FACTUM - Revista Literaria No. 11

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FACTUM REVISTA LITERARIA

Junio, 2014. no. 11

Creación: Ángeles Cabrera/Fabián Luna/Susana González Odizzio/Uriel Hernández Gonzaga/Miguel Lazarte/Carlos Ortega Pardo/José Ramón Muñiz Álvarez/Gema Lutgarda Enrique López/Virginia Fátima Gonzalez/Tony Montesinos Sánchez/Ada Vega/Rosa Lía Cuello/Fernando Bermúdez/Chelo Ávila/Rene Garcia Ibarra/Daniel Aguilar Gutiérrez/Reniel Floyer/Joalberths De Agrela/Nilton Santiago/Jesús Denche Castela/Daniel Luchina/Beatriz Villar/Enrique Adrián Martínez/Zambra/ Eloy A. Gómez/Iván Mauricio Durán/Ángel Lapiedra i Fortuny/Zafiro Merlión/ Adriana Cisneros Garza/Rosa María Bodas Pérez/Ernesto Antonio Parrilla. Artículo: Octavio Cabrera. El Fragmento: Carlos Ruíz Zafón.






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CONTENIDO biografía

Creación

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artículo 88 - 89

el fragmento 92 F A C T U m - Revista Literaria

libros 96 - 101 5


Presentación

Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él.

Nicolás de Avellaneda.

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Biografía

Juan Gelman Poeta, traductor y periodista argentino, nacido el 3 de mayo de 1930. Inició estudios universitarios de química, los cuales abandonó al mismo tiempo que decidió dedicarse a la poesía. En su juventud colabora en el periódico Rojo y negro. Es uno de los fundadores del grupo de poetas “El pan duro” y es también secretario de redacción de Crisis, director del suplemento cultural de La Opinión y jefe de redacción de Noticias. Por su actividad periodística y política vivió en el exilio entre 1975 y 1988, residiendo alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México. Durante su ausencia de Argentina llega a estar condenado a muerte por la dictadura argentina. Poeta adscrito al realismo crítico, consigue un estilo particular partiendo de un realismo crítico y del intimismo. Son constantes en su poesía la presencia de la cotidianeidad, el tono político, la denuncia y la indignación ante la injusticia. Su primera obra publicada, Violín y otras cuestiones, prologada entusiastamente por Raúl González Tuñon, recibió inmediatamente el elogio de la crítica. Considerado por muchos como uno de los más grandes poetas contemporáneos, su obra delata una ambiciosa búsqueda de un lenguaje trascendente, ya sea a través del “realismo crítico” y el intimismo, primeramente, y luego con la apertura hacia otras modalidades, la singularidad de un estilo, de una manera de ver el mundo, la conjugación de una aventura verbal que no descarta el compromiso social y político, como una forma de templar la poesía con las grandes cuestiones de nuestro tiempo. Su obra, junto con la de Mario Benedetti y la de Oliverio Girondo, formó parte del guión de la película El lado oscuro del corazón (1992) de Eliseo Subiela. De su producción poética conviene destacar Violín y otras cuestiones, El juego en que andamos, Velorio del solo, Gotán, Sefiní o Cólera Buey, así como Los poemas de Sidney West, Traducciones, Fábulas, Relaciones, Hechos y relaciones o Si tan dulcemente. Escribe Exilio en colaboración con el periodista argentino Osvaldo Bayer; otras de sus obras son Citas y comentarios, Hacia el sur, Composiciones, Carta a mi madre y País que fue será. La antología Pesar todo es galardonada con el premio de poesía José Lezama Lima, que concede la Casa de las Américas cubana. En 2005 publica una nueva antología, Oficio ardiente, que reúne poemas publicados a lo largo de casi cincuenta años y algunos otros inéditos. En el ámbito musical escribe dos óperas, La trampera general y La bicicleta de la muerte, dos cantatas, El gallo cantor y Suertes, y varios LP. A lo largo de su vida recibe numerosos galardones, entre los que destacan el Premio Nacional de Poesía en 1997 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2005; además tiene el título de ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires. En 2007 obtiene el Premio Cervantes, considerado el galardón más importante de las letras hispánicas, y dos años después la Asociación de Poetas Chinos le otorga el Premio Antílope Tibetano. Muere en México el 14 de enero de 2014.

Sus obras: -Violín y otras cuestiones (1956) -El juego en que andamos (1959) -Velorio del solo (1961) -Relaciones (1973) -Hechos y relaciones (1980) -Si dulcemente (1980) -Citas y Comentarios (1982) -Miradas (2005) -Mundar (2007) -Bajo la lluvia ajena (2009) -El ciempiés y la araña (2011)

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“La poesía debe ser hecha por todos y no por uno.” -Juan gelman-

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CREACIÓN

COBARDÍA

Eres esa historia que siempre quise escribir pero que nunca me atreví a comenzar, porque lo que nos da miedo de volver a comenzar es la posibilidad de volver a fracasar. Algunas historias están destinadas al fracaso y créeme cuando te digo, amor mío, que la nuestra es una de ellas. Yo no sé si estoy lista para volver a jugar contra el destino, con todas las apuestas en mi contra y mi poca fé en nosotros. Podría hacerlo sólo para al final probar que tenía la razón, tú y yo no cabemos en la misma canción, no quiero que cometas el error de suponer que no te quiero más que a nadie, es sólo que a veces es mejor mantener la esperanza bajo llave para minimizar el dolor de las decepciones; llámame cobarde pero yo prefiero ser realista y aún a pesar todo te pido que apuestes a mi favor, a nuestro favor.

Ángeles Cabrera, 23 años. México. Gnomo.

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dÓNDE ANDARÁS Estoy esperando de una manera lindísima tu presencia, esa fragancia que al compás de mi utopía delibera todos los sueños que están pendientes entre nuestras vidas. Te pienso, te quiero, te amo o al revés. Como tú quieras, yo te amo te quiero, te pienso. ¿Y tú? Me pregunto dónde andarás, si piensas en mí, en mis poemas, si recuerdas mi última sonrisa, si al terminar el sol su estadía por éste el rincón mío, ay mía, junto a mí estarás aliviando el insomnio de cada día. Mientras tanto yo seguiré esperando, de esta forma bonita, lindísima. Amando, amándote así no estés aquí.

Darío Alejandro, 21 años. Esmeraldas, Ecuador. Estudiante.

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Dos gatos En tu soledad, dos gatos Montes nos miran sentados, Fuera de las puertas del Cielo. Tú con todas las ganas, Y los gatos con sus garras, Rasguñando tu imaginación. Te preguntas, si me tendrás Siempre, el invierno en la Primavera y los gatos sin Dueño. Tus ojos abiertos, un maullido, Tus manos encima de Mi espalda, una barricada Frente a la ciudad eterna.

Fabián Luna, 24 años. México, Poeta.

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EL HOMBRE QUE TRASPASÓ EL PORTAL Nadie se había atrevido jamás a afrontar los motivos un tanto vedados del mito del fantasma que aquella casona cargaba sobre sus viejos ladrillos. En sus agrietadas paredes trepaba valerosa una hiedra, como una idea, tenaz y persistente, serpenteando caminos entre las claraboyas. El desventurado follaje crecía apesadumbrado en la soledad de aquella funesta morada. La veleta del techo, daba vueltas insensiblemente marcando el ritmo de vientos y tempestades antiguas. En una cenicienta tarde de abril la reja rechinó ante su paso, un hombre se atrevió a cruzar el portal. Caminó por el angosto sendero hacia la entrada de mármol gastado donde viejos pasos habían dejado su huella en la piedra. Me sorprendió su figura de estirpe cuando lo vi pasar bajo mi ventana, prosiguiendo su camino con determinación. Llevaba una simple maleta de cuero labrada con sus iniciales. ¿Acaso nadie había advertido a este caballero sobre el maleficio del fantasma que aparecía en la ventana cada noche en la casona llamando a gritos al amante cuya pasión prohibida llevó a su adorado a la muerte? El hombre recorre la estancia en la oscuridad, conoce muy bien el camino a la gran estufa de piedra y el lugar vacío del atizador. Su vieja estampa trastabilla dejando caer la maleta con el grabado; se derrumba muy cerca de donde me encuentro entre sombras y sollozando pide inútilmente perdón al hijo que asesinó allí mismo. El hombre que traspasó el portal, buscaba respuestas que ya nadie podría darle, su intolerancia y sus prejuicios lo cegaron treinta años atrás cuando descubrió a su hijo en brazos del amante. Todo se aclaró en mi mente cuando pude ver las iniciales en la maleta: el hombre que atravesó el portal no era un simple hombre, me había quitado a mi amado, destrozando su bello rostro. Decidido a poner fin a mi calvario y a ultimar el mito del fantasma que me rodea, arrastrando el dolor de tres décadas sobre mi triste y mortal figura, hago mi aparición en la escena, le propino un certero y letal golpe y lo libero para siempre de su tragedia, del portal, de sus prejuicios y de mi vengativo espectro.

Susana González Odizzio, 50 años. Uruguay- Estados Unidos. Escritora.

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CREACIÓN

Encuentros Dices mis ojos y huyes a algún lugar de mi cuerpo nos encontramos marcados de extremo a extremo junto a un borde mi elocuencia es convertida en agua ya como sospecho que ha de mirarse sonriendo detengo mis dedos todo lo que yo encuentro es una geometría de visiones en lunares palabras que no entiendo porque soy yo el que invento esta melodía que ha de matarme un poco.

Construcciones corpóreas Líneas grises del polvo que llueve los vástagos incendio para que no se marchite el barro altísimo volumen carcome sombras loto eartífice de triángulos señálame el bosque que amanece Uriel Hernández Gonzaga, 22 años. Guerrero, México. Estudiante.

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REENCARNACIÓN Es una de las teorías más difundidas de los tiempos modernos: la “Reencarnación” Don Jaime había sido un campeón de las finanzas, todo lo que él que tocaba, mágica y rápidamente se transformaba, casi, en “oro puro”, en “diamantes genuinos de gran tamaño y peso”. Con sus casi ciento veinte kilos de peso, su estatura más bien baja, su profunda calvicie, su impecable desaliño diario, su saco mal planchado, su corbata mal atada, el color de su camisa que no combinaba con los otros colores de su ropa. Su mirada más propia de un enorme tiburón blanco sediento de sangre humana que de un hombre común, provocaba inquietud y temor entre todos aquellos que desempeñaban sus tareas allí, donde este personaje aparecía. Para completar su temible aspecto, Don Jaime, usaba una muleta que lo ayudaba a desplazarse de un lugar a otro dentro del edificio que era el continente de una buena cantidad de oficinas que integraban su empresa. Este desplazamiento lo llevaba a cabo con inusitada rapidez a pesar de su condición de incapacitado. Esa muleta era el resultado de una calle resbaladiza y un volantazo fatal que veinte años atrás lo habían tenido un par de semanas al borde de la muerte y que le dejó, como única secuela, la importancia de una pierna de menos y la necesidad de comprar un nuevo vehículo, el último modelo más cómodo y costoso del mercado. Cuantos envidiaron su tan bien edificada empresa! Cuantos envidiaron sus relaciones con altos funcionarios y políticos de gran altura! También sus contactos en todos los niveles del gobierno de la ciudad, que le permitían lograr jugosos contratos como proveedor del estado. Cuantos envidiaron sus cuentas bancarias, cada día más abultadas! Pero también, cuantos esperaron meses y meses, pendientes de él y de su inexistente solidaridad, un gesto que los llevara a conseguir un trabajo mínimamente bien remunerado. Que se produjera una vacante dentro de los cientos de puestos de trabajo que manejaba. Cuantos vieron llegar a sus hogares, el trágico semblante de la miseria como consecuencia de un caprichoso e irreversible “cierre de números”. Cuantos viejos sin poder jubilarse, porque nunca les realizó los aportes provisionales descontados en el mismo momento en que debían descontarse de los salarios. Cuanta hambre provocó... Cuanto llanto... Y él… ¡imperturbable!. Nunca creyó en nada, sólo en sí mismo y en su dinero.

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CREACIÓN

Mejor dicho, sí creía, creía en algo… creía firmemente en la doctrina de la “reencarnación”. Creía que un día, después de muerto, volvería a vivir y a disfrutar en este mundo o en cualquier otro. Dentro del cuerpo que poseía o en el que sea, de las riquezas y el status que había logrado a lo largo de su vida de importante empresario. Posiblemente haya estado creyendo en un dogma que en un futuro más o menos inmediato podremos saber si es acertado. Si tenía razón o no. Si el ser humano tendría otra oportunidad de vida, después de haber muerto. Luego de casi ocho décadas y víctima de un cóctel formado por problemas cardiorespiratorios, además de hipertensión arterial, diabetes, colesterol y desmedida y fenomenal avaricia, se fue de esta vida. Lo encontraron tirado en el piso y tan solo, como el ser humano más menesteroso e indefenso del mundo. Cuando movieron sus restos para colocarlo en el féretro, se dieron cuenta que murió apretando firmemente algo en su mano derecha. Con esfuerzo se lo quitaron y vieron que era una pequeñísima moneda, de aquellas que casi carecen de valor. En su mano también había tierra, por lo que los entendidos calcularon que la moneda se le había caído al piso y él la había levantado para que no la encontrara aquel que no debía encontrarla. El aparentemente intenso esfuerzo realizado para llegar hasta la moneda, hizo que su corazón y su cuerpo todo, no lo pudiera tolerar, lo que le provocó la muerte casi en forma instantánea. Pero hablando de “reencarnación” hubo un hecho que podría comenzar a explicar de alguna manera, las bases de la teoría en la que creía Don Jaime. Hubo alguien que vio poco después de quedar vacía la oficina de su dueño, salir por debajo de la puerta del recinto de Don Jaime, una pobre cucaracha, con una patita menos para caer por la rejilla de una cloaca.

Miguel Lazarte, 63 años. C. de Patagones, Argentina. Escritor.

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Vitelio Presencia

El puntual funcionario Vitelio Presencia se sienta a su escritorio. Resolverá expedientes con su proverbial pulcritud. Los mismos de siempre; aunque progresiva, cruelmente informatizados desde su lejano debut. Sólo el mal dormir de la víspera denota que encara un día especial. Un furtivo vistazo alrededor revela el paso del tiempo en los rostros de sus compañeros. La Bibi ha acabado por volverse una respetable matrona. Él la recuerda casi niña, cuando el vuelo de su minifalda desarbolara más de un negociado. También él fue joven. Tan distinto de la apergaminada figura que, hace ya muchas mañanas, lo mira con tristeza desde el espejo. Él era joven cuando en los veranos sin aire acondicionado, sudaba generoso sobre montañas de documentos, reducidos hoy a sibilinas encriptaciones ofimáticas. Ensoñaciones y expedientes más tarde, el ejemplar funcionario Vitelio Presencia ficha para siempre. Acabada la jornada, tras treinta y siete años, mañana es el primer día de su jubilación.

