Agosto 2015
Preciosas y grandísimas promesas
Elías Betanzos • Agosto 2015
Preciosas y gr andísimas promesas Pastor Elías Betanzos Agosto 2015 es unapublicación mensual gratuita Ediciones Ginosko Año v Número 7 20,000 ejemplares. Versión digital en www.familiacap.org Centro
de
A labanza
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P roclamación Reuniones dominicales: 10 am, 12:30 y 7:00 pm Martes: 7 pm Km. 6.5 Carretera Oaxaca-Tule (Deportivo Oaxaca) San Francisco Tutla Oaxaca de Juárez, Oax. Oficinas: Jazmines No. 909, Col. Reforma Oaxaca de Juárez, Oax. C.P. 68050. Tels: 01 (951) 5151733/ 01 (951)5184878 Si deseas anunciarte en esta publicación llama con Mario Mejía o Susana Lozano (951)1353675 / (951)1353676 susanloz@hotmail.com
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Mensaje Editorial Preciosas y grandísimas promesas Promesa de sanidad Promesa de protección Confianza en tiempos de ansiedad Dios nunca te rechaza Somos escogidos de Dios Llamados a traer vida ¿Quién crees que eres? Toma tu posesión El gran Proveedor Siempre con nosotros Promesa de bendición El primer mandamiento con promesa Él te responderá Para cosechar hay que perseverar Promesa de salvación Sirve y Él te dará más Si el Señor está contigo, no es el final Promesa de resurrección Dios promete ayudarte Recibiremos coronas Dios bendice a los que te rodean Serás prosperado Promesa de vida eterna Dios promete darte sabiduría Aunque fallas, Dios te ama Promesa de salvación para nuestra familia Tendrás paz Nada te puede destruir, afirma el Señor Promesa del Espíritu Santo Dios está contigo, lo sientas o no
Cita con Dios · la reunión a la que no puedes faltar
Preciosas y grandísimas promesas “… por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas…” 2 Pedro 1:4 sería de nosotros si no tuviéramos una promesa a la cual ¿ Q uéaferrarnos? ¿Qué sería de ti y de mí, y de la humanidad sin
una promesa que abrazar, que creer y en la cual confiar? No hay duda de que las promesas causan expectativas, nos mantienen emocionados, entusiasmados y levantan el ánimo. Para los cristianos en el tiempo del apóstol Pedro, la promesa del versículo cuatro era realmente significativa, sobre todo en el tiempo y las circunstancias que estaban viviendo: estaban bajo una fuerte persecución del imperio romano por un emperador sanguinario, dictatorial y sin escrúpulos. Los cristianos de la época de Pedro no sabían qué hacer, a dónde huir y acudir ni qué pensar. Quién mejor que Pedro para dar unas palabras de ánimo y de fortaleza a un grupo que deseaba vivir una fe genuina en tiempos de crisis y de persecución. Pedro había estado con Jesús, había sido testigo de parte de Sus agonías. El mismo Apóstol había llorado “amargamente” por haber traicionado a su Señor. Pedro, sin duda, no es el típico consejero; sin embargo, dio en el clavo con una declaración memorable: “… por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas…”. Me llama la atención que tal promesa (y sugiero leer tanto la primera carta como la segunda, ya que son múltiples promesas) tiene doble dimensión: en primer lugar, el Apóstol dice que son “preciosas”; y en segundo lugar, afirma que son “grandísimas”. Lo primero tiene que ver con la calidad de las promesas (preciosas) y lo segundo tiene que ver con la extensión (grandísimas). Estas promesas positivas de perfecta vida venidera son las que realmente alegran al corazón del cristiano que las cree, no dudando. Hacen mucho menos pesada esta existencia terrenal. Sostienen en los tiempos de aflicción, consolando y confortando. No hay duda de que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos a través de Cristo. Pastor Elías Betanzos Director General
Sábado 1 de agosto | Lectura del día: 2 Pedro 1:1-8 Preciosas y grandísimas promesas Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. 2 Pedro 1:4
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uan Antonio conoció las buenas noticias de salvación siendo un hombre mayor de los cincuenta años de edad; aceptó a Cristo y su vida dio un cambio de 180 grados. Ahora, cada vez que testifica, habla del cumplimiento fiel de cada una de las promesas de Dios para su vida y para su familia. El apóstol Pedro comienza su segunda carta diciéndonos que por el poder de Dios y el conocimiento de su Hijo, Jesucristo, nos han sido dadas preciosas y grandísimas promesa, con el propósito de que lleguemos a ser participantes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción del mundo. Escribió el muy conocido predicador bautista británico Charles H. Spurgeon, conocido como “El Príncipe de los Predicadores”: “La grandeza y la preciosidad van raramente juntas, pero en este caso van unidas en un grado muy elevado.” Las promesas divinas dan a conocer lo que es la buena voluntad de Dios para su pueblo, para concederle las riquezas de su gloria. En la persona y obra de Su Hijo, Dios ha hecho provisión completa para la salvación del ser humano, tanto en el tiempo como en la eternidad. Las promesas son declaraciones para conceder algún bien o eliminar algún mal. Las promesas de Dios abarcan los temas que van desde el afán, la aflicción, la alegría, la amargura, la angustia, el ánimo, la ansiedad, el arrepentimiento, la confianza, la confusión, la debilidad, el desánimo, la duda, la frustración, la impaciencia, la indecisión, hasta la soledad, el temor, la tribulación, el rencor, la necesidad, la tristeza, la espera y cualquier otro tema que podamos pensar. Agradezcamos a Dios por pensar en todas nuestras necesidades y dejarnos preciosas y grandísimas promesas. Y el consejo del apóstol Pablo es: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1). Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
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Domingo 2 de agosto | Lectura del día: Isaías 53:1-5 Promesa de sanidad Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Isaías 53:4
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a Pastora de la Iglesia “Tabernáculo de Alabanza y Restauración”, Wanda Rolón, de Puerto Rico, mientras ministraba, sintió que su vientre se inflamaba y comenzó a subir de peso. Le hicieron estudios de laboratorio y el diagnóstico fue cáncer en el hígado, y le pronosticaron seis meses de vida. Comenzaron a orar por ella, mientras hicieron otros análisis y encontraron 26 tumores cancerígenos más; ahora solo le quedaban tres meses de vida. Apareció un donador y le practicaron un trasplante de hígado. Fue una cirugía exitosa y excelente recuperación. Hoy sigue sirviendo a Dios en un auditorio para 5,000 personas y tiene un ministerio impactante. El profeta Isaías nos enseña en los primeros versículos del capítulo 53 de su libro, que Dios se manifiesta por medio de Su Hijo Jesucristo como nuestro Médico divino. En el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. La sanidad fue comprada en el Calvario. En Éxodo 15, del 22 al 27, Dios se revela como nuestro Sanador. En Mara sanó las aguas amargas por medio de un árbol señalado y promete ser Jehová-Rafá, en hebreo, Dios Sanador. En español sería Rafael. Ahora nosotros podemos ver en el “madero de la cruz” la fuente de toda sanidad en el ser humano. En el Nuevo Testamento somos animados a creer en el poder sanador de Cristo. Hechos 10:38 nos recuerda, “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. La sanidad que Cristo ofrece es una sanidad integral: física, moral, emocional y espiritual. El consejo del salmista en Salmos 103:1-3 es, “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias”. Nuestra esperanza, cuando la enfermedad llegue a nosotros, está en Cristo, nuestro Médico divino. Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
Lunes 3 de agosto | Lectura del día: Salmos 91:1-11 Promesa de protección Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. Salmos 91:11
