su plaza fuerte es Tijuana y algunos comentarios afirman: “Tijuana para el CAF”). Entonces detrás de lo que podría pensarse como una rivalidad entre regiones, un amor por el terruño, subyace una verdadera guerra de territorios. Al hecho de NO pensar México como un país homogéneo, es decir como una “comunidad imaginada”, y de pensarse primero como habitantes de una región, los escuchas o comentaristas añaden o sobreimponen la división territorial establecida por los carteles de la droga que buscan hacer de México una nación ilusoria. Algunos han detectado el peligro de hacer de México una nación confrontada. “CruzdelToro” al oír El Papá de los pollitos 14 de Los Tucanes escribe: “Puro México, seas de donde seas, JUNTOS TODOS, nada de puro mi pueblo y los demás no. Por eso México es un país puteado, de otra manera si jalaramos todos juntos TRABARIAMOS A LOS GUEROS Y AL QUE SE NOS 14

http://www.youtube.com/watch?v=_2SGeaY4UuQ&feature=related del 19/06/2008 57


PUSIERA EN FRENTE”.Y “Jazzeando104” añade: “de acuerdo con él”. Y “Robertosoon” se enoja: “Cómo pueden envidiar a estos idiotas promotores de la violencia y el narcotráfico, por eso está México tan cagado, con idiotas como Uds. que admiran a los que hunden al país, tomen un libro y pónganse a leer y dejen de ser tan ignorantes” y remata: “Sí, sí, siempre lo mismo es labriegos que chinguen a su m… lo único que saben contestar pero con la poca o nada educación que tienen los únicos que se chinguen son ellos mismos, aquí no se trata de ser fresa, se trata de superarse y no seguir siendo mano de obra barata en EEUU, los cubanos mandan en Florida, los Puertoriqueños y Dominicanos mandan en New York y los mexicanos que son 18 millones en ningún lado porque son ni siquiera en México, ¿cuál es la diferencia? EDUCACION Y NADA MAS”. 15 La violencia verbal en torno al narco-corrido El público de los conciertos de grupos norteños, muchos de éstos dedicados a cantar narcocorridos, se niega a seguir el ritual de la música clásica y clasista. Un somero análisis antropológico de esos conciertos comparados con los conciertos de música clásica permite establecer una serie de oposiciones: - Se realizan dentro de espacios al aire libre, los asistentes están de pie, pueden circular droga, comida y alcohol; los conciertos de música clásica tienen sus edificios especiales, con asientos organizados en semi-círculo, los bocados y las bebidas se consumen en otro espacio y fuera de los tiempos musicales. - Allí el público corea las canciones con los músicos, se exalta el ruido y la violencia; allá se impone un silencio ritual. - Unos se parecen a un patio de recreo ruidoso y violento; otros a un salón de clase silencioso y respetuoso. - El repertorio se inspira en el tiempo inmediato: es una gaceta de acontecimientos que no sobreviven a sus protagonistas; el repertorio clásico está detenido en el tiempo, se pretende inmortal, está fuera del tiempo. 15

Ibidem 58


- Compositores vivos; compositores muertos. - Son cuerpos agitados por el ritmo que gozan y disfrutan físicamente su música preferida; el público culto no se mueve y congela sus emociones y cuerpos. - La vestimenta es libre, pero con la influencia del gansta-rap tiende a ser cada vez más ligera y escasa; para poder franquear las puertas del recinto sagrado de un concierto clásico se debe vestir elegante y sobriamente. - Las letras de los corridos son denotativas y se emiten todo tipo de sonidos para demostrar su acuerdo; la música clásica se disfruta de manera abstracta y los aplausos sólo caben al final. - La cultura popular se relaciona con una experiencia colectiva; el goce de la música clásica es en esencia individual. - Las bandas de música norteña se rodean de un aparatoso escenario visual con luces, videos y efectos especiales; un concierto de música clásica se desarrolla en ausencia de todo efecto visual, incluso los coros vestidos de negro, tienden a desaparecer sobre un fondo impreciso. - Los intérpretes cantan al unísono con su público; el intérprete clásico está totalmente separado del público. - No es un ritual en la medida en que no remite a una mitología compartida o una historia sagrada que establece los fundamentos y rige los comportamientos de las instituciones culturales, salvo si se acepta que el dinero fácil y la lealtad grupal son los nuevos valores societales compartidos. Un concierto de música clásica es un ritual, como lo describe Christopher Small 16. - En una metáfora católica, se puede decir que el concierto norteño se desarrolla en el espacio de la “capilla abierta” mientras que el concierto clásico tiene lugar en el interior. Esta serie de oposiciones hace aflorar una clara distinción: la cultura popular y la cultura culta, de modo que la primera se eleva contra la última denigrando todos sus valores estéticos y sus formas de comportamiento. Pero no debemos equivocarnos: ambas pertenecen a un mismo sistema social donde prevalece el Christopher Small, 1987, The Social Character of Music, en Sociological Review Monograph 34 “Lost in Music”, London:Routledge, p.6-32.

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culto al individuo, al intérprete y al dinero. Ambas culturas están pobladas de ídolos a los que se rinden cultos similares. Otros escuchas, otras identidades: el son jarocho. Según Wikipedia, el narcocorrido no es más que un género de música regional al igual que el son jarocho: El narcocorrido es un subgénero perteneciente a la música norteña, ya sea en estados del norte de México o por músicos hispanos provenientes de las comunidades latinoamericanas en Estados Unidos. Éste es una versión reciente del tradicional corrido mexicano, y fundamentalmente trata de exaltar o conmemorar figuras, personas y eventos relacionados con el narcotráfico. Esta clase de canciones no buscan, generalmente, moralizar el tema del narcotráfico, sino más bien detallar las vivencias típicas en las que se hallan envueltos sus personajes. Al igual, existen narcocorridos que agregan al narcotraficante virtudes esenciales para el desempeño de sus actividades ilícitas, proyectándolos como hombres de poder, valientes, justos, astutos, temerarios y resueltos. Los estados mexicanos donde existe y se escucha esta clase de corridos son, principalmente: Michoacán, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Nuevo León, Tamaulipas, y Baja California.

Las letras de los narcocorridos evocan situaciones violentas que, como vimos, se vuelven pretextos para que los escuchas descarguen su agresividad. Lamentablemente esta agresividad se dirige hacia sus propios coterráneos en términos racistas; evidencian una ausencia de análisis de la situación social en que se hallan inmersos. Esta falta de claridad política es aprovechada por los traficantes para reforzar su control sobre “sus” territorios. Otro género musical muy popular en México y alejado del narcotráfico, es el son jarocho, originario de Veracruz y cuyas letras no expresan ni siquiera situaciones “heroicas”. Es un género igualmente apreciado por los jóvenes cuyos videos en Youtube provocan comentarios diametralmente opuestos a los de los narcocorridos: expresan realidades vivenciales muy diferentes. Son vistos por un público mejor escolarizado (los comentarios están bien redactados), con cierta preparación musical, que busca recordar (o inventar) sus raíces de 60


manera pacífica: “para todos los mexicanos regados por el mundo” 17, “estoy orgulloso de mis raíces”, “bendita sean nuestras raíces” 18, etc. Los comentarios giran en torno a la manera en que se ejecutan las piezas. No se insultan e, incluso, a veces son fraternales: la gran “familia mexicana” expresada en armonía musical en oposición a las discordancias léxicas, semánticas y musicales de los narcocorridos. La pieza más visualizada es La Bamba cantada por Los Lobos (grupo chicano nacido en el este de Los Angeles) con 2,704,584 visitas y 1,547 comentarios, así como la versión de Ritchie Valens (chicano nacido en el valle de San Fernando, Los Angeles, y muerto en 1959 en un accidente aéreo) vista por 1,388,006 personas que hicieron 1,368 comentarios: no hay insultos ni exclusiones. Ambas versiones se cantan con ritmo de rock. Todos lamentan la muerte de Ritchie, “puro corazón mexicano”; alaban la pieza: “qué bonita canción” y precisan que la “versión” de Ritchie, en realidad es un “cover” de Los Lobos. Es música para bailar. En comparación los videos de grupos jarochos de México que cantan según la tradición (sin fusión roquera) reciben menos visitas: entre 10 y 30,000. Los veracruzanos inmigrantes en los EU concuerdan en que “el mejor son jarocho se toca en las casas cercanas a la cuenca del Papaloapan, los mejores grupos tocan por sentimiento, no por dinero, aunque sé que estos grupos son buenos, no se comparan con lo que se toca en las fiestas de las casas humildes.”19 Obviamente los comentaristas de los videos de son jarocho representan otro segmento de la población migrante: una población escolarizada más consciente de que “la unión hace la fuerza”, que disfruta de su identidad regional jarocha, pero integrada dentro de una identidad nacional. Una identidad incluyente, no excluyente, los habitantes del DF son bienvenidos, así comenta “valderengel”: “el son que se hace allá por fiesta, por tradición, el fandango de pueblo, ese es el mejor, claro está que Dedicatoria del video Los camperos del Valle (son huateco). Ambos comentarios fueron hechos al video del grupo Siquisiri cuando tocó en Atlanta el 5 de mayo de 2007. 19 http://www.youtube.com/watch?v=nxRImHTRTtk 17 18

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los grupos pues son muy buenos y muy necesarios para que la cultura salga del pueblo, yo soy del df y sin los grupos de son no conocería el son.”; un segmento de población que reconoce que la diversidad es riqueza y que lucha para mantener sus raíces en situación de desarraigo sin recurrir a la música como válvula de escape de su agresividad; que, posiblemente, dirime en el plano político (no musical ni regional) las dificultades de su vida cotidiana; incluso, puede poner la música al servicio de una causa. Sin embargo, como nos lo ha hecho observar Juan Ernesto Moreno, los músicos jarochos tienen también un mejor control de estos recursos electrónicos y pueden borrar comentarios que desatinan. Por ello no se dan expresiones tan enfrentadas ni rivalidades territoriales tan obvias. Sin duda, pertenecen a un segmento mejor escolarizado de la sociedad donde se ha mantenido en alto el concepto de Nación y que no depende económicamente del narcotráfico. Los narcos jarochos contratan “músicos de marisquería” que no se venden por internet. Pero precisamente, esta crítica refuerza mi argumento: para ciertos grupos populares mal escolarizados (relevantes por su número), los videos musicales en torno a los narco-corridos ofrecen un espacio virtual donde pueden expresar un nivel de violencia muy preocupante, evidenciar un machismo y un racismo exacerbados y un regionalismo peligroso para la unidad nacional. Conclusiones Este estudio de caso es sintomático de la situación de agresividad y violencia en la que se hallan inmersos (y, muy probablemente, de la que provienen) muchos jóvenes mexicanos de ambos lados de la frontera. La experiencia migratoria (intra y fuera de México) no les permitió salirse de ella; por el contrario, parece que el desarraigo enfatizó su agresividad que se desahoga en los comentarios anónimos en internet. Como se precisó al inicio, la popularidad de los narco-corridos justifica el estudio de este segmento de población, pero no su generalización a los “latinos” radicados en Estados Unidos. El estudio de los estereotipos vehiculados por los comentarios, hace aparecer un reavivamiento de la discriminación racial mediante el hate speech 62


que retoma los viejos insultos racistas del siglo XIX. También tratamos de evidenciar aquí la manipulación de un discurso localista y regionalista que favorece (o responde a) los intereses “territoriales” de los carteles de la droga que vierten vino nuevo en odres viejos para atizar una guerra entre hermanos que desvía toda rebelión en contra del sistema. Estos jóvenes sólo encuentran la salida del laberinto de sus vidas mediante el comercio y consumo de drogas que reivindican y vinculan muy estrechamente con un “territorio” y una “familia” de narco. No se trata aquí de un estancamiento identitario en la fase de un regionalismo prenacional y pre-moderno, sino de una nueva identidad fincada en un regionalismo post-nacional y post-moderno (para usar discutibles categorías de moda) que tiene todas las apariencias de un nuevo feudalismo al servicio de estos señores de la guerra: los grandes carteles. La lealtad hacia el traficante implica el apego a su territorio en una nueva versión mexicana de West Side Story ya que, según nuestra hipótesis, la falta de claridad política es aprovechada por los traficantes para reforzar la dependencia feudal y el control de “sus” territorios. No se estudió aquí las letras violentas de las canciones, sino el espacio detonador de agresividad y violencia constituido por los espacios de intercomunicación en internet. Queda claro que la violencia/agresividad no se origina en las canciones, sino que las canciones puestas en un espacio de expresión libre y anonimato en internet provocan una catarsis social que revela mucha miseria humana: sentimiento de inferioridad, soledad y rabia, que se expresan en un regionalismo y un machismo extremosos, en la idealización y sobrevaloración del lugar de origen, en la homofobia (como insultos) y la glorificación de los traficantes. La violencia virtual expresada en los comentarios es consecuencia de violencias reales padecidas en la marginación social de origen (evidenciada por la falta de escolarización). Así se crea el ciclo vicioso del desprecio cuando la auto-estimación debe transitar por la humillación del otro, aún cuando se trate de un hermano en desgracia, en lugar de revertirse contra una situación social que los marginó y los sigue marginando.

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EL CORRIDO ALTERADO, LAS DROGAS SICARIO

Y EL

Marco NÚÑEZ GONZÁLEZ ♦ “El pasado sigue gravitando y pensando y pesando sobre el presente y el futuro sinaloense”. Nery Córdova ♦

Marco Núñez González, comunicólogo. Estudia el IV y último semestre de la Maestría en Ciencias Sociales con Énfasis en Estudios Regionales en la UAS. 65


La figura del sicario acaso atrae y también genera repulsa o rechazo. Es un ser terrenal con dones fieras de fuerza; encargados de quitar la vida. Caminaba un día X a las siete de la mañana, cuando en determinada época el frío aleja a la población de las calles y los mantiene en cama. Con la soledad de contexto y a modo de guía, a lo lejos se alcanzaban a escuchar ruidos, sones, música. Era uno de esos barrios olvidados de Dios, pero sobre todo, olvidados por la civilidad. En esos barrios los niños crecen bajo la violencia. Violencia en la casa, en la escuela, en la calle, con los amigos, los vecinos y en la televisión, en el videojuego y hasta en ese equipo de sonido que servía de faro auditivo aquella mañana gris. Los instrumentos no resultan extraños al sinaloense; aquí se crece escuchando tubas, tarolas, guitarras y acordeones, tololoches, trompetas y clarinetes, acompañando a una voz nasal típica de la región, que como maestro de orquesta lleva la batuta. De las bocinas, cada vez más cercanas, salían notas de broncos o altos decibeles y una voz recia y altiva entonaba versos violentos que musicalizan la historia viva de Culiacán. De ira, rabia o desequilibrio emocional, se escuchaba: Es mi vicio la sangre enemiga la venganza se me hizo un placer habrá torturas, habrá un infierno soy sanguinario a más no poder, me da risa mirarlos tirados y la tierra queriendo morder…

los decapitó, les cortó el cuello y junto a ellos les dejó un mensaje: que para los niños sus respetos. “ La venganza del M1” Intérprete: Arley Pérez

A pesar de la prohibición en 1987 para su transmisión radiofónica, la “Venganza del M1” y muchos más narcocorridos han sonorizado el paraje sinaloense. El narcocorrido se ha vuelto tan palpable en el imaginario sinaloense que un destacado escritor y narrador, Elmer Mendoza, se ha atrevido a declarar que “el

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narcocorrido ha desplazado a la música de mariachi como representativa en el mundo de nuestro país” 1. Aunque tales letras no impresionan a los sinaloenses -el pasado, el presente y el futuro del contexto sui generis los ha curtido frente al narcotráfico y sus efectos- el viejo narcocorrido era distinto. Nery Córdova (2011, pág. 16) ha estudiado la transgresión y el fenómeno cultural del “narco” en el ámbito sinaloense, señalando que esta parte del noroeste mexicano se ha convertido en un museo vivo y dinámico de la narcocultura, haciendo posible reconocer en la vida cotidiana, productos y personas influenciadas por la transgresión sociocultural. Sin embargo, en los últimos años los narcocorridos han cambiado. Ya no son lo mismo. Aquellos pasajes donde la esposa de Macario Leyva defendía a su esposo de los tres sicarios, ahora son escritos desde la visión de uno de estos últimos, que dejaron el “honor” de lado y dio pie a la barbarie y el sadismo. Estos narcocorridos, conocidos como “enfermos” o alterados, causaron sorpresa entre los escuchas y los no escuchas, a tal nivel que el gobierno de Sinaloa emitió un decreto en 2011 que prohíbe la reproducción pública de cualquier narcocorrido, alterado o no. Durante ese tiempo, diversos grupos pusieron en boga lo que se ha denominado como movimiento alterado, que no es más que un grupo de productores pertenecientes a una compañía discográfica que, mediante marketing y tecnología, lograron colarse en el gusto del público narcocorridero. Este estilo musical, originado entre 2006 y 2008, fue bautizado por los propios grupos de exponentes y cantores, al relacionarlos con una desviación violenta característica de sicópatas o sociópatas. También han sido llamados “alterados” o “alterapulsos” porque al escucharlos, los buchones, por ejemplo, dicen que el pulso cardiaco se altera o se “acelera” el comportamiento.

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Elmer Mendoza (2009) en el documental “La Ley del Narcocorrido” transmitido en Discovery Channel. 67


Hemos encontrado una correlación entre el nivel de violencia en los narcocorridos alterados y el número de muertos de la guerra del narcotráfico (Cfr. Núñez 2011). Ante la creciente ola de violencia y con la inclusión de diversos grupos violentos a las filas del narcotráfico –kaibiles, ex militares, policías, pandilleros, sicarios expertos y novatos- la forma de darle muerte a los “contras” se volvió cada vez mas sádica e impactó directamente el contenido de los narcocorridos. También, y a diferencia de los narcocorridos pioneros, a través de una clasificación de los sociogramas violentos se pudo dar cuenta que los corridos alterados hacen énfasis en cuatro elementos: 1) las armas y vestimenta que utilizan para matar; 2) las cualidades de personalidad para asesinar con eficacia; 3) el capital social que les sustenta: los nexos y apoyos de otros grupos y actores del narcotráfico; 4) exaltación de los actos de ejecuciones de los que son autores materiales o intelectuales. Aquí buscamos profundizar en la forma en que dos de esos cuatro elementos violentos son narrados en este tipo de formulación musical. En torno, 1) las armas y la vestimenta y 2) la personalidad y el carácter. Es decir, cómo los narco corridos podrían moldear la construcción social del sicario. Vestidos para matar Durante el sexenio de Fox (2000 – 2006), la cifra de asesinatos relacionados con el narcotráfico fue de casi 9,000 muertos (El Universal, 2007). En el sexenio de Calderón la cifra de muertes –de diciembre 2006 a diciembre 2010- relacionadas con el crimen organizado asciende a 34,612 (Presidencia de la República, 2011). En julio de 2011, cifras extraoficiales contabilizaban 50,000 muertos (Semanario ZETA, 2011) Con el incremento de muertes en casi 5 veces, la figura del sicario ganó relevancia tanto operacional como mediática. Con la especialización de los brazos armados del “narco”, fue cada vez mayor la incorporación de armamento y accesorios militares. En noticias y fotografías de los saldos de los enfrentamientos armados, sale a relucir la estética usada para morir o matar, pues cascos, botas, armas sofisticadas y múltiples pertrechos de 68


combate, indican un mayor nivel de fuerza y capacidad. De modo que las imágenes del sicario, con camuflage y “las percheronas bien puestas”, tatuadas de sangre y plomazos, impresionan, apantallan, acaso como imágenes de auténticos “Rambo”. Bajo la lógica capitalista, el armamento es vital para la productividad empresarial: matar más, con menos esfuerzo. “La técnica al servicio de la muerte es parte esencial del mundo moderno occidental y racional.” (Reyes, 2011, pág. 3) 500 balazos armas automáticas Pecheras portaban de cuernos las ráfagas Los altos calibres tumbaban civiles también por igual.

