Navidad es Generosidad Diciembre 2015
Navidad es Generosidad
ElĂas Betanzos • Diciembre 2015
Navidad es Generosidad Pastor Elías Betanzos es unapublicación mensual gratuita Ediciones Ginosko Año v Número 11 20,000 ejemplares. Versión digital en www.familiacap.org Centro de A labanza y P roclamación Reuniones dominicales: 8:30 y 10:30 am, 1:00 y 7:00 pm. Martes: 7 pm. Miércoles: 7:30 pm. (Auditorio ipanti) Av. Símbolos Patrios 402, Ex Hacienda Candiani. Jueves 7:30 pm. (cap reforma) Netzahualcóyotl 218, Col. Reforma. Km. 6.5 Carretera Oaxaca-Tule (Deportivo Oaxaca) San Francisco Tutla Oaxaca de Juárez, Oax. Oficinas: Jazmines No. 909, Col. Reforma Oaxaca de Juárez, Oax. C.P. 68050. Tels: 01 (951) 5151733/ 01 (951)5184878 Si deseas anunciarte en esta publicación llama con Mario Mejía o Susana Lozano (951)1353675 / (951)1353676 susanloz@hotmail.com
Diciembre 2015
Día • Pág. • Mensaje
7 • Editorial
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9 • El gran intercambio
2 • 10 • Él no se olvida de ti 3 • 11 • Generosidad para el Salvador 4 • 12 • Tiempo con Jesús 5 • 13 • Quiero ser más como Tú 6 • 14 • Jesús ve cómo ofrendas 7 • 15 • Un regalo muy especial 8 • 16 • A su debido tiempo 9 • 17 • ¿Darías lo que Dios te pidiera? 10 • 18 • Tres consejos 11 • 19 • Una ofrenda espectacular 12 • 20 • Lo más importante 13 • 21 • La bendición de la paz 14 • 22 • Época de alegría 15 • 23 • Promesa cumplida 16 • 24 • El favor inmerecido de Dios 17 • 25 • Misericordia en todo tiempo 18 • 26 • Llamados a ser buenos 19 • 27 • Navidad es amor 20 • 28 • Navidad es luz 21 • 29 • Navidad es generosidad 22 • 30 • La sabiduría viene de Dios 23 • 31 • Navidad es justicia 24 • 32 • La verdad vino en Navidad 25 • 33 • Navidad es fidelidad 26 • 34 • La paciencia de Dios 27 • 35 • Busquemos la santidad 28 • 36 • Bendecidos para bendecir 29 • 37 • El secreto para ser feliz 30 • 38 • Defiende a los que menos tienen 31 • 39 • Festeja la presencia de Dios
Cita con Dios · la reunión a la que no puedes faltar
Navidad es generosidad Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16
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i tuvieras que sacrificar a uno de tus hijos para salvar la vida de alguien más ¿lo entregarías? Creo que mi respuesta y la de todos sería un rotundo “no”. Sin embargo, hace más de 2000 años la historia registra la muestra de mayor generosidad que la humanidad ha experimentado. Dios amó tanto a la gente de este mundo, que entregó a su único Hijo y ese regalo de amor, que fue un sacrificio sin precedentes, nos da la posibilidad de tener vida eterna, de ser bendecidos y de tener acceso a Su amor. Dios dio como ofrenda a su Hijo y como resultado hoy millones de personas han creído en Él y se han convertido en Sus hijos. A veces nosotros nos quejamos cuando se trata de dar nuestros diezmos u ofrendas, sin darnos cuenta que Dios a través de una ofrenda cambió nuestra existencia, es más, en estos tiempos cuando recordamos el nacimiento de Jesús, salimos a comprar regalos, hacemos un listado de gente a la que queremos bendecir, nos abrazamos, celebramos, pero irónicamente el festejado es el que menos recibe regalos. ¿Cómo corresponderemos a esa generosidad? Si Dios dio lo más valioso que tenía, ¿tú que le vas a dar? Quiero sugerirte tres cosas que puedes hacer en este mes para mostrarle tu generosidad. Ofrécele tu vida. Él dio su vida por ti, dale tu vida a Él, ámalo con todo tu corazón, deja que Él sea el centro de todo en ti. Ofrece una ofrenda para la evangelización, para abrir nuevas iglesias o para las misiones. ¿Sabes que El murió por amor a todo el mundo? Cuando ofrendas para el evangelismo mundial, apoyas su máximo deseo. Ofrece tus expresiones de amor. Si le amas, exprésale ese amor, traducido en tu devoción a Él, en la entrega de tiempo que puedes dar para Su obra y el servicio que puedes darle a través de tus talentos, habilidades, dones y capacidades. La generosidad es una muestra de amor y gratitud. Busca que estos tiempos sean oportunidades de mostrar gratitud y amor a Dios que lo dio todo por ti. Pastor Elías Betanzos Director General
Martes 1º de diciembre | Lectura del día: Romanos 3:21-31 El gran intercambio Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción. Romanos 3:22 NVI
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s sorprendente darse cuenta de que la mayoría de las personas realmente no se aceptan a ellas mismas. Desean ser diferentes, desean verse diferente, desean poder actuar diferente. No nos aceptamos a nosotros mismos, así que nos pasamos la vida tratando de encontrar aceptación entre otras personas. Y, aún más importante que ser aceptados por otras personas, es el ser aceptado por Dios. Ese es un problema. ¿Por qué? Porque Dios es perfecto, y tú no lo eres. ¡Ni yo tampoco!. Dios vive en un lugar perfecto llamado Cielo, así que Él tuvo un predicamento. ¿Cómo pone gente imperfecta dentro de un lugar perfecto? (Porque, obviamente, sí Él permitiera gente imperfecta en un lugar perfecto, ya no sería perfecto). Dios tuvo que hacer un plan para que la gente imperfecta fuera capaz de vivir en un lugar perfecto. El plan de Dios es lo que yo llamo “El Gran Intercambio.” Vamos a ponerlo así: nunca vas a ser lo suficientemente bueno para entrar al Cielo, porque es perfecto, y tú dejaste de ser perfecto hace mucho tiempo. Es la bondad de Cristo en ti lo que te hace aceptable. No eres perfecto, pero Él sí lo es. Así que Dios dice, “Vamos a hacer un intercambio aquí. Jesús tomará tus pecados, y tú tienes bondad en tu vida.” ¡Ese es un gran negocio! Mucha gente se siente atrapada por su pasado. Dicen, si tú supieras lo que he hecho, sabrías que nunca seré aceptable para Dios. Yo no sé lo que has hecho, pero Dios sí lo sabe y a pesar de eso, te acepta. ¿Qué es lo que no aceptas de ti mismo? ¿Qué cosa de tu pasado necesitas soltar para que puedas apropiarte de la aceptación de Dios? Es en la muerte y resurrección de Jesús que somos aceptables a Dios. Es necesario cerrar capítulos de la vida para poder escribir historias nuevas.
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Miércoles 2 de diciembre | Lectura del día Lucas 19:1-10 Él no se olvida de ti Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: -Zaqueo, baja enseguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa. Lucas 19:5 NVI
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odo en la vida de Zaqueo había sido ridiculizado y rechazado; primero por su apariencia y luego por su vida pecaminosa. Pero Jesús no solamente lo vio; Jesús también mostró que Él lo conocía, llamando a Zaqueo por su nombre. ¡Imagina el impacto que debe haber sentido Zaqueo! ¿Cómo sabía Jesús su nombre? Dios no solo sabe dónde estás; Él sabe quién eres. Él sabe lo que estás pasando, por qué lo estás pasando y cómo te sientes por ello. Él te conoce mejor de lo que tú te conoces a ti mismo. Se preocupa por ti personalmente. El nombre Zaqueo significa “puro.” Eso es lo último que imaginarías cuando piensas en un funcionario corrupto. Era cualquier cosa menos puro. Y sin embargo Jesús llamó a Zaqueo por su nombre, diciendo: “Oye, puro, hoy voy a ir a tu casa.” Jesús estaba afirmando lo que vio en Zaqueo, no lo que era. Puede ser que tengas miedo de acercarte a Jesús porque crees que va a regañarte por todas las cosas que has hecho mal. Sin embargo, es todo lo contrario, Jesús quiere afirmarte. Quiere que sepas cuánto te ama. “¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!” (Isaías 49:15-16 NTV). Cuando Jesús murió en la Cruz y le estiraron los brazos y los soldados pusieron clavos en Sus manos, tu nombre fue grabado allí. Cuando llegues al Cielo, nadie tendrá ninguna cicatriz, excepto Jesús. Él va a tener esas cicatrices por toda la eternidad para recordarnos cuánto nos ama, y nos va a decir, “¿Crees que te podría olvidar? Aquí está lo mucho que me importas”. Es necesario cerrar capítulos de la vida para poder escribir historias nuevas.
