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ARENAS Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 36 Nueva época, Año 15, enero-abril 2014
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Directorio Dr. Juan Eulogio Guerra Liera Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa Dr. Jesús Madueña Molina Secretario General MC. Elizabeth Moreno Rojas Dirección Editorial UAS
MC. Giova Camacho Castro Director de la Facultad de de Ciencias Sociales MC. Oscar García Celis Coordinador Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales
Consejo Editorial Dr. Luis Astorga Almanza (IIS-UNAM); Dr. José Luis Beraud; Dra. Guadalupe I. Carrillo Torea (UAEMEX); Dr. Carlos Antonio Flores (CIESAS-DF); Dr. Segundo Galicia; Dra. Corina Giacomello (UNACH); Dr. Gilberto Giménez Montiel (IIS-UNAM); MC. Jenny Guerra González (UNAM); Dr. Arturo Lizárraga; Dra. Marycely H. Córdova (UNAM); Dr. Carlos Javier Maya Ambía (U de G); Dr. Juan Manuel Mendoza; Dr. Rigoberto Ocampo; Dra. Patricia Ortega Ramírez (UAM-X); Dra. Lilián Paola Ovalle Marroquín (UABC); Dr. Guillermo A. Peimbert (CRIM-UNAM); Dra. Gabriela Polit Dueñas (U. de Texas); Dr. Arturo Santamaría Gómez; Dr. José Manuel Valenzuela Arce (COLEF).
Dirección Editorial Nery Córdova
Coordinación Editorial René Jiménez Ayala
Edición y Diseño Pedro Humberto Ríoseco Gallegos y Sarha Karen Lizárraga
A R E N A S. Año 15, Nueva Época, número 36, Enero-Abril 2014. Publicación cuatrimestral editada por la Universidad Autónoma de Sinaloa, a través de la Facultad de Ciencias Sociales y la Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales. Domicilio: Ángel Flores s/n, Centro, Culiacán, Sinaloa, CP 80000. Domicilio en Mazatlán: Av. De los Deportes s/n, Ciudad Universitaria, CP 82127, Tels (669)9810762 y (669)9812100. Editor responsable: Rober Nery Córdova Solís. Email: arenasnery@yahoo.com.mx. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2010091413591500-102. ISSN: 2007-2333. Impresa por Gráficos Once Ríos Editoriales, Río Usumacinta #821, Col. Industrial Bravo, Culiacán, Sinaloa CP 80111 Tel (667)7122950 http://www.uasfaciso.mx/Editorial. Esta edición se terminó de imprimir en febrero de 2014, con un tiraje de 500 ejemplares. Ilustraciones de ARENAS 36: Obra artística de Iván Rojas Félix *No están prohibidos el uso y la reproducción de los textos citando autoría y publicación. *La UAS y la Facultad de Ciencias Sociales no necesariamente comparten las reflexiones y las opiniones expresadas por los autores.
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INDICE Presentación
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EL ORIGEN DEL NARCO, SEGÚN LA GLOSA POPULAR SINALOENSE Froylán ENCISO
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IMPACTOS: LA DEMOCRACIA Y EL CRIMEN ORGANIZADO Carlos Antonio FLORES PÉREZ
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LA ESCUELA Y LA DISCRIMINACIÓN; LA EXCLUSIÓN Y LA VIOLENCIA Ramón Ismael ALVARADO VÁZQUEZ
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RECHAZADOS O ¿EXCLUSION UNIVERSITARIA? Leopoldo GARCIA RAMIREZ
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DE MIGRANTES: ORGANIZACIÓN, ECONOMÍAS ÉTNICAS Y DESARROLLO Brianda Elena PERAZA NORIEGA
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APUNTES: LA DISCAPACIDAD Y LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA IDENTIDAD Juan Manuel NÚÑEZ GONZÁLEZ
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LA DIABETES: DESIGUALDAD, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL Patricia PEÑA PERAZA 104 LA EDUCACIÓN PRIMARIA INDÍGENA: EL MODELO PURÉPECHA DE MICHOACAN Norma Angélica DURÁN
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Presentación Propios de un país de desigualdades e injusticias vastas y hondas, que al paso de los años se amplían, magnifican y profundizan aún más, los problemas que padece la sociedad mexicana no dan tregua ni respiro. Como asuntos de políticas públicas de Estado y de gobierno o temas del análisis, la investigación y la reflexión, tales problemas debieran ser vistos como prioridades de urgente atención y de una obligada planeación para su resolución definitiva en el corto, mediano y largo plazo, antes de que los mismos se transformen en una realidad irreversible, en la que el emblema de identificación de México sean la pobreza, la miseria y la ignominia humana del hambre de las inmensas mayorías del país, incluidos amplios segmentos de las capas medias de la población. Se trata de tareas de urgente y obvia resolución (ergo: marginación, discriminación, exclusión en variados sectores y escenarios), antes de que la ira, la rabia y la furia social estallen en la cotidianeidad de este país y transformen la vida de todos, pública y privada, en un infierno. A estas delicadas temáticas, aunque sólo como un primer acercamiento y desde la perspectiva académica, dedicamos la presente edición de ARENAS (número 36). Muestran, reflexionan y debaten investigadores y analistas universitarios, en específicas problemáticas sobre rezagos, carencias, injusticias, que llaman la atención por su persistencia o bien por los rumbos amenazantes de ampliación y profundización que se advierten y proyectan sobre las mismas. Mientras desde el gobierno, la administración política y sus alturas y sexenio tras sexenio (y sin que se diferencien mucho sus ideológicos coloridos y banderas), México sigue produciendo o enarbolando programas y soluciones, que pueden resumirse en un largo caudal de promesas y más promesas. Pero abren este número dos colaboraciones sobre el candente, bullicioso y actualizado problema de la violencia. En el primero de ellos, el académico sinaloense Froylán Enciso, especializado en la temática desde hace algún tiempo, efectúa una suerte de periplo y recorrido a salto de mata y puntilloso al mismo tiempo, como un ensayo de glosa regional, en torno a la historia, el surgimiento, el devenir y los avatares de la industria de las drogas ilegales en Sinaloa, de acuerdo precisamente a quienes de cerca y desde el estado y la región, y que adquieren luego una significación de doxa, se han referido al fenómeno del narcotráfico.
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Como una cuestión a la que es necesario observar de manera muy especial y con detenimiento, el doctor Carlos Antonio Flores Pérez, del CIESAS del Distrito Federal, se refiere a la relación de la democracia y el crimen organizado, para mirar sus alcances, sus impactos y sus incidencias. Las acciones de los grupos criminales, arguye el investigador, sin duda que erosionan la solidez de las instituciones, lesionan la percepción pública sobre la seguridad y la vida cotidiana y restan legitimidad al poder público. Al final de cuentas, puede inferirse que las actividades del crimen organizado obran y terminan actuando, aunque no posean de forma intrínseca ni explícita fines políticos, en contra de la estabilidad social del sistema político en su conjunto. Por otra parte, se abordan una serie de temáticas relacionadas con la marginación y la exclusión social en varias de sus expresiones, que en un país con visibles desigualdades, pareciera que forman parte del pandemónium sintomático del subdesarrollo. Así, el investigador Ismael Alvarado, de Ciencias Sociales de la UAS, deambula entre las sombras de un foco particular de esa relación de nudos y reflejos que bullen en ciertos escenarios de los bajos fondos sociales: la fórmula del rechazo educativo, la exclusión y la violencia. Luego, un trabajo que intenta un seguimiento a quienes no pudieron acceder a la educación profesional o que fueron rechazados en sus aspiraciones, en particular en centros educativos de la UAS, realizado por el maestro Leopoldo García Ramírez, nos ofrece una visión acerca de los dilemas cruciales de la vida y el destino a los que se enfrentan los jóvenes en tal situación, hasta estigmatizados con sorna: los famosos “nini”. En un texto que se enfoca hacia los vínculos entre los trabajadores migrantes y las economías de las regiones ligadas a la migración, la doctora Brianda Elena Peraza Noriega, se refiere a la importancia de las organizaciones productivas de migrantes como potenciales agentes del crecimiento económico y el desarrollo, y que pueden llegar a incidir en la economía de sus lugares de origen, a través de esquemas como la economía solidaria y alternativa. En seguida dos jóvenes estudiantes del posgrado en ciencias sociales aportan sus notas y reflexiones, a partir de los proyectos particulares que realizan como parte de su formación. En el primero de ellos, de Juan Manuel Núñez, efectúa en sus apuntes una especie de discusión teórica en torno a los grupos sociales con problemas de discapacidad y los retos que implica la construcción social de la identidad. Y, en su turno, Patricia Peña Peraza se refiere a un asunto de salud pública que cada vez afecta aún más a la población: la
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enfermedad de la diabetes. Y vincula la temática con los problemas de la discriminación y la exclusión. Las ilustraciones en este número son parte de la obra abstracta del joven pintor mazatleco Iván Rojas Félix (estudiante también de la carrera de sociología), que realizó sus primeros estudios plásticos en el Centro Regional de Iniciación Artística del INBA. Ha efectuado algunas exposiciones individuales, así como colectivas, y en el estilo que plasma y llena de colores fuertes a sus obras, muestra en parte los afanes de la búsqueda, la innovación y la creatividad. Con esta edición de ARENAS, número 36, abrimos un nuevo período administrativo en la Facultad de Ciencias Sociales, Mazatlán, de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Saludamos a esta nueva gestión que inicia y que dirige el maestro Giova Camacho Castro. Sea, por el desarrollo académico, la investigación teórica y científica y la extensión cultural universitaria. Nery Córdova
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EL ORIGEN DEL NARCO, POPULAR SINALOENSE
SEGÚN
LA
GLOSA
Froylán ENCISO
Investigador visitante del Centro de Estudios México-EU, Universidad de California en San Diego. Candidato a doctor en Historia por Stony Brook University de New York y becario de la Harry Frank Guggenheim Foundation. Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México.
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Los intelectuales sinaloenses —sobre todo desde Badiraguato, municipio al que llaman la cuna del narco— han sido muy efectivos en estilizar una historia, en que el narcotráfico es producto de influencias, poderes y apetitos foráneos. Frecuentemente voltean la pregunta de por qué Sinaloa ha sido tan influyente en el establecimiento de rutas de trasiego y la producción de drogas: es una leyenda negra: a los sinaloenses, nos harta que nos criminalicen así de bote pronto, señalan la tirante relación entre quienes están y quienes no están metidos en el mundo del narco, reparten culpas entre los consumidores gringos, su gobierno y sus políticas equivocadas y copiadas por los gobiernos mexicanos. Sólo así nos permitimos vivir y crear en la vida mientras allá afuerita caen los muertos y los narco siguen siendo un poder real por simbólico y omnipresente. Gran parte de la crítica a lo que llamamos la “leyenda negra” se debe a los cronistas, periodistas, historiadores y un político con sus memorias. Un texto fundacional ha sido “El cultivo de opio en Badiraguato” de Raúl Valenzuela Lugo, publicado en la revista Presagio, número 26 en agosto de 1979. Ahí, Valenzuela estableció la narrativa fundamental de la vida sinaloense entre las drogas: Difícil resulta precisar fechas respecto a la iniciación del cultivo de la amapola adormidera en Sinaloa, pero sabido es que en la década de 1940, y con motivo de la segunda guerra mundial, se intensifica esta actividad con fines de tráfico en el municipio de Badiraguato, para abastecer de heroína a los Estados Unidos. Por datos precisos y fidedignos se enseñó el procesamiento del opio a un chino que radicaba en Jesús María, el cual se trasladó a Santiago de los Caballeros para trasmitir a varias personas la técnica de procesamiento aprendida por él. Muy pronto aparecieron sembradíos de adormidera en todo el municipio (pp. 15-16).
En el texto los campesinos productores de amapola, primero, y marihuana, después, aparecen como personajes sin mucha iniciativa. Se dice que actuaban de buena fe para sobrevivir la marginación y la pobreza, al mismo tiempo que eran atacados por agentes del gobierno que condicionaban el ejercicio de la violencia a cambio de un tributo —primero en especie y luego en dinero— cuando la producción de opio cundió y bajó de precio. Con los años, vino el colmo de la manipulación del indefenso campesinado: “los explotadores de los campesino llegaron a la voracidad de cobrar tributo y quitarles las cosechas a los cultivadores, enviándolos a la cárcel.”
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Según Valenzuela, durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) era ya evidente para el gobierno que no podían seguir los abusos de autoridad. Por eso, el presidente asignó al general badiraguatense Teófilo Álvarez Borboa para que instrumentara una campaña antinarcóticos. El general Álvarez citó a algunos productores de drogas en Mazatlán. Los perdonó por última vez y pidió que no siguieran en ese negocio. Les pidió que denunciaran a los soldados y policías abusadores. No todos los productores y traficantes dejaron el negocio y, según se infiere del relato, a pesar de la idea del general por castigar a soldados abusadores, muchas arbitrariedades continuaron. El negocio de las drogas ilegales fue creciendo. Llegó el momento, en la década de 1970 en que, según dice Valenzuela, el consumo interno de drogas en Sinaloa era alarmante. ¡Ya hasta morían por sobredosis! Su preocupación por el consumo, no está de más mencionarlo, iba a contrapelo del mito repetido por el gobierno de México para tumbarse la barra ante los gringos: en México no se consume droga, ese es un problema del primer mundo. Esto por no mencionar que no fue sólo un problema de campesinos pobres, narcos y policías, como se infería por las crónicas en los periódicos. Como todos sabemos ahora, hubo personas connotadas de la élite sinaloense y nacional que entraron en la actividad. En esos años, se creó la idea de que las campañas de los militares y la PGR algo harían para disminuir el consumo local y salvar a Sinaloa de la leyenda negra. Sin embargo, como apuntó Valenzuela en lo que parece una caricatura previa de lo que repiten en contradictorio mantra moralista muchos “narcointelectuales” de hoy, las soluciones tienen asideros más sencillos: Como mejor solución al problema, considero que deben implementarse programas de explotación minera, de bosques, establecer metalúrgicas y aserraderos en la sierra, todo lo cual daría ocupación a cientos de personas que dejarían de practicar ilícitas actividades. Además debe emprenderse una campaña masiva para educar a los padres de familia, con el objeto de tener mayor acercamiento con sus hijos, pues los distanciamientos y conflictos familiares arrojan a los muchachos, a buscar el camino de su liberación, que por lo general lo encuentran en el vicio y la prostitución (p. 17).
Es en esta idea donde se evidencia que la forma en que hemos contraatacado la leyenda negra sinaloense es inconsistente: en tan
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criminalizado terruño nos hemos contado la historia del narco de forma equívoca: el narcotráfico es producto de problemas de desarrollo económico y cultural; si no fuera así, las soluciones girarían alrededor de cuentos de policías y criminales. ¿Por qué lo contamos como un asunto de origen chino y desprotección ante gobiernos y criminales, nacionales y extranjeros, todos corruptos? En el fondo, quizá, todos queremos ser parte de tan épica y global narración. Recuérdese bien que, como dijo Valenzuela desde finales de los 1970, “la fama de Badiraguato (la tierra de Joaquín “el Chapo” Guzmán Loera) triste desde luego en este renglón, llegó a tal como productor que en Hong Kong una calle y un restaurante llevan su nombre.” Con el tiempo, varios elementos de las historias locales de las drogas en Sinaloa se han vuelto lugares comunes de la manera en que los mexicanos nos contamos la historia del narco nacionalmente. Entre otras cosas, el papel de los chinos se ha discutido en Sinaloa a través de los años. Y, por lo menos, luego de los 1970, se ha atribuido el origen del narcotráfico a la llegada de la semilla y la flor de la amapola en manos de un chino que fue parte de una especie de complot estadounidense para obtener fuentes alternativas de opio a las asiáticas, antes de la Primera Guerra Mundial. Ese chino, en parte de la historiografía y la cobertura periodística lleva el mítico nombre de Lai Chang Wong. En el número de Presagio, ya referido, Enrique Ruiz Alba publicó que “Lai Chang Wong o José Amarillas, enamoraba con música, curaba con opio”. Esta es la primera referencia escrita sobre el chino ligado al origen del narcotráfico, según la narrativa sinaloense que hemos podido encontrar.1 Según Ruiz Alba, Lai Chang Wong nació alrededor de 1869 en Hong Kong y se vio obligado a abandonar su tierra natal por un lío de faldas: su propio tío lo persiguió con un sable para lavar la honra de su familia: Lai Chang Wong había embarazado a su tía política. De acuerdo con Ruiz Alba, la tía de Lai Chang Wong había confesado que “fue ella, su debilidad de mujer, la que propició el problema”, pero eso no le importó al patriarca. Acompañado de otros dos muchachos que vivían en la misma casa, Lai Chang Wong se embarcó en la primera nao a San Francisco como cocinero. No se sabe la fecha exacta del viaje. En cuanto llegó a California se dice que 1
También glosan esta historia García Ramírez, Guadalupe, y Jesús Ramón Gutiérrez. 2004. Partidos políticos y movimientos sociales en Sinaloa, 1929-1940. Ciudad de Culiacán, Sinaloa: Consejo Estatal Electoral de Sinaloa, p. 66.
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consiguió trabajo en una botica, porque se había empapado de lecturas médicas desde muy joven. Cuando las noticias de la Revolución Mexicana llegaron a sus oídos, en California Lai Chang Wong se las arregló para introducirse a México alrededor de 1911 y se enroló como médico con los revolucionarios del noroeste de México. Durante diez años anduvo en campaña, hasta que un balazo lo dejó rengo de la pierna derecha de por vida. Entonces dejó el ejército y practicó la medicina “naturalista” en El Dorado, Sinaloa. Allí, el sacerdote católico José Amarillas2 lo convirtió al cristianismo, y le impuso su nombre. En El Dorado, el recién bautizado José Amarillas hizo dinero con sus conocimientos médicos. Tuvo muchos amigos y gustaba del juego. En una noche de buena suerte, Amarillas ganó mucho dinero. Sus compañeros querían que siguiera jugando para reponerse, pero huyó, se escondió y poco después se mudó al pueblo de San José de la Puerta, en el municipio de Badiraguato. Puso su primer consultorio y le fue bien como curandero. Enamoró a una lugareña con la que procreó cuatro hijos. Al poco tiempo la dejó y ya en 1927, vivía en la cabecera municipal de Badiraguato, donde se enamoró de una sierreña de ojos verdes, de nombre Jesusita Monjardín. Era fama que José Amarilla enamoró a Jesusita con estilo de macho mexicano (vaya usted a saber cómo será un macho sinaloense, chinesco y rengo): montado a caballo y con tequila en mano llevaba tambora para que tocaran su canción favorita, “Caballito blanco”. Luego casó con ella y tuvo doce hijos. Siendo ya todo un macho 2
No hemos hallado información de ningún sacerdote José Amarillas. En cambio, hay registro de un revolucionario de ascendencia yaqui con tal nombre. Dice el general neoleonés, José Francisco Naranjo de la Garza, que José Amarillas nació en 1878 en Potam, Sonora. Fue parte de los “Fieles de Huiviris”, bajo el mando del capitán Lino Morales, durante la lucha contra Victoriano Huerta y Pascual Orozco. Luego se unió a Álvaro Obregón en la columna de general Juan G. Cabral. Fue parte de la fuerzas yaquis que participaron en la toma de la ciudad de México en 1914. Durante la intervención estadounidense en Veracruz, en 1914, compartió el mando de las fuerzas yaquis con Morales. Como seguidores de Cajeme, formaron el 20° Batallón de Sonora y luchó contra Pancho Villa. Luego bajo el mando de los generales Joaquín Amaro Domínguez y Heliodoro Charis participó en la Batalla de Ocotlán el día de San Valentín de 1924. Por sus méritos revolucionarios llegó a obtener el grado de General de División. Murió en Mazatlán, Sinaloa, en 1959, pero fue enterrado en Irapuato, Guanajuato, porque de allá era su esposa. En las memorias compiladas por el político sonorense Juan de Dios Bojórquez León, Amarillas aparece como un revolucionario justo, humanitario, institucional y cumplidor que prefería la casa de campaña que el furgón de ferrocarril (Bojórquez, Juan de Dios. 1960. Forjadores de la Revolución Mexicana. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, pp. 133-135; Naranjo, Francisco. 1935. Diccionario biográfico revolucionario. México, D.F.: Imprenta Editorial "Cosmos", sub verbo).
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sinaloense de acento “chinesco” llamaba a su mujer “Chuy-vieja” y proveía a su familia gracias a su trabajo como médico “naturalista” y al enorme huerto que tenía su casa y consultorio. También era fama que los chinos en Sinaloa cultivaban muchas verduras, flores y hierbas medicinales. José Amarillas cultivó col, rábanos, lechugas, tomates, pepinos y esas flores desconocidas entonces pero que pronto serían objeto de gran polémica: las amapolas. Esas hermosas flores de amapola eran una de las materias primas de Amarillas para su medicina natural: conocía los poderes narcóticos y curativos de los opiáceos. Él mismo—dijo Ruiz Alba—recolectaba la goma de los bulbos y preparaba las mezclas que en forma de cataplasmas aplicaba en úlceras, llagas y heridas de sus pacientes, para calmarle los fuertes dolores; él mismo preparaba gotas, cucharadas y soluciones elaboradas personalmente, o bien recetaba la Vitacura, medicamento chino que surtía una droguería de San Francisco y era buena para curar hasta 75 enfermedades.
El conocimiento médico del chino José Amarillas fascinaba a los sinaloenses. Tenía libros escritos en chino que contenían dibujitos de los órganos internos, corazón, hígado, cerebro, estómago. Revisaba los libros y luego atendía al paciente. No usaba el bisturí para nada. Descubría las heridas de los balaceados, estudiaba la trayectoria del proyectil y, si podía, les succionaba la sangre hasta que salía la bala. Si no podía sacar la bala con ese procedimiento o si el proyectil estaba alojado en algún órgano interno, mejor los mandaba con los cirujanos de Culiacán, porque su medicina sólo era “natural”. Dice Ruiz Alba que cuando los chinos empezaron a ser perseguidos por los gobiernos revolucionarios,3 Amarillas consiguió el favor del entonces presidente municipal de Badiraguato, Raúl Uriarte,4 para irse disfrazado de arriero —de arriero chino, así como lo lee— al poblado Guadalupe y Calvo, Chihuahua. José Amarillas tuvo la buena suerte —la suerte del médico puede ser infortunio del enfermo, como bien se sabe en las agencias funerarias sinaloenses— de que hubo un brote de viruela negra en esas tierras. El chino ideó un remedio para 3
Quién sabe a qué persecución se referirá, porque hubo muchas. Nótese que Raul Uriarte Cuén no fue presidente municipal de Badiraguato sino hasta 19541956 por el PRI (Soto Quintero, Miriam Faviola. 2011. Badiraguato. Culiacán: COBAES/La Crónica de Sinaloa A.C./Ayuntamiento de Badiraguato/La Crónica de Culiacán, p. 27). 4
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alisar las pieles cacarizas de las personas que tuvieron la enfermedad: excremento de vaca cocido aplicado sobre los hoyos en la piel. Cuando pasó la campaña antichina apoyada por Plutarco Elías Calles, regresó a Badiraguato, con su “Chuy-vieja” montada en ancas, cargado de dinero con que pagaba a la banda para que le tocara “Caballito blanco” entre trago y trago de tequila. Los pacientes de José Amarillas empezaron a peregrinar a Badiraguato desde Chihuahua, para ver a su sanador. Le traían dinero y regalitos. Con esos presentes, se daba la gran vida, enamoraba muchachas, mantenía a sus 48 hijos, curaba gratis a quien no tenía dinero. Parece haber adoptado las formas del mitológico hombre poderoso del campo sinaloense: sensible y generoso con la gente pobre. En 1948, José Amarillas decidió retirarse. En compañía de su hijo Chepe se fue a vivir a Jesús María, en la colindancia entre Culiacán y Badiraguato. Murió allí en 1953. No sabemos gran cosa sobre los más de 40 hijos que se supone que tuvo José Amarillas. Según Ruiz Alba, cinco de los que procreó con Jesusita se convirtieron en profesores normalistas y las dos hijas mayores, Margarita y María, se encargaron de escribir las recetas que dictaba su padre, pero no hay huella de ellas ni de las recetas. Sin embargo, perduran las anécdotas que mezclan el papel de José Amarillas con un plan estadounidense para sembrar opio en Sinaloa poco antes de que iniciara la Segunda Guerra Mundial. Humberto Valenzuela Álvarez, profesor normalista originario de Surutato y ex presidente municipal de Badiraguato (1990-1992), narró por primera vez la historia de un chino de apellido Amarillas que introdujo la siembra del opio, en una entrevista con Luis Astorga en 1990.5 Luego, en 2001, publicó un breve artículo ampliando los detalles de la historia en la revista Tribuna de los Mochis: Mire usted: poco antes de 1940, después del pacto que autoridades de altos mandos de Estados Unidos de Norteamérica y México hicieran para tal fin, la comisión encargada de buscar el lugar apropiado para la siembra del enervante, se hizo acompañar de un señor de apellido Amarillas, de ascendencia China que tenía su domicilio en Jesús María, cerca de la presa El Varejonal (hoy López Mateos) y los llevó hasta las montañas en busca de clima y tierras apropiadas, pero también de hombres en que pudieran confiar por su capacidad y valor, así como su discreción. Para tal fin se llegó a 5
Astorga Almanza, Luis Alejandro. 1995. Mitología del "narcotraficante" en México. México, D.F.: UNAM/Plaza y Valdés Editores, pp. 62-63.
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Santiago de los Caballeros, Badiraguato, con la seguridad de que en esa región surgieron revolucionarios relevantes como el Coronel Eduardo Fernández, el Sargento Jesús Caro, el Mayor Martín Elenes, el Capitán Mauro Valenzuela, y sería largo enumerar los hombres que pusieron en alto el honor de Badiraguato; unos a lado del General Ángel Flores y otros a lado del General Ramón F. Iturbe, los que jugaron un papel importante, tanto en la toma de Culiacán (…) y de Mazatlán o defensa como punto clave en todos estos tiempos de lucha revolucionaria. Después fueron solicitados estos hombres de la región de Santiago de los Caballeros, para poner orden en diferentes partes del país, desde Jalisco hasta Cananea ya con el nombre de los Carabineros de Santiago…estas circunstancias fueron determinantes para que en esta región, les gustara para la siembra de amapola, una preciosa, pero maligna flor. 6
El profesor Valenzuela Álvarez no especifica los términos del acuerdo entre los gobiernos de México y Estados Unidos. Sólo lo enuncia sin detalles de dónde quedó algún registro que lo pruebe. Dice que lo aprendió leyendo, hablando con especialistas y observando la vida de su tierra. Para 1946, el cultivo de amapola llegó a su pueblo en la sindicatura de San Javier, Badiraguato, una de las regiones más alejadas del estado. Dijo que para ese tiempo todas la barrancas y cerros de Badiraguato estaban llenos de amapola y que la gente peleaba por obtener semilla para vender el producto a los “coyotes” o intermediarios que trabajaban para el ejército y el gobierno federal mexicano, quienes tenían el control del producto “hasta hacerlo entregar a los comisionados de los Estados Unidos de Norteamérica, donde se encargaban de procesarla”. El gobierno mexicano perdió el control de esta producción con el tiempo. Llegó el momento en que la comercialización de goma de opio era masiva. -¡¿Compras goma?!, gritaba alguien de un lado de la calle. -¡No, ya quisiera vender tres kilos que tengo!, contestaban de la acera de enfrente. Las primeras luchas, dice Valenzuela, no fueron tanto por la eliminación de narcotráfico, sino para mantener el control del mercado por parte de los productores que estaban aliados con algunos personeros del gobierno. Este proceso que se extendió en las décadas de los años 1950 y 1960 fue el origen del problema que vivimos hoy Humberto Valenzuela Álvarez, “Historia de la llegada de la amapola a la entidad. Sinaloa, ¿escuela del narcotráfico. Primera Parte”, Revista Tribuna, año XVIII, núm. 272, abril de 2001. El artículo fue reproducido en Soto Quintero, op. cit., pp. 251-256. 6
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en día, según se infiere del relato de Valenzuela Álvarez. Aunque no aporte muchos datos del supuesto vínculo de José Amarillas con la supuesta comisión binacional de producción de opio, dice que hubo un rápido proceso de aprendizaje de los habitantes locales, en especial los que participaron en la Revolución. También deja claro que no todos los sinaloenses participaron del proceso. Sobre todo quienes tuvieron influencias familiares que los hicieron proclives a la educación formal. Valenzuela Salazar rememora lo que decía su padre. Estudien para que sean alguien la vida, plebes. Pa’ que le puedan dar algo a la familia y a su pueblo. Esas flores se ven muy bonitas, pero son del diablo. De ahí sacan veneno, envenenan a la gente. Nunca vayan a sembrar de esa flor.
Fueron estos consejos de su padre y el apoyo de su tío y padrino, Raúl Valenzuela Lugo, lo que alejó a la familia del profesor Valenzuela del camino del narcotráfico. De sus ocho hermanos, cuatro fueron maestros normalistas, dos ingenieros civiles, uno abogado y otro comerciante. Y su familia no fue la única, hubo otras familias en San Javier que llegaron a ofrecer educación formal a sus hijos, como los Báez Hurtado, Angulo Valenzuela, Báez Márquez, Martínez Lugo y Serrano Salazar. Esta formación, dice Valenzuela, ayudó para que resistiera las tentación de corromperse cuando le ofrecían regalos siendo alcalde de Badiraguato, como un tractor DC-7, una camioneta Ram Charger del año o dos toros de registro Cebú y Suizo.7 Entre las múltiples preguntas que han dejado las ideas sobre el origen del narco en Sinaloa y México en general resalta la falta de una explicación rigurosa acerca de cómo llegaron los chinos a Sinaloa. La historia de un tal Lai Chang Wong que de boticario en California salta a enrolarse en una revolución al sur de la frontera, de ninguna manera
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En 2010, cuando intentaron desaparecer los albergues escolares, Valenzuela Álvarez se enfureció y declaró a la prensa: “Hay personas que se preocupan realmente por la educación de la gente de la sierra y hay otras que únicamente atiende intereses muy personales y de grupos y no se preocupan realmente porque las nuevas generaciones se preparen, sabiendo que la preparación es una de las mejores armas para combatir delincuencia, narcotráfico y una serie de delitos que trae como consecuencia no estar preparados para enfrentar la vida” (“Pretenden desaparecer albergues escolares”, La Gaceta. Semanario de Sinaloa, 26-V-2010, consultado en http://www.semanariolagaceta.com/scgibin/noticias.cgi?Action=Viewdetails&Pk=35 53).