Carlos Ortega Pardo, 31 años. Valencia, España. Profesor.

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Arqueros del alba (iv) Soneto XX Fue el fruto silencioso del manzano De aquel color, al tiempo que dormía, La luz que despertó la brisa fría De aquel diciembre gris pero lozano. La luz del sol nacía en lo lejano Y el verde de los mares presumía De verse tan hermoso, pues el día, Madrugador, alzóse aún más temprano. La lumbre se apagaba en tu mirada, Rendida ya a la sombra, que, al acecho, Borrar quiso su hoguera resignada. Así calló tu voz, cedió tu pecho, Dejó de respirar y, derrotada, Un féretro de rosas fue tu lecho. Cruza las nubes valiente Vuela, mi amor, a la altura Y conquista el ancho cielo, Que, alcanzado de tu vuelo, Se rendirá a tu hermosura. Abre las alas y apura La brevedad de tu viaje. No temas, ve con coraje Donde habitan las estrellas, Brillos vagos y centellas Que alumbran hoy el paisaje. Cruza las nubes, valiente, Y, en las lejanas mansiones, Corona sus torreones, Vuelve estandarte tu frente. Antes que verte doliente, Álzate, bella, en el viento. Se llama en el firmamento Y en el aire primavera, Aunque diciembre quisiera Quebrar tu voz y tu aliento. No te apartes del camino Cuando vayas a la altura, Mientras, lleno de amargura, Ves nuestro llanto vecino. En el aire peregrino Serás un gorrión pequeño. Regálate, pues, al sueño, Cuando, gala a tu belleza, Quiere ser oro y pureza, El sol que tomas por dueño.

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Soneto XXI Rindió el bastión sus torres y su muro, Sus piedras y su fuerza, y, generoso, El cielo se hizo claro y espacioso, Soltando sus corceles sin apuro. La sombra desmintió su velo oscuro Dejando que bullera, luminoso, Un sol febril, acaso temeroso Del hielo de la noche, el aire puro. El mar halló el pincel que, con el día, Manchaba con sus fuegos el paisaje, Llenándolos de luz y de belleza. Cansada de esperar, tu voz dormía, El alma presta, lista para el viaje, Helado el pecho, viva la tristeza. Soneto XXII Recuerdo tu mirar, que, perezoso, A veces quejumbroso de la vida, Los párpados cerraba, si, dormida, Buscabas un descanso más gozoso. Sentada en la butaca, con reposo, Solías ver las horas, su partida, Corriendo a la aventura, y, aburrida, Salvabas un bostezo generoso. El sueño era en tus carnes un consuelo Que siempre tus plegarias suplicaron Aquellas tardes grises y otoñales. Soñabas, y tus sueños eran cielo, Descanso a los dolores que segaron Sonrisas, otras veces, con sus males. Soneto XXIII

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Dejaste este rincón cuando la aurora Lucía sus mayores hermosuras, Sus luces y sus galas, donde, oscuras, Las sombras la supieron vencedora. Llegaba la mañana que, sonora, Los pájaros halló en las espesuras, Alegres de encontrarte en las alturas, Un ángel resignado que no llora. Luciérnaga que brilla sin apuro El tiempo que se escapa traicionero, Los cielos liberó del viejo muro. Será llorar tu falta al mundo entero Buscar consuelo, como el aire puro, Allí donde se apaga tu lucero.

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Soneto XXIV Despierta en el recuerdo de tu aliento, Tu voz resuena, brilla la mirada, Canción de amor que llena la alborada Y el cielo corre, alada como el viento. Testigo de la luz de aquel momento Que pudo ver tu llama ilusionada, La tarde luminosa derramada Hallé en tu voz, tu amor, tu sentimiento. Partió, sin avisar, hacia otros mares, Acaso temeroso, fugitivo, Tu espíritu, buscando otros lugares. Pudiera izar la vela estando vivo, Como un aventurero a los altares, Mi aliento hacia tu voz, volando esquivo. Soneto XXV No pierdas en el reino de lo oscuro La gracia de los besos pronunciados, Que fueron con cariño regalados Para aliviar tu rostro limpio y puro. La sombra del ocaso será un muro Que no podrán cruzar cuando, callados, Los diga tristes, débiles, cansados, Viajeros en el alba con apuro. En mí retengo todos los momentos Que no repetirá, al correr, la historia, Tesoro de mis horas y mis días. Tu ausencia cobra un mar de sentimientos, Mas no te borrará de la memoria Ni en penas ni en dolor ni en alegrías. Las campanas de la muerte. Dejad que, suave y sereno, Roce su mejilla hermosa El aire que la desposa Besando su rostro bueno, Aunque la llene el veneno Que le ha arrancado la vida, Que la lanzó a esta partida La edad, su sueño pesado, El tiempo que, fatigado, Abrazó la despedida. Dejad que, bello y tranquilo, Duerma su semblante hermoso,

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Que disfrute del reposo Que, silencioso, vigilo, Porque se va con sigilo Aunque quiera retenerla, Que no puede detenerla La luz que, tras los cordales, Ve las galas matinales Que pudieron defenderla. Dejad que, afligido el pecho, Descanse el aliento herido Del dolor que ha consumido Su impotencia y su despecho, Porque, la sombra al acecho, No cabe esperar que acierte Los designios de la suerte El silencio que bosteza, Si marchitan la belleza Las campanas de la muerte. Dejad que, blanca y callada, Alcance la aurora bella La altura de aquella estrella Que admira la madrugada, Que ya la noche cansada Ve el despertar de los cielos Pues nieve derrite y hielos, El granizo blanquecino, Bullicioso en el camino Que alborotan los riachuelos. Dejad que, tierna y ligera, Tome su mano la brisa, Y, en el aire, su sonrisa Vuele libre donde quiera, Que otro palacio la espera Después de ese largo viaje Que hoy emprende en un carruaje Digno de llevarla encima, A otro lugar, otra cima, Otro reino, otro paisaje.

José Ramón Muñiz Álvarez, 40 años. España. Profesor.

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EL CANTAR DE NAYLA La salada espuma empapa mis pies con el cíclico vaivén de las olas. Miro al horizonte de este mar calmado; y no logro vislumbrar el color del amanecer… Hace tanto tiempo que no veo la luz en este confín donde me hallo encerrada. Antes, la brisa bamboleaba este mar ahora adormecido; y lo embravecía: colmando el ambiente de marisma, impregnando mi rostro de bendito salitre de color albar. Me llamo Nayla. Mi padre era un grandioso poeta; por ello decidió convertir mi esencia en poesía. Me moldeó como si yo fuera un verso. Me arrulló con su aliento, y nací a la vida entre líneas y líneas de tinta que me llenaron de resuello. “La que tiene grandes ojos”… Ése es el significado de mi nombre. Y tales palabras plasmadas dibujaron entonces el esbozo de mi faz, que en un tiempo fue bella y joven… Y admirada por muchos amantes del efluvio a los que solía atrapar con mi canto de esperanza. A muchos iluminaba, aprisionaba y alimentaba con mi existencia. Les hacía aumentar los latidos de su corazón, cuando las palabras tocaban las puntas de los dedos de esas manos, a veces encallecidas, de tanto pasar las páginas de aquel papel, ya ajado, por las miles de huellas que lo tocaban. Nayla bailaba, golpeando con sus pies descalzos las entonces doradas arenas de este mar aburrido. Nayla soñaba, a través de la ilusión de aquellos ojos cerrados, que tras las buenas noches, se dejaban llevar por el dormitar de sus anhelos, cumplidos en aquel libro donde mi historia vivía; envuelta en unos brazos, que me acunaban, que le daban sentido a mi verdad. Nayla era joven, porque ellos me hacían beber de la fuente de la lozanía, cada vez que sus labios acariciaban los versos que troquelaban mi esencia… Y yo me dejaba amar por aquellas almas que me nombraban, que rozaban mi carne, que endurecían mis pechos con su tacto… Porque fui mujer de muchos; aunque nunca la depravación tintara mis leyendas. No… no había nada sucio en aquellas uniones perpetradas. Eran puras, únicas, íntimas y bañadas de magia; pues serían los humanos ávidos de mi poema, los auténticos forjadores de la Nayla de sus quereres. Sin embargo, me abandonaron… Esos malvados amantes que me prometieron fidelidad, cerraron mi libro; y dejaron mi universo cegado a la luz, sin darme explicación alguna. Oh… Ay, de mí… Condenada a esta espera, a esta eterna agonía por esa tácita trova que ahora el mutismo mancha… Señor, estoy tan cansada. Dejo caer mi exhausto cuerpo en la arena; y siento el raspar de los sedimentos secos de este mar en mi mejilla. Cierro los ojos y suspiro. Tal vez debería dormir… Admitir el final de mi verso. Nadie volverá a leer jamás mi poema. Me abandono a este sueño no ansiado, acurrucada por la nana cuyo canto es el mecer de las calmadas olas… Y la brisa acaricia mi rostro, trayéndome olores a… ¿La brisa?... No puede ser, ¿he dicho brisa?… No había soplado brisa desde la última vez que… Me incorporo rápidamente. Mis ancianos huesos protestan tal celeridad, pero no les hago caso… Porque si la brisa ha silbado. Si este cálido aire presentido no ha sido un sueño, estoy salvada. Pero, la desilusión me envuelve, al comprobar que la quietud sigue siendo mi única compañera... Como siempre, desde que aquel último lector cerró mi libro… Este viento ha sido un sueño… Oh… solo un sueño. Vuelvo a vencer mi silueta sobre el arenoso suelo; aunque esta vez no cierro los ojos. Entonces, ocurre de nuevo. Mis cabellos grises y despeinados son agitados por el sutil remover de la inesperada brisa. –Nayla… –susurra una voz aterciopelada y masculina, mezclada con este aire de vida que otra vez me colma. De pronto, el viento comienza a golpear con fuerza, vistiendo este mar en calma de fiereza. Alzo mi cuerpo sobrecogida, y cruzo los brazos alrededor de mi torso… Sintiendo mi corazón latir a ritmo desbocado. Y mi esencia entera tiembla cuando su aura llena mis retinas… Cuando la explicación a este nuevo amanecer venidero cobra vida delante de mí. Dios, es él… Mi último lector. Sus irises verdes me contemplan como antaño; su mirada me devora como si aquella juventud todavía continuara inherente en mis carnes marchitas. Su boca desbordante de verbo y color se vuelve húmeda, por el deseo de hacerme sentir mujer… declamando mis versos, que han estado callados todo este maldito tiempo.


CREACIÓN

No obstante, el rencor me enerva, incitado por aquella traición que silenció mi cantar. Mis corneas se humedecen, la rabia me rompe y… – ¡Vete!… No soy la misma… ¿Acaso no me has visto?... Me habéis convertido en una vieja deforme y seca… Permitisteis que la tinta inmóvil corroyera mis enjundias y ahora… –Ay, mi Nayla… –me interrumpe, exhalando su lamento. Y veo correr lágrimas de sus ojos. Se acerca a mí. No soy capaz de rehuirlo, deseo demasiado su contacto… Posa su mano sobre mi cara y yo me quiebro con su calor… Despacio, hunde sus labios en los míos y los moja con ternura, alisando esos pliegues que la soledad de los años había marcado en mi boca. Haciéndome sentir de nuevo… Ay, Dios… Ya ni siquiera me atrevo a parpadear por miedo a que él desaparezca. Igual que aquella última vez que mi poema enmudeció. Pero, está aquí. No se aparta... Sus tersas manos acunan mis mejillas… y yo… y yo… –Eres bella, Nayla… Ni los años, ni la tinta inmóvil… Ni miles de ingratos como yo podrían quebrar tu hermosura… Las almas puras como la tuya jamás se corrompen a pesar de la podredumbre del mundo… Tú eres la esperanza, Nayla… De muchos hombres… De todos y cada uno de los que alguna vez llegaron a tocar tu verso… –Su frente se une a la mía, mientras mi semblante permanece atrapado entre sus manos; y de sus labios brota una amarga confesión–. No te merezco, mi vida. Fui egoísta. Yo soy el único culpable de este mutismo que te ahoga… Yo robé todos tus libros… Defraudé, pelee con todo aquél que osó evitar que te tuviera… Pero, pronto moriré; y mi muerte será tu libertad… Los libros, tus libros, volverán a cobrar vida en otras manos, cuando yo abandone el mundo de los hombres. – ¿Y si yo no quiero ser libre? –le digo con la voz quebrada y el corazón en la boca. Tenerlo aquí de nuevo, me ha hecho recordar lo que sentí cuando se fue. Él no ha sido el único egoísta. Jamás mi prosa estuvo tan viva como cuando él la pronunciaba. No fui capaz de hacer vibrar a nadie más con mi verso cuando él se alejó… Mi mundo se volvió oscuro con su falta… Mis cánticos se detuvieron con su ausencia… Yo ya no vivía en esos libros que él arrebató a los otros amantes, porque ya no habría nadie más amado. – ¿Qué he hecho yo para merecerte? –exhala junto a mi boca, cuando las lágrimas que destilan mi esencia proclaman mi perdón. –Ser mi poema… –Y mis labios derraman la respuesta, entonando el júbilo de este cantar que nos une.

Cuenta la leyenda, que el último lector fue encontrado yacente abrazado a un libro, y rodeado por otros muchos de igual textura y envoltura… en los que los versos esculpieron una nueva historia entre arenas doradas y un mar embravecido… de dos amantes cuyo amor forjado llenaría de sueños, a todo aquél que alguna vez tocara sus ajadas páginas.

Gema Lutgarda Enrique López, 37 años. Málaga, España. Trabajadora Cruz Roja Española.


