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YSL HALSTON LOS REYES DE LOS’70 +
SOÑADORES, INSTITUTE
INDOLENTES Y SEXYS...
OF
TECHNOLOGY
DE
EL FASHION
NUEVA YORK
RINDIÓ
TRIBUTO A LOS DISEÑADORES QUE LOGRARON QUE LA ALTA COSTURA Y EL PRÊT-À-PORTER DIALOGARAN COMO NUNCA ANTES... Y COMO NUNCA DESPUÉS.
DEL
ESMOQUIN FEMENINO AL ESCOTE HALTER, LA
MODA ACOMPAÑÓ LA INSPIRADA TRANSGRESIÓN CULTURAL DE UNA ERA MÍTICA.
“
Txt: Florencia Bibas*
E
QUIERO APORTARLE SENTIDO DEL HUMOR A LA ALTA COSTURA, INTENTAR INTRODUCIR ESA LIBERTAD QUE UNO VE EN LAS CALLES. Y SUMARLE EL MISMO LOOK ARROGANTE Y PROVOCADOR DEL PUNK PERO, POR SUPUESTO, DESDE EL LUJO, CON DIGNIDAD Y ESTILO”.
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Yves Saint Laurent
En la historia de la moda contemporánea, la década del ‘70 es una era inolvidable. No sólo fue una bisagra en términos de libertades individuales, sino que fue entonces cuando la fabricación, la distribución y el consumo de indumentaria cambió para siempre. Dos grandes creadores, verdaderos maestros del nuevo concepto de alta costura, son sinónimo de aquellos tiempos de inspirada transgresión cultural y artística: Yves Saint Laurent (YSL), nacido en Argelia y criado en Francia, fue un tímido garçon con un talento tan high-class como su clientela; y Roy Halston Frowick, natural de la agrícola Iowa estadounidense, brilló en las discos de Nueva York con su sentido del glamour avant-garde innato. Sus visiones y legado fueron protagonistas de Yves Saint Laurent + Halston: Fashioning the 70s, el tributo que The Museum at Fashion Institute of Technology (MFIT) les dedicó recientemente. El objetivo de la inédita muestra: explorar, por primera vez, las similitudes creativas en las creaciones de los diseñadores que, a ambas orillas del Atlántico, definieron el look de una época que cambió los paradigmas de estilo. YSL –nacido Yves Henri Donat Mathieu Saint Laurent en Orán, Argelia, en 1936– fue el rey de la alta costura parisina durante más de tres décadas. Y por si fuera poco, el ready-to-wear le debe la vida: sus colecciones accesibles, basadas en su observación de las tendencias en las calles de la Ciudad Luz (lo que hoy se conoce como streetstyle), reinterpretaron el mandato de exclusividad imperante en las maisons de los diseñadores top. Doble mérito si se tiene en cuenta que, cuando tenía apenas 18 años, fue apadrinado por Christian Dior, quien tres años después lo ungió como su sucesor como dise-
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ETERNOS El Museum at Fashion Institute of Technology de Nueva York alberga la colección más completa del mundo del legado de Halston. Y también cuenta, en su acervo, con una selección importante de las piezas emblemáticas de YSL donada por personalidades tales como Lauren Bacall, Marina Schiano, Aimee de Heeren, Mary Russell y Tina Chow.
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Evening dress de Halston, en poliéster y lentejuelas (1974).
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ñador jefe de la compañía. Prensa especializada y sociólogos de la moda coinciden: fue un revolucionario porque apostó –validó e institucionalizó– el estilo masculino traducido al universo femenino. En los Estados Unidos, Roy Halston Frowick fue otro niño rebelde de la moda: natural del estado rural de Iowa, en 1932, saltó a las primeras planas como el sombrerero de Jackie Kennedy –suyo fue el casquete que lució en el acto de asunción de John F. Kennedy como presidente en 1961– hasta que, en los albores de 1970, dio un salto de fe: reconvertido en modisto, pasó de vestir a las poderosas en Washington a lookear a las celebrities en Nueva York. Cultor del minimalismo sexy&chic, apeló a las texturas sintéticas (aunque nobles) puestas al servicio de la funcionalidad y la sensualidad de sus musas, de Liz Taylor a Bianca Jagger. Y, en pleno auge de la música disco, convirtió al mítico Studio 54 prácticamente en su showroom y pasarela.
SÍMBOLO GALO Introvertido en grado casi patológico, YSL y su madre se instalaron en París en la década del ‘50. Tras una temprana juventud sin sobresaltos en su Orán natal, su precoz talento no pasó inadvertido en una serie de concursos de diseño de moda celebrados en la capital francesa –en uno de ellos batió a un igualmente debutante Karl Lagerfeld–, a tal punto que un director de la versión gala de Vogue le envió sus bocetos a Christian Dior, quien por entonces no sólo dominaba la escena de la haute couture europea (con su celebrado New Look) sino que también era todo un símbolo del renacer de la cultura francesa de posguerra. En menos de cinco años, YSL pasó de asistente a sucesor de Dior, designado director creativo de la maison meses antes del fallecimiento de su fundador. Tras presentar su primera colección, se convirtió en el nuevo referente. Su mérito: aportarle a la marca un sentido de la modernidad –acortando el largo de las faldas, incorporando la línea trapecio a los vestidos, simplificando las siluetas–
Lacoste
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By Yves Saint Laurent Rive Gauche: esmoquin de satén, raso y crepé de seda (1982).
