otro pajaro voló sobre la tierra - felipe bozzani

Page 1

otro p谩jaro vol贸 sobre la tierra

- felipe bozzani



otro p谩jaro vol贸 sobre la tierra

- felipe bozzani


© Bozzani, Felipe Otro pájaro voló sobre la tierra / Felipe Bozzani. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : el autor, 2015. 224 p. ; 22 x 15 cm.

ISBN 978-987-33-9727-1

1. Poesía. 2. Cuentos. I. Título. CDD A860

Ejemplares artesanales. 1ª edición: Diciembre 2015

Todos los derechos reservados. Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Ilustración de tapa: Felipe Bozzani Edición y Encuadernación: Felipe Bozzani


otro p谩jaro vol贸 sobre la tierra

- felipe bozzani



a la Gorda



El hombre está llegando a la luna, pero hace más de veinte siglos que un poeta supo de los ensalmos capaces de hacer bajar la luna hasta la tierra. ¿Cuál es, en el fondo, la diferencia? La vuelta al día en ochenta mundos

Julio Cortázar



Paso a la patafísica

Quisiera acercarme a la libertad de la hoja lisa, con la perenne e inefable suavidad con que escribe la soltura de los dedos quietos. Hacer gemir con pleonasmos este goce rutinario donde quien habla es quien escribe y donde los puntos finales son siempre disímiles, confusos o aleatorios (y el ritmo inexistente). Me inscribo así en esta reverencia con algún que otro o quizás este único, pedazo de escupitajo verbal que acabará conmigo y con esta mentira.

5


Con dos flamantes madres I. La voz de dos que son uno nos habitaría en una especie de sueño, más atrás, múcho mas atrás, en un solo e inevitable canto. II. Hay veces que a través del muelle veo un solo pedazo de mí. ¿Mi vida? Irónicamente había mirado la cara del tiempo. III. El alma vivía con él, y el tiempo ¡Oh! Me adormezco. Ahora usted me va a… -¿Cómo usted? 6


No dije nada. IV. - ¿Qué es el amor? - La palidez del día de la nocturna luz del tiempo y del olvido. - Tendrías todo eso, pero no te quiero. Ya antes o después, por lo menos, me olvidaré tu voz.

7


Osos y palomas espaciales rebotan un imposible tiempo reflejado en esencias. Vinimos de una explosión y después de eso, todo es misterioso. I.

Es simple o no piensa.

Olvida que existe,

es diferente.

Yo sufro lo que no conozco

porque nada de verdadero,

tienen mis sentidos.

Entonces, perturbada, la memoria

no sé bien cómo ni por qué,

olvida que existe.

II.

Arderé. Pero ello no es otra cosa que un hecho. Ya seguiremos discutiendo en la eternidad.

(Adrogué 1933)

8


Como soñando despierto Ayer dormí profundo con toda la frustración que me hizo de almohada. Y el sueño se volvió el más monótono, el más real.

9


Medicamento prodigioso Quisieran forzarse el presente, como natural, y finalmente una imagen se impondría con alguna sorpresa o cosa por el estilo. Pero sin espacio para ellos mismos, los rodearía un nudo vicioso, un remolino, de cuestiones útiles.

Abitácora de piel Rusa Se apretaba contra mí cierto contenido humano. Y entre las sombras de la cama se sacudía la criatura rubia entremezclando los gestos que me matarían.

10


11


Historia Universal para los

La primera guerra mundial. 1982 en Hong Kong. Sus dedos vacíos lo aproximaban a una escena confusa donde él, vestido de fraque, fumaba un cigarrillo a orillas de un río. Unos chicos alimentaban renacuajos en botes de basura y reían, tán ajenos como absurdos. No era necesario conocer el lugar para describirlo, para perfumar sus calles y sus personajes de miseria. La carta del coronel hubiera empezado con el canto de un pajarito muerto. Era triste. Solo, vencido por la debilidad de un instante, se adormiló para poder arrastrar fuera de sí todos los espacios, huecos y rincones que habitaban dentro suyo. Encontró una hoja seca en el suelo que pegó al final de la carta. Le hubiese encantado estar con ella para mostrársela. Tenía la forma de África. Cerró el sobre y lo mandó para Hong Kong. Siguió fumando en la escena hasta que las luces se apagaron.

12


13


Tres orillas La nena estaba cabalgándose un bote y nadie decía nada. Las piernas rojas de estrellas y el pato que huele a sexo flotando en el agua... Y la maya se le metía en el culo. Blanca, medio gris de arena y el de la reposera que la miraba… y tanto Newton y Heidegger y al final la maya clavada en el medio del culo…

Anabaptism Tenía una foto de cada una de ellas. Las paseaba por los ojos de las piedras, en el fondo de una campera. Un poco más colorada, un poco más cachetona, y pensó en María y en el Silvaner. ¿Por qué todo tiene que terminar en un rollo y en un presente melancólico y monótono como los pedazos de yerba suave que caen de ese mate?

Hacía frío, estaba fumando y escribió Y si todo pensamiento humano es producto de nuestros pensamientos, toda obra humana sería producto entonces de nuestras verborragias, de nuestra lengua; y eso no se entiende, estaría dividida una gran parte de este mundo en lo realizable o lo hipocondríaco y lo abstracto. Y ese mesero que sirve la botella es obra y pensamiento humano y despreciable e hipocondríaco.

14


15


De la silueta que se convertía en serpiente y sacudía todo el horizonte Creerse escritora de sí misma y pensar así que las crisis del ser la convertían en un dragón, era necesario para comprender toda su obra. Se desataba con cuidado para que de sus piernitas preñadas saliera una serpiente alada y escamosa. Y con una tímida cascada de pelo rubio golpeaba su néctar pomposo, sacudiendo el pensamiento de la lengua. Siendo pez o anfibia, deseaba una porción de tierra para moler entre sus fauces. Pero la nube le devolvía su cara espectral y otra vez la crisis del ser.

16


Philosophia Reformata

17


18


Tener alas o tener fin. Rilke

19


Con permiso di Prigiona

Comprendo lo irremediable y lo imposible de dormir juntos. Yo no tengo a mano suspiros cavernosos, logros a que volver, proyectos, acatamiento y quince de marzo. Solo cartas que no voy a responder porque las escribĂ­ yo y una flor que se deshace pelo por pelo pronunciando una muda dialĂŠctica.

20


21


Katharsis Vomita sangre que no es roja. Tanto más hermoso que amar cuerpos, caras y cosas que no son personas.

Juliana y dos gatos Habían construído una escultura. Podía decirse, o creerse, que hablaba de la crucificción de Cristo, de cuervos en el ocaso o de otras cuestiones mitológicas que ahora no recuerdo. Pero no. Eran dos gatos. Atados por un hilo. Hermoso.

22


Koma Las epifanías flotan en el aire y los gatos que se convierten en gnomos, en las sombras del bosquecito de atrás. La calesita gira, pero sin caballitos y vacía, detrás de los arbustos. Quizás, si esperamos un poco, vuelvan los niños que mataste.

23


La desolación hermenéutica

Podía argumentarse que la angustia era como un conditio sine quo del hombre y lo mismo la pereza, la euforia y el llanto y la mentira. Todas las categorías humanas que no son de conocimiento propiamentedichas pero que sí son alegorías o que por lo menos han costado cientos de árboles y de hojas (de discusión y digresión) son cosas no comprendidas o no entendidas por el hombre que proyecta toda metafísica. Descender del intelecto y descubrir así que debajo de la alfombra donde Darwin escondió lo inentendible hay púro misterio. Y la migración de conceptos y descubrimientos aterrantes, desconocidos o decodificados en otras lenguas es un mito de Dios, dicen, y felices.

24


Nota de 4 días después “La idea rara, dijo lentamente midiendo el efectos de sus palabras, es que todo ser humano en esta tierra parece tener las mismas reacciones, los mismos pensamientos, los mismos sentimientos. Parecen responder de la misma manera a los mismos estímulos. Esas reacciones parecen estar en cierto modo nubladas por el lenguaje que hablan, pero si escarbamos esa superficie son exactamente las mismas reacciones que asedian a cada ser humano en la tierra.” Carlos Castaneda

25


26


No sé de dónde salió A un caballero, en una discusión, le arrojaron en la cara un caso de vino. El agredido no se inmutó y dijo al ofensor: -Esto, señor, es una digresión, espero un argumento.

27



Después del Castor (Este era un encuentro casual entre este texto y el siguiente)

Y tengo de nuevo en el bolsillo un papel que iba dedicado para el primer pájaro, que vi en el bar de los pioneros. Ahora parecía escrito para un pájaro soviético que me crucé en la terminal, pero no. Allí se quedará, en la oscuridad de la tela, esperando algún otro pájaro delicado y de patas largas que me anime a saludar:

“Es tal vez el último día de mi vida. Saludé al sol, levantando la mano derecha, pero no lo saludé diciéndole adiós, hice señal de gustarme haberlo visto: nada más.” “Alberto Caeiro”

Hasta lo había traducido mentalmente al inglés por si se me ocurría leérselo.

29


Oda a los gatos que se lamen con lenguas ásperas Hurdimbre hecha piel bajo mojadas hastas de luz negra. Qué inútil presencia hace el escribir y reescribir lo lindo de dos gatos lamiéndose y lamiéndose y lamiéndose, como templos inexistentes, como alegorías extrañas, como odiseas beduinas. Lomos mojados por el gusto del atún. Sólo eso. Y tal vez un poco más de lamiéndose y lamiéndose y lamiéndose.

30


31


Unas tortas fritas del tamaño de una almohada. Te juro que se bancan más de una siesta. Un tobogán de trompa amarilla sudada por tantos culos. Algunos cagados, otros no tanto.

El sabor de la tradición Era dulce llevar los palitos al castillo y adornarlo con algún que otro caracol, otrora casa de almejas, para ver cómo esas pequeñas estructuras resistían o perduraban el paso del tiempo y de las olas. Lo interno, lo contrario a la materia interte, perecía sin más y sin esfuerzo a las disposiciones de la fuerza externa. Entonces la esencia no estaba en esos palitos, posibles puentes y cocodrilos, ni en las alhajas del mar. Sino en el tiempo que llevaban consigo, el tiempo como una construcción inútil.

Voy a escribirme en la Marina A mí me gustaría ponerme en el medio de ellos con un espejo para que se miraran las caras, las ojeras y los dientes. Seguro me escupirían. No soportarían el peso de toda la Humanidad sobre esos rostros.

32


...y tambiĂŠn comidas de helados, lentas y fulgĂşreamente lenguas raspando helado.

33


Rinocerontes de Madrid

En la flora y fauna del bosque no hay fantasía. No hay unicornios, ni hadas, ni duendes. Todo eso es una farsa construida por los niños, letra por letra, para alejarse como simios bípedos y comenzar a pensar que la verdadera vida es la que devora prados oscuros, de altos robles y cipreses, y los demás bosques. Pero hay como en toda regla, como en toda unión, una excepción, una ruptura de fuerzas que han permitido petrificar el instante, el cómo sería, de ciertas bestias, figurándolas en troncos, copas y huellas. En el mundo de lo pareidólico, el asunto imaginario y la trampa de la fantasía no pueden considerarsen como premisas porque son su verdadera materia. Pero los niños crecen creyendo en la mentira de haberse nutrido de una falsedad, producto de una alucinación de la niñez, cuando en verdad resulta evidente que la única realidad mentirosa es la que alimenta esos pensamientos. Después vendrían, ¿y no te digo?, el preguntón de siempre: “¿qué es esto?” “¿qué significa?” o el más molesto “¿para qué sirve?” de un boquiabierto espectador, y así estamos che.

34


35


Tachar con negro lo que no se debe decir

Escribir sobre alguien que escribe sobre alguien que escribió una novela Paradiso. Se puede llegar allí con sólo dibujar su nombre en el papel, siempre y cuando no se incurra en el error de creer en la fantasía terrenal, disociación mentirosa y elegante para desentenderse del poder de todo lo que nos rodea y del desconocimiento de aquel poder. Ese pequeño insecto de cola milenaria es, o puede ser, un compañero confraterno en lugar del polvo bajo la alfombra. Entonces las cortezas dejan de ser cortezas, y las palabras de Paradiso se pueden combinar con las florcitas amarillas del pasto de la plaza en la que quizás Prorust o Marrast o Polanco han defecado sus categorías rioplatenses y donde yo leo a alguien que escribe sobre alguien que escribió una novela y escribo sobre ello.

