¿Se debe invertir en investigación básica y traslacional?

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¿Se debe invertir en investigación básica y traslacional? Jesús Merayo Lloves Profesor de Oftalmología de la Universidad de Oviedo y director de Investigación de la Fundación de Investigación Oftalmológica del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega

La relación entre investigadores básicos, traslacionales y clínicos facilita que los problemas del día a día de la consulta puedan ser transmitidos al laboratorio y los hallazgos de la investigación transferidos a la clínica

n el año 2009, comienza su actividad la Fundación de Investigación Oftalmológica (FIO), una entidad privada dedicada a estudiar las bases de las enfermedades que comprometen la visión para poder acercar los resultados lo más pronto posible a la actividad médico-quirúrgica de los oftalmólogos. Desde entonces, y en sólo cinco años, se han publicado más de 40 trabajos de investigación, se han realizado dos patentes y se ha ayudado a poner al servicio de los pacientes dos productos que ya están en el mercado. Uno de ellos es una prótesis que evita el trasplante de córnea a los que sufren una determinada patología; el otro, un colirio regenerativo del que sólo en el Instituto Oftalmológico Fernández Vega (IOFV) se benefician 800 pacientes cada año. Además, se ha consolidado una actividad docente por medio de ocho programas de formación de alta especialización para los profesionales de la oftalmología y ciencias de la visión, un programa de formación continuada y un sistema de formación de investigadores. El inicio de la FIO fue una apuesta personal del profesor Luis Fernández-Vega, director médico del centro y accionista mayoritario. Su idea inicial fue apoyada desde el principio por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, sumándose posteriormente otras fundaciones (BBVA, Rafael del Pino, Ramón

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Areces, Caja Astur, Caja Rural, la Caixa, Telefónica) y las donaciones de pacientes. Además, ya desde 2009 la FIO consigue ayudas competitivas de convocatorias regionales, nacionales, europeas, de los Estados Unidos y de la industria del sector. Gracias a todo ello, el presupuesto anual está cerca de 1,5 millones de euros y cuenta con 20 trabajadores altamente cualificados. Junto al empuje inicial de la familia Fernández-Vega, otros factores clave que han ayudado a que el proyecto sea una realidad consolidada son: La relación entre investigadores básicos, traslacionales y clínicos, que facilita que los problemas del día a día de la consulta puedan ser transmitidos al laboratorio y los hallazgos de la investigación transferidos a la clínica. El acuerdo marco de investigación y docencia con la Universidad de Oviedo, mediante el cual las dos instituciones se relacionan para colaborar en tareas docentes y de investigación. Ha habido proyectos de investigación con ingenieros mecánicos -para ayudar en la biomecánica de la córnea-, con microbiólogos -para detectar nuevos abordajes en el diagnóstico y tratamiento de la patología infecciosa ocular- o con químicos -para colaborar en determinaciones de metales en las proteínas oculares-. En el área docente, los futuros médicos y los especialistas e


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investigadores se benefician de la actividad clínica y los laboratorios para cursar estudios de la Universidad de Oviedo. Relación con el entorno biotecnológico. Como consecuencia de la trasferencia del conocimiento generado en la Universidad de Oviedo al entorno más próximo, se han creado empresas, centros de investigación privados y públicos y clínicas privadas con las que la FIO puede colaborar para que -sin dejar de hacer la actividad en la que son buenos- nos ayuden a abordar problemas no resueltos en el ojo. Como ejemplo podemos citar al buque insignia de la Universidad de Oviedo, el Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias, que ha formado a los investigadores de centros como el Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (Imoma) o ha estado en la génesis de empresas de diagnóstico genético, como Dreamgenics, con las que se colabora desde la FIO. Otro ejemplo es la colaboración con la empresa Dropsens -nacida con investigadores químicos de la Universidad de Oviedo-, con la que se trabaja en el desarrollo de sensores para la monitorización de productos de terapias avanzadas o sensores diagnósticos. En cuanto a los centros tecnológicos, la FIO colabora con el Instituto de Materiales de Asturias (Itma) en aplicaciones de la energía solar a la prevención y tratamiento de enfermedades oculares, o con la Fundación Prodintecen fabricación aditiva en 3D. Con todos estos agentes se puede construir una cadena de valor para aplicaciones oftalmológicas. Pero, ¿cómo beneficia esto a la empresa que ha promovido la FIO de forma directa? Primero, porque una empresa de servicios como el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega devuelve así a la sociedad parte de lo que ésta le ha dado, facilitando que los pacientes que confían en Los Vega para el cuidado de sus ojos

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estén en un centro con una trayectoria de más de 125 años donde la prevención y atención médico-quirúrgica de excelencia están garantizadas por la constante innovación y la trasferencia de los resultados de la investigación y de la formación continuada. En segundo lugar, el tener con nosotros oftalmólogos, optometristas, enfermeros, biólogos matemáticos o estudiantes de formación profesional nos permite conocer, seleccionar y ofrecer a los mejores la oportunidad de formar parte de nuestro equipo, con lo que se garantiza la renovación generacional de la institución. En tercer lugar, contamos con antiguos alumnos en varios centros de España y del extranjero que nos ven como hospital de referencia donde se puede dar solución a pacientes con problemas complicados. Por último, reconocer que no lo hemos hecho todo bien. Con cinco años de experiencia, ya sabemos qué línea de investigación básica hay que potenciar y dónde hay que priorizar los esfuerzos para ser más eficientes y poder sacar la cabeza en un mercado global muy competitivo. En conclusión: ¿merece la pena la investigación privada en las empresas? Para ofrecer nuevos productos para el mismo mercado, para abrir nuevos mercados, para canalizar a los emprendedores internos, para estar al día en el estado del arte de nuestro campo. Si entra en esta actividad, verá como encuentra sinergias con el entorno más próximo y tendrá beneficios directos e indirectos a corto y medio plazo. Esto me recuerda a esos carteles que llevan algunos coches pegados: ifyou think that education is expensive, try ingnorance. ¿Merece la pena la apuesta por la formación? El que crea que educar es caro, que pruebe a no hacerlo.

Jesús Merayo Lloves Profesor de Oftalmología de la Universidad de Oviedo y director de Investigación de la Fundación de Investigación Oftalmológica del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega

Con cinco años de experiencia ya sabemos qué línea de investigación básica hay que potenciar y dónde hay que priorizar los esfuerzos para ser más eficientes y poder sacar la cabeza en un mercado global muy competitivo


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