apropiado para los nuevos vientos que traía la década del ‘60. Paradójicamente, su momento de mayor esplendor coincidió con su descenso a los infiernos: cuando estalló la guerra de la independencia en Argelia, fue llamado a tomar las armas en el ejército francés (hasta entonces, había logrado eludir el obligatorio servicio militar), una experiencia tan traumática que, en apenas 20 días, fue dado de baja e internado en un neuropsiquiátrico, donde fue sometido a tratamientos de electroshock. Al volver a París, descubrió que había sido reemplazado al frente de Dior. Convirtió la crisis en oportunidad: junto al empresario industrial Pierre Bergé –su pareja hasta 1976, su socio hasta su muerte en 2008– crearon Yves Saint Laurent Couture House. Juntos, no sólo comandaron ese emporio de la moda sino que también formaron una de las colecciones privadas de arte
DISEÑO PARA COLECCIONAR Una discusión más a fondo de los temas representados en la exposición se articula en el libro que la acompaña, también titulado Yves Saint Laurent + Halston: Fashioning the 70s, publicado por Yale University Press. El volumen incluye ensayos de Patricia Mears y Emma McClendon, subdirectora y curadora asistente, respectivamente, del MFIT de Nueva York. Además, las especialistas aportaron capítulos biográficos que documentan hitos importantes en la carrera de Halston y Saint Laurent. Mears analiza vida y obra de Roy Halston Frowic, mientras que McClendon hace lo propio con YSL. Esas secciones adicionales describen y yuxtaponen los temas y conceptos clave abarcados por cada diseñador de manera coincidente, como la influencia de la
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moda masculina, el exotismo y el historicismo. Si bien la investigación y las conclusiones curatoriales reflejan muchos hallazgos que se encuentran comúnmente en publicaciones de moda sobre la carrera de ambos, también revelan aspectos de la evolución de sus procesos creativos que fueron tan cruciales como minimizados o ignorados. El libro incorpora un ensayo de Fred Dennis, curador jefe del área Costume en MFIT, quien releva las piezas de YSL y Halston que forman parte del acervo del museo, revelando cómo cada una de esas prendas y accesorios llegaron a la colección. Finalmente, como bonus track, se incluye la línea de tiempo concebida por McClendon para la muestra, que traza los paralelos asombrosos en los ciclos vitales y profesionales de
ambos diseñadores entre 1950 y 1990. Desde luego, no es la primera vez que los designers son eje de libros de estudio, deleite y colección. Y, por supuesto, YSL es quien más títulos protagoniza. Uno de los imperdibles es Yves Saint Laurent, una excepcional compilación de fotos y documentos sobre la carrera del francés que fue editada en 2010, con motivo de la exhibición organizada por su amiga Carla Bruni, entonces Primera Dama gala, en el Petit Palais de París. Con supervisión de Pierre Bergé, su expareja y socio durante casi cinco décadas, son casi 400 páginas que repasan cada etapa creativa de YSL y recopilan anécdotas de sus clientas high-class y celebrities. La dedicatoria de Bergé es conmovedora: “A tí, el artista, y a mí, el libertario, nos
han disfrazado de hombres de negocios. Sobre todo a mí. ¡Ah, si ellos supieran!”. Ese registro vuelve encantador el libro Cartas a Yves, que recopila las misivas que el empresario le dedicó al amor de su vida durante el año posterior a su muerte, en 2008. En el caso de Roy Halston Frowic, el libro imprescindible para justipreciarlo es Halston, de Phaidon. En cerca de 600 páginas se despliega un repaso exhaustivo de sus colecciones, así como un relevamiento de sus shows de pasarela y las campañas protagonizadas por sus musas. También vale la pena Halston: Inventing American Fashion, donde Lesley Halston, su sobrina, revela aspectos pocos conocidos de quien definió el patrón de la moda estadounidense en los ‘70.