Jueves 3 de diciembre | Lectura del día: Mateo 2:1-12 Generosidad para el Salvador Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Mateo 2:11
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l nacimiento de nuestro Salvador estuvo rodeado de cosas muy peculiares; no nació en un palacio, pero el pesebre donde nació se llenó de alegría; no se hizo una gran fiesta, pero pastores que cuidaban a sus rebaños en la noche escucharon un majestuoso concierto de ángeles que cantaban “¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con 11 los hombres!” • Muchas personas que estaban cerca ni se enteraron de lo que estaba 41 pasando, pero gente de muy lejos viajó para poder presenciar la venida del Salvador a esta Tierra. Su corazón estaba lleno de gozo, de agradecimiento y de gratitud; hicieron el esfuerzo de viajar desde lejos y no se presentaron con las manos vacías. Al encontrar la casa donde Jesús había nacido, tuvieron cuatro acciones que nos pueden dar un modelo de cómo poder mostrar nuestra gratitud a nuestro Salvador. 1. Se postraron: Esto implica tanto una acción como una actitud de reverencia. Era el reconocimiento de la grandeza del Salvador. Debemos practicar esa misma actitud de reverencia, de reconocimiento de que lo que somos y lo que tenemos se lo debemos a Él. 2. Adoraron: Con sus acciones y palabras mostraron su amor para el Salvador. ¿Podemos hoy levantar palabras para agradecerle a Dios? 3. Abrieron sus tesoros: Llevaban sus cofres y los abrieron delante de Él sin reservas. Esta es una de las cosas que más nos cuesta; le decimos a Dios “todo es tuyo”, pero nos reservamos de entregarle algunas áreas de nuestra vida. Abramos nuestros tesoros, esas cosas que valoramos tanto y entreguémoselas sin reservas. 4. Ofrecieron presentes: No solo hablaron, no solo tuvieron una buena actitud, no solo mostraron sus tesoros, cerraron su agradecimiento entregando lo mejor que tenían: Incienso, Oro y Mirra. Muestra tu gratitud dándole lo mejor a Dios, nuestros tesoros, nuestro tiempo, nuestras ofrendas, nuestras habilidades y alegremos Su corazón. Es necesario cerrar capítulos de la vida para poder escribir historias nuevas.
Viernes 4 de diciembre | Lectura del día: Lucas 10:38-42 Tiempo con Jesús Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estas con muchas cosas. Lucas 10:41
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la mayoría de la gente nos encanta atiborrar nuestra vida de cosas. Nos atestamos, gastamos de más, sobreestimamos y a menudo andamos cansados todo el tiempo. Como resultado, la verdad de Dios generalmente no tiene la oportunidad de florecer en nuestra vida. Frecuentemente, Dios te enseña una parte de la verdad; quizás a través de tu devocional por las mañanas o en un sermón del domingo, y crees que tienes que hacer algo al respecto, pero casi de inmediato te llenas de cosas y lo olvidas. La verdad es que no llenas tu vida a causa del mal. Tampoco significa que sea pecado lo que estés haciendo. A menudo, hay cosas buenas que nos congestionan y nos alejan de la verdad que Dios quiere sembrar en nosotros. Sin embargo, para cumplir el destino de Dios para tu vida, no tienes que hacer algo más, tienes que hacer menos. Un día Marta y María invitaron a Jesús para la cena. María pasó la noche escuchando a Jesús. Martha, por otro lado, estaba ocupada siendo la anfitriona y se preocupaba por los entremeses y si todo estaba en su lugar. Marta se molestó porque ella tenía que hacer todo el trabajo mientras su hermana estaba sentada con Jesús. Cuando tu vida se acabe, solo una cosa realmente importará: ¿llegaste a conocer a Jesús? Los regalos de Navidad extra que fuiste capaz de comprar debido a tus largas horas en la oficina, no importarán. Todo el tiempo que pasaste preparando la cena para una celebración perfecta, no importará. Pero si gastaste tu tiempo para llegar a conocer a Jesús, eso importará por la eternidad. Así que disfruta la temporada navideña. Envuelve los regalos. Prepara tu hogar de manera festiva. Haz recuerdos con tu familia, pero no dejes que esta Navidad pase sin pasar algún tiempo con Jesús. Después de todo, lo demás se desvanece de esta Navidad; adorar a Jesús es todo lo que será verdaderamente duradero. Es necesario cerrar capítulos de la vida para poder escribir historias nuevas.
Sábado 5 de diciembre | Lectura del día: Mateo 5:38-48 Quiero ser más como Tú Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Mateo 5:45
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uántas veces hemos orado “Jesús quiero ser más como Tú”, pero al llevarlo al campo de la acción ya no tenemos la misma pasión que cuando lo oramos, sobre todo cuando se trata de dar, de ser generosos y bondadosos. Si vamos a la Palabra de Dios, encontraremos muchos ejemplos de Su bondad. Veremos que nuestro Dios es dadivoso por naturaleza, Su bondad no tiene límites y Su amor es sin igual. Si vamos a nuestra experiencia, podemos dar testimonio de Su generosidad hacia nuestra vida. Santiago 1:5 afirma algo extraordinario: “Dios da a todos abundantemente y sin reproche.” Dios da y no reclama por lo que ha dado. Esa es Su bondad. Nuestro Dios es bueno, no solo con los que le obedecen, sino aun con los que no lo hacen; es bueno con los creyentes y con los que no creen; Él nos da la naturaleza, la familia, los recursos y oportunidades y nos lo ha dado para que lo disfrutemos. 1Timoteo 6:17 (DHH) dice “Antes bien, que pongan su esperanza en Dios, el cual nos da todas las cosas con abundancia y para nuestro provecho.” Él no le ha puesto medida a Su generosidad. Tanto nos amó, que el máximo ejemplo de Su bondad y generosidad fue la entrega de Su hijo. Juan 3:16 lo explica: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Esto pone las cosas en perspectiva; si nuestro deseo es ser como Él, y ya nos dimos cuenta de que Él es generoso sin medida, bondadoso y dador, debemos aprender de Él y convertirnos en personas generosas. Las oportunidades de practicar la generosidad están tan cerca y son tan sencillas de tomar: sé generoso con tu familia, con tu Iglesia, con las personas que necesitan. Eso mostrara que eres más como Él. Es necesario cerrar capítulos de la vida para poder escribir historias nuevas.
