<<
reportaje
Tres contra el
demonio
Es, sin duda alguna, uno de los temas más apasionantes y a la vez “rechazados” de los que mes a mes ocupan las páginas de ENIGMAS. Porque, pese a no poseer pruebas empíricas que contextualicen la posesión diabólica en un terreno a caballo entre la fe y la dolencia psiquiátrica, pese a debatirse en el terreno de la supersitición, su sola mención despierta temores que permanecen dormidos en esa parte del cerebro que nació con el hombre; y con él sus dioses, pero también sus demonios…
l igual que ya ocurriera años atrás con El código daVinci de Dan Brown, en los últimos meses parece haber un aluvión de novedades editoriales que tienen como protagonista indiscutible la estilizada figura del ángel caído,el único ser que se ha enfrentado a Dios y que tras la cruel derrota ha sido condenado a regir los abismos infernales, para desgracia de la humanidad, que a la postre, por esas ironías de los dioses de las diferentes religiones, es quien acaba sufriendo su colérica venganza. Así las cosas, las posesiones demoníacas, pese a formar parte de las temáticas que mes a mes se abordan en nuestra publicación, siempre han quedado injustamente marginadas a las pocas palabras de algunos especialistas, o a noticias puntuales que acudían a ese pobre diablo con apariencia más bien humana, precisamente para justificar actos injustificables que cometían algunos miembros de nuestra especie. Y es que posiblemente la posesión, el exorcismo, la propia figura del sacerdote parapetado con las armas de las que ese mismo Dios le ha provisto para protegernos de su error más evidente, todavía hoy, en pleno siglo XXI, genera un cierto malestar, un temor atávico ante algo que careciendo de pruebas científicas, que pertenece al terreno de la fe, se manifiesta con tal impacto que preferimos mirar hacia otro lado, porque ese temor se agarra con fuerza a esa cosa que llamamos alma. El diablo existe, merodea entre nosotros cada día, y cada día se le planta batalla. Eso es al menos lo que creen los tres exorcistas que van a encontrar en las páginas precedentes, protagonistas de una lucha milenaria, con diferentes nombres pero con un mismo contrincante: el demonio…
A