36


Hab铆a sido lindo, si Placer sudando humo, cosquillas nauseabundas. Nada de amor, que palabra tan est煤pida. Cerr贸 puerta y se ech贸 a llorar.

Sobre el Oceano, rumbo a When there was permission I understand wind and processed. Tell you her, own call. A girl following north.

37


XY

Caballeros, aprendamos a soñar. Pero antes de publicar nuestros sueños, sometámoslo al examen de la razón despierta. Kelulé

- Y yo soñándo que éramos Persio y Claudia, y allá la gata de Paula que la vemos años luz entre dos indiferentes transeúntes. - Y yo que te esperé con una trucha embadurrrnada de miel y te negaste, cortante, a abrazarme, y todo mi sueño (caricias y tierno, etc.) se fue en el peor chau. - Y yo que dibujaba gatos tenía novio. - Y Persio y Claudia éramos vos y yo en el colectivo de vuelta, pero agarrados de la mano.

38


Salto majestuoso hacia el Edén

Pataleaba y se movía. El gato estaba demostrando su mano maravillosa haciendo un apasionado baño. ¡Mirá! ¡Es el de siete años! Y bajó de la falda con un inevitable canto.

39


Café los Angelitos A veces hacen falta dos días y es de llorar y a veces dos meses soy inmutable: ni la pava, ni la esquina de Rivadavia, ni los camiones que nunca me paro a ver. Ahora estoy esperando, pensando en cómo hacer para escaparme de nuevo y extrañarte tal vez.

40


41


Pájaros en la cabeza y morir Qué feo es sentarse en la butaca equivocada, pero nó por error de boletos sino porque siempre hay ese pájaro de la vida, subiéndose a algún otro micro que no es el mismo. Sería quizás prudente subirse los pantalones y pedir que colocasen un aviso cardíaco donde los ceniceros y los fuegos esperan encontrarse inconclusos cigarros. El pájaro se escapa ahora, quizás va para Mendoza, llevándose en los ojos el puñal de no haberme conocido; y así me siento, acobardado en una butaca incierta pensando en los mates que le hubiera cebado y encima que tenía como seis tortas fritas... Qué cara extraña que tenía, y esos ojos como los tuyos, Josefina.

42


43


Poema de traición para Magdalena Y yo me vuelvo a Buenos Aires aunque no me guste la palabra: volver suponía que uno puede reincidir el tiempo, la misma vida. Pero al final, a eso iba, a encontrarme con la abuela y la radio prendida.

Réplica de una Magdalena No me voy ya me verás en las mismas paredes amarillas chupando ávidamente la bombilla y quizás los copos de nieve nos encuentre en un norte muy al norte.

44


(“En aguas abiertas. Los tiburones se superan a sí mismos desafiando las aguas del Paraná. Deporte, inclusión y compromiso.”)

45


Me gusta la chica de atrás Los caballos subían frenéticos por la orilla oscura cortando y pisando el cielo que apenas dejaba reflejar el oleaje. El agua comenzó a crecer y las olas más y más hasta alcanzar qué se yó cuántos metros más y más y romperse en el puente, la gente corriendo, algunos desnudos, mucho ruido, y dentro de telas no sé porqué innombrables nosotros galopábamos hasta el punto en que sin caballos y sin río, la ropa tirada nos haría de almohada.

46


47


Una conversación posible entre dos - Bueno, y mientras las nubes se vuelven puro contorno en plena pampa, algunos varios miran la televisión, otros juegan crucigramas, otros leen y algunos incluso escriben sobre todo eso. ¿Por qué no dejar en paz al que lee, al que añora lo que nunca tuvo y a los que miran neutros, si todos hacen algo? - ¿Eh? - ¡Ciencia es saber organizado!

Y cuando me olvido de vos, pienso un poco en esas gotas irremediables que me echaron de tu casa.

48


Para escribir un libro te falta, che pibe, eso de escribir sin medirse.

(Tachado).

Y eso aparece, Cortázar a mano citando a Albert Béguin parafraseando a Troxler que paso a contar: “Hay otro mundo, pero se encuentra en éste; para que alcance su perfección es preciso que se lo reconozca distintamente y que se adhiera a él. El hombre debe buscar su estadío venidero en el presente, y el cielo en si mismo y no por encima de la tierra”

Julio Cortázar, Encuentro a deshora

49


50


Para Malena Y vi también tu cara, tus manos, deshaciéndose para formar otra vez en la imagen del juego, los destellos de color de un sueño. En tus ojos perdidos un telón de rojos y otros dos duplicaban las fomas que se ocultaban en mi voz. Y de este lado de las telas tus dedos descubrían la sombra de cuando eras niña, y de este lado del espejo, tu imagen que se rompe. 51


Desayuno en la pampa Vacas negras, migas de pan y el horizonte de lomo, gris, de árboles dibujados (algunos sauces). En el camino hay piletas de trigo, soga y alfalfa que hacen de biombo. ¿Cómo sería esta pampa desnuda de alfombras, habría cuises, algas y algún que otro avestruz? Ahora charcos y lodazales, estancias y etcéteras de un paisaje con café con leche bien azucarado que gracias por las galletitas. Buenos Aires, febrero, abril, marzo, etc.

(Después de un rato los ojos empiezan a ponerse todos negros, yo pensaba para adentro y todo es ajeno a lo que puedo decir y pensar.)

(Este micro puede ser de juguete y el conductor un astronauta.) -Partido de Chascomús

52


Marte es Careta Marte está lejos. Lo veo desde acá. Con todos sus montes coleteados de luz atardeciendo. Grandes laderas rojas, imperiando desde lo más alto del cielo. Pero lo miro desde la ruta 270 que sube por Piedra del Águila y me rescato de que no estoy en la fantasía espacial en la que creía estar. Marte no existe, Marte es careta. Pero llegando a Neuquén hay unas montañas cortadas que parecen ser de Marte. Es un error. Son de la pezuña petrolera del sur argentino y Marte es una palabra medio vieja ya. Tal confusión puede ser el fruto de una proyección de la imaginería. Los hombres han escrito muchos cuentos y aluden y enmudecen los ojos terrestres. ¡Alejemos a la fantasía de todo esto! ¡Se han acabado los tiempos de la injusta mentira! Cuentos y cuentos alabando un planeta rojo, alado, cuando en verdad lo veo muy bien desde acá, desde la ventana de un viaje eterno por el desierto. Aquellas historias perfiladas como poesías que fueron leídas como Biblias, no han hecho más que machacar los simientos de la razón terrenal, provocando así la erupción de una verdad absoluta. Y es así como por ejemplo la figura de los ogros o cualquier monstruo de la fantasía, en los niños, provoca desfasajes de índole dialéctica. Ver un ogro les significa creer que salió del cuento y no al revés. Y lo mismo con Marte y sus crestas de gallo: mirar el paisaje y creer que no es de este planeta cuando quizás no existen más que postales de Neuquén en las oficinas 53


de La Nasa que fue o que cayó mal satélite malherido y fue a parar a un ranchito de pichi-hue, el pueblo del viento, y registró la falsa armonía roja como suelos extraterrestres. La fantasía crea, la fantasía existe. No es por escéptica que mata a Marte, sino que afianza su posición en esta tierra. Se han confundido al creer que disociando la realidad, lograrían vencer a las fuerzas fantásticas. Así hicieron con los elefantes, con los ríos, con los ogros y con toda la tierra, llamándola por un nombre de la semana.

54


Neuquén ha sido inútil (o de Marfil) “De un pueblo que comienza a dormirse al acercarse la noche, se encarga de la angustiosa espera de la mañana. Entonces aparecen nubes pesadas, negras; el cielo se espesa. Truena y los rayos iluminan la oscuridad, la lluvia inunda la planicie.El olor a vapor que se eleva sobre la carretera, nauseabundo, hediondo, se extiende; y luego se disipa. En fin, todo queda lavado.” De una página encontrada con una foto del culo de un elefante y una mezquita.

Esperé con la cámara en la mano como dos horas a que sobreviniera el atardecer de puta madre que tenía previsto aparecer (no por romántico sino porque las nubes, etcétera -divertidas, amontonadas, etc.), pero no va que se pone todo rojo que entramos en Neuquén (la provincia marciana) y se va todo a la mierda porque la vasta nada de kilómetros antes hahora tiene horizontes de hormigón y qué feo que es un atardecer tan hermoso sobre una ferretería llena de palomas y señores que toman cinzano, carteles de almacén y alguna que otra arboleda pobre llena de bolsas ilógicas o no poéticas (sabrás aquí que me refiero a vos). Pero me queda la foto del camión que saqué primero, siempre glorioso y paradójico al primer día de este viaje, donde escribía obtusamente sobre estos monstruos de ruedas y sus lonas seductoras, vivoráceas. Me queda también un mate y el libro de Cortázar que me regalaste. Y eso que cuando saqué la funda roja pensaba en la obviedad de la yeta de mi apellido y que era Harto sabido que escribiría este pseudofracaso del atardecer neuquino para mi fotografía.. 55


Carta para 1 Persio

Primero se lo oye desde fuera, como ver la fruta cáscara durazno de todos esos colores, y esa es la melodía y la mezcla dulce de las voces entonadas, una guitarra alejada por ahí, acústica y silenciosa. Por ahora se recorre sin lenguaje en los oídos, la pelusa de las vueltas en la fruta y lentamente una mordida que se atreve que se queda entre los dientes. Las palabras se reciben como filamentos, como balas de tiempo y alma y se acaba la música, y desnuda la fruta carozo pulpa quebrada se digiere y no existe más. Pero ojo, miren que sabe un zorro; se reaviva la compotera con más y más frutas y más y más sabor, todo tacto gusto y olor pero menos oído porque palabra, porque el sendero como un señor del tiempo bien vestido. Pero ojo, miren al príncipe y su repiqueteo de tambores sin más comparaciones, tiene una entidad propia, tiene un cuerpo y alma, tiene un espacio que es pura nube (qué se yo el dónde del sonido!) y qué se yo también cómo y porqué, ah! entender que ciertas armonías y vibraciones (la física del sonido) gustan cuando empiezan a placer desde fuera de sí hacia adentro.

56


57


Acontece pensar demás Pero el atardecer era también el fin de la luz, y de la noche por dentro; el fin de la escritura, el fin de Julio, el fin de querés mirarte en un reflejo. Pero es el fin que daría comienzo al Silvaner. Y después de todo, será un día confuso y todo volverá a revenir y los poemas quizás saldrán a chorros, salpicando letras apiñadas que más tarde, luego de atravesar en silencio la pampa, tendré que descifrar con lupa memorial o dejar monosilábicos. Salúd.

In Canada, Beaver were nearly wiped out. Fortunately, laws were passed to protect them and Beaver are no longer rare. The quiet, friendly and hardworking animal was closely involved in the early development of

58


La menopausia del castor ¿Qué se podía esperar menos que lo cronco del recuerdo? Un short cuidado doblando el muslo y una blusa de lana amarilla que me hacía pensar en las veces que se la había quitado, lento, suave, a tirones y gritos, borracho y suavecito; y las estrellas se empezaban a ver ya, en el suelo primero y también amarillas, pero ¿cómo explicarte que después subían y eran blancas sin que intentases seguirlas y yo a vos como a las casitas (y desde el Marte de acá, extrañarte)?

59


Julio y Larralde

Tiró las sobras todavía calentitas (el muy petiforro) y yo las ganas de zambullirme en el tacho pero ya es pura mugre glotona, dejos de una civilización que se estremece ante los papelitos en la plaza y que ríe y tira telgopor total va para Gonzales Catán, Merlo o qué se yo dónde. Lo mismo pasaba con todo: un río con puertas qué cosa de locos, pero un monte con puertas? Sólo ridículo para el Larralde de Julio; la tranquera de la sierra a nadie asustaba. Y así vamos, cambiando de coche y de tetas para que la familia y cultivamos así más estupidez que soja y tábanos por estos pagos.

