FACTUM - Revista Literaria No. 23

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FACTUM REVISTA LITERARIA

juilio, 2015. NO. 23.

Biografía: Javier Marías. Creación: Zambra, Rusvelt Julián Nivia Castellanos, Dante Vázquez M., Jonay Castro Casañas, Beatriz Villar, Julissa Yasmin Espinoza Simons, Kim Bertran Canut, Ismael Campos, Zafiro Merlión, Eloy Andrés Gómez Motos, Maritza Palma Lozano, Rosa María Bodas Pérez, María Elena Espinosa M., Rita Bedia Lizcano, Gabriela Pena, Tacho, Joalberths De Agrela, Victoria Emilia Artica Campodónico, Elisabet Carina Basilio, Silvia Alicia Balbuena y Fabián Luna. Artículo: Carlos Ortega Pardo. El Fragmento: Juan Rulfo. Entrevista: Lucía Nieto Oliver.




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FACTUM - Revista Literaria © Copyright. Todos los derechos reservados. Las obras literarias presentadas en esta publicación son propiedad de cada autor citado al final del escrito, la reproducción de los textos para un fin distinto al de esta revista debe ser autorizado por su autor. Fotografías en portada y contraportada: © Felín

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eDICIÓN Agustín Campistegui Suárez Maite Cabrera Hernández Julián Iriarte Cortázar Cristóbal Álvarez

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CONTENIDO biografía

Creación

8-9

12 - 57

artículo

entrevista

60 - 63

66 - 67

el fragmento 70

libros 74 - 79


Comunicado importante,

Factum-Revista Literaria. El motivo de este escrito nos llena de pena. Recibimos una notificación de la escritora Larissa Bugarini Calleros; la cual nos informó que uno de sus escritos, sacado de su blog personal -publicado en el año 2011- fue plagiado. Dicho escrito fue publicado a nombre de otra persona en la décimo tercera edición de la revista -agosto, 2014-. No es intención del equipo que conforma FACTUM polemizar sobre este lamentable hecho y es por ese motivo que el nombre de la persona que cometió el plagio no se hará publico. Aún así dicha persona ya fue contactada por la escritora afectada y quedará en ella ejercer o no acción legal. Factum- Revista Literaria fue creada con el fin de alentar y dar a conocer el talento de autores en distintas partes del mundo, que muchas veces carecen de la oportunidad de mostrar sus escritos. Es por eso que nos parece una tremenda falta de respeto que ocurran hechos como este, no solo para la revista y el equipo que la conforma si no también para los lectores que nos siguen en cada nueva edición, y en especial para los verdaderos autores; ya que conocemos de sobra el esfuerzo y dedicación que se requiere para la realización de un buen escrito, puesto que en cada escrito que nos envían, los autores están plasmando parte ellos mismos. El consejo editorial de Factum- Revista Literaria reprueba y no tolerará el plagio en ninguna de sus formas , por ende a la persona que incurra en estas acciones se le impedirá volver a publicar de manera definitiva en la revista. En breve contactaremos a la persona que cometió dicha falta y le informaremos de esta decisión. Por último queremos ofrecer una sincera y muy sentida disculpa a la escritora Larissa Bugarini, así mismo hacemos de su conocimiento que el escrito plagiado pronto será modificado para que aparezca el verdadero autor, es decir Larissa Bugarini Calleros. La cual será debidamente notificada en cuanto esto ocurra. Gracias a los que se tomaron la molestia de leer el comunicado. Atentamente

Consejo Editoral, Factum- Revista Literaria.

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Presentación Procesión ¿Ha visto a mi hijo? Ya le busqué en los caminos, en el monte, en el río; ya busqué entre mis entrañas, entre mis recuerdos, en el eco de las sonrisas que de niño soltaba al jugar y aún no lo encuentro. c

¿Han visto a mi hija? Salió en la mañana hace dos días pero no ha vuelto. Ya la busqué en el puerto, en el malecón y en la plaza; he buscado en mis pupilas, en mis lágrimas y en las grietas de mis manos. ¿Han visto a mi nieta? La levantaron ayer; solo dejaron sus huellas, sus gritos y un charco de sangre que reconoce mi sangre. La he buscado en el maizal y en los platanares; entre la tumba de sus padres y de sus hermanos. ¿Han visto a mi hermano? Se lo llevaron hace dos años, le he buscado en el viento, en la montaña y en el bosque de pinos y cedros. Ya revolví diez fosas, encontré otros hermanos, hijos, hijas, nietas y nietos. He hallado padres, he hallado madres y pequeños pares de zapatos. He hallado dientes, he hallado huesos y campos sembrados con dolor y pena; he hallado fragmentos de pesadillas y de sueños; encontré futuros sin nombre y sin rostro cubiertos con tierra y lágrimas y plegarias secas. ¿Donde está papá? ¿Donde está mamá? /¿En que fosa? ¿En que zanja? ¿En que río? ¿Donde está mi hijo? ¿Donde está mi hija? / ¿Tiene aliento? ¿Tiene hambre? ¿Tiene frío?

¿Los cubre de la lluvia el manto de niebla? ¿Los cubre del sol la sombra de una ceiba? Seguimos buscando en un camino de sal, en el campo santo por la vida de tantos. Procesión de estaciones, de eclipses, tormentas y huracanes. Seguimos guiándonos por las voces del fuego y el polvo; los recuerdos se niegan a convertirse en ceniza… ¿Donde están? Nos hacen falta.

Paola Klug

https://paolak.wordpress.com

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Biografía Javier Marías Javier Marías Franco, nació en Madrid, España el 20 de septiembre de 1951. Es un exitoso escritor, editor y traductor miembro de numero de la Real Academia Española. Estudio Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid. En el año de 1970 escribió su primero novela titulada Los dominios de lobo, la cual sería publicada en 1971. Posteriormente en 1972 publicó Travesía del horizonte y en el año de 1978 publicó El monarca del tiempo y posteriormente su traducción de la novela de Laurence Strene titulada La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, la cual le valió el premio de traducción Fray Luis de León en 1979. Durante 1983 y 1985 impartió clases en la Universidad de Oxford en la materia de Literatura Española y Teoría de la Traducción. Haría lo propio en el Wellesley College en 1984, en 1987 y 1992 lo hizo en la Complutense de Madrid. En 1896 aparece El hombre sentimental y, dos años más tarde, Todas las almas, obra esta última que narra la historia de un profesor español que imparte clases en Oxford, lo que dio lugar a que el narrador fuera identificado como Marías. Los protagonistas de sus novelas escritas desde 1986 son intérpretes o traductores, “personas que han renunciado a sus propias voces”, en palabras del propio autor. En 1990 salió su primera recopilación de relatos breves, Mientras ellas duermen y en 1991, la primera de artículos periodísticos. Corazón tan blanco, en la que se mezclan novela y ensayo, tuvo un gran éxito tanto entre el público como en la crítica convirtiéndose en uno de los puntos de referencia del denominado Hibridismo Genérico, y supuso su consagración como escritor. La obra fue traducida a decenas de lenguas, y el crítico alemán Marcel ReichRanicki mencionó a Marías como uno de los más importantes autores vivos de todo el mundo. En 1998 apareció Negra espalda del tiempo, novela en la que Javier Marías detalla los cruces entre ficción y vida real producidos por la falsa interpretación de Todas las almas como un roman à clef. Es también en esta obra donde se cuenta la historia del “legendario, real y ficticio” Reino de Redonda, del que Marías se acababa de convertir en soberano, con el nombre de Xavier I, tras la abdicación de Jon Wynne-Tyson. En 2002 comenzó a publicar la que podría calificarse como su novela más ambiciosa, Tu rostro mañana. Aunque de lectura independiente, continúa con algunos de los personajes (en particular, el narrador) de Todas las almas. Debido a su extensión, más de 1500 páginas, el autor decidió publicarla en 3 tomos (Fiebre y lanza, 2002, Baile y sueño, 2004 y Veneno y sombra y adiós, 2007). En 2011 publicó Los enamoramientos, novela detectives que plantea problemas filosóficos, éticos. La historia está relatada en primera persona por María, la protagonista que trabaja en una editorial, y es la primera vez en que Marías utiliza una narradora. Salida en abril, a octubre de 2011 la novela había sido traducida ya a 18 idiomas y la edición de Alfaguara había vendido más de 100.000 ejemplares. La novela no solo tuvo un gran éxito de público, sino también de crítica: fue elegida libro del año 2011 por el suplemento cultural Babelia de El País. En 2012, Marías fue galardonado con el Premio Nacional de Narrativa español. Este galardón lo concede el Ministerio de Cultura de ese país. Marías rechazó el premio y aseguró que agradecía “la gentileza del jurado” y que esperaba que no se tomara su postura “como un feo”. Sus obras han sido traducidas a 40 idiomas y publicadas en 50 países. El prestigioso sello inglés Penguin ha decidido incorporar siete libros de Marías —cinco novelas, un libro de relatos y otro de ensayos— a su colección de Modern Classics (el acuerdo correspodiente se cerró en la Feria del Libro de Fráncfort 2011), con lo que este novelista pasa a ser el sexto escritor en lengua española incluido en ese selecto club después de Jorge Luis Borges, Federico García Lorca, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda y Octavio Paz.

Sus obras: Los dominios del lobo (1971). Travesía del horizonte (1973) El monarca del tiempo (1978) El siglo (1983) El hombre sentimental (1986) Todas las almas (1989) Corazón tan blanco, Anagrama (1992) Mañana en la batalla piensa en mí (1994) Tu rostro mañana Los enamoramientos (2011) Así empieza lo malo (2014)

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“Es sólo que cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa, para todo — más aún para esperarlo—, y nos limitamos a darlo de baja.” javier Marías F A C T U m - Revista Literaria

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CREACIÓN

En Mi Funeral En mi funeral quiero que cantes en voz baja esas canciones que siempre cantas cuando te siento enamorada no te olvides de llevar las fotos el video aquel del que nunca platicamos las películas de escapadas cuando tu universidad valía menos que las colegiaturas que vuelvas al vestido que de lejos vi a la sonrisa de sabernos eternos en esos besos de lluvia que recuerdas día a día y tu sonrisa de madrugadas antes y después de prepararte el desayuno tú y tus cabellos aun enredados a mi cuello en permanente acampada en donde todas las madrugadas olvidamos mundos y pendientes y trascendentales lunas en palabras que solo entendemos con sonrisas de viento como ese día que sin vernos sabremos comprendernos.

