FACTUM - Revista Literaria No. 14

Page 1

FACTUM REVISTA LITERARIA

septiembre, 2014. no. 14

Biografía: Antón Chéjov. Creación: Laura Rizzi/Fernando Bermúdez/Edgar Castillo González/Alicia Di Marco/Kim Bertran Canut/Mª del Carmen Toledo Pérez/ Lynette Mabel Pérez/Sergio Manganelli/Antonino Geovanni/Alejandro Volta/Joalberths De Agrela/Edwin Fi/Evaly Contreras/Dante Vázquez/Gemma Cardera/Gerardo Artaza/Kendra Y. Estrada/Eloy A. Gomez/Chelo Avila/Victoria Montes/ Adriana Cisneros Garza/María Elena Espinosa M./Zafiro Merlión/Fabian Luna/Gema Lutgarda E. López/Atilano Sevillano/Alicia Garza de la Garza/ Esteban Baldomar/Karimé Mendoza/Genrry Aguilar Gutiérrez/Carlos Ortega Pardo/Jesús Gutiérrez Sierra/Jaime Morales Quant/Fernanda López/Ever H. Campos/ Lourdes M. Collazo/Zambra. Entrevista: Pilar Ana Tolosana Artola. El Fragmento: Mario Benedetti.






FACTUM REVISTA LITERARIA

FACTUM - Revista Literaria © Copyright. Todos los derechos reservados. Las obras literarias presentadas en esta publicación son propiedad de cada autor citado al final del escrito, la reproducción de los textos para un fin distinto al de esta revista debe ser autorizado por su autor. Fotografías en portada y contraportada: © Felín

Dirección Maite Cabrera Hernández

eDICIÓN Agustín Campistegui Suárez Maite Cabrera Hernández Julián Iriarte Cortázar Cristóbal Álvarez

Diseño y arte Maite Cabrera Hernández

publicidad Julián Iriarte Cortázar

cONSEJO EDITORIAL Octavio Cabrera Pimentel Ofelia Hernánez Hernández Fabián Luna Gutierrez Ángeles Cabrera Hernández Agustín Campistegui Suárez Maite Cabrera Hernández Las fotografías que usamos para acompañar las citas literarias con las cuales elaboramos imágenes con el fin de promover la revista son tomadas de internet, si alguna está sometida a derechos de autor o molesta a su propietario/autor la aparición de su material en la revista, escriba a factumrevistaliteraria@gmail.com para solicitar su inmediata eliminación de nuestra publicación.


CONTENIDO biograf铆a

Creaci贸n

8-9

12 - 90

ENTREVISTA 94 - 95

el fragmento 98

libros 102 - 107

F A C T U m - Revista Literaria

5


Presentación INSTRUCCIONES PARA CAMBIAR EL MUNDO

I Constrúyase un cielo más bien cóncavo. Píntese de verde o de café, colores terrestres y hermosos. Salpíquese de nubes a discreción. Cuelgue con cuidado una luna llena en occidente, digamos a tres cuartas sobre el horizonte respectivo. Sobre oriente inicie, lentamente, el ascenso de un sol brillante y poderoso. Reúna hombres y mujeres, hábleles despacio y con cariño, ellos empezarán a andar por sí solos. Contemple con amor el mar. Descanse el séptimo día. II Reúna los silencios necesarios. Fórjelos con sol y mar y lluvia y polvo y noche. Con paciencia vaya afilando uno de sus extremos. Elija un traje marrón y un pañuelo rojo. Espere el amanecer y, con la lluvia por irse, marche a la gran ciudad. Al verlo, los tiranos huirán aterrorizados, atropellándose unos a otros. Pero... ¡no se detenga!... la lucha apenas se inicia.

Selva Lacandona, Chiapas, México. 1984-1989. Desde las montañas del Sureste Mexicano. Subcomandante Insurgente Marcos. Ejército Zapatista de Liberación Nacional. México.

6

F A C T U m - Revista Literaria



Biografía

Antón Chéjov Narrador y dramaturgo ruso. Una de las figuras más importantes de la literatura rusa y considerado el representante más destacado de la escuela realista en Rusia. Hijo de un comerciante que había nacido siervo, Chéjov nació el 29 de enero de 1860 en Taganrog, y estudió medicina en la Universidad Estatal de Moscú. Mientras todavía estaba en la universidad publicó relatos y escenas humorísticas en revistas. Casi no ejerció la medicina debido a su éxito como escritor y porque padecía tuberculosis, en aquel tiempo una enfermedad incurable. La primera colección de sus escritos humorísticos, Relatos de Motley, apareció en 1886 y su primera obra de teatro, Ivanov, se estrenó en Moscú al año siguiente, otras de sus obras destacadas son: El Oso y La Petición de Mano. Algunos de sus cuentos son Tristeza, Al Anochecer, El Cazador, Relatos, Cuentos de Melpomena. En 1890 visitó la colonia penitenciaria de la isla de Sajalín, en la costa de Siberia, para escapar de las inquietudes de la vida del intelectual urbano, y posteriormente escribió La isla de Sajalín (1891-1893). Varios fueron sus dramas en un acto y sus obras más significativas fueron representadas en el Teatro de Arte de Moscú, dirigidas por su amigo Konstantín Stanislavski, como El tío Vania (1899), Las Tres Hermanas (1901) y El Jardín de los Cerezos (1904). En 1901 se casó con la actriz Olga Knipper, que había actuado en muchas de sus obras. Su obra es una de las más importantes de la dramaturgia y la narrativa de la literatura universal. Su estilo está marcado por un acendrado laconismo expresivo y por la ausencia de tramas complejas, a las que se sobreponen las atmósferas líricas que el autor crea ayudado por los más sutiles pensamientos de sus personajes. Chéjov se apartó decididamente del moralismo y la intencionalidad pedagógica propios de los literatos de su época en una Rusia convulsa y preocupada por su destino, para apostar por un tipo de escritor carente de compromiso y pasión, plasmando una idea de la literatura que rechazaba el principio del autor como narrador omnisciente. En gran medida, a él se debe el relato moderno en el que el efecto depende más del estado de ánimo y del simbolismo que del argumento. Sus narraciones, más que tener un clímax y una resolución, son una disposición temática de impresiones e ideas. Antón Pavlovich Chéjov murió de tuberculosis en el balneario alemán de Badweiler la madrugada del 15 de julio de 1904.

Sus obras: •Platónov •Sobre el daño que hace el tabaco •Ivánov •El oso •Petición de mano •La boda •El demonio del bosque •Tatiana Répina •El Aniversario •La gaviota •Tío Vania •Las tres hermanas •El jardín de los cerezos •Un trágico a pesar suyo •Un viaje a Sajalín •Cuaderno de notas •Un drama de caza •La Estepa •El Reto •Mi vida

8

F A C T U m - Revista Literaria


“El arte de escribir consiste en decir mucho con pocas palabras.” - Antón chéjov -

F A C T U m - Revista Literaria

9




CREACIÓN

me inspiras Caminar en la belleza que tus palabras inspiran, perderme en tus ojos dejarme encontrar por la calidez de tus manos. Caminar en la belleza que tus labios provocan Caminar en la belleza que la noche dibuja en tus ojos perdidos sin mi, ilusión de mis letras, suspiro de nuestras soledades compartidas. Caminar en la belleza de las estrellas que inquietas esperan el roce de tus manos con las mías, encontrando la caricia perdida que el tiempo nos quitó. Caminar en la belleza de tu mirada, que encarcela, que hipnotiza, que invita a seguir escribiendo el más dulce de los poemas...

Laura Rizzi, 34 años. Buenos Aires, Argentina. Docente.

12

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

13


CREACIÓN

los ojos de abril Aquella silueta fresca que suspiraba mientras la primavera florecía bajo sus caderas, sobre su néctar, sobre las amapolas dispersas de su tacto, de esa piel de durazno encarnecida en mil auroras, de esos ojos que embellecían los atardeceres, mirarla era erizar las pieles mientras la marea soplaba mil te quieros, mientras los besos gritaban, susurraban, deseaban misterios bajo el sujetador de sus labios. Todo era constante, todo era como debía de ser, esos ojos de abril, color verde turquesa, con tonos de alegría, matices de ternura, y uno que descontrol bajo sus pupilas, mientras caían las cascadas de sus emociones, cada gota fresca añejada por el paso de las primaveras, si ella fuera de algún lugar tendría que ser de alguna memoria, de algún rencuentro con un sueño perdido, alguna alucinación real, ella era del natural y él era de las letras viejas que acompañaban los destinos de sus miradas. Este abril que está lleno de fantasmas, que hace que camine solo por el resto de este amor, un amor que se marcha por las noches y me deja posdatas de ilusiones, besos enfrascados, y una que otra caricia bajo el sujetador de otra mujer, y todo es de viceversa cuando las auroras crecen mientras nuestros silencios se unen, mientras nuestras manos se hacen suyas, mientras nuestras miradas hacen lo que tú y yo no hacemos por falta de ojeras, por falta de noches, por falta de eclipses con nuestros cuerpos, por no querer dejar de huir del otoño-invierno de nuestros corazones. Y mientras el otoño- invierno me despierta con ganas de saltar desde mi ventana al corazón prelavado de nuestros días, el aire me recuerda que aún me extrañas, que tú podrías ser quien desvanezca mi conciencia, y corro y lloro, y me vuelvo a enamorar de aquel fantasma que siempre llega en abril, con un vamos juntos y hagamos del destino un origami lleno de figuras con nuestros cuerpos. Mientras recuerdo aquella cita que nos dedicábamos todas las noches antes de empezar con el amor y sus contextos... “y sus piernas median 22 besos, ella por miedo a empequeñecer se encargaba de que el los contara continuamente cada noche...” y aún tengo la cara marcada con las cicatrices de las lágrimas que emanaban de su silencio mientras te marchabas a un lugar sin retorno, y aun espero con ansias en ese anden esperando tu regreso. Un regreso que tiene como consecuente soñar cada noche, con la chica de los ojos de abril, mientras todo se escribe en el mismo mes donde empezó, con las mismas memorias, con la misma chica, en cuerpos bipolares, con caricias semejantes, con sus ojos tan añejos, mientras los suspiros se mueren con el mes de abril.

Fernando Bermúdez, 22 años. Chiapas, México. Escritor, poeta y fotógrafo.

14

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

15


CREACIÓN

olvido ¿Dónde estás, Olvido? Ven a mí pronto, Si puedes, de inmediato, Para sacar los malos recuerdos Aunque sea por un rato. Ven a mí, Olvido, Ayúdame a borrar mi tristeza, Aunque sea un pobre sinvergüenza Por no saber aprovechar lo vivido. No supe agradecerle a la vida Por todo aquello que me ha dado, Así perdí un tesoro anhelado Y terminé retirándome de la partida. Ya no hay más poemas para ella Pues se me acabó la inspiración, La malgasté toda en falsas esperanzas Y mi amor finalmente caducó. No volveré a escribir ningún verso, No escribiré más en su nombre, Este es el último poema que hago preso Para que mis demonios desaparezcan esta noche.

16

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

Hubo tantas cosas que nunca confesé, Hubo tantos sueños que nunca compartí, Pero quiero olvidar todo aquello que perdí, Quiero olvidar todos los besos que no le di. Todos esos versos que lloré, Todas las horas que le invertí, Tantas obras que le dediqué, Quiero olvidar la razón de porque las escribí. Por eso permanece junto a mí, Olvido, Para nunca tener que recordar Que hoy vivo entre penas y melancolías Porque a ninguno de mis amores supe cuidar. Ven a mí, Olvido… Para nunca tener que recordar.

Edgar Castillo González, 18 años. Monterrey, México. Estudiante.

F A C T U m - Revista Literaria

17


CREACIÓN

Le dicen La Loca El viento helado rozaba su cara y sus brazos, apenas cubiertos con un viejo chal ya descolorido y agujereado. Nada la inmutaba, caminaba lentamente con su mirada absorta contemplando el mar, como esperando encontrar algo en esa inmensidad azul. Ese mar que a temprana hora se mostraba agresivo, enojado, golpeando incansablemente sobre los acantilados de las playas del sur Una vez más La Loca comenzó a gritar, esos gritos escondían un dolor profundo, causado no sabemos por qué y una luego a cantar una triste canción, con voz temblorosa, quebrada.

“La niña no come La niña no duerme Solo murmura Mamá.... Las rondas no cuentan La muñeca no está Sola la niña Muy sola está... Las olas golpean Una vez más El viejo bote A orillas del mar...”

En ningún instante dejaba de mirar ese mar embravecido... Como tampoco dejaba de murmurar con los labios apenas entreabiertos frases incoherentes para nuestros oídos, -¿Tendrían sentido para ella? -Cuando regresas? A qué hora llegarás? -Me siento sola. -¡Vuelve ya!

Alicia Di Marco, 60 años. Allen, Río Negro, Argentina. Docente jubilada.

18

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

19


CREACIÓN

REENCUENTRO EN… TIERRA INSPIRACIÓN Me he quitado los zapatos ya gastados, y ando descalzo por la carretera… No importan las llagas de mis pies, si alcanzo la libertad. Es verano, y marcho de viaje a donde me lleve la improvisación…ninguna prisa por delante... Silbo “Wind of change” pegadiza balada de los escorpiones… El primer día pernocto en un viejo y olvidado vagón, de una vía muerta del ferrocarril, lleno de polvo y telarañas… Más mi cansancio es considerable y dormito profundamente. La mañana me acoge con ánimo risueño y unos tipos paran su furgoneta… Jajjjajja o lo que queda de ella. La predisposición es buena y agradezco su charla y su invitación a un festejo pues han pescado un grandioso pulpo… -Eh, venga chicos, vamos a celebrarlo, lo cocinaremos y comeremos, sí, junto con un buen vino y música de Jazz y Blues… Desde luego saben vivir estos pescadores… Me enamoré de Andrómeda, la chica del baile con su gatito en el regazo… Ella era una estrella de la constelación y me guiñó un ojo. Con su destello guió mi sueño y logré comprender en mi oscuridad que despertaría de los períodos de celda y castigo y eliminaría por siempre esos ciclos vegetados entre rejas y pasos precarios…agradecí su sinceridad y me fui antes de paladear sus caricias de telas hipnóticas… En Ibiza, es la noche del hombre lobo… Vigilaré que no me muerda y me convierta…conozco a unas chicas suecas, duermen en bancos de piedra, protegidas por un negro guardaespaldas gigante. En las aguas transparentes de Formentera hay gente que mira su futuro… En “La Mola”, el molino y el horizonte llano del campo me recuerdan a “More”, la película psicodélicoexperimental que grabaron allí los Pink Floyd, en los años setenta. En la ruta hago muchos camaradas… Algunos están ya cansados de vagar. -Demasiado tiempo fuera de casa, amigo… Regresamos con la experiencia del sabio y los bolsillos desnudos…

20

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

En el barrio de Plaka (Atenas) un tipo indio toca una canción de Neil Young… Diría que hasta se parece en el aspecto, con su sombrero de paja y la funda de la guitarra, llena de pegatinas, de ciudades del mundo… Aquella noche duermo, en la playa de Hammamet (Túnez) nos despiertan los rezos de la madrugada. Otros siguen hacia Mozambique, cruzarán el canal donde se recogen en las profundidades, tranquilos, ya cubierto el apetito, los tiburones. Quieren llegar a una aldea de Madagascar donde cuentan los nativos la leyenda de que llegó en un lejano día, un hombre blanco pidiendo agua, y nadie le dio. Sólo una anciana le calmó la sed. El hombre le dijo –vete de la aldea… En aquel momento cayó el agua del cielo y cubrió el poblado totalmente de agua y los aldeanos se convirtieron en cocodrilos… Hoy siguen celebrando ese día matando un animal, echando la sangre al río y dando de comer a los cocodrilos… Piensan que bien alimentados los aldeanos cocodrilos, ellos tendrán suerte en sus vidas.

