Palabras del Editor
El arte en cualquier manifestación es siempre una aventura que nos arrastra del pasado al presente y muchas veces nos lanza hacia el futuro; es un reto, una anticipación y la mayoría de las veces, el menos rentable de los oficios, pero que satisfactorio resulta saber que alguien, en cualquier lugar y momento puede estar compartiendo un poema, un cuento o simplemente reflexionando frente a una pintura. Hoy tienes en tus manos el número 10 de Verbo(des)nudo y llega justo cuando el mundo parece retorcerse, convulsiona la sociedad civil en muchos puntos del planeta, se rompen lazos, se exige, se lucha, se sobrevive. El arte no escapa a esas crisis, se funde en ellas, denuncia, valora y nos hace ver cuán frágiles pueden ser los sueños y las aspiraciones del hombre. Date un respiro, por un tiempo deja que tus ojos repasen esta entrega, el trabajo de un Colectivo que afortunadamente sigue siendo terrenal. Muchas gracias.
Musas, ridículas y bellas manías de escritores Por Anouna Fabio
Manía, extravagancia, preocupación caprichosa por un tema o cosa determinada, sería la acepción del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Sorprende encontrar en la literatura, que aparte de grandes historias y personajes, el autor pasa a ser un personaje más relevante aún que su propia creación. Es un asunto complejo y fácil a la vez, la sorpresa aquí son las manías y extravagancias de muchos escritores, que a la hora de la “inspiración” deben acudir a rituales imprescindibles para poder plasmar sus ideas, pensamientos y sueños gratos e ingratos. Tenemos una gran variedad de nombres reconocidos, que debido a sus raros comportamientos se nos hacen aún más atractivos. Honoré de Balzac, literalmente murió por exceso de trabajo; se acostaba a las seis de la tarde y despertaba a medianoche, se envolvía en una especie de vestido fraulino con capucha, bebía café tras café y trabajaba hasta el mediodía siguiente. Mary Shelley, autora de Frankenstein, sufría frecuentes melancolías, alucinaciones y sueños letárgicos. Gabriel García Márquez, necesitaba una habitación a una temperatura adecuada, sobre la mesa una flor amarilla y descalzo, de no ser así, no podía escribir. Paul Verlaine, deambulaba por los bares de París borracho, sobre la mesa con un vaso de ajenjo, escribía confusas composiciones, a veces lanzaba su lápiz con violencia y sufría convulsiones como un epiléptico, luego volvía a beber y seguía escribiendo. Mario Vargas Llosa, comienza su escritura a las siete de la mañana, rodeado de distintas figuras de hipopótamos, sus libros mantienen un orden obsesivo y curioso, por tamaño, por países, etc. Friedich Schiller, Ocasionalmente podía escribir si tenía los pies metidos en agua fría, también tenía manzanas podridas en su escritorio para olerlas mientras trabajaba.
Ernest Hemingway, escribía de pie, su máquina estaba empotrada en un estante repleto de libros y papeles, todo en desorden. Enamorado, sólo enamorado puede uno escribir las mejores páginas, recomendaba.
Víctor Hugo, escribía desnudo, le entregaba su ropa a su valet y le pedía no se la devolviese hasta que no hubiese terminado la tarea.
Thomas Wolfe, escribía en su máquina que estaba situada sobre el refrigerador, medía dos metros un centímetro.
Pablo Neruda, solamente podía escribir si tenía un lápiz color verde.
John Cheever, se vestía con corbata y abrigo, tomaba el ascensor rumbo al sótano del edificio donde tenía su departamento, una vez ahí, se desnudaba para quedar sólo en calzoncillos y escribir durante toda la mañana, hacía lo mismo en la cocina de su casa. Roberto Bolaño, escribía de noche, escuchando con audífonos, música heavy metal.
Juan Ramón Jiménez, necesitaba del total silencio a la hora de escribir, llegó a tanto su obsesión que tapizó las paredes de su despacho en Madrid con corcho. Cualquier ruido por menor que fuese, lo distraía e irritaba. Jorge Luis Borges, se metía a la bañera por las mañanas y pensaba si el sueño que había tenido por la noche, valía bien para un poema o una historia. Alejandro Dumas, usaba una sotana roja de amplias mangas y sandalias para poder inspirarse.
