FACTUM REVISTA LITERARIA
agosto, 2015. NO. 24.
Biografía: Alfonsina Storni. Creación: Rosa Lía Cuello, Kim Bertran Canut, Dante Vázquez M., Elvira Ávila, Eloy Andrés Gomez Motos, Jonay Castro Casañas, Ernesto Salamandra, Fernando Bermúdez, Maritza Palma Lozano, Joalberths De Agrela, Elisabet Carina Basilio, Ernesto Adair Zepeda Villarreal, JG Sierra, Rita Bedia Lizcano, Purificación García Martínez, Tacho, Rosa María Bodas Pérez, Marta Molinos Abós, Fabián Luna, Daniel de Cullá, Beatriz Villar y Zambra. Artículo: Carlos Ortega Pardo. El Fragmento: Antonio Gala.
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CONTENIDO biografía
Creación
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artículo 68 - 69
el fragmento 72 F A C T U m - Revista Literaria
libros 76 - 81 5
Presentación “La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda; En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria” — Eduardo Galeano.
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Biografía
Alfonsina Storni Nació en 1892 en Sala Capriasca, Suiza. A la edad de 4 años se mudó con sus padres a Argentina, en aquel país residió en lugares como Rosario, Buenos Aires y Santa Fe. Graduada como maestra ejerció en la cuidad de Rosario y estando ahí publicó poemas en Mundo Rosarino y Mono y Monadas. Posteriormente se trasladó a Buenos Aires y fue docente en el Teatro Infantil Lavardén, en la Escuela Normal de Lenguas Vivas y en 1917 se la nombró maestra directora del internado de Marcos Paz. Storni empezó a frecuentar círculos literarios y dictó conferencias en Buenos Aires y Montevideo; colaboró en algunas revistas como Caras y Caretas, Nosotros, Atlántida, La Nota y en el periódico La Nación. Además se involucró en la vida artística y cultural del grupo Anaconda con Horacio Quiroga y Enrique Amorín y obtuvo varios premios literarios. Desde 1930 viajó a Europa y participó en reuniones del grupo Signos, donde asistían figuras como Federico García Lorca y Ramón Gómez de la Serna. Sus letras valoradas y apreciadas por la crítica por su técnica; los críticos literarios consideran que la prosa de Storni cambió el sentido de las letras y la poesía en America Latina. Su obra suele dividirse en dos vertientes, la primera donde se encuentran temas románticos y sentimentales, abordando la sensualidad y el erotismo aunque a su vez se encuentra un dejo de severidad respecto a la figura masculina; en la segunda etapa sus letras se tornan reflexivas, intensas y sobre todo abstractas. Los estudiosos literarios clasifican sus textos de 1916 y 1925 como tardorromanticos, desde Ocre se encuentran rasgos de vanguardismo y recursos como el anti-soneto. Sus composiciones reflejan, además, la enfermedad que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos. En palabras de Alberto Acereda, la obra de Alfonsina Storni es una defensa a la libertad artística e individual. Su vida y obra es un mito iconográfico de un activismo resentido contra lo masculino. Afirma que ella es un mito más; sus letras muestran a una excelente poeta del amor, una mujer luchadora por la igualdad femenina que no se la puede ubicar en el feminismo radical. En su vida y obra se entremezclan emoción, sentimiento y reflexión; su poesía
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es erótica humanamente, busca el amor, tiene vivencias y poesía de su ego angustiado que termina con el suicidio. También afirma que Storni fue feminista en el sentido literal de la palabra, ya que siempre buscó la igualdad entre el hombre y la mujer. Tuvo el coraje necesario para oponerse a la regla que exigía la virginidad femenina pero no la masculina. De aquí nació su obra Tú me quieres blanca, heredera del Hombres necios de Sor Juana. Lo mismo ocurre en poemas como Hombre pequeñito, La que comprende, Siglo XX o Veinte siglos, textos basados en la búsqueda de la igualdad real para la mujer en el medio. Se pueden poner como ejemplo además La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920), y los posteriores Ocre (1925), Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1934) y otras creaciones en prosa y teatro como un intento de lograr la libertad femenina contrarrestando la tendencia machista de ese entonces. Fue diagnosticada con cáncer de mama y en 1935 fue operada para la extracción de un tumor. Como parte del tratamiento médico se le practicó una mastectomía, la cual la afecto a nivel físico y emociona. Sus allegados describen que aquel suceso cambio en gran parte el carácter de Alfonsina, sumiéndola en una profunda depresión. Finalmente se suicidó en 1938 en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres.
Sus obras: Dos farsas pirotécnicas, La inquietud del rosal, El dulce daño, Irremediablemente, Languidez, Ocre, Poemas de amor, Mundo de siete pozos, Mascarilla y trébol, Entre un par de maletas a medio abrir y Las maneci, Teatro infantil, Cinco cartas y una golondrina, Obra poética completa.
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CREACIÓN
El resplandor Ni siquiera tuvieron tiempo de asombrarse. Ese algo que todos los mediodías aparecía sobre el edificio más alto del pueblo, eso que al principio solo algunos vieron, y que intentaron describir sin ser escuchados, estaba ahí otra vez. La noticia se fue desperdigando de casa en casa, de hombre a mujer, de mujer a niño, sonó como algo insólito, increíble. No importó la edad, la raza ni el credo, no interesó la riqueza o la pobreza, ni siquiera el frío golpeando esos rostros cansados e incrédulos. Nadie comió ese día en el pueblo, el tren no partió, los negocios permanecieron cerrados. No se supo quién lo vio primero ¿Acaso importaba? Lo que sí sucedió es que comenzaron a reunirse frente al tanque de agua. Llegaban de uno en uno desde diferentes puntos y se ubicaron uno al lado del otro, como una masa corpórea, por orden de llegada, en silencio. Preocupación, hermetismo, pulso acelerado, desconcierto, fueron algunos de los síntomas. Primero miraron hacia arriba, expectantes. Aquel ser solo sonreía sentado al borde del tanque de agua, con su ropaje claro y extraño. Y cada vez que eso ocurría, cada vez que su sonrisa se manifestaba, emanaba un suave perfume, una fragancia desconocida para ese pueblo perdido en medio de la nada. Nadie se movió de su lugar, ni se atrevió a proferir sonido. Nadie se dio cuenta de la gota que caía silenciosa marcando la tierra. Y cuando el ser sonriente, ese mediodía, se inclinó hacia un costado con la lentitud necesaria para caer en cámara lenta, muy lenta, hasta el polvo de la calle, ante los ojos azorados de los presentes, comprendieron que esa forma extraña a su espalda eran alas, y vieron el charco ocasionado por una herida que continuaba sangrando. Un resplandor lo inundó todo, y el cuerpo se desvaneció en el aire ante los ojos asombrados de los habitantes del lugar.
Rosa Lía Cuello. Cañada de Gómez, Sta. Fe, Argentina. Técnico Superior en Diseño Gráfico y Publicitario.
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dÓNDE ANDARÁS Estoy esperando de una manera lindísima tu presencia, esa fragancia que al compás de mi utopía delibera todos los sueños que están pendientes entre nuestras vidas. Te pienso, te quiero, te amo o al revés. Como tú quieras, yo te amo te quiero, te pienso. ¿Y tú? Me pregunto dónde andarás, si piensas en mí, en mis poemas, si recuerdas mi última sonrisa, si al terminar el sol su estadía por éste el rincón mío, ay mía, junto a mí estarás aliviando el insomnio de cada día. Mientras tanto yo seguiré esperando, de esta forma bonita, lindísima. Amando, amándote así no estés aquí.
Darío Alejandro, 21 años. Esmeraldas, Ecuador. Estudiante.
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Fusilamientos de la razón… Hace años que vivo en una austera habitación de una pensión humilde. El techo cruzado por durmientes de tronco y un suelo de piedra de pizarra, junto a las paredes de yeso en declive, constituyen mi buhardilla. El buró de caoba instalado junto a la única ventana del minúsculo aposento, deja ingresar la suficiente luz natural, para permitirme garrapatear mis notas de estudio y razonamiento. Suelo mirar tras los cristales, buscando perspectivas, inspiración y letras que copiar en el cuaderno de bitácora y observo las carretas transitar sobre adoquines mojados, rechinando los ejes de las enormes ruedas, tiradas por jamelgos de otras épocas ¿Por qué recuerdo cuando no existía mi personaje, qué esconde el tiempo tan apartado de mi ciclo? Fumo tabaco en mi pipa de agua (comprada en un viaje a Túnez) encendida con unas gotas de absenta, para quizá así retener en la memoria a mi estimado Poe… Tal vez él me lleve a otrora estación de trenes de carbón, hacia la calle morgue y sus monstruosos crímenes. La calleja está concurrida por plebeyos exaltados por una anunciada celebración, van a ajusticiar al librero Fausto por refugiarse entre el fuego y la luz, el agua y la razón… No ha sido fiel al dictado del reinado, no ha pagado su excesivo tributo a las huestes acechantes de caza y ha exhibido un folleto de disconformidad... Llamado el manifiesto… Los gobernantes han escupido su dictamen y juicio de condena. Hostigados por el diablo y sus amantes. Han esgrimido rápidas y silentes lenguas temerosas de amotinamiento. -Uno no puede ser uno mismo. Debe pagar un costo por cada palabra disidente. Mañana al alba será ahorcado en la plaza de la alegría… Colgará del palo mayor para escarnio de posibles imitadores rebeldes…
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A la madrugada, la multitud ya agitaba sus galas para la fiesta. Las familias se congregaban para encontrar un lugar cercano del palco edificado, para no perderse detalle, traían la pitanza en sus cestillas de refrigerio sangriento. Disfrutarían de un agradable acontecimiento en sus aburridas y cautivas existencias, que explicarían a las nuevas estirpes como especial anécdota festiva… De repente vuelven mis pensamientos al siglo XXI ¡No reconozco este desdoblamiento cerebral! Miro de nuevo por el cristal de mi ventana, doy una ojeada y veo con asombro como la gente desfila acelerada, reclutada, para un acto tan salvaje y sangriento como el que iban a realizar con Fausto, el librero de la otra época… Esta tarde, en la plaza monumental de la ciudad condal de Barcelona, hay corrida (tortura) de toros…
Agosto 2010
Kim Bertran Canut, 54 años. Barcelona, España. Escritor- Fotógrafo literario.
