Actividad 2 La musica y la cultura.

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01 de octubre del 2020. Investigación

La música y La cultura La música, como toda manifestación artística, es un producto cultural con múltiples finalidades, entre otras, la de suscitar una experiencia estética en el oyente, la de expresar sentimientos, emociones, circunstancias, pensamientos o ideas, y cada vez más, cumplir una importante función terapéutica a través de la musicoterapia. Las definiciones parten desde el seno de las culturas, y así, el sentido de las expresiones musicales se ve afectado por cuestiones psicológicas, sociales, culturales e históricas. De esta forma, surgen múltiples y diversas definiciones que pueden ser válidas en el momento de expresar qué se entienden por música. Ninguna, sin embargo, puede ser considerada como perfecta o absoluta. Como cultura subjetiva, la música es cultura, sin duda, pero no solamente humana, sino también animal, si las pautas del canto de los pájaros, por ejemplo, son transmitidas de algún modo por aprendizaje; en el caso de la cultura subjetiva humana es obvio que la música, en la medida en que implica la intervención de operaciones subjetuales normadas, es también cultura subjetiva, lo que se hace singularmente evidente en el caso de aquellas obras musicales cuya dimensión rítmica genérica tenga un peso principal. Cabría hablar así de una música etológica, y de una música estricta. En cuanto cultura objetiva, habríamos de referirnos, ante todo, a la música extrasomática , aunque no por ello las tramas sonoras y rítmicas sean separables de las operaciones humanas; es suficiente que sean disociables. La música objetiva, que disocia a los sujetos operatorios, nos introduce en una categoría de la cultura objetiva, que no es en modo alguna naturaleza. La cuestión central que se plantea aquí, sin embargo, es la de si, partiendo de las normas características de la composición musical, tiene sentido hablar de la posibilidad de estructuras musicales objetivas enteramente disociables de la subjetividad operatoria. La música empezó a ocupar un lugar de importancia en la vida cultural de la comunidad judía de lo que entonces era Palestina (Tierra de Israel) después de la Primera Guerra Mundial, con varios intentos, realizados por aficionados entusiastas y un pequeño cuadro de músicos capacitados, de formar una orquesta Alumna: María Fernanda Rocha Villagrana 5to Semestre LEPREE.


sinfónica, una sociedad coral e inclusive una compañía de ópera. La música a nivel profesional pasó a ser una actividad de importancia en la década de 1930, cuando cientos de profesores de música, compositores, instrumentistas y cantantes, así como miles de amantes de la música, afluyeron al país como consecuencia de la amenaza del nazismo en Europa.

La

Orquesta Filarmónica de Palestina (hoy en día la Orquesta Filarmónica de

Israel), fundada por iniciativa del violinista de origen polaco Bronislaw Huberman, dio su primer concierto en Tel Aviv bajo la batuta de Arturo Toscanini en 1936. Inmediatamente pasó a ser uno de los puntales de la vida musical del país y con el correr de los años adquirió reputación internacional. Poco después, se formó una orquesta de la radio (hoy, Orquesta Sinfónica de Jerusalén), cuyos conciertos transmitidos por la emisora atraían a miles de radioyentes. Con el tiempo se fundaron conjuntos adicionales de música sinfónica: la Orquesta de Cámara de Israel, la Sinfonieta de Beer Sheva, y orquestas locales de las ciudades de Haifa, Natania, Jolón, Ramat Gan y Rishón Letzión. La Orquesta Kibutziana de Israel está formada por miembros de kibutzim de todo el país. A principios de los años 1980, la Nueva Opera de Israel empezó a montar producciones de alto nivel profesional, reviviendo el entusiasmo del público por este género musical, que había declinado después de la disolución de la primera compañía permanente de ópera algunos años antes. Durante la década del 1990, la vida musical de Israel sufrió una profunda transformación con la llegada de más de un millón de judíos de la ex Unión Soviética. Esta inmigración trajo consigo muchos músicos profesionales, incluyendo instrumentistas, vocalistas y profesores de música, cuya influencia se hizo sentir en la creación de nuevas orquestas sinfónicas y de cámara, así como conjuntos más pequeños, y una dinámica inyección de talento y vitalidad musical en conservatorios, escuelas y centros comunitarios en todo el país. La tradición de la música de cámara, también sentada en los años 30, comprende numerosos conjuntos, algunos de ellos de reputación internacional, que han ganado en calidad y variedad gracias a la inmigración de los 90. Se destacan ente estos grupos la Camerata de Jerusalén, la orquesta de cámara del Cuerpo de Educación de las FDI y la Camerata de las Cuerdistas de Ramat Hasharón. La música coral está también muy desarrollada, con grupos corales en numerosas ciudades grandes y pequeñas. Cada año se realizan varios festivales de música coral, entre ellos la Litúrgica de Jerusalem, el festival Zimriá y conciertos de música vocal en las iglesias de la localidad árabe de Abu Gosh.