Anti blindaje expansivas las balas Dos o tres bazucas y lanzagranadas Obregón, Sonora deveras pensaba que estaba en Irak. “Los comandos del MP” Intérprete: Voz de mando

En este narcocorrido, “Los comandos del MP”, las referencias que se hacen a las armas están ligadas a la fuerza destructiva cuántica y cualitativa: 1) son 500 los disparos realizados, una cantidad grande que dibuja una operación de gran impacto; 2) la referencia a los “altos calibres”, señala que poseen un poder de destrucción por encima de los calibres comunes; y 3) la presencia y el numero de bazucas o lanzagranadas que se utilizan revisten un aspecto singular. En este sentido, el hecho de que se destaquen las armas pretende establecer una representación de individuos con capacidades extraordinarias, de una fuerza más allá de lo conocido, de lo natural, de lo terrenal. Tratan de establecer una distinción de los individuos: son más que todo y que todos, tienen poder en cantidad y en calidad. Sobre esta diferenciación del poder, Valenzuela (2002, pág. 153) señala: “…el poder del narcotraficante no deriva de su estructuración como miembro de una clase social, sino en los elementos distintivos que caracterizan la pertenencia a mafias que 69


erigen leyes y dominios a partir de su capacidad económica y de destrucción.” Las herramientas por sí solas no causan destrucción. Sin la intervención humana, las armas no significarían poder. Por ello, dibujar líricamente la imagen de los sicarios portándolas, para personificar el poder, es una constante en el género musical. Acaso la fusión de arma y sujeto recuerda al minotauro, recuerda al cyborg, recuerda a Robocop; seres que han mutado para ser más fuertes. En su obra, Carr (2011), expone que el uso de herramientas provoca cambios neurológicos en los individuos, de tal manera que el cerebro llega a considerar los instrumentos como parte del individuo. “Con su pechera ajustada Y su rifle atravesado Una piña en cada mano Jala la espoleta y vuelan los contrarios.” “ Por aire y por tierra” Intérprete: Los traviezos de la sierra

En estos narcocorridos los sicarios van llenos de armas. Los rifles van colgados a la espalda como una extensión de sus brazos, en las manos llevan las piñas –granadas- que les permiten destruir y en la pechera portan más aditamentos por si se acaba el parque, por lo que no tiene limitaciones de reserva. Junto a este uso de armas, el retrato cantado que proporcionan los narcocorridos, conlleva a imaginar hombres de aspecto militar con colores sombríos, uniformados para la ocasión, para el evento, o para su fiesta. Encapuchados. Cubriendo el rostro. Despojando cualquier identidad. Despersonalizando al individuo. Si las expresiones faciales son la conexión entre el ser interior y el mundo exterior, este individuo carece de ellas, las oculta, las desconoce. Se deshumaniza, como diciendo “no tengo emociones, vengo por ti, vengo a matarte y a partirte la madre”… Se visten de misterio. El negro se relaciona al dolor, la lealtad requerida, la soledad que implica no confiar en nadie, que distingue, engalana. Y señala lo solemnidad que se ocupa para 70


trabajar bajo riesgo, entre las sombras de la vida, la que no ofrece esperanza ni futuro. En esta tónica cinematográfica es conveniente cubrir todo, los pies, las manos, el rostro, los ojos. El cuerpo se transforma igual en una herramienta. Las botas son duras, armas por sí mismas; resisten cualquier aspereza y pavimento, lodo y sangre, patadas y hasta el mismo fuego de las esquirlas. Son las botas de los guerreros del crimen. Los protagonistas son cantados como invencibles. Van uniformados con la cubierta de la deshumanización. Sin piel a la vista, sin una muestra de humanidad, con rifles por brazos y granadas por manos, sin rostro, sin emociones. “La máquina de matar, el aparato de defensa, oculta al cuerpo, disimula y camufla la carne, esconde cualquier debilidad, pero exhibe otros elementos, como la disciplina y la uniformidad: es control puro” (Reyes, 2011, pág. 5). La eficiencia de una máquina. Nunca fallan son exactos en sus actos. “El equipo del señor” Intérprete: Los traviesos de la sierra

No se necesita ser educado pero si malicia Si la conversión del individuo en maquina ha de ser exitosa, debe perfeccionarse. La productividad requiere de dos tipos de tecnologías: las duras –herramientas - y las blandas –habilidades-. Acaso sea posible una analogía con la informática entre hardware –armas- y software –mente-. Los narcocorridos hacen énfasis en estas habilidades del sicariato. Cualquiera puede sostener un rifle, pero no cualquiera tiene la habilidad de asesinar; se necesita malicia, sangre fría y que las motivaciones para jalar el gatillo sean suficientes. Se requiere de ciertas estructuras mentales para conseguir el

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asesinato, la productividad y la eficiencia terminal. Se necesita ser un individuo especial, distinto al resto, al común mortal: “La lista” es referida como aquellos individuos que han sido incluidos en un inventario de personas a ejecutar. Los sicarios no sólo matan como un trabajo; parece un disfrute, una actividad que les produce placer y al hacerlo no hay necesidad de coerción para seguir participando. En el radio dos noticias Una buena y una mala La buena es que ya no hay lista Y esa también es la mala “ La cara de un ántrax” Intérprete: Jorge Santacruz

La alegría por haber acabado con los contras, se opaca con la noticia de que ya no hay nadie a quien ejecutar. Otra de las “cualidades” que valoran es la del sujeto irreverente, el que puede acabar con quien sea, sea del nivel que sea. El ímpetu por asesinar produce que los sicarios vivan en niveles de excitación anormales: que estén ansiosos, que parezcan acelerados y luzcan alterados: Traigo a mi gente bien alterada Piensan que traigo a mi gente tachada Son muy activos para estos servicios Pisan y aplastan a los enemigos “Ni hoy ni mañana” Intérprete: Gerardo Ortiz

Que se atribuya a las metanfetaminas –tachas--, como causa de la ansiedad de los sicarios refleja una lista de las habilidades necesarias para ser sicario: euforia, energéticos, activos, paranoicos, iracundos. Se necesita que funcionen con gran energía y potencia para pisar y aplastar a los enemigos. 72


La actitud de los sicarios indica una programación social, ser un producto social capaz de considerar el asesinato como una actividad lúdica, traerlo en la sangre, no temor, no arrepentimientos, ser irreverente. Además de lo que podríamos considerar como predisposiciones sociales, los narcocorridos alterados enaltecen las habilidades adquiridas: Era novato en las armas Cuando disparaba, temblaban mis dedos luego apuntaba y mataba Se fueron como agua después del primero.

El día a día ha traído experiencia. Al principio hay nervios pero conforme pasa el tiempo se disipan. Después todo fluye, todo trascurre y uno tras otro se van solucionando las fallas. No sólo la escuela de la vida va enseñando a matar; la instrucción previa, militar, es también muy valorada. Las máquinas necesitan estar probadas, que garanticen la efectividad a través de la experiencia. El hecho de haber sido soldado indica el entrenamiento de calidad que adquieren al ser parte de un ejército. Cargan un caudal de guerra que los ha curtido y conocen cómo es estar en el refuego; su capacidad ha sido adquirida esquivando y dando disparos. Ya no existe el temor a la muerte. Ya no hay sacudidas, espasmos musculares, agitaciones, pues el cuerpo ya ha interpretado el asesinato como algo natural. La experiencia ha anulado la empatía y que Daniel Goleman señala que debería incluirse como uno más de los elementos causales en los estudios de violencia. Estas habilidades aseguran la efectividad del sicariato: la falta de empatía con las víctimas, el placer de la sangre, el gusto por la actividad, la costumbre adquirida, las experiencia efectiva, la energía acelerada, son elementos que dibujan a las maquinas de matar.

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Como los artistas les doy una lista también hacen giras y enseguida vuelven si les pido pruebas me traen la cabeza así son mis plebes cuidan mi bandera se enredan en ella son mis niños héroes. “Así es mi cartel” Intérprete: Los traviesos de la sierra

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Conclusión En las letras de estos narcocorridos se ha conseguido construir, en el imaginario musical que acaso refleja hechos y aspiraciones de la trajines de la vida entre la muerte, entre otras cosas, a una máquina eficiente al servicio de la muerte. Se resaltan las armas como herramientas de alto impacto y se hace énfasis en su exacto poder de destrucción. Como tecnologías blandas, realzan las habilidades que requieren estos individuos para asegurar una alta productividad asesina. De este modo se conciben a estos dibujos de los sicarios robotizados y sin alma. De alguna forma, esta construcción social ejerce efectos diversos sobre el comportamiento de la población. Imaginar individuos convertidos en maquinas transitando por las calles modifica la percepción de la vida cotidiana. Bibliografía Carr, N. (2011). SUPERFICIALES ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Distrito Federal: Editorial Taurus. Cordova, Nery, (2011). Cultura, mundo social y el fenómeno de la transgreción. ARENAS 10-44. Goleman, D. (2007). La inteligencia emocional. Mexico, D.F.: Edic. B. Presidencia de la República. (2011). Base de Datos de Fallecimientos. Recuperado el 28 de Septiembre de 2011, de http://www.presidencia.gob.mx/base-de-datos-de-fallecimientos/ Reyes, R. (2011). "Violencia, imagen y cuerpo en la `Guerra contra el narcotráfico en México". Sociedad & Equidad , 1-8. Semanario ZETA. (11 de Julio de 2011). 50 mil ejecuciones. Valenzuela, J. (2002). JEFE DE JEFES. Narcocorridos y narcocultura en México. Plaza & Janés Editores. México

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CINE: THE COCAINE PROJECT. BIOGRAFIA Y VIAJE DE UN PAQUETE DE COCAINA Un viaje fílmico de Natalia PAVIA CAMARGO y Alina ROJAS SOTRES (The Cocaine Project es la primera colaboración profesional entre Natalia Pavía Camargo (1978, Bogotá, Colombia) y Alina Rojas Sotres (1981, Ciudad de México). La vida en el extranjero les ha brindado la posibilidad de reflexionar de forma auto crítica sobre la situación sociopolítica y cultural de sus países de origen. Entre la vida cotidiana europea --estudian en la Universidad de las Artes de Berlín--, sus reflexiones en torno a América Latina depende de los libros, las noticias y la información que obtienen de los medios de comunicación, Internet y de las conversaciones con familiares y amigos. A partir del intercambio de sus experiencias personales y de la situación actual en Colombia y México se gestó su interés por el tema. Este trabajo es la descripción y el argumento de una extenuante travesía, como proyecto y praxis cinematográfica y académica, que trata sobre el derrotero simbólico de la cocaína entre sus lugares básicos de cultivo, tránsito y consumo, con un recorrido inverso que va desde Estados Unidos hacia Sudamérica. Natalia y Alina, en estos inicios del 2012, se encuentran ya en labores de postproducción, revisión y edición fílmica en Alemania). CONTEXTO HISTORICO Antes de la prohibición La coca es un recurso natural con profundas raíces en la historia y cultura andinas, producida y utilizada desde hace más de cinco mil años en rituales de índole religiosa, en encuentros sociales o con fines médicos. A principios de la época colonial los españoles comercializaban las hojas de coca para proveer de ellas a los mineros de las tierras altas y así mantenerlos estimulados para trabajar. No obstante, la coca recién se transformaría en un 77


producto de exportación a fines del siglo XIX. En el contexto de los cambios económicos y científicos de entonces volvió a despertar el interés y aprecio por ella, una vez que Albert Niemann aislara el alcaloide cocaína en 1860. Karl Koller descubre en 1884 las propiedades de anestesia de la cocaína y logra establecerla como un anestésico local, tras lo cual comienza a ser producida con fines medicinales por la farmacéutica de E. Merck en Darmstadt, Alemania. Junto a la atención científica por el alcaloide crece también la fascinación popular y comercial por la hoja de coca, especialmente en Francia y Gran Bretaña. En 1863 el parisino Angelo Mariani comercializa con éxito su "Vin Mariani”, mezcla de vino Bordeaux y coca, presentando a ésta ultima como un remedio estimulante. Poco más de 20 años después, en 1886, nace en Estados Unidos la Coca-Cola, imitación sin alcohol de la apreciada bebida de Mariani. Estos son apenas algunos eslabones en la cadena de circulación de la coca y la cocaína durante su periplo y auge como droga moderna entre 1860 y 1950. No sólo se trata aquí de los mercados interdependientes de oferta y demanda, sino también de los canales institucionalizados de la medicina, la ciencia y la política, los cuales habrían de segmentarse tanto por los cambios en los gustos sociales en la coca y la cocaína como por la desintegración del universo colonial y neocolonial. Los vínculos y desigualdades entre los participantes de las etapas de cultivo, tratamiento, comercialización, regulación, uso y abuso de estas sustancias ponen en evidencia diferentes formas y estratos de las relaciones internacionales de poder. Estos tempranos canales de distribución contribuirían a estructurar la creciente criminalidad vinculada a la coca y a la cocaína a lo largo del siglo XX. A partir de su prohibición en la mitad de ese siglo, la coca andina escapa a toda regulación legal, encontrando sus nichos y circuitos de circulación en la clandestinidad y atrayendo con ello a grupos productores y distribuidores, por supuesto ya criminalizados. Forzada por la prohibición, la expansión de la cocaína vuelve a desplazarse hacia las regiones originarias del este del Amazonas y a concentrarse en los antiguos vínculos de intercambio con Estados Unidos. La "pasta” de la cocaína de 1970 consistía básicamente en el mismo 78


sulfato de cocaína de 1890, sólo que un siglo más tarde la materia prima extraída de la selva terminaba en las refinerías ilegales de Colombia, en lugar de embarcarse rumbo a la fábrica de Merck en Alemania. En los alrededores de 1970 la cocaína inunda los espacios abiertos antes por el speed, la heroína y la marihuana, instalándose dentro de un frenesí por la droga fomentada en parte por la élite del mundo de Hollywood y del rock, quienes propagan a la "coke” como una nueva "droga gourmet” ligera. Por su lado, empresarios colombianos de Medellín, con experiencia y buena posición, ven en un Estado débil la oportunidad para transformarse en los intermediarios mejor ubicados: refinan y venden el producto de campesinos bolivianos y peruanos a la diáspora colombiana de Miami y Nueva York. Durante los años '80 y a principios de los '90 Pablo Escobar Gaviria se convierte en el mayor exportador de droga del mundo, gracias a las alianzas que establece con otras organizaciones internacionales. Cuando los esfuerzos por contener el tráfico de drogas en el sur de Florida y el Caribe comienzan a dar frutos, las organizaciones colombianas logran alianzas con los traficantes ubicados en México para poder transportar el producto a Estados Unidos. Esto ocurre sin grandes dificultades, ya que México había producido durante largo tiempo opio, heroína y marihuana; es por ello que los traficantes mexicanos disponen de una infraestructura ya establecida, que puede servir inmediatamente a los intereses de sus pares colombianos. Hoy, como se sabe, el negocio de la droga se constituye en uno de los principales problemas de Colombia y México. Desde que los carteles de la droga se establecieran y crecieran en territorio mexicano, el tejido social ha ido modificándose. Estas organizaciones se focalizan en procesos individuales de la larga cadena de comercialización y manejan un alto grado de especialización para maximizar su eficiencia. Las regiones más conflictivas son aquellas en las cuales se lucha por el control de regiones y áreas o por el monopolio de la circulación de la droga. La presencia de estos grupos tiene consecuencias harto visibles: criminalidad, delincuencia, violencia, inseguridad, miedo, son las expresiones notorias y acaso estentóreas del conflicto. Influenciada por esta problemática, la cultura popular 79


ha cambiado: en los grafitis, la música, la moda, y sobre todo en las esferas del hábitat, en los comportamientos y actitudes sociales, en la vida cotidiana de los pueblos. Esto revela la fuerza de la narcocultura 1 sobre una población, en contacto perenne con las múltiples ramificaciones de semejante fenómeno. La película…La ruta En la realización del filme, observaremos algunos de los efectos de la narcocultura en ambos países, para reflexionar sobre ellos y buscar comprenderlos. Nuestra ruta se topa en el itinerario con ideas, pensamientos, historias, tabús y mitos que se han desarrollado alrededor de la cocaína como droga global moderna. Un viaje que a un tiempo recoge y resemantiza imágenes y que se ocupa de historias y leyendas construidas culturalmente. La veneración de santos, narcofiguras y narcocorridos son sólo un muestrario de pretensión “estética” del fenómeno, que contrasta por ejemplo con la cultura andina y la utilización tradicional de la coca. A través los escenarios deseamos, también, comprender y mostrar algunas partes esenciales de estos opuestos culturales. El objeto a partir del cual deseamos contar la historia es un paquete que se asemeja en su forma y en su característico color marrón a uno de cocaína. EI paquete es un símbolo visual significativo y esencial del filme, como ícono catexizado. Resultado y obra de los materiales que hemos ido acumulando en un proceso de archivo desde el inicio de la investigación, y habrá de crecer aún más en el curso del viaje. Lo llenaremos con todas las manifestaciones visuales que se crucen en el camino: tarjetas postales, mapas, objetos kitsch y camp, libros, paisajes etnográficos, fotos, dibujos, artesanías, afiches, prendas, recuerdos, recortes de periódico. Fragmentos que de un modo u otro se transformarán en parte de nuestro viaje mientras recorremos la ruta trazada. No sólo llenaremos nuestro paquete Narco. Nombre popular dado a los traficantes de drogas ilícitas; también se ha establecido como un prefijo descriptivo, por ejemplo en palabras como narcocultura y narcocorrido.