Otra gran lista de escritores, necesitaron de alcohol, opio, ajenjo y otras variedades de alucinógenos para poder dar origen a sus creaciones; otros necesitaron horarios precisos, días determinados, comidas y fetiches para encontrar ese latido que iniciara la anhelada inspiración. ¿Serán signos de locura o es el precio de la genialidad, o es solamente un signo, un sello que se busca para marcar más que una huella? A la hora de la inspiración, cada escritor necesitará su musa, aunque ésta sea la ridícula más bella.
Culminación del dolor
Charles Bukowski Oigo incluso cómo ríen Las montañas Arriba y abajo de sus azules laderas Y abajo en el agua Los peces lloran Y toda el agua Son sus lágrimas.
Oigo el agua Las noches consumo bebiendo Y la tristeza se hace tan grande Que la oigo en mi reloj, Se vuelve pomos sobre la cómoda Se vuelve papel sobre el suelo Se vuelve calzador Tique de lavandería Se vuelve Humo de cigarrillo Escalando un templo de oscuras enredaderas.
Poco importa Poco amor O poca vida No es tan malo, Lo que cuenta Es observar las paredes, Yo nací para eso Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte.
“Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener”
Arte Cuando el espíritu se desvanece aparece la forma.
Por Luis Ceron
Siguiendo en la senda del Nobel de Literatura, nos encontramos que en al año 1903, éste fue otorgado al noruego Bjørnson Bjørnstjerne, laureado dramaturgo y poeta, y si bien el ámbito donde más destaca es la dramaturgia, no es menos cierto que escribió varios poemarios enmarcados dentro de ese nacionalismo épico hijo del romanticismo. Destaca sobre todo su poema Ja, vi elsker dette lande, el cual se convirtió en el actual himno de Noruega.
Sin embargo, no fue hasta 1906 que otro poeta recibiría el Nobel de Literatura, nos referimos al italiano Giosuè Carducci. Carducci nace en Valdicastello, Toscana, el 27 de julio de 1835; hijo de un médico rural pasa su infancia en la región de Maremma para trasladarse en 1853 a Pisa, donde ingresa a la Universidad licenciándose en Filosofía y Filología; ejerce como profesor en diferentes centros docentes entre ellos el Colegio San Miniato de Santa María al Monte, desde donde fue expulsado por sus ideas irreligiosas. Luego se haría cargo durante 42 años de la Cátedra de Literatura Italiana en la Universidad de Bolonia. Opuesto al papado, a la monarquía y al sentimentalismo que dominaba la literatura italiana de su tiempo, en su obra es notoria su personalidad, rebeldía e inconformismo, así como también su anticlericalismo. Carducci cree firmemente que la misión del poeta es ser consuelo de los hombres, oprimidos por la contradicción entre los ideales y la amarga realidad. Se aleja de los últimos románticos y de los ideales de su tiempo, desilusionado por el contraste entre los grandes ideales del Risorgimento y la mísera realidad italiana imperante después de las guerras de la Independencia. En esta misión mencionada precedentemente, Carducci postula que el poeta debe ayudar a formar la conciencia cívica de sus conciudadanos, incentivando las acciones nobles, heroicas y encendiendo los ideales patrióticos. Giosuè Carducci es considerado el poeta símbolo de la nación italiana. Ama el clasicismo que para él es armonía, claridad y culto a la belleza. Según Carducci para renovar poesía, era necesario tener como referentes a los grandes escritores de la tradición italiana como Dante Alighieri, Giuseppe Parini, Vittorio Alfieri hasta Ugo Foscolo. Rechaza la poesía moderna, que desde Leopardi en adelante, estimaban no estar obligados a seguir las reglas de la métrica. El Poeta, en la “Rima Nueva” sigue la tradición de los modelos italianos y en “Odas Bárbaras” (Odi Barbare) aplica las reglas de la métrica griega y latina. Carducci muere en Bolonia el 16 de febrero de 1907.
