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LA BELLA ENTREVISTA
EXCLUSIVA CON
BETTY HALBREICH,
LA PIONERA
DEL ASESORAMIENTO DE ESTILO EN LA
GRAN MANZANA.
CON 88
AÑOS, LLEVA MÁS DE
TRES DÉCADAS COMO CÓMPLICE DE MILLONARIAS, CELEBRIDADES, IT-GIRLS Y EJECUTIVAS A LAS QUE AYUDA A DEFINIR SU LOOK.
SU DRAMÁTICA HISTORIA DE VIDA CONTRASTA CON EL GLAMOUR DE UNA PROFESIÓN QUE CREÓ PARA, A TRAVÉS DE LA INDUMENTARIA, CONCIENTIZAR A LAS MUJERES ACERCA DEL VALOR DE SER Y LUCIR DIFERENTES.
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ME GUSTARÍA SER RECORDADA COMO MUJER CON BUEN GUSTO Y, ANTE TODO, SINCERA
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BETTY HALBREICH
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SI ELLA LO DICE
Con 88 años de vida y más de 35 como personal shopper en Nueva York, Betty Halbreich publicó dos libros que son de lectura obligatoria para toda fashionista. Así, Secretos de una experta del mundo de la moda es una guía, paso a paso, para definir el guardarropas, erradicar mitos y grabarse a fuego sus tips de asesoramiento de imagen. Editado en 1998, se consigue en librerías porteñas especializadas. En septiembre pasado vio la luz I’ll drink to that (Penguin), autobiografía con anécdotas de su trayectoria en Bergdorf Goodman que se consigue vía Amazon.
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Phs: Gentileza B.H. y archivo CE
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a octogenaria Betty Halbreich es la reina madre de las personal shoppers en Manhattan. Desde hace más de tres décadas ofrece su consejo experto a las clientas más exclusivas de Bergdorf Goodman, la lujosa tienda departamental neoyorquina. En una charla exclusiva con Clase Ejecutiva, Betty se define como “una mujer normal”. Aunque luego confiesa que, desde pequeña, procuró ser diferente al resto. Y, ciertamente, su espíritu joven, su lucidez y su don de gente la hacen especial en una ciudad tan fashionista y competitiva como la Gran Manzana. Con sus 88 años se pasea, los cinco días de la semana laboral, por los pasillos de la monumental y centenaria tienda de la Quinta Avenida. Así transita, incesantemente, los cinco pisos del imponente edificio que fuera residencia de los millonarios Vanderbilt para dar un vistazo a lo nuevo de Michael Kors –una de sus marcas preferidas– y pispear las colecciones de todas, absolutamente todas, las marcas de moda y accesorios que cuelgan en los cotizados percheros. Pero nada de ello tendría sentido si no recibiera, bajo estricta reserva previa, en el sector Solutions, a unas tres clientas por jornada. Su agenda cotidiana se completa con la metódica respuesta que brinda, telefónicamente, a periodistas, actrices y vestuaristas de Hollywood. Todo, con esa amabilidad y dedicación que la consagraron como la primera y la única en su estilo. “No me aburro. Y creo que la edad me ha aportado un poco de inteligencia. Observar y escuchar son las claves de mi trabajo”, confiesa con humildad. Es que las tareas de Betty pueden ser tan sofisticadas como sencillas: aconsejar a celebridades, millonarias, socialités y ejecutivas –pero
“AL COMPRAR UNA PRENDA, SIEMPRE, COMPROBAR CÓMO REACCIONA AL CAMINAR Y AL SENTARSE” también compradoras anónimas– a la hora de vestirse. ¿Qué significa? Enseñarles la combinación perfecta de las prendas, ayudarlas a elegir los colores más indicados, orientarlas para que sepan cuándo invertir en prendas clásicas y cuándo jugarse por el ítem de la temporada, entre tantos otros secretos. Aunque lo más importante que transmite es que “la base de un buen guardarropas, si se elige bien, evolucionará con la mujer a lo largo de los años. Mi trabajo es como la terapia: escuchar, recetar y sostener el espejo. Porque la mayoría de la gente no puede verse a sí misma”, sostiene con sabiduría. Así, en el vestidor de Bergdorf Goodman, su valioso aporte representa el abecé de una clase de estilo. Y lo lleva a cabo con conocedor talento y pasión. Con más de 35 años de carrera, ya vio y escuchó casi todo. Por eso, a esta personal shopper deluxe ahora le interesa, ante todo, forjar una entrañable relación con sus clientas, lograr que la experiencia sea grata y trascendental para ambas.