CREACIÓN

LA LEGITIMA La noticia de su muerte nos cayó como una bomba; sabíamos de su larga enfermedad. Pero confiábamos que se encontraba en franca recuperación; inclusive su vuelta al trabajo lo demostraba así Quise estar temprano para acompañar al padre en el responso y luego me quede, sentada en un rincón a esperar el momento del sepelio… Poco a poco ante mí se desplego la verdadera historia de la vida del difunto. La familia legal; como guardia pretoriana rodeaba el ataúd formando un muro infranqueable la esposa y los cuatro hijos a los que de tanto en tanto se sumaba la madre, que en una crisis de desesperación se negaba a aceptar que su hijo se le hubiera anticipado en la partida… Los hermanos de tanto en tanto se acercaban a consolar a la anciana… Algún vecino o amigo se acercaba y tímidamente se despedía del amigo, saludaba a la familia y se sentaba por allí. Pero en un rincón de la sala a los pies del ataúd, sin poder acercarse a él, desgarrado por el llanto uno y aturdido por la situación el más pequeño, incapaces de comprender la magnitud del momento: su dos hijos con la “la otra”. Ella, tan morena como las sombras del rincón del salón en que se encontraban, cruzada de brazos, afrontaba muda e inmutable el largo desfile de amigos que familiares que se acercaban a saludar a la familia del occiso, nunca una mano amiga se acerco a ellos para brindarles el consuelo en ese trágico momento… Solo cuando llego el momento de cerrar el ataúd…uno de los hermanos del difunto acerco a los niños para darle una última despedida a su padre… Ella lo dejo hacer y permaneció en su rincón, apartada de todo… Luego tomando a sus hijos uno en cada mano salió de sala y se marcho… La vi caminar alejándose de todo, mientras la caravana empezaba a organizarse… La esposa y los hijos se acomodaron en los coches de acompañamiento y algunos amigos se fueron acomodando en los vehículos disponibles cuando la caravana partió… La “otra” ya se encontraba muy lejos…ni una sola vez volvió la cara… Por un momento abrazo a su hijo y luego, con la cabeza muy erguida se marchó para siempre…

Virginia Fátima Gonzalez, 61 años. San Miguel de Tucumán, Argentina. Actriz y Poeta.

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CREACIĂ“N

Magia

La he mirado y la he besado: A besos un sueĂąo he vivido. A miradas la distancia he matado. Para este magistral acto necesite no mĂĄs... Que de sus ojos y de sus labios.

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Prisionero en la cárcel de los excesos Pecar, mi amor por ti me hace pecar pecados que jamás pude imaginar, tengo gula, cada vez más gula de comer tu cuerpo desde tus pies hasta tus senos, siento avaricia de tus miradas, de tus abrazos, de tus besos y la maldita irá cuando te siento lejos. Pecar, mi amor por ti me hace pecar con la soberbia de creerme un dios cuando a mi lado vas, incluso pereza de vivir si aquí no estás. Pecar, mi amor por ti me hace pecar con los siete delitos que yo jamás creía imaginar.

Tony Montesinos Sánchez, 48 años. Málaga, España. Desempleado.

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LA INTRUSA Nos conocimos un verano de sol y arena. Éramos muy jóvenes y jugamos a amarnos. En el juego el Amor nos desbordó. Fue tan grande y tan pleno que no supimos qué hacer con él y se quedó confundiéndonos. Entendimos entonces que ya nunca otro, que eran sin final su rostro y mis manos. Su piel y mi piel. Nos casamos casi niños en un juzgado de barrio. El juez, con la bandera de la patria atravesada en el pecho y los lentes apenas apoyados en su nariz, nos miraba muy serio sin entender nuestra risa, nuestra radiante felicidad, nuestro irresponsable amor. Rodeados de familiares y amigos juramos que sí. Recibimos besos, estrechamos manos, lanzamos al aire el blanco ramo de flores y huimos juntos bajo la nube de arroz que nos auguraba felicidad. En los primeros años de casados vivíamos en un hotelito céntrico cerca de nuestros empleos. Yo trabajaba en una tienda en la Avenida 18 de Julio. Y él en una sastrería de la calle San José. Nos íbamos juntos por la mañana, casi corriendo. Él tironeándome de la mano, yo medio dormida siempre más atrás. Volaba la mañana y apenas sonaba el timbre que anunciaba el final de la media jornada, salíamos apresurados para encontrarnos en un barcito de la calle Convención. Almorzábamos mirándonos a los ojos, tocándonos a cada instante para comprobar que estábamos. Que éramos de verdad el uno del otro. Era una fiesta esperarlo a las siete de la tarde, cuando pasaba a buscarme. Nos íbamos abrazados por aquellas veredas angostas, llenas a esa hora de empleados de todos los comercios del Centro, de aquel perdido, inocente Montevideo. Llegábamos a nuestra pequeña pieza del hotel donde hacíamos el amor descubriéndonos cada día. Afirmando aquel amor con la absoluta seguridad de que jamás, nada ni nadie lograría separarnos. Soñando después con la casa que algún día tendríamos y con los hijos que vendrían. Dos años nos llevó la espera. Un día alquilamos un departamento en Andes y Colonia. Fuimos construyendo nuestro hogar paso a paso.

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Despreocupados y felices. No sé bien qué pasó entonces. Tal vez lo nuestro era demasiado hermoso, demasiado perfecto. Los dioses nos envidiaron y apareció la intrusa. Surgió de la nada. De las sombras. Calladamente. Fijó en mi hombre sus ojos seductores y abriendo una brecha entre los dos trató en vano de minar mi amor. Lo conquistó con astucia y comenzó a llevárselo lentamente. Siempre supe que él no quería irse y dejarme sola. Que intentó resistirse. Pero ella es muy hábil. Desplegó ante él todo el poderío de su atracción. Lo envolvió quebrando su resistencia. Doblegándolo. Adueñándose de su vida que era mía. Cuando reconocí su existencia ya estaba instalada entre los dos. Intenté sacarla de mi terreno enfrentándola en una lucha desigual. Ella se ocultaba, no se dejaba ver. Siempre supo que triunfaría, que podía más. Yo no lo sabía y en una jugada desesperada puse sobre la mesa todo lo que tenía para alejarla. Para que lo olvidara. Le ofrecí mi vida a cambio. Mi presente, mi futuro. Pero no alcanzó. Más de una vez me dio esperanzas y me engañó. No me dio chance. Me cerró los caminos. Lo fui perdiendo sin saber, casi sin darme cuenta. Tampoco él se dio cuenta de que estaba dejándome hasta el día que se fue para no volver. Me miró desde lo más profundo de sus ojos cansados y tristes. Intentó hablarme, despedirse, y no pudo. Ella ya estaba allí. Esperando. Impotente lo vi partir. Me quedé con los brazos extendidos queriendo retenerlo. Se quebró en mi garganta su nombre mil veces repetido. Quise partir también mas, no era mi momento. Desafiante la intrusa me hizo a un lado, condenándome a vivir sin él. Perdimos el futuro y nuestros hijos dibujados en el viento. Caía la tarde cuando lo acompañé por el camino de los altos pinos. Junto a su nombre, dejé una flor

Ada Vega, 77 años. Montevideo, Uruguay. Jubilada comercio, Escritora.

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Identidad y Poesía “La poesía es la memoria de los pueblos y la gran fabricante de fantasmas.” (Octavio Paz). La identidad de un pueblo se reconoce por su memoria histórica, lo que indica pertenencia a la sociedad con la cual se comparten valores y rasgos culturales. Cada pueblo tiene su poesía más allá de lo literario y debemos preservarlo. Para ello es necesario comenzar la búsqueda dentro de nuestras propias raíces, ser conscientes del compromiso de pertenecer a este tiempo y a la vez preservar el pasado. Las culturas originarias son el lazo que nos une. Los pueblos con sus trovadores, poetas, plásticos y en general los representantes de todas las disciplinas artísticas poseen la cualidad de retener en su memoria todos los momentos. En primer lugar a través de la tradición oral. Sus dichos, sus leyendas, sus mitos nos hablan de los pueblos, de sus muertos que también son los nuestros, de las creencias, que aunque no queramos reconocerlo están insertados en nuestra vida. Hay una realidad regional que habla de un ayer con sus tradiciones y un reto actual que es el esfuerzo de todos para conciliar esa dualidad pasado-presente. El poeta dentro de la comunidad informa del sufrimiento o las alegrías de su gente y está al servicio de ellos en el presente ayudando a resguardar la memoria. El Yo poético es esencial en el acto de escritura que nos lleva a saber quienes somos y de dónde venimos, nos comunica con nuestro interior y nos ubica en el espacio tiempo. El receptor es el mismo pueblo. Y al hacerlo ocupa un lugar entre la memoria y nuestra existencia presente. Identidad es que reconozcamos al semejante y, a la vez miremos hacia nosotros mismos como en un espejo y sepamos unir esos dos puntos para adquirir mentalidad amplia. Y dado que venimos de un pasado polisémico es menester el pensamiento nuevo sin perder las voces de la memoria. De ese modo las personas y la comunidad, como su lengua y cultura nos llevarán hacia la nueva realidad, hacia el territorio interior donde inauguraremos nuestras propias fundaciones, como seres humanos conscientes del mundo que nos rodea y del pasado que no debe olvidarse Según Jung la identidad es “La suma de todas aquellas cosas que en realidad no nos definen, pero que nosotros mostramos continuamente, para convencernos y convencer a los demás de que así somos.” La identidad confluye en la conciencia grupal. Somos la nueva generación y la antigua, la mixtura de razas y el hombre nuevo de las ciudades. Somos los inmigrantes y su cultura y el despojo de nuestros ancestros unidos a través del tiempo. Somos conciencia fluyendo hacia una nueva visión, que se balancea en nuestro interior social e individual y debemos asumir con actitud emocional el desafío de mantener nuestra propia homogeneidad. Es menester entonces preservar la poesía de los pueblos, inscripta en la mirada de su gente, en sus corazones, en sus sentimientos, en ese pequeño gesto que se traduce en la grandiosidad de sus almas. Una de las maneras sería darla a conocer, disfrutarla, vivirla en comunidad, absorber esa energía que nos dará la fuerza suficiente para seguir luchando por nuestra propia identidad, que no es más que luchar por la sanación de la especie humana.

Rosa Lía Cuello, 60 años. Cañada de Gómez, Argentina. Técnico en Diseño Gráfico y Publicitario.

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El tiempo detrás de ella Necesitaba un par de ojos bellos que se movieran lentamente al compas de los míos, necesitaba una ilusión nueva para sobrevivir, te vi y me rencontré con las miradas que nos dominaron una y otra vez en momentos distantes, en momentos cortantes, en momentos que no deberían ocurrir, pero estabas ahí, siempre estuviste ahí, no me gustaría alejarme de tus ojos, no me gustaría que me los quitaras, quisiera verlos una y otra vez, todas las veces, es que cuando te miro todo es distinto recorres mi pluma en cada respirar, te reflejas en las pinturas que algún artista esta por pintar, y por momentos te miro fijamente en mi soledad, te veo ahí bailando como tú solo sabes hacerlo, haciendo tríos para denotar un romántico momento pero un cigarrillo la domina y hace un cuarteto cuando mas necesitas su aliento, y ahora sobre papel te impregno para sentirte un poco mas conmigo, con un suelo mojado te digo que es un ahora, que es la hora de sonreír entre nuestros labios, que no me veo en otra ciudad y sin la chica que me hace volar, sufrir, esperar y gozar, me gustaría cantarte mil canciones, que digan tu nombre, que expresen lo que eres y acabar con el abecedario y hacer un vocabulario nuevo para ti, para el alma, para siempre decir te quiero de diferentes formas en solo un minuto, porque en un minuto tendría 60 formas de decirle que la quiero, ahora que vivo solo, me llenan sus abrazos, me llenan sus palabras, me llenan lo que no nos pudimos dar por falta de tiempo, pero ayer te pude ver y pude sentir que eras más feliz, que estabas más viva, te veo en cada flor, en cada pareja que se declara amores, te veo en cada niño que respira y disfruta sonreír, te veo mientras me veo a un espejo y un beso me domina, déjame ponerte en un recuerdo, en una carta que tal vez guardaras en tu buzón de voz, déjame quererte aunque sea de lejos, déjame entrar en tus sueños, aprendamos a volar juntos, hay un niño que me mira con tus ojos y por momentos siento que eres tú, te quiero sonriente, fría, con tristezas, te quiero como eres, no importa que haya ocurrido o que pasara, te quiero con todo lo que el mundo me regalo para quererte, te quiero mujer de los ojos guapos, de los labios coquetos, te quiero a ti por qué no podría querer alguien que no lleve tus ojos, algunas noches me duermo pensando en ti, otras pensando en mi, otras tantas pensando en nosotros y el resto en recuerdos, pero déjame decirte que si por mi fuera te mantendría entre mis brazos, besaría tu frente y mirándote a los ojos te diría que no me dejaran de ver, que no me dejara sin sus sonrisas, que aunque solo puedan estar en un recuerdo o en mi realidad no importa el momentos en que estemos, no me dejes de ver por favor, nunca dejes de hacerlo desde que vi tus ojos no podría ir por la vida mirando a otras miradas que no sean las tuyas, te regalo mis días, mis ganas, mi besos, mis caricias, te regalo lo que un hombre puede dar, pero nunca me dejes de ver, tus ojos son mis mañanas, mis sueños, mis lunas y mi fuerza. Fernando Bermúdez, 20 años. Chiapas, México. Escritor, poeta, fotógrafo y actor. Malvoro78.wix.com/mi-diario-voluntario

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Imagino Silencios… Dormito… Se ausentan recuerdos de un pasado Suave brisa me arropa Con fragancias de un nuevo elíxir. Percibo voces, cantos, arrullos Se deslizan por mi mente palabras Que me acarician toda... Estremezco. Imagino… Inventándolas solo para mí Grabándolas sobre mi piel desnuda Beso a beso, caricia a caricia… Hasta que me seduzcas. No temas amor, si al llegar interrumpes Este aletargado silencio Despiértame con sutiles besos Que abrazada a tu cuello Deseo me lleves a ese lugar Donde colmes mis anhelos.

Chelo Ávila, 63 años. San Juan, Puerto Rico. Profesora.