Kim Bertran Canut, 53 años. Barcelona, España. Escritor- Fotógrafo literario.

F A C T U m - Revista Literaria

21


CREACIÓN

SIEMPRE TUYO, TU ETERNO ENAMORADO… En una casa, en una calle de mi ciudad hay un buzón muy peculiar, tiene escrita la leyenda “Sólo cartas de amor”. Esa imagen inspira a mis musas a estas horas de la tarde. Una tarde de verano que si no fuera por el bochorno típico de las fechas podría ser una tarde de otoño gris y triste. Llego a mi casa, abro mi buzón y solo hay cartas del banco, llenas de recibos y propaganda. Me siento en la terraza y dejo volar mi mente a los estantes del pasado. Se pasea por mis recuerdos y trae a mi memoria el olor a canela y clavo de las cartas que guardaba la abuela en una lata de galletas inglesas, de esas decoradas con rosas y la imagen de una señora de época… Tal vez de principio de los años treinta, cuando todavía la guerra no planeaba entre las casas, ocultando mentiras y verdades a medias y fingiendo mirar para otro lado. Esa caja guardaba los tesoros de la abuela, allí atadas con una cinta de raso se encontraban escritos en renglones pagados los años de un noviazgo casi eterno que comenzó en la plaza del pueblo un domingo cualquiera a finales de los años 20. Esos noviazgos de paseo por la plaza sin tocarse, casi sin mirarse bajo la atenta mirada de una madre vestida de riguroso luto. Así fueron pasando los años siempre de negro por algún pariente que en la mayoría de los casos ni conocía porque habían emigrado de la isla en la juventud. Cuando acabo el luto, se guardo la harina para hacer los rosquetes y se apalabraban con los vecinos los huevos para los merengues llego la guerra con su fealdad, miedos y hambre. Fue entonces cuando la caja, que se quería para guardar los dulces de la boda se convirtió en el almacén de los sentimientos que por pudor no se habían dicho. La primera carta llego desde Albacete, parecía que había pasado por mil manos. Llegó arrugada, manchada y llena de borrones, daba la impresión que gotas de lluvia o de lágrimas habían diluido la tinta. En ella poco más que un siempre tuyo, no te olvida, tu eterno enamorado. Así fueron llegando cartas, cada una con una caligrafía diferente, cada vez más llenas de sentimientos y de más tristeza que pasearon por la orografía sangrienta de un país que se resquebrajaba baja la atenta mirada de un dictador. El tiempo seguía su curso y los años caían fríos, llenos de penurias y miseria del calendario. Se impuso el luto perpetuo y las campanas de la iglesia siempre tocaban a muerto. Interminables listas de nombres, rara era la familia que no había perdido un familiar, poco importaba el bando, la muerte no entiende de vencedores ni vencidos, solo dejaba un rastro doloroso lleno de rencor y de miedo. Las cartas seguían llegando puntuales, “Nada relevante que contar, decirte que las noches son eternas y que te extraño, como extraño el mar que me vio nacer. Los días en estas…” un borrón callaba lo que no se podía decir.

22

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

Pasaron tres años y en la caja las cartas se iban archivando junto a una foto vestido de soldado que llegó con matasellos de Madrid. Un mechón de su cabello acompañaba las cartas en recuerdo a aquellas tardes de verano en las que parecía que no pasaba nada. Que mayor se sentía, cada vez que se miraba en el espejo. Aquella mujer no era ella. Sus ojos estaban vacíos, ya no le quedaban más lágrimas que llorar. Las cartas dejaron de llegar y sin pensarlo dos veces se vistió de negro. Visitó al párroco del pueblo y dio misas por todos sus muertos, entre ellos en secreto para “Siempre tuyo tu eterno enamorado”. Se colocó en el dedo la alianza que nunca fue consagrada, entregándose a una pena callada. Se abandonó a la tristeza y la soledad se instaló en la casa. De su familia no quedaba nadie. El hambre, la miseria y la pena se llevaron a su madre. A su hermano se lo llevaron una noche y nunca más se volvió a saber de él. Solo le quedaba de consuelo su lata de galletas… Una mañana de marzo que anunciaba la primavera llevo una carta para ella. Olía a canela, clavo y tabaco. En ella nada más que una foto de indiano, que en cuidada caligrafía en el reverso ponía “siempre tuyo, tu eterno enamorado”. Abrió las ventanas, plantó rosales en el jardín de la entrada y con la ayuda de una vecina cambió sus raciones de azúcar por unos retales de tela. Por las noches a la luz de un quinqué se hizo un vestido de color blanco que guardo en el baúl de cedro de la entrada, envuelto en papel de estraza y bolas de naftalina. Cada mes puntual con el correo que llegaba de América, una nueva carta llegaba a su casa. Así se fue llenando la lata de galletas, de besos no dados, de versos rimados al son de un punto cubano, de ilusiones renovadas. Mientras ella de luto riguroso por el pueblo paseaba con el misal y el rosario en la mano. Cabeza baja, hija, hermana, novia de un republicano. Tuvo de cómplice al romántico párroco del pueblo, un anciano que no entendía de ideologías solo de amor y de fe. Con su ayuda vestida de blanco se caso por poderes con aquel indiano de la foto que en las cartas firmaba “Siempre tuyo, tu eterno enamorado”. Y así vestida de blanco se adentro en el mar a bordo de aquel barco que le traía cada mes los besos de su enamorado. Solo llevaba de equipaje la abollada lata de galletas inglesas… Hoy en recuerdo de la abuela y a la lata de galletas que guardo en el baúl de cedro de la entrada pongo de moda las cartas de amor… Siempre tuya, tu eterna enamorada…

Mª del Carmen Toledo Pérez, 41 años. Técnico de Marketing en paro.

F A C T U m - Revista Literaria

23


CREACIÓN

Camino de concreto

Ojos abiertos, pies sangrantes. Me desnudo para entrar en mí. Mis ojos se pierden, tus brazos me encuentran. Enderezas mis pasos. Siembras sueños en mis pesadillas. Me das las fuerzas necesarias para gritar en mis tierras baldías. Pasos sobre el camino de concreto el viento se lleva el polvo en mis recuerdos.

Lynette Mabel Pérez, 39 años. Puerto Rico. Profesora.

24

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

25


CREACIÓN

poema 36 Ahora que ya no guardo prisas, ni azares de primera mano, ni cumbre a plazo fijo, ni coartada idiota, o amuleto feliz contra el olvido, ni besos desayuno, ni graffitis de amor sobre muros de trigo. Justo cuando se duerme mi desánimo la siesta del domingo y el carrusel de insomnios se abstiene de sortijas, ahora que mi rencor anda descalzo, que las nueces son mucho más que médicos y ruido. En este tiempo en que las bienvenidas tiemblan en los espejos y el pasado nos pica como un cuervo de exilio. Precisamente ahora en que ya no soy huésped debajo tu piel, ni miel bajo tu ropa, me afiebra el horror cotidiano, mientras aguardo turno en la antesala del miserable destino.

26

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

Recién en esta tarde de muelle sin pañuelos, silencio sin conjuros, plumas huérfanas, ojos sin deseo, acupuntura torpe contra el miedo, mayo sin poesía, soledad y trapecio. En esta hora que no transmite nada, este rato perdido, sin cuerda en el reloj, pantano de las emociones, arena y espejismo. Esta calle desolada, este latir sin sangre, esta hiel y este frío. Acabo de descubrir una paloma sin rumbo que me anida en la puerta, un caracol de lluvia, reproduciendo el eco de un dolor repetido.

Sergio Manganelli. Buenos Aires, Argentina.

F A C T U m - Revista Literaria

27


CREACIÓN

pasillos En este oscuro pasillo donde las almas antiguas caminan en libertad, donde los ciegos han hallado su luz, se sienten los pasos lentos de los prisioneros que fueron consumidos en el vientre de esta prisión, las paredes cuentan historias que la mayoría desconocía, las sombras gritan sus nombres, aquí estoy yo dejando huellas sobre este mundo al que no pertenezco, cada peldaño de estas viejas escaleras se retuerce bajo mis pasos, la madrugada está silenciosa ni siquiera se escuchan las voces de los que aquí habitan, de los prisioneros que quedaron atrapados en el tiempo, estos tristes barrotes que han sido testigos de vidas y de muertes se niegan a vivir un día más, aquí veo mi reflejo, en lucha con mi destino sin razones para aceptar este presente como algo final y firme, en mi celda escapo de mis cadenas, cada noche estos muros un día estarán de luto llorarán mi ausencia cuando ya de mí solo quede el recuerdo cuando de aquí haya partido.

Antonino Geovanni, 41 años. Puerto Rico. Escritor.

28

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

29


CREACIÓN

SOL DE INVIERNO I ¿Sigues bailando entre la lluvia? Seguramente sí aún se puede ver tu silueta meciéndose en la sinfonía que otorga el cielo cuando llora por ti por cada amanecer que te recibe con vehemencia por cada tarde relegada a la soledad por cada madrugada en que te llama sin realmente pronunciarte II Él sabe que no le pertenecerás que tus pasos son etéreos (mira desde la lejanía como te mimetizas con el asfalto como prefieres los tonos sol de invierno) y el carmín que te coloreaba se quiebra con la tristeza de tus lunas III Y mi amor no es suficiente se quebranta con tu llanto mientras bailas y cantas las más hermosas melodías de olvido IV ¿Sigues bailando entre la lluvia? Seguramente sí y este cielo no deja de velar tus pasos ni ese amor que un día dejo caer lentamente.

Alejandro Volta, 23 años. México. Ingeniero.

30

F A C T U m - Revista Literaria


«

CREACIÓN

F A C T U m - Revista Literaria

31


CREACIÓN

La eterna riña pasajera ¿Qué le podemos pedir a la vida? respuesta: Aguas negras para beber, y un sucio charco para nadar. Pero aún así se puede ser feliz la vida es hermosa está llena de cosas bellas sin duda alguna se puede ser feliz. El viento baila los cabellos del que en el río se limpia la pureza del agua es engañosa siete colores al que la lluvia baña. Huye, huye el tiempo de quien lo busca, cuando se nos escapa de las uñas la vida se damnifica irremediablemente el ser. Recoge del mar el alimento fresco no desperdicies el tiempo de la ventura sobrevive a su tormenta; la de él, el dios del infortunio.

Joalberths De Agrela, 19 años. Venezuela. Estudiante.

32

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

33


CREACIÓN

Minucias I Nido de pájaro sobre tu sombrío vórtices; níveo tul II Tu ávida lengua, la serpiente encrespada; goce mortal III Sobre mi espalda cargo infinitamente mi grey de fieras IV Llevas escrito en tu piel, con mi lengua, el verso inédito V Hazme el amor aunque luego sucumba con tu embeleso VI Soy una antítesis, conglomerado rígido de antónimos

Edwin Fi, 24 años. Aguada, Puerto Rico. Escritor, director y editor.

34

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

35


CREACIÓN

Mallorca

Son 40 Euros. Él saca el dinero de la billetera y me los pasa en un acto clásicamente incómodo. Yo sonrío hipócritamente mientras maldigo la vida, porque yo ya maldigo la vida por inercia. Felipe ha quedado en buscarme con su carro, perdón, su coche, para que esta gripe añejada no me termine de matar mientras camino bajo el aguacero; así que para apaciguar la espera el alemán me ofrece un café. En realidad no quiero café pero acepto. Él quizás tampoco quería ofrecerme, pero mejor estar bebiendo que estar hablando. Me mata la espalda. Pasé la aspiradora por las escaleras, cambié las sábanas, limpié los pisos, le planché las camisas y metí la ropa sucia a lavar aunque no pude colgarla luego en la terraza por la puta lluvia que no deja de castigar a la ciudad. Le cosí el botón a la camisa Benetton, acomodé los platos, boté la comida vencida. Y ahora nos tomamos un café como si yo no acabara de recoger sus pelos de la regadera. Nos sentamos en el jardín de inverno, cuyos ventanales permiten una vista entre gotitas hacia el cielo ahumado y espeso sobre el paseo marítimo de Portixol. Mallorca no debería portarse así en abril. Queremos lo prometido. Queremos sol, queremos —¿Qué edad tienes? Coño y Felipe que no llega. —Tengo 25. —Ah, yo también. Bebemos café. Un trueno pequeño. Otro más fuerte. —¿Te provoca un poco de pastel? Su castellano es correcto pero incoloro, con el acento estándar aprendido en la escuela de idiomas y quizás matizado un poco por la península. Vale, un trozo pequeño, gracias. Quiero estar sola en mi piso llorando y pensando en Venezuela, pero para qué culpo a la lluvia cuando en realidad no tengo piso propio para llorar sino una mitad de cama que Felipe me concede. Odio la lluvia, dice Pascal, el alemán, luego de masticar con parsimonia el primer bocado. Yo también, pensé sin decir, y la breve coincidencia de resentimientos cambió el tono de la escena, de pronto no me cae tan pesado, el alemán, tal vez tengo que reconocer la intención amable de la merienda. —En Alemania debe llover mucho -intervengo ahora yo. Nada con Felipe. —También odio Alemania. —Ah. -Comienzo a notar el gris en sus ojos grises que no me miran, me parece que está triste, teniendo un piso de diseño en uno de los barrios más exclusivos de la isla, vistas al mar, calefacción por suelo, ventanas doble cristal, islote de cocina, vitrocerámica, el paquete

