SECUELAS IMPOSIBLES - muestra

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El club de los poetas muertos 2: Rebelión en las aulas. En el Instituto de Educación Secundaria de Las Barranquillas hay un nuevo profesor de Literatura. O, como lo llaman en ese colegio, «el nuevo de lo de leer». En su mente el plan es infalible: conseguir que la muchachada ame el arte de las letras seduciéndolos con los clásicos de la poesía. Machado, Lorca, Rosalía de Castro… Ya en el primer día de clase no solo consigue atraer la atención de los alumnos, sino también el borrador de la pizarra que, lanzado desde la última fila, alcanza su cabeza abriéndole la ceja y dejándolo inconsciente en el acto, momento en el que «el Clenchas» sube a su pupitre y proclama ese clásico verso del trap: «LOL KAPITAN MI KAPITAN». Mientras el profesor es trasladado a urgencias se desarrolla la otra trama del film. «el Cremita», otro de los alumnos del IES Las Barranquillas, ha decidido que de mayor no quiere continuar con el oficio que en su familia tantas generaciones han llevado a cabo. ¿Médico? No. Chatarrero, claro. Él quiere ser youtuber. Una noche, «el Cremita», probablemente llevado por la frustración ante la falta de apoyo de su familia, se pega un tiro en la cabeza. O por lo menos eso es lo que dicen sus padres, pero vaya, que todo el mundo allí en Las Barranquillas sabe que se lo cargó su progenitor para evitar la vergüenza de tener un hijo rarito. Y nadie le culpa.

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Tócala otra vez, Sam Va, tócala, que no te cuesta nada.

El cinéfilo de pro sabrá que en la mítica Casablanca jamás llega a pronunciarse la mítica frase «tócala otra vez, Sam», y que no es sino otra de esas citas falsas equiparables a las que suelen circular por Facebook, generalmente al lado de una foto en blanco y negro de Paulo Coelho o de otro mercachifle de la autoayuda de baratillo1 que tanto gustan hoy en día (bueno, y antes). Sin embargo, eso no ha evitado que un productor ambicioso, Thomas Crapsmith, haya puesto en marcha este proyecto, un spin-off de la obra original, pero esta vez centrada en el personaje de Sam, el carismático pianista interpretado por el finado Dooley Wilson. Armado con el CGI más puntero que ha podido pagar (es decir, After Effects y un filtro de emborronado para disimular), el equipo se ha encargado de reconstruir su rostro y superponerlo encima de otro actor2 para así devolver a la vida al bueno de Sam, que en esta nueva obra titulada, como no podía ser de otro modo3, Tócala otra vez, Sam, lleva una vida de excesos que intenta enmascarar su tristeza y desolador vacío interior ante el escaso reconocimiento de su vasto repertorio de obras. «Tócala otra vez, Sam», «tócala otra vez, Sam»... es lo que le repiten a lo largo del metraje de la película (185 minutos) al pianista que, 1 Valga la redundancia. 2 Blanco, por razones que escapan a toda comprensión. 3 Sí podía.

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encasillado como one-hit wonder por su (por otro lado magnífica) interpretación del As Time Goes By, se ve atrapado en una espiral de repetición de la que no puede escapar por mucho que lo intente. Sin embargo, el giro dramático viene tras el cameo estrella de una actriz española cuyo nombre no desvelaremos, pero cuya única frase, «toca otra vez, viejo perdedor, haces que me sienta bien», supone el detonante para la crisis de Sam. Harto de tocar una y otra vez la misma canción como si fuese un cómico repitiendo una y mil veces la misma gracieta, Sam decide que ahora va y lo casca ha llegado el momento de darle un giro a su carrera y dedicarse a lo que siempre deseó: ser contable. El resto de la película, que son 155 minutos, porque todo esto sucede en la primera media hora, versa sobre la prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 de Sam. Básicamente consiste en una sucesión de planos fijos y mudos de nuestro protagonista en la biblioteca, estudiando, repasando la legislación fiscal y sus últimas reformas... todo ello para llegar a la gran escena en que le comunican que (¡alabado sea!) ha aprobado. La cinta culmina con un montaje musical4 en el que vemos cómo Sam es un hacha en lo suyo. Todo va bien hasta que un día, en mitad de clase, un compañero le dice: «Oye, ¿no eres tú el de As Time Goes By?». Fundido a negro, letrero de «¿FIN?» y créditos, acompañados, por supuesto, por la única, la irrepetible y fabulosa melodía de, sí, lo han adivinado... ...El dinero, del Fary. Capricho de uno de los inversores.

