________________________________________________
1_______________________________________________
________________________________________________
Freddy Morles S.
TEMAS DEL ALTO LLANO
Maracay – Venezuela 2009
2_______________________________________________
________________________________________________
Transcripción: Trina López A. Portada: Foto Cortesía Shell, en Los llanos de Venezuela de Francisco Tamayo. Montaje digital: José Elías Pérez / Edison Arnao
HECHO EL DEPÓSITO DE LEY Depósito legal No lf5202009800613 Ediciones AGUABLANCA Maracay - 2009
3_______________________________________________
________________________________________________
A: EMMA CONSUELO RODRÍGUEZ “La Flor del Guárico”
“Llanera tenías que ser / para robarle al palmar ese mágico arrebol /que le da el atardecer…”. (José Alí Nieves: “Rumbo al jagûey”)
En este pequeño volumen se recoge una selección
de artículos de prensa publicados en el Diario JORNADA, de Valle de la Pascua; en EL SIGLO y EL ARAGÛEÑO, de Maracay; y en la Revista PROGRESO, de La Guaira. Su propósito principal es motivar la conciencia sobre las realidades que conforman la existencia de la gente del Alto Llano guariqueño, sobre la significación de su pasado histórico y sobre la fortaleza de espíritu de los hombres y mujeres que mantienen su fe en el potencial de esa tierra ancha y áspera, llena de limitaciones y de retos, pero colmada de augurios para aquellos que estén dispuestos a entregarle su esfuerzo para fertilizarla y hacerla fructificar en abundantes mieses y rebaños. Se incluyen, además, algunos otros escritos sobre asuntos de interés especial para el autor. También una breve evocación de la acogedora tierra del Estado Vargas, a muchos años de su hospitalidad sin igual. 4_______________________________________________
________________________________________________
5_______________________________________________
________________________________________________
INDICE LA TIERRA Una visión geomorfológica de la depresión llanera ¿”Invierno” llanero o verano boreal? Un breve repaso por la flora del Alto Llano Lunares dorados en la vía de Calabozo El delicado aroma del “hyptis suaveolens” El estoico celador de la sabana Cuando Palacio era Palacio El llano reverdecido
08 10 12 14 15 17 18 20
LA GENTE A la memoria de Daniel Rodríguez Bolívar Jesús Garrido, el último palaciero Rufo Pineda: “La tierra escoge a su gente” Rafael José Liendo, becerrero, amansador y coplero Reencuentro con Braulio Palma Alberto Arvelo Torrealba: la pasión del Llano Miguel Ramón Utrera, el poeta de San Sebastián El Toro Negro vuelve a pitar Oswaldo Correa, caballero andante de la copla llanera Rómer Castillo: “De Fiesta con Venezuela” Pedro Felipe Ledezma: hombre, sabio, maestro
24 25 26 28 30 31 33 35 37 39 41
LA HISTORIA El primer prócer guariqueño que registra la Historia Pueblos desaparecidos del Guárico Las capitales del Guárico Guariqueños en la batalla de Carabobo “Catire Páez, láveme los pies” Mosquiteros, al Naciente de Calabozo La Puerta, siempre adversa ¡O se rompe la zaraza o se acaba la bobera!
44 45 47 49 51 52 53 55
6_______________________________________________
________________________________________________ Manuel Cedeño en la batalla de Carabobo ¡Por lo valiente que fue, seguro que era guariqueño! ¡Todavía Rondón no ha peleado! “Pastor de almas…y de novillos” Percance de unos soldados corianos en los llanos de Barinas ¡Catire: ¿No y que no corres nunca? “¡Que me entierren en La Pascua porque ya esto se acabó!” El “Tuerto” Vargas, doctor y general El espíritu libertario de Emilio Arévalo Cedeño Los hombres del “Tuerto” Vargas
57 59 60 62 64 66 67 69 70 71
LA TRADICIÓN El Nazareno de Achaguas, patrono de los llaneros La Virgen Patrona de Las Mercedes del Llano La tradición de los toros coleados en Las Mercedes del Llano La Fiesta de Toros: ¿Pragmatismo vs. simbolismo?
74 75 76 78
TEMAS DE HISTORIA PATRIA En defensa de nuestra Historia ¿Día de América? Esta “Tierra de Gracia” Lope de Aguirre, el primer rebelde ¿Era Bolívar mestizo? “Ha muerto el Sol de Colombia” Antonio Paredes, o el heroísmo místico
82 83 85 87 89 91 92
PARA REFLEXIÓNAR Acerca del arte de la adulación “En este país ya ni los gallos pelean...” Acerca del trato entre los adversarios Sembrar el petróleo El inmenso poder de los maestros
96 98 100 102 104
VARGAS, SIEMPRE… 25 años de “PROGRESO” Crónicas de Maestros
108 110
7_______________________________________________
________________________________________________
LA TIERRA
8_______________________________________________
________________________________________________
UNA VISIÓN GEOMORFOLÓGICA DE LA DEPRESIÓN LLANERA La pausada figura del profesor Pablo Vila forma parte indisoluble del imaginario histórico del Instituto Pedagógico de Caracas. El viejo Maestro catalán amó a Venezuela tanto como añoraba las templadas campiñas de la comarca barcelonesa donde vio la primera luz. Entre los prodigios que germinaron de ese amor, está su insuperable “Geografía de Venezuela”, escrita en conjunto con una Comisión Redactora nombrada por el Ministerio de Educación. De ella extractamos una apretada síntesis sobre las características geomorfológicas de la Depresión Central Llanera. Sentencia Vila la variedad topográfica de la depresión llanera a pesar de la denominación común de todo el paisaje. Esta variedad se originó de la evolución de geosinclinales terciarios desde el Eoceno hasta el Cuaternario reciente. Los estratos de esos geosinclinales fueron realzados durante posteriores períodos geológicos, debido a las presiones que originaron las serranías norteñas. Hacia el sur, el Escudo Guayanés constituía un muro de contención de origen precámbrico. El arco tectónico El Baúl-Paraguaná divide la depresión en dos mitades a lo largo de la trayectoria fluvial CojedesPortuguesa. Hacia el Occidente predomina la topografía lisa, mientras que, al Este, el relieve es más irregular y abundan las “mesas” y otros relieves residuales. Deformaciones de la plataforma guayanesa, que constituye el substrato de la región, produjeron, a su vez, nuevos cambios morfológicos que podrían sintetizarse en cuatro subregiones bien definidas: los Llanos Orientales, en donde predominan las mesas; los Llanos Centrales, bastante irregulares y donde abunda la topografía cerros y lomas; los Llanos Occidentales, de escaso realce y con una uniforme orientación de sus aguas 9_______________________________________________
________________________________________________ fluviales; por último, los Llanos Meridionales, inundables en la temporada lluviosa y de divagante hidrografía. Enclaustrado entre las serranías circundantes (GuayanaAndes-Costa), un extenso delta interior ocupó la depresión durante largos períodos geológicos que permitieron la sedimentación residual proveniente de la intensa erosión de tales elevaciones; ello generó la conformación plana del relieve, así como la actividad microorgánica que supuestamente sería responsable de los yacimientos de hidrocarburos existentes en la región llanera. La característica actual de la topografía llanera es, entonces, el producto del levantamiento y la erosión de esas capas sedimentarias residuales. Inicialmente el Orinoco tenía su salida mucho más al norte; la “ensilladura” de Valle de la Pascua pudiera ser un resto de su antiguo cauce. Su actual curva es de origen relativamente reciente, causada por los últimos levantamientos orogénicos. de la región. Debe tenerse en cuenta que el escudo Guayanés, geológicamente hablando, constituye la verdadera “tierra firme” del territorio venezolano. Ya en los primitivos tiempos de la Era Azoica, Guayana era continente mientras el resto de nuestro actual territorio yacía sumergido en las profundidades del océano. Durante las Eras Secundaria y Terciaria se fueron levantando las serranías de Los Andes y de la Costa, quedando así conformada la depresión central. A comienzos del Cuaternario es cuando se alcanza el completo desalojo de las aguas que ocupaban la depresión, y el cauce del Orinoco es empujado hacia su ubicación actual.
