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Noguera Lorente, Antonio “Yerberito”

decisivo para relanzar su carrera. En 1953 toreó 5 novilladas, sufriendo en la celebrada en Barcelona el día 15 de agosto una cornada muy grave que terminó por quitarle el poco sitio que le quedaba. No desistió sin embargo Navarrito y buscando nuevas oportunidades cruzó “el charco” para torear en las repúblicas hispanoamericanas, llegando a tomar la alternativa en Ciudad Juárez (Méjico), el 18 de diciembre de 1955 de manos de Curro Ortega y Curro Gallardo de testigo, con toros de la ganadería de “Campo Alegre”. Cortó una oreja al toro del doctorado y dio una vuelta al ruedo en el que cerró plaza. Al cabo regresaría a España donde nunca toreó como matador de toros y si como banderillero, que fue su actividad definitiva

NOguEra lOrENtE, antonio

“YERBERITO”

Matador de toros y posteriormente banderillero. Este diestro natural de Alcantarilla (Murcia), nació el 9 de julio de 1901, y falleció en Madrid el 30 de mayo de 1967. “Mi apodo me viene de que siendo un chaval en mi pueblo, Alcantarilla, me dedicaba a cortar hierba. Pasaban por allí reses con destino a los mataderos, y en cuanto una hacía “fu”, ya estaba yo dándole mantazos con mi blusa y una vara”. Encuentro una entrevista de Agustín Hervás en la revista “Burladero” de 1965, en la que el torero cuenta detalles de su vida hasta ahora desconocidos, como su propia edad, hasta ahora equivocada, ya que incluso El Cossío, da por buena la fecha de su nacimiento el 2 de junio de 1902. En 1919 se fue a Madrid recorriendo todas las capeas de la provincia y Guadalajara tal y como él mismo lo cuenta en la mencionada entrevista, “y como a un servidor no le ha gustado nunca vivir del cuento, así que terminaban las capeas y novilladas donde uno podía ir sacando algo, al tiempo que cumplía con la afición al toro, me ponía a trabajar donde salía. Y fui un buen obrero, créame. Si no, que lo digan en el Metro, donde estuve trabajando a pico y pala en la línea de Ventas” (...) “Yo empecé por los pueblos matando lo que nadie quería. Que un torero se rajaba, pues allí estaba yo para cargar con todo”. (...) “Por la provincia circulaban dos “aficionaos” que se habían metido a la gente en el bolsillo diciendo que venían de Sevilla. Se llamaban “Magritas” y “Palerito”, y como siempre andaban diciendo que valían más que nadie, terminaron por enfadarme y en un par de años les quité el cartel que tenían. Al principio, como no me contrataban con ellos me echaba de espontaneo cada vez que los

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anunciaban en Cartagena o Murcia. Luego, a lo largo de mi vida, si me habré echado de espontáneo sus cincuenta veces. Ya lo creo que sí”. (...) “Yo he matado toros que no bajaban de las veinticinco arrobas en todos los pueblos de la provincia de Madrid; en más de cuarenta me han visto torear. Y en los que más he actuado puede que sea Parla, Torrejón, Añover, Brunete, Mocejón...” (...) “En Torrejón empecé en 1927 matando cinco toros por noventa duros. Y repitiendo año tras año llegué a cobrar por el mismo trabajo dos mil quinientas pesetas. Yo no he percibido más de quinientas o seiscientas pesetas por matar dos toros”. Decisión no le faltaba, y menos aún valor y ganas de ser torero, y así aprendió el oficio en las plazas de su región y a fuerza de valor y voluntad logró abrirse camino, sin contar con la ayuda de apoderado, porque nunca lo tuvo. Respecto a este punto comenta una anécdota sucedida en 1930. Ese año estaba contratado para torear en Cartagena (Murcia) con Domingo Ortega, que entonces se anunciaba como “Orteguita de Borox”, el domingo 5 de octubre, a las cuatro de la tarde, mano a mano, “pero como Ortega había estado bien unos días atrás, Dominguín padre deshizo el compromiso y pagó una indemnización y la empresa sustituyó al de Toledo por “Chavito”. (...) “Me acuerdo también de lo que pasó en Aranjuez en otra ocasión: estaba anunciado para rejonear un toro Alfonso Reyes y a mí me avisaron como sobresaliente pagándome veinticinco duros. El animalito era un toro de Gabriel González, que tenía diez años y treinta y tres arrobas largas a la canal. Se llamaba “Machaco” y era famoso porque había estado padreando mucho tiempo. Y salió el toro y Alfonso Reyes no pudo ni ponerle un palo; en vista de lo cual se volvió a meter al callejón. Entonces eché mano de la muleta y la espada y mientras pensaba: “este no se muere hoy”. Parece que lo estoy viendo ahora mismo. El toro estaba junto a las tablas. Yo di un rodeo, me puse a unos seis o siete metros y le llamé. Y así que me vio, salió como un tren en busca de aquello que se movía. Yo no sé más que al ratito la espada estaba arriba y yo abrazado a los pitones. ¡Qué mal rato! Cuando yo vi rodar a ese toro me creí el Rey del mundo...”. Por fin, a fuerza de tesón consiguió torear en algunas plazas de consideración como Valladolid y Guadalajara entre otras en 1931, aunque sin apoderado, contratándose él mismo. Solo fueron 6 corridas, pero dejó su tarjeta de visita para la próxima temporada que tampoco pasaría de modesta. El diario ABC de 31 de mayo de 1932, edición de la mañana, publicó una reseña firmada por J. Carmona, de la corrida que toreó Antonio Noguera con Paco Cester, que salió a hombros de la plaza, y Morales. Transcribiré solo la parte que atañe a nuestro biografiado: “Antonio Noguera “Yerberito”, o el