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remate, en 2009, fue considerado “la subasta del siglo”: recaudó 380 millones de euros, que se donaron a la investigación de una cura para el SIDA. Fue un digno broche de oro para la trayectoria de YSL, cuya innegable condición de artista de la moda conllevaba una alta sensibilidad y autoexigencia, que lo sumieron en fuertes depresiones que intentó combatir con su adicción al alcohol, la cocaína y los tranquilizantes. Acosado por esos fantasmas del pasado en su mejor momento profesional, el gran maestro –instalado en su boutique de la rue Spontini– fue elegido para concebir el vestuario de escena de divas del cine y el teatro como Claudia Cardinale, Jeanne Moreau, Catherine Deneuve (su musa desde que la vistió en Belle de jour, la película de Luis Buñuel) e Isabelle Adjani. En paralelo, sus colecciones eran un éxito: inspirado en Coco Chanel, creó túnicas de líneas netas; la obra de Piet Mondrian lo llevó a diseñar vestidos trapecio con recortes geométricos en colores primarios; su amigo Andy Warhol lo motivó a explorar el aporte del pop-art al lenguaje de la moda... Y cuando el mundo creía que el otrora niño prodigio había agotado su capacidad de reinvención, YSL se mudó a la orilla opuesta del Sena para crear Rive-Gauche, su etiqueta de prêt-à- porter de espíritu bohemio. Resultó una jugada maestra: fue el diseñador pionero en ofrecer la mejor couture de París y, al mismo tiempo, desarrollar una línea que apostaba por la democratización de la moda con opciones ‘ponibles’. Esa dualidad protagonizó las portadas de las principales revistas de tendencias: de su esmoquin chic, lucido por etéreas mannequins retratadas en las calles de París, y en blanco y negro, por Helmut Newton; a la reinterpretación de la chaqueta safari –que popularizara el escritor Ernest Hemingway en la gira de promoción de su novela Las nieves del Kilimanjaro– en la estampa de la exótica modelo nórdica Veroushka. En 2002, se despidió de la moda. Su argumento: no tenía más que aportar. Falleció en 2008. Y su funeral tomó las calles de París, donde fue homenajeado como símbolo de una época de glamour.
Phs: Gentileza MFIT
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que conserva la colección más importante de sus creaciones en el mundo. En este caso, la originalidad de la propuesta de Patricia Mears y Emma McClendon (subdirectora y curadora asistente, respectivamente) fue convertir a Yves Saint Laurent + Halston: Fashioning the 70s en una emulación del juego de similitudes y oposiciones para reflejar hasta qué punto –quizás todavía inadvertido por muchos– las propuestas de ambos designers coincidieron en el nuevo prototipo de mujer que contribuyeron no sólo a vestir sino a definir: la animaron a destacar su sensualidad desde la elegancia y a vestirse con estilo masculino sin resignar femineidad. En la antesala del salón del subsuelo donde se montó el recorrido por sus ciclos creati-
MODA & ARTE Si bien la exposición del MFIT supuso una nueva aproximación al universo de YSL, lo cierto es que otros importantes museos del mundo ya habían celebrado el legado del gran couturier francés. La primera vez fue en 1983, cuando el Metropolitan Museum de Nueva York organizó la primera retrospectiva en su honor, con curaduría a cargo de nada menos que Diana Vreeland, la “inventora” del “personaje” de la editora de modas como regente tan amada como temida por la industria, desde su sillón en las versiones estadounidenses de las revistas Harper’s Bazaar (1936 a 1962) y Vogue (1962 a 1971). Allí se expusieron más de 200 diseños que lucieran figuras como Marella Agnelli, Lauren Bacall y Paloma Picasso. En 2010, su amiga Carla Bruni, esposa del expresidente Nicolas Sarkozy, organizó un tributo post mortem en el Petit Palais de París. En el caso de Halston, fallecido en 1990, la primera exhibición recopilatoria de su obra tuvo lugar en 1991 en el MFIT, institución
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De Saint Laurent Rive Gauche, pijama de crepé de seda estampada (1970, izquierda). De Halston: pijama en crepé de seda de China (1976).
vos, se planteó una línea de tiempo que permitió descubrir cómo sus carreras crecieron en paralelo: sus inicios visionarios, sus colecciones aplaudidas por el mainstream, sus caídas en el olvido durante los años ‘80... Con música disco como telón de fondo –ambos frecuentaron Studio 54, donde Andy Warhol los presentó–, la selección de piezas fue acotada, pero significativa: los vestidos de ambos, en maniquíes blancos, se agrupaban en plataformas redondas igualmente níveas, separadas entre sí por sutiles redes que delimitaban los cambios de estilo. La primera sección demostró cómo YSL y Halston se apropiaron de ‘lo masculino’ para potenciar el cambio de look de la mujer: del francés, diferentes variantes del esmoquin negro en crepé de seda con solapa de raso, más la chaqueta safari en beige con cinturón y un jumpsuit tan característico de su portfolio; del estadounidense, sus vestidos de gamuza sintética abrochados en la nuca, sus clásicas poleras de cuello alto, sus pantalones ajustados al tobillo de aire unisex. La segunda área exploró la inspiración en tierras remotas en las que ambos abrevaron: chaquetas con cuello mao, el sombrero pagoda chino de YSL; el sarong dress, realizado en una sola pieza de tela, y el caftán oriental de Halston. El tramo final incluyó una variedad de accesorios creados por la maison YSL, así como los que la diseñadora italiana Elsa Peretti creó para su amigo Halston. Las curadoras no podrían haberlo resumido mejor: “Mucha gente, cuando piensa en los ‘70, inmediatamente piensa en pantalones acampanados, zapatos de plataforma alocados, poliéster y amplios cuellos puntiagudos. Pero lo que buscamos mostrar es que fue un período que realmente definió cómo nos vestimos hoy y también la jerarquía de los conglomerados de moda modernos. Se trata de ropa elegante que es increíblemente contemporánea y continúa siendo revisitada en las pasarelas”.
*Asesora de imagen personal y corporativa www.florenciabibas.com.ar
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