BETTY KNOWS BEST La famosa vestuarista Patricia Field, creadora de
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los looks de Carrie Bradshaw y sus amigas igualmente adictas a la moda en la serie televisiva Sex and the City, es una de las tantas estilistas que la visitan en su oficina del tercer piso del centro comercial, con vista al Central Park. Admira tanto a Betty que ha dicho: “Ser vestuarista o productora de moda es la profesión del momento. Por eso, en Nueva York hay múltiples ofertas para salir de shopping con una asesora personal. Pero Betty sigue siendo la número uno. Y además es divertida”. Juntas, hicieron de las suyas durante los 6 años que la tira estuvo al aire por HBO. La leyenda asegura que llegaron a elegir más de u$s 1 millón en prendas para ser utilizadas en un solo capítulo. Asimismo, actrices como Meryl Streep, Candice Bergen o Liza Minelli confían en ella para armar el guardarropas de sus personajes y presentaciones públicas. “Las celebrities no me intimidan porque, en el fondo, son mujeres que se desnudan frente a mí”, plantea. En el cruce entre esa vulnerabilidad e intimidad que se produce en su territorio no sólo se valida su poder de opinión sino también su grandeza para establecer empatía. Una de sus asesoradas de más larga data fue Joan
Rivers, una de las pioneras del stand-up en Estados Unidos a quien las jóvenes generaciones conocieron, injustamente, sólo como la despiadada y deslenguada conductora del programa Fashion Police que transmitió E! hasta su fallecimiento, en septiembre pasado: “Conservo el mejor recuerdo de Joan por su condición humana de gran generosidad”, comparte, emocionada. Por supuesto, se suman a la lista de espera de quienes solicitan la aprobación de Mrs. Halbreich, las mujeres más ricas de Estados Unidos, Medio Oriente, Asia... ¡Del mundo! Todas llegan en búsqueda de lo más caro, lo más exclusivo. Pero con ese dato no basta. Así, con el visto bueno de Betty elegirán el modelo ideal para asistir a una gala, una boda, un funeral, una entronización, una entrevista en los medios, un juicio de divorcio... “Muchas son hijas o nietas de mis clientas históricas”, revela. Y, si bien la halaga que tres generaciones de una misma familia confíen en ella, prefiere no reunirlas en una misma cita. Existe otra tribu particular que también recurre a BH en busca de su consejo experto: los diseñadores de moda. En ese caso, los ayuda a resolver in-
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Bettyfacts ◆ Cuando se compra un
nuevo conjunto o ítem, no es conveniente colgarlo en el armario y olvidarse de ellos hasta que llegue “la” ocasión. Se debería jugar, combinarlos con lo que ya se tiene, hacer pruebas, crear looks. Un buen guardarropas no se crea en un día. ◆ Contar con un vestido o traje negro de crepe o lana fría. La ventaja radica en que se puede vestirlo los cinco días de la semana laboral sin que se note. ◆ Es antiguo el concepto de que, para que las cosas combinen, deben ser del mismo tono. ◆ Aprovechar las rebajas para comprar prendas básicas, que no pasen de moda. ◆ Nunca subestimar los múltiples usos y posibilidades de un simple blazer. Una chaqueta clásica profesionaliza un simple equipo de pantalón y camisa blanca.
quietudes más concretas: hasta dónde correr una pinza para destacar el busto, cuánto mover un cierre para realzar las caderas, cómo cortar un pantalón para que el calce sea más sentador. Uno de ellos, a esta altura amigo y confidente, es Isaac Mizrahi: “Nació para decirle a la gente qué debe ponerse o cómo debe llevarlo. La moda no es sólo una cuestión de necesidad, sino también una forma de entretenimiento. Y eso es lo que vende ella”, sintetizó quien fuera niño mimado de las
“NUNCA ME PUSE JEANS. SON INCÓMODOS” NO HABRÁ NINGUNA IGUAL Betty Stoll comenzó su larguísima carrera como personal shopper por casualidad. No la buscó ni la intuyó, aunque era la candidata perfecta. Nació y creció en el sur de Chicago, en el seno de una familia de descendientes de alemanes con buen pasar económico. Sin embargo, no todo fue un cuento de hadas: conoció a su padre biológico a escondidas de su madre, una mujer muy elegante que solía referirse a la ocupación de su hija de modo despectivo (“tendera de lujo”). Desde joven, Betty se destacó por su buen gusto y estilo personal, herramientas clave en el ambiente social en que se desenvolvía. A sus 20 años eligió a Sonny Halbreich para casarse. “Era el hombre equivocado. Fui infeliz con él, como tantas otras mujeres cuando los maridos no se avienen a la vida familiar”, ha dicho. En la década del ‘50, cuando pocas se animaban