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eres Eres lo que más amo en esta vida: una canción, una nube, una rosa, un clarito poema escrito en prosa; una letra, una caricia, una diosa, un bello laberinto con salida; el aleteo de una mariposa, el suspiro de una tarde azulada, el rumor de una noche plateada, el jugueteo de una estrella airosa, paraíso donde el Todo y la Nada siembran hierbita suave y colorida, ensueño de espuma, espuma encantada: Lo que más amo, existencia aperlada, la bruja que tiene mi alma hechizada.
Dante Vázquez M. 34 años. México, D.F. Poeta.
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La noche seguía susurrando, el viento era escabroso, alguien esperaba en la sala, sentía su presencia desde mi habitación cerré los ojos, fuerte, muy fuerte como cuando era un niño & los relámpagos me asustaban & la canción que mama me cantaba se acercaba poco a poco, toco la puerta no quería abrir, su voz era suave, tierna & calmaba mi miedo, me levante camine despacio hacia la puerta, gire la manilla & como rayo la abrí & ahí estaba ella con un túnica negra sin rostro, me quede en silencio me pidió que la siguiera & lo hice, mientras caminaba mi vida pasaba... ella señalaba los lugares más hermosos de mis vivencias, me sentía con mil emociones encontradas seguía mirando & ella se detuvo. Se puso enfrente de mi como si quisiera decirme algo, se acercó & al oído dijo: mira tú final, mira tú ultima risa, mira a tú ultimo amor, después que lo hagas nos iremos, quise quedarme todo el tiempo posible pero era inútil, no podía desafiar a la muerte, no podía regresar a mi cuerpo, no podía volver a besar a Sofía, no podría volver a tocar el piano, hacer el amor con la noche, no podría más soñar como un terrenal. “La muerte solo es una buena compañía para salir a tomar el té, para querer regresar, para ver que la vida se ha esfumado, para tener diálogos con tu alma”.
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LA MÁQUINA DE HACER ENGAÑOS Allá arriba están quienes tiran los hilos de este teatro. Tienen horarios y estrategias para todo. De día observan y de noche actúan. Dividen a la población. La desinforman, la confunden y la contraponen creando conflictos que ellos mismos solucionan. (¿Aún no das con el nombre de la función?) Año con año hacen creer al pueblo que tienen el poder en la acción de sus palabras, de sus actos y sus propuestas. Año con año, desde que el mundo es mundo, el resultado es el mismo: todos contentos por no estar en los zapatos del otro. (¿Sigues sin dar con el nombre?) No obstante, para que fluyan los mecanismos hay que dar mantenimiento a los engranes. Rellenar los orificios y aceitar bien los tornillos de la gárgola de acero y piedra en la que ellos engendran rabias e ilusiones. Para lograrlo quitan y ponen piezas en el tablero del juego llamado vida. Siembran una muerte por aquí, una beca por allá, un programa de apoyo por acullá, una redada por acá…dicen cómo, cuándo y dónde hacer que el por qué se convierta en el quiénes dejando al ciudadano sumido en la incertidumbre. (¿Nada, ni una pista del nombre?) Reparten hambre por todo el país, secuestran las ilusiones y después piden rescate. Te invitan a entrar y una vez dentro cierran la puerta por fuera, tirando la llave al mar de sangre que es la calle. (Vamos, sé que sabes quienes son, donde viven y como se llaman…) En días soleados organizan manifestaciones falsas y plantones fantasmas, en días nublados inyectan a la ciudad de gripe y depresión. Uno muere en el trabajo para que ellos vivan en la gloria, alimentamos su ego y su tiranía. No importa cuántos años pasen, ni sus colores, ni sus siglas, ni sus bigotes o escotes. Todos buscan lo mismo: ganar sin perder. A estas alturas qué más da si no tienes el título de la obra ni de sus personajes, pierde cuidado (mañana los verás de nuevo. Paseando su orgullo e inflando los cachetes por no ser parte de la media nacional). Ten por seguro que al menos una parte de ti querrá ser como ellos. Y tal vez lo logres, recuerda que llegaron ahí haciendo lo que bien nos enseñaron desde pequeños en la escuela, en la iglesia y en la casa: a mentir.
Elvira Ávila, 27 años. Xalapa, México. Estudiante.
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LAS DICTADURAS RESULTANTES Todavía recuerdo al ya ex ministro de finanzas griego en una aparición fugaz en televisión exclamar, con tono de súplica, cómo Europa era capaz de permanecer impasible ante la situación extrema de un país “en el que el tercer partido más votado es nazi”, decía. “¡Ah, Las dictaduras!”, pensé. ¿Cómo puede ser que pueblos enteros se echasen en manos de semejantes carniceros, asesinos, ladrones y tiranos sin par? Los historiadores tenemos la tarea urgente de volver a analizar este fenómeno, del que ningún continente del Mundo (excepto, quizás, Oceanía) se ha visto libre. En Europa recibe el nombre de “Fascismo”, por el paradigmático ejemplo de la Italia de Mussolini cuyas milicias afines eran llamadas “fascios”. Pienso que filósofos como Ortega y Gasset hablarían del triunfo del “hombre-masa” para explicar este fenómeno político. Se trata de una visión suculenta que nos habla del abandono de la propia voluntad de los ciudadanos y ciudadanas a manos de un líder carismático que sabe decirles lo que quieren oír mejor que nadie. Ese “qué quieren oír” es lo que más me preocupa. Por otro lado, la propaganda a favor del régimen juega un papel fundamental. A todo ello habría que añadir un cierto sentimiento contagioso de frustración por un determinado acontecimiento económico, político, histórico en definitiva, que hiere el orgullo patrio. Y todo ello sin olvidar el apoyo recurrente de las burguesías nacional e internacional, cuando no también de la Iglesia.
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Aquí me gustaría hacer una apreciación al hablar de los regímenes pos dictatoriales: Considero que no se deben sobrevalorar las democracias reinantes actualmente, pues es éste un hecho muy frecuente en países que han pasado por dictaduras de una dureza y duración extrema e interminable, como ocurrió en España con el régimen franquista: 40 años de infierno, este sí, inolvidable. ¿Y por qué critico también la transición democrática? ¿A dónde nos ha llevado? A unas generaciones de españoles oscuramente amnésicas, gracias, por ejemplo, a la aprobación en su día de la “Ley de amnistía”, o al incumplimiento de la disposición constitucional que deroga todas las leyes del régimen franquista. A una clase política que se ríe de la ciudadanía, mientras la clase trabajadora es explotada e infravalorada según sus capacidades. Hemos de encontrar nuevas soluciones para nuestra libertad. ¿Cómo? Pensando: “Pensar es una actividad del cerebro como caminar es una actividad de las piernas. Percibimos el pensamiento, el espíritu, de una manera tan sensible como percibimos la marcha, nuestros dolores, nuestros sentimientos. Sentimos el pensamiento en tanto el hecho subjetivo, en tanto que proceso interior” (J. Drietzgen).
Eloy Andrés Gomez Motos.
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Crónica de una crónica -Cada vez que me siento a escribir una crónicaCada vez que me siento a escribir una crónica, el grado de tentativa, aumenta sin querer la expectativa. Expectativa del asombro, del sombrero arrojado al viento, de los himnos y de las ovaciones, de los aplausos de concierto. Cada vez que me siento a escribir una crónica, no preciso deshojar mis tragedias silaba tras silaba, ni ahondar en la más miserable de mis estadías en el infierno -de cualquier tiempo pasado-; y sin embargo siempre acabo despertando bajo el mismo sol, alumbrado por la misma histeria, sin dejar ni rastro, ni la más mínima huella en otra tierra nueva, en donde grabar mis pasos, con algo más que no sean dos vasos de militante perpetuo, por el recuerdo de unos huesos morenos manchados de sangre, y hechos carne, a principios de Enero del siglo pasado. Cada vez que me siento a escribir una crónica, aguardo a pie de página el resguardo de la vida de cualquier ciudadano, con el pretexto de no hallarme más en rubrica o escrito alguno, y así poder vagar como otro ser humano en una noche vacía dentro de una casa sin muebles, y sin el menor confort de la distancia de los otros, desconocerme. Cada vez que me siento a escribir una crónica me supongo como un caballero elegante, escribiendo estrofas sobre una piedra de terciopelo negro y rimas mal sonantes; Y sin quitarle ni una prenda, ni un mínimo mechón de pelo a la rutina de la perseverancia, aguardo; hasta que quizá suceda el milagro de no escribirme más, o hasta que el sucedido sea algo más brillante, que lo que se comprime en mi lengua y no alcanzo a verbalizar. Cada vez que me siento a escribir una crónica, me imagino despertando de este horrible sueño de saberme tanto; Despertando como si un balazo rebotara de lleno en mi sien, y que al reflejarme en el espejo que decora un apartado de la pared de mi cuarto, no me reconozca al mirarme en él, ni vuelva a saberme de memoria, ni a tocarme con el mismo tacto; En definitiva, despertando, sin romper a llorar o lloviendo a cantaros, qué más da si sobre una campiña remota y salvaje o sobre un arenal iluminado por un relámpago. Despertando, al fin y al cabo, despertando, como una semilla esparcida por el viento, sobre la virginidad de una hoja en blanco.
Jonay Castro Casañas, 35 años. Tenerife, Islas Canarias, España.
