Actividad 18 Todo necesita del silencio entrevista a Cecilia Bajour

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María Fernanda Rocha Villagrana 5to Semestre LEPREE.

17 de noviembre del 2020. Tarea. Todo necesita del silencio: entrevista a Cecilia Bajour 1. Hace algunos años escribiste un panorama sobre la publicación de poesía para el Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, CILELIJ, celebrado en Bogotá. Tu texto “Nadar en aguas inquietas: una aproximación a la poesía infantil hoy”, se volvió un punto de referencia para los que estudiamos el tema, ¿qué opinas de la publicación de poesía para niños y niñas en Iberoamérica, en general, hoy? Creo que hay un crecimiento en la producción poética en los últimos tiempos en América Latina y en España. Me refiero tanto a la poesía como género como a lo poético como búsqueda estética en diversos géneros. Una de las causas es el mayor interés por la lectura poética (más allá de lo infantil) por parte de algunos/as escritoras/es, ilustradoras/es y editoras/es. Eso se nota en ciertas conversaciones, intercambios, referencias sobre lecturas. Es muy rico que suceda esto ya que hasta no hace mucho tiempo una gran parte de ellas/os no leía poesía. Apartarse de cierta mirada endogámica y pensar la poesía que se escribe y publica para público infantil en diálogo con la poesía en general es muy nutritivo tanto para la producción poética como para la mediación y la teoría específica, todavía escasa. 2. Y en lo particular: ¿qué te llama la atención de lo que has leído? ¿qué zonas te interesan? A mí me interesan aquellas voces poéticas (contemporáneas y no) que se apartan de los mandatos que achican la idea de infancia en vez de expandirla hacia nuevos y refrescantes horizontes. Me refiero a cierta poesía que edulcora, simplifica, recurre a tonos, ritmos y figuras poéticas archiconocidas y probadas y prejuzga a los niños como supuestamente interesados en un universo limitado de temáticas. Los que se alejan de esas demandas (que son más propias de los adultos que de los propios niños) lo hacen desde una aparente sencillez que no es simplificación. Se trata de una sencillez de diamante porque tiene múltiples destellos de significado. Es un diamante exigente aunque no elitista sino al alcance de quien quiera pasar por la experiencia de su brillo. Me interesa también el cruce de lo poético con el humor, en especial el absurdo en todas sus gamas, tanto claras como oscuras. Nuevamente, me refiero a un humor inteligente, que trata a los lectores infantiles (o no) de poesía como filósofos en estado de semilla y como degustadores del lenguaje en su máximo esplendor. Ese humor que me gusta


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tiene mucho de exploración en diferentes discursos aunque no sean estrictamente artísticos; se caracteriza por la mezcla, el desenfado en probar todo tipo de zonas sonoras, formales, discursivas y temáticas. 3. ¿Qué dice la poesía que se publica sobre nuestra concepción de la infancia y de la literatura infantil? Creo que a pesar del crecimiento al que me refería, la poesía sigue siendo el territorio más conservador de la literatura infantil en las representaciones más extendidas de muchos adultos, entre los que se encuentran muchos mediadores resistentes a nuevas búsquedas y experiencias. Ya sea por temor a su aparente dificultad, o por la sacralización de lo poético como si fuera sólo para iluminados o entendidos, o por la tendencia a pensar lo poético ligado a lo sentimental romántico o también lejano a lo intelectual y reflexivo. No adhiero a la oposición entre lo emocional y lo racional en la poesía. Creo que ambas dimensiones se potencian mutuamente en la poesía que considero más estimulante para mí. 4. ¿Qué le piden los niños a la poesía? Los chicos son muy receptivos, permeables a lo nuevo y no tienen tantos prejuicios como los adultos. Pero como muchas veces quieren quedar bien con ellos replican fácilmente esos prejuicios aunque no se los crean del todo. Cuando eso pasa se ven las resistencias a la poesía por difícil, por supuestamente aburrida, por distinta. Pero los mediadores que conocen a los niños saben que esos “noes” iniciales son fácilmente revertibles poniendo al alcance poesía desde un lugar lúdico, confiando en los lectores, dándoles tiempo y tácticas frescas de acceso al lenguaje poético. 5. En el panorama del trienio 2013-2016, que me invitaron a preparar después del que hiciste tú, también para el CILELIJ, encontré más rima fácil que verso libre tras la búsqueda de un ritmo propio; palabras muy repetidas y desgastadas, pobreza de lenguaje, escasez de metáforas… ¿a qué crees que se deba esto? Me parece que eso tiene que ver con el conservadurismo al que me refería antes. Hay mucha poesía que sigue replicando el universo formal, léxico y temático de la poesía española de las primeras décadas del siglo XX y de la lírica popular española que influyó en la latinoamericana. La tendencia a pensar ahistóricamente la poesía infantil, cierta idea de lo eterno y esencial en ese género, hace que en ciertas escrituras y mediaciones haya resistencia a lo nuevo o a lo experimental y a ser permeables a lo que ocurre (¡hace tiempo!) en la poesía para adultos y en otros territorios artísticos. Considero que no existe una musicalidad esencial en la poesía que se escribe y publica para niños. Entrevista a