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n día Rogelio regresaba con su hijo de predicar en una misión en la montaña, cuando se encontraron que el arroyo que tenían que cruzar se había desbordado debido a las fuertes lluvias de la mañana y no les quedaba más remedio que cruzarlo saltando por grandes piedras. Él iba atrás de su hijo, quien en un momento dado perdió el equilibrio, cayó al agua y se hundió dos veces. El padre inmediatamente lo tomó con fuerzas de un brazo y lo salvó de morir ahogado. De igual manera, nuestro Padre celestial nos protege de los violentos torrentes de este mundo, del pecado y del enemigo de nuestra alma. Los seres humanos somos muy vulnerables y expuestos frecuentemente a peligros. Necesitamos protección, no sólo en la vida física, sino en la totalidad de nuestro ser: en nuestra mente, en nuestras emociones, en nuestro cuerpo físico y en nuestro espíritu. Somos seres muy frágiles. Los seres humanos tenemos muchas diferencias, pero tenemos en común que sufrimos las consecuencias de la desobediencia de Adán y Eva, nuestros primeros padres. Hemos heredado la imperfección, la tendencia al pecado y la muerte. Nuestro Padre celestial conoce lo débiles que somos y desde el principio de la creación del hombre nos ha protegido. Comenzó en el huerto de Edén, recién el ser humano le había desobedecido. Los cubrió de túnicas de pieles y evitó que alargaran su mano para comer del árbol de la vida y permanentemente se quedaran en una situación pecaminosa. Luego, en la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, los protegió hasta entregarles la tierra prometida en Canaán. Y en muchos casos notables como el de Daniel y sus amigos, Sadrac, Mesac y Abed-nego, a quienes libró del foso de los leones y del horno de fuego, donde fueron lanzados por haberse negado a inclinarse ante la imagen de Nabucodonosor, para adorarla. Al seguir las instrucciones de la Palabra de Dios somos protegidos, nos abstenemos del pecado, somos limpiados de toda contaminación espiritual y evitamos prácticas impuras y hábitos nocivos que causan terribles estragos en el ser humano. Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
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Martes 4 de agosto | Lectura del día: Salmos 46:1-11 Confianza en tiempos de ansiedad Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Salmos 46:10
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a mayoría de nosotros nos sentimos angustiados en algún punto de nuestra vida. Cuando la tensión en la vida diaria se vuelve insoportable, sentimos ganas de escapar. Queremos salirnos del trabajo, de las relaciones, de la Iglesia, del vecindario o de cualquier otra situación difícil. ¿Qué nos dice la Biblia acerca de cómo manejar la ansiedad? Las situaciones angustiosas no se manejan luchando contra ellas. Más bien, Dios nos llama a vivir descansando en Él. Para el salmista, esto significó estar quieto y conocer a Dios (v. 10). Para el apóstol Pedro, el cuidado es una carga que la fe quita al hombre y echa sobre su Dios (1 Pedro 5:7). Jesús lo describió como una paz interior, cuando venimos cargados y hallamos descanso al pasar tiempo aprendiendo de Él (Mateo 11:28-30). Nuestro instinto humano nos pide a gritos que escapemos, pero Dios nos llama a acercarnos y absorber las verdades de Su Palabra. Por encima de todo, el Señor quiere que lo conozcamos. Al crecer en su soberanía y aceptar la bondad absoluta de sus planes y su amor profundo, que excede todo conocimiento, nuestra confianza puede crecer. Así nos resultará más fácil estar “quietos” en lugar de reaccionar como la gente que dice: “¡me voy de aquí!”. Nuestro estrés no tiene por qué convertirse en angustia. Cada vez que sintamos estrés, no tenemos que sentirnos derrotados y ceder a la tentación de rendirnos y huir. Con un entendimiento de nuestro Padre celestial y una creencia firme en su cuidado, podremos atravesar las peores circunstancias sin perder la paz interior y la confianza en Él. Éste es nuestro privilegio como hijos de Dios. Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
Miércoles 5 de agosto | Lectura del día: Salmos 103:1-22 Dios nunca te rechaza No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Salmos 103:10
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a Biblia dice que no hay ninguna condenación por nuestro pecado, pero no dice que no hay consecuencias. Cada vez que desobedeces a Dios, te lastimas a ti mismo y lastimas a otras personas; pierdes tu comunión con Cristo; pierdes tu efectividad y alegría aquí en la Tierra; pierdes recompensas en el Cielo. Sin embargo, Él no nos rechaza cuando hacemos las cosas mal. ¿Por qué no lo hace? Su amor es incondicional. Dios no dice: “te amo, si te portas bien” o “te amo porque vas todos los domingos a la Iglesia” –simplemente te ama... ¡y punto! Dios nunca dejará de amarte, porque eres un beneficiario de su gracia. “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota” (Lamentaciones 3:22). Tu salvación no se basa en tu desempeño. “Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia” (Tito 3:5). No puedes ganar tu camino al Cielo, comprar tu entrada o trabajar para ganarlo. La única forma en que tienes alguna esperanza de entrar en el Cielo, es por la gracia de Dios. Jesús ya ha tomado tu castigo. La ley de doble riesgo dice que no puedes ser juzgado dos veces por el mismo delito. Eso es cierto en el libro de Dios también. La gente no será castigada dos veces por el mismo delito o el mismo pecado. Hace dos mil años Jesús extendió sus brazos en la cruz y tomó el castigo por tu pecado. Jesús entiende nuestras debilidades humanas. Él conoce tus debilidades y tus defectos. “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.” (Hebreos 4:15). No importa lo que hayas hecho, Él te acepta porque te ama. Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
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Jueves 6 de agosto | Lectura del día: Romanos 4:13-25 Somos escogidos de Dios … La promesa de Dios se recibe por la fe para que la promesa sea un regalo de Dios. Así todos los descendientes de Abraham tienen la seguridad de recibirla… Romanos 4:16 PDT
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l ejemplo de Abraham demuestra que la salvación por la fe se enseña tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. ¿Quiénes son estas personas que viven bajo la ley de Moisés? Los judíos. Al pueblo judío le fueron dados los caminos de Dios antes que a nadie más. Sin embargo, para sorpresa de los judíos del primer siglo, Pablo argumenta que Abraham es también padre de los creyentes gentiles incircuncisos. ¿Pensaste alguna vez que por ser su pueblo escogido, Dios los ama más que lo que nos ama a nosotros? No. Ellos fueron escogidos para un propósito, para difundir el mensaje de que hay un Dios verdadero para todo el mundo. Eran como los misioneros para el resto de nosotros. Ahora Dios ha tomado esa tarea y se la ha dado a la Iglesia, que incluye a los judíos, los gentiles y a todos los demás que ponen su fe en Cristo. Dios dice que la salvación está disponible para cualquiera que abra su corazón a la fe. “Porque todo el que invoque el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13 NVI). No dice que solamente la gente muy buena será salva si invocan el nombre del Señor o la gente muy religiosa o la gente muy inteligente. Lamentablemente, muchas personas creen que algo en su vida los hace lo suficientemente buenos, así que no necesitan recibir el regalo de Dios de la salvación por medio de Cristo. Esta es la razón por la cual Dios decidió que la fe fuese la disposición del corazón que nos trae la salvación, para que sea por gracia, esto es, para que constituyera un regalo divino enteramente gratuito, independientemente de cualquier mérito nuestro. Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
Viernes 7 de agosto | Lectura del día: Ezequiel 37:1-14 Llamados a traer vida Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Ezequiel 37:4
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ontextualmente, podemos decir que este es un mensaje de esperanza para un pueblo desposeído cuya capital fue asolada y su gente enviada al exilio (v. 11), dejando claro que Dios tiene un futuro que ofrecerle, más allá del cautiverio en Babilonia, a aquellos que creen en Él.Y cuidará de que sigan adelante, no importa cuán grande sea el milagro que se necesite, para que ello se convierta en realidad. Dios nos ha llamado a traer vida a cosas muertas. Al profeta se le pregunta si los huesos secos podrían vivir. En el diálogo y en los acontecimientos que prosiguieron, Dios les enseñó a Ezequiel y a su pueblo un principio que es poderoso y vital para nosotros hoy. La manera en la que Dios trae vida a esos huesos tan secos fue a través de Ezequiel profetizando “vida” a toda la situación. Ezequiel tuvo que hablar a los huesos, tuvo que profetizar al viento y conforme lo hacía, las cosas empezaron a cambiar y vino la vida a aquello que no lo tenía. De la misma manera, nosotros debemos hablar continuamente a circunstancias y a áreas muertas de nuestra vida. El profeta tuvo que convocar a judíos muertos a escuchar el mensaje de Dios para venir a vida. Una de las maneras principales de Dios para traer cambio a una situación, es que uno de sus hijos hable sus promesas sobre personas y circunstancias. “Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran” (Romanos 4:17). Esto empieza con cada uno decidiendo profetizar y declarar vida sobre nosotros mismos. Hoy puedes comenzar un hábito de por vida de llamar “a las cosas que no son, como si fueran”. Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