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Domingo 6 de diciembre | Lectura del día: Marcos 12:41-44 Jesús ve cómo ofrendas Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento. Marcos 12:43-44
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esús es muy observador, Él ve nuestras acciones y nuestro corazón. Nosotros solo podemos ver las acciones de los demás, pero no su corazón. En cierta ocasión Jesús observaba a todos los que llevaban ofrendas al templo. Ahí había varias arcas donde la gente podía echar el dinero. Algunas eran para recoger el impuesto del templo que debían pagar los hombres judíos; las otras eran para ofrendas voluntarias. Estando allí, muchos ricos echaban mucho, pero lo que llamó la atención de Jesús no fueron las extravagantes ofrendas sino la sencilla ofrenda de una viuda pobre. ¿Por qué Jesús alabó a esta pobre viuda? Porque ella daba como Cristo: echó todo lo que tenía, no lo que le sobraba. Muchas personas cuando se trata de dar dicen “no importa cuánto, lo importante es que dé” Sin embargo, de este pasaje aprendemos algunas cosas respecto a las ofrendas: La ofrenda es una forma de expresar lo que pensamos de nuestra alma, de nuestra salvación, de nuestra fe y amor. La cantidad está relacionada con nuestra capacidad de dar. Los ricos daban mucho pero eran sobras, la viuda dio poco pero era todo lo que tenía. ¿Puedes ver la diferencia? Dios no solo ve la ofrenda, ve el corazón con el que damos. Cuando demos busquemos hacerlo con la actitud adecuada. Jesús vio la acción, ¿crees que esta acción se quedó sin recompensa? No lo creo. Cuando tengas la oportunidad de dar tus ofrendas recuerda a esta viuda, recuerda su ejemplo e imítalo. Es necesario cerrar capítulos de la vida para poder escribir historias nuevas.
Lunes 7 de diciembre | Lectura del día: Génesis 21:22-34 Un regalo muy especial Júrame ahora, por Dios mismo, que no me tratarás a mí con falsedad, ni tampoco a mis hijos ni a mis descendientes. Júrame que a mí y al país que te ha recibido como extranjero nos tratarás con la misma lealtad con que yo te he tratado. ¡Lo juro! —respondió Abraham. Génesis 21:23-24
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a mayoría de las personas se alegran de recibir regalos, pues son muestras de cariño o de gratitud, y aunque se los den solo por compromiso o pena, no dejan de causar un efecto maravilloso en el corazón. Si de dar regalos se trata, uno de los mejores regalos que tú puedes dar es el regalo la lealtad. En la actualidad es muy común que ayudes a alguien y ese alguien se vuelva tu enemigo; que apoyes a alguien y en vez de agradecerte empiece a hablar de ti; que a aquéllos a los que ayudaste se olviden de ti o deliberadamente te ignoren para no ayudarte; es común pero eso no significa que sea correcto. Abraham llego a un lugar donde él y su familia eran desconocidos. Cuando uno está en una tierra ajena se encuentra en una posición muy vulnerable. Allí conoció a Abimelec. El inicio de su relación no fue muy bueno pues Abraham engañó a Abimelec ocultándole que Sara era su esposa y, como era una mujer muy bella, Abimelec estuvo a punto de tomarla por mujer. Dios por medio de un sueño le mostró a Abimelec sobre este engaño y lo libró de pecar contra Él. A pesar de eso, Abimelec trató a Abraham como a un amigo: le dio tierra, siervos y siervas, plata y ganado. A causa de esta acción Abimelec fue bendecido por Dios. El tiempo pasó y Abimelec le pidió a Abraham un regalo muy especial: el regalo de la lealtad (Génesis 21:23). Hoy tienes la oportunidad de poder dar un regalo muy especial, el regalo de la lealtad. Recuerda a los que han sido buenos contigo y dales este regalo, sé leal a los que te dieron oportunidades, sé leal a los que creyeron en ti; este regalo bendecirá tu vida y bendecirá la vida de aquél que lo reciba. Más que los platillos en la mesa de la cena navideña, a Dios le interesan los corazones sentados a la mesa.
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Martes 8 de diciembre | Lectura del día: Gálatas 6:1-10 A su debido tiempo No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:9
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n nuestro caminar debemos tratar siempre de hacer lo que es bueno. La Biblia nos manda a que podamos ser generosos en nuestro dar a Dios, a Su obra, a nuestros padres y a los pobres. Debemos estar dispuestos a satisfacer las necesidades que veamos en cuanto nos sea posible. En este sentido muchas veces existen circunstancias que nos desaniman en el camino para no ser generosos, para dejar de hacer el bien, pero debemos entender que cada acción que realizamos es como una semilla que producirá bendición en nuestra vida, y si nos cansamos de hacer el bien, perderemos la oportunidad de cosechar esa bendición que Dios preparó para nosotros. La Biblia dice que estas bendiciones llegarán “a Su tiempo” y este es un factor por el que muchas veces nos cansamos de hacer el bien, porque queremos que sea en el tiempo que queremos o que creemos justo, pero es en el tiempo de Dios, no el nuestro. Si pensamos en estas acciones como en una semilla debemos tener claro que cualquier semilla tiene un tiempo para germinar y crecer; no sembramos semilla de naranja o de manzana un día y al otro vamos a recoger los frutos y luego a vender la cosecha. Los estudiantes no pueden pretender ir un mes a la universidad y salir profesionistas como médicos, ingenieros, contadores, maestros, etc. Necesitan recorrer el proceso, esperar el tiempo. Si esto es en lo natural, en lo espiritual sucede de la misma manera. Todo tiene su tiempo, pero el mejor tiempo es el de Dios. No te canses de hacer el bien, no te canses de ayudar al que lo necesita, no te canses de dar para la obra de Dios, porque hay una cosecha de bendición que vendrá a tu vida; no te la pierdas, no te quejes, espera con paciencia y verás la bondad de Dios. Y cuando recibas esa bendición, tu fe será edificada y te animarás a seguir haciendo el bien. Santiago 5:7 “Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.” Más que los platillos en la mesa de la cena navideña, a Dios le interesan los corazones sentados a la mesa.
Miércoles 9 de diciembre | Lectura del día: Génesis 22-1-13 ¿Darías lo que Dios te pidiera? Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Génesis 22:1
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braham, después de mucho tiempo por fin recibió la promesa de Dios: un hijo que representaba sus sueños y anhelos más profundos. Todo marchaba bien, pero una petición del cielo perturbó su vida: Dios le pide que sacrifique a su hijo. Dios lo probó; no le pidió cualquier cosa, es muy específico: “Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” (Génesis 22:2). Lo que cautiva la atención es la respuesta de Abraham. Claro que amaba a su hijo, claro que era importante en su vida, pero él sabía que detrás de esta petición, Dios tenía un propósito importante. La actitud de Abraham fue impresionante; su actitud fue la de dar, y para dar necesitamos tres cosas que él tuvo: 1. Abraham tuvo disposición: Dios probó a Abraham sobre la promesa que le había hecho y él tuvo disposición. “Heme aquí”, y estuvo dispuesto a hacer lo que se le pedía. 2. Abraham tuvo buena actitud: Fue muy de mañana, madrugó a cumplir el deseo de Dios, no lo dejó al tiempo, fue cuidadoso en los detalles. Tomó dos siervos y a Isaac, y cuando iba camino al sacrificio definió el holocausto a sus siervos como adoración (Estilo de vida de agradar a Dios). 3. Abraham tuvo resolución: Nada lo hizo cambiar de parecer. Dios lo detuvo en el último momento, dio provisión para el sacrificio y además soltó sobre él una bendición extraordinaria provocada por su actitud de dar. Tú puedes leer la historia completa en Génesis 22 y darte cuenta del extraordinario camino del dar que vivió Abraham, del cual podemos aprender, ya que muchas veces sentimos en nuestro corazón que hay cosas que Dios nos está pidiendo, cosas que valoramos, cosas que son importantes pero nos cuesta entregarlas. Aprendamos a dar con determinación, a dar con buena actitud y a dar con resolución y experimentaremos la bendición que se desata por hacer esta entrega. Más que los platillos en la mesa de la cena navideña, a Dios le interesan los corazones sentados a la mesa.
