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AUTISMO Y FAMILIA
Existen varios niveles de autismo: nivel 1 (leve), 2 (moderado), 3 (severo), y personas con rasgos de autismo que no llegan a ninguno de estos niveles, pero presentan evidencias conductuales de esta estructura neurológica.
La intervención en autismo inicia con un diagnóstico diferencial que requiere un perfil médico (como resonancia magnética, electroencefalograma en sueño, audiometría, optometría y otros), acompañado de procesos psicológicos que evalúa el autismo y sus niveles; se descarta déficit de atención e hiperactividad, discapacidad intelectual u otras condiciones psicológicas o del desarrollo especificando sus niveles de lenguaje.
Luego del diagnóstico, la intervención cae dentro de las metodologías terapéuticas ABA, Denver, TEACCH, PECS y otros enfoques alternativos. En algunos casos cuando hay presencia de patologías como la epilepsia u otro proceso es necesario un proceso de medicación.
Cuando hablamos de persona con autismo, hablamos de familia con autismo. Todo lo antes mencionado implica un proceso económico fuerte para ser ejecutado, sin olvidar el estigma psicológico y social que provoca en la familia la condición, creando un proceso de duelo que muchas veces requiere igual asistencia psicológica que la del infante, ya que tiende a crear depresión en sentido general en la familia, problemas de pareja, frustración y depresión profunda en hermanos y, al final, sin la familia no se puede avanzar y ningún proceso terapéutico funciona.
Por Lic. Heisenberg P. Drullard Coordinador General Fundación Dominicana de Autismo, Inc.