60


61


De otras cuestiones oriundas Ante el honorable juzgado de la Corte, se deja legajo y se constata a los animadores y a todos los organizadores de este congreso, la revisión del caso Pavlimoc:

Septiembre, 1888, Urbekistán

-¿Qué relación debería existir entre los textos, oh magistrados, entre esas posibles combinaciones azarosas de la mano compositiva, y sus títulos, incesantes reclamadores de atención, súbditos de pecho altanero? Tomada como un verso, quizás, ciertas palabras de juego bilingüe son capaces de improvisar una preámbula idea de lo sucedáneo, falazmente. Básteme recordar cuántos libros no han sido leídos por una confusa interpretación de sus gestos titulares. ¿Acaso hacemos lo mismo, nosotros los hombres? ¿Creer haber confundido el Edén con la negrura de un Eclipse? Con esto acontece de igual modo: un título es un nombre que nada tiene que ver con lo sofisticado que pueda ser un tratado o una narración, y el juego de palabras arbitrarias que lo catalogue. Si acaso pudiése, matemáticos de la voz, llamar a una poesía que no llega a 62


la metafísica ni a la prosa descriptiva Carta de los fariseos a Napoleón, podría demostrarles que no hay diferencia significativa y demostraría ese deseo de seriedad que se les escapa como mueca, a ustedes, esa pretensión de obliteriedad que tienen como vulgo pensante... Quizás sus razones me condenan a que es mejor llamarla, a mi poesía, Aritmética por la relación del espacio que suscitan las letras. Adelante, acometan el atropello de la negligencia. Los obligaré a reaccionar escribiendo dentro de ella las historias que de los etíopes cantaban a veces los antepasados antes de revolear los cacharros.

63


Uno de los relatos olvidados (Rimbaud se hallaba oceánico bajo la torre.) -Inútiles- desde el tiempo de una ópera gritaba la princesa de corte gatuno a los magistrados que calculaban su destierro por posesión ilegítima. -Malnacida- bosquejaba Rimbaud montado en su rocío de Nantes. La piel de sangre, de guerrero, espantó el tumulto y los enanos corrieron detrás de una mata para cuchillear. Los primeros versos se habían pasado en descripciones (omitidas por su temperamento visual) y los comentaba el guionista desde la tercera fila. Cerca, los enanos todavía dejaban ver sus pies en escena. Milongas indecentes aturdían a la irónica mujer de cola larga. -Yo recién me fijo que había un gato en esa tapia, después de sucesivas relecturas lo descubrí. Tendría que haber saltado con él y evitar así la epopeya victoriana de Rimbaud y los molinos. –esquemas intelectuales que alteraban el invernáculo de la doncella atigrada y el deleite de las filas. Y al ritmo de we love the sea, Cortázar and de mathematics entraron en el cuadro. El primero, pintado, asesina a Rimbaud (el supuesto héroe del relato) y los otros, desde su ingenuidad jugaron al yenga con la torre. Los maullidos de la divina llegaron a oídos de los enanos que para entonces 64


habíanse pasado a las catacumbas. Malamente (o desganados) entraron por el ático del teatro y descendieron ahora vestidos de ángeles a la contienda intelectual. No difiere en la historia de la literatura el fin alterado de la obra. Su destartalado argumento había ya vaciado los palcos (desde donde la princesa debía ser rescatada por uno de los espectadores o por el mismísimo Rimbaud) y una mujer ensangrentada y fatigada (que supusieron los críticos luego, la doncella) se alejaba arrastrando sus palabras:

-¿Qué oyes Rimbaud?

65



42 gigas tenían que servir para algo

¿Por qué habría de querer fotografiar un sachet de leche habiendo tantos cardos secos que son como girasoles pintados? Sin embargo, estaba desnudo sin aparatos y el cardo y la lavanda (maíz gladiadórico) se me fueron como cartel de rotonda y ahí te quiero ver meta trompo y para dónde quedaba río Hondo? y quién te dice, pegás un volantaso y te vas de nuevo para Luján pero porqué llorás mirá lo que hay ahí, un cardo seco que parece un girasol y un tipo en bicicleta que te hace pensar que la nada puede ser transitable más allá de lo que digan los metafísicos y los escribanos y la abuela que no entiende por qué volviste tan rápido pero ahí nomás se olvida, prende la radio y pone la pava.

67


El infanticidio como revisión histórica. Eugenio Cruz. Literato noble y un poco abstemio. Todo le era fiel a su mundo. Un perro, las estrofas, los adoquines. Murió intentando entender la historia.

La historia se figuraba en sus manos como un bebé. En un principio creyó amamantarla con librotes que nadie iba a leer y figuritas desplegables (héroes, dijeron por allí). La cosa funcionaba. Cada tanto en algunos condominios se formaban círculos como el de Praga, de números finitos e irrastreables donde podían discutirse los pormenores de la infanta. Unos preferían llamaban la Francia, otros la Gran Bretaña. Discernían, lloriqueaban y a los tumbos escribían una historia que ahora estoy narrando; fueron aquellos personajes incontables quienes decidieron si Hércules sí o si Octavio no. Ellos, que pensaron un plan para congelar planetas (que era descabellado) fueron alejando la historia en el tiempo hasta despertar, siglos después, entre la avenida Alvear y la Monte-Parasse. Podía suponerse, antes de la hecatombe, que Hegel diseccionara sapos y que Picasso piedras. Todo era posible (el auge! la superproducción!) y debía 68


creerse, creyeron, que sería así para el resto. El plan malévolo se dilata de este hecho. Hielo o abordo de la cosa. ¿Cómo podemos suponer lo Magno de la humanidad, desplegada ya su inmensidad?

yar yar nícolas

69


Ornitorrincos

Nadie pensó nunca en una verdad inminente: los ornitorrincos son venenosos. Si mañana en lugar de armas biológicas y carne cloacal usaran ornitorrincos como armas defensivas, digo, un imposible escudo inmunológico estaría siempre en nuestro horizonte de deseos. La vida se transformaría en algo fantásticamente tenebroso donde las patas anfibias de los mapaches de agua serían más temidas que la muerte. El aletear de los gobiernos y todo un importante círculo de vietnamitas se reunieron para pactar una especie de acuerdo mundial que prohibiera definitivamente y para la posteridad, el uso de ornitorrincos como armas de destrucción imaginaria. Creo que sólo hubo dos votos en contra, claro está de los principales exportadores de ornitorrincos del mundo, Australia, y el consulado del Congo, que se mostró necesitado de mantener relaciones comerciales vivas con este país, puesto el trafico de ornitorrincos que ambos mantienen a escondidas del pueblo (que ve pasar cajas inmensas ante sus ojos en el puerto, cajas donde se escuchan gritos y aleteos, una cosa muy extraña y desacostumbrada) es casi tan importante para su economía que dejarían de existir como nación. Los intelectuales se reirán pero quienes saben la verdad, los iluminados, 70


gozan precozmente hasta la próxima guerra fría donde usarán el tratado como tabaco. Pero lo que es peor, digo, que unas risas falsas y una soberbia peluda, es el veneno de los ornitorrincos. Estos bichos hermosos que nadan líbres… Lo cierto es que cuando los niños lloran lo hacen porque sueñan con sus tripas desgarradas por el dolor (¿muerden?) y los padres todavía piensan que el chico es narcisista, que debe aprender más sobre conducta. Hay que creerse semejante mentira, pero es que la educación fue prediseñada para que los ornitorrincos no estuviesen en los libros y mucho menos en la sobremesa. Nadie sabe nada, o muy poco y los niños todavía atados al Edén sueñan voces que no son humanas.

71


Inspiración Cadorneana Lo mejor de sentarse en un banco cerca de la muchedumbre era que apenas pasaban dos minutos ya se acercaba una gitana a preguntarme ¿le adivino la suerte? No. Yo no tengo suerte. No tengo nada y sin embargo, tengo en mí todos los sueños del mundo; aquellas palabras las había pronunciado como sin voz porque eran leídas para adentro (la poesía de Pessoa) y también pensando en vos, varias veces, desde que te fuiste al supermercado. Ese baluarte de la plebe, ese templo de grandes artesanos donde se babean hasta los santos. Allí donde juntos las arvejas y las bombachas, conforman todo un mundo cosmopolita. Y los chicos que parecen ansiar más el súper que los bosques, se les ofrecía siempre como un nuevo Paradiso a tan cerca, un Paradiso del juego, qué belleza, qué simpleza y mientras salen i entran te espero, y en el vaivén del querer tener cae como desmenuzándose del tobogán y otra vez la imagen de arvejas y bombachas compartiendo algo más que una bolsa, una etiqueta y una página en blanco que se llena de su comunión. Lo que sigue de todo esto es vericueto y continúa con el encuentro otrora bello de una lata y un paraguas, de un paraguas y una sardina. Ese viejo talismán surrealista es el fin de la mentira fantástica de los otros mundos posibles; lo más parecido sería en todo caso, a mi parecer, que debajo de tu falda, princesa persa, cayeran rodando al igual que por mi mano tus piernas, pequeñas perlas esmeralda repiqueteando sobre tu ropa color fresco de olor virgen. 72


73


Hay árboles que se pueden vender para hacer leña

En Nueva Delhi nos ofrecen consejos para leer mejor a Julio. Es-

tán sobre las revistas del living ensuciando los vasos apoyados. ¿Acaso esto sucede porque los cuerpos son débiles? Si te vieran ahí, con el mate que no es el mismo (los ojos transformándolo todo) y con las cejas que nos atacan, esas víboras de la tinta... no te reconocerías. ¿Cómo es eso de que tus palabras son algo así como un montón de etcéteras? Bastaba tomar un libro cualquiera, preferentemente de lomo ancho, y darle a esa trama tu verdadero nombre. “Un buen agricultor no deja que sus animales anden sueltos. Debe ponerlos dentro de un cercado provisto para un cobertizo para el ganado. En el cobertizo pone hojas y paja. Los animales duermen sobre ellas y dejan sus excrementos. Con los excrementos la paja se pudre. Conviene añadir paja con frecuencia. Así se obtendrá un buen estiércol.”

74


Ritmo que huele a espantapájaros Una caravana de flores azules y rojas sangrando por lo ancho de Callao, el silencio y los llantos de cuanta teñida cara pintada y los labios y los observadores en serie imprimiéndose un suceso que habría de ser memorial. A cuantas personas no se les había ocurrido escribir sus nombres en una lápida y sin embargo lo hacían. Había como una hipocresía de colores franceses y un vuelo de pájaros muertos entre las tumbas de los uniformados (ahora héroes. mañana escoria). Y algunos se imaginan cómo Doña Patrona, la flamante cocinera de la Viva, quisiera que hiciesen ese circo también y ya le van a dar con macana, luego y mordisco, para que guarde ese lugar ese momento para importantes como este y que mejor se dedique a lo que sabe, y pastel que va y pastel que viene para cuando se muere. Había algo que no estaba del todo alineado como para escribirse y el de la barba que se cruzó por el medio, qué desubicado che.

75


76


Algunos escritos sobre arte Al encontrar estos testimonios escritos, se los sumaron de súbito a la causa otrora abierta. La posible situación probocaba sospechas precisas. 12 de Diciembre de 1895, Lavallol -¿Qué hubiera sido de esas señoras que miran a sus nietos crecer entre glifos y acuarelas que dan vueltas como las pavas de un atardecer surrealista si Dalí hubiera sido oriundo de la Pampa, si todo esto se mezclaba en una sola pregunta? Pretendía lograr así, el reflujo de una nota quizás ilustrada, sobre la paranoplia de las oraciones. Había escrito ya una vez sobre los títulos, ahora sobre repeticiones. La monotonía de la lluvia golpeando el techo. Es verdad que a más de uno debe aburrir, pero a más de uno seguro enamora y casi que así, podría verlas con nostalgia, repitiéndose en el recuerdo. Yo creo que todo esto es falso porque se me escapa pensar en los cacharros caídos que quizás (no se sabe nada) han traído esas abuelas que daban vueltas al principio de la escena. Salúd. 77


78


Y ahora el Dosto

A la hora del té, arriba de una de las mesitas de la sala, una gata solía pararse pidiendo entre otras cosas, que se terminaban las legumbres importadas en aquella vivienda. Era corriente para entonces, comparar cada acción con aquello que venía rio-adentro-mar-costa y mediterráneo como único espejo posible de la realidad. Filósofos, comerciantes y plomeros vestían ante sus ojos ridículos disfraces de emparedados como pelaje contra el frío. Pero claro, era un error de traducción que desembocó en la jerga como abrigo, de una palabra que se refería al alimento invernal. Errores comunes que sólo suceden de este lado del riachuelo donde la gata se acicala y maulla, aturdida por una música incomprensible. Pero es así también como llega el Dosto a la mesa con las cajas de alfajores de maicena, mates lavados y mirá vos, seguro ni se lo hubiera imaginado.

