ENTREVISTA
“Tenemos un cooperativismo agropecuario con tres patas fuertes, debemos fortalecernos mutuamente” Claudio Soumoulou, presidente de la Asociación de Cooperativas Argentinas, es productor agrícola, ganadero y apícola. Graduado en Gestión de Agronegocios, presidió también otra de las empresas del grupo cooperativo, Coovaeco Turismo y se desempeña como consejero de su cooperativa de base en Máximo Paz, provincia de Santa Fe. Sus jóvenes 38 años acumulan dos décadas como dirigente cooperativista en las filas de ACA; primero en la juventud agraria y como delegado en el Consejo Central de Juventudes Agrarias Cooperativistas, hasta llegar a coronarse como el máximo dirigente del ejemplar gigante cooperativo de segundo grado que con casi 18 por ciento del mercado, lidera el ranking de operadores comerciales de cereales y de oleaginosas del país. Es la décima exportadora agrícola y la quinta empresa de capital nacional. ¿Cómo definirías a ACA? ACA es una cooperativa de cooperativas que hoy ha diversificado su actividad, que ha crecido y evolucionado mucho en los últimos años. Constituimos junto a La Segunda, ACA Salud, Coovaeco y 152 cooperativas un grupo único en el país. Lo que podemos hacer cuando estamos juntos, la potencia que se genera es imparable y eso es lo que manifiesta ACA, sosteniendo la base de cooperativas que la formaron y fortalecieron. Tenemos un trabajo muy grande desde la dirigencia de ACA, que es afianzar el vínculo con los productores agropecuarios y que esto no sea solamente un negocio, sino que también la esencia social de nuestras cooperativas siga viva y generando ese feedback de confianza, que es lo que necesitamos para seguir trabajando. Vos participas desde muy joven. Contanos tu experiencia. Yo arranqué en la juventud agraria cooperativista en Máximo Paz, en mi cooperativa local, un día me invitaron a una reunión, yo estaba estudiando acá en Rosario, tenía 19 años. Ahí reactivamos un grupo que había funcionado durante muchísimos años en Máximo Paz y que había cesado su participación. Arrancamos en el 2001, un año difícil para el país, y se conformó un grupo que le dedicó mucho tiempo a la capacitación. A partir de eso fui al Consejo de Juventudes de ACA a nivel nacional; estuve un año como suplente, después pasé a la sindicatura y finalmente presidí el Consejo hasta que me fui en el 2008. Esa fue mi etapa de formación. Me retiro del Consejo de Jóvenes de ACA siendo presidente y el mismo año ingreso al Con-
sejo de mi cooperativa en Máximo Paz, cubriendo la salida de mi padre que hasta ese momento era consejero. A los pocos años, presidí la zona Rosario de las cooperativas de ACA, fui dos años presidente y a partir del recambio en el Consejo de Administración de ACA ingresé reemplazando a un consejero de Villa Mugueta. ¿Cómo es la estructura? Tenemos dividido al país en ocho distritos electorales, los cuales elijen un representante por distrito, o sea ocho consejeros titulares. Además tenemos tres regionales y por cada una también elegimos un consejero titular. Es decir que sumamos once y además un director nacional que representa a todo el conjunto de los asociados, puede ser de cualquier zona. Son doce consejeros titulares más un síndico. Un director que viene por un distrito tiene mandato por tres años con la posibilidad de ser elegido por tres años más. Vemos que se genera como una doble identidad de la cooperativa de base y ACA, que es ideal ¿no? Tal cual. Por eso, en la medida que el tiempo me lo permite, trato de estar en las reuniones de Consejo de Administración de mi cooperativa, en las reuniones de mesa directiva que me invitan trato de estar siempre. Porque si bien hoy me toca representar a la Asociación en una instancia nacional, es tan importante como la base. Soy parte de mi cooperativa local y no debemos descuidar el trabajo allí. La formación de los jóvenes es central en el destino de nuestras cooperativas ¿Cómo lo trabajan en ACA? Siempre el Consejo de Juventudes de ACA tuvo autonomía en su forma de organización
y gestión, con permanente ida y vuelta con el Consejo de Administración, la mesa directiva y la gerencia general. Es una escuela interesante si se asume con responsabilidad. Porque el abanico de actividades de ACA es grande y capacitarte ahí dentro te permite conocer muy al detalle cada tema que se está trabajando; te prepara para la dirigencia. Hoy el Consejo de Jóvenes de ACA está liderado mayormente por profesionales que están vinculados con el campo pero en su mayoría tienen cierta educación universitaria. Han encontrado darle un giro respecto de la forma de comunicación, la motivación, la llegada, están trabajando mucho sobre las herramientas digitales, la incorporación de tecnología en el campo y le han encontrado una pata desde lo técnico para motivar a los jóvenes a estar