torero eléctrico, por la excesiva velocidad que imprime a todas sus faenas, dio verónicas a razón de dos o tres por segundo; banderilleó a sus dos bichos a la misma marcha; muleteó cinematográficamente y estoqueó en buen sitio, con la rapidez del rayo. Aunque el diestro posee valor, esta cualidad queda desvirtuada por la forma que pudiéramos llamar eléctrica de hacer la pelea, en la que no pueden apreciarse el temple, la finura y emoción de cada lance. Cuando modere su velocidad podremos apreciar su justo mérito. No obstante, oyó aplausos, y cortó la oreja de su primer enemigo”. (...) “Y como resulta que no terminaba de encajar en las novilladas picadas, estuve bastante tiempo toreando sin caballos todo lo que salía. Me buscaban en los pueblos y con eso me iba arreglando para ganar algún dinero y seguir en mi afición”. Por fin se presentó ante la cátedra madrileña de Las Ventas el 1 de octubre de 1933 con novillos de Mariano Bautista que previamente fueron rejoneados por Antonio Marcet. (...) “En 1933 me quisieron contratar para algunas plazas del otro lado del mar, pero resulta que por aquel entonces andaba yo detrás de una muchacha y no hice caso ninguno. Y al año siguiente (1934) precisamente por cortar otro lío de faldas, me marché sin pensarlo dos veces. Saqué un pasaje con las últimas dos mil pesetas que me quedaban y llegué al puerto de El Callao con cuarenta o cincuenta duros españoles por todo capital. Por cierto, que también viajaban, rumbo al nuevo mundo, el matador de toros valenciano Manolo Martínez y Mariano Moya “Moyita”, que ahora es representante de El Viti”. Debutó en una novillada en Lima, “pero resulta que como los otros novilleros que había contratados, de nacionalidad mejicana, se echaron atrás, el empresario me sustituyó el contrato por dos corridas de toros. Y en la antigua plaza de Acho tomé la alternativa de manos de Manolo Martínez, mi compañero de viaje”. Fue, tal como dice, en la plaza de Acho de Lima, Perú, el 22 de septiembre. Después se fue a Ecuador. Toreó 7 corridas en Quito, la última de ellas en solitario con seis toros en una corrida benéfica. Luego fue a Cali, donde actuó dos tardes matando cuatro toros cada una. Triunfó en América, lo reconoce el diestro en la entrevista, pero no ganó dinero: “De América no traje más que muchos periódicos, muchas fotografías y cuatro pares de zapatos, que allí estaban baratísimos”. Ya en España, nunca hizo uso de su doctorado. Llegó con su flamante alternativa más que mediada la temporada de 1934 “y al llegar aquí nadie hizo caso de ella y tuve que volver a la pelea en los pueblos”. Así estuvo varios años más. “En Villarejo de Salvanés tenían preparados cuatro toros de Miura para la fiesta del 8 de octubre. Me buscaron para matarlos ¿Y sabe cuánto cobré? Pues dos mil pesetas. Toda-

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