Su Obra
Juvenilia (1856–1860) Levia Gravia (1861–1871) Giambi ed epodi (1867–1879) Rime nuove (1871) Odi barbare(1877–1889) Rime e ritmi (1890–1897) Intermezzo (1874–1886) La canzone di Legnano (1879) Ça ira (1883) Primizie e reliquie, publicada póstumamente en 1928.
Preludio Odio la usada poesía: al vulgo los flancos cede, y sin temblor de anhelo, y sin vibrar bajo habitual abrazo tiéndese y duerme. Dame la estrofa que el aplauso excite, rítmico el pie con el compás del coro; le cojo el ala cuando rauda vuela, vuélvese y lucha. Tal entre brazos de amador silvano ninfa se tuerce en el Edón nevoso: bellos encantos de su pecho entonces saltan opresos. Besos y gritos en la ardiente boca mézclanse; ríe la marmórea frente al sol, y en ondas los cabellos libres tiemblan al aire.
Odio la poesía al uso... Odio la poesía al uso; brinda, fácil, al vulgo sus costados lacios; alargase entre abrazos rutinarios, lánguida, y duerme. Viva la estrofa quiero yo, que al ritmo de pies y palmas en los coros salte; su ala yo atrapo al vuelo, y ella, indómita, niégase y lucha".
El soneto Dante le dio del serafín el vuelo circundado de azules y de oros; en manantial de rimas y de lloros diole Petrarca el corazón en duelo. Del venosino y del mantuano suelo, la musa tiburtina los decoros diole al Tasso; yen déspotas desdoros Alfieri lo clavó como escalpelo. Foscolo, el trino de los ruiseñores y del nativo acanto los primores le dio bajo los jónicos cipreses. Último yo -no sexto- vuelo y llanto, arte, hálitos, iras, en el canto, y lo elevo a los Manes como preces.
Mediodía alpino En el círculo de los Alpes sobre el granítico retorcido y desangrado entre las nieves candescentes reina parado intenso e infinito en su amplio silencio el mediodía. Pinos y abetos blancos sin el aliento de los vientos se elevan al sol que sereno los mira y un pájaro canta con frágiles sonidos de lira el agua que lentamente entre las rocas camina.
Panteísmo No os lo diré jamás, claras estrellas; ni a ti lo diré nunca, sol fulgente. Su nombre, hermosa flor de cosas bellas, en mi pecho ha sonado solamente. Las estrellas no obstante, en sus reflejos, mi secreto se cuentan, una a una; por eso, puesto el sol, sonríen lejos en todos sus coloquios con la luna. Y una flor a otra flor con voz secreta lo murmura en los cármenes risueños; las aves cantan al pasar: «Poeta, el amor te ha enseñado dulces sueños». Nunca dije el secreto de mi vida, mas divino fragor el hombre clama; y entre efluvios de acacia florecida el gran todo murmura: «Ella te ama».
El buey ¡Piadoso buey! Al verte mi corazón se llena de un grato sentimiento de paz y de ternura, y te amo cuando miras inmóvil la llanura que debe a tus vigores ser más fecunda y buena. Bajo el pesado yugo tú no sientes la pena y así ayudas al hombre que tu paso apresura, y a su voz y a su hierro contesta la dulzura doliente con que gira tu mirada serena. De tu ancha nariz brota como un vaho tu aliento y tu afable mugido lentamente en el viento vibrando como un salmo de alegría, se pierde... Y en su austera dulzura, tus dos verdes pupilas reflejan cual si fuesen dos lagunas tranquilas, el divino silencio de la llanura verde.
La niebla de cuellos rizados... La niebla de cuellos rizados se levanta como la lluvia. El mar aúlla y palidece bajo el efecto del mistral. Pero en los caminos de la aldea, unas cubas en fermentación el áspero olor de los vinos regocija el corazón. Sobre los leños candentes, el asador gira crepitando, el cazador silba y desde el umbral de su puerta, observa entre las nubes plomizas el vuelo de unos pájaros oscuros que migran en el crepúsculo, como pensamientos desterrados.