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Recitales y conciertos sinfónicos de una amplia gama de obras clásicas se ejecutan en sitios históricos como los anfiteatros romanos restaurados de Cesarea y Beit Sheán y en dos grandes salas de conciertos, el Auditorio Mann de Tel Aviv y el Centro Internacional de Convenciones de Jerusalén, así como en salas más pequeñas en todo el país. Éstas incluyen el complejo del Teatro Jerusalén, el nuevo Centro de Artes Escénicas de Tel Aviv, el museo de Tel Aviv, el Museo de Israel en Jerusalén, así como centros culturales en ciudades menores y en kibutzim en todo el país. El público israelí que asiste a los conciertos es entusiasta y demostrativo, atributos muy apreciados por los artistas musicales renombrados que visitan el país y por los solistas israelíes mundialmente famosos como Pinjás Zuckerman, Shlomo Mintz, Daniel Barenboim e Itzjak Perlman, que son parte del escenario musical del país año a año. Eventos musicales a nivel mundial que tienen lugar en Israel incluyen el Concurso Internacional de Arpa y la Competencia de Piano a nombre de Artur Rubinstein. Festivales musicales locales, como el Festival de Música en el kibutz Ein Guev, el Festival de Música de Cámara en el kibutz Kfar Blum y el Festival de Jazz del Mar Rojo en Eilat, atraen una considerable audiencia. El Festival Israel, que presenta música, teatro y danza ejecutados por grupos de todo el mundo, convierte a Jerusalén en un imán cultural durante tres semanas cada primavera. La creación de música específicamente israelí se ha desarrollado desde que empezaron a llegar al país compositores profesionales a mediados de la década del 40. Aunque las tradiciones rusa y francesa, las fuerzas románticas y postrománticas alemanas y la vívida evocación de compositores europeos han dejado su marca en las composiciones locales, se está cristalizando gradualmente una nueva expresión del moderno Israel en el así llamado estilo ‘Mediterráneo’, que integra melodías tradicionales orientales con pautas de cantilación, la entonación musical de las lectura bíblicas. La primera generación de compositores israelíes, todos nacidos en Europa, hizo grandes esfuerzos por componer en un nuevo idioma musical. Paul Ben Haim utilizó tonalidades expandidas para crear un estilo post-expresionista, mezclando lo antiguo con lo nuevo, Oriente y Occidente; Oedon Partos vio en la asimilación de un folklore auténtico un importante método de composición; Alexander Uriah Boscovitch usó formas populares de expresión como unidades de construcción de sus composiciones; Yosef Tal fundó la composición electrónica en Israel; y Mordejai Seter se concentró en la integración de melodías y ritmos yemenitas en sus obras.

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La segunda generación, en su mayoría discípulos directos o indirectos de la primera, buscó una expresión musical que integrara el idioma hebreo, sus consonantes y entonación, su relevancia en la liturgia y tradición judías, y su incorporación al mundo oriental.

El tercero y más reciente grupo de compositores manifiesta un deseo de participar en la composición internacional sin un perfil nacional, de abordar el Holocausto a través de la música y derribar barreras dentro de la música (como es el caso con la música de Yehudá Poliker), mezclando las tradiciones orientales y occidentales e incorporando algunas innovaciones de los géneros de música popular. Jóvenes israelíes talentosos empiezan su formación musical asistiendo a alguno de los numerosos conservatorios existentes, o estudiando con alguno de los cientos de profesores de música privados; muchos adquieren experiencia uniéndose a una de las orquestas juveniles del país. Estudios adicionales se proporcionan en las academias de música y danza de Jerusalén y Tel Aviv, que otorgan títulos académicos. Artistas internacionales visitantes dan frecuentemente clases magistrales para cantantes, instrumentistas y conjuntos de cámara en las dos Academias, así como en el Centro de Música de Jerusalem. La educación e investigación musical en instituciones de altos estudios se inició a comienzos de la década del 60 con el establecimiento de la Cátedra de Musicología Artur Rubinstein en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Desde entonces, se han abierto también departamentos de musicología en las universidades de Tel Aviv y Bar Ilán. Se ofrecen dos áreas principales de especialización: una de música judía y la otra de música de los diversos grupos étnicos de Israel, con particular énfasis en la música de las comunidades orientales y sefardíes. Los primeros pioneros trajeron consigo sus canciones, traduciendo la letra original al hebreo o poniendo nueva letra en hebreo a melodías conocidas. Desde entonces se han escrito miles de canciones, con melodías que incorporan elementos de estilos musicales traídos por las diversas olas de inmigrantes, desde las antiguas tradiciones árabe y yemenita hasta los modernos rock y pop, con letras tomadas de textos bíblicos y tradicionales, o de los versos de poetas y letristas israelíes contemporáneos. Aunque es difícil definir la canción hebrea típica, los israelíes diferencian entre las meramente escritas en hebreo, sobre temas cualesquiera y en estilos variados, y el auténtico Shir Ivrí (‘Canción hebrea’) cuya letra transmite las voces, los valores y el estado de ánimo del país, y cuyas melodía suele reflejar una fuerte influencia Alumna: María Fernanda Rocha Villagrana 5to Semestre LEPREE.


eslava. Acompañando los grandes eventos de la vida nacional del pueblo judío en el último siglo, esas canciones recogen los sueños, dolores y esperanzas de la nación. Aunque como toda canción folklórica expresan sentimientos universales, también manifiestan sentimientos israelíes fuertes como el amor al país y a su paisaje. Estas son canciones que todos conocen, las canciones que se han convertido en parte integrante del legado cultural de la nación. A los israelíes les gusta cantar juntos sus canciones, desde las antiguas del período preestatal hasta las más nuevas; lo hacen en salas públicas y en casas particulares, en comedores de kibutzim y en centros comunitarios, durante excursiones y alrededor de fogatas, por lo general guiados por un profesional con piano, acordeón o guitarra. La participación en estos grupos de canto genera un sentimiento de unidad, evocado por emociones patrióticas y por la nostalgia de la época pionera y de la lucha por la independencia, las guerras ganadas, los amigos perdidos y los momentos de esperanza y amor.

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