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parece disipar las dudas y se antoja ser parte de las mitologías que mezclan hechos con la transmisión de historias orales. En 1986, el historiador sinaloense de ascendencia japonesa, Heberto Sinagawa Montoya, proporcionó una de las primeras respuestas documentadas sobre el origen del narcotráfico en esas tierras. En su diccionario Sinaloa, historia y destino, bajo la palabra “Amapola”, dice enfático que “la semilla fue traída por los chinos”. Desde que llegaron en los inicios del Siglo XX, los chinos se dedicaron a establecer pequeños negocios: abarrotes, lavanderías, moteles, huertos y restaurantes donde compartían su conocimiento culinario. Sin mediar explicación, Sinagawa dice que los chinos trajeron la semilla de la amapola para seguir con el vicio del opio que transmitían de generación en generación: Ellos trajeron la semilla de amapola, la sembraron en sus huertos y el producto lo destinaros para su uso personal. Muchos de ellos eludieron a los inspectores del servicio de migración y por medio de un trabajo intenso hicieron fortuna y se acoplaron a la sociedad mexicana; pero la mayoría se encerró en sus sórdidas madrigueras para satisfacer un vicio muy arraigado que se transmitía de padres a hijos en la patria alejada y pobre.
En 1927, el gobierno del Presidente Elías Calles avaló una campaña antichina que fue popular en Sinaloa y Sonora. Esta campaña racista era apoyada activamente por líderes de cámaras comerciales y amplios sectores de la sociedad mexicana. Llegaron al grado de expulsar de México a chinos con descendencia mexicana. Al parecer, el móvil de fondo era la competencia que los chinos representaban para los pequeños comerciantes en las ciudades del noroeste. Dice Sinagawa que muchos funcionarios que apoyaron la campaña terminaron adueñándose de los exitosos negocios chinos. Pocos chinos lograron eludir la expulsión y los que lo hicieron cayeron en depresión, se encerraron en guetos y aumentaron el uso personal de opio. Con el tiempo, la demanda de opio para los combatientes y ex combatientes de la Segunda Guerra Mundial y para consumidores que intentaban mantenerse a flote en la vida acelerada de la sociedad industrial aumentó. Según Sinagawa, algunos campesinos sinaloenses asesorados por los chinos produjeron opio en grandes cantidades para salir de la pobreza y abastecer estos nuevos mercados: La extraordinaria riqueza que propició tal cultivo se extendió como reguero de pólvora especialmente en los municipios sierreños, donde
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la cicatera de la naturaleza se expresa en magras cosechas de maíz y frijol y donde el hambre y el abandono son marcas indelebles en la piel de los sinaloenses ajenos a los avances económicos y sociales frente a una demanda creciente de parte de combatientes y ex combatientes de las guerras y por los viciosos de nuevo cuño que engendró la voraz resaca de la sociedad industrial deshumanizada y cruel.
Sinagawa no menciona ningún pacto entre el gobierno de México y Estados Unidos. Desde su perspectiva, el origen del narco sinaloense se debió a la transmisión del conocimiento sobre opio de los chinos a campesinos pobres y aventureros cazafortunas. De su narrativa se puede inferir que son estos cazadores de fortunas quienes crearon las expresiones más vistosas de la ahora llamada narcocultura y quienes fueron los responsables de que surgiera tanta violencia en Sinaloa: los ganadores de un negocio ilegal que no puede entenderse sin sus vínculos con gobernantes y la economía política internacional: La amapola se convirtió en el recurso más socorrido de los que flagelados por miserias ancestrales o por aventureros hambrientos de fortunas rápidas quisieron cobrarse cuentas atrasadas y ascender en la escala social con el lubricante del dinero. Surgieron así fabulosas fortunas exhibidas en los escaparates de residencias diseñadas por famosos arquitectos, llenas de prados, árboles y flores de aluminio, mármol y maderas africanas de bibliotecas compradas por metros, de vajillas de plata adquiridas por kilo, de automóviles de últimos modelo, de ranchos con ganado del más alto registro, con la maquinaria más eficientes y con teléfono de línea directa…Tal prosperidad ficticia y mal habida creó la peor corrupción social de que se tenga memoria en Sinaloa, alegrada con el ritmo de la tambora y de la metralleta y que fue el origen de una violencia que midió injustamente con la misma vara a todos. A los miembros de las mafias de traficantes y a los sinaloenses ajenos a aquel derroche y dedicados a su trabajo honrado de sobrias y legítimas ganancias. El narcotráfico mancha un estado amante del trabajo y de la paz.
La versión del origen de la migración china y su vínculo con el inicio de la producción de opio en Sinaloa se tornó más compleja y completa muy pronto en la pluma de Héctor R. Olea. Un par de años después de la aparición del libro de Sinagawa, Olea publicó una
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monografía sobre la historia de Badiraguato, su lugar de origen.8 La criminalización territorial de Sinaloa, y Badiraguato en particular, ha sido evidente en muchos artículos periodísticos sensacionalistas y en la percepción de la sociedad mexicana, inconscientemente respaldada por las historias que han contado los escritores y políticos. Por eso Olea quería dejar claro que no todos los habitantes de ese lugar participaban o avalaban el narcotráfico. Luego de hacer un recuento de las primeras crónicas sobre el pasado prehispánico por parte de colonizadores y conquistadores espirituales, Olea nos adentra en la historia colonial que resaltaba la enorme riqueza minera, especialmente de oro, en Badiraguato. Cuando esta región se incorporó a la provincia de Nueva Vizcaya a finales del siglo XVI, llevó el nombre de Provincia de Santiago de los Caballeros, porque tenía la categoría de Real de Minas. En nuestros días sólo un pequeño pueblo lleva por nombre Santiago de los Caballeros, y es famoso por ser el lugar de nacimiento de innumerables bandidos y líderes en el tráfico de drogas durante el siglo XX. De acuerdo con Olea, el nombre de “Santiago de los Caballeros” lo adoptó don Diego de Ibarra para honrar la memoria de su sobrino, devoto de Santiago el Mayor, don Francisco de Ibarra, a quien sustituyó como gobernador cuando murió en 1575. Además los primeros colonizadores que exploraron las tierras de Badiraguato alrededor de los años de 1530, el capitán de jinetes Cristóbal de Oñate y el capitán José de Angulo eran Caballeros de la Orden de Santiago. Desde el siglo XVI, Badiraguato se integró a la historia de la minería en la Nueva España: tuvo su primer bonanza minera a finales del siglo XVI; recibió misioneros jesuitas al ritmo que se explotaban nuevos yacimientos en el siglo XVII; sus riquezas fueron registradas y se incluyeron en crónicas burocráticas durante las reformas borbónicas a finales del siglo XVIII, cuando los jesuitas fueron expulsados al mismo tiempo que el lugar se erigió como el epicentro de la minería en la región. Después de este breve y rico relato, Olea sintetiza una historia de modesta participación heroica del pueblo en la guerra de independencia; las pugnas por la formación de la República en la
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Olea, Héctor R. 1988. Badiraguato: visión panorámica de su historia. [Badiraguato, Mexico]: H. Ayuntamiento de Badiraguato y Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional, Sinaloa.
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primera mitad del siglo XIX;9 las revueltas liberales a finales del siglo XIX10 y la Revolución Mexicana a principios del siglo XX. La decadencia minera de finales del siglo XIX, es lo que, según Olea, explica el inicio de estallidos sociales revolucionarios, el auge de ciertos bandidos y los primeros momentos del cultivo de amapola en Badiraguato. Menciona Olea a revolucionarios que lucharon ahí. Unos venían de Santiago de los Caballeros: Martín Elenes y su tío del mismo nombre, Eduardo Fernández, Eligio Samaniego, Mauro Valenzuela y Candelarios Ortiz. Otros del poblado de Babúnica, como los hermanos Pilar, Francisco (chico) y Valente Quintero. Otros habían nacido en Durango, en especial en el pueblo de Copalquín, como Juan M. Banderas, Herculano de la Rocha, sus hijos Mateo y Clara y su sobrino Nabor. Y menciona a José María R. Cabanillas, Juan Ramón Rangel Valenzuela, quien nació en Higueras de Ballaca, Badiraguato, Francisco Ramos Esquer (“Pacheco”), Francisco Ramos Obeso y su hijo Lázaro. Vale la pena detenerse en su narración sobre la Revolución en Badiraguato; muchos de los personajes, su descendencia y los lugares tuvieron un papel en el inicio del narcotráfico en Sinaloa. Entre las batallas revolucionarias de 1911 para llevar al poder a Francisco I. Madero narradas por Olea está la toma de Jesús María, poblado señalado como zona de cultivo por quienes sostienen la historia de José Amarilla. Juan M. Banderas y Francisco Quintero estaban a cargo de las tropas que no sólo lograron la toma del ahora mítico Jesús María, sino de Higuera de Ballaca y Ocualtita el 2 de marzo de 1911. La pelea continuó hasta que las tropas maderistas al mando de José María R. Cabanillas tomaron la cabecera municipal de Badiraguato el 23 de marzo. Fue hasta el 31 de marzo que, luego de una cruenta lucha, los revolucionarios cabalgaron hasta Culiacán para anunciar su triunfo al gobernador maderista Diego Redo. La lucha continuó luego de la usurpación de Victoriano Huerta. El 6 de agosto de 1914, perdió la vida el coronel Juan Ramón Rangel Valenzuela mientras defendía Mazatlán del asedio huertista. El 27 de 9
Olea resalta, por ejemplo, que los habitantes de Badiraguato se unieron a la rebelión de Francisco Iriarte y Conde, quien se erigió en gobernante de Sinaloa, y votaron por separar a Sinaloa de Sonora, cuando eran una sola unidad política, el Estado de Occidente (p. 43). 10 En Badiraguato, los ciudadanos juraron la Constitución liberal de 1957 en el palacio municipal, a pesar de que el Obispo había amenazado con excomulgar a quien lo hiciera. Además en las enconadas luchas electorales de los liberales, Badiraguato fue juarista. Por Badiraguato cruzó la columna de Donato Guerra durante la Revolución de Tuxtepec, pone por ejemplo Olea (pp. 44-46).
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diciembre de 1915, las tropas del general Ángel Flores atacaron a fuerzas villistas al mando de J. Miramontes, pero fueron derrotadas. Días después, el mayor badiraguatense Eliseo Quintero venció a los villistas en el cerro de El Macho, y puso fin a la incursión de estas fuerzas antihuertistas en Sinaloa. Al triunfo de Carranza, el general Flores fue designado gobernador del estado el 1 de mayo de 1916. Su sucesor Ramón F. Iturbe confirió la categoría de municipio a Badiraguato, con lo que se eligió a su primer presidente municipal, Candelario Elenes, quien asumió mando el 1 de enero de 1918. La familia Elenes tiene un lugar prominente en la historia oral y la cultura popular que exalta a los bandidos y revolucionarios de Badiraguato, al igual que sus acérrimos enemigos de entonces, los Quintero. En 1921, se dice que Rosendo Monzón Quintero escribió una de las canciones favoritas de las fiestas en la sierra sinaloense: “El corrido de Valente Quintero” que versa sobre la pugna entre la familia Elenes de Santiago de los Caballeros y los Quintero de Babúnica. La canción cuenta cómo el mayor Martín Elenes mató a Valente Quintero en una fiesta por una rencilla de honor.11 Para Olea, es una muestra de que “la música se utiliza para manifestar, en forma vigorosa, todas la expresiones internas de la vida singular y emocional de sus hombres”. Aunque no da pistas para entender cómo estas rancherías y pugnas se relacionaron con el origen de la producción de drogas. Pero ahora sabemos que algunas tienen un lugar en la historia del narcotráfico: en Santiago de los Caballeros, nació Ernesto Fonseca; La Noria es lugar de origen de Rafael y Miguel Ángel Caro Quintero; de Babúnica es el patriarca de los Quintero que se involucraron en el narcotráfico, Emilio Quintero Payan, y su hermano Juan José; y en Bamopa fue enterrado el revolucionario Valente Quintero. El problema es que Olea ni nadie nos ha contado cómo sucedieron las “Aquí me siento a cantar/ con cariño verdadero/ versos que le compusieron/ a don Valente Quintero./ Valente se fue a Santiago/ iba a ver a sus amores/ se fajo su carrillera/ con sus cuatro cargadores./ Su querida le decía/ Valente qué vas a hacer/ el mayor anda borracho/ algo te ha de suceder./ Valente le contestó/ no te quedes con pendiente/ que al cabo si él es mayor/ yo también soy subteniente./ Cuando Valente llegó/ les mando tocar “El toro”/ si el mayor paga con plata/ yo se los pago con oro./ Los músicos le contestan/ no la sabemos tocar/ si no me tocan “El toro”/ cántenme a “Heraclio Bernal”./ Valente andaba borracho/ con su sombrero de lado/ con esta cuarenta y cinco/ no respeto ningún grado./ Sale el mayor y le dice/ bastante muy disgustado/ Valente tú no eres hombre/ no eres más que ocasionado./ Yo no soy ocasionado/ yo soy hombre de valor/ nos daremos de balazos/ si usted gusta mi mayor./ Se agarraron de los brazos/ se apartaron de la bola/ a los poquitos momentos/ se oyen tiros de pistola./ Llegaba la policía / a ver qué había sucedido/ Valente ya estaba muerto/ el mayor muy mal herido./ Vuela vuela palomita/ si no has de volar detente/ estas son las mañanitas/ del mayor y de Valente. 11
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cosas. Se limita a dar su versión de cómo los chinos llegaron e iniciaron la actividad. Según él todo empezó con la promoción de inmigración china por parte de Estados Unidos, luego de que los estadounidenses robaran la mitad del territorio mexicano: “El gobierno norteamericano, para poblar los nuevos territorios, en 1848, trajo mil familias asiáticas que fundaron el famoso barrio chino de San Francisco. Estos Orientales, bagaje de vicios, trajeron el cultivo de la adormidera y la amapola a las tierras de América.” Sociedades secretas en Pekín, Shangai y Hong Kong organizaron la inmigración de estos orientales, según Olea. Las mafias secretas chinas, o tongs, fueron un problema en la Alta California desde los años 1860, pero los chinos se dispersaron por todo el Pacífico, a pesar de la resistencia popular. Olea cuenta algunas escenas de resistencia a la supuesta invasión asiática: La inmigración china invadió los puertos sinaloenses. El nacionalismo y la competencia comercial asiática originó algunos motines. En el puerto de Mazatlán, al anunciarse la llegada del vapor “Sardonix”, una multitud hostil esperaba el desembarco de los inmigrados en el muelle, la tarde del 28 de marzo de 1886. Mas el barco fue otro, el “Romero Rubio”, del cual bajó a tierra el general Manuel Márquez de León, enemigo y opositor del porfirismo, recibido con entusiastas vítores. Ante el fracaso, la muchedumbre se dedicó a recorrer las calles del puerto al grito: “Muera los chinos”, lapidando la casa de don Jesús Escobar, agente de la compañía transportadora de asiáticos y el restaurante del oriental Chau. Don Bernardo Vázquez, prefecto del distrito, intervino personalmente a caballo y al frente de la policía montada, que disolvió a los amotinados. El general don Emilio Lojero envió, también, dos partidas de fuerzas federales para reestablecer el orden público (pp. 76-77).
Estas manifestaciones de protesta popular contra los chinos eran frecuentes en aquella época en muchas ciudades del noroeste de México. Dice Olea que se debían principalmente al deseo de impedir su avance en el comercio y la industria en que los chinos lograron ciertos monopolios y para evitar “la degeneración de la raza” cuando lo chinos varones se unían a mujeres mexicanas. También fueron parte de estos objetivos el deseo de evitar el avance del vicio, porque los chinos eran asiduos a los juegos de naipes y los fumaderos de opio. Olea parece ver en estas protestas cierta resistencia heroica del pueblo de Sinaloa frente a la insensibilidad del gobierno. Cuenta que Ramón
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Corral, miembro del gobierno porfirista, aprobó que el diplomático don Manuel de Aspíroz y el embajador de China en Washington Wo Ting Fan firmaran un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación en 1893.12 Según Olea, la mafias chinas se ampararon en este convenio para dedicarse al tráfico de drogas, porque las autoridades no se atrevían a procesar a los orientales, ni había algún inspector de sanidad que “capaz de ordenar la clausura de los fumaderos de opio y la destrucción de los enormes plantíos de amapola y adormidera que crecían, a la vista de todo público, en las huertas aledañas a la ciudad de Culiacán y en el pueblo de Jesús María, que tenía entonces un millar de habitantes” (p. 77). Los sinaloenses tenían la impresión de que los chinos se habían convertido en una invasión de intocables comerciantes viciosos que degeneraban la raza.13 Por eso, Olea parece notar cierto carácter heroico en el surgimiento de comités antichinos en la región. Dice que en 1929 en Culiacán surgió un movimientos nacionalista antichino que sesionaba en la casa de la profesora doña Concepción Ocaranza en la esquina de Colón y avenida Constitución que vino a fortalecer la campaña gubernamental antichina iniciada en 1920. La campaña de 1920 no tuvo éxito, según Olea, por el “poderío económico de los funestos tongs asiáticos”, pero pudo reestablecerse con el apoyo de estos comités antichinos con participación de la sociedad sinaloense. Los asiáticos fueron, por fin, expulsados de territorio nacional, gracias al rompimiento de relaciones amistosas con China en 1931, instrumentada por el secretario de Relaciones Exteriores de origen mazatleco, Genaro Estrada, luego de que China perdiera la guerra contra Estados Unidos. 12
La migración de chinos al noroeste de México se intensificó con la Chinese Exclusion Act que promulgaron en Estados Unidos durante 1882. Además México y China firmaron un Tratado de Amistad y Comercio, que incluía una cláusula de la "nación más favorecida" en 1893. Según esta autora en la caja fuerte de la Biblioteca Nacional en la Ciudad de México se encuentra una copia de esté tratado, ratificado en 1900, bajo el título "Tratado de amistad, comercio y navegación entre los Estados Unidos Mexicanos y el Imperio de China (Hu-DeHart, Evelyn. "Los chinos del norte de México, 1875-1930: la formación de una pequeña burguesía regional", en: China en las Californias, Centro Cultural Tijuana, CONACULTA, México, 2002, p. 11). 13 También pudo deberse a la falta de empleo. En 1889 el cónsul Edward Kelton, que se encontraba en Mazatlán, envió una carta al Departamento de Estado en que observó que la Anglo Mexican Mining Co. había estado contratando durante dos años trabajadores chinos y que en ese momento tenía alrededor de 150 (Hu-DeHart, Evelyn. "Los chinos del norte de México, 1875-1930: la formación de una pequeña burguesía regional", en: China en las Californias, Centro Cultural Tijuana, CONACULTA, México, 2002, p.11).
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La expulsión de los chinos y el inicio de la Segunda Guerra Mundial son los factores determinantes para explicar el inicio de la producción de opio alrededor de 1940: “extranjeros llegados de diversas partes del mundo, apoyados por magnates de gran poder económico, en la región se dedicaron al cultivo de plantas narcóticas o estupefacientes”. Olea citó textual la versión que Valenzuela Lugo escribió un década antes, acerca del abastecimiento de opio para el frente de batalla estadounidense y del chino en Jesús María que enseñó el procesamiento de la amapola a los badiraguatenses. Olea escribió que en 1941 ya había certeza de la lucha por el narcotráfico y puso como primer evento importante las operaciones de erradicación e intercepción de opio en Badiraguato comandadas por Alfonso Leyzaola, jefe de la policía judicial del estado de Sinaloa: Acompañado de una fuerte escolta, un martes 1 de abril de 1941, Leyzaola destruyó platíos de amapola e incautó goma de opio de los pobladores de la zona de Santiago de los Caballeros. A su regreso, un docena de hombres los emboscaron desde la parte alta de una cañada llamada Los Alisos. Leyzaola sobrevivió, gracias que su ayudante Francisco Urías lo condujo a una choza para curarlo. Poco tiempo después, sus atacantes los alcanzaron, los torturaron y colgaron a Leyzaola de un árbol. Luego de este trágico inicio de la lucha por el narcotráfico, la actividad se mantuvo en la región. Olea explica el hecho por motivos geográficos, económico, sociales y psicológicos. La orografía de la Sierra Madre fue buen escondite de cultivadores que aprovechaban el clima propicio para la siembra de amapola. Dada la crisis de la minería, el cierre de la casa de Moneda de Culiacán que atizó la Revolución dejó a la población como un enorme ejército laboral de reserva para actividades ilícitas. En términos sociales, la gente de Badiraguato no estaba consciente de la prohibición de estos cultivos y sustancias. En el ámbito psicológico, según Olea, en la década de los 1940, hubo una ola de miedo generalizado entre la población que permitió trabajar libres a los traficantes. Finalmente, el narcotráfico tuvo auge porque se abrieron nuevos nichos en el mercado internacional de opio, dada la calidad de la amapola de Badiraguato que permitió competir con productores asiáticos. Heberto Sinagawa complementó esta historia del inicio de la violencia del narcotráfico en Sinaloa con una nota autobiográfica sobre la relación que, desde aquellos años, se estableció entre los productores y traficantes de la sierra con la gentes del Valle de
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Culiacán. Es fama, según Sinagawa, que desde su construcción el mercadito Rafael Buelna de Culiacán fue fundamental para entender cómo la violencia de los productores de opio de la sierra bajó hacia el fértil valle de Culiacán a finales de los años 1940. En el mercadito había una terminal de los tranvías que iban a la sierra, con lo que este espacio se volvió el punto de conexión entre ambas orografías. “Allí fue el primer germen de la violencia del narcotráfico en Culiacán”, dijo Sinagawa en alguna ocasiones.14 Según él, este germen de violencia se empezó a evidenciar al final de la II Guerra Mundial, pero no después de 1952, cuando las balaceras de los pendencieros campesinos eran ya frecuentes. Luego de bajar del tranvía y cambiar sus dólares, los nuevos productores y traficantes de opio se metía en las cantinas. Había tamboras tocando música tradicional por todos lados. No faltaban los rivales que se aparecían a dirimir sus diferencias a balazos. Fue entonces que se empezó a hablar del narcotráfico y, poco a poco, la violencia se fue esparciendo en todos los rincones de la ciudad. Muchos narcotraficantes construyeron casa en la ciudad de Culiacán, porque según dice Sinagawa (aunque a mí no me convenza) no eran del valle sino de la sierra. Venían del lado de las montañas de Topia o de Canelas, Durango, y se instalaban al oriente de la ciudad. Los de Badiraguato, en cambio, se fueron a vivir a la colonia Tierra Blanca. La fama narca de la colonia Tierra Blanca, retratada en la novela homónima de Leonides Alfaro, se consolidó en aquellos años. Muy pronto llegaron viajeros que, enterados de la tremenda violencia de este pedazo de tierra culichi, preguntaban a los intelectuales locales: -¿Qué es lo que pasa en Tierra Blanca? -¡Pues simplemente que la gente de la sierra ha venido a construir su casa en Tierra Blanca y aquí viven muy contentos! Además se convirtió en un verdadero polvorín, se matan unos con otros, siempre en las famosas vendettas de las bandas rivales, contestaba Sinagawa Los intelectuales sinaloenses no se quedaban callados. Aclaraban a los fuereños que había narcotraficantes muy nobles y serviciales con su comunidad. Sinagawa reprodujo las conversaciones 14
Algunos de sus discursos y conversaciones se conservaron en esta publicación: Sinagawa Montoya, Herberto, and Luis Antonio García. 2005. Después de todo, fue muy divertido: relatos autobiográficos de Herberto Sinagawa Montoya. [Mexico]: H. Ayuntamiento de Culiacán, p. 53.
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de los narcotraficantes con la gente del pueblo: -¡Óyeme que tengo a la mujer parida! -¿Cuánto necesitas? -¡Que mi hijo! -¡Que medicinas! -¡Que no llovió! -¡Que necesito comprar un par de mulas! -¡¿Cuánto le hace falta?!
Muchos narcos desde aquellas fechas suplieron al gobierno proveyendo de algunos servicios. Se veían muy generosos y pues, si el gobierno no se hacía cargo de llevar los servios a la sierra, les pedían a ellos. Seguramente, muchos narcotraficantes hubieran preferido que el gobierno llegara y se hiciera cargo de los gastos, pero como nunca pasó ellos desembolsaron, por ejemplo, para llevar energía eléctrica a los pueblos perdidos entre los cerros de la Sierra Madre. El costo social fue lidiar con la violencia de sus negocios, porque con ese dinero no todo podría ser bondad. “¿Por qué no le causa ninguna alarma al sinaloense este baño de sangre de todos los días?”, se preguntó el periodista sinaloense Antonio Hass en los años 1980. Él mismo contestó: “Porque son muertes predestinadas”. Eran tiempos en que el narcotráfico implicaba un destino. Los narcotraficantes seguían ciertos lineamientos o reglas. Sabía que liquidarían a los “dedos”, cualquiera que los denunciara con la PGR o el Ejército. También liquidarían a los traidores, que poniendo cara de socio buena gente hacían malas jugadas. El pueblo sinaloense y sus intelectuales tenían la certeza de que los grupos de narcotraficantes sólo se atacaban entre ellos, aunque hubiera balas perdidas: “Entonces estas bandas rivales —decía Sinagawa— son las que se liquidan unas a otras y son las que nos mantienen en constante zozobra a todo el mundo porque en el alto del semáforo, no sabe uno si de repente lo van a rociar de plomo por un lado.” Y como el dinero no tiene principios morales ni ideología, fue con base en el dinero que los narcotraficantes entraron a todos los espacios de la sociedad sinaloense. Llegaron a colonias, como la Guadalupe y la Chapultepec, que antes estaban reservadas a los agricultores decentes, sobre todo de ascendencia griega, que se dedicaron a la innovación tecnológica y a la exportación de hortalizas. Los narcotraficantes también atestaron los bancos locales con cuentas de ahorro que nunca se invertían. Luego lograron casar a sus hijos con la hija de algún agricultor poderoso. Se extendieron en cada ámbito de la buena sociedad.
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Ya en los años 1960, era frecuente ir a alguna fiesta del Hotel Ejecutivo, que estaba de moda, para darse cuenta que era el matrimonio de alguna niña bien de Culiacán con el hijo de un narcotraficante sierreño. En alguna ocasión, hubo una de estas fiestas en el Country Club: trajeron gardenias y tulipanes desde Holanda, había caballos y una carroza de los establos de Pedro Domeq y el servicio de banquete viajó desde la ciudad de México con todos sus chefs y meseros. ¿El recuerdito de la fiesta?: Centenarios. Oro macizo para que el bodorrio fuera inolvidable. Por esta profunda vinculación social con el narcotráfico, Sinagawa atinó en llamarnos a aceptar la triste realidad sinaloense: Culiacán creció con el empuje del tomate, del algodón, del sorgo, del trigo, del arroz, pero también por la fuerza espantosa, terrible del narcotráfico, y en otras circunstancias el narcotráfico ha venido a llenar ciertos vacíos de tipo económico que ha venido permitiendo que la ciudad siga manejándose a cierto nivel con cierta solvencia. Porque muchos economistas se preguntan ¿Qué sería de Culiacán, de Sinaloa, sin el aporte significativo del narcotráfico? ¡tenemos que aceptar esa realidad!
Las opciones para salir de la “leyenda negra” en Badiraguato, el municipio más pobre de Sinaloa, como es previsible en el relato de Olea y Sinagawa, son el desarrollo económico mediante la explotación de la riqueza minera, ganadera y forestal y la educación. Olea señala que no hay bibliotecas ni escuelas suficientes en el municipio. Faltan profesores y medios de comunicación para llegar a todas las pequeñas comunidades esparcidas en las montañas. Pero se tiene la esperanza de que se logre formar a una élite educativa que ayude a sacar a Badiraguato de la pobreza y el estigma de la ilegalidad, pues el pueblo …tiene fe, a pesar de las privaciones y dificultades pecuniarias, espera que se logre una cohesión social de todos aquellos niños que se instruyen por medio de una nueva mentalidad, que están en la época de gestación de su generación, elite que se irá formando ante los grandes hechos y variaciones que vayan apareciendo, en su etapa de receptividad, no obstante otros factores agregados que puede interponer una renovación de la sociedad.