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6. Sí, y justo también encontré mucha poesía que se mueve en el cruce de medios, formas, géneros: diccionarios poéticos, clásicos revisitados, novelas en verso y el libro álbum que construye el tono con la ilustración… ¿qué opinas de esto? La hibridación genérica, la exploración de nuevas formas en los lenguajes, la potencia que abre el diálogo entre la palabra, la imagen y el diseño gráfico cuando es innovador y arriesgado y el desafío de crear formas inclasificables son para mí lo más interesante en cierta poesía actual que se publica en editoriales de literatura infantil. Lo poético en lo infantil necesita para refrescarse y renovarse de búsquedas estéticas que vayan más allá de los límites de lo conocido. Desde lo teórico y desde la dimensión didáctica me interesa mucho detenerme en esta zona de la producción y también ver qué sucede con los modos de leer que pone en juego. En los últimos tiempos vengo estudiando y observando en situaciones diversas de formación la riqueza de la experiencia física de la lectura de poesía. Creo que es una de las vías más poderosas para experimentar con la poesía y lo poético a partir de la percepción y sensibilización del propio cuerpo y el de las/os otras/os leyendo poesía. En quienes leen se pone en juego la atención sobre la respiración, la voz, el tono, la gestualidad, el silencio en relación con el sonido. El poema, el libro de poesía deviene partitura poética: la materialidad de lo poético cobra especial relieve cuando se lo experimenta activando la conciencia de la corporalidad tanto de quien lee como del texto (pienso la textualidad como abarcadora de lenguajes diversos: palabra, imagen, diseño gráfico, objeto libro). A la vez, la puesta en voz de poesía es muy rica para acercarse y conocer de modos renovados diversas cuestiones formales y constructivas de la poesía desde lugares que discuten ciertos aspectos de la didáctica tradicional del género. 7. Y de la poesía narrativa, ¿qué opinas? He escuchado a mediadores preguntar al poema de qué trata o presentar a los lectores un poema como un cuento. ¿Hace trampa la poesía narrativa? Es decir, para poder circular en un mercado editorial que favorece a la narrativa. No lo consideraría como una trampa sino como una tendencia o marca habitual de esta zona de la literatura. Creo que el cruce entre lo narrativo y lo poético es fuerte en cierta literatura infantil tanto por la influencia de una tradición narrativa que viene de lejos en la historia como por el deseo siempre abierto de leer o escuchar un relato incluso adentro de un poema. De todos modos, me parece que sería deseable el balance con una poesía más “lírica”, más de juego con el lenguaje y con temas y configuraciones sonoras que trasciendan lo más conocido y transitado y amplifiquen la experiencia poética de los lectores infantiles de todas las edades.


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8. Podrías mencionar algunos títulos que te gusten que ejemplifiquen esa búsqueda, histórica y contemporánea, por extender lo que es considerado “poesía apta para niños”? En la respuesta anterior hablaba de “lectores infantiles de todas las edades” pensando en una gama amplia de lectores que sienten que la infancia puede ser una aventura poética de toda la vida. En ese sentido, ciertos libros de poesía publicados por editoriales y colecciones que se dedican al público infantil ponen en cuestión franjas etarias excluyentes y se vuelven objeto de deseo también para adultos abiertos a explorar poéticas y visiones de mundo originales y sacudidoras de prejuicios. Entre los títulos que destaco (algunos recientes y otros no tanto) en un conjunto de ejemplos que por una cuestión de espacio no da cuenta de muchas otras producciones valiosas, se encuentran libros como Botánica poética de Juan Lima, autor que sintetiza en su hacer poético el cruce de lenguajes (la palabra, la ilustración, el diseño) en una búsqueda innovadora que nunca se repite a sí misma; en esa dirección están sus libros de próxima aparición: Astronomía poética (Calibroscopio) y Las Indias, con ilustraciones de Christian Montenegro (Comunicarte). María José Ferrada es una autora que se caracteriza por buscar tonalidades sutiles, abridoras de modos de percibir los lenguajes desde perspectivas poco habituales, como ocurre en El lenguaje de las cosas (con ilustraciones de Pep Carrió) de Ediciones El jinete azul, Escondido (con ilustraciones de Rodrigo Marín Matamoros), de Ocho libros. Jorge Luján es un explorador de múltiples registros lúdicos de la palabra poética en diálogo con la ilustración a partir de su poemario Palabras manzana (con ilustraciones de Manuel Marín) que precedió a múltiples ediciones de poemas únicos ilustrados. Uno de ellos es Numeralia, en diálogo con la ilustración de Isol, (FCE) donde un género más próximo a lo informativo/ didáctico como el de “libros para aprender a contar” deviene una ocasión poética a dos voces, palabra e imagen. El juego con el significante en diálogo con una gráfica que busca dialogar con las vanguardias está presente en agua/cero de María Teresa Andruetto (con ilustraciones de Guillermo Daghero), editado por Comunicarte. 9. En tu libro reciente, La orfebrería del silencio (Comunicarte, 2016), mencionas cómo el lenguaje poético está muy presente en la creación del libro álbum contemporáneo. ¿Podrías hablarnos un poco de ese recurso en los álbumes? ¿Es el libro álbum un aliado de la poesía? ¿La poesía es más cercana al silencio?