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Jueves 10 de diciembre | Lectura del día: 1 Tesalonicenses 5:12-18 Tres consejos Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:16-18
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uando las cosas no salen bien, cuando los problemas tocan a nuestra puerta, tenemos la tendencia a quejarnos, a perder la alegría. Las dificultades tienden a desenfocarnos de la relación con nuestro buen Dios. ¿Cómo podemos evitar que esto pase? El apóstol Pablo envió una carta a la Iglesia de Tesalónica; en ella incluyó muchas enseñanzas de cómo vivir la vida cristiana. Ya en la parte final de su carta le da tres consejos a los tesalonicenses, consejos que nosotros podemos aplicar a nuestra vida hoy y que nos harán experimentar una vida victoriosa y bendecida. 1. “Estad siempre gozosos”. No dice a veces gozoso, o si las cosas están bien, dice “siempre”; ésta es una actitud. De hecho la Biblia dice que el gozo de Señor es una fuente de fortaleza. Los cristianos tienen buena base para el gozo tanto en su experiencia de salvación y en su experiencia de lo que Dios ha hecho en su vida, como en su esperanza de lo que Dios hará en el futuro, pero necesitan expresar ese gozo todo el tiempo. 2. “Orad sin cesar”. Debemos aprender a orar regular y frecuentemente: mientras caminamos, antes de dormir, antes de tomar los alimentos como una constante comunicación con Dios. 3. “Dad gracias en todo”. No dice que demos gracias POR todo, sino EN todo. La gratitud es un antídoto ante las sensaciones de desesperanza, porque nos hace enfocarnos en lo que tenemos, en lo que hemos recibido y no en lo que no tenemos. En la gratitud los miedos se van. Por eso el salmista escribió “Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.” Pablo termina diciendo que hacer esto es la voluntad de Dios; Él quiere que nosotros estemos gozosos, que aprendamos a disfrutar la vida a pesar de cualquier circunstancia, que seamos personas de oración, y que aprendamos a ser agradecidos. Sigamos estos consejos y experimentaremos una vida de plenitud. Más que los platillos en la mesa de la cena navideña, a Dios le interesan los corazones sentados a la mesa.
Viernes 11 de diciembre | Lectura del día: 2 Corintios 8:1-5 Una ofrenda espectacular Soy testigo de que dieron espontáneamente tanto como podían, y aún más de lo que podían. 2 Corintios 8:3 (NVI)
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urante su tercer viaje misionero, Pablo fue recolectando dinero para los creyentes pobres de Jerusalén. Al escribir la carta a los corintios, no pudo pasar desapercibida la acción generosa de las Iglesias en Macedonia. Las Iglesias de Macedonia estaban en ciudades tales como Filipos, Tesalónica y Berea. Estas Iglesias tenían algunas características que 2 Corintios 8:2 nos explica: 1. Estaban en medio de una gran prueba de aflicción. 2. Eran profundamente pobres. 3. Tenían abundante gozo. 4. Se expresaron con abundante riqueza de su liberalidad o abundante riquezas de su generosidad Qué acción tan contraproducente pareciera ser. Los cristianos macedonios dieron dinero a pesar de ser también pobres, y dieron mucho más de lo que Pablo esperaba. ¿Qué hizo que su ofrenda fuera tan espectacular? No era la cantidad de dinero, sino la forma en que se entregaron a Dios y al servicio. ¿Por qué fueron los macedonios un buen ejemplo en la cuestión de dar? En primer lugar, porque ellos mismos se dieron primeramente al Señor, Él era dueño de su corazón, ellos eran una ofrenda. Esta debe ser nuestra primera acción al dar: nosotros somos una ofrenda para Dios. Preguntémonos ¿tiene Dios todo de nosotros? Si en verdad nos damos nosotros mismos al Señor, dar ofrendas no será problema, fluirá de manera natural, como una expresión de devoción y amor. En segundo lugar su actitud al dar: daban con sacrificio, más allá de sus fuerzas, dieron con amor y con gozo. Lo sobresaliente del dar no radica solamente en la cantidad sino en el por qué y en el cómo damos. Si comparáramos nuestro dar a la actitud de las Iglesias en Macedonia ¿tendríamos la misma admiración que tuvo Pablo?. Más que los platillos en la mesa de la cena navideña, a Dios le interesan los corazones sentados a la mesa.
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Sábado 12 de diciembre | Lectura del día: Marcos 12:28-34 Lo más importante Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:30
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esús dijo que ninguna otra cosa en la Biblia, absolutamente nada, es más importante que estas dos cosas: Aprender a amar a Dios con todo tu corazón y aprender a amar a tu prójimo. Jesús dijo que si haces estas dos cosas, has cumplido con todo. Ahora sabes que fuiste puesto en la Tierra para hacer algo específico. La vida consiste en aprender a amar. Todo lo demás es un excedente; todo lo demás es secundario. El amor tiene que ser tu meta más alta. Dios dice: “Quiero que primero aprendas a amarme a mí. Luego, quiero que aprendas a amar a todos los demás”. Esa es la razón por la que estás vivo. En la vida no importa cuánto adquieras, cuánto logres, cuanto consigas, cuántos premios ganes o cuán famoso llegues a ser. Todo eso es secundario. Un día estarás frente a tu Dios y Él te va a decir: “¿Aprendiste a amarme?” Por eso envié a Jesucristo, para que aprendieras a amarme. Dicho sea de paso, ¿aprendiste a amar a tu prójimo? Porque fue para eso que te puse en la Tierra. Si no lo hiciste... ¡te equivocaste! Todo se trata de amar. De hecho, la Biblia dice en 1 Corintios 16:14 “Hagan todo con amor”. Pregunta: ¿Qué incluye esto? ¿Incluye entender y ser paciente con el mesero del restaurante que no nos atiende a la velocidad que queremos? Sí. ¿También incluye a la gente que te ataca por tu fe? Sí. “Cualquier cosa que hagan, háganla con amor”. Si no lo haces estás errando en lo más importante de la vida. Más que los platillos en la mesa de la cena navideña, a Dios le interesan los corazones sentados a la mesa.
Domingo 13 de diciembre | Lectura del día: Isaías 9:6-7 La bendición de la paz Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Isaías 9:6
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no de los cinco nombres que el profeta Isaías da al niño que nacería de la virgen María es, “Príncipe de paz”. Habla de un príncipe que gobernaría a su pueblo con la paz. Y es evidente que su venida al mundo trajo a la humanidad la verdadera paz, por esto Él dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” ( Juan 14:27). Su paz es eterna, es indescriptible, es personal. Es resultado de ser justificados por la fe en nuestro Señor Jesucristo. Es bienestar, satisfacción, seguridad, tranquilidad, descanso, confianza plena en nuestro Señor. El Shalom (Palabra hebrea que significa paz) de Dios era muy anhelado y esperado. Se usa hasta hoy en el saludo entre las personas. Jerusalén significa “Ciudad de Paz”. Nuestro buen Dios se describe a sí mismo como un Dios de paz. Muchos pasajes lo confirman, entre ellos Filipenses 4:9, “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.” Otro es 2 Tesalonicenses 3:16, “Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros.” El mensaje que nos alcanzó y que debemos predicar es un “evangelio de paz” por medio de nuestro Señor Jesucristo. Nuestro Redentor es un “Príncipe de Paz”. Su obra en la cruz del calvario garantiza nuestra paz con Dios. A los gentiles nos abrió la puerta para alcanzar esta misericordia, que estaba reservada originalmente para el pueblo hebreo. Por la obra de nuestro Redentor, nuestra rama fue injertada al árbol de la vida eterna. Oremos a Dios y hagamos todo nuestro esfuerzo para perseverar confiando en Jesucristo y tener la bendición de la paz, el gozo, la libertad del pecado. En esta temporada navideña y siempre procuremos no sólo estar en paz con Dios y con los demás, sino también ser pacificadores. Más que los platillos en la mesa de la cena navideña, a Dios le interesan los corazones sentados a la mesa.
