Las otras palabras 54

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Editorial

Pasaron dos meses. Tiempo prudente para haber degustado el número 53. Esta edición viene con más páginas: la evidencia del entusiasmo que mueve a publicar y leer. Renuevo la invitación a los autores, ilustradores, fotógrafos, plásticos, artistas en general, a que se sumen a esta tarea de difundir la literatura y otras formas del arte enviando su material, sea éste para la revista, el blog o la biblioteca digital. En el caso de los textos, los requisitos básicos son que se ajusten a los géneros literarios que publicamos, que estén corregidos y que el autor esté dispuesto a que sea difundido gratuitamente por nuestros canales y multiplicado por los de los lectores. Les comento que por el momento no será posible editar la revista en papel. La consulta que hice por correo electrónico y las redes sociales me indicó que a la mayoría de los lectores y escritores no les interesa ese soporte, por lo que continuaremos editando digitalmente. Para finalizar este recibimiento en el living de la revista, les recuerdo una de las propuestas de Las otras Palabras: si los textos los atrapan no dejen de comunicarse con los autores para comprarles libros. Es muy bueno leer. Si lo que leemos nos gusta, mejor. Y mejor aún es solicitarles un ejemplar a los escritores, que hacen un esfuerzo enorme para editar sus libros. Gracias por leer y compartir. Ariel Puyelli

En Ediciones GataFrida sabemos lo que es editar el primer libro. Por eso hablamos el mismo idioma. Edición e impresión de libros en pequeñas y grandes cantidades Libros digitales Libros cooperativos (especiales para talleres literarios y grupos de escritores) Servicios de diseño y diagramación, corrección profesional, impresión y asesoramiento editorial

Ediciones GataFrida edicionesgatafrida@yahoo.com.ar / aapuyelli@gmail.com

2

ata EDICIONES

da


Sumario

12.

Daher Salomón nos entrega Agua y arena, poesía que trasciende las fronteras.

4.

Samuel Bossini y Los Laterales. Microrelatos acompañados por ilustraciones de Marta Sottile

20.

Silvia Rodríguez y poesía inédita: Si la luna bajara a la tierra. Con fotografías de Nahuel Ayala, Manuel Miranda y Héctor Ayala

29.

Jorge Castañeda comparte material de su libro Crónicas & Crónicas. Con ilustraciones de Andrés Calda, AaP y Sandra Perfecto.

46.

Sergio Pravaz se encuentra con Los héroes de la esquina. Con ilustraciones de Leonardo Mezzetti.

38.

Gustavo De Vera entrega poesías de su libro Último paisaje. Con ilustraciones de AaP.

Las otras Palabras es una publicación periódica dedicada a la publicación de cuentos, poesías y fragmentos de novelas de, principalmente, autores de la Patagonia argentino-chilena. Año I (2ª Época) Nº 54 - Setiembre de 2013 - Lago Puelo, Chubut, Patagonia Argentina Editada por Ediciones GataFrida. Editor responsable: Ariel Puyelli e-mail: revistalasotraspalabras@gmail.com Blog de la revista: revistalasotraspalabras.blogspot.com Está permitido reproducir total o parcialmente el contenido de esta revista con el fin de colaborar en la difusión de la obra de nuestros escritores e ilustradores / artistas plásticos. Se ruega consignar el nombre de los autores y la fuente.

Tapa: técnica mixta de Sandra Perfecto.

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Samuel Bossini microrelatos Ilustraciones: Marta Sottile (de la serie “Paisajes”, dibujo y tinta) Samuel Bossini: Publicó con el

Poesía breve. Le dicen microrrelato.

seudónimo de Pablo Narral los libros: El sonido y la furia, Para una fiesta nocturna y Oscura

He leído microrrelatos no

tierra . Nació en Añatuya,

como un texto narrativo. He

Santiago del Estero, en 1957.

creído estar muy cerca de un

Dirigió la revista Caballo de lata

texto poético. Un texto poético

y coodirigió El Jabalí desde su con una poderosa dosis de fundación hasta el año 2001. imaginación. Atraído por su Integró el Consejo de extrema brevedad, los

Redacción de Último Reino.

microrrelatos son ese zumbido

Desde 2001 hasta la actualidad

que no cesa. Un poderoso

dirige Malvario revista de

sonido propicio y tronante que vaga dentro del

literatura y arte. Fue invitado a distintos festivales

lector como una suficiencia que asombra.

y congresos de poesía en Argentina y en el exterior. En el Centro Cultural España Buenos Aires (antes

Escribir microrrelatos es acceder a una voz que se

llamado ICI) presentó, junto al poeta José Tono

niega a ser extensa y se niega a no significar tanto o

Martínez, a los escritores: Marosa Digiorgio,

más que lo extenso. Un lenguaje de sugerencia y

Gonzalo Rojas, Eugenio Montejo, Antonio

de toma de la Palabra unida a un hilo invisible que

Cisneros, Carlos Edmundo de Ory. Textos y poemas

llamamos “sugerir” y ese “sugerir” nos atrapa y

suyos son publicados en revistas nacionales y

nos disuelve dentro de esa microficción.

extranjeras.

David Lagmanovich, en su bello estudio y 4


clasificación: La extrema brevedad: microrrelatos de una y dos líneas, nos dice: Aunque la brevedad

Todo está en orden. Tanto que

no sea, ni con mucho, el único rasgo que es

en cualquier momento estalla la desgracia.

necesario obser var en estas brillantes

Arkadiy Kutílov

construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el

Miró los ojos de la amada y vio a su amante

escritor, resalte de manera especial. Fue, en efecto,

escondido.

la primera característica que llamó la atención de Durmió. Despertó soñado en otro.

lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí,

Saltó muy alto. Le gustó. No bajó.

admiración. Y esa brevedad es un cruzar un ancho río pisando en medio sólo 3 o 4 piedras que están en medio. El resto son saltos, agilidad, ingenio,

El filo de la guillotina no era buena. Le hundió la

literatura.

nuez.

El microrrelato o minificción, nos invita a no desistir en la tarea de leer entre líneas. Leer el Silencio del

Ver para creer. Dijo la anciana cuando vio al canario

texto. Verlos como esos poemas donde un verso

comerse al gato.

nos cuenta una historia, como por ejemplo el poema de Keats, La Belle Dame Sans Merci: donde,

La abandonó por su oveja sin dudarlo. Ambos viven

en un solo verso, Keats nos dice sin afirmar nada y

felices en las afuera del pueblo.

sugiriéndolo todo: Me miró como si me amara/ y dulcemente gimió. Y los ejemplos serían infinitos y

Gritó el nombre de ella y ella salió de la pared y lo

tan bellos como los de Keats.

abrazó. Samuel Bossini

Esperó y esperó. No llegó. No era el lugar pactado con la muerte. El libro Mundo Natural se encuentra disponible en el blog de la revista, en la sección Biblioteca Digital. revistalasotraspalabras. blogspot.com

Cerró los ojos y al abrirlos ya estaba ahorcado.

Se tiró de cabeza en el río. En el fondo lo esperaba 5


su infancia.

misma estación.