10______________________________________________
_
________________________________________________ ¿”INVIERNO” LLANERO O VERANO BOREAL? Si la inolvidable profesora Maruja Taborda de Cedeño – lamentable y extemporáneamente fallecida hace algunos añosno estuvo equivocada durante sus enjundiosas lecciones de Geografía Física en el viejo Pedagógico de Caracas, estos diluviales aguaceros que oportunamente fertilizan nuestra tierra y atemperan el rigor de nuestro clima, constituyen la más sintomática manifestación de la estación del Verano, y no del “Invierno” como habitualmente solemos decir. Efectivamente, la inclinación del eje de la Tierra con respecto a la órbita del planeta alrededor del Sol, genera cuatro estaciones térmicas que se producen inversamente en los dos hemisferios terrestres (Norte o Boreal y Sur o Austral): Primavera, Verano, Otoño e Invierno. Esto se debe a que la incidencia de los rayos solares se va desplazando, a lo largo del año, desde el Trópico de Capricornio en el Sur, hacia el Ecuador y el Trópico de Cáncer en el Norte, con el consecuente incremento de la temperatura el la zona afectada En nuestro hemisferio Boreal la sucesión de las estaciones es como sigue: -Primavera: entre el 21 de Marzo (Equinoccio de Primavera) y el 21 de Junio (Solsticio de Verano). -Verano (período de mayor calor): entre el 21 de Junio y el 21 de Septiembre (Equinoccio de Otoño). -Otoño: entre el 21 de Septiembre y el 21 de Diciembre (Solsticio de Invierno). -Invierno (período más fresco): entre el 21 de diciembre y el 21 de Marzo. (Los Equinoccios representan los momentos en que los rayos solares inciden perpendicularmente sobre el Ecuador, mientras que durante los Solsticios esos rayos inciden directamente sobre los trópicos: de Cáncer en el Norte y de Capricornio en el Sur). En consecuencia, no hay duda de que en estos momentos nuestro Hemisferio Norte se encuentra técnicamente en plena estación de Verano, y no de Invierno como solemos decir 11______________________________________________
_
________________________________________________ equivocadamente. Los países del Sur (Argentina, Chile, etc.) sí están padeciendo actualmente los rigores del frío invierno austral. Por su cercanía al ecuador, Venezuela no es afectada por el ciclo de las estaciones térmicas, como sucede en los países ubicados más al Norte o más al Sur; la temperatura atmosférica no presenta grandes diferencias entre una estación y otra; menos aun en las extensas explanadas de la región llanera, donde las altas temperaturas son una constante climática evidente. Hay un fenómeno, empero, en el que la estacionalidad térmica manifiesta palpablemente sus efectos sobre nuestro territorio: la estacionalidad pluviométrica con su marcado período de lluvias y su abrasadora época de sequía. En efecto, el calor atmosférico genera una intensa evaporación y una zona de baja presión que atrae los vientos alisios provenientes del océano con una gran carga de humedad (la llamada “convergencia intertropical”). Esto se traduce en la concentración de grandes masas de aire húmedo que, al condensarse, generan las lluvias que caracterizan a la época de calor; es decir, al Verano. Durante el Invierno, la situación es inversa: la disminución del calor impide la formación de las masas de humedad generadoras de lluvia. Por ello, en honor a la rigurosidad científica la época de lluvias debería llamarse “Verano”, pues la sequía se corresponde, realmente, con el Invierno. La explicación a esta confusión léxica está –probablementeen el hecho de que en las regiones mediterráneas de Europa (Ejemplo: sur de España) el período lluvioso es predominante en la época invernal; de donde derivaría la costumbre de llamar “Invierno” a la época lluviosa, que en nuestro país se produce –por el contrario- en pleno “Verano”.
12______________________________________________
_
________________________________________________ UN BREVE REPASO POR LA FLORA DEL ALTO LLANO La relectura del acucioso estudio del profesor Francisco Tamayo sobre “Los Llanos de Venezuela”, nos invita a un breve repaso por la estoica flora del Alto Llano guariqueño. Al apenas asomar los primeros claros del día, el mastranto nos saluda con la caricia de su suave aroma mentolado. La amigable tersura del emblema vegetal de la sabana (los conocedores de la nomenclatura científica lo identifican como “Hiptys Suaveolens”) nos reconcilia con la hiriente espina del cují (Mimosa tenuiflora) y la áspera presencia del alcornoque y el chaparral. Al fondo, la palma llanera (Copernicia tectorum) se yergue altiva sobre el “paisaje sin líneas”, en medio de su arisco cortejo de gramíneas y mimosas. Finalmente, más allá, donde el subsuelo arenoso propicia la abundancia hídrica, el generoso morichal (Mauritia minor) impone su señorío dentro del bosque de galería. El resto del paisaje no es más que una grandiosa alternancia entre la sabana y el chaparral; yerbazal calcinado en “verano” y verde caricia para los ojos en “invierno”. La magra silueta del chaparro (Curatella americana) y del alcornoque (Bowditchia virgiloides) domina el panorama, en medio de una alfombra de escuálidas gramíneas. Esporádicamente surge la presencia de algunos islotes de vegetación leñosa que tienen como núcleo un ejemplar de la palma llanera, alrededor de la cual se convocan algunas especies arbustivas y hasta arborescentes: tal vez un erguido cardón columnar (“Cereus”), un matapalo (“Ficus”) y alguna trepadora. A ellas se agrega, muchas veces, algún oloroso espinito (Randia formosa) también llamado “jazmincito” o “patica de paloma”. También puede suceder que sea un corpulento roble (Platymiscium”) el que se rodea de un primer cordón de maniritos (Annona), alguna ciruela (Spondias) y otras especies similares. Mas allá, una ancha faja de mastranto se despliega 13______________________________________________
_
________________________________________________ entre la orla de mimosas (cují negro, arestín, etc.). Todo el conjunto se ordena en forma decreciente a partir del roble. El mastranto actúa como pionero entre el bosque y la sabana, y cuando alcanza altura considerable, elimina las gramíneas heliófilas y propicia la sociedad con especies umbrías, entre las cuales se desarrolla algún arbolillo que poco a poco se va desarrollando hasta convertirse en eje de una nueva colonia vegetal, unido a otras especies arbustivas o arborescentes. Entonces el mastranto vuelve a su papel de habitante periférico y a su función de invasor sobre la sabana. De esa manera –según explica Tamayo- el bosque puede llegar a sustituir a la sabana “mediante el dinamismo natural de las transitorias sociedades vegetales que evolucionan como en un empeño por lograr un tipo de fitosociedad equilibrada y estable, que sea expresión armoniosa de las relaciones que existen entre los factores edáficos y los climatológicos”. Esos islotes vegetales así constituidos, son los intentos de la naturaleza para reconstruir los bosques devenidos en espinares por la acción del hombre en su absurda práctica de la tala, la quema, la ganadería y la agricultura irracional.
14______________________________________________
_
________________________________________________ LUNARES AMARILLOS EN LA VÍA DE CALABOZO Es un Domingo cualquiera de Marzo en ruta hacia Calabozo. Con los intensos calores del mes, los araguaneyes se han despojado de su follaje para adornarse de flores amarillas. De Dos Caminos hacia el Sur, un destello de lunares dorados hiere nuestras pupilas cuando viajamos hacia la deslumbrante claridad de la llanura. La imponente belleza de nuestro emblema vegetal (Tabebuia chrysantha) resplandece sobre el yerbazal calcinado de la sabana, y nos incita a recordar las hermosas estrofas escolares del “Himno al Arbol”, cuya sencillez no resta mérito alguno a la profunda reflexión de su mensaje. Al árbol debemos / solícito amor Jamás olvidemos / que es obra de Dios. El árbol da sombra / como el cielo fe, con flores alfombra / su sólido pie. Sus ramas frondosas / aquí extenderá y frutos y rosas / a todos dará. Él es tan fecundo / rico sin igual, que sin él el mundo / sería un erial. No tendría palacios / el hombre, ni hogar; ni aves los espacios / ni velas el mar. Ni santuario digno / para la oración, ni el augusto signo / de la redención. No existirían flores / ni incienso ni unción,
ni suaves olores / que ofrendar a Dios. Alfredo Pietri Daudet es el autor de la letra de esta bella oración al árbol, y Miguel Ángel Granados le dio la cadencia musical. Desde 1951, el Ministerio de Educación dispuso el último Domingo de Mayo para celebrar el “Día del Árbol”.
