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La búsqueda de la voz
La búsqueda de la voz
Un texto sin voz es un texto vacío. Un texto que no emociona, que no causa impacto, que no transforma, que no ilumina, que no despierta interés, que no causa una guerra interna, que no deja huellas, es un texto escrito en la nada. Ubicar palabras bonitas que rimen o calcen con precisión no es suficiente. Cuando pensamos en escribir, en desbordarnos en un mar de emociones, expresando sentimientos y pensamientos, debemos pensar desde dónde lo vamos hacer. Y entonces nace la pregunta ¿Desde dónde se escribe? Desde la sombra, desde el miedo, desde el borde del camino para que exista. Siempre se parte desde algo, jamás se surge de lo desconocido, ni de lo invisible. El texto “La enmienda” es un claro ejemplo de esto, es un texto que remueve lo más profundo de nuestro ser y nos hace sentir parte de la historia. El autor de esta novela tiene la capacidad de llegar con cada línea escrita al alma del lector. Pero, ¿Desde dónde escribe Ubidia? ¿Con qué o quién confronta su voz?
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La enmienda es un texto que en medio de sus páginas atesora letras, palabras y frases que transforman, impactan y conmueven. Cada hecho que se narra en esta novela crea imágenes en nuestra cabeza, se forma toda una película compuesta por un inicio, un clímax y un desenlace. En definitiva, es un texto completo, un texto que surgió desde algo, un texto con la capacidad de mantenernos conectados con cada línea. Si la enmienda ha logrado todo esto en nosotros como lectores quiere decir que es un texto que tiene una voz, un nacimiento, un dónde, un lugar. Es evidente que Ubidia escribe desde el tiempo, desde lo histórico, desde lo sentimental y desde una mirada humanista. La voz de este escritor primero se confronta con el vacío, hace siempre lo posible por en- contrarse y, en esa constante búsqueda, se halla, se encuentra y sabe desde dónde debe partir. Como mencionan Frank y Wall: “Cuando somos capaces de dominarla, la voz es una herramienta poderosa que permite llevar a los lectores adonde queremos, con frecuencia a lugares peligro-
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sos. Transmite con autoridad cómo vemos esa historia. Nos permite hacerle creer a los lectores cualquier cosa.” (p.36). Eso es lo que pasa con “La enmienda” nos hace suya, nos hace un personaje, nos hace parte, nos cobija y nos atrapa, una vez envueltos es difícil poder desatarnos.
Lo que hace que el texto se conecte inmediatamente con el lector es su trama estremecedora, un conjunto de hechos bien formados y estructurados. Ubidia tiene la capacidad de enlazar cada momento en su novela en una sola voz. Frank y Wall en el texto “Cultiva tu talento literario” hablan de la voz como una herramienta poderosa y hacen varias clasificaciones de la voz: la voz como instrumento, la voz de la infancia, la voz interior, la voz de la historia, entre otras. Quizás, “La enmienda” tenga una combinación de todas estas, pero es importante reconocer una sola voz, una que suena más en el oído del lector y que se identifica alrededor de toda la novela. La voz de Ubidia se refleja en el tiempo en el que escribe, en la forma de desarrollar la historia con un principio y un final lleno de imágenes. La incansable e insistente búsqueda de un supuesto tesoro escondido por parte de un padre con su hijo, dibuja en nuestra imaginación un cuadro de dos seres llenos de ambición con desafíos de por medio, tratando de sobrevivir mientras tratan de alcanzar su objetivo. La voz de Ubidia, es la voz de la historia, y la voz de la historia es tal y como lo dice Frank y Wall: “La voz de la historia tiene sus raíces en la voz natural, pero la lleva un paso más adelante, hacia un territorio donde es imposible improvisar y de ese modo crear una obra que tenga viveza y unidad.” (p.43).
“Ojos de búho, de felino, de alimaña de la noche”, así define Pablo Paz la mirada de su padre y así defino yo mi mirada como lectora de “La Enmienda”, una mirada que se sumerge en líneas, una mirada feroz con ganas de devorarse cada párrafo, una mirada de apropiación. Cuando un texto como el de “La enmienda” tiene definida su voz, tiene una estructura narrativa perfecta y una trama enganchadora; es imposible no volverse un monstruo devorador de lo escrito, es imposible no
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sentirse parte de la historia. Es un texto con varios momentos en una sola historia que nos llevan a pensar de cómo eran los tiempos de ese entonces, las costumbres, la construcción familiar, las creencias y la forma de vivir. “Un texto sin voz, es un texto vacío” va más allá de lo escrito, va más allá de las palabras y va más allá de un par de líneas y oraciones bien construidas, un texto con voz hace vibrar hasta la más minúscula partícula de nuestro ser; un texto vacío es un texto destinado al olvido.
Karen Ponce
REFERENCIAS
• Kohan, Silvia. (2014). La escritura terapéutica. • Thaisa Frank y Dorothy Wall. Cultiva tu talento literario. • Ubidia Abdón (2018) La enmienda. Eskeletra, Quito