Óleo anónimo de Palma de Mallorca de mediados del siglo XVII.
HISTORIA Perm铆tanos proponerle sumergirse en la Historia de Carrer de Can Cavalleria. Sus calles y monumentos han sido testigos de momentos hist贸ricos que hacen de esta ciudad un lugar eterno, inamovible en el tiempo.
“La ciutat de Mallorca” Antonio Garau, 1644.
Carrer de Can Cavalleria Más de 1.000 años de historia bajo el dominio de cruzados, nobles y el rey Jaime I.
La Calle de la Casa de los Caballería Para conocer el origen histórico de esta zona, hay que remontarse a la época musulmana, 1100 años atrás. Madina Mayurqa (Ciudad de Mallorca) se había construido sobre la ciudad romana aprovechando la desembocadura del torrente de Sa Riera, que transcurría por la Rambla, calle de la Unió y el Paseo del Born. El área donde se encuentra el Ayuntamiento y la Catedral era la Ciudad Alta, mientras que el barrio de la calle de Can Cavalleria era la Ciudad Baja y, a diferencia de en la época romana, ya disponían de su propios templos de oración, mezquitas. En la esquina de la que es hoy calle de la Concepció con la calle de Can Cavalleria, en el siglo X se hallaba la mezquita Dabdolmelé, cuya fuente destinada a las abluciones de los fieles aún se conserva en la calle de la Concepció, tal y como recuerda una placa colocada por el Ayuntamiento con motivo de su restauración. Esta fuente se ha alimentado históricamente de acequias y canalizaciones que descendían por la calle de la Concepció. Ya en el siglo XI se realizó una gran ampliación del recinto amurallado, dejando el cauce del torrente, y la mezquita, dentro de las murallas. Durante los siglos venideros, hasta que en 1229 el rey cristiano Jaume I conquistara Mallorca, la ciudad gozó de una gran independencia y esplendor, si bien, precisamente porque era codiciada, en el siglo XII sufrió un importante ataque de catalanes y pisanos. Como curiosidad, tras la ampliación Madina Mayurqa medía 110 hectáreas frente a las 25 de Barcelona y era una de las mayores de España. No fue hasta la Conquista cuando la calle vivió su primera gran transformación. Cabe recordar que también en 1229 Federico II Hohenstaufen, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y nieto de Federico Barbaroja, conquistaba en la VI Cruzada Jerusalén, Belén y Nazaret. Era una época, pues, en la que los reinos cristianos combatían al Islam. Esta misión era compartida por los reinos de la Península Ibérica, entre ellos el de Aragón. El 31 de diciembre de 1229, tras casi cuatro meses de campaña militar, Jaime I tomaba Palma de Mallorca. La hermosura de la ciudad quedó reflejada en “El llibre dels Feits” (El libro de los Hechos), donde Jaime I dejó dicho: “Semblà´ns la plus bella vila que anc haguéssem vista, jo ni aquells qui ab nós eren” (nos parecía la más bella villa que nunca hubiésemos
visto)”. En la batalla final, cuando las fuerzas catalanas-aragonesas entraban en Palma por Porto Pi, fallecieron Guillermo II de Montcada y de Bearn y su primo Ramón de Montcada. Ambos eran caballeros de la Orden del Santo Sepulcro, creada en 1098 por Godofredo de Bouillón, duque de la Baja Lorena, y que estaba encargada de proteger el Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo en Jerusalén, así como a la corona de Aragón. El rey Jaime I, nacido en la hoy ciudad francesa de Montpellier y criado en un castillo de los Pirineos por la Orden de los Caballeros Templarios, y casado con Violante, hija del rey cruzado Andrés II de Hungría, había mantenido una estrecha relación con los Montcada y decidió que la mezquita fuera parte del lote para su familia. Constanza, hija de Guillermo, donó a la Orden del Santo Sepulcro la mezquita en 1232, y sobre el templo musulmán se levantó la Iglesia del Santo Sepulcro, donde fueron enterrados Guillermo y Ramón de Montcada. Cabe recordar que la Catedral de Mallorca también se levantó sobre otra de las mezquitas de Madina Mayurqa, algo que se interpreta como señal de dominio. Finalmente, la Orden del Santo Sepulcro vendió en 1280 la Iglesia y el templete donde se encuentra la fuente, al rey Jaime II de Mallorca, aunque este la donó a su consejero Guillem de Puigdorfila siempre y cuando mantuviera una capellanía y un sufragio permanente por el alma de Guillermo de Montcada, cuyos restos fueron, finalmente trasladados, junto con los de Ramón de Montcada al Monasterio de Santes Creus, en