Destinação Brasil 2016

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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

COMITÉ ORGANIZADOR

Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla Rector General

Raúl Padilla López Presidente

Miguel Ángel Navarro Navarro Vicerrector ejecutivo

Marisol Schulz Manaut Directora General

José Alfredo Peña Ramos Secretario general

Tania Guerrero Directora de Operaciones

Héctor Raúl Solís Gadea Rector del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades

Laura Niembro Directora de Contenidos

Alberto Castellanos Gutiérrez Rector del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas Ernesto Flores Gallo Rector del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño Ángel Igor Lozada Rivera Melo Secretario de Vinculación y Difusión Cultural del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño

Gonzalo Celorio Asesor literario María del Socorro González Coordinadora general de Administración Mariño González Coordinador general de Prensa y Difusión Bertha Mejía Coordinadora general de Patrocinios Armando Montes Coordinador general de Expositores Rubén Padilla Coordinador general de Profesionales Ana Luelmo Coordinador general de FIL Niños Dania Guzmán Coordinadora de Edición y Diseño

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ÍNDICE

TABLE OF CONTENTS

ÍNDICE

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Introducción

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Marçal Aquino

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Carol Bensimon

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Afonso Borges

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Beatriz Bracher

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Marina Colasanti

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Stella Florence

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Rafael Gallo

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Adriana Lunardi

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Ana Paula Maia

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Carol Rodrigues

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Paulo Scott

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Antônio Xerxenesky

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Lucrecia Zappi

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Histórico de participantes

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Proyecto editorial y curaduría: Laura Niembro Cuidado de la edición, logística y operación: Itzel Sánchez Diseño editorial: Dania Guzmán Traducción: Portugués-español: Mercedes Guhl, Ramiro Arango, Elizabeth Nazzari Verani y Juan Manuel Canela Español-inglés: Jennifer Nielsen Portugués-inglés: David Bolick Este proyecto contó con el auspicio del Ministerio de Cultura de Brasil, la Fundación de la Biblioteca Nacional del Brasil y la Cámara Brasileña del Libro (CBL) Agradecemos su valioso apoyo a Helena Porto Severo, Moema Salgado, Camilla Ramos, Luis Antonio Torelli, Luiz Salles, Marcos de Araujo, Rogério Pereira, Pierre Ruprecht, Silvia Antibas y a todo el equipo FIL que abrazó con gran entusiasmo este proyecto. La traducción al español de los títulos de libros no publicados en esta lengua es una traducción libre.

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NOTA AL LECTOR Cinco años ha durado ya el viaje de descubrimiento de la literatura contemporánea en Brasil, lo que ha sumado que cerca de un centenar de autores de ese país hayan visitado la FIL, y encantado a los lectores mexicanos. Este año, marcado por los cambios políticos en el gran gigante sudamericano, quisimos redoblar nuestra apuesta de gestión, consiguiendo el mayor número de autores brasileños que viajarán a nuestro festival en un mismo año. América Latina es nuestra Invitada de Honor en este 30 aniversario y Brasil no podía faltar, seguimos y seguiremos trabajando para cerrar la brecha entre la literatura brasileña y los lectores en lengua castellana en primera instancia, y después con el gran público de otras lenguas a escala mundial. Es necesario derrumbar el muro que existe entre la literatura brasileña y el resto de los lectores en América Latina, y procurar también que sus obras lleguen a las mesas de los profesionales del libro, de los editores, de los agentes de derechos, de los curadores de los festivales y de los traductores. Algunos de los autores que ponemos a su consideración este año participarán también en otros programas y actividades de la FIL Guadalajara, como el programa literario de América Latina; asistirán también los autores Affonso Romano al Encuentro de Promotores de Lectura, y Eleonora Fabião, al Encuentro de Dramaturgias. Mientras que la conferencia de apertura del programa brasileño estará a cargo de Luiz Ruffato. Esta apuesta de Destinação Brasil no hubiera sido posible una vez más, sin el esfuerzo de la Fundación Biblioteca Nacional, vinculada al Ministerio de Cultura de Brasil, a la que agradecemos el refrendo de su confianza, y la Cámara Brasileña del Libro. Para todos los lectores ávidos de descubrir nuevas historias, para los que cada año buscan que la FIL los sorprenda, para el público profesional que anda a la caza de oportunidades de negocio, el destino es Brasil. El viaje nos sigue llenando de emoción, bienvenidos a bordo. ¡Aún hay mucho por descubrir! Laura Niembro Directora de Contenidos

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©Alice Schumann Aquino


Marçal Aquino En el Juicio Final, quiero estar en la fila de los escritores Desde siempre, lo que más me interesó sobre todo fue contar una historia — de preferencia, una buena historia. Tal vez porque haya nacido en una región rural de Brasil, en una época en la que aún no había en el lugar la presencia de la televisión. Por eso, crecí escuchando a personas que se reunían de noche para platicar y narrar aquello que habían vivido durante el día. La vida en aquel tiempo era presencial. Fue allí que me nacieron las ganas de también contar mis historias. El deseo de volverme escritor. Hice muchas cosas para ganarme la vida, la mayoría de ellas ligada de alguna manera al acto de narrar. Como periodista, en mis tiempos de prensa, la ambición era contar lo que había acontecido — y muchas cosas acontecían todos los días en una ciudad como São Paulo, donde todo se mide en millones. Mi experiencia como reportero policial de un gran periódico fue fundamental y contaminó de forma irremediable la literatura que escribo. Descubrí en el submundo los personajes sobre los cuales yo deseaba hablar. Ese universo y esas criaturas servirían de inspiración para libros como O amor e outros objetos pontiagudos (El amor y otros objetos puntiagudos), O invasor (El invasor), Eu receberia as piores notícias dos seus lindos lábios (Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios) y Cabeça a prêmio (Tu cabeza tiene precio). Mi trabajo actual, como guionista de cine y televisión, no es más que una extensión del acto de contar historias en el lenguaje específico de lo audiovisual. Como periodista o guionista, siempre me gustó mucho narrar mis historias, reales o imaginarias. Pero como escritor es que me entiendo en el mundo. Y es por la literatura que espero tener que justificarme finalmente. Al fin, ante cualquier idea que se me ocurra, nunca pienso en otra cosa que no sea hacer de ella una buena historia para ser contada en un libro.

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Fragmento de la novela Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios Fue en la tienda de Chang. Mientras que esperaba a que envolviese los rollos que había comprado, distraje mis ojos en las fotos del aparador. El rostro de una mujer en un portarretrato capturó mi atención. Todavía joven, y muy bonita. Tenía los ojos grandes y oscuros y sonreía como si estuviese viendo, atrás de quien la fotografiaba, algo que la hacía inmensamente feliz. Sólo he visto mujeres sonreír de aquella manera al mirar gatos o niños. Qué maravilloso rostro, dije. Y escuché una voz a mis espaldas: Muchas gracias. Me di la vuelta y me topé con ella, la mujer del portarretrato. Traía el cabello más largo y sonreía de un modo bien diferente al de la foto. Un rostro que emitía una luz extraordinaria. Me clavó un par de ojos color de lodo de bauxita. Sentí que se movía el piso. Perdón, dije. Ella negó con la cabeza, sin quitar sus ojos de los míos y la sonrisa del rostro. Qué pena. Tanto tiempo sin recibir un elogio y, cuando lo recibo, inmediatamente piden disculpas. Sentí que un espasmo eléctrico me recorría debajo de la cintura. Por el rabillo del ojo vi que Chang me observaba. En ese caso, mantengo el elogio, dije. Qué bien, me da gusto. Y se veía feliz al recargarse en el mostrador para entregar a Chang el comprobante de los rollos por revelar. Usaba una camiseta que dejaba a la vista, en sus hombros, media docena de pecas y los tirantes de un sostén negro. El profesor Benjamin Schianberg escribió sobre las tentaciones en su libro Lo que vemos en el mundo. Según él, algunos hombres subliman sus deseos, proyectándoles en un plano apenas mental, y eso es suficiente para satisfacerlos. Otros hombres, dice Schianberg, a pesar de resistir con diferentes grados de esfuerzo, terminan por ceder a las tentaciones. Son lo que él llama “hombres de sangre caliente”. Ella abrió el sobre y desparramó las fotos sobre el mostrador de vidrio. Un arcoíris; un número de metal oxidado en la fachada de una casa antigua; las raíces de un árbol que parecían una pareja de muchas piernas y brazos en un embate amoroso; la chimenea de una alfarería; una bicicleta caída bajo la lluvia. Ni una sola persona o animal. A pesar de eso eran buenas fotos, fotos tomadas por alguien con buen ojo y buen gusto. Ella notó mi interés. ¿Te gustan? Ésta es muy buena. Separé una de las imágenes: rayos de sol penetrando una casa en ruinas por las rendijas del tejado. Poesía y precisión. Eso dije, como lo oyes. Ella me miró, intrigada. Entonces se rio. ¿Eres fotógrafo? Era, dije. Hoy en día sólo tomo fotografías para mí mismo. ¿Fotografías de qué? Un poco de todo. Más que yo, entonces. Tomé la foto y la examiné de cerca.

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No retratas personas. No me gusta, me parece previsible. Puta madre, pensé, la foto que tenía en mis manos no sólo era buena, era formidable. Uno de los rayos de sol incidía, en segundo plano, sobre una muñeca de trapo arrojada sobre un montón de cascajo. Parecía un spot iluminando una bailarina caída en un escenario. ¿La muñeca ya estaba ahí? Claro, nunca interfiero, dijo. Sólo registro. Chang empujó el paquete de rollos en mi dirección. Ella ya estaba guardando las fotos en el sobre cuando le dije: Me encantaría tener una copia. Ella dejó de guardar las fotos, volteó a verme y me estudió como si confirmara que tenía méritos suficientes para entregarme lo que le pedí. Soportar esa manera oscura que tenía de mirar fue una experiencia difícil. Me hizo sentir desamparado. Tuve la impresión de estar siendo visto de verdad por primera vez en la vida. Y de estar viendo, también por primera vez, algo que el mundo hasta entonces no me había mostrado. De acuerdo con el profesor Schianberg (op. cit.), no es posible determinar el momento exacto en que una persona se enamora. Si se pudiera, afirma, bastaría un termómetro para comprobar su teoría de que, en ese instante, la temperatura corporal se eleva varios grados. Una fiebre, nuestra única secuela divina. Schianberg continúa: al enamorarse, un “hombre de sangre caliente” experimenta el desamparo de sentirse vulnerable. No cazó: fue cazado. La idea me llegó justo cuando ella sonrió, como si hubiera aprobado el examen al que me sometió, y separó la foto para regalármela. No me detuve para reflexionar si era o no osada. Sólo la coloqué en práctica. Sangre caliente. Ésa no es la foto que quiero, dije. Y señalé el portarretrato en el aparador. Aquello la desarmó. Escuché su respiración alterarse. Chang abrió la boca, mostró sus pequeños dientes de rata e hizo lo que haría un buen comerciante: sacó el vidrio del aparador y entregó el producto para que el cliente pudiera examinarlo de cerca. El rostro era de verdad excepcional: anguloso, extraño. Los ojos tenían antigüedad y abismos. Queremos lo que no podemos tener, dijo el profesor Schianberg, el más oscuro de los filósofos del amor. Es normal, incluso saludable. Lo que diferencia a una persona de otra, añade, es cuánto quiere cada uno lo que no puede tener. Nuestra ración de polvo de las estrellas. Ella miró hacia abajo, tocó con la esquina de la foto sus labios. Pensó en el asunto por un instante. Entonces comprendió el juego. Y lo aceptó. Vamos a hacer un negocio más justo, dijo. Te cambio este portarretrato por una de tus fotos, ¿qué dices? Chang rio. Su oído anticipó el ruido del cajón de la registradora. Avancé una casilla. Creo que vas a salir perdiendo, nunca fotografié nada tan bonito. Aquel rostro extraordinario se irguió un poco. Sólo un poco. Salté varias casillas y le di mi tarjeta. Pasa cualquier día por mi estudio. Aquino, Marçal Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios México: Océano, 2013 fil guadalajara 30

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©Fabrício Sviroski / ART iMAGEM ProduÇÕes


Carol Bensimon Nací en 1982 en la ciudad de Porto Alegre, en el sur de Brasil. Mi madre había llegado de Alejandría, Egipto, en 1957, con toda su familia judía sefardí. Mi padre descendía de portugueses que llevaban dos generaciones viviendo en Suramérica. Soy hija única y, desde que tengo memoria, he deseado convertirme en escritora. Sin embargo, acabé estudiando publicidad en la Universidad Federal de Río Grande do Sul. En aquella época, a comienzos de la década de 2000, la mayoría de las personas con inclinaciones artísticas relacionadas con la escritura terminaba en comunicación. Luego de un breve periodo trabajando como redactora publicitaria, comencé mi carrera literaria. En 2007 empecé una maestría en escritura creativa en la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul, la única del país, justamente en mi ciudad de origen. Mi primer libro, Pó de Parede (Polvo de pared) se publicó en 2008. Al año siguiente se lanzó la novela Sinuca embaixo d’água (Billar bajo el agua). El proyecto de ese libro había recibido un apoyo del Ministerio de Cultura, la Beca Funarte para el estímulo de la creación literaria. Posteriormente, el libro fue postulado a algunos de los premios más importantes del país (Premio São Paulo de Literatura, Jabuti y Premio Bravo). Entre el otoño de 2008 y el de 2010, viví en París. Estaba estudiando un doctorado en literatura comparada en la Universidad de la Sorbona Nouvelle, cuando el inminente comienzo de la redacción de la tesis pareció no combinar con mi proyecto de convertirme en novelista. Dejé el doctorado y comencé a escribir otra novela. En 2012 fui escogida por la revista Granta para formar parte del volumen “Los mejores escritores brasileños jóvenes”. En 2013 publiqué Todos nós adorávamos caubóis (Todos adorábamos a los cowboys) traducido al español en 2014 (Continta me tienes, Madrid). We All Loved Cowboys será lanzado en Estados Unidos en 2017, por Transit Books. Recientemente, Polvo de pared fue publicado en Argentina por la Editorial Dakota; Un billar bajo el agua salió en España gracias a Continta me tienes; formé parte de la antología norteamericana McSweeney’s 46: (Los 46 de McSweeney) dedicado a la literatura policiaca latinoamericana. Soy columnista de la revista Zero Hora, y vivo por el momento en el norte de California, donde trabajo en un nuevo libro.

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Fragmento de la novela Un billar bajo el agua Sus manos están llenas de hollín y grasa, y él las restriega con un trapo inmundo. Un anillo con una calavera. Todas las uñas comidas hasta sangrar. No me mira. Dice que se va a lavar las manos, mira hacia algún punto más allá de mi hombro izquierdo y me pide que espere en el patio. Abro una vieja silla de playa y espero. La piscina es un agujero azul sin sentido, con un charquito de agua de lluvia en el centro y los bordes llenos de suciedad, además de algún tipo de escarabajo muerto sobre una hoja más grande que él. Parece más profunda que antes. Una piscina vacía es de las cosas más deprimentes que puede existir, porque siempre nos recuerda que algo no va bien. Se acabó la infancia, se acabó la comida del domingo, te peleaste con un tío o con otro, se acabó la paciencia con el cloro y el aire libre fue siendo cada vez menos libre, se agujereó la colchoneta y nadie se preocupó de comprar otra a pagar en tres veces sin intereses en el hipermercado más cercano, hace demasiado calor en verano y demasiado frío el resto del año, las hojas se caen y el agua se estanca, total para solo mirar por la ventana no merece la pena el trabajo, y todo es menos divertido de lo que siempre pensamos que sería. Los arbustos, que han crecido de más, se inclinan de melancolía. La verdad es que las cosas no deberían ser tan misteriosas como parecen, todo lo que pasó aquella noche y lo que empezamos a pensar a partir de ella. Y sin duda nosotros empezamos a pensar muchas más cosas sobre el accidente de las que realmente pasaron. Por lo menos en mi caso. Una gura pasa por la ventana, esa ventana que corresponde a la cocina, esa gura que corresponde probablemente a la madre de Camilo y Antonia, y no sé si son varios tiempos los que se encuentran en un espacio (el patio), que va a tener que ser otro para mí y para ellos, pero me viene a la cabeza una película antigua, de cuando yo era muy pequeño. Solo que ya no me acuerdo del título, actor, historia o lugar, no hay una escena o una banda sonora, todo se ha ido borrando hasta que solo ha quedado una extraña sensación de incomodidad, como alguna pesadilla que nos sigue asustando muchos días después, aunque ni siquiera seamos capaces de contar a otra persona qué fue lo que soñamos. Tengo exactamente esa sensación. Camilo reaparece. Sujeta una botella de cachaza que está a la mitad y dice que ha sido él mismo quien la ha hecho. La abre. Siento el vapor del alcohol flotar en el aire. —Pruébala. Agita la botella a un palmo de mi nariz. Disimulo mi cara de chico recatado y digo «No, gracias». Camilo toma un ruidoso trago y se sienta en una hamaca. Si no me va a mirar a los ojos, pues vale, yo miro el logotipo de Metallica de su camiseta. El gusto musical de Camilo se compone de cualquier cosa que puedas colocar sobre un fondo negro. Es decir, que son veintiséis años sin haber trabajado ni un día de su vida y todavía le rinde culto a las bandas de su adolescencia, de modo que todo su armario se ha vuelto gris, arrugado y con los cuellos torcidos. Yo estaba durmiendo cuando el coche bajó por la ladera, pienso, como si fuera necesario probar en silencio la frase antes de tener que decirla en voz alta. Yo estaba en mi casa cuando Antonia sufrió el accidente y yo estaba durmiendo. ¿No

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estar en el coche significa que dejé de morir o que dejé de salvar? No lo sé. Camilo pone la botella en el suelo. De la casa de al lado llega música alegre, viva, rápida, como una trompeta llena de energía. Arranco una brizna de césped y empiezo a doblarlo por las ranuras mientras pregunto a Camilo cómo están sus padres. Responde cualquier cosa que ya me imaginaba. Antes de a Antonia, yo había perdido a una cobaya, y esa era toda mi experiencia con la muerte. Y no había sido de ninguno de aquellos modos trágicos en que puedes perder una, como pisoteada por un padre distraído, o porque comió algo prohibido para las cobayas, o incluso porque la hubiera metido en el microondas, lo que, creedme, es algo que puede pasar. Duró más de lo que esos pequeños animales domésticos y bobos suelen durar y, cuando murió, fue como si no hubiera mucha diferencia entre eso y estar vivo. Lógicamente esa fue mi interpretación, en aquel momento (yo era un niño maduro) y ahora, porque dudo de que haya mucha diferencia entre estar muerto y vivir dentro de una jaula. Sin embargo viven dentro de una jaula porque su cerebro no es lo suficientemente grande como para deprimirse con ese hecho, yo lo sé, y mi error es imaginarme viviendo sus monótonas vidas de animales de compañía, concluyendo así que toda su existencia es de una tristeza desgarradora. Arrastran algo dentro de la casa. Miro y no veo nada. Camilo dice: «Está cambiando los muebles de lugar otra vez». Por su expresión, entiendo que Camilo cree que esa actitud es patética. «Pero ¿y eso?, ¿cambiando los muebles de sitio para qué?», pregunto. Se busca en los bolsillos, y encuentra el mechero y el tabaco. Encoje los hombros y empieza a fumar. Entonces creo que entiendo el porqué de los muebles. Y sé que él también lo entiende. Miro hacia el muro y el sol que le cae sobre él. Si la piscina estuviese llena, habría ondas reflejadas, como un electrocardiograma, y me gustaría ver moverse esas líneas, pero no, la piscina está vacía y Camilo me pregunta «¿Tú conoces el tal Cubo?».