En 1991, el periodista sinaloense José María Figueroa Díaz dio su propia versión del origen del narco sinaloense en su best seller local
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La muerte de Lamberto Quintero. Cuenta del pleito entre la familia Lafarga y la familia Quintero que llevó al asesinato de Lamberto, mitologizado mediante un famoso corrido. Según él, era por todos sabido que la semilla fue traída por inmigrantes chinos a finales del siglo XIX. Figueroa dice que los chinos entraron por puertos sinaloenses como Mazatlán, Altata y Topolobampo ”a bordo de diligencias, en burro, o como podían” y que su inmigración se intensificó a principios del siglo XX. A diferencia de Sinagawa, Figueroa atribuye, con tono abiertamente racista, su llegada a su participación en la construcción de ferrocarriles: “El arribo de los Fu Man Chu se intensificó a principios de esta centuria, cuando se les ocupó como peones en la construcción del Ferrocarril Sud-Paciencia.” Usa la referencia a Fu Manchu, personaje ficticio de las novelas del escritor inglés Sax Rohmer. Este personaje no sólo ha circulado desde la primera mitad del siglo XX como arquetipo del malvado criminal asiático en Europa y América, sino que en español permite relacionarlo con el hábito de fumar: “En su gran mayoría —agrega irónico Figueroa— eran muy afectos a estos paraísos inhalantes. La implacable campaña anti-china los regresó a su tierra, dejándonos como herencia maravillosa esta benéfica fuente de trabajo, favor que nunca acabaremos de agradecer y aplaudir”.15 Las mitologías sinaloenses sobre el origen del narco han circulado alrededor del mundo, por los menos, durante décadas. Las mitologías sinaloenses, que tanto ha analizado Luis Astorga, se mantendrán por muchos años, dado su gran arraigo popular.16 Nos referimos a la fuerza que adquieren las historias a cuento de contarse mil veces, y también a las relaciones de poder político y económico que las sostienen: las grandes cantidades de dinero que trajo el tráfico de cocaína desde finales de los 1980, la habilidad de los gobiernos para mantener un discurso de persecución a la par de que obtiene cantidades millonarias de recursos corruptos para combatir o colaborar con esta actividad empresarial ilícita, la incapacidad de crear proyectos de desarrollo en la sierra y la habilidad de los traficantes sinaloenses para adaptarse a un mercado cambiante y competitivo. El primer gran mito del origen del narco en Sinaloa es este que atribuye a los chinos todo el crédito por el origen del mal. Es evidente que los chinos sufrieron la persecución racista de los sinaloenses y 15
Culiacán, Sin.: Impr. El Diario de Sinaloa, p. 24. Astorga Almanza, Luis Alejandro. 1995. Mitología del "narcotraficante" en México. México, Universidad Nacional Autónoma de México-Plaza y Valdés. 16
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sonorenses incluso después de haber colaborado con su esfuerzo al desarrollo económico de estas tierras. Con el correr de los años y las investigaciones, es posible afirmar que los inmigrantes chinos trajeron consigo conocimiento sobre el opio y que, dados sus antecedentes con el imperio inglés (recuérdense las consecuencias de la Guerra del Opio), también trajeron su dependencia física a los opiáceos. Pero los chinos no pudieron iniciar solos ni fueron los grandes beneficiarios de las primeras redes de contrabando de opiáceos. Quedan muchas dudas sobre cómo se establecieron estas primeras redes, cuál fue el papel del gobierno y quiénes fueron los personajes que mayores beneficios obtuvieron de estos contrabandos. Habría que profundizar en la investigación aún de esta compleja historia. Por lo menos parte de esta exploración debería analizar el papel de los campesinos que tuvieron algún papel en el paso de la Revolución Mexicana por Sinaloa. De los pocos datos que tenemos del proceso de aprendizaje de los sinaloenses sobre la producción y el tráfico de drogas son los vínculos entre los grandes apellidos revolucionarios de la región con el subsecuente desarrollo industrial del tráfico. ¿Qué falló en el discursos y los primeros años del ejercicio de poder de los gobiernos revolucionarios que llevó a la división de esta nueva élite entre quienes estaban metidos en el tráfico y quienes no? ¿Qué vínculos hay entre facciones post revolucionarias que no pudieron resolver los conflictos derivados de políticas revolucionarias más que a balazos y abriendo la puerta a nuevas actividades económicas ilícitas? ¿Fue la Revolución un periodo histórico de aprendizaje de habilidades que ayudaron al inicio del narcotráfico? Estas y otras preguntas quedan en el aire, cuando una revisa con cuidado tan prolíficas historias. El segundo gran mito que circula sobre el origen del narco sinaloense es el supuesto pacto con Estados Unidos para producir opiáceos para el frente de batalla durante la II Guerra Mundial. Esta idea es sostenida en nuestros días por muchos académicos, periodistas, comentaristas políticos, entre muchos otros, debido a versiones como la del intelectual y periodista sinaloense Antonio Haas, quien señaló en 1988 que "...la siembra industrial de la amapola se inició en la sierra sinaloense durante la II Guerra Mundial a instancias y con financiamiento del gobierno de Roosevelt (...) Ávila Camacho accedió a la medida propuesta (...) al terminar la guerra, los dos gobierno acordaron ponerle fin al cultivo..."17 17
Antonio Hass, Siempre!, 23 de marzo de 1988, pág.24, citado por Astorga, op.cit., pág.63, nota 45.
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Ha habido intentos de parte de algunos académicos por romper con este mito sin fundamento verificable: “La historia del supuesto pacto es parte de las creencias compartidas no sólo por sinaloenses de varias generaciones, sino también por académicos nacionales y extranjeros que le han dado crédito a pesar de la falta de pruebas sustentables,” escribió con cierto hartazgo, el sociólogo de Culiacán Luis Astorga en su libro de 2003, Drogas sin fronteras. “Nadie duda de las astucias para justificar y ocultar las ‘razones de Estado’, pero hasta que se demuestre lo contrario, el supuesto pacto forma parte de las mitologías sinaloenses sobre el tráfico de drogas, originadas muy probablemente en las oficinas del gobierno estatal de la época o en otros espacios locales de fabricación de rumores.” Los textos de Astorga es de los muy pocos donde de niega tan extendido mito. No es extraño, por tanto que incluso desde la academia otros autores señalen que poco se puede hacer ante la insistencia popular en extenderlo. Nery Córdova, investigador de la UAS, ha señalado que importantes figuras políticas del estado han afirmado con la certeza de quien vio las cosas el afamado mito: Aunque se ha hablado mucho sobre este pacto cuasi oficial, en realidad no existe algún documento ni firmas explícitas en algún archivo identificado, que avale el ‘convenio’. Empero, Manuel Lazcano Ochoa, procurador de Justicia en aquellos años, en el sexenio del gobernador Pablo Macías Valenzuela, ha señalado enfático, y como testigo, que ‘el acuerdo sí existió’. Incluso agrega Lazcano Ochoa, que fue tres veces procurador de Justicia en tres gobiernos diferentes de Sinaloa (los cuarenta, los sesenta y los ochenta del siglo XX), el presidente mexicano Miguel Alemán justificaba el convenio no escrito con la idea de que la producción de amapola generaba ‘muy buenas divisas’. 18
El comentario de Nery Córdova se inscribe, estratégicamente, en la frontera entre la reafirmación del mito y la afirmación de las realidades que el ex procurador de Sinaloa, Manuel Lazcano Ochoa dice haber visto. Efectivamente, Lazcano arguye que los agentes aduanales estadounidenses se hacían de la vista gorda cuando los sinaloenses llegaban cargados de goma de opio a la frontera durante la II Guerra Mundial, lo que le parecía algo extraño, pero no afirma ninguna evidencia, más allá de su observación, de algún pacto entre
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Córdova, Nery. 2011. La narcocultura: simbología de la transgresión, el poder y la muerte : Sinaloa y la "leyenda negra". Culiacán, Sinaloa: Universidad Autónoma de Sinaloa, pp. 60-61.
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gobiernos.19 Al margen de esto, Córdova es efectivo en señalar la prevalencia de los mitos fundacionales del narco sinaloense. En 2007, la periodista sinaloense Judith Valenzuela Ortiz publicó un artículo con un título más que evocativo para los propósitos de este texto: “Pacto secreto México-Estados Unidos para producir drogas. En su texto, Valenzuela repite muchas de las anécdotas y testimonios que aquí hemos revisado, y cita como fuente la novela Tierra Blanca de Leonides Alfaro para reafirmar la existencia del pacto México-EU para sembrar amapola.20 También cuenta una anécdota alucinante: Armada de valor para averiguar la verdad sobre el pacto, se enfila rumbo a Badiraguato. El arco y el boulevar curvo de la entrada de la cabecera municipal la reciben en un clima caliente y de calles desoladas. La gente anda en camionetones y cuatrimotos nuevas. Sale de allí rumbo a un poblado llamado El Sitio, como a 15 kilómetros. Atraviesa la carretera que construyó algún hombre con su propio dinero para llegar a su rancho cómodamente quince años atrás. No hay señalamientos, porque este hombre era narco y no quería dar pistas a quien lo persiguiera a su casa. A los costados de la carretera hay tumbas, cruces, imágenes de la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo, santo de las causas difíciles. Finalmente llega a El Sitio y se reúne con Alonso Amarillas, un hombre de 95 años conocido como Loncho que aún recordaba los tiempos en que el narco era legal. Aún ágil y lúcido, Loncho la recibe en su casa de adobe, sentado en una silla de ixtle tejido en su zaguán. Contó cómo empezó a sembrar opio enseñado por su padre Lai Chang Wong en los 1940. Dijo que este naturalista chino tuvo hijos con cuatro mujeres sinaloenses, y que fue contratado para enseñar a otro para que abastecieran en exclusiva a Estados Unidos. Don Loncho suspira y sintetiza la historia: Mi padre fue el primer hombre que trajo la semilla, sembró y procesó la goma de opio por aquel tratado que hubo entre México y los Estados Unidos, y enseñó a muchos a trabajarla. Se ganaba buen dinero en aquellos años, y a eso nos dedicábamos los que vivíamos aquí en la sierra. En esos tiempos, muchas familias completas se dedicaban a sembrar la amapola, pues cada quien tenía su pedazo de tierra en la sierra para eso. Luego le sacábamos la goma, la hacíamos bola y luego la vendíamos a quien nos la comprara. Grandes fortunas se amasaron a finales de la década de 19
Córdova, Nery, Una vida en la vida sinaloense. Memorias de Manuel Lazcano Ochoa, 1992, Universidad de Occidente, Los Mochis, Mexico. 20 Alfaro B., Leonides. 1996. Tierra blanca. [Culiacán, Sinaloa, México]: Fantasma Editorial.
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los 30 y principios de los 40. Ricas y conocidas familias que actualmente manejan comercios importantes en el Estado, o son dueñas de grandes superficies de tierras, tuvieron el origen de su riqueza en el cultivo y el tráfico de drogas. A mí me fue muy bien con las ganancias, pero yo me lo gasté todo. Me gustaba mucho la música y la cerveza, y cuando traía dinero agarraba la banda pa’ que me tocara todo el día y la noche… ¡Ah, qué tiempos aquellos!
Vaya usted a saber.
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IMPACTOS: DEMOCRACIA Y CRIMEN ORGANIZADO
Carlos Antonio FLORES PÉREZ
Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Miembro del SNI. Es investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS-DF). Especializado en temas de seguridad y violencia. Ha escrito diversos libros. El más reciente: Historias de polvo y sangre. Génesis y evolución del tráfico de drogas en el estado de Tamaulipas, Ed. CIESAS, 2013.
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Hace ya más de un sexenio, en el marco de un foro promovido por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) para analizar el tema de la interacción entre la democracia y el crimen organizado, fueron motivo de disertación diversas consideraciones que buscaron dar respuesta a una cuestión básica: ¿Cómo afecta el crimen organizado a la democracia? Es decir, ¿cómo interactúa el actor social que es la delincuencia organizada en el contexto de un régimen democrático? La pretensión era además enfocar el análisis a la experiencia de los países de México y la región centroamericana. Dar contestación a tal interrogante no ha sido sencillo y probablemente parte de la complejidad para hacerlo se derive de la diversidad de condiciones que han experimentado estas naciones, tanto en las modalidades de delincuencia organizada que se han desarrollado en ellas como en la evolución del régimen democrático en cada caso particular. A reserva de que el análisis puntual de casos específicos requiere mayor detalle, las siguientes páginas pretenden aportar algunas consideraciones teóricas básicas para la reflexión. Estado y democracia Primero que nada, resulta imprescindible una reflexión sucinta de las condiciones en que operan el Estado y la democracia al sur del Río Bravo. En sentido estricto, la democracia es un tipo de régimen político, es decir, es un tipo específico de arreglo institucional que implica la existencia de determinados mecanismos, normas y valores considerados legítimos para acceder al poder y para ejercerlo. En el primer aspecto, de acceso al poder, supone la celebración de elecciones libres y condiciones pluralistas para la asociación de preferencias e intereses y para la expresión pública de los mismos. En el segundo, por lo que se refiere al ejercicio de la autoridad, requiere de un ejercicio de gobierno sujeto a reglas y a preceptos que garanticen la seguridad y la libertad de los ciudadanos, el respeto a los derechos humanos y la sujeción del poder a los intereses públicos. Por otra parte, el crimen organizado puede ser entendido como una red social que se integra por individuos asociados para cometer actividades ilícitas, a lo largo de un periodo prolongado de tiempo y con el interés fundamental de obtener la mayor ganancia económica posible. No cuenta, con una pretensión política, sin embargo, sus actividades sí tienen consecuencias en tal ámbito.
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El hecho de que las actividades del crimen organizado, aún sin poseer una finalidad política, obran en contra de los intereses propios de un régimen democrático, parece prácticamente evidente: erosionan la solidez de las instituciones del Estado a través de la corrupción de funcionarios públicos, restan legitimidad al poder público ante los ojos de los ciudadanos, lesionan la percepción de seguridad en la vida cotidiana de estos últimos, rompen cotidianamente con el Estado de Derecho, etc. Sin embargo, la razón por la cual varias de las democracias más recientes aparecen más vulnerables a los efectos de este fenómeno aparece menos explícita. La denominada tercera ola de la democracia impulsó la adopción de procesos electorales para la construcción de gobiernos, pero aparentemente también minó la ya de por sí precaria capacidad de los Estados recientemente democratizados para cumplir con criterios básicos de su propia existencia: el monopolio legítimo de la violencia a lo largo de todo su territorio y su facultad de imponer sus normas y decisiones a todos los actores sociales dentro del mismo, en todos los ámbitos legalmente regulados. Parecería en principio un contrasentido señalar que, por lo menos en varios casos de América Latina, pero también en otras regiones del mundo, el proceso de democratización de los años 80 y 90 se tradujo, sí, en la instalación de gobiernos electos por comicios en sustancia libres y respetados, pero al mismo tiempo, altamente corruptos, con fuertes rasgos autoritarios, ineficientes, con escasa rendición de cuentas a los ciudadanos y frecuentemente protectores evidentes de intereses privados oligárquicos e incluso delictivos. Salvo contadas excepciones, los regímenes que han surgido no corresponden al prototipo de la democracia liberal, sino que arrastran múltiples rasgos autoritarios, propios de los regímenes que precedieron al proceso de democratización. En ellos, poco hay de democrático, más allá de la realización de elecciones periódicas y la dimensión garantista de la democracia; el cabal cumplimiento de la ley en todos sus sentidos y por todos los actores y el respecto a las libertades y derechos civiles, se encuentra prácticamente ausente, lo mismo que una razonable distinción entre intereses públicos y privados.1 1
El autor que apuntó originalmente al surgimiento de este tipo de regímenes fue Guillermo O’Donnell, quien los denominó operativamente democracias delegativas, en atención a los rasgos mencionados y a que algunos de los casos que empleó para ilustrar el concepto daban
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La democratización tuvo lugar en Estados con bases estructurales precarias, que en los hechos subsanaban esta deficiencia con la instauración de gobiernos notablemente autoritarios. Es decir, se trataba de Estados débiles con gobiernos fuertes, que en el proceso de democratización –dada la división y contención del poder que en sí misma implica la democracia– se convirtieron en Estados débiles con gobiernos aún más frágiles. Y para el tema que interesa a este artículo ello se tradujo no en gobiernos menos corruptos o compenetrados con el crimen organizado, sino en la transformación en los esquemas de vinculación y contubernio entre actores públicos y delictivos, con los consecuentes cambios en la forma de operar de la delincuencia organizada y el incremento en los niveles de violencia a ella asociada.2 Caracterizando la fortaleza o debilidad del Estado. Pero, ¿en qué se basa o cómo se aprecia la debilidad o fortaleza del Estado? A fines de los ochenta, Barry Buzan, especialista en cuestiones de seguridad del entonces denominado Tercer Mundo señalaba que los países así caracterizados poseían Estados débiles con gobiernos fuertes.3 De acuerdo con su perspectiva, un Estado semejante podía ser caracterizado a partir de los siguientes rasgos:
Altos niveles de violencia política. Cambios mayores recientes en sus instituciones políticas. Importante grado del uso de la fuerza estatal en los asuntos de política doméstica. La policía cumple importantes roles políticos en la relación cotidiana con los ciudadanos. Importantes conflictos políticos sobre la ideología que debe emplearse para organizar al Estado.
cuenta de una fuerte concentración de poder en la titularidad del ejecutivo. Aunque algunos académicos criticaron esta última parte del concepto, cabe señalar que, con independencia de este rasgo, la construcción conceptual de O’Donnell para explicar semejantes regímenes continúa siendo la más sólida. Ver O’Donnell, Guillermo. Contrapuntos. Ensayos Escogidos Sobre Autoritarismo y Democratización. Buenos Aires, Paidós, 1997 y también O’Donnell, Guillermo. Apuntes para una Teoría del Estado. Buenos Aires. CEDES/G.E./N° 9. CLACSO, Nov. de 1977. 2 Flores Pérez, Carlos Antonio. El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la consolidación democrática. México. UNAM. Tesis de Doctorado. S.P. 2005. 3 Buzan Barry. “People, States and Fear: The National Security Problem in the Third World”, en Azar, Edward and Chung-in Moon. “Rethinking Third World National Security”. En National Security in the Third World. Great Britain, Cambridge University Press, 1988, pp. 2021.
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Carencia de identidad nacional o identidades nacionales contrapuestas dentro del mismo estado. Carencia de una clara jerarquía, explícita y realmente operante, de la autoridad política. Alto grado de control estatal sobre los medios de comunicación. Presencia de una clase media urbana proporcionalmente pequeña respecto al resto de la población.
Por el contrario, la presencia inversa de todos estos rasgos sugiere la existencia de un Estado fuerte. Sin embargo, Buzan afirma que incluso la existencia de una sola de estas características obliga a dudar de la fortaleza de un Estado.4 Casi dos décadas después de la publicación del artículo de Buzan, múltiples instituciones académicas, consultorías privadas y agencias de cooperación internacional han procurado desarrollar metodologías que permitan evaluar la fortaleza o debilidad del Estado, como medida para determinar la calidad del gobierno que en él se ejerce. Se han construido así distintos índices sobre gobernabilidad, basados en el análisis comparativo de múltiples indicadores objetivos y subjetivos, reportados por los distintos países. Algunos de ellos hacen referencia explícita a la solidez o al grado de falla del Estado.5 Otros, en atención a su adscripción en agencias de cooperación internacional se refieren al grado de gobernabilidad de los distintos países, si bien, ello evidencia de cualquier manera la fortaleza o debilidad estatales.6 Uno de los índices más aceptados es precisamente el del Banco Mundial. En él se evalúan 6 dimensiones que permiten dar cuenta de la fortaleza o debilidad del Estado: 1. Voz y rendición de cuentas. Medición de los derechos políticos, civiles y humanos. 2. Inestabilidad política y violencia. Medición de la probabilidad de cambios violentos de gobierno o de amenazas violentas hacia el gobierno, incluyendo el terrorismo.
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Idem. Ver por ejemplo, el Indice de Estados Fallidos, de la Fundación para la Paz (The Fund for Peace): http://www.fundforpeace.org/programs/fsi/fsindex.php 6 Ver www.worldbank.org/wbi/governance 5
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3. Eficiencia gubernamental. Medición de la capacidad de la burocracia y la calidad en la dotación de servicios públicos. 4. Carga regulatoria. Medición de la incidencia de políticas poco favorables para la economía de mercado. 5. Estado de Derecho. Medición de la aplicación de la ley, de la calidad de la policía, de las cortes así como de la incidencia de hechos delictivos y violentos, 6. Control de la Corrupción. Medición de los controles del poder público sobre la ganancia privada, incluyendo tanto la corrupción pequeña como la de gran escala, así como la captura del Estado.7 En general, todos estos puntos hacen referencia a al menos tres condiciones básicas para la existencia del Estado: la capacidad de éste para monopolizar la violencia legítima a lo largo de su territorio; para imponer sus reglas a todos los actores sociales que en él se encuentran y llevar a cabo sus propias resoluciones; y un umbral mínimo de reciprocidad entre gobernantes y gobernados, de manera que sea posible legitimar la dominación que de facto se ejerce, bajo el criterio de proteger un interés público y no meramente ambiciones privadas.8 A partir de estos indicadores se puede construir una gradación continua que permite ubicar, en un determinado momento histórico, la fortaleza o debilidad de un Estado. En el caso del subcontinente que se ubica al sur del Río Bravo y por lo que respecta a la última evaluación publicada del Banco Mundial, correspondiente a 2005, salvo los casos de Chile y Puerto Rico, que se encuentran en el percentil 75-90 de los países con mejor gobernabilidad (Estados fuertes), las demás naciones son clasificadas 7
Kaufmann, Daniel; Aart Kraay y Massimo Mastruzzi. Measuring Governance Using CrossCountry Perceptions Data. The World Bank. August, 2005. 8 Los puntos 1 y 4 pueden ser interpretados como axiológicamente deterministas y preconcebidos, si se les reduce a la vertiente de existencia de libertades políticas de carácter democrático y a la protección de condiciones favorables al libre mercado. Es decir, la construcción de estos indicadores pudiera interpretarse en sentido de que sólo las democracias liberales capitalistas cuentan con expectativas sólidas de gobernabilidad, lo que aparece a priori como un determinismo ideológico. Pero dichas dimensiones no resultan tal si se les considera también desde una perspectiva menos unívoca: que las disposiciones reglamentarias del Estado se apliquen de manera cabalmente homogénea a todos los actores sociales (libertades no sólo políticas, sino también civiles) y que, igualmente, el Estado esté en condiciones de imponer un mínimo de reglas a todos los actores que intervienen en el mercado, a fin de constituir una economía moderna y no un mero esquema especulativo y predatorio de privilegio, donde los agentes económicos más fuertes medran a costa de los más débiles.
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con niveles poco favorables: Belice, Costa Rica, Panamá, Brasil, Surinam, Guayana Francesa y Uruguay, se ubican en el percentil 5075; México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Jamaica, Colombia, Guyana, Perú, Bolivia y Argentina se ubican en el percentil 25-50; mientras que Cuba, Venezuela, Ecuador y Paraguay se clasifican en el percentil 10-25; y Haití, que representaría el caso más extremo de debilidad estatalingobernabilidad, en el percentil 0-10.9 Cuadro 1: Illustrative Composite Governance Indicator Worldwide Map10
Cuando se atiende a la clasificación por indicadores específicos11 los resultados correspondientes a 2005 para la región, no son muy alentadores en tres de ellos: en Inestabilidad política y violencia, 9
Ver cuadro 1. Disponible en http://info.worldbank.org/governance/kkz2005/worldmap.asp#map 11 Los datos pueden ser consultados en la misma página web antes referida. 10
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Guatemala, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia se ubican en el percentil 10-25, mientras que Colombia y Haití en el 0-10; Brasil y Panamá descienden al 25-50, Puerto Rico al 50-75 y solamente Cuba y Paraguay (10-25) mejoran su puntuación. Belice, Costa Rica, Guayana Francesa (50-75) y Chile (75-90) se mantienen en el sitio que ocuparon dentro de la evaluación general y el resto se mantiene en el percentil 25-50. En el ámbito de Estado de Derecho, Belice, Costa Rica, Panamá, Surinam y Uruguay se ubican en el percentil 50-75. Puerto Rico desciende a esta misma posición. Chile y Guayana Francesa permanecen en el 75-90. Pero Cuba y Paraguay mantienen el bajo puntaje de la clasificación general (10-25) y en esa misma ubicación se añaden Guatemala y Ecuador. Venezuela se ubica en el percentil más bajo (0-10) y los demás países en el 25-50, que puede ya ser considerado deficiente. Por lo que se refiere a Control de la Corrupción, Chile alcanza la mejor puntuación, ubicándose en el percentil 90-100, Guayana Francesa mejora también respecto a la clasificación general y se ubica en el percentil 75-90, junto con Puerto Rico. Colombia y Cuba mejoran su situación y se colocan en el rango 50-75, junto con Belice, Costa Rica, Panamá y Uruguay. Guatemala, Venezuela y Bolivia presentan condiciones críticas, ubicándose en el percentil 10-25, con el caso extremo de Paraguay y Haití, que se encuentran en el 0-10. Las demás naciones se encuentran en el percentil 25-50, que evidentemente tampoco constituye un signo alentador. Los tres ámbitos restantes muestran condiciones un poco más favorables. En Voz y rendición de cuentas Puerto Rico, Costa Rica, Chile y Uruguay alcanzan las mejores posiciones al ubicarse en el percentil 75-90. México, Belice, El Salvador, Panamá, Jamaica, República Dominicana, Guayana, Surinam, Guayana Francesa, Brasil y Argentina se ubican en el percentil 50-75. Haití hace lo propio en el percentil 10-25 y Cuba ocupa el percentil más bajo (0-10). Los países restantes están clasificados dentro del rango 25-50. En Eficiencia gubernamental, los únicos países que se ubican dentro de márgenes altos son Chile y Puerto Rico, en el percentil 7590. México, Jamaica, Costa Rica, Panamá, Colombia, Surinam, Guayana Francesa, Brasil y Uruguay se encuentran en el percentil 5075. Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Guayana, Perú y Argentina se ubican en el rango 25-50;
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Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Paraguay en el percentil 10-25 y Haití en el 0-10. En Carga regulatoria Chile se ubica en el percentil más alto, (90-100), seguido de Puerto Rico (75-90). México, Jamaica, Belice, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Brasil, Guayana Francesa y Uruguay se encuentran en el percentil 50-75; Guatemala, Honduras, Nicaragua, Guayana, Surinam, Bolivia y Argentina, se ubican en el percentil 25-50; Haití, Venezuela, Ecuador y Paraguay en el 10-25 y Cuba en el 0-10. ¿Qué se deriva de todos estos datos, a la luz del tema que interesa a este artículo? En primer lugar, que tal y como se estableció en el planteamiento teórico expuesto más arriba, en el subcontinente, con excepción de Chile y Puerto Rico –y en este caso, con las salvedades derivadas de su especial relación con Estados Unidos– todos los Estados muestran signos ciertos de debilidad, que se traducen en niveles no óptimos –cuando no muy deficientes– de gobernabilidad. Tal y como se señaló más arriba, en estos casos, el principal problema o el mayor signo de debilidad del Estado no parece estar ubicado en los ámbitos de la representación política y el libre mercado, sino en los propios de la existencia amplia de condiciones de violencia, deficiente funcionamiento del Estado de Derecho e insuficiente control de la corrupción. Cabe destacar que la caracterización metodológica que aplica el Banco Mundial ubica en rubros separados los derechos civiles (voz y rendición de cuentas) y la aplicación de la ley (Estado de Derecho). No obstante, en esos rubros específicos, la distinción es exigua: el Estado de Derecho regula toda la convivencia social y política, no solamente el aspecto penal de la ley y la conservación del orden. Por tanto, el correcto funcionamiento del Estado de Derecho es de facto la única garantía para la salvaguarda de los derechos políticos y civiles. De otro lado, si bien la carga regulatoria no parece contraria a los intereses del libre mercado, la existencia de vastas economías informales e ilegales al sur del Río Bravo, podrían apuntar hacia la existencia de circunstancias también adversas, por lo que se refiere a la capacidad estatal para regular la competencia económica. De cualquier manera, es en los ámbitos de la aplicación de la ley y el control de la corrupción donde la eficiencia de las estructuras estatales de procuración e impartición de justicia muestran mayor
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grado de atonía gubernamental, en comparación con otras ramas del servicio público. Crimen organizado y democracia Todas estas condiciones estructurales tienen un impacto necesario en la forma en que opera el crimen organizado, en los países aquí aludidos. Los más afectados por esta delincuencia (México, Guatemala, Colombia, Perú y Brasil) se encuentran, salvo el último caso, ubicados en el percentil 25-50, en la evaluación general. Cuando se atienden rubros particulares como control de la corrupción o inestabilidad política y violencia, algunos descienden a umbrales aún más bajos, como ocurre con Guatemala y Colombia, respectivamente. Destaca el hecho de que los países con Estados más débiles y menores umbrales de gobernabilidad no parecen poseer el más serio problema de delincuencia organizada trasnacional. En todo caso, las manifestaciones delictivas suelen suponer dos posibilidades en estos casos: estructuras ilícitas menores dedicadas al contrabando de bienes de consumo de baja cuantía –lo cual resulta lógico tratándose de sociedades con escaso poder adquisitivo–; o bien, grupos de carácter predatorio. En los países de la región más afectados por la delincuencia organizada, la actividad delictiva más lucrativa es, sin lugar a dudas, el tráfico de drogas. Una derivación teórica que podría establecerse de lo anterior, por lo menos para la región, pero que probablemente pudiera extenderse también para otros casos, es que la delincuencia organizada de mayor significación y carácter trasnacional, que realiza actividades económicas ilegales, requiere también de la presencia del Estado, si bien, de uno esencialmente débil. El crimen organizado implica la organización del crimen. El narcotráfico es esencialmente una empresa de carácter ilícito, con pretensiones económicas. Supone el desarrollo de un negocio que implica la producción o cultivo de los insumos básicos que se requiere para procesar el producto final, su almacenamiento y traslado hacia los mercados donde es demandado y su comercialización en diversas magnitudes. La logística de este proceso en su conjunto involucra amplias redes de carácter nacional y trasnacional. Al tratarse de una actividad económica compleja, el tráfico de drogas interactúa, en distintos momentos de su desarrollo logístico, con la economía lícita. Por tanto, utiliza en su provecho la certidumbre
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que el Estado impone en otras actividades comerciales, a través de su reglamentación y de la imposición de reglas. El narcotráfico pretende utilizar las herramientas del Estado a su favor, no sustituirle de manera integral. De ahí que un elemento fundamental para su desarrollo sea la corrupción estatal, en lo que se ha denominado comúnmente el nexo político criminal.12 En el caso de los países más afectados por la delincuencia organizada en el subcontinente americano, la democracia no se ha traducido, paradójicamente, en una mayor rendición de cuentas ni un abatimiento trascendente de la corrupción identificada con regímenes precedentes. Por lo menos no lo ha sido de una manera significativa. No es posible generalizar la expresión común de que los delincuentes han “infiltrado” al Estado sin atender al desarrollo histórico de países específicos. Así, en algunos de ellos, como es el caso de Colombia, el tráfico de drogas surgió con notable independencia del ámbito de la autoridad política, y efectivamente, cuando contó con suficiente poderío intentó en diversas ocasiones influir directamente en decisiones de carácter público que afectaban sus intereses. En cambio, en casos como México, gobernado durante mucho tiempo por un régimen centralizado y autoritario, capaz de ejercer control político y social prácticamente sobre todos los actores sociales relevantes –incluyendo a la delincuencia organizada– el tráfico de drogas surgió como una extensión tutelada del ámbito del poder.13 De cualquier manera, es posible establecer una tipología genérica de cómo interactúan las relaciones de corrupción entre funcionarios públicos y delincuentes, de acuerdo con las condiciones de fortaleza o debilidad del Estado y el carácter autoritario o democrático del régimen político. La tipología distingue tres dimensiones, que determinan directamente el carácter de la relación que se establece entre tales actores: la primera es el grado de concentración o dispersión con que se encuentra articulada la autoridad política y su capacidad para Godson, Roy. “The Political-Criminal Nexus and Global Security”. En Menace to Society. Political-Criminal Collaboration Around the World. New Brunswick, Transaction Publishers, 2003. 13 Ver Astorga, Luis. Drogas Sin Fronteras: Los Expedientes de Una Guerra Permanente. México, Grijalbo, 2003. También Flores Pérez, ob cit. 12
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monopolizar la violencia dentro de su territorio y ejercerla con criterios razonablemente homogéneos; la segunda se refiere a la mayor o menor capacidad de los funcionarios para predominar en la relación de contubernio, subordinando a los delincuentes y obligándoles a seguir los lineamientos que les dictan; finalmente, la tercera atiende al grado en que las propias autoridades pueden o no acotar la corrupción y mantenerla dentro de límites más o menos preestablecidos.14 Es en función de estas dimensiones que se ha caracterizado al vínculo de contubernio que se articula entre funcionarios y delincuentes en un Estado débil con régimen democrático como Atomizado-multidireccionado-incremental. Sin obviar, naturalmente, que existen autoridades preocupadas efectivamente por cumplir con sus funciones formales y aplicar la ley, en un contexto de Estado débil, con régimen democrático puede considerarse que, con mayor o menor afectación, tienden a apreciarse las siguientes condiciones: El Estado tiende a monopolizar la coerción a lo largo de su territorio, sin lograrlo nunca del todo. La población suele encontrarse también en situación de aguda desigualdad social y económica, si bien, se ejercen derechos políticos de tipo electoral. El Estado ha sido incapaz de constituirse en garante efectivo de protecciones civiles para toda su población, sin distinciones de pertenencia social, y actúa, a pesar de sus mecanismos democráticos de elección de gobernantes, como instrumento de dominación política para garantizar un status quo eminentemente inequitativo. Todo ello favorece un clima de desconfianza hacia la autoridad pública, y el predominio de circunstancias sociales de exclusión que constituyen un ambiente propicio para el desarrollo de la delincuencia. Por las características del régimen nominalmente democrático, las autoridades públicas ejercen un menor control sobre aspectos de la vida social considerados privados. La falta de vigencia efectiva de las instituciones estatales de tipo regulativo permite que, a diferencia de lo que ocurre en las democracias liberales consolidadas, amplios márgenes de la vida social permanezcan de facto sin ninguna regulación. Ello se traduce en un amplio espectro de irregularidades que, en el ámbito económico, 14
Ver Cuadro 2. Esta tipología aparece desarrollada extensamente en Flores Pérez, idem, pp. 75-82.