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Barahima Sentado en la barra del Barahima acompañado de una voluptuosa dama y de música que hiere a los corazones cobardes. El humo del tabaco entra en mis ojos desvalijados. Ella, atenta cree que lloro por alguien, por Dios, por el diablo, por el mundo. Ella no sabe nada. Me siento un alienígena en planeta inerte y bebo, y bebo. Quizás así despierte. Las mesas van quedando vacías mientras yo bailo en una nube respirando fantasmas de mezcal. Las horas se escurren tibias por mis pies, el olor a deseo entre ella y yo fluye ahora más evidente. Jugamos a ser vírgenes aunque apestamos a sexo. Los labios se nos hinchan de lujuria, los corazones vapulean nuestras almas y los genitales son imanes. Parece fanática del juego azteca por cómo me golpea con su cadera
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¡Oh Adán gracias por tu costilla! Penetraciones directas a su esencia con chorros de amor improvisado. Cerámica de blancura aburrida, artesanía hecha pedazos. Mujer ante el hombre inerme, yo un hombre por el pecado tentado. Me voy mientras ella duerme, aún no estoy cansado. Camino sobre la avenida, con suerte habrá otro bar en la próxima esquina.
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Busco Me pongo a pensar en cada belleza femenina austera que conozco José Carlos Becerra.
Busco a la mujer jaguar que devore mis pecados, quiero que me enseñe a cazar ángeles. Busco a la mujer paciente que saque a pasear a mis diablos, que los pueda dominar incandescentes. Busco a la mujer de sangre dulce que no le tema a las heridas, que usemos sus terrones rojos para endulzar el café. Busco a la mujer suicida, a la niña elemental que sea espuma oceánica y flama escarlata, que sea mensajera del viento y santa raíz en la tierra. Busco, pero no encuentro. Quizás debo permanecer de pie y morir, esperando, como los árboles.
Ernesto Salamandra, 25 años. Distrito Federal, México. Escritor.
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Y DORMIMOS El sonido de tus cuerdas vocales La dulzura de tu canto. Parecieras quimera en el fundo del mar, Al cerrar los ojos observo poliedros Girando. Trastornas mi juicio Sin prácticas supersticiosas Abro los ojos, los calabozos se Abren. Tus labios y tu cintura, El croquis de tu cuerpo, Un cuartel militar ardiendo. Me lees un cuento al oído Y los dos caemos, poco a poco, Descendemos, te recuestas En mi pecho y dormimos.
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Cartas a Sofía Quisiera levantarme por las mañanas & lo primero que viera fuera el paisaje & las brumas de tus ojos, quisiera quedarme cada día, cada hora o cada luna llena entre tus besos, contigo quisiera besos mojados, besos tronados, empapados o secos cómo el desierto. Contigo todo, contigo a brisas & a mares, contigo todas las estaciones & en la muerte seguiría igual, la eternidad va primero con nosotros que esta realidad. Por lo que sea, por tempestades estamos, por minutos te pienso, por tempestades te extraño, en mí vida o en la de otro te miro, te deseo, te requiero. Sólo pienso que tú amor entra & sale, regresa cada vez que le place, cada vez que me necesita, me haces frío cuando vas de mi cama al silencio, me haces tinta cuando no hay más letras, puede que tú amor no sea tan efímero cómo el tiempo, puede que nos conozcamos más en pensares que en persona, puede que te quiera a gritos & nuestros silencios nos hagan segunda. Te adoro por todos los segundos que han pasado, por los que vienen en tú ausencia & por los que no conozco. Quiero un beso tuyo aunque sepa ausencia, soledad & vida, quiero tenerte en un desfile de agua en cualquier rio, quiero tenerte entre mis letras & que crezcas en los bailes, hacerte eterna cómo mereces, cómo me encantas, sublime, sin prisas, odiosa & renegada. Te quiero a besos a prosa o en mentiras, te quiero en cualquier presentación, fría, cálida, al tiempo o ardiendo, te quiero en mis besos o en mi cuerpo, en un adiós o en un hasta pronto, te quiero dentro & fuera de mi vida pero te quiero, lejos o cerca pero nunca fuera, nunca sin verte, sin soñarte o tocarte. Siempre latiendo dentro de mí así te quiero vida mía, sin miedos, con lo que se presente al final siempre te quedre más que ayer, un menos que antier & más aún en las primaveras por venir. “El amor es un oasis, con silencios, reflejos, muertes, reconciliaciones & sólo a veces séase fénix.”
Fernando Bermúdez, 23 Años. Chiapas, Mexico. Escritor, Fotografo y Poeta.
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V Mientras tejes unicornios, iridiscentes conejos retozan en el oscuro amanecer del silencio donde te encuentro y despido antes de abrir las ventanas. VI En cada rincรณn de ti suspirar un verso anhelo. VII Donde quiera que me encuentre imรกgenes de ti evoco: vuelas en mi mente, libre, impregnando de tu polvo nichos fantรกsticos cรกlidos, almohadas de aire astral.
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Fuego de palabras Absurdos ideales natos riegan sangre en campos en nombre del amor y el cielo matan mis dos manos, manos que no son de nadie, son de un pueblo vago, vago, lleno de injusticias y terrores falsos.
Mueren, lloran y desgarran letras por montones temen no haber disparado a otros corazones. Viven, luchan y reniegan por la buena vida piensan, cambian ideales y venden certezas. Mienten, muerden muchas mentes y hieren sus almas juegan a ser como el diablo vestido de santo. Rezan, corren y profesan ser fieles y humanos salen nos dan las espaldas, nos llaman hermanos. Suben, les gritan, les aplauden cuan si fueran grandes giran, sonríen a medias y van a sus casas, casas donde manda un arma, un billete y nada, nada, nada más que encantos que atraviesan llamas. Llamas, llamas hechas juego con el cuerpo de otros cuerpos, cuerpos que un día fueron testigos de otros, otros, otros que creyeron igual que nosotros que entre la vida y la muerte sobraba este odio; odio, orgullo del débil, desgarro del pobre, pobre, pobre cuerpo humano cansado de todo.
Maritza Palma Lozano, 19 años. Colombia. Periodista y escritora.
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Me despierta el alba, quien me lo diría que tu hermoso rostro contemplar pudiera no, no eres fantasía, es mi realidad. Entre blancas sabanas a medio cubrir descansas el cuerpo delinean tus formas, las puedo admirar mientras tú mi amor ni cuentas te das. Despiertas en mí tantas emociones hay deseos locos de besar tu boca recorrer tus calles, pintar las caricias sentir que me abrazas, estrechas, asfixias... Suspiro profundo, se me ha hecho tarde tengo que marchar. Con mucho cuidado apago la luz grabo en el espejo la pequeña nota: “Cariño, observa tu espalda marcadas en rojo te deje mis huellas quiero agradecerte por las emociones de cada mañana, al contemplarte... desnudo entre mis sabanas blancas”.
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Apocalipsis literario Recién me había enterado de la cruel verdad: Molly me engañaba y siempre me había engañado con ese tal Boylan, aunque yo sabía que tampoco estaba en una posición en la cual pudiese molestarme. Mi misoginia me hacía repudiarla, yo lo sabía, mi mente no era suya, mi cuerpo tampoco lo había sido, pero mi corazón sólo le pertenecía a Molly desde ese día en el que me había dicho “Sí dije sí quiero sí”. Sin vergüenza y completamente honesta esa mañana mi mujer me lo contó todo, desde las cartas que se enviaban el uno al otro hasta aquella dimensional diferencia que había entre mi precaria potencia sexual y la maravillosa habilidad afrodisiaca del maldito Boylan. Mientras ella hablaba yo solo la miraba perdido, encerrado en mis pensamientos y en distintas formas brutales que me llevasen directo al mundo de Hades. Una vez ella terminó de hablar yo tenía visiones ancestrales de sus dos cuerpos muriendo parcialmente, mientras yo trabajaba o bebía hasta desfallecer con mis conocidos. El hombre que alguna vez había sido nombrado como Leopold Bloom no era más que un muerto viviente víctima del engaño y el desamor. Borrado, en mi locura, tomé una hoja de papel y escribí a Stephen que si deseaba encontrarme podría verme colgado durante la noche en algún árbol de Merrion Square. Salí de mi hogar sin decirle nada a Molly, probablemente ella decidió no detenerme porque sabía que me encontraba viviendo un choque cerebral demasiado implacable. Fuera, las calles estaban rodeadas de extraños ¿si la mujer con la que había estado durante años era una completa desconocida por qué el mundo no sería también un mentiroso hombre invisible? El primer lugar al que me dirigí fue al bar de Davy Byrne, lugar que vino como anillo a mi dedo con respecto a la situación en la que me encontraba; en el sitio le pedí a Flinn que me trajera una botella de cualquier cosa que pudiese matarme, al irse de regreso estuve mirando lujuriosamente sus piernas con mi boca llena de saliva y mi espíritu roto en pedazos. Con la botella en la mesa comencé a beber con desenfreno sin pensar nunca en nada que no fuese mi odio hacia Marion y su terrible falacia. Del interior de mis demonios surgió una figura que se sentó a mi lado, era nada más y nada menos que Marta Clifford quien me miraba tiernamente con una carta en sus manos. Marta y yo teníamos mucho tiempo compartiendo ese secreto romance de correspondencia que usaba en mis momentos de desespero para
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masturbarme, pero mi vida estaba lo suficientemente roída como para recibir el papel y leerlo. Tomé las palabras de sus manos y frente a sus ojos las rasgué, su mirada expresaba una sorpresa non videtur, y sus ojos se transformaron en ríos de sangre cuyo dolor yo no percibía. Las mujeres son basura, borran de la vida a los hombres de la vida y sufren los infiernos con los hombres del infierno. Agarré su mano como si fuese la pata de un novillo y la halé fuera del lugar en una dirección desconocida. Una vez la tuve en cualquier hotel de Dublín, la tiré sobre la cama y en ella descargué mi ira, todo mi odio hacía las mujeres fue lanzado sobre ese cuerpo femenino que gritaba y sollozaba con confusión. Su visión se desvanecía como si todo en ello se hiciese nocturno. Su lengua inmóvil se sometía ante mis desgarres. El amor que alguna vez la llenaba de una profunda entrega mía fue destrozado, como mi orgullo durante la confesión de Marion. —Adiós mujer, adiós súcubo insaciable del bosque asfaltado – esa fue mi última frase antes de dejarla sola y sin vida en aquel recinto. El señor Hyde chirriaba sus dientes en las calles de Dublín en busca de otra víctima para un atroz acto teatral. Entré a otro bar como un caníbal y viendo las piernas de otra voluptuosa mujer pedí nuevamente una botella de cualquier cosa que pudiese matarme, esta vez sin la suerte de encontrar una ninfa desesperada. Bebí, bien lo sé, bebí hasta quedar vacío finalizando mi jornada con una mesa de tres botellas sin contenido y diez cervezas que yacían en mi interior. Según puedo alucinar, estaba a punto de quedar inconsciente o iniciar una pelea a muerte con cualquier Orión que se atreviese a hablarme. —Leopold ¿qué te ha pasado, hombre? – escuché decir al posible rival que no era otro que Stephen, quien llevaba bajo un brazo un libro de medicina y en el otro el cuento de navidad de Charles Dickens. —Que el mundo es veneno, que la muerte es mi camino, que el cielo… El cielo, eso era lo único que podía ver dentro del bar, mi conocimiento del mundo era vago, y atorrantemente escapé de la charla. Como había ocurrido el día anterior en el que había perseguido a Stephen en una borrachera, esta vez era él quien corría tras de mí para tranquilizarme, mientras yo tenía visiones de muertos y fantasmas del pasado. —Pobre Rudy, desgraciado muchacho, discúlpame por darte el dolor de saber que tu madre
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no es más que una perra en celo – susurraba al oído de mi hijo una vez quede tirado en el suelo ahogándome en el olor de mi vomito. Stephen cargó mi cuerpo hasta la torre dejándome dormir. Oscureciendo la tierra, volví en mí y sin decir una sola palabra me fui con pasos de seda a Merrion Square. Allí seleccioné un árbol en el medio del lugar y comencé a armar el nudo de la cuerda que colgaría mis penas. Una vez listo sólo hacía falta saltar, antes de hacerlo me despedí de Milly, de Molly, de Rudy, de Stephen, de la vida y al hacerlo solo caí sintiendo el toque del suelo. La cuerda estaba en llamas, los árboles se quemaban por doquier, del suelo se abrían grietas y de las mismas brotaban palabras como pájaros que anunciaban el día del juicio. Era el fin del mundo, todo en nuestra Dublín desaparecía en cenizas divisadas por la marca maldita que flotaba en el cielo, y Dios no quería dejarme morir, quería obligarme a seguir sufriendo los castigos de Marion; nunca permitirme correr de la ficción sin antes dar fin al inolvidable Ulysses. Y mientras esto ocurría, se seguía quemando el libro que el señor Coelho había lanzado a la fogata para calentarse un rato.