Fue hasta su colegio primario invitado por la

Una paloma blanca entró por su ventana. Ella la

dirección para una conferencia. Vio a su madre

tomó en su sus manos con dulzura. Cuando la

hablando con la directora por una tiza que arrojó

acercó a su boca para darle un beso: explotó.

ayer. Disparó desde su balcón al azar. No abandonó la Subió al taxi dirección al túnel de Av. libertador.

televisión hasta ver el cadáver y las conjeturas. La

Cruzó el túnel y al salir de él, notó que estaba en

pasó muy bien.

una calle de México. Se paró bajó la lluvia. Temblaba de frío. Él creía que Encontró, en una calle sin salida, a un hombre boca

su gran amor regresaba transformada en agua

abajo, muerto. Lo giró para ayudarlo y era él. Con

para abrazarlo.

los ojos abiertos y sonriendo. Miró por la ventana como un hombre mataba a Salió corriendo, aterrorizada. Abrió la puerta que

una mujer. Y cómo ese hombre cerraba los ojos,

da al jardín y se tiró en el pasto con la boca abierta.

bajaba el brazo y se convertía en un cactus.

Se bebería toda la lluvia así no inundaría la casa.

Prefirió no comentar el asunto.

Cuando se despidió la abrazó. Sintió con claridad

Arrojó una piedra al lago, en Palermo y este se

cómo se diluía y quedaba un charco rojo ante sus

abrió. En el fondo habitaban pájaros sin pluma y

pies.

con ojos de vidrio. Sorprendidos y asustados los pájaros se lo llevaron al fondo del lago. Y luego el

Respiró profundo y entró en la boca del

lago se cerró.

hipopótamo. La cerró y quedó meditando y comiendo lo que la gente le arrojaba al animal en el

Compró una caja de música para regalarle en su

zoológico. Salió de esa boca 50 años después sin

cumpleaños. La envolvió en un fino papel de

envejecer.

regalo. Llegó a la cena con el obsequio. Ella lo desenvolvió con una sonrisa. Le dio cuerda. Sonreía. Cuando lo abrió, el resorte con el cuchillo

Emprendió el viaje a las 20 horas en tren. Cerró los

salió de inmediato. Se le clavó en el cuello y cayó

ojos y se durmió. En la mañana despertó en la 6


7

“Nevada”


“Ventana”

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muerta. Se llevó un canapé a su boca y salió a la

No podía dormir. Estaba por comenzar la tormenta.

calle. Y se alejó silbando.

La tormenta arrastraba el rostro de ella hasta

En el mes de agosto del 2013, sonó el teléfono de

dejarlo pegado contra el vidrio de la ventana de su

su casa y atendió. Era Roberto Arlt. Se disculpó por

cuarto. Ella pedía socorro.

equivocarse el número. Su jefe lo despidió. Fue hasta su casa y cerró la Antes de dormir vio a la pequeña araña en el

puerta. Tiró la llave por la alcantarilla del baño.

ángulo del cielorraso. Era muy pequeña. Se

Arrancó el teléfono. Desconectó todo. Se sentó en

durmió. Despertó atrapado en su telaraña y viendo

su sillón. El olor hizo sospechar a los vecinos luego

cómo ella avanza hacia él. Sonriente.

de meses. Voltearon la puerta. Hinchado, oloroso. Y con los ojos bien abierto y desnudo. Tenía un

Fue al entierro de su amigo Jorge. Salió del

cartel colgando del cuello que decía: volveré y me

cementerio y regresó a su casa y le llegó la carta

vengaré.

que su amigo Jorge le envió días antes y decía: Sé de tu relación de amantes con mi esposa. El vino de

Sumergió la cabeza en su bañadera llena de sales y

la cena del martes estaba envenenado. Morirán un

espuma. Al sacar la cabeza estaba en una playa en

día después de mí. Los estoy esperando. Los quiero.

Sudáfrica. Y un grupo de gente la llamaba desde la

Sin rencor.

orilla, sonrientes. La esperaban. Se asustó. Murió ahogada.

Estaba decidido a suicidarse. Fue hasta la terraza del edificio de 30 pisos. Se encontró con otra

Se levantó de la mesa del restaurante, tosiendo,

persona que estaba en el borde lista para tirarse.

sudando. Fue hasta el baño temblando y se miró al

Esta giró y lo miró y le dijo bajándose de la orilla:

espejo y cayó al suelo. Al tiempo se levantó. Salió

después de usted.

del restaurante y cruzó la calle, aturdido. Vio como el coche se acercaba veloz, sin frenar. Observó

Juntó cientos de hojas del bosque. Armó una balsa

sorprendido cómo el coche lo traspasaba y seguía

inmensa y guardó ejemplares de distinta especie.

su camino. Se veía sin heridas. Entero.

Llegó el diluvio. Duró y duró. Ciegos las especies

Perfectamente sano.

por el hambre, se lo comieron. Aún los investigadores estudian cómo se armó la balsa.

Murió en la noche. Lo velaron. Lo llevaron hasta el 9


cementerio de la Chacarita. Lo dejaron en su nicho

y luego murió, entró a la casa y mató a su marido y

y todos se fueron. Pasaron varias horas.

sus dos hijos. Sólo él sentía el derecho de un

Anocheció. El muerto escuchaba sorprendido

recuerdo fuerte y permanente de ella.

cómo golpeaban la tapa del nicho y podía escuchar

Es un comerciante peculiar. Tiene un local a la calle

con claridad que desde fuera le decían: Salí.

en la avenida Corrientes. Su vidriera está vacía. Los

Presentate. Bienvenido a la pensión. Queremos

estantes dentro de local, vacíos. El depósito, vacío.

conocerte. No tengas miedo. Los nuevos siempre

Este señor esta con una sonrisa mirando hacia la

saludan. ¿trajiste mate?

calle. Entré a preguntarle qué vendía. Y sin dudarlo respondió. Lo que usted se permita soñar. Sueñe y

Mario acabó de escribir el poema que lo

regrese. Soñé con él y regresé a decírselo. Muy

trastornaba desde hacía varios meses. Se reclinó y

bien, respondió. Se lo enviaré a su domicilio, son

cerró los ojos. Pero aún estaba el peso del poema

$500. Por la tarde tocaron el timbre de casa. Abrí.

en su cuerpo. Cerró con más fuerza los ojos. Leyó el

Era él. Entró. Se quedó a vivir en casa, está en el

final: Hay días en que rompemos vidrios con los

altillo. Fui al local, entré y estaba él, sonriente del

ojos y nos cortamos con él. Pudo ver cómo salía

otro lado del mostrador. En cuanto me vio dijo: No

sangre de su cuello y caía sin vida en el suelo.

se aceptan reclamos ni hay devolución... No regresé a casa.

Coleccionaba mariposas. Las tenía de todos colores. Las guardaba con cuidado en el segundo cajón de su escritorio, junto a sus pinzas. Pero una

En un accidente inexplicable con una sierra,

de esas mariposas era muy diferentes a otras.

Martino Alvarado perdió los cuatro dedos de la

Tenía los labios pintados y le crecía el pelo. La

mano derecha. Siguió su vida. Años después, en

llamaba Matilde. Aún no había comentado nada a

otro accidente inexplicable, el mismo Martino

sus amigos, pero tenían pensado casarse.

Alvarado, perdió los cuatro dedos de su mano izquierda. Siguió su vida. Cruzando la calle no llegó

La amaba tanto, tanto, que cuando ella lo dejó,

a ver el coche que pasó por encima de sus dos

lejos de sumirse en una depresión, decidió seguir

piernas y eso obligó a que se las cortaran. Siguió su

sabiendo de ella. Cambió su nombre y su rostro. Se

vida. Pero con temor. No comía. Tenía pánico a un

mudó frente a ella y vio a los hijos de ella crecer.

accidente con los cubiertos. Murió desnutrido.