36

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

completo; el tío está triste. Entonces noto algo. La forma en que está mirando la playa a través del vidrio empañado, concentrado pero desenfocado, con una intensidad errabunda. Así debo verme yo cuando camino hasta su piso todos los jueves, a lo largo de la costa desde La Catedral hasta Portixol. Siempre estoy mirando hacia el lejos de las olas mientras me tropiezan los deportistas, niños con perros, novios en patines. Así es como se reconoce al inmigrante, porque fija su atención en un punto impreciso por encima del océano, esperando inútil pero instintivamente que la vista le alcance hasta allá, donde la vida continuó sin él. Yo también odio Venezuela, quise decir, pero luego concluí que estaba sobreentendido. Excepto que no. Ninguno de los dos odia más que la pesadez que nos acompaña y que no hemos logrado sacudir con el largo verano balear. —Seguramente está de marcha. Felipe. Seguramente ya está con sus amigos en algún bar y ha olvidado que tiene que buscarme. Eso lo dije en voz alta. El alemán sonríe con un “aaajjj so” condescendiente y disimula la incomodidad con un sorbo del café que ya está frío. Luego me pregunta si quiero que él me lleve a mi piso, en vista de la lluvia y eso, yo le digo que mejor me voy caminando que no pasa nada, observo por la ventana el Mediterráneo alborotado y los yates pijos resistiendo la ventisca, suspiro por Mallorca, la isla del exceso discreto, él insiste, yo le digo bueno, vale. Mientras recojo las cosas para irme se me cae El silencioso vuelo de los peces, de Pedro Enroque Rodríguez. Él me lo pasa y me interroga. Me lo trajo mi madre cuando me visitó en Navidad. A ella se lo regalaron en un evento de un banco. Es uno de los mejores libros venezolanos que he leído, le digo. —¿Lees mucho? —Ya no. Pero en un pasado aún cercano estudié literatura y pretendía vivir a través de relatos ajenos. Nos metemos en su Audi y él pone la emisora alemana mientras yo recuerdo inevitablemente que tengo un posgrado en la Universidad del Zulia y que terminé lavando baños en España, me pregunto qué estarán haciendo los que se graduaron conmigo, si habrán podido seguir con sus vidas de intelectuales de bus, pienso qué pensarán ellos de mí, si creerán que logré triunfar en Europa. Y la ciudad mojada roza el coche. O el carro. Palma, la ciudad del clasismo gentil. —Yo también estudié literatura, -anuncia Pascal.- Pero la abandoné y me dediqué a cocinar. Mucha lluvia en los libros también, -dice y me mira para comprobar que lo dijo

F A C T U m - Revista Literaria

37


CREACIÓN

correctamente y que yo capté el sentido en que lo dijo. Yo capté el sentido, sí. Justamente pasamos por el restaurante donde Pascal es chef, ahora cerrado por el mal tiempo. Él suspira y comenta que lloverá hasta el domingo. Hay muy poca gente en la avenida, las aceras están normalmente repletas de deportistas y turistas, la tormenta ha ido cediendo mientras la noche cae con ceremonia, pero los mallorquines esperan en sus madrigueras hasta que las luces nocturnas de la Catedral y el Puerto les anuncie la llegada de la caña y las tapas. Subimos por las Avenidas hasta Plaza España y cruzamos a la derecha en el Parque de las Estaciones. Le indico dónde está mi edificio y él detiene el coche. Veo que las luces del salón están apagadas, siento un alivio inmediato al comprobar que Felipe no está en casa. —¿Eras feliz en Venezuela?- Me pregunta en lugar de despedirse. —A veces. —¿Eres feliz en Mallorca? La verdad no tengo ganas de subir a llorar y a esperar a que Felipe llegue borracho oliendo a desodorante femenino de Mercadona. Le pregunto a Pascal si quiere un trago, le encantaría, nos vamos de nuevo hacia el centro buscando un bar íntimo y decente. Aparto la mirada hacia el parque, con el alumbrado ya encendido por la noche inminente. Algunos chicos de un hostal cercano están fumando en la acera bajo la llovizna. Las luces de los autobuses que paran en la estación intermodal se reflejan en las gotas del cristal delantero. La isla ya está renaciendo, puedo sentirlo, con humor post-tormenta y un despertar que fluye, progresivamente, hacia la exaltación cotidiana. La ciudad del esplendor sigiloso.

Evaly Contreras, 24 años. Maracaibo, Venezuela. Periodista y traductora.

38

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

39


CREACIÓN

Desperté Desperté con ganas de escucharte, estoy cansado de escribir versos al aire y de caminar sin encontrarte entre calles de las que recibo desaire. Desperté con ganas de abrazarte, estoy harto de hablar sin sentido y de beber para olvidarte vasos de sangre con el corazón herido. Desperté con ganas de hablarte, estoy exhausto de sollozar sin motivo y de comer para amarte platos de mugre con el estómago altivo. Desperté con ganas de escucharte, estoy cansado de escribir con desaire y de fingir que puedo acariciarte entre aromas que se pierden en el aire.

Dante Vázquez, 33 años. D.F. México. Poeta.

40

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

socio laboral”, dada la preexistencia de mano de obra barata, en beneficio de grandes multinacionales, por ejemplo, textiles (lo podemos ver en países como India o Bangladesh); cuando no conduce, directamente, al endeudamiento de una nación (pobre) con respecto a otra (más rica) en forma de “explotación financiera”, mediante préstamos económicos, que se transforman en deuda, exigida posteriormente con intereses elevados (de ahí viene, a mi entender, la diferenciación, en la terminología histórica, entre “primer” -los que prestan- y “tercer Mundo” -los que “reciben”, por todos lados-). Las citadas formas de actuación económica (capitalista-neoliberal-neoimperialista) llevan a conclusiones malthusianas. Por tanto, se hace necesario el cálculo del “valor óptimo” (que no es el máximo) de producción con respecto a los demás factores poblacionales y ambientales de los países (y sus territorios), que nos permita acercarnos al necesario equilibrio. Para ello, es necesaria una transformación de las estructuras económicas sobre las que se basa el modo de vida hegemónico: El occidental, de carácter explotador y capitalista. Así como un cambio de mentalidad hacia el mundo natural, en la que el ser humano se vea integrado dentro de la propia estructura de la vida en la Tierra, de forma que, respetando a la naturaleza, comprendamos que nos respetamos a nosotros/as mismos/as: Se impone, por tanto, un reequilibrio entre el ser humano y su medio natural.

F A C T U m - Revista Literaria

41


CREACIÓN

Y llegará el invierno Siempre... Existe el miedo a ese oscuro invierno, días cortos y fríos donde la soledad se escarcha en tu pecho. Y no hay nadie que te arrope por las noches ni encienda un brasero para que, al llegar a casa, puedas arroparte en el calor de un sofá, junto a un buen chocolate caliente que deshaga tu interior y su sonrisa en los labios viéndote disfrutar. No existe el Sol y su ligero calor es artificial, tanto, que notas que no te abraza, sino que araña... Y llegará el invierno y estaré sentado ahí, sobre un frío escalón, esperando algo que nunca llega, que está lejos y que no encuentro, mirando el cielo mientras pienso que el tiempo no se para, pero ahora pasa lento y no tengo a nadie que acaricie mis mejillas haciéndolas enrojecer ni me coja en brazos y me acueste en una cama tras dormirme en el sofá. Gestos, caricias y miradas... burda intimidad. Abrazos, besos y sonrisas... amada serenidad. Y llegará el invierno y nuestras frías alas blancas en hielo se convertirán... Y esperemos que no se rompan cuando echemos a volar.

Gemma Cardera, 22 años. España. Barman y estudiante.

42

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

43


CREACIÓN

Apunto de morir

Me asiento en la cabecera del hombre a punto de morir. Él no lo sabe. Él solo observa. Esta piel vencida y quebradiza. Ya parece más una canela. Himen friccionado. Los ojos del pozo embebido. De amarillento ensueño de madrugada. Acuesto a este hombre que se irá. Le entibio los té. Lo baño como a un jarrón, Como a un plato redondo y tieso. Que coma las semillas. Que le nazca en las entrañas el árbol. Tiña su sangre en clorofila. Y una vez allí Veré. Me sentare bajo su sombra a descansar.

Gerardo Artaza, 25 años. San Miguel de Tucumán, Argentina. Estudiante.

44

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

45


CREACIÓN

FANTASÍAS Imaginarte aquí, conmigo. Sentir nuevamente tus labios, el sabor de tu piel y el aroma de tu alma. Escuchar entre ruidos extraños nuestra verdad tan soñada. Ver como paso a paso invades mis secretos… No soy una santa, tampoco una perdida. Pero contigo no hay otra salida. Buscar opciones, el Plan A o el Plan B. Llegar a ese momento, cumbre de placer inexplorado. Contigo se me antoja profanar hasta mi lugar más sagrado. Empezar nuevamente. Sin dejar de sonreír, me recuerda el momento justo en que te conocí. Te me antojas, ya lo sabes. No es que sea mala, es cuestión de ser práctico. No haría nada que tú no me quisieras hacer. Quiero colaborar en una obra infinita. Sométeme, déjame sin salida. No quiero que esto luego vaya a terminar. Es que en tan solo unos segundos pude conocer la eternidad. Es curioso, te imagino siendo presa de mis debilidades. Debe ser un alago ser fantasía de una virgen. No por considerarte el indicado, eso no existe. Sino porque en ti veo algo, algo que ni con lentes podría encontrar en los demás.

Kendra Y. Estrada, 21 años. Tuxtla G. Chiapas, México. Estudiante de Educación Telesecundaria.

46

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

LAS PENAS Y LA VOLUNTAD DE PODER El autor de “Más allá del bien y del mal” nació en Röcken (Sajonia) el 15 de Octubre de 1844. Su padre era pastor protestante, lo mismo que sus abuelos, de forma que podemos decir que el pequeño Friedrich nació en el perfecto paraíso de la fe. La vida estaba en orden, en el apacible camino de la bienaventuranza. Friedrich tenía cuatro años cuando su padre se precipitó por las escaleras y se abrió la cabeza contra el suelo. Si tenemos en cuenta la estrecha relación entre ambos, se comprenderá bien el devastador efecto psicológico sobre el pequeño. Sólo un año más tarde, enfermaba de muerte Joseph, el hermano pequeño. De niño, Friedrich jugaba poco y mal. En la escuela episcopal de Naumburg, se mantuvo distanciado de sus compañeros. Todos los testimonios concuerdan en que se trataba de un niño excepcional, más bien raro, absolutamente serio y piadoso. Ya en la adolescencia se le vio escribir páginas y más páginas… Cursó sus estudios secundarios en régimen de severo internado, en la célebre escuela de Pforta. Allí continuó siendo un solitario, un joven extrañamente distante. Tenía 17 años cuando le sobrevino la tremenda crisis religiosa que lo apartó definitivamente de la fe. El ordenado y perfecto paraíso de en que fue criado se desvaneció, dejándole en cueros vivos y a la intemperie. Las causas: La muerte de un profesor querido que avivara las desgracias familiares, el descubrimiento de Hölderin, los aires materialistas del siglo, que se habían infiltrado clandestinamente en Pforta… el hecho es que, en ese momento, aparecieron los dolores de cabeza. Hay pruebas de que el joven Nietzsche comprendía, claramente, que con la fe perdía casi todo; al perder la fe, quedaba obligado a entender el Mundo por su propia cuenta a través de la razón, consumando así en sí mismo la muerte de Dios. En su casa se produjo un drama el día en que anunció su decisión de estudiar filología clásica en lugar de teología. En Bonn, intentó salir de su aislamiento, pero la expansión fue brevísima: Su temperamento serio, perdida la fe pero íntegro el deseo de elevación por ella clavado en su espíritu, le apartó bruscamente. Acabó encerrado en su habitación. Comparados con los habitantes del mundo helénico que Nietzsche tanto admiraba, los habitantes de Bonn parecían muy poca cosa. Nietzsche se sentía desconsolado. Escribía a su hermana: “¿Buscamos tranquilidad, paz y dicha? No; buscamos solo la verdad, aunque sea horrible y repulsiva”. Apadrinado por el viejo Ritschl, Nietzsche conquistaba el doctorado y, seguidamente, la cátedra de la Universidad de Basilea. Esto se produjo en 1869, el mismo año en que se hizo amigo personal de Richard Wagner, el famoso compositor de música.

48

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

Nietzsche empezó a tener dificultades para cumplir sus obligaciones universitarias. La salud fallaba: Dolores de cabeza y de ojos, trastornos estomacales y vómitos... Para colmo, Wagner dejaba Triebschen para fundar en Bayreuth un teatro a medida de sus ambiciones. Nietzsche asistió, emocionado, a la inauguración, en 1872, en vísperas de iniciar un proceso de reconcentración en sí mismo, que en último término le alejaría definitivamente del músico y prácticamente de todos. Mientras sus mejores amigos se ponían de acuerdo con la realidad y trazaban sus respectivos planes matrimoniales, Nietzsche se encerraba en su habitación de Basilea con las persianas bajadas, dependiendo de su hermana para las tareas domésticas. Enfermo, a duras penas siguió escribiendo. En 1879, con “Humano, demasiado humano” sin terminar, Nietzsche se derrumbó. Vomitando constantemente, dominado por el dolor de cabeza, fue arrojado a la cama y se sintió morir. Pero, en aquel lamentable estado, vivir no era ya cuestión de razones o verdades, ni de metas superiores… la vida estaba ahí, terca e irrazonable, en cada latido del corazón. Se encontraba tirado en la cama, precisamente ahí donde resistir era actuar. Fue entonces cuando, casi entregada la vida, la recuperó como objeto de amor, extrayendo de tan dramática experiencia una colosal fuerza afirmativa, de orden místico, que nutriría sus escritos posteriores. Superado el pesimismo, triunfó el impulso de amar la vida, de soportarla y de engrandecerla. Le quedaban diez años de vida lúcida para aprovechar la experiencia, diez sufridos años en las altas montañas, en lúcidos alojamientos, alternando grandes momentos creadores con indecibles angustias espirituales y físicas: En Enero de 1889, Nietzsche se derrumbaba definitivamente en una calle de Turín. Murió en 1900, en la puerta del siglo cuyas catástrofes había presentido, y tras escribir obras maestras, como por ejemplo “Así habló Zaratustra”, que le darían fama universal.

Eloy A. Gómez, 37 años. Granada, España. Licenciado en Historia.

F A C T U m - Revista Literaria

49


CREACIÓN

Refugio Amanece... Aprisiono tu almohada aspiro el aroma que en ella dejas impregnada me enternece, suspiro. Entre sábanas busco la calidez de tu cuerpo donde pocas horas antes, abrazada a tí me hacías sentir mujer deseada, amada. Recorro esta alcoba llena de luz refugio de nuestro amor, palabras tiernas, fantasías donde todo no es sexo de cuerpo tambien nos ha visto arropados, con el sexo del alma en beso profundo, un hasta mañana. despertar... Con profundos deseos de amar. Te marchas de soplos me envias un beso olvidas algo amor el café está servido en mis labios así, cuando cierres la puerta tú tampoco puedas olvidarme.

Chelo Avila. San Juan Puerto Rico. Escritora.

