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Bombas de semillas sobre Jalisco
El 29 de abril pasado hubo un evento de prensa muy concurrido en el Aeroclub Chapala, el que tuvo como telón de fondo una aeronave muy particular, la cual, para el tamaño de los aviones habituales en ese aeródromo, se percibía como un gran mastodonte.
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29 de abril pasado un evento de prensa muy concurrido en el Aeroclub Chapala, el que tuvo como telón de fondo una aeronave muy particular, la cual, para el tamaño de los aviones habituales en ese aeródromo, se percibía como un gran mastodonte.
l raro ejemplar es uno de los aviones más exitosos de la historia y el biplano más grande jamás construido. Diseñado por el talentoso ingeniero ruso Oleg Antonov un año después del fin de Segunda Guerra Mundial, desde el principio destacó por su robustez, su perfil tosco y su enorme motor radial. Contrario a los diseños habituales de ese genio, contrastaba con los sutiles planeadores que por decenas había creado a quien se conoce como el padre soviético del vuelo a vela. El Antonov AN2, apodado con el nombre de Annushka, representa de alguna forma una especie de DC-3 de ese universo paralelo, siempre misterioso y siempre desconocido, que existía detrás de la cortina de hierro. Antonov lo ideó como un avión agrícola para apoyar al renacimiento de los campos devastados de un pueblo soviético hambriento. Fue utilizado como fumigador, pero luego se descubrió —a través de sus siete distintas versiones— que podía ser un avión utilitario que podía transportar a doce personas, llevar carga, transportar alimentos, hacer prácticas militares de paracaidismo, realizar observaciones de clima, extinguir incendios o atender emergencias médicas convertido en ambulancia.
Por sus prestaciones podría alcanzar los lugares más remotos en ese país gigantesco que tiene once husos horarios. Un documental de la televisión francesa de hace una década narra las aventuras de un piloto de Siberia, de aspecto oriental, forrado con su gran chamarra de capucha de pieles, que volaba su AN-2 a sitios remotos transportando astas de reno. Su avión, con esquíes adaptados en sus ruedas principales para bajar en las extensísimas planicies congeladas, fue a rescatar a un cazador cuya tienda de campaña había sido ocupada por un oso como sitio para hibernar. Su fabricación terminó en 1991 en Polonia, pero el AN-2 es aún a parte del paisaje en los últimos rincones de Rusia, de Uzbekistán, de Mongolia interior y del resto de las naciones que formaron la URSS; además de China, Vietnam y Corea del Norte.
Se fabricaron por miles durante cinco décadas. Es tal vez el avión que más se ha construido por un período tan largo sin cambiar su diseño básico. Se cree que la Unión Soviética armó más de diez mil, Polonia trece mil y China —que compró la licencia a la URSS— construyó otros cinco mil. Su potente motor radial de 9 pistones entrega 1000 HP a través de su enorme hélice de cuatro palas de velocidad constante.
Sus prestaciones STOL son impresionantes. Tiene una velocidad de desplome de 35 nudos y es capaz de aterrizar y despegar en pistas extremadamente cortas e improvisadas usando sus slats automáticos cuando baja la velocidad. Tiene un peso vacío de 7600 libras y puede cargar 2000 libras. Su autonomía es de 480 millas náuticas. Cuenta con frenos de aire y una bomba propia para cargar combustible directamente de depósitos o bidones sin necesidad de pipa, y un sistema para aumentar o disminuir la presión de las llantas de acuerdo con el terreno en el que va a operar. Su fuselaje robusto semi-monocoque, de estructura y forro de aluminio, contrasta con sus alas dobles con costillas de aluminio y forro de tela, material que siempre lo hace vulnerable a ese clima feroz para el que fue diseñado. Sus ventanillas salidas, a manera de toscas cajas de cristal, les dan a los tripulantes una capacidad de observación extraordinaria. La cabina por dentro es una maravilla. El tablero puede ser el entretenimiento por horas para cualquier piloto. Es fascinante descifrar sus aparatos de navegación extraños, sus palancas, interruptores e instrumentos con letreros en ruso y alfabeto cirílico.