GinoGinoris A veces
Escribo como quien debe todos los silencios con la memoria a flor de piel del que marcha en busca de otros vientos
Hablo en la parquedad de la ola su estruendoso ademan de salvadora
Vengo del cĂĄntaro desnudo a destejer los milagros pobres nĂşmeros que no bastan
He aquĂ parpados de agua preguntas que la noche no perdona traigo la lengua del que confiesa su pausa
Voy hacia la espera muro contenedor de lucidez veo la mancha Me rindo.
GinoGinoris
XIV
Engolados totales distantes 多Eso somos? Viento que arremete en solitario contra el rostro de la noche un papel en blanco y sus miserias.
Hemos vuelto para no escucharnos.
GinoGinoris
Disidente
A partir de ahora me sobran ilusiones. Los pájaros de mi sangre han levantado el vuelo mi boca es una piedra, habita una cueva mi palabra. Un, dos, tres ya no deshojo margaritas el lodo del camino es un laúd que gime mezcla en su sonido al manantial que llama. Sofoco en la erosión de la carne la pérfida costumbre de tapar los espejos. Un, dos, tres llego a otro templo sepultado no hay cruz ni bronce que lo identifique, fetiche inseguro para un salmo. Un, dos, tres desecho la hecatombe de morirme. A partir de ahora me sobran margaritas.
GinoGinoris
Algunas disonancias
He de quedar hundido, abismal, como el vuelo atolondrado de la tarde que olvida lo reducido de su escena. Voy a quedar hundido, les decía de negarme a simular que me perdono. Algún acercamiento al facilismo marcará por siempre el título al que nadie vuelve. Resiste la embestida el animal que pasa, créanme, disonancias quedan, lucir lineal y espontáneo sería un despropósito. Al menos yo, lo veo innecesario.
GinoGinoris
Consejo
Cada palabra puede ser un dardo que se incrusta en los espejos. Naufrago de dioses su esqueleto cada palabra lleva en sĂ al verdugo y sus conquistas. (nupcial soledad de la carne) Juntad paciencia.
Amando García Nuño No hay mejor presentación para este escritor que hoy nos visita que las palabras que el mismo dejara como introducción en su blog Parece que vuelvo tarde
http://parecequevuelvotarde.blogspot.com/
Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar solo... Puse estos versos en boca de mi heterónimo, un tal Fernando Pessoa, en alguna vida anterior. Tiempo después, cuando ya me sentía demasiado viejo, vine a nacer. Esquivé mi infancia como pude. Desaprendí Ciencias Químicas y Periodismo. Perdí dinero mensualmente en la nómina de un trabajo que no entendía... A medida que rejuvenecía, fui archivando mentiras. Ahora orlo mis vanidades con marchitos laureles de concursos literarios, casi un centenar, donde pierdo cada vez que parezco ganar. Al fin, casi niño, os invito a visitarme en este espejo de retornos tardíos. Me miro en él con vuestros ojos, me devuelve la imagen rasgada de ahí arriba, ese gesto de ausencia. Sobre el cristal dejo escritas las líneas del estupor, del vacío acaso. Escribo para no tirar el alma por el desagüe. Pero está bien así, es mi manera de estar solo.
Después de esto prepárense para la buena poesía.
Amando García Nuño
EMBARGADO
Esta fea costumbre de levitar a un palmo del olvido hipoteca a menudo mi tristeza, luego, moroso de presentes, una difusa soledad me embarga, y aquí me tienen, embargado y solo, pidiendo una vez más en préstamo kilo y cuarto de ternura.
SEMANAS Los jueves toca ir al supermercado porque tienen besos en oferta, barras de bar los viernes sepultando entre vasos confidencias, los sábados, es la costumbre, limpieza general de las memorias vencidas de pelusa, luego, el domingo vienes y te sientas conmigo en la terraza, cuatro retinas torpes, infantiles, viendo pasar la vida sin mirar de soslayo el calendario.
Amando García Nuño
CINE PARA DOS Vuelven a poner esa peli francesa donde el desamor se sirve con los aperitivos de una brasserie, la vimos, recuerdas, en algún cine de tiempos grises. En la puerta, escuetas filas de estudiantes progres filtraban teorías sobre los aligustres libertarios.