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con objetos relacionados a la cocaína, sino con los escenarios e imaginarios de los países visitados y con detalles de los sitios en donde nos nutriremos de estampas y vivencias, para tener así una gran selección de recuerdos que compartir con el Mamo, el guía espiritual de los indios kogi de Sudamérica. Los objetos, constituyentes del paquete, nos ayudarán a llevar adelante una conversación visual, sin necesidad de palabras. En este punto deseamos señalar que el contenido del paquete no consiste en una acumulación arbitraria de objetos, sino que la elección sigue un método de archivo preciso y determinado. Cada objeto será fotografiado sobre un fondo blanco y llevará como descripción: sitio y fecha de hallazgo, materiales que lo componen y tamaño. Contará con un sello creado por nosotras mismas como certificación. La constelación de objetos representaría distintos aspectos de la cultura, el arte, la tradición y el comercio relacionados con la cocaína. La ruta incluye de pequeñas ciudades a grandes metrópolis. En un principio hemos planeado tres escalas en cada país, pero al ser el nuestro un documental de viaje, no nos es posible predecir qué ocurrirá en el transcurso del mismo, ni qué huellas habremos de seguir para alcanzar nuestra meta. La cocaína producida en Colombia llega a México por diversos medios de transporte (por aire, mar y tierra), donde se la pesa y mezcla con otras sustancias, para ser reenviada finalmente a Estados Unidos. El viaje seguirá un recorrido, reconstruido por nosotras mismas, que simboliza la ruta de este tráfico de drogas. Desde hace varias décadas existen diversas posibilidades, en términos geográficos, para contrabandear drogas a Estados Unidos. Los intentos de las autoridades por controlar el trasiego hacen que estas rutas se encuentren en constante movimiento. Desde un poco antes de los años '30, cuando la comunidad china comenzó con las primeras plantaciones de amapola en Sinaloa, y hasta las actuales vías de circulación, la prioridad siempre ha sido la misma: hacer llegar la droga del modo más rápido y seguro al amplio mercado norteamericano. El recorrido seguirá las huellas del contrabando de la droga. Esta ruta habrá de llevarnos desde Los Ángeles, California, hasta 81


las montañas colombianas, pasando por sitios clave, como argumento creativo de nuestra labor cinematográfica. Ruta: The Cocaine Project The Cocaine Project, en suma, es un recorrido fílmico que creará y trazará sus propios senderos, desandando el camino para traficar cocaína: comenzaremos por la última escala de la droga (Estados Unidos), para luego atravesar la frontera con México rumbo al sur del Contienente hasta llegar a los parajes y montes de Colombia, donde nos encontraremos al final con el Mamo. Desde el producto último, la cocaína en polvo, retrocederemos hasta llegar al origen de su uso con la planta de coca, "viajando” precisamente contra el espacio y el tiempo. Al regresar a los orígenes nos confrontamos con la memoria y la herencia de nuestro tiempo, repensando la figura de la mítica hoja milenaria, dándole un lugar en el presente. Los Ángeles, California Ya en Los Ángeles partiremos en búsqueda de la primera representación de Malverde. En este caso su reencarnacion como cantante de Hip-Hop. El cantante “Malverde” nació en Coachella, California, como tantos otros niños cuyos padres mexicanos habían emigrado a Estados Unidos. Fue criado por su madre y su abuela, quienes le contaron la leyenda de Jesús Malverde, una especie de Robin Hood del siglo XIX que robaba a los ricos para dar a los pobres. Malverde habría sido ejecutado por el gobierno en 1909, que además prohibió su sepelio para disuadir a posibles imitadores, reforzando a la vez la represión imperante de la época. El cantante Malverde ha encontrado una forma, dentro del Hip-Hop, para expresar los problemas sociales a los cuales hacen frente los inmigrantes en Estados Unidos. Sus canciones no sólo tratan de la calle, sino que reflexionan sobre la vida, la poesía, las relaciones humanas y sus efectos. Veremos a Malverde en uno de sus conciertos para indagar acerca de su fascinación por su homónimo histórico. 82


En la frontera, cruzaremos desde San Diego a Tijuana. Será nuestra primera acción de cruce de frontera, simbolizando una de las rutas más conocidas de la cocaína, la cual desandaremos a pie. Aquí impera el cartel de Tijuana, el de los Arellano Félix, quienes han controlado esta zona de México. El cartel generaba ganancias por 100 millones de dólares al año. Tijuana, Baja California El Hip-Hop cantado en ambas lenguas (inglés y español) ha alcanzado una popularidad impresionante. Cantores como Malverde (Los Ángeles), Niña Dioz (Monterrey) o Nortec (Tijuana) han generado con ayuda de su música una subcultura de mezcla, de hibridación y de no pertenencia. Los temas más importantes en las letras o textos de las canciones son el bilingüismo, la migración, ciertas tendencias de moda, la cuestión sociopolítica y los bienes de consumo que circulan entre ambos países. Nos concentraremos en estos grupos musicales, visitando dos sitios clave en la ciudad fronteriza. El primero de ellos, la Avenida Revolución, que es una de las vías más recorridas por locales y turistas. Junto a farmacias que venden libremente medicamentos que en Estados Unidos se consiguen sólo con receta, conviven allí prostitución, venta de drogas y una multitud de bares y de negocios insólitos e inimaginables, aprovechando la cercanía con la frontera para intentar subsistir. El segundo sitio es la famosa "Línea”, ubicada en los puestos de control fronterizos entre México Estados Unidos, atravesada diariamente por más de 300 mil personas. En el contexto de nuestro viaje, el significado especial de Tijuana reside en poder observar de cerca cómo la influencia de Estados Unidos se mezcla con la de México, creando la subcultura de la Pocha. Con ese término se designa a quien cruza a menudo la frontera y se siente en su casa tanto en México como en Estados Unidos. Deseamos comprender este lugar influenciado en igual medida por variables de dos naciones tan diferentes. "TJ”, dicen los norteamericanos, o "Tía Juana”; son algunos de los nombres con que las personas de ambos lados de la frontera han rebautizado a la ciudad. 83


Dos culturas diferentes y sus respectivas ideologías se funden en este lugar. El kitsch es parte integral de la vida cotidiana, forma de expresión y estrategia de supervivencia a un mismo tiempo. Ya que nuestro tema principal en Tijuana será la observación de la subcultura que se desarrolla en una ciudad fronteriza, nos concentraremos en primer lugar en la estética del kitsch que tiene su origen en el consumismo norteamericano, luego fundido con la tradición popular mexicana.

Culiacán, Sinaloa, Mexico El origen de los caminos de la droga en Sinaloa se remonta al inicio del siglo XX, época en la cual el gobierno mexicano empleaba mano de obra china para la construcción del ferrocarril que atravesaría ese territorio. Los obreros, y otros, pronto comprendieron que la región contaba con condiciones orográficas y climáticas adecuadas para el cultivo de la amapola, embarcando luego el opio resultante en el puerto de Mazatlán con destino a San Francisco, donde se encontraba la mayor comunidad china fuera de su país de origen. Hoy, varias décadas después, entre los habitantes de Culiacán, la narcocultura se ha transformado en cotidianeidad y en un abigarrado estilo de vida. El sitio donde nacieron los narcocorridos, que cuentan la vida, las travesías y la muerte de los narcos, elevándolos a una estatura casi mitológica. Un sinnúmero de grupos de música, que en sus inicios sólo tocaban en Sinaloa, se escuchan actualmente en todo el país y más 84


allá de sus fronteras. Es interesante señalar que en los años '70, época en la cual nació este subgénero (sobre todo con Los Tigres del Norte como grupo favorito) los textos de las canciones hablaban predominantemente sobre el contrabando a Estados Unidos. Los temas vinculados a la frontera eran tan populares como las historias de amor entre hombres o mujeres y miembros de la mafia, siempre en relación con México y Estados Unidos. En el presente los temas son más violentos, reflejo de una realidad que también ha cambiado: hoy se pueden escuchar canciones que hablan de las relaciones que incumben a México y Colombia, de nuevas rutas para el contrabando y nuevos protagonistas. También aquí seguiremos la leyenda de Jesús Malverde, originaria de esta ciudad: los narcos veneran a Malverde (junto a otros "santos” canonizados por la creencia popular) y le confían y le piden, entre otras cosas, protección para sus cargamentos de droga. La gente cree en sus milagros y hace negocios con su efigie: se la puede encontrar en camisetas, estatuillas, tatuajes, uñas postizas, relicarios, joyas, etc. En la calle Independencia de Culiacán, se encuentra la capilla de Jesús Malverde. Aquí, nos contará luego el guardián de la capilla, Guadal Sánchez Salazar, que para celebrar un pacto realizado con éxito, y en señal de gratitud, los narcos dedican a Malverde serenatas con corridos que pueden llegar a durar una semana. También encontramos a un joven elegante, vestido con jeans, camisa tejana y varios anillos de oro, reloj de pulsera y una cadena con retrato de Malverde colgado al cuello. Nos cuenta lo siguiente: "hoy en día la veneración llega a varios países; hay capillas en Cali, Colombia y Los Ángeles en California. En Culiacán buscaremos charlar con personajes como Elmer Mendoza, quien con sus novelas sobre el tráfico de drogas es considerado como uno de los más destacados escritores de narconovela y su obra puede leerse en Europa: ha sido publicado en Alemania, por ejemplo, por la editorial Suhrkamp. Tambien visitaremos al fotógrafo Fernando Brito, ganador del World Press Photo Contest. Trabaja en El Debate, un periódico importante de la ciudad, para llevar adelante charlas y discusiones sobre la narcocultura y los cambios sociales producidos en este estado tras más de un siglo de comercio con la droga. 85


En Mazatlán conversaremos con Nery Córdova, quizá el primer investigador mexicano en referirse, en sus ensayos académicos, al fenómeno de los impactos y efectos sociales de las drogas con el término narcocultura, en los primeros años de la década de 1990. Nery publicó recién un libro, una rigurosa investigación teórico-empírica: La narcocultura: simbología de la transgresión, el poder y la muerte (Ed. UAS, 2011). Ciudad de México - Bogotá Luego, en nuestra extensa ruta, la Ciudad de México y Bogotá nos permitirán internarnos en un contexto más cosmopolita. Los mitos y leyendas de la narcocultura parecen perder fuerza aquí, debido en parte a la diversidad social y cultural que caracteriza a las grandes ciudades latinoamericanas y les da su atmósfera de caos, liviandad y urbanidad al mismo tiempo. Respondiendo a estas condiciones socioculturales, varios artistas e intelectuales de ambos países dan a la cocaína un papel central en su producción y obras. Teresa Margolles, por ejemplo, quien en su último trabajo "¿De qué otra cosa podríamos hablar?” (presentado en la Bienal de Venecia) muestra una grupo de telas utilizadas para cubrir los cuerpos de personas asesinadas en la guerra de la droga. "Ladrón que roba a ladrón”, de Xavier Rodríguez, es un performance en vivo en la que el artista personifica en cuerpo y alma a Jesús Malverde: imitando un busto del personaje popular, se presenta en escena cuidadosamente disfrazado, como "segundo busto” falso. El artista colombiano Víctor Escobar trabaja con imágenes asociadas al fenómeno sociocultural del tráfico de drogas, denominadas irónicamente "narc-decoi”. Su último trabajo, el Proyecto Traquira, recoge una serie de objetos de uso corriente, creados en una alfarería tradicional de Colombia. El artista recubrió con diamantes muchos de esos objetos de cerámica, mostrando con ello un exhibicionismo desmesurado. Otro hecho significativo es la creciente producción de telenovelas de la narcocultura, con altos índices de audiencia en Colombia, como la conocida serie "El Capo”, donde se cuenta la 86


vida de un jefe mafioso. La figura principal no busca imitar a nadie en particular, sino que es mezcla de los capos más conocidos de los carteles colombianos. El éxito de estas producciones ha provocado la reacción crítica de varios intelectuales, quienes se preguntan por qué una sociedad como la colombiana, estigmatizada por el tráfico de drogas, se deja seducir a tal punto por la narcocultura.

En esta etapa de nuestro viaje buscaremos dialogar con los artistas ya mencionados y con otros creadores. Santa Marta, Magdalena, Colombia Durante la época de la Conquista, Santa Marta era el sitio donde se llevaba a cabo el comercio, legal como ilegal, de mercancías. Ubicada al norte de Colombia, es sitio privilegiado debido a su posición estratégica entre las plantaciones de coca de Perú y Bolivia y el mercado de la droga en Estados Unidos. Durante los años 70 fue conocida como capital mundial de la marihuana, producida en los fértiles valles de la Sierra Nevada de 87


Santa Marta, sólo accesibles por antiguos caminos a caballo, a lomo de yegua o burro.

Visitaremos Taganga, un pueblo de pescadores situado a 5 kilómetros al norte de Santa Marta. Entre 1975 y 1985, sus playas fueron utilizadas como puerto y escondite para los botes que llevaban la droga al mar. Gracias a su belleza natural y la calidad de su droga, Taganga se ha convertido en los últimos diez años en un punto de atracción para extranjeros, ofreciendo una particular mezcla de costumbres locales y vida nocturna. La importancia de esta etapa en nuestro proyecto reside en su cercanía con las montanas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Allí se encuentra la reserva natural de los arhuacos, sitio donde viven los indios kogi. Reserva indígena arhuaca, Guajira, Colombia La comunidad indígena de los kogi se encuentra en la costa caribena de Colombia, en las laderas norte y sur de la Sierra Nevada de Santa Marta, cuyo pico más alto alcanza casi 6.000 metros. La comunidad cuenta con unos 5,000 miembros. Los mamos de los kogi son elegidos al nacer, transcurriendo los primeros nueve años de sus vidas en una cueva, en total oscuridad, con el fin subyacente, se supone, de conocer los antiguos secretos del mundo espiritual, conocidos como “Aluna”. Ellos son los sacerdotes y jueces que controlan la comunidad de los kogi. Su trabajo chamánico, así como la toma de cualquier 88


decisión importante, dependen de prácticas adivinatorias donde la coca desempeña un rol central. Los significados simbólicos del mascado de coca y de los objetos que acompañan el ritual forman quizá un todo coherente. Desde una perspectiva macrocósmica, el poporo (una calabaza rellena de cal) es un modelo del universo. El palillo introducido en él, como eje del planeta, permite a los sabios explicar la estructura de dicho universo, dependiendo de los diferentes niveles, direcciones y bordes observables en la calabaza. La reserva indígena será la última escala de nuestro viaje. El encuentro con el Mamo es el punto culminante del filme, momento de la entrega del paquete y también intercambio de ideas, percepciones, visiones de mundo, imágenes y mitologías. El paquete nos sigue acompañando como elemento narrativo. Llegando a este punto, lo intercambiaremos con el Mamo por una hoja de coca. Este intercambio tiene una connotación especial: no es la típica relación entre comprador y vendedor (o dealer), sino que representa nuestro esfuerzo por alcanzar estas montañas y entablar un diálogo entre dos mundos y hasta dos mitologías diferentes, realizado alrededor de la cocaína y de la “mágica” planta de la coca. Le ofreceremos al Mamo nuestro paquete con los objetos recogidos entre la lejana Los Ángeles y la vecina ciudad de Santa Marta, intentando mostrar las formas en que nuestras sociedades coexisten con la droga. Estos objetos, tanto familiares como desconocidos, serán espejo de aquello que creemos conocer de la cocaína, hasta ese momento. El archivo será presentado en el filme bajo la forma de un fotograma, insertado en la etapa de montaje como una pausa o breaking point. Cada objeto deberá ser fotografiado bajo la misma perspectiva. Al final del viaje conservaremos las fotos de todos los objetos recolectados, ya que habremos de dejar el paquete con los elementos originales en manos de el Mamo, en las montañas colombianas. El último objeto de la colección será la hoja de coca por la cual intercambiaremos el paquete. Con la hoja de coca daremos por terminado el proceso de recolección.

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Imagen y sonido El viaje será narrado bajo la perspectiva de ambas autorasdirectoras, para explorar la tensión del cambio de roles: en la etapa mexicana, Natalia, de Colombia, aparecerá en pantalla, haciendo frente a las situaciones cotidianas y entrevistando a los pobladores, mientras que Alina narrará con voz en off y se mantendrá detrás de cámara. En Colombia se invertirán los roles: Natalia filmará y hablara en off; y Alina, de México, estará interactuando con los locales. En el proceso buscamos recrear y redescubrir nuestras propias identidades, observándonos recíprocamente, intercalando nuestras perspectivas. Sin embargo, casi al final del filme, cuando nos encontremos con el Mamo, apareceremos ambas en la pantalla, simultáneamente. Durante nuestro viaje de un sitio a otro fijaremos la cámara a diversos medios de transporte (avión, automóvil, bote, camión). A través de la ventanilla, el lente de la cámara estará dirigido al continuo fluir de paisajes, colores y texturas, simbolizando el tiempo real del viaje y funcionando al mismo tiempo como intervalo de transición dentro de la película. En las situaciones en que vayamos a pie llevaremos una cámara de mano. Para documentar la llegada a un nuevo sitio filmaremos con una cámara fija un plano general o panorama. Enfocaremos la vida simple, cruda, común y cotidiana en las calles: vendedores callejeros, comerciantes, tiendas, compradores y tráfico de personas y vehículos. Presentaremos el sitio al espectador para ubicarlo en el nuevo contexto donde nos encontremos. También incluiremos letreros, anuncios de publicidad y otros tipos de carteles para indicar la llegada a un nuevo sitio. En algunos casos filmaremos detalles como la fachada del hotel u hospedaje donde nos alojemos. La habitación de hotel será nuestro lugar de recogimiento, un espacio para hablar libremente sobre el tema de la cocaína y, principalmente, dónde llevar a cabo el archivo y registro de nuestro viaje. Aquí acumularemos todos los objetos que llenarán el paquete, filmaremos la confección del mismo y haremos un making-of del proceso de archivo. 90


Describiremos los sitios donde nos hospedemos mostrando diversos objetos y sitios, como llaveros, ceniceros, camisetas, muros donde figure el nombre de la ciudad, propaganda política, nombres de tiendas, etcétera. En aquellos lugares donde no sea posible filmar abiertamente, por riesgo o situaciones delicadas, usaremos la cámara de modo casual, de soslayo, por ejemplo colocándola sobre la mesa de un restaurante; en un bar o en una tienda; en la acera o el techo de un automóvil; creando así la atmosfera de observación necesaria. El sonido será básicamente el original, grabado en los sitios en que nos encontremos. Ambos países cuentan con una rica cultura musical, presente también en la mezcla de ritmos y ruidos que invaden las calles. Escogeremos con rigor y cuidado las canciones de la banda sonora del film, buscando transmitir con representatividad sociocultural este particular universo. Deseamos aprovechar también la radio y la televisión locales para narrar aspectos de la realidad actual. Pensamos, por ejemplo, mostrar a Natalia en la habitación de algún hotel, trabajando en la documentación fotográfica de los objetos mientras escucha las noticias locales. Con voz en off, se podrán escuchar nuestros pensamientos acerca de lugares y territorios visitados, así como nuestras propias conversaciones y aquellas con la gente que crucemos en nuestro camino. Y registraremos, esporádicamente, las banalidades que puedan surgir entre dos colegas de estudio y de trabajo de la Universidad de las Artes de Berlín, en su rutina diaria. Otro elemento presente a nivel sonoro serán los diálogos con aquellas personas que deseamos entrevistar. Hemos decidido no denominar a estos diálogos "entrevistas”, ya que se trata más bien de conversaciones informales entre tres personas, llevadas a cabo en cafeterías, restaurantes u oficinas. Banda sonora Utilizaremos como música del film narcocorridos. Algunas bandas o grupos representativos de este género son "Los Tigres del Norte” y "K-paz de la Sierra”, cuyos textos cuentan, dándoles un aura mítica, la vida y muerte de narcos. Escucharemos sus 91


relatos, ubicándolos intencionalmente en el lugar "equivocado” dentro del filme. Por ejemplo, se podrá escuchar la canción de unos mafiosos contrabandeando droga en EU, mientras la imagen muestra las montañas colombianas, acercándonos a la última escala de nuestro viaje: la visita a los indios kogi. Estas canciones complementarán la atmósfera, pero no estarán presentes continuamente. Creemos más importante transmitir el mundo sonoro original de los sitios visitados, así como nuestra propia narración de los sucesos que se produzcan durante el viaje, confeccionado desde Berlín, realizado en un extenso viaje y concluido ahí donde inicia su furtiva, convulsa y compulsiva trayectoria el mundo de la cocaína, en un rincón apacible y verde de la selva latinoamericana. The End…El paquete ha llegado…

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IMÁGENES RURALES BUCHONES

EN

LA

CIUDAD:

LOS

Ismael ALVARADO VAZQUEZ ♠

Doctor en Educación por la UAEM. Miembro del SNI. Profesor de Tiempo completo en la Facultad de Ciencias Sociales-UAS. 93