50

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

51


CREACIÓN

Familia de colección Domingo de duelo, acabamos de enterrar al tío Hernán. Volvimos todos a casa para almorzar, a mamá le preocupa que Joaquín y yo comamos algo. Es la sexta muerte en la familia en lo que va del año. El primero fue el abuelo Alberto; una noche de septiembre mientras compartíamos la mesa después de cenar, se puso de pie con dificultad tras sentir un profundo dolor en el pecho, antes de que alguno pudiera reaccionar, cayó con rigidez sobre el piso de mosaicos verdes. Esa fue mi primera muerte, acababa de cumplir diez años; un dolor extraño, tosco, imposible, me conmovió por dentro. Desde aquel día fue como si la parca hubiese usurpado la casa, viajaba en el auto con nosotros, eligiendo la próxima víctima. Extrañas enfermedades empujaban suavemente la puerta de nuestros cuartos, caíamos enfermos, no todos lográbamos levantarnos. Al morir el abuelo, papá no quiso que su mamá se quedara sola, decía que sería demasiado dura la viudez a los noventa. La abuela Inés se negó desde un principio, pero ante la insistencia de todos no le quedó más que ceder, una semana más tarde se mudó con nosotros. Su nuevo dormitorio se hallaba en el fondo de la casa, era una habitación pequeña, con algo de humedad y sin ventanas, pero ella lo prefería a la alternativa de dormir en mi cuarto, tal como mamá lo había previsto; la abuela quería tiempo a solas para decir sus oraciones, por los vivos y los muertos. Entre su habitación y la mía dormía Manuel, mi único hermano, el menor. El dormitorio de mis padres estaba al frente de la casa, delante de la cocina; el patio de luz alcanzaba todos los espacios, era suficientemente amplio para pasar las tardes allí jugando sin molestar a los mayores. La abuela Inés era muy autoritaria, no aceptaba que le llevaran la contra; al principio creí que la vida con ella iba a ser difícil, pero su presencia se hizo imperceptible, salía de su cuarto sólo para almorzar, y alguna que otra tarde se sentaba en el patio, en silencio, con la cara al sol. Habitaba entre nosotros pero su mente vivía en otra parte, ya casi no hablaba desde la muerte del abuelo. En los meses venideros enfermé de hepatitis; mientras estaba en cama, la tía Rosario, esposa de Hernán, debió que ser internada de urgencia tras contraer una grave infección en los riñones, los médicos no tuvieron tiempo de intentar nada, después de agonizar durante dos días su cuerpo se guardó al eterno silencio; fue la segunda en morir. Mis primos Joaquín y Fernanda prácticamente se mudaron a casa; Hernán no podía con ellos, con el trabajo y con la reluciente soledad. Mamá nos cuidaba a todos mientras el tío y papá pasaban el día en la oficina. Dos meses después finalmente mejoré, sentía que me había escapado de una muerte segura, que era invencible. A los pocos días Manuel despertó con el cuerpo hinchado, parecía que había subido de peso mientras dormía, la inflamación crecía dentro y fuera; según dijo

52

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

«

el médico sus pulmones colapsaron, ya no podía respirar, murió ahogado cuando la tarde iba llegando. Era extraño, mi hermano menor, solía pensar que él nos iba a terminar despidiendo a todos a medida que la vejez nos fuera atacando. Una semana después de cubrir con tierra negra el pequeño cajón blanco, Fernanda también enfermó. Tuvieron que internarla en terapia intensiva, no quisieron contarnos a Joaquín y a mí que le pasaba, tampoco nos dejaron ir al hospital a visitarla. La abuela Inés nos cuidaba mientras papá, el tío Hernán y mamá pasaban el tiempo entre la clínica y el trabajo; venían a vernos de a ratos, para asegurarse de que nada nos sucediera. El tiempo en la casa se estiraba como un chicle, estábamos tan solos, veíamos muy poco a la abuela, pasaba casi todo el día encerrada en su cuarto; Joaquín y yo nos quedábamos sentados leyendo algún libro, no teníamos ningún deseo de jugar, la casa olía a muerte. El veinticinco de junio la abuela nos despertó a las ocho para darnos un desayuno rápido, otra vez estábamos solos los tres; se sentía débil, cansada, su rostro estaba cubierto de un manto gris. Nos pidió que fuéramos buenos y la dejáramos descansar. No la vimos en todo el día, esa noche llegaron mamá, papá y el tío, volvían de la clínica; no necesitamos palabras, sus ojos decían suficiente, otro velorio blanco al que asistir. Sólo la abuela se quedó en casa, había enfermado, por su edad y como las cosas se sucedían todos estábamos seguros de que era la próxima en la lista. Para nuestro asombro, en el transcurso de una semana su salud mejoró, pronto empezamos a creer que tal vez habíamos detenido los relojes de la muerte por un tiempo. El ánimo de a poco fue cambiando, comenzamos a tener una falsa sensación de seguridad de la vida, hasta que el tres de agosto el teléfono sonó a las cuatro de la tarde. Yo estaba en el patio sentada en el suelo jugando, vi las piernas blancas de mamá temblar, el tubo del teléfono golpeó contra el suelo a su lado; papá había sufrido un accidente con el auto perdiendo el control, incrustándose contra un árbol, murió antes de que la ambulancia llegara. Todos nos entregamos, ya no sabíamos por que pelear, era inevitable. El tío Hernán murió pocas semanas después, él no enfermó, lo mató tanta tristeza. Allí estábamos la abuela, mamá, Joaquín y yo, comiendo en silencio; éramos los únicos que esperábamos, sabíamos que ella nos acechaba bajo la almohada, al cruzar la calle, en el patio bajo los rayos del sol; estaba allí, detrás nuestro jugando, eligiéndonos. El domingo se desprendió del almanaque, de la misma forma comenzaron a pasar las semanas, siendo cada día tan sólo eso: un papel con un número, una espera amarga en la garganta. La abuela nos cuidaba ausente, mamá había conseguido un trabajo a medio tiempo para mantener la casa, Joaquín y yo íbamos a la escuela sin aprender nada, no nos quedaba tiempo para aplicar algún conocimiento.

F A C T U m - Revista Literaria

53


CREACIÓN

Había pasado un mes desde la muerte del tío Hernán. Volviendo desde la escuela hacia casa Joaquín comenzó a sentirse mal, un dolor punzante en el hígado lo agobiaba. Caminamos lento, doblaba el cuerpo a causa de los espasmos, tuvimos que detenernos en el kiosco de la esquina donde Catalina, la dueña, llamó a la ambulancia. Crucé corriendo la calle para avisarle a mamá, tomó apurada la cartera y salió mientras me pedía que me quedara con la abuela Inés y le avisara lo que había sucedido. Esperé en la puerta hasta que los vi subir a la ambulancia, la sirena ahogaba los sonidos. Cerré el portón del frente y entré buscando a la abuela, tal como suponía estaba en su cuarto, con la puerta cerrada. Golpeé dos veces, no respondió, bajé el picaporte suavemente y entorné la puerta; allí estaba, sentada frente a la mesa de madera, vestida de negro con un pañuelo rojo cubriéndole la cabeza. Dos grandes velas negras encendidas a cada lado alumbraban su rostro y sus manos que se movían lento sobre la mesa. Oraba en un idioma extraño, no podía comprender lo que decía. La bisagra crujió al apoyarme sobre la puerta, ella me miró con ojos profundos como dos pozos negros, no eran suyos. Cuando giró vi en el estante, frente a ella, seis muñecos de tela, todos me recordaban a alguien. Había dos muñecos más sobre la mesa: un niño de cabello castaño enrulado, como Joaquín, con algunos alfileres rojos clavados en el costado derecho bajo el pequeño brazo; la abuela sostenía entre sus manos una muñeca de pelo lacio y oscuro con vestido floreado que lucía como mamá, la sujetaba con fuerza mientras le clavaba dos alfileres azules en la cabeza, penetrando las sienes. La muñeca que quedaba sobre la mesa tenía dos trenzas a los lados, vestía unos jeans y una remera roja, mi color favorito, ningún alfiler le cruzaba la delicada piel de tela. ─Pensaba divertirme con vos -dijo la abuela- sos resistente, pero ya vez, ahora no puedo dejarte salir -mientras clavaba un puñado de alfileres verdes sobre mi corazón.

Victoria Montes, 30 años. Argentina. Escritora.

54

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria

55


CREACIÓN

OBSEQUIO

Cuestiono el camastro oxidado desde el fondo del pabellón. Horizontes y auroras incapaces de someter el decaimiento. A pesar de lo mundano, franqueo invertido convenio. Sostenido por láminas verdosas, mi vicio, mi amenaza. Envuelve terapia, mi viaje donde arde la pipa rastro de vidas anteriores. Tiro calma, cola de humo que impone callar. Sembrando adictos, al cielo humillo.

Adriana Cisneros Garza, 37 años. Nuevo León, México. Estudiante.

56

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIĂ“N

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN


CREACIÓN


CREACIÓN

Primera vez La calle era lo de menos. Lo que en verdad daba miedo era traspasar las puertas de aquel hotelucho. Casi se venía abajo y desde la entrada se percibía un olor a viejo saliendo de las habitaciones. A viejo y a sudor rancio, a galope de putas en colchones más viejos que su oficio pero entonces no reparamos en todas esas cosas. Teníamos 15 años y el deseo hirviendo en nuestra sangre. Desde que aceptaste ir conmigo al hotel no pude dormir. Primero debía juntar el dinero para pagar el cuarto y luego ver con que le iba a salir a mi madre para que no estuviera jodiendo si llegaba tarde. Finalmente decidimos escaparnos del colegio, al fin los maestros eran unos vale madre. Si estabas en la clase, bien, y si no, mejor. Anduvimos rondando el hotel varios días después de la escuela. No podíamos entrar porque el dinero no nos alcanzaba pero de todos modos íbamos para perder el miedo y acabar de planear nuestra escapada. El hotel estaba lejos de nuestro barrio. Era conveniente porque así nadie nos reconocería. Para juntar el dinero necesario, en lugar de pagar los camiones nos íbamos a pie a la escuela y ni almorzábamos con tal de ahorrar los 200 pesos del cuarto. Cuando por fin reunimos el dinero suficiente (bien recuerdo que entre los dos porque a mí no me alcanzaba ni con los domingos y ya nos urgía) abandonamos la escuela a media mañana. Escalamos el enorme flamboyán detrás de los baños y saltamos al terreno baldío de al lado. Nadie se dio cuenta. Nos fuimos de prisa a tomar el primer autobús que pasara. Pensamos que a esa hora de la mañana nadie nos tomaría en cuenta, éramos dos estudiantes camino a su colegio. Íbamos en el autobús fingiendo leer, ¡como si tuviésemos tantas ganas de estudiar! Por fin llegamos a la colonia. Bajamos del camión y, tomados de la mano, nos acercamos al hotel. Desde afuera se veía más que antiguo, casi en ruinas. Las ventanas tenían cortinas pasadas de moda y en la fachada podía uno ver que en muchos años no se había pintado. Había un letrero en la puerta, debió tener letras doradas en sus mejores tiempos pero ahora, entre negruzco y verdoso,decía: No se permite la entrada a menores. ¡Caramba! Con eso no contábamos. No es por nada pero los dos teníamos cara de niños. Vencimos el temor y nos acercamos al portero. ¿Qué? ¿A poco si queremos entrar no nos deja? le dije fingiendo una seguridad que no tenía. Me temblaban las corvas de miedo. Él nos miró de arriba a abajo. ¿A poco vienen a coger experiencia chamacos? Y soltando la carcajada abrió la puerta mientras decía: pasen, pasen, aquí no se limita a nadie mientras traiga dinero porque ¿si traen dinero verdad? Le enseñamos los billetes arrugados que habíamos estado juntando. Un mostrador de madera tallada le confería algo de dignidad al pequeño recibidor que hacía las veces de administración. No había más mobiliario que una silla de imitación cuero con el tapiz desgarrado y una pequeña campana sobre el mostrador. En el techo, un abanico de aspas de madera daba vueltas perezosamente. Un hombre mal encarado, con el cigarro a punto de quemarle la boca, nos preguntó cuántos años teníamos. Casi a coro respondimos que dieciocho. Sí, ¡cómo no! dijo y, de mala gana, sacó una tarjeta del anaquel donde había un montón de papeles. Mirándonos con sorna ordenó que nos registrásemos. No me gustó como te observaba cuando ponías con letra menuda un nombre que no era el tuyo. Es por aquello de las dudas, dijo. ¿Qué tal si viene la policía y me dice que son menores de edad? Así yo le enseño que ustedes dijeron que eran mayores.

60

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

Mientras escribías pude ver cómo llegaban varias mujeres, todas olían a perfume barato y sonreían con las bocas inmensamente rojas. Algunas se colgaban de brazo de su compañero joven o viejo y, riendo después de mirarnos, subían por unas escaleras desvencijadas hacia las habitaciones del piso superior. ¡Suerte, matador! dijo una y me guiñó el ojo. Me sonrojé y terminé de llenar la papeleta del registro. Por fin, después de tomar nuestro dinero y contarlo, el hombre de la administración nos dio una llave y nos indicó: es aquel de la esquina. Caminamos por el corredor. Un patio central con algunas plantas pretendía dar frescura al lugar. Una fuente que había visto mejores años arrojaba al aire pequeños chorros de agua desde la boca de algunos peces de piedra colocados alrededor. Entre el agua enlamada que apenas llenaba un palmo de la fuente se podían distinguir algunas tortugas. Olía a chuquía. Caminamos de prisa, más por miedo y vergüenza que por la urgencia que teníamos. Abrí la puerta y entramos a una habitación casi a oscuras, no había ni una ventana, solo unas rejillas en la parte baja de la puerta. Hice un recuento visual: desde la entrada de la habitación se podía ver quién estaba en el baño pues carecía de puerta. Una cama y un buró eran todo el mobiliario. En la pared, un cuadro de dos mujeres desnudas hacía las veces de cabecera. La cama rechinó cuando me senté en la orilla. El recuento terminó. Nos miramos con timidez cuando cerré la puerta. ¿Y ahora? Parecían decir nuestros ojos. Te despojaste de la mochila y yo me quité la chamarra, tenía frío pero quizá eran los nervios. Quiero ir al baño me dijiste y luego, con timidez agregaste: no me vayas a ver, así que me volví de espaldas y comencé a quitarme los zapatos mientras tú orinabas modosamente. Ahora puede darnos risa aquello pero en ese momento los dos éramos como niños jugando algo prohibido. Se me hizo interminable el tiempo que tardaste en salir del baño. Oí como corría el agua del lavabo una vez y otra y otra. Por fin te acercaste. Nos abrazamos como buscando consuelo uno en brazos del otro. Nos besamos lentamente, con miedo al principio y luego envueltos ya en las llamas del deseo. Mis manos fueron buscando los botones de tu blusa y los tuyos bajaron hasta mi cinturón. Podía sentir como tus dedos luchaban por destrabar el botón de mis jeans mientras yo terminaba de sacarte la falda del uniforme. Nos quedamos en ropa interior. Tus diminutos pantaloncillos de encaje y tu sostén rosado me estorbaban. Yo quería saborear toda tu piel. Por fin quedamos completamente desnudos, tendidos en aquella cama entre sábanas viejas, más grises que blancas… ¿o eran azules? Torpemente nos acariciamos. Descubrimos las partes más sensibles de uno y otro. Ya éramos un solo fuego cuando abriste camino a mi erección. Tenía 15 años pero supe al momento que me brindaste tu virginidad al tiempo que yo perdía la mía contigo. La penumbra de la habitación escondió tus lágrimas y mi desconcierto. Te arrullé como si fueses una niña, mis brazos sostuvieron los espasmos de tu cuerpo en tu primer orgasmo. Me contuve aunque quería gritar. Junte mi boca con la tuya en el último instante y bebí tu aliento. Mi cuerpo se tensó. Una chispa recorrió la espina dorsal estalló en la punta de mi pene. El cuarto se llenó de luz. Las sombras explotaron en fragmentos y caímos en un violento remolino. Rodamos por la cama en un abrazo interminable. Afuera, la tarde ajena a nuestro encuentro. En la habitación: nosotros descubriendo el amor.