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Sábado 8 de agosto | Lectura del día: Génesis 17:1-27 ¿Quién crees que eres? Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Génesis 17:5
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na de las enseñanzas explícitas de la Biblia se refiere a la importancia de las palabras que utilizamos. Abram recibió la promesa de que sus descendientes serían tan numerosos como las estrellas del cielo y la arena del mar. El problema era que él era muy mayor y su esposa había pasado la edad fértil y había sido estéril toda su vida. La palabra profética sobre su incontable descendencia fue de risa para una mente cerrada. Pasadas más de dos décadas sin ver la manifestación de la promesa, parecía más que imposible. Finalmente, a la edad de cien años, tuvieron a su hijo prometido, Isaac (que significa risa). ¿Qué marcó la diferencia? La clave del cambio fue esta: el nombre de Abram (que significa “Patriarca” o “Padre supremo”) fue cambiado a Abraham (que significa “Padre de multitudes”). De esta manera Dios se aseguraba que cada vez que Abraham escuchara o pronunciara su nombre se acordara de la promesa divina. Conforme Abraham se llamó a sí mismo por la promesa de Dios “fue fortalecido en fe” y vio la promesa cumplirse. Así que, ¿quién crees que eres? ¿Tu identidad está formada por tu pasado o por las promesas de Dios? Tu respuesta determinará grandemente si las promesas de Dios sobre tu vida se cumplirán. Principio: permite que las palabras divinas que revelaron su voluntad y su promesa para tu vida, lleguen a fijarse en tu mente y gobiernen tu conversación, así como el cambio de nombre de Abraham moldeó su concepto de sí mismo. No te des un nombre por debajo de lo que Dios quiere de ti. Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
Domingo 9 de agosto | Lectura del día: Josué 1:1-9 Toma tu posesión Yo os eh entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Josué 1:3
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osué 1 es un capítulo para todo aquel que está listo para salir de una vida desértica o una vida cómoda. Josué fue llamado para liderar una nueva generación a la tierra prometida. En el versículo 2, Dios dice: “levántate, cruza este Jordán… a la tierra que yo les doy”. En el versículo 3, añade: “Todo lugar que pise la planta de vuestro pie os he dado”; después en el versículo 4, define las fronteras de lo que les pertenecía. Es interesante que Dios mismo sea quien les diga lo que legalmente es suyo antes de que puedan poseerlo realmente. La posesión legal no garantizaba la posesión real. Se llamaba “la tierra prometida”. El título de propiedad era legalmente suyo, ahora tenían que proceder confiadamente para poseerla, sin importar todos los obstáculos que pudieran encontrar. De la misma manera es para nosotros hoy; tenemos nuestra propia tierra prometida. Pero, no se trata de un área geográfica, sino bendición y promesas específicas. Por ejemplo, cada persona tiene posesión legal de la vida eterna, pero eso debe ser poseído realmente a través de la fe en Cristo. De igual manera, Dios nos promete salud, favor, poder espiritual, protección, provisión abundante, sabiduría y mucho más. Lo que Dios hizo a favor de Moisés y Josué también lo puede hacer por nosotros. Cuando hacemos su voluntad, nada puede cerrarnos el camino al éxito. Es posible que tengamos que superar muchos retos para experimentar estas promesas, pero podemos hacerlo. La clave de nuestro triunfo –que ha sido la misma para todos los santos a través de la historia–es la presencia del Señor. Estar conscientes de la presencia de Dios nos da ánimo para enfrentar cualquier reto y seguir buscando poseer lo que legalmente ya es nuestro. Dios utiliza las dificultades para preparar gente común para un futuro extraordinario.
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Lunes 10 de agosto | Lectura del día: Lucas 12:22-31 El gran Proveedor Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Lucas 12:29-30
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uando Carolina tenía a su mamá gravemente enferma y estaba sin dinero, vino una hermana a visitarle, sin que le avisara, y le trajo una generosa ayuda económica que le alcanzó para ir a un médico, los medicamentos y tener lo necesario mientras le pagaban en su trabajo. De la nada llegó la ayuda de Dios por medio de una cristiana generosa. El ser humano es muy limitado. Sus necesidades van desde el área física hasta el aspecto espiritual. Nuestro Creador, por ello, ha tenido cuidado de su creación desde siempre. Uno de los nombres hebreos por el que se revela a nosotros lo encontramos en Génesis 22:14: “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.” Y es con el nombre de Jehová Jiréh, Dios proveedor. Todo el Nuevo Testamento nos habla de la provisión de Dios, especialmente en tiempos de escasez o necesidad. Santiago 1:16-17 dice, «Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» y en Lucas 12:22-31 y en Mateo 6:30 nuestro Señor Jesucristo da una extensa explicación acerca de la provisión de Dios en favor de los cuervos, los lirios del campo, las aves del cielo y la hierba, considerando que el abastecimiento divino será agrandado para el ser humano necesitado que busca primero el reino de Dios y su justicia. Su interés mayor está en nosotros. Agradezcamos hoy que tengamos un Dios proveedor que es generoso, de tal manera que si nuestra necesidad es material, emocional, social, espiritual, grande o pequeña la suple “conforme a sus riquezas en gloria”. Nuestra esperanza se halla en que las Sagradas Escrituras, el Espíritu Santo y los recursos espirituales son nuestra provisión en momentos difíciles, de insuficiencia o de limitaciones. Estás diseñado para cumplir el propósito de Dios en base a las habilidades naturales que Él te otorgó.
Martes 11 de agosto | Lectura del día: Mateo 28:11-20 Siempre con nosotros Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28:20
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uando me enteré que Oralia estaba en el hospital, fui a visitarle. La encontré con un entusiasmo contagioso y un ánimo increíble, a pesar de la gravedad de su salud. Me contó que habían pasado ocho días y los estudios que con urgencia solicitó su médico familiar todavía no se los habían hecho, pero que en esos días había tenido tal comunión con Dios, que había aprendido a depender primeramente en Él y a tener paciencia, de manera que podía pasar el tiempo que fuera en ese lugar, para tener tiempos ante la presencia maravillosa del Señor. Experimentar por la fe la continua presencia de Dios con nosotros hace la diferencia. La historia que el evangelista Mateo nos narra comienza con Emanuel, el “Dios con nosotros” y la concluye con la promesa de Jesús que estará con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Sus palabras a los discípulos llegaron después de haberles encomendado la tarea de llevar su mensaje de salvación a todo el mundo. Estaba consciente que sufrirían oposición, persecución, incomprensiones y por ello les promete Su presencia permanente. Reconocemos que para nosotros hoy la vida es, de por sí, compleja. Que incluye numerosas y variadas experiencias. Unas agradables, otras desagradables, unas más tristes, angustiosas, peligrosas, unas más alegres y en paz. Se hace necesaria la presencia de nuestro Dios a nuestro lado. Esta pondrá seguridad en nosotros. Vivamos cada día en el amor de Dios, que todo lo cubre, lo perdona y que es propio del cristianismo, para que podamos experimentar su presencia maravillosa en esta Tierra y mantengamos la esperanza de verle de nuevo en el Cielo, para estar con Él por la eternidad. Escribe Frances de Sales: “No pienses en lo que pueda suceder mañana. El mismo Padre Eterno que te cuida hoy, cuidará de ti mañana y todos los días. Él te defenderá en el sufrimiento o te dará una fortaleza infalible para sobrellevarla. Por lo tanto, ten paz y destierra todas tus preocupaciones”. Estás diseñado para cumplir el propósito de Dios en base a las habilidades naturales que Él te otorgó.