79


Honk Hong, diálogos Intenté acariciarla antes de dormir pero levanté las sábanas y vi todas sus tripas que se movían sobre su pecho. La habrá matado la sociedad, como siempre. El reloj marcaba 10:45 de Hong Kong, 05:00 en Nueva Orleans. ¿Juana de Arco estaba viva? Era menester averiguarlo para seguir con mi obra. (Ahora la sangre goteaba por la cuna). Me puse el sombrero de las escenas anteriores y practiqué los primeros versos. And naw the girl whit their pritty eyes… No. El diálogo sería la constante del público. Ese sería el único diálogo de mi obra. Siempre distinto, siempre un murmullo azaroso y misteriosamente igual. Las náuseas me impidieron continuar. Vomité poco después en el cenicero y de verdad. Esos cortes abruptos, esas metáforas insanas que se escupían solas sobre las hojas eran demasiado empalagosas. Iba a ser distinto esta vez (¿Para qué una escena de un parques llenos de globos?). Esa chica iba a salir con sus tripas en la mano de la escena y los de la escenografía tendrían que trabajar porque antes del corte habría que limpiar, pasar la cabeza de Juana por un lienzo, hacerla volar (salpicando sangre), volverla a lavar y mandarla desde atrás del telón acompañada de un ejér-

80


cito acorbardado. Perfecto. Los actores deberían estar alternados. Uno derecha, dos izquierda, tres derecha. Bajaría una plaqueta gigante con imágenes de los santos y allí estaría de nuevo ella, dormida y ahogada con su sangre en lo alto del muro (de la sociedad, como siempre).

Otro de los relatos olvidados Era común en ese entonces hacer entrar, como justificando la autonomía del Tiempo, personajes ficticios del pasado y del futuro (porque algunos todavía no estaban escritos) para hacerlos bailar ante las limosnas deslumbrantes de unos hombres vestidos. Una musiquita de los ’50 era la cortina de ese circo intelectual y las luces remitían a un clima ochentoso. Ahí abajo en el bar (representado con cartones bien degradé) se hallaba Cortázar, esperando las órdenes de algún coronel. Un tumulto se había formado en la barra (extras) despilfarrando piratería y obscenidades ante las chicas del momento. Mientras, el nuestro elaboraba ensayos sobre el mes de mayo (olvidado por los críticos: era pasivo). Había unas fotos en la mesa y ahí se corta mi visión. Estas cocteleras informáticas habían deformado la realidad y los cuentos del Zar. (El mozo era Julio).

81


Shorsito amarillo. Y verte de lejos, sentada en un sillón las piernas cruzadas y los ojos cerrados abiertos cerrados, la remera apenas por encima de un supuesto escote donde te juro que si hubiese vivido algo más real que esto, me hubiese zambullido. Y acariciándote me animo y me arrimo, suave, y botón a botón te digo cosas al oído.

82


83


Aventura extrema por el acceso oeste Para mantener distancia en la ruta y evitar las demoras del chusmerío por accidente, conviene siempre (o es recomendable) calcular un elefante como mínimo entre coche y coche. Pero está la famosa viveza criolla y acá entra uno chiquito y ahí nomás que habría que llamar al sub cónsul de Madagascar y solicitar que envíen, cuanto antes y cuanto menos un ejemplar de críos africanos del supuesto mamífero más grande (el sueño que la ballena arrebató a los pibes) y yo diría que como puestos de la virgen, haiga en la ruta criaderos de elefantes pero para nada por los autos sino para aprovechar el envío gerundio del país amigo y llenar la pampa de animales que puedan verse mejor que las vacas que a más de un chico deben fastidiar ya “péro che! sólo vacas má!” y generar ese toque de queda para el silencio de los gauchos que una jornada de corridas puede ocasionar. En Santiago del Estero seguro se coparían y junto a las reposeras y sandías habría un lechón de trompa viva durmiendo como buen compañero de siestas, imaginate, la nena para los quince quiere un elefante también porque le puede poner vestidito (más vale elefanta) y ahí nomás, otra vez, uno se da cuenta que mejor dejar las cosas como están, que total para qué si así va bien dentro de todo no está mal. 84


85


Otra vez Sur Sentado en un rincón, con la dignidad de un gato, el viejo dormía. Habían pasado diez minutos ya desde el silbido del tren y se sabía que alguien iba a entrar. Quizás por el grito de los cuervos, quizás porque ya lo habían leído. El almacén era atendido desde siempre por Manuel y tenía una ubicación estratégica. A diez cuadras de la estación y una de la farmacia. El gallo gritaba desde la mesa y se pasaban una botella a cada punto, los tres hombres que truqueaban. No más borrachos que yo, sus alaridos eran cortados por el viento pampeano que golpeaba los techos del galpón y por el cuero que crujía cada vez que el viejo se acomodaba. Antes del asunto, comprendí que el tiempo en aquel almacén, era de mentira. El sol se movía de tal forma que iluminaba los ventanales que daban al Sur y las hendijas que dejaban ver un hueco de la cocina, al norte. El reloj de pared, cuyo péndulo de bronce oscilaba lateralmente, marcaba fijo las tres y cuarto, hace varios minutos. Quizás la llanura provocaba este efecto. Descalzo cruzó el umbral de mimbre y se dirigió sin voltear la cara y con el mentón bien para arriba, hacia la barra. Pidió una caña, carne (una comida típica) y se sentó cerca de la ventana con un libro gigantesco. Sos86


pecho que una Biblia, porque siempre paraban aquí unos parroquianos a mendigar. El hombre acomodó sus trapos de hospital en la silla y los tres indios se levantaron entre risas para acomodarse más cerca del forastero. Siguieron con su juego pero uno de ellos comenzó a preparar el dulce arsenal. Pasados unos minutos, suficientes para que el olor a sangre seca y analgésico que acompañó su entrada cesara, uno de los tres hombres, borracho que se caía al piso, arrojó una primer bolita de pan. Inyectados en sangre y coléricos, los ojos del muerto se insendiaron en un resplandor taciturno. Una bolita más sobre la mesa y éste se levantó. Dejó a un lado el plato con los restos de comida y se acercó a la mesa contigua. El viejo ya se había levantado también y el reloj movía sus agujas cada vez más rápido. Con su mano arrugada bajo el chambergo, arrojó al forastero una daga caprichosa de mango encuerado. La tomó por el filo y al dirigirse a la puerta hizo señas a los tres para que lo siguieran. Muertos de risa se apelmazaron en sus botas y salieron en fila hacia su muerte. El viento había dejado de correr y esta vez la suerte estaba del lado de Dahlmann. 87


Cazadora de polillas.

Lola era hermosa. Una vaca negra con mucha fuerza. Dos pilares de maciza carne corri茅ndo los regadores. Dos horas bebiendo agua. S贸lo eso.

88


Ensalada rusa

Toda una corcelada blanca, espinosa, se sacudió bajo mis hombros. Fumé, fumé y fumé otra vez, hasta hacer uno con el humo y el semen.

89


El edificio de Coto es más lindo que cualquier monobloc

Defender una cultura que jamás salvó a un hombre de la preocupación de vivir mejor y no tener hambre no me parece tan urgente. Antonin Artaud, El teatro y su doble.

(Esto se llama ponerle título a una cita. Nada. Por si preguntabas por qué.)

90


91



bis bis de Frau Marta o parte II

(lo anterior no era la primera, no era nada, no hay sucesi贸n)



Aberraciones del lenguaje, disparos geomĂŠtricos,. proyecciones volĂĄtiles, ensalada de frutas, A.D.P.E., inspiraciones, motivaciones, fraudes, robos, lujuria, despilfarro existencial, Mahoma, Buda, Ra y AlĂĄ, Aratud el sol y preparar tabaco.


96


ABX-188

Nota1: Bajo estos principios normativos, habría que demostrar que. Primero: las ventajas de mi decolorante de cerebros, son reales. Este aparato es inofensivo y se recomienda aplicar a pacientes reumáticos y en conveniencia con la ley. Segundo: toda tentativa de resistencia, puede ser adormecida con este apaciguador cromático. Con estos pequeños postulados, bastaría para que la Corte acometiera sin más, a la compra de mi patente. Nota2: Me exigieron que reenvíe material demostrativo. Que ejecute el aparato y filme o acaso grabe (esta opción fue sugerida por mí, puesto que cuando les conté algunas de las adversidades técnicas, agregué el espeluznante sonido que emite el aparato cuando comprime los colores de gamas tonales cálidas) su diseño y funcionamiento.

97


Nota3: ABX-188 funciona como un gran torniquete, que se aplica debajo de las orejas del paciente. Forcejeando con las manos, se debe revolver la masa encefálica con delicadeza. Una vez que el tubo (ubicado en el esquema en la esquina derecha) se colorea, hay que retirar el utensilio. Para evitar un posible asombro yo recomiendo entretener al hombre en cuestión con algún juguete de niño, algo que le haga recordar pastos, hamacas y bisabuelos. Este conjunto mnemotécnico agitará las glándulas cerebrales de colores más vivos y la operación será un éxito. Nota4: El primer paciente. Platicamos y brindamos en su honor. Acudió al anuncio que publiqué en el diario (se busca voluntario que sirva de bocado a la ciencia), me confesó, porque había riñado con su madre. Le insté a que me la describiera porque era parte de la prueba hablar sobre ello. Pareció halagado y mientras vociferaba yo imaginaba cómo iba cambiado su color nervioso. Amarillo Cuneus, verde, violeta Diencéfalo. Marrón Paleopalio y el Prosencéfalo. Pituitaria rosa, Pineal rosa.

98


Atiné en su frente un golpe seco y procedí a la extracción del jugo cromo. El paciente yacía ahora inconsciente en el suelo dando pequeños espasmos con su mano que sujetaba los collares osunos. La cápsula B goteó un líquido de color espeso incomparable con toda materia conocida. Lo miré de cerca y discerní en su interior recuerdos. Era un elixir metálico, de ópalo líquido y colibríes y lo rocé con mi lengua.

99


Pillar a la leona Había dos niñas jugando con un globo rosa en el bosque. Las niñas pronto se fueron y el bosque también. Sólo quedaban los restos del globo y nosotros dos que ya no nos queríamos ver.

100


Ocelote (5 de agosto) Por unos instantes fue puro placer. Luego, como aferrándome de esa inmundicia carnal, sobrevoló el llanto que fue a parar con ese sexo nuevo y novedoso, sobretodo ahora que estamos parados en el pasillo, viendo correr las horas de la cena y el silencio que se vuelve un espejo tan cerca, que puede tocarme la frente, hacerme sangrar y reír y que me ahoga en su reflejo mudo, como suena en la voz saberse decidido a rajar pero que no puedo irme así.

Borges? “Se proclamaba allí el fin del mundo, la salvación penitencial, la visión del séptimo día, el advenimiento del ángel, la colisión cósmica, la extinción del Sol, el espíritu de la tribu, la savia de la mandrágora, el ungüeto del tigre, la virtud del signo, la disciplina del viento, el perfume de la luna, la reivindicación de la tiniebla, el poder del conjuro, la marca del calcañar, la crucificción de la rosa, la pureza de la linfa, la sangre del gato negro, la dormición de la sombra, la revuelta de las mareas, la lógica de la antropofagia, la castración sin dolor, el tatuaje divino, la ceguera voluntaria, el pensamiento convexo, el cóncavo, el plano, el vertical, el inclinado, el concentrado, el disperso, el ruido, la ablación de las cuerdas vocales, la muerte de la palabra.” Saramago, Ensayo sobre la ceguera.

101


En Siberia hay metano bajo la nieve, y sobran apologías caídas que explotan mientras unos hacen este arte: Cuando me hablaste de Juan, creía que era un linyera mogólico. Nada. Me gustaría quitarme esta desnudez mental.

Entre circunferencias grises y débiles Me quita las tripas, viviendo todavía, metiéndose en mi carne con sus brazaletes y destruyéndome (vi comerse los ojos y los dientes, con una voracidad en un beso inexistente entre mi boca y su lengua.) Y me descuartiza y se va corriendo tras ellos, sonámbula, y crece la repugnancia de la sangre cayendo sobre mí, la inmundicia que veo en mí desde los otros ojos ahora que odio con lo que me queda de cuerpo y escupo.

102


103


Escupiré sobre vuestra tumba, -Artaud I.