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van desde condiciones favorables para la existencia amplia de mercados negros y economías informales, hasta el lavado de dinero. A ello se añade la insuficiente capacidad del Estado para hacer cumplir razonablemente todas sus decisiones políticas, a lo largo de su geografía y en todos los ámbitos que le competen, de manera que priva una situación de legalidad discrecional, frecuentemente aprovechada, en función de intereses políticos y privados, y generalmente aplicada con un rigor que varía de acuerdo con la influencia personal de los individuos sobre los que se pretende hacer valer la norma. La distinción entre los intereses públicos y privados es muy difusa. Los funcionarios públicos poseen poca profesionalización y emplean frecuentemente su cargo para obtener ventajas o ganancias privadas. La corrupción endémica afecta ampliamente al aparato público, pues los mecanismos de contrapeso, rendición de cuentas y transparencia en el ejercicio del poder, que la democracia implica, se encuentran incapacitados de facto. En estas condiciones, el vínculo de contubernio entre organizaciones criminales y funcionarios públicos es frecuente, pero se encuentra atomizado, dada la incapacidad del Estado para establecer una autoridad sólida y a la fragmentación del poder que genera el esquema democrático. La escasa profesionalización de los servidores públicos favorece que las alianzas que se establecen con los criminales ganen su lealtad, en detrimento de aquélla que formalmente deberían orientar hacia el Estado. Estas circunstancias llegan al extremo de generar confrontaciones entre los propios funcionarios públicos, que protegen distintas agrupaciones criminales, lo que se traduce a su vez en una continua inestabilidad de las instituciones estatales, particularmente, aquellas encargadas de aplicar la ley y garantizar la seguridad. Aún en condiciones de contubernio entre funcionarios y delincuentes, la debilidad y falta de cohesión entre los primeros, por diferencias políticas o de intereses, evita que éstos ejerzan un frente común que les permita subordinar a los delincuentes a través de un control centralizado y vertical. En estas condiciones, el vínculo que se establece entre criminales y funcionarios tiene una relación jerárquica multidireccional: en ocasiones, el control lo ejercen los funcionarios públicos y en otras, los criminales. No existe una tendencia clara,
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sobre el predominio de unos y otros. En la pluralidad de redes criminales que se establecen en este contexto, algunas son comandadas por servidores públicos que extorsionan a los delincuentes, otras por criminales con alta capacidad de corrupción que literalmente dirigen las acciones de los funcionarios. Huelga señalar que, en estas circunstancias, el funcionamiento del Estado se encuentra cada vez más alejado de los preceptos que en teoría deberían de regirlo. La vigencia del Estado nacional se encuentra en entredicho, no por una “conspiración criminal” contra las instituciones, sino por la descomposición política del aparato gubernamental consumido por la corrupción, la baja credibilidad pública de las autoridades constituidas, la falta de aplicación de normas regulativas de la vida común, la rampante ilegalidad que se extiende a las más diversas actividades sociales y el creciente clima de inseguridad y violencia que enmarca la vida cotidiana de la sociedad.
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Cuadro 2. Tipología propuesta de las relaciones entre crimen organizado y política. Estado FuerteRégimen Autoritario Totalitarismo
Estado FuerteRégimen Democrático Democracia liberal
Estado DébilRégimen Autoritario Autoritarismo
Tipo de vínculo con las bandas criminales endógenas.
Monopólicodescendentelimitado.
Fragmentadomultidireccionado -limitado.
Centralizadodescendenteincremental.
Estado DébilRégimen Democrático Democracia no liberal Atomizadomultidireccionado -incremental.
Características.
El Estado monopoliza efectivamente la coerción y es capaz de controlar a los sujetos sociales, de manera que expolia verticalmente a los grupos criminales. Las actividades delictivas se encuentran limitadas a aquellas que permitan y sancionen los
El Estado monopoliza efectivamente la coerción, los funcionarios gubernamentales han interiorizado un sentido de servicio al bien público. El vínculo entre criminales y autoridades existe, con fluctuaciones variables en quienes de ellos
El Estado tiende a monopolizar la coerción, con deficiencias variables según el caso histórico. Tiende a organizar centralmente los mecanismos de control social, que le permiten dominar de manera variable a los diversos actores sociales,
El Estado tiende a monopolizar la coerción, con deficiencias variables según el caso histórico. El poder está atomizado en instituciones políticas que operan con criterios patrimonialistas, clientelares e interpretan la ley a su propia
Régimen
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funcionarios públicos. La corrupción política que implica el vínculo entre criminales y funcionarios existe en áreas específicas del aparato público, pero en general, se ve acotada porque una buena parte de los funcionarios que integran el aparato burocrático han interiorizado nociones de servicio al bien público.
controlan la relación. El vínculo criminal-política se encuentra acotado por la fragmentación del poder propio de la democracia y por la profesionalización de los servidores públicos. Los actores a corromper son demasiados y no todos son corruptibles.
incluyendo a los grupos criminales. El uso discrecional de la legalidad, y la concepción patrimonialista y clientelar en el ejercicio público permiten la proliferación del vínculo entre criminales y políticos, y en general, de la corrupción política. Las instituciones de seguridad centrales pueden disputar entre sí por la extorsión de los criminales, pero la actividad de éstos, requiere de la protección del poder central de manera constante.
conveniencia. La fragmentación del poder permite múltiples vínculos entre funcionarios públicos y organizaciones criminales con fluctuación variable en quienes ejercen el liderazgo de la relación. La dispersión del control se traduce en más amplias confrontaciones dentro del aparato gubernamental, motivadas por el contubernio con distintos intereses criminales, porque no existen acuerdos perdurables que regulen las actividades ilícitas.
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La dispersión del poder, e incluso su confrontación interna derivada de pugnas de carácter electoral y partidista, aunada a las débiles bases estructurales del Estado, favorecen que el fenómeno delictivo se incremente hasta niveles inéditos. La autoridad se encuentra en condiciones inapropiadas, ya no se diga para aplicar la ley y someter a los criminales a la justicia, sino incluso para subordinarles dentro de las relaciones de contubernio que se articulan de manera cada vez más atomizada. Si bien esto se cumple en el caso de autoridades de carácter nacional, la premisa se extrema cuando se trata de aquellas de orden local, pues constituyen el eslabón más débil de la cadena y, por tanto, se enfrentan a mayores presiones, intentos de cooptación o franco amedrentamiento frente a grupos delictivos carentes de contención. En algunas regiones la autoridad local fue electa gracias a fondos de campaña –o precampaña, que como en el caso de México constituye la etapa del proceso electoral menos regulada– aportados por los delincuentes, que una vez constituida la autoridad esperan imponer funcionarios afines en las instituciones de seguridad, bajo pena, en caso contrario, de emprender continuas ejecuciones en contra de los funcionarios que osan desatender sus deseos.1 De su lado, las autoridades nacionales se empantanan en políticas poco articuladas, a veces mediáticamente construidas y con poca posibilidad de perdurar en el mediano y largo plazos. Se suceden los escándalos de corrupción de agencias de seguridad y el intento por incrementar los niveles de coordinación institucional entre éstas se frustra por complicidades contrapuestas y sospechas fundadas. Se entra así en una creciente espiral de violencia, corrupción y desgaste institucional, cuya resolución permanece indeterminada en la mayor parte de los casos. En estas condiciones, la crisis de seguridad de varios de los Estados que pueden caracterizarse a partir de éstos referentes, excede el ámbito estrictamente coercitivo y constituye una expresión de otra, de tipo más profundo, que subyace en las bases estructurales del Estado y con las cuales opera el régimen político. Los problemas de inseguridad pública que atraviesan varias de las jóvenes democracias del subcontinente americano se anclan, más 1
Múltiples ejemplos se pueden hallar al revisar la prensa nacional, con referencia a la ola de violencia contra autoridades públicas en Michoacán, durante 2006 y 2007, por ejemplo.
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que en limitaciones presupuestales o de armamento y capacitación – como con frecuencia expresan sus gobiernos– en deficiencias más profundas sobre cómo y para qué se ha fundado el Estado; para qué sirven y cómo se usan las instituciones públicas y el poder político; y en qué medida el mandato del Estado y sus normas son percibidas como algo legítimo, no sólo acatado, sino obedecido e interiorizado. Cuadro 3. Caracterización general de países del continente americano, de acuerdo con la tipología propuesta.2 Tipo de vínculo con las organizaciones criminales endógenas. Países
Monopólicodescendentelimitado.
Fragmentadomultidireccionadolimitado.
Centralizadodescendenteincremental.
Atomizadomultidireccionadoincremental.
Cuba
Bahamas Belice Canadá Chile Costa Rica Estados Unidos Guayana Francesa Panamá Puerto Rico Surinam Uruguay
Venezuela
Argentina Brasil Bolivia Colombia Guayana Guatemala México Ecuador El Salvador Haití Perú Honduras Nicaragua Paraguay República Dominicana Jamaica
2
La ubicación de los países, de acuerdo con las categorías de la tipología, no supone que los que se encuentran clasificados de una misma manera tengan el mismo grado de afectación por la vinculación entre funcionarios públicos y delincuentes. Se trata de una clasificación con base en los criterios preponderantes. No se trata de una evaluación específica sobre el poderío ni el grado de violencia o corrupción del Estado en cuestión, sino de la forma en que suele presentarse la eventual articulación de contubernio entre funcionarios públicos y crimen organizado, de acuerdo con la tipología. En la medida en que las premisas de ésta se cumplan depende del grado en que cada caso se encuentre afectado por la presencia de la delincuencia organizada. A pesar de poseer rasgos comunes, el problema que presentan los países ubicados en una misma caracterización posee diferenciaciones de grado.
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LA ESCUELA Y LA DISCRIMINACIÓN; EXCLUSIÓN Y LA VIOLENCIA
LA
Ramón Ismael ALVARADO VÁZQUEZ Introducción La discriminación alude a seleccionar un objeto, sujetos o situación al aceptar, rechazar o excluir a unos o a otros. Este texto es parte de una investigación en curso sobre jóvenes y educación, que tiene como objetivo analizar la vulnerabilidad a la violencia y exclusión por la discriminación en las que se encuentran un alto
Doctor en educación por la Universidad Autónoma de Morelos. Miembro del SNI. Ha escrito varios libros, entre ellos Las nuevas imágenes urbanas de los jóvenes en Sinaloa, Ed. UAS, 2012.
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número de estudiantes sin escuela, luego de reprobar los requisitos de ingreso al bachillerato o la educación superior. En particular se analizan escenarios de convivencia mazatlecos donde se observan altos índices de violencia por los jóvenes que no asisten a la escuela y que transitan por un puente simbólico de humillación y estigma. En Sinaloa, los jóvenes vulnerables a la discriminación escolar, son seducidos por la cultura de la violencia y la narcocultura. Al quedar fuera de la escuela gran cantidad de jóvenes de Mazatlán, son humillados por la sociedad al estigmatizarlos como rechazados. Y esto profundiza los vacíos de la aceptación social. En el afán y la búsqueda por llenar los vacíos y encontrar apoyos, reconocimientos o aceptación, algunos encuentran accesos diferentes a los previstos por el Estado para mejorar su condición social. Es decir, caminan por un puente simbólico de la discriminación y el rechazo. Al no ser aceptados en la escuela por la falta de condicionantes culturales o de “competencias globales”, muchos jóvenes encuentran otras formas de elaborar su proyecto de vida. En tal sentido, se reconoce en una primera aproximación al concepto de la discriminación, utilizada como variante de la exclusión, como una acción construida socialmente, que se ha impuesto para señalar, calificar y estigmatizar a los jóvenes que no pueden ingresar a los centros escolares, por no haber aprobado el examen de selección, además de algunos que no asisten y otros que desertan de la escuela. El tránsito simbólico de la discriminación, humillación y exclusión, aparece en sociedades vulnerables a las alteraciones sociales como la violencia que se observa en Mazatlán1. Así, adquiere sentido el análisis de las alteraciones sociales. Al estudiarlas, nos permitimos observar la incorporación colectiva de los jóvenes en los procesos que posibilitan elevar, en algunos, los niveles de violencia y descontento como síntomas de descomposición social. Esto deviene, en parte, de una suerte de visión “adultocéntrica” (sic), en particular por la postura que cuestiona y descalifica en función de la edad de las personas. Se señala al joven de manera indiscriminada, y lo rechaza y lo separa de los compromisos sociales, políticos y económicos. 1
Según datos del SUSEMUN y Policía Municipal de Mazatlán (2011), desde 2008 han aumentado en un 40% las detenciones de menores por diversos delitos. Mientras que en 2008 aprendieron a 446 menores de edad, en 2009 aumentó a 587; en 2010 llegó a 544 y en 2011 a 627; en el primer semestre del 2012 iban 368 detenidos. Del total de los recluidos, el 58% tiene secundaria, el 30% primaria, y el resto preparatoria. La palabra “adultocéntrica” (sic) es responsabilidad del autor del trabajo (Nota del Editor).
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Se hace referencia a estos cuestionamientos (rechazo y separación, discriminación y exclusión) porque cuando el joven no es aceptado o reconocido por las instituciones sociales, el espacio laboral y los espacios de intimidad, algunos orientan sus esfuerzos o se inclinan por caer en prácticas ilícitas. Estos problemas influyen en la sociedad como factores de riesgos que determinan la violencia en el México actual. Pero ¿cómo se configura el concepto de rechazado en la sociedad y en la escuela? ¿Es posible que la vulnerabilidad a la violencia en los jóvenes, se alimente con la discriminación que hace la escuela, el espacio laboral y las construcciones sociales que estigmatizan la imagen de un joven fracasado? ¿Cuánto influyen las culturas locales en el acceso a otras formas de convivencia regional por parte de los jóvenes? Estos factores se refuerzan cuando son consecuencia del rezago educativo, de la deserción escolar, de la discriminación, de la inequidad y de la exclusión en espacios definidos de la ciudad de Mazatlán2. Esto genera la aceptación del joven por ciertas acciones ilícitas, que lo sitúan en escenarios de vulnerabilidad y exclusión al ser rechazado y separado. De modo que, en las rutas de la investigación cualitativa3, visitamos algunos lugares donde conviven los jóvenes que no asisten a la escuela. Durante el registro de la información, se presentaron incidentes de tipo violento en colonias con elevados niveles de incidencia en la delincuencia juvenil4. Sin embargo, esta experiencia sirvió para conocer de manera significativa las acciones de los jóvenes que viven en estas situaciones y además para aproximarse a las causas por las que algunos desertan de la escuela y se acercan para acercase a los efectos de la violencia y la narcocultura. Fueron seleccionados jóvenes que asisten y otros tantos que no asisten a la escuela. Se consideran los que son discriminados o no aceptados, los que desertan y los rechazados del nivel medio (bachillerato) y superior. Autès (2004), explica que la discriminación 2
En estudio realizado por investigadores de la FACISO UAS, solicitado por el Consejo para el Desarrollo de Sinaloa (CODESIN), señalan que la violencia se incrementó en 2011 en un 60 %. 3 Se considera la investigación cualitativa, según Rodríguez y otros (1999), por los datos a significar mediante el análisis de las acciones y la relación que mantiene con los símbolos del escenario en los que se expresan los actores estudiados. 4 Según datos del SUSEMUN y Policía Municipal de Mazatlán (2011), se han incrementado los niveles de violencia desde 2008 al 2011. Aumentaron en 40% las detenciones de menores por diversos delitos, y puestos a disposición de las Agencias Especializadas de Justicia de Adolescentes. En 2008 aprendieron a 446 menores de edad; en el 2009 aumentó a 587; en 2010 llegó a 544 y en el 2011 a 627; en el primer semestre del 2012 iban 368 detenidos. Del total de recluidos, el 58% tiene secundaria, el 30% primaria, y el resto preparatoria.
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sirve para sostener el estudio de los que se quedan fuera de un espacio, situación o beneficio. Partimos de los siguientes aspectos: 1.
El estado, no cuenta con una respuesta que apoye a los jóvenes rechazados por su deseo de ingresar a la educación media y a la superior. Lo que tiene como consecuencia, que, al no encontrar formas de abrir espacios diferentes a lo que les propone la narcocultura, la delincuencia y la violencia que se vive en esta región del país. 2. Un alto porcentaje de jóvenes ingresan a la realización de actos ilícitos, otros tratan de imitar a los capos de la mafia o construyen sus sueños con base en esos personajes.
El estudio: metodología Se toman como escenarios de observación algunas de las colonias marginales de Mazatlán, que se identifican como territorios de altos índices de violencia5. Como objeto de análisis, se selecciona a los jóvenes en edad escolar del nivel superior. Se escogió una población de 507 jóvenes para realizar una encuesta, considerando 277 mujeres y 230 hombres. Se seleccionó una muestra de 40 jóvenes, entrevistados para conocer sus percepciones sobre la discriminación. Las entrevistas cualitativas permitieron indagar en lo que los jóvenes manifestaron como importante, así como valorar otras categorías que fueron apareciendo en los diálogos y la reflexión de sus vivencias. Se utilizaron como variables diferentes formas de rechazo. Esto ayudó para conocer cuál es la situación que vive, cuáles fueron las razones por las que desertó de la escuela, qué hace actualmente, cómo lo señala la sociedad y porque no lo acepta. Algunos opinaron que puede ser por la condición social, género, inclinación sexual, diversidad sexual, ser distraído y hasta color de piel. Observamos imagen, estilo de vida y comportamiento. Se realizaron entrevistas individuales y grupales, bajo la técnica de focus group6. Pese a las dificultades de realización de las 5
Según datos de SUBSEMUN (2011), las tres colonias con mayor incidencia delictiva son las colonias Centro, Juárez y la Zona Dorada. En cuarto lugar aparece la colonia Francisco Villa. 6 Para Álvarez-Gayou (2011), la técnica de investigación del Focus Group, consiste en una entrevista, se define como una técnica de investigación social que privilegia el habla, cuyo propósito radica en propiciar la interacción mediante la conversación de un tema de un objeto de investigación, en un tiempo determinado, y cuyo interés consiste en captar la forma de pensar, sentir y vivir de los individuos que conforma el grupo. El grupo focal tiene por objetivo
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entrevistas, resultó relevante escuchar desde sus propias voces, otros problemas con los que los jóvenes conviven. Esto por la tensión de violencia del lugar y de los propios entrevistados. No obstante algunas amenazas, peligros y momentos difíciles, se pudieron realizar los diálogos con los jóvenes en sus escenarios de convivencia. Aceptaban las entrevistas sólo si se guardaba su identidad, ya que creían que con la información que daban podrían ser delatados ante alguna autoridad. En algunos casos las entrevistas se realizaron en lugares donde la violencia se presenta con los desconocidos. Por ello se buscó hacer conexiones con los informantes clave. Buscamos ambientarnos con la relación cotidiana de los jóvenes para no alterar las relaciones con otros jóvenes de su barrio o espacio de convivencia. Por ejemplo, en algunos casos, nos encontramos con el siguiente dato de un joven que se entrevistó en la colonia Gabriel Leyva o Ciudad Perdida como se le conoce. El joven tiene la apariencia de ser revoltoso y “adelantado”, además de usar tonos agresivos expresarse con sus “compas” como él dice. Lleva puesto un pantalón de mezclilla, tenis y una playera con dibujos de surf, corte de pelo rapado estilo hip hop, más bien sin corte. Dice, en jerga: --Mira están pasando y te están clachando. Creen que eres policía o que vas a hacer algo. El joven señala que puede haber problemas con sus “compas”, y nos pueden bajar, con dinero o bien golpear porque piensan que vamos a denunciarlos. Advierte que nos vemos diferentes y además porque somos extraños. --Póngase cuidadoso, amigo. No lo conocen y aquellos batos ya están quemando mota...Ahorita no le hacen nada a usted porque viene “El pollo” y a él lo respetan porque estudia y es raza de acá pero a usted no lo conocen. Creen que nos va a poner el dedo. Los escenarios donde conviven los jóvenes discriminados Las tres colonias seleccionadas son comunidades de convivencia social. Están habitadas por familias de clase trabajadora, con niveles bajos de salarios. Se convierten en un espacio de análisis
provocar confesiones o autoexposiciones entre los participantes, a fin de obtener de estos, la información cualitativa sobre el tema de investigación.
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que también los hace un escenario de investigación.7 En algunos de los contextos de marginación donde han crecido los jóvenes, se convierten en escenarios de violencia al crecer de manera sustantiva los índices de delincuencia entre los jóvenes de 12 a 24 años. La Juárez es la colonia más antigua y popular de la periferia de Mazatlán. Cuenta con un mercado popular, comercio creciente, bancos y servicios urbanos, con una población mayor a 100,000 habitantes. En su contorno se encuentran otras 15 colonias. Esto la hace notoria, ya que ahí se forma un núcleo importante de la población pobre y clase asalariada. En este momento cuenta con un tianguis dominical, uno de los más grandes del noroeste. Lo visitan personas de todas las clases sociales, es un referente en la ciudad. Además, se encuentran las oficinas administrativas de la policía y tránsito municipal. La colonia está habitada por trabajadores del turismo, de la construcción, pescadores, obreros y un creciente porcentaje de jóvenes, que estudian y otros que no trabajan. En ella se cometen muchos actos ilícitos. Desde los años 60 y hasta hoy, ahí nacieron y aún se forman las populares pandillas, bandas juveniles y grupos de jóvenes con problemas de violencia, delincuencia juvenil, venta de drogas al menudeo y enfrentamientos con otras bandas de las colonias circunvecinas. De manera peyorativa entre las memorias culturales de la ciudad, se dice: ¡Ah¡ eres de la Juárez, por eso te sale lo corriente. Esto es parte de la representación social. Colonia Gabriel Leyva: La ciudad perdida La colonia Gabriel Leyva, también llamada “Ciudad perdida”, se encuentra frente a los muelles pesqueros. Ahí también están ubicadas las congeladoras para la maquila de camarón de exportación y algunas otras industrias de atún. Se encuentra en una pequeña extensión de especio urbano, cerca del centro de la ciudad. No obstante la habitan un alto número de familias, dedicados a la pesca. En un momento determinado, se construyeron casas sin un orden urbano, lo que se expresó como un lugar de difícil acceso. Para el que no conoce el lugar y para los autos o las patrullas de policías, se recomienda no acercase o meterse a ese lugar en algunas horas del día y menos en la noche. Los callejones y las callejuelas, influyeron para que se formara un espacio de expresiones simbólicas de la violencia. Los callejones 7
Se seleccionaron porque según estudios de SUBSEMUN Mazatlán (2011), son las colonias que resultaron con los índices más altos de violencia.
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se convierten en lugares de asaltos, de consumo y venta de alcohol, de drogas y de refugio de los que cometen algún delito. Por su lado, la colonia Francisco Villa es parte del nuevo Mazatlán, en las afueras. Tiene unos 20 años de haberse fundado por la venta de terrenos ejidales. Se dice que viven en un entorno rural; se pobló con migrantes, en un alto porcentaje, del campo. En este espacio se han suscitado balaceras de bandas relacionadas con el tráfico de drogas y se han encontrado lotes y bodegas de carros robados. Se construyó una iglesia con apoyo de personas ajenas a la colonia. Y se ven grandes construcciones de mármol exhibiendo lo escandaloso de lo que se mira como parte del fenómeno de la narcocultura. El puente de la discriminación y la exclusión El análisis del puente simbólico de la discriminación que une a la exclusión, ayuda a explicar la discriminación como sustento teórico de la exclusión que se origina con el rechazo de la educación media y superior. Esta acción social de rechazo, alienta la humillación y la exclusión y que se traduce en descalificación, desligadura, fragilidad, partes de la pobreza y la precariedad. En las sociedades que separan y rechazan a los jóvenes de la educación, según Guzmán (2012), el rechazado o reprobado consolida una nueva experiencia. La autora señala que la experiencia de ser rechazado en la escuela se explica como una falta de integración social, lo cual, lo hace alimentar la vulnerabilidad a otros problemas sociales, ya que quienes se encuentran en esta situación, transitan a otra situación de inestabilidad: la autoculpabilización. Al identificarse a una persona sin estudios y sin trabajo, se están señalando sus características negativas. Al no aceptarlo se le está discriminando. La expresión social de rechazado se consolida culturalmente. Influye para analizar a la exclusión, en la idea de desigualdad. Al convivir en una sociedad “meritocrática” de oportunidades, explica Dubet (2007), es un recurso de justificación para rechazar o aceptar a los más aptos. En este escenario de aceptación y rechazo, toma sentido argumentar los conceptos de discriminación como una acción de humillación que analiza Margalit (2010), en su idea de “la sociedad decente”. Este autor explica que una sociedad decente o una sociedad civilizada, es aquella cuyas instituciones no humillan a las personas sujetas a su autoridad, y cuyos ciudadanos no se humillan entre sí.
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Las acciones de humillación son acciones y conductas de señalamientos y rechazos tanto por individuos como por instituciones. En ese sentido la humillación resulta de razones y no sólo de conductas. Tomando entonces como referencia las expresiones de la humillación en los jóvenes rechazados desde la perspectiva de Margalit, tanto la sociedad, la escuela y la comunidad de Mazatlán han construido instituciones que, en general, coercionan mediante acciones que prescinden de los sujetos para proteger otros intereses. Se acude a Bourdieu (2007), para analizar cómo se configura en el concepto de distinción para señalar la noción de humillación como forma de la exclusión. Distinguir es clasificar y separar; esto permite mirar que los condicionantes sociales del conocimiento, son clasificaciones que aceptan, distinguen y separan a los que saben y los que no saben. Se distingue, se separa, se rechaza y se discrimina no sólo por un proceso meritocrático sino también por el gusto y el estilo de vida que fundamentan la reproducción del capital cultural. Lo cual hace contestar y aprobar o reprobar un examen de admisión determinado por disposiciones culturales. Mecanismos de rechazo y discriminación La escuela es utilizada como un espacio para formular mecanismos de rechazo y discriminación. Se realizan mediante las acciones de diferenciación como la aplicación de un examen de ingreso. Este se convierte en un obstáculo instrumental, que el Estado en México aplica a través de los parámetros del Coeficiente Intelectual (CI). Estos parámetros se miden con la evaluación de competencias para el ingreso a las escuelas de educación media y superior. Al convertirse en práctica institucional de selección, se convierten en mecanismos de rechazo. Y en acciones y políticas de Estado, legitimada por la SEP, de cierta manera avaladas por las sociedades que excluyen a sus ciudadanos a través de competencias por ingresar, mantenerse y egresar de la escuela. Así, para acceder a las competencias exigidas por el modelo educativo de la SEP8, sólo unos pocos pueden lograrlas a través de habilidades gestadas en su historia o biografía personal. En el sentido de la distinción, al estudiar o evaluar lo que resulta de una conducta de 8
La competencia desde la perspectiva de la SEP (2012), es la capacidad de responder a diferentes situaciones, a partir de la combinación de habilidades y conocimientos, así como de la valoración de las consecuencias.