Zambra. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Promotor contracultural y músico.

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dÓNDE ANDARÁS Estoy esperando de una manera lindísima tu presencia, esa fragancia que al compás de mi utopía delibera todos los sueños que están pendientes entre nuestras vidas. Te pienso, te quiero, te amo o al revés. Como tú quieras, yo te amo te quiero, te pienso. ¿Y tú? Me pregunto dónde andarás, si piensas en mí, en mis poemas, si recuerdas mi última sonrisa, si al terminar el sol su estadía por éste el rincón mío, ay mía, junto a mí estarás aliviando el insomnio de cada día. Mientras tanto yo seguiré esperando, de esta forma bonita, lindísima. Amando, amándote así no estés aquí.

Darío Alejandro, 21 años. Esmeraldas, Ecuador. Estudiante.

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JULIO POR SIEMPRE El poeta anda distraído por la calle. Observa como pulula la gente. Va a paso lento con el dejo de su sombra, comprendiendo la amargura de ellos. Precavidamente esquiva a estos otros argentinos. A la mayoría los adivina tristes, menos a unos pocos quienes están como estresados. Ya da un poco de codo para abrirse espacio entre la multitud. Eso roza a señoras y hombres de todos los colores de piel. Los unos van con sombreros mientras que otros desfilan con abrigos. Entre tanto, Julio examina sus rostros para sentirles la nostalgia y se percata de que ellos por dentro están fríos. La depresión del país los tiene así de achacados. Cada quien sabe el silencio que debe guardar o si no hasta puede ser encarcelado, por nada, porque libera la lengua de verdad. Tras las amenazas; pues los llorones se quedan callados, no hacen ninguna gritería. Más con suerte, Julio los rebasa ahora con galanura. Los deja por allá en medio de ese desorden. Mejor, él pasa a la otra esquina. Con genialidad, logra adelantarse en el tiempo. A su voluntad, camina por una calzada cualquiera con el cigarrillo de siempre en la boca. Pasea a lo surrealista; creyendo en lo imposible, saludando a cronopios y famas. Hace así lo que desea por la ciudad. Casualmente acaba de encontrarse con Daniel, un viejo amigo. Por lo fraternales, optan por estrechar sus manos. Se saludan en bien. En el otro acto, cruzan unas cuantas palabras como simbólicas de vez que resuelven ingresar a tienda Vinola. Entre chistes, cruzan el portal, van hasta la barra. Por allí, se sientan sobre las butacas y con prestancia piden al joven de turno dos mates. Durante la espera, hablan sobre las experiencias de lo fantástico. Julio comienza por su parte a relatar una historia. Rememora el día cuando vio a una enana morada, saludándolo desde el columpio que había al frente de su casa. A su parecer la creyó cariñosa. Ante tal sorpresa, él asegura haber salido de la habitación donde estaba para dirigirse rápidamente a la calle. Así que recorrió el pasillo principal y luego abrió la puerta del recibimiento con el propósito de conocerla a ella. Por cierto, sus ganas por apreciarla eran fuertes. No obstante, cuando reparó la vista a lo lejos, ya no la encontró a ella. En vez, distinguió a un hombre de cara misteriosa, vestido todo de negro. Debido a este desarreglo, volvió al encierro suyo en donde permanecía, para pensar mejor las cosas. Entre tanto, ellos los literatos, recuperan ahora la noción del presente. Acaba de llegar el muchacho con las bebidas. Estos amigos, serenos las reciben, se las toman en compañía. Y mientras el zureo de la tarde apacigua, Daniel entona su voz en vez como dice: -Poeta, yo sólo tengo una anécdota curiosa. Esta me sucedió en Belgrano. Era eso del medio día. Hacía sol con brisa. Avanzaba el día sábado con lentitud. Así lo descubría sobre lo letárgico. Para lo personal, sentía pereza hasta en los nervios. Yacía recostado contra un

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escaño de madera. La verdad no hacía nada. Iba sin aspiraciones por ciudad capital. Sufría hasta de maluquera. A escasas, oía el canto de los canarios, salvando los vacíos de aquella agonía, tan mía. Nomás a rutina, observaba a los vecinos de siempre, entre sus hijos con las mismas rutinas, yendo de prisa a sus apartamentos para escuchar la radio. Menos mal, por avatares del destino, se acercó a mí, Haroldo Conti. Pasaba de anónimo por el barrio, más al descubrirme a solas, vino hasta donde estaba yo. De inmediato, dejó un libro suyo en mis manos, luego cogió por un callejón, yendo rápido hasta cuando se desapareció. Y claro, desde aquel suceso, gracias a él, sé de ficción. -Pero que genial, Daniel. Lo trascendental pasa definitivamente cuando uno menos se lo espera, eso sí que es cierto-Sentencia, Julio Cortázar. Tras esto pasado, los dos amigos desahogan sus voces. Han confesado sus infidencias inexplicables. Más se hallan ahí en simpatía. Aún reunidos experimentan un rato agradable, sueltan una que otra carcajada, dejan correr viejos rumores, la pasan bien. Ahora, al acabarse los mates, cada quien se levanta de la silla, pagan frescos la cuenta al joven y con normalidad se van del lugar. Caminan ya juntos lo largo de varias cuadras. En el teatro moderno, se despiden con gentileza, se separan, se distancian el uno del otro hombre. Al tanto, Julio sigue su rumbo por el andén hasta la plaza de Mayo. Una vez llega allá, ve maullar a un montón de gatos. Estos se pasean por los arbustos, brincan con mucho arrebato. Algunos entre ellos, se recuestan sobre el prado azulado. El poeta, por cierto los vislumbra junto al crepúsculo. La mayoría son rojos y los demás son negros. Unos faroles iluminan sus cuerpos peludos. El maestro, entre la misma magia, se les arrima con cautela y acaricia a uno de estos mininos con los dedos. Este bate la cola a la vez que otro de ellos se encarama por su espalda. El Julio, queda entonces encantado como un niño, les dice puras inocencias de ternura. Y por gracia de la divinidad, Aurora aparece acompañada por un loro. Ella a lo pronto va hasta donde este enamorado suyo. Corre para siempre protegerlo. Ahora lo saluda y lo remansa con sus manos. De nuevo, lo seduce al ritmo de cada rozar de pieles. Más por fin, ellos vuelven a ser novios, juntan sus labios, se lloran con dicha y mientras tanto los gatos empiezan a volar por los buenos aires.

Fedorvelt

Rusvelt Julián Nivia Castellanos. Colombia.

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Muerte por agua Para Gice Silva Mujer de agua, niña líquida, tu mirada cristalina es el rocío que empapa cada día de alegría el ser del astro azulino de este cuerpo terrenal. Niña de agua, mujer líquida, eres el río que quita el desasosiego y la ira; eres lluvia, eres tormenta, pero siempre tus caricias a la mar mojan el alma. Mujer de agua, niña líquida, tu voz marina armoniosa es el cálido oleaje que humedece de ilusiones a quien navega sin rumbo bajo un cielo borrascoso. Niña de agua, mujer líquida, paz y vida son contigo, ahógame entre tus piernas.

Dante Vázquez M. 34 años. Ciudad de México. Poeta.

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Abatimiento Ya no se me ocurren más poemas; las palabras se desviaron hacia los libros que paladeo, retornaron de algún modo a sus dueños, cansados de esperar en mi tintero. Como Horacio en Rayuela, instaurado en la obsesión convulsa, desnudando dudas y revistiéndolas de ideas para volver a sembrar el elocuente “germen de la duda”. Los poemas nacen de un principio de necesidad, con el que el abstracto esculpido en las líneas, es formado por otros rostros, por otros instantes, paisajes, angustias, o solemnidades, prescindiendo de nosotros. Y luego, el lector, sea cual fuere su precisión al afinar la escala de un verso o una nota de piano, en realidad nunca sabrá qué estamos creando; si será un infierno desde nuestro pleno gozo, o si desde un pozo a kilómetros bajo tierra cantaremos con pena para su alegría.

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Dama de Blanco Me has negado tantas veces que desconozco por completo tu existencia; y con independencia de que existas o no, prefiero jugar a inventarte como algo real, que escrutar cualquier otra negligencia. Como algo real que tome cuerpo desde la niebla de la inexistencia; en la que habitas, camino siempre de tus excesos, sin escatimar en besos por tu adicción maldita. Osamenta huesuda, afrodita de cuna, madre del despecho; ya no eres la niña bonita de la sonrisa precisa con una rosa en el pecho A penas eres un desconcierto, de por sí maltrecho. Presa de las callejuelas sin salida, regalando caricias, vértigos, copas, como una muñeca de trapo con una extraña mueca, bendiciendo el suelo de un pútrido lavabo a la espera de una última raya de coca.

Jonay Castro Casañas, 35 años. Tenerife, Islas Canarias.

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La victoria es el camino

Yo no ando por la vida buscando honores ni alabanzas de necios. No imagino homenajes cuando me muera, pues no los quiero en vida. Que no se les ocurra llevarme flores, viviré en mis aprecios. Todo ha sido y sigue siendo larga espera de lucha dolorida. La victoria es el camino, primavera es saberme hoy querida.

Beatriz Villar, 58 años. Argentina. Trovadora.

