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La pureza convertida en sonido
La pureza convertida en sonido
La vida, los deberes, el dolor y la presión me hicieron llegar tarde al evento que más me ha llamado la atención en el último tiempo. Pero, no estamos aquí para lamentarnos por los grises de las nubes o lo oscuro del sol, estamos aquí para hablar de cómo la pureza se volvió sonido. Estoy segura, de que no hay nada mejor en el mundo que ver cómo la profesora que enseña una nueva forma de hacer escritura, recibe hermosos comentarios por su trabajo y como nosotros como estudiantes no podemos dejar de sacar nuestro teléfono, para inmortalizar grandes momentos.
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Recuerdo, cuándo fue la primera vez que la pude conocer. Llegó con la mejor de las actitudes y puntual a dar su cátedra. Yo tenía muchos problemas con mi matrícula y ella siempre se mostró firme para conmigo. Recién cuando la veía leer, pude entender porque lo hacía. Mi profe, nos ha contado cuantas veces ha tenido que luchar contra la vida, contra los destinos, contra los vientos y se ha mantenido firme escribiendo, escribiendo con pureza, haciendo del sonido su mejor amigo.
He podido comprender en todo este tiempo en las clases de escritura creativa, que podemos tener una esperanza al otro lado del río. Había momentos en los que no podía detener mis ganas de sacar mi teléfono y grabar cada comentario y cada ponencia. Es un orgullo increíble el que me invadió el que mi primera presentación de un libro sea “El sonido de la pureza”. Disfruté mucho cada lectura, cada mirada entre la profe y sus hijas, ese rostro de orgullo y felicidad que expresaban las pe- queñas, fue sin duda mi momento favorito del día.
Creo que la mejor forma de terminar este pequeño escrito para este trabajo es: “El día le irá pudiendo poco a poco al frío… creo que he visto una luz al otro lado del río” El sonido de la pureza, nos enseñó a todos a remar, a expresar, a tener esperanza. Finalmente, la profesora nos agra-
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deció a todos por nuestra asistencia, pero al final las gracias son nuestras, por cada día, por cada hora, por cada clase, por cada sonrisa.
Angie Proaño