Cuando Mara, así se llamaba, enfermó gravemente

Esperaban el tren. Ella y él no se miraban. Estaban 10


pálidos. No subían a ningún tren. Aún hoy no

Vio en la televisión un reportaje suyo. Estaba de

suben a ningún tren. No abandonan la estación de

traje, con una corbata cara. Sonreía. Nervioso fue

trenes. Y de esto hace 43 años. Desconocemos el

hasta la puerta de su casa y en la vereda había

destino y sus nombres. No miran a nadie.

mucha gente agolpada. Periodistas, personas que

Luego de su proeza de abrir el mar para que el

él desconocía. En ese instante pasó un coche

pueblo judío pasara, Moisés regresó a ese mar y lo

volando y dos niños que no tocaban el piso.

intentó nuevamente. Pero no pudo. En Praga hay

Flotaban, lo saludaban y lo miraban sonriente.

una escultura que recuerda ese momento. Un Moisés exhausto. “El pibe”

No sé cómo explicar esto. Me presenté a trabajar en un sitio nuevo. Pase las entrevistas y me tomaron. Llevo once años sin poder salir y somos varios en esta situación. Sucede que cada día, cuando queremos bajar por las escaleras (no hay ascensor), hay un piso más y un piso más y un piso más… ya hemos perdido la suma de la cantidad de pisos. Algunos, angustiados, se arrojaron por la ventana, pero no terminan de caer. En este preciso momento, debe querer bajar alguien. Se ha sumado otro piso. AUXILIO.

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Daher Salomon poesía

Estos poemas están marcados por la relación entre lo conocido y lo desconocido. Saben de la transparencia con que se nutre esta Patagonia, mi lugar en el mundo, pero también saben del arenal lejano y misterioso que vivieron mis abuelos. Lo palpable y lo intangible. Lo real y lo imaginado. Agua y arena mezcladitas en mi sangre, un sistema heterogéneo que mantiene unido el movimiento imperfecto de la vida. De aquí y de allá mi nombre y apellido. Me llamo Daher Salomón, soy Ingeniero Químico, Docente Universitario y escribo poesía por llevarle la contra al mundo y sus achaques. Sudor de gris Colección de poesía Todos bailan dirigida por José Luis Mangieri Diagramación de tapa: Rubén y Marina Naranjo sobre un óleo de Silvia Gattari Publicado mediante un subsidio a la creación de la Fundación Antorchas, concurso 1996 de Becas y Subsidios para las Artes 1997 Libros de Tierra Firme I.S.B.N.: 950-9551-34-1

Desnudo a tiempo Colección de poesía Todos bailan dirigida por José Luis Mangieri Diagramación de tapa: Rubén y Marina Naranjo sobre una acuarela de Danilo Vasiloff 25001 Libros de Tierra Firme 2001 Daher Salomón I.S.B.N.: 987-540-015-7

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‫ماء و رمل‬ A

g

u

a

y

a

r

e

n

Daher Salomón

‫ضاۿر سلومون‬

a


‫مطبخ‬ ‫قھوۃ‬ y albahaca merodean tu pelo en la cocina

‫ﮎﻟِﻤﺔ‬ ‫نعناع‬ beso Sobre la mesada

‫ل أخضر‬3‫لف‬3‫ف‬ ‫ل أحﻤر‬3‫لف‬3‫ف‬ contra mis ojos

‫بصل‬

con pimienta

Juego en el aroma de tus manos cuando cocinas

‫سفر جل‬ ‫ﻼطفﺔ‬3‫م‬ ‫عفو‬


En la mesa

‫ِعنب و ماندارينا‬ para tu boca

‫أﻟنبيذ‬ de la sed a compartir contra mi lengua

‫خبز‬3 ‫مع زتر‬ Huelo la vida El olor a limpio cercano sin pólvora ni odio En tu cuerpo

‫کر ز و ﻟو ز‬ contra mis labios melodía y letra de tu nombre


‫مطبخ‬ ‫قھوۃ‬ ‫ﮎﻟِﻤﺔ‬ ‫نعناع‬ ‫ل أخضر‬3‫لف‬3‫ف‬ ‫ أحﻤر‬3‫لف‬3‫ف‬ ‫بصل‬ ‫سفر جل‬ ‫ﻼطفﺔ‬3‫م‬ ‫عفو‬ ‫ِعنب و ماندارينا‬ ‫أﻟنبيذ‬ ‫خبز‬3 ‫مع زتر‬ ‫کر ز و ﻟو ز‬

matbaj

cocina

qahwa

café

kalima

palabra

na´na´

menta

fulful ajdar

pimiento verde

fulful ahmar

pimiento rojo

basal safaryal mulatafat

cebolla membrillo caricia

´afw

perdón

´inab y mandarina

uva y mandarina

al nabid

el vino

jubz

pan

maha çatar

con condimentos

karz wa lauz

cereza y almendra


٬ ‫قلب راحل‬ ‫ﻫل ﻫ ِذ ِہ إمراۃ‬ ‫کانت‬ ‫عصفور في ظﻼمك؟‬

qalb rahal

corazón nómade

hal hadzihi imraat

acaso esta mujer

kanat ´sfur fi zalamka?

será gorrión en tu oscuridad?


ِ ‫أﻟعب في ف‬ ‫ﻤوك‬ ‫رفِقﺔ‬

‫أزرق‬ ‫فراشﺔ‬ ‫و أﻟحيۃ‬ ‫تفعل دمحا فوق بدني‬

‫أﻟعب في فﻤوك‬ ‫رفِقﺔ‬ ‫أزرق‬ ‫فراشﺔ‬ ‫و أﻟحيۃ‬ ‫تفعل دمحا فوق بدني‬

al´ab fi famuki

juego en tu boca

rafiqat

compañera

azraq

azul

farasha

mariposa

wa alhaiat

y la vida

taf´al damha fauqa badani

hace su sangre sobre mi cuerpo


‫من أين أنا‬ ‫فِلِسطين‬ ‫أنا ِمن سوريا‬ ‫بنان‬3‫ﻟ‬ ِ ‫ألرجنتين؟‬ ‫ل‬ ‫منھلي‬ ‫قلبك‬

‫من أين أنا‬ ‫فِلِسطين‬ ‫أنا ِمن سوريا‬ ‫بنان‬3‫ﻟ‬ ِ ‫ألرجنتين؟‬

min aina ana

de donde(soy) yo

filistin

Palestina

ana min suria lubnan al aryintin?

yo (soy) de Siria Líbano la Argentina?

‫ل‬

la

no

‫منھلي‬ ‫قلبك‬

manhali

mi aguada (es)

qalbki

tu corazón


Silvia Rodriguez poesía Fotografías: Nahuel Ayala, Manuel Miranda, Héctor Ayala, Ariel Puyelli.

"Si la luna bajara a la tierra andaría como yo perdida por las calles del pueblo" He vivido como llevada por un viento de compromiso. Sentí deberes a cumplir y anhelos ciertos por dar amor. Elegí como profesión el Servicio Social y le dediqué una efusiva parte de mi vida, muchos años de militancia social y de proyectos. Hoy mirando a la distancia, me debato entre la paz interior de haber hecho lo mejor posible y la nostalgia de haber dejado otras cosas que idealizo y que veo se han hecho por ahí. Viajar, ser más feliz, contemplar con atención la vida, el haberme movido con más

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lentitud y menos empeño ideológico. Lo que tengo es lo que he construido, mis pequeñas obras sociales, mis poemas que derramo casi, que desangro y ahí están... Varios amores han evadido mis poemas y en las calles ya son alguien. Como siempre sucede, ahora desconocen ni saben quién he sido en sus vidas, han cobrado de ella sin amarme. Siempre he tenido eso. De capaces de amar

“Luna saliente”, Nahuel Ayala.