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Después de ayudarlo a levantarse, el mayordomo fue a continuar sus labores cotidianas, hasta que oyó de nuevo una sucesión de sonidos extraños; eran horribles alaridos procedentes de la habitación que había abandonado. Indiferente y acostumbrado a las manías de su patrón, entró. Lo que vio a continuación lo dejo paralizado. El cuadro causante de los desvelos de su amo se hallaba vacío, lo único que quedaba era el marco áureo circundando el fondo negro. Avanzó sintiendo la opresión provocada por la incertidumbre en el pecho y se detuvo enfrente del sillón. Una náusea invadió su cuerpo. La expresión del infortunado reflejaba la agonía que había sufrido. La garganta cercenada despedía el nauseabundo olor metálico del líquido sanguíneo y la carne de los brazos ardía lentamente al estar moteada con diminutas quemaduras circulares mientras la sangre de sus ojos recorría sus mejillas púrpuras. Su amo se encontraba sentado frente a él con la templanza y porte propio de un cadáver. Al mirar de un lado al otro buscando el arma homicida observó una serie de marcas en el tapete que lo hicieron estremecerse hasta a punto del desmayo. Eran pisadas húmedas, firmes y óseas tatuadas con sangre que se dirigían a la chimenea; sobre la repisa, hallábase un objeto que el mayordomo no recordaba: Era un cigarrillo. Junto a él, posado sobre la plataforma de madera, estaba un ente de naturaleza densa y macabra, con el gesto de un ángel o un demonio, cualquiera que hubiese sido no hubiera importado. Como un facsímil corpóreo de un terror escalofriante. Estaba… Un cráneo.

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Una Canción Quebrada

Escucho aquella canción, y me pongo a pensar en esa criatura que hizo que llegara hasta este punto, lo maldigo, lo lloro, lo odio, pero siempre termino con ese sentimiento roto. Los minutos pasan y aun siento tu aliento que curan mis heridas, tus ojos mirándome en la noche pidiendo amor, convirtiéndome en la misma criatura que eres tú. Recordar el momento que me pediste ser igual a ti, acepte a ciegas, para al final maldecir ese instante donde lo di hasta el alma y al final ni mi alma regresa a mi si no es llorando para gritarme por qué? Lloro por el momento en que me dejaste en las sombras para ir hacia la luz, lejos de mí, lejos de todo lo que formaste, el mundo de sombras que había entre tú y yo, recordar todo eso solo por una canción, una canción que hace que mi alma se vuelva a ir y mi corazón se vuelva a agrietar, una canción que hace que las heridas se vuelvan a abrir. Solo pido que ya no regreses a mí, porque sé que cada noche tu alma aun viene a mí y me pide que regrese, pero no, y le doy todo a alguien que espero lo quiera, no quiero volver a caer, las sombras siempre estarán ahí, pero yo ya no lo estaré.

Julissa Yasmin Espinoza Simons, 20 años. Perú. Estudiante.

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LAS LLAVES DEL ILUSO En esas horas de la madrugada en que todo duerme salvo el silencio. Las estrellas comienzan el sueño y el astro rey limpia sus telarañas de fuego. Manolo con su manojo de llaves camina por calles desiertas, respira el fresco aroma mientras bosteza, se siente cansado. Ha terminado su noche y toma el primer tren, casi vacío, que le lleva cerca de casa, donde nadie le espera. Mientras sube la cuesta enfangada de lluvias de ayeres, sorteando los charcos de aguas turbias, donde las gentes se lavan en las mañanas de restricción, cada vez más frecuentes. Manolo va pensando en las miserias. Vive en la periferia de la gran ciudad, donde no se alzan edificios ni comercios, ni una maldita fuente, sólo campos vertederos de basura y desguaces de chapas. Las familias gitanas apagan sus fuegos, las guitarras y gargantas ahogan los últimos lamentos entre tragos de vino. Manolo siente la pasión del flamenco como un canto espiritual, tan ancestral como el de los negros allá en los campos de algodón de Nueva Orleáns y se imagina el río casi seco de las cloacas que pasa junto a las barracas, chozas y chabolas herrumbrosas, igual que el Mississippi, puede ver los barcos de aspas que arremolinan las aguas. ¡Qué pobre es aquello!, incluso su pensamiento es sólo fruto del libro de Mark Twain que leyó siendo un chaval y tenía la ilusión de viajar, porque el mundo se le representaba grande y estaba abierto para él. Pero seguramente fue el mismo destino quien no le permitió más que vagar por las callejuelas sudorosas de una única y cruel ciudad, condenado al olor del metal de las cerraduras y las llaves que cuelgan de su cinto, ironía también, pues su humilde morada no la cierra una puerta, sino una inmensa bandera vieja de cuando aún creía en la tierra y sus dirigentes. Cuando haga frío ha jurado quemarla con su rencor interno y echar a andar sin detenerse ya jamás. Quizá el destino le haya perdonado. Ha pagado un alto precio confiando y quien nada tiene, nada pierde.

Kim Bertran Canut, 54 años. Barcelona, España. Escritor- Fotógrafo literario.

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MAR

Aunque haya muerto nuestra flor - no pisaremos las raíces perpetuaremos recuerdos - el ogro no devora mis sueños este mar es inmenso. Éxtasis de mi silencio santo - un ángel rebelde desapareció aunque sea inmenso - estas ansias inundarían el sol este mar es inmenso.

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PERRO Había esperado tres horas para verla desnuda. No es como si en la parada de autobuses hubiera estado imaginando el color de sus pezones o la forma en que su cabello caía sobre sus hombros desabrigados. No pensaba en el perfume que resbalaría danzando entremezclado con el sudor en una gota idílica que vista bajo el microscopio de su laboratorio casero mostraría las partículas de lo artificial y lo natural que componen su belleza. Leonardo no se predisponía a la sensualidad de Martha. No esperaba que de camino al restaurante su mano sería la promesa de una piel tersa que como una capa de barniz envolvía su cuerpo hasta asemejarlo a un durazno fresco que súbitamente había tocado las grietas de otra palma. Sus piernas en el asiento trasero del taxi no eran exactamente una premonición de aquel anhelo que suelen provocar cuando estas están torneadas y que al momento en que los pies tocan el piso permiten contemplar pantorrillas tan bellas que no encuentran símiles en el lenguaje poético, ni mucho menos una analogía rebuscada; lo más cercano a describir la belleza de sus piernas era justamente el nombre anatómico de ese bello músculo: el sóleo. Recordó a su esposa a quien conoció en una convención de biología evolutiva y a quien se acercó discutiendo sobre como los perros eran de las únicas subespecies, sino la única, que pretendía tener sexo con cualquier otra, pero que a pesar de ello terminaban procreando de manera directa sólo con su propia especie. Ya hacían seis años de aquel encuentro pero pensó que era un tema vigente y que a Martha le agradaría hablar de ello. Alejó ese pensamiento de su cabeza y se convenció, por la experiencia, que Martha, la pintora Orfísta, no estaría interesada en ello. Así es como no pretendía adivinar, era sólo una observación empírica. El era un hombre de ciencia; de esos que no especula, sino simplemente hace teorías. Pero era imposible si quiera teorizar sobre el sabor de aquellos labios carnosos que ahora devoraban pan llenando de migas las pequeñas arrugas del labio inferior. Posteriormente el orbicular trabajaba para dar sorbos al vino tinto para que después los zigomáticos, el risorio, el elevador del labio superior y los orbiculares oculares, mostraran que la sonrisa era sincera, que el chiste había sido el correcto, sin imaginar como era esa sonrisa en una cama, cuando era una sonrisa llena de cortedad, de esas que nacen en el momento en que una frase bonita vuelve tímida a una mujer. Cuando se levantó al baño no imaginaba como el vestido negro haría resaltar las nalgas que se movían como dos lunas eclipsadas que en su intento por colisionar una con la otra sólo podían estrecharse y andar por el pasillo hasta volverse lunas gibosas creciente y menguante que paraban en el excusado.

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La sola imagen del talle le recordaba una asíntota oblicua, de esas que odiaba en la preparatoria, y que jamás comprendió. Pero esta era intrigante, no era una ecuación. No pensaría que una pequeña cicatriz de una apendicetomía se encontraba en la intersección que hacen el flanco derecho, la fosa ilíaca derecha y el mesogastrio. De camino a casa no imaginaba como se verían en su naturalidad esos pies semidesnudos, que con la uñas barnizadas hacían que los dedos parecieran pequeños cristales con tintes de coral que resaltaban la piel blanca de Martha. No concebía el color del vello púbico, o el aroma peculiar que expedía su vagina, o el tamaño del clítoris, la carnosidad de la vulva, o su sensibilidad o la textura y el color rosado de los labios internos y externos que parecía desteñirse en el perineo hasta llegar al ano y perderse en sus entrañas. Ni siquiera lo que conocía, su rostro y su voz, eran un símil de lo que serían los gestos, los jadeos, los gritos, las palabras. Todo visto en lo socialmente público es sólo un trozo mínimo de lo que es el ser humano cuando está extasiado y deseoso de hacer el amor. No, Leonardo nada de eso imaginaba. Tuvo que pararse accidentalmente frente a la ventana de su cuarto después de una discusión con su mujer, mirar cruzando la calle, subir las escaleras mentalmente hasta el tercer piso del edificio gemelo del de donde vivía, y localizar la ventana sin cortinas que deja ver la iluminada habitación de Martha que llegaba con otro hombre, para intentarlo siempre en el acto, y así hacerlo repetidamente para estudiar la estructura anatómica de aquello que se desea, rompe nuestros esquemas y toda objetividad para hacernos soñar, pero que no se puede tener.

Ismael Campos, 20 años. Distrito Federal, México. Estudiante de Filosofía.

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HOMBRE SIN TÍTULO, AMOR CON RAÍZ No puedo más, es necesario decirlo. Aun sintiendo que mi voz se quiebra. Pues la roca se derrite al sol. Te amo sin afán de amarrarte a mi vida. Sin control, sin días llenos de mensajes. Sin llamadas de media noche, sin flores. Sin argumentos. Sin querer sentir la asfixia de esos amores comunes. Así te amo. No me conformo con saberlo. Te lo digo así. Como puedo, como quiero seguir amándote los días de tu ausencia. Me gusta imaginar tu sonrisa. Después de tanto extrañarte. Te amo más. ¡Suspiro! Disfruto abrazarte en el recuerdo. Te anhelo. No tengo táctica sutil para envolverte. Eso se lo dejo a mi mente.