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No importa si el rincón más obscuro es la opción o en una canción vieja que nadie más escuchará. La soledad no me asusta, puede que la invitemos a cenar algún día, tal vez y solo tal vez nuestra felicidad sea más apetecible en la eternidad que entre el bullicio del mundo y seguiremos siendo eternos mientras nuestros corazones griten constantemente nuestros nombres. ¿Qué alucinante, no lo crees Amor? Creo que el miedo es contante pero la esperanza más afín. Dile a la Luna que la cuide cuando yo no pueda. Ojalá la Luna pueda ser testigo de ésta ilusión y puedas regalarnos este sueño de regalo de bodas o por compasión, pero algo te digo, que esa mujer es tan mía como tuya, ya que tú me das lo que nadie puede darme que es amarla, desearla y abrigarnos con tu amor hasta la eternidad, una eternidad sublime a donde deseo llegar. Creo que lo que te he dicho entre palabras se lo dirá a la Luna entre sueños, mientras nuestros días nos lo expresarán entre actos. Amo a esa mujer como amo mi vida y ten por seguro que haré lo que sea por su amor, ojalá algún día y solo un día puedas sentir lo que yo, aunque tú seas el amor, tal vez nunca hayas amado en realidad. Gracias por leerme, tal vez lo omitas o tal vez concedas mi sueño… todo queda a la casualidad, el destino no es nada, pero lo aparenta todo, solo es cuestión de creer y de soñar mientras vivimos la realidad, jugando a ser locos entre cuerdos y la eternidad se llame nuestra amiga.

P.D. La apariencia lo es todo cuando de amor hablamos y creo que tú eres más casual que aparente. Atentamente, un hombre enamorado.

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Letras esparcidas

Letras esparcidas por mi ambiente emocional. Libre Pensar, que no corroe bienestar Letras, Versos y sentimientos. Letras esparcidas, Refrescando momentos. Paz, Inmersa dentro. Postulando verbo verde intenso, Versos lógicos Razonando Propiamente Calles vidas Anulando cicatrices. Insistentes actos positivos, resistentes. Mi Pensar y sentir activos…

Rene Garcia Ibarra, 52 años. Cuba. Res. Miami, E.U.A Empleado Higiene.

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nerok Me despierta el alba, quien me lo diría que tu hermoso rostro contemplar pudiera no, no eres fantasía, es mi realidad. Entre blancas sabanas a medio cubrir descansas el cuerpo delinean tus formas, las puedo admirar mientras tú mi amor ni cuentas te das. Despiertas en mí tantas emociones hay deseos locos de besar tu boca recorrer tus calles, pintar las caricias sentir que me abrazas, estrechas, asfixias... Suspiro profundo, se me ha hecho tarde tengo que marchar. Con mucho cuidado apago la luz grabo en el espejo la pequeña nota: “Cariño, observa tu espalda marcadas en rojo te deje mis huellas quiero agradecerte por las emociones de cada mañana, al contemplarte... desnudo entre mis sabanas blancas”.

Graciela Ávila, 63 años. Puerto Rico. Profesora y Poeta.

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Arrullo Tortuoso Que arrullo tan grande, la noche. Que paciente y omnipresente para todos. Debo de darte las gracias, por escuchar las mejores baladas. Porque soy más feliz que despierto, me llevas de rumbo en rumbo, y en la menos esperada, no duermo por pensar. Mi vida, la vida, su vida, nuestras vidas. Bailo en un lago, soy cigarrera, a veces mártir y en ocasiones verdugo. Estoy desnudo y me contemplo como tal, los errores me gritan que los cometí, las decisiones me pesan y estremecen, las verdades me aprecian, y las alegrías me sonríen. Pasan frente a mí, son un carrusel. Sueño tocándote y es la única manera de encontrarte, y vuelvo a despertar. Veo el pasado, platico con las personas que el sol distorsiona, las ausculto de mí ser. Memoria delirante, se calma, me enseña nuevamente el sendero. Me transformo, metamorfosis, de niño a un extraño ser, sin complejos a las apariencias, sin maldad a perversiones. Me alejo del mal, y las acciones del día son distintas. Quiere gritar mi alma y mi cuerpo no me deja. Hay que estar enfermo, pero son dos personas, y la oscuridad me ayuda a contemplarlas. Veo una fruta que desborda dulzura y veo otra pudriéndose, y les echó la culpa a las demás, nunca seré el culpable, porque tengo una razón tortuosa a todos mis actos. Soy un ángel y me engancho como una mantis, me gusta sufrir y busco mis cicatrices sin darme cuenta. Quiero ser maestro, aprendo diario, apreció cuanto suceda y le doy toques de batallas épicas, don Quijote soy y prudencia no tengo, me engaño a mí mismo. Soy el mejor. Arrullo y tortura, la noche se acerca, no quiero dormir, quiero permanecer con los ojos abiertos, alerta del peligro, mi propia osadía. Arrullo y tortura, la noche se acerca, me envuelve, me embruja, me mantiene pendiente de mí, de lo que quiero y lo que no soy, me lastima con la verdad, con el saber que no te tengo, ni te tendré. Los peldaños son muy grandes para mis cortos pies, cerraré fuerte los ojos y así comenzaré la agonía de otro día. Conociendo sonrisas nuevas, extrañando las que no escucharé otra vez. ¡Ay, la noche me consume, me gasta, me perfora, me hace menos humano más mundano!

Daniel Aguilar Gutiérrez, 21 años. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Estudiante.

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AúN CUANDO YA TE HAS IDO Ahora que solo queda tu espejismo Me suceden las cursilerías que tanto e burlado Te veo en la nada y en todo Estando despierto y aun dormido El poeta en desvelo por las madrugadas Pariendo versos a su amada La musa cual sutil brisa Deambula por la vida buscando respuestas Respuestas que acaben con sus dudas Y así se nos gastan los días Yo buscando encontrarte vida mía Y tú diciéndome te amo a la par de tu partida Razón tenía el santo aquel Que rezaba “Tarde te ame” Pues tal parece que hay enamorados Que buscan los enredos para pasar el tiempo Y cuando el tren se ha ido Exclaman donde te has ido amor mío Pues mi alma no entiende de eso No comprende lo absurdo de amar y estar lejos La melancolía de mi alma Encuentra regocijo en estas heridas Pero créeme que no preciso Poderte para saber cuánto te he querido Al punto de necesitar respirarte Al punto de amarte... Aún cuando te has ido...

Reniel Floyer, 29 años. Capiata, Paraguay. Operador de informatica.

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Los aretes del mesón azul Los hijos del mundo tienen el valor que queramos darles. Recuerdo que hace tiempo encontré en una larga mesa de color azul dos argollas de plata que pertenecían a un amor del pasado, un súcubo de un romance rodeado de pasión. Aún puedo recordar a Safo quitándose sus argollas mientras yo la despojaba de su ropa, eso con el fin de que una sabana, un hilo, o incluso mis rusticas manos no las arrancaran de sus orejas salivadas causándole dolor. Aquellas argollas tenían una historia que nunca me gustó conocer: Fueron un regalo de Ganimedes, un hombre al que conoció en su viaje a Frigia, un amigo de su madre y contemporáneo a la misma que con tan sólo una semana pudo encantar a la joven Safo con palabras dignas de Mario Benedetti u Oliverio Girondo. El hombre que le llevaba a la virgen quince años de vida pudo llevarla a su cama con tan sólo dos semanas de conocer su nombre, algo que, cabe destacar, a mí me costó dos años de conocerla y seis meses de un fatídico noviazgo. Luego, por la boca propia de la mujer, me enteré de que el hombre para cumplir tal cometido dijo algo como: “Eres la mujer más encantadoramente seductora que existe. Eres una diosa. Cualquier hombre del Olimpo o de este mundo caería ante ti rendido. Al parecer yo no me salvé a esa maldición”. Si no me equivoco yo he dicho cosas más hermosas que eso. Pero como las palabras son arbitrarias; lo que para unos es poesía, para otros es canto de cuervos. Justo al encontrarme el par de aros en el mesón azul quise escribirle con buen afecto a la Safo que ya no existe en mi vida, pero al sentarme frente al papel, con mi bolígrafo en mano, mi hermano se acercó a mí y quitándome los aretes de la mano dijo: —Que bien que encontraste los zarcillos de la prima Afrodita. Cuando venga de nuevo yo mismo se los devolveré.

Joalberths De Agrela, 19 años. Venezuela. Estudiante.

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FILOSOFíA PARA GATOS Heráclito, el oscuro de Éfeso, decía que lo difícil no es salir a la calle, sino levantarse de la cama y ser el mismo que desembarcó del sueño anterior estaba como una cabra, según se ve y estoy casi seguro que le costaba más pensar en la compra de la semana o en llevar su traje a la tintorería que hacer un aforismo sobre lo que costaría el oráculo de Delfos en Christie’s o sobre la doctrina cosmológica del eterno retorno en el corazón de los músicos ambulantes o de los maquinistas de los trenes -ya se sabe que para él era cosa de niños esto de la filosofíaprecisamente por eso decía que no se puede entrar dos veces al mismo río o enamorarse de la misma nena dos veces en la misma noche. Varios siglos después, aún sigue siendo difícil prepararse el café tostar el pan que aún aúlla en los hornos de la noche y pensar que nunca la misma tostadora tuesta el pan de la misma manera. Es cierto, este poema no es más que filosofía barata alta bisutería hecha de palabras e intersticios, no obstante, no os habéis preguntado ¿por qué demonios siempre se caen las tostadas por el lado de la mantequilla? o ¿por qué nieva cuando un ángel se suicida? Hoy, desde este lado del corazón, -frío, como la purísima sangre de una estrella que se desvía de su cursote confieso que ya paso de dejarle monedas a las estrellas de tu mirada de adjetivar la lágrima que nos hace llorar como peces (de insistir en que la soledad es aproximarse a la vida o más bien su limosna) y de leerte el testamento lunar de un chalado, como Heráclito, y otras tonterías de las buenas que nos hacen acercarnos como dos solitarias aves que acaban de perder el autobús, porque tienen miedo a volar. Ahora, desde este lado de la luna llena o de tu cama (que son el mismo lado de la sonrisa de Dios) tengo que confesarte que mi corazón no sabe que existo. y tú tampoco, y ahora es cuando tienen sentido todas las condenaciones eternas del amor, incluida la soledad itinerante de los gorriones que se escapan cuando abres un libro de Paul Auster para leerme la suerte. Con la tontería, va a ser cierto que “a perro flaco todo son pulgas” o eso de que los habitantes de Yoro, en Honduras, dicen que cada año les llueven peces del cielo.

Nilton Santiago, 35 años. Perú. Asesor legal.

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El préstamo del cerezo Aquellos que jamás se quejan, que soportan grandes nevadas y calores infernales; aquellos que sufren grietas en sus pieles, que sufren el desprendimiento de su manto cuando llega el otoño. A estos seres se les conoce como “árboles”, seres que siempre están de pie observando con su magnificencia al mundo terreno. Antiguamente se creía que los árboles contenían espíritus de los seres humanos, que habían sufrido penurias en vida. Imaginarse esto mientras caminas por un bosque lleno de árboles da mucho que pensar. Posiblemente este caminado ahora mismo por cientos de espíritus que me observan y hablan entre ellos a través del viento. Siguiendo con mis pensamientos filosóficos, subí una colina algo empinada que llevaba hasta un acantilado del cual, la gente del lugar, me había hablado sobre algunos sucesos extraños que sucedían alrededor de un gran cerezo; este al parecer se veía completamente normal por el día, pero cuando empezaba a llegar la noche, sus flores rosadas cambiaban de color a un verde brillante y extraño. Desde que me lo contaron, no hacía más que darle vueltas a mi cabeza de que suceso podría ser. Intente plantear algunas hipótesis sobre el suceso; pensaba en la relación del cerezo con algún mundo suprasensible; sobre alguna clase de maldición que pudiera padecer; incluso me plantee que fuera el alma atormentada de algún ser humano que había quedado atrapado. Pero solo son hipótesis y ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras. Al llegar a la colina, pude ver el famoso cerezo del que tanto hablaban. Este era realmente maravilloso; sus flores eran de un rosa intenso; la corteza era de un color marrón claro, algo agrietado por la erosión del tiempo; el paisaje que rodeaba al cerezo era completamente verde, a la vez que contrastaba el color amarillo de las Acacia Dealbata o como también es conocida La mimosa. Yo deje mi maleta y me senté cerca de la sombra del cerezo y espere para que el sol se escondiera detrás del acantilado. En un momento de máxima relajación, me quede traspuesto. El ambiente era tranquilo, la brisa era suave y el olor que el viento traía era dulce y relajante. Era como estar en el mismísimo paraíso. Al momento en que de nuevo abrí los ojos, me percate que al lado mío tenía una mujer joven y muy hermosa. Esta tenía su mano extendida hacía el cerezo, apoyando su mano derecha en la rugosa piel del árbol. Cuando me levante y miré hacia el cielo, pude ver que el sol había desaparecido por completo y que casi era de noche. Yo me gire a la mujer y me quede un rato mirándola. En todo el tiempo que llevaba en el cerezo, ella no me había dirigido ni una sola palabra. -Perdone-dije- ¿Cuánto tiempo lleva usted aquí? -Una vida entera- dijo la mujer mientras agacha la cabeza con resignación. En aquel momento puede fijarme con detalle en su ropa. Vestía un largo vestido blanco, que casi rozaba el suelo; tenía unos zapatos brillantes color marfil; y su pelo era negro con extrañas terminaciones blancas en sus puntas. -Parece que eres muy joven para haber vivido una vida “entera”- replique. -Depende de lo que hayas durado ¿no?- dijo la joven con una sonrisa en su rostro.

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Las palabras de la joven me inquietaban un poco. Desde que me percate de su presencia no había soltado su mano del cerezo. -Oiga, ¿por qué tiene su mano puesta en el cerezo?- pregunte. -Estoy conectada a él, pronto seremos uno- su respuesta me inquieto aún más- seguro que usted conoce muchas leyendas acerca de que los árboles son la conexión con otros mundos ¿verdad? miré la copa de este cerezo está conectada con el cielo; cada flor, cada rama… todo es eterno y profundo, todo, se dirige hacia el cielo. Por otro lado están las raíces cuyas ramificaciones son largas y se adentran en lo desconocido. Como puede ver, existen dos mundos, uno que vemos y otro que no. Ambos están conectados por el tronco rugoso. El ser humano es lo mismo, por eso estamos conectados a los árboles. Nuestras almas son un préstamo de cada árbol de este mundo, que algún día debemos devolver. -Eso quiere decir, que su alma pertenece a este cerezo ¿no?- dije completamente sorprendido. -Exacto. Ya ha llegado la hora de que le devuelva su espíritu y agradecerle por el préstamo. Estoy muy agradecida de la vida que he tenido, he sido feliz, he encontrado el amor...pero también he tenido tristezas, como la enfermedad que me ha traído hasta la devolución de su “espíritu”. -Eso quiere decir que usted está…- velozmente la mujer se acercó a mí y puso su dedo sobre mi boca. -No lo diga…es mejor ver lo que ves y no pensar en lo que ves. Además yo seré siempre eternidad entre las ramas de este cerezo. Moriré con el invierno, para renacer en la primavera, en un ciclo constante… La mujer se alejó un poco de mí y se acercó aún más al árbol. Parecía la separación de los seres humanos para aceptar la nueva vida que le esperaba. El árbol, empezó a sufrir una extraña metamorfosis en sus flores, su color cambio a un verde brillante, que casi cegaba los ojos; el tronco se extendía aún más hacía el cielo, portando al árbol más belleza y magnificencia; la pradera brillaba al igual que el árbol, como si se hubiera envenenado con la magia del momento. La mujer abrazó al gran cerezo, miró hacia el cielo con lágrimas en los ojos y dijo: -Gracias por todo gran cerezo. Gracias por darme la vida; gracias por darme un gran marido y unos hijos que adoro. Gracias por todo, gracias… La mujer a la vez que el cerezo brillaba con más intensidad, desapareció. Las flores del cerezo empezaron a desprenderse y a salir volando por el viento. Después de un tiempo el cerezo se quedó sin una sola flor en sus copas. Llegue a la conclusión que esto podía ser debido a “un nuevo comienzo”. El cerezo se desprende de su alma antigua, para recibir una nueva que servirá como préstamo para otro ser humano. Esto hecho me hizo que pensar durante bastante tiempo. Mi alma entonces ¿también pertenece a otro árbol o es libre? La duda la llevaré siempre conmigo, o por lo menos hasta mi muerte.