Trastaratastra. Guasistesta guatrastaratá. Icsaumbo de breusemio. Tarakatuembo. Clisquisimo cuaso. (Amigos, todo esto es por lo real de Dios, y dijo varios ismos).

II.

Alto Dios! Quién te va-un, mer, pe per me, 1892 (chi).

104


IV.

Es algo así: al Dios lo vi perderse, la piel roja, por el pueblo. Y a un potro blanco de barro y ojos empotrados, por una tapia (de ladrillos, rojos). V.

Hoy vi un gato y un mono que comían y magullaban (digerían) los restos de tu cara. Nota del 19 de septiembre:

Un pelotón de brasileros cantando. Corriendo. -Tá-ta tá-ta ta-ta-tá -Tátata tátata ta-ta-tá Pelados. Increíble. 105


Hay un hombre que vive en la plaza Ser libre, ser causa de sí, poder decir: soy porque lo quiero; ser mi propio comienzo. J. P. Sartre, La edad de la Razón.

Se metía el dedo en la nariz “Pero, quédese quieto!” Yo deseaba una salida, esa idea no era mala del todo: no restaba más que un paso. Y sintió un calor terribble.

106


107


Adimanto, el torturador de luciérnagas suecas y Jean Paul

Así nomás se revela, 108


un hombre de rojo y el mar. Las 9502 oraciones del Padre Pluche, y el mar. Todo igual, una copia y Elisewinn, Devirรก y el mar. Da Vinci revive cada muerte de obispo. Bis bis.

109


110


Ave César Hoy a nacido un gato De un vientre blanco. Gélido fruto del semen Gritaba que fueran años. Hoy ha muerto un gato De maullido blanco. Resoplo materno hecho añicos en una cuna sobria y dormida. Hombre y compañero, calma, Busca la piel extraña que deja partir. Un roce fresco aulla por la puerta de hierro, entre el frío del umbral qué gris se ha vuelto su cuerpo.

111


Franz von Bayros.

I. Siervo de guerra. Siervo de 谩mbar. Cornamenta en cada hoyo de la piel. De nieve, de esperma. Eso.

II. El cielo naranja escupi贸 en la espuma de vapor, escarlata, lo que se dijo que era el amor.

112


113


Masturbación Kanteana. Humo y hielo y 3 de la mañana. Se masturbó pensando en Kant. Toda esa ciencia chorreando esperma sobre su razón. ¿Quién juzgaría más allá tu intención enarbolada de acabar sobre esas hojas? Crítica de la contemporáneidad... Ni la mejor carne supera eso y lo sabía. Se iría a dormir en calzoncillos, todavía goteando sudor blanco y latiendo éxtasis puro de razón. Pero antes quería saludarla. Con esa mano agrietada por la sequedad, quería saludarla. Y también quería acompañar los textos con imágenes. Pobre Kant.

Medioevo plástico Debo vomitar y luego comerme ese vómito. Acostumbrado, retorciéndome, me lo imaginaré. Hoy no estoy bien. Il y a très minutes Sofía y Jane Mansfield (bombas sexuales) hermosísimas, ont changé de peau. 114


Enmarcado de las instantáneas en cuadritos Lo condujo afuera de la casa y le mostró que el mundo se hallaba dividido en dos mitiades. La parte izquierda se hallaba clara, pero la derecha estaba velada por una niebla amarilla. Le dijo que lo que se encontraba percibiendo era un enigma, un misterio que sólo se puede aceptar con asombro y humildad. Le dijo que es monstruoso pensar que el mundo es comprensible o que nosotros mismos somos comprensibles. Carlos Castaneda

Así se instalaban en la cubierta ciertos contenidos contradictorios semejantes a ángeles con muletas y cosas por el estilo. El vaivén envolvente de las olas y los pajaritos lo sacudía un poco más allá de las pestes de un río rojo. Y Cristo sangraría espuma, y habría que decidirse a creer que todo estaba condicionado y que los ángeles huelen a pasto.

¿Con quién duermen los muchachos? Un señor de Frac llevando una soda de acá para allá (iba a la mesa de al lado) se topó con un gladiador de cara de toro y de orejas rubias. Y el uno con la toalla de cera colgando, le muestra un aparato torturador y lo insta a dejar el mantel vacío (y la sed?!) por una copa de vermuth pasadas las seis y sueñan (o soñarían) con un romance tántrico, perfumes y olfatos que se mezclarían a la hora de dormir y por el filo de la persiana se ve que amanece y la toalla colgada ahora sobre el sifón que no fue tocado por esas manos del mozo que tocan ahora la pierna del toro y sus cuernos. 115


116


Tras la silueta de Balzac En la casa del hombre blanco vivía Herménides, Calac y Polanco y aquellos experimentos (que a esas horas extensas de la noche interrumpían una descripción con paréntesis inoportunos y en sí mismos descriptivos y paradójicamente inútiles) que solían entusiasmar los capítulos de la epopeya. Como emitiendo un silbido, Hélène pasó cerca de las macetas movedizas que allí colgaban y les preguntó si alguien lo había visto, que del cobertizo de la monja caía un gato por la cola moviéndose lentamente y dibujando en el suelo una enorme silueta envenenada y parda que habría valido un cuento de Balzac en prosa reversa (¿Cómo? Estaba loca). Se incorporaron de súbito sobre la mesa, verificando el paisaje oscuro recién dispuesto por Hélène, pero no vieron más que una de las cabezas de Rodín sobre las crines verdes que hacían de alfombra en el prado y seguirían la búsqueda después de dormir, como si se fuera anotar por ello el desfasaje temporal de decidirse la ominosa resistencia del pasar vespertino al diurno en una tradición lineal. Y a eso contestaron con verdadero énfasis del seguir existiendo, tán sólo la brevedad (algo efímera) de la palabra. Quizás el gato no existiera, ni Frau Marta, pero algo de toda aquella humanidad resonaría constante y cerca para devastarlos, arrojarlos al martirio inexistente de los ángeles, a los sismos del lenguaje, y a la indómita presencia de un señor alado que difería del resto por las arrugas de su cara, la barba y una cajita que abría y cerraba con frenesí divino, donde 117


se podía divisar no sólo la silueta del gato muerto, sino también la de Frau Marta y la de todos aquellos presentes (Calac, Polanco, Herménides, –Hélène ya había partido para tomarse un café con leche del otro lado del paraíso– su hermano griego, muerto hace dos siglos y un par de ranas que habían sobrevivido al experimento de la balsa, discutiendo algo así como de que si era posible que en aquél preciso instante hubiese alguien debajo de ellos buscando moneditas y riendo como diablillo ((como hicieron acto seguido ellos, ante tal proposición, pasada la eufória epifánica profética)) y en seguida se levantaron, sacaron sus manos de la engrasada contienda y se ayudaron uno a uno al mejor estilo “piecito” y se volvieron para saludar quizás por costumbre, como de pasada, a las ruborizadas ninfulas que los grillos de Dios tenían secuestradas y en cajitas (otras, y separadas) y se alejaron sin más, dando pasos lentos y discutiendo sobre la existencia (verdadera) de todo aquello.

118


Comida casual Con los labios perfumados no me cuesta nada escribirte. Ma princesse persane, ¿cómo podés ser tan elegante? Mi mala intuición... ¿Cómo había dado otro paso atrás? No comprendía tu voz y te decía (por lo bajo) «¿Cuándo nos olvidaremos?»

La rue des arts… Une bonne femme, il se dit, avec sa cheminée, sa fumée... Une bonne femme qui me parle de ses amours, a bonne distance... Vous y mettre? Je crois qu’il faudrait tenir en compte cet ocassion…

119


Guy de Maupassant Ca-ca-cáca-có. Hacía pausas a cada rato y tenía unos libros sobre la tabla. Produjo un silencioso hito verbal, y algunos diptongos con piernas (¿Cómo es eso? ¿De dónde le salen? ) Ayer vi pasar, cerca de la carnicería de la esquina, al señor de Maupassant que llevaba medio quilo de bondiolas entre un manojo de hojas escritas por él mismo esa tarde. Lo sé porque al doblar por Sarandí, se detuvo así sin más y mientras escribía me acerqué pero se detuvo. Alegó que terminaría después, quizás, algún día, que no haría como el Papa Francisco, de no acabar nunca, y que no me preocupara si todavía no comprendía nada ya que nos volveríamos a ver pronto (ahora tenía un asunto pendiente muy importante, las bondiolas, se entiende) y se alejó así nomás, galopando ca-ca-cáca-có en un caballo invisible. Qué bárbaro.

120


121


122


Babeo como burro y zanahoria I.

III.

Extraño esas noches

Las discusiones

suaves

eran siempre las mismas:

donde nos acariciábamos

no piensa,

todo olor y carne

no quiere hablarme,

porque no teníamos de qué hablar.

II.

no sabe nadar.

IV.

Un beso abajo. Yo sólo quería

Acabé de rodillas,

un poco de

de espaldas. Bah

cómo decirlo

todo por la borda.

no, amor no. No me sale

Infalible eyaculación.

la palabra. Te pido

Pero

sólo quería un poco

me deprime tanto más

de

mirarte

carne. No,

a la cara.

tampoco. 123


No te lleves mi almohada! Me había sacado las medias ya, y en eso diste media vuelta y tu respiración se hizo más profunda. Eso y que me imaginara chinitos con paraguas. Eso y todo me enojó. Un poco lo disimulo porque sos suave... pero no importa, nunca me saco las medias. Y eso y todo junto.

No me confieso hace dos domingos Me escapo. Yo te quería un poco, pensé. No, es siempre lo mismo. ¿Será porque no te sacás las medias? Seguro, es lógico. ¿Entonces? Me da frío. 124


Traducido del sánscrito Era rubia y de piernas cortas. La amarré (quería estar seguro) y jugamos sin temor, tiesamente. Esa nieve dulce que despertaba por debajo, proponía tantas cosas... Pero yo no tenía más cuerpo que destacara su rostro fuera del tiempo.

125


Quiero apretarte los cachetes, ñaca -ñaca “Confía en mí”, y no volvió a verla. Casual, había dicho riendo. Lamento haber caído allí. No, yo no quería bailar, dijo. Pero sólo conseguía anularse (sin duda que podemos).

¿No hay gente mayor? Un nene entra al cuarto con un pesebre en las manos, atónito. Y el padre y la madre “nene-come-caca-nene-come-caca”. No se si quiero volver a verte.

126


Un día el Papa se levantó y dijo: Aláh! Y chau guerras islámicas. ¿Existe la locura? ¿O es que se ha establecido una forma convencional de expresar ideas, de modo que éstas puedan ocultar siempre y siempre el otro mundo de adentro, que nadie se atreve a mostrar? Roberto Arlt, Los lanzallamas.

Bueno, después de medio porro agarró la máquina y comenzó a afeitarse la cabeza, las cejas, los labios. Quería ser el monje de Balvanera. Pobre.

127


Un cadáver salió a relucir entre las cortinas. Poca probabilidad de sexo. La sociedad básicamente se fundaba en el hecho de: hablar sobre los potenciales enemigos de América. Moralmente había seres estrictos, que llevaban su pensamiento al límite de la razón: Mozart, Cortazar, Vietnam. Decir y dejar hacer es existir al margen de los hechos y transmutar a partir del Yo una verdad indisoluble. El presente delira algoritmos de justicia y de ética, pero a la superficie rodante que algunos llaman tierra, donde habitan estos hombres, no le importa.

Ahora las revistas vienen de peor calidad. ¿No hay acaso ningún país donde uno pueda hacer lo que le da la gana? Hasta las islas desiertas pertenecen ahora a alquien. No hay salida. S. de Beauvoir, La Invitada.

Había que escribir algo sobre el viaje (me preguntaron), que cómo te fue y qué viste. Pero sólo podía recordar la sombra que me perseguía en sueños, disfrazada de tigre. 128


129


Y todo se iba al colchón Voy a terminar junto a tu cama, oculto. (Y otra vez volvía allí pese a que en aquel otro tiempo no se llegaba a ver el final).

Quiero pintarte acuarelas con mi saliva A Geprekten

Te muerdo la boca, el cuello, y espero. Juego con tu pelo, silencio cayendo de mis manos. Pero te escupo y eso sí, “Qué mierda hacés?” 130


131


Perspectiva torso Hubo la civilización ateniense, el renacimiento, Pericles. Y ahora... tetas sonrientes del mundo, desenmascarándo el sueño de Edipo, y una mano vacía que quiere tocarlo todo.

