A que sabe y a que huele la educación

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29 de mayo del 2019. Tarea. ¿A que sabe y a que huele la educación? Me gusta el olor de la educación. Me encanta que tenga tantos matices distintos, desde el perfume más sofisticado hasta el olor más sutil. Quizá, por una cuestión de tradición, el olor más característico de la educación es la mezcla de tiza, lápiz, goma de borrar, tinta de bolígrafo y papel... Aunque, desde hace algún tiempo, se le está añadiendo unas gotas de violencia y de ordenador, una pizca y un toque de tablet. La educación huele a niños jugando, a bocadillo de mantequilla y chocolate, a golosinas y caramelos de fresa y menta. También desprende efluvios de mar, de montaña...; de libertad, en definitiva. La educación huele a sonrisas, a lágrimas, a aprendizaje, al fin y al cabo. La educación tiene esencia de sueño, de utopía, de esperanza. Pero, quizá, la fragancia que más le caracteriza es la de la curiosidad (con unos matices de entusiasmo y creatividad). Un docente es un perfumista que debe mezclar cada día, y en las proporciones exactas, las distintas fragancias de la educación, para que su perfume llegue a lo más profundo de sus alumnos. Pero no hay de que preocuparse si le agarramos ese sabor dulce de cada uno de los abrazos y sonrisas de los niños, un sabor amargo cuando los niños no quieren ingresar al preescolar, pero que sabor tan más agradable como la menta cuando los niños aprenden día a día, que frescura se siente en mi boca cuando explico un tema y todos lo entienden, pues aquel aprendizaje también tiene sabor, es como un banquete, que te sientas a la mesa a disfrutar de la variedad de las comidas y a medida de que sea positivo el sabor, formaremos las condiciones para acelerarlo, cuando sus valores son aplicados en todo momento. La educación es aquella en donde te sientas a degustar ese gran banquete que te fascina y comienzas a espulgarlo para conocer que contiene y poder saborear cada uno de esos ingredientes. Pero a veces te escaldas la lengua de tanto evaluar, huele a quemado cuando piensas y piensas las diferentes estrategias de aprendizaje, huele a humo cuando el niño más inquieto te hace travesuras. Hueles a maestro cuando con ellos cantas y cuentas cuentos, cuando escuchas sus quejas y oyes sus problemas y te haces amigo, hueles a maestro cuando juegas con tus alumnos sin importante que pasó con tu arreglo, cuando con ellos vuelves a ser niño y compartes el juego con el trompo, y la pelota, hueles a maestro cuando le enseñas a perdonar y no a odiar, sabe tan dulce como el chocolate cuando se trabaja la inclusión, la equidad, ese olor a piña cuando les enseñas a tener amor a la patria. ¡Qué afortunados somos de poder disfrutar de los sabores y aromas de la educación!


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