Bensimon, Carol Un billar bajo el agua España: Continta me tienes, 2016

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©Pendiente

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©Fábio Setimio


Afonso Borges Afonso Borges es gestor cultural, escritor, periodista y empresario. Nació en 1962, en Belo Horizonte, Estado de Minas Gerais, y tiene cuatro libros publicados –tres de poemas y uno de entrevistas con Frei Betto. Escribe para periódicos desde los 16 años y ha trabajado alternando funciones de colaborador, reportero y editor en diversos periódicos y revistas. Es comentarista de la Radio CBN Bhz, con el programa diario Mondolivro, y columnista del periódico O Globo, en su portal de noticias. Su quinto libro, Olhos de Carvão (Ojos de carbón), saldrá en marzo de 2017 publicado por la Editora Record. Es responsable por la creación de la curaduría de Sempre um papo, un programa de debates presenciales con escritores asociados a publicaciones de libros. En 2016 cumplió 30 años de actividades ininterrumpidas. Creó y es el curador de Fliaraxá –Festival Literario de Araxá, MG. Fue el curador de la Bienal Minas de Literatura (2013) y del I Festival Literario Internacional de Belo Horizonte (2015), el Flibh. En 1993, entonces con 31 años, recibió de la Asamblea Legislativa de Minas Gerais, y meses después de la Cámara Municipal de Belo Horizonte, la Moción de Reconocimiento Público. En 1995 fue distinguido por la Municipalidad con el Reconocimiento del Mérito Artístico Rômulo Paes. En 1997, año del centenario de la ciudad de Belo Horizonte, recibió el título de Hijo Ilustre de BH-100 Años, concedido solamente a 100 personalidades, por la Fundación Cultural de los Profesores/MG y de la APPMG (Asociación de Profesores Públicos de Minas Gerais). En 1998 fue agraciado con la Medalla de la Orden del Mérito Legislativo, en el grado de Mérito Especial, por la Asamblea Legislativa de Minas Gerais. En el año 2000 recibió, de un colegio que compone el Fórum Minero de Jóvenes Liderazgos Empresariales y el Consejo Empresarial de Jóvenes, el Premio Joven Destaque Cultural 2000. En 2002 fue agraciado con la Orden al Mérito Legislativo Municipal, en grado Mérito. Fue miembro de la Cámara de la Indústria de la Cultura, de la FIEMG (Federación de las Industrias del Estado de Minas Gerais) y consultor para Asuntos Culturales del Itamaraty, el Ministerio de las Relaciones Exteriores de Brasil. Recibió, en noviembre de 2011, por 25 años de trabajo, el Reconocimiento de la Orden al Mérito Cultural, distinción máxima otorgada por el Ministerio de Cultura. Colaboró como periodista e investigador en los libros Chatô–O Rei do Brasil (Chatô–El rey de Brasil) de la Ed. Companhia das Letras, de Fernando Morais, y O Desatino da Rapaziada - Jornalistas e Escritores em Minas Gerais (El desatino de los jóvenes - Periodistas y escritores en Minas Gerais) también de la Editora Companhia das Letras, de Humberto Werneck. Es director-presidente de la Asociación Cultural Sempre Um Papo. fil guadalajara 30

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Cuento “La brisa, la caída, el Gueto de Vilna” (Sobre el día de la muerte de Abraham y algún otro, de gratitud)

Aquella llamada que todos los escritores esperan. La recibió con el corazón dando brincos. Escuchó, sí, en inglés perfecto - con acento, pero perfecto. Las palabras fueron claras: Premio Nobel. Fue hasta la televisión y escuchó el noticiario. Nobel de Literatura, Abraham Sutzkever. Ahora había que cuidar del viaje, de la ropa, pensó. Y pensó mucho en qué vestir, que extraño. Y qué escribir en el discurso. Abrió la ventana, el viento árido, aire de Israel. Lo prendieron un día antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial con su mujer y fue encarcelado en el Gueto de Vilna, en Polonia. Por su formación, los alemanes lo escogieron para que glosara obras de arte y documentos raros. Hizo el trabajo sucio, pero logró esconder, detrás de una pared de tabiques y yeso, un diario de Theodor Herzl, diseños de Marc Chagall y Alexander Bogen, entre otras joyas. Prensa, llamadas telefónicas, entrevistas y un asedio irritante. Todos hablaban sobre su Geheymshtot, un poema épico sobre los judíos escondidos en las alcantarillas de Vilna. Hacía mucho que ni pensaba más en eso. Temía lo peor. Temía recordar. Temía tener que verse obligado a recordar. Se encerró. Se bloqueó. El teléfono sonó, nuevamente. Su mujer y el hijo recién nacido habían sido asesinados en el Gueto de Vilna. Intempestivamente se puso a escribir poemas en yiddish. Consiguió hacer que un cuaderno con los textos llegase al comité antifascista soviético. Ellos estuvieron de acuerdo en salvarlo. Huyó con otros veinte judíos por los bosques helados. Sabía que estaba siendo perseguido. El lugar del encuentro estaba señalado: dos días después, en el claro de Baltiz. Era fácil llegar al lugar. Solo había que llegar. Él conocía aquel golpe en la puerta. Pausado, leve y nervioso. Su hermano, Salvan, no esperó a ser atendido. Entró, largos brazos abiertos. Abrazos, felicitaciones efusivas, hacía mucho tiempo que Abraham no sentía el olor de Salvan. Olor a cigarro seco en el cenicero. Deslizó, se sentó, le ofreció un té. Sintió el torpor del ambiente, viajó en los motivos de toda aquella celebración. Es el dinero del Premio, evitó el pensamiento. Noche alta, poco a poco, todos fueron presos nuevamente y colocados en un campo improvisado, allí mismo, en medio del bosque. Para evitar fugas, los cercaron con alambre de púas, hecho animales. Y vigilaron, despiertos. La orden era escarbar, por la mañana, un gran hoyo, todos la escucharon, en buen alemán. Desconectado, Abraham pensaba en cómo iría llegar al punto en el cual el avión iría a buscarlo, dos días después, como habían acordado.

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El teléfono no dejaba de sonar en Tel Aviv. Llamadas principalmente de sus amigos parisienses, fraternos, desde la Segunda Guerra. Pero la escena de los académicos del Nobel, la entrega, la exposición tantas veces vista en la pantalla con otros escritores, le provocaba mareos. Iba a cumplir setenta y ocho años. Imaginó el viaje hasta Estocolmo. Solo lo imaginó. Y todo se volvió turbio. No quería recordar. Pero estaba cerca. La mirada fija en el nada que era Franz Murer, asesino de su mujer y su hijo. La silla del Tribunal de Núremberg estaba helada. La madera tosca y encerada le hacía sudar más de las manos. El habla era de él, lo sabía. Pero la imaginación iba lejos, cerca del mal, lejos de lo real. Un sueño que se desdobla en otro, en espiral. Yiddish, el alemán, el hebraico, lenguas que se mezclan. Su mujer y el pequeño resucitaban. Pero él habló lo suficiente. Oyó la sentencia sin sentir emoción. El día amaneció más frío de lo normal. Tierra dura de escarbar. Los alemanes ya les habían dicho, despierten escarbando. No hubo como escapar. Escarbaban con las manos. Todos alrededor del agujero, las armas les apuntaban. Los ojos alrededor, la visión del conjunto, el timbre delicado del sol naciendo. En breve, la destrucción del alma, del cuerpo. Espera el estallido. De repente, un mal súbito, él cae primero en la zanja, antes de los disparos. La televisión prendida, alta, facilitaba las cosas. La sordera de su oído izquierdo también. Divagó y vio a Salvan girando la perilla, dando la espalda y la puerta cerrándose. Divagó y sonrió. Pero él continuaba allí, hablando y gesticulando. No había escrito tantos poemas para eso. Los poemas del Gueto de Vilna eran llaves para la libertad. Ellos fueron la llave de su libertad. Ahora, la llave giraba, en otro sentido, en su alma. Las cosas. Despierta en la obscuridad, sabor de sangre en la boca. Cadáveres encima y alrededor. Lucha, desesperado, para salir. Poco a poco, ve la luz del día. Tierra, suciedad, horror y sangre. Sale de allí sin mirar hacia atrás. Corre, llega al punto señalado un día antes. Espera. El pequeño avión aterriza y lo lleva para Rusia. Era abril de 1943. El teléfono insiste. Atiende, agradece. Se imagina la ceremonia de entrega, los aplausos, la brisa. La memoria vuelve. Y agradece, nuevamente, al colgar.

Traducción de Elizabeth Nazzari Verani y Juan Manuel Canela

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©Maru Stockler


Beatriz Bracher Beatriz Bracher nació en São Paulo en 1961. Estudió letras y fue una de las editoras de la revista de literatura y filosofía 34 Letras, así como una de las fundadoras de la Editora 34, en la cual trabajó entre 1992 y 2000. En 2002 publicó, en la editorial 7 Letras, Azul e dura (Azul y dura), su primera novela (reeditada por Editora 34 en 2010), seguida de Não falei (No hablé, 2004), Antonio (2007), Anatomia do paraíso (Anatomía del paraíso, 2015) y los libros de cuentos Meu amor (Mi amor, 2009) y Garimpo (Búsqueda de oro, 2013), publicados todos por Editora 34. Junto con Sergio Bianchi escribió el argumento de la película Cronicamente inviável (Crónicamente inviable, 2000) y el guion del largometraje Os inquilinos (Los inquilinos, 2009), que recibió el premio al mejor guion en el Festival de Río en 2009. Con Karim Aïnouz escribió el guion de la película O abismo prateado (El abismo plateado, 2011), participante en la Semana de los Realizadores en el Festival de Cannes. Colaboró con Héctor Babenco en el guion de su película Meu amigo hindu (Mi amigo hindú, 2015). La novela Antonio recibió en 2008 el tercer lugar del Premio Jabuti, el segundo lugar del Premio Portugal Telecom y fue finalista del Premio São Paulo de Literatura. Meu amor recibió el Premio Clarice Lispector, de la Fundación Biblioteca Nacional, como mejor libro de cuento de 2009. Garimpo fue ganador del Premio APCA en la categoría de cuento/crónica en 2013, y Anatomia do paraíso obtuvo el Premio Río de Literatura como mejor obra de ficción de 2015. Antonio fue publicada en Alemania (Berlín, Assoziation a) y en Uruguay (Montevideo, Yaugurú) en 2013, y la misma editorial alemana publicó Não falei, en 2015 (Die Verdächtigung).

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Fragmento de la novela Anatomia do paraíso —La tía de la niña habló de la importancia de que cuidemos bien de los cuerpos de las personas que mueren. Cuando pongo puntos para cerrar el abdomen tienen que ser firmes para compensar la ausencia de musculatura y estructura de la costilla; por eso nunca queda tan bien como puede resultar la sutura de un cuerpo vivo; por ejemplo, después de una cirugía. Y, además de eso, esa es la parte de la autopsia que ya no dice nada sobre la causa de la muerte, es como un borrón y cuenta nueva al final de la clase. Pero yo siempre traté de esmerarme porque, al final, para los parientes el cuerpo es el recuerdo de la persona que vivía. Pero nunca había pensado en el amor que tiene la gente por el cuerpo de la persona que murió y que, mientras no comienza a podrirse, está para ser amado y protegido. Amamos el cuerpo de la persona que murió, fue lo que entendí hoy. Desde que ella salió de allá, junto con la carroza fúnebre que llevaba el cuerpo de la sobrina, no dejé de pensar en ella. Pequeña, delgada, blanca, débil. Estaba tan cansada y triste, era cariñosa con la niña, con el cuerpo de la niña, educada conmigo. Y al mismo tiempo era fuerte, seca, amarga. ¿Cómo puede alguien ser amargo sin ser malo? ¿Sin desear el mal? Más ganas me dieron de hacer medicina. Nunca me pareció malo mi trabajo, pero hoy fue extraño meterse con los cuerpos. No porque estuvieran muertos, sino porque había gente que los esperaba. —Jojó vino a contarme la historia de su visita al Fuerte de Copacabana. Sacó el cuaderno de la mochila y me leyó la frase de un soldado que fue muerto en 1922, durante el suceso de los 18 del Fuerte ¿conoces la historia? —No. Sacó el cuaderno de la mochila y leyó ¿qué? —Ahora veo por qué no entendí nada de nada. Ella me leyó una frase que un soldado había escrito en un pedazo de la bandera de Brasil. Porque la guarnición del fuerte se había sublevado contra el gobierno. Cercados, muchos abandonaron la lucha. Los que resistieron cortaron la bandera en muchos pedazos y cada uno salió marchando con el suyo por la avenida Atlántica. Dieciocho soldados murieron fusilados por las tropas del gobierno. En el bolsillo de uno de ellos encontraron el pedazo de la bandera de Brasil donde estaba la frase que Jojó me había leído. Ella estaba emocionada con lo que estaba escrito y porque estaba compartiendo la frase y su sentimiento conmigo, arrodillada a mi lado. —¿Cómo era? —Estoy tratando de acordarme y no puedo. Solo me acuerdo de que ella se me entregaba. Como entregaba el soldado la vida. Era eso, por la patria entregaba él la vida, porque era lo único que tenía para entregar. Era de eso que Jojó estaba hablando, y no pude oír. Él murió fusilado, la bandera quedó manchada de sangre. Sé porque lo vi en el museo del Fuerte, y cuando vi quedé impresionado también. Debía ser otra cosa común entre nosotros. —¿Estás enamorado de María Joana? —Quedó un rato en silencio. —No, no estoy enamorado de ella. —Entonces, tranquilo, todo saldrá bien. —No sé lo que es estar enamorado. Entonces sé que no lo estoy —habla mirando al suelo. —Me gusta mucho Jojó, me está resultando insoportable haberla querido mal. Félix comienza a llorar, al comienzo quedo, luego su cuerpo comienza a balancearse, llora más alto, se retuerce sobre sí mismo, llora y llora, comienza a gritar, se levanta, se jala el pelo, se abraza, insulta, grita y llora alto, se aruña la cara, rasga la camiseta. Los adolescentes voltean a mirar la escena. Vanda queda conmovida con el sufrimiento del amigo. Éste gruñe algo incomprensible en la dirección de los adolescentes, airado con su curiosidad; ellos

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vuelven la cabeza para el otro lado, algunos ríen, nerviosos, uno más malvado imita a Félix, se jala los pelos y grita en tono burlón y afeminado. Al ver su imagen reproducida en el muchacho, se sienta en el suelo y se calla. Tiembla de frío sin control muscular alguno. Castañetea los dientes. Vanda se agacha a su lado y lo abraza. —Mi cuerpo ya no quiere aguantar más—. Ella lo abraza fuerte, él se va calmando. Ella lo hace levantarse del piso y sentarse nuevamente en el banco. —Anoche vi una niña siendo violada. Era un poco mayor, o de la misma edad, que esa de trencitas que estaba jugando aquí en la plaza. Pero era pobre. —¿Que tú qué? —Que vi una niña siendo violada aquí en Copacabana, en la calle. El muchacho que estaba con ella negoció con dos hombres y ellos abusaron de ella. Ella no lloró, no reaccionó. Ellos, él y ella, ganaron dinero por hacer eso. Los tipos se metieron en el vano oscuro de una entrada, en la calle, en la boca de una galería, y comenzaron a obligarla a…—dejó de hablar. Vanda se levantó. —¿Y tú qué hiciste? —Yo seguí a los cuatro, los dos hombres, la muchacha y el muchacho; me quedé escondido, viendo. —¿Cómo así? —Viendo y masturbándome—. Vanda le planta una sonora cachetada en la cara. —¿No llamaste a la policía? ¿No gritaste ni trataste de hacer nada?— Él parece no sentir dolor. —No, me masturbé—. Vanda vuelve a pegarle a Félix, su nariz comienza a sangrar. —Eres un… Félix, ¿hiciste eso? —Lo hice. Y después quise besar a Jojó. —¡No mezcles esas cosas, so hijo de puta! —Si ya están mezcladas. —¡Deberías morirte! ¡So nada, so gusano asqueroso, demente! Deberías matarte. Tú sí, deberías morir por ahogamiento. Él queda catatónico, los ojos bien abiertos, la cara inmóvil, la mandíbula trabada, la sangre escurriéndole de la nariz hasta el cuello. —¡Ahora ya sabes lo que había detrás de ti, hasta aquí solo sabías de ti mismo! En verdad eras un niño inocente, pero más, ¡eres una persona diabólica! ¡Por eso debes morir por ahogamiento! Félix tiene los ojos inyectados de sangre. Se para y la empuja con fuerza, ella se desequilibra y da dos pasos atrás para no caer; él avanza y le habla muy cerca, con una voz proveniente de las cavernas de su garganta magullada. —Tú no eres dios. —No, soy una mujer, y tú eres un, eres un… —Un ¿qué? ¿Qué, qué soy, Vanda? No serás tú quien vaya a decretar mi muerte. Traducción de Mercedes Guhl y Ramiro Arango

Bracher, Beatriz Anatomia do Paraíso Brasil: Editora 34, 2015

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©Alessandra Colasanti


Marina Colasanti La obra de Marina Colasanti se destaca por su diversidad, sin que se pierda la unidad. Es autora de poesía, cuentos, crónicas, ensayos y literatura infanto-juvenil, siendo considerada la revitalizadora por excelencia de los cuentos de hadas. Nació en 1937, en Asmara, Eritrea. Vivió en Trípoli, Libia. Y al comienzo de la Segunda Guerra Mundial su familia regresó a Italia. Solamente en 1948 se mudaría definitivamente para Brasil. Con formación en Bellas Artes, comenzaba una carrera artística cuando mudó el rumbo de su vida ingresando a un gran periódico de Río de Janeiro. Siguieron 30 años en redacciones de periódicos y revistas, tiempo en el que actuó como redactora, cronista y editora. Todavía estaba en el empleo inicial cuando publicó su primer libro. Y fue al editar un suplemento infantil que se encontró con el universo de la literatura infanto-juvenil, encuentro que resultó en el libro de cuentos de hadas, Uma Ideia toda Azul (Una idea toda azul). La crítica se sorprendió con esos cuentos que, a pesar de haber utilizado la simbología clásica, resultaban tan contemporáneos, y el libro recibió los principales premios. Paralelamente, Marina Colasanti fue ancla, presentadora y guionista de diversos programas de televisión. Es publicista muchas veces premiada. Tuvo destacada actuación en las cuestiones de género, ya sea con sus artículos – que le rindieron tres premios de periodismo, cuatro libros y un ensayo – ya sea por la participación directa como conferencista y como miembro del primer Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer. Trabajando con varias lenguas tradujo autores fundamentales de la literatura universal, como Jerzy Kosinski, Giovanni Papini, Alberto Moravia, Iasunari Kawabata, Roland Barthes, Tommasi di Lampedusa, llegando a la literatura infantil con Pinocho y traduciendo posteriormente varios autores latinoamericanos. Dos veces presentó un espectáculo como narradora de sus propios cuentos: en el IX Festival Internacional del Cuento, en Los Silos, Tenerife, y en el encuentro Palavras Andarilhas (Palabras Andariegas), en Beja, Portugal. Fue la candidata brasileña al Premio Hans Christian Andersen en 1994. Nuevamente en 2015, y una vez más ahora para 2017. Es su propia ilustradora. Hoy, cuenta con más de 50 libros publicados y el más reciente, Mais de 100 Historias Maravillosas (Más de 100 historias maravillosas) es la compilación de sus 117 cuentos de hadas.