Yo te besé cuando apenas comenzaba, es lo que recuerdo, eso y aquellos rizos de existencialista pillada a contraluz, guiones de silencios impostados, música de acordeón, y al final, listas de créditos baja la luz hiriente. Habrá que verla otra vez en nuestra habitación sin numerar, sin filas de pana ni contraculturas, habrá que verla, es posible que te bese apenas haya comenzado.
ABANDONADA No estaba sola, lo sabía. Los pasos de los otros, al partir, le hacían compañía.
Amando García Nuño
Un día de éstos recogerás tu cuarto, abrirás la ventana, y entrarán haces de luz sobre los desconchones que dejan los recuerdos mal pintados. Un día de éstos, quizá a media mañana, limpiarás los estantes de rutina, barrerás el tedio y, si te animas, cambiarás de sitio la memoria, ésa que asoma en el estante roto junto al despertador que no funciona y dos fotos de algún desconocido. Un día de éstos, después del desayuno, echarás a lavar los infinitos tirados por el suelo, entre tus calcetines y el fallido proyecto de ser alguien por triplicado y en formato adobe. Un día de éstos, piensas mientras suena algún cedé del Boss tras el tabique, te pondrás los vaqueros con corbata y saldrás a la calle, a ver si es cierto que hay besos mendigando en los rincones, o se sienta el azar por los bordillos. Habrá que despertar, un día de éstos, intuyes mientras subes el embozo, pero… se está tan bien a contrapelo del sentido común… Hoy es domingo en el silencio feliz de los relojes huérfanos de ti, sube un calor desde los arrabales del olvido que te pone, ya ves, y por tus ojos casi cerrados, se proyecta aún el sueño a sesión doble de los vivos.
Amando García Nuño
ESAÚ EN EL METRO
En el vagón del metro, Esaú pide unas monedas para el bocadillo, exiliado de sí, pasa la gorra mientras recuerda con atroz nostalgia aquella infancia perdida, lo bien que a Jacob le salían las lentejas.
Amando García Nuño
CIEN PALABRAS DE DESPEDIDA
Me pides que te diga adiós en cien palabras, como máximo. Exigencias de la tecnología amorosa. Mejor así, supongo.
Siempre
resultaron
incómodas las despedidas largas. Ya llevo
veintiocho,
creo.
Además,
nosotros ya nos habíamos dicho todo, sería absurdo ponernos a hablar precisamente cuando nos alejamos.
Mejor
que
hablen
nuestros abogados, que no tienen límite
de
palabras
en
sus
argumentarios procesales. Me entra prisa, ya ando cerca de setenta. ¡Uff! ¿Uff cuenta? Si cuenta uff, ya son setenta y nueve. Si no cuenta, ochenta y dos. No hay quien lo entienda. Como el amor. Cuenta uff. Noventa y ocho. Te quiero.
Jackson Pollock
Aquel enero, en el Metropolitan de Nueva York estaban en exhibición dos obras de Jackson Pollock; una que muestro a continuación y la otra “Easter & the Totem” la muestro más adelante. Sobre Pollock sabía casi nada. Asociaba muy vagamente su nombre, con Willem de Kooning y el “Expresionismo abstracto”, nada más que eso. La acción de los Museos en la puesta en escena de las obras de un artista, es verdaderamente importante, sobre todo para una persona que visita las obras originales de un artista, del cual conoce poco. Así puedo justificar la impresión que me causó y que me dejó clavaba frente a ellos, tratando de asimilar las múltiples imágenes, de energía, rabia, locura, caos y belleza, que me transmitían los cuadros de Pollock.