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Lunes 14 de diciembre | Lectura del día: Isaías 9:3-5 Época de alegría Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Isaías 9:3
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a alegría es una necesidad fundamental del ser humano. En un mundo en el que hay desesperanza, tristeza, dolor, angustia, se busca experimentar la alegría como se busca el mismo sentido de la propia existencia. Es ésta la razón por la que muchos buscan esta alegría en las ofertas de la cultura de la muerte. El consumismo, el hedonismo o la búsqueda del placer por el placer mismo, los lujos, el sexo, el dinero fácil, las drogas, la riqueza y el confort, la ambición de poder, son tan solo algunos de los signos de lo que el mundo ofrece como caminos para suplir nuestra necesidad de alegría. Aunque el hombre descubre que estos caminos lo llevan a la degradación, el vacío, la frustración, lo superficial y el costo tan elevado que tiene que pagar. El fiel cumplimiento de la profecía de Isaías dada unos 520 años antes, en el nacimiento del Mesías enviado para la salvación de la humanidad, comienza con un mensaje a los humildes pastores: «Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.» (Lucas 2:9-11) La auténtica alegría nace del amor y el nacimiento de Jesús es un acto maravilloso del amor de Dios hacia la humanidad. La alegría cristiana surge de decidirnos por el Señor Jesús, es resultado de una experiencia de fe en Él y de la comunión con Aquel que es el camino, la verdad y la vida. En caminar con nuestro Señor encontramos el verdadero sentido de la vida y el espíritu de alegría aumenta a medida que nos comprometemos con Él. En esta Navidad encontremos motivos para alegrarnos con nuestros seres queridos. Compartamos la verdadera alegría con otros. La verdadera generosidad es dar cuando no te sobra.
Martes 15 de diciembre | Lectura del día: Lucas 2:1-12 Promesa cumplida Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Lucas 2:12
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no de los atributos de Dios en el Antiguo Testamento es que hace pactos con el ser humano. Dentro de estos pactos hay promesas que al paso del tiempo han tenido un cumplimiento inmediato y un cumplimiento a largo alcance. Es gratamente sorprendente cómo las profecías dadas por Dios en el pasado, se han cumplido de manera exacta. En el caso de nuestro Señor Jesucristo, los estudiosos de la Biblia han encontrado por lo menos setenta profecías importantes, dentro de las más de trescientas referencias acerca del Mesías, dadas siglos antes y cumplidas al pie de la letra en su vida. De ellas, nueve tienen que ver con el nacimiento de nuestro Señor, evento que celebraremos como el fiel cumplimiento de las promesas de Dios para nosotros por medio de su Hijo único, Jesús de Nazaret. Una manera como Jesús se defendía de los líderes religiosos judíos era citando las Escrituras, en las que se identifica como el que habría de venir, “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” ( Juan 5:39) Lucas 24:49 nos comparte, “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.” Estas son las tres principales divisiones del Antiguo Testamento, algo que todos los judíos creyentes y los discípulos conocían. Es maravilloso que se dijera que Jesús sería de la simiente de Abraham y descendiente del rey David, que nacería en Belén, especificando que se refería a la Belén Efrata y no a Belén de Zabulón. Que lo concebiría una virgen, que sería primogénito, que sería de la tribu de Judá, que los reyes le traerían regalos y que ocurriría una masacre de niños para tratar de matarlo antes de que cumpliera dos años de edad. Agradezcamos a Dios por ser fiel cumplidor de lo que promete en favor de nosotros. La verdadera generosidad es dar cuando no te sobra.
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Miércoles 16 de diciembre | Lectura del día: 2 Corintios 8:1-9 El favor inmerecido de Dios Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. 2 Corintios 8:9
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na definición muy sencilla sobre la gracia relacionada con la misericordia, puede ser: «La gracia de Dios quiere decir que Dios nos da lo que no merecemos, y la misericordia de Dios quiere decir que Dios no nos da lo que merecemos». Otra definición de la gracia es, “El favor inmerecido de parte de Dios, viniendo a nosotros de manera gratuita por medio de nuestro Señor Jesucristo”. La gracia se revela de dos maneras: común y especial. La gracia común se conoce también como la providencia divina y se refiere al cuidado y atención que el Dios creador proporciona a toda su creación. En Hebreos 1:3 se nos dice que Cristo, el Hijo de Dios, es el «quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder». En Mateo 5:45, Jesús declaró que Dios «hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos». Sin esta gracia el mundo sería ingobernable y no podríamos vivir. En el nacimiento de Jesús, en ese humilde pesebre, en medio de los animales de la familia del dueño del mesón, la gracia de Dios se vuelve especial. Esta gracia sólo la conocemos quienes hemos experimentado ser redimidos, santificados por nuestro Señor Jesucristo. De ésta testifica el apóstol Pablo en 1 Corintios 15:10, «Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.» Esta bendita gracia es pura y simple, a la vez que maravillosa, grandísima y misteriosa. Nunca lograremos entender la manera como actúa en favor de nosotros, pero está allí para darnos gracia sobre gracia. En esta temporada navideña demos gracias a Dios porque su gracia, común y especial, es mucho más que sólo ser perdonado de nuestros pecados. Es la presencia de Jesucristo en nuestra vida total para fortalecer nuestro corazón y reflejarse en nuestras actividades cotidianas. La verdadera generosidad es dar cuando no te sobra.
Jueves 17 de diciembre | Lectura del día: Efesios 2:1-9 Misericordia en todo tiempo Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Efesios 2:4-5
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a misericordia es la disposición a compadecerse de los trabajos y miserias ajenas. Puede manifestarse en amabilidad, en asistencia al necesitado, en el perdón, en la reconciliación. Es un sentimiento de simpatía, es una práctica de piedad o compasión. Es un sentimiento de pena o clemencia por los que sufren, que nos impulsa a ayudarles. En algunas ocasiones, es la virtud que impulsa a ser benévolos en el juicio o castigo. Su etimología, del latín misere, que significa miseria, necesidad y cordis, corazón, significa tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad. En el Antiguo Testamento, José manifestó esta cualidad cuando se “conmovieron sus entrañas”, es decir, sus emociones internas por su hermano Benjamín y lloró (Génesis 43:29-30). En el tiempo de nuestro Señor Jesucristo, los fariseos tuvieron una actitud alejada de la misericordia y Él los reprendió diciéndoles que tenían que aprender lo que significaba, “quiero misericordia y no sacrificios”. Le dio un valor mayor a la misericordia en la ley. Los israelitas en el pasado, “No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz, y en su rebelión pensaron poner caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste.” (Nehemías 9:17). Oremos a Dios en esta temporada en la que recordamos el nacimiento de Jesús, la más grande acción de misericordia para con el ser humano, y procuremos ayudar a nuestro prójimo consolándolo, instruyéndolo, aconsejándolo, confortándolo, perdonándolo, sufriendo con él con paciencia, vistiendo al desnudo, dando de comer al hambriento, dando ayuda a los pobres y encontrando otras formas de hacer empatía con su situación para ayudarle. Muchos pasajes de las Escrituras nos hablan de la misericordia de Dios para con nosotros y de la manera como nosotros debemos ser compasivos con los demás. Siempre encontraremos a alguien con quien practicar la generosidad y la misericordia. La verdadera generosidad es dar cuando no te sobra.
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Viernes 18 de diciembre | Lectura del día: Salmos 27:1-13 Llamados a ser buenos Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Salmos 27:13
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a bondad de Dios, como uno de sus atributos, nos describe su naturaleza, Él es intrínsecamente bueno. En Salmos 34:8, leemos: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.” Esta cualidad se hizo evidente desde el tiempo de la creación; cada día evaluó su trabajo y encontró que “era bueno”. Al sexto día, cuando creó al hombre y a la mujer, su calificación fue que, “era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). En el pesebre en Belén de Judea se alcanzó su grado máximo de bondad para con el ser humano. Nació allí el niño que cuando creció y se hizo hombre, demostró prácticamente la bondad de Dios. Para ser bondadoso hay que actuar, hay que demostrarlo, hay que seguir el ejemplo de Jesús. Él se dedicó en su ministerio a buscar al enfermo, al pobre, al fatigado, al solitario, al pecador, al marginado, al despreciado, para ser benévolo con ellos. Nosotros podemos ser misericordiosos, compasivos y bondadosos con los demás. Podemos ser corteses, serviciales, considerar los sentimientos de quienes conocemos. Podemos perdonar las flaquezas, debilidades y faltas de otros. Podemos ser buenos con los ancianos, con las plantas, con los animales. Como padres deseamos siempre cosas buenas para nuestros hijos. Recordamos al filósofo griego Sófocles que dijo: “La bondad siempre engendra bondad”. Gloria Copeland en su libro “Bendecida abundantemente” nos comparte, “Cuanto más conozcamos la bondad de Dios, más confiaremos en Él. Cuanto más confiemos en Dios, más fácil será poner nuestra vida en sus manos. Solo si ponemos nuestra vida en las manos de Dios podremos abrirle el camino para que nos salve, nos bendiga y nos use como sus instrumentos, para que su maravillosa voluntad sea hecha en la Tierra, como lo es en el Cielo.” Pidamos a nuestro Padre celestial que nos ayude para ser hombres buenos y mujeres buenas para con los demás. No sólo en esta temporada navideña, sino siempre. Seguramente que lo hará porque Él es bueno y siempre quiere lo mejor para nosotros. La verdadera generosidad es dar cuando no te sobra.