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Fragmento de la novela Mi guerra ajena Milán fue la ciudad más bombardeada de Italia. Se llamaban “bombardeos en alfombra”, lo que puede entenderse como bombardeos seguidos de más bombardeos, o bombardeos que extendían sobre la ciudad una alfombra de aniquilación. Si pienso en las columnas de humo que se levantaban en el horizonte, las veo constantes y oscuras como cipreses, pero el sentido común me dice que la distancia las hacía esbeltas y delicadas, fundidas a veces con la neblina, y que tal vez se trasladaran de un punto más atacado a otro. Siempre había más de una. Me parece muy probable que, a pesar de los riesgos, Manfredo haya ido a Milán, en diciembre del 44, a oír aquel que sería el último discurso de Mussolini. Los riesgos no detenían a mi padre. La ciudad que en breve habría de exhibir su cadáver en la plaza pública, colgado de los pies, recibió al Duce con aplausos, no se sabe cuán espontáneos. Pero él no repitió la palabra de mando “¡Vincere!”, vencer, con la que al comienzo de la guerra, hablando desde lo alto de sus imperiales balcones, había llevado a las multitudes al delirio. Si la hubiera dicho, habría visto enseguida, al caminar acompañado a lo largo de las calles semidestruidas, cuán imposible se había vuelto. Hubo un avión especial con el que Arduino y yo establecimos una cuasirelación. Tiendo a decir “tuvimos un caza…”, porque se había vuelto tan familiar que era como si de alguna manera nos perteneciera, pero en realidad éramos nosotros los que le pertenecíamos. De cualquier forma, esa aseveración habría sido demasiado compleja para nuestra edad. Se llamaba Pippo. O, mejor, así lo llamábamos. El nombre abarcaba al mismo tiempo al piloto y a la máquina porque, no habiéndolos visto nunca, juntos o separados, constituían una unidad. Pippo venía por las noches. Era, se decía, un avión de reconocimiento. En todo caso, no de ataque. Lanzaba panfletos. No le hacía mal a nadie, a no ser por el hecho de que revelaba en su base lo que veía, para que después otros sí lo hicieran. Pero esa aseveración, sin embargo… Nos gustaba Pippo porque no nos amenazaba, pero especialmente porque hacía un ruido diferente y porque se arriesgaba. Pippo volaba bajo; si no, ¿cómo ver, en la oscuridad, aquello que no quería ser visto? Y volando bajo, muchas veces se tropezaba con las ramas de los árboles. O hacía ruidos como si se tropezara. Hablo de Pippo y nos vuelvo a ver, todos juntos bajo la escalera de la casa, mi hermano, mi prima, yo y la empleada —había una con nosotros en ese periodo, poco más que una muchachita—. Es de noche. Nuestros padres han ido a una cena en Como, su vida social continúa a pesar de la guerra. Ahora que vivimos más lejos, cuando salen de noche, no regresan, debido al toque de queda. Duermen en casa de amigos, y por la mañana mi padre va directo al trabajo —las cosas tienen un orden, aun en pleno desorden—. La primera cosa que se enseña a los niños en tiempos de guerra es que, al oír el rugido de un avión, deben refugiarse bajo la escalera. Es el lugar más sólido de la casa —en las tantas casas bombardeadas que vi después, sobrevivía casi siempre una parte de la escalera; a falta de escalera, el vano de las puertas también sirve, hay un refuerzo o viga por encima de estas, no obstante que es una defensa estrecha para más de una persona—, y así estamos todos enroscados bajo la escalera, en la oscuridad. La escalera es de madera, ofrece poca protección, pero

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felizmente ninguno de nosotros ha pensado en eso, y en ese espacio apretado entre el chaflán de los escalones y la pared tibia de la cocina, nos sentimos seguros. La luz, apenas sentimos que Pippo se acerca, la apagamos. Y ahora los altos árboles del jardín son un estorbo para Pippo. El tren de aterrizaje —¿o sería la punta de un ala?— roza las ramas. Abrazados como una camada, tratamos de interpretar los ruidos. Queremos que Pippo se caiga y no queremos que se caiga. Que se caiga para que pierda el juego, y porque es enemigo. Que no se caiga porque no sabríamos qué hacer con él, y porque el enemigo puede hacernos cosas terribles. Y también porque no queremos perder la sorpresa de sus visitas, de ese Pippo fantasma encima del tejado, que vuela como un murciélago o un vampiro, de quien al día siguiente buscaremos inútilmente rastros en los árboles o panfletos en los matorrales. Pippo se aleja. Esperamos. Vuelve. Más bajo todavía, esta vez, o más ruidoso. Se arriesga mucho. Parece estar soltando pedazos. Tal vez se caiga. Apretamos el abrazo que nos une. “¡Que no se caiga, que no se caiga!”. El ruido metálico, arbóreo, óseo de Pippo se va alejando, hacia lo alto de la ladera. “Quiero hacer chichí”, dice uno de nosotros, seguramente no la empleadita. “¡Espera!”, es la orden colectiva. “No aguanto más”. Salir de la protección de la escalera, subir en la oscuridad hasta el baño en el segundo piso, ¿quién osaría? Nadie quiere ir. ¿Y si Pippo vuelve? Risas ahogadas bajo la escalera. “No te rías, que me hago en los pantalones”. Más risas bajo la escalera. Parece una epidemia, de repente todos queremos hacer chichí. Alguien sugiere que se busque una vasija en la cocina. A todos nos hace gracia. Pippo nos da un respiro. Puede ser que vuelva, puede ser que por hoy haya cumplido su tarea. Pero la posibilidad de un retorno nos mantiene retenidos todavía por un rato. Después, poco a poco, comenzamos a arrastrarnos fuera del escondrijo. Como animales todavía tibios en su madriguera, dejamos aparecer una pierna, un brazo, la cabeza. Una tenue luminosidad venida de la chimenea que todavía conserva brasas, o de la estufa de la cocina, se escurre por las habitaciones apagadas. Iremos al baño, las dos niñas primero, los otros después, uno a la vez, dejando la puerta abierta para que los demás se encarguen. Allá afuera, un piloto se arriesga volando bajo en la noche para descubrir posiciones del enemigo. En la casa oscura, unos niños se ríen tapándose la boca para no que no los oigan, uno de ellos se baja los calzoncitos.

Colasanti, Marina Mi guerra ajena Colombia: Babel Libros, 2013

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Stella Florence Stella Florence es escritora, tiene una hija, 30 tatuajes y 10 libros, entre ellos Eu me possuo (Yo me poseo, novela sobre la superación de un estupro y empoderamiento de la mujer), Os Indecentes (Los indecentes, crónicas de amor y sexo), 32 – 32 anos, 32 homens, 32 tatuagens (32 – 32 años, 32 hombres, 32 tatuajes, novela sobre compulsión afectivo-sexual), Hoje acordei gorda (Hoy desperté gorda, cuentos sobre vivir con sobrepeso), O diabo que te carregue! (¡Que te lleve el diablo!, novela sobre la separación), entre otros. Dos de sus títulos están dirigidos al público adolescente, como: Ser menina é tudo de bom (Ser niña es todo de bueno, crónicas para aumentar la autoestima de las niñas) y Só saio daqui magra! (¡Solo salgo de aquí delgada!, novela que cuestiona a los padres estéticos actuales previniendo contra la anorexia y la bulimia). O livro Hoje acordei gorda, en especial, fue indicado por el Ambulim (Instituto de Psiquiatría del Hospital das Clínicas de la ciudad de São Paulo) como lectura terapéutica para pacientes con trastornos alimenticios. Cronista veterana (revista Criativa, Bolsa de Mulher, Crônicas da vida a dois, iTodas - portal feminino do UOL -, revista Ouse y Top Magazine). Stella es conocida por su verbo agridulce y por la intensa sensación de partición que provoca en las lectoras, en su mayoría mujeres. A partir de su publicación actual, Eu me possuo, por Panda Books, la autora se tornó voluntaria del proyecto Pode Gritar (Puedes gritar) (https://podegritar.wordpress. com/), en donde declaraciones anónimas de víctimas de violencia sexual reciben un tratamiento literario antes de ser publicadas trazando un mapa íntimo y sensible de esos crímenes casi siempre cubiertos por el silencio. Ella también colabora activamente con la campaña #TodasPorLAMM https:// www.facebook.com/Todas-por-LAMM/) que busca justicia para una niña de 16 años estuprada por su abuelo materno. Fan de Gabriel García Márquez y Tennessee Williams (cuyo personaje clásico, Blanche Dubois, inspiró su novela 32), la autora vive en São Paulo, donde nació el 14 de abril de 1967. Hoy ella termina su próximo libro para Panda Books, mientras mantiene columnas semanales en el portal sobre separación Exnap y en su blog personal www.stellaflorence.com. Stella es activa en las redes sociales y puede ser encontrada en Instagram https://www.instagram. com/escritora.stellaflorence/, en Twitter https://twitter.com/Stella_Florence y en la Fanpage https:// www.facebook.com/escritora.stellaflorence/ Más informaciones en www.stellaflorence.net.

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Fragmento de la novela Eu me possuo Gustavo, tú no te identificas como un abusador porque piensas que los estupros son cosas de criminales en esquinas oscuras. Pero hay maridos que abusan de sus esposas, hay novios que abusan de sus novias, hay amigos que abusan de sus amigas. Y muchas de esas relaciones continúan, en medio de las mordazas de la necesidad, del miedo, y hasta del amor asfixiado. ¿Tú quieres ejemplos de qué es el estupro? Tal vez no quieras, pero los necesitas para comprender la realidad. E, infelizmente, es muy fácil encontrarlos. Si insistes en tener relaciones con una mujer alcoholizada, sin que ella tenga las condiciones para resistir tus ataques, esto es estupro. Si amenazas a una mujer diciéndole que la vas a abandonar o le vas a matar a su hermana o le vas a quitar a sus hijos o que vas a buscar a otra o que la vas a demitir, hasta que ella te abra las piernas con ojos de horror, esto es estupro. Si tienes sexo violentamente, hasta que la mujer, que en principio te deseaba, llore, se encoja, tenga miedo de ti, esto es estupro. Si en pleno acto, ella te pide que te detengas, sea por dolor, miedo, por falta de ganas, por tristeza, por vergüenza, o lo que sea, y tú no te detienes, esto es estupro. Si ella no quiere tener relaciones y tú ignoras su “no”, no importa si esa persona es tu esposa, novia, amiga, ocasional, extraña, monja, virgen, mendiga, viuda, prostituta, esto es estupro. Si durante el sexo la mujer se paraliza, enmudece, se traba, y tú continúas, tú ni preguntas qué pasó, tú sigues sobre un cuerpo inerte hasta donde le convenga a tu placer, esto es estupro. Hay personas que no consiguen decir nada cuando se sienten agredidas y la parálisis en sus cuerpos es el efecto más común, ¿sabías? Creo que ni necesito hablar sobre los niños, hombres y trans – ¿o crees que solamente las mujeres son abusadas? El hecho de que me haya sentido atraída hacia ti, haber ido a tu casa, haber deseado tener relaciones contigo, no significa que tú podrías violarme. Desear a un hombre no es lo mismo que desear ser abusada por él. Tú dijiste que estabas enamorado de una muchacha y que, después de descubrir que ella salía con otro hombre, otro a quien ella daba todo lo que te negaba a ti, la idea de salir conmigo te pareció una buena venganza. De ahí vino la invitación a cenar que yo acepté. Después que me besaste en tu departamento sin ninguna delicadeza, yo me aparté. Tú dijiste que te equivocaste al suponer que mi retraimiento fuera un rechazo por ti y una burla a tus deseos. Yo nunca vi a nadie burlarse del otro llorando – y yo estaba llorando. ¿Pero y si fuera burla? ¿Y si yo estuviera en verdad rechazándote? ¿Entonces un estupro sería una reacción justa? Imagínate si las mujeres salieran por ahí violando a los hombres que las hubieran rechazado o se hubieran burlado de ellas. Imagínate si ellas creyeran tener toda la razón. ¿Sería un mundo seguro para ti, Gustavo? Dijiste que si hubieras sabido que yo era virgen, no habrías actuado de aquel modo. ¿Y si yo fuera una mujer liberal, como soy hoy? ¿Y si yo me hubiera entregado a medio mundo y me quisiera entregar a ti también? ¿Entonces el estupro tendría sentido? ¿Ser yo virgen me vuelve más indefensa? ¿Más merecedora de compasión? De acuerdo con ese raciocinio, no hay problema alguno en abusar de una prostituta, por ejemplo.

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Pero tú no dejaste ahí el asunto: tú dijiste que yo debería haberte contado que era mi primera vez y que eso haría que tuvieras relaciones conmigo con más delicadeza y no como normalmente se hace. Gustavo, no me hagas reír. Tal vez esa disculpa fuera aceptada por una mujer sin ninguna experiencia sexual como yo lo era, pero ese no es más mi caso. Lo que aconteció aquella noche no fue un sexo normal, natural, deseado, vigoroso, sabroso, que dos personas con experiencia hacen – y tú sabes de esto. Tus justificaciones, como puedes ver, se tornan en nuevas condenaciones. No, yo no acepto cenar contigo. No te atrevas a suponer que me enterneces diciendo que aún te sientes atraído por mí: mi inteligencia es mayor que mi vanidad. La única reparación que me interesa es que tú jamás hagas con otra persona lo que hiciste conmigo. Tú dijiste que habías ido a mi bar a fin de disculparte por alguna mala impresión que hubieras dejado en mí. Tú no dejaste una mala impresión. Tú cometiste un crimen. Tal vez ahora me preguntes por qué yo no te denuncié ya que afirmo que eres un criminal. Aquella noche, yo hice un nudo en mi vestido para disfrazar la rasgadura que le hiciste y me limpié como pude en el elevador. Me quedé deambulando por las calles confundida, después entré en un taxi y fui a la casa de mi abuela. Fui directo a la regadera para limpiar aquello de mí. Me sentí sucia, me sentí culpable, me sentí inferior, me sentí mal como para estar en cama: cargué por mucho tiempo acusaciones que servían para ti, no para mí. Mi falta de experiencia me hizo creer que la culpa era mía, que yo apreté algún botón maldito en ti y que tal vez el sexo fuera realmente aquel horror. Por esto yo me mantuve en silencio. ¡Pero mi cuerpo gritaba! En tres meses engordé quince kilos tratando de volverme incapaz de instigar algún deseo en un hombre, tratando de crear una segunda y gruesa piel que me alejara del dolor. Y por lo menos los seis años siguientes me mantuve atada. Si yo pudiera regresar en el tiempo, yo diría a aquella niña asustada lo que permití que mi abuela me dijera años más tarde en el piso de su baño: que yo no tuve la culpa, que la suciedad de todo aquello no estaba en mí, que aquella cosa horrorosa tenía nombre y que el nombre feo de ella es estupro, que el sexo no era aquello y que aquella experiencia no podría definirme ni definir el resto de mi vida. Hoy esta carne más suave, más fértil de células y sensaciones, es parte de mí. Mi cuerpo no me aleja de la vida, del placer, de los hombres interesantes – de los obvios, sí, pero a los obvios no los quiero. Hoy gozo, Gustavo, en el sexo y mucho más allá de él. Y quien forjó la llave para abrir mi cautiverio fui yo. La fuerza que hoy me habita es creación mía. Yo me poseo. Nadie más. Traducción de Elizabeth Nazzari Verani y Juan Manuel Canela Florence, Stella Eu me possuo Brasil: Panda Books, 2016

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©Wilian Olivato


Rafael Gallo Nació en São Paulo, en 1981. Es graduado en música, con licenciatura en composición y regencia, por la Universidad Estadual Paulista (Unesp), y en 2015 terminó la maestría en medios y procesos audiovisuales por la Universidad de São Paulo (USP). Actualmente vive en Baurú, ciudad del interior del estado de São Paulo. Se inició en literatura en 2012, con el libro de cuentos Réveillon e outros dias, (Fiesta de Nochevieja y otros días) después de haber vencido el concurso nacional Premio Sesc de Literatura. En 2015 publicó su primera novela, Rebentar (Reventar), ganadora del Premio São Paulo de Literatura 2016, unos de los más importantes del país. Ambos libros fueron publicados en Brasil por la Editora Record. Los cuentos de Réveillon e outros dias abordan experiencias de relaciones humanas limítrofes, permeando desde textos más dramáticos, como el cuento Espiral, y en el cual se retrata una relación incestuosa entre madre e hijo, hasta bienhumorados, como O vendedor, (El vendedor) enfocado en un hombre que decide dedicarse al comercio ilegal de sus propios órganos. La novela Rebentar, muy bien recibida por el público y la crítica, narra la historia de Ángela, una madre cuyo hijo, Felipe, desapareció a los cinco años de edad. Después de 30 años de tratar por todas las formas posibles de tener a su niño de vuelta, y de vivir en duelo por él, Ángela decide terminar la espera y la búsqueda por su propia cuenta, aceptar la pérdida definitiva y darse el derecho de reanudar su vida. Además de los dos libros ya citados, el autor tiene cuentos publicados en antologías y vehículos diversos, como la antología en formato eBook Desassossego (Desasosiego) (Mombak, 2014), organizada por Luiz Ruffato; por la colección de eBooks Formas breves (Formas breves) el cuento Nos olhos de Júlia (En los ojos de Julia) (e-Galáxia, 2014); y la traducción para español de su cuento Réveillon, intitulada Nochevieja, que fue uno de los textos seleccionados para el segundo volumen de la Machado de Assis Magazine (Biblioteca Nacional, 2012), disponible gratuitamente en: http://tinyurl.com/zseuaov. Para 2017 ya está programada la publicación de Conversas de botequim – contos inspirados em canções de Noel Rosa (Pláticas de bar – cuentos inspirados en canciones de Noel Rosa) (Mórula, en prensa), con un cuento del autor. Las obras de Rafael Gallo están bajo los cuidados de la Agencia Riff (lucia@agenciariff.com.br).

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Fragmento de la novela Rebentar Era la primera vez que se acostaban sin haber llevado a Felipe para su recámara – la habitación ahora vacía, reverberando en silencio desde el extremo opuesto del corredor. Octavio generalmente cargaba al hijo en brazos hasta la cama donde él continuaría su sueño. Ángela se acuerda perfectamente de cuánto ella y su marido habían llorado juntos, abrazados por la misma pérdida, la misma perdición. De cuán insoportable era estar paralizados allí, acostados como si estuvieran muertos, aunque despiertos, mientras la noche más profunda de todas se tragaba al hijo desamparado del lado de fuera. Dentro de la casa, todas las luces permanecían encendidas, derramándose de las ventanas hacia la calle como un faro para indicar a Felipe el camino de regreso, o una vela quemándose por su pérdida. Ángela no sabe cuánto tiempo llevó hasta que esa forma de vigilia terminase, pero con seguridad pasaron semanas antes que las lámparas se apagaran y las ventanas cerraran una noche, junto a los párpados de la mujer finalmente adormecida por el entorpecimiento de medicaciones. La sensación que ella tenía era que, si cerraba los ojos, Felipe nunca más sería visto. Hoy, con más de treinta años de noches acumuladas entre aquella primera y ésta, hay alguna habituación adquirida. Ángela toma una dosis menor de medicinas con un trago de agua y los dos descansan en silencio bajo los cobertores. Están, bajo una nueva forma, perdiendo a Felipe otra vez. Evitan hablar algo más sobre el asunto de la conversación anterior, como si hacerlo fuera una falta de delicadeza a la memoria del niño o a su propia renuncia como padres. Probablemente, conseguirán dormir toda la noche. Para readquirir ese hábito, después de las primeras vigilias, llevaron mucho tiempo durmiendo en pedazos, alternando pocas horas de sueño. Había en esa antigua precariedad un reflejo sórdido de los primeros meses de la vida de Felipe, cuando tenían que despertar a toda hora por cuenta de la reciente presencia del niño. Con su ausencia, se reavivó en los nervios de la madre sustraída la misma forma de percepción aguzada; ella oía, varias veces, venir de la recámara del hijo los pequeños gemidos y el lloriqueo bajito, que sólo las madres parecen capaces de escuchar. Sin embargo, esta vez los sonidos se trataban apenas de alucinaciones: sollozos de un cuarto vacío. Fueron muchas las madrugadas en las cuales Ángela no podía soportar estar en la cama y, después de algunas horas, iba para la recámara de Felipe. En la primera después de la desaparición, ella atravesó el corredor entre los dormitorios bañada por la luz amarillenta, sintiendo sus ojos contraídos y su cuerpo balanceando de mareo y pesar. Con uno de los brazos apoyado en la pared, siguió para la puerta del cómodo vacío, tanteando como si, a pesar de las lámparas encendidas, caminase en la obscuridad. Ya apoyada en el batiente, observó cada uno de los pequeños objetos que formaban el mundo del niño: la camita arreglada con el edredón azul de estrellas amarillas, el ropero de pátina blanca, las cortinas de Peter Pan en las ventanas, los estantes con los juguetes, el escritorio que ya comenzaba a ser usado para trabajos de la escuela. Sobre el respaldo de la silla, el pijama que él se había quitado para ir a la galería horas antes. Ella tomó en sus manos y aspiró profundamente el olor de su niño aún impregnado en las fibras del tejido, el olor de la inocencia tan opuesta a aquel mundo que la devoraba. La madre se hundió en una especie de obscuridad, desconocida hasta aquel momento. Agarrada a la ropa de cama de Felipe, derrumbada sobre el pequeño colchón, ella lloró descontroladamente hasta que Octavio la tomó en los brazos y la retiró de allí.