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Miércoles 12 de agosto | Lectura del día: Malaquías 3:1-10 Promesa de bendición Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Malaquías 3:10
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uando el hijo del pastor Manuel se cortó un dedo siendo joven, consideraron algunos que era una desgracia, pero cuando fue de misionero voluntario a África, cayó en manos de una tribu de aborígenes caníbales, que como una bendición lo dejó libre, porque al examinarlo vieron que le faltaba un dedo y lo consideraron imperfecto. Se cumplió lo que el apóstol Pablo escribió a los Romanos, “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (8:28) Bendición viene del latín “benedicêre” que significa la acción y efecto de alabar, ensalzar o engrandecer, de consagrar algo al culto divino o de invocar la bendición de Dios a favor de alguien o de algo. Es la expresión de un buen deseo hacia una persona o grupo, que por la fe se espera que se cumpla. A la luz de las Sagradas Escrituras, la voluntad de Dios es bendecirnos. Bendición es todo aquello que enriquece nuestra vida y nos mantiene alegres y en victoria. Malaquías nos recuerda que si somos fieles en nuestra mayordomía, si fielmente damos diezmos, ofrendas y primicias, Dios “derramará sobre nosotros bendición hasta que sobreabunde”. En el pueblo de Israel, dice Salmos 115: 12–15, “Jehová se acordó de nosotros; nos bendecirá; Bendecirá a la casa de Israel; Bendecirá a la casa de Aarón. Bendecirá a los que temen a Jehová, A pequeños y a grandes. Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; Sobre vosotros y sobre vuestros hijos. Benditos vosotros de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra”. Demos gloria a Dios por ser fiel a sus promesas de bendición para nosotros, nuestra familia, nuestra ciudad, nuestro estado o país, en todas las áreas de nuestro ser. Proverbios 10:22 nos recuerda que, “la bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.” Esas bendiciones son para nosotros. Estás diseñado para cumplir el propósito de Dios en base a las habilidades naturales que Él te otorgó.
Jueves 13 de agosto | Lectura del día: Efesios 6:1-9 El primer mandamiento con promesa Honra a tu padre y a tu madre». Ese es el primer mandamiento que contiene una promesa. Efesios 6:2 NTV
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n la actualidad, nuestra sociedad nos habla mucho de los derechos; todos los niños saben cuáles son sus derechos; las personas y trabajadores dicen: “es mi derecho hacer tal o cual cosa”; incluso en las familias los derechos son lo primero que se reclama, pero pocas personas conocen sus responsabilidades, por ejemplo: de ser padre, de ser trabajador, de ser hijo, etc. Cuando preguntamos ¿quién quiere una vida larga y bendecida? Todos podríamos alzar nuestra mano y reclamar esta promesa de Dios, y yo sé que muchos de nosotros quisiéramos tener una vida plena, larga y llena de bendiciones, pero para recibir esta promesa el apóstol Pablo nos recuerda algo muy importante: que hay que comprometernos con algo de antemano, en este caso específicamente es “honrar a nuestros padres”, por eso te invito a reflexionar hoy sobre este principio. Si bien conocemos muchas promesas de Dios, también deberíamos conocer las llaves que abren estas hermosas puertas y así poder recibirlas. Muchos cristianos son salvos, pero no viven en bendición, precisamente porque no saben usar las llaves. Dios quiere que tú y yo vivamos bendecidos, pero para ello hay que cumplir con nuestras responsabilidades de hijos; tan solo honra a tu padre y a tu madre todos los días de tu vida, aunque estés casado, así nuestro Padre te honrará con larga vida y abundantes bendiciones. También “honra a tu Padre celestial” y Él te dará vida en abundancia. Dios honra a los que le honran. ¿Cómo se honra a nuestro Padre celestial? La Escritura dice en Proverbios 3:9: “honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos”. Esto es una acción concreta de obediencia y de bendición voluntaria y generosa a nuestro Padre. Te invito a que honres a tus padres en este día y en especial a nuestro Padre celestial. Estás diseñado para cumplir el propósito de Dios en base a las habilidades naturales que Él te otorgó.
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Viernes 14 de agosto | Lectura del día: Salmos 91:12-16 Él te responderá Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores. Salmos 91:15 NVI
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l primer versículo de este salmo es la clave de toda esta lectura “El que habita al abrigo del altísimo, se acoge a la sombra del todopoderoso” y ésta es la confianza que el salmista muestra a Dios. La vida tiene muchas sorpresas, en ocasiones muy lindas, como el nacimiento de un hijo, pero también es sombría cuando un ser querido se va o nos quedamos sin trabajo repentinamente; pero así es el mundo en el que vivimos, hoy estamos seguros, pero mañana no sabemos qué será de nosotros. Si yo fuera el salmista estaría lleno de estrés, pues a donde quiera que miraba, sólo veía calamidad, pero en medio de ese estrés y de esa realidad, Dios le respondió de una manera maravillosa en los últimos versículos cuando le dijo: “Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre.” (Salmos 91:14). Su promesa es que Él te librará; la razón es simple: tú estás bajo Su abrigo. Ésta es una promesa maravillosa para nuestra vida. Finalmente, el versículo 15 dice algo más sorprendente: “Él me invocará, y yo le responderé”. Ésta es otra promesa valiosa para tu vida, pues no importa la situación en la que te encuentres, su promesa es clara, firme y verdadera. Así que si hoy estás en angustia, en aflicción, en medio de un problema que no sabes cómo resolver, no dudes ni un momento más, invócalo, que Él te responderá. ¿Cuál es la calamidad que estás viendo acercarse a ti? ¿En medio de qué situación te encuentras? ¿Crees que ya no hay quien pueda ayudarte? Solo mira las palabras del salmista: muerte, destrucción, calamidad, pero Dios dice: ¡Invócame y te responderé, Yo te libraré porque tú estás bajo Mi abrigo! Estás diseñado para cumplir el propósito de Dios en base a las habilidades naturales que Él te otorgó.
Sábado 15 de agosto | Lectura del día: Gálatas 6:1-10 Para cosechar hay que perseverar No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Gálatas 6:9 NVI
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n la vida es fácil encontrar a una multitud de personas con buenas intenciones, incluso alguna vez oí un dicho: “El infierno está lleno de personas con muy buenas intenciones” y parece algo ilógico. Sin embargo, es muy cierta la frase, pues las intenciones deben aterrizar en acciones. Al leer la Biblia encontramos que, para llegar al éxito o al triunfo, es necesario actuar y perseverar. El apóstol Pablo nos recuerda esta promesa de Dios que seguramente recogió de los proverbios, como el que dice “El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado.” (Proverbios 12:24 NVI). Lo interesante de las promesas de Dios es que Él las ha puesto al alcance de la humanidad, y principalmente de sus hijos, pero muchos no son diligentes, y otros más no perseveran en el camino al éxito, sino que claudican cuando están a punto de cosechar. Esta promesa nos habla del carácter espiritual; muchas personas luchan, intentan y buscan la manera de hacer el bien y apartarse de las adicciones, de lo malo, pero en el camino se encuentran con el desánimo por no ver una respuesta inmediata o por sentir que no han avanzado nada en su caminar. La razón de estos sentimientos es simple: la transformación que Dios está haciendo en ti y en mí es un proceso de siembra y cosecha para el resto de nuestra vida. Dios ha trabajado mucho con mi carácter, a fin de poder alcanzar metas y sueños en mi vida, pero para llegar a realizarlos no fue de un día a otro como por arte de magia, al contrario, han sido más de 20 años de ministerio en los cuales he perseverado, y créeme que no ha sido fácil, pero la cosecha está siendo maravillosa, y aún sigo sembrando para que mis hijos también cosechen. Siembra el día de hoy y confía en que Dios te dará una cosecha abundante, a su debido tiempo. Estás diseñado para cumplir el propósito de Dios en base a las habilidades naturales que Él te otorgó.