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Justamente en la introducción del libro comienzo preguntándome: “¿El silencio no será el punto inefable donde se cruza el libro- álbum con lo poético?”. Desde que conocí los libros-álbum me atrajo particularmente el modo en que el silencio parece habitar el vínculo entre los lenguajes que los constituyen: la palabra, la imagen, el diseño del libro como objeto estético integral. Los modos de lo que no se dice son múltiples y es apasionante seguir y descubrir las huellas de los procedimientos de lo callado, lo sugerido, lo dicho o mostrado a medias. Quienes leemos somos invitados a activar estrategias de la interpretación para tender lazos entre lo que está y lo que no está. Nos volvemos detectives de sentidos deliciosamente escondidos.

De manera cercana a los libros-álbum, el silencio es un componente vital de la musicalidad y la espacialidad de la poesía. Las pausas al interior y al final de los versos, los blancos diseñados en la configuración espacial de los poemas, la gradación de información en lo que se dice y cómo se lo dice, las opacidades, las figuraciones de lo metafórico y lo metonímico: todo necesita del silencio para entretejer lo dicho con lo no dicho. Me interesan los posibles vasos comunicantes entre la experiencia física de leer un libro-álbum y la de leer poesía. En particular, en la poesía que hoy se edita para público infantil, el diálogo con la ilustración y el diseño se vuelve un componente central a la hora de leer y pasa a formar parte de una poética de la lectura. Creo que ambas experiencias tienen mucho en común en la dimensión performática y, al mismo tiempo, tienen singularidades que las distinguen. Por ejemplo, los modos de respirar en la lectura (oral, susurrada o callada) de poesía suponen decisiones que se nutren de lo inscripto en la materialidad del poema y de su puesta en página (y en libro). En el caso del libro-álbum la pausa respiratoria que se produce en el paso entre páginas es una de las huellas materiales del silencio: el diseño de la narratividad de un libro-álbum, en particular de los que construyen paulatinamente una sorpresa, tiene que tener en cuenta especialmente esa respiración donde se produce la bisagra entre la detención y el avance. Prestar atención a la respiración es una de las tantas maneras físicas de aproximarse a la lectura de libros-álbum y de poesía. También el ritmo, el tono, la cadencia: no casualmente son conceptos musicales, como el silencio. En experiencias de formación en diversos espacios educativos estoy llevando adelante prácticas de puesta en voz de poesía y de libro-álbum invitando a los alumnos a prestar atención, percibir y reflexionar sobre lo que ocurre con los cuerpos de quienes leen y la materialidad de los libros y de los poemas en situaciones concretas. Es


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muy rico lo que se aprende tanto desde lo conceptual como desde lo afectivo, dimensión vital de los aprendizajes. 10. Desde hace tiempo tengo la sensación de que el reconocimiento que ha ganado el niño y la niña en nuestra sociedad nos ha llevado al extremo de querer adivinarle el pensamiento, hacer libros que cubran necesidades muy específicas, decírselo todo, ¿qué dice lo que se calla en un libro álbum para niños? ¿Por qué el silencio? En los libros-álbum el silencio es una de las condiciones del diálogo entre lenguajes. Por el contrario, la redundancia obtura el arte de sugerir, de enviar señales de un lenguaje a otro. Creo que la tendencia a decirlo todo, a sobredecir y sobremostrar se sostiene en algunas representaciones deficitarias del destinatario infantil como alguien que no sabe, no entiende, no puede. Al pensar a los chicos como carentes o inexpertos se llenan los vacíos, se sobrecarga la información, se explicita innecesariamente aquello que puede estar connotado. Este exceso de explicación refuerza la asimetría entre adultos y niños y suele desembocar en discursos unívocos, reduccionistas, sofocadores de la libertad de los lectores de construir sentidos por sí mismos. La sobrexplicación se manifiesta a nivel textual en muchas dimensiones de las ficciones, en distintos géneros y en diversas decisiones de mediación: políticas, editoriales, didácticas, etc. En los espacios de formación donde trabajo propongo que aprendan a detectar las huellas de los excesos del decir y del mostrar. La detección minuciosa de ruidos innecesarios en los textos y en las formas de leer se vuelve una herramienta poderosa con la que quienes se forman como mediadores pueden volverse críticos de los excesos y de la consecuente subestimación a los lectores. Formar a los mediadores en la apreciación de las tácticas del silencio en los textos y en los modos de leer es un camino conceptual y sensible para hacer más habitables los territorios del arte.

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Es Profesora en Letras.

“Poesía, voz y cuerpo: una experiencia de lectura y escritura de poesía ‘infantil’ contemporánea con profesorado de enseñanza primaria”.


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