Presentación Los buchones podrían ser vistos acaso un detalle curioso de la violencia- espectáculo, en tanto que por un lado asusta a unos y a otros fascina. A los que les fascina buscan imitarlos; a los que los asustan buscan denigrarlos. Por ello se trata de encontrar explicaciones que refieran el porqué muchísimos jóvenes en Sinaloa tratan de imponer un modelo de vestir. Todo ello lo miramos en el contexto que funcionan las relaciones sociales que, sin darse cuenta, son transformaciones que sufren ciudades como Mazatlán. Se manifiestan al configurar imágenes urbanas en modelos de lo que pudiera ser visto como parte de la posmodernidad, con ciudades que expresan modelos e imágenes negociadas. Habría que ver si las nuevas imágenes se explican en la dinámica del globalismo versus reconocimiento local. En Sinaloa, uno de estos reconocimientos locales sería la expresión regional buchona, imagen simbólica de violencia y narcotráfico. Nos preguntamos, ¿es acaso la imagen que expresa la identidad buchona una reconstrucción de los modelos de la narcocultura, o, es una imagen que el mercado ha tomado para publicitar un modelo de la violencia? Y ¿por qué los jóvenes se sienten seducidos por tales imágenes? ¿La imagen resalta rasgos de un Sinaloa “bárbaro” o reconfigura una nueva imagen que se expresa en la globalidad a través de modelos regionales? En algunos jóvenes la imagen es de éxito, en otros se incorpora a una muerte rápida, por vivir con los lujos que el narcotráfico ofrece al acercarse al dinero mediante negocios ilícitos. En otros tantos más, es la búsqueda del poder a través de la violencia. Y finalmente para quienes sólo es una moda o imitación. Son jóvenes que buscan una vida rápida de poder, dinero, alhajas, joyas, mujeres y autos. Son los que se vuelven sicarios por tal de andar a la moda, dicen. La imagen del chero, narco o buchón refleja situaciones de seguridad, debido a su contenido subyacente de violencia y prepotencia. Pudiera parecer que la imagen buchona es exclusiva del hombre. Sin embargo, en la mujer también la imagen buchona ha sido una constante en los modelos estéticos y la elección del vestir. Las mujeres han adoptado un estilo, una moda y por 94


supuesto también han configurado una forma cultural que define su forma de vestir: el pelo pintado y con extensiones para que se vea más largo, las uñas que lucen con piedras preciosas (aunque sean de imitación), las operaciones y la cirugía, los autos y sobre todo los comportamientos y el habla desenfadada y altisonante. Por ejemplo, presumen que pueden tomar alcohol igual que los hombres; que pueden usar armas, jalarle al gatillo a la pistola; cantar y componer corridos o hacer señas obscenas y lujuriosas. Estas imágenes son cada vez más notorias. Es posible que en la imagen del buchón de Sinaloa, sea importante el sombrero texano, las botas puntiagudas de tacón metido, el cinto piteado y las ostensibles cadenas, pulseras o esclavas de oro. Estos accesorios muestran un perfil desinhibido, pachanguero, festivo y francamente valemadrista. Hasta los noventa definían un modelo e imagen del narcos en Sinaloa. Hoy los autos deportivos, la motos, las playeras Ed Hardy, las cachuchas de béisbol con piedras brillantes, los lentes Prada o Dulce Gabana, la mujeres con sus bolsos Louis Buiton, botas exóticas, presunción en el cuerpo, el vestido y el habla y diversión al por mayor. La vida se acaba y hay que gozarla, si es con banda y Buchanans 18 años, mejor, dicen los jóvenes. Estas visiones de afiches culturales colaboran en la construcción de imágenes y configuran la violencia como espectáculo, que es una producción de visibilidades simbólicas e imágenes estéticas con hálitos también de la ruralización en ciudades como Mazatlán El buchón ante las imágenes de la globalización El buchón es parte del fenómeno de la narcocultura. La imagen que identifica a los buchones con su forma de vestir es también resultado de las transformaciones culturales que están sufriendo las ciudades. Es un referente entonces de la dinámica por las que transitan las expresiones culturales, como elementos simbólicos, particularmente por los jóvenes que buscan darle

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sentido al escenario local que se construye en una región 1. En esta relación de flexibilidad simbólico-cultural se configuran modelos de expresión de la globalización en las regiones del Estado. Las manifestaciones culturales se representan en los gustos y estilos de vida. Cuando aparece una nueva expresión mediática, de estética para vestir y distinguirse en los jóvenes, se manifiesta un proceso en el que se intercambian expresiones rurales con otras, que pueden ser el reguetón o el hip hop. Estas formas, articuladas con la música y el consumo, han influido para la formación de las imágenes urbanas como la del buchón. Una referencia que fundamenta estos supuestos nuestros es porque, según Osorno (2009), Sinaloa es la génesis del narco mexicano, donde todo comenzó. Por esa particularidad, para el sinaloense, no es nada extraño convivir con la violencia. No es extraño entonces hablar, vestirse, cantar, ritualizar un santo patrono que ayuda a todos aquellos que buscan mejorar su vida a través del tráfico de drogas. Es en este conjunto de rituales simbólicos regionales que se encuentran estilos de convivencia diferentes a los de otros estados del país. En Sinaloa es posible convivir con la cultura que ha establecido un modelo e imagen social de la narcocultura. En esta cultura, las narrativas simbólicas, las representaciones sociales y la imaginación colectiva se convierten en la idea de que todos pueden ser narcos y violentos. En Sinaloa, el arraigo de los valores, convergen con el espacio de lo lejano y lo bárbaro que la sierra ha mantenido en sus espacios de intimidad. Lo que ha ayudado en la adopción de estilos de vida. No es gratuito entonces que en las principales ciudades del estado los modelos de estética y expresiones son modificaciones conductuales que se expresan 1

Bauman (2004), señala que en nuestro mundo en rápida globalización, las agencias ya no son un rival que parta las dependencias. Hoy en día, la globalización no significa más (pero tampoco menos) que la globalidad de nuestras dependencias: ya ninguna localidad es libre de seguir su propia agenda sin tener que vérselas con las huidizas y recónditas finanzas globales y los mercados globales a la vez, que, todo lo que se hace a nivel local puede tener efectos globales, previstos o no. 96


en el vestir según los cánones de la moda que han adoptado los jóvenes de esta región. La transfiguración de la ciudad, de Mazatlán por ejemplo, se debe a un proceso de ruralización y glocalización 2 articulado precisamente a un proceso de influencia global. Esto permite entonces configurar un concepto en el marco de las acciones e influencias culturales que ayudan a explicar un movimiento o migración y de culturización de los actores del medio rural al medio urbano. Lo que ha traído como consecuencia las conductas que resultan de la globalización-modernización en espacios regionales como Mazatlán. Existe todo un conjunto de estudios y trabajos de investigación, literatura, periodismo, cine, telenovelas, relatos y un sinfín de obras sobre narcotráfico. Sin embargo el análisis que aquí se realiza no pretende profundizar en el problema de la violencia o los problemas de la historia del narcotraficante, los capos o los jefes de los carteles. Se trata más bien de mirar ciertas construcciones simbólicas en lo referente a las formas visibles del comportamiento social con la influencia de la violencia como elemento de la cultura. Detalles que ayudan a ver la configuración de las imágenes como una forma posible de cierta estética de la violencia. Por supuesto, sobresalen: ropa, productos del mercado que se adoptan y accesorios como anillos, cadenas, medallas, pulseras y relojes con oro y piedras preciosas, las camionetas, celulares, entre otros afiches de ostentación adornados con figuras de armas “cuernos de chivo” o bien hojas de marihuana. Los buchones en Sinaloa han adoptado también, quizá aún de manera aislada si se quiere, ritmos musicales del Caribe y otras regiones como la cumbia, el reguetón y el hip hop para divertirse y expresarse cotidianamente. De algún modo son 2

Manuel Castells (1999) hace referencia al concepto glocalización, como la articulación entre lo global y lo local desde una visión urbana, como una noción que hoy se aplica tanto a la economía (la ciudad como medio económico adecuado para la optimización de sinergias) como a la cultura (las identidades locales y su relación dialéctica con el universalismo informacional de base mediática). 97


influencias culturales, relativas a la globalización y sus nuevas acciones colectivas, en la idea de la “liquidez” cultural de Bauman. Podemos advertir algunos indicios de transformación de la cultura local en Mazatlán. La ruralización entraña una mezcolanza de los estilos de vida urbanos y rurales. Costumbres, acciones, conductas, relaciones, diversiones que evocan a los ámbitos rurales. La ruralización, como concepto podría servir para tratar de identificar las formas de arraigo cultural en un espacio. Algunas ciudades muestran tales signos, particularmente por la migración del medio rural a la ciudad en las décadas de los setentas y ochentas del Siglo XX, con el boom del crecimiento del turismo y la construcción de hoteles. Esto contribuyó a forjar combinaciones de coexistencia en algunas colonias de la periferia donde se miran formas de lo urbano y lo rural. De este último factor se ha apropiado un alto porcentaje de los actores sociales. Esto ayuda a entender un poco la influencia en la adopción de costumbres, formas y estilos de vida, gustos musicales y formas de vestir. En particular para intentar entender la construcción de la imagen del buchón. La llamada modernización-globalización ayuda también a reconocer los cambios sociales y culturales, al entrar simbólicamente un factor tan influyente como lo es la apertura del mercado internacional, que trae aparejado, de manera extensa e intensiva, la incorporación de elementos propios o correspondientes a otras sociedades y culturas del mundo. En este contexto, el buchón es una imagen emergente aún cuando seguirán mostrándose nuevas expresiones. Esto es debido a la necesidad de expresar sentimientos guardados de lo lejano, lo bucólico y la nostalgia, por ejemplo, de la vida serrana. ¿Por qué los buchones y no los narcojuniors? Es posible puntualizar que los modelos de la posmodernidad en la construcción de identidades de los jóvenes han sido copados por el consumo. En este sentido el que ha ganado y ha decidido ha sido el mercado. Pero también ha influido para que todas las acciones que parecían locales se transformen en mercancía 98


globales. Es así que, las imágenes que han configurado los jóvenes desde mediados del siglo pasado en México, son también resultado de las transformaciones sociales, históricas y culturales en las que el mercado ha modelado los gustos de en distintos géneros y segmentos sociales. Se ha generado una larga y deforme configuración arquetípica entre contradicciones generacionales, construcciones históricas y expresiones regionales bajo la batuta del mercado. En los escenarios del mundo, nacionales y regionales han transitado variados modelos y prototipos, que han llamado la atención en ciertos momentos históricos específicos. Desde pachucos, rebeldes sin causa, hippies y mongoles. En los ochentas llegan los surfos, skatos, heavis, metálicos, cholos, punketos, roqueros, darketos, raperos, hip hops, etc. Y luego los góticos, pokemones, emos y ahora los buchones en Sinaloa. Algunos han sido etiquetados como tribus urbanas, los más como hijos putativos del consumismo y los menos como movimientos contraculturales. Algunos de estos grupos se han distinguido por las acciones violentas contra otros grupos o contra ellos mismos, contra los adultos o contra la autoridad. En otros son representaciones de reconocimiento social o de reconocimiento a sus derechos y otros más, los que aparecieron recientemente como los emos y pokemones, quizá sean producto más directo de la cultura mediática. Los buchones en Sinaloa, expresan la violencia con la que conviven el día a día. Los más jóvenes tratan de hallar las habilidades y pautas necesarias para imitar las prácticas mitificadas de los capos del narco. Quizá la vida que construye esta generación, en general, está inspirada en la búsqueda del dinero y de la fama “fácilmente” habidos o conseguidos. Haciendo un ejercicio de análisis social, la violencia que vive el país ha sido una constante histórica en Sinaloa. Pero además, la cultura de Sinaloa tiene raíces profundas en la transgresión sociocultural, a través de la delincuencia y el delito, algunas gestas de lucha y reinvidicación social y de las formas con dosis de religiosidad, que se mira de forma indirecta vía la historia, los corridos, los narcocorridos y mitos que embonan con las leyendas por ejemplo de Heraclio Bernal, Jesús Malverde o la mitificación de los mismos narcotraficantes. De modo que la violencia ha sido 99


parte del magno fenómeno de la narcocultura, que se ha impuesto hasta como una normalidad regional. Para algunos segmentos sociales de jóvenes sinaloenses, los términos de narcojuniors o narcobebés no les llaman la atención ni se identifican. Quizá el hecho de que los llamen buchones, está en la idea regional que comunica un status o expresión variada de atributos. En ciertos casos muy delimitados designa posición y reconocimiento a la rudeza. Por ello no coincide con la forma de señalar a los jóvenes como el de narcojuniors. La designación de buchón en el imaginario social de Sinaloa sintetiza también admiración y machismo 3. Decir soy buchón, es decir tengo poder o soy importante. Posiblemente para muchos no significa nada o semánticamente carezca de significado. Pero haciendo un recuento de las memorias colectivas de la región, existen diferentes versiones del uso de la palabra. Para algunos proviene de las expresiones regionales, para otros incluso tiene que ver con las expresiones de los que toman whisky Buchanans. Esto se relaciona con la expresión de buche en similitud con el trago de agua o vino para los que viven en la sierra. Para otros se expresa así por lo largo del cuello en similitud con los animales; es decir a la persona que tiene un cuello largo se le llama buchón. Para algunos más, la palabra buchón viene con ideas regionales del modelo de alimento o la forma de alimentar a las aves en los altos de la sierra. Se dice que ciertas aves –los pericos-- muy cotizadas, utilizan una forma muy particular de alimentarse al almacenar el alimento 3

Para el investigador Pedro Brito (2010), la narcocultura es un fenómeno que se produce en el imaginario social; se condensaría en machismo, admiración por la ilegalidad consumo superfluo, protagonismo en el negocio de las drogas y uso de la violencia para abrirse paso en la sociedad. En el estereotipo que se ha construido, se pinta a los narcos mexicanos como tipos a quienes les encanta la riqueza, adoran los billetes verdes que despilfarran en borracheras y objetos de lujo, les gustan las grandes residencias en la ciudad y lo ranchos equipados en el campo, conducen camionetas 4 por 4 y medallas y efigies de Malverde. 100


en el cuello. Esto hace que se distingan de otras aves. Para algunos se relaciona con el palomo que infla el buche con desmesura, como atributo de glamour o galantería. En los buchones mostrar los atributos es signo de distinción y se realiza llamando la atención con las joyas y la riqueza como extensiones del cuerpo. Es decir: mostrar ser lo que no se es. En el caso del whisky escocés Buchanans, es un fetiche representativo en los grupos o redes sociales ligadas de manera directa o indirecta al narcotráfico, pues es considerado por éstos como objeto caro que les provee estatus y reconocimiento. Lo consumen y lo presumen. Lo mezclan con bebidas energizantes y hasta con coca cola. Algunos de los sinaloenses, se sienten orgullosos porque presumen que el vestuario quiere decir “soy indomable”, “estoy al margen de la ley”. Además señalan que, mientras más crece, se divulga y ataca el estigma del narco, el narco lo reafirma más. Es posible, entonces que les haga construir una imagen y un estilo de vida que se puede comunicar a través del vestuario. Apropiarse de una realidad externa es una experiencia mediada por la cultura, la confianza y la certidumbre que ofrece el haber nacido y vivir en un estado “bárbaro”. La violencia toma forma y visión, se convierte en imagen o moda que los jóvenes adoptan o imitan fácilmente. Son seducidos por el modelo del vestuario o buscan darle significado. Así, el buchón revalora una identidad, una expresión regional, una imagen y por supuesto un poder. Las imágenes urbanas y la percepción de los actores sociales Las imágenes estéticas son expresiones identitarias de la cultura y de los actores sociales en un espacio y tiempo determinado. Se expresan a través de las formas de vestir y se observan en las prácticas con las acciones individuales y colectivas. Las expresiones se relacionan con el lenguaje, lugares de diversión, artículos de consumo y formas de vestir. A todo esto hay que integrarle también la promoción e influencia del mercado en las prácticas sociales. Esta, ha hecho toda una parafernalia comercial con la mediatización de la ropa, artículos y accesorios propios de la narcocultura. Es por ello que el buchón como 101


expresión de la identidad de la narcocultura, es una representación de las nuevas formas de convivencia entre diferentes identidades en Sinaloa 4. Por su desarrollo económico, Mazatlán se caracteriza por un proceso de migración continua entre lo urbano y lo rural. En este proceso, sobresale la desconfiguración de los valores locales, pero en cambio se configuran otros donde emergen otras maneras de ver y apreciar la vida y al mundo. En este sentido la ruralización consiste en el reagrupamiento de identidades rurales con las identidades urbanas. Aunque no es inmediato, es un proceso de plasticidad. Se produce una negociación cultural que influye en la construcción de escenarios de permisibilidad y tolerancia. Son como antesala a las prácticas de violencia que se miran en los hechos relativos a la narcocultura en diferentes espacios de diversión en Mazatlán. El movimiento o desplazamiento de personas del medio rural al urbano, se ha desarrollado con mayor intensidad en los años ochentas 5. Es en relación a la expansión y el boom del turismo como factor de empleo. Es por este intercambio de significados socioculturales que la transformación de la identidad se debe a que el crecimiento de la ciudad colabora en la 4

Esto se articula con la propuesta teórica de Geertz (1997), sobre el estudio de la cultura para analizar las estructuras de significación, mediante el análisis significativo de los hechos, determinado por las estructuras simbólicas. Por ejemplo, los jóvenes que asisten un domingo a la playa, puede convertirse en un escenario simbólico de análisis y confluencia, como lo hace Goffman (2001). En la imagen pueden hallarse diferentes grupos, identidades y formas estéticas de los jóvenes. La imagen estética también es una distinción que se manifiesta en el gusto y los estilos de vida, según explica Bourdieu (1997). 5 Según la prensa mazatleca del 2006 al 2011 han quedado pueblos enteros desolados debido a la violencia. En la colonia Francisco Villa se concentra la mayor población de personas desplazadas a la ciudad. En el último semestre del 2011, 50 nuevas familias se han establecido en la ciudad; el 90% de sus miembros no tienen ningún tipo de estudios. Periódico Noroeste. Martes 19 de Julio del 2011. 102


diversificación de la economía. Aunque resulta complicado reconocer a la violencia como elemento cultural, es necesario enfatizar que el buchón es resultado de una expresión sociocultural. Esta implicación entre la violencia-agresión-acción con el consumo-vestido-imagen han colaborado en el convencimiento y en la adopción de representaciones colectivas que influyen para que en el imaginario social se interiorice la violencia. En la visión de normalidad y de la violencia como espectáculo6 se expresa esa permisibilidad y aceptación violenta como mecanismo social. La narcocultura es una realidad que se acepta y que se ha establecido en Mazatlán mediante un modelo de conducta y de acción social, que se consolida o reafirma en el imaginario cultural. Culturalmente, Sinaloa ofrece muchas imágenes, escenarios, representaciones y realidades violentas. De modo que los símbolos delatan, en general aunque no de forma absoluta, la imagen de una cultura “bárbara”. Históricamente fue un estado o región olvidada hasta por las culturas prehispánicas. No existen grandes ciudades españolas y hasta a mediados del siglo pasado, por el desarrollo agrícola, aparece en el mapa económico. El hablar golpeado, que pareciera que más bien es una gritería, el estruendo de la música, los tonos nasales, desafinados y desentonados en su música más llamativa y estentórea, la comida fácil al “ay se va”, con sólo meter la carne a las brasas y ya está, o nomás con limón y sal, parecieran motivos de orgullo y hasta de grandeza. Resolver todo de inmediato sin darle vuelta al discurso. No hablar de más porque se pierde el tiempo. Si no se resuelve de inmediato se usa la violencia como medio. De todo se dispone en Sinaloa: mar, sierra, once ríos, valle y hasta el mejor clima para sembrar amapola; todo parece fácil, hasta el traficar drogas. Es un 6