a pedir el divorcio, Betty dijo basta. En su autobiografía I’ll drink to that (Brindo por ello), editada en 2014, comparte la zozobra de esos tiempos a corazón abierto. Y también cuenta, sin tapujos, su intento de suicidio como acto seguido de la separación, y su siguiente paso por una institución psiquiátrica. Si bien muchos cuestionaron el sentido de oportunidad de la publicación –aludieron a una estrategia de marketing para reactivar y diversificar la clientela en BG–, lo cierto es que su relato desmitifica el rol (muchas veces criticado por superficial) de una mujer que se ocupa de crear o potenciar la imagen de otras. Sus días como asesora de imagen comenzaron una vez recuperada de la crisis afectiva. Todo empezó en los ‘60, cuando se sumó al atelier del diseñador Geoffrey Beene, uno de los más respetados de entonces, quien se convertiría en un aliado de las primeras damas estadounidenses Lady Bird Johnson, Pat Nixon y Nancy Reagan. En ese búnker fashionista aprendió a ser la mejor consejera a la hora de vender ropa. Y se fanatizó con la calidad, las buenas texturas y el corte, características clave del
que uno de los grandes desafíos de su carrera fue vestir a las ejecutivas. “Cambiarles la cabeza, renovarles la mirada en 3D”, resume. Porque ella les sugiere observarse, literalmente, desde las diferentes perspectivas que ofrece un espejo de tres caras y así apreciar cómo les luce lo que eligen, desde todos los ángulos. “Mi objetivo principal es lograr que la mirada de mis asesoradas sobre sus cuerpos se fusione con la mía”, revela uno sobre su estrategia de éxito. Porque las mujeres de negocios, especialmente las que trabajan en ámbitos tradicionalmente dominados por los varones, hacen equilibrio sobre una delgada línea a la hora de vestirse. “En esos casos, privilegio un buen saco, bien cortado, de textura noble. Hoy un buen pantalón, simple, no lo hace nadie. Por eso, cuando no encuentro realmente otra alternativa, les propongo una pollera. Pero es un ítem complicado también, porque algunas prefieren no mostrar las piernas”. María Abelardo, estilista de moda y personal shopper, tuvo la oportunidad de llevar a un grupo de argentinas a vivir la ‘experiencia Betty’. Al respecto, comparte: “Representa lo gratificante que puede ser un buen asesoramiento de imagen. Y que, a través de las compras inteligentes, una mujer puede sentirse cómoda y segura de sí misma. Sin dudas, la razón de su permanencia es su honestidad: si las clientas perciben sinceridad en sus consejos, la escuchan y obedecen”. Acérrima defensora del diseño made in NY, Betty apuesta por brands modernas como Rag & Bone, The Row (de las mediáticas hermanas Ashley y Mary-Kate Olsen) y Libertine. “De todas formas, si por mí fuera, estaría vestida todos los días con las colecciones de Yves Saint Laurent de los ‘70”, confiesa. Y, contrariada, revela que “no comprendo la obsesión por determinadas marcas. En mi opinión, lo que las mujeres buscan cuando compran Chanel, por ejemplo, es un escudo. Creen que, si lo llevan puesto, nadie podrá hacerles daño”. ¿Otro signo de los tiempos que la desconcier-
“NO HAY NADA DE MALO EN INTENTAR MEJORAR EL ESTILO PERSONAL. PERO ESO NO TIENE NADA QUE VER CON EL DINERO NI CON LA MARCA” súpermodelos y del establishment en los ‘90. Más allá de las experiencias personales, la opinión es unánime: quien recurra a ella podrá escucharle decir un rotundo “Eso no es para vos” con la misma naturalidad con que decretará “Llevátelo, es para toda la vida”. La sinceridad es su fuerte. Y eso se cotiza en alza. Por eso la consienten especialmente en Bergdorf Goodman, un gigante que, amenazado por el fenómeno del fast fashion, apuesta más que nunca a su expertise.
buen vestir más allá de las épocas y las circunstancias. “El trabajo de Betty es, básicamente, que la gente se sienta mejor consigo misma. Ella es como las prendas de buena calidad: un recuerdo de las cosas que perduran”, la homenajeó Beene antes de su muerte, en 2004. Después de algunos años bajo esa ala prestigiante, Halbreich fue reclutada por un ejecutivo de Bergdorf Goodman, quien creó el departamento Solutions a su imagen y semejanza. En tiempo vital de hacer balance, Betty confiesa
te? “Las jóvenes no saben de calidad. Y, como no conocen, no exigen. Así, la moda ha sido acaparada por la premisa de la comodidad. Además, del maquillaje y el pelo ya nadie se ocupa: hoy, si te ven de peluquería, ¡creen que tenés 100 años! Definitivamente no estamos viviendo en un mundo elegante”.◆ *Asesora de imagen personal y corporativa @florbibas
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