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estamos llenos pero a mí cuando digo, a mí cuándo.

Es así simplemente, las palabras que debo reconocer son mías, como todo lo creado, a veces me han traicionado y nos desconocemos mutuamente. Al ver alrededor descubro cómo ha pasado el tiempo; cuando una mujer me dice recordar algún poema mío que escuchó por las noches en la radio y que la acompañó en su soledad o cuando se me acerca un joven y me dice: Ud es poeta, Se acuerda cuando nos visitó en la escuela y yo estaba en cuarto grado... De todo esto y muchas historias más se va haciendo la vida, hermosa y corta como el vuelo repetido del colibrí que se acerca a tomar el agua dulce que le preparo…

Poco a poco abrirás las ventanas, y las puertas, correrás las cortinas. Ni aún cuando la débil luz del atardecer demande el sueño ni si el frío sublime de este viento maltrata mi plumaje, o la lluvia resbala por mi cuerpo. Juro que no entraré. Poco a poco, ni el reflejo en los cristales llamará mi deseo. Juro que no entraré... Si abres las ventanas, las puertas si corres las cortinas juro que no entraré. Foto: Héctor Ayala.

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Foto: Héctor Ayala.

Porque no necesito más que el aire, aún en la carencia de las hojas y si el viento no cesa, ni la lluvia, no entraré. Y en la muerte encontraré más consuelo que en tus brazos.

Y también hice hijos, marido, vida en general con amigos a los que quiero, me aman y esto me sostiene de frente a la poesía y destilando. Las palabras, gracias a Dios, son cruentas, dejan por ahí sus manchas secas o anticoaguladas, como testimonio de que seguimos adelante. Este invento maravilloso del hablar y la orfebrería posterior de soldar, de engarzar los sonidos labiales de las letras. Esos que no nos pertenecen que como todo lo humano y lo divino, apenas lo hemos encontrado por ahí, nos han abordado ellos con no poca sorpresa compartida. Pero están y algunos como yo misma, les rendimos nuestras fuerzas y esa melancolía en los ojos, ese intento de claudicar, de explicar el por qué no que postergamos y nunca llega. Al menos yo, sigo aquí...

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En la niebla se oculta la sorpresa de una palabra nueva. Las palabras existen desde antes y saltan a la boca y apu単alan o aman. Mueven labios como titiriteros y juegan a llorar, a ser sonido. Peque単as diosas blancas, manipulan a seres como hombres, como gente. Entran en la presencia de sus ruegos. Son Foto: Manuel Miranda


manos y sonrisas y ojos. No podemos huir, entramos en las brumas a chocarnos con ellas a pedirles permiso para usarlas a rogarles permiso para usarlas. No hay dominio posible, ta単en con su violencia de campanas y de estar vivos vamos confundidos y desesperados por encontrar la exacta, por hallar la terrible la que prometa no dejarnos nunca.

Foto: Manuel Miranda


Imagino las pequeñísimas bocas diciéndose un amor inaudible y los abrazos salvajes en la hierba. Pienso en seres pensando solo en la noche que se acercca. Acomodo mi corazón y lo vuelvo latido lento, ahora, sé de palabras, de un suspiro de manos al otro lado. Nada de nada. Solo manos al otro lado y palabras como disparos.

Porque son inspiradoras y valientes, más que eso porque son instigadoras, se parecen a algo como sueños. Como si alguien pudiese dejar de ver el cielo estrellado de una noche sin luna. Acá en el sur donde todavía la falta de luna es creación de algún camino. Y cercados en este cuenco gobernado por la arcilla y la roca, vemos arriba con nuestros ojos de flecha para soltar palabras, casi siempre de amor... Como lunares como pequeñas lunas como cicatrices de luna por el cielo las estrellas. Lisas como carteras guardan la luz. Luz sin alumbre sin iluminar lisas como bolsas de luz, casi opacas disparan la pequeña luz de un paso en el vacío. Creo oir el olor de la pólvora de estrellas creo oir el mensaje del disparo.

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De todos modos, la luna es la ella sin dudar y no puedo, ni quiero negarla, porque ha sido casi mi modelo de vida. Está y no está, pero al no estar es el propio motivo de la noche y al estar la enceguece, la nombra. Así somos las mujeres, como esa luna giradora e imponente, iluminadora de lo oculto y escondedora de lo se muestra demasiado. Así como esa redondez de amor dando vueltas en el cielo, nosotras con el nuestro, damos vuelta por la vida… mientras nos deje. El fuelle de la luna, la manivela a soplos de la luna alimenta el generador de las estrellas. El viento atiza un fuego pequeño, inesperado. La mano da vueltas retuerce el valor de los gigantes, caminan por la noria del agua y de la luz. A veces, corren tras alguna ilusión y caen en estela de luz por el vacío.

“Luna sobre el Piltri”, Manuel Miranda

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La luna se ata a la tierra con sus rayos. Cae su ancla dorada desde el cielo, detrĂĄs del cerro, delante, sola giradora en el cielo. En mis vuelos pregunto quĂŠ sol me darĂĄ rayos, hilos dorados, piedras, certidumbres, deseos, para atarme a la tierra.

Foto: Ariel Puyelli


Jorge Castaneda crónicas Ilustraciones: Andrés Calda / AaP / Sandra Perfecto

Fruslerías En estos días algunos que conciben la vida como un campo de batalla me han atacado sin cuartel. ¡Y todo por intemperancia política! Y esto a los sesenta años de mi vida cuando ya estoy de vuela de todo esperando solamente ver crecer los rabanitos y otros productos hortenses desde abajo. Pero en fin, como no pido ni daré nunca cuartel, más que nunca pienso que “tendré que poner los carromatos en círculo”. A veces me preguntan cuándo saldrá mi próximo libro. Yo les respondo que cuando paso por las librerías veo muchos buñuelos en los anaqueles. Y después les aclaro que ante la misma pregunta, Miguel de Cervantes respondió que no publicaba más seguido “porque no se debe echar libros al mundo como quién fríe buñuelos”. Lamentablemente muchos lectores se indigestan. ¡Hay tantos buñuelos…! En mi casa me retan porque a los pantalones, a pesar de la sujeción del cinto, siempre me los tengo que levantar. Por eso les he pedido que me regalen un par de tiradores para mi cumpleaños. Verme así me hace gracia porque al decir de Cervantes los llevo medio caídos “desde aquella parte en que el espinazo pierde su modesto nombre”. De los políticos mendaces que endomingados en un desganado día de elecciones desde sus afiches publicitarios, sonrisa mediante, me prometen un futuro país donde todos los ciudadanos seremos mejores y más felices ¡ESTOY HASTA LOS HUEVOS! Comparto con Ortega y Gasset que “ser de izquierda es, como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre pueda elegir para ser un imbécil”. Y yo cuando veo a estos timoratos tan ufanos hablar desde esas falacias doctrinarias como la panacea para erradicar todos los males de la tierra, no solo levanto presión sino que me alejo de ellos echando humo hasta por las orejas. Siempre, cuando la estupidez de alguno me violenta, trato de contar hasta diez y alejarme silbando bajito, para luego en lo posible evitarlos. Es entonces cuando pienso aquello de que “no te aproximes a un caballo por atrás, a un toro por delante o a un imbécil por cualquier lado”. No me gusta perder los estribos ante nadie y menos ante los más grandotes. No sea que después tenga que decir como ese boxeador que en el ring recibió una gran paliza que “le llené los puños de cara”. Portada de Crónicas & Crónicas, disponible en la Biblioteca Digital del blog de la revista. revistalasotraspalabras.blogspot.com

