La cultura Tiki

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ES19 DE ABRIL DEL 2014

Beber, vestir, bailar

Aloha a la cultura neotiki No hace falta recorrer los 12.000 km que separan España de Polinesia para empaparse de sus costumbres. He me iki ia. Bienvenidos en hawaiano al resurgir de la cultura tiki

Texto Anna Tomàs y Carlota Iglesias Los nombres como Molokai Mule, Danza de Fuego, Perla del Vicio o el emblemático Mai Tai parecen sacados de un ritual indígena de magia negra. Símbolos que apelan a lo prohibido. A lo secreto. Servidos en vasijas totémicas o en copas vanguardistas. Las camisas con estampados hawaianos se combinan con las gafas de sol tipo aviador o los labios rojos. Ukeleles, guirnaldas colgadas al cuello y flores. Flores en forma de corona como el típico tiaré o sueltas en el pelo como el hibiscus o la plumería. La cultura tiki, muy popular en Norteamérica en la década de los cincuenta, renace. La red global de investigación y pronóstico de tendencias WGSN habla ya de “flo-

La cultura y la estética venida de Polinesia ha tenido sus altos y bajos. Hace 70 años, Hollywood y los cócteles empezaron a introducir detalles de la cultura tiki. Fueron la primera señal de una serie de influencias que

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EN CASA

han llegado hasta nuestros días en forma de bebidas, estampados maoríes, bares decorados adecuadamente, arreglos y estampados florales, clases de baile y talleres de relajación, además del sempiterno surf

recimiento neotiki”. Sus fieles seguidores aman tanto las palmeras, los colores y las flores como el rock & roll, las decoraciones minimalistas, el exotismo y la falta de sofisticación de su origen ancestral. El origen de un nuevo mundo Quien no sea conocedor en profundidad de sus tradiciones, creerá que la cultura tiki proviene de las celestiales islas polinesias. Pero en realidad, el concepto tiki y su consiguiente expansión cultural nació en Estados Unidos de la mano del aventurero Ernest Raymond Beaumont Gantt. Después de surcar los mares del pacífico Sur, quedó fascinado con la promesa de paraíso, libertad sexual, misterio y escapismo que ofrecía la Polinesia. Si bien Gauguin ya lo había mostrado en sus pinturas de mujeres tahitianas, Gantt quiso transportar todas esas sensaciones a EE.UU. Y así abrió el primer bar que daría lugar a la cultura tiki. Mimbre en las paredes y vasos de cerámica con deidades sagradas. No era una réplica fidedigna de las costumbres de las islas, tampoco las alcohólicas (el ron era más típico del Caribe que del Pacífico), pero después de más de diez años de abstinencia con motivo de la ley Seca, los novedosos cócteles supusieron toda una revelación. Hollywood también puso de su parte con Waikiki wedding, con Bing Crosby y El huracán, de John Ford, ambas de 1937 y también con dos versiones de Rebelión a bordo (1935 y 1962), la segunda con Marlon Brando enamorado de Tarita en Tahití.

en auge. Sin embargo hacia los años setenta su éxito empezó a menguar. Los hijos del baby boom veían esos locales y bebidas como lugares prehistóricos y de cincuentones. En España, lo tiki llegó con el destape y tras unos años de bonanza cayó en el olvido, pero hoy en día resurge. Buen ejemplo de ello son algunos de los últimos restaurantes que florecen por las capitales europeas, el auge de las danzas polinesias, el surf o el retorno de películas con expediciones a nuevas tierras como Kon-Tiki, basada en la historia real del antropólogo noruego Thor Heyerdahl.

En los cuarenta la cultura tiki era toda una tendencia

Cócteles misteriosos Enigmáticos y exóticos, los cócte-

les neotiki rivalizan con el gin-tonic. Kim Haasarud, conocida en Estados Unidos como “La reina de la arquitectura líquida”, es una consultora coctelera que ha ayudado a los restaurantes, bares y hoteles más prestigiosos de Nueva York a crear una filosofía de vida en torno a las bebidas y al alcohol: “Creo que las bebidas tropicales por un lado, y los auténticos cócteles tiki por otro, están volviendo a causar furor. En el pasado, la regla fundamental para cualquier coctelero tiki era utilizar fruta fresca, siropes caseros y una multitud de rones en sus bebidas. Ingredientes de calidad eran los que marcaban la diferencia y lo que ha ido desapareciendo a lo largo de los años

hasta hoy, que resurge con fuerza. ¡Ya era hora!”, exclama. Héctor Henche, director de Fizz Bartenders, empresa dedicada al catering de cócteles, comparte la misma opinión: “Se están recuperando clásicos como el Mai Tai, el Zombie o el Blue Hawai. Las mezclas de frutas, ya sean piña, mango, papaya u otros ingredientes tropicales, junto con el inseparable ron, se combinan con diferentes secretos que logran alcanzar esa complejidad de sabores tan particular de la coctelería tiki”. Bares de ayer y de hoy Hoy en día el sitio al que acudir para disfrutar de estas bebidas con aura nostálgica

es cuestión de gustos. Llámese neotiki, polinesio o hawaiano, lo cierto es que cualquier calificativo es apto para esta tipo de bares. Todavía se conservan algunos locales míticos en la capital barcelonesa como el Aloha (Provença, 159) y el Kahala (Diagonal, 537), este último el primer bar tiki de toda España; o el Mauna Loa (plaza Santa Ana, 13) en Madrid. Los fanáticos de los tótems, las casitas de mimbre, las hojas de palmera y las colosales deidades colgantes del techo han de recordar esta palabra: Critiki.com. Una web en la que podrán encontrar todos aquellos lugares tiki del mundo en los que perdura su originalidad inicial. Quienes no sean partidarios de observar pájaros en jaulas también encontrarán su espacio. Surgen nuevas invenciones como los Lunch Bonx & Tiki Room (Barco 8, Madrid) o Tahití (Joaquín Costa 39, Barcelona) o por supuesto PKNY (49 Essex St, Nueva York), núcleo neotiki neoyorquino. La apuesta de estos nuevos locales son las decoraciones polinesias sin excesos y combinadas con elementos chic. El objetivo sin embargo es el mismo de antaño. Como bien dice Christina Bifano, docente del curso de cazatendencias y tendencias en moda en el IED Barcelona Escuela Superior de Diseño: “Lo neotiki no es tanto una subcultura sino una tribu urbana. No intenta convertirse en un referente para la sociedad de masas, pero sí absorber e incluir a más personas, aquellas que tienen en común el amor hacía el estilo polinesio kitsch de los cincuenta, las bebidas dulces con muchos ingredientes, los colo-


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