15______________________________________________
_
________________________________________________ EL DELICADO AROMA DEL “HYPTIS SUAVEOLENS” Al apenas asomar los primeros claros del día, el mastranto nos saluda con la caricia de su suave aroma mentolado. La amigable tersura del emblema vegetal de la sabana (los conocedores de la nomenclatura científica lo identifican como “Hiptys Suaveolens”) nos reconcilia con la hiriente espina del cují y la áspera presencia del alcornoque y el chaparral. Al fondo, la palma llanera (Copernicia tectorum) se yergue bravía sobre el “paisaje sin líneas”, en medio de su arisco cortejo de gramíneas y mimosas. Finalmente, más allá, donde el subsuelo arenoso propicia la abundancia hídrica, el generoso morichal (Mauritia Minor) impone su señorío dentro del bosque de galería. Arriba, la cúpula azul comienza a recalentarse bien temprano en la clara mañana de verano; mientras que, abajo, el terronal reseco nos enseña la cicatriz de los últimos incendios, que consumen la esperanza de un desarrollo verdaderamente sostenible y provechoso de la economía llanera. La candela deja su estela de muerte entre las especies animales y vegetales que pueblan la sabana. Y, entre sus víctimas, el noble arbustillo que alegra nuestro paseo tempranero es de los primeros en sucumbir alevemente, convertido en mísera chamiza calcinada. En medio de esta desolada realidad nos asalta la angustia de Francisco Tamayo por el futuro ecológico de una tierra tan limitada de potencialidades naturales y tan maltratada por la acción irracional de sus pobladores. Tamayo sostiene que el ecosistema de sabana tiene un origen más antropógeno que edáfico o climático, pues es el fuego, inducido por el hombre, “el factor ecológico limitante, por excelencia, de las formas biológicas que la integran y de las especies pirófilas que la caracterizan”. 16______________________________________________
_
________________________________________________ Afirma el sabio naturalista, en su estudio “Los llanos de Venezuela”, que el fuego constituye el factor más importante entre los distintos agentes ecológicos que afectan las sabanas, y entre sus efectos más notables señala: 1.- Destruye la materia orgánica proveniente de las partes aéreas de las plantas; impidiendo, así, la mejora de la composición química y la textura del suelo. 2.- Al quedar el suelo descubierto, se favorece su recalentamiento y la consiguiente mayor pérdida de humedad. 3.- Se destruye la flora bacteriana indispensable en los procesos bio-químicos necesarios para el enriquecimiento humífero del suelo. 4.- Desaparecen los macroorganismos edáficos, como las lombrices, que desempeñan importante papel en la conformación de la capa vegetal. 5.- El suelo descubierto de vegetación es fácil víctima de la erosión hídrica y eólica. Habiéndose perdido, pues, la materia orgánica del suelo y la capacidad para desarrollar nuevos procesos regenerativos, la tierra se hace cada vez más pobre y más improductiva; marcando un incierto destino para su función económica y para la existencia de sus habitantes. Perspectiva que debe preocuparnos a todos, y convertirse en asunto de prioridad para las autoridades y especialistas. Por otra parte, todos estamos obligados a preservar nuestro ambiente de la desertización que cunde por el planeta, y a garantizarles también a nuestros nietos la posibilidad del disfrute mañanero del delicado aroma del “Hyptis suaveolens”.
17______________________________________________
_
________________________________________________ EL ESTOICO CELADOR DE LA SABANA Nombre científico: Curatella Americana; nombre vulgar: Chaparro. (Francisco Tamayo: Los llanos de Venezuela).
Es el mes de Marzo y el verano llanero entra en su fase más intensa. Arriba, el cielo guariqueño es una cúpula incendiada por la intensa radiación solar; mientras que, abajo, el paso inclemente del fuego deja su oscura huella sobre la tierra chamuscada. La candela deja su estela de muerte entre las especies animales y vegetales que pueblan la sabana, y las suaves colinas que dominan la vía de Calabozo hacia El Calvario nos enseñan su piel desnuda y agrietada por la acción del intenso calor. El noble arbustillo del Hyptis Suaveolens -emblema vegetal de la sabana- es una de las primeras víctimas de la devastación, que tempranamente logra despojarnos del disfrute de su suave aroma mentolado. Hasta la airosa Copernicia Tectorum resiente su fortaleza ante la acometida del fuego contra su esbelto tallo. Hierbas y arbustos, aves, insectos, reptiles, mamíferos y toda clase de ser viviente de la rica fauna llanera, deben sucumbir alevemente devorados por la furia del fuego que arremete por tierra y por aire. En medio del desolado paisaje, empero, un increíble vestigio de vida (o tal vez un doloroso residuo de muerte) yergue su magra figura sobre las lomas calcinadas. Dispersos en la sabana, los arbolitos de Curatella Americana soportan estoicamente la acción del fuego, del sol y de la sequía, cual imbatibles campo-volantes del ejército vegetal con que la naturaleza llanera se atreve a desafiar al terrible clima veraniego. Arrumado en el olvido de los poetas que le cantan a la sabana, su nombre no es frecuente rima en los versos de los compositores; mientras que los científicos apenas le dedican breves líneas como elemento de la llamada “vegetación pirófila” junto con sus congéneres de las familias Bowditchia (Alcornoque), Byrsonima (Manteco) y Anacardium (Merey). Ciertamente, de sus enjutos sarmientos no cuelgan flores de fragante aroma, ni frutos de jugosa pulpa convocan a los niños alrededor de su tallo; conmovedora, sin embargo, resulta su impávida presencia en medio del paisaje, cuando la vida parece sucumbir abrumada por la inclemencia del duro clima llanero. 18______________________________________________
_
________________________________________________ “CUANDO PALACIO ERA PALACIO” Por simple casualidad cae en nuestras manos un viejo periódico de Barbacoas –fechado en 1932- en cuya sección de Sociales aparece la siguiente nota: “Ayer regresó de Garcita, Don Raimundo Rodríguez Vargas. Atento saludo”. También reseña la Primera Comunión de un grupo de jovencitas de la sociedad barbacoense, entre las que se encontraba la niña Emma Díaz (El Tiempo, 03-07-1932). Entonces recordamos las viejas historias de cuando los pastores y el ganado del Alto Llano tenían que emigrar, cuando arreciaba el verano, en busca de los mejores pastos y abundantes aguas de las costas de Guariquito. Dura era la marcha hacia el Sur “bajo el fiero sol de la sabana / al paso lento de la res morosa”. Y larga la estadía, lejos del calor del hogar. De fiesta era, en su momento, la hora del regreso. Desde los palos de las talanqueras, los paisanos se juntaban para ver regresar, por miles, a las reses opulentas, apuradas por los gritos de los vaqueros. Hacia el fondo, los campos rebozaban del verdor de las sementeras en plena floración, preparando sus tiernas cargas para la subsistencia de los habitantes del hato. Y en la noche: la ternera en varas, los “cachos” y el parrando de joropo. Ana Padrino es quien nos echa los cuentos de los viejos tiempos del Hato Palacio, mientras sus hijos –tres mocetones que le ponen pasión a todo lo que hacen, y por eso Dios los acompaña- no se dan tregua ni descanso en el interminable llevar y traer de panelas de blanco queso, suculentas patillas de la reciente cosecha y enormes pacas de heno para el ganado con que tratan de revivir las ariscas sabanas de Aceitico de Palacio.