Según Elsa Blair Trujillo la violencia se puede estudiar desde tres funciones. A) la violencia estructural, b) la violencia cotidiana y c) La violencia espectáculo, que atare la mirada y, a su vez, la desaprobación, y que caracteriza buena parte de la ambivalencia de la violencia que por un lado asusta y por el oro fascina. 103


ambiente social donde es válido ganarse el respeto y el poder a través de la violencia. Por eso hay que rendirle culto y que mejor forma que vistiendo de manera particular. Con imágenes rituales y expresiones ligadas a la narcocultura. Representaciones: del chero al narco y del narco al buchón. En la búsqueda por estudiar la influencia de la imágenes urbanas en los jóvenes, se puede decir que en las últimas tres décadas en la ciudad de Mazatlán, se ha manifestado en los jóvenes el rasgo que tiene que ver con la imagen del chero o buchón. Hasta los años ochentas era común describir y comparar por igual al narco con el chero 7 en esta ciudad. Hoy el viejo modelo de la imagen del narco con vestimenta llamativa y de colores fuertes y chillantes, ha evolucionado a partir de finales de los noventa en el concepto de buchón. Es el joven que influenciado por las imágenes reales y simbólicas de la narcocultura se expresa en los bailes, los antros y los espacios cotidianos de la ciudad. Su prepotencia lo lleva a cometer delitos y amenazar a otros jóvenes con pistola o con la misma imagen. Utilizan la imagen y expresiones corporales del narco con nuevas incorporaciones de estilo. El hip hop, la gorra o cachucha de béisbol con imágenes de la virgen de Guadalupe, corte de pelo al rapado imitando a los pericos recién nacidos. Camisetas o playeras de rock estampadas con piedras de cristal como adornos. Las botas y el pantalón de mezclilla no dejan de utilizarse. Además de las camionetas utilizan las motos y los carros deportivos. No es gratuito entonces que la incorporación de estos estilos emergentes de vida, para los jóvenes resulte significativa en su idea de que sólo existe el presente. Algunos buscan vestirse y actuar como buchones y resulta que no pueden llegar a serlo, ya que las consecuencias son irreversibles. Un ejemplo: Antes de Chero que se deriva de ranchero, es una expresión peyorativa utilizada en el medio urbano de Mazatlán para designar las personas que emigraban del medio rural a ciudad con distintos fines. 7

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morir, Jonathan era un chico de unos 15 años de edad al que le gustaba retratarse con una pistola escuadra. Ese gusto pues simplemente lo llevó a la a la tumba 8. En este aquí y ahora, los jóvenes quieren vivir rápido y bien, buscan el medio para obtener dinero, para andar a la moda. Aunque podemos cuestionar la moda y el sentir de los jóvenes, parece que en Sinaloa a los jóvenes no les queda otra que vivir rápido y en peligro, a cambio de aprovechar una de las pocas oportunidades que los jóvenes tienen en México para lograr un ascenso social que sería imposible por las buenas. Por su parte, los que van empezando o los que imitan en la llamada narcocultura de los pobres consiste en vivir su vida entre corridos, botas vaqueras, cintos piteados y camisetas compradas en los tianguis. Es posible entonces encontrar la relación de la que habla Astorga (1995), en la que señala que la violencia puede ser ejercida utilizando el cuerpo, con una mediación tecnológica, o incluso el lenguaje oral, escrito y gestual, pero necesita ser percibida como tal para lograr su fuerza como identidad propia. Este sentir, en la imagen, ha hecho en Sinaloa todo un mercado lo mismo en la música, que en el cine y la televisión. El éxito de series como “El capo”, “Sin tetas no hay paraíso” o “La reina del sur” son resultado de un modelo que el mercado en su pragmatismo en torno de la violencia como espectáculo, aprovecha para sacar grandes ganancias. Es la ley del mercado que resuelve todo. Por ejemplo las playeras tipo polo fueron un éxito de ventas en los que se creían nuevos narcos. Son diversos los acontecimientos ligados con la narcomoda. Cuando, se construye la imagen, se busca dónde se construye y que mecanismos simbólicos de la cultura influyen en ésta. Es indudable que el mercado como mecanismo de la racionalidad global influye directamente. En este sentido la En el libro, Los morros del narco, se narran historias de la incorporación de niños menores de 12 años a la actividad de sicarios. Es decir niños que seleccionan como actividad el trabajar con las decapitaciones, asesinatos transporte de droga y secuestro. Valdez Cárdenas, Javier (2011). 8

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imagen que adoptan o ha sido adoptada por los jóvenes influye, además, sobre otros ámbitos y sectores sociales. ¿Comunicación, mercado, moda? En la sociedad actual, el mercado tiene un lenguaje fundamental: el del consumo. Aunque la violencia se expresa de diferentes formas simbólicas y matices sociales, en Sinaloa toma una representación particular al darle sentido comercial y social cuando se seleccionan gustos y estilos de vida que se expresan en conductas y formas de vestir que por ejemplo el buchón ha significado. En concreto, balaceras, secuestros, levantones, robos, asaltos a mano armada y venganzas entre bandas de narcotraficantes forman parte de los escenarios de la narcocultura 9. Pero se ha configurado también, un modelo de distinción en lo que según Córdova (2007) se puede distinguir a los sinaloenses en cualquier parte del país. En la idea de Astorga (1995), esto ha sido resultado de la restricción-contradiccióncontribución. Es posible entonces que expresiones como: dale fierro, o lo manda el chaca, te fijaste es un chacalozo que lo puede todo, adquieren un sentido significativo que da idea de lo regional. En algunos de espacios de la cultura regional 10, se han establecido valores de una representación de la violencia, que también se han convertido en una expresión de las imágenes juveniles. Todo esto se puede observar en la distinción de los valores que se seleccionan como estilo de vida. Los bailes gruperos, son una expresión de la diversión donde se pierde el sentido de lo urbano. Lo rural se convierte en una forma de 9

Bauman (2009) señala un mundo global es un lugar en el que, por una vez, el desideratum de la responsabilidad moral y los intereses de la supervivencia coinciden y se funden. La globalización es, entre otras cosas (y quizás, más que ninguna, un desafío ético). 10 Lomnitz (1995), Explica que la cultura regional es aquella cultura internamente diferenciada y segmentada que se produce a través de las interacciones humanas en una economía política regional. 106


integración. En estos bailes, se escucha y baila la música que hace apología de los narcotraficantes, pero además van incluidos arrancones de automóviles y camionetas del año con vidrios polarizados en pleno baile o lugar donde acontece. Exhiben motos caras o buscan distinguirse con el gasto excéntrico en los lugares donde se asiste, jalando la banda o de perdida los chirrines (grupos populares de música norteña). En esto va incluida la mirada retadora para decir: “éste soy yo”. Como formas de intimidación y supuesto prestigio y poder: “Mírenme, yo puedo comprarlo todo”. Y esto se articula a las acciones y conductas que se expresan con la prepotencia que implica dar y mostrar el dinero en los espacios públicos. Forma parte de un estilo significativo que expresa poder y territorialidad. Es en este marco de gustos que cada una de las acciones simbólicas realizadas por los jóvenes toman sustento particular cuando se configuran en el imaginario social del Estado y en las acciones colectivas de los actores sociales. Esto ayuda a la creación de conductas que han colaborado en la formación de un conjunto de valores de la cultura regional que han mediado en la construcción de una imagen, un rostro, una cara, una representación cultural y estética de la violencia. Es en el proceso de reconocimiento que la relación consumo, mercado, imagen, estética, lenguaje y comunicación, los jóvenes crean diversas prácticas culturales, lo hacen con su imagen, con las expresiones lingüísticas que los identifica, con valores, símbolos y reglas que elaboran en sus espacios de convivencia. Así es, que en este proceso, los espacios donde conviven los jóvenes se determinan al estilo de Goffman (2001), donde es posible configurar formas de expresión diversas. Como hemos mencionado, no es gratuito que el mercado como protagonista de esta situación, ha aprovechado la coyuntura que abre la dinámica cultural de la modernidad y la globalización con la necesidad crear la idea de que el consumir es una manera de identificarse con gustos y estilos de vida regionalmente construidos. El mercado se ha beneficiado, ya que ha explotado la veta juvenil para vender a través de imágenes en los medios las expresiones que les imponen a los jóvenes configurando una cultura y representación de la violencia. 107


Las mujeres también son buchonas Cuando se escuchó el corrido de los Tigres del Norte, el de Camelia la Texana a finales de los setentas, en el que narraban las peripecias de una mujer en el narcotráfico, pocos acaso imaginaron que lo que se narra en ese corrido era parte de una realidad, que iba más allá de la fantasía. Nadie imaginó tampoco que esto se llevaría al cine y que se expresaría con el glamour de Ana Luisa Peluffo. El glamour de la mujer narca de ese tiempo: Botas de pieles exóticas, pantalón de mezclilla, blusas a cuadros igual que los hombres, chamarras y abrigos de piel y por supuesto las joyas. Después en los noventas se volvería a tocar el tema en la literatura con Teresa Mendoza, la hermosa y valiente mexicana de la novela La Reina del Sur, del español Arturo Pérez Reverte. Al leerla un mundo parecía de ficción, fantasía, riqueza, redes del narco, armas y violencia. Mucha violencia, dinero, mucho dinero y la búsqueda del poder. Ahí se narra la historia de una mujer que toma el poder del narco. Es una hembra sinaloense, endiabladamente bella y elegante (Sinaloa es el estado en el que más concursos de belleza se celebran), con acentuaciones rurales. No pierde su origen y su identidad la sustenta en la violencia como su estilo de vida. Va y viene y viaja entre autos, yates, mansiones y poder. Mucho poder sustentado en la inteligencia, la astucia, la violencia. Todo parecía del género novelesco o de fantasía, pero lo escrito por Pérez Reverte fue un cuento infantil frente a la realidad. La detención de otra reina, la del Pacífico, otra mujer hermosa, pero esta vez real, causó conmoción. Sandra Ávila Beltrán, en septiembre del 2007 nos volvió a la realidad. En el libro escrito exquisitamente por Julio Sherer (2008), la Reina del Pacífico, nos lleva de lleno al mundo del narcotráfico desde la visión de la mujer. Es un mundo real, en el que están el glamour de la narcocultura que se expresa con la violencia para mantener el poder. Donde las diferentes redes de narcotráfico tienen nombre y apellido. La mujer tiene un lugar y se lo ha ganado. En este libro, Sandra Ávila narra sus vivencias y la forma de cómo conviven en la cultura del narco. Se descubre un mundo difícil de creer, pero 108


que sólo el narcotráfico y la violencia lo pueden expresar. Un mundo donde el poder, el dinero, las armas, la corrupción y hasta la política se expresan también en la violencia. Pero sobresale el rol que va adquiriendo el género femenino. En este mundo donde también las mujeres forman parte de la ostentosidad. Un mundo donde hay que dar a conocer la imagen del narco. Porque si no, no te respetan dice la bella de la violencia. Una imagen que se ha construido con poder, dinero y fuerza. Por ejemplo la PGR le asegura 179 joyas en las que van relojes marca Rolex, Cartier, Piaget, Bulgari, Chopard y Carrera. Anillos con diamantes incrustados, brazaletes y muchas joyas más. Un mundo de fantasía. También le aseguraron casas y terrenos así como vehículos, accesorios que contribuyen a la imagen del narco. Es una parte del mundo del narco, su estilo de vida. No es a veces el poder, comenta Sandra Ávila, es la imagen que transmites y cómo la transmites. Los lugares que visitas, qué compras, dónde los compras y de quién te haces acompañar. No es un mundo formal, es más bien de desenfado y alegría. En ese ambiente, señala Ávila, en el que “a los sinaloenses nos reúnen las fiestas. En los lugares chicos y grandes nos saludamos, platicamos, bailamos. Yo así he conocido a mucha gente, a narcos y no narcos, a narcos y a los infiltrados, a narcos y a autoridades cómplices”. Pareciera ser cierto, ya que el estilo desenfado, de música, poder y violencia posiblemente guste a un alto número de personas. Es un ambiente violento-social de normalidad en Sinaloa. Posiblemente el concepto de ética universal de Bauman explique este ambiente cultural. Por ello las mujeres también quieren expresar su forma de ver el mundo en el narco y de que sepan que también ellas pueden controlar y festejar a través de la música su estilo de vida o el modelo de las buchonas. Al igual que en otros escenarios, la mujer ha ganado espacios y reconocimientos. En Culiacán la plaza Forum es la pasarela de la moda buchona femenina. En el estacionamiento carros y camionetas último modelo conducidas por mujeres. En Mazatlán durante carnaval, semana santa, semana de la moto y ahora en algunos antros que no son estrictamente dirigidos al género grupero se 109


observa tal modelo de féminas de fantasía. Y en la ciudad, muchas quieren ser igual que las protagonistas de las historias de escándalo. Algunas esperan una oportunidad, ya sea en los concursos de belleza o hacerse novia de un buchón. Aunque saben del peligro, sueñan ser una Miss narco. Señoritas Sinaloa, nuestra belleza, las nuevas reinas de belleza coptadas por el narco y el glamour de la narcocultura, son el fondo escenográfico de un sueño mítico. Hay ejemplos de mujeres que con una profesión y ganadoras de un concurso de belleza en el estado, son seducidas por este mundo 11. El cual influye en las jóvenes, que quieren experimentar lo que narra la canción. Quieren festejar y ser vistas como reinas; quieren ropa espectacular, y desean ser como las joyas mismas: fetiche y codiciadas. Es así que en este escenario de violencia, poder y dinero se configura una cultura que se van moldeando mediante los estilos de vida que se explayan en Sinaloa. Conclusiones Algunas ciudades son laboratorios de multiculturalidad degradada entre globalización y urbanismo. Escenarios de tensión, encuentro y conflicto para entender las negociaciones simbólicas. Las identidades ahora se configuran más bien por el consumo. El mercado reorganiza la producción y el consumo para obtener mayores ganancias y concentrarlas, lo cual implica explotar diferentes desigualdades. El mercado establece el orden del consumo a través de participaciones convergentes en diversos escenarios. No como simple lugar de intercambio de mercancías sino como parte de interacciones socioculturales más complejas. En ese proceso de configuración de la imagen con la violencia, se han mezclado estilos de vida rurales y urbanos, y que forman parte del mundo de la modernidad, la globalización y la transformación de la ciudad. Mazatlán ha sufrido la influencia 11

Con estudios de licenciatura en educación preescolar, la ganadora del concurso nuestra belleza Sinaloa (2007), fue aprendida por la PGR porque su novio estaba ligado al narco. 110


de la ruralización proveniente de los altos de Sinaloa, la sierra y el campo. Dos son las reflexiones que hacemos en relación con la narcocultura. Primero, analizamos la decisión de ciertos grupos de jóvenes por vestirse de manera diferente o singular que expresa o comunica las relaciones con la violencia. Y en segundo lugar y como consecuencia, se deduce la búsqueda de un reconocimiento social, paradójicamente basado en la violencia. Hemos realizado nuestra reflexión enfocados a la música y el mercado. La música ha sido la mejor expresión y el escenario simbólico para la imaginación y acción de la delincuencia, y para el elogio del uso y del tráfico de drogas. Y el mercado ofrece un abanico amplio, acorde también a los gustos populares, de muestras, vestimenta y afiches relacionados con el mundo simbólico de la transgresión y la violencia. Los parámetros del mundo contemporáneo fueron asimilándose, como en todo fenómeno de la sociedad de masas, por conducto de los sentidos básicos de los individuos y grupos sociales, tanto en su papel de perceptores como productores de significados. Sobre esta premisa, el establecimiento y el reforzamiento. Esto se explica en la producción simbólica de los bienes culturales. En Sinaloa se observa también que un significativo porcentaje de mujeres son capaces de ostentar su cuerpo a través de la imagen. Otro tanto lo hace para parecer buchona y otras que se dedican al negocio ilícito del tráfico de drogas. La mujer, claro está, también ha sido seducida por las expresiones de la narcocultura. Y hoy no sólo se puede ver una relación ligera o aleatoria de la violencia con la cultura sino una relación íntima, estrecha, por lo menos en el caso de Sinaloa. En el contexto de que los tiempos actuales se han convertido, primordialmente, en escenarios masivos del mercado. El buchón posiblemente sea el ejemplo más destacado de una imagen juvenil colectiva, de las que socialmente se establecen en el medio urbano. La imagen buchona acaso sea parte de la expresión de la violencia como espectáculo; la que algunos imitan sin medir sus consecuencias. Es un referente de cómo ciertos modelos de vida, de comportamiento y actitud van transformando 111


a las ciudades, de cómo la violencia toma un rostro, una cara y de cómo se le rinde culto en los espacios regionales. Bibliografía Astorga Almanza, Luis Alejandro (1995). Mitología del “narcotraficante” en México. México, UNAM, Plaza y Valdés. Bauman, Zygmunt (2006). Ética posmoderna. Ed. Siglo XXI, México Castells, Manuel (1999). La era de la información. Economía, sociedad y cultura, Madrid, Editorial siglo XXI. Córdova, Nery (2007). “Entre el poder y el mito del narcotráfico”. Revista ARENAS. FACISO-UAS, Mazatlán, Sinaloa, México. Geertz, Clifford (2005). La interpretación de las culturas. Barcelona, España, Edit. Gedisa. Giddens Anthony, Bauman, et. al., (2007). Las consecuencias perversas de la modernidad. España, Edit. Anthropos. Jiménez, René (2007). Cultura de la violencia y desviación social. Revista ARENAS. FACISO-UAS, Mazatlán, Sinaloa, México. Lomnitz, Claudio (1995). Las salidas del laberinto. México. Editorial Planeta. Osorno, Diego Enrique (2009). El cartel de Sinaloa. Una historia del uso político del narco. México. Edit. Grijalvo Santamaría, Arturo, Brito, Pedro y Martínez Peña, L. Antonio (2009). Morir en Sinaloa. Violencia, Narco y cultura. UAS, México.. Scherer García, Julio (2008). La reina del pacífico: es la hora de contar. México, Grijalbo. Valdez Cárdenas, Javier (2010). Miss Narco. Belleza, poder y violencia. Historias reales de mujeres en narcotráfico mexicano. México. Edit. Aguilar.