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Me enamoras, indiferente. Me encantas, sombra perenne. Me enloqueces, silencio sugestivo. Y en mi soledad. Tu nombre me recuerda siempre que nunca has sido mío. Fuego ardiente entre lluvia y sol. Arcoiris irremediablemente hermoso. Ancla metida en mi corazón. ¡Cómo dueles! Amargura sobresaliente entre dos vidas. Ven y calma esta impotencia de no tenerte. Tú, mi vida. Tú, mi sueño. Tú, mi prohibido amanecer. Tú, el estruendo de mi inconsciente. Hombre sin título nobiliario. Hombre con nombre para mis adentros. Raíz que sin medida crece y crece. Mis lágrimas han hecho de ti un árbol inmenso. Te amo, no lo olvido. Te amo, lo recuerdo.

Zafiro Merlión. Oaxaca de Juárez, México. Escritora.


CREACIÓN

¿HERMANOS ENEMISTADOS?

Hablemos de las relaciones entre Latinoamérica y España. La cosa no parece compleja: La brutalidad mostrada por los españoles para con el pueblo americano (fundamentalmente) no tuvo ni tiene parangón en la Historia. Y pensar que todo estuvo, en su origen, fundamentado en el afán de enriquecimiento de Cristóbal Colón… es difícil de creer, ya lo sé. Pero las Capitulaciones de Santa Fe así lo atestiguan. Que luego pasara lo que pasara es otra historia: Que la Corona española se hiciese dueña y señora de la mayor parte de América, de sus riquezas y (¡ay!) de sus gentes, no trajo la consabida civilización para americanos y americanas. Más bien, la golosina americana era demasiado apetitosa, dado el afán expansionista e imperialista de los españoles. O, mejor dicho, de la Corona de la época, que era la principal usufructuaria de los bienes y riquezas venidas de América. “Culpables de ser blancos”, los españoles actuales de a pie, con el paso de los años, nos vamos haciendo a la idea, poco a poco, de que el enriquecimiento de unos pocos no beneficia a todos. Y del tan cacareado Imperio poco se puede decir que no se haya dicho ya: El antiguo territorio colonial se ha fragmentado en firmes Estados soberanos más o menos democráticos, mientras que, desde el Tratado de Maastritch, España ha seguido su propio camino como miembro de pleno derecho de la Unión Europea. Ante la realidad iberoamericana actual, las refractarias relaciones entre algunos países americanos y España nos ha de hacer reflexionar sobre qué sentido deben tomar las políticas actuales, y si orientarlas al librecambio, o bien reinventar las políticas de izquierda, que den a las típicas relaciones entre Latinoamérica y España un sentido más humano y racional. Y no hablo de migraciones, hablo de política económica.

Eloy Andrés Gómez Motos.

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CREACIÓN

Me despierta el alba, quien me lo diría que tu hermoso rostro contemplar pudiera no, no eres fantasía, es mi realidad. Entre blancas sabanas a medio cubrir descansas el cuerpo delinean tus formas, las puedo admirar mientras tú mi amor ni cuentas te das. Despiertas en mí tantas emociones hay deseos locos de besar tu boca recorrer tus calles, pintar las caricias sentir que me abrazas, estrechas, asfixias... Suspiro profundo, se me ha hecho tarde tengo que marchar. Con mucho cuidado apago la luz grabo en el espejo la pequeña nota: “Cariño, observa tu espalda marcadas en rojo te deje mis huellas quiero agradecerte por las emociones de cada mañana, al contemplarte... desnudo entre mis sabanas blancas”.

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Cerré los ojos y pensé en voz

Una lengua atravesó mi boca y sentí ganas de vomitar, la misma lengua había estado antes excitando otro lugar. Pensaba en todo y no pensaba, cerré los ojos y pensé en voz. Sentí la ausencia sentí la calma sentí el recuerdo sentí el calor. Tuve miedo porque no estabas, cerré los ojos y pensé en voz. ¿Qué si te quiero? sobran palabras cerré los ojos y pensé en voz. No lo miraba no me hacía gracia yo no quería ese corazón, y mientras otro hombre me follaba cerré los ojos y –sin resabios- pensé en vos.

Maritza Palma Lozano, 19 años. Colombia. Periodista y escritora.

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¿LAMENTO MI CAMINAR? Volvería a caer en la misma idiotez. A pesar de los pesares y a pesar de saber todo lo que me habría de ocurrir, volvería a caer. No lo siento, solo lo lamento. Lo bueno puede sobre lo malo y aunque éste desespere y se vea traicionero y triste y duro… sólo, lamento. Lamento la pena que siento porque no la merezco. Lamento mis lamentos porque no son sueños. Fuerte caminar, para al final desolada y vacía, dejar la vida sin más. No, no es verdad. Caminar se camina con fuerza porque queremos llegar a más. Porque soñamos con una realidad que no será real, solo será fatalidad. Soñamos con la idealidad del modo de llevar nuestra vida con claridad, pero no. No sabemos hacerlo de verdad.

Rosa María Bodas Pérez, 57 años. España. Escritora.

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Morirás al alba Basado en el poema “Y siempre habrá una vez” (de Carmen Alardín) y en el cuento “Se solicita sirvienta” (de Patricia Laurent Kullick).

¿Será que no encuentro la forma de matarte? ¿Con la vajilla de plata recién pulida o al filo del último escalón de la escalera roja, donde tu sangre habrá de confundirse? Te mataré con el arma de Helsing o haré como tú: buscaré consuelo en otro cuerpo, pues mi alma está perdida. Te mataré con el deseo que pides, si después de unos minutos te vacías para quedar dormido. Entre tanto, me masturbo para liberar mi lujuria. No uno, ni dos ni tres serán los orgasmos hasta morir y despertar con la rosa henchida de espinas. Te mataré con mis celos, pues mi amor no sabe compartir. Te mataré al enunciar el alba. La cruz de madera será tu muerte.

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Infierno I De lo profundo del sueño maldice su realidad, de sus manos escurre la sangre de ella. II Se oculta en el pantano donde los árboles lloran. Son los inmolados de Dante. Sigue soñando. III Oscuridad absoluta, pútrido aire. Reflexiona, imágenes esclavizan su mente. El fango veda su andar. IV Grita, no escucha su voz. Mantiene los labios sellados, cosidos están. La lluvia copiosa le empapa, el frío paraliza sus huesos. Veneno en el aire. V Perlas negras descienden: es el cieno en sus ojos. La piel cae a pedazos. Se arranca los labios y grita.

Rita Bedia Lizcano, 42 años. Monterrey, México. Escritor.

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GUERNICA DE PAPEL Cabezas, manos, pies, ojos que lloran, aquelarre en las letras de un poema. La boca es el silencio, en la garganta el tremolar de espanto. ¿Qué decir de los días en que moramos? ¿Qué decir del dolor que nos desgarra? Hemos muerto a la vida y vivimos eternos en la muerte. Un golpe de metal, un estallido, una flor en el pecho se deshace. Vendavales de odio cercenan nuestros sueños. Sin remedio caemos uno a uno /blancos de feria ante las armas largas/ Cifras inoportunas, temibles activistas para el poder en turno.

María Elena Espinosa M. -San Nicolás de los Garza, N.L. Lic. En Educación.

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Sin Red

Ya sabes, mientras caminas, pies por las veredas, el tiempo transcurre, mágicamente, solo tus pasos, nada mas, hasta los sucesos mas increíbles, han llevado su ritmo, su paso, van quedando en el corazón, ya sin peso, crece la experiencia, todo pasa, ligero y efímero, se escurre entre las manos; se va. Pareciera desamor esta libertad liviana, sin embargo, cuanto mas intenso es, desde esta conciencia verdadera. Libre, en este instante increíble, momento único. Esta idea, me desata sin tormentas, silenciosamente. Aprender lanzándome sin red.

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Saber llegar

Tras mis pasos , siento como detrás queda la vorágine y el ruido, los sentidos abrumados, saturados en extremo, avanzo casi desde el instinto de conservación, lentamente, crece, y crece hacia adentro un silencio reparador, un silencio solo, plácido. Avanzo, voy llegando, me despojo de estas vestiduras densas, me descalzo, me conecto, llego a mi hogar, y lo siento como un templo, como un abrazo esperado, mi corazón sabe de la dicha sencilla de saber llegar.

Gabriela Pena, 47 años. Lomas de Zamora, Argentina. Escritora.

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mujer, Amo tus curvas Caminando en las nubes de poesía perdida, en los días fríos de otoño olvidado en los jardines de la indiferencia, cierro los ojos mientras el aire cubre mi cuerpo, en conjunto tu esencia inconfundible llega a mi memoria acordándose de lo más hermoso de tu ser: esas curvas, únicas, mágicas e inimaginables las que me vuelven loco, sacándome del camino haciéndome sentir calor como si saliera el sol una vez más en lo obscuro de mi corazón. Sólo al pensarte tus curvas inundan las lagunas de mi pensamiento, me pregunto por qué este placer tan más majestuoso de emocionarme con tus curvas me hace tan feliz, será que por ellas te amo, será que por ellas conocí aquel día la felicidad. Me doy cuenta que así es, como no pensar en ellas, tus curvas son la apertura de una mirada tan suave como una nube pero tan fuerte como un zafiro; a la vez una combinación tan hermosa de esas curvas de tu mirar haciéndome sentir único en tierra de la monotonía rutinaria, las recorro con mi alma besándolas lentamente con el corazón. Al final del camino me doy cuenta que tus curvas ahí no acaban ya que tu sonrisa forma una hermosa figura que enloquece hasta al hombre más cuerdo; al final de todo preciosa y equilibrada cual bailarina me doy cuenta que aquellas curvas pasadas no son nada, son pequeñeces, ya que lo más hermoso de ti mujer son las curvas de tu corazón; protegiendo lo que en momentos es fuerte pero frágil a la vez, frío pero cálido a quien lo merece, ahora entiendas por que las únicas curvas que me enamoran son las tuyas…

Tacho, 22 años. México. Estudiante de Lic. Comunicación, escritor,.