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disposición cultivada9, se atribuyen sus resultados a un proceso de formación que se manifiesta interna y externamente en una competencia cultural. Se expresa en relación a los problemas cotidianos de la escuela para resolver exámenes como el CENEVAL. En una sociedad desigual, el proceso de construcción individual de competencia cultural, es aprehendido simbólica y significativamente mediante la naturaleza de distinción a través de bienes consumidos y la manera de consumirlos en la idea de Bourdieu (2007). En esta lógica, este modelo educativo ayuda a garantizar un modelo educativo minoritario. Sólo acceden, logran o resuelven las competencias, quienes históricamente han formado habilidades de manera inequitativa. En este caso el modelo de competencias se deriva de las acciones que separan y rechazan. Ya que el alumno que no logre una competencia, es señalado como de bajo nivel del CI. Estas exigencias son derivadas del modelo económico para una sociedad que exige el neoliberalismo sostenido por la OCDE, el FMI, el Banco Mundial10 y otros organismos que subsidian las economías como las de México. Ante este panorama, los organismos internacionales, con una visión externa y pragmática de los resultados de los exámenes para el logro de competencias, se convierten en evaluadores de las inteligencias de los jóvenes. Los evaluadores y administradores, son los organismos internacionales que tienen como objetivo formular proyectos para la construcción de escenarios de convivencia11. Así, se reconoce que una 9
Para Bourdieu (2007), cuanto más aumenta el reconocimiento por el sistema escolar de las competencias medidas, las técnicas empleadas para medirlas son también “escolares”, aumentando el grado de relación entre resultado y titulación académica; en tanto que indicador más o menos adecuado del número de años de inculcación escolar, garantiza el capital cultural de forma más o menos completa, según que éste sea heredado de la familia o adquirido en la escuela, y que, en consecuencia, es un indicador desigualmente adecuado de este capital. 10 En resumen, son los organismos económicos de carácter mundial los que también financian la construcción de discursos acordes con sus intereses privatistas. El nuevo escenario está gobernado por normas y valores internalizados sin una plena consciencia. En este sentido la formación del actor se caracteriza en sus conductas cotidianas por un ejercicio limitado de sus capacidades de reflexión y crítica. Encontramos así, su preocupación es tratar de ser coherente con el rol que se desempeña, pero sin llegar a ponerlo en cuestión. Significada por una racionalidad instrumental y por la búsqueda calculada de beneficios; que se satisfagan a sí mismo o a otras personas, pero de manera calculada sabiendo que va a obtener ventajas. 11 El desarrollo de estas nuevas modalidades de economía de mercado mundializada, como consecuencia de la propia reorganización de las empresas multinacionales, está dando lugar a la aparición de crisis económicas y sociales de gran calado. Entre las condiciones políticas que exigen para realizar sus préstamos, tanto el Banco Mundial como FMI está que los países
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variable manejable a los intereses del neoliberalismo, es el control de los recursos financieros que tienen en sus manos. Este modelo de mercado está configurado en la lógica de competencias. En la modalidad por competir, entonces hay un ganador y muchos perdedores. En la lógica el modelo de competencias, es un modelo para unos pocos y unos cuantos, ya que sólo unos cuantos pueden acceder a la solución de los problemas que define la escuela y el logro de habilidades. Entonces este modelo, aplicado al aprendizaje de competencias, divide y separa, además de que discrimina y humilla. Aprenden quienes han logrado un conocimiento necesario para intereses particulares. Aprenden y construyen competencias, aquellos que los han programado con habilidades de discriminación para competir. Una característica importante a señalar, es que las competencias son creadas, formuladas, marcadas y planeadas desde el exterior12. Por lo tanto, los organismos externos son los que evalúan el desempeño o habilidades logradas según su criterio de CI. Reconociendo entonces que en el escenario de las convivencias cotidianas de los jóvenes, en particular en la lógica del pensamiento instrumental, la relación del joven con su realidad, se convierte en escenario de competencia. Escenario donde se construyen pautas, espacios simbólicos y prácticas de exclusión mediante el fortalecimiento de desventajas sociales. Así, la relación de las desventajas sociales con la formación de competencias, se expresan en resultados de rechazo y exclusión. En escenarios como la sociedad, el trabajo, la escuela y la familia, se establecen códigos de diferenciación, de identificación, de desigualdad e inequidad. En este contexto, los jóvenes al no ser aceptados por los adultos, al ser discriminados, al ser rechazados por la escuela buscan otros escenarios de aceptación. Al no ser aceptados, por su inquietud y receptores tengan gobiernos democráticos, pero en realidad sólo es necesaria la etiqueta de una democracia formal. Tanto la OCDE, el FMI, el BM y la OMC, con el apoyo de las grandes empresas multinacionales, son el verdadero obrero de las políticas neoliberales, hasta el punto de que llegan a construir todo un entramado de redes de fuerza para lograr el consentimiento de la población a sus propuestas. 12 Examen PISA según Schleider (2006), se realiza mediante test de rendimiento, un cuestionario dirigido a los padres de los alumnos y el cuestionario de contexto socioeconómico. El examen PISA se ha centrado en el análisis de la calidad de los resultados del aprendizaje, así como en la influencia de los contextos socioeconómicos de alumnos y centros y en la equidad de oportunidades educativas. Los últimos objetivos a saber, la eficacia y la eficiencia de los procesos educativos y del impacto de los resultados del aprendizaje en el bienestar social y económico que serán estudiados en profundidad en un futuro.
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su estado de desarrollo natural, están atentos a los cambios y transformaciones sociales. Espacios de aceptación a los rechazados En estos cambios y rechazos, según datos de las encuestas aplicadas, en Mazatlán se han establecido otros códigos, pues se han construido diferentes espacios y formas de convivencia para los jóvenes. En esta construcción e interacción de los actores, se reconoce que se interiorizan códigos de comunicación. Uno de estos códigos pueden ser las acciones que se derivan de la violencia. Y con la frecuencia y constancia de aceptación y convivencia se familiarizan prácticas de las imágenes cotidianas con las acciones que suceden en el crimen con los sicarios, los ejecutados, los extorsionados, las víctimas y los victimarios13. Al no encontrar códigos de comunicación y códigos de interacción, los jóvenes buscan el acceso a otros códigos que se convierten en códigos de restricción y de rechazo al acceso de escenarios con mejor calidad de vida. Al ser rechazado, el joven busca integrarse a escenarios de correspondencia a sus códigos. No es gratuito que los códigos de convivencia estén marcados por la clase y el contexto. En los setentas Bernstein (1998), señaló que en un momento la cualidad de un código restringido, que se transmite a través de contenidos de conocimiento en la escuela, marca y define los proyectos de vida de los estudiantes de diferentes clases sociales. Y que no sólo es un aspecto de los trabajadores o del entorno cultural, sino una carga de diferenciación para otros sectores de la sociedad. Reitera, que más bien es un código elaborado, al que sólo acceden aquellos que cuentan con los recursos económicos para construir habilidades que les permitan el logro de las competencias que definen las inteligencias o las capacidades para resolver problemas inmediatos. En esta sentido, Gardner (1987), tiene razón ya que al explicar, que las diferenciaciones están marcadas por niveles e inteligencias menores o superiores. Así se logran ciertas competencias o niveles del conocimiento. Porque las configuraciones de habilidades son construcciones de inteligencias estratificadas, determinadas por
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Es interesante conocer los códigos de comunicación que se han construido en escenarios de exclusión como el de la violencia. Ya que para comunicarse en ese escenario simbólico es necesario acceder a los códigos de interacción común.
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diferencias sociales como el rendimiento académico, contexto social y cultural por el acceso al conocimiento y configuración de éste. Al analizar las inteligencias en el marco del neoliberalismo, se expresan un conjunto y un modelo de las competencias que separan, ya que sólo pueden acceder al conocimiento quienes han sido entrenados mediante habilidades separatistas. Y con la discriminación como elemento que colabora en la exclusión de los jóvenes, emergen otras contradicciones. Por la forma de cómo se diversifica en la escuela y en la educación con los diferentes grupos sociales y culturales. Al discriminar al joven de la escuela o del trabajo se le está estigmatizando; y se están fortaleciendo las conversiones de jóvenes susceptibles a la vulnerabilidad de la delincuencia, la drogadicción y al alcoholismo, que se traslada hasta llegar a la violencia. Los rechazados El rechazo se origina en la sociedad, y una forma primaria de rechazo es no aceptar las opiniones o acciones de los otros. Históricamente, el adulto se ha impuesto sobre las decisiones de los jóvenes para rechazarlo. El rechazo hacia el joven se configura en el mundo de los adultos. No obstante que el joven busca ser aceptado por la necesidad de un lugar, de un espacio, de una responsabilidad. No se han abierto las puertas a las opiniones de los jóvenes, debido a que la sociedad industrial ha necesitado del trabajo especializado. La sociedad moderna se configura en diferencias y especialidades. El joven necesita hacer cola en la sociedad, en la escuela y en el trabajo. Se argumenta que para acceder a un espacio de responsabilidad, se necesita cierta experiencia. No puedes vivir de prisa; no tienes experiencia para este trabajo; eres demasiado joven, señalan los adultos. Tú, lo que necesitas es transitar por diferentes problemas que te van a enseñar. Esto se convierte en un dictado a seguir, ya que es parte de la experiencia que deben de aprender. Encontramos que el mayor porcentaje de rechazo a las acciones cotidianas de los muchachos por parte de los adultos aparece en las edades menores. Esto coincide con la idea de la concentración de poder y decisión. Algunas de las formas de rechazo aparecen desde los 11 años y a los 14 años con un 6.8%, mientras que los de 15 y 19 con un 16.5%14. Es fácil colegir, entonces, que los jóvenes de secundaria y bachillerato 14
Encuesta personal 2012.
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son poco aceptados por los adultos. Aunado a esto, sus opiniones o acceso a la toma de algunas decisiones son mínimas. El problema es que no sólo es el rechazo. Aparecen otros factores en los que se incorporan otras variantes que influyen en las problemáticas entre la relación de la edad y la crisis de identidad, con el de rechazo, discriminación y deserción. Son recurrentes estos cuestionamientos en todo el país, en especial porque en la medida que se analizan estos problemas y algunas cifras, se van configurando datos coincidentes. Los resultados de rechazo y de deserción que da a conocer la SEP coinciden con los de la SEPyC del Gobierno de Sinaloa y que corroboramos en nuestros acercamientos a los jóvenes que viven el rechazo, la discriminación y la exclusión. El problema está en todo el país. Según datos de la SEP15, la SEPyC y del IMJ16, es la preparatoria donde se presenta un mayor rechazo de ingreso y de deserción. Esta variante configura la identidad de los rechazados. Al no encontrar caminos a seguir o apoyos para estudiar o ser aceptados, muchos de los jóvenes en México, particularmente en Sinaloa, no tienen más remedio que incorporarse a las variantes de la delincuencia y el crimen, ya sea del crimen organizado o mediante representaciones simbólicas que se expresan en las acciones de violencia y prácticas de enfrentamiento no sólo con las autoridades, sino con otros grupos de la sociedad. De manera que no resultan casuales los múltiples grupos, pandillas y bandas que se agrupan y organizan, que resaltan, llaman la atención y dan mucho de qué hablar. Aparecen entonces los Góticos, Eskatos, Darketos, Punketos, Metaleros, Cholos, Rokeros y otros de sicarios, buchones, traficantes de drogas y vendedores de drogas al menudeo. Sin expectativas de proyectos de vida exitosos o de inclusión, se suman a problemas de adicciones y delincuencia. Sin duda que estas nuevas visiones que se hacen hacia los jóvenes, han logrado imponer otros modelos en los procesos culturales, vistos como formas de contracultura a la visión de los adultos. Hay un profundo 15
En México los jóvenes de 15 a 25 años viven en un mundo incierto. Viven con problemas de reconocimiento social en los que sobresalen los de exclusión, acceso a la educación media y superior, desempleo, delincuencia, alcoholismo, drogadicción, embarazos precoces, influencia del narcotráfico y nuevas modalidades de la violencia. Los problemas más graves de deserción escolar se observan en los niveles medio y superior. Ante esto se observa que las políticas educativas son inequitativas, mal planeadas y con poco reconocimiento a un sector muy vulnerable como son los jóvenes. 16 Datos del Instituto Mexicano de la juventud.
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problema social y cultural de discriminación y estigmatización, que muy poco se reconoce. El adulto se forma una visión de la cultura, mientras que el joven la rechaza ya que trata de imponer nuevos modelos de identidad, y esto se repite de generación en generación. Son ciclos en evolución, en los que los procesos simbólicos de la cultura se significan en la medida que se van construyendo nuevas formas de expresar y de compartir nuevas experiencias. Aparecen ciertas imágenes identitarias de jóvenes rechazados de la sociedad y de las escuelas, así como formas de identificarse con otros mediante la manera de vestir, accesorios, celulares, joyas y dinero. En otros, la imagen de poder se significa con la prepotencia de la imposición de la persona, otros con los autos y las motos. Unos más con la violencia, el sicariato, la venta de drogas, el escape a la drogadicción y el robo. Conclusiones El tránsito simbólico por el que caminan los jóvenes discriminados para encontrarse con la exclusión, es un puente de conexión que se configura en la medida que es rechazado de la escuela. Reafirmamos que el joven al no encontrar la forma de construir nuevos escenarios de inclusión y tampoco encontrar puentes de conexión con la escuela, el trabajo y las aceptaciones de la sociedad adulta, los convierte en actores vulnerables a ser excluidos y humillados por las instituciones educativas, sociales y laborales. Buena parte de la juventud se convierte en actor vulnerable al crimen, la violencia, la drogadicción y el alcoholismo. Muchos de los jóvenes ven la facilidad del camino y cruzan el puente de lo permisible y se inclinan por los beneficios que les puede ofrecer el narco o las nuevas convivencias del crimen y el delito. Y el estado no tiene capacidad de contrarrestar tales escenarios. Algunas expresiones se representan a través de la violencia como acto de transgresión en un entorno local. La violencia se torna en valor de la cultura. En suma, la exclusión es un proceso social y cultural que se construye a través de mecanismos de diferenciación social en lo particular, con las estructuras de desigualdad e inequidad. Se explica en acciones como imposición de factores sociales o negar el acceso a mejores condiciones de bienestar. Las acciones de discriminación, por lo tanto, impiden a los jóvenes o a las personas acceder a las oportunidades, a los bienes y servicios esenciales que ofrecen las
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civilizaciones que reconocen la posibilidad de una convivencia diversa y equitativa. Al cerrar el acceso a este sector social a la educación se niega la posibilidad de otro destino, pero no sólo eso, sino también de racismo y homofobia. Estas expresiones son frecuentes en una ciudad como la de Mazatlán, no obstante ser un puerto internacional, con la visita de turistas con una visión cosmopolita. Algunos de sus habitantes consideran el color de piel como forma de rechazo y discriminación particularmente por la clase social de pertenencia. Algunos encuentran escenarios negativos socialmente, pero es ahí donde se identifica con otros que son tratados de la misma forma. Bibliografía Alvarado Vázquez, R. Ismael (2011). La construcción de la identidad de los estudiantes de bachillerato en Sinaloa. México, Ed. UAS. Alvarado Vázquez, R. Ismael (2012). Las nuevas imágenes urbanas de los jóvenes en Sinaloa. México, Edit. UAS. Berstein, Basil (1998). Pedagogía, control simbólico e identidad. España, Morata.
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RECHAZADOS O ¿EXCLUSION UNIVERSITARIA?
Leopoldo GARCIA RAMIREZ Introducción Miles y miles de jóvenes, cada año, al concluir su bachillerato comienzan a plantear la siguiente etapa en sus vidas. La carrera profesional se convierte en el inicio de un largo camino. Pero un grupo significativo no logra acceder al nivel superior: los rechazados. Son una expresión de la exclusión social, en el ámbito educativo1. En particular, en las carreras que se ofrecen por parte de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en la zona sur, se rechazaron un total de 994 jóvenes, siendo las carreras de Enfermería (313),
Maestro en Ciencias Sociales, egresado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa. 1 Joan Subirats, Gomá, Brugué (2004), proponen ocho ámbitos en los que se expresa la exclusión social, que permitiría construir una matriz de elementos para, en un determinado momento, convertirse en indicadores de medición de la exclusión social. Los ocho ámbitos de exclusión serían: el laboral, el económico, el formativo, el socio-sanitario, de la vivienda, relacional, político y, el contexto espacial.
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Ingeniería (189), y Derecho (161), las de más altos índices de rechazados. Esta es una mirada sobre esos rechazados del ciclo 20112012, sobre la base de un estudio más amplio, que fue la tesis2 para obtener el grado en la Maestría en Ciencias Sociales de la UAS. Vimos varias cuestiones, en especial qué es lo que piensan los jóvenes al ser excluidos y qué de su destino. ¿Qué hacer cuando se cierran las puertas del aula? Quienes han concluido su bachillerato se encuentran de pronto ante una encrucijada: continuar o abandonar la aspiración de una carrera profesional. El joven tomará una decisión que estará en función directa al contexto social, económico y cultural. El camino a seguir dependerá de tal contexto y de las expectativas personales. El hecho es que un gran número de bachilleres decide truncar su tiempo académico. Técnicamente se denomina fracaso escolar. Con el rechazo se presenta una situación no esperada. El joven habrá de tomar una decisión de acuerdo a sus posibilidades económicas y motivacionales para enfrentar su condición de rechazado. Una vez que no ha aparecido en listas ¿qué hacer?, ¿qué camino seguir? Es la nueva realidad para enfrentar y para proseguir algún sendero en la vida. El sociólogo Manuel Gil Antón,3 al analizar las cifras oficiales sobre cobertura educativa de la Secretaría de Educación Pública, decía que más que discutir y jugar con las cifras -números al fin- habría qué preocuparse por saber dónde y qué hacen los jóvenes rechazados de las universidades públicas. Como hemos señalado, nuestro estudio incluye sólo a los que han solicitado su ingreso. Son una parte representativa de la exclusión total mencionada por Gil Antón, pero la más cercana a los efectos de la cobertura universitaria. Sobre la actividad que realizan los rechazados de Enfermería, Ingeniería y Derecho de la UAS en Mazatlán, una síntesis se expone
El cuestionamiento decía lo siguiente: “Otra vez el mismo tema: y las que sean necesarias. Es responsabilidad de un buen gobierno otorgar información confiable. Es derecho ciudadano irrenunciable recibirla. Analizarla, parte de mi trabajo. Superaron su meta, señores. Es un avance para el país. ¿Para qué mentir? El 75% de los muchachos que deberían “ir a la educación superior” no van. Son (sus) cifras oficiales. ¿Dónde están, qué hacen, por qué no llegaron? Es ése el asunto a pensar y la magnitud del reto.” Gil Antón Manuel. 2012. Diario El Universal. 4 de febrero 2012. 3
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en la gráfica de abajo. Las entrevistas se realizaron desde el día del rechazo (6 de julio del 2010), hasta mayo de 2012. El lapso presenta riesgos y beneficios. Riesgos en tanto que con el lapso podría perderse claridad de los detalles de referencia. Beneficios, toda vez que el tiempo podrían asimilar los hechos y razonar con mayor asertividad. Además de que los jóvenes habrían mirado alternativas ante el impacto de quedar fuera de la opción universitaria.
Gráfico 1 ¿A QUÉ SE DEDICAN LOS JÓVENES RECHAZADOS?
A trabajar. 49%
Otra carrrera 34% Ni est. Ni tra 17%
Ante la disyuntiva, los jóvenes rechazados han tenido que inscribirse en otra carrera de la universidad o acudir a una escuela privada, ingresar al mercado laboral, si se tiene la suerte o relaciones para hacerse de un empleo, o en su defecto “no hacer nada” es decir ni trabajar, ni estudiar. Según las respuestas se presentan los datos siguientes: un 34% consiguieron ingresar a otra carrera, mientras que 49% no logró ingresar a otra carrera y consiguió un empleo dedicándose a trabajar; al mismo tiempo que 17% no se encuentra al momento de la entrevista trabajando, ni tampoco estudiando. Estos son los tres grupos en los que se dividieron los jóvenes entrevistados. Cuando la economía permite continuar estudiando Comenzado con el grupo representado por un 34% del total (31 casos), y que, aun siendo rechazado en la carrera solicitada pudo continuar con sus estudios, contestando encontrarse inscrito en una
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carrera. Los datos nos arrojan los siguientes elementos que vamos a tomar en consideración (ver cuadro).
Cuadro 1. ¿Qué estudian y en qué institución lo hacen los jóvenes rechazados? Institución Frecuencia Carrera Válidos. Derecho ITESUS 1 Criminalística ITESUS 1 Contabilidad UAS 2 Administración UAS 2 Psicología UdeO 3 Arquitectura UdeG 3 Biología UdeG 1 Trabajo Social UAS 3 Técnico en Enfermería Cruz Roja 9 Informática UdeO 2 Diseño Gráfico UNIP 2 Radiología UNIP 1 Sin/estudiar NA 61 Total 91 *Fuente: Elaboración propia con datos de las entrevistas a jóvenes rechazados de las escuelas de Enfermería, Ingeniería y Derecho UAS Mazatlán. Datos procesados en S.P.S.S. Una vez enfrentados a su realidad, los jóvenes rechazados de las escuelas de la UAS en Mazatlán han tenido que tomar una decisión en torno al camino que deberán seguir, es decir; que harán con sus vidas. Empíricamente se pueden considerar algunas opciones para el caso de aquellos que cuentan con los recursos económicos suficientes; han podido ingresar a una universidad de carácter privado. Para estos casos, la única barrera es contar con los recursos económicos suficientes. Zanjado lo anterior, han podido también cambiar su situación de exclusión educativa y podrán seguir adelante con su formación profesional. Para estos jóvenes el factor económico es el seguro para lograr la inclusión educativa. En este contexto hacen su aparición las universidades privadas que ofrecen en algunas de las
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ocasiones las mismas carreras que se han saturado en las universidades públicas. A ellas podrán recurrir como alternativa los jóvenes cuya situación les permita el pago de colegiaturas y los gastos anexos que se generan en esas instituciones. En general en estas instituciones no se aplica examen alguno; suficiente es reunir los requisitos legales y económicos. Se trata de las universidades privadas de Mazatlán, ITESUS y UNIP, donde se ubicaron 5 casos del estudio. Otros jóvenes podrán buscar otra oportunidad, en la misma universidad, en alguna de las carreras que no hayan logrado superar el número de lugares disponibles. Esta alternativa es considerada como la segunda opción de CENEVAL, dejando abierta la posibilidad de ser reacomodado en las carreras de baja demanda. Sacrificando la vocación, estos jóvenes aceptarán inscribirse en las carreras de las facultades que tengan espacios disponibles merced a la baja demanda o incremento del cupo autorizado en dichas carreras. Es el caso de Trabajo Social al que se cambiaron tres de los rechazados, y Contabilidad y Administración con dos casos para cada una. Al momento no se ha determinado el efecto que en el ulterior desempeño académico pueda provocar este cambio de intención vocacional. Dejamos señalada esta vía seguida por los jóvenes rechazados; sin embargo, aun y a su pesar estos jóvenes han podido tener acceso a una oportunidad de continuar su formación profesional. Se presentaron casos de quienes han podido continuar estudiando aplicando exámenes al mismo tiempo en universidades de otros estados como la U de G en Jalisco: de Arquitectura con tres y Biología con uno; para estos jóvenes su condición económica les permite manejar al mismo tiempo dos alternativas para asegurarse de ingresar a la carrera de su elección. El caso de la U de O es especial ya que se trata de una universidad con un régimen de sostenimiento con recursos provenientes del gobierno estatal; mantiene una política de cuotas más onerosas que la UAS. En su proceso de selección de alumnos no había tenido rechazados, quedando por debajo de su capacidad de cupo. Son cinco los jóvenes que acudieron a esta opción en las carreras de Informática y Psicología. Aceptaron cambiar de carrera y de universidad; disponían de recursos para el pago de las cuotas. Por último está el grupo de los que continúan enfocados a la carrera de su elección; aceptan el cambio de nivel licenciatura por el de técnico, con tal de satisfacer su vocación. Fueron rechazados de la licenciatura de Enfermería y se han inscrito en una vertiente de nivel
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técnico en una institución como la Cruz Roja, que les ofrece esta posibilidad con un mínimo de costo económico. Los jóvenes están conscientes y han optado por esta vía que les permite un camino más corto a la inserción laboral. Además, no cancelarían del todo la posibilidad de intentar de nuevo, luego, su ingreso a la licenciatura. Un 49 % del total de entrevistados, se encuentran en una situación tal que no les queda más opción que ingresar al mercado laboral. En sus propias palabras: “encontrar un trabajo”. Su condición económica no les permite ingresar a una universidad privada y su situación familiar les induce a trabajar para ayudar en los gastos familiares y personales. Luego de conocer del rechazo educativo, 44 de ellos consiguieron un empleo, no sin dificultades (Véase Cuadro 2).
Cuadro 2. PREGUNTA PARA LOS QUE NO SIGUIERON ESTUDIANDO: ¿EN QUÉ TRABAJAS?
Válidos
Seguro Social Comerciante Empleado Auxiliar Contable Agricultor Técnico NA Total
Frecuencia
Porcentaje
Porcentaje acumulado
1 4
1.1 4.4
1.1 5.5
35 2 1 1 47
38.5 2.2 1.1 1.1 51.6
44 97.8 98.9 100 95.6
91
100
*Fuente: Cuadro elaboración propia con datos de las respuestas de los jóvenes rechazados, procesado en S.P.S.S.
Como se puede observar en la cuadro 15 y descartando los 47 casos, ya que ellos son el resto de los jóvenes entrevistados, 30 casos de los que están estudiando y 17 que no estudian ni trabajan. Estos últimos serán analizados más adelante. Nos encontramos con un grupo de 35 casos de jóvenes que están trabajando como empleados, entendiendo con eso una categoría laboral cuya actividad es de tipo genérica, es decir no especializada. Son –según afirmaron- empleados
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de mostrador o dependientes en tiendas departamentales y de servicios. Se trata en todo caso de empleos de inicio en los que no se requiere especialización alguna ni experiencia previa. Por lo regular, su ingreso está determinado por el salario mínimo regional. Encontramos también cuatro casos los cuales su actividad laboral es el comercio, tratándose de comercio de tipo informal, es decir; que se dedican a la venta en negocios sea de tipo familiar o con empleadores sin ninguna prestación social legal. Además encontramos dos casos en los que se lograron emplear como auxiliares contables mediante recomendaciones familiares. Por último, un caso de ingreso al Instituto Mexicano del Seguro Social, otro de un técnico y uno más de un trabajador agrícola. De todos los casos, se puede afirmar que sólo en uno se puede hablar de un empleo cuyas ventajas laborales otorgadas son superiores a las de la ley: el joven que ingresó al IMSS. El mundo del trabajo tiene sus propias reglas y condicionantes. El trabajo no es precisamente lo más abundante, por lo que primero se debe de encontrar alguno. Está visto que los jóvenes es el sector que menos oportunidades de empleo tiene. Los afortunados que logran obtener alguno por lo regular son mal pagados o en condiciones de precariedad laboral. Las estadísticas oficiales4 dan cuenta de ello. Aquellos que logran obtener un empleo intentarán pagarse sus estudios, bajo la modalidad de estudiar y trabajar al mismo tiempo. Para otros les será difícil trabajar y estudiar. Las necesidades crecientes de la familia o la propia rutina de la vida, los puede conducir a un viaje sin retorno a la educación escolarizada. Ellos tendrán que enfrentar la competencia laboral en condiciones de desventaja contra aquellos que si tengan una carrera profesional. De este grupo se pueden desprender quienes decidan emigrar en busca de trabajo fuera de su lugar de residencia, sea del mismo estado o incluso país. De este grupo resulta de especial interés conocer las expectativas que desde la óptica del joven rechazado, que se encuentra trabajando, se forma y considera volver a intentar ingresar a la universidad. Dentro de las respuestas, 28 de estos jóvenes sí tienen 4
Datos del INEGI reportados en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2011, (ENOE). Señala al Estado de Sinaloa dentro de las entidades con mayor desempleo. Por otra parte, las entidades que durante el tercer trimestre de 2011 registraron las tasas de desocupación más altas fueron Aguascalientes con 8.2%, Tamaulipas 8.0%, Chihuahua 7.7%, Baja California Sur 7.6%, Sonora 7.3%, Distrito Federal, Tabasco y Zacatecas con 7.1% en lo individual, Nuevo León 6.6%, Tlaxcala 6.5%, Coahuila de Zaragoza 6.4%, Durango 6.3%, Estado de México y Sinaloa 6.2%, Guanajuato 6.1% y Baja California con 6.0% de la PEA. ENOE 2011. http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/comunicados/estrucbol.asp
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pensado volver a intentar ingresar a la universidad; mientras que 14 de ellos consideran que no, al menos en el mediano plazo. Solo 2 manifestaron al día de la entrevista no tener una respuesta definida.
Cuadro 3. ¿INTENTARÁN INGRESAR DE NUEVO A LA UNIVERSIDAD?