Jesús Denche Castela, 19 años. España. Estudiante.

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el ciclo Entró al bar como todas las mañanas y se sentó en la mesa de siempre. Saludó con una sonrisa al mozo y sacó su agenda y su Smartphone para empezar a organizarse cuando la vió a ella en la mesa contigua. No podía ser tan hermosa, ni siquiera la tristeza que emanaba de sus ojos opacaba el brillo de su rostro. Estaba con un codo sobre la mesa y se pasaba una mano nerviosa por la cabeza mientras que con la otra sostenía un libro de poesías abierto. Estaba buscando una excusa para hablarle cuando vió que una lágrima se asomaba de sus ojos. Tomó un pañuelo de papel y se lo alcanzó sonriéndole.. -Hola, tomá, me encantaría saber que estás leyendo. Debe ser bueno.. -Gracias. No, es malísimo.. -Las lágrimas dicen lo contrario.. -Las lágrimas dicen que mi novio es un estúpido, con un tipo así cualquier libro te hace llorar, disculpame - Se limpió las lágrimas y cuando levantó la vista el estaba parado delante suyo. -Puedo desayunar con vos? Son 10 minutos y me voy, tengo que ir a trabajar. Ella sonrió por lo osado de la propuesta y se dejó llevar, era simpático, atractivo y educado. -Sentate, pero no pediste nada todavía -No hace falta, desayuno siempre lo mismo.. Cuando terminó de decir eso el mozo estaba poniendo delante de él un cortado, dos medialunas, jugo exprimido y un vaso de agua sin gas. Ella le contó que estaba cansada de salir con un inmaduro, que había dejado de ser la pareja para ser la madre del novio, él no tenía responsabilidades y lo echaban de todos los trabajos, no rendía los exámenes de la facultad, no respetaba horarios. Había confiado en el amor de ella y se había descuidado totalmente. Quería un hombre, no un hijo. Alguien que la cuide y la valore, quería sentirse una mujer amada y respetada.. El miró su reloj, sacó dos billetes los puso encima de la mesa, le tocó la mano y le sonrió. -Sos hermosa y no quiero perder la oportunidad de verte de nuevo. Te cuento, desayuno todos los días a las 07:35 hasta las 8 que entro a trabajar y almuerzo desde las 13:10 hasta las 14. Te dejo mi tarjeta, ahí tenés mi dirección, celular, mail, todo.. No sé como ubicarte pero de ahora en más voy a estar esperándote en esta mesa todos los días. Le dio un beso en la mejilla, miró el reloj de pared del bar y se fué poniéndose el saco. Eso era lo que ella buscaba. Un tipo seguro que tenga confianza en si mismo, que a pesar de lo que se le cruce respete sus responsabilidades. Que desayune sano y no lo que queda de la cena y que sea elegante. Un hombre, no un pibe de 30. A las 13 ella lo estaba esperando. Hubiese venido antes pero se entretuvo despertando al ahora ex para explicarle que esto no daba para más. Desde el primer día congeniaron en todo, acomodaron horarios para verse, para ayudarla a ella en los parciales, para ir al cine, todo. Él estaba en su mejor momento en el trabajo y

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el poco tiempo que le quedaba se lo dedicaba a ella e hizo lo peor que podría haber hecho, enamorarse, eso le hizo perder la cabeza. A la semana de empezar a salir olvidó la billetera y ella pagó su desayuno y almuerzo. Después empezó a sentir el cansancio y se quedó dormido, no pudo desayunar con ella y para recuperar el tiempo perdido se quedó trabajando en la hora del almuerzo. La llamaba varias veces al día lo que hizo que descuide su desempeño en la oficina. Traía el trabajo a casa para recuperar lo que no hacía durante el día pero se entretenía con ella y perdió el ascenso. Empezaron a discutir y el empezó a descuidarse. Un día entro al bar a las 07:50 y ella no estaba. El mozo le sirvió el desayuno y le entregó un papel que ella había dejado, lo abrió y en el decía: No sos el tipo que conocí.. chau. Se abandonó totalmente. Sin ascenso y sin la mujer que amaba no le importaba nada. Un día entró al bar totalmente desaliñeado, con una barba de días, una mochila en lugar de un portafolios y se pidió una cerveza. De una mesa cercana una chica lo vió enseguida. Eso es un hombre, se dijo. No le importa la ropa, la presencia, nada, y desayuna cerveza y no esa mariconada de tostaditas con jaleas y una lágrima. Le sonrió cada vez que él la miraba hasta que terminaron hablando en la barra hasta que de la oficina lo llamaron para preguntarle si hoy iba a trabajar. Él se enamoró perdidamente de nuevo.. Recuperó la confianza en si mismo, volvió a los trajes, recupero el puesto y hasta consiguió el ascenso. Un día entró al bar puntual, a las 07:30, se sentó en la mesa de siempre, sacó su agenda, el smartphone y colgó el saco en el respaldo de la silla de siempre. El mozo se acercó, le dejó el desayuno sobre la mesa y un papel doblado que decía No sos el tipo que conocí... chau.

Daniel Luchina, 44 años. Argentina, San Nicolás de los Arroyos. Empleado.

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A mis hermanos Que la sangre nos une, compartimos la infancia y la hermosa fragancia del jardín; que la historia resume nuestra vida azarosa y la canción retoza en el trajín. Todo es cierto y querido, nada ha muerto ni olvido las batallas campales y el amor; todo está en la memoria, furiosos vendavales y el dolor. Hemos sobrevivido a lo gris y les pido recordándonos niños, sonreír; porque a pesar de todo ni el más espeso lodo pudo con el cariño y el sentir. Hermanos victoriosos, el presente es retozo, alegría, emoción y gratitud. Mis hermanos amados, compartido pasado, una misma pasión de juventud.

Beatriz Villar, 57 años. Cantora nacional, cantautora y poeta.

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Maniobras de rendición Declaramos la guerra contra la levedad, contra la presunción de inocuidad, contra el uso de cualquier tipo de rendición, de conformidad con las planicies emocionales que hemos dejado perennes, sin intenciones de correrlas y alcanzar cumbres lejanas, -que no son otra cosa quedepartamentos más amplios. O mensajes de tres líneas, con frecuencia inatendidas; de la misma desdichada forma, evitamos la mayor de las faltas recurriendo a las fotografías de fondo, un papel tapiz que esconda la falta mayor: la de profundidad. Otra falta, la lucha, ocasiona caminatas para cavar en ellas los recipientes donde las opiniones se disfrazaron; para tranquilidad de no sabemos quién. No sabemos nunca, para qué. Una prueba, un impulso forzado.

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La mediocridad asalta buenas intenciones siendo un “peor es nada”; nada es peor que una respuesta sustantiva pero no substancial. Virtual desapego, virtual interés; una declaración de dependencia; una muestra gratis de intereses supuestos, para nunca ofrecer un completo desdén. Aquí hay un engaño personal. Es tuyo. Quizás lo reconozcas del pasado. En tus tiempos destruidos, cuando olvidabas que ser agua era aceptar estar ahogado; desconocer esa profundidad donde crees que no hay vida, donde el kraken acecha, donde quizás siempre he estado. Donde deberías dejarme y tocar alguna tierra, desde la que observes, sin dos palomas, sin la verticalidad con la que predicas, -como quién rompe su fe y la usaun último recurso.

Enrique Adrián Martínez, 23 años. León, México. Editor y escritor.

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La Tercera Llamada

Erofixión. La Tercera Llamada. ¿Quiere saber cómo me la imagino, muerte?... Silencio. Con su bata, pequeña, delicada, recostada bocarriba, sonriendo, mordiéndose los labios de vez en cuanto; moviendo nerviosamente esas piernitas mientras aprieta... Y sus manos.... inquietas como esperando la bandera de salida, el disparo, la tercera llamada… Pareciera la estoy observando: le imagine temblando mientras mis yemas te re-corrían.

Zambra, 33 años. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Promotor contracultural y músico.

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EL IMPERIO MÁS SORPRENDENTE DE LA HISTORIA No. No voy a hablar aquí ni del imperio alejandrino, ni del romano, ni del bizantino, ni del hispánico de Carlos V y Felipe II. Tampoco voy a hablar del imperio británico, francés, holandés...etc. del llamado “reparto del Mundo” de los siglos XIX parte del XX, hasta la descolonización. Ni del imperio nazi alemán. Ni siquiera voy a hablar del imperio (mejor dicho: Neo Imperio) de los EE.UU. y sus países aliados desde la caída del “Telón de acero”, el final de la “Guerra Fría” y el triunfo del capitalismo a escala casi planetaria. Lo esencial del líder del imperio del que voy a hablar, llamado Gengis Khan, fue, además de su inconmensurable sangre fría para matar, saquear, robar, esclavizar, quemar y arrasar y, en definitiva, formar un Estado firme en unas tierras (la estepa euroasiática) en la que la mayoría de los pueblos eran nómadas en la Edad Media, fue su capacidad de unirlos a todos (los pueblos) en un Estado en el que la indisciplina militar contemplaba la pena de muerte, y con unas bases económicas basadas en la explotación ganadera (explotación que, tras la conquista, pasaba a manos esclavas, siendo ésta controlada por la administración imperial), mientras los señores mongoles se dedicaban a expandir las fronteras del Imperio, que llegó a unir desde las actuales China y Japón hasta Europa Central (frontera alemana) en el siglo XIII. Y eso es mucho espacio. A diferencia del resto de imperios, de carácter civilizado y/o civilizatorio, el pueblo mongol era nómada y desaseado, “pues sus costumbres les prohibían lavarse o lavar prendas de vestir en agua corriente (…) Apreciaban mucho la resistencia física y podían marchar durante diez días seguidos sin tener provisiones, alimentándose de la sangre de sus caballos, abriéndoles las venas y bebiendo cada uno de su ganado”. (CLARAMUNT: “Historia de la Edad Media”). Pero centrémonos en un aspecto: En todos los imperios ha habido superiores e inferiores, señores y esclavos, tomados en contra de su voluntad por fuerzas exteriores que se consideraban mejores por ser, por ejemplo, de donde eran, o por creerse más fuertes física o psíquicamente, o por el mágico efecto de alguna religión más o menos mística. A fin de cuentas, todo viene a ser lo mismo: La firme creencia de que “lo mío” es mejor que “lo tuyo” y, por tanto, me apropio de “lo tuyo” para hacerlo “algo mío”. El por qué, ¿queréis que os lo explique otra vez?

Eloy A. Gómez, 37 años. Granada, España. Licenciado en Historia.

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Historias inconclusas La vida es como escribir una larga novela en una vieja máquina Olivetti y con las hojas contadas, no podemos pedir más. Si cometes errores o hay cosas que no te gustan de lo que acabas de escribir, sigue adelante, pasa la página y comienza un nuevo capítulo. Eso decía Joan mientras nos tomábamos una cerveza en un pequeño bar en Barcelona y después de su experiencia con Clara, un apasionado amor que había tenido meses atrás. La vida se hace en borrador y no nos es dado corregir sus páginas, pensaba yo recordando una cita de Sábato. A Joan le gustaba escribir ficción. Le gustaba tanto que parecía como si la ficción y la realidad se mezclaran en su vida de una manera que a veces era difícil discernir lo real. Se había empeñado en controlar todos los aspectos de su vida como si fueran una novela, que la historia de su vida estuviera bien escrita, que tuviera la estructura y ritmo apropiados. Una historia que valiera la pena leer. A veces, sin embargo, se enfrentaba a sucesos que no sabía cómo terminar, no sabía cómo descifrar para salir triunfante en la narración de su vida. Es la obsesión de que todo debe tener un comienzo y un final, o efecto Zeigarnik como lo llaman algunos escritores de suspence. Pero a veces las historias irreparablemente quedan suspendidas, con una apariencia inconclusa, ya sea porque se agota la imaginación, la pasión o sencillamente la materia prima se desvanece; los personajes reclaman vida propia y se van sin que uno pueda hacer nada. Personajes a los que él les había otorgado un rol importante en la historia, de repente se convierten en secundarios, así él quiera lo contrario. Después de haber terminado un capítulo algo abrumador, algo pesado en su vida, Joan comenzó a escribir un hermoso pero breve capítulo protagonizado por Clara. Ella apareció de pronto en Barcelona e inmediatamente tomó un rol importante en su historia. Se puede decir que apareció de la nada, pero con una fuerza inusitada y demoledora. Para Joan, Clara era extraordinaria, tenía la mirada y sonrisa más expresivas que había visto en su vida, así como esa peligrosa mezcla entre ternura y carácter que lo volvía loco. Joan comenzó a escribir su historia con Clara. Cada párrafo fluía con la destreza de los grandes escritores, la belleza desbordaba las páginas configurando un hermoso relato, una apasionada novela corta enmarcada en el sublime encanto de Barcelona. Caminatas por la playa, noche y poesía. Las Ramblas, música de Mumford & Sons y olor a primavera. La atracción que inevitablemente surge, los ojos que se encuentran, las palabras perfectas, besos… sexo; olor a noche, a cigarrillo, a sudor, a cuerpos que se funden en uno solo. Aunque le faltaba todo para ser Cortázar, Joan sentía como si hubiera encontrado a su Maga, aquella chica que le hacía falta para darle belleza y profundidad a su historia, y también algo de necesario caos. Así transcurrieron tres meses de aventura durante los cuales se enamoró, sentía que Clara era su complemento perfecto, ya no podía imaginarse sin ella en Barcelona. Sin embargo, sintió que algunos diálogos infortunados habían provocado que Clara se fuera de su vida así como vino, de repente, con la promesa de regresar pero sabiendo ella en el fondo que no la cumpliría. I will wait, escuchaba Joan.