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El sol que entra por las rendijas de la ventana despierta a Ángela. Ella tiene la sensación de haber mezclado, durante el tiempo difuso de la noche anterior, sueños y recuerdos de Felipe con las primeras madrugadas de su ausencia. La casa está bastante silenciosa, Octavio ya debe haber salido para el trabajo. Ángela se levanta de la cama, se lava el rostro, cepilla los dientes y sale de su recámara. Atraviesa el corredor, pasa delante de la escalera que la llevaría a la sala y después a la cocina, y se acerca a la puerta del cuarto de Felipe. Bajo el batiente, toca el interruptor, removiendo de la oscuridad la imagen perfectamente igual a aquella con la que se encontró en la primera noche después de la desaparición, hace más de treinta años. Su recámara había sido conservada cuidadosamente intacta durante esas tres décadas, como si el pequeño Felipe hubiese acabado de salir de allí y pudiese regresar a cualquier momento. Su cama hecha, arreglada con el edredón azul de estrellas amarillas; el ropero de pátina blanca, las cortinas de Peter Pan en las ventanas, los estantes con los juguetes, el escritorio que ya comenzaba a ser usado para trabajos de la escuela. Todo permanece preservado en su lugar, como si el tiempo no hubiese dado un paso siquiera entre aquellas paredes. Sobre el respaldo de la silla, aún yace el pijama que el niño se había quitado para ir a la galería décadas antes. Ángela lo toma nuevamente en sus manos, pero sabe que hace mucho tiempo el olor del niño no está más enredado en aquellas fibras. Aun así, lo pone contra su rostro como en una oración. Mira alrededor, pensando que todo ese memorial tendrá que ser finalmente desecho cuando se cambien de casa. Desbaratar esa recámara será la cosa más difícil que haya hecho en su vida; no logra imaginar cómo podría realizar eso. Se sienta, abatida, sobre el colchón antiguo de Felipe. Permanece paralizada, con el pensamiento nublado. Deja caer el pijama sobre su regazo, lo extiende lentamente sobre las piernas, para finalmente doblarlo. Demora la mirada en la tela gris sobre sus piernas antes de conseguir levantarse y caminar hacia el ropero. Abre la puerta central del mueble y se encuentra con el leve balanceo de las ropas del muchacho en los ganchos. Los contornos de su cuerpo aún están dibujados allí, como sombras de algodón en piernas y mangas estiradas. Ya ha visto esa misma escena centenas de veces, pero aún siente un nudo apretársele en el pecho. Ella abre la gaveta donde siempre estuvieron los pijamas y deposita allí el pequeño pliegue de terciopelo en sus manos. El silencio en la casa es fúnebre. Después de cerrar la gaveta y las puertas del armario, Ángela, como hace todas las mañanas, abre las cortinas y las ventanas para dejar entrar un poco de sol en la recámara de su hijo. Es la primera vez, sin embargo, que la luz de la mañana descansa sobre una silla descubierta. Traducción de Elizabeth Nazzari Verani y Juan Manuel Canela

Gallo, Rafael Rebentar Brasil: Record, 2015

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©Márcia Foletto


Adriana Lunardi Escribo lentamente y poco. Llevo apenas cinco libros hasta ahora. Al principio eran los relatos breves de As meninas da Torre Helsinque (Las chicas de la Torre Helsinki, 1996) y de Vésperas (Vísperas, 2002). Entre ambas publicaciones hubo dos mudanzas de ciudad y una nueva profesión: la de guionista. Paso por largas temporadas de silencio. A lo largo de diez años escribí documentales sobre Brasil para el programa Expedições (Expediciones) que se transmite por la televisión pública. En 2006 publiqué mi primera novela, Corpo Estranho (Cuerpo extraño). Seis años después le llegó el turno a la novela A vendedora de fósforos (La vendedora de fósforos, 2012). En ese ínterin escribí cuentos para revistas, periódicos y antologías, terminé una maestría en literatura brasileña y participé en eventos literarios en Brasil y en el exterior. Son ese tipo de cosas las que me hacen retornar a las palabras. Impartí talleres de escritura para autores jóvenes en escuelas públicas y privadas de Río de Janeiro. Mis libros fueron finalistas de premios, dos de mis títulos se han traducido a otros idiomas. El bloqueo de la escritura es uno de los temas constantes de mi terapia. Al final llegué a una pequeña novela para jóvenes, A longa estrada dos ossos (La larga carretera de los huesos) en 2014. En ese mismo año recibí el Premio Icatú de Artes y, por primera vez, pude experimentar la forma de vida de una escritora. Actualmente estoy desarrollando una serie de televisión como coautora. Es mi primera incursión haciendo ficción en ese formato. Escribo mucho y con plazos muy ajustados. En la computadora, una novela espera ser concluida.

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Cuento “Clarice” incluido en la novela Vísperas Desde la veranda, él señala la inmensa roca puntiaguda y las casitas apiñadas que suben por la ladera. Profesoral, llama a cada cosa por su nombre, educando mi mirada en todo lo que ama. Aquél es el morro Dois Irmãos; a su lado, la favela da Rocinha. En la vibración de su voz, en sus palabras que se atropellan, hay un apuro por darse a conocer, la ansiedad de cumplir el papel que durante toda la vida (mi vida, al menos) evitó desempeñar. El papel de mi padre. (…) ¿Cuál es el primer lugar que te gustaría conocer de Río de Janeiro? El cementerio de Cajú, respondo, sin vacilar. Listo. Ya está claro. Soy una chica difícil. De esas que hacen que los padres hinquen los codos en la mesa y se aseguren las sienes con el índice y el dedo medio, mientras los pulgares sustentan las mandíbulas inferiores, alisando la máscara de la perplejidad. La carcajada de Penha, llevándose la mesa del café, llena la sala de espontaneidad. Tantas cosas lindas para ver en Río y la chica quiere ir al cementerio. Es para morirse, señor Octavio! Octavio se pone pálido y sus ojos se clavan en la mesa, vejado ante la crítica popular de los hechos. Arrepentido, digo, ambigua en el tono, que tanto puede ser interrogativo como de adivinación. ¿Eso es lo que quieres? me encara Octavio, la furia infiltrándose casi imperceptiblemente en la corriente única del discurso paterno, el rostro crispado de indignación. No está entre amigos, debería saberlo, pero no parece haber entendido. Dejo que la provocación agonice solita hasta que el ruido del tránsito, llegado de muy lejos, la atropelle. Octavio desvía las pupilas hacia el cielo y suspira. (…) Cuanto más avanzo, más se cierra el hueco del silencio, amplificando el ruido de los zapatos que desmigajan la tierra. El calor también crece, y siento que estoy perdida. Paro, escucho con más atención. Nada se mueve, salvo una abeja perturbada por el sol. Espero, inmóvil, hasta que mis oídos alcanzan el son ahogado de una banda reiterándose a lo lejos. Vuelvo sobre mis propias pisadas y después de doblar esquinas y equivocar el camino, avisto a un enterrador arrodillado junto a una fosa abierta. Hago una aproximación cautelosa para evitar que lo asuste mi presencia. El hombre se vuelve, interrumpiendo un golpe de picota. Lo saludo. Él me responde manteniendo el cigarro ya casi consumido en la comisura de la boca; después mueve el mentón señalando el vacío abierto en el suelo y agrega: No tenga miedo. Es sólo un trabajo de reforma. Sonrío, tratando de mostrar confianza, y pregunto dónde queda la sepultura que busco. El hombre señala con una pala sucia de cemento en dirección adonde vine. Siga por allí hasta la calle G. Es el octavo, a la izquierda Agradezco, aliviada, y al darle la espalda, lo escucho preguntar. ¿Usted es de la familia, señorita? Yo me vuelvo, la lengua ya apoyada en los dientes de adelante, el soplo de la «n» listo para iniciar un «no», cuando una idea empieza a dar vueltas detrás de la respuesta, postergándola.

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No, no era hija, sobrina, prima. Ningún lazo de genealogía me ataba a ella, pero ¿a qué familia podía yo pertenecer? No había tenido un padre hasta hoy y cuando él aparece es mi madre la que parte: un arreglo demasiado simple para la institución familiar, ofende las leyes más elementales que la regulan. Nada en mi vida afianzó nunca las relaciones de parentesco. De querer una familia, yo misma tendría que formarla. Hacer una selección particular de personas e inventar una afinidad que nos uniera. Una desesperación de comprender, por ejemplo, suplantando a la sangre. Entonces sí podría afirmar, gritar al sepulturero que Clarice me era más familiar que cualquier otro ser del mundo. A ella me unía al fin algo parecido. Algo fundamental. Ella era alguien que me miraba a los ojos, y en esa mirada estaba el secreto que compartíamos. Un secreto que sólo existe por la complicidad de saberlo, como todos los secretos de familia. Ella apartaba de mí el temor de enloquecer sólo porque aquello que yo sentía todavía no tenía nombre. Y me daba coraje para ser lo que yo era, para gustar de serlo. Asumía mi extrañeza, me señalaba la belleza que había en ella, y, sobre todo, la cercaba de dignidad. El resto del mundo que quedara atónito si yo era uno de aquellos que matan para florecer. Antes de que yo pudiera decir un sí victorioso, sibilante de convicción, el hombre ya había retomado su tarea, indiferente como todo albañil que yergue tumbas bajo el sol. Vuelvo lentamente a la calle principal. La luz del mediodía da cuenta de todo. Doblo la esquina indicada y mis ojos avanzan sobre el mármol que se alza de la tierra como paloma de buche hinchado. Una paloma cubista. En la lápida, las letras están pintadas a mano sobre el molde tallado en piedra. En la línea superior, el nombre en hebreo y la estrella de David. Una única fecha, 9-12-1977, sepulta para siempre el misterio del año de su nacimiento. Clarice Lispector, leo. Clarice Lispector, leo otra vez, repitiendo, repitiendo, hasta que mis ojos creen. Un gusto salado me invade la boca. Las lágrimas llenan los canales escondidos bajo el rostro, pero no corren. Las guardo para sacar de ellas fuerzas en el sufrimiento. Quiero el llanto sólo cuando el dolor exceda lo que puede comprenderse. Y aquí hay encuentro. Estoy delante de la tumba de Clarice Lispector y esta es mi historia. Había ido allí para vivirla, para apropiarme de lo que gusto, para ceder a la mínima manifestación de mi ser difícil, áspero, desesperado. Sobre todo, había ido allí para otorgarme una filiación. Saco la piedra del bolsillo y la deposito en la superficie rebosante de luz. Un ritual cuyo sentido no conozco con certeza, pero que tomo prestado para iniciar la tradición de mi linaje. El cuerpo duele de celebración. El mediodía ha barrido toda posibilidad de sombras. Acaricio el lecho blanco. El polvo se adhiere a mis dedos, recordándome el eterno polvo que somos y seremos. Oigo un ruido detrás de mí. No tengo apuro. Sé que al volverme veré a Octavio, las manos en los bolsillos, entre furioso y aliviado, pensando qué hacer conmigo. Hay, finalmente, cosas para las cuales él no tiene nombre. Pero puede estar cerca, muy cerca, de conocer la orden de los corazones salvajes. Lunardi, Adriana Vísperas Argentina: Bajo la Luna, 2002

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©Marcelo Correa


Ana Paula Maia Nacida en Río de Janeiro en diciembre de 1977, vive en el sur de Brasil en Curitiba, desde 2015. Es escritora y guionista. Cuenta con cinco novelas publicadas, destacándose Entre rinhas de cachorros e porcos abatidos (Entre riñas de perros y puercos sacrificados) (ed. Record, 2009), Carvão animal (Carbón animal) (ed. Record, 2011) y De gados e homens (De ganados y de hombres) (ed. Record, 2013). Tiene libros publicados en Serbia, Alemania, Argentina, Francia, Italia y Estados Unidos. En breve tendrá nuevas ediciones en España. Posee cuentos publicados en antologías en Brasil y el exterior, traducidos al alemán, croata, español, inglés e italiano. Su novela, A guerra dos bastardos (La guerra de los bastardos) (ed. Língua Geral, 2007 - Edición Alemana: Krieg der Bastarde - Ed. A1, 2013) se destacó en Alemania como uno de los mejores libros policiacos extranjeros del año de 2013. Deserto (Desierto), es su primer largometraje y debut como guionista. La película es una adaptación de la novela Santa Maria do Circo, del escritor mexicano David Toscana. Publicado en Brasil en 2016. Participa en diversos eventos de literatura en Brasil y el exterior, entre ellos la Feria Internacional del Libro de Lima (Perú), Festival internacional de Literatura de Berlin (Alemania), Belle Latina (Lyon, Francia), Etonnants-Voyageurs (Saint-Malo, Francia), Festival of European Short Story (Zagreb y Sibenik, Croacia), Festival de literatura Iberoamericana (Atenas, Grecia), Semana de Literatura Brasileña (Viena, Austria), Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México, 2014), Salón del libro de Paris (Francia, 2015 – comitiva oficial del país invitado de honor), 1º Festival internacional del libro de Maputo (Mozambique, 2015), FILBA (Festival internacional de Literatura de Buenos Aires, 2015).

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Capítulo seis de la novela De ganados y de hombres Bronco Gil observa el pasto. Su sombra se estira hasta tocar la parte del alambrado que quedó más floja. Es un dia caluroso y polvoriento. Debajo del sol, ya todos los hombres se muestran empeñados en sus funciones y perseguidos por sus sombras. Mientras camina, la sombra de Bronco Gil invade el pasto y recubre parte del cuerpo de una vaca soñolienta que mastica un poco de hierba, se agacha y junta tierra con una de sus manos. Enseguida la huele y la arroja. De pie busca en el alambre de púas algún vestigio del animal que atacó a la vaca. Pero además de no encontrar ni un pelo, comprueba que la cerca no tiene mas daños que los que causó la vaca. Espanta a otros rumiantes que se van aproximando y busca huellas de un felino o de un jabalí. No encuentra nada. Está decidido a pasar la noche en guardia. Por el terror que generó la noche anterior, no ha de ser un animal que se capture así nomás. Estratégicamente, elabora algunas trampas y piensa en la ruta de entrada y fuga del depredador. Agachado, olisqueando una vez más un puñado de tierra, a su cuerpo lo tapa la sombra de Edgar Wilson. — ¿Qué pasa? — Acaban de llegar los estudiantes. Bronco Gil se pone de pie. La escopeta le cuelga en la espalda. El semblante es de desconsuelo. Pasea la vista por el estrecho campo al alcance de sus ojos, aunque sabe que el horizonte es extenso y sus límites son imperceptibles desde donde él mira. — Tengo que encontrar a ese desgraciado —comenta Bronco Gil—. No entiendo por donde entró. No hay ninguna marca, ni en el pasto ni en el cerco —concluye apuntando el índice en distintas direcciones, tan desorientado como la vaca antes de morir, tan angustiado como animal en la fila del sacrificio. — No entró ningun depredador —comenta Edgar Wilson. — ¿Y entonces cómo se explica? —plantea Bronco Gil, exaltado. Edgar Wilson permanece en silencio unos instantes. Mira la hierba recostada y el día lleno de luz. — Voy a encontrar a ese animal y voy a necesitar ayuda. — Cuando quieras. —Puede ser que esta noche vengan en manada. —Bronco Gil se acomoda el sombrero-. Por eso, vamos a juntar a los peores tipos de este lugar. ¿Sabes usar una de estas? —pregunta señalando la escopeta. Edgar Wilson dice que sí con la cabeza. Perfecto. Yo igual prefiero arco y flecha. No gastes mucha energía, que esta noche nos va a dar bastante trabajo. Bronco Gil deja el lugar y va al encuentro de los estudiantes intrépidos, que desean fervientemente conocer la línea de producción de la carne. El grupo consta de once alumnos y un profesor. — Hola, soy Aristeo, el profesor. Ellos son mis alumnos. Gracias por recibirnos en este lugar tan… interesante—. El hombre se agita como un novillo salvaje y, a la vez que habla, pone una sonrisa fija y mueve la cabeza en sintonía con vaya a saber qué cosas—. Estamos muy interesados en aprender la rutina de los trabajadores y conocer las instalaciones y la manera… -Suelta una risita—. O sea, la manera en que la carne llega a nuestras mesas todos los días. De acá nos vamos a visitar después la fábrica de hamburguesas donde se procesa la carne de ustedes.

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—Se interrumpe a sí mismo y se da un sopapo en la cabeza, como quien dice “que tonto soy”—. Quiero decir, la carne que ustedes producen en este lugar. Bronco Gil escucha todo el tiempo en silencio. Cuando el otro para de hablar, llama a Tonho y le pide que lleve a los visitantes al corral donde está el ganado seleccionado para la faena del día. —Quisiera también agradecerle al señor Milo por su gentileza y por dejarnos visitar este establecimiento tan… singular. —Le transmito a don Milo. Ahora, si ustedes me permiten… —Bronco Gil se quita el sombrero, demostrando que él también tiene buenos modales, y se retira. Edgar Wilson suspende la maza en el aire y la descarga, acertando en la frente de la vaca que inaugura el segundo lote del día. Santiago está haciendo un buen trabajo y mantiene su ritmo frenético, siempre elongando y precalentando antes de entrar a box. Edgar Wilson está satisfecho con el trabajo del nuevo compañero y confirma lo bien que hizo en mandar a Zeca al fondo del río. Hasta el momento nadie vino a preguntar por él. En los lugares donde la sangre se mezcla con el suelo y con el agua es difícil tratar de establecer cualquier distinción entre lo humano y lo animal. Edgar se siente tan en sintonía con los rumiantes, con la mirada insondable que tienen y con la vibración de la sangre en sus venas, que a veces se pierde en su misma conciencia al preguntarse quién es el hombre y quién el bovino.

Maia, Ana Paula De ganados y de hombres Argentina: Eterna Cadencia, 2015

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©Tomás Franco


Carol Rodrigues Carol Rodrigues nació en Río de Janeiro en 1985 y vivió en diferentes ciudades dentro y fuera de Brasil. Estudió imagen y sonido en la Universidade Federal de São Carlos, e hizo una maestría en estudios internacionales de performance, en las universidades de Ámsterdam y Warwick, dentro del programa de becas de estudio Erasmus Mundus. Su investigación se centró en la performatividad de género en la resistencia política latinoamericana, principalmente dentro del movimiento zapatista (México), y en el trabajo de la performer Regina José Galindo (Guatemala). Hoy vive en San Pablo, donde escribe y trabaja como productora en el Núcleo de Audiovisual y Literatura del Itaú Cultural. Su primer libro Sem vista para o mar (Edith, 2014), ganó el año pasado los premios Jabuti y Clarice Lispector (Fundação Biblioteca Nacional) en la categoría cuentos. Su segundo libro, Os maus modos, fue realizado con apoyo de Proac (Secretaría de Cultura del Estado de San Pablo) y será lanzado en breve. En junio y julio de este año hizo una residencia artística en el Instituto Sacatar (Itaparica- Bahía), donde comenzó su tercer libro y primera novela. Sus cuentos fueron publicados en las revistas Words Without Borders, Parênteses, Vacatussa, Revista Pessoa, Revista E (SESC), Livre Opinião, Jornal Opção, Antesala das Letras. Este año participó como autora invitada en la Bienal del Libro de San Pablo, en la Feria del Libro de Ribeirão Preto y en el Festival Rota das Letras, en Macau.