en la explotación agropecuaria. Creo que se está trabajando bien, me gustaría que haya más cooperativas que dediquen tiempo y recursos a la preparación de los jóvenes, porque aunque suene extremista, aquellas cooperativas que no preparen jóvenes están hipotecando su futuro. ¿Cómo es posible recomponer el vínculo intergeneracional? En el espacio social de la chacra, el padre de familia era quien lideraba toda la actividad. Por eso el desafío es cómo generamos herramientas para que el joven que tenga intenciones de quedarse en la actividad agropecuaria, pueda complementar lo que ya viene haciendo la familia. Y que esa actividad le permita ser asociado a la cooperativa. Por ejemplo, debemos revisar los estatutos para que permitan a los jóvenes ser asociados activos y vincularse comercialmente con las coopera19
E N T R E V I S TA tivas, aún con actividades agropecuarias distintas a las habituales. Dentro de dos años y medio ACA va a cumplir 100 años de vida, estamos camino al centenario. En ese marco estamos pensando en un congreso de la familia, en donde nos encontremos todos en un mismo espacio, porque en muchos casos la mujer participa del encuentro de mujeres cooperativistas, el hombre del seminario de consejeros y el hijo del seminario de jóvenes, y las temáticas de trabajo están muy relacionadas. El objetivo es volver a vincular a la familia con la cooperativa. Porque donde lamentablemente han dejado de existir cooperativas, la vida del pueblo cambió totalmente. ¿Y la cuestión de género? ¿Cuál es tu opinión sobre el proyecto de establecer un cupo femenino que amplíe la participación de la mujer en cooperativas y mutuales? Vemos que se va dando en mayor medida la participación de las mujeres. Las cooperativas tienen la apertura para que la mujer participe de la misma manera que lo hace el hombre, siendo asociada a la cooperativa y estando vinculada a la actividad agropecuaria. De hecho la cooperativa de seguros La Segunda desde hace tres años la preside una mujer que es productora agropecuaria de Necochea y síndica de su cooperativa. Además dentro del Grupo Cooperativo, en ACA Salud, hasta el año pasado la secretaria fue una chica de Pigué, que se formó en la juventud de ACA y que sigue participando en el Consejo de Administración. Creo que si establecemos un cupo, estamos poniendo límites más que abriendo el juego. Los estatutos están abiertos a que puedan participar de igual manera que participa un hombre. Muchas veces quien lideraba todos esos espacios de participación era el hombre y no la mujer. Lo analizamos desde ese punto de vista y tratamos que las mujeres estén preparadas para asumir los roles, y en los casos que hemos tenido mujeres dirigentes dentro del Grupo ACA ha sido con muy buen suceso. En ACA nunca ha habido una mujer dentro del Consejo de Administración. Por eso me gustaría que antes de irme tengamos una colega mujer compartiendo el Consejo. ¿Y cuál crees que es el principal impedimento? Creo que a veces la limitante es cultural. Es cuestión de romper esa barrera que está instalada desde hace un montón de tiempo de ‘siempre fue el hombre’. Muchas veces pasa por decisiones propias. Si quiero estar arriba del tractor todo el día o puedo dedicarle algo de mi tiempo a la función dirigencial. Y con la mujer pasa lo mismo, sumado al hecho de la decisión de formar una familia que a veces tiene más atada a la mujer a esa situación que al varón. 20
Cuando se da la complementariedad, el ámbito de trabajo que se genera es fantástico, porque hay una mirada distinta, se interpretan situaciones de manera diferente. ¿Cómo sobrellevás tanta responsabilidad? Es un lindo desafío que conlleva una responsabilidad muy grande. Cuando me inicié en las juventudes de ACA me enamoré del movimiento cooperativo, en casa se hablaba mucho de cooperativismo, desde mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo, todos participaron y tuvieron actividad plena en cooperativas. Siempre consideré, y sostengo, que la gestión del movimiento cooperativo se hace persona a persona, construyendo un vínculo de confianza entre la entidad y el productor agropecuario. Encontrarse, compartir un mate, una charla y no necesariamente ir a proponer un negocio. Esa responsabilidad es del dirigente, es quien tiene que tomarse ese tiempo para generar el vínculo. Por eso yo no concibo que una cooperativa de primer grado me diga: ‘nosotros estamos acá en el territorio y a la ACA la vemos lejana, allá arriba’. Si eso pasa, entonces debemos replantearnos qué estamos haciendo con el rol que tenemos que cumplir, que no es ir una vez por mes a una reunión del Consejo de Administración, sino generar confianza y afecto, que en definitiva es lo que nos mueve a estar dentro del movimiento cooperativo. Por eso le dedico mucho tiempo a estar cerca, porque estoy convencido que nos vamos a fortalecer en la medida que generemos confianza, y la confianza se genera compartiendo momentos. ¿En qué medida es una misión de las cooperativas y del Estado el desarrollo de las comunidades del interior del país? En las localidades donde están nuestras cooperativas, la vida del pueblo pasa por ahí. En muchos casos la cooperativa tiene más personal que la propia comuna y duplica su presupuesto. Es decir, la vida social y económica pasa por la cooperativa. La relevancia que tiene para la comunidad la tenemos que vivir los dirigentes también, y la vamos a vivir en la medida en que estemos ahí. Tenemos que tener en claro que la vida de nuestras localidades es muy distinta en aquellas