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Era como si en el momento en el que más entusiasmado se encontraba escribiendo la historia, ese hermoso capítulo de su vida en Barcelona, la vieja máquina de escribir se hubiera quedado sin tinta a media noche y no tuviera otra de repuesto. Café y cigarrillos, la espera es larga. Joan contemplaba cómo las palabras se iban difuminando poco a poco sobre el papel hasta que desaparecían completamente, como si el personaje de sus sueños se desvaneciera por la falta de tinta, por la falta de color. No podía materializar la historia en el papel, no podía seguir dibujando a la protagonista de su relato, sólo podía imaginarla. Una historia inconclusa, sintió él. Una historia sin terminar que no le permitía continuar con otro capítulo porque había quedado suspendido esperando a encontrar un final apropiado. Mientras esperaba a que amaneciera para conseguir otra tinta, otra oportunidad para continuar el relato en su vieja máquina de escribir, Joan iba imaginando múltiples continuaciones y finales de esa breve pero intensa historia. Su imaginación de escritor hacía y deshacía los hechos, construía encuentros y desencuentros, la necesidad de más miradas y más contactos. No quería dejar escapar a ese personaje. Pero el tiempo pasa y el entusiasmo se va apagando, se va desvaneciendo como las palabras escritas con la tinta gastada de una vieja máquina de escribir e impresas en las hojas contadas de nuestra existencia. La noche fue larga. Y cuando por fin tuvo la posibilidad de continuar escribiendo se dio cuenta de que sencillamente esa historia terminaba ahí, no había nada más que decir, tenía que pasar la página. La protagonista del capítulo se había desvanecido. Joan pensaba que Clara tal vez había saltado a las páginas de un mejor escritor, uno con más virtudes y que la dibujaría de una mejor manera. Pero no. La verdad era que como escritora de su propia vida ella simplemente había continuado con otro capítulo, y Joan, como personaje secundario, no hacía parte de esa historia.

Iván Mauricio Durán, 33 años. Colombia. Economista.

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Dijeron ser...

Dijeron ser la voz del pueblo, lo gritaron hasta el hastío, al calor de sus campañas. Su ardor convenció a muchos, su ímpetu, todo prometía. Luego vinieron los votos, con ellos sus escaños; sus sillones, que pasaron a ser propiedad de sus partidos. A partir de allí perdieron las palabras, “¿Esto dije?”, se abdujo aquel mensaje. Por el bien común se excusaron: no podemos llevar a cabo este proyecto. Ni el otro, quizá, tal vez subamos los impuestos. Y así pasaron a obedecer los dictados que emanaban de unas siglas; bajo su manto unas organizaciones, inmensas, que jugaban al poder blandiendo propuestas pías. Ganaba siempre la afortunada que a más incautos seducía. La otra, entonces, preñaba su estrategia de insultos y denuncias. Descalificaciones de todo tipo que alimentaban las rivales, y así en lo sucesivo, durante cuatro años con sus días. Y a esto le pusieron un nombre, ¡lo llaman aún así!: democracia. Poco más que un extenso periodo, metido entre discursos vacuos, en los que el poder auténtico lo prostituyeron ellos vendiéndolo a los señores del dinero, a los ejecutivos de cuello blanco, al mundo de los oligopolios afines a la condición y al peaje, a la extorsión con una sonrisa, si algún día quisiesen formar parte de sus imperios. Sin lugar a dudas, no gobiernan para nosotros. Las legislaturas que algún día bien remoto sirvieron para articular sociedades justas y esperanzadas son ahora salvoconductos, con sello oficial, repletos de favores a la carta. Eso sí, con nuestro permiso, con nuestro gesto incondicional expresado en un voto.

Ángel Lapiedra i Fortuny, España, 45 años. Delineante.

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ELLA ME ROBÓ EL ALMA Aprendí lo que quise, pude y elegí de ti. No sé todavía si fue lo mejor o lo peor, Mi deseo siempre fue ser tu segunda vida, Tu orgullo, tu ilusión. ¡Oh Madre, gracias por esta bendición! Crecí de noche, como crecen las olas en el mar. Una mañana, cuando desperté, Enamorado me postré junto a la orilla de aquella infinidad. Acepté los amores primeros, como se acepta el agua de río. Probé agua dulce y salada. Toqué la que parecía fría y era templada. Toqué la que aparecía caliente y por ratos quemaba. Me regocijé conociéndote niña hermosa, En tus dulces brazos que me calentaban. Te até a mi piel, Acaricié tu vientre, Me postré en tu ser y, De pronto, la aurora llegaba. Te prometí de todo, Amor, riqueza. Más nunca te prometí mi alma Me metí en un barco u navegué a la nada. Por la noche, ¡Cómo te extrañaba! Tu piel, tu vientre, Tu murmullo, y, Tu calma. Decidí ser valiente, Olvidar el amor y relamer las llagas. Me costaron meses. Me costaron años y simplemente todo pasaba. Mi pensar continuaba en el pasado, Mientras el cuerpo, este tilico cuerpo de trapo, Para mí, casi muerto, inservible, sin valor, solo me estorbaba. Encontré refugio en otras pieles, En otros huecos. En otras camas.

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Me escondí por años, Hasta que un día, Decidí volver a buscarla. Tomé un tren, Se fue tan rápido, Que aquello, me espantaba. Llegué a aquel lugar, Precipitado corrí por esa calle, Todo era tan raro, Nada concordaba. Mi paso se alentó. El aire me faltaba. Recordé que ya era viejo, Que el sol me lastimaba la cara, Que los huesos me dolían y que poca vida me quedaba. Miré alrededor y nadie me miraba. Caí al suelo inconsciente. Hasta hoy, no recuerdo, ya más nada. Sólo sé que fui a buscar a mi único y verdadero amor, Pero, el tiempo, Este enemigo de todos y amigo de varios, El tiempo; no perdonaba. Me robaste el alma. Y yo, egoísta y vividor. Muriendo estoy pensando, En lo que hubiera pasado con ambos, Si este engreído y estúpido gitano, Se hubiera quedado con su otrora humilde y discreta amada.

Zafiro Merlión, 31 años, Oaxaca de Juárez México. Escritora por convicción.

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Aturdida Camina presurosa. La neblina engrosada se revuelve con el vapor de alcantarillas humeantes. Los faroles, apenas logran alumbrar desérticas avenidas. Hizo mal en permitir que anocheciera, bien se lo dijo su madre, “Regresa temprano hijita, hay sitios peligrosos. No olvides tu medicamento, te espero antes de las diez.”… la hubiera obedecido. Un hombre la persigue, creyó que al pasar por la tabaquería se detendría y por la hora, es posible que la confunda con alguien de la taberna. Difícilmente mantendrá el mismo paso, sin haberse administrado la medicina. Escucha su jadeo, logra desviar su atención el silbato de un patrullero que pasa muy cerca. Aprovecha y se detiene a descansar en el bulevar de Scotland Yard. Constanza, se recarga en el poste del minúsculo y pálido farol, en la entrada de un húmedo callejón. Angustiada y nerviosa, abre su monedero buscando con torpeza el inhalador. Es jaloneada de los cabellos, intenta gritar, pero tapan su boca unas manos cubiertas por finos guantes de piel. Desesperado, le arranca la blusa y coge los abombados senos marfilados. Rosados lunares miran desafiantes a la bestia disfrazada de hombre. La olfatea, mientras sus toscas y voraces manos la acarician sádicamente. Sólo se detiene en lugares estratégicos y con ligeros movimientos, la subyuga a su capricho. Intenta escapar en repetidas ocasiones, pero es más grande y fuerte. Le llega un olor muy agradable, una combinación extraña, de canela y madera. ¿Acaso le recuerda al inspector Shaussé?... eso parece seducirla por instantes. Desiste de continuar peleando, la somete a su apetito indecoroso. Siente los dientes subiendo por las piernas, su tibia saliva le reconforta. Rasga sus medias, la recarga con impaciencia en la barda. Aspira el aroma de su sexo, bramando como el mar al golpetear las olas. Lo besa, lame sus bordes, y penetra con su lengua para amaestrarla. Sube a su boca, le comparte su miel, mientras los dedos entran a su monte y se impregnan con la vasta humedad. Desenfunda, entra en ella y mitiga su dolor besándole el cuello. Bautiza con su miembro el cuerpo de la virgen, con la brisa de fondo y el frío como escudo. La tenía en mente desde que la miró por vez primera, al pasar por la estación de policía. Le atrapó su altivez, seriedad, y el toque aparente de inocencia que él admira en una dama. No sabe qué hacer, se encuentra como nunca lo imaginó, extasiada y conociendo el sabor de la pasión. Un dulce y embriagador pensamiento se apodera de ella: ¿por qué no seguí luchando?... Se pintan hilos de escarlata en sus piernas, al mismo tiempo que emanan lágrimas de sus ojos.

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Constanza despierta, junto a la cama, su madre preocupada le besa la frente, y en medio de un amargo llanto, esboza unas palabras: “Gracias a Dios recobraste la conciencia mi niña, te encontraron en un callejón, desmayada. Le pediré al inspector que pase, necesita hacerte algunas preguntas.” Confundida, dispara pensamientos y preguntas al vacío. El detective, se aproxima al cuarto cargando un ramo de rosas amarillas, sus guantes de piel, lo protegen de las espinas. En su bolsillo, el inhalador encontrado en aquel callejón. - “Buenas tardes, me alegra que haya recobrado la conciencia señorita Constanza, debemos continuar la investigación.” - “Le agradezco su interés inspector, pero no son necesarias las flores.” - “Sólo es un detalle, necesito que responda mis preguntas.” - “Lamento no poder cooperar, aún me siento indispuesta.” - “Las flores tienen mi tarjeta, llame cuando se recupere. La esperaré en mi oficina, hasta luego”. - “Inspector… que sea pasado mañana en el bulevar de Scotland Yard.” - “Ahí estaré, en el lugar de siempre.” Fin.

Adriana Cisneros Garza, 37 años. Nuevo León, México. Escritora.

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INFORMACIÓN Echando la vista atrás, hace muchos, muchos años, recuerdo que la información estaba vetada allá por dónde quisieras informar. Un servicio específico, leía todos los artículos publicados por personas importantes de la época, Eduardo Haro Tecglen, Emilio Romero, Jaime Campmany y más que ahora no vienen a mi memoria, éstos eran sancionados con multas día sí, día también. No se permitía decir nada que no conviniese al “Régimen” y se perseguía a todos los que no informaban como dicho “Régimen” quería. Actualmente hemos llegado a un punto de saturación de la información de la que en realidad deberíamos estar agradecidos. Primero, las personas que vivimos el final de un totalitarismo y fascismo, con la boca cosida para no decir nada que pudiera lastimar nuestra convivencia, nos parece realmente muy, muy importante poder decir lo que uno quiere, sin más, sin reprimendas, sin reproches, sin ataques, pero con educación, sobre todo educación. No hemos nacido para pisotearnos unos a otros, aunque la realidad diga otra cosa. Pero las redes informáticas, sociales, nos han comido y nos han distorsionado todo lo que creíamos, suponíamos que era la verdad, la información, el poder hablar frente a frente de lo que pensamos y sentimos. Ahora quieren vetar las cosas que se dicen en éstas redes. No se puede decir de todo a todos sin, como mencioné antes, educación. Es muy importante en la vida de las personas poder hablar, conversar, debatir y hasta discutir. Pero no debemos pensar que eso ya nos da el poder para decir barbaridades, incoherencias o dar patadas porque el de enfrente no piensa como “yo”, no hace lo que “yo” digo, no critica, lo que “yo” critico. Sería, volver a la dictadura pasada. Tenemos tantas posibilidades en la actualidad de comunicarnos de conocernos de saber de nosotros mismos que es una pesadilla, que aquéllos que nunca han conocido otra cosa que la actual, esté convencidos que tienen todos los derechos del mundo para hacer lo que les venga en gana. Nuestra libertad es nuestra, importante, sería lamentable que nos la volviesen a cortar, solo porque personas que ni se han molestado quizás, en leer nuestra historia, se crean con derecho a realizar cosas que no benefician a nadie y perjudican a todos.

Rosa María Bodas Pérez, 56 años. Belvís de la Jara, España.

Admin. Contable en Paro con aspiraciones a dedicarse a escribir.

