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Capítulo XXXIII, Mimiahuapan

La última vez que vi a Abraham fue en México, estuvimos reunidos con El Gallo y Raúl Acha Rovira en la casa de Abraham que estaba en silla de ruedas y muy enfermo. Su carácter como siempre, jovial y optimista. Me llamó aparte en la reunión y me preguntó cuándo re-

gresaba a Caracas. Me confesó que estaba muy mal de salud y que apenas le quedarían meses. Le interesaba conocer la fecha de mi viaje para enviarle un regalo a un amigo suyo. Le dije cuándo y en qué vuelo. Pasaron unos días y llegó el día de la partida. Al llegar al Aeropuerto de la Ciudad de México en los counters de abordaje estaban El Gallo y Abraham, con un paquete. Muy sonreído, Abraham me dice:

Hablé con Pancho – se refería al gran pintor Francisco Flores- le pedí que me hiciera un “César Girón”. Es decir un relato del gran torero venezolano. - Es este – dijo mostrándome un hermoso e inconcluso óleo.

- Como verás no está acabado. Es un retrato inconcluso. No puedo esperar que lo termine. Se me acabó el tiempo. Ya sacaron los caballos para el arrastre, así que debo adelantarme y por eso te entrego el cuadro de un gran venezolano César Girón. Es tuyo, para que tengas un recuerdo de tu Amigo Abraham Ortega. La primera corrida con el hierro de San Miguel de Mimiahuápam que se lidió en Venezuela, fue en el Nuevo Circo de Caracas, el 13 de noviembre de 1966. El cartel anunció a César Faraco, “El cóndor de los Andes” un torero con amplio palmarés en ruedos mexicanos, de mucho respeto en su tierra venezolana con alternativa en Las Ventas de Madrid, plaza donde muy escasos toreros en la historia han alcanzado el grado de matadores de toros. La mayoría confirma en Las Ventas de Madrid su ejercicio profesional.

Aquel fue el día de la presentación de Manolo Martínez ante la afición venezolana y Palomo Linares que ya se había estrenado en San Cristóbal hizo su debut en esta oportunidad ante la afición de la capital de Venezuela.

Desde aquel 13 de noviembre y gracias al cartel logrado por los éxitos de medio centenar de toros se impuso Mimiahuápam en los carteles y ferias más importantes en la temporada venezolana hasta que en 1981 y en Caracas con Manolo, Bernardo Valencia y Jorge Gutiérrez la ganadería presentaría la última corrida de esta divisa en Caracas.

Curioso dato de una pareja de ganadería y torero que hicieron carrera unidos en México, y que gozó de justificado cartel en Venezuela. Esta ganadería lidió sus toros en momentos importantes para Venezuela, a veces apoyando a Manolo Martínez, torero considerado “de la casa”, en cartel que repitió muchas tardes en competencia con sus rivales Paco Camino y Curro Girón. Inolvidable aquella tarde en la temporada de 1975 de Caracas, la corrida del debut en Venezuela de Mariano Ramos que alterno con Francisco Rivera “Paquirri” y Celestino Correa. Mariano, por razones incomprensibles le dejó libre el terreno de la competencia a sus paisanos Manolo, Curro y Eloy quienes por derecho propio y no por imposiciones del gremio ganadero azteca, se convirtieron en toreros competitivos ante las destacadas figuras del toreo ibérico.

La tarde a la que nos referimos coincidimos en el tendido con el maestro Pepe Alameda, y siendo una tarde redonda para Mariano Ramos que cortó tres orejas, y que en una de sus faenas el público exigía el rabo que no fue concedido, fue de tal relevancia la actuación del torero de La Viga que “Paquirri”, con verdadero espíritu de mastín, como fue siempre su competitiva entrega, de tanto arrimarse sufrió una cornada muy seria que le obligó suspender contratos en Colombia, México y el Perú. La destacada faena de Mariano fue con el toro Coquito 116, tarde la del charro que se recuerda con admiración.

Hay y creo que siempre habrá, en el corazón del ganadero mexicano, guardado un sueño, o simplemente una ilusión de los criadores del toro de lidia mexicanos de presentar sus toros en plazas españolas. Cuatro han sido las divisas que han hecho realidad esta ilusión: en 1929 Piedras Negras; 1971, San Miguel de Mimiahuápam; 1986, San Mateo y San Marcos. Tengo entendido que a Javier Garfias se le quedó una corrida de toros destinada a Sevilla, a la Feria de Sevilla en Los Cues.

Refiriéndonos a San Marcos y a San Mateo, vale leer y releer la Crónica de Rafael Moreno (ABC), que dice: “Cuando el último toro mexicano lidiado ayer en la plaza de Huelva cayó a los pies de su matador Tomás Campuzano todos respiramos tranquilos... Nadie, absolutamente nadie, se había aburrido en la plaza: los toros mexicanos nos habían mantenido a todos con la tensión a flor de piel. Ni siquiera era posible hablar con el vecino. Lo que ocurría en el ruedo exigió toda nuestra atención.”

EL 22 de mayo de 1971 Mimiahuápan pisó la arena de Las Ventas de Madrid, con un magnífico encierro

en el que tres toros fueron ovacionados en el arrastre y un cuarto toro mereció la vuelta al ruedo a sus despojos mortales.