Alto gato Ni letras ni números. Dios no existe y todo va a caer. Diario de repente: Día 1: todo estalla sin día 2 posible. Día 2: análisis de las sinagogas locales. Día 3: día 4. Día 4: ¿cómo pasan 4 días en 2 minutos? 132


133


¿Qué es el amor?

Un gato blanco en un jardín de jacarandás sobre alguna escalinata de piedra. Oliendo, oliendo, oliendo. Amor. ¿Y ella quién es? No importa mientras huela como un gato blanco en un jardín de jacarandás sobre alguna escalinata de piedra oliendo, oliendo, oliendo.

134


135


Biografía de Friedrich Nietzche Friedrich Nietzche nació a las afueras del río Jordán, en un pequeño bote de mimbre. Este suceso marcaría un papel fundamental en la sucesión de los hechos de su vida como trabajador. Diseñó a lo largo de su vida más de 15 máquinas de coser. Le fascinaban los vestidos, el mantecol y Borges pero no se atrevió a mencionarlo en el Anticristo. Por eso utilizó durante toda su vida, el pseudónimo de Alfonsa y cada tanto, viajaba a Japón.

La mutación del Yo En el renacimiento existió una manifestación pública conocida como “La doble vida del teatro”. Llevaba largos años de peregrinación y era Sófocles el encargado de reunir a la gente dispuesta a mutar de piel y a convertirse en mariposas. Una vez en frascos, él las condimentaba para poder molerlas y así años y años. El ritual era un fiasco, y goteaba estiercol de las mariposas humanas que acaban de morir “en manos de Dios” por todos lados. Cuando se cerraba el telón Nietzche aparecía para repartir entre todos los presentes un folletín con su nueva máquina de coser de bolsillo. 136


137



bis bis bisa bis

A n e x o , I I I



Che Jirafa, te invitás siempre vos solo, no hay milonga ni casorio donde no te entreverés, con tu cara de cemento, soportan que todos digan qué careta, cuándo se irá de una vez? Julio Falcón, Cara rota



Unas carpas en la vereda del Luna Park

Hay ciertos acontecimientos que para el hombre, justifican la trasgresión. Ella consta de un límite muy preciso entre lo que podría llamarse lo común, lo que se está acostumbrado a ver, y aquello que cuesta nombrar o incluso imaginar. Para el hombre, el problema reside, claro está, en que al tratarse de un umbral muy pequeño, casi invisible, hay veces que lo cruza constantemente sin la menor consideración. Podría objetarse que dicho linde no existe, que no es más que una catalogación de conducta de unos cuántos cocólogos, o cabría preguntarse también, cuál es el objeto de la supuesta contradicción. La paranoplia del concepto, sin embargo, ha atrapado al hombre en una discusión obtusa, en un callejón de columnas altas y de luces amarillas, donde ha decidido montar su carpa para esperar a que se resuelva la cuestión.

143


Genealogía del collage Una idea un poco intrincada esa de corresponder o suponer que cada verso dialogaría con una imagen. Que una niña de azul podría describirse en algo llamado cuento y visceversa. Porqué no hablar de las lineas de luz que desplegaba sobre los ojos aquella fotografía, o fijarse porqué no, si esa imagen no se limitaría a parecer una cadena de relámpagos (las rayas del vestido) en una intensa lluvia de amapolas infinitas. Pero todo estaba condicionado (dice al lado), y la mecanización de ciertos actos perceptivos evocaba incesantes alteraciones en la imagen. Ver a través de las palabras era o bien una obviedad o bien un invento ridículo, mas ambos correspondían al universo de lo finito.

144


Dormir como un puma Nada habĂ­a de interesante en avanzar sobre muchos animales (algunos saltando y desde todos lados como niĂąos rapaces), y no te niego que el oasis de los gatos y las damas no me picoteara los pies. Pero todo estaba condicionado, y la irremediabilidad de irrefutables, irremplazables, provocaba constantes nefastas para dormir otra vez con los ojos abiertos y los sueĂąos atrapados.

145

ciertos actos,


Averiguar si es cierto que algunas aves se rehúsan a volar sobre Japón Hay unos pelícanos muy curiosos que habitan en casi todas las islas del planeta. Tienen un pico rojizo y manchas por toda la piel (y las plumas) con formas de animales. Algunos pescadores, en sus ratos libres, juegan a descubrir dichas figuras. Pero siempre redundan en un mismo parecido: peces, arpones, sus esposas. El mar, la soledad, siempre ha afectado a los ureños. Privados de este hobbie tan popular entre los costeros, se encuentran algunos pescadores del Japón. Dicen y juran haberlos visto hará unas décadas, algunos aseguran incluso haber escuchado su gemido, pero lo cierto es que nadie puede decir a ciencia cierta que han visto a estas aves legendarias (dada su rareza, necesariamente se convierten en legendarias, en mito). Y alrededor de esta misteriosa biología, se ha construido cierta imaginería local. Los hay que con tal de adquirir cierta reputación afímera en la isla, evocan descripciones onerosas de las bestias: plumajes celestes brillantes, ojos de espuma, alas de dragón. Resulta evidente que nadie les cree. Un anciano me contó una vez la verdadera historia, la verdadera razón de porqué esos pájaros ya no vuelan sobre Japón. Hará doscientos años, según me aseguró tener, un pescador famoso por su gusto de contar his146


torias, confundió a uno de estos pelícanos con una mujer (las cualidades mágicas del relato aún no se han verificado) y entre zarandeos y piropos volcó sobre sus plumas, como presente, un extraño brebaje de pócimas y de tintas. La rivalidad entre las aves fue celosamente instintiva. Había adquirido, al cabo de unos segundos, una belleza de colores inimaginables. La mayor parte de la bandada no pudo soportar su compañía, y voló en direcciones diversas. Don Galo, el anciano, se quedó dormido sin contarme el final. Lo cierto es que la imaginación de los pescadores japoneses ahora es tan grande que ninguno quiso saber realmente cómo era la apariencia de estos bichos, para no derrumbarse en una realidad diferente. Cada tanto asoma por esa parte de la isla, algún pesquero húngaro con pájaros de altamar y acontece el mismo fenómeno que antaño: se convierten en mujeres, enloquecen y vuelan hasta los acantilados babeando sobre sus patas los marineros. La isla, los pájaros o el anciano han mentido sobre algo. 147


Recitado Milanga -Yo escribo de todo: poesía gauchesca, cuentos breves, románticos, milongueras. Pero lo que me olvidé de decirles es que escribo todo al revés (las palabras) y nadie me entiende. Sobre todo cuando las acompaño con imágenes. Otreup led sevart a recedrata led zul al oev sorbmoh sol ed esrednocse odatnac nah el zev anu ed sám euq selbirroh sasoc A veces juego a la inversa en las propias palabras, y hasta me han confundido con un emisario de tiempos remotos: Sol sohcuag ed al apmap neviv al aredadrev adiv sodadraboca y sonell ed azreuf en adac osrev odatnac. Lo cierto es que decidí abandonarlo todo y poner un Kiosko. Cada tanto vienen viajeros de lugares recónditos y preguntan por Manuel. Yo les contesto que era de escorpio.

148


Poema para una clase del sábado

Esta era la imágen que me gustaba. Pero sin tiempo. Y las risas del fondo, puñales de insectos. Y la rubia se movía sublime como un eco de luz, sin tiempo.

149


Maté un bicho verde con perfume Con dos deditos apreté tiernamente una piel sin huesos para no herirla. Después hice como la Osa, y me dejé caer en un sillón rodando hasta él. Le leí un cuento que no tenía fin y así quedamos en silencio hasta que alguien murmuró: “Voy a morir porque ese debe ser el final.” y de su cuerpo verde salió un extraño aroma.

150


A la ley de gravedad le gusta la música de Mozart Hace muchos años, se descubrió que había una cierta ley de la física que profesaba entre otras cosas, que todos los cabos sueltos sufrirían una convulsión que los apretaría. Atados a un principio no resuelto, se dejarían posar sobre una mesa, un sillón o un escritorio, para maldecir del poseedor. La ley, con motus propia, parece que es conservadora, o como le llamen a esa clase de andanzas clásicas. La última vez que fui testigo de un acontecimiento como este, pude discernir esa intelectualidad oyente. Había sobre el sillón, una pelusa caliente en clave de sol.

151


Tras la silueta de Balzac (Vol III. -el II no existe-) Las epopeyas vicotrianas de los caballeros tragaluz que perseguían sueños y princesas aladas, castillos flotantes y otro tipo de acontecimientos fantásticos, cayeron en manos de los escépticos lunáticos matamolinos que argumentaban que dichas heróicas acciones eran una enfermedad. Pero un caballero de pocos principios, recuperó algunos de aquellos sortilejios o manuscritos épicos. Resultó ser (tras meses de ardua investigación) que eran simplemente tratados agrícolas de campesinos aburridos que fantaseaban romances con el trigo y que para no perder la cordura, transferían sus andanzas en hadas madrinas, zapatos perdidos y ogros como espantapájaros. Para darle una coartada épica y cierta adecuación temporal, el hombre sustituyó a los caballeros, los dragones y los laberintos, por Platón (o su hermano), Eurípides, Calac y Polanco. Y la princesa sería Hélène y la nieve, la epopeya. El tesoro, claro está, la cabeza de Rodín y los mil Tesoros. Sobre las murallas del palacio de Balzac (todavía no estaba claro si vivía, si era una estatua o parte de ella) aparecía necesariamente la silueta de un gato colgado y siniestro que Hélène destacaría en el otro cuento. Era el primer augurio de que no era por allí, pero la balsa tripulada por los nueve héroes pisaba ahora tan fuerte ahora que el monstruo de león 152


(estampado en los baluartes del castillo) apenas si reparó en ellos. Los así reunidos, dentro o fuera del texto, se adentraron en las puertas de la fortaleza del Greco y después de cruzar largas discusiones metafísicas sobre los laberintos, Flaubert (que hasta entonces estaba escondido en una bolsa arpillera, en el suelo de la balsa) sacudió el edén con un fino verso: poneré el presente, a través de los cinco años vividos. Las puertas se abrieron. Después de lidiar con la mística aparición del falso socialista (cómo llegó, creo que lo vi una vez en el pueblo mendigando pan, etc.) llegaron al centro del palacio de arena. Un reloj de tamaño minúsculo colgaba en el centro. En el trono se encontraba inmóvil el cuerpo de Balzac con las manos apoyadas, faraón de los muertos. La sombra que proyectaba, dibujaba cada cierta cantidad de segundos, la silueta del gato muerto (Hélène ya no estaba, hace rato que había ido a por un cafe) pero nadie lo notó. En cunclillas, mientras Calac y Polanco recitaban versos caballerescos, Platón (o su hermano) Erménides y Falubert acometieron al encuentro del solemne monumento. - La cabeza no está. Es un fiasco. - Una ganga - repuso Platón. Y en el momento menos pensado bajó del cielo raso la figura de un santo (un león alado) que maullaba un gemido sepulcral. Por supuesto nadie lo vio.

153


Diáfana 0

Diáfana I

Se escucha gemir el cielo. Hay ángeles que gritan

La vida es justa

a viva voz

Prometeo,

el sueño

la naturaleza

de los hombres.

te saluda. Pero ay de los ángeles, condenados a volar como dioses y a llorar como los hombres.

154


155


Mitologías inexistentes

Hay que desmentir -dijo el Ángel, bajando de la tierra- severamente aquellas mitologías que pretenden asesinar a las criaturas aladas de la noche y del día, con un simple y mordáz baño solar. Gozan, -y el tono fue más poético, más voraz,- de alumbrar con una canasta divina la nupcia de los vientos, con la alegoría de toda dualidad. La luz de Dios es una teoría falsa. Me atrevería a decir que no existe ningún hombre, ningún siervo de los santos, ningún fiel cordero, que pueda haber visto a los ojos de la luz. ¿Cómo es posible que arguyan, sin embargo, que pueden utilizarla para descuartizar a los cuerpos volátiles, a los cuerpos danzantes, padres de su creación? Proclamado su discurso, abrió de entre sus harapos de oro un cándido recipiente que colocó en una mesa de piedra circular, que había a sus pies. - El frío del otoño, -continuó,- en sus plexos retorcerá. Habrá almas difusas pidiendo por paz. Habrá orgías de sangre y todo el cuerpo de los hombres se abrirá a la pasión y a la resignación del goce eterno.