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Domingo 16 de agosto | Lectura del día: Romanos 10:1-10 Promesa de salvación Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Romanos 10:9
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uando a Eduardo su papá le decía que al siguiente día le llevaría a pescar, no dormía del gusto de vivir esa aventura. Sabía que si su papá se lo había prometido, se lo cumpliría. Nos alegra saber que dentro de las preciosas y grandísimas promesas que Dios nos ha dado en las Sagradas Escrituras, la mayor es la promesa de salvación, el perdón de los pecados cometidos. El “hilo rojo” de este tema va desde Génesis hasta Apocalipsis. Corre y toma diferentes maneras de expresarla en cada uno de los 66 libros de la Biblia. El apóstol Pablo enseña, «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.» (Romanos 10:9) y Lucas explica, “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19). El pecado separa al ser humano de Dios y lo pone en el banquillo de los acusados, bajo la sentencia severa del Juez justo, “pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:4-5). Desde el punto de vista de nuestro Creador, Su misericordia, Su gracia y Su amor lo mueven a buscarnos para darnos salvación. Desde el lado humano, el arrepentimiento, la solicitud de perdón y la aceptación de Jesucristo como nuestro Salvador personal, nos lleva al cumplimiento de esa maravillosa promesa. Agradezcamos a nuestro Señor cada día y compartamos con otros la promesa de que no tenemos que quedarnos en la condenación eterna, sino que en Cristo hay perdón y transformación de vida. “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.” (1 Tesalonicenses 5:9-10). Estás diseñado para cumplir el propósito de Dios en base a las habilidades naturales que Él te otorgó.
Lunes 17 de agosto | Lectura del día: Mateo 25:15-29 Sirve y Él te dará más El amo dijo: “Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!” Mateo 25:23 has dado cuenta que Dios promete dos recompensas a los ¿T ebuenos administradores? La primera es que le confía más res-
ponsabilidades y la segunda es celebrar con Él eternamente. Primero déjame hablarte de tener más responsabilidades; no suena muy bien que digamos, pero esta recompensa tiene que ver con el prestigio que Dios te da ante Él, pues confía en ti, confía en que tienes las habilidades, honestidad y capacidad de respuesta para el reino. Es como en una empresa, los que son buenos administradores, honestos y responsables tienen un mejor puesto, mejor salario y el prestigio de ser “director de”, “supervisor de”, etc. Pasa lo mismo con Dios, Él te da prestigio y te da más capacidad para invertir y trabajar en Su obra. ¿Te has preguntado por qué las personas que sobresalen en algo comienzan a sobresalir también en muchas otras áreas? La promesa es clara: si usas bien tus dones Dios sabe que te puede dar más porque los estás administrando bien. Cuántas personas tienen grandes talentos escondidos y así se quedan hasta el final de su vida, y parecería cada vez que tienen menos. Ser administrador es algo que Dios nos encomendó a todos. Solo mira todos tus talentos, tus capacidades y habilidades, ¿las usas todas? ¿Le sacas el mayor provecho a cada una de ellas? Créeme, si eres buen administrador, Dios te dará más. Pero no se trata solo de tener más, sino de ser confiable para Dios. Así, todo lo que Él ponga en tus manos será prosperado.Y por supuesto tu vida también será prosperada en muchas maneras, pues, así como hay más responsabilidades, hay más utilidades que Dios repartirá justamente contigo. Finalmente, la segunda promesa es, “ven a celebrar conmigo”. Qué maravilloso, pues esto significa que todos los logros, todas las victorias y alcance de tus dones son para la gloria de Dios. Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no asegura nada y cuando falla se justifica.
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Martes 18 de agosto | Lectura del día: Génesis 39:1-23 Si el Señor está contigo, no es el final Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Génesis 39:3
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uando vemos la situación de José, que pasó de ser el príncipe de su casa a ser un esclavo, de ser el consentido de su familia con grandes sueños a ser un extranjero en una tierra extraña, pensaríamos que ese sería el final de una historia más; pero el versículo 2 de Génesis 39 nos revela una hermosa promesa que debería alentarte hoy a no darte por vencido: “Mas Jehová estaba con José”. Tener la compañía del Presidente es importante, pero tiene sus limitaciones; sin embargo, José no sólo estaba con un alto funcionario egipcio, él tenía la presencia de Dios. Así que su situación no tenía ninguna importancia porque sus sueños no estaban anclados a su situación, sino en la presencia de Dios, pues cuando parecía que nada podía salir peor en la vida de José, fue acusado falsamente y metido a la cárcel. Qué terrible vida; fueron años de esclavitud y de cárcel. ¿Qué harías tú si por alguna circunstancia fueras a dar a prisión? Seguramente te deprimirías. ¿Qué pasa cuando las cosas van de mal en peor? Caemos en angustia y depresión y llegamos a creer que Dios se olvidó de nosotros. Muy pocas personas creen que esta historia fue real, ya que parece una película; sin embargo, el final de la historia de José es todavía más increíble. Dios prosperó todo lo que él hizo; las personas se dieron cuenta de que Dios estaba con él y lo nombraron el segundo más poderoso de todo Egipto. No sé cuál sea tu situación el día de hoy, pero lo que sí sé, es que si Jehová está contigo no temerás lo que el hombre pueda hacerte. Hoy tu puedes aferrarte a Jesús y confiar que Él ha vencido al mundo. Y Aunque en el mundo tengamos aflicción, si confías, Él estará contigo todos los días de tu vida hasta el fin del mundo. Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no asegura nada y cuando falla se justifica.
Miércoles 19 de agosto | Lectura del día: Daniel 12:1-13 Promesa de resurrección Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Daniel 12:2
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espués del accidente en motocicleta que sufrió Federico, en el que tuvo múltiples fracturas, golpes contusos y complicaciones, pasando casi un año hospitalizado, entendió que regresó de la muerte. Testifica que literalmente resucitó, porque los médicos, en varias ocasiones, creyeron que moriría. Su vida recomenzó a partir de sanar, después de varias intervenciones quirúrgicas. El triunfo de nuestro Señor Jesucristo sobre la muerte, teniendo como testimonio la tumba vacía, nos asegura nuestra propia resurrección. Para nosotros la muerte no es el fin, creemos con fe en la promesa de la resurrección de entre los muertos. El ángel recordó a las mujeres, “diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.” (Lucas 24:7) La bendición actual es que tenemos un Cristo vivo, cercano a nosotros, que está atento a nuestro clamor, dispuesto siempre a ayudarnos, interesado en cuidarnos. El salmista nos comparte, “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aún más allá de la muerte” (Salmos 48:14). La promesa de resurrección produce en los creyentes gozo, paz, descanso, ánimo. Esta promesa quita el temor a la pobreza, al fracaso, a la enfermedad y a la muerte. En 1 Corintios 15 el apóstol Pablo nos comparte que habrá cierto orden en la resurrección, “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.” (1 Corintios 15:22-23). En Romanos 8:11 Pablo nos comparte, “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Pidamos que el Espíritu de Dios nos llene para dotarnos de poder espiritual, vida y gozo, y así poder vivir victoriosos como cristianos, fieles a nuestro Salvador y Señor. Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no asegura nada y cuando falla se justifica.