Fue una gran corrida, en la Feria de San Isidro, lidiada por Victoriano Valencia, Antonio Lomelín y José Luis Parada.

Fue un triunfo grande para los colores de Mimiahuápam, y muy grande también para el encaste porque sus toros con Sangre Llaguno recibieron manifestaciones de admiración por parte del público que asistió aquella tarde a la Monumental de Madrid.

Hablando de casta es importante recordar a Luis Barroso Barona en 1947, cuando funda Mimiahuápan con 250 vacas y toros de Torreón de Cañas, la misma divisa ganadera con la que el león de León, Antonio Velázquez escribió su historia grande en “El Toreo” de la Condesa con “Cortesano”, de Torreón de Cañas, el 28 de febrero de 1945. Aquel día Antonio Velásquez subió al estrellato como figura del toreo, por su dramática faena a Cortesano de Torreón de Cañas. Privilegio el nuestro de haberle escuchado al gran León su relato en presencia de un muy estimado colega del diario Ovaciones de México, Cutberto Pérez que en el 45 fue testigo de cómo Antonio superó a Antonio Bienvenida y a Pepe Luis Vázquez, el de Sevilla. La ruta de vida de Antonio Velázquez en los ruedos cambió a partir de ese momento. Estaba parado, afuera de los cafés de la calle de Bolívar, sin entrar, porque no tenía para café. Las empresas empezaron a disputarse su presencia en los carteles. La lucha ya daba sus frutos, cruza el mar y confirma su alternativa en Las Ventas; de regreso en México se vuelve un imprescindible en las temporadas de la capital y llena de garra sus actuaciones, motivando a los cronistas a recomendarle incluso prudencia en su hacer delante de los toros, como lo hace El Tío Carlos al relatar su tarde del 28 de noviembre de 1947: “Antonio Velázquez: Yo quiero decirte que no torees así. Que no se va más que a la última salida en hombros. Pero sé que no podrás torear en otra forma: Qué es la sangre, la raza, el protoplasma, lo que te lleva a los pitones y te planta frente a ellos y te hace mirar con ojos de azabache –como un ídolo, Antonio– la lívida caricia de los pitones. Sé que allí, junto a la guadaña de los cuernos pronta a segar la mies dorada del torero, un mestizo como tú descansa sufriendo, goza penando, vive muriendo. ¡Y qué se va a hacer con estas milenarias herencias oscuras, subterráneas, implacables? ¡Qué Dios te cuide, Antonio Velázquez! ...”.

Todas las reses que fundaron Mimiahuápam fueron procedentes de Torrecillas compradas a don Ju-

lián Llaguno. A los años, en 1955 aceptando una vieja oferta que le hizo Fernando López a Barroso, Mimiahuápam, se convertiría García al atrevido tino de sus propietarios en el gran escaparate de la Sangre Llaguno. No aparecía aún Javier Garfias en el escenario. y quiero decir que con Barroso en Mimiáhuápam San Mateo se abría en su riqueza ganadera, su sangre Llaguno.

Hubo clausulas importantes, en la negociación entre Llaguno y Barroso como es lógico, por ejemplo: Todas las vacas que don Luis Barroso adquiriera estuvieron padreando en San Mateo. El valor del paquete de 50 vacas y dos machos fue de 33 mil dólares. Las 19 vacas de origen Saltillo fueron seleccionadas por edad, origen de sangre y nota de tienta.

La Cominita fue la de mayor edad: 13 años cumplidos; y la más joven una Coquinera de tres años. Eran 60 vacas que incrementarían las 60 vacas adquiridas en 1947 y 9 de Torrecilla.

Se cerró el círculo genético con dos toros de origen Saltillo: Pardito 44, y Cominito 56.

Se cerró el negocio en marzo de 1958.

Muy temprano aún para la presencia de Javier Garfias en los escenaAl cerrar, y comparar, Mimiahuápam según Luis Niño de Rivera se convertía en una réplica muy similar a lo que tuvieron los hermanos Antonio y José Julián Llaguno en San Mateo: Amplitud de vientres en el tronco San Mateo – Torrecilla, una selección limitada de vientres de la rama Saltillo.

La Revolución agraria, sus consecuencias llegó a Tlaxcala durante la administración de Luis Echeverría Álvarez, donde se encontraba la hacienda de San Miguel de Mimiahuápam, donde se comenzó a calentarla olla de presión con el reparto de tierras. Luis Barroso Barona optó por dejar la ganadería y le vendió vacada y haciendas al cubano Ángel Vázquez, representante de Alberto Bailleres González que compró hierro y divisa de Mimiahuápam y la trasladó a la hacienda de Begoña, que había sido propiedad de Luis Martínez Vertiz, un ganadero señor y un ganadero muy especial.

Con Alberto Bailleres la ganadería indicó una nueva tapa. En contra un adversario en Javier Garfias, que era Gerente de la Plaza México y competidor como ganadero en la fiesta de los toros.

En la expansión, según Bailleres, los horizontes están mucho más allá de llevar una corrida de toros

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