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La maldición de la sábana de abajo El lunes terminaron las vacaciones para ella, pero no para él. Aún le debían un par de días en el trabajo y decidió tomarlos para terminar con algunos arreglos en la flamante casa a la que se habían mudado. - ¿Estás seguro que no querés que ordene un poco el dormitorio antes de ir a trabajar, cariño? – preguntó ella por última vez, mientras metía dentro del bolso un lápiz labial y un sujetador para el cabello. - No, amor. No te preocupes. Andá tranquila, que me hago cargo. Nunca pensó él, Esteban, de treinta largos años, especialista en radiología, que ordenar el dormitorio se le tornaría tan cuesta arriba. Pero comenzó a sospechar un poco cuando supo que no sabía donde debía ir la ropa, desparramada sobre las sillas. ¿Es que acaso esa ropa tenían algún lugar en especial o podía ir a parar a cualquier cajón? Su mujer solía dejarle la ropa sobre una silla, prolijamente ordenada. Desconocía de qué lugar exacto del armario salía. Lo mismo con la ropa de ella. Estaba seguro que colocarla en un lugar erróneo, sería motivo para un reproche. Finalmente reflexionó sobre la condición en que las encontró, sopesó la cuestión de la limpieza y decidió una maniobra arriesgada, pero segura: todo a un fuentón y al lavadero, ropa para lavar. Luego su mujer le diría si la totalidad o alguna de las prendas realmente tenía ese destino, pero al menos, no habría reproche, muy por el contrario, había en su intención, una muestra de pulcritud que sumaba puntos. Una vez desaparecida la ropa de su vista, se detuvo frente a la cama. Tenía dos opciones. La primera, tenderla sin desarmarla, es decir, estirando los pliegues, alisando las sábanas, cubriendo con las frazadas. La otra, más complicada, pero que era lo correcto, quitar todo y volver a acomodar cada parte prolijamente. Tomó la segunda opción. Hizo un bollo con las sábanas y colchas y las arrojó sobre la alfombra. Suspiró mientras contemplaba el colchón desnudo. Era hora de vestirlo. Hurgó entre las telas que había arrojado a un costado y buscó la sábana de abajo. La reconoció de inmediato, porque era la que tenía elásticos en las esquinas. Cuando la tuvo entre las manos, recordó que había un juego para estrenar, regalo de una prima lejana de su esposa. Lejana porque vivía en el sur y había estado el mes pasado de visita. Buscó unos minutos en el placar hasta dar con la bolsa de plástico transparente, con el juego de sábanas dentro. Eran azules, con un estampado pintoresco, con las posiciones del kamasutra. Sonrió con picardía. Dudó entre poner a lavar o no las sábanas que había sacado. Era la solución rápida y elemental, salvo que recordaba que su mujer las había puesto la tarde anterior. ¿Volvía a guardar las sábanas con el kamasutra o en lugar de eso, doblaba las que estaban usando y seguía con su plan de reemplazo? Las segundas opciones seguían con éxito en su mente. Plegó con velocidad la sábana superior, las fundas de las almohadas y las metió en la bolsa que había desocupado. Quedaba la sábana de abajo. Doblo esta y sigo, pensó confiado Esteban. Pero al buscar las esquinas para unirlas, como había hecho con las demás, se encontró con la sorpresa de no poder hacerlo. - Puta madre, son esquinas redondas – le dijo a la habitación. Buscó la manera de plegarlas, pero no les quedaban igual. Pensó en hacerlas un bollo y meterlas así dentro de la bolsa plástica, pero muy a pesar suyo, no lo hizo. - Mirá si la voy a cagar así, quiero hacer todo bien, para complacer a Gabriela, y voy a dejarla hecha un bollo… ¡por favor! – dijo en voz alta, mientras buscaba una solución al problema. Trató doblándola al medio primero, luego de haberla estirado por completo sobre el colchón, pero siempre que llegaba a la puntas, el doblez perdía compostura y la labor perdía forma. - ¿Cómo mierda es? – se preguntaba, al borde del abandono.

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Fue entonces que vio el cartón con la marca de las sábanas del kamasutra, suelto dentro de la bolsa plástica transparente, donde había colocado las que había sacado de la cama. En rojo pudo leer un número telefónico. - ¡Un 0800 para consultas! – agradeció abrazándose al teléfono. Sin miedo al ridículo, marcó el número completo. Aguardó unos segundos y quedó en línea, soportando una melodía demasiado acaramelada, que supuso, sería algún hit del momento, que por supuesto, él desconocía. Para Esteban, más allá de Metallica, no existía la vida musical. - Hola, habla Patricia. ¿En qué puedo ayudarle? - Hola Patricia, mirá, tengo un problema con una sábana… - ¿Una de nuestras sábanas, señor? - Si, si, una de ustedes – mintió Esteban, que estirando de reojo leyó la marca en el cartón – Marca Violetitta, con dos T. Es decir, con tres, pero dos juntas. Vos me entendés. - ¿Le ha venido con alguna falla, no es el tamaño correcto… podría especificar el problema? - Si, mire. No, cómo venir, ha venido bien. Al menos, a mi me parece. El problema es otro. Es en realidad con la sábana de abajo. Quiero guardarla y no sé como doblarla. - No sabe como doblar la sábana de abajo… - Eso mismo. No me sale. Y por lo que veo, no ponen ningún manual ustedes en la bolsa. - No, no ponemos. Es que se imagina, poner instrucciones para colocar unas sábanas… - No, no. Poner las sábanas, las pongo. No le he dicho que tengo problema para poner las sábanas. Sino para doblar la de abajo. La que tiene las puntas redondas… - La elastizada, sí señor. - Esa, la elastizada. - ¿Y usted necesita que le enviemos un manual? - ¡No! Por favor, mire si voy a pedirles eso. Lo que quiero es que me explique. Vea, tengo que dejar el dormitorio arreglado y esto me está demorando. No se preocupe por el manual, en todo caso, me lee la parte donde explica esto que le pido. - Es que no hay manual, señor… - Bueno, si hay o no hay, es lo de menos. Me imagino que puede explicarme como doblar la sábana de abajo. Digo, estoy llamando al centro de atención de una fábrica de sábanas. Si no saben ustedes, quién más… - Bien señor, voy a hacer lo posible. - Gracias. - ¿Tiene la sábana a mano? - Aquí mismo. - Bien. A ver. Extiéndala sobre la cama. ¿Está en la habitación, cierto? - Si, ahí estoy. Pero espéreme, que pongo el manos libres y dejo el tubo por acá cerca… espéreme… ¿me escucha Pamela? - Patricia. - Patricia, disculpe. ¿Me escucha? Mire que me voy a alejar un metro más. - Lo escucho bien. - Ya estoy en la cama. ¿Extiendo la sábana? - Si, a lo largo. Así identifica las puntas. - Listo. - Que los pliegues queden hacia arriba. - Hecho. - Ahora busque los pliegues inferiores, introduzca una mano en una esquina, y la otra, en la restante. Lleve la…

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- Espere, espere… ahora si. - Lleve la esquina derecha, hacia la esquina izquierda, que quede dentro. - ¿Dentro de qué? - Una esquina dentro de la otra esquina. - Pero eso es impo… ¡ahí está! Bárbaro. - Haga lo mismo con el otro extremo. - Hago lo mismo… - ¿Ya lo hizo? - Espere… - Usted me dice. - Ya. - Bien, ahora trate de juntar los extremos y como hizo antes, hacer que uno de los mismos, quede dentro del otro, para que le quede una forma de triángulo, que si usted despliega nuevamente sobre la cama… - ¡Ey! ¡Más despacio! - Junte los extremos. - Si, ya va, no me apure. - No lo apuro. - Si, lo hace. - Le juro que no. - No jure al pedo. - ¿Seguimos? - Le digo que me espere. Acá tengo una punta suelta. - ¿De qué extremo? - No sabría decirle, me perdí. - Vea de donde se salió y póngalo de nuevo. - Cómo si fuera tan fácil. - Lo es, no se ponga nervioso. - ¡No estoy nervioso! ¡Usted me pone nervioso! - Yo solo trato de ayudarlo. - ¡Y una mierda! - Le pido respeto señor, estábamos hablando bien hasta recién. - ¡Pero a usted no se le desarmó la sábana! - Sabe, no es mi culpa que usted sea un pelotudo. - ¡Claro, el pelotudo soy yo! ¿Y usted, una viva bárbara con teléfono? - Váyase a cagar… La mujer colgó con rudeza.

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CREACIÓN

Esteban corrió hacia el teléfono, que estaba sobre la mesa de luz y lo sostuvo con fuerza, para luego arrojarlo contra el colchón. - ¡Pero qué carácter, che! ¡Y todo por una sábana de mierda! Se dirigió hacia la cama y estudió los dobleces que había hecho como si fuese un hecho científico. Después de cinco minutos, encontró la forma de volver la punta a su lugar. - ¿Y ahora cómo sigue? Miró el teléfono con recelo. - Me va a mandar al carajo. Buscó de nuevo el cartoncito y marcó otra vez. La musiquita de espera dio paso a una voz, pero no a la misma de antes. - Si, disculpe. Estaba hablando hace un rato con una chica, Penélope… - ¿Penélope? No hay ninguna Penélope acá. - Era con Pé. Pamela, Patricia, Pandora… - Patricia. - Si, Patricia. Le quería pedir disculpas, recién… - Ah, fue usted quién la trató mal. ¿Sabe algo? ¡Váyasealareputamadrequeloparió! Otra vez la línea muerta, otra vez el teléfono cortado. Una vez más, la bronca. Se sentó sobre el colchón. Minutos después, apartó la sábana de abajo, buscó el nuevo juego, tendió la cama, ordenó las almohadas y acomodó las dos mesas de luz. Se llevó la sábana de abajo a medio doblar hasta el living y la colocó sobre la mesa ratona. Siguió estudiándola un buen rato, como si se tratara de un tablero de ajedrez con una partida en juego. Por más que le dio vueltas, no hubo caso. La dejó allí y se olvidó del asunto. O al menos, eso intentó. Cuando por la tarde regresó del trabajo su mujer, lo primero que hizo, fue preguntar por las sábanas. - Amor ¿qué hacen las sábanas acá? - Me olvidé de guardarlas – se excusó – En realidad, las traje acá porque me costaba encontrarle la vuelta para doblarlas, te iba a preguntar si tenían algún truco. - ¿Truco? La verdad que siempre las guardé hechas un bollo. No tengo paciencia para esas cosas. ¿No viste que las dejo revoleadas por ahí? Mirá, justamente hoy recibimos un caso de maltrato en la oficina, una empleada de Violetitta, viste la fábrica de sábanas, bueno, parece ser que un loco la acosó telefónicamente con la excusa de una sábana de éstas, ¿vos podés creer? ¿Y quién es la abogada suertuda que va a tener el caso? Mañana me dan los datos, tienen el teléfono del pelotudo. ¿Esteban, estás bien? ¿Esteban, que te pasa?

Ernesto Antonio Parrilla, 36 años. Argentina. Escritor e historietista.

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artĂ­culo

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CREACIĂ“N

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artículo

` Distopias “Big Brother is watching you” — George Orwell. “War is peace. Freedom is slavery. Ignorance is strength” — George Orwell. “God isn’t compatible with machinery and scientific medicine and universal happiness. You must make your choice.”— Aldous Huxley. “There’s always soma to give you a holiday from the facts”— Aldous Huxley.

El pensador ingles Sir Thomas More S.XVI imagino un lugar donde la ignorancia, la codicia y la intolerancia no existían. Llamó a esta isla de sus sueños Utopia. Probablemente inspirados por More, otros dos escritores ingleses del siglo XX crearon “utopias pesimistas”, llamadas Dystopias. Se trata de Aldous Uxley (1894-1973) y su novela “Brave New World” publicada en 1932, y de George Orwell (1903-1950) y su novela “1984” publicada en 1949. Estas dos obras de la narrativa inglesa del siglo XX. son consideradas la crème de la crème de la ciencia ficción. En base a ciertas características de su época, de su cultura y de su sociedad, estos autores nos ofrecen imaginarios relatos de un futuro caracterizado por gobiernos totalitarios, tecnología esclavizante, propaganda manipuladora y ciudadanos deshumanizados. Las dos novelas son una critica que destila ironía y pesimismo. Según estos autores la utopia que viene -y que tan afanosamente estamos buscando- es un infierno de deshumanización: -Seres humanos amaestrados, domesticados, si no felices al menos ajustados y capaces de amar su propia servidumbre, gracias a un metódico e implacable lavado de cerebro por parte del gobierno y su propaganda. -Un mundo de guerra sin fin, de gobiernos totalitarios que tienen a todos los cuidadanos bajo agobiante vigilancia y espionaje. Quitando a O’Bryen, el personaje principal de la distopia orweliana: “imagine a boot stamping on a human face-forever” . ·Una sociedad sin cultura, sin religión, sin arte, ni ciencias teóricas. ·Una sociedad con personas sin emociones, sin familia, sin amigos ni relaciones personales. ·Una sociedad de individuos -si todavía se les puede llamar así- sin matices ni metas personales, todo en aras de una igualdad despersonalizada y de una estabilidad muy conveniente para los intereses de un gobierno totalitario. Huxley y Orwell se muestran cada vez mas proféticos y sus predicciones menos remotas. Más aun sus novelas ya no parecen trabajo de ciencia ficción sino mas bien retratos precisos de nuestra era.

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artículo

No se puede negar que esas visiones de un futuro deshumanizado (Brave New World) y de un mundo lleno de horror y tortura (1984) encuentran exacto cumplimiento en rasgos prominentes del panorama político y social de nuestro mundo. Baste recordar la crueldad de Stalin, los métodos Nazis de tortura y muerte, las guerras de Vietnam, Corea, Iran, Afganistán, Ucrania y en general el Medio Oriente, baste recordar como el arte de mentir, y el doble discurso desarrollado por rusos y alemanes han sido adaptados también por numerosos líderes del llamado Mundo Libre. Para concluir es bueno caer en la cuenta que en estos dos escritores ingleses del siglo XX tenemos un claro ejemplo de como la literatura ha sido con mucha frecuencia, el medio para despertar la conciencia de las personas, el recurso para interpelar e incomodar a una sociedad conformista. Las novelas de los mencionados autores son como gritos, como alaridos que hasta el día de hoy nos sacuden, agarrándonos por el cuello para alertarnos de los graves riesgos que se ciernen sobre la humanidad y la naturaleza del hombre. La humanidad debe estar siempre agradecida con estos dos grandes literatos. Preguntas para la reflexión: En la novela Brave New World los cuidadanos tomaban tabletas de soma para estar felices. ¿Necesitas alguna droga para ser feliz?¿Alcohol, marihuana, cocaína, bebidas energéticas, fútbol, telenovelas, películas? ¿Has leído alguna vez el libro de Herman Hesse “Y si la guerra siguiese” donde el escritor aleman nos advierte del sin sentido y de los peligros de la guerra? Como antídoto para no convertirte en un ser humano domesticado, ¿te gustaría leer el libro de Paulo Freyde “La educación como practica de la libertad”? Terminemos este articulo con un mejor sabor de boca. Huxley y Orwell al final cambiaron de una posición de critica destructiva e ironía negativa a otra posición de fe y esperanza, gracias a la espiritualidad y al misticismo. Octavio Cabrera Pimentel.

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Entrevista

FACTUM con

Eric Wyllie Eric Wyllie nació el 5 de agosto de 1980 en Lincoln, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Estudió para ser profesor de literatura, sin embargo, lo dejó en el tercer año. Desde muy joven se interesó en la literatura. Comenzó escribiendo cuentos de terror, influenciado por Stephen King, Edgar Allan Poe y H.P. Lovecfraft. Su estilo literario se caracteriza por el lenguaje poético, por ser de carácter autobiográfico y con tintes tristes, melancólicos y románticos. Ha participado en muchos concursos literarios, obteniendo diversos logros, desde primeros, segundo y terceros puestos hasta su aparición en antologías, pese a esto confiesa que “todos ellos no suman más que meros trofeos, medallas y diplomas que juntan polvo en las estanterías de mi casa”.

