6 minute read
Créelo, en el mundo se ven
Créelo, en el mundo se ven vuelos fantasma
¿Por qué volaría un avión que no lleva a ningún pasajero? ¿Por qué una aerolínea pagaría al piloto y a la tripulación, aprovisionaría de combustible un avión y despegaría sin llevar carga o pasajeros que pudiesen justificar económicamente esa operación? ¿Sucede este fenómeno en la realidad?
Advertisement
P
ues la evidencia demuestra que este fenómeno es tan tangible como los cientos de operaciones que se realizan con el cupo máximo de utilización de una aeronave. El fenómeno se evidencia especialmente en Europa, en donde la industria ha demostrado que despegan decenas de aviones que están evidentemente vacíos o subutilizados, lejos de ese punto de equilibrio económico para poder operar una aeronave, es decir, que vuelan con menos del 10% de su capacidad. Estas operaciones aéreas, estos vuelos, se conocen con el nombre de “vuelos fantasma”.
Como ya es costumbre, desde el 2020 debemos responsabilizar a la llegada de la pandemia y a otras restricciones de viajes, las cuales agudizaron el fenómeno e hicieron de este un problema más evidente y tangible. Durante muchos años, este fenómeno, que vale la pena aclarar, no se da en América Latina ni el Caribe, dado lo limitado de la mayoría de sus aeropuertos (evidentemente hay aeropuertos congestionados en algún país como pueden ser Brasil o México y en determinados horarios en Perú y Colombia), pero en la región no está sucediendo porque la capacidad de los aeropuertos apenas está llegando a un punto en el que se necesite tomar alguna medida como restricciones tipo slot.
En cambio, en Europa se ha convertido en una realidad. Es por este fenómeno que, por ejemplo, en el Reino Unido las aerolíneas que se ven obligadas a dejar de vender o limitar sus pasajes por no hacer uso estricto de los slots. Deben recurrir a estas acciones para poder garantizar la subsistencia en el medio muy competido y competitivo de la aviación comercial.
Muchos operadores aeroportuarios, comúnmente llamados concesionarios, y las autoridades de aviación de los países europeos requieren que las aerolíneas lleven a cabo al menos el 80% de los vuelos previstos para mantener sus derechos de despegue y aterrizaje en determinadas horas (slots); esto les deja un 20% de
margen de cancelación de sus operaciones regulares, por lo que si sus operaciones no cumplen con esos porcentajes se verán obligadas a operar “aeronaves fantasmas”, aviones vacíos para poder mantener los slots o de lo contrario se arriesgan a perder los mejores horarios comerciales para el siguiente año, ya que no es lo mismo despegar de Londres a las 6 de la mañana que hacerlo a las 8 o 9, o aterrizar en Madrid a las 5 de la tarde que a la 1 de la madrugada, cuando el metro ya ha cerrado y las conexiones con el centro de la ciudad son más complicadas. Así que dado lo anteriormente expresado se evidencia que tampoco los precios de los pasajes son iguales, estos vuelos son más baratos por esa limitación o esas carencias y debido al precio tienen más demanda.
Para poder organizar todo el tráfico aéreo en los aeropuertos más congestionados, la Comisión Europea y la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos aplican la sentencia de “úsalo o piérdelo”, refiriéndose a los slots. Es esta sentencia la que ha obligado a que las diferentes aerolíneas recurran a los “vuelos fantasma”, como comúnmente se definen a aquellos operados voluntariamente con el fin de conservar los derechos sobre sus franjas horarias más favorables, y que han sido asignadas en razón muchas veces de la antigüedad del vuelo, como lo explican en el Consejo Internacional de Aeropuertos, ACI por sus siglas en inglés. Este organismo, que representa los intereses de los aeropuertos ante los gobiernos, añade que “los vuelos fantasma” no se ofrecen a la venta, no transportan pasajeros y no generan ingresos para las aerolíneas”.