Cataluña. En el siglo XIV, la familia De los Caballería, bien relacionada con los caballeros templarios, participaba en la Administración de la Corona, se hizo cargo de parte de las posesiones de la calle de Can Cavalleria, a la que hoy da nombre. El fundador de la Casa de Can Cavalleria en Mallorca fue Martín de la Caballería y de la Cabra. En aquella época más de la mitad de la población de Mallorca provenía de la actual Francia (principalmente del Rosellón y la Provenza), de las repúblicas y reinos que hoy conforman Italia, de Flandes, de la actual Alemania y del Mar Negro, aunque los catalanes y aragoneses mantenían el dominio institucional y la familia De los Caballería pronto entroncó con la incipiente nobleza mallorquina y tuvo una posición dominante. En 1541 el Emperador Carlos V visitó la ciudad y ante la belleza del recinto amurallado exclamó “¡O que buenas calles y paredes como parecen bien!¿Son tan buenas dentro como defuera?”. Arquitectónicamente la ciudad había recibido influencias árabes (andalusíes), góticas (catalanas-aragonesas), y renacentistas (del Reino de Nápoles, que entonces formaba parte, junto con Mallorca e islas toscanas, de los territorios españoles más anclados en el Mediterráneo). A lo largo del siglo XVII, la familia De los Caballería fue en declive a raíz de un juicio popular contra uno de sus miembros, acusado de asesinar a un magistrado. Sin embargo, la pérdida de las prebendas no acabó con su fortuna y posición social, que se mantuvo hasta 1788, cuando falleció el último “De los Caballería” sin dejar descendencia. En la Península, “De los Caballería” habían llegado as ser consejeros reales, obispos, nobles e incluso un presidente del Consejo (gobierno) de Aragón y vicecanciller de Castilla con los Reyes Católicos, Alfonso De la Caballería.
A partir del siglo XVIII, sus propiedades pasaron a manos de la aristocracia mallorquina y en la calle se abrió una plazuela, la de Can Cavalleria, que da a la calle del Ermità. Precisamente, en ese mismo siglo, después de desviarse el curso del torrente de la Riera hacia el actual Paseo de Mallorca, la calle de Can Cavalleria quedó definitivamente integrada con el casco histórico y aparece claramente identificada en los primeros planos de la ciudad, señalando claramente que la iglesia del Santo Sepulcro abastaba hasta la casa número 4 de la vía. Durante todo este tiempo la iglesia del Santo Sepulcro se conservó hasta que en 1843 fue confiscada por el Gobierno liberal progresista del General Espartero y transformada en talleres y viviendas antes de que unos años después el edificio desapareciera a causa de un incendio. Sin embargo, la talla románica del Santo Cristo del Sepulcro, única en Mallorca, se conserva en el Museo Diocesano. Uno de esos talleres y locales dio origen a un horno o panadería, llamada actualmente como La Concepción aunque también conocida como Cas Donat. La Concepción fue fundada en 1902 y en ella se elaboran “Quartos Embetumats”. Ese mismo año, con ocasión de la inauguración del Gran Hotel y acompañado del presidente del Gobierno, el mallorquín Antonio Maura, el rey Alfonso XIII pudo degustarlos, nombrando proveedor real al horno. Tanto fue su placer que en 1918 en una cena en el Palacio Real de La Zarzuela, en Madrid, para celebrar la paz tras la Primera Guerra Mundial a la que invitó tanto a vencedores como ha vencidos los ofreció de postre, tal y como consta en Gobernación Civil, donde el rey envió los telegramas solicitando los dulces. Curiosamente uno de los nombres por los que ha sido conocida la calle de Can Cavalleria ha sido la de “Es Forn Cremat”, que ya existía en 1390, por lo que la vía tiene una larga tradición pastelera. Ya en el siglo XX, la ciudad iba a sufrir una gran transformación social con la pérdida definitiva de los derechos de la aristocracia en favor de una burguesía en auge gracias a la economía de servicios, principalmente al turismo, y la zona devino en una importante área de negocios. Sin embargo, Can Cavalleria, situada a unos 200 metros de las principales vías comerciales y con acceso restringido parcialmente al tráfico de vehículos a motor, conserva la tranquilidad y sosiego de antaño. En la actualidad, tal y como en el momento de la conquista, Mallorca conserva su carácter internacional, y la calle de Can Cavalleria recibe nuevos ilustres vecinos provenientes de toda Europa.