Sus letras en 15 preguntas

Eric Wyllie, escritor. ARGENTINA.

1. ¿Cuándo empezaste a escribir? Comencé a escribir de muy chico, a los 10 años tenia ya escritos varios cuentos de terror, leía y miraba muchas películas de dicho estilo. A los 12 escribí mi primer cuento largo sobre el género y llevaba de a capítulos a la escuela para que lo leyeran mis amigos, los cuales eran los protagonistas del mismo, se llamaba: “Escape de la escuela maldita”, tuve mucho éxito entre los compañeros de colegio. 2. ¿Cómo descubriste que querías y tenías talento para ser escritor? Siempre me gusto el arte en general y siempre quise dedicarme al mismo. Practicaba artes marciales, tocaba la guitarra, pintaba y escribía. Pero solo dos me salían casi sin esfuerzo, el arte marcial, Kempo Chino más precisamente, y la literatura, los dos eran naturales para mí. El primero lo deje en la adolescencia y el segundo aún hoy intento hacerme camino. 3. Desde ese momento ¿te has encontrado con alguna limitación u obstáculo? Limitación para escribir no tengo, obstáculos muchísimos, te diría que todo es una dificultad. Primero llegar a las grandes editoriales es improbable, segundo juntar la plata para editar

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entrevista

independientemente con una editorial pequeña, luego darse a conocer y difundir lo que uno hace, después intentar vender los libros a la gente, es algo imposible, no casi, sino IMPOSIBLE, y por ultimo luego de regalar miles de libros que alguien los lea, la palabra para definirlo todavía no existe. Escribir no es ninguna dificultad ni ningún problema, todo lo demás si, ¿qué irónico no? 4. Háblanos acerca de tus textos, ¿qué se va a encontrar el publico en las letras de Eric Wyllie? Sinceridad ante todo, poesía, filosofía, todo lo referente al arte real, todo lo que sangra, duele, brilla, no hay lugar para la fantasía, la fabula y lo efímero. Mis letras una vez leídas quedan tatuadas para siempre en tu corazón, no se borran después de haberme leído. 5. ¿Crees que tu estilo literario está ya definido o consideras que es algo más bien universal? Mi estilo literario está muy definido, de hecho muchos me han criticado y me han dicho que si universalizo más el lenguaje tendría mucho éxito, y les doy la razón, seria así, pero es mi estilo y no lo voy a cambiar, para nada, yo escribo como lo dicta mi corazón que a su vez proviene de mi alma. 6. ¿Cuántos libros publicados tienes? Tengo tres libros publicados: “Trist” año 2006, “Sinua” año 2009, de poesía en verso y poesía en prosa respectivamente, y una novela titulada “Kyria” año 2012. 7. ¿Qué tan difícil, fácil o complicado fue publicar(los)? Difícil es trabajar y juntar cada centavo, después cuando uno tiene toda la plata es muy fácil publicarlo. Es muy triste que uno tenga que pagar por su arte, pero lamentablemente es así. Hace una semana me pidieron 4.300 Euros para editar en España, pero es imposible que llegue algún día a esa cifra. 8. Cuéntanos un poco sobre “Kyria”. “Kyria” es una historia de amor basada en hechos reales, un amor libre, sin prepucio, sin culpa, dejando fluir a la libertad y a las decisiones de ambos protagonistas. Hay muchos ensayos filosóficos también, pero he notado que muchos los pasan de lado y son fundamentales para entender la narración. Es un relato breve y va directo a golpear en el corazón del lector. 9. Al leer sobre Kyria en palabras de Eric uno no puede evitar preguntarse ¿qué tan parecida es la del libro a la de la vida real? Muy parecida, igual, las palabras de Eric sobre Kyria es similar de la vida real a la del libro. Sinceramente no escribo ni me gusta la ficción pura, “ficcióno” hechos reales.

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fragmento

Primera vez. . .

El hombre más sabio que jamás conocí, me había explicado en una ocasión que no existía en la vida experiencia comparable a la de la primera vez en que uno desnuda a una mujer. Sabio como era, no me había mentido, pero tampoco me había contado toda la verdad. Nada me había dicho de aquel extraño tembleque de manos que convertía cada botón, cada cremallera, en tarea de titanes. Nada me había dicho de aquel embrujo de piel pálida y temblorosa, de aquel primer roce de labios ni de aquel espejismo que parecía arder en cada poro de la piel. Nada me contó de todo aquello porque sabía que el milagro sólo sucedía una vez y que, al hacerlo, hablaba un lenguaje de secretos que, apenas se desvelaban, huían para siempre.

Fragmento del libro: La sombra del viento. De: Carlos Ruiz Zafón.

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entrevista

13. ¿Qué proyectos tienes en puerta? Ahora está por ser editado mi cuarto libro en general y el tercero de poesías, tal vez en dos meses esté en las calles. Se titula “Solze”, y significa lágrimas en el idioma Esloveno. Pero más allá del triste titulo es mi libro más romántico, con poesías “bonitas”, “lindas”, es un libro muy amoroso por decirlo de alguna manera, no hay tanto lugar para el dolor que plasme en mis dos primeros libros. Además también estoy escribiendo como colaborador en una pagina de Facebook, por ahora ya que va a ser una página oficial de Internet, que se llama MMA MUNDO PRO, y allí hago notas y cubro eventos de artes marciales mixtas, mi otra gran pasión combinada con las letras. 14. ¿Para ti alguno de los escritores que están haciendo literatura actualmente o que están comenzando puede posicionarse entre los grandes de la literatura? Para mí ya son grandes de la literatura porque amo como escriben y disfruto leerlos. Uno de ellos es Jeremías Vergara, que tiene un estilo propio y se mete en terrenos no explorados, me parece original y jugado, ya que hay sangre y muerte en sus palabras pero sobre todo poesía, dedicación y literatura. Y el otro gran escritor es muy joven también, llamado Jesús Trodler, en el año 2010 leí su primer libro, “Versos Mustios” y quede más que sorprendido e identificado con la tristeza que emanan sus poesías, realmente llegan al corazón, y eso es lo que busco cuando leo, espero de los dos leer también novelas, o cuentos largos, porque quiero empaparme más aun con sus letras. 15. ¿Cuál es tu percepción de la literatura y la creación literaria en nuestros días? Salvo excepciones, como las nombradas en la respuesta anterior, no hay nada interesante para leer. Por lo menos en mi país, Argentina, se editan libros de personaje famosos sin ningún tipo de talento para escribir, es más, dudo hasta que los escriban ellos, aún siendo así, no son libros para poner los ojos en ellos, pero sí es lo que vende y busca la gente, un mero y patético entretenimiento de un personaje famoso de tv, nada más, algo realmente triste para la literatura.

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libros Contra toda esperanza De: Nadiezhda Mandelstam

Editorial: El Acantilado ISBN: 9788415689102 No. de páginas: 656 Lengua: ESPAÑOL

Este libro es una bella historia de amor, así como una interrogación sobre el significado de lo humano, escrito además con una brillantez literaria excepcional. Tras su primera detención en 1934, el poeta Ósip Mandelstam, uno de los mayores del siglo xx, permaneció en elexilio en Vorónezh durante tres años hasta su deportac ión; la muerte le llegó en 1938, en uncampo de tránsito hacia Siberia. Su viuda logróescapar y sobrevivió como profesora de inglésen pequeñas ciudades de provincias, hasta que en 1956 se le permitió regresar a Moscú. Allí comenzó este relato, uno de los más conmovedores del siglo xx, en el que con extraordinario detalle narra las trágicas vivencias de su marido yEste libro es una bella historia de amor, así como una interrogación sobre el significado de lo humano, escrito además con una brillantezliteraria excepcional. Tras su primera detenciónen 1934, el poeta Ósip Mandelstam, uno de los mayores del siglo xx, permaneció en el exilio en Vorónezh durante tres años hasta su deportación; la muerte le llegó en 1938, en un campo de tránsito hacia Siberia. Su viuda logró escapar y sobrevivió como profesora de inglésen pequeñas ciudades de provincias, hasta que en 1956 se le permitió regresar a Moscú. Allí comenzó este relato, uno de los más conmovedores del siglo xx, en el que con extraordinario detalle narra las trágicas vivencias de su marido y sus compañeros de generación.La sensacional lucidez que nos muestra, su admirableserenidad en la lucha contra la barbarie y su conocimiento de primera mano del mundo intelectual de la Rusia de ese período, hacen de este libro un documento excepcional, así como una experiencia lectora imborrable.sus compañeros de generación.La sensacional lucidez que nos muestra, su admirableserenidad en la lucha contra la barbarie y su conocimiento de primera mano del mundo intelectual de la Rusia de ese período, hacen de este libro un documento excepcional, así como una experiencia lectoraimborrable.

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libros Continente Salvaje De: Keith Lowe

Editorial: Galaxia Gutenberg ISBN: 9788415472124 No. de páginas: 560 Lengua: ESPAÑOL

La Segunda Guerra Mundial dejó a Europa sumida en el caos. Paisajes y cultivos destruidos, ciudades completamente arrasadas y más de 35 millones de muertos. En la mayor parte del continente, las instituciones como la policía, los medios de comunicación, el transporte, los gobiernos locales y nacionales, habían dejado de exi stir. Los índices de criminalidad aumentaron, las economías colapsaron y los ciudanos europeos estaban al límite de la extenuación. En este apasionante estudio de los años posteriores a la guerra, Keith Lowe describe un continente todavía sacudido por la violencia, donde una gran parte de la población no había aceptado aún que la guerra hubiera terminado. El libro subraya la ausencia de moralidad y la insaciable sed de venganza consecuencia del conflicto. Describe los choques étnicos y los enfrentamientos civiles que azotaron las vidas de la gente común desde el mar Báltico al Mediterráneo y el establecimiento de un nuevo orden que finalmente trajo una difícil estabilidad a un continente devastado. Casi todo lo referente a la Segunda Guerra Mundial ha sido estudiado y difundido. Sin embargo, muy poco es lo que se conoce de los cinco años posteriores a la guerra en los que murieron también millones de europeos y decenas de millones sufrieron los horrores de la posguerra. Basado en documentos originales, entrevistas y estudios académicos en ocho lenguas diferentes, Continente salvaje cambia radicalmente la visión que hasta hoy se tenía de la Segunda Guerra Mundial y ayuda a entender la Europa de nuestros días, heredera de aquellos conflictos

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libros Noches Azules De: Joan Didion

Editorial: Mondadori ISBN: 9788439726333 No. de páginas: 160 Lengua: ESPAÑOL

«Durante las noches azules uno piensa que el día no se va a acabar nunca. A medida que las noches azules se acercan a su fin (y lo hacen, lo hacen siempre) uno experimenta un escalofrío literal, una visión de enfermedad, en el mismo momento de darse cuenta: la luz azul se está yendo, los días ya se están acortando, el veran o se ha ido. Este libro se titula”Noches azules”porque en la época en que lo empecé a escribir sorprendí a mi mente volviéndose cada vez más hacia la enfermedad, hacia la muerte de las promesas, el acortamiento de los días, lo inevitable del apagamiento, la muerte de la luz. Las noches azules son lo contrario de la muerte de la luz, pero al mismo tiempo son su premonición.»En su celebrado libro El año del pensamiento mágico, Joan Didion contemplaba cómo los rituales que formaban parte de su vida cotidiana cambiaban drásticamente con la súbita muerte de su marido en 2003. Dos años después su única hija, Quintana Roo, moría a los treinta y nueve años de edad. En su nueva obra, Noches azules, Joan Didion hilvana instantáneas literarias y recuerdos olvidados sobre la vida y la muerte de su hija. Noches azules versa de lo que queda tras la pérdida de un ser querido.

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libros

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libros El diablo a todas horas De: Donald Ray Pollock

Editorial: Los Libros del Silencio ISBN: 9788415325918 No. de páginas: 376 Lengua: ESPAÑOL

Un paisaje abrupto y desolado que se repite en esta novela y en el que Pollock desparrama a sus personajes para abrirlos en canal y buscar entre vísceras y miserias un atisbo de humanidad. Durísimo relato sobre la redención y el perdón, sobre la soledad y venganza, “El diablo a todas horas” chapotea en esa ciénaga que es la América desamparada y dejada a su suerte a partir de los tropezones y encontronazos de unos personajes tan excéntricos como memorables. Así, en el “El diablo a todas horas” encontramos a predicadores embaucadores, ex soldados traumatizados, jóvenes atrapados en medio de la nada, asesinos en serie sobre ruedas, sherrifs putrefactos y, en fin, todo tipo de gente abollada, tratando de sobrevivir y exhibiendo ingentes cantidades de violencia en el intento.

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libros Me hallará la muerte De: Juan Manuel de Prada

Editorial: Destino ISBN: 9788423347339 No. de páginas: 592 Lengua: ESPAÑOL

¿Cuán cerca puede estar un héroe de ser un villano? ¿Qué separa la epopeya de la farsa? A través de la odisea de un ladronzuelo que se enrola en la División Azul, sobrevive a los padecimientos más extremos y regresa al Madrid turbio y arribista de los cincuenta, Juan Manuel de Prada nos ofrece una historia fascinante, de le ctura adictiva, que contrapone el sueño de los ideales a la lucha por la supervivencia.Madrid, 1942. Antonio y Carmen, dos jóvenes maleantes, se compinchan para desplumar aricachones en los alrededores del parque del Retiro. Pero la adversidad y el infortunio obligarán a Antonio a huir de la justicia. Se alista en la División Azul, para poner tierra de por medio; y en Rusia conocerá penalidades sin cuento, en compañía del idealista Gabriel, otro divisionario con el que guarda un asombroso parecido físico, aunque en todo lo demás sea más bien su antípoda. Muchos añosdespués, en 1954, tras sobrevivir a todo tipo devicisitudes, Antonio regresa a España, transformado ya en otra persona, a bordo del buque Semíramis.Empieza entonces, en un Madrid peligroso y abracadabrante, una aventura de signo bien distinto, en la que Antonio vivirá una vida de potentado, muydiferente de la que dejó atrás doce años antes. Peroesta vida nueva lo obligará a la improvisación, el fingimiento y la vigilancia permanente, para mantener a buen recaudo las sombras del pasado; y en su empeño por mantenerlas, tendrá que adentrarse, siempre acechado por la muerte, en una madeja de intrigas cada vez más embrolladas y peregrinas. ¿Podrá Antonio alcanzar, entre la tupida maraña de males que ha desencadenado, el bien que anhela?

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