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LOS TERRITORIOS DEL “NARCO”: ESCENARIOS IDEOLOGICOS Y CULTURALES

Nery CORDOVA ♦

Comunicólogo. Profesor, investigador y director de la revista Arenas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS. Doctor en Ciencias Políticas y Sociales (UNAM). Es autor de los libros La narcocultura: simbología de la transgresión, el poder y la muerte (2011) y El ensayo: centauro de los géneros (2006), editados ambos por la UAS. 113


Resumen: En el contexto de la conformación histórica, política, económica y sociocultural de la furtiva pero cada vez más poderosa y expansiva industria de las drogas ilegales en México, el norte del territorio nacional, y en particular Sinaloa, ha sido bastión crucial para que haya ocurrido tal proceso, y para que los grupos más notorios prosigan, pese a la cacería y los atosigamientos del Estado a través del Ejército y la policía federal, con sus actividades de tráfico y producción. En este ensayo damos una mirada crítica sobre la percepción y la trascendencia sociocultural, real y simbólica del fenómeno y sobre la magnitud de la producción y del tráfico. Y en especial ponemos énfasis en los transfondos ideológicos, como urdimbre de la doxa, en torno de los usos, los consumos y la condición transgresiva, como uvas de la ira, ligados a la ilegalidad de los enervantes, establecida esta última desde los primeros años del Siglo XX, cuando aún sonaban en un país convulso los ecos de los cañonazos y las balas de la Revolución Mexicana. El narco: enemigo número uno Alienado y domesticado el mundo occidental a través, en parte, de los mass media, entre contenidos subyacentes y explícitos que dicen velar y cuidar los valores supremos del orden, el progreso, el decoro y la moral como pruebas indiscutibles que garantizan y obligan a la defensa de tales valores por parte del Big Brother yanqui, junto con otros gobiernos adalides de la democracia, la libertad y las sanidades cívicas, buena parte de las demás naciones y de la población mundial parecieran haber absorbido, introyectado y asimilado, en frecuencias impunes y sistemáticas, los motivos e intereses sustanciales que están en los fondos de las fachadas de la ideología y el discurso hegemónico de la sociedad capitalista multinacional. Etiquetados, fichados y palomeados en listas negras unilaterales, regañados, advertidos y maiceados, y bajo las amenazas perennes de las represalias del imperio (vía los organismos financieros internacionales), los gobiernos de las naciones productoras de drogas ilegales, vistos de paso como 114


potenciales gérmenes de narcoterroristas, y con ellos más de 200 millones de consumidores, no han tenido más remedio que habituarse a identificar y casi excomulgar al nuevo enemigo de la humanidad, sustituto del comunismo que era ya de por sí perverso: el narcotráfico. Aunque esto no oculta al hecho, pese a los velos ideológicos y a los desvíos de atención pública, de que tanto las derramas económicas como los impactos y efectos sociales del tráfico mundial de las drogas terminan por concentrarse y evidenciarse, en términos gruesos, en la sociedad norteamericana, que tiene una sólida y extendida industria de reproducción y consumo de prácticamente todos los narcóticos, sobre todo las metanfetaminas con su variedad y potencialidad química, y que en su uso y abuso terminan por hojalatear y formatear a seres sin pensamiento, las que de manera literal obstruyen las facultades de sentir, pensar y soñar como el halción y similares. Sólo en el estupefaciente más suave, tienen a mucho más de 20 millones de “mariguanos” como consumidores habituales y adictos. Respecto de los montos de dólares ligados al narcotráfico, cálculos siempre inasibles por la telaraña de intereses involucrados, en cuanto a la plusvalía que actúa como resina en el reciclamiento de inversiones, nos remiten a cantidades descomunales que van desde los cien mil (sólo en cocaína) a los 300 mil (con inciertos datos de la DEA) y hasta los 400 mil millones de dólares por año en el tráfico en el mundo, según informes del Departamento de Estado. Pero sea la aproximación y hasta los inventos y exageraciones de los datos como fueren, dadas las dificultades de medición de una industria que no cotiza directamente en la bolsa ni tiene registros oficiales hacendarios, sin duda que la prohibición de las drogas sigue siendo, como antaño, un buen negocio. Empero, lo que aquí nos interesa destacar no son precisamente los dólares, sino lo que tiene que ver con el narco y sus ramificaciones y dones de ubicuidad con la sociedad y la cultura. Más cerca de los ámbitos sociales, comunes y cotidianos del mundo de la vida, el narcotráfico es una representación social, una representación colectiva nutrida hasta el tuétano, o hasta las dimensiones abigarradas de su núcleo, de realidades, hábitat y percepciones cercanas, y que ha sido construída en la 115


confabulación y urdimbre de aspectos como la recurrencia histórica de los hechos; la fenomenología escatológica del sensacionalismo y la mitología; el escándalo mediático-moralista en torno a la condena y estigmatización de los traficantes (los malosos) con nombres y apellidos mitificados; así como el aderezo de la mezcla de medias verdades y medias mentiras que los sistemas y los gobiernos del mundo libre nos han vendido a fuerza, entre demanda y oferta y vía el sensacionalismo de los mass media, a lo largo de un siglo de combatir supuestamente al flagelo que tiene postrado al hombre: el pecado infernal de las drogas. Administrados y controlados que hemos sido casi todos por la corporativización, la ideología, y cuando los poderes lo estiman necesario también por la fuerza de las armas, seguimos siendo una sociedad que aprendió a vivir bajo el sojuzmiento y la impunidad de los otros y percibiéndonos precisamente así: bajo el signo y el opio de las creencias y la enajenación. Pero casi todos sabemos que hasta antes del Siglo XX, las drogas ahora ilícitas formaron parte de un herencia y un legado antiquísimo de mucho más de dos mil millones de años, y que se hicieron parte y norma de costumbres, de prácticas de vida, del aprovechamiento de sus propiedades, y también de sus potencialidades adictivas; se hicieron casi siempre pastel y aderezo de la celebración, el homenaje, la fiesta, la recreación y los rituales y que en vastas regiones llegaron a formar parte del hábitus, del capital social (pensamos por supuesto en Bordieu) y por tanto de la propia cotidianeidad (aquí nos sustentamos en Anges Heller), de las prácticas sociales específicas e históricas del dinámico devenir de la cultura (Gilberto Giménez). Durante ese largo período el hombre aprendió a sobrevivir y a convivir en la solemnidad con los estimulantes de la más variada procedencia; a extasiarse entre sus hálitos y fuegos; a hundirse y enloquecer con las esencias y las propiedades de las drogas y con sus impactos inevitables; a confrontarlas como aspectos fuertes de su libre albedrío individual; o bien a mirarlas con respeto o con miedo; y también a soslayarlas. Y así, hemos sabido de reyes y líderes sabios de multívocos estilos y de emperadores sin brújula exudantes de cannabis; pero igual de príncipes idiotas, gobernantes lelos atizándole a los porros o carrujos como 116


pránganas benditos; de papas promiscuos, obispos y sacerdotes pederastas quemándole las patas al chamuco; de jefes tribales incestuosos y en delirium tremens atascándose de yerbas y ungüentos; de estamentos aristocráticos orgiásticos y puñeteros aspirando y soplando polvos de estrellas titilantes de variadas luciérnagas y estirpe, que se daban sus buenas amodorradas alucinógenas; a científicos, pensadores y artistas arañando en otro mundo los pasillos secretos del cielo o del infierno, y el mundo real seguía su curso, entre los renglones torcidos de Dios, y acaso muy pocos se encabriaban desbocados o como guerreros de la moral armados hasta los dientes por empezar cruzadas, invasiones, satanizaciones, exorcismos y represalias en nombre del Altísimo o la Constitución, ni se daban golpes de pecho ni emitían edictos lacrimógenos por la salvación y la pulcritud del alma de la patria, mientras hoy, bajo las luminarias racionales de la civilización, la globalización y el progreso y bajo la batuta ideológica de los bandidos y criminales con corbata que dirigen al planeta, centenares de millones de mujeres, niños y seres esqueléticos como caricaturas de desecho, inframundo o Dante, se mueren de inanición y hambre en el subdesarrollo del hiperrealismo miserable de Africa, Asia y América Latina. De forma conservadora, la ONU calcula en unos 1,500 millones de personas en el planeta que se encuentran en niveles de miseria o pobreza extrema y que sobreviven, en promedio y de manera milagrosa, de limosna o desde múltiples formas de ilegalidad, con un dólar diario de ingresos. Sin embargo, en este ámbito de las humaredas y los psicotrópicos, no todo ha sido ludicidad o intoxicación en el ámbito de las élites. En su caso los sectores populares –los siervos, los esclavos o la perrada posmoderna nuestra de casi todos tan querida y que nunca falta en los andamios y paréntesis de la historia--, ante la clásica carencia de recursos pues ha utilizado a los enervantes como artificios de la brujería más inverosímil, como artilugio medicinal para curarse o alivianarse hasta de las dolencias de la marginación más prosaicas; e igual han sido cáñamo, humo, fibra, polvos, cal, piedra ingerible, aceites y pastas naturistas de la dieta para engañar a la pobreza, al hambre, a las lombrices, y al cerebro para enfrentar a veces al 117


terror y al miedo hasta de seguir viviendo. Pero igual, ciertos segmentos sociales las han usado como antesalas de la inspiración artística y como ornamentos estéticos o sagrados. Y han sido protagonistas esenciales en los ritos y mitos de sus excelsas o desorbitadas plegarias a las musas, a los dioses y a los pretextos que cada quien se inventa como mecanismos caprichosos de sus propias libertades. O bien las han consumido como partes de la dieta para andar simplemente hasta atrás, escondidos de sí mismos y de la existencia cruda, como alienígenas encantados, hilarantes y olvidados de los dramas y las cosas insufribles de la vida terrícola y francamente atizados y febriles como “apaches mariguanos”. En la llamada “guerra contra las drogas”, establecida como principio en la agenda norteamericana por Ronald Reagan, y que han adoptado y aplicado acríticamente, desde entonces y aún antes, los gobiernos lacayos de América Latina (empezando por México), a cambio de la certificación, los préstamos y apoyos especiales, las cuentas de vidrio como platos de lentejas que se traducen en dólares y armamento para fortificar a los “señores de la guerra” policiacos y militaristas de las nomenclaturas políticas de las naciones productoras, lo que destaca es el ruido de la metralla ideológica, las cursis campañas estilo Damas de las Veladoras Perpetuas, que más bien son programas engaña bobos y patrañas o televisivos tiros al aire y supuestos de un combate contra los llamados cárteles, mafias, clanes, jefes de jefes y barones de las drogas ilícitas. Sin duda que la muerte de miles de hombres ligados a la industria, en sus eslabones medianos y débiles ha sido real y sangrienta, que ha generado miedo e inseguridad y que ha enlutado y agraviado a millones de individuos, familias y grupos de distintos sectores, pero en el fondo ha sido más precisamente una sórdida batalla contra las sombras, las huellas y los fantasmas del mundo real, contra las supercherías y los mitos prohijados por el propio sistema, aunque desde las sombras los fantasmas sigan aquí causando estragos. Sin embargo, el sistema se envalentona y se consolida al mismo tiempo, cuando ciertos protagonistas cruzan territorios geográficos y jurídicos y se pasan de la raya, y no queda de otra más que exhibir o mostrar a ciertos peces gordos capturados con 118


las manos en la en la masa, la mota, la heroína o la coca. Un dato: en los llamados delitos contra la salud, del total de reos que cursan sus posgrados de delincuencia en las cárceles mexicanas, alrededor de un 40 por ciento están ahí por posesión o consumo de drogas; y sólo un minúsculo 1 por ciento de ellos han sido catalogados o etiquetados como traficantes. Castrenses al grito de guerra Por lo pronto, el despliegue militar del régimen de Felipe Calderón desde el 2008, en busca (de esta forma son concebidos estos grupos y sujetos por las autoridades) de los malosos, y acaso de los narcos indolentes y despistados que andan turisteando, exhibiéndose al aire libre y hasta repartiendo autógrafos en restaurantes y antros, pero sobre todo para que el mundo vea y sepa quién manda en México, aparte de ser un acto que de algún modo buscó distanciarse del gobierno de circo de Vicente Fox, reiteró en realidad el apego a la directriz en materia política de combate a las drogas: hacer como que se combate con ráfagas y rachas de militarismo, que ponen a temblar a los ciudadanos que no tienen vela en los entierros, haciendo gala de la elocuencia, la cerrazón y el aferramiento institucional de la violencia. Se muestra y se demuestra, por lo menos en las pantallas mediáticas y periodísticas de la comunicación de masas, que las cosas ahora sí han sido en serio, caiga quien caiga y con todo el rigor y el peso de la ley, de una retorcida ley. Los retenes castrenses en las ciudades, pueblos, carreteras y caminos rurales; las avanzadas uniformadas hacia los ranchos y zonas emblemáticas de las montañas; el peinado militar de algunos míticos parajes, valles y ondonadas de la sierra; los sobrevuelos desde helicópteros artillados, guiados por satélites, para amedrentar en los campos de cultivo legales e ilegales; los cateos de bodegas y una que otra residencia urbana, pero las más de las veces viviendas, casuchas y arrabales en despoblado; los decomisos hormiga y las incineraciones para solaz, divertimento fotográfico y recreación “chayoteada” de los periodistas en vivo y en directo desde el lugar de los hechos; las detenciones de ladronzuelos y surtidores de carrujos sueltos, grapas y gramos; los 119


enfrentamientos contra guardias, pistoleros y sicarios desmañanados; los ametrallamientos y asesinatos a mansalva de inocentes pero acusados in flagrancia de sospechosismo o de ser sujetos oriundos de las cañadas de Badiraguato, Culiacán, Choix, Elota o San Ignacio en Sinaloa; la Costa Grande en Guerrero o las verdes y brumosas montañas cerca de Parangaricutirimícuaro de Michoacán o los encrespados montes cercanos a Puerto Vallarta, en Jalisco, los desfiles de camiones, jeeps y pertrechos de la milicia ostentando y presumiendo su marcial estampa. Es la prepotencia verde olivo inconstitucional investida de ciña oh patria, vociferando, más si osare, su vocación y su estulticia disciplinada y su fiera creencia de que al matar o detener a un hombre vestido de narco sinaloense y pueblerino están salvando a la Nación. Se trata de imágenes que han revivido los viejos escenarios de la Operación Cóndor de hace poco más de una treintena de años, aquella infamia militar del gobierno mexicano que, con el mismo pretexto de la lucha para acabar de raíz con el narcotráfico, arrasó pero con las raíces de cientos de poblados y rancherías con todo y habitantes, en Sinaloa, Chihuahua y Durango, y que aún se recuerda penosa y doloridamente. De la sierra, centenares de pueblos y rancherías fantasmas ya se están borrando hasta de los archivos y de los mismos mapas, mas no del odio acuciante, el rencor histórico y la memoria. De ese período aún quedan muchos episodios para ser contados, pero sobre todo es necesario recordar que el uso de la fuerza y la violencia institucional sólo genera y multiplica otro tipo de violencias, sociales, culturales y simbólicas, las cuales se han manifestado no sólo en las regiones ultrajadas, como en una especie de esplendor enervante de “las flores del mal” o “las flores ilegales de la ira”, sino que se han expandido con sus poderes subterráneos, sórdidos y corrosivos hacia otros ámbitos geográficos. Por supuesto, la industria de los estupefacientes no fue erradicada. Al contrario: se hizo más fuerte, ensanchó sus alcances nacionales e internacionales con la avalancha posterior de la cocaína proveniente de Sudamérica por cielo, mar y tierra, amén de la fabricación masiva de las metanfetaminas, y se expandió, se modernizó, se sofisticó, se adecuó a las exigencias del mercado y de los intereses internacionales, además de 120


enriquecer a corporaciones legales, inversionistas, funcionarios y traficantes, que en el trayecto muchos de ellos han sido, de tan vistos y conocidos, prácticamente indistinguibles. Sólo desde Colombia invadirían al mercado del norte del Continente unas 300 toneladas de cocaína: 300 mil kilogramos cada año; y el kilogramo del alcaloide puro en las calles de las principales ciudades estadounidenses llega a alcanzar hasta 150 mil dólares. Sin embargo, en la guerra de las cifras de los organismos multilaterales, se llega a considerar una fabricación potencial de hasta más de 900 toneladas de cocaína: 640 de Colombia, 180 de Perú y 90 de Bolivia. En el periplo, las incautaciones se calculan en un 20 por ciento, como una suerte de cuasiimpuesto previsto; y son decomisos que, se arguye, son planeados también desde el inicio de los embarques para desviar la atención, con el propósito de que la paquetería valiosa pase libre y sin mayores dificultades las aduanas reales y virtuales. Y con la consabida presencia de la complicidad y el disimulo. Sin embargo, pesar de la propaganda o la doctrina méxicoestadounidense, con el uso de la tecnología de punta en la producción intensiva, es muy probable que hoy, California, México y Canadá, por ejemplo y en ese orden, sean los principales productores de un tipo de marihuana enriquecida, de alta tecnología e ingeniería genética. Un informe del 2005 del Departamento de Estado refiere que Estados Unidos produce y consume unas 10 mil toneladas de ese tipo de marihuana, más unas 5 mil importadas de los invernaderos de México y Canadá. Una de las ventajas es el aprovechamiento integral y óptimo tanto de las hojas, como de los tallos, las raíces y las semillas de esta cannabis industrializada del primer mundo, conocida especializadamente como “hidropónica”, que se usa de manera medicinal y permitida como en sus formas ilegales de consumo en Estados Unidos. Pero en este sentido, hay especial atención tecnológica por el crecimiento fast track de la fronda de las verdes criaturas, con uso de medidores de tiempo, riego puntual y preciso gota a gota, ventilación para reproducir ambientes naturales, luces móviles adecuadas, nutrientes vitamínicos especiales rociados directamente sobre las raíces, con lo que se garantiza mayor calidad, vigor, sabor, olor y sabrosura, tamaño y 121


rendimiento. Al final, dice el Departamento de Estado, se tiene una motita “poderosa, peligrosa y adictiva”. Claro, se cultiva en interiores (aunque también en parques y bosques nacionales ad hoc), casi exenta la “narcoagricultura científica” de los riesgos de la producción a cielo abierto. El cultivo de la llamada “mariguana medicinal” sólo en el estado de California, deja ganancias aproximadas, por ejemplo, de 14,000 millones de dólares anuales, y de que, aparte, los productos de la famosa “marijuana” sean legales en 15 estados de la Unión Americana. Y esto sin menoscabo de que la mágica planta se siembre y se cultive en más de 530 mil hectáreas de tierras propicias y naturales del planeta, entre ellas las de Marruecos, Afganistán y Pakistán (que surten el 70 por ciento del hachís que se consume en Europa), así como Nepal, Nigeria, Birmania, Turquía, Tailandia y Australia. ¿Tiene memoria histórica el gobierno mexicano? Pareciera que las instituciones siguen respondiendo a la lógica de actuar para conseguir básicamente la legitimación interna y externa, con la reiteración de la política “del garrote”, que genera, en tanto acción publicitaria y plebiscitaria, respaldos sociales inmediatistas y vistos buenos, pero muy escasa eficacia frente a la magnitud del tráfico y su expansivo poder transgresivo. Francisco Thoumi 1 ha advertido con precisión lo que los cruzados no quieren reconocer: la existencia de la corrupción y del mago crecimiento y desarrollo del fenómeno “narco” son sencillamente “síntomas de problemas sociales más profundos”: son efecto y no necesariamente causa. Thoumi ha descrito los referentes de Colombia. Ha explicado el ex funcionario de la ONU que “el poder económico se concentra en un grupo de conglomerados que ejerce influencia en el sistema político y triunfa torciendo y manipulando leyes y regulaciones”. Al referirse al papel del gobierno frente al delito y a lo que denomina como “trampa de la deshonestidad”, en el marco de la rentabilidad del “negocio” y a las rutas peculiares e 1

Cfr. Francisco Thoumi (2009), “¿Por qué algunos países producen drogas?”, Revista ARENAS, No. 19, Mazatlán, Sinaloa, Primavera, 2009, pp. 7-39. 122


históricas en la conformación de la grupos delictivos, Thoumi ha llamado la atención respecto de que en una sociedad como la colombiana, cuyos tejidos se han movido entre la transa, la ilegalidad, la corrupción y la desviación de las normas institucionales y sociales, tener un comportamiento legal tiene un mayor costo 2. De otra manera: es mucho más difícil acatar las normas sociales y las leyes que incursionar y caminar entre las trampas de la corrupción y la ilegalidad. Los individuos legales llegan a padecer los estragos, las burlas y la estigmatización, además de la pérdida de oportunidades para enriquecerse; de lo menos que se acusa a tal tipo ideal es de ser un “soberano pendejo”. Dirían los versos casi clásicos, llenos de esplendor popular y valemadrismo de una narcocanción: “Más vale vivir cinco años como rey, que cuarenta y cinco como güey”. Los programas federales en México, que se regodean entre los efectos sangrientos y la superficie de un fenómeno que no se agota en su percepción sólo como problema policiaco y de salud, sino que tiene hondas y prolíficas raíces sociales y culturales; y los nuevos estilos y las ocurrencias del gobierno panista, adolecen de similar sintomatología a las de los regímenes de antaño, donde al final terminan por rendirle una especie de culto, con humor negro involuntario, a los descabezados ubicuos, a las hordas de maratruchas, comandos Zetas versus ContraZetas, Los sapos, La Familia, los especializados kaibiles al servicio de las redes de las mafias más siniestras; y en la parafernalia, se ha llegado a la extrema paradoja de las marchas tumultuarias serranas contra el Ejército, desde Badiraguato a Culiacán y Mazatlán, entre otras poblaciones, con proclamas hasta hoy inverosímiles e insólitas, pero nomás eso nos faltaba: “Los narcos unidos jamás serán vencidos”, como la gesta de una florida hiedra y de una confrontación inédita, atizada por la ebullición y el despertar de las larvas de la venganza de grupos alterados, y sobre el magma histórico de los profundos rencores sociales, como de algún modo han narrado, sin querer queriendo, los amarillistas medios.