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Jueves 20 de agosto | Lectura del día: Salmos 32:1-11 Dios promete ayudarte El Señor dice:Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti. Salmos 32:8
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n este salmo tenemos tres promesas de Dios para tomar decisiones. A los jóvenes se les conoce como fuertes, vigorosos y arrebatados, tal vez inexpertos. Por otro lado, el simple hecho de ser mayor de edad no equivale a ser prudente o maduro. La Biblia nos enseña que la sabiduría proviene de temer al Señor y aceptar su ayuda. En este pasaje encontramos consejos de Dios para nuestra vida y propósito de la misma: Primero: Él te instruirá. Imagina cuántas veces has cometido errores porque nadie te instruyó, y después de muchos errores, encontraste la mejor manera. En mis años de ministerio he aprendido a dejarme instruir por quienes tienen más experiencia.Veo, oigo y hago lo que los expertos me dicen. Segundo: Te mostrará el camino. Cuántas veces llegas a un callejón sin salida y piensas que no hay más que hacer. Cuando yo era adolecente viví algunas desventuras y creí que no tenía futuro, pero Dios me mostró un mejor camino. Tercero: Te dará consejo. Piensa por un momento… El que conoce tu propósito y te diseñó para realizarlo es Dios, ¿por qué no confiar en Sus consejos? Por último: Velará por ti. Si bien ya tienes Su instrucción, Su guía y Su consejo, eso no asegura que nada venga en contra tuya, por eso esta promesa final es importante, pues Él velará en tus planes y tus pasos. Esto significa que cuidará hasta el más mínimo detalle de tu vida. Me gustaría apuntar la parte final del versículo 9 que dice: “para acercarlos a ti”. Esta es la mejor parte de todas estas promesas, ya que el propósito general de Dios para tu vida no radica en que tú vivas con propósito, porque todos tienen propósito; ni que seas el más apasionado, ni mucho menos que seas el más grande y famoso, debido a que existe gente grande, apasionada y famosa pero que no agrada a Dios. Te quiero compartir lo dichoso que soy en la actualidad, con una vida completamente cambiada, un futuro hermoso para mis hijos, pero lo mejor de todo es que disfruto predicar y servir a Dios con amor y pasión. UUn ganador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no asegura nada y cuando falla se justifica.
Viernes 21 de agosto | Lectura del día: Santiago 1:12-22 Recibiremos coronas Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Santiago 1:12
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anny Pacquiao, cuyo verdadero nombre es Emmanuel Dapridran Pacquiao es un boxeador filipino, campeón mundial de peso Walter de la Organización mundial de boxeo, tiene un record de 64 peleas, 57 victorias, 38 por nocaut, 5 derrotas y dos empates, su fortuna asciende a 110 millones de dólares, su fundación ayuda a personas en extrema pobreza, es el único boxeador profesional que ha ganado 8 títulos mundiales, ha sido campeón de peso mosca, supergallo, pluma, superpluma, ligero, superligero, Walter y superwalter. Pero la corona mayor que ha obtenido es haber aceptado a Cristo como su Salvador personal, dando testimonio público de su fe. La corona es símbolo de la realeza. Viene de la palabra griega Stephanos, base del nombre Esteban, que significa un símbolo de gran honor, un premio en los grandes juegos públicos. En el Nuevo Testamento se mencionan, por lo menos, cinco coronas que se otorgarán a los creyentes en Cristo Jesús. La corona incorruptible (1 Corintios 9:24-25), la perseverancia fiel gana esta recompensa celestial. La corona de regocijo (1 Tesalonicenses 2:19) será nuestra recompensa donde Dios “enjugará toda lágrima… y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor…” (Apocalipsis 21:4). La corona de justicia (2 Timoteo 4:8) reservada para quienes amamos a nuestro señor Jesucristo y esperamos su segunda venida. No es para aquellos que dependen de su propia justicia y no de la justicia de Cristo. La corona incorruptible de gloria (1 Pedro 5:4) que es para los siervos fieles de Dios. Finalmente, la corona de la vida (Apocalipsis 2:10) para todos los cristianos que padecen sufrimientos o para quienes valientemente afrontan persecución, incluso hasta la muerte. Agradezcamos a Dios por la promesa de darnos coronas al llegar a Su presencia, pero trabajemos para que nuestra verdadera motivación de llegar hasta Su presencia sea la gratitud, el amor, la fidelidad, la obediencia a sus mandamientos, para movernos hacia la eternidad “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no asegura nada y cuando falla se justifica.
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Sábado 22 de agosto | Lectura del día: Hechos 27:13-26 Dios bendice a los que te rodean Y me dijo: “No tengas miedo, Pablo.Tienes que comparecer ante el emperador; y Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo. Hechos 27:24
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ay ocasiones que un país, una sociedad, una empresa o una familia están en medio de una tormenta y todo apunta al desastre total, pérdida, destrucción y perjuicio para todos, tal vez por decisiones equivocadas. Al leer esta historia encontré una promesa muy amplia para tu vida y la vida de los que te rodean. Si analizamos este pasaje, vemos que la tormenta estaba ahí, pero los daños y el peligro se pudieron haber evitado si se hubieran tomado las decisiones adecuadas. La historia nos dice que el capitán de la nave simplemente tomó la peor decisión, que naturalmente terminaría en la muerte de toda la tripulación y pasajeros de la nave. Ahora bien, es aquí donde entra el poder de las promesas de Dios, pues desde el llamado de Pablo, Dios le había prometido que comparecería ante los gobernadores y reyes. Hasta el momento Pablo había sido librado individualmente, por lo que él había probado que esta promesa era cierta. Pero ahora no solo su vida corría peligro, sino la de todas las personas que iban en la nave. Por la promesa de Dios a la vida de Pablo todos se salvaron y no perdieron su vida. ¿Cuántas veces has sido tú el factor de cambio y de bendición para tu ciudad, empresa o familia? Dios te ha prometido bendecir tu vida y a través de ella muchas más personas también son bendecidas. En mi caso como pastor y empresario, puedo ver esta promesa alcanzando y bendiciendo a muchas personas. Respecto al ministerio, predicando la Palabra, y de esta manera muchas personas han sido rescatadas del pecado y una gran cantidad de familias han sido restauradas, simplemente porque Dios me prometió un gran ministerio en Oaxaca. En cuanto al área empresarial, Dios no solo me ha dado bendiciones a mí, sino también ha bendecido a mi esposa, hijos, sobrinos y a todas las familias de los que trabajan conmigo. La promesa de la bendición para tu vida puede tener alcances que nunca imaginaste. Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no asegura nada y cuando falla se justifica.
Domingo 23 de agosto | Lectura del día: Josué 1:1-9 Serás prosperado Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Josué 1:7
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illiam Colgate fue un joven de la localidad de Hollingbourn, en Kent, Reino Unido. A los 16 años emigró a los Estados Unidos de Norteamérica, en un viaje de aventura, porque sus padres eran demasiado pobres y no podían sostenerlo. Se asoció con un fabricante de jabones en Nueva York. Con una fe firme en Dios, decidió que daría una décima parte de sus ganancias a la Iglesia. Cuando su socio murió pocos años más tarde, llegó a ser el único dueño del negocio que creció rápidamente. Decidió dar para la obra de Dios el veinte, luego el treinta, el cuarenta y el cincuenta por ciento de sus ganancias. Apoyó para que se organizara la Sociedad Bíblica Americana. Se fusionó con Palmolive-Peet, para terminar siendo Colgate-Palmolive. Dios prosperó a este hombre fiel a Dios en sus diezmos. Prosperidad no necesariamente se refiere a riquezas materiales, a dinero. Es una bendición mucho mayor que solo en el área financiera. Las Sagradas Escrituras mencionan a muchos personajes que fueron ricos, entre ellos Abraham, Salomón, Ezequías, Job y José de Arimatea. Obtuvieron ganancias de manera legítima y dieron evidencia de fidelidad a Dios. Estamos conscientes de que el dinero puede comprar medicinas, pero no salud. Una cama, pero no sueño. Libros, pero no sabiduría. Comida, pero no apetito. Adornos, pero no belleza. Diversión, pero no felicidad. Una casa, pero no un hogar. Un reloj, pero no tiempo. La promesa de prosperidad va mucho más allá que los bienes materiales; comienza con la bendición de la salvación, la vida física, la salud, la protección, su presencia en nuestro negocio, oficina o trabajo, un compañero o una compañera idónea, los hijos, la familia y la lista sería interminable. Proverbios 10:22 dice, “la bendición de Dios es la que enriquece”. Si el Creador te da la bendición de enriquecerte, administra los recursos siendo fiel, apoyando la obra de Dios y siendo generoso con los que menos tienen. Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no asegura nada y cuando falla se justifica.