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—No lo entiendo. —Sacudió la cabeza la pequeña, confundida; mientras su madre la sentaba en el pupitre de plástico de aquel bonito cuarto de juegos. Y cruzaba las piernas al sentarse en el suelo, para ponerse a la altura de su hija. —El sol es como un gran mago. Que da la vida a las flores, a los árboles… a los animales… —¿Al gatito del señor Gómez también? —la interrumpió la niña, con su rostro de nuevo desbordado de ilusión: “Guau… el sol es un gran mago”; pensaba, mientras su madre seguía relatándole la historia. —Sí… al gatito del señor Gómez también —accedió la madre entre risas—. El gran sol nos da la vida a todos y nos protege con su calor. Pero como es tan grande y tiene tanto calor para compartir, hay que tener cuidado, y coger ese calor poquito a poco… —Para no quemarnos —interrumpió de nuevo la pequeña, abriendo mucho los ojos. Su cabecita estaba empezando a comprender; y además, se estaba acordando de algo: —¿Como el año pasado cuando me quemé en la playa porque tomé mucho el sol? —Ajá… —asintió su madre—. El sol es grandioso, Laura. Y todos los días nos regala su magia. Tan solo tenemos que coger un poquito de ella; un pellizquito de esos polvos mágicos que nos dan la vida… Puede que ahora no lo entiendas, porque eres muy pequeña; pero mis palabras estarán en tu cabecita para siempre: Si la vida te da la oportunidad de disfrutar de la belleza de las cosas, no quieras agotar su regalo muy deprisa mirando al sol. Ve despacio… y entonces sus rayos te acariciaran para siempre. Laurita sonrió. Y a pesar de no entender esas últimas palabras, sintió la calidez de la tierna voz de su madre; y nunca olvidó este momento, que llevó grabado en su memoria.


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INMOLACION Gritas a los cuatro vientos vocalizando claramente su nombre, clamas con valentía por su presencia, tus pies de hierro no se cansan, avanzan sin tregua tu calvario, solo la energía de la amada tierra alienta tu penoso caminar; el llanto de tu sangrante corazón se oye muy quedo, brota con estruendo opacado rebotando con estrépito hasta el infinito; infatigable recorres calles, bosques y quebradas. Gritas, gritas y nadie responde; solo los espíritus gimen por el trance pasado, solo el eco repite el nombre amado, solo el viento helado responde tu lamento; la claridad del día| con su dulce aliento te aguarda esperanzas, solo las aves de rapiña con su obstinado pasaje acompañan tu dolido peregrinaje, anunciando la presencia de despojos mefíticos a flor de piel natura. Arañas la tierra húmeda o seca con infatigable quehacer y dolida esperanza anhelando el feliz encuentro; buscas, buscas, presurosa buscas en vano un indicio

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y solo enfrentas restos inciertos y ajenos; tus cansadas pupilas agudizan la búsqueda lubricadas con dolidas lágrimas de pesar; dedicas los últimos retazos de tu azarosa vida en tu obsesivo anhelo por ofrecer el regalo paterno a los huérfanos desamparados. Muchos admiran tu voluntad de inquebrantable lucha y tenacidad por descubrir la verdad. Con los que tiene iguales dolores te has hecho solidaria, solo tú sabes el sabor de la ausencia querida. Tus entrañas sienten lacerante angustia porque cada día reclaman lo suyo; ¿quién aplacará tu ira y dolor por el preciado desaparecido? ¿quién mitigará tu fatiga por el insondable caminar? ¿quién enjugara tus lagrimas inagotables? quien saciará tu sed por la verdad? Solo el recuerdo del padre, hijo o hermano te inspira fuerzas y anima para avanzar por la tortuosa senda de tu calvario. Acudes reiteradamente en tu investigación a supuestos pueblos, ciudades e instituciones,

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con el eje motivador de tu adolorido corazón e inteligente intuición; solo recibes contradicciones y diversas versiones; algunos inculpan a dogmáticos errados, que so pretexto de misticismo social asesinan a inocentes hermanos; otros acusan con certeza y temor a uniformados desquiciados que enarbolando la bandera de Seguridad Nacional no distinguen el verdadero enemigo; los más, mudos testigos de la barbarie con el pueblo, esconden la verdad atemorizados y recelosos tras el telón del olvido y silencio cómplice. El día y la noche se han tornado lúgubres para ti desde que te arrancaron a tu vástago, ya no piensas en la paz de los sepulcros solo anhelas el feliz reencuentro; solo buscas el camino hacia la verdad; solo piensas con furia e impotencia, el por qué de estos desalmados actos para la condición humana. Tu sencillo razonamiento y noble sentimiento repiten tercamente: ¡ya no más momentos aciagos para los hijos de nuestros hijos, ni para la historia de nuestra Patria!

Victoria Emilia Artica Campodónico, 75 años. Perú. Profesora Cesante.

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POKER La apuesta de La Mano estaba sobre la mesa El Pie lanzó una mirada como siempre amistosa en la tabla dormía “Apuesto mis ojos” salieron las cuatro cartas, salió el flop, salió el turn, salió el river. “Pareja” “doble pareja” El Pie perdió sus ojos que ahora son de La Mano. Seguía en la mesa “Apuesto mis dedos” salieron las cuatro cartas, salió el flop, salió el turn, salió el river. “Doble pareja” “trio” El Pie perdió sus dedos que ahora son de la mano.

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lo que tanto había deseado. dijo El Pie,

dijo El Pie; dijo La Mano.

la misma apuesta de La Mano. dijo El Pie,

dijo El Pie; dijo La Mano.

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CREACIÓN

Sobre la mesa dormía “Apuesto mis palabras” salieron las cuatro cartas, salió el flop, salió el turn, salió el river. “Trio” “escalera” El Pie perdió sus palabras que ahora son de La Mano. Descansaba sobre la mesa “Apuesto mi amor” salieron las cuatro cartas, salió el flop, salió el turn, salió el river. “Escalera” “color” El Pie perdió su amor que ahora es de La Mano. Ya no aguantaba “Apuesto mi vida” salieron las cuatro cartas,

lo que tanto había deseado. dijo el Pie,

dijo El Pie... ilusionado; dijo La Mano.

aquello que aún deseaba. transfirió El Pie,

señaló El Pie; dijo La Mano.

entregaría todo por esa apuesta. mostró El Pie,

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salió el flop, salió el turn, salió el river. “¡Color!” “full” El Pie perdió su vida que ahora es de La Mano. “¡Te apuesto mi alma!” salieron las cuatro cartas, salió el flop, salió el turn, salió el river. “¡Full!” “POKER” El Pie perdió su alma que ahora es de La Mano.

gritó El Pie; respondió La Mano.

expresó desesperado,

soltó El Pie... llorando; dijo La Mano.

(Lo sabía, no importa que ponga en la mesa jamás podré ganar esa apuesta que hiciste originalmente; nunca podré tener… el amor tuyo, mujer.)

Joalberths De Agrela, 20 años. Venezuela. Estudiante de Lengua y Literatura.

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Me llueves tú “… Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama… “

Jaime Sabines.

Llueven tus pasos en la ruta de mis recuerdos van calando huellas, se alejan, jamás regresan. Llueven metáforas bosquejando tu rostro pero te desvaneces entre siluetas sepia. Llueven tus palabras sueltas, acumuladas, atoradas se lanzan bravas contra el papiro de mi existencia, llueven tus silencios azorando mi sosiego bramando ausencias, l d l e o s r t a i n e d r o r o s

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Llueven tus labios con arrebatos de luna con besos de olivo perfumabas en la bruma

llueven tus caricias doradas de otoño deshojando lirios bosquejaste nuestro retoño. Llueven nostalgias de prematuras primaveras de balcones floridos, de amores consumidos. Llueven pesares en la cárcel de mi cuerpo yerta está mi carne, estéril de tu aliento.

Elisabet Carina Basilio, 44 años. Cañada de Gómez, Argentina. Profesora de Lengua y Literatura.

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Por esta carretera del viento Ando deshilachada parpadeante por esta carretera del viento que corta el silencio. Dejaste mi alma sin voz en el sendero mis pies descalzos sobre las piedras muertas. Necesito que te disuelvas antes de que mi espíritu se me salga en palabras dulces, desangradas, bullentes. Y mi piel te extrañe mis labios te nombren mis costados te vibren mis nadas te aclamen. En tu ausencia derramo tu música en mis desvencijadas manos tus palabras en mis poros anhelantes tus miradas en mis oscuros sedientos. En cada noche que se volatiliza en cada amanecer que sublima en cada dorado que leviga en cada suspiro que se ahoga eres la perenne perforación de mi corazón.

Silvia Alicia Balbuena, 66 años. Rosario, Santa Fe, Argentina. Jubilada.

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Amada Libertad El vértigo invade mi cuerpo Estoy en un buque de guerra Para desinflar la deshora. Desmemoriado desde que la Vi llegar, tibia, sonrojada, La alteración en mi circuito, La desconexión de la señal. El desorden camina junto A ella, la hermosa libertad Lleva aquel vestido negro Parece una divinidad. La flor en el fango, el color De los arboles, el viento que Sopla bajo la luna o el sol. Nada la fatiga, nada la alcanza Está hecha de amor, acogido En sus brazos, no existe la Sumisión.

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árboles de manzana El viento calla, el saxofón suena, el amor y la oscuridad. Esta noche me dejare caer sobre tu sueño, tu espalda sostendrá mis versos. Y mis caricias tu cuello fulgurante, mortal, como la lluvia sobre los arboles de manzana.

Fabián Luna. México.