2

Ibid., Francisco Thoumi. 123


En el tratamiento político del problema de parte del gobierno, se reedita la misma gata parda revolcada, pero ahora llena de furtivos signos, que entreteje, mete hilo y madeja y borda los asuntos, aprovechándose de las situaciones dadas, explotando los agudos problemas nacionales y respondiendo subrepticiamente a sus vergonzantes intenciones redentoras de relumbrón, con el sutil estilo modosito de San Felipe Arcángel (muchos respetables panistas, desde los estrados, pedestales y atriles oficiales transformados en púlpitos supuran hipocresía hasta cuando se persignan). Nada nuevo hubo en la estrategia gubernamental, pero si se miran bien, se ha tratado de medidas muy caras, con campañas extremosas de relaciones públicas y de comunicación que han sido instrumentadas y exhibidas --por encima de los inocultables abusos depredadores, humillantes y desgraciados de la fuerza, la violencia y la inercia implícita de los batallones, las bayonetas y las botas castrenses--, y hasta presumidas como acciones hollywoodenses, efectistas, como apariencias de un poder presidencial que no se tiene o no se conoce bien a bien y al cual se accedió de manera retorcida o por lo menos no de forma clara, un poder civil que ni se ejerce cívicamente y que, desatada la cacería policiacomilitar, e in crescendo sus poderes indexados frente a otro poder profano y corruptor por antonomasia, se corre el riesgo de que las armas oficiales tampoco se controlen; pero eso sí, arropándose con la moralina social camuflajeada en máscara y disfraz. Propaga, escandaliza, moraliza, grita, aúlla, ladra, muerde; que al final --y eso es lo único que importa a los cínicos--, en las percepciones y las representaciones sociales de la llamada opinión pública, algo queda. En el fenómeno de las drogas, que constituye y es mucho más que un problema, acaso se le ven la cola, las orejas y las huellas al monstruo, pero nunca al ente entero que como fantasma ronda y está inmiscuido en la vida pública, en la economía, en la industria, el comercio y los servicios y que sin duda roza los ámbitos gubernamentales en varios niveles; aunque es claro que ese fantasma tiene sus más siniestros asideros en las penumbras y tinieblas de la sociedad. Alguien, siendo gobernador de Sinaloa (Juan S. Millán), se atrevió a expresar que la ejemplar y orgullosa economía sinaloense, por ejemplo, estaba sustentada en más de un 124


60 por ciento con capitales provenientes del narcotráfico. Claro, los sufridos empresarios, herida y abofeteada su decencia, pusieron el grito en el cielo y exigieron lo que de antemano saben se ha llevado el viento y los alzheimer de la burocracia y de la historia: las inefables pruebas de la complicidad y del olvido. Si se piensa tan sólo en las confiscaciones, las cifras apabullan. Y en parte tienen esa función: apantallar, y de hecho, en el marco de los planes con respecto a fines de justificación y protección institucional, recrear un contexto de credibilidad para las mismas instancias gubernamentales, con lo que se fortalecen políticamente y ponen a trabajar a cuerpos, élites y batallones especiales contra el delito; explican y justifican sus programas, sus tácticas, sus estrategias y su presencia, sus cargos, su reciclamiento y su existencia. Miles de individuos con credenciales o encargos federales forman parte de la nómina de la jurisprudencia, la investigación y la persecución del crimen organizado; son actividades peligrosas pero apetecibles, sobre todo para medianos y altos mandos, generadas de manera oblicua por la vigorosa industria ilegal del “narco”, que da ocupación, chamba, futuro y destino a sus mismos persecutores. Gran porcentaje de éstos terminan por engrosar y engrasar las cadenas cada vez más especializadas de la transgresión: persecutores y perseguidos como las dos caras de la moneda, asediados por los desbocados imperios de la corrupción. Se habla de increíbles cifras de quienes han desertado de las fuerzas militares: 270 mil hombres desde el régimen de Salinas hasta el gobierno de Fox. ¿Cuántos más han abrazado otras causas y empleos en el gobierno calderonista? Y en realidad la pregunta que sacude, que conmociona: ¿Dónde están esos miles que saben de armas, de rutas, de mapas, de enclaves, de grupos, qué diablos hacen? Pese a que programas y políticas van y vienen, presumidas sin fallos ni fracasos, las drogas siguen germinando, caminando, corriendo, flotando y volando por el país y el mundo. Por ejemplo, sólo de la que se cosecha, se amasija y endosa desde las tierras controladas por los traficantes, paramilitares y guerrilleros en Colombia (ubicados en alrededor de un 60 por ciento del territorio de ese país, adonde difícilmente tienen acceso los representantes del gobierno), en el 2007 fue interceptada cocaína 125


pura con un valor aproximado a los 300 millones de dólares, si hemos de creer en los reportes de las cifras oficiales. En su caso, el llamado “Plan Mérida” diseñado para México, anunciado en marzo del 2007, otorgaría al país por parte de EU unos 1,400 millones de dólares para su instrumentación durante los primeros dos años (para equipo satelital de información, capacitación, armamento y tecnología), que es una mísera cantidad frente a la magnitud del tráfico internacional. El plan, que se ha llegado a emular con las acciones gringas en territorio colombiano, que recibió unos 5,000 millones de dólares, es un espaldarazo más, sin embargo, a los guerreros de las drogas con su guerra caprichuda, pero también de humo y simulación y contra los efectos visibles del tráfico; una medida desesperada, con ese fin político bastardo y propagandístico de legitimación. Por otro lado, para quienes hablan de una supuesta “colombianización” del país, habría que recordar que las diferencias de Colombia y México son abismales, tanto por montos, trasiego y tipos de producción como por la cantidad de participantes en los negocios de las drogas (un 10 por ciento de la fuerza laboral colombiana está ocupada en tales menesteres de alta y significativa productividad: 1 millón 200 mil trabajadores), así como por historia, tradiciones, contexto sociopolítico y beligerancia de los distintos sectores y grupos involucrados. Un dato es más que revelador: en más de la mitad del territorio sudamericano, el Estado tiene problemas de representación, de control e incluso de permiso. En ejercicios y cálculos forzados que particularmente hemos efectuado, basados en datos de producción por hectárea (entre 10 y 11 kilogramos de goma de opio por hectárea por ejemplo, para unas 70 mil dosis de heroína si esa fuera su exclusiva ruta), destrucción de plantíos de marihuana y amapola a cielo abierto, así como por los porcentajes de confiscaciones, en nuestro país la fuerza laboral de esta subversiva, generosa y conflictiva industria sería, por supuesto relativamente, de unas 800 mil personas --qué consuelo, aunque la perfila como una de las actividades que más empleo genera, sólo por debajo de los rubros petrolero y educativo-- y que podrían clasificarse entre familias enteras de sembradores y cultivadores, ejidatarios presionados y jornaleros 126


de tiendas de raya, vigías, contadores y organizadores, mandos, espías, “orejas”, “burreros”, “mulas”, distribuidores y sicarios, sin incluir, claro, a “lavadores”, prestanombres, funcionarios, inversionistas y fuerzas del orden a la orden y a su servicio, pero en proporción la población mexicana (en cerca de dos millones de kilómetros cuadrados de territorio) es de más de cien millones de habitantes, y la de Colombia es de alrededor de 45 millones de pobladores (en poco más de un millón de kilómetros cuadrados). Un aspecto de discusión que resulta importante destacar estriba en el hecho de que ahí donde se han descuidado las regulaciones sociales e institucionales, es muy factible el surgimiento y organización de los grupos delictivos. Influyen las cuestiones socioculturales y los índices económicos de la pobreza, pero sobre todo el abandono y la marginación sociocultural e institucional. Thoumi lo ha dicho de forma muy directa: “Las mafias surgen donde el Estado deja vacíos”. De densidad y producción En la ampliación del tráfico de narcóticos en México, que ha puesto los reflectores sobre otras entidades y zonas, en “El mapa del cultivo de drogas en México”, el asesor de la ONU sobre Drogas y Delincuencia, Carlos Resa Nestares, investigador de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid, en sus esfuerzos de clasificación, refiere que, por lo menos durante los primeros años de la década del 2000, entre los 100 municipios con mayor densidad de cultivos de enervantes de México, entre los 10 primeros lugares, donde truenan más que los chicharrones y “a mucho orgullo compa” dirían algunos habitantes de esas tierras, 6 de ellos eran obviamente sinaloenses. Esos 10 sitios de honor “narco” los ocuparían, en este orden, los siguientes municipios: Guadalupe y Calvo (Chihuahua); Sinaloa de Leyva; Culiacán; Tamazula (Durango); San Ignacio; Badiraguato; Coyuca de Catalán (Guerrero); Choix; Mocorito; y Coalcomán de Vázquez Pallares (Michoacán). Y en la segunda mitad de esa misma década, el investigador enlistaba que, en términos de densidad de narcos por entidad federativa, de acuerdo a detenciones 127


relacionadas con producción, tenencia, proselitismo o tráfico de estupefacientes, los diez primeros lugares serían, en ese orden: Sonora, Baja California, Sinaloa, Chihuahua, Baja California Sur, Nayarit, Colima, Durango, Tamaulipas y Michoacán.3 Aunque densidad y producción sólo ofrecen una idea de la significación de los cultivos de amapola y cannabis para las regiones, y para los modos y hábitos de vida de sus habitantes, no es sencillo sobrevivir bajo el múltiple fuego de la persecución, del asedio, la sospecha, los cañones y las luces. Y eso no le conviene a nadie: cuando el negocio está en paz, la rentabilidad y las ganancias llegan para todos los involucrados, incluso para quienes trabajan y se parten el lomo y la madre y comparten los riesgos y los peligros propios de la siembra y su cuidado. Por ello la lectura y la interpretación de tales listas requieren de especial atención y sigilo. De algún modo los “narcos”, sean de la condición humana que sean y posean valores o antivalores, son una suerte de actores que han hallado en su peculiar trabajo y en sus acciones una forma de vida y prácticas heterodoxas y no convencionales de resistencia que, digámoslo así con crudeza, se distingue de otras actividades, como la de muchos banqueros, usureros y políticos, porque unos han sido definidos social, jurídica e históricamente como ilegales y los otros como legítimos y legales. Pero de que hay ratas de dos patas, delincuentes de traje y criminales reales y de cuello blanco en ambas esferas, eso es indiscutible. Y en todo el país y en todos los estratos y esferas de la sociedad. También es obvio que si los organismos internacionales tienen una idea o un panorama aproximado, de las condiciones, situaciones, actividades y oficios que se cuecen y tienen lugar en diversas partes de la tierra, también lo saben los órganos institucionales, punitivos y de inteligencia más elementales de los gobiernos de las naciones productoras. Así como se conoce, más o menos, el porcentaje de hectáreas que se dedican al cultivo de enervantes, de la misma manera se tienen indicios y cuasicertezas sobre rutas, ejes, enclaves y el mapa en general de la industria. En 3

Cfr. Carlos Resa Nestares, “El mapa del cultivo de drogas en México”, www.uam.es/carlos.resa/nota0205.pdf 128


cuanto a productores, Sudamérica seguiría acaparando los reflectores y el monopolio cocalero: Colombia cultivaría el 70 por ciento de la coca (pese a que en el 2004 les habrían rociado a los productores unas 136 mil hectáreas) y refinando alrededor del 90 por ciento de la cocaína del mercado internacional. Aunque hay convenios y controles sobre los precursores para la fabricación de enervantes, tanto la efedrina, la seudoefedrina (para las metanfetaminas), como la metiletilcetona, la acetona y el permanganato potásico (para la cocaína), se consiguen en abundancia en el mercado libre. Respecto de la adormidera, una planta que crece casi como se le da la gana en cualquier región del mundo, incluidas las románticas amapolitas blancas y doradas de México, sólo Afganistán, en más de 200 mil hectáreas destinadas a su cultivo, junto con Birmania, se calcula, surten al mundo, en especial a Europa, del 90 por ciento de la producción de goma de opio. En cuanto a montos y hectáreas en este producto, que con precursores que se fabrican y venden por todos lados y hasta en boticas de pueblo, como el anhídrico acético (de uso industrial en otros productos farmacéuticos y plásticos) para producir el poderoso alucinógeno “heroico”, México tendría una buena participación y de ello hablan las propias cifras supuestas de erradicación: en 2004 las autoridades habrían destruido 14,575 hectáreas de adormidera; aunque en el año 2007 se habrían erradicado sólo 9 mil 800 hectáreas de amapola más unas 22 mil hectáreas de marihuana. Las operaciones militares y judiciales “de Alto Impacto”, así les llaman, como los “Libélula”, “Zorro” y “Montaña”, especialmente sobre Chihuahua, Sinaloa, Durango y Guerrero, habrían destruido además unas 800 pistas de aterrizaje, más el establecimiento de unos 530 puestos de control terrestres en las regiones “calientes” del territorio nacional, como las fronteras y las zonas productoras. En este marco, de acuerdo a la PGR, hasta agosto del 2007 habrían sido detenidos unos 9 mil 433 personas por delitos contra la salud. Este dato aislado contrasta con las cifras de los detenidos en el sistema penitenciario de EU, que por ejemplo, según cálculos de Phillip S. Smith, periodista y editor de “StoptheDrugWar”, mantiene en los reclusorios estadounidenses a unas 500 mil personas por delitos contra la 129


salud, donde destaca, la persecución y la cacería racista contra negros y otros segmentos sociales. Pero si todo esto del trabajo militar y policiaco, el mapeo, la vigilancia de sofisticada tecnología sobre siembra, producción y distribución, así como erradicación, incineración, decomisos y capturas que dicen se ubican dentro de los cánones del control sobre la industria en su conjunto, si esto es así y en función de los triunfalismos de los informes políticos, entonces el tratamiento de la problemática acaso tiene que ver con otras cuestiones que pesan social, política y económicamente. De hipocresía e ideología En tanto que nosotros, modestamente, sólo podemos formular interrogantes, indagar sobre las significaciones simbólicas y patéticas de los encobijados y del detallismo cruento de masacrados y descabezados; en torno de los milagros populares y de la ternura prehistórica de Malverde según las anécdotas y leyendas de sus agrestes pero sutiles y tiernos agricultores; referirnos con mesura a los estallidos culturales de las drogas en la posmodernidad y ponernos a elucubrar desde nuestros ensayos etéreos si fue primero el huevo o la gallina o la inmortalidad delirante del uso de los enervantes; o bien un tanto más placenteramente pensar en las etnográficas y bellas novelas como Balas de plata de Elmer Mendoza, pero al menos se trata de reflexiones que a la postre nos permiten advertir que en la ilegalidad y en la llamada guerra de las drogas, muchos grupos, empresarios, políticos y estamentos que dicen estar tan preocupados que hasta participan en marchas, firman desplegados y difunden spots televisivos, desde algún yunque palaciego, contra la violencia y señalan con índices de fuego y morbo a los envenenadores del futuro de la humanidad: la infancia y la inerme y desvalida juventud (entre ellos yupis, yuniors, parias y anexas); pero esos que se rasgan las vestiduras, se azotan, van a misa, confiesan orgullosos sus “inocentes” pecados y sus tráficos de influencias de millones de dólares mientras excomulgan ad infinitum, son, dicho así con crudeza, los hipócritas beneficiarios de la perenne y sorda guerra, contra los trajineros narcos, nacos y 130


rupestres de los narcóticos. Y como diría Foucault, ocurre que tales empresarios-políticos de los escenarios y ámbitos furtivos, son además los beneficiarios ideológicos, como adláteres maquillados desde las sombras del Poder, del fragor de la delincuencia, del crimen y del delito. Es que detrás o en el fondo del discurso ideológico del Poder, se hallan las razones reales de las cosas y las medidas y decisiones. Encontrar las relaciones y los significados hondos es tarea contextual y hermenéutica. Por algo decía Foucault: “Detrás de la fachada visible del sistema se supone la rica incertidumbre del desorden; y bajo la tenue superficie del discurso, toda la masa de un devenir por una parte silencioso: un“presistemático que no es del orden del sistema; un“prediscursivo”que proviene de un esencial mutismo.” 4

En tanto tal cruzada se mantenga así, sin abordar los fondos sociales y políticos y sin tocar las redes y los nudos estructurales que han hecho posible el poder del narcotráfico, el negocio seguirá viento en popa: cubiertas las apariencias internacionales y nacionales de la lucha a muerte por la decencia humana, con el apoyo de las industrias militares, sobre todo yanqui, que seguirán apoyando y vendiendo a todos los bandos y bandas involucrados, institucionales, paraformales e ilegales; y con el aval de algunas industrias farmacéutica y de laboratorios químicos trasnacionales; de sus varios grupos que, incrustados en las estructuras oficiales de los sistemas de salud, se embolsan tajadas sustantivas con los altos precios de sedantes, estimulantes y demás artilugios que requiere una sociedad mundial enferma, estresada y con síntomas postraumáticos, productos con los que lucran gracias también a la prohibición. Los stocks oficiales de producción o reciclamiento de ciertos estupefacientes, por ejemplo para la morfina necesaria de los sistemas de salud del mundo, dan la impresión de ser más que secretos de Estado; acaso secretos de un magno negocio manejado por instancias innombrables. “Medicalizar la vida --dice un analista-- se ha convertido en un jugoso negocio”. Aunque el mundo libre hace también un Michel Foucault (1987), La arqueología del saber, Ed. Siglo XXI, México, p. 126.