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Lunes 24 de agosto | Lectura del día: Juan 3:1-15 Promesa de vida eterna Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:15
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uando mi padre fue llamado por Dios a Su presencia, estuve seguro que disfrutaría de la vida eterna que Jesucristo había ganado para él en la cruz del Calvario. Cuando él aceptó a Cristo como su Salvador personal, su vida experimentó un cambio radical y se mantuvo fiel a Dios hasta el último día de su vida. Dio testimonio de una vida nueva y de su fidelidad al Señor que lo transformó. El evangelista Juan comienza su libro diciendo que “En él (Cristo) estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” (Juan 1:4), y el mismo Señor enfatiza: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10). Y Juan concluye: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3). El propósito de nuestro Creador va más allá de nuestro paso por el tiempo y el espacio, toca la eternidad. La vida eterna es una promesa de Dios a aquéllos que le conocen y perseveran fieles hasta el final de sus días. Se recibe en el momento en que nos arrepentimos, pedimos perdón por nuestros pecados, creemos en Cristo y le aceptamos como nuestro Salvador personal. En 1Tesalonisenses 4:13-17 el apóstol Pablo explica que los que mueren creyendo en Cristo, vendrán a resurrección de vida, o sea, para estar siempre con el Señor cuando hayan sido resucitados. De hecho, el término que usa no es “mueren”, sino “duermen”. Es decir que la muerte es sólo el paso de estar en el tiempo para estar en la eternidad. En el caso de “los que habremos quedado hasta la venida del Señor” seremos transformados, seremos arrebatados, juntamente con los resucitados, para recibir al Señor en el aire. Hay esperanza en la promesa de una vida eterna. Dios nos ayude a ser obedientes y fieles a Él, para poder disfrutar la vida cristiana y alcanzar vida eterna. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
Martes 25 de agosto | Lectura del día: Santiago 1:1-7 Dios promete darte sabiduría Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Santiago 1:5
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uando el Dr. Bruce Waltke cerró sus ojos para escuchar atentamente la pregunta que le estaban formulando, después de su conferencia, seguramente repasaba el pasaje bíblico en el texto original griego, para después contestar adecuadamente. Dios le había dotado de una sabiduría extraordinaria para discernir el texto bíblico. Es un gozo y bendición observar al Dr. Waltke y a muchos otros que seguramente hemos conocido, a quienes nuestro Señor les ha dotado de conocimientos y sabiduría. Con justa razón Job dice que, “Con Dios está la sabiduría y el poder; Suyo es el consejo y la inteligencia.” (Job 12:13). La sabiduría no consiste en conocer el bien y el mal, sino en distinguir el bien del mal. En aplicar a la vida diaria lo bueno que aprendemos de la Palabra de Dios. Es innegable que Dios es, “El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría” (Jeremías 10:12) y el que nos compartió de su naturaleza dotándonos de inteligencia y sabiduría, aunque estamos conscientes que el pecado de desobediencia de Adán y Eva dañó la imagen natural de nuestro Creador en el ser humano. Israel había recibido mandamientos específicos al entrar en la tierra prometida y la encomienda, “Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.” (Deuteronomio 4:6),Y la enseñanza de que, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre” (Salmos 111:10). Pidamos a nuestro Dios que nos ayude para no guiarnos por la sabiduría humana, sino por la espiritual, la sabiduría de lo alto, para vivir conforme a su voluntad, para desempeñar bien nuestro trabajo, guiar adecuadamente a nuestra familia, para desarrollar bien nuestro ministerio y para ser de bendición a otros. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
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Miércoles 26 de agosto | Lectura del día: Oseas 14:1-9 Aunque fallas, Dios te ama Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos. Oseas 14:4
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uando vienen a nuestra vida momentos y situaciones feas, la pregunta que le hacemos a Dios es ¿por qué a mí? Ponemos lo mejor de nosotros ante Dios, le decimos: pero si yo te sirvo, pero si yo te alabo, etc. La respuesta lógica que pensamos es que Dios se equivocó o que nos está siendo injusto con nosotros porque no merecemos la situación difícil. Durante muchas pruebas y dificultades que he pasado a lo largo de mi vida y de mi ministerio, Dios me ha sostenido hasta el día de hoy y he llegado a la conclusión de que la pregunta que hacía al principio estaba equivocada. La verdadera pregunta es ¿por qué no a mí? Si analizas tu vida y tus pensamientos, te darás cuenta que, como dice Santiago, todos fallamos muchas veces y de muchas maneras. Si no me crees, estoy seguro que si Jesús volviera a decir “el que esté libre de pecado…” es tajante, Pablo lo diría “No hay bueno ni aun uno”. Esto nos pone en la mira de la ira de Dios, pero es aquí donde entra esta hermosa promesa de Dios, pues nos ama por pura gracia. Esta promesa es la que nos hace ver las cosas desde otra perspectiva, pues por nuestras obras simplemente mereceríamos la ira y el castigo de Dios, pero como diría Pablo: “mas Dios muestra su amor para con nosotros, que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). Esto significa que nos libró del castigo que merecíamos. En este día te invito a que reflexiones sobre tu situación para que te des cuenta que no ha sido tu fuerza ni tu capacidad la que te ha hecho prosperar, sino la misericordia de Dios en tu vida. Tan solo mira todas las bendiciones que Dios le prometió a su pueblo en los versículos 5 al 9 de Oseas 14. Por puro amor Dios nos ha colmado de bendiciones; recuerda esta promesa y sé agradecido por ello. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
Jueves 27 de agosto | Lectura del día: Hechos 16:23-34 Promesa de salvación para nuestra familia Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Hechos 16:31
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an pronto como María Elena aceptó a Cristo en su corazón, comenzó a orar por su familia y a compartirles su testimonio de cambio de vida. Un tiempo después, su esposo e hijos encontraron la salvación. Luego, sus padres y sus hermanos le acompañaron a la Iglesia y fueron alcanzados por la misericordia de Dios hasta ser perdonados. Ahora toda su familia ha llegado a ser cristiana por la gracia y amor de Dios. Cuando nuestro Dios ordenó al pueblo de Israel, esclavizado en Egipto, que pintaran con la sangre del cordero el marco de sus puertas, estaba refiriéndose a un asunto de toda la familia. Era salvación para la familia completa. Ni uno de ellos murió esa noche, porque estaban bajo la protección de la sangre y la promesa de que Dios no tocaría a ninguno de ellos. Este acontecimiento nos recuerda que el poder de la sangre de nuestro Señor Jesucristo, que nos limpia de todo pecado y nos libera de toda esclavitud, es suficiente para la salvación y protección de nuestra familia. El verdadero evangelio se centra en la familia. Es el deseo de Dios que toda nuestra familia venga al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Que tenga libertad, salud, prosperidad integral, protección y bendición. Nuestro Creador, al hablar de la Iglesia, usa la figura de la familia y manifiesta su deseo de que persevere unida por la eternidad. De hecho, se habla de Dios como nuestro Padre celestial y de Jesucristo como nuestro hermano mayor. Nosotros somos coherederos con Cristo de la gloria de Dios. La palabra de promesa para el carcelero de Filipos, que él y su familia serían salvos por creer en el Señor Jesucristo, es para nosotros en este tiempo. “Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.” (Hechos 16:34) Oremos para que todos nuestros familiares, los cercanos a nuestro corazón, lleguen a reconocer a Cristo como su Salvador y como su Señor. La bendición es para toda nuestra familia. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
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Viernes 28 de agosto | Lectura del día: Jeremías 29:4-13 Tendrás paz Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29:11
