Boletín mensual (4) Abril 2014 Editorial Siguiendo con el tema expuesto en el Boletín del mes pasado, mediante el cual podemos preguntarnos qué nos impide emprender el viaje real del autoconocimiento, me gustaría hacer unas reflexiones, las cuales me están rondando agudamente desde hace tiempo. Y es que siento del todo imprescindible que estemos internamente libres del más mínimo apego, dependencia, apoyo..., hábito de consulta..., o recurrir al recuerdo de las enseñanzas de Krishnamurti para tratar de ver a través ellas más claramente...; que todo eso es un grave y crónico error en el que podemos caer, a poco que nos descuidemos...; ¡y que ese error nos debilita!... A lo largo de sus enseñanzas, K ya nos lo estuvo advirtiendo una y otra vez. Nos recalcaba -y seguramente sentía compasión y frustración al comprobar en los ojos, expresiones y movimientos de sus escuchantes que su mensaje sólo quedaba prendido en un vano nivel intelectual- que no siguiéramos a nadie, ni siquiera a él mismo, que sus enseñanzas sólo podían ser válidas hasta cierto punto como acicate o resplandor para abrir las mentes y corazones, y que a partir de ahí, sin recordar lo que él había dicho, leer el único libro que es auténtico: lo que vemos en nuestro interior. Es decir, si leemos el libro auténtico de "lo que somos", sobran las palabras, los conocimientos acumulados -por muy buenos que creamos que son-, las prácticas, los caminos, los objetivos psicológicos, etc. etc. etc.; y en consecuencia, amigos, aunque suene duramente, sobra también el conocimiento acumulado de sus enseñanzas -lo cual no implica para nada perder su perfume, su impregnación: está claro que sus enseñanzas nos han calado
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