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--- Alguien te condenó al destierro, te hizo salir y cerrar detrás de ti la puerta, clausurar las ventanas, abandonar el hogar que entibió tus noches. Mujer sin nombre, ¿o te llamabas Yrit?, te separaron de los brazos con que hermanabas las tardes con las noches compartiendo el té y las palabras. Debías huir porque tu casa ya no podría ser tu refugio, todo sería destruido, hasta tus huellas. Tuviste que seguir los pasos de tu marido, pero podría haber sido tu hermano, tu vecino. A partir de ese momento, cuántas veces has sido expulsada, conocida por el parentesco, por el color, por el gesto que le correspondía a alguien más y no a ti. Te fuiste en nombre de tus hijos, en memoria de tus hijas. ¿Qué ser inmisericorde forzó tu obediencia? ¿Cómo es que alguien puede castigar de ese modo la nostalgia? ¿Quién te obligó a renunciar a la tierra de tu jardín, a la sombra de tus árboles, al canto de las aves que despertaban tus mañanas? No querías partir. Los cojines, la cocina, el rosal, el agua de los cántaros te llamaba. No querías ir, pero no preguntaron tu opinión. Te arrojaron a las llanuras agrestes donde reptiles y escorpiones poblaban la noche, el frío martirizaba la carne bajo la ropa, la luna ocultaba su vergüenza tras raquíticos árboles. Ahí afuera cualquier movimiento significaba el dolor hundiéndose en la piel, lacerándola hasta secar la sangre. Tu apego, el amor a lo tuyo fue maldecido. Intentaron cancelarte el derecho al recuerdo y a la pertenencia. Siempre encontraron razones para culparte. Un movimiento de cabeza, un pestañeo, el tropiezo del pie en el umbral equivalía a la muerte. Tuviste razón en dejar que el viento enredara tus cabellos desatados, que tu grito fuera relámpago y respiro; fue bueno detenerte, girar el cuello, abrir los brazos. En el momento mismo en que las lágrimas brotaron, se volvieron sólidas y cayeron quebradas en la arena. El fuego llegó a tus espaldas y consumió tu túnica. Tu cuerpo quedó detenido para siempre. Te perteneces ya a ti misma, a la tierra de las madres sin hijos, de los hijos que conocen el odio y la sangre. Ahora tienes todos los nombres, todos los orígenes, estatua desplazada. Tu sal se disuelve en nuestras bocas.

Mariena Padilla, 62 años. Monterrey, Nuevo León, México. Maestra de Matemáticas.

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PASIONES JUVENILES “It was the face of a beat generation”. John Clellon Holmes.

Mi vínculo con la “Beat Generation” viene de lejos ―qué vértigo, por cierto, cuando los veinte años se han convertido precisamente en eso: “lejos”―. Andaba acabando mis estudios universitarios ―o, al menos, así lo creía― cuando mi padre, hombre de peculiares adquisiciones librescas e indudable tino, me obsequió con un ejemplar de “Las cartas de la ayahuasca”, donde se recoge la alucinada correspondencia que intercambiaran William Burroughs y Allen Ginsberg a cuenta del lisérgico viaje del primero a la selva amazónica y las experiencias de ambos con los alcaloides locales. Especialmente llamativos me resultaron la explicitud del lenguaje y el fraseo sincopado que, con matices, caracterizarán a todos los integrantes de la “Generación”, además del vitriólico sentido del humor del que hace gala el decano de la misma, William Burroughs, manifestado en varios pasajes absolutamente hilarantes. Poco después, con motivo ya de mi yerma licenciatura y de nuevo por vía de la infinita generosidad paterna, llegó a mis manos “On the Road” ―aquí traducida, no sé si negligentemente o con pretensiones líricas, en cualquier caso de manera poco ajustada, como “En el camino”―. Obra capital de la literatura de la segunda mitad del siglo XX, buque insignia de la “Generación Beat” ―otra traducción perezosa que acabó imponiéndose― y manifiesto programático “avant la lettre” para buena parte de los movimientos sociales que se avecinaban. Nunca una lectura me ha vuelto a dejar secuelas equiparables ―cosa que, en cierto modo, agradezco―. La libertad, no sólo formal, que la novela grita a los cuatro vientos con carcajada “bebop” me poseyó por completo. Tanto que en los años siguientes viví un idilio casi patológico con la obra toda de Kerouac ―la cual devoré con la codicia ciega del drogodependiente, o del zombi― y con el personaje en sí ―tal vez le dedique una semblanza en artículo futuro, con la perspectiva y la ecuanimidad que el tiempo y la edad proporcionan―, hasta el punto de zambullirme dichoso en un autodestructivo delirio alcohólico coronado ―envilecido, cabría decir― con bochornosos experimentos de de escritura automática y

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homéricas disputas con la novia de color que, émulo de Kerouac ―quien, a su vez, pretendía serlo de Baudelaire―, me había buscado, creyéndola ―anhelándola― mi Mardou Fox / Alene Lee particular. Porque a “On the Road” le siguió “Los subterráneos”, leída, como ven, con un exceso de implicación personal por mi parte. Vino después “Los vagabundos del Dharma” y el consiguiente coqueteo ―no tan efímero como pudiera suponerse― con la meditación trascendental y unas cuantas decenas de haikus hallados en dios sabe qué páginas web de cuyo enfebrecido contenido “new age” no quiero acordarme. Me metí, entremedias y de regreso a William Burroughs, con “El almuerzo desnudo” y con “Yonqui”. La primera, celebérrima quintaesencia del “cut-up” característico de su autor, me resultó bastante fría, acostumbrado como estaba a la visceralidad un tanto dipsomaniaca de Kerouac. En cuanto a “Yonqui”, quizá a causa de su proximidad a los crudos postulados del realismo sucio, fue más de mi agrado. Si bien es cierto que me faltó estómago ―o me sobró, arcanos del rico refranero castellano― para empalmarla con “Marica”, su continuación natural. Asimismo, durante un tiempo paseé, rambla arriba rambla abajo ―vivía en Barcelona por entonces, y es que mis veleidades bohemias no eran moco de pavo―, la excelente edición bilingüe que Anagrama tiene del “Aullido” de Allen Ginsberg, renombrado estandarte generacional junto a la mencionada “On the Road”. Su tono, entre apocalíptico y veterotestamentario, me subyuga todavía. Pocos comienzos ―ninguno, de hecho― se me ocurren más vigorosos que el que desata el poema. No me resisto a transcribirlo en su versión original: “I saw the best minds of my generation destroyed by madness, starving hysterical naked, / dragging themselves through the negro streets at dawn looking for an angry fix…” La fascinación fue tal que me lancé a componer una retahíla de horrísonas rapsodias que di en etiquetar de “poesía fisiológica”, bajo títulos tan perturbados, que no perturbadores ―o sí―, como “Del oficio de teleoperador”. Jesús. Si bien es cierto que aún hoy siguen sin parecerme particularmente malas, lo cual debería preocuparme sobremanera.

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Mi período “beat” tocó a su fin cuando me partí un codo y consagré las varias semanas de convalecencia a, entre otras cosas, la lectura de “La vanidad de los Duluoz” y “Big Sur”, de Kerouac ambas, y “El libro de Jack: una biografía oral de Jack Kerouac”, firmado por Barry Gifford y Lawrence Lee. Esta última presenta una estructura bastante de moda hará unos diez años ―recuerdo haber leído sobre la vida y milagros de Mihail Bakunin en formato muy similar―, que ahorra mucho trabajo al biógrafo ―los biógrafos, en el caso que nos ocupa―, en tanto reducido a mero compilador de testimonios, al tiempo que incurre en el riesgo de desorientar al lector poco familiarizado con el personaje objeto de comentario, debido al galimatías que pudiera seguirse de una polifonía exagerada. En lo tocante a “La vanidad de los Duluoz” y “Big Sur”, se trata, qué duda cabe, de obras menores. Me provocaron, por tanto, un impacto mucho más leve que las anteriormente citadas, especialmente “On the Road” y “Aullido”. Es probable también que la calentura “beatnik” que me había asaltado durante unos dos años hubiera empezado a remitir, de ahí el escaso entusiasmo que les concediese. Pasó bastante tiempo hasta que me reencontré con mis ídolos literarios de juventud. Fue con “Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques”, escrito a cuatro manos por Kerouac y Burroughs. Me pareció poco menos que una “boutade” inofensiva, empezando por su tedioso título, tan forzadamente surrealista. En su defensa ―y en la mía― cabe aducir que no me encontraba en la disposición de espíritu más apropiada para una lectura de tal jaez, pues dedicaba aquellos días al vano sacerdocio de las oposiciones ―nada más aburguesado puede venírseme a la cabeza, si acaso el aburguesamiento triunfante: aprobar y tomar posesión de la plaza propia por siempre jamás. O casarse, claro. Con todo, no hace mucho cayó en mis manos “Doctor Sax”, también de Kerouac, y a mi nada humilde juicio, un sinsentido cósmico, poniéndolo en términos de Henry Miller, autor de referencia para todos los escritores apuntados y que, a diferencia de éstos, no pierde un ápice de frescura conforme sus lectores atraviesan el umbral de la madurez. De lo dicho hasta el momento podría desprenderse que mi relación con la “Beat Generation” y, especialmente, con Jack Kerouac, su representante más genuino ―e indudablemente carismático―, muestra numerosas similitudes con el proceso de enamoramiento, desde la arrebatadora pasión original hasta la ineluctable indiferencia final.

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Pero igual que de ningún amor debiera uno arrepentirse ―ni de nada en esta vida, si hacemos caso a Nietzsche, porque “¡los remordimientos de conciencia son una asquerosidad!”―, tampoco abjuraré nunca de mi pasada devoción por Kerouac y sus adláteres. Ni mucho menos. Hay filias peores, supongo. Las hay incluso ilegales, y ésta, de momento, no lo es. Además, sin menoscabo del cambio de criterio que necesariamente traen los años, dos máximas me han quedado: primero, el valor de lo autobiográfico como material literario ―porque la vida, en palabras de alguien tan poco vinculado con la “Beat Generation” como García Márquez: “no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla”―. Segundo y definitivamente innegociable, escribir siempre desde las tripas. Para ti y para nadie más. Contra todo y pese a todos. Honestidad “beat”, vaya.

Por: Carlos Ortega Pardo, 32 años. Valencia, España. Profesor.