Sábado 19 de diciembre | Lectura del día: Juan 3:13-21 Navidad es amor Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16
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i hay un atributo que encontramos con mayor facilidad en la Navidad, es el amor de Dios manifestado a todo ser humano. La más grande expresión de ese amor maravilloso es que Dios haya enviado a su Hijo único, para que poniendo nuestra fe en Él obtuviéramos la salvación, el perdón de nuestros pecados. Por medio de nuestro Señor Jesucristo nos dio una nueva vida, nos transformó, nos hizo nuevas criaturas. Juan nos comparte que, “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” ( Juan 3:13-15). Algunos elementos en las fiestas navideñas pueden tener algún significado; por ejemplo, es una época en la que intercambiamos regalos, recordando que Dios nos envió el mejor regalo: a su Hijo único y amado, para morir en lugar nuestro, para sufrir lo que nosotros merecíamos sufrir. Las luces en los hogares nos recuerdan que “la Luz divina” vino al mundo, aunque los hombres amaron más las tinieblas que la luz. Y es tiempo de dar amor, como el amor de Dios que es sufrido, es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor que nuestro Creador nos da se basa en su carácter, no tanto en lo que hagamos, digamos o sintamos. Una de las mejores maneras de demostrar el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, es compartiendo las Buenas noticias de salvación por medio del arrepentimiento y de la fe en Cristo Jesús. La verdadera generosidad es dar cuando no te sobra.
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Domingo 20 de diciembre | Lectura del día: Isaías 9:1-2 Navidad es luz El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Isaías 9:2
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i hay una época en el año en que hay muchas luces, en los hogares, en las iglesias, en las calles, en las plazas, en todos lados, es en la temporada navideña. La profecía dada por Isaías 9:1, «Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles», con el nacimiento del niño Jesús, el Mesías prometido, se cumplió. Isaías lo repite, “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” (Isaías 9:2). En la Biblia se nos habla desde el principio de la creación acerca de las tinieblas de la noche, luego de las tinieblas como plaga enviada a Egipto por la dureza del corazón de Faraón, de las tinieblas de la ignorancia, de las tinieblas de incredulidad y de las potestades de este mundo de tinieblas que sólo producen destrucción y muerte. Así que la luz vino a cambiar este mundo caótico. Jesús se autonombra, “Yo soy la luz del mundo” ( Juan 8:12). El Salmista dice en 27:1, «Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?». Cuando aquella luz verdadera vino a este mundo, iluminó al ser humano y lo llenó de vida, de fe, de esperanza y de amor. Principalmente, por medio de la Palabra escrita, la Biblia, ilumina del conocimiento de la vida cristiana a todo ser humano. Agradezcamos a Dios que por medio de aquella luz maravillosa que se hizo niño, nos haya prometido ser “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable”. (1 Pedro 2:9). La verdadera generosidad es dar cuando no te sobra.
Lunes 21 de diciembre | Lectura del día: Proverbios 22:1-9 Navidad es generosidad El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente. Proverbios 22:9
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ste mes se caracteriza por dos cualidades particulares únicas: Se recuerda y celebra el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo y marca el final del año. Reflexionemos en el hecho de que la Navidad nos muestra la generosidad de Dios para con la humanidad. Generosidad es un concepto que procede del latín generosîtas y que se refiere a la inclinación a dar y compartir, por sobre el interés propio o la utilidad. En Dios, es parte de Su naturaleza moral. En el ser humano es una virtud y un valor positivo que se asocia al altruismo, la caridad y la filantropía. Una persona generosa es aquella que actúa en favor de otros de manera desinteresada y con alegría, aunque le implique esfuerzo o sacrificio hacerlo. Cuando Dios vio la necesidad de la humanidad, con generosidad envió a Su Hijo Jesús a nacer en un humilde pesebre, para satisfacer la mayor necesidad del ser humano, que es la necesidad de salvación, de ser perdonado de sus pecados, de que su vida sea trasformada espiritual, moral, social y financieramente; una trasformación integral que trae mucha bendición al hombre y a la mujer de hoy. Fue nuestro Creador tan generoso que nos comparte lo más valioso que tiene: Su propio y único Hijo. Es una acción de máximo sacrificio, que nace de un corazón generoso, que no espera que el ser humano haga algo para merecerlo. El consejo de Dios a través del apóstol Pablo en Efesios 4:20 es: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.” Así como nuestro Dios es generoso, espera que nosotros lo seamos con los demás. Porque Él es generoso estamos destinados a serlo nosotros también. Esta semana pide a Dios una oportunidad de compartir de lo que Dios te ha dado con los que menos tienen. No necesariamente tiene que ser dinero, comida o un bien material; puedes compartir atención, tiempo, cuidado, ayuda, orientación, consejo o simplemente un saludo, una sonrisa o ser corteses con las demás personas. La Navidad consiste en tener un corazón humilde que reciba un regalo maravilloso: Jesús.
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Martes 22 de diciembre | Lectura del día: 1 Corintios 1:1-21 La sabiduría viene de Dios Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 1 Corintios 1:21
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n el ser humano la sabiduría es lo opuesto a confianza en sí mismo. Es tomar decisiones y seguirlas, confiando plenamente en Dios. Es aplicar a nuestra vida diaria lo que aprendemos de la Palabra de Dios. Es tener respeto y reconocimiento de nuestro Creador, aceptándole como Señor, como Rey, como nuestra máxima autoridad. En nuestro Creador, entre otras cosas, la sabiduría es la habilidad de trazar metas perfectas y lograrlas por los medios efectivos. Es la capacidad de ver el final desde el principio. Es ver todo en su real dimensión. En Dios, la sabiduría es el lado práctico de la bondad ética. Él es sabio en forma natural, completa e invariable. Isaías 40:28 nos dice, “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.” Reconocemos que la sabiduría de Dios es infinitamente superior a la sabiduría humana, y agradecemos al Señor que nos haya compartido ese atributo moral. Y no olvidar nunca que Él es la fuente de la sabiduría. “Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.” (Daniel 2:20) y Santiago aconseja, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5) Podemos resumir que sabiduría en el ser humano es “saber cómo”. Con frecuencia, la sabiduría y el conocimiento van juntos. Demos gracias a Dios que en la Navidad nos envió a Jesucristo, la sabiduría viviente y el que vino a enseñarnos la verdadera sabiduría, que significa hacer la voluntad de nuestro Padre Celestial. “Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal.” (Romanos 16:19). La Navidad consiste en tener un corazón humilde que reciba un regalo maravilloso: Jesús.