4 Al son de As Time Goes By.

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Dos hombres y un destino 2 Tres son multitud.

El primer gran problema es el título…

Dos hombres y un destino 2, o sea, Dos hombres y dos destinos 1, o tal vez, Tres hombres y un destino: o Tres hombres y dos destinos (no, este no, porque la saga nos recordaría al juego ese de las sillas, en el que siempre hay una silla menos que personas y, sinceramente, ese juego me parece muy mal rollazo) y, tal vez, Tres hombres y una mujer y el destino ya aparte. Este podría funcionar y sería el favorito de los seguidores del cine para adultos, puesto que siempre que ven dos hombres y… Ya sea un destino o lo que sea, ¡lo que sea (dos hombres y un pozo, los hombres repartiendo, dos hombres solos, dos hombres reflexionando…)! Sea lo que sea, los aficionados al cine para adultos sólo les ven un destino a los dos hombres, así que este tampoco. Supongo que finalmente lo mejor es Tres hombres y un destino, pero como eso me da un tanto igual (en serio: ¡tan igual...!), la cuestión es que es una película de amistad con música buena y relajante, amor a la naturaleza, transporte sostenible como las bicicletas, algo de revolución contra el poder establecido… Una película llena de buen rollo... Quizá lo malo es que estas cosas están bien para que las hagan las minorías, si lo hace mucha gente... no creo que sea legal. Las buenas intenciones de esta película se ven frustradas por el refranero español, y es que «tres son multitud».

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Plan 10 del espacio exterior A la décima va la vencida.

Plan 10 para la conquista de la Tierra. Se estipula que, tras el fracaso del plan 9 (la resurrección de los muertos) y de los ocho anteriores, que no detallaremos para ahorrarnos el bochorno, pero baste decir que más de uno involucraba pollos de goma; procedemos a la implantación del plan 10 para la conquista del planeta Tierra. Nuestros ingenieros han pasado años desarrollando las más avanzadas armas... y obteniendo los más avanzados fracasos. Tras las pistolas resucitacadáveres que fallaban cuando querían (y se arreglaban tirándolas al suelo), nuestros platillos volantes platillos volantes que se tambaleaban como colgados de hilos de pescar, los cachivaches que parecen muy modernos, pero que no sirven para nada; y nuestros uniformes de batalla que se parecen sospechosamente a lo que los terrícolas llaman «un hacha de estas grandes viejas», a los expertos se les ha dado un ultimátum: o nos hacéis algo decente, o a la puta calle, tanta tontería y tanta hostia, me da igual que vuestros padres sean concejales, astrocojones ya.

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Así pues, es un placer para este departamento, el de Invasiones y Charangas, presentar el plan 10 del espacio exterior1 con el que, confiamos, podremos hacernos por fin con el planeta azul. Para ello necesitaremos: -1000 palos gordos -1000 clavos -Una poca de gracia -Otra cosita -Ay, arriba y arriba La genialidad del plan radica en su sencillez: cogemos mil (10) (1000) palos gordos, les clavamos mil (100) (1000) clavos en la punta, y con ello obtenemos un arma mortífera. Estas mil (1) (1000) armas mortíferas no las usaremos para atacar a los humanos atacar a los humanos, sino que las utilizaremos para sacarlas al mercado y convertirlas en la última moda, como esos spinners que tanto gustaron y que para nosotros son, sin embargo, apenas meros juguetes sexuales. Una vez conseguido esto, veremos un incremento de los humanos que se dedicarán a grabar vídeos para sus canales de «Y’ou-Thub’ëk», y será entonces cuando, aprovechando que estarán todos distraídos tanto grabando vídeos como consumiéndolos, podremos, por fin, conseguir lo que siempre hemos anhelado: conquistar la Tierra para salvarla de sí mismos.