Joalberths De Agrela, 20 años. Venezuela. Estudiante.
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Hoy te necesito Hoy te necesito dulce como fruto maduro jugoso derramándote en mis labios jugueteándole a mi lengua mansa al deguste del arrope de tus besos… Hoy te necesito sutil con filtro de malla muy fina para retener la pulpa y las semillas de tu verbo rudo y beberme el zumo de tus palabras afables. Hoy te necesito un poco cursi acicalando mis oídos con lenguaje sensiblero –enamoradizoconvidándome a una danza, suave, pausada vistiéndome de flores alumbrándote de velas. Hoy te necesito de carne y hueso cálido, cercano, más humano sin batallar la palabra sin polemizar lo cotidiano Hoy te necesito sin vallas, sin muros que te alejen, que nos alejen Hoy te necesito.
Elisabet Carina Basilio, 44 años. Cañada de Gómez, Argentina. Profesora de Lengua y Literatura.
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SOBRE LA MUERTE a. Yo jamás supe lo que era la muerte… jamás entendí lo de los óleos y las lápidas, y los ángeles que lloran desconsolados porque se les mete no sé qué en la cabeza; y de allí no salen, no regresan… Jamás entendí los funerales ni las velas, ni el amargo grito que busca ahogarse en la almohada, siempre un día después, con el arrepentimiento de las flores en conserva… ¿Qué es la muerte en realidad? ¿Qué es esa larga ausencia de algo, esa cuenta regresiva que no acaba de saber cómo recorrer el infinito…? Jamás entendí eso de la muerte, la larga despedida de la infancia y la vejez, lo del descenso a la fosa. ¿Por qué diablos no germina esa santa semilla que le entregamos a la tierra?, ¿por qué no da fruto si la regamos día tras día, cuando recordamos que estamos solos?
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b. No hay nada más terrible que un muerto, no hay nada más insoportable que su fría mirada desafiando no sé qué de la naturaleza; sus labios secos que buscan besarnos y no se acaban de atrever, su rígida espera de un abrazo, su quieta pasión por el mundo. No hay cosa más terrible que nuestros muertos; nos esperan todos juntos para cenar de nuevo, para beber y emborracharnos, fumarnos los pulmones con porros de hierbas de sanatorio. Ojalá desaparezcan esos muertos, que su polvo se agote, que su nombre se borre, que no sigan metiendo sus agudos dedos en la carne. Ojalá se aniquilen definitivamente y que la santa muerte no les suelte las manos.
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NACIMIENTO DE MINERVA E. Odemaris Hace un tiempo que te he visto mujer, madura bajo el frío de la tarde, clara e inmensa, los dedos firmes, alta la sombra sobre la que andas como un sátiro bañado en oro, y te reconozco, ¡miro a través de ti! Tu cuerpo apenas contiene los años que en la caricia del seno el viento osa, una extensión del follaje es la pulcritud áurea de la corteza fresca que trepa a tus piernas. Descubro la levedad de tus ojos encenderse, lo femenino arrebatando la carne que la niñez consumida deja; escucho tu voz, conozco las mismas palabras; anda, ¡enfrenta al mundo!, ¡aclara la voz como un jilguero de fuego! Los nombres se estremecen en tu boca, frágil el pulmón extendido se deleita en la garganta, y tiembla todo el cuerpo con su sed primitiva, ahora que duermen su siesta las muñecas y que tus manos dibujan sobre el aire el contorno de un hombre desnudo.
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Mira en mis ojos el reflejo de tu rostro: hay un estanque de mineral sangre del que bebe la tierra; y si acaso la luna señala las veredas que trazan los espesos bosques de la soledad, no temas al peso de Ícaro que aprisiona el pecho y el suspiro, bate las alas hasta que la sangre brote. La mañana se ve arrebatada por el día, mira la corona del disco solar ascender, mira la noche tragarse hasta la última estrella. Bien, mujer, ahora es la duda la que habla, la insatisfacción y el celo de buscar la belleza, es la alumbración del arpa de Minerva que llega a las falanges recién descubiertas; no preguntes por mí, sabes que duermo en silencio sobre los galeotes que atestan el Leteo. Una lágrima cae hasta el borde de tus labios, la búsqueda interminable que es tu nuevo nacimiento al mundo te llama a ser honesta contigo misma: eres espiga incandescente en las manos de un titán.
Ernesto Adair Zepeda Villarreal. 28 años. Texcoco, México. Economista.
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El moledor de sombras
No sé hasta donde sea necesario caminar para encontrar la luz. Las sombras lo cubren todo y hay hacia adelante una especie de callejón sin salida, pero aún así continúo mi camino y por nada del mundo detengo mi marcha con la obstinación de quien piensa superar cualquier obstáculo que se le presente. A veces, por no decir que casi siempre, la lluvia de sombras suele ser una espesa cortina a la cual uno se pega como rémora si es que tiene la decisión de esconderse de alguien que lo persigue con la obsesión de quien sabe que detrás de esa niebla de oscuridad puede estar el perseguido. La bruma, sin embargo, es por momentos tan espesa y cerrada que me siento tan seguro de caminar aún con esa repentina ceguera que seguido me obliga a trastabillar y casi me induce a caer sobre el frío y húmedo pavimento. Junto a las sombras se desliza también el muro del silencio al cual es necesario derrumbar con un esfuerzo de voluntad para no quedar atrapado entre estos dos fenómenos a cual más de intenso y mordedor, por ello elucubro entre estos callejones sombríos en busca del mejor y más certero ataque que me permita salir de esta situación de penumbra y escapar del asedio de mi perseguidor. Hay en el camino también un sinnúmero de obstáculos que en mi afán de soslayar voy intentando atrapar tan solo con mis manos pero fallo constantemente en mis intentos pues se escapan como si fueran volutas de humo que desaparecen en el mismo instante en que quiero tocarlas.
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Hay en mi camino dos elementos disuasivos que no me permiten continuar libremente mi andar, éstos se nutren también de innumerables y aun de variadas formas y se mimetizan en ellas para esconderse de mis furtivos y endebles ataques. Así, las sombras y el silencio se ocultan de mí para persistir en mi debilitamiento y en la destrucción constante de las mínimas fortalezas en las que me guarezco; pero a pesar de todo ello sigo hacia adelante con sólo un objetivo cierto: destruir el embate obsesivo que me cerca desde los cuatro puntos cardinales y sé, y estoy muy claro en eso, de que la única forma en que será posible conseguir la victoria sobre este enemigo, que ahora me rodea con el mayor contingente de sus fuerzas, es que tengo que reunir un caudal enorme de fortaleza espiritual que finalmente me permita conocer la mejor forma de combatir a mis enemigos. Por eso, vuelvo sobre mis pasos, reconstruyo el pasado y me animo a abrir el baúl de la historia donde conservaba todas las armas con las cuales podré sacudirme todas las entelequias que provienen de los enemigos que me cercan, de esa manera voy destruyendo todos los instantes de sombra y el tiempo inmemorial del silencio que cubrían mi vida; así, como si fuera un poderoso molino, muelo a mis enemigos hasta reducir a nada las sombras y el silencio que por tanto tiempo me mantuvieron bajo férreo dominio.
JG Sierra. Sonora, México. Bibliotecario Jubilado.
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Hermanas Sordas mariposas viven mueren como la tarde al desaparecer el sol Anhelos de libertad sin pertenencia Mientras lloran lágrimas de rabia crucifican el silencio entre hierro retorcido Avispas, serpientes, ratas repulsivas entierran el vuelo de una mirada Ascienden, resucitan en espuma luminosa Deshojan los años el recuerdo persiste de voces es el mundo ¡Minerva! ¡Teresa! ¡Patricia! Un Santo, en Domingo Cegados ojos oídos abiertos.