19______________________________________________
_
________________________________________________ Son cosas que ella escuchó de boca de Rafael Díaz y de Manuel Rodríguez. Historias de “cuando Palacio era Palacio”, y de cualquier rincón del llano donde el hombre de trabajo ha sucumbido a la seducción de los “brumosos horizontes” contra los que nos previene Francisco Lazo Martí en su Silva Criolla. Pero el tiempo no ha pasado en vano, y la premonición del bardo de Calabozo ha devenido en estéril abandono. Ya no es costumbre del ganado veranear en tan lejanos rumbos, y el alambre de púas dicta la ley de la sabana. Ya no se cuentan por millares los orejanos, y la mano furtiva del cuatrero acecha a cuanta res gorda se divise desde la empalizada. La tierra que año a año, tras los primeros aguaceros del invierno, se desbordaba en prometedores retoños de múltiples especies, ahora es melancólica prisionera de los cujizales. Por allá quedan todavía algunos idealistas que se resisten a perder la fe en ese medio adverso, impredecible y fascinante. Ojalá que la buena voluntad que se anuncia en los altos centros de decisión, se traduzca en hechos concretos para que esa tierra de más allá del caño de Los Aceites pueda volver a cumplir, como lo fue antes, su misión de dar abundante vida en forma de mieses y rebaños
20______________________________________________
_
________________________________________________ EL LLANO REVERDECIDO Llegando a las Mercedes del Llano una intensa gradación de verdes se aloja en nuestra retina. Verde claro de las hierbas tiernas de maíz apenas germinadas; verde más intenso de las plantas ya crecidas, en espera del fertilizante que las prepare para engendrar sus mejores frutos; y verde oscuro del cereal en pleno desarrollo, presto ya para cosecha en ciernes. También, verde de los tardíos sembrados de sorgo, del mastranto que señorea por todas partes, del frondoso merecure que inicia ahora su blanca inflorescencia, de las hierbas que retoñaron luego de la inclemente sequía... Verde hasta donde la vista alcanza. Pasando el caño de Los Aceites –que aprovecha la estacional creciente para solazarse sobre las riberas que en verano le son esquivas-, Heriberto Padrino nos hace compañía en un breve recorrido por lo que fueron dominios del antiguo hato Palacio. El sobrenombre que lo identifica coloquialmente como “El Pavo de Palacio”, hace alusión a remotos devaneos juveniles por la novelería y la farándula. La realidad, sin embargo, es que Heriberto sintetiza en grado superlativo los atributos del auténtico hombre del llano: desde el lazo volandero para detener a un orejano indócil, hasta el pulso certero para exterminar al váquiro que hace estragos en la siembra; y, si se hace necesario, el conocimiento de la hierba que cura la dolencia imprevista, o la oración oportuna para superar un trance desafortunado. Al apenas cruzar el estrecho puente, Fernando Rodríguez –dejado ya del oficio de curar aftosas y derrengaderas- persiste en el empeño por mantener productiva la tierra que por generaciones ha servido de asiento a su gentilicio. Sus hijos Raimundo y Fernando lo secundan con ejemplar tenacidad. Carretera de por medio, la vetusta casona de lo que fuera un próspero hato, hace inevitable el recuerdo de Daniel Rodríguez Bolívar –eterno doliente de la problemática agroecológica del Alto Llano guariqueño-, justo cuando su perenne sueño por un Llano verdaderamente próspero parece materializarse en el verde que alfombra la comarca por todas partes. Un poco más allá, Raimundo Rodríguez González cuelga sus enseres militares mientras dirige el tractor que desmaleza el campo 21______________________________________________
_
________________________________________________ de labrantía o la cosechadora que recoge los frutos del esfuerzo consumado sobre los predios de “El Cebruno”, en la vecindad de los descendientes del siempre recordado Jesús Alfredo Rodríguez Bolívar. Pasada la primera bifurcación de la carretera, los hijos de Manuel Rodríguez tratar de revivir las ariscas sabanas de “Aceitico de Palacio”, esparciendo sobre la sabana largo tiempo yerma, las semillas que pronto habrán de fructificar en generosas mazorcas. Jairo ha dejado de lado sus inseparables tomos jurídicos para afrontar con singular entereza el agobio del inclemente sol llanero, mientras Carlos –con la diligencia que lo caracteriza- dirige el laborioso trasiego de los pesados fardos de fertilizante nitrogenado, presto siempre a echar sobre sus hombros cualquier bulto que el tractor haya dejado caer. Al pie del frondoso roble que domina el sembradío, Emma asume riguroso control de semillas, bultos, obreros y hectáreas, con la insuperable eficiencia de la gerencia femenina. Justo en un recodo de la vía engranzonada, los hijos de Ana Padrino despliegan su acostumbrada energía para lograr que la tierra haga justicia al esfuerzo de quien la trabaja con amor y persistencia. Agua en abundancia, surcos en plena germinación y crecientes rebaños dispersos en la sabana, dan testimonio de una dedicación digna de los mejores frutos. Una ejemplar pareja que se niega a claudicar ante los avatares del trabajo de la tierra –Rufo Pineda y su inseparable María de Jesústiene su asiento en donde ya la vía toma los rumbos de Agua Blanca. Es encomiable su empeño por tratar romper la tradición del monocultivo y de buscar alternativas a la innegable pobreza del suelo llanero. Consustanciados con tal ejemplo, sus hijos mantienen la misma línea de comportamiento. Tantos ejemplos como éstos y muchos otros en todo el Llano, tanta buena voluntad y tanto esfuerzo, tienen que encontrar contrapartida en un permanente programa oficial de atención al productor agropecuario: créditos oportunos, asistencia técnica, precios justos, infraestructura. Sólo así la tierra podrá cumplir la función social a que está destinada por la ley y la naturaleza.
22______________________________________________
_
________________________________________________
23______________________________________________
_
________________________________________________
LA GENTE
24______________________________________________
_
________________________________________________ A LA MEMORIA DE DANIEL RODRÍGUEZ BOLÍVAR Cuando lo conocí, andaba afanosamente empeñado en el diseño de un rudimentario equipo para sacarle agua al subsuelo de los granzonales de Palacio, allá en Las Mercedes del Llano. Sostenía que “una hectárea de tierra con agua vale más que 100 sin ella”; y que, por tanto, era necesario proporcionarles a los campesinos un modo de obtener por sí mismos, el preciado líquido de las entrañas de la tierra. La segunda vez, rayaba incesantemente un cuaderno escolar, bosquejando un sistema “gota a gota” que permitiría regar una hectárea de lechosas para una cosecha de no sé cuantos kilogramos. En la siguiente oportunidad -y todas las demás- lo encontré siempre sumergido en serias cavilaciones sobre los problemas de la productividad del llano centro-guariqueño. La última vez que me encontré con él, conversamos largamente sobre su otra gran preocupación existencial: la problemática de la justicia social. Su convicción protestataria lo hizo militante, hasta el último día, del Partido Comunista de Venezuela. Por ella padeció la persecución de la Dictadura y de la Democracia. Y por ella fue execrado, largo tiempo, de la educación pública. Sin embargo, siempre proclamó a viva voz su protesta contra la explotación del hombre por el hombre, y su esperanza por la redención de los oprimidos. Cuando supe la noticia de su muerte, lamenté profundamente la desaparición de uno de los últimos románticos de la lucha social en este país de pícaros y de complacientes. De un hombre bueno en toda la extensión de la palabra (que ya es mucho decir en estos tiempos). Y de un educador que enseñó con la palabra y con el ejemplo. Y vinieron a mi mente algunas frases sueltas de una dolida oración fúnebre que escuché no recuerdo dónde: “Apaguen las estrellas / cubran el sol. Cierren el Océano. / Detengan los ríos...”.