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Quiero hacerme apicultor Ya los almendros comienzan a florecer en el vergel del valle como diciéndole adiós al señor invierno que mañana hacia otros fríos pondrá su proa. Las támaras de los sauces llorones se inclinan reverentes hacia las aguas del viejo arroyo mesetario comenzando a vestirse de un verde incipiente. Las jarillas crespas y siempre verdes entran en floración por el milagro de la primavera. Luego verdecerán los mimbres, los álamos altos y enhiestos y en las chacras el milagro de las viñas, preludio de la abundancia de los racimos y del buen vino chacolí. Y en los cuadros de secano el aroma embriagante de los alfalfares en flor que marean como un mar. Por eso en esta estación con más gracias que las del famoso cuadro de Sandro Botticelli, quiero hacerme apicultor. Amigo de las abejas y de los enjambres para llenarme la boca con la incomparable dulzura de la miel. Y sentirme a mis anchas ante esos insectos “himenópteros, de unos quince milímetros de largo, de color pardo negruzco y con vello rojizo, que vive en colonias, cada una de las cuales consta de una sola hembra fecunda, la reina, muchos machos y numerosísimas hembras estériles, incapaces de procrear, que habita en los huecos de los árboles o de las peñas, o en las colmenas que el hombre le prepara y produce la cera y la miel”. Me coloco la indumentaria apropiada para prevenir la picadura de los afilados aguijones y tomo entre mis manos como un obispo episcopal los implementos para ahumar y calmar la belicosidad de los insectos que verán interrumpida su melífica tarea. Recorro entre acequias y pastizales las rumorosas colmenas y se me enjambra el corazón cuando levanto las alzas. ¡Qué milagro de ambrosía dulcifica ambarina mis horas de apicultor! Me entero si hay panales silvestres y me entero que la palabra en su etimología procede de pan, por ser un conjunto de celdillas de cera llenas de miel y que al castrar la colmena sale en forma de pan. Me solazo al pensar que los zánganos, que no trabajan ni hilan, pagarán cara su osadía en el invierno cuando las abejas hembras los maten para que no le coman su alimento y porque uno de ellos después de fecundar a la reina habrá también de perecer. ¡Qué triste destino! Yo quisiera ser un privilegiado y observar el vuelo nupcial donde en el tálamo del aire al salir la reina virgen el zángano más veloz y fuerte la fecunda, en su efímero momento de gloria. ¡Quiero probar el polen porque trae juventud y salud; y los propóleos, esa substancia cérea con la que bañan las colmenas! ¡Como Juan el Bautista, quién pudiera ser anacoreta para alimentarse solamente de langostas y de miel silvestre! Quiero prevenir las enfermedades de la colonia, usar el extractor para usurpar las dulzuras, esperar con paciencia la cosecha, preparar los recipientes, etiquetarlos con los rótulos del emprendimiento y mirar al trasluz la ambarina belleza que después en ordenadas estanterías sólo esperará ser consumida en las mesas familiares. Quiero hacerme apicultor, sentirme el señor de las abejas, soñar que soy el rey del apiario, llamarlas a todas por sus nombres, reconocerlas por su vuelo y escuchar la música monocorde de sus enjambres para tener una relación de buena amistad. No en vano Eloy Martínez tituló a su novela “El vuelo de la reina” y el nicaragüense Rubén Darío en la voz del hermano Francisco le dijo al lobo de Gubbia “que Dios melifique tu ser montaraz”. Yo hago lo que puedo. Me voy con mis panales a otra parte. Adiós abejitas, enjambres y colmenas. Y nos veremos. Hasta mañana. Hasta más ver. Hasta siempre. 30


AndrĂŠs Caldas


AaP

La carnicería Apuremos la crónica como se bebe un vino áspero y fuerte. Penetremos en su ámbito y al traspasar el umbral dejemos toda pudicia afuera. Si andamos imperativos el chuletero tiene que ser para nosotros. Y si andamos con antojo de puchero la falda, el rabo y la quijada o en su defecto el hueserío de caracú con carne. La bandeja con las vísceras a las que Borges llamó la parte más innoble e inmunda del animal son un manjar digno de los dioses del Olimpo. ¡Oh, la profundidad de la entraña, la nobleza del corazón, la grosura interior de la tripa gorda! Arriba la ganchera con cuartos enteros, la ponderable rojez de las medias reses dispuestas y orondas. Abajo en el piso con aserrín fino el cajón con los desperdicios, la untura del sebo, las manchas de sangre…

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En la mesada sobre la cuadrícula blanca de los azulejos el matambre arrolado, la nalga exuberante, el peceto señorial, la bola de lomo con toda su redondez y contundencia, la pulpa charra, las chuquisuelas tentadoras, el lomo ya príncipe y tierno, jugoso y selecto, y el asado en tiras ya patrón del mostrador y del despacho. El carniza deja sus impresiones digitales y untuosas sobre la redonda balanza de colgar, en la chaira agreste, en la sierra estridente, y ávida cuyo ruido asusta a los niños, pero que troza los cortes impecables, en la picadora donde prepara la carne picada para exhibirla en la aseada bandeja reina del mostrador y en la otra donde los tendones de las patas son una tentación para la gula incontenible. Mientras tanto la caja sonríe con el efectivo y la libreta negra de anotar soporta con estoicismo el fiado más atroz y descarado. ¡Qué viva el osobuco! ¡La riñonada nos llama! ¡Me da la palomita! ¡La tapa de asado tiene buena cara! ¡Mejor el corte americano! ¡Ah, las fúnebres morcillas con nuez, la fina elongación de las salchichas parrilleras, la infantería nutrida de los chorizos! Me llevo la tortuguita para cortarla en filetes y guisarla, el vacío para las delicias de la parrilla, carne rostizada y los bifes anchos para tirarlos en la plancha de la cocina a leña para enojo y espanto de la patrona. ¿Y del cogote, la carnaza y el garrón, qué me cuenta? Si me vende una cabeza hago la lengua a la vinagreta y asada me como los ojos para ver mejor y las quijadas para las abundancias espartanas del puchero. Delicia oscura del hígado, trapecio irregular de la cuadrada, la pornografía del cuajo, las curvas del chinchulín, la insoportable levedad de las mollejas y los sesos infaltables para la raviolada del domingo. Los pollos adocenados, el mondongo para acompañar el guiso con porotos, el carré de cerdo apetecible y sabroso, el cordero patagónico esperando el filo del asador. El blanco delantal ya rojizo de faenas, las manos pringosas de trajinar los cortes. Don, ¿no tiene carne para el perro? Por favor ¿Me guarda los menudos para los gatos? ¡Traedlo a Rembrandt para que pinte su “Buey desollado” que yo me lo como entero! Carnicería, quirófano de las reses, de ti salimos con la bolsa de los mandados repleta, los incisivos preparados y los molares al acecho, mandíbula dispuesta. No podrá ser de otra manera, porque los argentinos, de carne somos.