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Revolución
Amordazadas ideas viven en desacuerdo Una a una discute su veracidad sin llegar al soborno ¿Partidos políticos? ¿Asociaciones mezquinas? Careo constante del pueblo y el opresor.
Rita Bedia Lizcano, 42 años. Monterrey, México. Escritor.
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Katiuska Perennis
Su voluptuosidad desnuda parecía inalcanzable bajo el velo nupcial. Katiuska lo levantaba despacio, mostrando su cuerpo nítido y cercano. Él, como en un sueño, vivía su noche de bodas con la única mujer con quien desearía repetirla. Clavando sus caderas en las del otro, se abalanzaban sobre la cama como ensortijados dragones de fuego. Entrelazando sus piernas, acariciándose a voluntad sin imponerse fronteras y jadeando al unísono cual máquina de vapor, se embestían rítmicamente buscando el clímax y cuando lo encontraban, lloraban al universo lamentándose de placer como si no pudieran soportarlo. Y luego el reloj de la vida se retrasaba porque, tras el accidente, él tenía amnesia y no recordaba su matrimonio con Katiuska ni que la había aborrecido totalmente. Tampoco se acordaba del largo divorcio ni de la mujer con la que se marchó después. No podía retener recuerdos en su mente por más de veinticuatro horas. Así que cada día comenzaban de nuevo y Katiuska, como en un sueño, revivía su noche de bodas con el único hombre con quien desearía repetirla.
Purificación García Martínez, 33 años. España.
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Te extraño Te extraño, como extraño aquellos días cuando era un niño perdido en la imaginación de cuentos fantásticos, jugando en aquellos parques de los veranos interminables donde tan sólo importaba ser feliz con aquellas aventuras irreales. Te extraño como los ancianos extrañan los tiempos de su juventud eterna, mágica, olvidada, donde caminaban en playa giron. Te extraño como las madres extrañan a sus hijos después de una larga jornada de trabajo. Te extraño como es extrañar al primer amor después de una larga ausencia dolorosa, silenciosa, perdida en la conciencia. Te extraño como extraño la inconsciencia que sentía en mi ser y no pensaba tanto olvidando la razón escuchando más al corazón. Te extraño, simplemente extraño verte, sentirte; oler tu esencia enigmática e inconfundible, extraño sentir tu compañía junto a la mía mientras todo se apacigua clamando las aguas de los mares de oriente. Extraño ver aquellas curvas de tu ser, aquellas que me vuelven loco; extraño aquellos días lluviosos cuando te tenía en mis brazos y con poesía decía te amo. Te extraño como las galaxias extrañan a las estrellas después de su existencia; te extraño como Peter Pan extraña a Wendy, como el escribidor extrañaba a Julia, como Diego extrañaba a Frida. Te extraño como los italianos, franceses y el mundo extrañan los tiempos de arte, paz y fraternidad sin hipocresía. Te extraño como Neruda extraña la poesía, como King extraña el blues y Elvis el rock; te extraño como extraño a la vida y aquellos sueños despierto llenos de fantasía, te extraño como Mozart, Cabral, Marley extrañan la vida. Simplemente te extraño, pequeña nimbus de mi amor.
Tacho, 22 años. México. Eºstudiante de Licenciatura Comunicación y escritor.
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-¿Qué letras? ¿Qué dicen? No veo, dime. -La razón de por qué tu libertad es negada: tus desconfianzas, mentiras, vicios, miedos, violencia, odio celos, desconfianza a ti mismo, miedo a soñar. -Dime que dice aquella placa que está situada arriba de mí en la que las cadenas están soldadas. -Dice lo que tú solo decidiste sin importarte nada ni nadie: “ tus propios errores te hicieron perder el amor tus errores son los causantes de tu propio exterminio”. -Perder el amor… Yo sólo quería ser feliz, pues tú solo causaste lo contrario. Mírate como siempre pensando en ti, solo en ti. Egoísta. El silencio inundó el lugar, un frío fuerte y secó pegó en mi rostro, algo había pasado. -¿Qué pasa? ¿Qué me sucede? ¿Qué hago? Solo quiero vivir y amar, solo quiero ser feliz. -No pidas algo que ya no tiene sentido, ya no tienes que recordar, ya se ha ido. -Déjame, solo quiero luchar. -Pero ¿para qué? Ya has perdido. -Cállate ¿hasta cuando estaré aquí? ¡Déjame ir! -Siempre estarás así encadenado, entiende ni siquiera nadie sabe lo que te ha pasado ni familia, ni amigos, ni ella, nadie. Tú causaste que nadie ni siquiera se preocupara por nosotros. De repente la tristeza no dejaba de aumentar, más una pausa se creó no había nada más que yo limpio y sin cadenas ni heridas, libre. Mi rostro empezó a sonreír, una sonrisa de fe y de ilusiones y otra oportunidad. La única voz era la mía. No paraba de sonreír y dar gracias pero cuando pensé que todo había terminado mis ropas se desgarraban poco a poco, las heridas abrían, mi boca y pies sangraban, la luz se disminuía cada vez más, intente correr y escapar llegar a la luz cuando tropecé tan duro que la sangre empezó a escurrir por mi frente seguía encadenado otra vez mi libertad y mis ganas de vivir eran arrebatadas ¿Por qué? ¿Por qué? La risa pesada y burlona de nuevo, todo se ha: ido la ilusión se desvaneció y tu ríes, riendo solo dijo: -Ahora sabes que sentí cuando de la nada todo murió, todo se acabó. Has muerto amigo mío, ya no luches hemos muerto. De la nada un gran shock sentí voces retumbaban mis oídos pero me encontraba tan aturdido que no lograba entender nada, mis ojos empezaban a abrir, la luz era deslumbrante solo llegaba a ver borrosas siluetas; a mi alrededor todo se empezaba a aclarar. -¡Es un milagro! ¡Está vivo! -¡Felicidades doctor! Me situaba en un hospital, traté de moverme, ninguna atadura me lo impedía pero me sentía más encadenado que aquel calabozo, mi fuerza poco a poco volvía a mí. -Doctor se mueve, se mueve, no cayó en coma. Me sentí con fuerza suficiente para respirar, el aire recorría mis pulmones con una frescura inexplicable, vi mis brazos y arranqué los sueros violentamente; aparté a todos de mi, trataron de agarrarme, vi la puerta y no lo pensé dos veces corrí hasta alejarme de aquel sitio; quise ir a casa, todos estarían preocupados buscando, pensé pero cuando llegue me di cuenta que ni siquiera mi ausencia habían notado, corrí hasta no poder. Quería verla, quería amarla, quería abrasarla demostrarle que aquí seguía esperándola ,que quería estar a su lado; la vi a los lejos pero nada había pasado, todo seguía igual sus ojos expresaban enojo y desconfianza y ella que ya todo había olvidado, ya no era nada para ella; todo seguía igual nada había cambiado, seguía sintiendo esa gran presión pero mis pies y manos limpios estaban sin cadenas pero yo ahí las sentía, más fuertes que nunca. Intenté, llorar, gritar pero todo fue nulo, por fin había entendido lo que en mi propio calabozo, mi sentir me dijo estaba muerto, mi sentir había sido eliminado y esa voz, mis sentimientos el que nunca dejó de luchar por fin se rindió. El vacío inundaba mi cuerpo, un cuerpo que tan solo ya era algo vacío, solo roto y sin sentido el único recuerdo son estas cadenas que siguen conmigo, el sendero de este irónico camino, cadenas tan fuertes tan pesadas tan reales.
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No es consuelo el dolor del otro, ni consuela la dicha del vecino Si es dicha, te corroe que alguien pueda y tú no. Si es dolor, no es justo consolarse con las desgracias del vecino porque a fin de cuentas a ti, no te sirven de nada. Así conseguimos tirar “pa’lante” sin, de verdad, conseguir nada. No es envidia, no es maldad, es la moral que baja a los suelos y no acierta a levantar. Hunde las ideas, las fuerzas y las posibilidades de alcanzar una meta. Meta, que es la misma de todos. Sobrevivir. Al día a día, a las necesidades, a las obligaciones y a la tranquilidad de vivir en paz. Claro, lo difícil es mantener eso toda la existencia. Cuando no llueve por un lado, nieva por el otro, cuando no, el viento levanta murallas y el mar hunde hasta la miseria. Así, ¿qué es lo que se puede hacer? Nada. ¡Frustrante! Solo podemos esperar y esperar y esperar a que todo nos pase sin dejarnos atrás. Atrás nos dejará la desdicha y vendrá la calma, luego volverá la desdicha y se irá la calma. Y así hasta el momento de morir. Entonces y solo entonces tendremos la paz. En consecuencia, quitando los años de niñez y ¡no todos pueden decir eso!, realmente vivimos en una larga agonía. Agonía que en los momentos felices se disipa y nos hace soñar que toda la vida es felicidad.
Rosa María Bodas Pérez, 57 años. España.
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Ishtar y la Oquedad de los Cuerpos Tu aire ausente me castiga eres como un huracán que se agarra con fuerza a mi voz. Mi corazón es ahora un constante grito fúnebre de tambores. Soy sonido enlatado en esta noche parpadeante y en esta melodía en ruinas se cierra mi sexo y no por eso ya no existes. Yo creí que estar muerta era esto, pero siento demasiado dolor. Voy a obligarte a callarte en mis versos, voy a tragarme tu noche como un falo de cenizas sin sigilio. Y voy a convertirme de nuevo en aquella niña desventrada y demasiado breve que se dejó besar en medio de la nada. Porque todo lo que empieza termina justo ahí.
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Mis recuerdos buscan un refugio ahora en los monstruos que han sabido darte en mente lo que yo no he sabido darte en cuerpo. Los defectos que ahora nos desgarran son un regalo devuelto de mi antro que soy yo misma que llagan el tiempo que no se corre en mi búsqueda. Quise leer la poesía que felabas sobre nuestra cama. Escribir como se comparten los actos de amor. Tu reloj se paró antes de mi primer verso y me hizo pensar que quizás esta oquedad debería tener alas.
Marta Molinos Abós, 33 años. España. Animadora Turística.