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pesadilla Se abrió la puerta y surgiste del frio prematuro que asolaba noviembre. Cuervo azulado, centellando con tus pantalones negros de piel ajustados. Depositaste lentamente los largos guantes, después la bufanda, el sombrero, los lentes oscuros, a medida que avanzabas hacia mí en la penumbra. Te esperaba resignado en el sillón bajo un concentrado haz de luz torturante. Recordando la última vez. Sonreíste, como siempre, no pude corresponder tu música interna, sabía lo que me esperaba, sólo bajé la mirada para verte completa por última vez. Te acercaste a mi lado, delicadamente ajustaste la luz e introdujiste un hisopo cítrico en mi boca, me observaste de cerca, mi cara cansada, el terror contenido dentro, tus dedos suavizando mi ceño, decidí cerrar mis ojos y dejarte en libertad. Con pequeños toques diste indicaciones a mi cuerpo esclavo, inyectaste directo al hueso, gracias a tu destreza no sentí nada, sólo un líquido transparente que helado entraba en mis quijadas, tus dedos fríos sobre mi mejilla, tratando de mitigar la fina aguja. Tu aliento de menta cerca de mí. ¿Listo? -preguntaste- sólo asentí leve con la cabeza, los ojos cerrados, concentrado en una súplica para que acabaras cuanto antes. Empezó un jaloneo fortísimo, sentí cómo tratabas de extraer de mi mandíbula superior una parte de mi cuerpo que había crecido en mí, que estaba ahí desde siempre, perfecta. La lucha me hacía sentir como si fuera a moverse mi nariz de lugar. Cedías un poco solo para acumular más fuerza y seguir con la tortura. De pronto te separabas un poco y preguntabas que si había dolor, con mi dedo índice te indique que no, tratando de no mover un solo musculo de mi cuerpo, entregándome de nuevo al suplicio, tu cuerpo pegado al mío, un mechón de tus cabellos se libera y roza mi rostro abierto. No había dolor solo un maltrato aberrante, luchaste con todas las fuerzas de tu pequeño cuerpo, hasta que un crujido de mi hueso cedió, un pedazo cayó en mi lengua ensangrentado, parecía que se iba a ir por mi garganta, pero un movimiento rápido de tus pequeñas manos lo extrajo de mi boca, así fueron saliendo uno a uno pequeños huesos de mi encía, hasta el final. La sangre corría hacia mi estómago, hasta que pusiste una compresa en el hoyo dentro de mí, por el que podía sentir el aire, que penetraba por mis fosas nasales hacia mi esófago, el palpitar de mi cerebro al pensar.

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CREACIÓN

Me diste indicaciones precisas, que escuché ausente sin mirarte a los ojos. Te despediste con un leve roce en mi brazo, parecías preocupada. Al salir tu risa a lo lejos, hizo eco en mi cabeza, como una cascada. Me empastillé para no sentir antes del tiempo indicado. Mi cara paralizada, esperaba conciliar pronto el sueño, para olvidar la pesadilla inmediata. Lo logre un momento, hasta que una punzada dentro de mi cabeza empezó a palpitar. Tratando de atraer el sueño que se espanta a cada martilleo, más pastillas. Como recordatorio el hueco enorme en mi boca. El sueño huye, parvada levantando el vuelo. Despierto en mi cama helada en medio de la oscuridad. Tu imagen extraviada en el pasado, me guiña un ojo y se aleja. Siento como si me hubieran golpeado la cara, todavía paralizada. El alba lejana amenazaba con encontrarme con los ojos abiertos. Un largo día de trabajo me aguarda al clarear el cielo. Suena el despertador, demasiado tarde. Tengo hambre pero el temor de que el alimento se desvié por ese nuevo túnel a lugares insospechados, me hace claudicar. Tomo agua para saciar el rugido de mi estómago. El sabor metálico de mi propia sangre no me abandona, mi boca permanece cerrada ante el temor de una nueva hemorragia o que el sabor en mi lengua escape de mí. Salió el sol en la mañana desvelada, el dolor se despedaza ante el tráfico, se integra al apremio de la labor diaria. Ante el espejo, no hay hinchazón en mi cara, todo parece normal. En el interior me falta un pedazo, que suplico a mi propio ser en su inteligencia suprema logre completar para seguir adelante, como si nada hubiera pasado. Deseo volver a verte.

Adriana Flores Tanguma, 51 años. Monterrey, México. Arquitecto.

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entrevista

Lucía Nie Lucía Nieto Oliver es una escritora española nacida en Terrassa, Barcelona el 3 de noviembre de 1975. Sus primeros encuentros en la literatura surgieron a la edad de 16 años, desde entonces ha tenido multiples logros y proezas, entre ellas se encuentran su publicacion en Antología Gemma Tomo VIII Ediciones el Paisaje. También ha sido ganadora de un concurso local con motivo de San Valentín: su poema fue publicado en el periódico Terrassa Societat. Otro de sus poemas fue emitido en RNE, en el programa música. Su primer poemario titulado Bajo la Sombra de los Abetos, fue publicado en el año 2007. Otros de sus poemas también fueron emitidos en el programa de radio “Poesía en Viu” dirigido por Maria José Robledo, en Mataró Radio. Además colabora mensualmente en la Revista Noir, y en la revista electrónica La Oruga Azul.

Lucía Nieto Oliver en 15 preguntas. 1. ¿Hace cuánto escribes? Lucía: Desde los 13 años. 2. ¿Cómo descubriste el mundo de la creación literaria? Lucía: A través de la lectura. 3. Desde ese momento ¿te has encontrado con alguna limitación u obstáculo? Lucía: A la hora de escribir o de crear versos, nunca. 4. ¿Cómo definirías tu estilo literario? Lucía: Estilo propio, personal y sobre todo libre. 5. Existe algún libro o autor que haya marcado tu carrera literaria ¿cuál(es)? Lucía: Si tengo que remarcar a alguno me quedo con dos clásicos, Federico García Lorca y Pablo Neruda. 6. Háblanos acerca de tu trabajo en general, ¿qué se sorpresas hay para el publico cuando lea las letras de Lucia Noil? Lucía: Creo que encontrarán similitud con algunas experiencias, empatía, un lenguaje fresco, y directamente sincero hacia el corazón del lector. 7. Cuéntanos sobre tus escritos publicados.¿Qué podemos encontrar en ellos? ¿Qué tan difícil, fácil o complicado fue publicar(los)? Lucía: Mis poemas, hablan mucho de amor, y desamor, diría que es mi tema estrella y sobre el que me gusta mucho escribir, a partir de aquí, he llamado a varias puertas antes de que se me publiquen cosas... Como todo en la vida, hay un esfuerzo y un trabajo detrás, en mi caso grande.

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entrevista

eto Oliver 8. Sabemos que recientemente lanzaste tu segundo poemario. Háblanos sobre el. Lucía: Se trata de una recopilación, escrita desde el corazón, con palabras emotivas y sencillas. Del amor al desamor, hasta la más pura crítica social. Es un homenaje para una persona muy especial en mi vida, a la que yo adoraba, para ella, va este trabajo, donde existen poemas, donde se habla de la muerte, la pena, y la melancolía... 9. ¿Qué inspiró o como nace dicho trabajo? Lucía: A partir de muchas noches de escritura, donde no dormir, era importante... 10. ¿Qué otros proyectos tienes en puerta? Lucía: Mis proyectos son seguir en este camino que me aporta tanta belleza y serenidad en mi vida. Escribir todo lo que se pueda publicar. 11. ¿Qué es lo más disfrutas de ser escritora? Lucía: Lo que más disfruto es cuando el lector, me dice que se ha emocionado, o que le ha gustado aquél poema, o que se ha sentido identificado... Eso para mi es mi mayor premio. El calor de la gente que me lee. 12. ¿Cuál crees que es la importancia o el lugar que tiene la lectura dentro de nuestra sociedad? Lucía: Creo que tiene más importancia de la que parece, y menos que la que se muestra... Es decir, que existen muchísima gente que lee, o que lo prefiere antes de ver televisión, por ejemplo, pero que sin embargo, en el mundo de la poesía, es bastante cerrado. Creo que en España, solo existen 2000 lectores de poesía, aproximadamente. Pocos bajo mi punto de vista. 13. Pregunta ociosa; ¿libros digitales o impresos? Lucía: Bueno, yo prefiero impreso, no cambio el aroma, de un libro, el sonido de las hojas, o el abrirlo y cerrarlo, aunque el mundo digital, anda ganando al impreso, y va ganándole terreno, creo que nunca dejará de existir el libro impreso... Hay personas como yo, que aprecian ese gesto, quizá leer de forma digital es más práctica, rápida, o incluso fácil, y económica, pero para mi es frío... 14. Algún consejo o palabras que quieras dedicar a los lectores. Lucía: Consejo, solamente que cuando lean mis versos, no se concentren en la palabra, sino en el sentimiento que expreso en cada palabra, dejarse fluir, liberar emociones, y conocerme de forma profunda, ese sería mi consejo respecto al poemario.... Mis palabras, siempre son de amor, agradecimiento, y un profundo cariño, hacia todos ellos/@s. 15. ¿Cuál es tu opinión sobre el panorama literario actual? ¿Crees que alguno de los escritores que están creando ahora o que están comenzando salga alguien que pueda posicionarse entre los grandes de la literatura? Lucía: Bueno, aquí diria que tenemos por un lado, un exceso de títulos en todo tipo de géneros, y no sé si todos buenos, o solamente aceptables, en el lado negativo, en el positivo, es la amplia gama, de escritores que podemos elegir, un abanico amplio y muy diverso donde seguro encontraremos algo que se nos adapte a nuestros gustos personales. Estoy convencida, de que no alguno, sino varios escritores, que están comenzando ahora se posicionarán entre los grandes de la literatura.... Claro, los hay excelentes.