Autumn Rhythm, 1950 Jackson Pollock
Paul Jackson Pollock, nació el 28 de enero 1912, en Cody, Wyoming, lugar en que vivió su infancia y adolescencia. Siendo el menor de cinco hermanos, Pollock fue siempre un chico con carencias, de carácter extremadamente irascible, buscaba constantemente llamar la atención, no obteniéndola en el medio familiar. La familia se desplazó fuera de Cody, llegando finalmente a California. Al cumplir 8 años, el padre, LeRoy Pollock, alcohólico y padre abusador, abandonó a la familia, siendo Charles, el hermano mayor y artista también él, quien se convertiría en padre sustituto para el joven Pollock, ejerciendo una gran influencia sobre su formación. En 1930, a la edad de 18, J. Pollock se trasladó a Nueva York a vivir con su hermano Charles. Comenzó a estudiar en la Art Students League con el pintor Thomas Hart Benton, logrado una gran cercanía con su maestro y su familia. En 1933 muere el padre de Pollock, provocando en él una profunda depresión, agravando sus problemas de alcoholismo. En una ocasión Jackson comenzó una fuerte discusión con la esposa de su hermano a quien amenazó con un hacha, y en medio a la pelea y confusión, rompió con esa hacha una pintura de su hermano Charles que debía ser presentada en una Exhibición próxima a inaugurarse. Pollock debió abandonar la casa de su hermano y fue su otro hermano Sanford, quien estuvo a cargo de su cuidado desde esa fecha en adelante. Pollock comenzó su carrera con obras figurativas, en las que prestaba particular atención a la materia y el cromatismo. Hacia 1938 comenzó a interesarse por la pintura abstracta e irracional. A partir de la década de los 50, mezcló la pintura abstracta con obras figurativas o semi figurativas en blanco y negro, sin embargo a Pollock se lo relaciona con los grandes lienzos abstractos de vivo colorido, donde los trazos se entrelazan hasta formar una trama densa y compacta (una especie de maraña) de gran impacto visual. Su trabajo, fue tempranamente relacionado con el surrealismo. Entre 1935 y 1943 pintó bajo la influencia de Picasso, el surrealismo y el psicoanálisis jungiano que usó como terapia contra
su alcoholismo. En 1936 tuvo ocasión de trabajar en el taller experimental del muralista David Alfaro Siqueiros, usando pintura con bomba de aire y aerógrafo, así como pigmentos sintéticos industriales. Desde 1938 hasta el 42 trabajó para el Federal Art Project (Proyecto de Arte Federal).
Easter & the Totem, 1953 - MoMA
Por otra parte, Pollock recibió otras fuentes de inspiración. Estamos hablando de la cultura de los indios de Norteamérica, con sus formas simbólicas y sus pinturas de arena. Esto le llevó a probar otros materiales, como el barniz, el aluminio o los esmaltes sintéticos, entre otros. Jackson Pollock es uno de los renovadores del concepto de la plasmación gráfica a través de una serie de técnicas de tratamiento de la pintura no convencionales o experimentadas hasta entonces. Esta dimensión creada por Pollock, fue la precursora del Expresionismo Abstracto, rama artística importante entre los 40 y 60. Dentro de esa corriente, está el “Automatismo”, estilo que se daba porque la acción de pintar se producía de una forma subconsciente, autómata, buscando la representación dramática e irrefrenable del subconsciente, pretendiendo reflejar así los fenómenos psíquicos que tienen lugar en el interior del artista.
Relacionado con los nuevos conceptos del quehacer artístico del pintor, aparece el término “Action Painting” (pintura gestual), que consiste en posicionar el lienzo (siempre de grandes dimensiones) a ras del suelo y utilizar los pinceles de forma rígida, contundente y con movimientos rápidos, bruscos y autómatas, desplazándose alrededor del lienzo para sincronizar los movimientos. Es esta la clave que representa el carácter de su obra, que está impregnada de movilidad y un caos con un cierto orden en sí mismo. De esta concepción de la pintura se desprende otra de las técnicas creadas por Pollock: el “dripping” que consiste en la utilización de la pintura con toda su vitalidad y dinamismo puro, usando los botes de pintura con una perforación en su parte inferior para que la pintura se aplicara sobre el lienzo goteando, con movimientos bruscos y de dirección cambiante. Otro de los términos o conceptos que marcaron su trabajo artístico es el “all-over” que consiste en no dejar espacio alguno sin cubrir, buscando crear una atmósfera completa y sin limitaciones de marcos. A causa de esta forma de pintar, Pollock fue apodado «Jack the Dripper», juego de palabras con «Jack the Ripper» o “Jack el Destripador” y “Dripper” o «goteador» traduciéndose como «Jack el Goteador». Pollock comenzó a usar esta técnica en el año 1947, año en el que participó en la última exposición en la galería Art of this Century. Pollock fue uno de los primeros artistas en eliminar de sus obras el concepto de composición y en mezclar signos caligráficos con los trazos pictóricos. El artista se casó con la pintora Lee Krasner en 1945, quien le brindó todo su apoyo, a pesar de las adversidades, el alcoholismo, vicios e irascibilidad. Aproximadamente por esa fecha, Pollock conoce a Peggy Guggenheim, quien reconociendo de inmediato el talento del artista, se convirtió en su gran mecenas y apoyo. Se dice que los únicos años destacables fueron aquellos en que logró controlar su alcoholismo, es decir, el período 1949-1950. Durante los años 1950, Pollock recibió apoyo de la CIA por medio del Congress for Cultural Freedom (CCF, Congreso para la Libertad Cultural).