Miércoles 23 de diciembre | Lectura del día: Jeremías 33:1-16 Navidad es justicia En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra. Jeremías 33:15-16
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n esta temporada de fin de año consideremos que si el pecado es manifestación de nuestra injusticia, sólo podemos ser salvos a través de una justicia que no es nuestra, la justicia de Cristo. Nuestro Señor no rechazó a ningún pecador que vino a Él buscando misericordia y salvación. Rechazó a aquellos que se consideraban demasiado rectos y creían que no necesitaban la justicia de Dios. Su continua controversia con los escribas y los fariseos fue porque su justicia estaba basada en estándares legalistas. Enfatizaban demasiado los asuntos externos y olvidaban la justicia interior. En Mateo 23:28, les dice, “Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.” Ya antes les había reclamado, llamándoles hipócritas, que diezmaban la menta, el eneldo y el comino, pero olvidaban lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Ambas cosas son importantes. En el Sermón del Monte, Jesús hizo una advertencia sobre las cosas externas y el marcado énfasis en lo ceremonial. En Mateo 6:1 nos dice: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” Se enfatizaba más el guardar el día de reposo, que en hacer misericordia a los demás. Al Señor Jesús lo consideran pecador por haber sanado a un hombre en el día de reposo y se olvidan del beneficio que esta persona recibió con esta sanidad. En esta Navidad y cada día, como hijos de Dios, debemos imitar su justicia, que significa no solamente tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros, sino además perdonar a los que nos ofenden, no buscando venganza, amar a nuestros enemigos, hacer bien a los que nos maltratan, demostrar el amor, la compasión y la misericordia de Cristo a los demás. La Navidad consiste en tener un corazón humilde que reciba un regalo maravilloso: Jesús.
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Jueves 24 de diciembre | Lectura del día: 1 Juan 5:15-21 La verdad vino en Navidad Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. 1 Juan 5:20
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odo ser humano de buena voluntad busca la verdad, la esencia de la existencia, el porqué de los acontecimientos en el mundo que conocemos y el que desconocemos. Siempre estamos buscando el camino de la verdad y que la información que recibamos tenga como fuente la verdad. Para los hombres y mujeres de fe la verdad no es una filosofía, ni una ciencia, ni una religión, ni ninguna información, sino una persona: Jesucristo. Su testimonio personal está en Juan 14:6, “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” La Navidad nos permite celebrar que nuestro Señor Jesucristo no solo vino para darnos entendimiento para conocer al que es el verdadero Dios, sino que se encarnó como la verdad, que trae para nosotros no solo salvación, sino también vida eterna. Nos permite experimentar la verdadera libertad por medio de la verdad. La Biblia nos enseña que obedecer la voluntad de Dios trae como beneficio ser victoriosos sobre el pecado, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Él es la verdad encarnada, la Biblia la verdad escrita y el llamado nuestro es a «andar en la verdad». Viviendo en un mundo de mentiras y en el que el hombre posmoderno dice que la verdad absoluta no existe, el salmista testifica en Salmos 119:30 que él ha tomado una decisión diferente: “Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí.”. Pidamos a Dios en oración que nos ayude para mantenernos en la verdad que es Cristo y diciendo siempre la verdad en todo lugar y en toda circunstancia. Santiago 5:19 nos presenta una situación posible: “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.” La Navidad consiste en tener un corazón humilde que reciba un regalo maravilloso: Jesús.
Viernes 25 de diciembre | Lectura del día: Deuteronomio 7:1-9 Navidad es fidelidad Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones. Deuteronomio 7:9
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uando pensamos en la fidelidad de Dios, recordamos que la palabra hebrea “aman” que en el Antiguo Testamento se traduce como fiel o fidelidad, significa apoyar, permanecer, ayudar. Si se aplica a una persona significa “uno sobre quien puedes apoyarte”. La palabra griega en el Nuevo Testamento quiere decir, “digno de confianza” o “depender de”. La fidelidad de Dios no depende de las circunstancias, no tiene ninguna excepción y no se discute, está probada y se acepta como un hecho. La Biblia declara que Dios es fiel. Si no tuviéramos el ejemplo de nuestro Creador de la fidelidad, sería muy difícil medir o entender cuál es este atributo moral en el ser humano. En el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, Dios se manifiesta como una persona de quien podemos depender absolutamente, encontrar seguridad y apoyarnos. Podemos confiar plenamente en Jesús, tener en Él salvación, paz, cumplimiento de las promesas hechas por nuestro Padre celestial, gozo, fortaleza y gracia abundante. Por medio de su relación con el pueblo hebreo su fidelidad se hace evidente. Hizo pacto y Él ha sido fiel en el cumplimiento de cada cláusula. El escritor a los Hebreos nos comenta: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…” (1:1-2). En Navidad, Dios nos hacer recordar que su fidelidad trae para nosotros el perdón de nuestros pecados y la transformación de nuestra vida. La promesa de un Mesías en el Antiguo testamento se cumplió en ese humilde pesebre al nacer Jesucristo. 1 Juan 1:9 nos dice que, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” y Lamentaciones 3:22 y 23 que, “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”. La Navidad consiste en tener un corazón humilde que reciba un regalo maravilloso: Jesús.
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Sábado 26 de diciembre | Lectura del día: 2 Pedro 3:9-16 La paciencia de Dios El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 2 Pedro 3:9
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uando meditamos en la paciencia de Dios, hablamos de una de las manifestaciones de su misericordia, aunque reconocemos que son dos atributos diferentes. El puritano Stephen Charnock definía la paciencia, diciendo: “Es una parte de la bondad y misericordia de Dios, y sin embargo, difiere de ambas. Dios, siendo la bondad más grande, tiene la mayor benignidad; la benignidad es siempre la compañera de la verdadera bondad, y en cuanto mayor la bondad, mayor la benignidad.” La paciencia hace que Dios retarde el regreso de nuestro Señor Jesucristo en su segunda venida, para que los que no se han arrepentido, tengan la oportunidad de hacerlo. El nacimiento de nuestro Señor Jesucristo tiene un propósito definido desde el mismo corazón de Dios. Pedro, en su segunda carta, nos dice, «Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.» (3:15-16). Así descubrimos el poder de control que Dios ejerce sobre sí mismo, haciéndole ser indulgente con el impío y que detiene por tanto el tiempo para castigarle. Por la salvación y todas las bendiciones que traería a la humanidad a través del niño que nació en Belén de Judea y creció en Nazaret, el apóstol Pablo llama a nuestro Creador “El Dios de la paciencia y de la consolación”. Pidamos en oración y con fe que nuestro Señor conceda que nuestra gratitud no sea superficial, ni nuestra obediencia sea lenta. Que disfrutemos de la paciencia de Dios, no que abusemos de ella, ni que creamos que es una debilidad de Él. Que la consideremos una expresión de su amor para con nosotros y que aprendamos a ser pacientes para con los demás. La Navidad consiste en tener un corazón humilde que reciba un regalo maravilloso: Jesús.
Domingo 27 de diciembre | Lectura del día: Apocalipsis 4:1-11 Busquemos la santidad Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Apocalipsis 4:8
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uando hablamos de santidad refiriéndose a Dios, decimos que esta cualidad se aplica porque Él es totalmente separado del pecado. Que no tiene defecto ni mancha alguna. Como un fuego, con su presencia quema todo lo que es malo e impuro. Es un ser moralmente puro. Es santo en su naturaleza y en su carácter. A menudo describimos a Dios, con una lista de cualidades o características, a las que llamamos atributos y en todos ellos está la santidad. Su amor es santo, su justicia es santa, su misericordia, su conocimiento pleno, su eternidad, su presencia en todos lados, todo Él es santo. 1 Samuel 2:2 nos dice: “No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro.” Todas las profecías del Antiguo testamento se hicieron específicas y se cumplieron en la persona de nuestro Señor Jesucristo. En la Navidad se consumó lo que el ángel le dijo a María acerca del niño que nacería de ella: «Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.» A través de la vida y el ministerio de Jesús en la tierra, se hizo muy evidente que no era un hombre ordinario, sino que era más que un profeta y mucho más que una simple persona. Fue y es un hombre santo que vino a enseñarnos cómo vivir en santidad. En esta temporada navideña oremos a nuestro Padre Celestial y pidámosle que el Espíritu Santo, al consagrarnos completamente a Él, nos purifique, nos llene, nos dote de poder para vivir conforme a su voluntad para obedecerle en todo y para agradarle en todo. Que seamos santos como Él es santo. Que seamos diferentes a los que no conocen a Dios. La Navidad consiste en tener un corazón humilde que reciba un regalo maravilloso: Jesús.