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Fragmento del cuento “Donde se acaba el mapa” incluido en el libro Sem Vista Para o Mar Él no existía y de pronto existe. Se la juraron hace cinco días. Mañana todavía oscura, gorra short adidas, dos rayas, el cuello del uniforme manchado de la vianda, carne a la olla, fue a dedo de Tupi Paulista a São João de Pau D’Alho. Y en barco hasta Pauliceia. Y más dedo hasta Olaría. Bajó el río que parece mar, puerto a puerto el Río Paraná Porto X Guana Itaporã. Se estrechó en Rosana y empequeñeció hasta Porto Rico que es donde se acaba el Mapa Rutero del Estado de São Paulo. Era lo que tenía este chico bigote apenitas cuando salió del portón de la escuela, derecho a la ruta, la mañana, esa, que se la juraron, cinco días. En Porto Rico los ojos con agua mareado tantas horas, el cuerpo, pesando en los brazos del río. Pero era lindo las islitas la playa arena clara los caserones a la orilla, cómo hablaban los que estaban ahí, recibiendo, señalando, él oyó que el río era demasiada agua casi el mar. Salió del barco son cien. El billete triste lo saca del bolsillo ancho a rayas. Miró al cielo otro día. En la panadería más de esquina más angostita pidió un cortado pan a la chapa solo hay pan con leche está bien. Pueden ser dos, pueden ser tres, tengo hambre ¿tiene queso? ¿tiene jamón? Todo en la chapa, está bien. El chapero chapea todo mira desde arriba del delantal ¿por qué estás acá hoy no hay aula vas con uniforme de dónde sos? Vine de río arriba del puerto de Olaría. Vine para ver extranjeros ver turistas ¿dónde los puedo encontrar? Aparecen más tarde, en la playa, lo más turista que vas a ver viene de São Paulo, Porto Alegre, Curitiba, carioca no hay, del Nordeste nadie. Y extranjero extranjero sólo alguno perdido que cree que está cerca de Argentina. Cuando les digo que todavía les falta todo un estado gordo un Mato Grosso do Sul para llegar a un Paraguay y recién ahí la Argentina me preguntan dónde está el aeropuerto más cercano y yo les digo ¿acá? No hay. Hay estación de ómnibus que en dos días lo deja. Me da pena arrancarlos de esas novelitas de cabeza de turista pero hay tanto hippie que aparece por acá, no sabés, nunca viste. ¿Y a qué fiestas va el que viene de afuera? ¿Fiesta de rico o de pobre andás buscando? El chico short a rayas ni hace falta alzar los hombros lo tiene escrito en el hombro el cuello agujereado la camiseta del uniforme manchada de la vianda, está escrito escuela pública, está escrito la camiseta es vieja, está escrito no hace falta ni hablar. El chapero asiente, comprende y lo manda a la prainha, hay alcohol al final del día, hay jóvenes hay chicas. Si viniste para ver rubias, de Paraná, mejor bajar más, acá lo que más hay son indias como vos. El chico frena un trago de café con leche. Que ya vio chicas, en una de esas, las chicas ya ni quiera. La mañana va pasando en ese ritmo el chico huyó de la casa por el río quiere dormir. Le dice al chapero que es el panadero que es el dueño que es buena gente y le ofrece un sofá ahí atrás. Duerme la tarde cae, se baña se peina, un verbo casi intransitivo, y no querría usar mucho, segundo día, el uniforme de la Escola Estadual Leônidas Ramos Oliveira. El panadero es atento y se da cuenta, busca una camiseta nueva, una bermuda sin rayas, zapato no tiene para prestar. Pero tiene un perfumito para atraer a las chicas a ellas

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les gusta. El chico se pone en la muñeca en el cuello una gotita. Andá, nene, andá a vivir. Después volvé a dormir, y a devolver la ropa tengo poca. Está bien dice el chico, gracias don Néstor, ¿es Néstor? Es Néstor, sí, vaya nomás diablo a divertirse que me voy a leer el diario, mentira, me voy a jugar al bicho , no se lo digas a nadie, pero va a salir anaconda. El chico sonríe de nuevo se mira, estás lindo, y si es hoy quién sabe en una de esas sí. Porque cuando fue la otra vez fue en el muro atrás de la Escola Estadual Leônidas Ramos Oliveira, con uniforme, los chicos de verdad jugaban al fútbol. Fue con otro chico de mentira, era rubio, era de afuera, era lindo besarlo y sentir en el labio carnoso los pocos pelos del bigote, jovencito, la mano en el pantalón, tenía pantalones, con el calor se transpiraba todo, la espalda los muslos el poco bigote. Pero los agarraron alguien vio contó al padre a la madre a la hermana comprometida que se iba a casar, y entonces los chicos de verdad que jugaban al fútbol se la juraron. El chico que era de afuera se volvió afuera. No era bueno un chico culto besando inculto en el culo del mundo dijo el padre. Y desde ese beso vio el chico que era sólo chicos de afuera que podía besar. O por lo menos los chicos de afuera besaban más, parecía. Y si fuera para afuera besaría más chicos, parecía. O por lo menos no lo golpearían, sopapo del padre, no iba a haber más, se la juraron los chicos de verdad. Quien huye de cerca del río baja el río hay más hacia donde. Bajó el río hacia la ciudad más lejana para el dinero que llevaba y para el mapa rutero que encontró. Y Porto Rico era rico había turistas gente de afuera gente linda, algún hombre lindo que besa hombres seguro que sí. Traducción de Julia Tomasini

Rodrigues, Carol Sem Vista Para o Mar Brasil: Edith, 2014

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Paulo Scott Paulo Henrique Rocha Scott, escritor brasileño, firma sus libros como Paulo Scott. Nació en Porto Alegre, en 1966. Escribió cinco libros de prosa: Ainda orangotangos (Aún orangutanes, 2003), adaptado para el cine por Gustavo Spolidoro, película que triunfó en el XIII Festival de Cine de Milán; la novela Voláteis (Volátiles, 2005); la novela Ithaca Road (2013), que fue parte del Proyecto Amores Expresos, que llevó a autores brasileños a diversas ciudades del mundo por un periodo de 30 días (este escritor estuvo en Sídney, Australia); la novela Habitante irreal (2011) –finalista de los principales premios literarios brasileños y del exterior (el International Dublin Literary Award 2015/2016, y el Premio Casa da América Latina / Grupo Lena / Portugal 2016), ganadora del Premio Machado de Assis de la Fundação Biblioteca Nacional 2012, lanzado en Alemania, Portugal, Reino Unido y Estados Unidos, con vistas a publicarse también en Croacia y Turquía, en 2017; y la sátira O ano em que vivi de literatura (El año en que viví de la literatura, 2015). Escribió cinco volúmenes de poesía, entre ellos, O monstro e o minotauro (El monstruo y el minotauro, 2010), en colaboración con el caricaturista Laerte, y también Mesmo sem dinheiro ganhei um esqueite novo (Incluso sin dinero conseguí una patineta nueva, 2014), ganador del premio al mejor libro de poesía de 2014, de la Asociación Paulista de Críticos de Arte (APCA). Escribió textos teatrales, ejemplo de los cuales está Crucial Dois Um (Uno-dos crucial), que obtuvo mención en el Premio Funarte de Teatro Myriam Muniz, finalista del Premio Azorianos de Teatro 2007. Escribió tres guiones de novela gráfica, uno para la Editora Leya, Clero: mar envasado em precipício (Clero: mar enlodado en abismo) y dos para Companhia das Letras: Não me mande flores (No me mandes flores) y Meu mundo versus M (Mi mundo contra M, ilustrada por Rafael Sica, proyectada para publicación en 2017). Escribió tres episodios para el proyecto de serie Vira-latas do futebol (Perros callejeros del futbol), presentado a HBO y coordinado por Rodrigo Teixeira. Coescribió el guión del cortometraje O início do fim (El comienzo del fin), dirigido por Gustavo Spolidoro, que fue escogido como mejor corto brasileño del Premio Short Film Awards / European Coordination of Film Festivals, y seleccionado para el Festival Sundance 2006. Colabora con revistas y suplementos de cultura de Brasil y el extranjero.

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Capítulo “De lo que sucede sobra siempre algo para que ocurra de nuevo” incluido en la novela Habitante irreal Mil novecientos ochenta y nueve Si tuviera que resumir sus días de militante político, Paulo diría que pasaron del idealismo total a un cinismo sin igual y, finalmente, a la melancolía escapista de los últimos meses. No debería haber sido así, especialmente ahora que el Partido de los Trabajadores había ganado las elecciones a la alcaldía de Porto Alegre y él se había vuelto referencia estudiantil importante en el país entero, un liderazgo que le daba la oportunidad de programarse para, de aquí a tres años, lanzarse por un cupo en el Concejo de la ciudad; él, con tan solo veintiún años y a punto de graduarse en derecho a final de año en la Universidad Federal de Río Grande do Sul; él, que demoró todo el año pasado para darse cuenta: a pesar de sus potencialidades no pasará de soldadito, un peón entre las demás piezas del juego, sin la suficiente codicia para confrontar de igual a igual las manipulaciones de la banda del segundo escalón, buena parte de ellos unos sinvergüenzas a quienes ya detestaba desde antes de su afiliación al partido en el 84. Su dificultad actual para involucrarse más a fondo en la vida política, para convertirla en carrera y meterse a la disputa acabará llevándolo a una dependencia fisiológica cuyo precio le parece ya demasiado alto; y sabe que, si no se impone y simplemente se deja llevar por la casi inevitable ascensión del partido, corre el riesgo de tener algún día que colgarse de los huevos de uno de esos sinvergüenzas que tanto detesta, para poder conseguir un lugar en la máquina administrativa y lograr sostenerse económicamente. Algo parecido a lo que están haciendo centenares de compañeros que se lanzaron a la competencia por puestos en las secretarías, el gabinete del alcalde, el del vicealcalde, en la fundaciones, en las empresas públicas y las sociedades de economía mixta; gente que hasta hace muy poco, especialmente a la hora de la cervecita, se golpeaba el pecho y decía que estaba allí única y exclusivamente para salvar al Brasil de la explotación por el capital. De cierta forma logra percibirlo: se está exigiendo demasiado y no está consiguiendo enfrentar con tranquilidad los días que finalmente llegaron, días para los cuales ha venido canalizando su energía física, mental y emocional estos últimos cuatro años. Lo cierto es que, desde el comienzo, cuando participó en aquella primera reunión suya con el núcleo partidista Gloria en el 83, se prometió a sí mismo no permitir que su falta de preparación teórica y su casi absoluta ingenuidad respecto a la política se tornasen en mediocridad. Ya no logra dejar de ver a la mayoría de los líderes como cofrades de una maquiavélica y muy bien engendrada gavilla de aprovechadores llevando adelante su proyecto de adquirir poder y, por ahí derecho, algún dinero de la forma más rápida posible. Perdió la capacidad de asimilar las contradicciones. Dejó de creer. Por eso su concentración en lo que era preciso que se hiciera y la tranquilidad derivada de la creencia desaparecieron. Quedó esa angustia. Hace menos de un mes en una consulta con el doctor Geraldo, médico que viene acompañando a su familia hace tres generaciones, escuchó: Mira, Paulo, estás somatizando demasiado esa tensión tuya, se te está yendo toda para el estómago. No es normal un muchachón de tu edad con una gastritis crónica en estado tan avanzado como la que tienes. El médico le habló con su acento pausado de la frontera y se lo quedó mirando hasta que dijera yo sé, doctor, voy a tratar de cuidarme. Salió del consultorio con la receta de un

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antiácido más fuerte aún que la Cimetidina que venía tomando y la prohibición categórica de ingerir cualquier tipo de bebida alcohólica o alimentos condimentados por, mínimo, quince días. No se siente cómodo. Y aún habiendo decidido apartarse por completo del partido, Paulo todavía no se ha desafiliado y sigue vinculado a la organización de base trotskista en la que participa hace tres años y, el sábado pasado (a pesar de haberse retrasado a propósito y perdido el autobús de las 22:30 que había salido la noche anterior de Porto Alegre en dirección a la ciudad de Río Grande llevando otros quince militantes que participarían en el primer encuentro clandestino de su organización ese año) despertó antes de las 6 de la mañana, se lavó la cara, arregló la mochila estándar de pasante de Derecho con tres mudas de ropa y salió de la casa en su Volskwagen escarabajo gris masilla epóxica modelo 83 para, media hora más tarde, detenerse en la bomba de combustible número cuatro de la estación Mobil de la esquina de San Antonio con la Voluntarios y pedirle al dependiente que le pusiera treinta litros de gasolina para ser divididos entre él y el par de conocidos suyos de Sao Lorenço do Sul, Eduardo Vanusa y Nico Bigotito Ven Acá mi Puto, disfrazados de Chicos Malos, echados en el asiento de al lado y el de atrás respectivamente (y aún borrachos de las rondas de cerveza con steinhaeger consumidas en el bar Lola mientras esperaban a una tal Neide del Puerto de Elis que aparecería vestida de Dr. Frank Furter, el vampiro transexual del Rocky Horror Picture Show, para colarlos en la fiesta de disfraces exclusiva para invitados que transcurría en el bar Occidente, Neide, esa que al final de cuentas no apareció), y al cuarto para las siete atravesar el puente levadizo del Guaíba y dirigirse rumbo al sur del estado a la que tal vez fuera su última reunión ampliada como miembro de la organización, manejar sin preocuparse de que los pasajeros, ya entregados, babearan el forro de los asientos, manejar sin tener que aguantar por trescientos kilómetros esa cháchara gastada sobre revolución, sobre internacional socialista, sobre las compañeras que ya se echaron al catre y, luego de la aplicación de los argumentos reichianos más disparatados, sobre las que, inicialmente reacias, ya babeaban espuma de tantas ganas de abrir las piernas. El sábado transcurrió lentamente, tuvo que esforzarse para no caer del sueño durante los debates, ya no aguantaba mirarles las caras a todos esos. No fue por nada que a la noche, luego de clausurarse el último pánel, salió a hurtadillas, cogió el carro y fue hasta la playa del Cassino. Traducción de Mercedes Guhl y Ramiro Arango

Scott, Paulo Habitante Irreal Brasil: Alfaguara, 2011

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©Rafael Roncato


Antônio Xerxenesky Considerado por la revista británica Granta como uno de los 20 mejores novelistas jóvenes de Brasil, Antônio Xerxenesky es un escritor y traductor brasileño, autor de novelas como F (2014, traducida al francés, con derechos vendidos al cine) y Areia nos Dentes (2008, traducida al español y al francés), y de libros de cuentos como A página assombrada por fantasmas (2011, algunos cuentos traducidos al español, el alemán y el inglés). Publicó ensayos y artículos en periódicos y revistas como The New York Times, A Folha de S. Paulo, O Estado de S. Paulo, Veja y otros. En 2015 publicó un largo ensayo acerca de Miami Vice y el director Michael Mann, en la revista Serrote. En 2015 también formó parte del International Writing Program, representando a Brasil en esta residencia literaria organizada por la University of Iowa (Estados Unidos). Tradujo al portugués la obra de Enrique Vila-Matas, Adolfo Bioy Casares, Rodrigo Fresán, Juan Villoro, Horacio Castellanos Moya y muchos otros. Actualmente, Xerxenesky cursa el doctorado en teoría literaria en la Universidade de São Paulo, en el cual estudia a la obra de Roberto Bolaño, y es profesor de escritura creativa en Casa do Saber.

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Fragmento del cuento “La muerta viva” incluido en el libro A página assombrada por fantasmas Conocí a Sofía en la fila de un cine de la calle Lavalle, una fila para ver una película de zombis que pasaban en el festival de cine fantástico de Buenos Aires. El número de personas, inmenso, fue una sorpresa para mí: no imaginaba que los muertos vivos estuvieran tan de moda. Entre ella y yo había una señora de unos setenta años que rápidamente se cansó de esperar y salió bufando que un lugar como ese debería tener un lugar preferencial para mayores. La escena, que tuvo su efecto cómico gracias al tipo físico de la señora, una figura esquelética con un peinado gigantesco mantenido en pie por litros de fijador, le dio risa a Sofía y me permitió entrar en conversación con una extraña, actitud que personas más cerradas como yo evitan al máximo. “Me acuerdo de las épocas en las que una película de zombis era algo que se veía a escondidas, en videos olvidados en los estantes del videoclub”, le comenté. Sofía sonrió y me dijo que también se acordaba de esas épocas. Que su novio de la adolescencia alquilaba esas películas para verlas juntos, pero que, hasta las más cómicas o extravagantes como Una noche alucinante, a ella le daban miedo y él tenía que bajar el volumen y poner un disco de alguna banda pop de los 80, como Human League o incluso Pet Shop Boys, algo animado y para bailar, que entonces así le quitaba la carga de violencia a la película y ella podía verla hasta el final. Me reí y le dije que mi experiencia en la adolescencia había sido al revés: mi noviecita de entonces era la que tenía coraje y yo era el miedoso. Fue difícil resistir la tentación de suspirar y decir: “Ah, la adolescencia”, o “Ah, los 80”, o “Ah, New Order, Pet Shop Boys, Depeche Mode”. O cualquier tipo de comentario que supusiera que nuestro diálogo era el diálogo superficial que uno tiene con un taxista en una carrera de diez minutos o con una persona aleatoria en el ascensor. Porque cuando observé con un mínimo de atención a Sofía (todavía no sabía su nombre), su cabello despeinado y sus orejas, ya no quería que ese diálogo fuera simplemente un inofensivo intercambio de palabras en una fila. Pero flirtear, para un tipo como yo, pasados los treinta, empieza a hacerse difícil. Conozco tanto los rituales que me es imposible no parecer artificial. Ya no se tiene la misma ingenuidad: se adopta una cierta mirada, un cierto tono… tan esquematizado, tan consciente y al mismo tiempo tan falso que hay que forjarse una inconsciencia. De lo contrario las ilusiones se rompen y el flirteo fracasa. Un flirt es un flirt justamente porque se encuentra en una zona gris, ambigua. Es un pacto en el que debo fingir que no estoy seduciéndola, y ella, a su vez, que tampoco sabe lo que está ocurriendo. Nunca es fácil. Lo que importa es que ella entró en el juego, el engaño funcionó (era así como me sentía, un estafador) y durante los cinco minutos que nos quedaban en la fila seguimos conversando entusiasmados, ahora sobre las canciones de los 80, sobre cómo eran tan bailables como tristes, sobre una de New Order extremadamente desesperada que podría tratarse tanto del amor como de su fin. En el momento de elegir una butaca en la sala de cine, llegué a contemplar la posibilidad de que ella dijera un “bueno, nos vemos”, y entonces yo me sentaría en un lugar cualquiera, lejos. Pero ella me guió –sin tocarme un dedo, solamente usando una distancia calculada– hacia dos butacas vacías en el centro de la sala. La película en

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sí se reveló una olvidable estupidez que en nada aportaba al ya saturado género de terror con zombis. Había, sí, referencias a los clásicos, a todos. Sin embargo, la figura del muerto vivo era el símbolo de las mismas cosas de siempre: el individuo masificado en el capitalismo voraz y etcétera. La inocuidad de la película no nos impidió, claro, cenar juntos después. Yo ya había comido, pero le dije que le aceptaba unas empanadas. Sofía dijo que conocía un buen lugar. Allá fuimos. En la cena conversamos sobre cine y música con entusiasmo creciente. Pedí una cerveza, y luego otra, y dos fabulosas empanadas de carne. El asunto retornó a la adolescencia, a nuestros noviecitos de entonces, y en un momento dado ella suspiró y dijo: “Ah, Rímini, qué personaje que era”. Yo esbocé una sonrisa, amarillo, incómodo, sin saber todavía cuál era el motivo de mi incomodidad, qué era lo extraño en ese nombre. De todas formas, algo perturbador se instaló en mí desde esa mención, algo extraño que llegó a impedirme que la invitara a tomar un café en casa o a un trago o a cualquier otra cosa que tendría la única y exclusiva función de enmascarar el objetivo “sexo”. Al contrario, solo intercambiamos números de teléfono y cada uno partió rumbo a su casa. Cuando llegué me tiré en el sofá y me quedé mirando la biblioteca. Sofía y Rímini, dije en voz alta. Ella se llama Sofía y su ex novio se llama Rímini. Y entonces mis ojos vagaron sin rumbo por la sala, volvieron a la biblioteca y se detuvieron en el grueso volumen de El pasado, la novela de Alan Pauls. Saqué el libro del estante y al leer la solapa confirmé mis sospechas. Sí, el libro trataba de la enfermiza relación de una pareja, Sofía y Rímini, desde la adolescencia hasta la vida adulta. Sofía estaba descrita de manera terrible: incapaz de aceptar el fin del noviazgo, perseguía a su ex como una loca. Rímini, un sujeto cubierto de ambivalencias, tampoco se mostraba capaz de abandonar el pasado y seguir hacia adelante. Yo me reí sonoramente, y la carcajada se dispersó por el apartamento. Entonces, pensé, de allí venía mi perturbación. Una coincidencia estúpida. Sofía y Rímini. Rímini debe ser un nombre común, no solo en Buenos Aires. Quizás en otros lugares, quién sabe en el Brasil. Fui a la computadora y busqué el nombre en Google. Rímini era una región de Italia. También había sido una noble medieval italiana, Francesca de Rímini. Una marca de colchas. Pero no el nombre de una persona, era extraño. Los primeros resultados como “nombre de alguien” aparecían en links relacionados con el libro de Pauls. Una coincidencia de hecho peculiar, todavía más porque la novela tiene lugar en Buenos Aires. Abrí una última cerveza. Cuando la terminé, me fui a dormir. Me desperté al día siguiente, un sábado, con el sonido del teléfono. Era Sofía. (…) Traducción de Julia Maciel Xerxenesky, Antônio A página assombrada por fantasmas Brasil: Rocco, 2011

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Lucrecia Zappi Lucrecia Zappi nació en Buenos Aires, en 1972. A los cuatro años se fue a vivir a São Paulo y terminó el bachillerato en la Ciudad de México. A los 18 se trasladó a Ámsterdam para estudiar artes plásticas. También pasó una temporada en Bruselas y, al regresar a Brasil, trabajó como reportera, sobre todo para el periódico Folha de São Paulo, en el que tiene una columna sobre Nueva York, ciudad en la que concluyó la maestría en creación literaria en la New York University, y donde reside desde hace diez años. Mil-folhas (Milhojas, CosacNaify, 2009), su primer libro, recibió el Premio internacional Ragazzi (Muchachos) y resultó seleccionado para el catálogo White Ravens. Es un proyecto infantil que cuenta la historia de los dulces en diversas épocas y culturas, además de ser un arranque de libertad para darle alas a la fantasía que inspira el azúcar. El libro refleja la multiculturalidad de la autora, desde los lugares en los que ha vivido hasta el placer de explorar diversos idiomas. Lucrecia es traductora del holandés al portugués. Su primera novela, Onça Preta (Jaguar negro, São Paulo, Benvirá, 2013), también se publicó en México (Pollo Blanco Editorial, 2014) y en España (La Huerta Grande, 2015). Desde entonces ha participado como autora invitada en diversos festivales literarios en ferias internacionales, como la FIL Guadalajara, la Feria de Buenos Aires y la de Miami. Acre, su próxima novela, deberá salir publicada en 2017. Desde su propia formación las artes plásticas siempre han estado presentes en el universo de esta escritora. Colaboró para revistas especializadas, como ArtForum, con ilustraciones diversas, por ejemplo, para el clásico de la literatura italiana Padre Padrone, de Gavino Leda (Berlendis Editores, 2004) o para su propio libro, Onça Preta (Jaguar negro). En 2015 fue cocuradora de la exposición Empty House/Casa Vazia (Casa Vacía), en la galería neoyorquina Luhring Augustine, de escultura neoconcreta brasileña, alcanzando alabadoras críticas, como las del periódico The New York Times y la revista New Yorker. Su obra como escritora es una reflexión sobre la identidad propia en el extranjero y la violencia implícita en la reinvención de cada quien, además de una búsqueda constante de originalidad del lenguaje, siguiendo la línea escueta de Graciliano Ramos. Resulta evidente su interés por la literatura de frontera y la naturaleza del crimen. Es con estos elementos en la mira que Lucrecia prepara su tercera novela, además de otro proyecto, un libro relacionado con las artes visuales.