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CREACIÓN

solo son sueños Tanto ruido en mi cabeza me aturde. El centro comercial estaba en la locura todos corriendo en busca de las mejores marcas, de un reconocimiento, de un imaginario, falso, hipócrita… Simplemente una máscara más ocultando lo que verdaderamente somos, después de tanto estrés ya estoy en casa como siempre el perro me recibe con su peculiar ladrido agresivo pero al tenderle la mano con comida se vuelve manso, vulnerable es tanta la fuerza de aquellos ladridos que las llaves se caen; uno, dos, tres escalones más y ya estaré por fin en mi cama solo observo y me dan ganas de ya dormir y soñar, como siempre la puerta no cierra sino la azoto con fuerza. Es hora relajarnos, a un lado de mi cama coloco el incienso, el cigarrillo, después de unos intentos fallidos el encendedor prende y a su vez el reproductor de música nos empieza a envolver con el gran blues de B.B King enigmático The Thrill Is Gone al ritmo de la guitarra el piano y saxo nos envuelve en las mágicas calles de New Orleans y el carnaval acompañados con la voz de los grandes ancianos y lejanos caminos en What a wonderful world. Me pierdo en el sueño, de un momento a otro la realidad ha cambiado… Las olas del mar son tan fuertes que parecen reales a su vez las gaviotas acompañadas de un silencio armónico, a los lejos los delfines mostrando lo increíble que es la naturaleza; solo unos pasos en las duras arenas del oeste son necesarios para escuchar los fuertes truenos de las lluvias torrenciales de invierno toda la realidad ha cambiado los castillos de la gran escocia nos cobija ante el fuerte enojo de la naturaleza al son de la gaita, es tal la fuerza del viento que las cadenas que sostienen los puentes del castillo son movidas con violencia constante, los dragones llegan al castillo de la mano de las hadas, con campanadas que las distinguen nos absorben y de nuevo todo ha cambiado… La noche ha llegado, en el sueño de nuevo regresa el gran blues en el fondo, la musa por la cual vivo en un sueño, simplemente solo la sueño cuando llegaba por las mañanas con un beso en la frente me daba el buenos días y con un suspiro me decía “te amo”; a la vez tocan la puerta, el sueño ha acabado pero creo eres tú, me levanto, tiro el despertador, se cae mi teléfono, corro a la puerta y muevo el picaporte, tomo aire y al abrir me doy cuenta que solo era tu recuerdo.

Ignacio Hernández Macias, 21 años. México. Estudiante de Licenciatura en Comunicación.

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CREACIÓN

A LAS SALAS DEL DESPRECIO

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fragmento

Los caminos de la eternidad —Mi madre —dije—, mi madre ya murió. —Entonces ésa fue la causa de que su voz se oyera tan débil, como si hubiera tenido que atravesar una distancia muy larga para llegar hasta aquí. Ahora lo entiendo. ¿Y cuánto hace que murió? —Hace ya siete días. —Pobre de ella. Se ha de haber sentido abandonada. Nos hicimos la promesa de morir juntas. De irnos las dos para darnos ánimo una a la otra en el otro viaje, por si se necesitara, por si acaso encontrábamos alguna dificultad. Éramos muy amigas. ¿Nunca le habló de mí? —No, nunca. —Me parece raro. Claro que entonces éramos unas chiquillas. Y ella estaba apenas recién casada. Pero nos queríamos mucho. Tu madre era tan bonita, tan, digamos, tan tierna, que daba gusto quererla. Daban ganas de quererla. ¿De modo que me lleva ventaja, no? Pero ten la seguridad de que la alcanzaré. Sólo yo entiendo lo lejos que está el cielo de nosotros; pero conozco cómo acortar las veredas. Todo consiste en morir, Dios mediante, cuando uno quiera y no cuando Él lo disponga. O, si tú quieres, forzarlo a disponer antes de tiempo. Perdóname que te hable de tú; lo hago porque te considero como mi hijo. Sí, muchas veces dije: «El hijo de Dolores debió haber sido mío.» Después te diré por qué. Lo único que quiero decirte ahora es que alcanzaré a tu madre en alguno de los caminos de la eternidad.

Fragmento del libro: Pedro Paramo De: Juan Rulfo.

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entrevista

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libros Ojos de agua De: Domingo Villar

Editorial: Siruela ISBN: 9788478440481 No. de páginas:187 Lengua: ESPAÑOL

Entre el aroma del mar y de los pinos gallegos, en una torre residencial junto a la playa, un joven saxofonista de ojos claros, Luis Reigosa, ha aparecido asesinado con una crueldad que apunta a un crimen pasional. Sin embargo, el músico muerto no mantiene una relación estable y la casa, limpia de huellas, no muestra más qu e partituras ordenadas en los estantes, saxofones colgados en las paredes y el libro -ya un clásico- de un gran filósofo del siglo XX sobre la mesilla de noche. Leo Caldas, el solitario inspector de policía que compagina su trabajo en la comisaría con un consultorio radiofónico, se hará cargo de una investigación que le llevará de la bruma del anochecer al humo de las tabernas y los clubes de jazz. Rafael Estévez, un aragonés para quien las cosas «simplemente son o no son», es su nuevo ayudante. Demasiado impetuoso para una Galicia irónica y ambigua, en la que todo se insinúa pero nada realmente se dice, y para el melancólico Leo, que busca entre sorbos de vino los fantasmas ocultos en los demás, mientras intenta sobrevivir a los suyos.La verdad termina por aflorar gracias a la labor de la curiosa versión española de Sherlock Holmes y Watson que forman el tándem Caldas-Estévez, en una novela policiaca salpicada de humor, no necesariamente negro, con grandes dosis de suspense en la que los personajes se van componiendo a medida que hablan y actúan, llevándonos a desentrañar el secreto que esconden los Ojos de agua.

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libros Pedro Paramo De: Juan Rulfo

Editorial: ANAGRAMA ISBN: 9788433920706 No. de páginas: 128 Lengua: ESPAÑOL

Una de las obras maestras de la literatura mexicana, “un texto irrepetible, inimitable. Y es a la vez secreto y transparente porque inciden en sus líneas la dimensión colectiva de una comunidad, alusiva por extensión a todo un continente, y la mirada puntual y sin complacencias del escritor”, en palabras de Luis Izquierdo. Pedro Páramo es una de las obras maestras de la literatura hispanoamericana. La novela cuenta cómo el protagonista, Juan Preciado, va en busca de su padre, Pedro Páramo, hasta el pueblo mexicano de Comala, un lugar vacio, misterioso, sin vida. Allí, el joven descubrirá que toda la gente del pueblo se llama Páramo, que mucho s de ellos son sus propios hermanos, y que Pedro Páramo está muerto. Estamos, pues, ante una novela misteriosa y fantástica cuya atmósfera envuelve al lector y los transporta a un territorio mágico de sorprendentes ramificaciones.

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libros Así empieza lo malo De: Javier Marías

Editorial: ALFAGUARA ISBN: 9788420416274 No. de páginas: 582 Lengua: ESPAÑOL

Así empieza lo malo cuenta la historia íntima de un matrimonio de muchos años, narrada por su joven testigo cuando éste es ya un hombre plenamente adulto. Juan de Vere encuentra su primer empleo como secretario personal de Eduardo Muriel, un antaño exitoso director de cine, en el Madrid de 1980. Su trabajo le permite entrar en la privacidad de la casa familiar y ser espectador de la misteriosa desdicha conyugal entre Muriel y su esposa Beatriz Noguera. Muriel le encarga que investigue y sonsaque a un amigo suyo de media vida, el Doctor Jorge Van Vechten, de cuyo indecente comportamiento en el pasado le han llegado rumores. Pero Juan no se limitará a eso y tomará dudosas iniciativas, porque, como él mismo reconoce desde su edad madura, los jóvenes tienen el alma y la conciencia aplazadas. Así descubrirá que no hay justicia desinteresada, sino que está siempre contaminada por el rencor personal y por los propios deseos, y que todo perdón o castigo son arbitrarios.

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libros

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libros El impostor De: Javier Cercas

Editorial: Literatura Random House ISBN: 9788439729723 No. de páginas: 420 Lengua: ESPAÑOL

He aquí una fascinante novela sin ficción saturada de ficción; la ficción no la pone el autor: la pone Enric Marco. ¿Quién es Enric Marco? Un nonagenario barcelonés que se hizo pasar por superviviente de los campos nazis y que fue desenmascarado en mayo de 2005, después de presidir durante tres años la asociación española de los supervivientes, pronunciar centenares de conferencias, conceder decenas de entrevistas, recibir importantes distinciones y conmover en algún caso hasta las lágrimas a los parlamentarios españoles reunidos para rendir homenaje por vez primera a los republicanos deportados por el III Reich. El caso dio la vuelta al mundo y convirtió a Marco en el gran impostor y el gran maldito. Ahora, casi una década más tarde, Javier Cercas asedia, en este thriller hipnótico que es también un banquete con muchos platos -narración, crónica, ensayo, biografía y autobiografía-, el enigma del personaje, su verdad y sus falsedades y, a través de esa indagación que recorre casi un siglo de historia de España, bucea con una pasión de kamikaze y una honestidad desgarradora en lo más profundo de nosotros mismos: en nuestra infinita capacidad de autoengaño, en nuestro conformismo y nuestras mentiras, en nuestra sed insaciable de afecto, en nuestras necesidades contrapuestas de ficción y de realidad, en las zonas más dolorosas de nuestro pasado reciente. El resultado es un libro que no habla de Enric Marco sino de usted, lector; también el libro más insumiso y radical de Javier Cercas: un libro asombroso que, con una audacia inédita, ensancha los límites del género novelesco y explora las últimas fronteras de nuestra humanidad.

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libros Distintas formas de mirar el agua De: Julio Llamazares

Editorial: DEBOLSILLO

ISBN: 9788420419176 No. de páginas: 200 Lengua: Alfaguara

¿Puedes regresar a un lugar del que nunca te marchaste? «La gente no sabe muchas veces lo que debajo del agua se oculta ni la historia que se borró para siempre con la demolición del último de los pueblos que aquí existieron. De ahí que algunos exclamen mientras lo contemplan:”¡Qué bonito!”...Y qué triste, añado yo.» En medio de un paisaje hermoso y desolador, la muerte del abuelo reúne a todos los miembros de una familia. Junto al pantano que anegó su hogar hace casi medio siglo y donde reposarán para siempre las cenizas de Domingo, cada uno reflexiona en silencio sobre su relación con él y con los demás, y sobre cómo el destierro marcó la existencia de todos ellos. Desde la abuela a la nieta más pequeña, desde el recuerdo de la aldea que los mayores se vieron obligados a abandonar a las historias y pensamientos de los más jóvenes, esta novela es el relato coral de unas vidas sin vuelta atrás, un caleidoscopio narrativo y teatral al que la superficie del pantano sirve de espejo. No existe una única forma de mirar el agua, pero el sentimiento de desarraigo, de exilio definitivo, ha permeado gota a gota a esta familia, generación tras generación. Tal vez porque ningún lugar duele tanto como aquel al que jamás podrás volver si no es desde el recuerdo o una vez muerto. Pero lo importante es regresar, como Ulisesa Itaca. No importa cómo ni de qué forma.

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