“Muchos creen que los vuelos fantasma no benefician a nadie y que es una práctica innecesaria y derrochadora”, insiste la ACI, agregando que “entre otros efectos negativos de estos vuelos fantasma está la contaminación y las emisiones de CO2 que muchas veces no se compensan de acuerdo con lo establecido en el CORSIA”. “Son vuelos que, a priori, no tienen sentido económico y mucho menos medioambiental. Se quema mucho queroseno que tiene un claro impacto en el cambio climático”, afirma Diego R. González, presidente de la Asociación Mundial de Abogados de Aeropuertos.
“Este fenómeno se agudiza si se tiene en cuenta que la aviación es responsable de alrededor del 2% de las emisiones globales de CO2, pero el sector en su conjunto suma alrededor del 3.5% del calentamiento global debido a la actividad humana. Desde el año 2000, las emisiones han aumentado un 50% y se espera que la industria crezca más de un 4% cada año durante las próximas dos décadas”, afirma la Agencia Internacional de Energía (AIE).
“El daño ambiental de los vuelos fantasma en Europa es equivalente a las emisiones anuales de más de 1.4 millones de automóviles, recordando que la industria de la aviación se comprometió a lograr emisiones netas de carbono cero para 2050”, declara Greenpeace. Sin embargo, dentro de los defensores de las políticas de los vuelos fantasma afirman que “el reparto coordinado de los slots en aeropuertos que están en el máximo de su capacidad posible asegura la competencia entre aerolíneas y beneficia a los consumidores”, y es por ello que se debería propender en el derecho que tienen las aerolíneas de hacer lo posible por mantener estos slots que son ni más ni menos que “… esos horarios o turnos asignados para llegar o salir de un aeropuerto, aquellos horarios que si no son utilizados por las aerolíneas, (estas) serán penalizadas al año siguiente por la autoridad aeroportuaria que se lo asigna a otra compañía y para las aerolíneas es una forma de perder cuota de mercado”, afirma González.
Pero como en todo contexto habrá de evaluarse los pros y los contras y ponderar, como lo manifiesta el abogado González, que hoy en día existe una puja entre las aerolíneas tradicionales y las que han llegado al mercado recientemente, aquellas denominadas low cost y ultra low cost, que han incentivado el mercado y logran que los transportistas se esfuercen al máximo por cumplir con la regulación, así sea volando vacíos. “Las líneas aéreas que dominan el mercado lo hacen porque tienen los mejores horarios, que son los más costosos. Son las rutas que llegan a los aeropuertos en los horarios centrales en términos de conveniencia”, asegura. “Al haber un carrier dominante que no tiene competencia en una ruta en un horario, lo que ocurre es que no bajan los precios. Hay un problema de competencia entre las compañías aéreas que pujan por un recurso escaso, como es el de infraestructura aeroportuaria”, añade.
Willie Walsh, director de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, argumenta que este modelo comercial alienta a las aerolíneas a volar a baja capacidad o vacíos para mantener las franjas horarias. “Si vuelas entre dos aeropuertos con la capacidad regulada, necesitas tener el permiso de ambos para no volar. De lo contrario tienes que operar”, insistió en un video al tiempo que dijo que “no creo que haya aerolíneas haciendo esta práctica de forma deliberada”. Pero desde la industria se apunta a que antes de volar un avión vacío, la aerolínea afectada podría rebajar los precios intentando atraer viajeros al vuelo en problemas.
Entre detractores y aliados de esta política, se sigue avanzando en la práctica de los vuelos fantasma que, aunque tú no lo creas, existen, y que dadas las razones del mercado y las tendencias de la industria de la aviación que se mueven al unísono con la recuperación del sector a nivel mundial, aun con amenazas de otras pandemias, se seguirán viendo en los cielos de Europa y tal vez en un tiempo no muy lejano llegarán a nuestros aeropuertos de Latinoamérica.
Así que, cuando tengas un vuelo y solo viajen contigo un número reducido de pasajeros, recuerda que estás en un vuelo fantasma. Vívelo para contarlo.