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Tu corazón late en sintonía con el vuelo

Tu corazón late

en sintonía con el vuelo

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POR: C.P.A. / ATP / TPI JORGE I. CASTILLO VILLASEÑOR

“Todos los despegues son opcionales, pero una vez en el aire el aterrizaje es obligatorio”

En esta primera edición del 2022 tengo el placer de saludar a todos los grandes apasionados de la aviación: ¡ustedes! A todos los que registran un latido diferente a salud del vuelo, del aire y de todo lo que, al igual que nosotros, trata de surcar los cielos. Gozamos de lo técnico y de lo natural, de lo espontáneo y de lo planeado. Disfrutamos de aquello que comparte con nosotros el cielo, sus vistas, sus cambiantes condiciones y todas sus hermosas experiencias. Hoy quiero platicarles de algo que ya conocen, de algo que saben, pero que muchas veces damos por sentado. Cuando lanzamos un suspiro que arrebata en la distancia y en el tiempo y tan solo es por el simple hecho de estar ahí. Por ese atardecer o por ese amanecer; por esas nubes tan bellamente formadas; por ese azul tan profundo o ese dorado radiante con tonos rojos en una puesta de sol. Por el sentimiento de ir volando y de ir viendo todo ese majestuoso paisaje. Parecería que este artículo no tiene que ver con un vuelo de calidad. Ya que estoy hablando de cosas no tan tangibles ni de técnicas especializadas. No hablo de procedimientos que nos harían desempeñar un papel más fino. Ni describo pasos repetibles fácilmente. Pasos que después de adentrarlos en nuestro sistema y que por medio de su estudio y repetición nos darían la experiencia para llevarlos a cabo. Hablo del sentimiento compartido que nos lleva un pasito más allá. Y la realidad es que todos los aspectos de la vida se pueden llevar a un nivel más allá. Un nivel que es susceptible de ser sentido por todos los participantes u observadores en esas actividades. Cuando como pilotos subimos al avión y llevamos con él nuestra intención, nuestras ganas, nuestra actitud y nuestra fuerza, todo se complementa en un conjunto de fuerzas que se unen a toda esa experiencia. El avión deja de ser avión volviéndose más persona y nosotros nos volvemos parte de la máquina. Una máquina que va a cumplir una misión para la que fue hecha. Es increíble saberse y sentirse parte de esa fusión. Una fusión que pareciera no notarse, pero que los que nos acompañan en ese vuelo, como pasajeros o tripulantes, también pueden sentir y apreciar una vez más como parte de esa misma experiencia. En más de una ocasión lo deben haber sentido. Ese ese algo que vivimos en otras áreas de la vida que nos apasionan. Cuando esta sensación está con nosotros, nos acompaña la seguridad y estamos en sintonía con el vuelo. El avión completo se vuelve una cubierta, un uniforme y parte de nuestro ser. Al tocar los controles, las partículas se tocan y se mezclan. Los espacios cuánticos y físicos se bordean tocándose entre sí. Las moléculas se comunican en un espacio donde parece perderse la separación del hombre y la máquina. Así como extendemos nuestras alas listas para el vuelo, el humano se vuelve el alma, mente y corazón de esta hermosa simbiosis donde los dos somos uno mismo. Cuando eso pasa, yo diría que es cuando estamos disfrutando de un verdadero vuelo de calidad.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

También hay ocasiones cuando las cosas no se dan o incluso van en contra de nuestros planes de vuelo. Así como el tener todo alineado invita a que las cosas salgan bien, también tenerlas en contra ayuda a que las cosas puedan ir no tan bien o que incluso puedan salir mal. Hay que recordar la importancia del factor humano en la aviación y que en la actualidad es una de las causas más importantes de incidentes y accidentes aéreos. Cuando uno va indispuesto, enojado, triste, enfermo o en total estrés, tal vez no sea un buen momento para emprender el vuelo. Aunque son muchos los escenarios y los motivos por los que vamos al vuelo, ya sea de trabajo, por negocios, adiestramiento o por placer, tal vez el decir “no” sea una mejor opción. Pensar que ese día fuera de línea, no está en sintonía con el vuelo. Recordemos que entre todas las vibraciones estamos eligiendo escuchar o sintonizar una estación diferente a la de las primeras emociones descritas al principio de este artículo. Una frase que se me quedó guardada hace mucho tiempo al inicio de mis primeros vuelos es la siguiente: “Todos los despegues son opcionales, pero una vez en el aire el aterrizaje es obligatorio”. Siempre queremos que las cosas salgan bien y de la mejor manera, y está en nuestra naturaleza positiva y optimista el pensar que nunca va a pasar nada. Pero hay que recordar que cuando se estudian los casos de algún accidente aéreo se llega a la conclusión de que todo se pudo haber evitado si se hubiera cortado la cadena de errores. Y en la mente de los que estamos en tierra y seguros nos preguntaremos: “¿Y por qué salieron si todo eso estaba pasando?” La aviación tiene retos y desafíos en un ambiente de constante cambio. Y si a esto le agregamos clima, tráfico y un sinfín de variables, la posibilidad de que algo falle o salga mal aumenta. Si a esto añadimos un elemento de la operación estando distraído o incapacitado, podremos imaginar el resultado. Por eso te pido considerar todos los elementos para que todas las operaciones lleguen al fin positivo que queremos. Vamos a imaginar dos escenarios y decidamos en cuál queremos ir. En el primero de los dos, es un día planeado con las condiciones estudiadas, con los cálculos en forma, con los mínimos personales cubiertos y con todas las ganas para llegar a la meta. En el segundo escenario es un día con poca o nula información, de prisa, correteando el combustible y haciendo malabares para coordinar detalles y planes de vuelo. Si además de esto se esta pasando por un problema que está ocupando nuestra mente en una actividad que nos exige estar concentrados, las probabilidades de que algo se pase por alto aumentan. A simple vista parece muy fácil decidir, y sobre todo si estamos fuera de la situación o si la estamos viéndola una vez que ya pasó. Pero son incontables las veces que oímos de alguien que se fue sin checar el combustible correcto o las condiciones cambiaron y no estaban preparados, falló una aeronave y saltaron a otra de repente. Que cambiaron de algo planeado a algo improvisado y que fácilmente pudieron haber parado. Puede ser algo menor y que la mente esté por detrás de la velocidad del avión, lo que trae otros problemas, y no se bajó el tren, por ejemplo, o se entró en conflictos menores por estar distraído. Espero que este artículo sea de utilidad para todos ustedes y que no solo sea una montaña rusa de subir y bajar el ánimo. Me gustaría escuchar que piensan y saber también cómo les apasiona desempeñarse en el área que les toca en este mundo de la aviación. Mándenme una línea con lo que gusten comentar o si quieren que escriba de algún tema en particular. Los mensajes son bien recibidos en vueloprofesional@gmail.com y las críticas constructiva también son bienvenidas.

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