Convergence, 1952 – Oil on Canvas Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, N.Y.
La carrera de Jackson Pollock se vio súbitamente interrumpida cuando falleció en un accidente automovilístico el 11 de agosto de 1956.
Como punto final, el testimonio directo de Pollock busca aclarar la dimensión psicológica involucrada en el proceso de creación de su obra:
Mi pintura no procede del caballete. Por lo general, apenas tenso la tela antes de empezar, y, en su lugar, prefiero colocarla directamente en la pared o encima del suelo. Necesito la resistencia de una superficie dura. En el suelo es donde me siento más cómodo, más cercano a la pintura, y con mayor capacidad para participar en ella, ya que puedo caminar alrededor de la tela, trabajar desde cualquiera de sus cuatro lados e introducirme literalmente dentro del cuadro. Se trata de un método similar al de los pintores de arena de los pueblos indios del oeste. Por eso, intento mantenerme al margen de los instrumentos tradicionales, como el caballete, la paleta y los pinceles. Prefiero los palos, las espátulas y la pintura fluida que gotea y se escurre, e incluso un empaste espeso a base de arena, vidrio molido u otros materiales inusuales adicionados. Cuando estoy en la pintura no me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Sólo después de una especie de período “de acostumbramiento” puedo ver, en lo que he estado. No tengo miedo de hacer cambios, destruir la imagen, etc., pues la pintura tiene una vida en sí misma. Trato de que ésta surja. Sólo cuando pierdo el contacto con la pintura, el resultado es una confusión. Si no, es pura armonía, un fácil dar y tomar y la pintura sale muy bien.
Poeta invitado
Abel Invernal
Abel Invernal (Sagua la Grande, Cuba, 1983). Poeta y periodista. Licenciado en Estudios Socioculturales por la Universidad Central de Las Villas. Textos suyos han aparecido en revistas de Santa Clara y Santiago de Cuba. Conduce un espacio de promoción literaria en la radio de su ciudad y es guionista de Por amor al arte, programa cultural de frecuencia semanal. Sus poemas aparecen desde 2007 en el blog El Nictálope (genealogiadelnictalope.blogspot.com). Tiene un poemario inédito.
Abel Invernal
Agreste
Los viajes por el campo conducen a sitios de apariencia sagrada o monstruosa. Heme frente a un sentido agreste del viaje, en pos de un antiguo crimen jamás premiado. Éramos los pequeños convidados que no consiguen un sitio en las estacas, entre los pájaros. Antes, cuando el viaje acaecía sobre las aguas, quizás hubo un trigal, un campo que nos daba de comer. Y ahora, donde lo agreste me parece un halago, cultivaré un trigal semejante, para que los viandantes que siguen al norte enhiesto puedan comer durante el viaje. De pequeño, con intuición agreste, subí la colina que aparece en un cuadro de Caspar David Friedrich. Pero la cruz era terrible y a su pie florecía la cizaña.
Abel Invernal
Cerros lejanos
Se tiene la certeza de los cerros imposibles, la lejanía supone una incontinencia. Un calar de aguas suspende la noción de lontananza, sugiere que un crimen mío no ha sido confesado. No podré alcanzar los cerros porque he sido incontinente. La lejanía como una neblina enfría los rostros de los viandantes que suben. La lontananza los alude a ellos; no me secundan y los cerros suponen que debo confesar. La lluvia soplaba de un lado con una apelación desigual. Advino la calma y alguien preguntó por un árbol, quizás abatido por la tormenta, que señalaba una ruta equívoca a los distraídos. Hemos pasado junto a un árbol maligno, dije, y lo registraron como una confesión.