156


Descripci贸n ominosa de una imagen est茅tica

157


Un microondas que se sabía el evangelio de memoria Solía repetir una sola frase, pero a Marta, la dueña de semejante milagro, le gustaba lucirse en el barrio con aquella bendición de Dios. Su microondas profético. El chusmerío (ay de ese fenómeno!) la envolvía en un éxtasis social cada vez que los índices la señalaban. Se dejaba arrastrar hasta el centro de la mansedumbre y bailando con los ojos hacia el cielo (bendito microondas!) cantaba y cantaba. Siempre en camisón. Sin embargo, nadie había visto con sus propios ojos dicha creación divina, salvo ella, claro está. Fue cierto día, después de una reunión parroquial, que el cura Alberto, un escéptico empedernido de toda revelación cristiana, le propuso a Marta llevar a sus compañeros y a él a una visita contemplativa y experimental (que ayudaría mucho al grupo, claro) en su hogar. Sin otra opción, Marta tuvo que accedér a la petición. No podía negarse ahora que había recibido de sus compañeras el cálido abrazo de la aceptación. Fueron esa misma tarde. Eran como un cortejo, en aquella avenida del pueblo desierto. Silencio. Por debajo de la puerta de la casa de Marta podía verse, según detallaron más tarde, un fino halo de luz ámbar que rozaba las puntas de cuero del calzado de la dueña. Inmóvil, no podía ni 158


girar las llaves. Claro está que para ella, suponía un desafío de reputación altísimo. Acariciando sus pies, un murmullo inentendible. Avanzaron con paso muy lento, de a una y chocando cada algunos pasos las caderas y los muebles, provocándose moretones insignificantes ahora que verían... A medida que se acercaban a la cocina, los ojos de Marta iban volviéndose de un color ámbar, por debajo de las pupilas. La voz, cada vez más densa y silenciosa, como quien sabe que es oído y juega con decir un sonido mudo. El microondas recitaba en latín. A cada palabra que pronunciaba, Alberto, el pastor, se arrodillaba cáda vez más abajo, como si nunca hubiera aprendido a vivir. El resto del cortejo, como palomas, habían huido pululando eufemismos y toses. Abrazados, los dos que quedaban “en pie”, se besaron descaradamente. Rabia, miedo y euforia. Una posesión de furia. El aparato no callaba. Tenía una pronunciación monótona y más bien grave. Sobre el suelo, descuartizados, los dos cuerpos bailaban su última plegaria abrazados con lo poco de carne que les quedaba. Y de fondo se oía el santo evangelio, eternamente.

159


La imagen inmaterial El primer diálogo sucede en sombras. - Va más allá. Quiero decir, que lo que se busca es que los actores dejen de ser simples marionetas, dejen su juego de rol para tomar un papel más vivo, más encarnado con su personalidad. - Como decían... ¿quién era?... algo más involcrado. - No, no sólo eso, cada uno puede pensar lo que se le cante. Acá se trata de vivir. Una fusión. Por ejemplo, cuando tomo un mate no estoy haciendo una revolución socialista, pero soy yo quien agarra la calabaza, la bombilla, etcétera. No es un actor que hace de mí, no hay truco. ¿Se entiende lo que quiero decír? - Claro, en todo caso el compromiso social al que quería referirme, puede ser conducido por una máscara si esa fusión no sucede. - Si, acá sería como dos campos fusionándose, pero más que una simple combinación simbiótica, me atrevería a decir que esos dos campos desaparecen en el momento en que se decide abolirlos. Desde el vamos entonces la fusión no existiría, por lo menos en devenir... - Porque no existen tales dos campos, claro. Un silencio acompaña el ruido de tazas que son acopladas a sus platitos y cucharas que se dejan revolver en el tímpano de los personajes reunidos, cayen160


do como manos cansadas de acariciarse sobre un sillón. Gran parte del grupo, afligidos, miran la borra que brilla en el fondo de sus tazas, en el fondo del otoño. Sus vidas se debaten allí, entre trémulas manos y cansadas miradas de luz. Moviéndose en el comienzo, de algo que no se sabe si existe. La chica que hablaba, giraba sus los dedos, como la borra que sigue la cámara ahora, pequeña como una pupila que hace oscilar un reflejo. Una comparsa lumínica. Primer plano mudo, los ojos hacía la ventana, las manos se apoyan en el rostro. Del piso, sus pies y su cuerpo desaparecen.

161


Extraño caso de una vida nómada Qué significaría exisitir de ese lado del puerto donde hay veleros perdidos dejando caer sus redes? A esta hora, las cinco para ser precisos, era el tiempo de subir al caballo con un reloj de estaño y volver sobre las postales del sueño.

162


En el patio de la biblioteca hay un pájaro que dice la verdad entre comillas

Algunos pueden pensar, o deben pensarlo, que centenares de hombres, sociedades enteras, con sus patriarcados y escudos de familia, libros y secretos, han muerto en vano; otros dirán que el contexto de cambio; otros, de la irremediabilidad de transferir y seguir con el ejemplo. Pero lo reductible, eso que tiene que ver con la individualidad, con ese proceso finito del hombre y su existencia, robada en el tiempo, se vuelve un continuo eterno. Un molde de ecuasiones. Comparar la vida de la Nobleza, la Caballeresca, o la Bárbara, en esos términos sustanciales, derivaría en el falso abatimiento de los pensadores contemporáneos. Pensar como ríos. como caballos corriendo entre pieles negras, como una embarcación antigua, o como flechas lanzadas en una primera batalla, derribaría toda tentativa de universalidad histórica: cómo es posible qué: la misma especia haga: ¿de qué estás hablando? Es por esta razón que, oh pálido lector, en el patio de la biblioteca siempre se dice la verdad entre comillas.

163


De las relaciones que podrían existir entre un arzobispo y un pelícano muerto. (1° Acto) Cósmicas rajaduras picotearon (como siempre) en el triste escenario de una reunión. Una banqueta, cuatro o cinco dibujos de ella, algunos colores y los actores que se vuelven decorado. Entre las ideas ocultas se esconde la silueta del cardenal y del pelícano que se ríen quedamente en el silencio irónico del teatro.

164


Bucear en los minjitorios Pensar el tiempo como un continuo de instantes, posibles inexistentes, seguía siendo verlo desde el centro. Quizás para el chicle que fue arrojado a una fuente, a un bañarse en cascadas de sudor opaco, el tiempo sea una cosa de reflexión mojada y de color. Una tangente de posibles recuerdos surgen entonces de ese flujo corporal con perfume caucásico, y el chicle pensándose en otro cuento, en el mismo, en el tiempo.

165


Hola sin H Está bien, yo cocinaba siempre lo mismo, pero tu boca mirando el piso no la pude soportar. Y la sangre me viene ahora a la boca, a mí, que te estoy negando, porque me duele.

Antinomia escita No se trata de que ellos, pobres indefensos, desnuden su cuerpo y se atrevan a la destrucción del tiempo, sino de que vos, gatita de kimono azul, dejes caer lentamente la seda y que a cada segundo de piel mueran todos los ángeles. 166


In Crescendo ÂżCĂłmo poder encontrarse bajo las sĂĄbanas sin enamorarse, tocar bajando la piel sin verdaderamente sentirla, respirar el cuello, el pelo y los dedos que se van mezclando en el humo, sin poder enredarme ni enamorarme, y besarte la espalda acariciando mejilla, piel, cadera? 167


Historia universal de la resistencia

I Cuando una historia sucede más allá, los primeros que intentan preguntarse los horrores, vengándose, oscilan entre la carne y el espíritu, queriendo destruir la realidad. (Acá está la clara muestra de que los dientes se desparraman por el sillón rojo.)

168


II Y detrás entre el bien y el mal, hay ejércitos esperando un lugar vivo, con más luz que otros, para poder responder en este tiempo a la propia muerte.

III

IV

Sólo para aferrarse,

Entonces era mejor

entonces,

trepar

el hombre

lentamente

debe encontrarse

por el mundo entero.

cara a cara

La resistencia de los hombres

con su semejante.

había caducado. 169


Palomita brasilera Venía tomando mate en el último asiento del bondi, cuando una señorita que tenía cara de pájaro, paloma, o torcaza, se acercó hacia mí. Sus manos aladas exhudaban olor a maíz, a garrapiñada. - prprpr. Una súplica. Sin darme tiempo para responderle, abrió una de las ventanas laterales, pupuló más fuerte, y salió volando, imitando los sonidos de su voz. El bondi dobló en la esquina, pero pude ver antes de desaparecer entre los edificios, la silueta de la mujer sobre los tendidos eléctricos.

Sexo en caja En una mesa cercana, hay sentadas aproximadamente una treintena de mujeres, con sus respectivos cuerpos, pelos, brazos, sexos y olores. No hay ni un solo hombre cerca, y en la pared del fondo, un gato realiza una maniobra perfecta. Quizás hablen de cosas interesantes, quizás sea pura mierda. Yo sólo quisiera saltar como la fiera.

170


En uno de los adoquines de la calle Tacuarí está la cara de Borges No era de esperarse que fuera necesario pisarlo, ni frustrarse con su juego de oprobios. Con tan sólo un juego de vulvas, de orgías de muslos rozando el viento, bastaba para dejarlo ciego. Borges vive en un adoquín de la calle Tacuarí al setecientos. Está esperando que pase una mujer, una niña o un ángel, con la ropa suelta y cortita para poder escrbir sobre el nacimiento y el amor, sobre el sexo y la pedofilia. Todavía no lo consiguió. Cada tanto le llevo un alfajor.

A la deriva del Pop - Corn Asusta tu sed visual por la carne hambrienta, como cientos de caballos galopándo perdidos en plena estepa. Y sin embargo, yo también ruego por bañarme en ese sudor podrido. Secar mi espuma rabiosa con la sangre de los cigarrillos, como si hubiese cabalgado con ellos. Pero una vez que me ataca el frío, la distancia de mi cuerpo se vuelve perenne y se sacude de espamos y tánto fragor que asusta y tanta palabrería que acaba y se agrieta en la mano.

171


Enciclopedia de León el Grande (I) Actriz. (Del lat. actrix, -icis)). 1. f. Inclinarse y torcer al muerto en sentido extenso y literal. En India, el sector que desencadenó la guerra civil de 150.000 personas. (1980 golpe de estado militar). Ej: mirá si yo la querré.

Aristótelez. (Del lat. aristotelos,- um) 1. m. El 75% del territorio de algunos lenguajes (juicio, peso y madurez) que se extrae como el vello o la pelusa, suave, y generalmente con un pico o gancho. Composición: inglés.

La forma aduladora y servil que dispone esta enciclopedia marcan la confusa narrativa como figura principal. Su origen es impreciso.

172


Un pollo unisexual bajo las piedras causicas dando lugar a la eleg铆a y la ret贸rica. 173


Oblea Paludícola Sam el Águila, en represalia de la corrupción de Musharraf, escribió cinco metros de poemas (1927): La sangre del primer hijo en los brazos, en las epístolas del rostro femenino, hará brotar un desierto florido.

Para reflexionar en pareja Hesselgren es un tibetano que nunca se animó a maldecir a su Dios y es por eso que se dedicó y escribió y compuso varios tomos ilustrados de teoría del color. 174


Algunas consideraciones humanas deberían ser revisadas por alguien

Creo que estoy sentado sobre una obra de arte. Tiene forma de banco, claro. Y muchos colores. Rojo. Azul. Un poco de magenta. Y verde opaco. También tiene un dragón esculpido, y un escudo. Yo me siento y miro hacia un costado. En un árbol cercano, un gato acaba de realizar un salto divino.

175


Destreza sexual

Gemidos y ojeras en los pelos de tu cara. Afuera llueve y los ángeles están atrapados en el lúdico abismo de conocerse.

176


Casi llegando a la mitad - Y qué pasó con la novela que estabas escribiendo? Calac disfrutando de su última botella de borgoña. - ¿Siempre te vas a robar personajes? ¿No vés? Ya ni siquiera eso te sirve.

Te quiero mostrar algo del barrio Encuentran un libro de Krishnamurti en el barrio donde la luna se ve más grande, a pocas cuadras de mi casa. Es una noticia festejada por unas pocas personas reunidas bajo las estrellas. Por la reja del balcón que da a la calle Tronador, se escuchan ruidos de chapa golpeándo una mano. Quizás el viento. Una rusa se acaba de mudar a Villa Ortúzar. Limpia y apila cajas. Cosa de algunos. Dos desconocidas se rechazan con frasadas y almohadas. Y mi cara mirando a la calle, por si en una de esas la luna, por si en una de esas, nos abrazamos para dormir juntos.