Autor: Felipe Lorenzo, periodista. Director de Comunicación de CAEB. Agradecimiento especial a Gabriel Llompart Moragues, miembro de la Real Academia española de la Historia y a Pere Muntaner, Director del Archivo Municipal de Palma de Mallorca.
ENTORNO Can Cavallería se sitúa en un barrio rodeado de monumentos, cultura y ofertas de ocio. Un puente permanente entre su herencia histórica y un vibrante y enérgico progreso.
El Palacio Real de la Almudaina es uno de los mejores exponentes de la huella que distintas civilizaciones han dejado en la ciudad de Palma. Hoy en día, es la residencia oficial de los Reyes de España cuando visitan las islas. En el barrio que envuelve Can Cavallería existen verdaderas joyas de la arquitectura modernista, como el Gran Hotel, que durante mucho tiempo fue el hotel más lujoso de España. En la actualidad es sede de importantes eventos culturales.
En esta ciudad, existe un gran interés por compartir su propia realidad cultural con la de otros lugares del mundo y ser un crisol de tendencias artísticas. Como ejemplos destacan el Teatre Principal de Palma, referencia en obras de música, danza y teatro, y Es Baluard Museu D´Art Contemporani que es una referencia internacional.
La belleza de la ubicación de Can Cavallería se aprecia con lugares cono las que se encuentra tras las murallas del Palacio Real de la Almudaina: S´hort del Rey (Jardines del Rey). Es un espectacular espacio ajardinado con hermosas fuentes que rematan un bello conjunto arquitectónico rematado por una composición artística creada por el famoso escultor surrealista estadounidense Alexander Calder, que donó su obra a la ciudad.
Muy cerca de Can Cavallería podemos disfrutar de uno de los paseos más bonitos de la ciudad, el Passeig Born, que une las plazs de la Reina y Rey Juan Carlos I. En ella encontramos multitud de terrazas donde poder parar el tiempo. La catedral de Palma de Mallorca, es uno de los monumentos significativos de la ciudad. Llamada “La catedral del Mar” por estar a pies del mediterráneo es una referencia del arte gótico y en ella se pueden encontrar referencias artísticas renacentistas, barrocas, neoclásicas y modernistas.
El Passeig del Born es en sí mismo uno de los lugares más sugerentes para las compras de todo el Mediterráneo. Tiendas llenas de glamour que se mezclan con galerías de arte como si las calles se hubiesen pensado para guardarlo como un tesoro.
El Mercat de l´Olivar es el principal mercado de abastos de Palma. Ofrece venta de alimentos frescos y autóctonos de la isla junto a una excitante oferta de restauración, lo que le convierte en punto de reuniones de eventos gastronómicos a nivel mundial. La plabra “rambla” proviene del árabe y significa torrente o río porque la Riera de Palma entraba en la ciudad por este trazado. Es un lugar emblemático de la ciudad donde encontrar típicos kioskos de venta de flores que perfuman todo el paseo.
A través de estrechas calles de piedra se llega a la entrada del edificio Can Cavallería. El acceso se realiza a través de un típico patio mallorquín como muestra de identidad y herencia histórica. Luminosas viviendas donde poder apreciar espectaculares vistas de la Catedral y otros edificios emblemáticos de
Madina Mayurqa