Abel Invernal
Un libro intonso
Intacto sigue -impedido de palparse-, con la acritud de un libro intonso. Se arropa con los paños de un muro -va de púrpura, tremola una túnicay sale a pregonarse numen, a mentir con su verdad inaudita, mientras los animales esquivan el rastro de su hedor. De cuando agitaba la pernera para aligerarse quedó un puñado de calderilla. También dejó caer unas tijeras con la trompeta del Juicio grabada junto al tornillo que articula ambos filos. Por la cisura se fue la noción de cualquier dictamen diáfano. El clamor de la trompeta –su verdad inaudita- me ensordeció. Él seguía a salvo, malogrado para el mundo, como un libro intonso.
Abel Invernal
Al que sueña que le he matado
El campo desciende hacia el flujo desnudo, culmina la bajada con una línea abrupta; un puente cubre esa articulación de sendos mundos inconciliables. La música hiela sobre el campo. El muerto y yo -reconciliados y ciertos camaradas-, luego de advertir que acude una tremolina de horas y la enemistad se resuelve con una oración por nuestras almas, deliramos juntos con el postrer asentimiento. El asesino que soñabas te ha visitado y ya se despide. Has tenido una muerte de soplos apacibles y tu ánima sigue lejos de mí, lo mismo que vivía.
Abel Invernal
Un buhonero
Un buhonero desde lejos avisa que sobrevienen los humores y lastiman las espaldas doblándose sobre el broquel. Podría guarecerse bajo los arcos si no viniese guarnecido de su propio ingenio, porque a los transeúntes replica con galimatías que imponen el signo protector de un manto cuando se repliega y parece una piel inmarcesible. Consideré qué anunciaba y fui incitado por la avidez de la posesión. Como sucede cuando me convidan a poseer y acudo a ejercitarme, fui menguado por tales mercaderías.
Abel Invernal
Autorretrato con eclipse
Miré las aguas oscuras de la taza: un secreto humeante se resiste, irresoluto como los brazos cruzados sobre el pecho. Me enciendo con un rubor ajeno. Excluido de mí, el rojo infame va cubriéndome. Han dispuesto una escala pesadísima -otro palmo falta para arrimarte-, descolorida como cualquier descenso. Supongo que mi pecho -deshecha la cruz vacilantesea un buen sitio para encender un hogar de briznas vivas y asomarte a la luna que sobrevuela con su hechura deforme. En el té se levanta un oleaje oscuro que me empapa de inanidad.
Abel Invernal
Niño Rusalka Viene el niño de la cinta anudada al brazo, el aficionado a las insignias, el insolente niño que frunce sus deseos volátiles y se refugia tras la encina. Donde estábamos solos ya no estamos: una multitud se deja encandilar por el orín de los anillos devueltos. Por cada dios hacemos una libación a la entrada del bosque, levantamos altares a la diestra del camino y corremos la suerte de las estatuas en el sueño. Donde se le ve todavía distante ya era como Rusalka: balbuceaba sus peticiones a la luna de Bohemia y se condolía de nuestro estupor. Eres el niño sedente. Llevas la costra negra del camino en los ojos y no puedes ver la roca al fondo del corredor; la cinta del final es la señal para clausurar la fatiga en este paraje turbio. ¿Quiénes son ellos, los que se tienden sobre la fuente seca a representar las maromas de su fatiga, niños de cuentagotas que incitan la vuelta de las lluvias?
Verbo (des) nudo Año 3. Número 10 Santiago de Chile Julio 2013 © Todos los derechos reservados. ISSN 0719-1626
Coordinación: Mafalda Migliaro Diseño: Sergio Melo Edición y dirección: Fidel Ginoris
©Editorial Verbodesnudo
Aguas Claras 1571, La Reina, Santiago de Chile. Email: revistaverbodesnudo@gmail.com