Válidos
Si No No sé NA Total
Frecuencia
Porcentaje
Porcentaje acumulado
28 14 2 47
30.8 15.4 2.2 51.6
30.8 46.2 100 97.8
91
100
Fuente: Cuadro elaboración propia con datos de la encuesta a los jóvenes rechazados. Datos procesados en S.P.S.S
Como lo hemos señalado, para 14 de estos jóvenes el trabajo se convierte en una opción de carácter permanente, al menos hasta el momento de la entrevista. Considerar el ámbito laboral como una opción permanente -tal como lo reportaron estos jóvenes- es caminar por un terreno en donde tendrán que enfrentar la precariedad del trabajo como una condición de vida permanente. Pudiera ser –sin tener comprobado esto- que el rechazo experimentado en su intento de ingreso a la universidad haya sido interiorizado negativamente y por lo mismo se considere no capaz de seguir estudiando y, por lo tanto ya no volver a intentar de nueva cuenta otra oportunidad. Esta relación causal es solo un adelanto, sin poderlo confirmar con los datos obtenidos hasta este momento. Los nini En los sub apartados anteriores dimos cuenta de los jóvenes rechazados que merced a su condición económica pudieron continuar estudiando en una universidad privada. También vimos al grupo de jóvenes que no siguió estudiando pero logró obtener un empleo. Ahora veremos al grupo de jóvenes rechazados que no se encuentran en ninguna de las situaciones anteriores. Es decir, sin escuela y sin
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trabajo. Se trata de un grupo que al ser entrevistado refirió que una vez que se enteró de no haber quedado en las listas de aceptados, pese a buscar empleo no lo ha encontrado. En esta situación encontramos a 17 jóvenes entrevistados. ¿A qué dedican su tiempo? Sostuvieron que se ocupan a labores de la casa (12 casos). Estas labores son desde luego de carácter no remunerativo, sin embargo son consideradas por ellos como actividades que generan algún tipo de ayuda a la casa. Algunos otros -tres casos- contestaron que “a nada”, lo cual establece una noción de su tiempo como algo vago o sin significado de utilidad; por último, 2 casos que realizan trabajos esporádicos, relacionados con las actividades o negocios de la familia. De este mismo grupo de jóvenes, 13 contestaron que se encuentran buscando empleo. Los 4 restantes han dejado de hacerlo. La condición de búsqueda constante de empleo conlleva una serie de gastos mínimos como el periódico para buscar avisos clasificados, fotocopiado de documentos, fotografías, traslado a las entrevistas. Por pequeños que sean, terminan por presionar y desalentar la búsqueda de empleo. Aunado a esto las repetidas negativas podrían haber influido en los estados de ánimo de los jóvenes. Esta etapa es la que mayor efecto puede tener en la reflexión sobre el significado de seguir estudiando. Aunque un título universitario no sea garantía de empleo seguro y bien remunerado, siempre es mejor tenerlo. Quizá por esta razón al preguntarles si intentarían ingresar de nuevo a la universidad, 11 respondieron que sí, y en 4 casos fue un rotundo no. En otros dos existían dudas. Este grupo que no encuentra empleo por las mismas condiciones en que se encuentra el mercado laboral termina quedándose en su casa dependiendo de la familia. Ayudando en las labores propias de la casa, esperando que se le presente una oportunidad de trabajar o en su caso aduciendo el argumento de que se esperará al ciclo escolar más próximo para intentar de nueva cuenta ingresar a la universidad. Potencialmente este grupo es el que contiene los mayores riesgos sociales, merced a su condición de inactividad a su situación de desconsuelo y a la pérdida de expectativas, al quiebre del proyecto de vida, que se vio trastocado con la negativa al acceso a la carrera profesional para la cual se sometió al proceso de selección, no pudiendo obtener su ingreso. Este grupo de jóvenes que se les ha dado en llamar ninis, acrónimo cuyo significado es que ni trabajan ni estudian, apareciendo como una nueva categoría social cuyo análisis
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ha brotado de las alertas de los rectores y de algunos gobernantes5. Se trata de un segmento social que merced a una doble exclusión6 son estigmatizados por los medios de comunicación. El cierre de oportunidades educativas aunado a lo escaso de puestos de trabajo para jóvenes los deja en una condición social de fragilidad. Situación que en estados como Sinaloa, pueden presentar riesgos adicionales. Colofón En el interés de conocer el perfil socioeconómico de los rechazados, expresados en algunas variables económicas y sociales, partimos de la categoría sociológica que remite al origen social y pertenencia de clase de estos jóvenes. Analizando el ingreso familiar, número de integrantes, contexto cultural y profesional de su entorno, como factores influyentes en la adquisición del “capital cultural incorporado” que se pondrá en competencia por los espacios educativos. Con toda prudencia, aceptamos la existencia de casos atípicos en los que pese al origen social, el joven pueda obtener resultados positivos, habiéndole dedicado más tiempo y esfuerzo a su propia formación. Estos se explican solo atendiendo a su singularidad. También se ha dicho que no es la generalidad. Esto se pudo observar en el hecho de que el grupo mayoritario de los jóvenes rechazados, provienen de familias cuyo ingreso total es menor a los 6000 pesos mensuales, condición difícil de franquear. Hemos intentado acercarnos a los sentimientos de los jóvenes ante su situación de rechazo. Apaciguados los ánimos externaron lo injusto de haber sido rechazados y la opacidad en la que se toman las decisiones que terminan por afectarlos. Sentimientos de tristeza, frustración y molestia son elementos que –sin tener estudios publicados- deben de gravitar en ellos por el resto de sus vidas. Al mismo tiempo este efecto tuvo repercusiones en el entorno familiar, por el gasto realizado o por la pérdida del ciclo escolar. Todo esto es visualizado como producto de políticas públicas que han abandonado la inversión en la creación de más espacios en las universidades.
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En declaración reciente al periódico Noroeste el Gobernador Mario López Valdez comentó “En Sinaloa, uno de cada 4 jóvenes es un "ni-ni", es decir, ni estudia ni trabaja, y forma parte de la población más susceptible de caer en adicciones o involucrarse en el crimen organizado”. Noroeste de fecha 06/07/2012. Nota de Cecilia Barrón. 6 Se trata de un segmento social que ha sido excluido del sector educativo escolarizado al mismo tiempo que no puede tener acceso a las oportunidades laborales. Es por lo tanto receptáculo de la exclusión laboral al mismo tiempo que de la exclusión educativa.
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Respalda lo anterior el hecho de que 53.8% de los encuestados consideró la falta de lugares como la causa principal de su rechazo. Esta es parte de la realidad a la que se enfrentan los jóvenes rechazados. Para un porcentaje importante, el trabajo se presenta como lo más inmediato y necesario, con empleos por lo general de salario mínimo. Otro grupo no tendrá ni siquiera la posibilidad de trabajar, en la inercia de la vida familiar. Dependiendo de los ingresos que pueda proveer el jefe de familia y en algunos casos mantener la ilusión de volver a intentar ingresar a la universidad. Otro grupo que dejamos al último por razones de prioridad, no tendrá problemas y como lo vimos y registramos en su momento, merced a su nivel económico, pudieron continuar sus proyectos de vida, no así en la universidad pública, pero sí en las universidades privadas. Este grupo refuerza lo afirmado en esta investigación: la exclusión social en el ámbito educativo tiene una relación directa con el origen social y desde luego con el estatus.
BIBLIOGRAFÍA Gil Antón, Manuel. (2010). “Acceso a la educación superior: caminos, veredas, barrancos y vías rápidas”. Los grandes problemas de México. Tomo V. Desigualdad social. El Colegio de México. México. D.F. INEGI reportados en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2011, Guzmán Gómez, Carlota. (2012). “Quedar afuera: experiencias y vivencias de los jóvenes que no logran ingresar a la universidad”. Revista cultura y representaciones sociales. Año 6, núm. 12. Pág. 131. Karzs, Saúl. (2004). La exclusión: bordeando sus fronteras. Definiciones y matices. Gedisa. Barcelona. España. Subirats, Joan; Gomá R y Brugué J. (2005). Análisis de los factores de la exclusión social. Fundación BBVA. Generalitat de Catalunya. Universidad Autónoma de Sinaloa. “Presentan examen CENEVAL más de 38 mil jóvenes para su ingreso en la UAS”.
http://dcs.uas.edu.mx/index.php?sec=3&op=2&tipo=i&id_notici a=1710 21/mayo/2011 http://www.maz.uasnet.mx/index.php/educacionsuperior Universidad de Occidente. Información consultada en Sitio oficial internet. http://sistemas.udo.mx/portaludo03/ Consultado 25/mayo/2011.
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DE MIGRANTES: ORGANIZACIÓN, ÉTNICAS Y DESARROLLO
ECONOMÍAS
Brianda Elena PERAZA NORIEGA
Doctora en Estudios del Desarrollo por la UAZ. Estudió Comercio Internacional y la Maestría en Estudios de EU y Canadá en la UAS. Es profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales.
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Introducción Las comunidades de migrantes se organizan de diversas maneras para fines de orden comunitario, y que tienen que ver con la solidaridad y la supervivencia económica. Las formas de reproducción económica obedecen a diversos factores, como el entorno en el que se desarrollan, su condición cultural y las restricciones propias de su condición de migrantes. Aquí se analiza el papel de las organizaciones de migrantes como potenciales agentes de desarrollo en diversas modalidades. Por ejemplo: el desarrollo humano, la economía solidaria y el desarrollo alternativo, en los contextos local y transnacional. Adicionalmente observamos si las economías étnicas pueden funcionar como una modalidad de un desarrollo alternativo social, local o comunitario, dentro de un capitalismo avanzado. Se discute también si la economía étnica puede considerarse, a través de sus características y algunos aspectos de su funcionamiento, como factor limitante o de desarrollo en las comunidades migrantes. Organización de las comunidades migrantes El migrante organizado en asociaciones que optimicen su fortaleza grupal puede convertirse en un generador de desarrollo comunitario. Con una participación multidimensional de la organización transnacional de los migrantes es posible trascender del aspecto comunitario, como base, hacia otras dimensiones, en los esquemas que brinda el desarrollo regional alternativo (Delgado, Márquez y Rodríguez, 2004). Un elemento fundamental en esta dinámica es el empresario migrante. Se trata del migrante establecido que es propietario de una pequeña empresa cuyos objetivos son producir y vender bienes o servicios y obtener beneficios. Cuando estos empresarios se organizan formalmente en distintos niveles, con la ayuda de sus redes sociales, en clubes, asociaciones, fraternidades, federaciones, etc., con la finalidad de generar cierto nivel de bienestar ó mejora en su comunidad, a través de inversiones y generación de empleo, se configuran las características que ofrece la alternativa del desarrollo local y del desarrollo comunitario, mediante sus tres principales aspectos: comunidad –acompañado de la solidaridad étnica-, cultura regional y la participación colectiva.
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Las experiencias procedentes de los estados de Guanajuato, Michoacán y Zacatecas sugieren la presencia de dos tipos de empresarios migrantes: el empresario clásico cuyo interés central es sobre todo privilegiar la obtención de ganancias, y el empresario líder de un club o de una federación de clubes, cuyo interés, además de realizar inversiones rentables y generar empleos, desarrolla vínculos de colaboración con sus comunidades de origen. Este último tipo de empresarios, posee potencial para generar esquemas asociativos de inversión con otros empresarios locales, nacionales e incluso extranjeros7 (Moctezuma, 2001). Por ello la importancia de analizar el entorno en el que se encuentran éstos, así como las comunidades étnicas empresariales, para detectar y conocer las características de los migrantes empresarios que cuentan con el potencial para fortalecer un esquema de desarrollo comunitario a través de inversiones y generación de empleo; y el grado de desarrollo que éste a su vez, ya sea de manera individual u organizada, pueda ser capaz de promover en sus localidades de origen. Ejemplos de organización empresarial La organización empresarial refleja cómo los empresarios presentan una estructura que los encamina a actuar como sujetos organizados, capaces de promover estrategias, y esto se materializa en redes de asesoría y transferencia de información. Con respecto a los datos obtenidos para la tesis doctoral8, 29.5% de los empresarios encuestados pertenecen a una estructura de este tipo o a una asociación de migrantes, lo cual ya marca una pauta en la evolución de su comportamiento, que va más allá de que el empresario inmigrante mexicano enfrente solo, sin apoyo y careciendo de orientación todas sus facetas, identificándose y organizándose como sujeto empresarial. Algunos empresarios a través de los clubes y asociaciones que lideran fortalecen a sus entidades con la ayuda de sus gobiernos de origen
La experiencia concreta de migrantes de Guanajuato, apoyados con el programa estatal: “Mi Comunidad”, es un ejemplo de lo mencionado (Moctezuma, 2001). 8 En la investigación de campo recabamos 61 cuestionarios en formato de encuesta a negocios, aplicados a empresarios inmigrantes mexicanos o a managers; 32 etnoencuestas a trabajadores inmigrantes en negocios étnicos de empresarios inmigrantes; 22 etnoencuestas a otros trabajadores; 20 encuestas a consumidores en negocios típicos étnicos; 16 historias de vida a empresarios “clave”; y 9 entrevistas a personas del ramo empresarial mexicano en el sur de Los Ángeles, California. En total se entrevistó a 25 personas y encuestó a 135 (Peraza, 2012). 7
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estatal y apoyándose en ellas como plataformas de lanzamiento, las cuales promueven sus productos y negocios. En el marco de la organización empresarial también vemos como los líderes de las asociaciones de migrantes que son empresarios, a su vez figuran como socios comerciales en conjunto con los dueños de algún consorcio comercial, como sucede con algunos empresarios inmigrantes mexicanos que cuentan con negocios en Plaza México. Aquí podemos destacar que los migrantes organizados son en general migrantes establecidos, la mayoría cuenta con residencia permanente y sus líderes son migrantes que poseen solvencia económica. Plaza México y sus actividades de ayuda comunitaria Plaza México es un espacio donde el empresario inmigrante mexicano busca promover a través del comercio los productos de sus entidades de origen. Un ejemplo de lo mencionado, pero, en el entorno social y comunitario lo constituye la Fundación Plaza México. Esta Organización se apoya en diversas organizaciones para realizar obras de ayuda social, como el otorgamiento de becas, apoyo al deporte y salud de algunas comunidades. La Fundación se compone por personal de Plaza México – empresarios y trabajadores- y de asociaciones de clubes de migrantes. Asimismo, hoy en día Fundación Plaza México se encuentra trabajando con algunas universidades y entidades privadas de México. Por ejemplo, en el mes de mayo de 2011 se colaboró en conjunto con la Universidad de Guadalajara para la creación de un consejo de arte, cultura y educación, actividades que en un futuro se pretenden llevar a cabo con parte de la comunidad latinoamericana. Otra obra social emprendida por la Fundación en compañía de la Fraternidad Sinaloense en California, consistió en construir algunos edificios en la UAS, campus Mocorito, en la que contaron con la presencia de “Banda El Recodo”, que regaló un concierto-baile en Plaza México, y las ganancias del evento fueron recaudadas para la construcción de las instalaciones universitarias. Cabe mencionar que a través del programa 3x1 se cuadriplicó el monto de la inversión9. La asociación actúa como una especie de soporte, y a través de sus conexiones atrae al migrante empresario, y el migrante colectivo 9
El evento fue realizado en 2008. Este tipo de obras se siguen reproduciendo a través de la participación de artistas mexicanos interesados en apoyar a sus comunidades de origen, asegura Mario Cárdenas, director de Relaciones Públicas de Plaza México (Entrevista, nov. de 2011).
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organizado –fundación Plaza México y Fraternidad Sinaloense en California- es el factor de atracción al empresario –perteneciente a la misma plaza comercial en la ciudad de Lynwood, California-; en este caso la Fundación sirve de apoyo para desarrollar iniciativas de ayuda comunitaria promovidas por los mismos empresarios. Así, un elemento fundamental en esta dinámica la constituye el empresario migrante a través del elemento organizativo. El entorno de las comunidades étnicas empresariales La reestructuración económica experimentada en el Condado de Los Ángeles a partir de la década de los 70’s, propició una transformación notable de su base económica urbana, la cual ha sido aprovechada por los inmigrantes mexicanos para insertarse en los nuevos mercados de trabajo, sobre todo en puestos de bajos salarios y pobre calificación. Los flujos migratorios debidos a este fenómeno han sido tan grandes que en la actualidad existen comunidades en el Condado con tasas de poblaciones de mexicanos superiores al 70% (Valenzuela, 2003). Estas grandes concentraciones de mexicanos han generado la proliferación de pequeños comercios. Negocios como restaurantes, mercados y tiendas al menudeo, han sido establecidos por inmigrantes mexicanos -convertidos en pequeños empresariospara satisfacer la demanda creciente de servicios y mercancías que reclama la idiosincrasia de estas grandes masas de inmigrantes. Según datos obtenidos del censo económico estadounidense realizado en 2007 y presentado en el año de 2010, los negocios propiedad de minorías étnicas ascendían a 5, 759, 209 representando esta cantidad un 21% de la totalidad de las firmas. En ese mismo año había en Estados Unidos 1,035,748 negocios propiedad de empresarios de origen mexicano; 373, 681 en el estado de California y 141, 945 negocios en el Condado de Los Angeles. El 90 % de todos ellos están ubicados en los siete estados donde se localizan las ciudades con mayor concentración de inmigrantes mexicanos. En ese mismo año había en Estados Unidos 1, 035,748 negocios propiedad de empresarios de origen mexicano, presentándose un incremento de 563,715 en comparación a lo mostrado diez años atrás; esto es, en 1997 había en la Unión Americana 472,033 negocios propiedad de empresarios de origen mexicano (U.S. Census Bureau, 1997), factor que nos habla de un incremento considerable. Es Los Ángeles para Durand y Massey (2003), una capital migratoria que se distingue por un nivel muy alto de concentración de
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migrantes. Por tanto, es un espacio territorial que se distingue étnica, racial y lingüísticamente por este componente migratorio. Para el país de origen es un lugar emblemático, mítico con fuerte contenido simbólico. Es un punto de referencia para todos: los migrantes que pertenecen a ese flujo; los no migrantes que se quedan en el lugar de origen, pero que conocen muchos de sus aspectos y características, y para la población del país de acogida, que sabe y reconoce la presencia o predominancia de determinado grupo étnico. Por ejemplo, nadie discute o desconoce la primacía de Los Ángeles para los mexicanos, o Miami para los cubanos, Nueva York para los puertorriqueños. Una capital migratoria, como Los Ángeles, cuenta con un conjunto de barrios mexicanos, algunos de ellos con más de un siglo de antigüedad, como East L.A. Por otra parte, allí se concentran una multitud de servicios: consulares, religiosos, bancarios y comerciales. La capital migratoria cuenta con periódicos mexicanos, estaciones de radio y televisión, centros culturales, museos y centros de investigación. Allí radican las casas matrices de distintas organizaciones políticas, no gubernamentales y de apoyo al migrante. Hacia allí se dirigen los políticos y académicos del país de origen y los líderes comunitarios que buscan incidir en la comunidad radicada en el exterior. En la capital migratoria, los migrantes pueden acceder a un mercado de trabajo amplio y diversificado, y tienen a miembros de su comunidad de pertenencia participando en diversos niveles socioeconómicos y sectores sociales. Finalmente, en la capital migratoria la comunidad ha logrado tener algunos representantes de elección popular y funcionarios de alto rango. En cuanto al aspecto regional, la carga simbólica es mucho menor, pero cumple con importantes funciones de concentración y prestación de servicios en el ámbito regional. Una condición indispensable es que el lugar de referencia cuente con algunos barrios que se identifiquen con el país de origen, un mercado de trabajo amplio que se complemente con un mercado de trabajo étnico, organizaciones culturales y de servicios: grupos religiosos, sindicatos, clubes, federaciones, ONG´s; y finalmente, debe contar con una presencia cultural significativa y visible en la prensa escrita, hablada y televisada (Durand y Massey, 2003). Otra característica, presente en estos centros masivos de inmigración, es la existencia cada vez más frecuente de empresas creadas por inmigrantes que emplean a trabajadores de su misma raza o de su país de procedencia. Este tipo de empresas forman economías étnicas, relacionadas con “aquel
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empleo creado por una minoría para sí misma y viene a significar relaciones coétnicas dentro del mercado de trabajo” (Bonacich y Modell, 1981). Una economía étnica genera el empleo de minorías étnicas y de inmigrantes, creándoles su propio mercado de trabajo. Cuando las comunidades de migrantes se agrupan a manera de clubes, asociaciones, fraternidades ó federaciones, por ejemplo, se presenta una opción de desarrollo social, el cual implica propiciar entre ellas mismas un entorno que promueva la fortaleza y el desarrollo comunitario del grupo mediante la promoción de obras de beneficio social en su localidad y en su estado natal de procedencia, así como la preservación de sus costumbres, artes, lenguaje y cultura – tal es el caso de las actividades emprendidas por Organizaciones como la Federación de Clubes de Zacatecanos del Sur de California, Illinois y Forth Worth, Texas, así como la Fraternidad de Sinaloenses de California- (Véase en Moctezuma, 2000 y en Revista Fraternidad Sinaloense de California, Inc. 2001). La solidaridad comunal en la economía étnica es otro recurso colectivo que los miembros del grupo pueden utilizar para fomentar el desarrollo social. Algunas economías étnicas cuentan con elementos en común con las variantes del desarrollo alternativo local y del desarrollo comunitario, tales como la participación, la solidaridad étnica y el factor comunitario. La participación de sus actores puede ser un recurso fundamental para que se genere la mejora de la comunidad. Se comenta a continuación estas opciones de desarrollo para la comunidad de migrantes. Desarrollo humano para las comunidades de migrantes Las organizaciones o asociaciones se componen de migrantes colectivos transnacionales que buscan resolver las necesidades de sus miembros. Se aprecia que el fenómeno no involucra un desarrollo económico, sino social. Bajo este enfoque social, Sen (2000) concibe al desarrollo como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos. Es decir que el desarrollo no debe medirse con otro indicador que no sea el aumento de las libertades de los individuos, lo cual no viene a reflejarse en factores meramente económicos, sino sociales. Sen no define al desarrollo en base a la renta sino por la capacidad que tienen las personas de transformar esa renta en aquello que ellas consideran necesario para llevar la vida que quieren llevar. El desarrollo se basa en la libertad justamente porque esta permite a los individuos aumentar las capacidades que les permitan vivir de la forma en que quieran vivir, lo cual es el objetivo
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de alcanzar un mayor desarrollo (Sen, citado por Edo, 2002). Este es un enfoque basado en las personas, es decir más humano. El Desarrollo Humano (DH) entonces es un paradigma de desarrollo que va mucho más allá del aumento o disminución de los ingresos de un país. Comprende la creación de un entorno en el que las personas puedan desarrollar su máximo potencial y llevar adelante una vida productiva y creativa de acuerdo con sus necesidades e intereses. Las personas son la verdadera riqueza de las naciones. Por lo tanto, el desarrollo implica ampliar las oportunidades para que cada persona pueda vivir una vida que valore. El desarrollo entonces es mucho más que el crecimiento económico, que constituye solo un medio, si bien muy importante, para que cada persona tenga más oportunidades (Sen, citado por PNUD, 2009). La economía solidaria en las comunidades migrantes Razeto (véase Veltmeyer, 2003) describe a la economía solidaria como la actividad en la que sus participantes se encuentran asociados ya sea en grupos, asociaciones privadas ó familias e intercambian, obtienen y producen elementos del mercado. En la realización de todo ello, como en toda actividad de intercambio, se busca alcanzar algún beneficio. La actividad de una economía étnica puede reflejar, en primera instancia, el sentido de una economía solidaria. En el intercambio de beneficios y actividades se aprecia también cierta reciprocidad entre el patrón y el empleado, como lo reflejan las frases coloquiales: puedo cooperar ahora contigo esperando que más tarde tú puedas hacerlo por mí (Fernández Kelly, citado por Moctezuma, 2003) o como dice un clásico de la sociología: como tu conmigo yo contigo (Weber, citado por Moctezuma, 2003). La economía solidaria ó de solidaridad para Razeto se crea por la acción y la organización autónoma de los pobres en las sociedades ocupantes de un creciente “sector informal”, y la cataloga como una respuesta defensiva a una situación de extrema necesidad (véase Veltmeyer, 2003). Aquí la identidad es más simbólica, esto significa que ante el paso de la identidad a la membresía todo migrante trasciende del sentimiento perceptivo hacia la acción. Asimismo, cuando el migrante se organiza asume compromisos hacia la comunidad, la entidad ó el país, incluso en su carácter transnacional logra ir más lejos, es decir, en el caso de los migrantes, se trata de la reconfiguración extraterritorial de la vida comunitaria, en donde es posible recuperar y transitar de la identidad simbólica hacia la membresía práctica en todas sus dimensiones,
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(Moctezuma, 2003 y 2008). La práctica de las asociaciones de migrantes descansa en la identidad y en la membresía comunitaria de sus miembros, la cual evoluciona en su organización hasta alcanzar altos niveles de complejidad (Moctezuma, 2008). Una de las oportunidades más atractivas que brinda la economía étnica, es que dentro de ella los inmigrantes pueden acceder a oportunidades de empleo a lo largo de toda la jerarquía ocupacional, incluyendo posiciones gerenciales administrativas y profesionales –lo cual es difícil de conseguir en el mercado general-. Visto desde una perspectiva institucional, las economías étnicas funcionan frecuentemente como mercados internos de trabajo protegiendo (al menos en parte) a los trabajadores inmigrantes de la competencia que existe en el mercado general. La economía étnica opera mediante redes formales e informales, las cuales llevan a que el inmigrante se inserte y permanezca en la comunidad étnica, además proporcionan soluciones laborales cuando los migrantes están en situación de desventaja, ante lo cual, figuran como los intermediarios de la misma nacionalidad los que llegan a dominar la incorporación de sus connacionales en un determinado sector laboral (Macdonald y Macdonald, 1964). Además, las redes sociales desempeñan un destacado rol, ya que responden a necesidades apremiantes y llenan vacíos que las relaciones políticas y económicas no pueden llenar o lo hacen parcialmente (Moctezuma, 2003). La solidaridad comunal en la economía étnica es un recurso colectivo que los miembros del grupo pueden utilizar (Light y Bonacich, 1988). En las propuestas del Desarrollo Alternativo (DA), la comunidad aparece como el beneficiario clave del proceso del desarrollo: sujeto y objeto de él, y la participación se propone como el factor, el presupuesto esencial de solidaridad (Veltmeyer, 2000). Algunas economías étnicas cuentan con elementos en común con las variantes del desarrollo alternativo local y del desarrollo comunitario, tales como la participación, la solidaridad étnica y el factor comunitario. La participación de sus actores, por ejemplo, es un recurso fundamental para que se genere la mejora y el desarrollo de la comunidad (Veltmeyer, 2000; García, 2003; Alburquerque, 2004). Las economías étnicas pudieran funcionar como una modalidad de desarrollo alternativo local u otro desarrollo, dentro de un capitalismo avanzado. El Aprovechamiento de los factores endógenos, el capital social de sus miembros por ejemplo, es primordial en estas
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alternativas de desarrollo. En las economías étnicas cada empleado debe de aprovechar sus destrezas y habilidades para sobresalir laboralmente y operar con eficacia en el mercado de trabajo. Además, la participación, como ya se había planteado anteriormente, se presenta como un componente esencial de solidaridad. Lo fundamental es que el objeto del proceso sea a la vez colectivamente sujeto: constituyéndose como protagonista del desarrollo de la comunidad en todas y en cada una de sus dimensiones –económica, social, política, étnicamente, etc. (Veltmeyer, 2000). El empresariado étnico organizado eficaz y formalmente en asociaciones que optimicen su fortaleza grupal puede convertirse en generador de desarrollo local. Con todo lo mencionado no se pretende concluir que las economías étnicas se consideren, en un sentido amplio, como un modelo de desarrollo alternativo, pues la obtención del tan deseado desarrollo no está garantizada por su carácter limitado al mismo entorno étnico. Más bien estas economías se presentan como una opción de inserción laboral en la que el individuo solo por ser un miembro de la comunidad coétnica tiene la oportunidad de adquirir un progreso económico de acuerdo a su capital humano (destreza, desarrollo de habilidades, potencialidades, experiencias) del capital social (redes sociales y la solidaridad étnica), oportunidad que muchas veces le es negada en el mercado general. Sin embargo, cuando el empresario es innovador y realiza inversiones sociales contribuye de manera estratégica al desarrollo económico local. La figura del empresario innovador es un elemento decisivo en la gestión y organización de la actividad productiva. No obstante, el impulso del desarrollo no depende solo de la figura del emprendedor ya que la existencia del entorno innovador territorial también resulta decisiva. Es por eso que las políticas locales deben estimular el cambio social necesario para el surgimiento de las capacidades empresariales locales innovadoras –tanto en el exterior como en las comunidades de origen, lo cual exige la valoración social positiva del empresario innovador y asegurar la formación en gestión empresarial como un elemento decisivo a través del fomento de capacidades (Alburquerque, 2008). De acuerdo a las prácticas de las comunidades étnicas empresariales mexicanas, éstas pueden considerarse como agencias promotoras del progreso económico de sus miembros al momento de brindarles la oportunidad de escalar mejores posiciones laborales y de entrenarlos a la obtención de un futuro autoempleo, y, por supuesto, cuando los empresarios se organizan y emprenden iniciativas de
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apoyo a través de inversiones productivas a sus comunidades de origen mediante proyectos de desarrollo económico local. Las remesas colectivas y actividades económicas La fortaleza económica de las comunidades de migrantes es visible y medible mediante los montos de las remesas que envían a su país de origen. Los envíos colectivos de los migrantes cobran diferentes significados dependiendo su destino: ya sea consumo ó inversión familiar ó colectiva en obras ó proyectos comunitarios (Goldring, citado por Moctezuma, 2003). Mientras que las remesas familiares10 van dirigidas a una inversión de índole familiar, las colectivas y productivas van dirigidas a resolver carencias desde donaciones filantrópicas a los más necesitados de una comunidad, como la mejora de los servicios básicos comunitarios, hasta incidir en obras productivas. No hay que olvidar que las remesas colectivas surgieron mucho antes de que el Estado se interesara por los migrantes; de alguna manera se puede sostener que adoptaron su forma actual hace más de 40 años. Esto mismo contradice a quienes afirman que el tipo de proyectos promovidos por las remesas colectivas dan cuenta sólo del involucramiento de los migrantes con el Estado e, incluso, del desarrollo de relaciones corporativistas y de sujeción política (Burgess, cit. por Moctezuma, 2008). Lo cierto es que tanto las remesas colectivas como las inversiones sociales favorecen la organización, el mismo empoderamiento comunitario e inciden en el diseño de políticas públicas en el marco del desarrollo social (Moctezuma, 2003). No hay que olvidar que el grado de madurez que llegan alcanzar las asociaciones de migrantes – y por ende sus resultados- está en relación directa a su nivel de formalización (Moctezuma y Pérez, 2007). Todo ello involucra mecanismos asentados en Estados Unidos, controlados por las organizaciones de migrantes y orientados a conjuntar y potenciar el ahorro de éstos en sus diferentes modalidades incluyendo los distintos niveles: individual, familiar y colectivo, y a contribuir, por medio de esta vía, al empoderamiento binacional del migrante (García, 2003). El empoderamiento de los migrantes es parte crucial 10En
2009 México sufrió la caída anual más grande en su historia por recepción de remesas familiares, misma que representó el 18.77% respecto de 2007 y cuyo monto absoluto de esa reducción fue de 4,894.70 millones de dólares, cifra superior a las remesas que recibe Guatemala, el país centroamericano que recibe una cantidad mayor (Moctezuma, 2010).
