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BINOCHE JULIETTE
Si en siglos pasados el ser humano se entretuvo poniendo nombre al mundo que lo rodeaba, la que nos ha tocado vivir podría definirse como la Era del Diagnóstico, como si de cualquier realidad destacáramos ante todo el sesgo patológico. Al glosario de las modernas enfermedades sociales pertenece el “edadismo”, término que engloba los estereotipos y prejuicios que se generan en torno a los hombres y las mujeres que han alcanzado una edad considerable. ¿Sus consecuencias?: infantilizar, despersonalizar, deshumanizar, discriminar. El problema es que, aparte de muy contagioso, el edadismo se interioriza y cronifica con facilidad. Por eso tantas personas con muchos (a veces no tantos) años a cuestas no dudan en afirmar aquello de “ya soy mayor para…”, una conformidad que verbalizan como un mantra y asumen sin oponer resistencia, sencillamente porque a su alrededor todo el mundo parece estar de acuerdo. Y si todo el mundo lo dice…
Cuando la actriz Juliette Binoche cumplió 40 años (lo contó en una entrevista reciente), su agente (género masculino) en Francia le anunció: “a partir de ahora tendrás poco trabajo, sólo se ruedan películas de hombres y de parejas, así que más vale que vayas haciéndote a la idea”. Esto sucedió hace casi 20 años. Sigue contando la actriz que aquella muerte artística anunciada, en un primer momento, fue para ella un chasco. La que convirtiera en oro las películas de Kieslowski, Louis Malle o Anthony Minghella tenía dos opciones: aceptar el cruel destino de tantas otras actrices llegadas a la madurez o rebelarse contra el edadismo. “No voy a dejar que ocurra”, sentenció entonces. Y así ha sido. En los últimos 19 años, desde que su agente lanzó - con tan poco tacto como falta de acierto - tal premonición, Juliette Binoche ha participado en no menos de 30 títulos. Dice ella que la intención es lo importante. Es cierto, pero no del todo. Para seguir en primera línea, para conservar el brillo en un universo que se mantiene a base de quemar estrellas, no basta con la voluntad. Su caso puede ser estimu- lante para muchas personas condenadas a padecer los rigores del edadismo, pero semejante convicción implica una búsqueda que puede durar toda la vida. En su discurso al recibir el Goya Internacional 2023, Juliette atribuyó todo el mérito del premio “al fuego ardiente que me habita, pero que no me pertenece. No es suficiente ser una actriz feliz: hay que dar también felicidad”. Saber quién eres y por qué estás aquí. Al fin y al cabo, no hay más edad que seguir viviendo.
Pachi Poncela.