Ahora su espíritu –convertido en suave brisa y liberado de lastre corpóreo- recorrerá libremente las inmensas soledades de Las Mercedes del Llano; y cuando vuelva el invierno se emparamará con los aguaceros que cada año fertilizan su amada tierra de Palacio... 25______________________________________________
_
________________________________________________ JESÚS GARRIDO, EL ÚLTIMO PALACIERO Dolido, gallardo, eterno... Así recuerdo a Jesús Garrido. Perfilado contra el horizonte quebrado de la llanura palaciera, en una escena inolvidable que la fugacidad del tiempo no logra desvanecer. Cuatro palmos por debajo del ala de su sombrero, Jairito Loaiza otea el infinito en la mirada inocente de sus cuatro años; nada puede turbar el sosiego que le brinda la cercana presencia del recio patriarca de edad indefinible. (El viejo papel de daguerrotipo me recrea la imagen en desleídos colores que le dan a la foto condición de reliquia). Dolido... En el rostro y en las manos, la huella plegada de la dura vida del hombre del llano, curtido en la adversidad de los elementos naturales y en la recia faena por la subsistencia. Anclada la mirada sobre la sabana cada día más sola. Gallardo... siempre. Sobre el lomo cansado del viejo rocín que le hollaba los caminos, y al pie de la res mansa que le prodigaba el sustento diario. Eterno... Cada invierno y cada verano. En cada ir y venir del ganado desde la llanura reseca de Palacio hacia los pastos todavía verdes de las riberas de Aguas Muertas, en la ruta de Galápagos. En cada madurar de las mieses y en cada nacer de una nueva vida para acrecentar el rebaño. Se fue porque tenía que irse. A saldar el compromiso inevitable con El que todo lo da y todo lo puede. Ahora la sabana se quedó sin baquiano y el tranquero sin caporal. Los potreros se fueron quedando solos y el cují se hizo dueño de los campos de labranza. Y la tierra se quedó yerma, a la espera de otro soñador que la ame, que la fecunde y que la haga florecer de nuevo. Todavía, sin embargo, se pueden adivinar sus pasos por los terronales de La Planchada y entre las hierbas ariscas de la Laguna Salada. Y si afinamos el oído por los lados del Caño de Los Aceites, es posible alcanzar a oír el celaje de su grito jopeando una res alzada que se escurrió de la manada. Sobre la tierra que sumió los afanes de Manuel Rodríguez, y a la que José Rafael Díaz entregó sus querencias, el espíritu de Jesús Garrido se niega a entregar la guardia al olvido y al abandono. 26______________________________________________
_
________________________________________________ RUFO PINEDA: “LA TIERRA ESCOGE A SU GENTE” Mezquina en extremo es la tierra del llano para quienes aspiran hacer de ella su medio de subsistencia. La inclemente sequía del “verano” llanero no les da tregua a los torrenciales aguaceros del invierno, y ambos se coyuntan con la erosión superficial de los alisios y la quema irracional propiciada por la ignorancia, para engendrar una naturaleza hostil a cualquier empeño productivo. La delgada capa de suelo agrícola, pobre en nutrientes orgánicos y minerales, e incapaz para aprovechar la celestial bendición de la lluvia, ofrece una calidad menos que mediana para la práctica de la labranza. Sólo la explotación extensiva de grandes espacios permite compensar exiguamente la baja productividad del factor primario de producción; y ello sólo cuando se logra superar los azarosos avatares del clima, las semillas improductivas, los elevados costos de la maquinaria agrícola y los míseros precios que paga la agroindustria, entre muchas otras circunstancias adversas. No es, entonces, tarea de pusilánimes enfrentar las limitaciones de un medio tan difícil, por lo cual son muchos los que claudican al comprobar repetidamente que el producto de su trabajo no compensa la magnitud de su esfuerzo. Esta tierra áspera y exigente, sin embargo, también puede guardar generosas satisfacciones para aquellos que buscan en ella más que simples retribuciones materiales. Aquellos que son capaces de maravillarse ante el prodigio incomparable de la germinación de las semillas, el brote de los primeros retoños, el verde cada vez más intenso de las plantas en crecimiento, y las primeras espigas y flores con su promesa de abundante cosecha. Los que pueden percibir el milagro de la creación divina donde el común de la gente sólo alcanza a apreciar el frío resultado contable de la diferencia entre los costos de la inversión, los kilogramos por hectárea y los precios del mercado. Así se lo escuchamos cierta vez a Rufo Pineda, allá en su retirado rincón de lo que fue el antiguo Hato Palacio en Las Mercedes del Llano: “Los hombres no escogen a la tierra; es la tierra la que escoge a su gente…”. Y no cabe duda de que él se sentía y era, ciertamente, uno de esos elegidos. Allí, con una obstinación realmente quijotesca, ponía en práctica su apego a las agrestes 27______________________________________________
_
________________________________________________ sabanas de Palacio, su preocupación por los problemas agroecológicos del Alto Llano guariqueño y su empeño por encontrar alternativas ante la dureza del medio llanero. Cada encuentro con él era una lección de coraje para demostrar que la tierra sí es capaz de corresponder con creces a aquellos que la aman con fervor; que cada semilla que sembremos será una esperanza del tamaño de nuestro esfuerzo; y que la voluntad del hombre es una herramienta superior a cualquier obstáculo cuando tenemos fe y amor por lo que hacemos. Junto a su inseparable María de Jesús, a Rosario y Miguel, Rufo nunca desmayó en un admirable empeño por combatir la tradición del monocultivo y romper el paradigma de la infertilidad de la tierra que lo vio nacer y que era parte indisoluble de sus afectos y de su existencia. Cada día un proyecto nuevo, una nueva idea, un surco para una nueva especie, para mantener latente el fervor y para sentirse realmente vivo y útil, sin dejarse arrastrar por la rutina y la desidia que son los mayores enemigos de cualquier empresa humana. Acabamos de recibir la noticia de su muerte en un absurdo accidente de tránsito de esos que cada día ensangrientan nuestras carreteras, y en medio de la consternación nos preguntamos si es que la implacable guadaña del destino, siempre cruel y demasiadas veces injusta, está empeñada en acabar con toda la gente buena que queda por estos mundos de Dios. Por ello creemos que la memoria de Rufo Pineda no debe quedar como simple objeto de recordación por parte de quienes lo conocimos y apreciamos; antes bien, debería constituirse en obligado ejemplo para los demás productores del llano, y en obligante reclamo para que las autoridades oficiales establezcan, definitivamente, un verdadero programa de créditos oportunos, asistencia técnica, infraestructura y precios justos que motiven y hagan verdaderamente rentable el trabajo del campo. Sólo así la tierra podrá cumplir la función social a que está destinada por la Ley y la naturaleza.
28______________________________________________
_
________________________________________________ RAFAEL JOSÉ LIENDO: BECERRERO, AMANSADOR Y COPLERO Todos lo llamamos “Pelusa”, aunque la papeleta de bautismo fechada en Las Mercedes del Llano lo proclama cristiano bajo el nombre de Rafael José Liendo; nacido en el Hato Palacio, de antigua tradición por los lados de las onduladas sabanas que bordean el caño de Los Aceites. Becerrero, amansador y coplero, llevado hasta las aulas universitarias por un sostenido afán de darle sentido a la vida fuera del yugo y la servidumbre. Genuino hombre de la sabana -fraguado “a la rebelde sombra de las palmas y bajo el cielo azul, claro y abierto”-, que se atrevió a desafiar los “brumoso horizontes” contra los que nos previene el Bardo de Calabozo, haciéndose citadino y aprendiendo a desenvolverse como baquiano en la jungla de cemento capitalina. Ni la Universidad ni la Capital, empero, han logrado desterrar esa nostalgia por el lar lejano, que carga consigo donde quiera que va. Sentimiento apenas mitigado por las añorosas melodías que lo transportan hacia las inmensas soledades que, desde Las Mercedes hacia el sur, la memoria va poblando de recuerdos en interminable sucesión de nombres y lugares: aguas cristalinas de Agua Blanca, morichales de Aguas Muertas, luminosos paisajes de Galápagos en la ruta de Garcita... Una tarde cualquiera –como tantas otras- nos encuentra trepados en la mole de concreto que hoy sirve de encierro a su espíritu libertario, añorando los viejos tiempos de “cuando Palacio era Palacio” y los ganados migraban por millares entre las resecas sabanas de Los Aceites y las húmedas costas de Guariquito. Ningún tiempo le resulta suficiente para ilustrarnos sobre la manera de manejar el becerro mamantón para sacarle el mayor producto a la vaca lechera. O sobre las diversas “trochas” que ordena el buen amansamiento de un caballo para las duras faenas del llano: la primera, cuando 29______________________________________________ _
________________________________________________ todavía es potranco, para que vaya conociendo la silla; la segunda, cuando ya es adulto, para hacerlo un caballo de monta; y la tercera, para convertirlo en una bestia de trabajo, para el laboreo del ganado. La mirada se le aviva cuando nos habla largamente de su amistad con Angel Avila y otros abanderados de la música llanera. Entonces, como inducida por un impulso involuntario que se nutre en largo tiempo de añoranza, comienza a brotar de su garganta la doliente melodía de “Holocausto de Amor”: “Estoy sufriendo una pena un holocausto de amor como nunca había sufrido por amar a una mujer con todo mi corazón y no ser correspondido ... ”.