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de la estrategia de desarrollo sostenible en los países de origen. Ya que empoderar significa establecer condiciones que permitan a los migrantes participar equitativamente en la vida económica, social y política en los países de origen y destino. Al tiempo que las asociaciones de migrantes desempeñan un papel esencial en estos procesos, los Estados deberían de adoptar un enfoque incluyente y transparente para asegurar la diversidad de la representación en diálogos y consultas (García, 2009). Con la participación multidimensional de las organizaciones transnacionales de los migrantes se trasciende el horizonte comunitario –que le sirve, no obstante, de soporte- y se direcciona la voluntad colectiva hacia otros escenarios, en los umbrales del desarrollo regional alternativo (Delgado, Márquez y Rodríguez, 2004). La organización migrante representa una disposición potencial financiera -al menos hasta antes de la crisis estadounidense agudizada en 2006 -la cual mediante fondos colectivos supera las limitaciones de las remesas individuales o familiares, para destinarse a obras sociales, y en algunas ocasiones a proyectos de desarrollo local y regional. Además, el impacto más significativo se registra en las economías regional y local, donde impulsan la industria de bienes de consumo y estimulan la expansión de los servicios, además, dado que estos recursos son recibidos directamente por los familiares de los migrantes, con frecuencia las remesas pueden tener un impacto similar a los beneficios derivados de las políticas sociales centradas en la atención a grupos vulnerables (Conapo, 2000). El flujo de remesas constituye una fuente significativa de divisas para los países de la región, que en 2004 recibieron 40 mil millones de dólares por este concepto (García, Delgado y Márquez, 2009). En el caso de México, el país capta remesas familiares, es decir, una fracción del ingreso salarial, que los migrantes transfieren a sus lugares de origen: 16.6 miles de millones de dólares en 2004 (Banxico, 2005, citado por Delgado, Márquez y Rodríguez, 2009). Pero en 2009, México sufrió la caída anual más grande en su historia por recepción esas remesas.11 Por ejemplo, en el 2010 las remesas cerraron el año en un promedio de 21.271,19 (miles de millones de dólares) mientras que en el 2007 se mantenían a una cantidad de 26.049,64 (Moctezuma, 2011). Aunque a 11
En el año de 2007 en México se recibieron por concepto de remesas familiares 26, 049.64 millones de dólares, mientras que en 2009 bajaron a 21,244.70 millones de dólares (Moctezuma, 2010).
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partir de octubre de 2010 se observaron los primeros signos de recuperación, representando durante los primeros cuatro meses de 2011 un incremento de 5.33% con respecto de 2010 (Moctezuma, 2011). En dato más reciente del BBVA, en abril de 2012 las remesas a México crecieron a una tasa anual del 8.2% en términos de dólares y un 16% en pesos reales (Fundación BBVA Bancomer, 2012). Los migrantes como agentes de desarrollo Ante este cúmulo de actividades se puede considerar al migrante colectivo transnacional organizado como un agente del desarrollo social. Según García (2009), los migrantes como socios solidarios pueden contribuir al desarrollo sostenible. Los Estados y las organizaciones de la sociedad en los países de destino, pueden contribuir en esta perspectiva. Sin embargo, hay quienes afirman que el postulado de que los migrantes son los nuevos agentes del desarrollo es un principio emanado de la ideología neoliberal que oscurece la naturaleza del nexo migración-desarrollo y pretende achacar a los propios migrantes la responsabilidad de mejorar sus condiciones de vida y trabajo, soslayando las causas de fondo de la problemática y mucho menos proponiendo cambios estructurales, institucionales y políticos orientados a una transformación social sustantiva (Delgado, Márquez y Rodríguez, 2009). Esta afirmación debiera matizarse, pues el migrante colectivo formalmente organizado es un potencial agente de un desarrollo social comunitario, económico y hasta político pues está presente de forma activa en estas tres esferas mediante la gestación de proyectos a través de un compromiso activo con su comunidad, desempeñando de esta manera un papel como promotor de las iniciativas de desarrollo. Conclusiones El migrante colectivo organizado es un potencial agente de un desarrollo social comunitario, económico y hasta político, pues incide e implementa estrategias mediante la gestación de proyectos a través de un compromiso activo con su comunidad, desempeñando un papel de promotor de las iniciativas de desarrollo. En el mercado abierto de la sociedad capitalista de Estados Unidos, existen condiciones que favorecen a las economías étnicas como factor de desarrollo y promotor de crecimiento de las comunidades de migrantes. Es necesario explorar las diversas alternativas o modalidades de desarrollo que tienen algún grado de
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viabilidad en base a las condiciones de las comunidades de migrantes y a sus propios intereses. A primera vista parecería que, debido a su carácter limitado a su entorno étnico, estas economías no se pueden considerar como agente de desarrollo alternativo. Pero tal desarrollo alternativo implica mejorar las economías locales a través de la implementación de estrategias que permitan el fortalecimiento y crecimiento orientado a mejorar los niveles de acumulación local, optimizando el uso de los recursos naturales y artificiales existentes. Sin embargo, las organizaciones de tipo étnico, además de su carácter cultural, operan en ciertas circunstancias como organismos con intereses económicos concretos; combinan características tanto de la economía de mercado, como de enfoques alternativos, aunque no sea a nivel consciente, porque no hay una estructura administrativa formal para el desarrollo económico. El empresariado étnico organizado en asociaciones que optimicen su fortaleza grupal puede convertirse en un generador de desarrollo social y local a través de sus tres factores básicos: participación, solidaridad étnica y el factor comunitario. Es necesario explorar varias modalidades de desarrollo. Por ello se necesitan estudios adicionales para vislumbrar la potencialidad de convertir a las economías étnicas en células de alguna variante del desarrollo alternativo. La motivación está presente, pues, culturalmente, hay elementos para suponer que las economías étnicas buscan formas alternativas al modelo neoliberal de mercado.
Referencias Alburquerque, Francisco (2004), “Desarrollo económico local y descentralización en América Latina,” Revista de la Cepal 82, Abril. Alburquerque, Francisco (2008), “Desarrollo y territorio: Propuesta para la acción”, en Eugenia Correa, José Déniz y Antonio Palazuelos (Coords.), América Latina y desarrollo económico, Madrid: Akal. Bonacich E. y J. Modell. (1981). The economic basis of ethnic solidarity: A study of Japanese Americans. Berkeley y Los Ángeles, University of California Press. Consejo Nacional de Población. <http://www.conapo.gob.mx/00cifras/00indicadores.htm> 2000. Delgado Wise, Raúl, Márquez, Humberto y Rodríguez, Héctor (2009), “Seis tesis para desmitificar la relación entre migración y desarrollo”, Migración y desarrollo, no. 12. Gordon Milton M. 1964. Assimilation in American Life: The Role of Race, Religion and National Origins, Oxford University Press, New York.
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Durand, Jorge y Douglas S. Massey. 2003. “Regiones de destino”, en Clandestinos. Migración México- Estados Unidos en los albores del siglo XXI. México: UAZ, pp. 97-146. Edo, M. (2002). Amartya Sen y el desarrollo como libertad. Recuperado el 03 de noviembre de 2009, de http://www.amartyaar.net/articulo_sen_desarrollo.pdf García Zamora, Rodolfo (2009), Desarrollo económico y migración internacional: los desafíos de las políticas públicas en México. México: UAZ. García Zamora, Rodolfo, Raúl Delgado Wise y Humberto Márquez Covarrubias. 2009. “Migración Internacional y Políticas Públicas Alternativas en México”. México: UAZ. ------------ y E. Bonacich. (1988). Immigrant Entrepreneurs. Koreans in Los Angeles. 1965-1982. U. of California Press, Berkeley y Los Ángeles. Moctezuma, M. 2000. “La organización de los migrantes Zacatecanos en Estados Unidos”. Cuadernos Agrarios, Nueva Época, México, 2000. ------------2010. “El saldo de las remesas familiares en 2009”. Migración y Desarrollo. No.12. ------------ (2011). De la comunidad imaginada a la práctica de la ciudadanía sustantiva: Transnacionalidad de los sujetos migrantes. Miguel Ángel Porrúa-Universidad Autónoma de Zacatecas. México. Peraza, Brianda. (2012). Tesis de Doctorado: La Economía Étnica Transnacional Mexicana en las ciudades de Lynwood y Huntington Park, California: 1987-2011. Doctorado en Estudios del Desarrollo. UAZ, Zacatecas, Zacatecas. PNUD. 2009. Informe anual sobre desarrollo humano. PNUD, 2009. Revista Fraternidad Sinaloense de California, Inc. 2001. Sen, A. (2000), Desarrollo como Libertad; Madrid: Editorial Planeta. United States Census Bureau (2002b). “Survey of business owners: Hispanic-owned firms: 2002”, reporte en línea elaborado por el U.S. Census Bureau, recuperado el 3 de noviembre de 2010, de: <http://www.census.gov/epcd/mwb/ca/CA.html>. Veltmeyer, Henry (2000). America Latina: capital global y la perspectiva del desarrollo alternativo. Zacatecas. Mexico: UAZ and UNESCO. Veltmeyer, H. y A. O’Malley. (coords.) (2003). En contra del neoliberalismo. El desarrollo basado en la comunidad en América Latina. México, Miguel Ángel Porrúa.
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APUNTES: LA DISCAPACIDAD Y LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA IDENTIDAD
Juan Manuel NUÑEZ GONZALEZ Introducción En este trabajo se plantea que no es posible hablar de identidades colectivas a partir de una categoría de análisis como la discapacidad, ya que la inclusión por parte de agentes externos no toma en cuenta la diversidad de características de los individuos que se incluye en ella. Valoramos los aportes de varios autores, a partir de una compilación de Roger Bartra, en los cuales se diserta sobre la identidad del mexicano a partir del hecho de compartir un mismo espacio geopolítico; y nos acercamos a las teorías de la identidad social y colectiva expuestas por Gilberto Giménez, y en particular a los planteamientos de Miguel Ángel V. Ferreira sobre la identidad de las personas con discapacidad como un constructo social. La construcción social de la identidad y la discapacidad
Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales de la UAS.
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Roger Bartra hace una compilación muy valiosa de ensayos en su libro Anatomía del mexicano. Los autores tratan de mostrar una identidad colectiva a partir de una categoría analítica: el nacionalismo, aunque enfrente se encuentra un muy amplio universo de mexicanos diferentes: blancos, morenos, criollos, mestizos, indígenas, pobres, ricos, profesionistas, analfabetas y un sinfín de arquetipos más. Ezequiel Chávez trata de clasificar a los mexicanos por sus características raciales; intenta captar su sensibilidad emocional y sus identidades a raíz de sus comportamientos sociales. Rodolfo Usigli evidencia que el mexicano se esconde bajo máscaras que sin embargo le ayudan a formar rasgos de identidad, y Samuel Ramos plantea un complejo de inferioridad, forjado a través de situaciones que contribuyen a deprimir el valor del individuo. A raíz de esta desvalorización surge la desconfianza, se debilita la solidaridad y la cooperación social y se fortalece el individualismo. Toda impresión penosa y deprimente es expulsada y el sentimiento de inferioridad es sumergido en el inconsciente; de modo que buscan la manera de crearse una idea favorable sobre sí mismo que llega a creerse verdadera como paliativo de las ideas depresivas. Carlos Monsiváis habla de identidades móviles, que se definen en las adaptaciones y la necesidad de sobrevivencia de las masas y que son reflejo de factores psíquicos, morales, históricos, sociales y culturales. Bartra plantea que la “norteamericanización” ha generado una crisis de identidad, a raíz de colapsos del sistema político como un efecto importante de las estructuras globales externas, por la quiebra interior de “un complejo sistema de legitimación y consenso” (Bartra: 2006, 306). Tales miradas ensayísticas nos permiten contrastar el abordaje de nuestra problemática, con estudios y paradigmas de índole más bien sociológicos. Identidad Escuchamos el término discapacitado (puede mirarse como terminología negativa) sin ponernos a reflexionar lo que realmente significa. Según la Real Academia Española (RAE) el término define a una persona que “tiene impedida o entorpecida alguna de las actividades cotidianas consideradas normales, por alteración de sus funciones intelectuales o físicas”. Aunque puede ser el significado coloquial más aceptado, no satisface nuestros propósitos analíticos.
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Una pregunta sería ¿existe una identidad colectiva para las personas en situación de discapacidad? Según Gilberto Giménez (2007) la identidad se define como: Un proceso subjetivo […] por el que los sujetos definen su diferencia de otros sujetos (y de su entorno social) mediante la autoasignación de un repertorio de atributos culturales frecuentemente valorizados y relativamente estables en el tiempo.
La autoidentificación debe ser legitimada por sus pares sociales para existir social y públicamente. Para Erickson la identidad es “un sentimiento de mismidad y continuidad que experimenta un individuo en cuanto tal” (Mercado Maldonado y Hernández Oliva: 2012, 231). George Simmel arguye que la identidad de un individuo se define a causa del conjunto de sus pertenencias sociales, como los grupos sociales a los cuales pertenece y con los que socializa e interactúa. Giménez afirma que la identidad contiene elementos de lo socialmente compartido, resultante de la pertenencia a grupos y otros colectivos; y que dentro de los atributos distintivos, implica la identificación del individuo con diferentes categorías, grupos y colectivos sociales. Y concluye que en su caso Woodward recurre “a las teorías de socialización inspiradas en el interaccionismo simbólico para explicar el proceso de adquisición, de formación y de desarrollo de las identidades individuales” (Giménez: 2007, 73). Según Mercado Maldonado y Hernández Oliva “la identidad social se genera a través de un proceso social en el cual el individuo se define a sí mismo, a través de su inclusión en una categoría” (Mercado Maldonado y Hernández Oliva: 2010, 234). Para Berger La socialización primaria comporta algo más que un aprendizaje puramente cognoscitivo. Se efectúa en condiciones de enorme carga emocional. Existen, ciertamente, buenos motivos para creer que sin esa adhesión emocional a otros significantes, el proceso de aprendizaje sería difícil, cuando no imposible. El niño se identifica con los otros significantes en una variedad de formas emocionales; pero sean éstas cuales fueren, la internalización se produce sólo cuando se produce la identificación. El niño acepta los roles y actitudes de los otros significantes, o sea, los internaliza y se apropia de ellos. Y por esta identificación con los otros significantes, el niño se vuelve capaz de identificarse él mismo, de adquirir una identidad subjetivamente coherente y plausible (Berger en Ibid: 2010, 236).
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Respecto a la socialización secundaria afirma que: La socialización secundaria es un proceso posterior, que induce al individuo socializado a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad, es la internalización de submundos institucionalizados. Esta socialización lleva a cabo la adquisición del conocimiento específico de “roles”, los que están directa o indirectamente arraigados a la división del trabajo (Ibid).
Se puede notar cómo la identidad tiene relación con el proceso de socialización primaria y secundaria expuesta por Berger y Luckman, respecto a que la socialización es llevada a cabo por los mundos y submundos sociales a los cuales el individuo pertenece. La identidad involucra aspectos como pertenencia, grupos y colectividades: más allá de ser un proceso individual, la identidad es un constructo social legitimado socialmente, que se genera a través de un proceso social en el cual el individuo se define a sí mismo, a través de su inclusión en una categoría lo que implica al mismo tiempo su exclusión de otras y dependiendo de la forma en que se incluya al grupo, la identidad es adscriptiva o por conciencia. (Y) como el individuo no está solo, su pertenencia al grupo va más allá de lo que piensa acerca de sí mismo, requiere del reconocimiento de los otros individuos con los que se relaciona; por ello se dice que la identidad “emerge y se reafirma en la medida en que se confronta con otras identidades, en el proceso de interacción social (Giménez en Mercado Maldonado y Hernández Oliva: 2010, 234).
Pero, ¿qué hay acerca de la identidad colectiva? Catalina Arteaga dice que se trata de la “autopercepción” de “un nosotros relativamente homogéneo en contraposición con los ‘otros’, con base en atributos o rasgos distintivos, subjetivamente seleccionados y valorizados, que a la vez funcionan como símbolos que delimitan el espacio de la ‘mismidad identitaria’” (Arteaga en Mercado Maldonado y Hernández Olivas: 2010, 240).
Para otro autor, es la definición que los actores sociales hacen de sí mismos en cuanto que grupo, etnia, nación, en términos de un conjunto de rasgos que supuestamente comparten todos sus miembros y que se presentan por tanto, objetivados, debido a que uno de los procesos de formación de la identidad colectiva radica en que se expresa en contraposición a otro u otros, con respecto a los cuales se
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marcan las diferencias (Andrés Piqueras en Mercado Maldonado y Hernández Olivas: 2010, 240). Y para éstos, tiene que ver con “la construcción de la identidad colectiva está relacionada con el proceso de socialización primaria y, especialmente, con la secundaria, que se desarrolla en función del contexto social.” (2010, 236). Giménez plantea que sólo se puede hablar de identidades colectivas por analogía con las individuales, esto es, que existen semejanzas y diferencias entre sí. Significa evitar “La tendencia a atribuirles rasgos que solo corresponden al sujeto individual…Las identidades colectivas no constituyen un dato, un componente natural del mundo social, sino un ‘acontecimiento’ contingente y a veces precario producido, a través de un complejo proceso social” (Giménez: 2007, 67). Y respecto a sus similitudes, al igual que las individuales, las colectivas tienen la capacidad de identificarse de los demás grupos, es decir delimitarse “a través de los sujetos que las representan o administran” (Bourdieu cit. por Giménez: 2007, 68). Giménez analiza la identidad colectiva como una categoría analítica y la define a través de la teoría de la acción colectiva como Conjunto de prácticas sociales que: a) involucran simultáneamente a ciertos números de individuos o –en un nivel más complejo – de grupos; b ) exhiben características morfológicas similares en la contigüidad temporal y espacial; c)implican un campo de relaciones sociales d) la capacidad de la gente involucrada para conferir un sentido a lo que está haciendo o va a hacer (Giménez: 2007, 68).
En suma, que las identidades colectivas se dan en grupos sociales, el grupo social debe ser relativamente estable, saber que mañana quizá vaya a seguir existiendo, que exista una interacción entre ellos para que se puedan producir significados compartidos y que los actores sean capaces de entender el porqué hacen determinadas acciones. Castells, Giménez y Piqueras coinciden que “La identidad colectiva es, ante todo, una construcción subjetiva, resultado de las interacciones cotidianas, a través de las cuales los sujetos delimitan lo propio frente a lo ajeno” (Mercado Maldonado y Hernández Oliva: 2010, 231). Pero Giménez infiere que si bien es cierto que las acciones colectivas suponen actores colectivos, no pueden observarse como esencias ontológicas sino como resultado de procesos en los que devienen las identidades colectivas. Hasta aquí se ha observado que las identidades colectivas son procesos análogos de las identidades individuales; y que suponen el
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compartimiento de simbolismos o ideologías por grupos o sectores de la población. Pero, si hablar de identidades colectivas genera debates en donde los grandes teóricos parecen no llegar a un acuerdo, se vislumbra que hablar de ‘identidades colectivas de personas en condición de discapacidad’ será mucho más confuso; sin embargo es necesario su abordaje de la forma más clara posible. Aunque los individuos aunque tengan características comunes, no se avizora una socialización permanente entre ellos; incluso podríamos plantear que a un nivel macro social no existe interacción social entre ellos y que en caso de llegar a reunirse de manera fortuita, pudiera que los actores no tengan claro por qué lo hacen. En tanto que un aspecto de la construcción de las identidades colectivas es la interacción social y el compartimiento de significados comunes, en el caso de los colectivos en situación de discapacidad (PSD) se estima que el único significado que comparten (a nivel macro social) es vivir en esta condición junto con todos los estigmas sociales, opresión, discriminación y demás etiquetas sociales negativas. Entonces, ¿cómo es posible sentir una identidad hacia un colectivo que ofrece tan malos dividendos? La hipótesis a esta pregunta es que ellos no se identifican con este colectivo, sino que es la sociedad quien los adscribe y les construye esa identidad. V. Ferreira dice que su cotidianeidad está dominada por una singularidad: sus prácticas e interacciones quedan sujetas y condicionadas a ésa su discapacidad; ii) que dicha singularidad los homogeniza, haciendo abstracción de toda la diversidad inscrita en las particulares condiciones de su existencia, induciendo una concepción de sí anclada en la oposición a los no discapacitados; se induce una identidad social «en negativo»; y iii) que dicha singularidad y dicha homogenización identitaria, automáticamente, suponen una clasificación del colectivo en la ordenación jerárquica de la sociedad (Ferreira: 2007, 1).
Se puede identificar que la identidad colectiva de las PSD queda en el nivel de la adscripción ya que en un nivel macro social, 1) La discapacidad no es un grupo social, sino una categoría de análisis; 2) No existe una ideología común; 3) No se comparte ningún contenido porque no existe un grupo que acepte socialmente esos contenidos y 4) No existe un ‘nosotros’. Por su parte Chihu (2002) enuncia que la identidad es producto de un binomio pertenencia–comparación que implica dos distinciones: características comunes y diferencias.
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La primera distinción es realizada por los propios actores que forman el grupo y que se vuelven conscientes de la característica en común que poseen y los define como miembros de ese grupo; y la segunda distinción es la identidad de un grupo social desde fuera; es decir, la identidad de ese grupo es sostenida únicamente por quien la enuncia y consiste en la identificación de una característica en común que comparten los actores que forman ese grupo (Ibid: 233).
De modo que a las PSD de hecho se les adscribe al colectivo en función de la segunda distinción, es decir, porque existe un grupo externo que los identifica por una sola característica en común: su discapacidad. Sin tomar en cuenta las demás, que los hacen diferentes entre ellos mismos. Se les imputa una identidad colectiva creada por ‘otros’ cuando no existe un ‘nosotros’. Morales (1999) dice: “No es suficiente etiquetar a una persona con un rótulo. Tan es así que muchas personas que pertenecen a grupos étnicos minoritarios en la sociedad estadounidense no muestran ningún grado apreciable de identificación étnica” (Ibid: 234). Las etnias son grupos o colectivos minoritarios al igual que los grupos o colectivos en situación de discapacidad. Aquí estamos tratando de mostrar que no se puede imputar una identidad a las personas sólo por un rasgo común. Morales advierte del hecho de que los individuos experimenten que son diferentes a los otros no implica necesariamente que se identifican plenamente con el grupo al que pertenecen; pues, como plantean los psicólogos sociales Perrault y Bourhis, es preciso hacer la distinción entre grado y calidad de la identificación. El grado se refiere a la fuerza con que se experimenta la diferencia con otros grupos; en cambio, la calidad de la identificación equivale a la atracción que siente el individuo hacia el propio grupo (Ibid: 2010, 233).
La identificación con el grupo (en caso de existir) se da por el grado y calidad de pertenencia, que determinan la internalización de esa identidad. Giménez explica que en las sociedades tradicionales caracterizadas por la homogeneidad, existe la posibilidad de que los sujetos internalicen una estructura de significados compartidos colectivamente, dando un sentido a las interacciones que se presentan en la vida diaria. Afirma que en las sociedades modernas esto cambia debido a la diversidad de roles que desempeñan los individuos en sus numerosos grupos de pertenencia; es la pluralidad de pertenencias sociales un elemento que complica la construcción de una identidad
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colectiva, no sólo por la complejidad de las relaciones sociales entre él y los sujetos con los que interactúa, sino que los sujetos tienen frente a sí una diversidad de repertorios culturales en los cuales algunos coinciden y otros se contradicen. Los agentes por los cuales se transmiten esos repertorios culturales son múltiples, generando una complicación del proceso de internalización. V. Ferreira argumenta que “en un mundo en el que la discapacidad se considere como la multiforme manifestación de infinidad de afecciones particulares, la identidad social del discapacitado no puede construirse”.1 Dice que hablar de colectivos de PSD es hablar de un grupo fragmentario, “cuya fragmentación es el resultado de la disección clínica que las múltiples afecciones fisiológicas y psíquicas que pueden ser la base del fenómeno social de la discapacidad opera sobre ese colectivo” (V. Ferreira: 2007, 8). Agrega que como colectivo no existe posibilidad de identificar patrones comunes de referencia. El hecho de padecer la misma afección motriz no significa que se identifiquen con otras personas en su misma situación, pues no es posible construir una experiencia práctica colectiva; no existe “una sólida interacción social basada en las señas de identidad singulares que identifican al discapacitado como tal” (V. Ferreira: 2007, 5). Según Brisenden (1986), “la palabra ‘discapacitado’ es utilizada como un término general que abarca un amplio número de personas que no tienen nada en común entre sí, excepto que no funcionan exactamente del mismo modo que aquellas personas denominadas normales” (V. Ferreira: 2007,7). Para Ferreira “que la identidad social se construya por referencia a otro que marca la diferencia es algo extensible a casi cualquier colectividad humana: el yo colectivo se erige, a partir de esa diferencia, como referente de la propia homogeneidad inclusiva, porque posee rasgos distintivos propios que puede reclamar en apoyo de esa identidad” (V. Ferreira: 2007, 6). Pero las PSD viven y constatan la situación de saberse personas que carecen de algo que los demás poseen; entonces para el autor su identidad social es construida sobre la base de esa carencia; la PSD se da cuenta de esa diferencia, no la construye; es definida por el otro, y la identidad que surge no se constituye como un hecho propio, sino que surge de la ausencia de rasgos identitarios que contienen los demás. Hay otras categorías de análisis donde la referencia identitaria es la diferencia respecto al otro 1
V. Ferreira puede ser considerado como una autoridad académica en el estudio de la sociología de la discapacidad, quizá sea el autor más prolífico de lengua hispana sobre el tema.
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y se constituye por sí misma (constitución étnica, política, histórica, lingüística); la identidad colectiva se constituye de manera autónoma. Y en el caso de la discapacidad no se construiría sobre la ‘diferencia’, sino sobre la ‘ausencia´ que se encasilla como ‘diferencia’. Según Colin Barnes la identidad de la PSD opera de forma heterónoma, y expresa “aquellos de nosotros que hemos nacido con una minusvalía sólo nos damos cuenta habitualmente de que somos “diferentes” cuando entramos en contacto con otras personas “nodiscapacitadas” (Ibid). El autor trata de evidenciar que la identidad colectiva de la PSD es un “complejo de restricciones sociales impuestas a las personas con insuficiencias por una sociedad muy discriminadora” (Ibid); y se en cualquier caso, la sociedad “define esa identidad, la que, cultural y simbólicamente (además que de forma práctica) «discapacita» a los discapacitados” (Ibid). Así, puede afirmarse que la identidad social del discapacitado es construida e impuesta desde el entorno no discapacitado, implica heteronomía y, como consecuencia, exclusión y opresión. Es necesario profundizar en el estudio de la identidad colectiva en el contexto micro social en caso de que se pretenda aplicar las teorías de identidades colectivas a categorías de análisis como la discapacidad, pobreza, raza, etc. A partir de esto pensamos una hipótesis: la identidad colectiva de personas en situación de discapacidad es construida e impuesta desde fuera y de forma errónea a partir de una deficiencia morfo funcional; pero acaso puede construirse desde un contexto micro social y en el interior de esos grupos. REFERENCIAS --Giménez, Gilberto. (2007) Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. CONACULTA - ITESO Ed. Guadalajara, México. --Mercado Maldonado, Asael y Hernández Olivas, Alejandrina V. (2010) El proceso de construcción de la identidad colectiva. En Convergencia, Revista de Ciencias Sociales, núm. 53 mayo - agosto. --V. Ferreira, Miguel. (2007) Prácticas sociales, identidad y estratificación: tres vértices de un hecho social, la discapacidad. En Intersticios: Revista Sociológica de Pensamiento Crítico. Vol 1. ----Bartra, Roger (2007) Anatomía del mexicano. De bolsillo Ed. México D.F.
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LA DIABETES: DESIGUALDAD, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL
Patricia PEÑA PERAZA Resumen En este trabajo, se analiza el agudo problema social que significa la enfermedad de la diabetes, en el contexto de una población que está rodeada de desigualdad, discriminación y exclusión social. En los diversos escenarios se observan circunstancias en las que claramente se identifica una continua violación a los derechos ciudadanos. Esto se traduce a una baja calidad de vida de las personas que viven con la enfermedad. Además, la situación misma provoca que continúe en aumento la población con diabetes. Introducción La diabetes mellitus existe desde hace milenios, pero nunca tuvo tanta relevancia como en la actualidad. Es una enfermedad crónica no
Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales de la UAS.