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Fragmento de la novela Acre La navaja llegó abierta a mi mano, ya no había cómo retroceder. Nelson remó en nuestra dirección y los ocho surfistas del Canal 7, antes apartados, nos acorralaron en el agua. Quería irme, ya no me importaba atacar a Nelson para pertenecer al grupo, pero él se acercó, acomodando la visera de plástico en un gesto estudiado y tardío. Me causaron impresión sus manos despigmentadas, aunque bajo el brillo intenso del sol parecían manchas. Nelson las agitó frente a mí, como dos carpas nerviosas fuera del agua, arrancando risas de los demás. Debí haberme hecho el héroe también, poniendo cara de asco para parodiar a Nelson, pero no reaccioné. Brother. Me llamó brother. La escasez de la palabra me confundió, además en aquella circunstancia tenía un trasfondo de milicia que no lograba definir, quizás solo fueran ganas de sumarse a nosotros. Hasta su cuerpo parecía moverse de acorde, en una gentileza rara de quien está acostumbrado a nadar dentro de un estanque colmado. Guardé la navaja en el calzón, y nos quedamos mirando en reconocimiento, proveníamos de la misma ciudad. Quise explicarle que no tenía la más mínima intención de herir a nadie, además temblaba de miedo y ya no estaba seguro de nadar bien, pero de todos lados llegaban miradas que indicaban que yo tendría que cumplir mi cuota. El del reloj digital no tardó en gritarme que tuviera cuidado, que Nelson tenía SIDA. Me sobresalté, y me di cuenta de que la confrontación era real. A Nelson no parecían importale los buitres como nosotros. Con su visera bien ajustada y ajeno a todo, flotaba con la sencillez de un desecho de naufragio. Me tiré al agua, ya arrepentido de haberme dejado llevar por ellos en aquel plan de joder a Nelson. Querían que le clavara la navaja, pero no pude. Logré cortar el leash, y la tabla se desprendió del tobillo a cámara lenta. Aguanté bajo el agua, con miedo de volver a la superficie, donde la pandilla me esperaba. Alguien me alzó. Era Nelson quien me rescataba, con sus manos de vitíligo. Mantenía la mirada fija en mí, como si yo fuera su pesca del día. Ya, no te desesperes, dijo. A ver, respira. Eso. Asfixiado, respiré lleno de adrenalina, aferrándome a mi longboard, que por un momento estuvo suelta en el océano como yo. Sin más, Nelson empezó a alejarse en las olas de vuelta a la playa, siguiendo a los del Canal 7. No quería regresar, sabía que Nelson estaba ahí, esperándome. Solo a un imbécil se le podía ocurrir cortar la cuerdita. Aún un poco desorbitado, guardé la navaja en el bolsillo del calzón y me quedé flotando. Traté de poner atención en el mar, lo que me hizo pensar en la colección de postales de tierras extrañas que Tuca mantenía expuesta sobre su mueble al lado de la tele, pero mi pecho quemaba en la parafina de la tabla. La orilla me pareció aislada y peligrosa. Observé cómo el sol penetraba en el mar, lapidando el agua en pedazos de gelatina. Un hambre repentina pasó a consumirme dulcemente. Pensé en la mesa puesta de desayuno de Tuca, en el olor a bollo remojado en café con leche. En aquel momento no logré adivinar que solo volvería a ver un plato de comida dos semanas más tarde.

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La personalidad impenetrable de Nelson, o la imposibilidad de ser igual a él, me llenaba de pensamientos inútiles. Aunque viniéramos del mismo barrio de São Paulo, y él creciera frente a la plaza Rotary y yo a tres cuadras de ahí, Nelson era el tema de conversación desde que arribó a Santos. Yo no. El rumor era que había huido de alguna confusión. Surgió de la nada y se fue a vivir a casa de los tíos. Dijeron que bajó del autobús solo, con su mochila, y lo imaginé con una mirada ensordecida sobre las cosas, como si a los dieciséis hubiese perdido la esperanza en la vida. Yo miraba aquello con cierta envidia porque sabía que el cuento de desajuste emocional no era cierto, aunque su cara sin expresión no revelaba ningún mundo interior. Tenía aspecto de delincuente, y la forma pausada de hablar era la de alguien a quien le hubiesen golpeado fuertemente en la cabeza. Hacía reír cuando invitaba a que se acercaran, con sus manos desentrañadas que bailaban en el aire. Su juego era tan imprevisible y neurótico que las risas no tardaban en agotarse. Una sensación rara quedaba en el aire porque nadie sabía a lo cierto si Nelson era un atormentado o si estaba enfermo. Escuché también que Nelson fue a Santos para tratarse la piel con el tío, a pesar de que el doctor Rodrigo era cardiólogo. Otros decían que su problema era incurable o que tenía SIDA. Nelson provocó tal revuelo de comentarios en la ciudad, mezclados a la novedad y al misterio del SIDA, que en la escuela decidieron hacer una pausa entre clases para aclarar lo que pasaba. En 1987 el síndrome era algo aterrador. Como no sabían gran cosa sobre la epidemia, hablaron de vitíligo, una vez que muchos estaban convencidos de que la despigmentación de Nelson se debía a ese problema. Lo que Nelson padecía no era contagioso, explicaron, era apenas una deficiencia. Le faltaban melanocitos para producir melanina. Aún así las personas evitaban rozarlo. Solo Marcela no tenía miedo. El puro intercambio de miradas entre los dos ya era contagioso, se burlaban todos. Me causaba repulsión imaginar que Marcela tocaba aquella piel rara. Desde su primer día en Santos, Nelson puso los ojos en la novia del primo Washington, que se inyectaba cocaína. Quien lo hacía no dudaba en compartir aguja, era una práctica común hasta entre grandes surfistas. La camaradería entre Nelson y Washington se extendía durante la madrugada, pero cuando Washington pasó a llegar solo y descalzo, abriendo el portón de la familia en la mañana, era Nelson quien consolaba a la novia. Hasta entonces nadie se había fijado mucho en Marcela, pero la chica ganó importancia cuando empezó a ser vista con Nelson. Lo que ofendía a los santistas no era el hecho de que se acostara con la chica del pueblo, sino que fuera un raro. Traía el pelo lleno de gel, pantalón verde limón arremangado y tenis cuadriculados new wave. De ahí la navaja. Querían que yo, otro paulistano, pagara el peaje para que él pudiera circular libremente por Santos. Zappi, Lucrecia Acre España: La Huerta Grande, 2017

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©Marcelo Correa

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NOTE TO THE READER This journey to discover contemporary Brazilian literature, now in its fifth year, has hosted nearly one hundred authors who have charmed Mexican readers at the FIL with their work. This year, in light of political changes in this South American giant, we made special efforts to to ensure the continued success of the event, and have the pleasure to welcome the largest number of Brazilian authors to attend in a single year so far. Latin America is our Guest of Honor for the 30th anniversiary of the FIL, and Brazil cannot be left out. We are working and will continue to work towards bridging the divide that exists between Brazilian literature and, first and foremost, Spanish-speaking readers, as well as audiences around the world. We must remove the barriers that divide Brazilian literature and readers in Latin America, ensuring that their works can arrive to the hands of book professionals, publishers, rights agents, festival organizers and translators. Some of the authors participating in the event this year will also take part in other programs and activities being offered at this year’s FIL, including the Latin American literary program. Affonso Romano will attend the Reading Promoters Conference and Eleonora Fabião, the Playwrights Meeting. This year, Luiz Ruffato will be giving the keynote address for the Brazil program. This year’s Destinação Brasil would not have been possible this without the collaboration of the National Library Foundation, part of Brazil’s Culture Ministry, organization we thank for their support, as well as Brazil’s Book Chamber. For readers eager to discover new stories, those who return to the FIL each year expecting to be surprised, and professionals seeking business opportunities, the destination is Brazil. Welcome to this exciting journey, a world of discovery awaits!

Laura Niembro Contents Manager

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NOTA AO LEITOR Cinco anos já dura a viagem de descobrimento da literatura contemporânea do Brasil, o que permitiu que quase uma centena de autores desse país tenha vindo visitar a FIL para deleitar os leitores mexicanos. Este ano, marcado por mudanças políticos no gigante sul-americano, quisemos redobrar nossa aposta de gestão, conseguindo o maior número de autores brasileiros que estarão no nosso festival num mesmo ano. A América Latina é a nossa Convidada de Honra nesse 30º aniversário, e o Brasil não poderia faltar. Continuamos e continuaremos trabalhando para fechar a brecha entre a literatura brasileira e os leitores em língua castelhana em primeira instância, e depois com o grande público de outras línguas a escala mundial. É necessário derrubar o muro que existe entre a literatura brasileira e o resto dos leitores da América Latina e procurar também que suas obras cheguem às mesas dos profissionais do livro, editores, agentes de direitos, curadores, festivais e tradutores. Alguns dos autores que apresentamos à sua consideração este ano participarão também em outros programas e atividades da FIL Guadalajara, como o programa literário da América Latina. Affonso Romano, por sua vez, estará no Encontro de Promotores de Leitura, e Eleonora Fabião, no Encontro de Dramaturgias. A conferência de abertura do programa brasileiro estará a cargo de Luiz Ruffato. Esta aposta de Destinação Brasil não teria sido possível mais uma vez sem o esforço da Fundação Biblioteca Nacional, vinculada ao Ministério de Cultura do Brasil, a quem estamos muito gratos pela deferência de sua confiança, e da Câmara Brasileira do Livro. Para todos os leitores ávidos por descobrir novas histórias, e para aqueles que a cada ano esperam ser surpreendidos pela FIL, para o público profissional que anda à procura de oportunidades de negócios, o destino é o Brasil. A viagem continua nos enchendo de emoção, bem-vindos a bordo. Ainda há muito por ser descoberto! Laura Niembro Diretora de Conteúdos

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Marçal Aquino At the Last Judgment, I want to be counted among the writers Telling a story—preferably a good one—has always been what has interested me the most. Perhaps that’s because I was born in a rural area of Brazil at a time when there still was no television. So I grew up listening to people who got together in the evenings to talk about what had happened to them during the day. Life in those days was an in person affair. It was there that the will was born in me to tell my stories too, the desire to become a writer. I did lots of things to make a living, most of them connected in some way to the act of narrating. As a journalist in the newspaper world, the ambition was to tell the story of what had happened— and all kinds of things happened all the time in a city like São Paulo, where everything is measured in the millions. Experience as a police reporter for a major newspaper was fundamental, and it irrevocably contaminated the literature I write. I found the characters I wanted to talk about in the underworld. That universe and those creatures were the inspiration for books like O amor e outros objetos pontiagudos (Love and Other Pointed Objects), O invasor (The Invader), Eu receberia as piores notícias dos seus lindos lábios (I’d Receive the Worst News from Your Beautiful Lips) e Cabeça a prêmio (A Price on His Head). My current work as a scriptwriter for film and television is nothing more than an extension of the act of telling stories in audiovisual, a specific language. Narrating my stories—whether real or imaginary—as a reporter or a scriptwriter always gave me great pleasure. But it’s as a writer that I understand myself in the world, and it’s through literature that I hope to be justified in the end. After all, whenever any idea ever occurs to me, I never think of anything else but: there’s a good story to be told in a book.

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Marçal Aquino No Juízo Final, quero estar na fila dos escritores Desde sempre, o que mais me interessou acima de tudo foi contar uma história—de preferência, uma boa história. Talvez porque eu tenha nascido numa região rural do Brasil, numa época em que ainda não existia no local a presença da televisão. Por isso, cresci ouvindo pessoas que se reuniam à noite para conversar e narrar aquilo que tinham vivido durante o dia. A vida naquele tempo era presencial. Foi ali que nasceu a vontade de também contar as minhas histórias. O desejo de me tornar escritor. Fiz uma porção de coisas para ganhar a vida, a maioria delas ligada de alguma maneira ao ato de narrar. Como jornalista, em meus tempos de imprensa a ambição era contar o que havia acontecido—e muitas coisas aconteciam todos os dias numa cidade como São Paulo, onde tudo se mede aos milhões. A experiência como repórter policial de um grande jornal foi fundamental e contaminou de forma irremediável a literatura que escrevo. Descobri no submundo os personagens sobre os quais eu desejava falar. Esse universo e essas criaturas serviriam de inspiração para livros como O amor e outros objetos pontiagudos, O invasor, Eu receberia as piores notícias dos seus lindos lábios e Cabeça a prêmio. Meu trabalho atual, como roteirista de cinema e de televisão, nada mais é do que uma extensão do ato de contar histórias, na linguagem específica do audiovisual. Como jornalista ou roteirista, sempre tive muito prazer em narrar minhas histórias, reais ou imaginárias. Mas é como escritor que me entendo no mundo. E é pela literatura que espero ter de me justificar no fim. Afinal, qualquer ideia que me ocorre, nunca penso em outra coisa que não seja: dá uma boa história para ser contada num livro.

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Carol Bensimon I was born in 1982 in the city of Porto Alegre, in southern Brazil. My mother arrived from Alexandria, Egypt in 1957 with her Sephardic Jewish family. My father was of Portuguese descent and had been living in South America for two generations. I am an only child and ever since I can remember I have wanted to be a writer. Despite this, I ended up studying advertising at the Federal University of Río Grande do Sul. Back then, at the beginning of 2000, the majority of people with artistic writing inclinations ended up studying communications. After a brief period working as an advertising copywriter, I began my literary career. In 2007 I started a master’s degree in creative writing at the Pontifical Catholic University of Río Grande do Sul, the only one in the country, and located in my hometown. My first book, Wall Dust was published in 2008. The next year my novel Underwater Snooker was launched. This book received support from the Ministry of Culture as well as the Funarte Incentive for Literary Creation. The book was later awarded some of the most important prizes in the country, such as the São Paulo Prize for Literature, The Jabuti Prize and the Bravo Award. From fall of 2008 to 2010 I lived in Paris. I was studying a doctorate in comparative literature at the University of Paris III Sorbonne Nouvelle when the impending challenge of writing my thesis did not seem to mesh with my intention of becoming a novelist. I left the doctorate program and started writing another novel. In 2012 I was chosen by Granta Magazine to be part of their issue on the “Best of Young Brazilian Novelists”. In 2013 I published We All Loved Cowboys which was published in Spanish in 2014 by Continta me tienes, in Madrid. We All Loved Cowboys will be launched in the United States in 2017 by Transit Books. Recently, Wall Dust was published in Argentina by Editorial Dakota and Underwater Snooker came out in Spain thanks to publisher Continta me tienes. I was also part of North American anthology McSweeney’s Issue 46 dedicated to Latin American detective mysteries. I am a columnist for the magazine Zero Hora and currently live in northern California where I am working on a new book.

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Carol Bensimon Nasci em 1982 na cidade de Porto Alegre, no sul do Brasil, de uma mãe que tinha vindo de Alexandria, Egito, com toda a família em 1957 (judeus sefarditas) e de um pai descendente de portugueses vivendo há duas gerações na América do Sul. Sou filha única e desde que posso me lembrar cultivei a vontade de ser escritora, mas acabei me formando em Publicidade na Universidade Federal do Rio Grande do Sul. Naquela época, o início dos anos 2000, a maioria das pessoas com algum pendor artístico ligado à escrita acabava indo parar nos cursos de Comunicação. Depois de um curto período trabalhando como redatora, comecei minha carreira literária. Em 2007, ingressei em um mestrado em Escrita Criativa na PUCRS, o único do Brasil, casualmente em minha cidade natal. Meu primeiro livro, Pó de parede, foi publicado em 2008. No ano seguinte, lancei o romance Sinuca embaixo d’água. O projeto do livro havia sido contemplado com uma bolsa do Ministério da Cultura, a Bolsa Funarte de Estímulo à Criação Literária. Posteriormente, o livro foi indicado a alguns dos prêmios mais importantes do país (Prêmio São Paulo de Literatura, Jabuti e Prêmio Bravo). Entre o outono de 2008 e o de 2010, vivi em Paris. Estava cursando um doutorado em Literatura Comparada na Université Sorbonne Nouvelle quando a iminente escrita da tese pareceu não combinar com meu projeto de me tornar uma romancista. Larguei o doutorado e comecei a escrever um outro romance. Em 2012, fui selecionada pela revista Granta para integrar o volume “Os melhores jovens escritores brasileiros“. Em 2013, publiquei Todos nós adorávamos caubóis, traduzido para o espanhol em 2014 (Todos adorábamos a los cowboys, Continta me tienes, Madrid). We All Loved Cowboys será lançado nos Estados Unidos em 2017 pela Transit Books. Recentemente, Polvo de pared foi publicado na Argentina pela Dakota Editora; Un billar bajo el água saiu na Espanha pela Continta me tienes; fiz parte da antología norteamericana McSweeney’s 46: The Latin American Crime Issue. Sou colunista do jornal Zero Hora e vivo temporariamente no norte da Califórnia, trabalhando em um novo livro.

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Afonso Borges Afonso Borges is a cultural manager, writer, journalist and entrepreneur. He was born in 1962 in Belo Horizonte, MG, and has published four books – three of poetry and one of interviews with Frei Betto. He has written for newspapers since he was 16 and has already worked in various magazines and newspapers, switching roles as employee, reporter and editor. He is a commentator for the Radio CBN Bhz, with the daily program Mondolivro and a columnist for the newspaper O Globo on its news site. His fifth book, Olhos de Carvão (Charcoal Eyes), will be released in March of 2017, with the Record publishing company. He is responsible for the creation and curation of Sempre Um Papo (Always Something to Chat About), a talk show with writers about book releases. In 2016, he rounded off 30 years of uninterrupted activity. He created and is the curator of Fliaraxá – The Literary Festival of Araxá, MG. He was the Curator of the Minas Biennial of Literature (2013) and of the First International Literary Festival of Belo Horizonte (2015), the FLIBH (its initials in Portuguese). In 1993, 31 years old at the time, he received the Motion of Public Recognition from the Legislative Assembly of Minas Gerais and then, a few months later, from the Câmara Municipal de Belo Horizonte. In 1995, he was honored by the Municipality with the Rômulo Paes Commendation of Artistic Merit. In 1997, Centenary Year of Belo Horizonte, he received the title of Illustrious Son of BH - 100 Years, granted to only 100 personalities by the Cultural Foundation of Teachers/MG and of the APPMG. In 1998, he was awarded the Order of Legislative Merit Medal, with the degree of Special Merit, by the Legislative Assembly of Minas Gerais. In 2000, he received the Youth Cultural Distinction Award 2000 from a board of trustees that makes up the Mineiro Youth Leadership Business Forum and the Youth Business Council. In 2002, he was awarded the Order of Municipal Legislative Merit with the degree of Merit. He was a member of the Chamber of Culture Industry, of the FIEMG and Cultural Affairs Consultant for Itamaraty / Ministry of Foreign Affairs. In November of 2011, for his 25 years of work, he received the Commendation of the Order of Cultural Merit, the highest distinction given by the Ministry of Culture. He collaborated, as a journalist and researcher, on the books Chatô - O Rei do Brasil (Chatô – The King of Brazil, Companhia das Letras publishing company), by Fernando Morais and O Desatino da Rapaziada - Jornalistas e Escritores em Minas Gerais (The Boys and their Nonsense - Journalists and Writers in Minas Gerais Ed. Companhia das Letras), by Humberto Werneck. He is the CEO of the Cultural Association Sempre um Papo.