1 Que para nosotros es «el espacio normal».

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Nuestros asesores aseguran no verle ninguna fisura al plan, y aseveran que nuestra estrategia será muy popular entre los terrícolas los terrícolas al asemejarse mucho a las que ponen en práctica varios regímenes occidentales para «liberar países». El éxito está asegurado. GORA ESPAZIOA!

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El padrino: ¡ahora también abuelo! ¡Esta Navidad descubrirá… que la familia es lo más importante!

Tras el enorme éxito de Francis Ford Coppola El padrino, el director vuelve a ponerse tras las cámaras para traernos una historia que transmite los valores por los que siempre se ha regido la mafia italoamericana: la importancia de la familia. Al contrario de lo que pudiera parecer, Vito Corleone (Marlon Brando) no murió entre naranjas, sino que tan solo le dio un jamacuco del que se recuperó. Sin embargo, a sabiendas de que tenía que dejar que su hijo Michael (Al Pacino) hiciese su propia vida y se ocupase del negocio, decidió retirarse durante un tiempo en el barrio donde vivía cuando era joven. Allí pasa unos años, entre saludos, alegres fiestas vecinales y algún que otro comentario de «¿Usted de joven no se parecía a Robert De Niro?». El tiempo pasa, y don Vito se entera de que su hijo Michael ha tenido dos hijos, Anthony (Anthony Gounaris, que no tuvo problemas para recordar el nombre de su personaje) y Mary (Sofia Coppola), por lo que decide volver con su familia para gozar de sus nietos, que ahora tienen 6 años. Al principio, los pequeños Corleone se muestran recelosos ante su «abuelino», como ellos lo llaman, a causa de sus mofletudos mofletes, su voz rasposa y su bigotillo de facha, pero poco a poco el excapo se los gana haciéndoles el truquito de la naranja.

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¿Hemos mencionado ya que es Navidad? Pues lo es, y Vito se llevará a los pequeños Anthony y Mary a conocer al auténtico1 Papá Noel, con el que conseguirá2 una audiencia en exclusiva para que los pequeñuelos puedan conocer al auténtico «capo navideño». La película concluye con un costoso y sangriento tiroteo entre los Corleone y los elfos de Papá Noel que, desgraciadamente, hizo que la clasificación por edades subiese a mayores de 18 por, y citamos, «excesiva sangre de elfo».

«INOLVIDABLE (POR MÁS QUE LO INTENTES)» TU PSICÓLOGO

1 Un pobre diablo que ha conseguido trabajo en una ETT. 2 A punta de pistola.

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Fuller Monty De perdidos al río.

Decía Thomas Hobbes que la vida es pobre, desagradable, brutal y corta. Esto tiene poco o nada que ver con la obra que nos ocupa, pero nos apetecía meterla en el libro porque queda muy culto y así podéis decirles a vuestros amigos que esta es una obra para intelectuales1, así que estupendo. Dicho esto, todos recordamos Full Monty, divertida comedia inglesa en la que un grupo de desempleados tiene la feliz ocurrencia de hacer un striptease. Lo que plantea Fuller Monty es una secuela ambientada en pleno siglo XXI, donde el desnudo masculino está al alcance de todo quien lo desee gracias a internet y sus cientos de páginas pornográficas. Y de quien no también, claro, gracias a (o más bien por culpa de) lo fácil que es enviar una fotopolla pensando que nadie podrá resistirse a tus atributos. Claro que sí, campeón. En fin, que nos desviamos. Decíamos ayer2 que Fuller Monty se sitúa en pleno siglo XXI. Pues bien, pese a que nuestros aguerridos protagonistas habían conseguido ganarse la vida como strippers (uno de los misterios que la película no resuelve), el advenimiento de la pornografía online hace que vuelvan a verse sin empleo. Total, que al final se prostituyen.

1 O mejor no se lo digáis, que queremos vender. 2 En el párrafo anterior.

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Con faldas y a lo pocho Nadie es perfecto.