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jugoso negocio con la muerte. Además de que, en este contexto, resultan cruciales los Vo. Bos. de la sociedad (el respaldo social), pues se conquista su aquiesencia, prohijada y labrada desde los más preclaros y sentidos fines altruistas, sociales y culturales de los medios masivos de comunicación, en especial los electrónicos, que no tienen más intereses --dicen ellos--, que los de la justicia social, la democracia y la moral y cuyos valores más sagrados son --repiten ellos--, el bienestar y la salud del pueblo y la grandeza y la soberanía de la patria. En un texto que sigue siendo válido como reflexión sobre “Placeres y prohibiciones”, Hugo Vargas, revista Letras Libres, No. 15, marzo del 2000) rememoraba que con la Ley Volstead y la vieja prohibición del alcohol en Estados Unidos, este país ingresaría a “una de las etapas más tristes de su historia: la censura pública de las costumbres privadas. El aumento en el consumo, las muertes por alcohol adulterado y la entrega de una próspera industria al crimen organizado son los resultados de un experimento que ahora el mundo repite con las drogas”. El prohibicionismo se había mordido la cola: prometió acabar con los alcohólicos y los multiplicó; y afirmó que disminuiría la población de las cárceles pero ocurrió al revés y las saturó. Y el mundo empezó a llenarse de delincuentes, que la misma ley había creado…En suma, apuntaba Hugo Vargas, “no cerró las puertas del infierno, abrió otras”. Las acciones públicas del sexenio de Felipe Calderón desde el 2008 contra el crimen organizado son más que un ejercicio impune del poder, en donde no se mira ni se busca quién te la hizo, sino quien te la pague. Pero para esta inaudita lógica del Poder, no importa quiénes hayan sido los que al final de cuentas hayan pagado y estén pagando. ¿50 mil muertos o los que sean no son nada? En este país, parafraseando a Octavio Paz, ¿no aprendemos ni tenemos memoria? “¿No pasa nada cuando pasa el tiempo?” Sean los que fueren, la cifra se multiplica a la “N” potencia en heridos y desaparecidos y en millones de afectados no sólo por la inseguridad, el miedo y las humillaciones, sino porque una política de gobierno le ha dado alas a los alacranes y el país ha sido secuestrado por las fuerzas armadas y por los cívicos y cínicos guerreros de la muerte. 132


Referencias Pierre Bordieu (1999), Meditaciones pascalianas. Ed. Anagrama, Barcelona. Agnes Heller (1987), Sociología de la vida cotidiana, Ed. Península, Barcelona. Michel Foucault (1987), La arqueología del saber, Ed. Siglo XXI, México. Jürgen Habermas (1999), Historia y crítica de la opinión pública, Ed. Gustavo Gili, Barcelona. Francisco Thoumi (2009),“¿Porqué los países producen drogas? Colombia, la política de Estado y un modelo general? Revista ARENAS, No. 19, Mazatlán, Sinaloa, Primavera del 2009. Hugo Vargas (2000), “Placeres y prohibiciones,” Revista Letras libres, No. 15, Marzo del 2000, México

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Especial LA REGIONALIZACIÓN DEL POSGRADO: UN RETO ACTUAL DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR Víctor Antonio CORRALES BURGUEÑO •

Introducción Estamos conscientes de que más allá de la propuesta de nuevos paradigmas de desarrollo del posgrado, enfrentamos hoy el gran reto de afianzar el diseño de una estrategia regional anclada en la realidad de nuestra localidad. En la presente propuesta para avanzar en la regionalización del posgrado, consideramos que homogeneizar la oferta académica, en espera de preparar capital humano competitivo, dada la igualdad de condiciones, no integra por sí sola a la ecuación apropiada de desarrollo socioeconómico, porque esta iniciativa se desprende de un modelo que pretende ser universalmente aplicado, sin tomar en cuenta las ventajas comparativas y la idiosincrasia de la circunstancia local. Aplicar un paradigma nuevo se interpreta comúnmente como la iniciativa de una transformación estructural; sin embargo, antes que ofrecer estrategias que hagan más eficientes los procesos, •

Rector de la UAS. Catedrático e investigador, Antonio Corrales Burgueño estudió la licenciatura y la maestría en educación en la UAS y el doctorado en Ciencias de la Educación en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Es autor de numerosos estudios, artículos y libros como La participación de la mujer en la educación bajo la perspectiva de género (Coautor y Compilador), editado por la UAS y el Gobierno del Estado de Sinaloa en 1999. Ha sido, además, responsable de proyectos y programas universitarios relacionados con la educación superior. 135


agilicen tiempos productivos e impulsen el crecimiento, este tipo de modernización debe interpretarse en el sentido de un proceso innovador que trabaje a profundidad y ofrezca un complejo estratégico distinto, que traiga consigo objetivos y rutas alineados a las aspiraciones y la cotidianeidad de las personas. Modernizar implica un esfuerzo comunicativo, una estrategia que dispersa mensajes de cambio buscando que regresen en conjunto y aten una perspectiva sólida, adaptada a circunstancias y problemáticas particulares. Implica localizar los ejes socioculturales de la localidad al tiempo que reforma la noción de educación y sistema educativo, no ya desde el esquema de ‘transmisión de conocimiento’ sino el de ‘integración cultural del conocimiento’ (Fowler & Van der Walt, 2004). Es cierto que los atrasos del desarrollo local responden en gran medida a una falta de planes y estrategias de crecimiento. Sin embargo, dar el paso hacia la conformación de proyectos que acerquen la realidad socioeconómica del posgrado a esquemas de competencia internacional, no es de ninguna manera un remedio infalible y por tanto no tendrá la causalidad lineal que algunas perspectivas parecen otorgarle. La regionalización del posgrado, en cuanto propuesta para impulsar su desarrollo y el aprovechamiento de los recursos humanos y materiales de la localidad, es un paso necesario que largamente ha sido exigido por nuestra circunstancia. Sin embargo, como modelo de trabajo, representa un reto verdadero, significa en cierta medida reemprender el rumbo; por eso debe convertirse en diálogo, en trabajo coordinado. La idea de regionalizar el posgrado, en muchas ocasiones se interpreta erróneamente, no porque no se conozcan las condiciones en las que precipita sus efectos de innovación y promoción del desarrollo, ni tampoco porque no tengamos formas de adaptarla a los esquemas de nuestras circunstancias inmediatas, sino porque pareciera que insistimos en desintegrarla. El proceso que pocas veces culmina en consenso y acuerdo entre las partes, en un modelo palpable y comprensible para todos. 136


La propuesta que organiza el presente trabajo persigue un doble objetivo: por un lado, plantear las problemáticas reales que a nivel iberoamericano caracterizan la necesidad de integrar un paradigma innovador de aproximación al desarrollo del posgrado, al que nos referimos con la etiqueta de ‘regionalización global’; en otro nivel, revisar indicadores que guíen la aplicación del esquema estratégico y poner atención a algunos aspectos de su realización desde y con la localidad que busca integrarse, de manera inteligente, con la globalidad. Para avanzar este replanteamiento de nuestra noción de regionalización del posgrado, en el marco de un modelo verdaderamente pertinente al contexto inmediato de las IES, propongo la construcción de bases a partir de la revisión general de dos indicadores críticos en los estudios sobre el tema, que caracterizan al mismo tiempo la situación socioeconómica y educativa en una muestra de países iberoamericanos, en el entendido de que propongo vincular directamente la regionalización del posgrado y la inversión en educación con la promoción del desarrollo. Estatus de los indicadores de desarrollo del posgrado en Iberoamérica La globalización de los servicios educativos y las expectativas sobre la conformación de los programas de educación terciaria, implica, al igual que para otras áreas de la demanda social y económica, homogeneizar la oferta. Globalización, en este sentido, significa que las personas tengamos acceso a lo mismo, estemos donde estemos. Sin embargo, no asumir este modelo socioeconómico mundial en su totalidad, ha resultado mucho más productivo que tomarlo como un marco de referencia absoluto; y la historia económica de potencias emergentes como China y países iberoamericanos como Chile, líderes en las estrategias de crecimiento económico actual, apoyan esta visión.

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Además de exigir igualdad en el acceso y en la calidad de los servicios, nuestras sociedades están llamadas a fortalecer las ventajas regionales, en el marco de la responsabilidad ecológica y el compromiso con el crecimiento; esto, al consolidar su identidad, dimensionar su crecimiento y mejorar los procesos de transferencia de conocimiento. Para el posgrado, esta regionalización significa potenciar el poder creativo y productivo de la especialización. Y descentralizar significa dar mayor equidad a las IES en cuanto a su potencial de crecimiento y, por tanto, a su capacidad de ofrecer programas de calidad. Implica estudiar la pertinencia local de los programas académicos y transformar la oferta, dar a la educación una dirección realista y formar profesionales e investigadores en el compromiso regional. Distribución por áreas de conocimiento Antes que nada, para desarrollar modelos adecuados de pertinencia regional del posgrado, debemos aprender a reconocer, a través de cada uno de los indicadores, el avance hacia la pertinencia regional de nuestros programas. Uno de ellos, mostrado en la Gráfica 1, es por supuesto la distribución por áreas del conocimiento.

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Gráfica 1. Proporción de egresados en las tres principales áreas del conocimiento en países iberoamericanos seleccionados

0.8 0.7 0.6 0.5 0.4 0.3 0.2 0.1 0 Argentina

Brasil

Sociales y Humanidades.

Chile

Colombia

Cuba

Ciencias e Ingeniería.

Mexico

España

Salud y Bienestar.

Fuente: UNESCO, 2008.

En Iberoamérica se presenta una gran concentración de egresados de posgrados en las ciencias sociales y las humanidades. Si bien el papel de estas áreas es fundamental, un análisis detallado de los programas de posgrado a nivel de las localidades iberoamericanas, acaso esto pudiera mostrar que es síntoma de una falta de adecuación a la circunstancia inmediata de las IES. Según Sagasti (2004), es evidente que las políticas del posgrado están transitando de la creación de capacidades científicas bajo esquemas de alta especialización, a la promoción de ventajas comparativas; es decir, de la sofisticación del conocimiento, a la búsqueda de aplicaciones locales para 139


promover la innovación, la investigación tecnológica y la vinculación con el medio productivo y social. Sin embargo debemos tener cuidado en no caer en el paradigma de la tecnificación forzada e irreflexiva, que ha probado no ser en ninguna medida la respuesta (Cfr. Corrales Burgueño, 2011). Por ello resulta necesaria la integración de estudios permanentes sobre la pertinencia local del posgrado, que nos permitan ir más allá de la simple aplicación de esquemas homogéneos, como la inversión apriorística en educación tecnológica. No obstante, también, podemos utilizar la proporción entre graduados en áreas sociales y humanas (en adelante SH) y ciencias exactas e ingenierías (en adelante CI), como indicadores de promoción de las áreas con pertinencia para el sector productivo en nuestros países. Cabe aclarar que no es objetivo de este trabajo afirmar nada con respecto a los factores que sustentan esta proporción entre SH y CI. El 50% es tomado como referencia comparativa, porque caracteriza a los países en los que la transferencia tecnológica y la construcción de conocimiento innovador repercute de manera directa en beneficios socioeconómicos, por lo que debe ser tomada exclusivamente como condición deseable de promoción productiva y consolidación de una base estable desde las IES a nivel mundial. Se trata básicamente de mostrar otro factor entre los múltiples indicadores que determinan el desarrollo del posgrado; en este caso, haciendo eco del argumento de la tecnificación, introducido por algunos estudios tanto como foco de los programas educativos y la inversión en educación (Psacharopoulos & Patrinos, 2002), como herramienta primordial de la formación en educación superior (Pérez Jiménez, 2006). La cantidad de recursos públicos que se invierte en la educación superior y el porcentaje de graduados constituyen una relación que requiere nuestra atención para promover atingentes políticas públicas de integración del posgrado nacional e 140


iberoamericano, en particular proponiendo su regionalización como enrutador o canalizador eficiente de los recursos materiales y humanos para la localidad, y por tanto para la globalidad. Sabemos que la inversión económica en educación permite mayor cobertura, mayor desarrollo de la infraestructura y mayor acceso a las tecnologías educativas, que cada vez más se hacen necesarias para promover la competitividad de nuestros graduados. Los incentivos económicos facilitan la movilidad estudiantil y directamente impactan sobre el mejoramiento de los programas de investigación e internacionalización, lo que conjuntamente eleva la calidad del posgrado. No obstante ¿cómo interpretar el que no exista una correlación directa entre ese gasto y, en este caso, la eficiencia terminal? ¿Qué efectos se pueden esperar de los incentivos económicos si la inversión en la calidad de los programas no alcanza su objetivo para la mayoría de los alumnos? Problemática que puede ser resuelta en buena medida con la regionalización del posgrado, a partir de estrategias de desarrollo ancladas en la dimensión local y en la especificidad regional del posgrado, para asegurar su pertinencia y con ello, una relación más equilibrada entre inversión y resultados educativos. Desarrollo del posgrado a partir de la dimensión local En esta parte del trabajo, busco hacer un ejercicio breve de reflexión e integración de las problemáticas propuestas para la regionalización del posgrado, a través de la reinterpretación de una de las nociones críticas para la promoción de sus ejes de desarrollo. Para la adecuación del modelo de pertinencia global a la circunstancia de la región, propongo revisar brevemente los principios de la noción de alianzas regionales 1, que en un amplio sentido cubren, como plan estratégico, el esquema-base, necesario 1

La mayor parte de este apartado es una revisión y síntesis de Corrales Burgueño (2009) 141


para la efectiva aplicación de una globalización de los programas de posgrado pertinente a la localidad. Aunque en ocasiones nos enfocamos en el estudio de las transformaciones del panorama educativo y socioeconómico a nivel global (ver p.e. Didriksson, 2000, 2007), en relación con el proceso de adaptación vertiginosa que deben de realizar las IES, es a final de cuentas, responsabilidad del plan institucional en su conjunto mantener esta dinámica integrada naturalmente a la vida universitaria a través de la actualización continua. Si bien uno de los aspectos fundamentales de la universidad es la formación de investigadores y el seguimiento y consolidación de proyectos de investigación y cuerpos académicos, la concentración exclusiva del esfuerzo institucional en esta área limita su campo de acción de manera significativa. Uno de los objetivos estratégicos del posgrado, si no es que el más importante, debe ser lograr la consolidación de sus programas a través de una probada pertinencia local con proyección hacia la globalidad, a través de la actualización profesional, vinculada con líneas estratégicas para impulsar el desarrollo regional. Es necesario rediseñar la dirección del esfuerzo académico e integrar el exterior en que se desarrolla la vida socioeconómica en la que existen las IES, su sociedad y su circunstancia en constante movimiento, explotando la potencia del conocimiento y el desarrollo tecnológico en condiciones locales concretas y en espacios sociales definidos. A esto nos referimos con la noción de alianzas regionales. Y en un sentido primordial, a la manifestación concreta de una regionalización inteligente. Los principales aspectos para la apropiada realización de las alianzas se organizan al mismo eje de integración que corre del desarrollo individual, las oportunidades laborales y la integración, hacia la responsabilidad social y a la sociedad global. Por un lado, el acceso individual a los recursos educativos, la proyección laboral y la actualización educativa; en segundo lugar la relación de las IES con el sector productivo (premisa central de la estrategia de alianzas regionales); y en tercer lugar, la coordinación de los esfuerzos, al menos a nivel nacional de las distintas organizaciones de posgrado y educación superior. 142


Por tanto, las principales situaciones que es necesario resolver en relación con estos aspectos de la aplicación del esquema estratégico son: 1.-En particular para Sinaloa, pero en general para el país, el alejamiento de los proyectos individuales de un marco cooperativo que impacte positivamente a la comunidad, ha generado un fenómeno de carreras truncas en virtud del cual los estudiantes no aplican el conocimiento obtenido en sus estudios, eligiendo actividades laborales disímiles e inmediatas; fuga de capital humano que se manifiesta en un limitado desarrollo social y un pobre crecimiento socioeconómico. 2.-Evidentemente la dificultad para estandarizar la calidad de los programas de posgrado, tanto en su diseño como en la formación de investigadores y profesionales, inhibe la promoción adecuada de alianzas con el sector productivo desde cada una de las áreas de la universidad; en tanto que se mantienen como las plataformas primordiales para estas alianzas las áreas económico-administrativas. 3.-Las políticas de posgrado carecen de un hilo conductor, dado que han obedecido a la satisfacción de intereses particulares y no a un plan maestro de largo alcance, que parta de la integración de estrategias regionales a una visión abarcadora y realista. Esto ha derivado en un crecimiento desordenado de los programas de estudio, lo que ha conducido a la dispersión, al aislamiento y a la proliferación de posgrados que no cumplen con los estándares mínimos de calidad. Basándome en el análisis presentado anteriormente, sobre nuestra perspectiva local y global, propongo fincar la estructura del modelo educativo, del que partirán las estrategias de desarrollo e integración del posgrado, en dos conceptos simples: a. Vinculación socioeconómica. Debemos transitar como cultura occidental, de los intrincados caminos del razonamiento filosófico, sobrevaluados por revoluciones del pensamiento como 143


la ilustración, al razonamiento práctico que sepa relacionar al modelo educativo con las necesidades inmediatas de instituciones, académicos y alumnos, en una comunidad integrada por el bienestar de todos. b. Pertinencia regional. También debemos de apartarnos de la adopción irreflexiva de modelos exitosos a nivel mundial, y del paternalismo de países de primer mundo, y tomar las riendas del diseño y aplicación de modelos para el crecimiento de nuestro posgrado. Nadie sabe mejor que nosotros lo que nos hace falta y cómo integrarnos para crecer juntos como región. Conclusión En suma, a partir de la revisión de los indicadores que aquí hemos propuesto, junto con las nociones caracterizadas, buscamos evidenciar cómo no se trata ni de la adopción de estudios generales, ni de la aplicación de estrategias cuya viabilidad sea haber mostrado éxito en otros contextos, como en el caso de las potencias europeas. La premisa central de esta revisión es que la creación de organismos de estudio y seguimiento de la relación entre educación superior y la socioeconomía local es ineludible. Es tiempo de dejar de aplicar un esquema simplista y acrítico, proveniente de la condición de nuestro subdesarrollo, es decir, la copia de modelos en apariencia exitosos, y despertemos a un hecho axial: que un contexto sólido, social, cultural y económico es el que ha permitido dicho éxito. Por tanto, el inicio de una regionalización adecuada del posgrado, es la promoción directa de esta responsabilidad compartida por consolidar y hacer crecer la calidad de nuestras regiones, en la proporción y los aspectos que corresponde a las IES. Lo que hemos mostrado aquí, en todo caso, debe ser entendido como puntos de partida para profundizar en la relación que la planeación de los programas, la inversión en educación y las estrategias de vinculación con el sector productivo, tienen en cada una de las entidades que nos corresponde fortalecer.

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Referencias bibliográficas Corrales Burgueño, V. A. (2009). "Alianzas Regionales para mejorar la Calidad del Posgrado". Memorias del XXIII Congreso Nacional de Posgrado: Consejo Mexicano de Estudios de Posgrado, UASLP. Corrales Burgueño, V. A. (2011). "Tendencias internacionales para el posgrado nacional, reflexiones desde el papel del COMEPO". Guanajuato: XXV Congreso Nacional de Posgrado. Consejo Mexicano de Estudios de Posgrado. Didriksson, A. (2000). Tendencias de la educación superior al fin de siglo: escenarios de cambio. Tünnermann, C. y López Segrera, F. La educación en el horizonte del siglo XXI, Colección Respuestas, 12. Didriksson, A. (2007). Contexto global y regional de la educación superior en América Latina y el Caribe. In IESALC (Ed.), Tendencias de la Educación Superior en América Latina y el Caribe. (pp. 1-43). Venezuela: IESALC-UNESCO. Fowler, S., & van der Walt, J. L. (2004). "Chaos and order in education". South African Journal of Education, 24(1), 64-69. OCDE (2010). "Panorama de la educación". Resumen en español. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Oreopoulos, P., & Salvanes, K. (2009). "How large are returns to schooling? Hint: Money isn't everything". NBER Working Paper No. 15339. Pérez Jiménez, C. (2006). "¿Tecnologización o democratización de la educación?: Entre debates, encrucijadas y críticas desde el enfoque CTS". Revista de Ciencias Sociales, 12(Abril, No. 1 ), 93-109. Psacharopoulos, G., & Patrinos, H. A. (2002). "Returns to investment in education: a further update". World Bank Policy Research Working Paper No. 2881 Sagasti, F. R. (2004). Knowledge and innovation for development: The Sisyphus challenge of the 21st century. Chiltenham, UK: Edward Elgar Publishing.

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ARENAS Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 30 Se terminó de imprimir el día 31 de enero de 2012 con un tiraje de 1000 ejemplares en los talleres Gráficos Once Ríos Editores, Rio Usumacinta No. 821 Col. Industrial Bravo Culiacán, Sinaloa Tel. 667-7122950



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