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Afonso Borges Afonso Borges é gestor cultural, escritor, jornalista e empresário. Nasceu em 1962, em Belo Horizonte, MG, e tem quatro livros publicados – três de poemas e um de entrevistas com Frei Betto. Escreve em jornais desde os 16 anos e já trabalhou, alternando funções de colaborador, repórter e editor, em diversos jornais e revistas. É comentarista da Rádio CBN Bhz, com o programa diário Mondolivro e colunista do jornal O Globo, em seu portal de notícias. Seu quinto livro, Olhos de Carvão, sairá em março de 2016, pela Editora Record. É o responsável pela criação e curadoria do Sempre Um Papo, um programa de debates presenciais com escritores associados a lançamentos de livros. Em 2016, completou 30 anos de atividades ininterruptas. Criou e é o curador do Fliaraxá – Festival Literário de Araxá, MG. Foi o Curador da Bienal Minas de Literatura (2013) e do I Festival Literário Internacional de Belo Horizonte (2015), o Flibh. Em 1993, então com 31 anos, recebeu da Assembleia Legislativa de Minas Gerais e, meses depois, da Câmara Municipal de Belo Horizonte, a Moção de Reconhecimento Público. Em 1995, foi distinguido pela Municipalidade com a Comenda do Mérito Artístico Rômulo Paes. Em 1997, ano do Centenário de Belo Horizonte, recebeu o título de Filho Ilustre de BH - 100 Anos, concedido somente a 100 personalidades, por parte da Fundação Cultural dos Professores/MG e da APPMG. Em 1998, foi agraciado com a medalha da Ordem do Mérito Legislativo, no grau Mérito Especial, pela Assembleia Legislativa de Minas Gerais. Em 2000, recebeu de um colegiado que compõe o Fórum Mineiro de Jovens Lideranças Empresariais e o Conselho Empresarial de Jovens o Prêmio Jovem Destaque Cultural 2000. Em 2002, foi agraciado com a Ordem do Mérito Legislativo Municipal, no grau Mérito. Foi membro da Câmara da Indústria da Cultura, da FIEMG e Consultor para Assuntos Culturais do Itamaraty / Ministério das Relações Exteriores. Recebeu, em novembro de 2011, pelos 25 anos de trabalho, a Comenda da Ordem do Mérito Cultural, distinção máxima outorgada pelo Ministério da Cultura. Colaborou, como jornalista e pesquisador, nos livros Chatô - O Rei do Brasil (Ed. Companhia das Letras), de Fernando Morais, O Desatino da Rapaziada - Jornalistas e Escritores em Minas Gerais (Ed. Companhia das Letras), de Humberto Werneck. É diretor-presidente da Associação Cultural Sempre Um Papo.

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Beatriz Bracher Beatriz Bracher was born in Sao Paulo in 1961. She studied literature and was one of the editors of the literature and philosophy magazine 34 Letras as well as a founder of Editora 34 where she worked from 1992 to 2000. In 2002, 7 Letras published her first novel Azul e dura, rereleased by Editora 34 in 2010. This was followed by Não falei in 2004, Antonio in 2007 and Anatomia do paraíso in 2015, as well as the short story collections Meu amor in 2009 and Garimpo in 2013, all published by Editora 34. With Sergio Bianchi she wrote the storyline for the movie Cronicamente inviável from 2000 and the feature film script for Os inquilinos in 2009 which received the award for best script at the Festival de Río in 2009. In 2011 with Karim Aïnouz she wrote the movie script O abismo prateado which was part of the Cannes Lions International Festival of Creativity. In 2015 she worked with Héctor Babenco on the script for his movie Meu amigo hindu. Her novel Antonio received 3rd place at the Jabuti Prize, 2nd place at the Portugal Telecom Prize and was a finalist for the Sao Paolo Prize for Literature. Meu amor received the Clarice Lispector Award from the National Library Foundation for best short story collection in 2009. Garimpo won the APCA Award in the short story category in 2013 and Anatomia do paraíso won the Sao Paolo Prize for Literature for best work of fiction in 2015. Antonio was published in Germany (Berlín, Assoziation A) and in Uruguay (Montevideo, Yaugurú) in 2013. The same German publisher also released Não falei in 2015.

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Beatriz Bracher Beatriz Bracher nasceu em São Paulo, em 1961. Formada em Letras, foi uma das editoras da revista de literatura e filosofia 34 Letras, e uma das fundadoras da Editora 34, onde trabalhou de 1992 a 2000. Em 2002 publicou, pela editora 7 Letras, Azul e dura, seu primeiro romance (reeditado pela Editora 34 em 2010), seguido de Não falei (2004), Antonio (2007), Anatomia do paraíso (2015) e os livros de contos Meu amor (2009) e Garimpo (2013), todos pela Editora 34. Escreveu com Sérgio Bianchi o argumento do filme Cronicamente inviável (2000) e o roteiro do longametragem Os inquilinos (2009), prêmio de melhor roteiro no Festival do Rio 2009. Com Karim Aïnouz escreveu o roteiro de seu filme O abismo prateado (2011), participante da Semana dos Realizadores, no Festival de Cannes. Colaborou com Hector Babenco no roteiro de seu filme Meu amigo hindu (2015). O romance Antonio obteve em 2008 o Prêmio Jabuti (3o lugar), o Prêmio Portugal Telecom (2o lugar) e foi finalista do Prêmio São Paulo de Literatura. Meu amor recebeu o Prêmio Clarice Lispector, da Fundação Biblioteca Nacional, como melhor livro de contos de 2009. Garimpo venceu o Prêmio APCA na categoria Contos/Crônicas em 2013 e Anatomia do paraíso, o Prêmio Rio de Literatura como melhor obra de ficção de 2015. Antonio foi publicado na Alemanha (Berlim, Assoziation a) e no Uruguai (Montevidéu, Yaugurú) em 2013, e a mesma editora alemã publicou Não falei, em 2015 (Die Verdächtigung).

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Marina Colasanti Marina Colasanti’s work stands out for its diversity, at no expense to its unity. Author of poetry, stories, narratives, essays and literature for children and young people, she is considered a quintessential restorer of fairy tales. She was born in 1937, in Asmara, Eritrea. She lived in Tripoli, Libya, and her family returned to Italy around the beginning of World War Two. It wasn’t until 1948 that she moved to Brazil to stay. With a degree in Fine Arts, she began an artistic career when her life’s direction changed with her joining a large newspaper in Rio. Thirty years of work followed as a writer, columnist and editor in newspapers and magazines. She published her first book while working at that initial job. And it was while editing a children’s supplement that she stumbled across the universe of literature for children and young people, a discovery that resulted in the book of fairy tales, Uma Ideia toda Azul (A Brilliant Idea). These stories took the critics by surprise. While using classical symbolism, they were very contemporary, and the book received the top awards. At the same time, Marina Colasanti has been an anchorwoman, hostess and scriptwriter for a variety of television programs. She has multiple awards as a publicity agent. She has been outstanding on gender issues through her articles—which earned her three journalism awards, four books, and an essay—through direct participation as a speaker and as a member of the first National Council of Women’s Rights. Working with several languages, she has translated some of the main authors of universal literature, such as Jerzy Kosinski, Giovanni Papini, Alberto Moravia, Iasunari Kawabata, Roland Barthes and Tommasi di Lampedusa, approaching children’s literature with Pinocchio and later translating various Latin American authors. She put on a show as the teller of her own tales on two occasions: the IX International Story Festival in Los Silos, Tenerife, and the Palavras Andarilhas gathering in Beja, Portugal. She was the Brazilian candidate for the Hans Christian Andersen Award in 1994, again in 2015, and will be once more in 2017. She does her own illustrations. To date, she has more than 50 published books. The latest, Mais de 100 Histórias Maravilhosas (More than 100 Wonderful Stories), is a collection of her 117 fairy tales. 70

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Marina Colasanti A obra de Marina Colasanti destaca-se pela diversidade, sem que se perca a unidade. É autora de poesia, contos, crônicas, ensaios e literatura infanto-juvenil, sendo considerada a revitalizadora por excelência dos contos de fadas. Nasceu em 1937, em Asmara, Eritréia. Viveu em Tripoli, Líbia. E no começo da Segunda Guerra sua família regressou à Itália. Somente em 1948 se mudaria definitivamente para o Brasil. Com formação em Belas Artes, começava uma carreira artística quando mudou o rumo da sua vida ingressando em um grande jornal do Rio. Seguiram-se 30 anos em redações de jornais e revistas atuando como redatora, cronista e editora. Ainda no emprego inicial publicava o seu primeiro livro. E foi ao editar um suplemento infantil que se deparou com o universo da literatura infanto-juvenil, encontro que resultou no livro de contos de fadas, Uma Ideia toda Azul. A critica surpreendeu-se com esses contos que, embora utilizando a simbologia clássica, resultavam tão contemporâneos, e o livro recebeu os principais prêmios. Paralelamente, Marina Colasanti foi âncora, apresentadora e roteirista de diversos programas de televisão. E publicitária muitas vezes premiada. Teve destacada atuação nas questões de gênero, seja através de seus artigos - que lhe renderam três prêmios de jornalismo, quatro livros, e um ensaio - seja através da participação direta como conferencista e como membro do primeiro Conselho Nacional dos Direitos da Mulher. Trabalhando com várias línguas traduziu autores fundamentais da literatura universal, como Jerzy Kosinski, Giovanni Papini, Alberto Moravia, Iasunari Kawabata, Roland Barthes, Tommasi di Lampedusa, chegando à literatura infantil com Pinoquío e traduzindo posteriormente vários autores latino americanos. Por duas vezes apresentou espetáculo como contadora de seus próprios contos: no IX Festival Internacional del Cuento, em Los Silos, Tenerife, e no encontro Palavras Andarilhas, en Beja, Portugal. Foi a candidata brasileira ao Premio Hans Christian Andersen en 1994. Novamente em 2015, e mais uma vez agora para 2017. É sua própria ilustradora. Hoje, são mais de 50 livros publicados, e o mais recente, Mais de 100 Histórias Maravilhosas é a coletânea dos seus 117 contos de fadas.

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Stella Florence Stella Florence is a writer with 1 daughter, 30 tattoos and 10 books to her credit, including Eu me possuo (I Own Myself, a novel about overcoming rape and the empowerment of women), Os Indecentes (The Indecent, articles on love and sex), 32 – 32 anos, 32 homens, 32 tatuagens (32 – 32 Years, 32 Men, 32 Tattoos, a novel about affective-sexual compulsion), Hoje acordei gorda (I Woke Up Fat Today, tales about life as an overweight person), O diabo que te carregue! (Go to Hell! a novel about separation) and others. Two of her books are aimed at adolescents: Ser menina é tudo de bom (Being a Girl is Everything Good, articles intended to increase girls’ self-esteem) and Só saio daqui magra! (I’m Not Leaving Here until I’m Thin! a novel that challenges current aesthetic standards and prevents anorexia and bulimia). Her book I Woke Up Fat Today was recommended by Ambulim (Institute of Psychiatry in the city of São Paulo’s Clinical Hospital) as therapeutic reading for patients with eating disorders. She is a veteran reporter (Criativa magazine, Bolsa de Mulher, Crônicas da vida a dois, iTodas [UOL’s feminine website], Ouse magazine and Top Magazine). Stella is known for her bittersweet way of expressing herself and for the intense feelings of identification she brings out in her readers who are mostly women. With her current publication, I Own Myself by Panda Books, the author became a volunteer for the “Pode Gritar” (You can Scream) Project (https://podegritar.wordpress.com/), where the anonymous testimonies of victims of sexual violence are treated as literature before being published, so that crimes that are nearly always shrouded in silence are intimately and sensitively charted. She also collaborates actively with the #TodasPorLAMM campaign (https://www.facebook.com/Todas-por-LAMM/) that is seeking justice for a 16-year-old girl who was raped by her grandfather. A fan of Gabriel García Márquez and Tennessee Williams (whose classic character Blanche Dubois inspired her novel 32), the author lives in São Paulo, where she was born on April 14, 1967. She is finishing her next book now for Panda Books while writing weekly columns for the separation website Exnap and her personal blog www.stellaflorence.com. Stella is active in social media and can be found at Instagram https://www.instagram.com/escritora. stellaflorence/, on Twitter https://twitter.com/Stella_Florence and on Fanpage https://www.facebook. com/escritora.stellaflorence/. More information at www.stellaflorence.net.

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Stella Florence Stella Florence é escritora, tem 1 filha, 30 tatuagens e 10 livros, entre eles Eu me possuo (romance sobre superação de um estupro e empoderamento da mulher), Os Indecentes (crônicas de amor e sexo), 32 – 32 anos, 32 homens, 32 tatuagens (romance sobre compulsão afetivo-sexual), Hoje acordei gorda (contos sobre viver com sobrepeso), O diabo que te carregue! (romance sobre separação), entre outros. Dois dos seus títulos são direcionados ao público adolescente como Ser menina é tudo de bom (crônicas para aumentar a auto-estima das meninas) e Só saio daqui magra! (romance que questiona os padres estéticos atuais, prevenindo contra a anorexia e a bulimia). O livro Hoje acordei gorda, em especial, foi indicado pelo Ambulim (Instituto de Psiquiatria do Hospital das Clínicas da cidade de São Paulo) como leitura terapêutica para pacientes com transtornos alimentares. Cronista veterana (revista Criativa, Bolsa de Mulher, Crônicas da vida a dois, iTodas - portal feminino do UOL -, revista Ouse e Top Magazine). Stella é conhecida por seu verbo agridoce e pela intensa sensação de partilha que provoca nas leitoras, em sua maioria mulheres. A partir de seu lançamento atual, Eu me possuo, pela Panda Books, a autora se tornou voluntária do projeto “Pode Gritar”(https://podegritar.wordpress.com/), em que depoimentos anônimos das vítimas de violencia sexual recebem um tratamento literário antes da publicação, traçando um mapa íntimo e sensível desses crimes quase sempre cobertos pelo silêncio. Ela também colabora ativamente com a campanha #TodasPorLAMM https://www.facebook.com/ Todas-por-LAMM/) que busca justiça para uma menina de 16 anos estuprada pelo avô materno. Fã de Gabriel García Márquez e Tennessee Williams (cuja personagem clássica Blanche Dubois inspirou seu romance 32), a autora vive em São Paulo, onde nasceu em 14/04/1967. Hoje ela termina seu próximo livro para a Panda Books enquanto mantém colunas semanais no portal sobre separação Exnap e em seu blog pessoal www.stellaflorence.com. Stella é ativa nas redes sociais e pode ser encontrada no Instagram https://www.instagram.com/ escritora.stellaflorence/, no Twitter https://twitter.com/Stella_Florence e na Fanpage https://www. facebook.com/escritora.stellaflorence/ Mais informações em www.stellaflorence.net.

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Rafael Gallo Rafael Gallo was born in São Paulo in 1981. He graduated from the Universidade Estadual Paulista (UNESP—Paulista State University) in 2015 with a degree in Music and a baccalaureate in Composition and Conducting. He completed his MA in Audiovisual Media Production Process at the University of São Paulo (USP). He is currently living in Bauru, a city in the interior of the State. He got his start in literature in 2012 with the book of stories, Réveillon e outros dias (New Year’s Eve and Other Days), after winning the national competition for the SESC Literature Award. He published his first novel in 2015, Rebentar (Burst), which won the 2016 São Paulo Literature Award, one of the most important in the country. Both books were published in Brazil by the Record publishing house. The stories in Réveillon e outros dias address the experiences of borderline human relationships, traversing from rather dramatic texts such as Espiral (Spiral), a story in which he portrays an incestuous relationship between a mother and her son, to more good-humored ones like O vendedor (The Salesman), about a man who decides to traffic illegally with his own organs. The novel Rebentar, very well received by both the critics and the public, tells the story of Ângela, a mother whose son Felipe disappeared at the age of 5. After 30 years of devoting herself to fighting for her boy and trying everything to him back, Ângela decides of her own accord to put an end to the waiting and searching, accept the loss as definitive, and give herself the right to start her life over again. Besides the two books mentioned above, the author has stories published in anthologies and various other venues, such as Desassossego (Uneasiness—Mombak, 2014), a collection in eBook format organized by Luiz Ruffato; another collection of eBooks Formas breves (Short Forms), the story Nos olhos de Júlia (In Julia’s Eyes—e-Galáxia, 2014); and the translation into Spanish of his story Réveillon (New Year’s Eve), entitled Nochevieja, which was one of the texts selected for the second volume of the Machado de Assis Magazine (Biblioteca Nacional, 2012), available for free at: http://tinyurl.com/ zseuaov. The release of Conversas de botequim – contos inspirados em canções de Noel Rosa (Barroom Conversations – Tales Inspired by Noel Rosa’s Songs—Mórula, in press) is already programmed for 2017, with a story by the author. The works of Rafael Gallo are curated by the Riff Agency (lucia@agenciariff.com.br).

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Rafael Gallo Nasceu em São Paulo, em 1981. Graduou-se em Música, com bacharelado em Composição e Regência, pela Universidade Estadual Paulista – UNESP, e em 2015 concluiu o mestrado em Meios e Processos Audiovisuais pela Universidade de São Paulo – USP. Atualmente, mora em Bauru, cidade do interior do estado. Iniciou-se na literatura em 2012, com o livro de contos Réveillon e outros dias, após ter vencido o concurso nacional Prêmio Sesc de Literatura. Em 2015, publicou seu primeiro romance, Rebentar, que foi vencedor do Prêmio São Paulo de Literatura 2016, um dos mais importantes do país. Os dois livros foram publicados no Brasil pela editora Record. Os contos de Réveillon e outros dias abordam experiências de relações humanas limítrofes, permeando desde textos mais dramáticos, como o conto Espiral, no qual se retrata uma relação incestuosa entre mãe e filho, até mais bem-humorados, como O vendedor, focado em um homem que decide fazer comércio ilegal de seus próprios órgãos. Já o romance Rebentar, muito bem recebido por público e crítica, narra a história de Ângela, uma mãe cujo filho, Felipe, desapareceu aos 5 anos de idade. Depois de 30 anos buscando de todas as maneiras ter seu menino de volta, e dedicada ao luto por ele, Ângela decide encerrar a espera e a procura por conta própria, aceitar a perda definitiva, e se dar o direito de recomeçar a vida. Além dos dois livros já citados, o autor tem contos publicados em antologias e veículos diversos, como a coletânea em formato eBook Desassossego (Mombak, 2014), organizada por Luiz Ruffato; pela coleção de eBooks Formas breves o conto Nos olhos de Júlia (e-Galáxia, 2014); e a tradução para o espanhol de seu conto Réveillon, intitulada Nochevieja, que foi um dos textos selecionados para o segundo volume da Machado de Assis Magazine (Biblioteca Nacional, 2012), disponível gratuitamente em: http://tinyurl.com/zseuaov. Para 2017, já está programado o lançamento de Conversas de botequim – contos inspirados em canções de Noel Rosa (Mórula, no prelo), com um conto do autor. As obras de Rafael Gallo estão sob os cuidados da Agência Riff (lucia@agenciariff.com.br).

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Adriana Lunardi I write slowly doing bits at a time. To date I have only written five books. At first I wrote short stories: The Girls of the Helsinki Tower in 1996 and Eves in 2002. Between these two publications I moved cities twice and launched a new career as a scriptwriter. I spend long periods in silence. For 10 years I wrote documentary scripts on Brazil for the program Expedições that aired on public television. In 2006 I published my first novel, Foreign Body and six years later in 2012, The Little Match Girl. During this six-year period I wrote stories for magazines, newspapers and anthologies, finished a master’s degree in Brazilian literature and participated in literary events in Brazil and abroad. These are the kinds of activities that summon my words back to me. I have also taught writing workshops for young authors in private and public schools in Río de Janeiro. My books have been finalists for awards and two of them have been translated into other languages. Writer’s block is a constant theme in my therapy. Eventually I finished a short novel for young adults in 2014, A longa estrada dos ossos. This same year I received the Premio Icatú de Artes and for the first time I experienced what it is like to live the life of a writer. Currently I am co-author of a television series in development. This is my first incursion into fiction in this format. I write frequently and on tight deadlines. On my computer a novel is waiting to be finished.

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Adriana Lunardi Escrevo devagar e pouco. São apenas cinco livros até agora. No começo, eram as narrativas curtas de As meninas da Torre Helsinque (1996) e de Vésperas (2002). Entre essas publicações, houve duas mudanças de cidade e uma nova profissão, a de roteirista. Tenho longos hiatos de silêncio. Ao longo de dez anos escrevi documentários sobre o Brasil para o programa Expedições, veiculado na televisão pública. Em 2006, publiquei o meu primeiro romance, Corpo Estranho. Seis anos mais tarde foi a vez de A vendedora de fósforos (romance, 2012). Nesse meio tempo, escrevi contos para revistas, jornais e antologias, concluí um mestrado em literatura brasileira e participei de eventos literários no Brasil e no exterior. Coisas assim me fazem voltar às palavras. Ministrei oficinas de escrita para jovens autores em escolas públicas e privadas do Rio de Janeiro. Os meus livros foram indicados a prêmios, dois títulos estão publicados em outros idiomas. Bloqueio de escrita é um tema constante de divã. Cheguei, enfim, à A longa estrada dos ossos, uma pequena novela para jovens, de 2014. Naquele ano, fui agraciada com o Prêmio Icatu de Artes e pude experimentar, pela primeira vez, uma vida de escritora. Nesse momento, desenvolvo em coautoria um seriado de televisão. É a minha primeira ficção no formato. Escrevo muito e com prazos apertados. No computador, um romance espera para ser concluído.

