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Los
fantasmas de
Jóvenes y cándidos, el espíritu inocente de los que siempre serán niños parece vagar por los pasillos del internado esperando la hora del recreo. El antiguo colegio de niños disminuidos psíquicos de Agost (Alicante), alza su fachada de ladrillos rojos en mitad de la sierra, invitando a jugar al escondite a todo el que traspasa el umbral. Uno, dos, tres… ¿Vamos a jugar? Una mano invisible se posa sobre tu hombro; te han encontrado… Mado Martínez
Agost