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Nos volvemos aroma Clandestino, voraz Toco tu cintura, un Aro de fuego. Se abre la carne, Dibujas con tu boca, Un león, un perro, Un manatí. Fuera de control, Cúbreme, mueve tus Caderas espectralmente. Y en el silencio gimotear, Lamiendo la geometría de Tus pezones Nos volvemos aroma, Tu vulva susurra poemas, Gotea como nube cargada. En el incandescente espacio Se mezclan nuestras salivas. Destrozamos la mañana, la Tarde y la noche. Y nos corremos, cristalinos Como el agua, que llega a Los ríos, grietas y lugares Ocultos Quitarnos el disfraz de cobardía, Ponernos la capucha y encender Nuestros corazones que son bombas De relojería…
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Te quitare las bragas El magma fluyendo Desde nuestro interior En forma de lava Mas tremendo que Cualquier pasión Ardiente. Cristales reventando En edificios que encarcelan A la gente. Frente a las napias De los esclavos, declaramos La guerra a esos putos Bancos. Pero a menudo el magma se enfría Y solidifica en condiciones Subterráneas, rocas ígneas. Esta tarde volveré a verte, te Quitare las bragas, incendiando Esta realidad artificial. El basato, la andesita y la Obsidiana, serán testigos Mudos de nuestro amor
Fabián Luna. México.
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VE, VOTALE Y CAPALE
Al querer un maniatado politicastro Que le hiciera un verso sobre la legitimidad Me paré sólo en esto, y quiero Más de tejas abajo y de Jumentos: “Ya despunta de tal modo tu talento Con jactancia por legitimidad conseguida Gracias a la domesticación del pueblo Que mostrarte quieres doblemente jodido Por delante y por detrás, tris, tras Diciendo con gratitud y embeleso”: “Pues ahora en premio, señoras y señores Podéis ir Rebuznando a votar Y elevar hasta el gobierno un Asno De aquel Caco gran señor del Euro Que aquí en la tierra se hereda Rebuznando como en el cielo”
Daniel de Cullá
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Adriana Velazco, hermana mía Recuerda el primer beso allá en Berisso, ojos negros hermosos los de Eduardo; su cuerpo tembloroso, flor de cardo, se estremeció con el hombre que quiso. “ Yo, cada día más enamorada, en mis entrañas la vida crecía; construyeron una prefabricada sus padres y los cumpas, ¡qué alegría!” Adriana Velazco, hermana mía, de amarillo y capelina alquilada. Hoy gran actriz de escenario y porfía, bella locura que descubrió en Cañada. Vivo ese sueño que no es una utopía, para Eduardo la flor más perfumada.
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Mi hermosa historia de amor En palabras escritas a mi pedido, Adriana me cuenta que “nací el 3 de abril del 53 en Rosario; mi infancia fue un ir de aquí para allá por el laburo de mi viejo. Él de joven trabajó en el frigorífico de Rosario; por eso nacimos los tres hermanos en Rosario; cuando lo echaron, se dedicó a hacer de todo: fue almacenero, luego un primo le ofreció ser socio de su fábrica de helado en La Plata, adonde fuimos a vivir; más tarde trabajó de parrillero en diferentes lugares hasta que se jubiló. Cuando él y mi madre se jubilan, se van a Mar del Plata, lugar al que más tarde llegaríamos escapando con Eduardo. Su primo lo estafó; también una hermana con una panadería; en fin , mi viejo era de esos que creía en la PALABRA, no en los papeles., un buen tipo .Para mí fue mi pilar en ayudarme a criar a mis hijos. Vivir; más tarde trabajó de parrillero en diferentes lugares hasta que se jubiló. Cuando él y mi madre se jubilan, se van a Mar del Plata, lugar al que más tarde llegaríamos escapando con Eduardo. Su primo lo estafó; también una hermana con una panadería; en fin , mi viejo era de esos que creía en la PALABRA, no en los papeles., un buen tipo .Para mí fue mi pilar en ayudarme a criar a mis hijos. Hice mi primaria en Rosario y como nos fuimos a vivir a Berisso, La Plata, allí la terminé y realicé mi secundaria. De mi infancia tengo recuerdos lindos : mis paseos de la mano de mi padre, algunas travesuras con mis dos hermanos mayores, pero no me gusta hablar de mi infancia ... me pasaron cosas tristes.... Lo del teatro surge hace 19 atrás a raíz de que mis hijos se marchan para hacer su vida, muere mi viejo ; fueron pérdidas fuertes. Yo deseaba hacer algo que me llenara y me anoté en la Escuela Municipal de Cañada de Gómez donde vivía en ese momento . Allí descubrí esa magia hermosa, una locura bella que me sacó de otra locura . Un domingo de sol, a mis 19 años, estábamos con mi mejor amiga sentadas en la puerta de su casa y vimos que dos chicos se nos acercaban , nos explicaron que eran militantes de un partido y que los domingos salían a vender el periódico de dicho partido ; era el año 1973....las dos quedamos como bobas escuchando lo que nos decían; yo, sin escuchar mucho del contenido de la charla ,sólo miraba unos ojos negros hermosos .Quedamos en que iríamos a una reunión a su local, obviamente a escondidas de nuestros viejos, y así lo hicimos en varias oportunidades. Las dos nos confesamos que nos gustaba Eduardo, quien en una de las reuniones nos comentó que le gustaba más el cine que el baile y nos invitó a ver la película “Nuestros años felices”. Quedamos en encontrarnos en la parada del cole al día siguiente; mintiendo nuevamente a mis viejos me fui a buscar a mi amiga que vivía frente a mi casa, pero como sus padres no la dejaban salir, me dijo ‘anda vos y avisale a Eduardo’; yo fui y cuando le dije
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que no podríamos ir al cine porque a mi amiga no la dejaban, con mi corazón triste suponía que lo dejaríamos para otro día, pero quedé helada cuando me respondió:’ lamento que a tu amiga no la dejen salir, pero la que quería que vengas eras vos’. Con el corazón lleno de alegría nos fuimos juntos a ver esa peli; yo vestía un jean botamanga ancha y unos zapatos con plataforma de madera. Nos fuimos caminando hasta la parada del cole...yo estaba nerviosa porque no sabía qué le diría a mis viejos y cruzando una de las calles, que eran de adoquines en esa época en La Plata, me torcí un pie y casi me caigo; él me tomó de la cintura y no me soltó; así seguimos caminando hasta la parada del cole y sin hablar .Allí vino el primer beso, mi cuerpo temblaba muchísimo; por suerte era invierno y le eché la culpa al frío. Con los años contábamos la anécdota y él me cargaba que yo me hice la que me caí para que él me agarre... Bueno ¿qué decirte de los sentimientos? ;me preguntó antes de dejarme en la puerta de mi casa :’¿querés ser mi novia?’...ja, ja, ja ,después de que me había encajado un flor de beso y con esa boca grande y labios gruesos...ja,j a...Salimos un tiempo a escondidas, obviamente .Al otro día le tenía que contar a mi amiga y pensando que se iría a enojar di vueltas hasta que se lo largué; ella me abrazó y me dijo:´ está todo bien, vos sabés que yo me enamoro del primero que veo....me alegro mucho por ustedes’. Esa amiga me vino a visitar con su marido a Rosario después de 20 años de vernos. Así siguió nuestro noviazgo, yo cada día más enamorada y él presentándome a su familia ; después me enteré de que había tenido varias novias, era bravo...ja, ja ,pero a la única que llevó a su casa fue a mí. Los meses pasaron y el amor crecía y a los seis meses de novios quedo embarazada de mi primer hijo; la primera que lo supo fue su madre (desaparecida por la última dictadura hasta hoy) , ella era muy compinche y cuando se enteró me dijo: ‘.vení’...y nos fuimos juntas hasta el frigorífico donde trabajaba Eduardo; cuando sale él ,su madre le dice: ‘la acompañé a Adriana al médico’, el muy tonto me dice:’¿ estás enferma? ,’y mi suegra le respondió:’ sí ,está enferma y vos sos el responsable’. Yo me quería morir…y nos dejó solos, yo lloraba por miedo a su reacción , por cómo se lo diría a mis padres y de alegría porque estaba embarazada de mi amor. Él me dijo: ‘no llores’; yo le dije ...’¿qué vamos a hacer?’, y él me abrazo y me dijo: ‘¿y qué vamos a hacer?: casarnos por supuesto’. Él me acompañó hasta la puerta de mi casa y pensábamos decírselo a mis padres en unos días; de golpe sale mi viejo(un groso) y dice:´ no estén en la calle, pase...pase...´. Entramos, y entonces les dije a mis padres ;´tenemos que contarles algo´...y no me salía nada, ya que la cara de mi madre lo decía todo. Eduardo tomó coraje y le dijo :’nos vamos a casar porque vamos a tener un hijo y porque amo a su hija’; mi viejo dio la vuelta a la mesa y lo abrazó a él y luego a mí, y se largó a llorar, mientras nos decía: ‘ojalá que sean muy felices’. Pasó el susto, mis suegros y unos amigos del partido donde militaban tanto él como su padre (también desaparecido), nos construyeron una prefabricada en los fondos de su casa ;organizaron todo: su abuela me hizo el trajecito amarillo, mi hermana me alquiló
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una capelina y un hermoso 1 de febrero del 74 nos casamos. Bueno Bety, no sé si es esto lo que querés, si necesitás algo más me decís.me hiciste moquear recordando, pero ¡es tan lindo volver a revivir mi hermosa historia de amor! “ Cuando le pregunté a Adriana que quería para su vida hoy, me respondió:”hay tantas cosas que quiero para mi vida amiga, obviamente que deseo que se haga justicia y poder estar tranquila con que mi lucha y de tantos no fue en vano, y no seguir dejándole una carga o deuda a mis nietas, aunque sé que no sería una carga porque ya tan pequeñas ,ellas son dos luchadoras y así se lo enseñan sus padres. Pero sí me gustaría poder encontrarlo antes de partir, saber dónde está Eduardo y tener un lugar donde llevarle una flor; y para mí, en lo personal ,ser simplemente feliz viendo a mis nietas hechas ya dos mujercitas hermosas y a mis hijos verlos también felices y que completen su verdad, su historia. Ojalá pueda ver el día en cada uno de los compañeros que nos arrebataron vuelvan a sus familias.” Y finalizó honrándome con sus generosas palabras: “sos una gran persona y una gran luchadora ,te la jugás siempre, y especialmente una mujer que con bellos poemas dice tanto de tantas historias de todos los compañeros desaparecidos. Pienso que tu lucha es por la memoria para que nunca mas se olviden de estas historias; vos las dejarás plasmadas en tus libros y canciones. Gracias por estar siempre Betty, incondicional .”