177


Ché, Parfión, Oí “El Mana, el espíritu movente, es el eco de la superioridad real de la naturaleza en las débiles almas de los salvajes.”

Explicación terrenal de los misterios del Universo

La vida es una fuente de agua que brota de la mano de un ángel.

178


179


Jimmi Hendrix I wanna take your home decía pero yo en verdad quería nada más que llevarte a la selva, verte mirar los monos, los papagayos y cuanta mondioca pudiéramos comer.

Aprender a soltarme con vós, y en la sombra que sigue a este lápiz, abrazarte,

todo esto se trataba de esperar todo eso otro,

abrazarme.

tán tuyo, siempre tán tuyo

Ayer pensé tanto en vós que ese recuerdo

y ese queriendo esperar,

de los monos

es un anhelo de palabras

devorando un pantalón,

que desearía tachar

era tán perfecto

desde lo más puro.

que quizás 180


Brotar solitariamente Primero era una imágen: las piernas desnudas como pétalos desprovistos de mórbida pomposidad, jugando en el tumulto del tallo estéril y las curvaturas nerviosas. Después era una imágen moviéndose, creciendo y haciéndose como dedos suavemente siendo florúnculos y ópalos. Y finalmente lo disímil. Quietas hendiduras que yacen dormidas. Dos árboles que nunca llegarán a tocarse.

181


Cálculos cachorros ¿Cuántos camiones llevando palitos chinos? ¿Cuántos hombros arrastrándose en las veredas, para llevar a destino esos mismos palitos chinos? ¿Cuántos anchos hombros dejándose llevar por los mismos palitos chinos? Grandes avenidas alumbrando el pasto, y los palitos volverán a recostarse sobre los mismos hombros.

182


Angustia vespertina ¿Qué es lo que hace que se retarde la acción, esa grata y divina soltura que es tu caricia? Una parálisis se vuelve quietud repentina. Y vuelve a romperse dentro siempre más tarde. Sauces y alegría. Si hubiese sabido que soñaba, hubiera dejado roncar al silencio.

183


Crustáceo Tibetano -Unas profesías a la manera de los árboles podría servirnos para llevar una vida, toda una vida, moral y realista. ¿Qué me dices? (Desde luego, desde nuestra perspectiva). - Yo quiero bailar como un cuervo atado a un árbol, libre.

184


Posible joroba

Ha ocurrido algo completamente distinto. La realidad ahora pod铆a ser vista y combinada con la historia, es decir, con lo irreal, a partir de una imagen. De todo esto sigue el dicho, (dice, un loco) o la conclusi贸n de que a cada imagen, el infinito verbal. 185


No existe una sóla manera de acercarnos a la cosa recordada Yo sólo vi eso: una división de lágrimas, espontáneas gotas ofreciéndonos un momento de juventud. Estában ahi, postradas, entre nosotros y la cosa en una época angustiante. Estaban en juego, allí, esperando una explosión global. Y una línea dibujándose inmortal sobre el río de las gotas que fluyen con horror de las miradas.

186


Sales de baño en la época colonial Busca al emperador, quien no dudará pues ama no con el fin imperial ni por el oro, sino ama a caballo y honra como un buey. Él es cosa de palabras: “Decidme si también ambos corazones pueden vuestro propio sueño gozar. Si el cuerpo de alguna dama aprenderá con vuestro corazón. Y si pudiera otro curarme y salir fuera lejos de la torre, al encuentro fortuito de tu boca.”

187


Vivo sobre las nubes ¿Por qué acaso no habrimos un paréntesis y nos preguntamos qué somos de forma qué somos de color y qué tanta historia?

188


Silbido ceguero Para quererte habĂ­a pasado cambiar mucho en vez yo necesitaba avisarte pero repetĂ­a ahora todos los dĂ­as.

189


190


Relaciones Inexistentes II

Nos miramos esperando tanto tiempo, y si me preguntan cuĂĄnto hay en un amor contestarĂ­a ese tanto tiempo que nos miramos esperando deshacer a cada instante las horas que pasaban.

191


Diáfana II

Un ciego se pregunta la experiencia de un lince. Un cuervo disfruta la corrida de los tigres. Pero ay de los ángeles, si los escucharas abatiéndose y disputándose el destino de los hombres.

192


193


a Cortรกzar

194


Barrilete de Mayo Paseaba todo el tiempo en Buenos Aires, y no me sacaba los ojos de encima y yo que meta arcada. Mejor no acordarse y dormirse en ese gran puerto... no, los grandes ritmos de la vida no, así no. Vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas, llorar así es tan tonto... No, ¿qué te ha pasado? ya no lloro más, pero cómo hacés para entender todo esto junto, todo esto si cada vez que vuelvo es puro ruido y las palomas y las esculturas... 195



Hab铆a llegado al punto de inventar sobre las manchas palabras, letras, que justificaran la forma de tachadura. Pat茅tica ilusi贸n, la sensaci贸n de querer aferrarse a las cosas.



El significado de todas estas palabras era la fresca repetici贸n de la indiferencia.


200


201



Acerca de las imágenes Ilustración de tapa: gaucho artaud Diseño: gaucho artaud Imágenes de gaucho artaud (por páginas): 0-7-9-11-21-25-31-41-43-45-47-49-52-54-59-7378-79-99-116-135-136-139-142-144-165-193-194 Otras Imágenes (por autor o por referencia): Dr. G. I. Jones. (4), Ou Weixiong (13), Franz von Bayros (15, 100, 113, 166, 167), Milyus (16, 17, 71, 200, 201), Durero (18-19, 110), Delfina Carmona (23), Newton (27), Pessoa (28), Anna Karina (35, 124), Eduardo Mateo (57), Sara Facio (65, 157), Zar Nicolás II (69), Picasso (76), John Tenniel (85), Artaud (104, 133), Witkin (107), Da Vinci (108, 109), Delacroix (93), Dalí (121), García Alix (127), Diane Arbus (129), Larry Carlson (155), Tanguito (157), Dziga Vertov (153, 154, 174), Helmut Newton (169), Sefer Mar’ot (173), Jacob Matham (176), Mojo Wang (185), Sarttre (189), Jane Birkin (190) Del resto de los autores y/o imágenes no nombrados, desconozco su paradero informático autoral, puesta la masividad virtual con la cual accedí a ellas.



Indice Paso a la patafísica  5 Con dos flamantes madres  6 Osos y palomas espaciales rebotan un imposible tiempo reflejado en esencias. Vinimos de una explosión y después de eso, todo es misterioso.  8 Como soñando despierto  9 Medicamento prodigioso / Abitácora de Miel Rusa 10 Historia Universal para los   12 Tres orillas / Anabaptism / Hacía frío, estaba fumando y escribió 14 De la silueta que se convertía en serpiente y sacudía todo el horizonte  16 Con permiso di Prigiona  20 Katharsi / Juliana y dos gatos  22 Koma 23 La desolación hermeneutica  24 No sé de dónde salió  27 Después del Castor  29


Oda a los gatos que se lamen con lenguas ásperas  31 Unas tortas fritas del tamaño de una almohada. Te juro que se bancan más de una siesta. / El sabor de la tradición / Voy a escribirme en la Marina 32 Rinocerontes de Madrid  34 Tachar con negro lo que no se debe decir  36 Había sido lindo, si / Sobre el Oceano, rumbo a  37 XY 38 Salto majestuoso hacia el Edén  39 Café los Angelitos  40 Pájaros en la cabeza y morir  42 Poema de traición para Magdalena / Réplica de una Magdalena 44 Me gusta la chica de atrás  46 Una conversación posible entre dos   48 Para escribir un libro te falta, che pibe,   49 Para Malena  51 Desayuno en la pampa  52 Marte es Careta  53 Neuquén ha sido inútil (o de Marfil)  55


Carta para 1 Persio  56 Acontece pensar demás  58 La menopausia del castor   59 Julio y Larralde  60 De otras cuestiones oriundas  62 Uno de los relatos olvidados  64 42 gigas tenían que servir para algo  67 El infanticidio como revisión histórica.  68 Ornitorrincos 70 Inspiración Cadorneana  72 Hay árboles que se pueden vender para hacer leña  74 Ritmo que huele a espantapájaros  75 Algunos escritos sobre arte  77 Y ahora el Dosto  79 Honk Hong, diálogos  80 Otro de los relatos olvidados  81 Shorsito amarillo.  82 Aventura extrema por el acceso oeste  84 Otra vez Sur  86


Cazadora de polillas.   88 Ensalada rusa  89 El edificio de Coto es más lindo que cualquier monobloc 90

bis bis de Frau Marta (o parte II) ABX-188 97 Pillar a la leona  100 Ocelote (5 de agosto) / Borges?   101 En Siberian, el metano bajo la nieve, y sobran apologías caídas que explotan mientras unos hacen este arte / Entre circunferencias grises y débiles 102 Escupiré sobre vuestra tumba, Artaud  104 Hay un hombre que vive en la plaza 106 Adimanto, el torturador de luciérnagas suecas y Jean Paul  108 Ave César  111 Franz von Bayros.   112 Masturbación Kanteana. / Medioevo plástico 114


Enmarcado de las instantáneas en cuadritos / ¿Con quién duermen los muchachos?  115 Tras la silueta de Balzac  117 Cómida casual / La rue des arts…  119 Guy de Maupassant  120 Babeo como burro y zanahoria  123 No te lleves mi almohada! / No me confieso hace dos domingos 124 Traducido del sánscrito  125 Quiero apretarte los cachetes, ñaca -ñaca / ¿No hay gente mayor?  126 Un día el Papa se levantó y dijo: Aláh! Y chau guerras islámicas.  127 Un cadaver salió a relucir de entre las cortinas. Poca probabilidad de sexo. / Ahora las revistas vienen de peor calidad. 128 Y todo se iba al colchón / Quiero pintarte acuarelas con mi saliva  130 Perspectiva torso / Alto gato  132 ¿Qué es el amor?  134 Biografía de Friedrich Nietzche / La mutación del Yo 132


bis bis bisa bis (Anexo III) Unas carpas en la vereda del Luna Park  143 Genealogía del collage  144 Dormir como un puma  145 Averiguar si es cierto que algunas aves se rehúsan a volar sobre Japón  146 Recitado Milanga  148 Poema para una clase del sábado  149 Maté un bicho verde con perfume  150 A la ley de gravedad le gusta la música de Mozart  151 Tras la silueta de Balzac (Vol III. -el II no existe-)  152 Diáfana 0 / Diáfana I  154 Mitologías inexistentes  156 Descripción ominosa de una imagen estética  157 Un microondas que se sabía el evangelio de memoria  158 La imagen inmaterial  160


Extraño caso de una vida nómada  162 En el patio de la biblioteca hay un pájaro que dice la verdad entre comillas  163 De las relaciones que podrían existir entre un arzobispo y un pelícano muerto. (1° Acto)  164 Bucear en los minjitorios  165 Hola sin H / Antinomia escita 166 In Crescendo  167 Historia universal de la resistencia  168 Palomita brasilera / Sexo en caja

170

En uno de los adoquines de la calle Tacuarí está la cara de Borges / A la deriva del Pop - Corn

171

Enciclopedia de León el Grande (I)  172 Oblea Paludícola / Para reflexionar en pareja 174 Algunas consideraciones humanas deberían ser revisadas por alguien 175 Destreza sexual  176 Casi llegando a la mitad / Te quiero mostrar algo del barrio 177 Ché, Parfión, Oí / Explicación terrenal de los misterios del Universo 178


Jimmi Hendrix  180 Brotar solitariamente  181 Cálculos cachorros  182 Angustia vespertina  183 Crustáceo Tibetano  184 Posible joroba  185 No existe una sóla manera de acercarnos a la cosa recordada 186 Sales de baño en la época colonial  187 Vivo sobre las nubes  188 Silbido ceguero  189 Relaciones Inexistentes II  191 Diáfana II  192 Barrilete de Mayo  195




otro p谩jaro vol贸 sobre la tierra, felipe bozzani 2011 - 2014 este volumen se termin贸 de imprimir en la Ciudad Aut贸noma de Buenos Aires, Argentina, en el mes de diciembre 2015





Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.