Así pasan las horas y, cuando la noche va cayendo, la conversación llega a su fin. Entonces su mirada repasa el paisaje urbano que se extiende ante sus ojos, como buscando entre la maraña de rascacielos y vehículos, cualquier imposible reminiscencia que le borre la ausencia de su llano tan querido.
30______________________________________________
_
________________________________________________ REENCUENTRO CON BRAULIO PALMA “EL TORO NEGRO” “Óigale la voz tendida Sobre el resol de los médanos…” (Alberto Arvelo Torrealba)
Jinete incansable sobre el potro de su recia voz, Braulio Palma anda y desanda los rumbos de la llanura regando espigas de amor por la música de nuestra tierra. Hoy en Santa María viniendo de Pariaguán; mañana en Corozo Pando, en Achaguas o Mantecal, su senda es un solo atajo entre los pueblos de llano. La otra noche -en un “botalón criollo” de Cagua- tuvimos la oportunidad de escuchar su canto y de estrechar su mano. Resultó conmovedor contemplar su noble estampa de caballero andante de mil batallas en pro de una causa que no debemos dar por perdida: la defensa de la música nacional ante la avalancha extranjerizante de los medios audiovisuales. Tenerlo frente a nosotros –“dolido, gallardo, eterno”cargando con humildad y con orgullo su condición de artista del pueblo, fue como repasar las páginas del amarillento álbum telúrico de los viejos juglares del llano: Ignacio Figueredo, Ángel Custodio Loyola, Eneas Perdomo… Seres amasados con el barro de los caminos del llano y fraguados con el calor de un cariño popular que no tiene mengua, a pesar de la televisión. Y que siguen cantando coplas para mantener con vida ese jirón de nuestra nacionalidad que es la música popular. Escucharlo fue sentirnos transportados por la inmensidad de de nuestro llano ilimitado y por la eternidad de un tiempo ido, del que sólo queda la memoria. Al son de “Canto a Palacio”, Emma y Nelly Rodríguez fueron descorriendo viejos recuerdos de antaño, de cuando el llano era sabana y “Palacio era Palacio”. Y desfilaron las imágenes del “viejo” don Raimundo y sus hijos, y de Manuel Rodríguez y José Rafael Díaz. Llaneros “nacidos en el llano”, que bien sabían -ciertamente- “como se monta un caballo, cómo se ordeña una vaca y se enlaza un toro bravo”. Por donde llaman “Las Marías”-mas allá de Las Mercedes del Llano- comenzó la saga de “el Toro Negro”. Ojalá que su voz no se marchite, para que siga haciendo patria por esos rumbos del llano, siempre sonora. “… como la patria en el himno como el clarín en el viento”.
31______________________________________________
_
________________________________________________ ALBERTO ARVELO TORREALBA, LA PASIÓN DEL LLANO Entre las esquinas caraqueñas de El Conde y Carmelitas hay un estrecho pasadizo que nos introduce en la librería Kuaimare, casi inadvertida en el medio del tumulto de apresurados viandantes que circulan por el centro de la ciudad capital. No sin cierto incomodidad logramos entrar al establecimiento y, mientras hurgamos en los anaqueles llenos de libros de toda índole, un título llama nuestra atención: "Alberto Arvelo Torrealba, la pasión del llano”. Al hojearlo nos encontramos con una delicada y amorosa mini-biografía del poeta de la llanura, escrita por Carmen Mannarino “para jóvenes lectores de 11 años en adelante”. Más que una biografía, el texto es un discurso que inevitablemente nos contagia en su tributo de admiración al hombre que logró fundir en una sola expresión la silvestre chispa del “veguero” y la educada pluma del poeta culto. Con Arvelo -como lo señaló Humberto Cuenca- el paisaje del joropo y el corrío logro tener puerta de entrada en nuestra poesía culta. Comienza Mannarino reseñando la progenie del ancestro Arvelo en las tierras altas de Barinas, donde el apellido sembró “tradición de arte y espiritualidad” desde los tiempos del abuelo Don Rafael María Arvelo y Castañeda Isarrandiaga hasta los primos de renombre: Alfredo y Enriqueta Arvelo Larriva; con detenimiento especial en la madre del biografiado, auspiciadora de su inclinación literaria y compositora de finos versos. Desde niño, el amor por el llano y la necesidad de exteriorizar esa pasión marcarán para siempre la existencia de Arvelo Torrealba, y así lo expresa con torrentes de octosílabos: “Yo aprendí en tierra abismada lección que no tuvo treguas, ir engañando las leguas
32______________________________________________
_
________________________________________________ con el silbo y la tonada”.
Ya en tiempos de definición existencial, la vocación médica frustrada le abre paso al profesor que hacía detenerse a los transeúntes que, a través de las aulas colindantes con la calle, alcanzaban a escuchar sus apasionadas disertaciones literarias. No eran raros los aplausos entusiastas de sus improvisados escuchas. Aunque sostuvo que habría sido “mejor medico que abogado “, el Derecho fue su ocupación, a la vez que algunos destacados cargos públicos y la diplomacia. Sin embargo donde estuviera, el llano fue el epicentro de su pensamiento y hacia él volcó toda su inspiración: “Sabana de secos tallo, Uno te aprendió a querer en boca de tu mujer, en lomo de tus caballos”.
Inevitablemente el tema romántico tenía que venir a aposentarse sobre el paisaje dilatado y solitario de la llanura, tan propicio para la introspección y el ensoñamiento. Y la mujer guariqueña nunca dejó de ser motivo para su vena sentimental: “Ese campo tú lo tienes todo en ti, guariqueñita. Tan caña dulce en tu boca, tan jagûeyes tus pupilas”.
A su muerte, en 1971, Alberto Arvelo Torrealba dejó cumplido su homenaje lírico al llano venezolano -propósito indeclinable de su existir- en una obra poética incomparable, arraigada profundamente en todos los estamentos sociales. Los versos de “Florentino y el Diablo”, de “Cantas”, de Glosas al Cancionero”, ya son parte consustancial del acervo emocional de nuestro pueblo.