Su suegra HILDA MARCIA PAZ, fue secuestrada por la última dictadura militar argentina en 1976; su suegro, ARCANGEL HERRERA, en 1978; y su esposo Eduardo Herrera, el 1° de Octubre de 1977. Los tres permanecen desaparecidos. Compuse y grabé para Eduardo la zamba “Sembrador de vida y arte”. https://youtu.be/JLAcealhlOE?list=UUGqSCgvqOAP4XeAsah5kC8Q El 5 de agosto del corriente año Adriana será testigo en el juicio a los responsables de la desaparición de su esposo, en Mar del Plata.
Beatriz Villar, 58 años. Lomas de Zamora, República Argentina. Trovadora.
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SEX TAPE ON Click Go… - “¿Qué dice ahí?” - (…Solicitamos Chicas con Ganas de ser Súper Estrellas, Súper Famosas… pon atención…) “Cum´ to la Fiesta”, en explícito espaniol fronterizo convencional y otro letreros que tardas en descifrar estrella fugaz libre de hacer lo que te venga en gana y hacer créditos al paso no pensar en para-siempres con tanto por ganar enterrar raíces soñar las siguientes fantasías como si la fama fueran nubes ego a manera de alas inversión a manera de aire ilusión del tiempo que nunca existió vagando cabalgando cabal destino a 3 pistas trasfondo de princesas que aún no traspasa el set ni fuera de ni el corazón roto o el compromiso de continuar la tradición que puede ser confuso pero no es emocional ni en serio ni significa nada “no”, significa nada es temporada de tormentos honestidad épica tecnológica es mejor buscar aliento la confianza
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el deseo llevar la batuta en el zoológico del sinsentido a doble sentido en todos los sentidos filmación con identificaciones - “te conozco, me conoces” - ... - “me llamo Karne” - ... - “…me llaman calle” ... - “¿en qué puedo servirle? ”... sin reglamentación de procesos el término más buscado explotado demasía y límite trazados con uñas algo que ya estaba ahí degradante a título personal cohecho y consensual pagar las cuentas en el trueque de la aseguradora la mercancía viene va se vende sola entre la danza monetaria y el acto en el gris de nadie al paso del vals “hard core” atemporal show fingido por la empresa la situación que se cubre y no existen sábanas suficientes la realidad vende alrededor del mundo cumpliendo la palabra antes del asqueroso incómodo silencio castigando al auto-respeto
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cocina-respeto loquegustes-respeto sin distinción contante sonante y voyeurista eterna cuasi-virtud sin el mal sensacionalista artero lo último y primero en el calendario mental unicornios textos en lengua vecina autonomía e ismos en la huida libre por favor anótame… ... - “¿Ves que nunca me pones atención?” “ Hot Girls Wanted… Wanted To Be Loved “ - “te conozco, me conoces” - “me llamo Karne” - “…me llaman calle” - “¿en qué puedo servirle?”
Zambra. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Promotor contracultural y músico.
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Piedra de sal Alguien te condenó al destierro, te hizo salir y cerrar detrás de ti la puerta, clausurar las ventanas, abandonar el hogar que entibió tus noches. Mujer sin nombre, ¿o te llamabas Yrit?, te separaron de los brazos con que hermanabas las tardes con las noches compartiendo el té y las palabras. Debías huir porque tu casa ya no podría ser tu refugio, todo sería destruido, hasta tus huellas. Tuviste que seguir los pasos de tu marido, pero podría haber sido tu hermano, tu vecino. A partir de ese momento, cuántas veces has sido expulsada, conocida por el parentesco, por el color, por el gesto que le correspondía a alguien más y no a ti. Te fuiste en nombre de tus hijos, en memoria de tus hijas. ¿Qué ser inmisericorde forzó tu obediencia? ¿Cómo es que alguien puede castigar de ese modo la nostalgia? ¿Quién te obligó a renunciar a la tierra de tu jardín, a la sombra de tus árboles, al canto de las aves que despertaban tus mañanas? No querías partir. Los cojines, la cocina, el rosal, el agua de los cántaros te llamaba. No querías ir, pero no preguntaron tu opinión. Te arrojaron a las llanuras agrestes donde reptiles y escorpiones poblaban la noche, el frío martirizaba la carne bajo la ropa, la luna ocultaba su vergüenza tras raquíticos árboles. Ahí afuera cualquier movimiento significaba el dolor hundiéndose en la piel, lacerándola hasta secar la sangre. Tu apego, el amor a lo tuyo fue maldecido. Intentaron cancelarte el derecho al recuerdo y a la pertenencia. Siempre encontraron razones para culparte. Un movimiento de cabeza, un pestañeo, el tropiezo del pie en el umbral equivalía a la muerte. Tuviste razón en dejar que el viento enredara tus cabellos desatados, que tu grito fuera relámpago y respiro; fue bueno detenerte, girar el cuello, abrir los brazos. En el momento mismo en que las lágrimas brotaron, se volvieron sólidas y cayeron quebradas en la arena. El fuego llegó a tus espaldas y consumió tu túnica. Tu cuerpo quedó detenido para siempre. Te perteneces ya a ti misma, a la tierra de las madres sin hijos, de los hijos que conocen el odio y la sangre. Ahora tienes todos los nombres, todos los orígenes, estatua desplazada. Tu sal se disuelve en nuestras bocas.
Mariena Padilla, 62 años. Monterrey, Nuevo León, México. Maestra de Matemáticas.
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lecturas pr A nueve meses de su publicación —ilustrativo período, vaya—, he sido bendecido con los primeros royalties de Giacomo, opera prima que me ha costado el saludo de varios de los que creía buenos amigos y por la que —quizá también a causa de eso mismo— cada día siento un orgullo mayor. El montante de aquéllos me refirma en la opinión de que, al menos en este país, puede uno hacerse rico de muchas maneras, y entre ellas no figura la literatura. En cualquier caso, no deja de constituir una inyección de moral para una vocación que en — algunas, no tantas— ocasiones flaquea, habida cuenta del erial —más ajustado que selva— en que, casi ya de modo inexorable, viene tornándose, y valga el pareado, el mundo editorial. Además, y aunque —como era de prever— dicha liquidación de derechos no va a pagarme el alquiler, sí será de gran ayuda para financiar ciertas lecturas que, a guisa de deberes, me he asignado de cara a los dos largos meses de vacaciones —en gran medida forzosas, y es que la supresión de los exámenes de septiembre ha supuesto una importante merma en la carga de trabajo (con su correlativa y dramática mengua en lo salarial) para ese lumpenproletariat docente que integramos los profesores de academia. La semana pasada, mientras hacía tiempo para una cita —con mi madre, no se crean— a la que había llegado en exceso puntual, y dando una vuelta por una librería, rara avis, capaz de conjugar comercialidad y buen gusto, topé con cuatro obras de Kerouac — ¡Cuatro!— que faltan en mis dispersas estanterías, a saber: Satori en París, Visiones de Cody, Tristessa, y Viajero solitario. Acostumbrado a cazar en establecimientos de lance, el precio por página —llámenme mezquino, es igual— me pareció poco menos que vejatorio. No obstante, poco tardaré, me temo, en caer de nuevo en los acogedores brazos de su prosa sincopada, como quien vuelve una y otra vez a saborear las mieles de un amor primerizo —el eterno retorno, si a Nietzsche le hubiera ido algo mejor en su disfuncional trato con las damas. Con el que ya me he hecho, llevado a él por el volumen que la estupenda y anteriormente reseñada colección divulgativa Descubrir la Filosofía del diario El País dedica a su autor, es el críptico —y me estoy quedando corto— Tractatus lógico-philosophicus, de Ludwig Wittgenstein. Cualquiera se arredraría ante tamaño reto —y no precisamente por el volumen del libro: 160 páginas, apenas 100 de las cuales contienen el Tractatus en sí—, de cuyo hermetismo avisa el propio Wittgenstein ya en el prólogo. Pero, habiendo salido indemne —creo— del Ulysses de Joyce, en inglés y en su versión de 1922, copiosas erratas incluidas, lo cierto es que nada temo. Efectiva y deliciosamente incomprensible —diga lo que diga la infinidad de interpretaciones, guías de lectura y mapas conceptuales al respecto—, este último se trata, en mi poco humilde opinión, de un texto destinado a ser leído en voz alta, única manera
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rogramadas en que puede saborearse la sonoridad de su inglés, más que polifónico, polígamo incluso. Metidos en el noble arte del recitado, y a riesgo de sobresaltar a mi vecino —cosa que, por otra parte, veo poco probable, dado el estentóreo volumen al que escucha la televisión—, adiestro mi pobre entonación con la edición bilingüe que Cátedra tiene de la Poesía completa de Aldous Huxley. Ni la calidad lírica ni la musicalidad ni la traducción son gran cosa, pero me llegó muy recomendado, allá por el mes de noviembre, con que ya son horas, me parece, de devolverlo a su prestatario, acompañándolo de una mención crítica lo menos conflictiva posible. Más ediciones bilingües: una que espera impaciente a que le hinque el diente, a cargo de Akal en su caso y fechada en 1988, la de las obras completas del Conde de Lautréamont. En su día —no en 1988, por suerte para mi niñez— leí, vertidos al castellano, sus inmortales e inmorales Cantos de Maldoror, cuyo decadentismo sofocante me impactó con fiereza. El tomo al que pretendo enfrentarme les suma dos colecciones de poesías y seis cartas, además de unos cuantos textos académicos en torno a la controvertida figura de Isidore Ducasse, el hombre —el malogrado joven, cabría decir— tras el nobiliario pseudónimo. Aunque inestimable en sí, se trata de una lectura con valor añadido, ahora que recién comencé un curso intensivo de francés a fin de llenar algunas horas de este verano de plomo que se nos ha venido encima. Si bien es cierto que lo útil, o la moda, es hoy el alemán. Y el árabe y el chino. Pueden, en fin, llamarme romántico, además de mezquino. O imbécil. Otro dandi transpirenaico —nada más lejos de mi ánimo, por cierto, que convertirme en uno yo mismo— de cuya obra prometí empaparme a lo largo de este 2015 es Marcel Proust. De momento no hará ni dos semanas que terminé Por el camino de Swann, primera de las siete novelas (?) que componen la monumental En busca del tiempo perdido, en la sabrosa traducción que le dedicara nuestro gran Pedro Salinas, sazonada de leísmos y algún que otro laísmo que no hacen sino multiplicar su encanto. Y así es como me propongo sobrevivir al largo y cálido verano. Eso sin contar las varias bodas —alguna internacional— en las que me he comprometido a hacer acto de presencia, además de impertérrita guardia junto a la barra libre. Porque, en efecto, empiezo a entrar en esa etapa de la vida en que a la gente le da por precipitarse camino del altar o del juzgado… qué estupideces digo, si hace años ya que me adentré en tan lacerantes edades. ¿Será el calor? Por: Carlos Ortega Pardo, 32 años. Valencia, España. Profesor.
