Leyenda "La Tatuana"

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La

Tatuana DAMA MISTERIOSA

Miguel ร ngel Asturias Adaptaciรณn e ilustraciรณn: Fรกtima Hernรกndez y Noel Vega


1930 Miguel Ángel ÁngelAsturias Asturias Miguel La leyenda de “La Tatuana” Adaptación e ilustración: Fátima Hernández y Noel Vega

Guatemala, 2019. EDICIÓN ESPECIAL


DA M A M I S T E R I O S A


A T U A N A” T A “L


Fue en una fria tarde de noviembre cuando unos pocos vecinos del Barrio de la Candelaria vieron llegar a aquella hermosa mujer de caminar elegante. Era una mengala un tanto alta que no pasaba de los 25 años, con grandes ojos oscuros y pelo negrísimo como la medianoche.

Apareció por un costado del Cerrito del Carmen y sin vacilación se instaló en una pequeña casa del Callejón del Brillante. El sopor de la monotonía de la Ciudad pronto fue roto por las habladurías sobre esta extraña mujer.

“¿Quién será esa patoja? Mire que toda la vecindad está intrigada”. “Pues, dice doña Chon que se llama Manuelita, y que conoce de artes mágicas”. La fama de adivinadora y preparadora de pociones para enamorados se esparció por todos los lugares. Los conjuros, hechizos y enfrascamientos eran realmente eficaces y, pronto, su casa era la más concurrida. Nadie supo la razón, pero comenzaron a llamarla: “La Tatuana”.


Mi marido tiene otra mujer


Por aquella época existía una tienda muy bien surtida entre las calles de La Beatas y de Mercaderes, que se llamaba El Divino Rostro. Aquí había desde clavos hasta cirios para el Jueves Santo, además, doña Concepción Tánchez tenía un merecido renombre por las bolitas de miel y las raquetas de guayaba que vendía.Una tarde de diciembre, como cada cuanto, llegó Manuelita para comprar las provisiones para sus “trabajitos”. Al ver que doña Chon estaba barriendo con desgano, se acercó a ella y le dijo: “Yo sé, doña Chon, que usted tiene un problema que la atormenta. Como ha sido tan buena conmigo quiero ayudarla. A ver, dígame, ¿qué le pasa?” -Doña Chon rompió en llanto. “No sé cómo podría ayudarme Manuelita... Fíjese que José Guadalupe, mi marido... tiene otra mujer. Se va durante días, parece embrujado, me trata mal y no sé qué hacer.


Sacando una tira de cuero, Manuelita le dijo: “No se preocupe, le tengo un secretito, tome este fuerte. Golpee con él tres veces la almohada de su marido y póngalo debajo, después queme ruda y albahaca en un brasero de Totonicapán. Luego, rece un Avemaría en cada esquina del cuarto. Tenga fe y ya verá”. Al día siguiente, don Lupe regresó amoroso como antes. Permanecía en la casa y trabajaba muy contento en el almacén. Los siguientes domingos invitó a su esposaa pasear al Cerrito del Carmen y el matrimonio era como doña Chon siempre lo había soñado.

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Pero la felicidad duró poco, ya que una noche, antes de cerrar, llegó Manuelita pidiendo el cuerito. La tendera lloró y rogó, pero fue inútil ante la enérgica insistencia de la hechicera, y tuvo que devolver el fuerte. Al alba del día siguiente, don Lupe, con un tenate de ropa se fugó

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ca más. n u n er v l vo


DON LUPE


El daño que “La Tatuana” le había hecho al alma de doña Chon era la comidilla en cada esquina. Fue la tarde del sábado, que un Capitán del Cuartel del Fijo pasó a comerse un tamal y se enteró por boca de nia Chon de lo acontecido.

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rá ig an m ea

Indignado, se encaminó hacía el palacio del gobernador, el frio de fin de año se sentía hasta los huesos. Cuando ya entrada la noche, el gobernador del estado recibió al Capitán. No era la primera queja que recibía, y montando en cólera ordenó: “Tráiganme a esa bruja”. Se acusaba a Manuela La Tatuana de brujería y de hacer hechizos para atraer a todos los hombres de la localidad, además de codicia y de no seguir los preceptos de la Iglesia.

es ab ruj a!. ..”



Sin mayores procedimientos legales fue apresada y condenada a morir en una hoguera en la Plaza Mayor; sin embargo, por ser noche buena, decidieron dejar la ejecución hasta el día de los santos reyes. Manuelita no daba señales de turbación; escuchaba la música de tortugas y chinchines que venía de la calle y, cerrando los ojos, podía sentir el olor de la pñolvora de los cohetillos y de las hojas de pacaya que adornaban el portal.

Ante el llamado de la hermosa mujer, el carcelero se acercó a la celda. “Solo quiero pedirle una gracia

-dijo ella-, le imploro que me consiga un pedacito de carbón”.



ÂĄSaldrĂŠ de este lugar!


¡Yo sé que saldré!


Era algo inusual, pero ante la insistencia, no pudo negarse a la solicitud de aquella hermosa mujer. Manuelita guardó el carbón hasta que estuvo a solas, entonces lo sacó y con seguridad comenzó a dibujar en la pared un barquito. Al terminar de dibujar, extendió los brazos y en murmullos pronunció un antiguo conjuro. La tatuana subió al barquito y salió navegando por la ventana de la cárcel; dicen que se alejó viajando por los hilos de plata de la luna llena.


dibujo en la pared su celda...



Algunas noches, los viajeros de la parroquia cuentan que en las bartolinas del palacio de gobierno, se podía ver claramente en la pared la silueta que dejó el barquito por donde se escapó la Tatuana; esto lo vieron con sus propios ojos hasta que el terremoto de 1917 derribó el edificio. Desde entonces, la Tatuana se quedó enfrascada en las historias que corren de boca en boca, por las calles de los viejos barrios de la ciudad.


La

Tatuana Se dice que por haber sido acusada de brujería y encarcelada, la mujer se volvió loca e hizo un pacto con el diablo. Este ser la libero de la cárcel, además, la condeno a vagar eternamente sobre un barco en los días de lluvia. Una de las versiones más antiguas, afirma que en la época colonial guatemalteca existió una mujer joven y bella de origen mulato que le llamaban Tatuana, quien disfruto de los placeres carnales y del lujo.


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