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AaP

Con alma de payaso Su casa como caracol, su parafernalia a cuestas, sus bártulos en el morral. Nómades por destino propio, hacedores de milagros, prestidigitadores de ensueños, feriantes de lengua batiente. Magos en las plazas, en las vacaciones de la costa caballeros andantes, virtuosos en el redondel, impagables en el picadero, impávidos bajo la luz delatora de los reflectores, imprevistos en las esquinas aprovechando el tiempo muerto que dan las luces de los semáforos. Sus dislates me divierten, sus malabares me asombran: tragasables, tirafuegos, merceros de sonrisas, abaceros de buenos momentos. Yo lo escucho entre el gentío de audiencia menuda. ¡Quiero a la mujer barbuda! ¡Yo prendo la mecha para arrojar por las nubes al hombre bala! ¡Venid a mí payasos que les compro todos los globos con formas de animalitos! ¡Y me como los pochochos acaramelados, y me hago una panzada con las garrapiñadas! Nostalgia de la olla de cobre con sabores y aromas para hacer las delicias de todo el mundo, vestidas transparentes con la 34


bolsita tubular que vale solamente un peso. O la obesidad dulce y leve de los copos de nieve de blanco color. Miro, me desternillo de risa, paso buenos momentos. ¡Qué me importa si en lo mejor del espectáculo llega ella, la menos esperada y más temida: la gorra! Con todo gusto pongo mis óbolos. ¡Venid a mí charlatanes de feria para enroscarme la víbora que me compro todos los elixires y los tónicos para hacer crecer el cabello! Salgo acicalado de mi casa para ir a la peatonal. Me extasío ente el ojo intrépido del monociclo, salto por los aros con su círculo de fuego, me coloco en la silueta para que me arrojen los cuchillos, me paro en el medio para que ante mis ojos asombrados giren las clavas con sus encendidas llamaradas, me pierdo en el raudo laberinto de los malabares con sus doce bolos en el aire y hasta me ofrezco de apoyo para que el payaso se suba a su aparato de una sola rueda loca. ¡Oh, punto del equilibrio! ¡Oh, las largas medias de colores, los zapatones agrandados, los tiradores con dibujos! Yo también quiero un par para usarlos y desterrar el cinto. Maestros mayores de fantasías, constructores de irrealidades, arquitectos de los gestos. Yo miro a los mimos y voy creando como un demiurgo los objetos que en el vidrio de la nada me sugieren. Payasos de la vida, saltimbanquis de sueños, arlequines de magia y volantines, feriantes de todas las pantomimas, callejeros de alegres piruetas, ilusionistas del milagro y la tapa. Pelotitas al aire: cuatro, ocho, doce, que yo las agarro todas. Discos en los brazos y los pies. Danzas, parlamentos, espectáculo. Como en las viejas plazas del medioevo entreteniendo al vulgo. Como en las cortes de los príncipes renacentistas, vosotros, juglares de mil oficios, jugadores de manos ligeras, felices volatineros, pálidos payasos bajo la aleve luz de los reflectores, encantadores de milagros y serpientes, comediantes públicos, cuenteros de las mil noches y una más: siempre habrá niños y habrá magia, siempre estarán los aplausos y las risas porque desde el principio de los tiempos la fiesta debe continuar. Vamos histriones al aire libre, artistas de la calle, caballeros de la risa, payasos a trompicones, equilibristas a todo tiempo, chicas lanzallamas. Se prenden las luces, crece la música, llegan los espectadores. Vamos, vamos, que ya comienza la función. 35


Peluquerías eran las de antes Hay que encender uno por uno todos los pabilos porque hoy penetro al recinto de una peluquería, pero una peluquería de las de antes. Me saco el sombrero y junto con la campera de abrigo las cuelgo en el perchero, guardián impávido del salón. La gentileza del barbero me saluda como anticipando las confidencias que vendrán con la charla amena abonada por muchos años de buena relación. Tomo asiento en el sillón giratorio que cuando el fígaro comienza a trabajar me enseña toda la perspectiva panorámica de este santuario pagano destinado a los feligreses del aseo masculino. Es incomparable la música estridente de las tijeras modelando el corte pedido por cada cliente. Las manos hábiles del peluquero, (que no es peligroso como mono con navaja ni tampoco en estado de ebriedad como rezan los refranes), recorren la pelambre como un Miguel Ángel sacando lo que sobra. Yo me observo en los atractivos y cálidos espejos biselados con forma de tríptico como en algún retablo de los pintores renacentistas. Miro los objetos infaltables: la laboreada navaja de acero toledano guardada en su estuche; los peines, algunos de cola como los pianos de concierto; las máquinas manuales de rapar y entre ellas la temida doble cero de los años de mi infancia; como una concesión a la modernidad las afeitadoras eléctricas; el algodón que embebido en alcohol es pasado por la nuca recién rasurada y libre de la molesta pelusa provocando una incómoda sensación sobre todo si estamos en la estación del señor invierno; las bacías para preparar la espuma junto a las brochas; los serviciales cepillos que se llevan los pelitos invasores; las sábanas que se anudan al cuello como grandes baberos y para los más exigentes los secadores eléctricos y las bachas con agua tibia para el lavado previo. En un anaquel invitador la tradicional gomina; los modernos acondicionadores de efecto húmedo de colores vivos; la variedad de colonias y perfumes; las redomas con esencias; los vistosos y ventrudos atomizadores con su perilla de goma para asperjar el cabello antes del peinado final; los redondos espejos donde el irón nos hace observar el corte realizado para saber si estamos conformes. Yo recuerdo con nostalgia aquella peluquería que frecuentaba en los años de mi juventud sita en mi ciudad natal de Bahía Blanca, que también agregaba como entonces era costumbre un salón para el lustrado de zapatos y se ofrecía en sus escaparates los tentadores enteros de lotería para los amantes de la diosa fortuna. Y nunca podremos olvidar aquella peluquería de los años de nuestra infancia, de la que siempre guardaremos un recuerdo ambivalente; porque cuando hemos sido niños la odiábamos como a la pócima de aceite de ricino y a la tortura de bañarse, pero una vez pasado el tiempo la añoramos como a casi todas las cosas felices que se perdieron para siempre.

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Mi pueblo de adopción -mi lugar en el mundo-, tiene una larga tradición peluqueril y reconocidos barberos dejaron la impronta de sus anécdotas y recuerdos, siendo siempre mentada aquella sentencia de uno de ellos que sabía decir ante el estupor de los clientes que en este delicado oficio “había que encontrarle la coyuntura al pelo”. Otros tiempos. El progreso que es inclemente las va llevando al desván de las cosas idas. Quedan pocas. Yo las prefiero y por eso esta crónica es casi un ditirambo. Hoy los tiempos posmodernos las denominan salones de belleza con cortes unisexo lo que mucho no me enfada, como tampoco que al peluquero se lo llame estilista. Pero eso sí, al coiffeur lo miro con desconfianza.