María Elena Espinosa M.

F A C T U m - Revista Literaria

61


CREACIÓN

ESQUELA DE AGONÍA Oaxaca de Juárez Oax, a 29 de agosto de 2014.

Este día no celebraremos juntos tres años de nuestro reencuentro, pero quiero que sepas lo mucho que te amo. El haberte dejado ir de mi vida no significa el olvido, no significa que no lloro por tu recuerdo, que no sufro por tu voz. Te amo y mi sentimiento por ti no cambia, es perfecto en esta tierra de nadie, en este cuerpo vacío que, te busca en tormentas de arena, que te ama con la magnitud de los ventarrones más agresivos de la tierra, que te ama con la fuerza que le da su voz para gritarlo, que te ama, con la fuerza que le da el silencio para seguir callando tu nombre. He perdido toda esperanza, el fuego se apagó, todo en mi mundo decayó, pero aun así, quiero celebrar sola; hace tres años, con la fecha de esta carta, reiniciamos en el libro de nuestra vida, el regreso de nuestro amor. Te extraño con los pies fríos, con las manos resecas, quisiera que volvieras, esa es mi mayor ilusión. Entre tantos matices pierdo por momentos tu color natural, pero no he podido olvidar tu voz. Desvarío porque ya no podré verte, las imágenes de ti se han borrado, me siento enferma por momentos, trato de mirarte en otras gentes, pero simplemente llega el desenlace, vuelvo a la realidad y me doy cuenta, que te extraño tanto que no puedo si quiera delirar pensando que otro puede ocupar aunque sea por una noche tu lugar. Quiero que regreses a mi lado, que sepas que estoy agonizando y la muerte de mi sentimiento por ti no llega. No te pido que regreses por lástima, te ruego que regreses por amor. Disculpa si recibes esta carta en un momento inoportuno, perdona la intromisión en tu vida otra vez. Espero comprendas que estoy agonizando, digo disparates, cosas sin sentido, quizá hasta la fecha de la carta es errónea, quizá la persona a la que va dirigida no eres tú. Hay una loca en esta Ciudad, que por haberse enamorado perdidamente de una simple voz, agoniza cada día tratando de volver a escucharla. Hay una loca que ama con desenfreno y guarda su amor sólo para una persona. Esa loca soy yo, la persona para la que guardaré por siempre este gran amor eres tú. P.D. My Pecan, siempre serás… Indudablemente tú.

Zafiro Merlión. Oaxaca de Juárez México. Escritora.

62

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN

pensé que te afectara tanto a tal grado de hacer aquello. Es que por tu mente nunca pensaste siquiera lo triste que me quedaría ,acaso no sabes que eras lo único que tenía: ¡no te habías enterado ¡.No se tu pero yo no sé cómo comenzar de nuevo, ahora que te has ido, en el momento más feliz de nuestras vidas cuando ya teníamos todo para nuestra próxima boda, sí esa que habíamos planeado todos estos años que vivimos juntos siempre juntos ; tú en la más infernal soledad y yo acompañándote. Me resulta extraño que ya no estés acá conmigo acompañándome a elegir la foto indicada para aquellos catálogos que se me ocurrían “entre tanto roñoso cliente”, si había algo que me gustaba de ti era tu forma de ser a la hora de elegir aquel archivo que enviaríamos. De parte de “Batman y robin, la pareja de moda”. Así éramos nosotros una dupla perfecta, un dúo sin igual, la pareja que pronto podría caminar por las calles como todo unos tortolitos, llenos de ternura con nuestro sueño hecho realidad. Nadie se atrevería siquiera a mirarnos mal ya éramos parte del “ gremio” si de ese de los recién casados con la luna de miel a cuestas – donde se te ocurriera- te acompañaría hasta el fin del mundo si fuera necesario; y es “que amores que matan nunca mueren “ te acuerdas de aquella canción del maestro Sabina, el que solías escuchar cuando se te ocurría dedicarme un verso y te inspirabas para aquello; y luego siempre terminábamos en la cama enlazados como dos borreguitos degollados por el amor ,la ternura y todo eso tierno que sentía por ti que no sé como describirlo. De repente no era un buen cocinero-ya me lo habías dicho-pero hacia lo suficiente por agradarte en esas cenas interminables que teníamos en casa ; y que eran más divertidas que ir a uno de esos restaurantes cuatro tenedores donde te servían tan poquito como si tuvieras el estómago de un pajarito – que tacaños no- ni hablar. Me resulta imposible no decirte que ahora descansaras junto a mama -como lo hacías en mi regazo -en esas noches en las que los dos acompañados de la veladora de la habitación compartíamos opiniones sobre aquellos proyectos encargados. Sí el panteón que mando a construir hace algunos años mi bisabuelo para todo el clan Colmenares y donde tu estas aceptado como uno más de la familia; porque eso fuiste tú para mí, el ultimo ser humano al que quise, ame y extrañare.

F A C T U m - Revista Literaria

67


CREACIÓN FENOMENO LUMINOSO

Pensativo mirando la sombra de los Árboles, el entorno comienza a tornarse Oscuro. Las luces adornando las calles, caminando Por el asfalto y una lumbre dentro de mi Que sale por las ventanas de mis ojos, En señal de Fiesta. Ese fenómeno luminoso que palpita en Mi corazón, por la vida, por tu vida, vida mía. Encendimiento repentino y momentáneo, De nuestros rostros, encontrándose debajo De estos astros. Sensaciones visuales, esencia y propiedad de Nuestra naturaleza, lejos del desastre Del arte, de la ciencia, de lo mortal.

64

F A C T U m - Revista Literaria


CREACIÓN olvido

El omega del olvido derrotado En el espacio, la perturbación de Lo imaginario golpeada con la punta Del pie. El movimiento violento del aire Que se lleva despedidas, Besos y caricias reales, desprendidas De las ruinas. Tiñendo la verdad al calor del fuego, Dislocando la euforia, dos leones En el interior de la esfera, sin tiempo. Un quetzal afuera de tu ventana, verde Tornasolado, que afirma el principio De una nueva era.

Fabian Luna, 25 años. México. Poeta.

F A C T U m - Revista Literaria

65


creación

CARTA DE UNA RENUNCIA, ALIENTOS A UN AMOR Lugar: remoto y mísero confín condenado. Fecha: uno de esos tantos días de la humanidad. Hola, princesa: Anoche estuve mirando mi dedo, acariciando ese objeto que dejó de ser objeto cuando tus manos lo domaron: un fino anillo dorado, la única vida existente en este lugar rodeado de necia muerte que algunos llaman lucha. Pude ver tu sonrisa cuando toqué este anillo; puedo sentir tu voz, tu calor, tus palabras a pesar del ruido atroz de las bombas; el miedo y la conciencia que te golpean cada vez que aprietas el gatillo al pensar, que aquél que reciba la bala disparada es más que un hermano. Luchamos por la gloria, por una línea imaginaria que queremos trazar en un suelo que debería ser de todos, por una ideología, una forma de pensar y sentir diferente. ¿Lucha, guerra, objetivo? ¿Qué estamos haciendo, Dios mío? Caminamos en avanzadilla, y tras cruzar la línea enemiga nos regocijamos al pisar una tierra que al fin hemos conquistado. Una tierra de edificios derruidos, de cuerpos mutilados, de silencio de almas… Eso es lo peor: ¡el estridente silencio de la conquista! ¿Sabes una cosa, princesa? Apreté tanto el anillo mientras recorríamos esos dominios ganados que lo llevo tatuado en el dedo. Vi la melena oscura de una muchacha sobresalir de los escombros de esa casa que tantas veces pisé, una casa que no me hacía falta conquistar, pues la sentía mía, nuestra; antes de que alguien decidiera que tú y yo éramos diferentes. Sin embargo seguí caminando, apretando el anillo, ignorando el dolor, la irracionalidad, la muerte. Porque aquellos que decidieron el odio, nunca podrán matar al amor; y tu risa vive en mí, princesa; aunque en estos momentos me sienta más muerto que vivo. Y podría avergonzarme de pertenecer a aquella que llaman raza humana y racional. Pero no lo hago. Me siento orgulloso de ser quién soy: con mis diferencias, mis creencias, y aquella tierra que, aunque nos empeñemos en lo contrario, no pertenece a nadie más que al mundo. Por eso hoy, a pesar de que el odio quiera dominarme, conquistar mi esencia, mi piel, mi sentir, mi respirar… firmo mi renuncia explicita a él. Alzo mi cabeza al amor, tiro mi fusil, avanzo hacia la libertad, despacio… en medio del campo de batalla, del ruido de bombas, de los alaridos del miedo; y entonces me detengo, levanto mi brazo desnudo y grito más fuerte que el pavor: —¡¡¡¡¡¡DIOS!!!!! Mi boca se abre, mis piernas flaquean. No escuché el estruendo, ni el quemar del disparo. No temo a la oscuridad porque veo la luz. Y mis palabras quedaron plasmadas en esta carta de renuncia, en este aliento al amor.

Gema Lutgarda E. López, 38 años. España. Escritora.

66

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

67


creación

epitafio i Aquí pernocta uno al que se le atragantó una minificción, pero, aunque parezca falso, quedó ¡descansadísimo¡

epitafio ii El que aquí yace no se repuso nunca de la primera impresión. Se le infectaron unos puntos suspensivos. La familia hizo todo lo imposible, pero no hubo manera de salvarle. Lo enterraron con una nota a pie de página.

epitafio iii Aquí descansa alguien de quien se puede decir, sin temor a equivocarse, que nació con erratas, pero logró sobrevivir con un solo asterisco a sus espaldas.

Atilano Sevillano, 60 años. Valladolid, España. Profesor de Secundaria, escritor y poeta visual.

68

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

69


creación

Aprendí Un día me canse, me canse de estar en casa y no hacer nada, ya todo me parecía igual, un día igual al anterior. Entonces decidí que ya era el momento de ponerme a empacar y emprender un viaje. Lo nombre:”el viaje de mi vida”, (nunca he sido orinal con los nombres) el cual consistía en hacer algo nuevo, algo que antes no me hubiera atrevido a hacer, estaba dispuesta a ser una nueva persona y cambiar la rutina. Comencé mi viaje en mi armario, cundo comencé a empacar y me pregunté: ¿qué es lo que debo emparar? y al no saber mi destino final comencé por emparar unas cuantas prendas de vestir: ropa interior (la de la suerte por supuesto), mi pantalón favorito, un par de blusas, un vestido para fiesta y el suéter horrible que mamá me dio una navidad y al cual termine amando, y un par de zapatos cómodos. En la maleta no podía faltar alguna foto de mis familias tome una foto familiar y otra de mi familia de amigos, esa foto en la que todos salimos mal por no poner atención en la foto porque disfrutábamos un excelente momento en aquella reunión. Termine de emparar y seguí mi camino, mi próxima parada fue el pasillo de entre las habitaciones, primera escala: la habitación de mi hermano. Al pasar por ahí no pude evitar escuchar esa canción, la canción que cantábamos y bailábamos juntos cada vez que la escuchamos; no lo pude ni quise evitar y me detuve a cantar y bailar una vez más. Termino la canción y mi viaje continuo por las escales y sin escalas a pasando por un par de pinturas que alguna vez decidí poner porque pensaba la pared de la escalera estaba muy blanca, así fue como llegue a la sala, y vi a mi papa. Mi papa, ¿que podría el decir ahora que me iba, si últimamente éramos como dos extraños, no nos hablamos ni para decir “buenos días? Pero entonces vi entre sus brazos aquel oso de peluche que me regalo cuando cumplí 5 años, el lo abrazaba y parecía hacerlo con mucho amor, así que dije ¿por qué no hablar con él ahora que me voy? Me senté a su lado y comenzamos a platicar como hace mucho tiempo no lo hacíamos, platicamos de todo desde el clima y política hasta llegar a corazones y mi partida.

70

F A C T U m - Revista Literaria


creación

Salí de la sala con una gran sonrisa al haberme reconciliado con él, después de todo es mi papa. Camine y atravesé el comedor, en el cual se dan grandes cenas con personas que amo, y pare en la cocina por algún refrigerio. Cuando entre a la cocina un montón de olores me invadieron y con ellos un recuerdo, el recuerdo de mi abuela en la cocina y yo tratando de ayudarla (y la verdad nunca me fue bien en la cocina a pesar de haber estado con la mejor cocinera de mi mundo); tome algunas frutas e hice un lonche. Me dije a mi misma que ya era hora así que salí al porche, la última escala. A penas puse un pie en el poche y corriendo vinieron a mis pies un par de perros, mis mascotas, quienes me dieron grandes momentos alegría y me enseñaron de responsabilidad y el cuidar y proteger a alguien que quieres, y ahora yo me marchaba y los dejaba, pero eso no fue lo único que vi en el porche, también vi un hula hula, bailar en hula hula era de mis cosas favoritas en el mundo y decidí ¿por qué no? bailar una vez más. Al terminar de bailar por fin llegue a la puerta. Tome mis llaves y abrí, al salir y poner mis pies fuera de casa junto con la maleta, una sensación de ahogo me invadió y comenzaron a caer mis lagrimas, no sabía qué era lo que sucedía, por qué me sentía así, me quede paralizada en la puerta. Ya no me quería ir. Ahí parara en la puerta de la casa fue cuando aprendí que ya lo tenía todo, y no necesitaba nada más, tenía a mi familia y a mis amigos. Aprendí que tengo una mamá y un papá que me aman y protegen cada uno a su manera. Aprendí que tengo un hermano que me saca sonrisas y risas. Aprendí a valorar todos los momentos que pasamos con las personas que amamos (después podría ser muy tarde). Aprendí que tengo unos amigos maravillosos que siempre están ahí apoyándome cada vez que voy a caer y me levantan cuando llego a caer. Aprendí que hay unos seres excepcionales que solo con verlos llenan mi corazón. Pero sobre todo aprendí que me tenía a mi misma que solo necesitaba echar un vistazo a todo lo que tengo, todo lo que soy y todo lo que amo para recuperar mi fuerza y continuar.