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uando la crisis pasó para Macario, después de haber estado a punto de perder su negocio y por ello casi perder la vida por el infarto al miocardio que sufrió, en esa cama de hospital recibió la visita de nuestro Salvador de manera maravillosa y le dejó una paz profunda en su corazón y una confianza plena en que todo estaba en las manos del Dios maravilloso y todopoderoso en el que creía. Desde el inicio de los tiempos, Dios ha dado al ser humano promesa de paz, una paz que puede ser definida como un estado de tranquilidad y quietud. Es la presencia permanente de nuestro Señor en nuestra vida. No necesariamente ausencia de conflictos, violencia o problemas. Mariano Rajoy Brey, Presidente del Partido Popular en España, dice: “La paz es pasear en libertad por las calles de tu ciudad sin sentir la amenaza del terrorista; es disfrutar de la familia sin temer la reacción violenta de tu pareja; es descansar en tu hogar sin esperar angustiado el sonido de las bombas… Es el respeto, la comprensión y la libertad. El mayor anhelo del individuo”. Edward Estivill, neurofisiólogo y estudioso del sueño, queriendo definir la paz, dice: “Es difícil resumirlo en una frase. Creo que esta cita de José Agustín Goytisolo refleja un poco lo que pienso: Frente al tirano y sus leyes/ yo mi corazón pondría/ para que volviera el aire/ por tu casa y por la mía”.Y el publicista Risto Mejide comenta con un poco de sarcasmo: “La paz es la ausencia de vecinos”. Isaías profetizó que nuestro Señor Jesucristo sería llamado “Príncipe de paz” (Isaías 9:6) y que entregaría Su vida en favor de la humanidad, lo que haría posible la promesa de una nueva vida y disfrutar de la paz interior. En la actualidad es posible obtener perdón y paz con Dios, por medio de la fe en Jesucristo. La obediencia a las Sagradas Escrituras nos lleva a tener esa paz única, que sólo nuestro Redentor puede dar. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
Sábado 29 de agosto | Lectura del día: Isaías 54:1-17 Nada te puede destruir, afirma el Señor No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será refutada. Ésta es la herencia de los siervos del Señor, la justicia que de mí procede —afirma el Señor —. Isaías 54:17 que Dios ha prometido que ninguna arma forjada contra ¿S abías ti prosperará? Ahora, Él no prometió que ninguna arma se for-
me contra ti. El prometió que, si algún arma es forjada contra ti, no prevalecerá ni te derribará. Actualmente, si pensamos en noticias, sé que vendrá a nuestra mente guerra, hambruna, sequias, incendios, terremotos, virus, enfermedades, incluso muchas personas tienen miedo de ir al médico porque tal vez les digan lo mal que está su salud, que son propensos al cáncer, a la diabetes, que tiene niveles muy altos de estrés o que está en los niveles críticos necesarios para un infarto. Si seguimos, creo que no terminaremos de enlistar los peligros que nos acechan. En algunas compañías contratan seguros y personal dedicado a reducir riesgos; lo interesante de esto es que los riesgos siempre estarán a la vuelta de la esquina. Si cada mañana te levantas y piensas en todas las malas noticias y solo ves eso, pronto te volverás un paranoico. Aquí es donde entra esta promesa, porque Dios sabe que habrá incidentes en tu vida y que el enemigo de tu alma te está buscando porque quiere acabarte. En la vida recibirás ataques, pero le promesa es firme: no prevalecerá; esto significa que te podrá hacer algo de daño, pero no te destruirá; te darás cuenta de que quienes no confían en esta promesa caen, pero Dios quiere que recuerdes que no hay poder humano ni espiritual que sea más fuerte que Él. Quiere que confíes en Él y en Sus promesas. Si Dios lo prometió, créele. En cierta etapa de mi vida, todo en lo que confiaba se vino abajo: amistades, trabajo, ministerio y recursos, pero Dios permaneció firme a su promesa de manera que aunque tenía muchas demandas en mi contra, todo se resolvió; ninguna arma forjada prevaleció contra mí, porque confié en el Señor. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
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Domingo 30 de agosto | Lectura del día: Hechos 2:29-38 Promesa del Espíritu Santo Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Hechos 2:33
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uando Jorge Alberto consagró completamente su vida a Dios, sus luchas con su carácter, sus celos y sus actitudes negativas terminaron. Dios, por medio del Espíritu Santo, purificó su corazón, le dotó de poder y comenzó un camino firme hacia la madurez espiritual, con una vida de fidelidad y de gozo. El Evangelio de Lucas nos comparte que cuando nuestro Señor Jesucristo estaba ascendiendo a los cielos “…les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.” (Hechos 1:4). Ya Dios, siglos atrás, había profetizado a través de Joel, “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.” (Joel 2:28-29). Dios ha dado la salvación por medio de Jesucristo como un regalo a quienes le reciben en su corazón y promete el Espíritu Santo como el Consolador, el compañero del camino, el fortalecedor, el maestro, el guía. Desempeña varias funciones vitales en el plan de salvación, por ejemplo, da testimonio del Padre y del Hijo, revela la verdad de todas las cosas, santifica a los que creen y se consagran a Dios. Hechos 1:8 dice: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Agradezcamos a Dios que nos ha enviado al Espíritu Santo que nos ayuda a ser obedientes a su Palabra, nos dirige para tomar las mejores decisiones, nos da poder espiritual, pone palabras en nuestra boca cuando no sabemos qué decir, aclara lo difícil de las Sagradas Escrituras, nos inspira al compartir la Palabra de Dios, nos induce a hacer lo bueno, nos ayuda para ser fieles en la vida cristiana. Es el sello de nuestro sentido de pertenencia a Dios. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
Lunes 31 de agosto | Lectura del día: Jeremías 20:7-18 Dios está contigo, lo sientas o no No obstante, el Señor está a mi lado como un gran guerrero; ante él mis perseguidores caerán. No pueden derrotarme. Fracasarán y serán totalmente humillados; nunca se olvidará su deshonra. Jeremías 20:11 NTV
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uántas veces has sentido que estás muy lejos de Dios, que cuando haces tu devocional, lees la Biblia, incluso cuando oras, no sientes nada. Solo hay un vacío, un silencio, como si estuvieras esforzándote sin ver ningún resultado en tu vida. No obstante, la promesa de Dios para tu vida en este día es contundente: “Yo estoy a tu lado” el verbo “estar” en este pasaje, en el idioma original, se encuentra en el tiempo perfecto; la traducción más precisa sería: “Yo, estuve, estoy y estaré a tu lado” y es una promesa para ti. Sé que muchas veces has pensado que Dios no estuvo en tu dolor o que no estuvo cuando triunfaste, y cuando miras al futuro la incertidumbre es fuerte y dices: “no sé si Él estará conmigo”, porque no sientes Su presencia. Pero la presencia de Dios no se trata de sentimientos, ya que la verdad no se siente, la verdad es. Lamentablemente la mayoría de los cristianos aún se guían por sus sentimientos y no por la certeza de que Dios está con ellos; si tú te guías por los sentimientos, terminarás quién sabe dónde y quién sabe cómo. Si nuestro amor por Dios se basara en lo que sentimos o en las circunstancias que nos rodean, creo que el cristianismo se hubiera desvanecido hace mucho tiempo. Dios nos ama, no por sentimientos, sino por la convicción que tiene en Su poder para cambiarnos. El día de hoy te reto a que confíes en Jesús, no por sentimiento o emoción, sino por convicción; no desmayes, sigue adelante, porque Él está contigo pase lo que pase. Aun si pasas por las aguas o el fuego, en problemas o en retos, Él está contigo. Tan solo mira las circunstancias de Jeremías; él simplemente podía haber dicho: “siento que Dios no está conmigo porque todo lo que hago es afrenta y provoca que me desprecien”. Pero Dios le dio una verdad que es para ti hoy y que nadie puede cambiar: “Estoy contigo”. Él está contigo, aunque no lo sientas, simplemente porque Él lo prometió. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
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