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transmisible: (ECNT), y se ha convertido en uno de los problemas de salud pública más importantes; no sólo por la muerte precoz, sino por sus consecuencias tanto en el deterioro de la salud como por sus altos costos durante el tratamiento, prevención y complicaciones. Es un fenómeno que se ha extendido por todo el mundo y afecta a personas de todas las sociedades por igual. Uno de los aspectos más preocupantes respecto a la diabetes, es el desconocimiento de los derechos sociales que muchos ciudadanos poseen; estos derechos tienen como objetivo corregir la desigualdad que existe dentro de la sociedad. Su fin es proteger a las personas ante las distintas situaciones que surgen y, que en muchas ocasiones terminan en la violación de los derechos de las personas afectadas. Los derechos sociales de las personas con diabetes están considerados en varios organismos como la Federación Internacional de la Diabetes (FID); se encuentra asociada a la ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En 2011, la FID desarrolló la primera Carta internacional de derechos y responsabilidades de las personas con diabetes. Expone los derechos de las personas con dicha enfermedad, y los de sus padres y cuidadores en tres áreas: el derecho a un tratamiento, a información y educación, y a la justicia social. El fin de este documento es cubrir la falta de atención o de la calidad de la misma, así como evitar las costumbres y prácticas que influyen sobre la salud de las personas con diabetes en diferentes formas (Diabetesvoice, 2013). Durante muchos años se ha luchado contra la enfermedad, pero se ha tropezado con situaciones de desigualdad social que han impedido lograr su control. La lucha contra las desigualdades y erradicación de éstas, es primordial para el control de la diabetes, motivo por el cual la FID presentó durante la Asamblea General de la Naciones Unidas en septiembre de 2011 en Nueva York, el “Plan Mundial contra la Diabetes 2011-2021”, en el que plantea algunos objetivos. Uno de ellos es acabar con la discriminación contra las personas con diabetes, para lo cual es necesario, sugiere el documento, que las personas indicadas tengan acceso a un tratamiento, a información y educación apropiada y asequible sobre su enfermedad; lo cual se plantea como
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derecho y no como un privilegio (Federación Internacional de Diabetes, 2011). La discriminación ha sido estudiada en muchos contextos. Se observa cuando al enfermo se le da o recibe un trato diferente. Esta situación ha originado que se formulen leyes para la erradicación de tal discriminación. Por ejemplo la “La ley federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación” de México, donde se considera discriminación a "toda distinción, exclusión o restricción que, basada en un origen étnico o nacional, sexo, edad, talla pequeña, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones y preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades" (Cámara de Diputados, 2013). Al hablar de desigualdades sociales, aludimos a discriminación por muchos medios: hacer alguna distinción, exclusión o restricción, provocado por una aparente diferencia en las condiciones de las personas, lo que impide o anula los derechos ciudadanos. Hay un porcentaje importante de los usuarios de los servicios de salud con diabetes que desconocen sus derechos para ser atendidos, a pesar de los avances legalmente alcanzados por las políticas públicas. Pareciera que la solución al problema de la diabetes está en manos de los sistemas de salud, aunque este problema va más allá. No es sólo el contar con una atención adecuada de estos sistemas de salud; otro problema surge cuando las personas salen de las instituciones de salud para volver al lugar donde desarrollaron la enfermedad o sus complicaciones. Es entonces cuando aparecen otros determinantes sociales que llevan a esta desigualdad, afirma Hoda Rashad, por lo que propone el principio de equidad. Para lograrlo será necesaria la intervención o la acción intersectorial mediante la identificación de acciones óptimas con el fin de defender la igualdad de oportunidades y asegurar un trabajo; contar con las condiciones laborales dignas, proporcionar un entorno urbano saludable y un sistema sanitario de calidad; en otras palabras: parar la exclusión social incluida la desigualdad de géneros; y así garantizar la justicia en el desarrollo de políticas a nivel mundial (Rashad, 2006). Emma Domínguez Alonso en el artículo “Desigualdades sociales y diabetes mellitus” afirma que una de las acciones prioritarias para disminuir o eliminar los efectos negativos en la salud por la diabetes,
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es revertir las desigualdades sociales que afectan la atención de amplios grupos poblacionales. Estas desigualdades en la atención de la salud y la variedad de los factores determinantes, componen la red de la causalidad, la cual requiere de un tratamiento multisectorial: con políticas y programas e intervenciones dirigidas a evitarlas. Domínguez, afirma que uno de los factores es la pobreza. Perjudica el tratamiento y disminuye las probabilidades de obtener un diagnóstico acertado. Otro factor es la calidad de la educación y orientación recibida sobre el tratamiento y el acceso al mismo; lo que genera riesgo de que surjan complicaciones y sobrevenga la muerte. Concluye, en que se deben tomar en cuenta estas desigualdades con medidas, estrategias y programas de prevención y control, ya que es la única forma de revertir la actual situación que ha llevado a que la enfermedad sea uno de los principales problemas de salud. Por su parte, Ignacio Ricci Cabello retoma a los expertos en el campo de la desigualdad en la salud, quienes defienden que aparte de la educación, ambiente laboral, vivienda, etc., estas desigualdades podrían estar determinadas por una acción sanitaria diferencial entre los diversos colectivos poblacionales. Para Ricci son desigualdades injustas y evitables (Ricci Cabello, 2009). Hasta ahora hablamos de las personas con diabetes con servicios de salud que sufren por desconocimiento o por desigualdad social; pero es aún más preocupante la existencia de un gran número de ciudadanos con diabetes que se encuentran sin servicios de salud. Las causas son variadas, pero al final están excluidos. Por ejemplo, en datos de INEGI, se observa el porcentaje de mexicanos excluidos de los servicios de salud (tabla 1 y gráfico 1). Tabla 1. Distribución de población con y sin servicios de salud en México.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía Banco de Información INEGI Fecha de consulta: 09/12/2013
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Indicador
2000
2005
2010
servicios de salud
39120682
48452418
72514513
IMSS
31523279
32087547
35380021
ISSSTE
5751517
5779620
7190494
PEMEX, SEDENA y/o SEMAR
1059099
1085245
1091321
Otra institución
1039992
10270054
29863496
sin servicios de salud
55555788
51402597
38020372
no especificó su condición
2806942
3408373
1801653
Seguro Popular
7273218 25972831 Fuente: Banco de información INEGI 2013. Grafico 1.Población sin derecho a servicios de salud en 2010.
Fuente: Banco de información INEGI 2013.
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Los excluidos son aquellos que no pueden acceder ni aprovechar los beneficios de las instituciones sociales, ni adoptar su modo vida. Cientos de miles han sido discriminados, excluidos o ignorados. Su eliminación se puede manifestar desde lo económico, político y social. La exclusión económica va desde no contar con ingresos suficiente, no tener seguridad en el trabajo, estar desempleado y la falta de acceso a los recursos. La supresión política es, entre otras cosas, carencia de poder, la no participación en las decisiones en la comunidad y el no participar en política y tener poca representatividad. En cuanto a la exención social, es la inexistencia de lazos generales; se caracteriza por la carencia de derechos; como el no contar con el servicio de salud, no tener acceso a la educación, a un trabajo, a una vivienda, a la cultura y/o a la recreación. Y la exclusión social es a causa de la organización de la sociedad y de las instituciones que desempeña un papel decisivo en la generación de fenómenos de supresión. Hoy, la excepción de la protección social en salud, representa no solo una injusticia, un acto de discriminación o desigualdad; también obstaculiza el desarrollo económico y social de los países y de la región (Santos Padrón, 2006). En algunos países que cuentan con sistemas de salud segmentado (servicios otorgados por instituciones gubernamentales federal, estatal o privada) y se observa mayor discriminación debido a la estructura del mismo sistema. Las restricciones al acceso a la salud afectan a algunos grupos sociales más que a otros. Como consecuencia, los suprimidos en salud son en su mayoría los pobres que viven en el medio rural y que están insertos en la economía informal (Reunión de la OIT con la colaboración de la OPS, 1999). Es decir, que las personas con diabetes que además no tienen servicio de salud, están doblemente excluidas. Y es la propia organización social la que produce estas poblaciones. Su impacto es alarmante. La existencia de personas y/o colectivos y pueblos excluidos de la participación social, simplemente genera personas, colectivos y grupos que viven bajo la permanente violación de sus derechos ciudadanos. Conclusión Hoy, casi todo el mundo sabe qué es la diabetes, qué la provoca y cuáles son sus consecuencias. Sin embargo, este conocimiento no
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alcanza para frenar el avance de la enfermedad, sino que son un sinfín de causalidades, y entre éstas se encuentra la segregación por la desigualdad social de las personas con diabetes. Las diferencias tienen otro origen que va desde el desconocimiento de los derechos a recibir atención especializada en los sistemas de salud a los que pertenecen; la exclusión en la atención por su condición de personas enfermas de diabetes; y hasta la eliminación de los servicios de salud. Podemos decir que la desigualdad en salud es una parte de la supresión social y falta de bienes, servicios y oportunidades que mejoren o preserven el estado de salud; es la falta de acceso a los servicios de ciertos grupos o personas, al que otros sí acceden. Esta situación tiene como consecuencia que la diabetes sea de alta incidencia, prevalencia, y provoque la más alta tasa de mortalidad en las últimas décadas. Las instituciones de salud requieren cubrir a toda la población por medio de una distribución de servicios que sea proporcional a sus necesidades, para lo cual se demanda de un tratamiento multisectorial con políticas, programas e intervenciones dirigidas a evitar la desigualdad. Debemos ver el factor salud como un fin, y como un medio para lograr el desarrollo humano. La salud deberá ser un tema de relevancia en materia social y económica. El satisfacer las necesidades humanas que propiciará el desarrollo de las potencialidades, tanto en el plano material como espiritual. Es un cambio posible, y urgente.
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LA EDUCACIÓN PRIMARIA INDÍGENA: EL MODELO PURÉPECHA DE MICHOACAN
Norma Angélica DURÁN Resumen En este artículo nos referimos a las escuelas públicas ubicadas en los pueblos de Carapan y San Juan Carapan, su gente y sus dinámicas, y sobre el impacto y la influencia que en los últimos años han tenido las escuelas primarias indígenas sobre las escuelas
Licenciada en Sociología Educativa por la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Unidad Ajusco, México DF. Maestra en Ciencias Sociales con Especialidad en Estudios Rurales por El Colegio de Michoacán.
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primarias generales. La peculiaridad estriba en que ambos pueblos forman parte de la región P’urhépecha que abarca la llamada Cañada de los Once Pueblos. Que las primarias indígenas tuvieran relevancia sobre las generales a primera vista no parecía novedoso, considerando que la región era ubicada como indígena. ¿Las razones? Esto apuntaba en primera instancia a la decisión y elección por parte de los padres de familia o tutores para enviar a las nuevas generaciones a las escuelas indígenas; el principal objetivo ha implicado que los aspirantes reciban educación pública y gratuita, adecuada a las características culturales del pueblo P’urhépecha. Sin embargo, la elección, y por tanto la relevancia, también está vinculada con apoyos económicos y materiales institucionales; en realidad podríamos hablar de una elección auspiciada que se convertía en una selección en función de los subsidios adicionales, así como por los requisitos de ingreso y permanencia en cada tipo de escuela. En ese sentido, podríamos pensar que uno de los peligros de las políticas de integración dirigidas a los integrantes de los pueblos indígenas es su dirigido destino escolar. Es decir, lo que sucede en estos pueblos y las instituciones educativas dirigidas a indígenas con la peculiar característica de estar atravesadas por políticas de integración, es que los apoyos económicos y materiales no son suficientes mientras las instituciones escolares no tomen en cuenta la herencia cultural de estos integrantes del pueblo P’urhépecha, que está vinculada a la desventaja económica, o el uso de la lengua materna en la práctica educativa. En ese sentido, los apoyos económicos contribuyen a justificar una selección institucional más discreta de egresados, pues se les coloca en una posición de desventaja cultural frente a las exigencias del Sistema Educativo Nacional en estudios posteriores. Es así que un desenlace de estas elecciones por parte de los padres de familia, en el proceso educativo de los alumnos, es la diferenciación que éstos tendrán en los dos subsistemas educativos, lo que afectaría las posibilidades de acceso de los niños y las niñas egresados de cada subsistema en niveles posteriores, convirtiéndose en un discreto proceso de selección. 113
“Los mecanismos que aseguran la eliminación de los niños de clase media y baja actuarían casi con la misma eficacia (pero más discretamente) en el caso que una política sistemática de becas o subsidios de estudios volvieran formalmente iguales ante la educación a los sujetos de todas las clases sociales; se podría entonces con más justificaciones que nunca, imputar a la desigualdad de dones individuales la eliminación”
P. Bourdieu y JC Passeron, 1964. ----o-----Fue día frío del mes de diciembre del año 2011 la primera vez que llegamos a Carapan. Desde Zamora el recorrido es de 45 minutos. Era el escenario para iniciar una investigación empírica. La investigación sería sobre la educación impartida en las escuelas primarias públicas en un contexto indígena. Habríamos de trabajar en varios aspectos: a) identificar quiénes eran y cuáles eran las particularidades de las personas que participaban; b) observar y describir las prácticas para la enseñanza por parte de los profesores y cómo eran recibidas por los alumnos; c) identificar cuáles eran los contenidos educativos que se buscaba aprendieran los alumnos; d) describir qué era lo que se ofrecía en cada una de las escuelas en función de dos tipos de escuelas primarias: Indígenas y Generales. Carapan es uno de los Pueblos de la llamada Cañada de los Once Pueblos; ahí se llevó a cabo el segundo gran proyecto de integración a cargo de Moisés Sáenz en 1932. Hasta hoy la Cañada es identificada, de manera formal, como una de las cuatro regiones donde se ubica una parte del pueblo P’urhépecha en Michoacán. Era, para muchos, una evidencia del México pluricultural. Uno de los más de 62 pueblos indígenas del país, para quienes los gobiernos a través de sus instituciones educativas habían planeado, en el último siglo, diferentes modelos de educación pública, cuyo objetivo era, en lo básico, la integración de los indígenas a la nación. La mirada para la investigación fue particular. Tiene que ver con una formación académica en sociología, y en esa condición nos interesamos en especial en torno de las características de la educación dirigida al indígena a través de las escuelas públicas en la vida cotidiana; inquietud que ahora se veía vinculada con la afamada formación Colmichiana para la investigación, en el marco de las ruralidades actuales. En Carapan, como bien me habían informado, la mayoría de las mujeres adultas hablan en lengua P’urhé, y vestidas con sus 114
atundos peculiares y característicos de la cultura purépecha. Frente a Carapan se encuentra otro poblado, denominado como “Colonia de san Juan Carapan”. Entre ambas localidades se estiman unos ocho mil habitantes. Cada lugar tiene su historia y hasta cierto punto sus resentimientos. Los de Carapan alegan un derecho de antigüedad, además de tener una cultura más P’urhé por ser originarios. Sin embargo, la rivalidad entre Carapan y San Juan Carapan no era cuestión de hombres “P’urhépecha” (indios) o “Turhisï” (mestizos) como se nombran localmente a quiénes son o no indígenas. Es cuestión de apropiación de recursos: tierra, agua y bosque entre los P’urhépecha de Carapan y no tan P’urhépecha de San Juan Carapan. En el escenario de los espacios hay un Centro de Educación Inicial, tres Preescolares Indígenas, dos Primarias Indígenas, un Preescolar General, dos Escuelas Primarias Generales, una Escuela Secundaria Técnica Industrial, y un Colegio de Bachilleres. Instituciones que intentan atender a una población de alrededor de dos mil personas en edad escolar, entre niños, jóvenes y adultos, con sus correspondientes autoridades educativas (profesores, directores y supervisores), alumnos (as) o matriculados, ex– alumnos o egresados, así como padres de familia y tutores. El origen de cada una de las escuelas en el lugar es particular, por ejemplo, las identificadas como generales, fueron planeadas desde las instituciones gubernamentales; a diferencia de las escuelas identificadas como indígenas, que son de más reciente creación emergieron localmente e inclusive comenzaron a operar sin reconocimiento oficial y funcionaban a cargo de algunas personas que viven en el lugar quienes posteriormente exigieron que las instituciones gubernamentales otorgaran reconocimiento oficial y financiamiento: tal es el caso del Colegio de Bachilleres y la Escuela Indígena Parhikutini; esta última ofrece preescolar y primaria en un mismo centro escolar. La investigación se centra en las escuelas primarias públicas. Localmente se identifican dos tipos: federales (donde se presume trabajan bajo la modalidad educativa general) e Indígenas (donde se presume trabajan en la modalidad educativa intercultural bilingüe). 115
En específico hay cuatro primarias: Escuela Primaria General “Erendira” (1929) la única que trabaja en los turnos matutino y vespertino; Escuela Primaria General “Constitución de 1917” (19471954); Escuela Primaria Indígena “José Vasconcelos” (1986); y Escuela Indígena “Parhikutini” (2011). Abordamos los escenarios que nos ofrecen ambas localidades bajo los siguientes aspectos: Primero, en ambos lugares hay escuelas públicas de nivel básico y medio superior. Nos enfocamos en el nivel básico, en específico primarias que presume una de las modalidades: general o intercultural Bilingüe. Las escuelas ubicadas en Carapan y San Juan Carapan están vinculadas a través de políticas educativas y funciones administrativas con un sistema escolar más amplio; un sistema escolar que norma, otorga recursos económicos, materiales, contenidos educativos oficiales, así como validez oficial a cada escuela.
Tomamos en cuenta una posible vinculación de las escuelas primarias indígenas con otras escuelas públicas de niveles siguientes (como la Normal de Cherán), las cuales pedían como requisito para el ingreso al aspirante haber cursado su educación anterior en escuelas indígenas. También indagamos respecto de hasta qué punto influían en el nivel de escolaridad alcanzado, las actividades laborales en las que los p’urhépecha (indígenas) o turhisï (mestizos) se desempeñaban. Se 116
podían clasificar dos tipos de egresados: una mayoría que concluye la secundaria y trabaja en la agroindustria; una minoría que termina la educación superior y encuentra como destino laboral la docencia en primaria o secundaria, y hasta la enfermería. Pero indagamos en particular sobre las características de la elección por parte de los padres de familia por las escuelas primarias, ya que influye en los destinos escolares y laborales de los integrantes del pueblo p’urhépecha. Un plus sería mirar la propuesta intercultural bilingüe (en la práctica) que se presumía se impartía en las escuelas primarias indígenas. La propuesta intercultural bilingüe surge tras un fuerte acción de organización y movilización social de inconformidad frente a una política educativa de asimilación e integración (Villagómez, Y. y M. Nuño; 2009); con ella se buscaron desarrollar programas educativos de contenido regional en los que se reconocía la herencia cultural de los llamados pueblos indígenas. El abrazo institucional a la educación intercultural bilingüe estaba relacionada, en el caso mexicano, con dar respuesta a las exigencias del levantamiento indígena de 1994 en el estado de Chiapas (Bengoa; 2000), en donde se hacía evidente la ausencia de cumplimiento de algunos convenios internacionales firmados por los gobiernos mexicanos en torno a los derechos de los pueblos indígenas. Algunos convenios tienen que ver Contra la discriminación en la Esfera de la Enseñanza, UNESCO, 1960; la convención sobre la eliminación de las Formas de Discriminación Racial y el Convenio 169 de la OIT sobre los Pueblos Indígenas y Tribales en los Países independientes (Villagómez, Y. y M. Nuño; 2009). El levantamiento indígena encontraría eco a nivel nacional e internacional, en el que se involucraron en su mayoría académicos e intelectuales, muchas veces hasta como representantes de los pueblos indígenas. Empero las modificaciones se verían reflejadas en los programas educativos casi una década después y sería reconocida como Modelo Educativo de Educación Intercultural y Bilingüe por representantes e instituciones gubernamentales en el año 2003. De aquí vendrían en los siguientes años una serie de 117
modificaciones en materia educativa pública, sobre todo en torno a propuestas pedagógicas (Schmelkes; 2006). En México, a partir de 1994 empezó a cambiar la forma de mirar lo indígena. Signos recurrentes serían nociones y palabras como reivindicación indígena, pueblos originarios, lengua materna, interculturalismo, multiculturalismo, pluriculturalismo, usos y costumbres, entre otras, vinculadas a la cuestión indígena; en efecto, estas palabras se escuchan de forma habitual en Carapan, aunque pocas de las personas que las usan recuerdan el “levantamiento indígena del 1994”. Por otro lado, la revisión de diferentes investigaciones en torno a la educación dirigida al indígena indicaba que ésta se ha orientado por tres tendencias más o menos claras: la “asimilación”, la “integración” y la relativa al reconocimiento del “pluralismo cultural” de una sociedad (Jiménez, 2009). Dichas tendencias se han reflejado en distintos proyectos educativos oficiales, aunque para nuestros fines resulta de especial interés la propuesta intercultural bilingüe (Schmelkes, 2006). Pareciera que dicha propuesta es dirigida casi en forma exclusiva a los indígenas, atendiendo sus particularidades culturales. De ahí que las escuelas bajo esta modalidad sean popularmente llamadas, como en Carapan, “Escuelas Primarias Indígenas”; su distinción principal es el uso de la lengua P’urhé en la práctica educativa. Sin embargo, la educación indígena en las primarias de Carapan tienen su propia historia. Y su adhesión a la modalidad Intercultural Bilingüe podría estar desvinculada del ideal de la propuesta de ésta, que implica una acción educativa que, en teoría, ambiciona reformar la práctica educativa con la que se busca responder a las implicaciones de la diversidad cultural. Lo anterior remite al diseño de modelos y programas educativos y su contraste con prácticas educativas en los pueblos indígenas y a la vez prepara a los alumnos del grupo mayoritario para aceptar y aprender las culturas y experiencias de los grupos minoritarios (Villagómez, Y. y M. Nuño; 2009). Como apunta el especialista Yanga Villagómez, en el ideal de la educación intercultural “quienes deben entender y aceptar la diversidad cultural de las minorías es la población mayoritaria que sigue discriminando a las minorías culturales del país por considerarlas inferiores a la cultura nacional”. Ahora bien, ¿cuáles son las diferencias entre las llamadas primarias generales y las primarias indígenas? No sólo basta con 118
encontrar en qué momento histórico fueron creadas, a qué modelo educativo respondían, sino describir cómo, entre cambios de política educativa, se aterrizan en la actualidad las modalidades educativas con las que presumen trabajar, es decir, ubicar de dónde surgen las modalidades, sus intenciones y efectos; y finalmente ubicar a los actores que participan en las escuelas, así como las prácticas para la enseñanza en las escuelas. Más tarde habría que situar la opinión de los padres de familia frente a una u otra escuela; y considerar hasta qué punto y en función de qué se da una elección del tipo de escuelas por parte de los padres. Los hechos observados se dieron a partir del acercamiento al quehacer en las escuelas en el periodo de inscripciones (agosto-septiembre) lo que permitió indagar sobre los elementos y razones de elección de los padres para inscribir a sus hijos e hijas a una u otra escuela. Pero hay tensión en las decisiones finales. Durante las inscripciones, las escuelas primarias indígenas son consideradas por los padres de familia como la primera opción para inscribir a los hijos. Y es que durante los últimos años tales primarias han aumentado su matrícula de manera considerable; en cambio ha disminuido el de las primarias generales, con incluso cierre de grupos. Pero hay una suerte de disputa entre los profesores de ambos modelos de escuela por conseguir matriculados, generando un efecto chapulín, es decir, que los alumnos salten de uno a otro tipo de escuela, con lo que se dificulta el proceso de enseñanza aprendizaje de los niños y niñas. En este sentido ¿qué aspectos toman en cuenta los padres de familia en la elección? y ¿qué ofrecían las escuelas para atraer matriculados? La saturación en el caso de las primarias indígenas es signo de una exigencia por recibir educación apropiada a las costumbres, los rasgos, la lengua y las tradiciones culturales que se quieren rescatar, características que según los profesores, permitían seguir conservando a la cultura del pueblo p’urhépecha. Empero, aunque en materia de propuestas educativas las diferencias son pocas; y la preferencia por las escuelas indígenas tiene que ver con una serie de apoyos institucionales entre los que se encuentran: desayuno escolar, apoyos 119
económicos, útiles escolares, uniformes, horarios extendidos. Pero los apoyos no llegan a todos, ni a purépechas (indígenas), ni a turhisï (mestizos), porque en la medida que se brindan de manera desigual se convierten en objetos de disputa. Al final terminan siendo los recursos y bienes materiales los que determinan la elección de las escuelas. Es decir, no es sólo por el rescate de la cultura indígena como se argumenta localmente; sino que la elección esta reforzada por los apoyos materiales, considerados más importantes para los habitantes. Fuimos testigos de las prácticas para la enseñanza por parte de los profesores dentro y fuera del aula en cada una de las escuelas. Y contrastamos documentos, archivos y los propios argumentos de padres de familia, profesores, directores, supervisores y alumnos en torno a la educación en la que están involucrados. Pero resultan cruciales, significativos en la calidad de la enseñanza, el uso de su lengua materna en el aula, la participación de padres de familia en el proceso educativo, los roles de género, el ingreso económico de las familias, los contenidos educativos y su vinculación con la vida cotidiana. Por ejemplo, resultaría difícil atraer la atención del niño sí el profesor no habla la lengua materna del niño, o el niño llega al aula con hambre o con evidentes infecciones respiratorias, o sí éste carece de interés respecto de lo que se presentaba en clase, al no vincular el llamado contenido educativo con su vida cotidiana. La mayoría de las veces ante un panorama como éste, el padre de familia abandonan al docente y al alumno y les dejan la responsabilidad de la enseñanza y aprendizaje. De modo que ante dichas situaciones se calificaba como falta de actitud y aptitud en ambos el fracaso escolar. Pero también el padre de familia consideraba importante enviar a los hijos a las escuelas a recibir una educación poco conocida para él, es decir, que poco se cuestiona; y que además era aplicada bajo métodos poco conocidos, pero que es reconocida como buena o mala en función de que el niño aprenda a leer, escribir y contar en lengua nacional. Además, los principales atractivos que las escuelas ofrecen para atraer matriculados son los apoyos económicos, como los del Programa Oportunidades, con uniformes, zapatos, útiles escolares, servicio de comedor, los horarios extendidos, las modalidades educativas y el valorado uso de la lengua p’urhé en la práctica educativa, así como los tiempos destinados al rescate de tradiciones, como los bailes regionales vinculados con eventos culturales, que, en opinión de los habitantes, les permite seguir conservando las 120
características del pueblo P’urhépecha. Esto genera una selección discreta en función de que está atravesada por políticas de integración dirigida a los pueblos indígenas, que en caso son p’urhépecha de Carapan y San Juan Carapan. Lo que se dice en torno al rigor académico en cada una de las escuelas primarias también es tomado en cuenta. Algunos padres de familia consideran que los profesores de las escuelas generales son poco comprometidos: “nos dicen que no les afecta porque al fin están trabajando ellos” Madre de familia en Escuela Primaria General. “por eso, yo sé que allá (escuela indígena) si trabajan y porque aquí no” Madre de familia en Escuela Primaria Indígena
¿Qué se enseña en términos de contenidos educativos? En ambos tipos de escuela se exige a los profesores se cumpla con la currícula nacional integrada en el Plan Nacional de Educación. Sin embargo, hay contenidos educativos propuestos justificados en la Propuesta Intercultural Bilingüe, relacionados con las características culturales particulares del pueblo P’urhé, y con ellos se pretende el rescate de tradiciones más o menos locales, como canciones, cuentos en lengua p’urhé, celebraciones o fiestas, formas de vestir, entre otras. No es de extrañar que la tarea principal del Plan Nacional de Educación sea garantizar que todos los niños y las niñas de México aprendan contenidos educativos comunes, independientemente de su origen. Y en ese sentido muchas veces se utilizan las tradiciones como mediadoras para llegar a los contenidos obligatorios. Resulta también importante en la elección de la escuela, la proyección futura sobre la profesión que se tiene de los hijos e hijas. Por ejemplo, la convocatoria para ingresar a la Escuela Normal Indígena de Cherán plantea que uno de los principales requisitos es ser egresado(a) de una escuela indígena. Reflexiones finales Los apoyos económicos son cruciales para la elección de las escuelas por parte de los padres de familia. Por ello la relevancia, en parte, que en los últimos años han tenido las escuelas primarias indígenas del lugar. 121
Las diferencias de matrícula entre las escuelas generales y las indígenas no es por el uso de la lengua materna para rescate de lo indígena, como se arguye localmente. La elección está relacionada con los apoyos materiales institucionales, que no llegan a todos porque ser beneficiario o no está en función de estar inscrito en una u otra escuela. En el fondo hay una aplicación de una serie de políticas de discriminación positiva. Los apoyos económicos y materiales tienen que ver, en parte, con la relevancia que han tomado las escuelas primarias indígenas, sin soslayar que impliquen una reivindicación del pueblo p’urhépecha en una región indígena de Michoacán. Referencias Bibliográficas Bengoa, José, 2000, La emergencia indígena en América Latina, México: FCE. Bertely, Busquets, María (coord.), 2006, Historias, saberes indígenas y nuevas etnicidades en la escuela. México: CIESAS, D.F. Bourdieu, Pierre y Jean-Claude Passeron, 2003 (1964), Los herederos. Los estudiantes y la cultura, Argentina: Siglo XXI editores. Calderón, Mólgora, Marco y Elizabeth M. Buenabad, (editores), 2012, Educación indígena, ciudadanía y Estado en México: siglo XX. México: El Colegio de Michoacán. Dubet, Francois y Danilo Martuccelli, (1998), En la escuela. Sociología de la experiencia escolar, Losada, España. Jiménez, Yolanda, 2009, Cultura comunitaria y escuela intercultural. Más allá de un contenido escolar. México: CGEIB- SEP. Méndez, Puga, M. y Lourdes Vargas (coord.), 2006, Textos sobre la vida en las escuelas p’urhèpechas, México: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Sáenz, Moisés, 1936, Carapan. Bosquejo de una experiencia, Lima, Perú. Schmelkes del Valle, Sylvia, 2006, Hacia la construcción de una educación intercultural. Memoria de los pueblos originarios de Michoacán: foro de consulta sobre los conocimientos y valores, México: CGEIB- SEP. Páginas electrónicas consultadas Plan de Estudios para la Educación básica, 2011. http://basica.sep.gob.mx/dgdc/sitio/pdf/PlanEdu2011.pdf http://www.snie.sep.gob.mx/SNIESC/
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ARENAS Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 36 Se terminó de imprimir el día 28 de febrero de 2014 con un tiraje de 500 ejemplares en los talleres Gráficos Once Ríos Editores, Rio Usumacinta No. 821 Col. Industrial Bravo Culiacán, Sinaloa Tel. 667-7122950
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