Alicia Garza de la Garza, 21 años. Monterrey, México. Estudiante.

F A C T U m - Revista Literaria

67


creación

Polonia en los huesos A la memoria de Julio Cortázar. “Mi amiga mi mujer mi foca oh todas mis maravillosas amistades mi amiga mi amor mi muerte mi reposo mis furias mis jaurías mis malditas sienes y las minas de uranio soterradas en la profundidad de mis inocencias”. Aimé Césaire.

Fue llegando al Pont-Neuf, vio el río desnudo tan hermoso como el vientre de Josephine Barker y se pensó elidido, algo se le escapaba y no era la ceniza de su gauloise. Era como si un cartel de Toulouse-Lautrec se despegara de una sucia pared. Caminó entre los autos detenidos, entre la extensa fila de coches embotellados hasta el final del puente. No se percibían bocinazos, ni nadie irritado gritando groserías y asomando la cabeza por la ventana. No pensó nada por unos minutos, aceptó la imprevista fatalidad. Seguramente los conductores cansados de esperar fueron a sus trabajos, a sus casas caminando, pensando que las grúas harían el trabajo de llevar los autos o la policía dirigiría el tránsito posteriormente. También pensó que habría ocurrido un accidente pero el silencio que se percibía era sobrenatural, sólo el ruido de los motores, ninguna ambulancia, ningún niño llorando, nadie corriendo de un lado a otro. El sol estaba en el vano del río. Calculaba las seis de la tarde. Un barco sobre la corriente, pintado como por Alfred Sisley, golpeó contra una roca de la orilla y la proa pareció venirse abajo. Súbitamente escuchó más allá de la estructura del puente la colisión de un auto contra un edificio. El incendio se propagó en cuestión de segundos. Se figuró el avance de tropas alemanas en la ciudad de París, se relamió la separación de los dedos de la mano y pensó en el advenimiento de una tercera guerra mundial o la posibilidad remota de que todos los habitantes de la tierra habían sido borrados o confinados a otra realidad, o él había traslapado o todo aparecía tal como es, desnudo y sin humanos. Alguien había rasgado la tela o el lienzo en vez de pintarse iba despintándose poco a poco y la humanidad no giraba hacia el Apocalipsis, término muy cristiano, sino hacia el génesis o nada de esto acontecía, sino que no había ni principio ni final y todo estaría ahí, el citroen tiburón, la crypte du parvis, la rue Chanoisse dónde vivía Racine y el barrio de Luxemburgo que tanto amaba por la fuente de Médicis. Lo cierto es que no había nadie en ningún lado. Confundido y apesumbrado se sentó dentro de un auto último modelo, el cual habían dejado con la puerta abierta y sin lugar a dudas encendido. Cada vez que se perdía en sus abstracciones pisaba el acelerador y dejaba caer la aguja del marcador de velocidad que por momentos se trababa en algún lugar entre el número veinte y treinta y cinco. En el asiento de al lado había una cámara fotográfica Olimpia, modelo pocketpac y la tomó entre sus manos, girándola y a la vez mirando, el ojo incorporado a los mecanismos para fijar una imagen de la supuesta realidad. Salió del auto y tomó múltiples fotos en diferentes ángulos: las calles vacías con el sol de frente, ya haciéndose ascuas en el río, un bar distante, herrumbroso y mohoso, el incendio que se iba mitigando poco a poco, insospechablemente y casi misterioso, como la comprobación inmediata de un caos sin protagonistas, por último colocó la cámara enfocando su rostro como una mira, capaz de borrarse el rostro de un disparo, dejó que el dedo caiga sobre el botón anaranjado que se amoldaba lentamente, el flash le dio en la cara y sintió el émbolo volviendo, el tambor del revolver vaciándose. Decidió ir a la función de cine de las ocho de la noche. En una columna de anuncios había leído que era la semana del cine clásico y podría ver el Acorazado de Potemkin por quinta vez. Limpió el

72

F A C T U m - Revista Literaria


creación

gabán, llevó los libros que tenía arriba de la mesa debajo de la cama para hacerse lugar y comer unas bananas. Al salir de su departamento bajó la escalera intempestivamente, notó que no había ningún estudiante rasgueando una guitarra, nadie leyendo a Charles Duchaussois y que el graffiti de imaginación al poder seguía ahí justo bajando cuatro escalones. De este lado de las cosas aún no terminaba de aceptar que estaba solo en el mundo y decidió llamar desde una cabina pública a Carol para que le devolviera el disco Round About Midnight de Miles Davis y lo acompañara a tomar un café o un whisky. El teléfono sonó y Carol no atendió. En la calle se encontró perplejo. Todos los negocios abiertos pero nadie comprando nada, nadie caminando por las calles, ni siquiera los vagabundos o los bohemios. Se detuvo en una vidriera y observó un disco de Johnny Dodds y cerca de éste, el disco de Bix Beirderbecke, volumen III. Una angustia remota le iba apresando la garganta y él iba cediendo, con cierta mordacidad, recordó Buenos Aires, Montevideo y algunos pueblitos aislados que había conocido cuando era pibe, allá por los menos habría gente supuso. En el cine tampoco había nadie como era esperable. Volvió a su casa y se durmió mal después de sentir la opresión en el pecho de un próximo ataque de asma. Algo no andaba bien. Cómo iba a andar bien si no hay nadie en todo el mundo pibe. Había escuchado esa declaración en bocas de inmigrantes aferrados al puerto de Buenos Aires. Se tuvo que dormir con la luz prendida, había tenido una regresión, por primera vez se había sentido solo de manera definitiva y estar en medio de la noche no le agradaba, no como antes que se la pasaba leyendo a Dostoyevsky o soñando en tecnicolor las vidas posibles de sus personajes. Salió afuera y ahí estaba toda la música congelada, forma de referirse a los edificios de Schopenhauer y no importaba. Edificios, autos, calles, campos alambrados y no había ningún hombre, ninguna mujer, pero él casi no lo entendía, se le escapaba, su juicio casi no podía variar, estaba acostumbrado a escribir cartas, a tomar café con Carol y hacer el amor juguetonamente en su departamento, en especial los días jueves porque los viernes no trabajaba ninguno de los dos, azar o designio inveterado. Seguiría escribiendo, leyendo libros, pensando en Carol y la esperaría con dos tazas de café cada jueves a las siete de la tarde mirando por la ventana, con nerviosismo, como si no fuera a llegar nunca. -Este texto refiere a un momento puntual en la vida de Julio Cortázar. El dolor que Julio sintió tras la muerte de su amada Carol Dunlop es inconcebible. Sin embargo, esta inventiva literaria intenta dar cuenta y además inventa un abrazo.

Esteban Baldomar, 27 años. Argentino. Profesor de filosofía.

F A C T U m - Revista Literaria

73


creación

Participio absoluto Le odio tanto, en cada letra lo respiro, ese doloroso olor a desprecio se ha convertido en mi esencia favorita, la única que tengo… Putrefacto me parece el ambiente, desechable soy como las envolturas de las cosas banales. Quiero que mis labios alcancen mis ojos, pero el retroceder del tiempo está en mis mejillas, ¿cómo ruboriza el pasado y eliminar el recuerdo? …¡Cambiando de estrategia! Con otro nombre, otro olor; otra sonrisa. Con su mirada. Extrañable era para mí la sensación de deseo, pero ha regresado. Omito cada pulso, no quiero sonreír, ni cerrar los ojos al peligro, y sin embargo lo hago. Otra vez. Ella no entiende, nunca lo hace, por eso no se peina. Y ahora hay una nueva mano sobre su cabello y en sus ideas resulta sospechoso el abandono de alerta, ha bajado la guardia y queman las horas de distancia. Las palabras una vez más cicatrizan y tatúan. Ella no entiende… Corre, ahora que puedes, huye. Aléjate, deja que el río te arrastre y aviéntate de una cascada. Aviéntate y grita. Déjalo entrar pero sólo a la sala; solo a tu habitación, jamás. Quédate pero huye. Quédense y huyan. Cuidado con las sonrisas, letales. Toma tus precauciones. Enfría la mirada. Pierde el tacto. Sueña todo, todo… ¡Y despierta! Si es que algún día puedes hacerlo. Pero sobretodo... …deja de escribirle.

Karimé Mendoza, 20 años. México. Estudiante de Psicología.

74

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

75


creación

Vomito de una jirafa Mi mundo gira en torno al compás de una canción, lenta, casi sin aliento, fuerte y tosca, lleva el acorde, melodiosa y de un tono naranja. Mis pies descansan en la arena, mis labios sobre las frutas, mis ojos sobre un insecto, todo se hizo para que encajara perfectamente. Y todo se amoldó a mí. Canto y vuelo, soy grillo de noche, solitario pero persistente, molestoso, latente. Brillo como la luciérnaga, que se apaga rápido. Mi consciente me engaña, voy perdiendo tres a cero con ella. La lluvia lleva el conteo. Una gota, una emoción. Roto y en reparación. Espero un impulso, un soplido al diente de león, un soñar sin despertar. Grito en silencio como una poesía triste, con un lapso de tiempo en silencio, que hace perfecta a la canción, dramaturgo con cara de payaso. Payaso triste, con la misión de hacer reír. ¿Cómo se puede? Desastre sin inocencia, que bella juventud. Volando de mar en mar, llevando la parte del aire donde va el sonido de una flauta hasta la más remota cueva. Y ahí me quedé. Bailo en silencio, casi sin movimientos, pero quiero brincar y me desequilibrio. Me falta un respiro. Lo doy. Caigo, y me mantengo ahí, que el lodo se sequé, quiero que me cueste más, porque será satisfacción. Mis uñas están sucias, y mis manos impecables. Soy de cuerpo, un pecado. Soy el animal político. Soy sangre y soy verde. Plutón perdido por los libros actuales, restos de dinosaurios con sangre azul. Desapercibido como la voz interna. Conciencia de muchos y yo no tengo. Seco cual desierto. Roca en mis sentimientos. No extraño, no quiero. Me entrego. Hipócrita, sin sentido. Mi corazón es pequeño. No me arrepiento. Me entrego. Sombras de mis sombras, lo vulgar de lo vulgar, las mañas de las mañas, bendito y con luz interior. Tu vos, y su vos, las voces, mi criterio y mi ser. Mi cuidado y sus cuidados. ¿Por qué los animales no se critican? Sería una perfecta jirafa, me besaría con el león, y dormiría en paz. Paz y alma. Dancé en el pasado y mis pies se lastimaron. Las llagas se cierran. Vomito crudo y sin antecedentes. Captor de lo imbécil. Inmiscuyéndome en esa pesadumbre llamada sociedad. Mierda revuelta con cal. Volando sueño, las alas transparentes del mar. Mi madre el impulso, mi padre el pan. Y vuelvo a dormir. Cicatrices van, se quedan, se derraman, se esfuerzan. Animal. Como las hojas verdes, hermosas y sin tanto movimiento. Se resbala el agua, me refresca y me deja con ganas de tomarla. Feto quieto, patadas no doy, siete meses, la luz no brillo. Lagrima que baño todo el cuerpo y que nunca acabo. Sonrisa promiscua, enséñame a pecar. Torpe y lento, un grito me dijo ¿Qué te emociona hacer? Me siento y observo. Que gran regalo. Que gran amor.

76

F A C T U m - Revista Literaria


creación

Amor si tengo, puedo ver. Puedo caminar. Devórame sociedad, mastícame planeta azul, digiéreme lentamente y expúlsame en el mar, donde hace frio, donde poco se puede escuchar. Hazme un animal. Los gritos me enojan cuando no tienen razón, me enamoran cuando está en una canción. Amante de insectos, vuelen porque son perfectos, son pequeñas maquinas destinadas a la depredación. Son inmensos, son interminables. Mirada de un bebé al despertar. Envíame una flecha, que cruce de mí cien a mi riñón, muerte lenta. Soy café, aroma que perdura, naranja podrida, penicilina. Lo malo y lo bueno. Parado sobre un árbol de noche veo las estrellas, que inmenso, que grande es el creador. Semilla de una manzana, hazme crujir pequeña hormiga, llévenme con su secreto, quiero crecer desde su interior. Corriendo iré, porque ya me canse de estar sentado. Rápido y sin ver mis partículas del pasado. Derrúmbate muralla. Araña cautelosa, tejo mi trampa, debe de caer. Venganza. Trigo y arroz, simple y perfecto. Más simple que perfecto, más tosco que feliz. Mi primera mirada es de desprecio. ¿Cómo podría confiar en alguien más? Mi familia es la única. Y aun así concebí grandes seres. Y la mayoría me dice. – cae mal-. Tres kilos de aserrín, por favor. Feo y sin escrúpulos, encontré quien entienda esa parte de la humanidad. Compra y vende. ¿Cuál moral? Murmullos cantan, y llega el rugir de un animal pequeño, cuan hermoso hubiese sido vivir con paleopteros, callaría a todos. Cauteloso cual camaleón. Mis ojos no giran y cambio de color. Sexo sin sentimiento, bella necesidad de reproducción. Estúpida clasificación. Desgárrame y escrúteme, quiero saber de mí ser. Un ser irreal, un manantial. Todo se mueve. Iré a derretirme un rato, que mucha falta me hace. Reír, cantar, soñar, perdonar, amar, cultivar. Madre naturaleza, perdón. De piedra en piedra voy, soy y me voy. Voy y regreso. Regreso y me aburro. Aburro. Canto a gritos. Gritos y fuego. Ardiente soy, soy y no soy. Tengo y no tengo. Aprecio y admiro. Veo y camino. Vigilo mi caminar, pero no mi pensar. Tonto y recatado. Sucio, menospreciado. Amante y amoroso. Trágico y perverso. Manías y filias, tanto tiempo estando en blanco. Quiero verde, quiero azul, quiero amarillo, quiero ser fusión de todos los colores, eximiremos al gris, por elegante. Al rojo por chillante y al negro, que no es. Estoy y me mantengo. Raro y sin perdón. Fuerte y débil. Mis pasos son torpes y cimentados. Es tiempo, el tiempo, él me dijo que fuera por más. Que ya.

Genrry Aguilar Gutiérrez, 21 años. Chiapas, México. Estudiante universitario.