—¡Señor Crapsmith, señor Crapsmith! ¡Le traigo una idea! ¿Qué digo una idea? ¡Una ideaca! —Estupendo, muchacho. Espero que sea mejor que esa que me comentaste de hacer una precuela de Mira quién habla en la que teníamos hora y media de espermatozoides de cháchara, ¿eh? —¡Mucho mejor! Esta es un spin-off de Con faldas y a lo loco. —¿El clásico de Billy Wilder? —Sí. —¿Con Marilyn Monroe, Tony Curtis y Jack Lemmon? —Sí. —¿Eres consciente de que están ya muertos? —Pues... —Han volcado. —Ya. —Han amochado. —Sí, sí. —Están llamando a las puertas del cielo. —Que sí, que ya entiendo que... —Ese reparto... —Ya estamos.

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—¡Es un exreparto! —Vale, pues nada, idea descartada. —No, pero espera, muchacho. Cogemos a otros actores... —Y que interpreten a sus personajes. Es verdad, no era tan complicado. —No, hombre, no, qué dices. Cogemos a otros actores, los maquillamos a la perfección para que parezcan los originales... —Uf, no sé yo si... —Y luego les sustituimos las caras con CGI. —¿Para que se parezcan a Curtis, Monroe y Lemmon? —¿Qué? —Ya sabe, el reparto original que acaba de mencionarme. —Ah. No. —¿No? —No. —¿Entonces? —Los sustituimos por la cara de Peter Cushing. —¿Cómo? —Peter Cushing. —Si sé quién es, pero... —Los sustituimos a los tres. —¿También a Monroe? —¡Especialmente a Monroe!

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—Pero es que la historia que yo traía era una divertida comedia sobre la vida de Osgood y Jerry, ya sabe, después del clásico «nadie es perfecto», cuando le dice que es un hombre... —Ya, sí, qué risas, ¿verdad? Unas risas en su época... —Sí, jeje, y rompedor para aquel momento, además. Por eso me parece que podríamos hacer una comedia de enredo que... —¡No! ¡De comedia de enredo nada! ¡Drama! —¿Drama? —¡Drama he dicho! ¡Ahora sí que van a sacar el pañuelo! ¡Van a llorar como magdalenas, o como algo que llore de verdad, que las magdalenas son como un bizcocho! ¡Deliciosas, sí, pero sin conductos lacrimales! —Pero es que yo... —¡Ni pero ni pera! ¡Un drama! ¡Un drama sobre el matrimonio, sobre cómo el paso del tiempo puede apagar la llama del amor, y sobre cómo la rutina puede vencernos si nos descuidamos! —Perdone, pero no creo que el público quiera ver... —¡El público querrá ver lo que yo le diga! ¡Ya tengo el título y todo! Con faldas y a lo pocho. —De verdad que no creo que... —Di virdid qui ni crii qui... ¿Tú te oyes? Así suenas. Así. —Bueno, pero no me apague el puro en la frente... —¡A callar! ¡Con faldas y a lo pocho, el drama de la temporada! ¡Ganaremos Globos de Oro! ¡Ganaremos en Cannes! ¡Nos darán el muñequito dorado ese de la espada, el Capitán Espadachín! —¿El Óscar, dice?

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—¡Como se llame! ¡Con faldas y a lo pocho, muchacho! ¡Con Peter Cushing! ¡Si les gustó verlo una vez, más les gustará verlo tres! —De verdad que no creo que tres Peter Cushing... —Tienes razón. Tres Peter Cushing es mala idea. Son pocos... ¡Mejor que todos sean Peter Cushing! ¡Todos! ¡Y los perros también! —Pero, ¿qué perros? —¡Hombre, algún perro habrá! ¡No querrás que nos acusen de especismo! —No, no, Dios me libre. Con lo que me gusta a mí el orégano... —Pues eso. Con faldas y a lo pocho, con Peter Cushing y perros. Podemos anunciar a Pérrer Cushing. O Peter Guaushing. —Mire, de verdad que yo ya no sé. —Ni falta que hace. Gran idea, muchacho. Te auguro un gran futuro en esta empresa. —¿Puede pagarme ya? —Jaja. No.

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