33______________________________________________
_
________________________________________________ MIGUEL RAMÓN UTRERA, EL POETA DE SAN SEBASTIÁN Un prosaico compromiso profesional de fin de semana nos lleva hasta el pueblo de Miguel Ramón Utrera; obligado epíteto para el enclave inicial desde donde la España imperial extendió su mano rapaz sobre el abanico de tierras llanas que caen hacia el Orinoco. Es que, a pesar de toda su historia, San Sebastián de Los Reyes no puede sustraerse a la figura noble y pausada del maestro de escuela que le hizo un lugar especial a este pueblo en el firmamento de la poesía. Por ello, decir San Sebastián es –inevitablemente- decir Miguel Ramón Utrera. La sola remembranza del poeta nos compele a rebuscar, entre los libros de la biblioteca, una pequeña antología que Harry Almela seleccionó y prologó para la editorial la Liebre Libre, y que llegó a nuestras manos por gentileza de ese talentoso hombre del mundo de las artes que es José Vicente Blanco. Almela menciona el “sobrio acento antiguo” que particularmente nos seduce y que es producto del interés del poeta por “la literatura española y los clásicos universales”. Entonces no podemos evitar, como el prologuista, sumergirnos en unas estrofas que escapan a cualquier calificativo rebuscado, porque basta leerlas para sentirnos arrastrados hacia regiones muy profundas del espíritu, donde toda racionalidad claudica ante el mágico verbo del maestro. Como:
Ha pasado una sombra a nuestro lado, sin voz ni aliento; como flor caída. Pensamos en los nombres olvidados, en los días perdidos, en los árboles muertos; en los raros celajes que cubrieron las distancias por donde huyeron aves sin descanso… (“Ha pasado una sombra”)
34______________________________________________
_
________________________________________________ Refractario siempre a la novedad y a los reconocimientos, Utrera se asiló en un “voluntario exilio geográfico y estético (…) confinado en el tiempo y en el espacio de su aldea natal”. Ciertamente, nunca necesitó reclamar señoríos porque la densidad de su palabra está por encima de cualquier catalogación literaria; y, como auténtico poeta, no escribió para el público sino para el espíritu. Si no, leamos: Esa sombra nos sigue, de puntillas; se oculta en todas nuestras horas claras; y así mismo se infiltra en nuestras voces con leves ademanes de fantasmas. La entrevemos siguiendo nuestros pasos, y trepando por todas las palabras; inasible, fugaz, sin rumbo fijo, pero presente siempre y siempre extraña… (“La sombra temeraria”)
35______________________________________________
_
________________________________________________ EL “TORO NEGRO” VUELVE A PITAR Al acercarnos a las Mercedes del Guárico el llano se apodera de nosotros. La interminable rectilínea de El Sombrero traza una frontera intangible hacia otro mundo que se nos muestra extraño, porque seguramente alguna vez lo fue, pero ya no se puede nombrar de es manera. Porque el “llano” no es una línea en el horizonte, sino un modo de existir y luchar que poco apoco se va encogiendo con el avance de la “civilización”. Llano es “silencio y grito”, como lo nombra Luis Alberto Crespo. Y es soledad, como la que nos envuelve tras unas vueltas de la carretera nunca concluida que nos conduce hacia la “rodriguera” de Palacio, más allá del Caño de Los Aceites. Son las fronteras del histórico “Hato Belén”, y antigua posesión de don Carlos Palacio, de remota nombradía por su quehacer progresista. Por toda la orilla de la cuenca casi seca, hacia donde llaman “Aceitico de Palacio”, Emma Rodríguez nos ayuda a adivinar los pasos de su inolvidable “viejo” Manuel, siempre a la caza de boquetes en la cerca y de gusaneras en la piel del ganado, mientras José Rafael Díaz desvelaba la tarde con su parla inacabable. La tierra yerma, prisionera de los cujizales, parece clamar por alguien que la quiera, que la fecunde y que la haga revivir de nuevo. Más adelante, hacia la izquierda, las casi ruinas de lo que fue casona de un próspero hato nos traen el recuerdo de Daniel Rodríguez Bolívar, siempre buscando soluciones irrealizables para los problemas agroecológicos del llano guariqueño. Carretera de por medio, su hermano Fernando –retirado ya del oficio de atender aftosas y derrengaderas- persiste en la querencia por la tierra que le dio raigambre a su estirpe. Al igual que él, todavía persisten otros quijotes, como Rufo Pineda, que no han querido perder la fe en las potencialidades de este medio adverso, impredecible y fascinante. Por esos lados también quedan las llanuras de “Las Marías”. Más silencio, más soledad, y más cujizales constriñendo la tierra. Por allí nació Braulio Palma, “El Toro Negro”. Con esa voz que todavía retumba como un clarín, se echó al mundo hace mucho tiempo para cantarle a la gente el denso contenido de esa soledad, el sonido inmenso de ese silencio y la promesa de esa tierra que espera retornar a mejores días. 36______________________________________________
_
________________________________________________ Desde hace muchos años sabemos de la humildad y el orgullo con que sabe llevar su condición de cultor de la copla llanera, como un soldado más en esta contienda desigual para que uno de los renglones más preciados de nuestra identidad no sucumba ante poder arrollador de la globalización mal entendida: la de quienes creen que “globalizarnos” es desechar lo nuestro para asumir lo foráneo. Ignorantes de que la idea es completamente diferente: darle a lo que viene de afuera el mismo valor que le damos a lo propio. Habíamos perdido su rastro -aunque lo sabíamos por los lados de San Juan de los Morros- hasta que una mano amiga nos hizo llegar un compacto titulado “El Toro Negro vuelve a pitar”. Para escucharlo hubo nutrida concurrencia de los Rodríguez de Aceitico de Palacio, y la alegría se juntó con la nostalgia de aquellos tiempos en que “Palacio era Palacio”. Hasta Nelly de Acuña olvidó que ya es abuela cuatriborlada, zapateando sin descanso como en sus mejores tiempos. Y Jairo Rodríguez dejó de lado sus inseparables tomos jurídicos para demostrarnos como se escobillea sobre un patio de tierra; mientras que Aníbal, Nelson y Carlos ejercitaban intensamente la articulación media del brazo. Llegado el momento de la reflexión, conmueve saber que todavía hay seres que sienten amor esta tierra no siempre bienamada, que tienen su razón de existir en las cosas que nos identifican y que han hecho de su vida una lucha en desventaja para mantenerlas vivas, como jirones desplegados de una patria que cada día es menos nuestra y más de nadie. Afortunadamente, mientras haya un “Toro Negro” con garganta para cantar y seis idealistas que lo escuchen, esa subversiva palabreja que llaman “identidad nacional” seguirá resonando en los oídos del país, buscando la audiencia, el espacio y el reconocimiento que se le deben. Hasta que un día pueda vibrar por todas partes, altiva y sonora, “...como el grito de Catire en las Queseras del Medio, como la Patria en el Himno, como el clarín en el viento”.
37______________________________________________
_
________________________________________________ OSWALDO CORREA, CABALLERO ANDANTE DE LA COPLA LLANERA “Por aquí pasó compadre, hacia aquellos montes lejos. Por aquí, vestida de humo, la brisa que cruzó ardiendo fue silbo de tierra libre entre su manta y sus sueños”. (Alberto Arvelo Torrealba)
Durante una momentánea parada en la encrucijada de Chaguaramas nos encontramos a Oswaldo Correa. Seguramente viene de los lados de Oriente (de Cumanacoa, Anaco o Santa Ana), y quizás va de paso hacia Las Mercedes o hacia Calabozo. Su senda es un solo atajo entre los pueblos del llano en la contienda sin descanso para rescatar ese jirón de nuestra identidad representado por la música llanera. Frente al poder avasallante y alienador de muchos medios de comunicación, Oswaldo ha asumido como misión existencial la defensa de nuestros valores autóctonos, aun a costa de los mayores sacrificios. Allá en Turmero, Gladys, sus hijas y el menor de la dinastía (que también heredó las inclinaciones musicales del progenitor) superan la periódica ausencia del padre, reconfortados por el orgullo de saberse copartícipes del reconocimiento que acompaña al jefe de la familia hasta los más apartados rincones del país. En esta oportunidad nos hace entrega de un ejemplar de su último disco compacto: “Lo Mejor de Oswaldo Correa”. Al escucharlo verificamos la exactitud del título escogido, desde la composición inicial dedicada a su hija quinceañera hasta su emblemático éxito “Pa` la cima”, y una combinación de ritmos criollos que no nos permitió desconectar el sonido hasta concluir la última pieza. Este encuentro accidental con Oswaldo nos pone a reflexionar sobre la inconsistencia de los argumentos en que se sustentan 38______________________________________________
_
________________________________________________ aquellos que adversan la protección legal que se está dando actualmente a las expresiones musicales autóctonas. Parecen no entender que “globalización” no significa desechar lo nuestro para preferir lo extranjero, sino –al contrario- darle a lo extranjero el mismo valor que le damos a lo nuestro. Argumentan (con absoluta ignorancia) la escasez de composiciones musicales de calidad, aunque cualquier conocedor podría mencionar centenas de bellísimas piezas del rico acervo nacional, del Oriente, del Llano, de Los Andes, del Zulia, de Lara y de todos los confines del país. Incluso parecen desconocer el principio angular de la actividad publicitaria: los medios de comunicación pueden –cuando es de su interés- crear artificialmente ciertos gustos en el público común (por eso vemos cómo se ponen de moda verdaderos adefesios musicales traídos del extranjero por quién sabe cuáles intereses comerciales). Lo despedimos con el fervor de quien contemplara a alguno de aquellos antiguos caballeros andantes que entregaban su existencia a la defensa de un ideal supremo, sin consideración de esfuerzos ni adversidades. Así vemos a Oswaldo Correa, con esa voz insuperable, siempre vibrante, “como el grito del catire en las Queseras del Medio, como la Patria en el himno, como el clarín en el viento”.