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Gustavo De Vera ´ poesía Ilustraciones: AaP "Te largan a la cancha sin preguntarte si querés entrar. Por si fuera poco, de golero; toda una vida tapando agujeros. Y si en una de esas salís bueno, se tiran al suelo y te cobran penal" “Brindis por PIerrot", Jaime Roos

Pero es así; y una vez que estás en el baile, te escupís las manos, te mandás el flequillo para atrás (alguna vez lo tuve) y salís a ponerle el cuerpo a lo que venga. De mi oficio de escribir -y de su suerte- es una de las pocas cuestiones que me siento único responsable. Y pude verlo en esa temprana lucidez de los 13 años. No había entonces (ni ahora) grandeza, ni fama, ni riquezas. Estaba el deseo. Con eso basta. El mundo de agrandó de pronto, y aquél Barros Blancos de mis 13 años, se transformó en la Montevideo de los 15; y en la Buenos Aires de los 18; y en Esquel de los 30. Y que trabajos de los que te imagines; y que rodadas de como quieras; y de las pérdidas ni hablemos; y de los hallazgos y los deslumbres. A esta altura del asunto, ya no queda ni el flequillo, ni rastros del pelo; hay dos hijos que van volando; el amor, que te persigue como una sombra dolorosa, y una sola certeza: que todo lo que dejo escrito no es más que postales borrosas de paisajes que ya no existen; que cada texto será siempre un último paisaje, y que después de cada punto final, ya estaré siendo otro. En otra parte. Portada de Último paisaje, disponible en la Biblioteca Digital del blog de la revista. revistalasotraspalabras.blogspot.com

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último paisaje

sólo buey

soy el último de mis paisajes y mañana habré de mudarme

Ay de la palabra buey!

esta historia me mira con ojos de liebre muerta sobre la ruta muerta.

Con sus pezuñas como verbos castrados que iluminan la arena mojada. las ropas tristes de mis ángeles caídos y sin saber

no es ésta una noche de espanto

Con qué pintas de sangre se escribe cuando ya no hay qué detenga este cardumen de las alas rotas que boquean moribundos.

No es esta una noche de espanto; una sopa donde mueren los obreros y los sabios, y el carnaval despierta entre escarcha.

y si fuera el hambre con alas ¿Y si fuera el hambre con alas de mariposa?

La carta de tu risa anunció que ya nunca; y voy ahora de regreso a mi orilla de página y contemplar

¿Y si fueran los dedos de mi hijo cuando olvide mi nombre? ¿Si fuera la palabra No sobre tu boca en blanco?

cómo se muere dios con tu nombre atragantado

Por eso es agrio el silencio que llevan atado a la rastra. ¿Y si acaso fuera un diluvio punzante y yo sin mi paraguas? ¿Y si ya estuviera clavada y yo todavía esperando?

frío y masculino corazón el tiempo, ese novio masculino y enfermo que tengo, rondaba la casa esta mañana. me esperaba en la vereda de enfrente husmea sobre mi hombro esto que escribo

¿Y si fueran los dientes de mi hijo clavados en mi culpa, y sus dedos señalándome y su palabra de hijo llamando a otro por mi nombre?

estoy sorbiéndome en este desayuno que mi enamorado mantiene caliente para mí.

es cuando tu mujer desnuda

yo ando silencioso por estos días, acaso presintiendo esta nevisca desordenando poemas por la casa, y el tiempo -ese novio masculino y enfermo que tengose queda allí de pie, mirándome y discreto como un mucamo arrepentido.

Es cuando tu mujer desnuda y borracha y llorando y tendida sobre la mesa te mira con ojos que preguntan “¿cómo pudiste?”

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Y estás sólo, con tus manos que no alcanzan.

hollejos de tristeza

Cuatro patas tiene el viento y te sopla al corazón.

De la tela con que se hacen los sueños vestí ayer mi último hijo.

llamé su nombre para que despertara a este día infructuoso, lavé sus manos y su cara, peiné su hambre, lo eché descalzo sobre la piel agreste de mi patio.

muelle Se adentra en uno en aguas, en piedras en dientes de un intento ensayo y endiablada vanidad del territorio aguas adentro

Va mi hijo así vestido y yo desnudo de sueños y harapos vuelvo a contemplar el hollejo ennegrecido de una

Lo sabe: bajo la grúa muertamente

tristeza. Me mira allí difusa junto al cajón de frutos vacío. Poco hay para apenarse en esta casa silenciosa.

Lo intuye: en la frontera de los náufragos

carla el faro

Percibe: un país extiende, crispa, estalla dedos ulcerosos como muelles erizado en pescadores.

carla el faro hay días en que se pierde cuando la marea es esta pared. el faro carla, la voz que llega carla el pulso. una orilla fantasma una rompiente sobre el pardo mismo piel de agua vana gloria de mujer vano párpado sobre sí.

Imagina: nostalgia insolente porque no es él, sino la tierra (jirones) país que hunde su hocico.

Y no puede no consigue ni acierta con su idioma de semen revertir un arrebato clamando y piedras y dientes bajo su lengua.

huele a yodo carla el faro a orilla rota con algas y crustáceos oreja sobre mí, arena de muerte y respira como sus ojos todavía mirando el mar.

la montaña es una hoja La montaña es una hoja a favor del agua y a pesar del viento.

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a medir mis palabras a explicar mis caídas y el soborno del río, tajante y ligero, en mi cielo de lunes en mi lunes sereno.

madame ¿Dónde habrán ido los huesos de Madame Bovary; cómo han quedado amurallados si la madrugada la dormía en frío?

todo se llena de azul pero Madame Bovary no regresa. hay un escalón bajo su cabeza y niebla; su sueño la deja fuera de este mundo madame, este mundo Bovary

ancla salobre Dejo el ancla a un costado. No hay puertos donde abunda este tierral y los barcos me flotan intrusos de este viaje.

dónde estarán ahora esos huesos apasionados, madame, qué manos te apartan, carne a tierras a cada lado y no quise preguntar el destello de quién, madame, brilla en tus ojos.

Llevo tantos agujeros en mis pupilas que este medio miedo acechaba sobre mi espalda.

Dejo el ancla, la herrumbre y el metal, dejo un recuerdo del agua que me trae esta arena, este olor a lejos que tiene el viento.

a qué relatos de infancia... “y el sabor de la sal bajo las rosas” (j. cortázar)

Va de otros esta turbulencia y me sorprende el vendaval en pleno frontal estepario Es de otros el poema y otra mano levanta rastros en mi cara.

¿a qué relatos de infancia apelará el fantasma para convencerme? se agita el preludio que construyo a solas aún allí, las estrellas se distancian ¿a qué cuentos acudiré para convencerme de lo contrario?

Las mías, mis manos, vuelven a puerto con sus redes salobres, con sus abrazos recogidos como después de la jornada.

lado flaco del vuelo Qué derecho reclama aquél poco de pájaro, lado flaco del vuelo herirme el sueño con su pluma rastrera en mi lunes sereno.

Vuelven mis manos a casa y en la playa de olvidos se queda una mujer esperando viuda del mar que llevo sobre estos pasos andados entre piedra

Y cómo llega esta agua

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incendio y mariposa y entre pasto y entre la arena glaciar, ahora cerros.

Si fuera incendio y mariposa fuego de morada como infortunio Si fuera pavura de luz viento y crepitar Andaría por lajas y tapiales husmeando desgracia desnudez

Voy del mar a tus manos de mis puertos al olvido, de mi tacto y tu tibieza

Si fuera nube y perturbación hielo vertical como astilla a mi pupila Si fuera césped a lo lejos un automóvil sereno junto a la ruta

la furia desatada de este paisaje. Y el ancla, como clavo en el papel, un beso dejado junto al abrojo, será mi viuda que espera.

Voltearía a manos tajamares aguas latentes y bajo mi sombra tu aguijón de última avispa

Dejo el ancla, mi viuda y mi noche, pero los barcos míos siguen allí como manos venturosas tras la tormenta, resabios de vino en el cáliz, maderas de naufragios que vendrán. Eso son. Y eso saben.