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Ana Paula Maia Born in Rio de Janeiro in December of 1977, she has lived in Curitiba, in the south of Brazil, since 2015. She is an author and scriptwriter. She has five published novels to her credit, Entre rinhas de cachorros e porcos abatidos (Between Dogfights and Slaughtered Pigs, ed. Record, 2009), Carvão animal (Animal Charcoal, ed. Record, 2011) and De gados e homens (Of Cattle and Men, ed. Record, 2013), being some of the more outstanding. Her books have been published in Serbia, Germany, Argentina, France, Italy and the United States. There will be new editions in Spain soon. Her stories have been published in anthologies in Brazil and abroad and have been translated into German, Croatian, Spanish, English and Italian. Her novel, A guerra dos bastardos (The War of the Bastards, ed. Língua Geral, 2007 – German edition: Krieg der Bastarde – Ed. A1, 2013) was considered one of the best foreign crime novels published in Germany in 2013. Deserto (Desert), is her first feature length movie as well as her debut as a screenwriter. The movie is an adaptation of the novel Santa Maria do Circo (Saint Mary of the Circus, by the Mexican author David Toscana). Released in Brazil in 2016. She participates in various literary events in Brazil and abroad, including the Lima International Book Fair (Peru), International Literature Festival Berlin (Germany), Belle Latina (Lyon, France), Étonnants voyageurs (Saint-Malo, France), Festival of the European Short Story (Zagreb and Sibenik, Croatia), the Ibero-American Literature Festival in Athens (Athens, Greece), Brazilian Literature Week (Vienna, Austria), Guadalajara International Book Fair (México, 2014), Paris Book Fair (France, 2015 – official delegation for the guest of honor country), First International Maputo Book Fair (Mozambique, 2015) and the Buenos Aires Book Fair (FILBA, 2015).

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Ana Paula Maia Nascida no Rio de Janeiro em dezembro de 1977, vive no sul do Brasil, em Curitiba, desde 2015. É escritora e roteirista. Possui cinco romances publicados, destacando-se Entre rinhas de cachorros e porcos abatidos (ed. Record/2009), Carvão animal (ed. Record/2011) e De gados e homens (ed. Record/2013). Tem livros publicados na Sérvia, Alemanha, Argentina, França, Itália e Estados Unidos. Em breve, novas edições na Espanha. Possui contos publicados em antologias no Brasil e no exterior, traduzidos para o alemão, croata, espanhol, inglês, italiano. Seu romance, A guerra dos bastardos (ed. Língua Geral, 2007 - Edição Alemã: Krieg der Bastarde - Ed. A1 / 2013) se destacou na Alemanha como um dos melhores livros policial estrangeiro do ano de 2013. Deserto, é seu primeiro longa-metragem e estreia como roteirista. O filme é uma adaptação do romance Santa Maria do Circo, do escritor mexicano David Toscana. Lançamento no Brasil em 2016. Participa de diversos eventos de literatura no Brasil e exterior, entre eles Feira internacional do Livro de Lima (Peru), Festival internacional de literatura de Berlim (Alemanha), Belle Latina (Lyon / França), Etonnants-Voyaguers (Saint-Malo / França), Festival of European Short Story (Zagreb e Sibenik / Croácia), Festival de literatura Ibera-americana (Atenas/ Grécia), Semana de Literatura Brasileira (Viena, Áustria), Feira do Livro de Guadalajara (México, 2014), Salão do livro de Paris (França / 2015 – comitiva oficial do país convidado de honra), 1º Festival internacional do livro de Maputo (Moçambique/2015), FILBA (Festival internacional de Literatura de Buenos Aires – 2015).

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Carol Rodrigues Carol Rodrigues was born in Rio de Janeiro in 1985 and has lived in different cities in Brazil and abroad. She studied sound and image at Universidade Federal de São Carlos and did a master’s degree in international performance studies at the Universities of Amsterdam and Warwick, through the scholarship study program Erasmus Mundus. Her research focused on gender performativity in Latin American political resistance, particularly within the Zapatista Movement (Mexico), and the work of the performer Regina José Galindo (Guatemala). She currently lives in São Paolo, where she writes and works as a producer in the Audiovisual and Literature Center of Itaú Cultural. Her first book, Sem vista para o mar (Edith, 2014), won the Jabuti and Clarice Lispector awards last year (National Library Foundation of Brazil) in the short story category. Her second book, Os maus modos, was written with the support of Proac (Ministry of Culture of the State of São Paolo) and will be released soon. In June and July of this year, she did an artist residency at Instituto Sacatar (Itaparica- Bahía), where she began her third book and first novel. Her stories were published in the magazines Words Without Borders, Parênteses, Vacatussa, Revista Pessoa, Revista E (SESC), Livre Opinião, Jornal Opção, and Antesala das Letras. This year, she participated as a guest author in the São Paolo Book Biennial, the Ribeirão Preto Book Fair and the Rota das letras Literary Festival in Macau.

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Carol Rodrigues Carol Rodrigues nasceu no Rio de Janeiro em 1985 e morou em diferentes cidades dentro e fora do Brasil. Estudou Imagem e Som na Universidade Federal de São Carlos e fez um mestrado em estudos internacionais de performance, nas universidades de Amsterdam e Warwick, dentro do programa de bolsas de estudo Erasmus Mundus. Sua pesquisa se centrou na performatividade de gênero na resistência política latino-americana, principalmente dentro do movimento zapatista (México) e no trabalho da performer Regina José Galindo (Guatemala). Hoje mora em São Paulo, onde escreve e trabalha como produtora no Núcleo de Audiovisual e Literatura do Itaú Cultural. Seu primeiro livro, Sem vista para o mar (Edith, 2014), ganhou no ano passado os prêmios Jabuti e Clarice Lispector (Fundação Biblioteca Nacional) na categoria contos. Seu segundo livro, Os maus modos, foi realizado com apoio da Proac (Secretaria de Cultura do Estado de São Paulo) e será lançado em breve. Em junho e julho deste ano fez uma residência artística no Instituto Sacatar (Itaparica- Bahia), onde começou seu terceiro livro e primeira novela. Seus contos foram publicados nas revistas Words Without Borders, Parênteses, Vacatussa, Revista Pessoa, Revista E (SESC), Livre Opinião, Jornal Opção, Antessala das Letras. Este ano participou como autora convidada na Bienal do Livro de São Paulo, na Feira do Livro de Ribeirão Preto e no Festival Rota das Letras, em Macau.

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Paulo Scott The Brazilian writer Paulo Henrique Rocha Scott was born in Porto Alegre in 1966 and he signs his books as Paulo Scott. He has written five books of prose: Ainda orangotangos (Still Orangutans, 2003), adapted for film by Gustavo Spolidoro and winner of the thirteenth Milano Film Festival; the novel Voláteis (Volatile, 2005); the novel Ithaca Road (2013), part of the Amores Expressos Project that brought Brazilian writers to various cities of the world during a period of thirty days (the author went to Sydney, Australia); the novel Habitante irreal (Nowhere People, 2011) – finalist for the major literary awards in Brazil and also abroad (it was nominated for the International Dublin Literary Award 2015/2016 and was a finalist for the book prize of the Casa da América Latina / Grupo Lena / Portugal 2016), winner of the Machado de Assis prize from the Brazilian National Library 2012, released in Germany, Portugal, United Kingdom and the United States, and expected to be released in Croatia and in Turkey in 2017 – and the satire O ano em que vivi de literatura (The Year I Lived On Literature, 2015). He has written five books of poetry, including O monstro e o minotauro (The Monster and the Minotaur, 2010), in collaboration with Laerte the cartoonist, and also Mesmo sem dinheiro ganhei um esqueite novo (I Got a New Skateboard Even Though I Was Broke, 2014), which won the best book of poetry award for 2014 from the Associação Paulista de Críticos de Arte (APCA, Paulista Association of Art Critics). He has written texts for the theater, among them Crucial Dois Um (Crucial Two One), considered for the Prêmio Funarte de Teatro Myriam Muniz (Myriam Muniz Theater Prize) and a finalist in the Prêmio Açorianos de Teatro (Azorian Theater Prize) 2007. He wrote scripts for three graphic novels, one for Editora Leya, Clero: mar envasado em precipício (The Clergy, an Ocean Bottled in a Cliff) and two for Companhia das Letras, Não me mande flores (Don’t Send me Flowers) and Meu mundo versus M (My World versus M, illustrated by Rafael Sica and due to be released in 2017). He has written three episodes for the Vira-latas do futebol (Soccer Mongrels) series, coordinated by Rodrigo Teixeira, a project presented to HBO. He collaborated on the screenplay for the movie O início do fim (The Beginning of the End), a short film directed by Gustavo Spolidoro, best Brazilian short film at the Short Film Awards / European Coordination of Film Festivals, and a short film selected by the 2006 Sundance Festival. He contributes to magazines and cultural supplements in Brazil and abroad.

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Paulo Scott Paulo Henrique Rocha Scott, escritor brasileiro, assina seus livros como Paulo Scott. Nasceu em Porto Alegre em 1966. Escreveu cinco livros de prosa: Ainda orangotangos (2003), adaptado para o cinema por Gustavo Spolidoro, filme vencedor do 13º Festival de Cinema de Milão; o romance Voláteis (2005); o romance Ithaca Road (2013), parte do Projeto Amores Expressos, que levou escritores brasileiros a cidades do mundo pelo período de trinta dias (o autor foi para Sydney, Australia); o romance Habitante irreal (2011) – finalista dos principais prêmios literários brasileiros e também no exterior (livro nominado ao Internacional Dublin Literary Award 2015/2016, livro finalista do Prémio Casa da América Latina / Grupo Lena / Portugal 2016), vencedor do Prêmio Machado de Assis da Fundação Biblioteca Nacional 2012, lançado na Alemanha, Portugal, Reino Unido e Estados Unidos, com previsão de lançamento também na Croácia e na Turquia para 2017 –; e a sátira O ano em que vivi de literatura (2015). Escreveu cinco livros de poesia, dentre eles O monstro e o minotauro (2010), feito em parceria com o cartunista Laerte, e também o Mesmo sem dinheiro ganhei um esqueite novo (2014), livro vencedor do Prêmio de melhor livro de poesia do ano de 2014 da Associação Paulista de Críticos de Arte - APCA. Escreveu textos de dramaturgia, dentre eles o Crucial Dois Um, texto contemplado no Prêmio Funarte de Teatro Myriam Muniz, texto finalista do Prêmio Açorianos de Teatro 2007. Escreveu três roteiros de graphic novel, um para a Editora Leya, Clero: mar envasado em precipício, e dois para Companhia das Letras, Não me mande flores e Meu mundo versus M (esta, ilustrada por Rafael Sica, com previsão de lançamento para 2017). Escreveu três episódios para o projeto de série Vira-latas do futebol, coordenado por Rodrigo Teixeira, projeto apresentado à HBO. Coroteirizou o filme O início do fim, curta-metragem, dirigido por Gustavo Spolidoro, melhor curta brasileiro no Prêmio Short Film Awards / European Coordination of Film Festivals, curta selecionado pelo Festival Sundance 2006. Colabora com revistas e suplementos de cultura do Brasil e do exterior.

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Antônio Xerxenesky Named by the British magazine Granta as one of Brazil’s best young novelists, Antonio Xerxenesky is a Brazilian writer and translator. He has written the novels F (2014, translated into French and with the film rights sold), and Areia nos Dentes (2008, translated into Spanish and French), and of books of short stories including A página assombrada por fantasmas (2011, some stories from which were translated into Spanish, German and French). He has published essays and articles in newspapers and magazines including The New York Times, A Folha de S. Paulo, O Estado de S. Paulo, Veja, and others. In 2015 he published a long essay on Miami Vice and its director Michael Mann in the magazine Serrote. Also in 2015 he formed part of the International Writing Program, representing Brazil in this literary residency organized by the University of Iowa. He has translated the works of Enrique Vila-Matas, Adolfo Bioy Casares, Rodrigo Fresán, Juan Villoro, Horacio Castellanos Moya and many others into Portuguese. He is currently studying a PhD in literary theory at the University of Sao Paulo on the work of Roberto Bolaño, and works as a creative writing professor at Casa do Saber.

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Antônio Xerxenesky Considerado pela revista britânica Granta como um dos 20 melhores novelistas jovens do Brasil, Antônio Xerxenesky é um escritor e tradutor brasileiro, autor de novelas como F (2014, traduzida ao francês, com direitos vendidos ao cinema) e Areia nos Dentes (2008, traduzida ao espanhol e ao francês), e de livros de contos como A página assombrada por fantasmas (2011 alguns contos traduzidos ao espanhol, alemão e inglês). Tem publicado ensaios e artigos em jornais e revistas como The New York Times, A Folha de S. Paulo, O Estado de S. Paulo, Veja e outros. Em 2015, publicou um longo ensaio acerca de Miami Vice e o diretor Michael Mann na revista Serrote. Em 2015 também fez parte do International Writing Program, representando o Brasil nessa residência literária organizada pela University of Iowa (Estados Unidos). Como tradutor, traduziu ao português a obra de Enrique Vila-Matas, Adolfo Bioy Casares, Rodrigo Fresán, Juan Villoro, Horacio Castellanos Moya e muitos outros. Atualmente Xerxenesky cursa o doutorado em Teoria Literária na Universidade de São Paulo, onde estuda a obra de Roberto Bolaño, e é professor de escrita criativa na Casa do Saber.

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Lucrecia Zappi Lucrecia Zappi was born in Buenos Aires in 1972. She moved to São Paulo when she was four and finished high school in Mexico City. At the age of 18 she went to Amsterdam to study plastic arts. She also spent some time in Brussels and, upon her return to Brazil, worked as a reporter for several publications, especially the newspaper Folha de S. Paulo in which she has a column about New York where she finished her Master’s degree in Creative Writing at NYU and where she has been living for ten years now. Her first book, Mil-folhas (Millefeuille, CosacNaify, 2009), won the international Ragazzi prize and was selected for the White Ravens Catalogue. A free flight of sugar-induced fantasy, the children’s project narrates the history of sweets throughout different ages and cultures. The book reflects the author’s multiculturalism, ranging from the different places she has lived to her pleasure in exploring languages. Lucrecia is also a Dutch to Portuguese translator. Her first novel, Onça Preta (Black Jaguar, São Paulo, Benvirá, 2013), was also published in Mexico (Pollo Blanco, 2014) and in Spain (La Huerta Grande, 2015). Since then she has participated as guest author at several literature festivals and international fairs, such as the FIL and the Buenos Aires and the Miami Book Fairs. Acre, her next novel is due for release in 2017. As a result of her training, the visual arts have always had a place in the author’s universe. She has contributed to specialized magazines such as ArtForum and done illustrations for a variety of publications, such as, for example, Gavino Leda’s Padre Padrone (Father and Master, Berlendis Editores, 2004), that classic of Italian literature, and for her own book, Onça Preta. In 2015 she was co-curator of Empty House Casa Vazia in the Luhring Augustine Gallery in New York, a sculpture exhibition featuring Brazilian Neoconcretism which received quite favorable reviews from the New York Times newspaper and the New Yorker magazine. Her work as a writer is a reflection on identity in a foreigner and the implicit violence of each person’s reinvention, besides being a constant search for originality of expression along the austere lines of Graciliano Ramos. Her interest in frontier literature and the nature of crime is vivid. With these elements in view, Lucrecia is working on her third novel along with another project, a book about the visual arts.

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Lucrecia Zappi Lucrecia Zappi nasceu em Buenos Aires em 1972. Aos quatro anos mudou para São Paulo e terminou o ensino médio na Cidade do México. Aos 18 foi para Amsterdã cursar Artes Plásticas. Também passou algum tempo em Bruxelas e, ao retornar ao Brasil, trabalhou como reporter, especialmente para o jornal Folha de S. Paulo, onde assina coluna sobre Nova York, cidade em que concluiu mestrado em Criação Literária na NYU e mora há dez anos. Mil-folhas (CosacNaify, 2009), seu primeiro livro, foi vencedor do prêmio internacional Ragazzi e selecionado para o catálogo White Ravens. O projeto infantil conta a história dos doces através de diversas épocas e culturas, além de ser um vôo livre inspirado na fantasia que o açúcar provoca. O livro reflete o multiculturalismo da autora, desde os lugares em que morou até o prazer de explorar diversos idiomas. Lucrecia é tradutora do holandês para o português. Seu primeiro romance, Onça Preta (São Paulo, Benvirá, 2013), também foi publicado no México (Pollo Blanco, 2014) e na Espanha (La Huerta Grande, 2015). Desde então participou como autora convidada em diversos festivais de literatura e feiras internacionais, tais como a FIL, a feira de Buenos Aires e a de Miami. Acre, seu próximo romance, deve sair em 2017. Desde a sua formação, as artes plásticas sempre estiveram presentes no universo da escritora. Colaborou para revistas especializadas, como a ArtForum, ou fazendo ilustrações diversas, por exemplo, para o clássico da literatura italiana Pai Patrão, de Gavino Leda (Berlendis Editores, 2004) ou para seu próprio livro, Onça Preta. Em 2015 fez a co-curadoria da Empty House/Casa Vazia, na galeria novaiorquina Luhring Augustine, sobre escultura neo-concreta brasileira, alcançando grandes críticas, tais como do jornal New York Times e a revista New Yorker. Sua obra como escritora é uma reflexão sobre a identidade no estrangeiro e a violência implícita na reinvenção de cada um, além de uma busca constante pela originalidade da língua, na linha enxuta de Graciliano Ramos. É nítido seu interesse pela literatura de fronteira e a natureza do crime. É com estes elementos em vista que Lucrecia prepara seu terceiro romance, além outro projeto, um livro relacionado às artes visuais.

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Histórico Destinação Brasil por orden alfabético

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Bernardo Ajzenberg, 2013

Rubens Figueiredo, 2015

Marçal Aquino, 2012

Emilio Fraia, 2013

Ivana Arruda Leite, 2013

Marcelino Freire, 2013

Carol Bensimon, 2013

Julián Fuks, 2013

Luiz Bras, 2014

Daniel Galera, 2012

Simone Campos, 2015

Juliano Garcia Pessanha, 2013

Sérgio Capparelli, 2013

Luisa Geisler, 2014

Flávio Carneiro, 2015

Milton Hatoum, 2012

João Carrascoza, 2012

Noemi Jaffe, 2015

Raimundo Carrero, 2014

Rodrigo Lacerda, 2012

Bernardo Carvalho, 2012

Claudia Lage, 2015

João Paulo Cuenca, 2012

Michel Laub, 2012

Deonísio Da Silva, 2013

Ricardo Lísias, 2013

André de Leones, 2015

Ana Paula Maia, 2014

Ignácio de Loyola, 2015

Altair Martins, 2014

Nelson De Oliveira, 2014

Tércia Montenegro, 2014

Andréa del Fuego, 2013

Raphael Montes, 2015

Reginaldo Ferreira da Silva, Ferréz, 2012

Cíntia Moscovich, 2012

Marcelo Ferroni, 2014

Lourenço Mutarelli, 2013

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Santiago Nazarian, 2013

Paula Parisot, 2012

José Luiz Passos, 2014

Margarida Patriota, 2012

Paula Pimenta, 2015

Antonio Prata, 2015

Joca Reiners Terron, 2015

Sérgio Rodrigues, 2014

Luiz Ruffato, 2012

Carola Saavedra, 2012

Tatiana Salem Levy, 2012

André Sant’Anna, 2015

Edney Silvestre, 2012

Verônica Stigger, 2014

Cristovão Tezza, 2012

Paloma Vidal, 2014

Lucrecia Zappi, 2013

Catálogo Destinação Brasil edición 2012: http://issuu.com/filguadalajara/docs/catalog_brasil Catálogo Destinação Brasil edición 2013: http://issuu.com/filguadalajara/docs/brasil_2013 Catálogo Destinação Brasil edición 2014: http://issuu.com/filguadalajara/docs/fil_brasil2014 Catálogo Destinação Brasil edición 2015: http://issuu.com/filguadalajara/docs/brasil_15

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DESTINAÇÃO BRASIL se terminó de imprimir en noviembre de 2016 en los talleres de Equilátero Montemorelos 129 Col. Loma Bonita Zapopan, Jalisco Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio electrónico o impreso sin previa autorización de la FIL Guadalajara

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