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Nuestra fiel amiga
Nuestra fiel amiga
Pasión, miedo y hasta incertidumbre son algunas de las sensaciones que tenemos todos al intentar unir la tinta con el papel. Cuando nos sentamos en nuestro escritorio con ese afán de escribir, parece que el lápiz se aleja y las hojas se hacen interminables. ¿Por qué, muchas veces, nos cuesta escribir? Muchas veces queremos escribir varias cosas, pero hay factores que nos lo impiden. Tal vez tiempo, estrés, sueño, hambre, entre otros, son elementos que nos imposibilitan escribir de la mejor forma. Nos quedamos sin encontrar ese lazo que tenemos con las palabras; que estas no sean amigables con nosotros. Sin embargo, cada uno de nosotros tenemos formas diferentes para, poco a poco, encontrar esa unión antes mencionada. “El silencio es ese elemento que nos facilita juntarnos con la palabra” Menciona maría Zambrano, en Apuntes sobre el tiempo y la poesía, diciendo que el silencio es fundamental para la escritura. María Zambrano, Thaisa Frank y Dorothy Wall, Ernesto Noboa Caamaño y Abdón Ubidia son autores que nos ayudarán a encontrar ese elemento que nece- sitamos para reconciliarnos con la palabra.
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La escritura puede ser complicada para muchos, pero algunos consideramos que la escritura es un acto íntimo, donde nos podemos asociar con nosotros mismos. Es una conversación con nuestra propia mente. Es una conexión ilimitada de pensamientos que vienen uno tras otro, tratando de salir. Nuestro deber es ordenar esos pensamientos en el papel; que estos salgan en fila y logren comunicar de la mejor manera posible. María Zambrano, en su texto “Por qué se escribe” menciona que lo escrito es un instrumento que sirve para el ansia incontenible de comunicar. (Zambrano, M, 1934, p.3). Nuestro objetivo como escritores es conseguir que nuestras ideas principales estén forjadas en el papel de la mejor forma.
Así se logra una mejor transmisión de lo que se quiere comunicar y se consigue un mayor entendimiento de nuestros lectores. Pero, ¿cómo
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podemos conseguir que todos aquellos pensamientos que están en guardados dentro de mí empiecen a fluir?
Llega un momento como escritor donde se cortó todo. Nos quedamos en blanco. Ningún pensamiento corre por nuestra mente. Nos quedamos sentados en el escritorio viendo el papel, el lápiz, nuestra computadora, y sobretodo viendo todo lo que nos falta por escribir. Este es el momento que todos odiamos al momento de escribir. Pensar ‘¿qué puede ir después?’ y que, aun así, no venga nada a nuestra mente. Thaisa Frank y Dorothy Wall nos recomiendan escuchar la voz interior: “Todo es cuestión de prestar atención, abandonar las ideas sobre lo que la voz debería decir y dejar que hable por sí misma” (Frank, T, Wall, D, 1996, p. 53). Hay ocasiones en las que intentamos mirar elementos de nuestro entorno para que nos llegue un poco de inspiración para continuar con la escritura. En este caso, lo recomendable es mirar hacia nosotros mismos para encontrar una respuesta. Esto puede ayudar a liberar nuestra mente para que las ideas salgan naturalmente y que nuestra relación con las palabras sea más placentera.
Debemos tener en cuenta, sin embargo, a varios elemen- tos para la mejor fluidez de los pensamientos. No nos debe bastar con una sola fuente de iluminación. Tal vez, cada quien realice diferentes actividades para que fluya todo lo que queremos escribir. Pero lo más recomendable sería el silencio. Este elemento sería fundamental para reconciliarnos con la palabra, según María Zambrano. “Es música callada, soledad sonora, bodas de la palabra y el silencio” (Zambrano, M, 1934, p.49) El silencio funciona, no solo para la escritura, también para despejar los pensamientos. Dejar de lado las preocupaciones y escapar de la realidad. Como menciona Ernesto Noboa Caamaño en su poema Emoción Vesperal, siempre va a haber tardes en las que queremos aislarnos, par- tir sin rumbo y silenciosamente. Esto es importante a la hora de escribir, pues hay que alejarse de todo, con el objetivo de transmitir solo el mensaje que queremos escribir sin la distorsión de nada externo.
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Después de todo esto, nos damos cuenta que escribir no es un acto simplemente académico que tenemos que cumplir por obligaciones. Podemos escribir acerca de cualquier cosa, siempre que sintamos algo que debamos comunicar. El escribir puede ser una larga aventura. Podemos admirar la escritura, podemos llegar a odiarla, pero al final, la escritura brinda una buena experiencia y aprendizaje, al igual que en el libro de Abdón Ubidia, La Emienda, donde Pablo Paz sentía todos aquellos sentimientos hacia su padre. Mientras más escribimos, podemos aprender más y tarde o temprano habremos superado esas dificultades al momento de escribir. Poco a poco, la escritura se irá convirtiendo en nuestra más fiel amiga.
Bryan Insuasti
REFERENCIAS
• Frank, T. Wall, D. (1996). Cultiva tu talento literario. Ediciones Urano. • Zambrano, M. (1934). Por qué se escribe. Revista de Occiden- te, tomo XLIV.
Madrid.