F A C T U m - Revista Literaria

77


creación

Realismo sucio Te ralea el cogote desde hace meses. Tratas de disimular los huecos con un peinado que crees desenfadado y que no pasa de iluso. Ridículo. Te quedas calvo, no hay vuelta de hoja. Ni tu padre ni tu abuelo ni tu bisabuelo fueron calvos, ni tu abuelo materno ni su padre ni tus tíos. Tu lo serás y en breve. Y tus hijos, si la hubiese tan desgraciada que se los dejase hacer POR TI. Han caído chuzos de punta sobre tu coronilla astrosa. Te ha llovido mucho encima y estás empapado y pegajoso. El metro se averió y lleva más retraso de lo habitual. El de mantenimiento olvidó que la calefacción a cincuenta y cinco grados conduce a transpirar más de lo recomendable. O será que pasa de bajarla o que lo han echado. Como la culpa es de Madrid y del expansionismo nacional-católico castellano para qué reparar nada. Hay tantos Borbones que ejecutar en efigie... Los retrasos del transporte público metropolitano generan más muchedumbres que las grandes cosmovisiones demagógicas. Enlatados en el vagón, todos esos cuerpos húmedos de lluvia y de animal humanidad hieden a campo de concentración que chirrían las pituitarias. Te rodean cuatro pakis regalándote sus poderosos efluvios de la estepa. Te sueñas fluido que escapa de la móvil tumba putrefacta, pero no eres más que moco fétido. Al fin la superficie y presencias en primera fila el atropello de un motorista. Se le ha cruzado a un volquete enorme. Resbaló en el asfalto mojado y el volquete se lo ha llevado por delante sin piedad. Sus sesos sin casco alfombran el pavimento. El camionero se desgañita pidiendo ayuda, zarandea el cuerpo inerte cuyo cuello remata un muñón sanguinolento. Echarías una mano pero de qué serviría, ese motero está tieso y lo sabéis todos. Lo sabes tú y lo sabe el camionero. Lo sabe la parejita feliz que observa horrorizada desde su flamante cochecito. Lo sabe la otra adorable parejita, la de mossos d´esquadra, que ni se acerca a preguntar. Demasiado ocupados sacándole los papeles a hostias a un moro que pasaba por allí. Que el moro no tiene más papeles que los clinex que pensaba vender en ese semáforo también lo saben, pero es un puto moraco, hay que meterle sí o sí. Hay algo de todo ese espectáculo que te irrita. No es lo truculento del accidente. Será la entrañable actitud del cuerpo catalán de policía lo que se te mete en la conciencia como una estaca nudosa en el ojete. “MÉS MOSSOS, MÉS A PROP” (“Más mossos, más cerca”). Claro que sí. ¡Incrépales con el ardor de tus veinte años! ¡Escupe tu descontento libertario! No, pasas y te abres. De todas formas ya llega la ambulancia y el motero cabalga su chopper celestial lejos de tanta mugre.

Carlos Ortega Pardo, 31 años. Valencia, España. Profesor.

78

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

79


creación

Calendario de sueños Vuelvo sobre lo mismo. Cada día es un volver, reencontrarse con uno, aquel que antes iba y venía por distintos caminos buscando nuevas formas de caminar, de hallar la mejor parte por donde le sea posible salir del túnel, escapar del laberinto al cual le ha condenado la vida aún cuando haya tratado de evitar ser atrapado. La vida, la realidad, es así. Tremendamente cautivante a pesar de que uno pueda estar atento para escapar a sus subterfugios y encantos. Pero volver es reducir poco a poco los espacios por donde caminamos; la vida sigue, decimos siempre frente al infortunio. Volver, siempre volver. Como vuelven los meses cada año, como se repiten incansables los días, como cada minuto se vuelve una hora, así tallamos al tiempo en nuestras manos, lo convertimos en polvo y se escapa entre nuestros dedos que inútilmente tratan de atraparlo. La noche es lo mismo, un incierto panorama apretujado contra las sombras donde crecen el misterio, la soledad y el letargo del insomnio. La noche cierra el círculo del día, la memoria del tiempo que nos aproxima al conocimiento de esta realidad que inevitablemente nos consume como se apaga la luz de un cigarrillo entre los dedos. Como sabemos, la nada no existe pero es el artificio al que se aferra el individuo cuando no tiene otra salida que mirar al fondo del cielo para tratar de despejar la herrumbre que le nubla los ojos y no le permite ver el ciclo vital en el que está enredado para siempre y del cual no se podrá librar si antes no intenta destrabar el misterio de su propia vida. Por eso, vivir es dar vueltas y vueltas, sobrevivir al tiempo e ir siempre contra él; resistir por siempre el apego a la vida es la constante que no queremos o quizá no podemos evitar. Somos o no somos. Tenemos todos los nombres del mundo y, sin embargo, sólo nos conocen por un apodo que tercamente nos endilgan quienes evitan mirarnos a los ojos y a nuestras espaldas van diluyendo la amargura que sólo ellos han sabido acumular. Y así vamos, los somos contra los no somos, en una carrera a contracorriente en la que por fortuna tenemos la posibilidad de resultar victoriosos si podemos salvar la hiel de la amargura que nos podría dejar, si lo permitimos, el odio y el rencor. Nada es más necesario que ser capaces de destruir todos los círculos viciosos en los que a veces, por no decir casi siempre, caemos ilusoriamente creyendo que éstos serán el puente de salvación para los problemas que enfrentamos y ante los cuales no podemos encontrar una salida victoriosa. Salir es encontrar todas las puertas que nos fueron guardadas por el eterno secreto de la vida, así quizás quedaron ocultas a nuestros ojos pero nuestras miradas son tercas y esa terquedad nos ha hecho destrabar el misterio, reconocernos como personas que saben recorrer todos los caminos y llegar al sitio en donde confluyen la esperanza y todas nuestras ilusiones y sueños por derribar las estructuras que no ceden fácilmente.

Jesús Gutiérrez Sierra, 68 años. Cd. Obregón, Sonora, México. Bibliotecario jubilado.

80

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

81


creación

Afuera A diario vengo a barrer el polvo de la casa: se orilla entre las grietas de los muros, ocupa las puertas olvidadas, invade las pequeñas flores. Cuando la noche anida entre las cosas, el polvo traspasa las resquicios y la tierra sabe a bordes secos, a un golpe insomne que lastima la voz, el cuerpo, los pasos. Sin embargo, habría que precisar que hoy, mientras la casa bebe de sus cuencas, afuera algún sujeto aprende los temblores de la carne: las ceremonias de la desnudez, las plenitudes de la entrega.

Jaime Morales Quant, 30 años. Colombia. Egresado de Literatura y Lingüística de la U. de Cartagena

82

F A C T U m - Revista Literaria


creación

–¿Miriam? –Dios mío. –Mi hálito entero se estremece cuando la voz aterciopelada de ese amor ansiado y temido reverbera entre las cuatro paredes de este salón oscuro. Y me oculto entre las sombras. Agradecida a esa luna esquiva por no regarme con sus rayos. ¿Qué está haciendo él aquí? Yo no quiero que me vea, no quiero… –Oh, cariño… –Pero sus brazos me acunan, su cuerpo me cubre, su olor… Ay, su olor… Su mano tira del plateado pañuelo que envuelve mi cabeza desnuda. Intento zafarme de sus brazos, pero ni él me deja, ni yo me resisto. Su aliento cae sobre esa piel que ahora es la única separación entre mi cráneo y su cálida esencia. –¿Por qué no me lo has dicho? –intenta reprocharme; pero de sus oscuros y profundos ojos solo se desprende el amor ansiado. No veo compasión en su mirada, sino fuerza. No siento desaliento en su querer, sino lucha. Hace un rato, luna, que desperté… Cobijada bajo su cuerpo, acunada por tus rayos… Ahora sé que estás ahí… y que has llenado mi vida de esperanza de igual forma que tienes mi adoración. Dedicado a todas las personas que están luchando por superar la oscuridad.

Gema Lutgarda Enrique López, 38 años. Málaga, España. Trabajadora Cruz Roja Española.

F A C T U m - Revista Literaria

83


creación

Ella, la lluvia Agosto. Miércoles por la tarde. Primer encuentro cara a cara. El cielo amenazándonos. Probabilidad de chaparrones. Café. Charla. La posibilidad concretizada de conocer tu voz, tus sonrisas, tus gestos, tus pasiones. Nerviosismo. Miradas que se cruzan y descruzan por miedo a vernos tal cual somos. Despedida. Caminar sola por las calles rememorando cada detalle de lo vivido. Preguntas silenciosas, sensaciones extrañas, dudas, respuestas confusas. Tu cara. Tus ojos. Tu boca. Mi sonrisa inevitable. Noche. Lluvia incesante. Hablamos. Me tranquiliza que me hables. Me gusta tu impaciencia si demoro en responderte. Conversamos sobre la lluvia, cómplice nuestra porque atrasó su llegada para que el encuentro fuera posible. Me contás que a tu regreso la tuviste frente a frente. ¿Se habrá vengado celosamente por la energía que generamos al vernos y por eso se te presentó furiosa e implacable? Me causa gracia pensar así. Tal vez me rio porque no imagino que después de ese día, ella, la lluvia, sería protagonista de cada encuentro / desencuentro nuestro. Cómplice. Testigo. Tercera en discordia. Fue así que todo cuanto nos sucedió a partir de esa tarde de agosto, ocurrió bajo la lluvia… La cita que no fue. El beso que se demora. La prolongación de la espera. Culpable, dos puntos, la lluvia. ¿La lluvia? Llegué a pensar que, en realidad, éramos nosotros los verdaderos y únicos culpables y que ella sólo hacía el trabajo sucio. Te lo dije. Te reíste de mi ocurrencia. Me esperanzó tu risa. Pero cuando la lluvia nos cedió el paso, vos tomaste el camino que te alejaba de mí. Y entonces la lluvia fue mi leal compañera, porque los días se me cubrieron de nubarrones. Tu ausencia. Tus desplantes. Tu modo de aparecer en mi vida y después irte. Mi dolor. Mi enojo. Mi desilusión. Mi forma de huir cuando te acercabas. La incertidumbre. La desidia. El silencio. Y el olvido que se nos resistía. Pasó el tiempo. Tic – Tac. Segundos que se hicieron minutos. Tic – Tac. Minutos que se convirtieron en horas. Tic – Tac. Horas que se transformaron en días. Tic – Tac. Las agujas del reloj que siguen su curso así como si nada. Tic – Tac. Te extraño. Tic – Tac. Te pienso con otra a tu lado. Tic – Tac. Se me desgarra el alma. Tic – Tac. Y otra vez la lluvia… Arranco una a una las hojas del calendario. Intento arrancar uno a uno los recuerdos que te nombran. Intento arrancarte de mí. No sé por qué te espero, pero te espero. No sé qué espero, pero espero. No sé qué quiero, pero te quiero. Hablamos. Estás solo. Yo estoy furiosa y te lo hago saber. A mi modo, te demuestro mi enojo, porque la herida que provocaste sigue abierta. Quedamos en vernos. Sábado por la tarde. La lluvia no aparece. Y nosotros, tan desencontrados, siempre tan a destiempo. Cruzamos un par de palabras, algunas miradas y nos despedimos. Maldigo en silencio haberte conocido. Y la lluvia que no aparece. ¿Te odio? No, no te odio. ¿Te busco? Sí, desesperadamente te busco. ¿Llueve? Sólo llovizna, pero es de esas lloviznas que apenas mojan, apenas molestan, apenas inspiran… Vos y yo a-penas, confundidos a-penas, asustados a-penas, enamorados a-penas. Muertos de pena. A duras penas. ¿Te necesito? No, definitivamente no es necesidad. ¿Te deseo? Sí, claro que te deseo. ¿Llueve? Torrencialmente. Y no hay paraguas. Y nada nos cubre. Tengo miedo de estar tan expuesta bajo esta tormenta. Tengo miedo, pero igual voy a buscarte. Casi nos encontramos. Casi nos cruzamos. Todo es tan borroso mientras llueve… ¿Te quiero? Sí, definitivamente te quiero. ¿Me arriesgo? Sí, corro el riesgo y juro que esta vez no te dejo ir. Nos vemos. Por fin estamos frente a frente. Solo los dos. Solos los dos. Nos abrazamos. Nos besamos. Nos reconocemos. Afuera ya no llueve…

Fernanda López, 30 años. Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Escritora y Trabajadora Social.

84

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

85


creación

Rubén Darío Amante e intérprete digno y extraordinario de lo azul poético porque tu idioma es no audito axioma, constante, fidedigno, revolucionario y profético, infalible e increíble, paradójico e inconcuso y óptimo y mistagógico y abstruso y gnómico, opulento y acendrado e icástico, bufonesco, galicado y sarcástico, eufónico, invocativo e impermutable y marcial, declaratorio, patético, teogónico y evocativo e inemulable y sensual, laudatorio y dialéctico, decadente y ataráxico y aliciente, pintoresco, filantrópico, fantástico e imponente y dinámico, transparente y dantesco, categórico, romántico, enciclopédico, ecuménico, parenético, estelífero y expansivo e insenescente, lenitivo, simbolista, laberíntico, eurítmico e imperativo y modesto ente, lucrativo y verista, verídico, desiderable, corroborativo y exótico, cordial, conciso e imprescindible e inalienable y desiderativo y patriótico, legal, estricto e indivisible y único beneficiario de tu plectro espontáneo, voluntario

86

F A C T U m - Revista Literaria


creación

e instantáneo y porque eres Redentor Literario, nocente de este inventario y protomártir literario a quien lo gallardo natural fundó sobre su colosal pedestal, pero humorístico y misteriosamente risueño, aun cuando pacífico, residente en mágico sueño y sorpresivamente sencillo, imposible siervo de su brillo, con prodigioso talento mnemónico y ser neurótico, filarmónico, parsimonioso y sincero, oficioso y primero e indulgente, longánimo, paciente e idealista y magnánimo, clemente y cosmopolita, resoluto y veraz propietario de sindéresis, pero usas luto porque nadie puede imponerte diéresis por lo que ya referí y por ser cacoquímico, y porque vibra en ti intensa impavidez, porque fuiste esquizotímico siquiera una vez, siempre impertérrito y criptestésico e imparcial, menos porque es relevante decir que eres más que especial.

Ever H. Campos, 39 años. Jinotepe, Carazo, Nicaragua. Abogado y Notario.

F A C T U m - Revista Literaria

87


creación

Poema en dos lienzos: diálogo de los esposos

“Tus fuertes brazos me rodean. Mi cabello se enamora de tus hombros. Lentas palabras de consuelo caen sobre mí, sin embargo mi corazón no tiene descanso.” Elizabeth Eleanor Siddal. “Oh corazón, que ya no late, que yace en las tinieblas exiliado. ¿Qué es para ti el amor, esta delgada red que el sol urde con ternura?” Dante Gabriel Rossetti.

—Fui la contradicción más absoluta: la luz disfrazada de tristeza y los paisajes coloreados de sonrisas, la musa que pintaste en un Fresco y la madre que mece su cuna vacía. Canté como Ofelia, antes de ahogarme en el láudano, que es como el vino y la vida. Me viste como la obra de otro amante y en ella me perdiste para siempre. Encontré paz en la somnolencia cuando mostré mi última sonrisa y me ahogué con tu pincel. —Te recuerdo en el lienzo, allí, donde las aguas abrasan los cuerpos y la mirada se pierde. Enterré contigo mi esencia hasta que se agotaron las palabras... me hice devoto de tus atrios, de la cobriza alabanza de tus cabellos, de la imagen etérea de tus brazos extendidos en dos lienzos. En el agua yaces gélida, torturada en tu “Rigor Mortis”. Eres en ti misma, en tus letras, tu mejor obra. Yo solo fui el pincel que se tiñó con tus versos.