en donde hay cooperativas que en aquellas donde ya no están. Podría decirse que hay un sentido de trascendencia… Sí. Una vez me preguntaron por qué fui a la juventud de mi cooperativa. Y respondí que me dio contención, vínculos, afecto, en definitiva amor. Es un espacio que yo encontré lo que no encontraba en ninguna otra institución del pueblo. Además me dio herramientas de capacitación que no encontré en la facultad. Y me dio calle. Entonces, ¿por qué seguimos estando en las cooperativas? Porque hacemos buenos negocios, sí. Pero también por todas estas otras cosas, que no podemos perderlas de vista porque son tan o más importantes que los negocios que podamos hacer. Vemos con preocupación cómo se siguen cayendo cooperativas, un proceso que ocurre hace décadas. Coincido que estamos transitando ese proceso. Hay varios factores, pero hay uno que no tiene que ver con lo económico, sino con la preparación de la gente para la toma de decisiones. Entonces, el desafío es cómo preparamos a la gente para que tenga claridad en la toma de decisiones. Tenemos experiencia y conocimiento de entidades que han atravesado y superado situaciones complejas. A veces la dirigencia deja todo en manos del gerente, y el gerente es una persona igual que cualquiera de nosotros que necesita el respaldo de un consejo de administración para pensar en conjunto, y sumado a eso la posibilidad de apoyarse en una entidad de segundo grado que los puede orientar. Si eso no ocurre, muchas veces en la soledad se toman decisiones que terminan afectando la vida de la propia cooperativa. Tenemos que interpretar procesos como el que hizo Brasil en las cooperativas del sur, sería un ejemplo para analizar aquí. Esto no quiere decir integración de cooperativas una por sobre la otra, sino mantener la institucionalidad pero pensando en negocios conjuntos que sean distintos y superadores. No podemos pensar que nos vamos a juntar para seguir acopiando granos. Sigamos acopiando granos, pero hagamos otra cosa que le dé un valor distinto al negocio original, de lo contrario vamos a perder cooperativas. ¿No creés que falte inversión para el desarrollo institucional? Tal como se invierte en lo comercial… Si es cierto, puede ser que falte mayor desarrollo en ese sentido. Parte es responsabilidad de la dirigencia pero también hay una forma de mostrarse como institución que siempre ha sido de un perfil excesivamente bajo para mi gusto. Por eso levantar un poco el perfil nos permite llegar al productor agropecuario, que nos conozca y se sienta representa-
do, para que elija ACA porque se siente parte. Estamos en ese proceso. Hoy, dentro de las empresas de capitales nacionales, el Grupo Cooperativo ACA ocupa el sexto lugar en facturación, eso no es menor. Esas cosas también tenemos que mostrarlas. ¿Son necesarias ciertas divisiones identitarias dentro del propio movimiento? Creo que van a tener que pasar algunas generaciones más. Los jóvenes vienen con un modelo mucho más abierto en ese sentido. Hace pocos días compartimos una reunión en AFA con su presidente Jorge Petetta y con el presidente de FECOFE, Juan Manuel Rossi. Eso es algo que debería ser natural. Sabemos que nuestra base social es la misma, entonces no podemos estar peleando por monedas. Debemos trabajar en conjunto sobre qué pretendemos hacer con nuestro sector en los próximos veinte años, no nos pueden cambiar las reglas de juego permanentemente. Tenemos que tener un punto en común y buscar soluciones. En la mesa de enlace la tradición Federada y CONINAGRO se unen a la Sociedad Rural que representa a productores más grandes y de otra naturaleza ¿Es una contradicción? Creo que deberíamos remontarnos a los orígenes de esta mesa de enlace, en cómo surgió. Recuerdo la apreciación de alguno de sus integrantes que en su momento dijo ‘nos unió el espanto’, es decir que nos terminamos sentando en la misma mesa porque no nos quedaba otra. Tal vez si hubiese surgido sin tener en cuenta la situación puntual que estaba pasando, las entidades que están representadas por CONINAGRO y por Federación Agraria Argentina se hubiesen puesto de acuerdo más rápidamente. Es lógico que suceda una comunión más rápida entre aquellas que son más parecidas, en este caso CONINAGRO y los Federados. En la práctica sucede que hay cooperativas asociadas a ACA que tienen consejeros que entregan producción en AFA y que también integran la filial de FAA local, y está bien que así sea, no son opuestos. En un mundo que económica y productivamente se sigue concentrando, ¿qué pensás de la potencialidad en los niveles de integración de la economía social? Yo me encontraba en Alemania el día que Bayer y Monsanto anuncian el acuerdo de fusión y era una revolución. Dos monstruos se juntaron en uno y nosotros no nos podemos juntar con el vecino. El año pasado en el