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Lunes 28 de diciembre | Lectura del día: Levítico 19:9-18 Bendecidos para bendecir Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios. Levítico 19:9-10
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l tiempo de la cosecha era un tiempo especial, porque después del esfuerzo, del tiempo y del cuidado, se estaba listo para recoger el fruto. Una persona que tenía cosecha era una persona bendecida. La Biblia nos cuenta de una ley que Dios les dio a los israelitas que cosechaban. Algunos le llaman a esta ley “la ley del rebusco”. Básicamente esta ley consistía en que al recoger la cosecha, no debían rebuscar todo el fruto, ni recoger el fruto caído, sino dejarlo para el pobre y el extranjero, como una medida de bendición para los que no tenían. Aquellos que poseían terrenos quizá no eran responsables por la condición crítica de los pobres, pero sí eran responsables ante Dios para tratar de aliviarla. De este modo, esta ley coloca la posesión de recursos dentro de un marco del deber para con Dios y otros. No era dar sobras, ni el fruto que estaba dañado, era dejar del mismo fruto que estaban cosechando para bendecir al pobre. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en el capítulo 2 del libro de Rut, donde dos mujeres, Rut y Noemí, ambas viudas y pobres, regresaron a Israel sin nada pero fueron bendecidas por esta ley cuando fueron a los campos de un hombre llamado Booz. Apliquémoslo a nuestra vida. No se trata solo de ser bendecidos, se trata de bendecir; no de dar sobras, sino de dar cosas buenas. Mucha gente da lo que ya no quiere, lo que ya no sirve, pero el principio que encontramos acá es el de bendecir con la misma bendición que hemos sido bendecidos. Practica la ley del rebusco y bendice al necesitado, no por lástima, sino porque esto agrada a Dios y es nuestro deber. Recuerda Proverbios 19:17 NTV: “Si ayudas al pobre, le prestas al SEÑOR, ¡y él te lo pagará!” Comenzar de nuevo no significa comenzar de nada.
Martes 29 de diciembre | Lectura del día: Filipenses 2:1-11 El secreto para ser feliz Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. Filipenses 2:4
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i solo piensas en ti mismo, vas a ser una persona muy miserable. Si realmente quieres ser feliz en la vida, tienes que preocuparte por las necesidades de quienes te rodean. Pablo pone a Timoteo como un ejemplo de esto en Filipenses 2:20-21 “No tengo a nadie más que, como él, se preocupe de veras por el bienestar de ustedes, pues todos los demás buscan sus propios intereses y no los de Jesucristo.” La mayoría de las personas se preocupan por sus propios planes y no están velando por los intereses de los demás. La mayoría de la gente se levanta por la mañana y su primer pensamiento no es sobre cómo está alguien. Mucha gente está preocupada con sus propios problemas. ¡Y por eso mucha gente es infeliz con su propia vida! Si quieres ser feliz en esta vida, tienes que cambiar tu enfoque. Tienes que cambiar tu enfoque de ti mismo hacia otras personas. Eso no es algo que viene naturalmente, tampoco es algo con lo que nacemos, así que es algo que tienes que aprender a hacer. ¿Cuántas veces te has perdido las necesidades de la gente a tu alrededor o de aquellos que amas, porque no estabas prestando atención? ¿Cuáles son las distracciones que te alejan de enfocarte en las necesidades de los demás? En lugar de lamentarte por las oportunidades perdidas, sé intencional para ver lejos de ti mismo y ver las necesidades de los demás, donde encontrarás felicidad en servir a Dios a través de servir a los demás. Que esta Navidad tu enfoque no sea en cuántos regalos vas a recibir, sino en cuantas personas tienes la oportunidad de bendecir y ayudar. Recuerda que Jesús mismo vino para servir, no para ser servido, y para dar Su vida en rescate por muchos. Comenzar de nuevo no significa comenzar de nada.
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Miércoles 30 de diciembre | Lectura del día: Lucas 4:17-22 Defiende a los que menos tienen El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón. Lucas 4:18
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i quitas de la Biblia todos los asuntos que atañen a los pobres, le quitas el mismo corazón. La prioridad de Dios son los pobres. Cuando los hambrientos oran, Él escucha. Cuando los huérfanos lloran, Él lo ve. Y cuando las viudas en Jerusalén fueron descuidadas, Él les encargó a Sus discípulos que las ayudaran (Hechos 6:1-7). Ellas no tenían ninguna fuente de ingresos. Cuando enterraban a sus maridos, sepultaban con ellos su seguridad financiera. ¿Cómo respondió la Iglesia? La congregación respondía con la distribución diaria de comida, ropa y dinero. Los apóstoles eran líderes espirituales. Ellos alimentaban almas, no estómagos. ¿No podían ellos haber rechazado esta discrepancia como un tema innecesario? Podían, pero había un problema: su Maestro no lo había hecho. Jesús, en Su primer mensaje que es la porción que leímos el día de hoy, declaró Su compasión por los pobres. Jesús se dirigía a una audiencia en particular: Los pobres, los quebrantados de corazón, los cautivos, los ciegos y los oprimidos. La pobreza no es la falta de caridad sino de justicia. ¿Por qué mil millones de personas se van hambrientas a la cama cada noche? ¿Por qué casi treinta mil niños mueren cada día, uno cada tres segundos, de hambre y de enfermedades que se podrían prevenir? Uno solo no puede hacerlo todo, pero todos juntos podemos hacer mucho. Algunos pueden ayunar y orar por el pecado social. Otros pueden estudiar y hablar en contra. ¿Por qué no compartir la Palabra en las colonias marginales de la ciudad? Si eres joven, ¿por qué no usar tus vacaciones para hacer labor social en comunidades marginales? ¿Optar a un cargo público que te permita aumentar la obra social? Jesús se ocupó de la pobreza, nosotros también. Comenzar de nuevo no significa comenzar de nada.
Jueves 31 de diciembre | Lectura del día: Deuteronomio 16:13-17 Festeja la presencia de Dios Siete días celebrarás fiesta solemne a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escogiere; porque te habrá bendecido Jehová tu Dios en todos tus frutos, y en toda la obra de tus manos, y estarás verdaderamente alegre. Deuteronomio 16:15
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alabras como alegría, felicidad y risa son afines a nuestra vida después de algo que nos acontece, pues nos hablan de expresiones del corazón. En ese sentido, la Biblia nos menciona que hay un motivo para no ser simplemente alegres, sino verdaderamente alegres. La risa puede ser causada por un chiste o incluso por la burla. La felicidad llega a nuestra vida cuando un acontecimiento bueno nos sucede. La alegría se manifiesta cuando estamos viviendo una buena etapa en nuera vida, por ejemplo: si nos va bien en el trabajo, la familia o escuela; es como si estuviéramos pasando por un valle y tenemos un tiempo de refrigerio. Todas estas descripciones son interesantes porque muestran la respuesta a una situación específica que nos produce risa, felicidad o alegría. Es válido, natural, responder de esta manera a situaciones como estas, de lo contrario tendríamos serios problemas en nuestro ser y emociones. La Biblia nos habla de verdadera alegría. ¿Qué es esto? Bueno, a Dios le gustan las fiestas y ha puesto muchas de ellas a lo largo del año, pero lo que realmente se festeja en cada una de ellas, es la presencia de Dios. Esto es fascinante, ya que la verdadera alegría está basada en nuestra relación con Dios, no en la situación que estemos viviendo. Esto es lo que Dios quiere que festejemos: que su presencia está con nosotros, incluso en el Nuevo Testamento se le llama a Jesús “Emanuel” que significa “Dios con nosotros”. Que tu felicidad se pueda basar en tu relación con Dios y no solo en las circunstancias o situación que estés pasando, porque esta vida es incierta, pero al saber que Dios va contigo te hace verdaderamente alegre. Festeja siempre la presencia de Dios en tu vida, que es el más grande regalo de Dios. Comenzar de nuevo no significa comenzar de nada.
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