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pesadilla Se abrió la puerta y surgiste del frio prematuro que asolaba noviembre. Cuervo azulado, centellando con tus pantalones negros de piel ajustados. Depositaste lentamente los largos guantes, después la bufanda, el sombrero, los lentes oscuros, a medida que avanzabas hacia mí en la penumbra. Te esperaba resignado en el sillón bajo un concentrado haz de luz torturante. Recordando la última vez. Sonreíste, como siempre, no pude corresponder tu música interna, sabía lo que me esperaba, sólo bajé la mirada para verte completa por última vez. Te acercaste a mi lado, delicadamente ajustaste la luz e introdujiste un hisopo cítrico en mi boca, me observaste de cerca, mi cara cansada, el terror contenido dentro, tus dedos suavizando mi ceño, decidí cerrar mis ojos y dejarte en libertad. Con pequeños toques diste indicaciones a mi cuerpo esclavo, inyectaste directo al hueso, gracias a tu destreza no sentí nada, sólo un líquido transparente que helado entraba en mis quijadas, tus dedos fríos sobre mi mejilla, tratando de mitigar la fina aguja. Tu aliento de menta cerca de mí. ¿Listo? -preguntaste- sólo asentí leve con la cabeza, los ojos cerrados, concentrado en una súplica para que acabaras cuanto antes. Empezó un jaloneo fortísimo, sentí cómo tratabas de extraer de mi mandíbula superior una parte de mi cuerpo que había crecido en mí, que estaba ahí desde siempre, perfecta. La lucha me hacía sentir como si fuera a moverse mi nariz de lugar. Cedías un poco solo para acumular más fuerza y seguir con la tortura. De pronto te separabas un poco y preguntabas que si había dolor, con mi dedo índice te indique que no, tratando de no mover un solo musculo de mi cuerpo, entregándome de nuevo al suplicio, tu cuerpo pegado al mío, un mechón de tus cabellos se libera y roza mi rostro abierto. No había dolor solo un maltrato aberrante, luchaste con todas las fuerzas de tu pequeño cuerpo, hasta que un crujido de mi hueso cedió, un pedazo cayó en mi lengua ensangrentado, parecía que se iba a ir por mi garganta, pero un movimiento rápido de tus pequeñas manos lo extrajo de mi boca, así fueron saliendo uno a uno pequeños huesos de mi encía, hasta el final. La sangre corría hacia mi estómago, hasta que pusiste una compresa en el hoyo dentro de mí, por el que podía sentir el aire, que penetraba por mis fosas nasales hacia mi esófago, el palpitar de mi cerebro al pensar.
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Me diste indicaciones precisas, que escuché ausente sin mirarte a los ojos. Te despediste con un leve roce en mi brazo, parecías preocupada. Al salir tu risa a lo lejos, hizo eco en mi cabeza, como una cascada. Me empastillé para no sentir antes del tiempo indicado. Mi cara paralizada, esperaba conciliar pronto el sueño, para olvidar la pesadilla inmediata. Lo logre un momento, hasta que una punzada dentro de mi cabeza empezó a palpitar. Tratando de atraer el sueño que se espanta a cada martilleo, más pastillas. Como recordatorio el hueco enorme en mi boca. El sueño huye, parvada levantando el vuelo. Despierto en mi cama helada en medio de la oscuridad. Tu imagen extraviada en el pasado, me guiña un ojo y se aleja. Siento como si me hubieran golpeado la cara, todavía paralizada. El alba lejana amenazaba con encontrarme con los ojos abiertos. Un largo día de trabajo me aguarda al clarear el cielo. Suena el despertador, demasiado tarde. Tengo hambre pero el temor de que el alimento se desvié por ese nuevo túnel a lugares insospechados, me hace claudicar. Tomo agua para saciar el rugido de mi estómago. El sabor metálico de mi propia sangre no me abandona, mi boca permanece cerrada ante el temor de una nueva hemorragia o que el sabor en mi lengua escape de mí. Salió el sol en la mañana desvelada, el dolor se despedaza ante el tráfico, se integra al apremio de la labor diaria. Ante el espejo, no hay hinchazón en mi cara, todo parece normal. En el interior me falta un pedazo, que suplico a mi propio ser en su inteligencia suprema logre completar para seguir adelante, como si nada hubiera pasado. Deseo volver a verte.
Adriana Flores Tanguma, 51 años. Monterrey, México. Arquitecto.
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Mitad...
La gente aspira a encontrar su otra mitad -aquella mitad de Aristófanes en El banquete- en su ciudad, en su barrio, y hasta en su calle; no sé ni cómo no la buscan en su cama. Y no es así: cerca nos tropezamos con los humildes premios de consolación; yo había tenido ya uno. Las medias naranjas verdaderas están lejos casi siempre y son costosas. Lo que hemos de pedir, además de encontrarlas, es que el hallazgo no se produzca demasiado tarde…
Fragmento del libro: La pasión turca. De: Antonio Gala.
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entrevista
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libros Las grandes mujeres De: Alfonsina Storni
Editorial: Nordica ISBN: 9788416112289 No. de páginas: 112 Lengua: ESPAÑOL
Fue Alfonsina Storni una mujer frágil y fuerte a la vez. Su poesía es tierna y delicada, pero rocosa, como si uno tuviera que arañarse las manos y las rodillas hasta coger esas flores y esos cardos y los besos de los que habla.Su obra es una defensa de la libertad artística e individual y siempre b uscó la igualdad entre el hombre y la mujer. Mantuvo una estrecha relación con otros poetas latinoamericanos de su época, como Gabriela Mistral o Juana de Ibarbourou y, especialmente, con Horacio Quiroga. El mar, que la ayudó a decidir sobre su enfermedad, la acogió y desde entonces podemos imaginarla jugando con caballos marinos entre corales y algas. «En realidad, lo que le ocurre a Alfonsina Storni es lo que nos sucede a todos: ¿Quién no tiene que sobrevivir y al mismo tiempo soñar?, ¿quién no es equilibrado y a la vez hace locuras?, ¿quién no piensa en la muerte y juega con ella un poco?»
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libros La pasión turca De: Alexandre Dumas
Editorial: Planeta ISBN: 9788408067375 No. de páginas: 352 Lengua: ESPAÑOL
El fracaso matrimonial ha dejado una profunda herida en el corazón de Desideria Oliván. Para recuperarse inicia un viaje turístico por Turquía, donde conocerá a Yamam, un apuesto comerciante que lleva una doble vida como traficante. En sus brazoa descubre la más desenfrenada pasión amorosa y lo abandona todo para quedarse a su lado en Estambul.
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libros El libro vacio; Los años falsos De: Josefina Vicens
Editorial: Fondo de Cultura Económica ISBN: 9789681678951 No. de páginas: 331 Lengua: ESPAÑOL
Este volumen -que constituye un rescate invaluable- reúne las dos únicas novelas de Vicens, El libro vacío (1958) y Los años falsos (1982), obras que bastaron para colocar la obra de la autora como una de las joyas secretas de la narrativa mexicana.
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libros
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libros El lugar sin limites De: José Donoso
Editorial: ALFAGUARA ISBN: 9788420407968 No. de páginas: 160 Lengua: ESPAÑOL
El lugar sin límites juega eficazmente con el engañoso espejo de los sexos en un prostíbulo de pueblo, especie de infierno anodino donde confluyen no sólo las pasiones eróticas, sino además los sórdidos juegos de poder y dominación que suelen marcar los territorios degradados. Esta novela muestra una marginalidad contra la cual el doble filo de las apariencias parece la única estrategia posible, aunque signifique tentar a la muerte.
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libros El perro de los recuerdos De: Mariella Argüelles
Editorial: ZETA
ISBN: 9789569544217 No. de páginas: 222 Lengua: ESPAÑOL
“Sentada delante de mi madre en su pequeño apartamento me sobrevino la idea de que ella era para mí un lugar tanto como una persona” Siri Hustvedt, El verano sin hombres. El Perro de los recuerdos es un viaje, un viaje para reencontrarnos con personas que son los sitios en los que podemos habitar con comodidad, ejerciendo ser lo que somos sin pedir permiso ni disculpas. Al mismo tiempo es un viaje de reencuentro con sitios que son personas, seres a los que podemos abrazar, con quienes podemos conversar y reencontrarnos, aun cuando ya no estén. Este libro nos permite volver a sitios antiguos en el que nos sentimos seguros, porque nos permite habitarlos en un tiempo de inocente despojo del cinismo que nos distancia, para abrazar desde ahí, la algarabía y la rabia, el humor, el desamor y el amor. Es la posibilidad de adentrarnos a un territorio que permite decirnos y encontrarnos para trillar viejos caminos, abriendo otros nuevos y felices.
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