Lourdes M. Collazo, 49 años. Puerto Rico. Abogada.

88

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

89


creación

Mel & Colía (Microfixión)

—¿Te acuerdas de antes? —¿De cuándo, mi amor? — De cuando le llevábamos serenatas a la luna, en tejados justamente como este, en noches como esta, en que éramos dragones, salamandras, maullidos, unicornios, marmoletas, magia, sueños… ¿recuerdas? — … (Nadie que pueda contestar) Y desde entonces, la luna se volvió pálida y azul.

Zambra, 33 años. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Promotor contracultural y músico.

90

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

91


creación

elefante -¡Damas y caballeros, he aquí la bestia más grande de todos los tiempos…! La gente se reúne para observar el pequeño acto del saltimbanqui, en el suelo está la bestia asquerosa, su olor pútrido llama la atención de las moscas del lugar, un mercado lleno de olores inconfundibles. El cabello de la bestia es grueso, negro y lleno de piojos, estos caminan por todo el cuero cabelludo hasta los labios. Los niños se apresuran a llegar a primera fila, los adultos a su vez quedan pasmados de la gran bestia apocalíptica. Se trata de la mujer más gorda del mundo, el saltimbanqui la hace subirse a una pequeña silla, la pobre mujer levanta las lonjas de grasa, el olor de su transpiración es comparable al curtidor de pieles. Su rostro refleja la inhumanidad de la naturaleza, pobre mujer elefante, sus ojos cristalinos derraman el maquillaje improvisado. La mujer es obligada a hacer maromas con unas pelotas de silicón, torpe mujer ballena, la falta de músculos le impiden continuar. Los jóvenes le tiran piedras y basura, la mujer llora con desesperación. Sus lamentos son de elefante dando a luz. Su pequeño traje, color azafrán se mancha, las pocas lentejuelas se caen de vergüenza y pena. El saltimbanqui saca el látigo y comienza a golpear a la mujer, esta gime del dolor que le provoca. Un niño se acerca para darle una manzana, pero es devorado en seguida por la monstruosidad. El público se asusta, comienzan a gritar, el domador le da una poción y con palabras mágicas, la mujer comienza a gemir estruendos, de la boca vomita grasa blanca y sangre, los ojos se caen, el olor a alcantarillado emerge de la mujer elefante, sus órganos son expulsados de la boca, ojos y nariz. Un mar de sangre golpea al público. Los espectadores se impactan a tales hechos, y los curiosos se asoman para ver el final de la mujer elefante. La piel de la bestia comienza a caer como cáscara de plátano, la grasa explota con un olor a pústulas amarillas, de la piel se puede observar como una serie de siluetas aparecen. Y como un sierre de algún pantalón. Salen cinco pequeños hombres vestidos de colores alegres, con cohetes y confeti. Danzan sobre la piel de lo que fue la mujer elefante, parte del público aplaude y algunos perplejos lanza monedas a los hombrecillos, estos se apresuran a levantarlas en un saco de manta. El Saltimbanqui y los hombrecillos se toman de la mano y hacen una reverencia del acto callejero.

Daniel Gómez López, 21 años. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. México. Estudiante.

92

F A C T U m - Revista Literaria


creaci贸n

F A C T U m - Revista Literaria

93


entrevista

PILAR tOLOSANA Pilar Ana Tolosana Artola es una escritora española nacida en Vitoria-Gasteiz, Álava en el año de 1978. Es licenciada en Filología Española. Comenzó a adentrarse en la literatura con la creación de poesía y teatro. Sus letras le han valido estar entre los finalistas de algunos concursos de relato breve. Ha participado en certámenes de relato corto y cuento, así mismo ha colaborado en antologías y revistas de letras. Obtuvo el segundo premio en relato de la Sociedad Matristense. Entre otras cosas participó –junto con otros autores- en la creación de la novela colectiva El legado de Marie Schlau para la cura de la ataxia de Friederich; y ha publicado nueve libros con la editorial PR Ediciones: En otros mundos, Fingiendo perro sin malicia, La vida es de los valientes, El circo de la noche, Relatos de juventud, Escapa, El sentido de su vida, Pendejo y Sin ton ni son. Su estilo literario se puede definir como una hermosa y sencilla prosa. 1. ¿Hace cuánto escribes? Hará la friolera ya de unos veinticinco años o más; empecé muy jovencita a hacer mis primeros pinitos en la poesía, con tan solo nueve u ocho años. 2. ¿Cómo descubriste el mundo de la creación literaria? Creo recordar que en personajes de cuentos y teatro, libros que encontraba a los que nadie hacia caso y novelas de “El Barco de Vapor”. 3. ¿Qué te motiva a escribir? Creo que es mi obsesión por contar historias para entretener, por ordenarlas, por terminarlas. Me encanta imaginarme las cosas, figurármelas, jamás me aburro. 4. ¿De qué tratan tus textos? Mis textos suelen esconder una lucha por conseguir metas. Son mucho más psicológicos de lo que a primera vista se pueda tantear. Me gusta variar los temas de mis novelas, cambiar de escenarios, jugar con ambientes y personajes nuevos, hablar sobre historias más o menos increíbles, más o menos oníricas o mágicas, más o menos basadas en la realidad o en la ficción más sorprendente. 5. ¿Cómo definirías tu estilo literario? Mi estilo literario es pulido y cuidado, pero a la vez simple y sencillo. No enmascara lo que quiero decir, mi lenguaje suele ser directo, con diálogos arreglados y necesarios para identificar una experiencia. 6. ¿Crees que la creación literaria es sólo para gente que haya estudiado del tema o crees que está al alcance de todos ser un buen escritor? Creo que el escritor nace, aunque luego necesita evolucionar y formarse; en mis libros mismamente, se nota esta evolución de la

94

F A C T U m - Revista Literaria


entrevista

R ANA A ARTOLA que hablo. Para esta doctrina es importante el estudio, pero también la madera de la que un@ está hech@. 7. ¿Cuál es el propósito por el cual creas? Hacer pasar un buen rato a quien me lea, sacarle una lágrima o una sonrisa, inquietar su alma, hacerle fuerte, armarle y a la vez desarmarle… Supongo que busco soñar yo y hacer volar al otro; que este pueda escapar por un momento de todo aquello que le oprime y le angustia. 8. ¿Crees que de los escritores que están creando ahora o que están comenzando salga alguien que pueda posicionarse entre los grandes de la literatura? Para ser una figura de la literatura no se necesita ser grande, ni el más profundo y sublime, ni el mejor de todos los escritores; para ser un buen escritor dentro del universo literario la constancia y la observación, deben ser el centro de una vida dedicada a las letras. 9. ¿Qué tan difícil es el mundo o la vida de un escritor en países como los nuestros en donde el mayor interés es económico y las artes quedan en segundo plano? Por eso mismo reitero que la constancia es uno de los mejores valores en el mundo del escritor. Es duro, muy duro sostener que la cultura en todas sus estimaciones, no sea un valor en auge como se merecería. 10. ¿Qué limitantes crees que tiene un escritor en nuestros días? (Puede ser en base a tu experiencia? La falta de confianza de las editoriales, la falta de tiempo, la escasez de buenas ideas, los engaños al publicar en editoriales pirata, una enfermedad que nos incapacite para hacer lo que queremos… 11. ¿Qué es lo más difícil de ser escritor? El seguir una historia que no es la tuya, y no perdernos con detalles nimios o con otros pensamientos que nos abstraigan de lo que queremos contar en realidad. 12. Háblanos acerca de tu libro: “Sin ton ni son” es una novela de ficción que va esculpiendo con frescura y sagacidad un periodo en la existencia de Gladys, una mujer que vuelve a resurgir de las cenizas una vez más. Al contrario de lo que esta quería hacer, al quitarse el abrigo y la bufanda, se queda un ratito ahí encima del volante, y se queda dormida. De repente, un todoterreno negro choca contra su maletero, y sale histérica y colérica, sin conocer de ninguna manera lo que le depara el futuro. 13. ¿A partir de que surge la idea de escribirlo? La verdad es que la idea estaba ahí hace tiempo, desde que escribía para mis compañeras de clase. Los bocetos escritos se perdieron, así que siempre quise hacer otra versión más profunda y velada. 14. ¿Qué fue lo más difícil o la limitante más grande con la que te encontraste al momento de decidir darlo a conocer? Siempre que escribo, lo hago con el objetivo de que se haga público; no tengo nada que esconder, así que no acostumbro a ponerme límites de ningún tipo. 15. ¿Qué opinas de la literatura y de la creación literaria actualmente? ¿En qué dirección crees que va? Pienso que a veces es demasiado enrevesada y caótica para el lector de a pie, que tiene demasiadas prisas y lee con poca atención. Igual soy una ignorante, pero aún tengo la esperanza de que las personas y los libros nunca dejen de darse la mano, y siempre sigan aprendiendo el uno del otro.

F A C T U m - Revista Literaria

95




FRAGMENTO

Espero... No creo que vengas, lo sé, sé que no vendrás. Sé que la distancia te hiere, sé que las noches son más frías, Sé que ya no estás. Creo saber todo de ti. Sé que el día de pronto se te hace noche: sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices, sé que soy un idiota al esperarte, Pues sé que no vendrás. Te espero cuando miremos al cielo de noche: tu allá, yo aquí, añorando aquellos días en los que un beso marcó la despedida, Quizás por el resto de nuestras vidas. Es triste hablar así. Cuando el día se me hace de noche, Y la Luna oculta ese sol tan radiante. Me siento sólo, lo sé, nunca supe de nada tanto en mi vida, solo sé que me encuentro muy sólo, y que no estoy allí. Mis disculpas por sentir así, nunca mi intención ha sido ofenderte. Nunca soñé con quererte, ni con sentirme así. Mi aire se acaba como agua en el desierto. Mi vida se acorta pues no te llevo dentro. Mi esperanza de vivir eres tu, y no estoy allí

Fragmento del poema: Espero De: Mario Benedetti.

98

F A C T U m - Revista Literaria


FRAGMENTO

F A C T U m - Revista Literaria

99




libros La metamorfosis De: Franz Kafka

Editoral: ALIANZA EDITORIAL

ISBN: 9788420651361 No. de páginas: 128 Lengua: ESPAÑOL

«Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto.» Tal es el abrupto comienzo, que nos sitúa de raíz bajo unas reglas distintas, de La metamorfosis, sin duda alguna la obra de Franz Kafka que ha alcanzado mayor celebridad. Escrito en 1912 y publicado en 1916, este relato es considerado una de las obras maestras del siglo xx por sus innegables rasgos precursores y el caudal de ideas e interpretaciones que desde siempre ha suscitado. Completan este volumen los relatos «Un artista del hambre» y «Un artista del trapecio».

102

F A C T U m - Revista Literaria


libros Los viajes de Tuf De: George R. R. Martin

Editoral: S.A. EDICIONES B

ISBN: 9788466652247 No. de páginas: 552 Lengua: ESPAÑOL

Haviland Tuf es un ser curioso: un mercader independiente de gran corpulencia, calvo y con la piel blanca como el hueso. Es vegetariano, bebe montones de cerveza, come demasiado y le encantan los gatos. Además, es honesto. Tuf logra poseer una enorme nave espacial, el Arca, la única superviviente del antiguo Cuerpo de Ingen iería de la Vieja Tierra. El Arca es un artilugio desaparecido hace más de mil años, pero que revive gracias a Tuf y sus gatos. A lo largo de los siete relatos que conforman este libro, Tuf consigue la nave, la repara y resuelve un sinfín de problemas espaciales con la ayuda de la ingeniería ecológica, una profesión que él recupera y a la que añade la impronta de su personalidad, astucia e ironía.

F A C T U m - Revista Literaria

103


libros El mundo de afuera De: Jorge Franco

Editoral: ALFAGUARA ISBN: 9788420416335 No. de páginas: 312 Lengua: ESPAÑOL

Isolda vive encerrada en un castillo extraño y fascinante al mismo tiempo, tan ajeno a la ciudad de Medellín en la que se sitúa como singulares son sus habitantes y la vida que llevan. La atmósfera de irrealidad que se respira resulta opresiva para la adolescente, que encuentra en el bosque qu e lo rodea la única tregua posible a su soledad. Pero las amenazas invisibles del mundo de afuera se cuelan silenciosamente entre las ramas de los árboles cercanos al castillo. Con un perfecto manejo de la tensión, Jorge Franco construye en esta novela un cuento de hadas con tintes tenebrosos que acaba convirtiéndose en la historia desquiciada de un secuestro.Dentro y fuera de la fortaleza, el amor, ese monstruo indomable, se muestra como una obsesión que aliena y embrutece, que pretende someter, que despierta deseos de venganza y del que solo parece posible escapar aceptando la muerte como destino.

104

F A C T U m - Revista Literaria


libros

F A C T U m - Revista Literaria

105


libros Pacto de lealtad De: Gonzalo Giner

Editoral: PLANETA ISBN: 9788408127857 No. de páginas: 648 Lengua: ESPAÑOL

La vida de Zoe da un vuelco cuando se cruza en su camino Campeón, un perro sin estirpe que la ayuda a superar los problemas que le acechan. Juanto a él emprende un viaje en busca de su destino: la devoción por los animales y la lilbertad, cuya senda le ha señalado su padre. Cargada de arrojo, Zoe no solo se enfrentará a las pruebas que su tiempo le impone, sino que tendrá que luchar contra sí misma cuando el amor la encuentra. Una novela trepidante que recorre el período más dramático del pasado siglo: la Guerra Civil y el auge del nazismo, y que narra, por vez primera, el papel de los canes en los conflictos armados. Espías, experimentos secretos para hallar un perro de guerra mitológico, traiciones, amor... recorren estas páginas que ilustran, a través de su protagonista, el inquebrantable y ancestral pacto de lealtad entre el perro y el hombre.

106

F A C T U m - Revista Literaria


libros Marina

De: Carlos Ruíz Zafón

Editoral: PLANETA ISBN: 9788408004349 No. de páginas: 304 Lengua: ESPAÑOL

En la Barcelona de 1980 Óscar Drai sueña despierto, deslumbrado por los palacetes modernistas cercanos al internado en el que estudia. En una de sus escapadas conoce a Marina, una chica delicada de salud que comparte con Óscar la aventura de adentrarse en un enigma doloroso del pasado de la ciudad. Un misterioso personaje d e la posguerra se propuso el mayor desafío imaginable, pero su ambición lo arrastró por sendas siniestras cuyas consecuencias debe pagar alguien todavía hoy.

F A C T U m - Revista Literaria

107



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.