seminario nacional hablamos justamente de integración, y en un momento se me acerca un director de una cooperativa santafesina y me dice: ‘nunca nos vamos a poder juntar’ y le pregunté por qué, y me responde: ‘porque no podemos juntar a dos clubes que están en el mismo pueblo, menos vamos a juntar a dos cooperativas’. Con ese ejemplo tan simple me dejó pensando y es lo que pasa en muchos
pueblos, por una cuestión de egos y orgullo. ¿Cómo ves el rol del Estado en la promoción de un proyecto agropecuario nacional con integración de las cooperativas? Siempre pensamos al Estado teniendo una línea clara de trabajo, en un rol de control y de regulación. Lo imagino en ese rol. Hoy tenemos que tener en claro hacia dónde queremos ir con una política agropecuaria para nuestro país, qué vamos a propiciar y de qué manera vamos a generar más volumen en la producción. No solamente en cereales y oleaginosas sino en toda la cadena y cómo podemos agregar valor. Eso tiene un impacto positivo en la tranquilidad del productor. Necesitamos generar acuerdos sobre estas cosas. A nosotros nos pasó con ACA Bio, una cooperativa constituida por ACA y otras 62 cooperativas, que produce etanol a partir del grano de maíz ¿Qué pasó con la producción de maíz en Córdoba cuando se puso en funcionamiento? Se fue para arriba. Simplemente porque el productor sabía que tenía un canal comercial seguro y como ACA Bio le agregaba valor iba a obtener una rentabilidad distinta a lo que obtenía con soja, trigo o sorgo. Ahora nos encontramos con un cambio de reglas de juego que nos quitan cupo para darle a otras empresas que participan del sector. En estas cosas necesitamos previsibilidad y claridad, que nos participen en la mesa, no enterarnos las medidas por el Boletín Oficial como en este caso.
Vemos lejanía del Estado respecto del sector, un desconocimiento de lo que sucede. Porque la decisión de un productor de sembrar maíz o no, impacta en la economía de su localidad, de su cooperativa y de su región. ¿Ves posible impulsar procesos de unidad del cooperativismo agropecuario y agroalimentario? Sí, me parece que es un paso que tenemos que dar. Tenemos un cooperativismo agropecuario con tres patas fuertes -ACA, AFA y FECOFE- debemos fortalecernos mutuamente para plantear ideas que sean posibles. Es un proceso de maduración que tenemos que ir trabajando e impulsando quienes lideramos las organizaciones hoy, hasta lograr consolidarnos como cooperativismo agropecuario, no importa a qué entidad pertenezcas. ¿Qué se debe hacer para revertir décadas de retroceso doctrinario? ¿Se puede rejerarquizar el rol de la educación cooperativa? La complementariedad entre las metodologías tradicionales en los espacios de formación con las nuevas tecnologías puede generar un vínculo fantástico. Hoy la relación laboral en gran medida pasa por un smartphone. Hay que buscar las formas de combinar la educación cooperativa más tradicional con las herramientas que motivan a los jóvenes. Hay cooperativas que son experiencias exitosas, que tienen mucho para mostrar, y conocerlas es poder ver en la práctica cómo se cumplen los principios cooperativos. También hay que decir que durante mucho tiempo el concepto cooperativo se puso en un lugar marginal, y no es así. Por último, ¿qué mensaje podes dejarnos respecto a la misión de los dirigentes cooperativistas de nuestro sector? Los dirigentes no debemos perder el vínculo con las bases, tener los pies sobre la tierra, no podemos decidir por intereses personales. Tampoco hay que perder el vínculo con la formación. Dentro del movimiento tenemos dirigentes que han hecho grandes cosas y que han marcado épocas en todas las entidades del sector agropecuario, es bueno mirar para atrás para aprender o para discernir, para no equivocar el camino. La dirigencia agropecuaria podría ser ejemplo para dirigentes de otras ramas de nuestro país y a veces no nos mostramos demasiado como deberíamos. Tenemos cosas importantes para decir y si es en unidad mucho mejor porque nos fortalece como sector. En síntesis: responsabilidad, pies sobre la tierra, vínculo con las bases y dejar legado. 21