Pero ¿qué hace que uno de aquellos aviones tan particulares tenga como base el Aeroclub Chapala? Es, después de esta breve introducción sobre el Annushka, que descubriremos una función más para esta extraordinaria aeronave.
La asociación Earth Army es un esfuerzo de pilotos de Jalisco, que desde hace algún tiempo tomaron la iniciativa de reforestar tierras con el exitoso método conocido como bombas de semillas. Las bombas de semillas fueron inventadas en Japón en la década de los sesenta del siglo pasado como una forma de cultivar conservando la tierra. Pero su éxito más grande ha sido en proyectos de reforestación de grandes tierras abiertas devastadas por incendios descontrolados. Esas pelotitas de arcilla, tierra de humus, en ocasiones ceniza y que contienen semillas de variedades locales, son arrojadas sin necesidad de tocar el suelo. Su cubierta protege las semillas de roedores, pájaros e insectos, y una vez que reciben humedad con las primeras lluvias de la temporada, germinan y dan vida. Proyectos en África y otros continentes como el nuestro han demostrado su eficacia. El gran esfuerzo del capitán José Camacho, en Chiapas, es desde luego una prueba indiscutible de ello.
Earth Army se ha abocado a la tarea titánica de reforestar barrancas y laderas inaccesibles arrojando bombas de semillas desde el aire, a las que de otra manera sería imposible acceder. En el pasado evento de medios que tuvo como sede el Aeroclub Chapala, se presentó el gran proyecto de este año, en el cual la meta es arrojar 400 000 bombas de semillas en el Bosque de la Primavera; ese pulmón próximo al área conurbada de Guadalajara tan apaleado año tras año por los incendios, las más de las veces provocados. Desde luego, como nos comenta Marco Jiménez, presidente de la asociación Earth Army, no todas las semillas geminan, como sucede con las que caen naturalmente de los árboles. “Pero entre más bombas de semillas arrojemos, más éxito tendremos”.
Esa tarea tiene una segunda vertiente. La asociación cuenta con el apoyo de los municipios de Tlajomulco y Zapopan, los que fomentan la fabricación de bombas de arcilla entre la comunidad. Esa tarea paralela ayuda a educar para que se conserven y mejoren las áreas naturales. No hay edad para hacer una bolita de barro, como no hay edad para aprender que todos juntos podemos hacer de este planeta un sitio posible para nuestro futuro. Además, Earth Army nos muestra la tercera vertiente: que la aviación general en México —tan frecuentemente vapuleada— es una alternativa más para hacer un mejor país. ¡Enhorabuena a Earth Army por tan noble iniciativa! ¡Que tengan los mejores vuelos en ese extraordinario avión Annushka! Para bien del Bosque de la Primavera, de Jalisco y de la aviación general en México.
EMPPA estuvo presente en la quinta edición de la Feria Aeroespacial México 2023 en la renovada Base Aérea Militar No. 1, en Santa Lucía, Estado de México; organizada magistralmente por la Secretaría de la Defensa Nacional en conjunto con la Fuerza Aérea Mexicana.
Durante la inauguración el pasado 26 de abril, estuvo presente Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, quien, en representación del presidente Andrés Manuel López Obrador, brindó el mensaje de apertura en el que reconoció la importancia del sector aeroespacial como “la industria que más ha crecido en México, la que genera más empleos y la que más aporta al incremento del valor de la economía”.
Por su parte, el presidente de la FAMEX 2023, el Gral. Javier Sandoval Dueñas, destacó “la participación de tres sectores: gobierno, empresarios y académicos, que, como una hélice de tres palas, impulsa la coordinación y el conocimiento de la conciencia aeroespacial en México”.
Como en cada edición, la FAMEX contó con una nación invitada, siendo en esta ocasión un gran aliado estratégico en la producción aeroespacial: Francia. Por ello, el embajador francés en México, Jean Pierre Asvazadourian, dirigió unas palabras a los presentes dejando claro “el interés compartido entre ambas naciones por un futuro más sustentable para la aviación y el desarrollo de una nueva política espacial”.
La ceremonia estuvo enmarcada por cientos de militares uniformados engalanando el momento, el cual culminó con el cielo vestido de colores patrios que dejaban a su paso la formación de seis aviones Pilatus Pc-7 y tres Texans T-C6, además de los