áridos globos Pero vienen conmigo, en flotas de milagros llegan para verte y para echarte sus abrazos como redes, para aromarte salobre y robarte

No son comunes globos rojos en el cielo árido de aquí. Algún triste será niño en esta tarde.

del fondo marino y del polvo y romperte fósil la superficie como se ha roto este llanto.

Hay un rastro de liebres o de ovejas pero no de globos rojos.

Te pido que guardes, al menos por un tiempo, el puñado de sal que se enredaba en mi barba.

Vean qué sube por el faldeo buscando en qué enredarse y no ser viento

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detrás del vidrio empañado Esta noche quiero estar loco y no darme cuenta. Estar solo es un milagro imprevisto un golpe en la sien como un beso. Hay un corazón que se acobarda. como un cerdo antes del cuchillo. no hay veredas donde sentarse a mirar el mundo en este pueblo, y las que hay tienen ya otros mendigos más urgentes. por qué sigo soñando en el tiempo en que todos guardan sus frutos y hacen manteca de la leche y conservas y descansan la vejez como dios manda?

-qué hay detrás del vidrio empañado que veo en cada mañana? Sobre estas palabras queda el aliento a viejo en mi boca, el oído sordo por el que escucho tu carcajada. un dolor en la espalda que se acuesta conmigo como mi amante y amanece como mi viuda cada día, a despertarme a cuchilladas. No hay gatos en esta casa no hay teléfonos el mundo es esa imaginación que tengo afuera Afuera no es más que el patio triste donde Alejandra juega con estatuas rotas para que yo la vea detrás de un vidrio empañado.


Sergio Pravaz poesía Ilustraciones: Leonardo Mezzetti (técnica mixta)

las palabras y los días ojalá seamos capaces de retomar el rumbo de nuestro mundo, mirarnos a los ojos, cantar juntos mientras bebemos, compartir el asfalto o la tierra, un pedazo de pan, otro de paz, otro de cultura/ que el temor y la desconfianza sean prendas olvidables y la solidaridad, las patas de nuestra mesa para que sobre ella echemos fraternas las palabras y los días/ amasemos nuevamente, compartamos el sudor y nos dispongamos a sonreír en conjunto/ el camino es largo pero el ánimo no escasea/ empinemos la cuesta que el futuro tal vez nos aguarde y antes de soltarse, nos convide su pan y su bebida sentado en el portón de esta meseta.

Portada de Los héroes de la esquina, editado en 2001, disponible en la Biblioteca Digital del blog de la revista. revistalasotraspalabras.blogspot.com

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CUANDO EL SOL PARTIÓ

un terremoto entre mis manos...

Tuve un terremoto entre mis manos

lo encerré dentro de mis puños y disfruté como sólo lo hace el tigre en su edad

respiraba por mis dedos su densidad era notable tal vez porque era de mi talla o de mi gusto Lo cierto es que tuve

Un día lo dejé partir


UN TAJO A LA RAÍZ Muchos puños se levantan hasta el estómago del cielo algo deben pedir... por el gesto por la voz por su dureza Un puñado de golfos los golpea por detrás los corta al ras secamente y sin pudor bien parejo y bien abajo como queriendo matar

EL VUELO DEL JARDIN El camión antidisturbios es inmenso para el jardín recién plantado Las bestias se sacuden un orgasmo embrionario y arremeten... Los jilgueros se desbandan pero sus voces aún caminan en la plaza rota

LA MASTURBANDA

UN AGITADOR EN LA CORNISA

El arco iris sangra sobre una avenida que exhibe sus miserias

Se despertaron temibles las estrellas cuando supieron de la muerte del maíz

Sus maderos inventados gritan una piel que se oculta en el vacío

Aborrecieron por años a los espectros y juraron no brillar en los trayectos de la masturbanda

La masturbanda circula contaminando a los perseguidos a los sufrientes de una ciudad sable que agoniza que no huele a playa ni a sierra y que estalla por su carne

¿Aún el amor es posible entre la niebla y la muerte...?

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TROZOS DE SOL

no de rayo violento entre las piernas

Muchos quedaron en los sótanos con olor a viaje cubriendo las paredes de vergüenza

más profundo más lejos

Yo debo cargar trozos de sol sobre mis hombros para alumbrar tu sueño y apartar el frío de mi sangre

como de otro suelo

Debo llagar mis manos sobre la corteza de un recuerdo HEREDEROS Y TESTIGOS suspender la credulidad de mis días...

Sueño con un cuchillo escondido en mi memoria

este encuentro furtivo con el mundo y todos sus pedacitos de memoria para alimentar una esperanza

Miento con un reloj que atraviese de un salto el tercer mundo

para creer que el hielo no derrite y finge su temor ante la llama

Canto con una rosa de metal que hiere las palabras

Para reanudar la existencia tras los mares tras los muros

Río sobre los escombros de un país de naipes y tahúres

DEL OTRO LADO

Sostengo con piolines una jauría desatada

Dolor no de golpe no de herida no de grito subterráneo

Estorbo insurrecto en los jardines colgantes de tus pechos Duermo sobre los restos de tu oración más repetida

tal vez más lejos como de fronteras muy adentro...

Navego indiferente por una avenida de sotanas

Enroscado entre arterias/ pulmones/nervios/piel

Desclavo con unción a un amigo muerto de tristeza

y el alma como guano en el medio de un desierto

... maldigo al sol por su certeza

Dolor no de ofensa

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EL CIELO QUE RÍE

Yo soy de un lugar donde maduran los otoños sin descanso donde el viento y su locura descubren cavidades de amapola entre mis huellas donde el tallo se deshoja en silencio y en su túnica

muerde mis pasos y mis lluvias mis cetrinos ruegos a la mar Un sitio donde Dios descansa sus mañanas donde tiembla inabarcable su desierto su soledad estéril su poder Yo vengo de una tierra donde la noche te embrutece de belleza

donde el cielo que ríe

donde sus ojos extendidos afilan el placer

arrogante en su gesto o acaso circunspecto

una última sorpresa un eco



DESAMPARO Que hago con un idioma que no me sirve en la mañana que reclama continente en la penumbra que reviste antipatías por ausencias que seduce por las noches con las garras de un abismo aún cuando la lluvia nos revele sus secretos

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ALGÚN UMBRAL GASTADO

LOS HÉROES DE LA ESQUINA

Estoy ante ti para que conozcas mis espejos quiero ver el otro lado de tu vientre

Soez con su apodo/ niño y puñal

escuchar mi sangre... la posible

juntos fueron leyenda héroes de la esquina

si se mueve o silba en el pórtico de un mar musculoso nuevo a mis ojos serranos

reyes del pillaje/ calles sin reservas/ todo aprendizaje

Cartucho/compadre/ un estandarte

días de la no guerra bala fácil ciudad sable

Saber si puedo dormir sobre tu espalda o tu historia preciso ciudad

gente que desaparece espíritu santo/ motivos subhumanos sucumbieron en la calle/ razón de estado pelota de trapo

Sólo traigo versos palabras agrupadas sonantes y en manojos

fueron de su tribu hubo miedo/ hubo sueños/

algún umbral gastado alguna idea más peregrina que acerada

recuerdan sus nombres los suburbios descastados

Solo eso no hay más Puedo recostarme tal vez entre tus piernas? oler la fresca mirar este mundo colgante de preguntas/ desconocer mis huesos que sonríen al desierto

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