39______________________________________________
_
________________________________________________ RONMER CASTILLO: “DE FIESTA CON VENEZUELA” “Óigale la voz tendida sobre el resol de los médanos; la voz que gritó más alto, óigasela, compañero”. (Alberto Arvelo Torrealba)
Cuando eran pocos los que alzaban la voz para exaltar las manifestaciones originales de nuestro subvalorado folklore nacional; cuando los más afamados perifoneadores del país se atrevían a justificar, con mil razones infundadas, la exclusión de nuestras expresiones vernáculas en sus programaciones radiales y televisivas; cuando ningún gobierno se ocupaba de prestar protección y apoyo legal a los valores fundamentales de nuestra identidad; ya entonces su voz era un torrente emocional que se desbordaba a través del prodigio electromagnético de la radio, proclamando a los cuatro vientos la belleza de nuestra música, el ingenio de nuestros poetas populares y la necesidad de darle a lo nuestro el papel que le corresponde dentro del indetenible proceso transculturizador. Un diluvio de cielo y llano le iluminó los primeros pasos por ese horizonte sin linderos que se le abría desde el hogar payareño donde vio la primera luz. De allí se nutrió su desbordada pasión por las cosas que sustentan la existencia del hombre de la llanura, y de allí salió un día cualquiera, dispuesto a librar una lucha sin cuartel destinada a reivindicar para la música venezolana su justo lugar en el escenario de nuestros más significativos valores culturales. Como herramienta de labor en su quijotesca cruzada, el Creador le otorgó una voz prodigiosa que resuena vehemente a través de las ondas hertzianas de la radio, en las salas de espectáculos públicos y en los espacios abiertos de las ferias pueblerinas. Siempre sonora para gritar a los cuatro vientos lo 40______________________________________________ _
________________________________________________ hermosa que es nuestra música, la rica variedad de sus expresiones, su capacidad para equipararse a cualquier manifestación artística foránea y su importancia para conformar una plena conciencia de nuestra nacionalidad. Cuando se vino del Llano, se trajo en sus alforjas los dones más estimables que la llanura le prodigó: el canto claro y sonoro del arrendajo, la luminosa claridad del paisaje, la serena altivez de la palma y la estoica lección del chaparro. Y al Llano retorna cada tarde en las voces de los cantores y en las letras de los poemas en que derrama, en torbellino, el orgullo y la pasión por las cosas de nuestra tierra. Hace unos cuantos años conocimos personalmente a Ronmer Castillo –ya motivados por el contagiante fervor que trascendía desde los estudios de la recordada “Aragûeña 650”, y ahora en esta tierra del Guárico- y desde entonces diariamente nos hacemos partícipes de esa “Fiesta con Venezuela” que tarde a tarde pone a vibrar las fibras emocionales de quienes no podemos sustraernos a la entrañable sensación de despertarnos cada mañana con la pasión de ser venezolanos.
41______________________________________________
_
________________________________________________ PEDRO FELIPE LEDEZMA: HOMBRE, SABIO, MAESTRO Recientemente nos sorprendió la noticia del fallecimiento del profesor Pedro Felipe Ledezma. Entonces no pudimos más que ahogar un grito de protesta contra la injusticia de la muerte; ciega guadaña que no discrimina las mieses a la hora de su implacable cosecha. Ciertamente, creemos que existen seres superiores –venidos a la vida sólo para prodigar sabiduría, bondad y ejemplo- cuyo tránsito terrenal debería estar eximido de la brevedad a la que estamos sometidos quienes formamos parte del común de los mortales. Han pasado más de 40 años, pero todavía su imagen destaca nítida entre la multitud de recuerdos que la memoria ha ido acumulando durante tan largo tiempo. Lo vemos, como entonces, moviéndose entre las filas de pupitres en un gesto que nunca abandonó: la mano derecha sosteniendo debajo del brazo algún clásico de la Historia hispanoamericana (tal vez las “Instituciones”, de Silvio Zavala), y el dedo índice de la otra mano marcando el compás de una apasionada disertación sobre nuestro pasado colonial. Nuestro Departamento de Ciencias Sociales del antiguo Pedagógico Nacional funcionaba en unas improvisadas aulas construidas dentro lo que fueron las instalaciones del antiguo Hipódromo de El Paraíso, pero la pléyade de lumbreras que teníamos como ductores compensaba largamente las deficiencias de la planta física: recordamos a Federico Brito Figueroa, Alonso Ojeda Olaechea, Rubén Carpio Castillo, J. R. Núñez Tenorio, y a ese gran maestro de la Geografía Humana que es Ramón Tovar. Ellos destacaban en un selecto grupo que hizo del Pedagógico un fecundo semillero de insignes educadores; todos eran hombres sabios y, muchos, verdaderos dechados de virtudes humanas. Pero en ninguno como en Pedro Felipe Ledezma se conjugaban los atributos superiores del hombre, del sabio y 42______________________________________________
_
________________________________________________ del maestro: la pasión por enseñar al profano, el conocimiento profundo pero no dogmático y la disposición incondicional para atender y entender a aquel grupo de jóvenes que veían en él a un modelo no fácil de seguir. Culminados los años de ley, tuvimos la satisfacción de proponerlo como nuestro Padrino de Promoción, y lograr la aceptación jubilosa de todos los compañeros; era el año 1965, y su nombre todavía sigue evocando la devoción de quienes fuimos sus discípulos. Tan avasallante nos resultaba su magisterio, que en medio de una época de intensa efervescencia política nunca nos detuvimos a prestarle atención a los comentarios sobre su notable actuación como dirigente de la lucha clandestina contra la dictadura perezjimenista; faceta que siempre se vio opacada por su trayectoria como forjador de generaciones. Hace algunos años, cuando nos enteramos de un homenaje que se le haría en la Universidad Central de Venezuela, logramos sortear cualesquiera compromisos personales para tener el placer de saludarlo nuevamente y demostrarle nuestro cariño. En los lejanos años del viejo Pedagógico de Caracas, el Guárico era para nosotros un territorio lejano, extraño y fascinante; nunca pensamos que la admiración por “el Profesor Ledezma” sería otro de los grandes afectos que nos atarían a esa tierra emplazada en el corazón del mapa venezolano.
43______________________________________________
_
________________________________________________
LA HISTORIA
44______________________________________________
_
________________________________________________ EL PRIMER PRÓCER GUARIQUEÑO QUE REGISTRA LA HISTORIA El primer prócer guariqueño que registran las crónicas escritas (hasta donde sabemos nosotros) nos ha dejado una extraordinaria lección de amor por la patria chica, y de bravura sin igual para enfrentar a los invasores europeos. En la memorable Historia del Guárico de J. A. De Armas Chitty encontramos el relato de los hechos. Apremiado por la necesidad de combatir a los “indios delincuentes” que no daban paz a los hatos de San Sebastián de los Reyes a mediados del siglo XVII, el gobernador de la provincia de Caracas comisiona al capitán Diego Velázquez de Ledezma para que se adentre en las tierras de lo que será el actual Estado Guárico; lo cual ejecuta con un notable contingente de oficiales y soldados. Habiendo capturado cierto número de caciques de la región, sorpréndese de la serenidad, bravura y elocuencia con que el cacique Chiparara, “principal muy respetado por los apones y otomacos”, defiende los derechos de su gente y reta al invasor. Al preguntársele por qué hace la guerra a los españoles sin aceptar someterse en paz, responde retadoramente que “el tomar las armas y ponerse a pelear había sido porque siempre ha sido enemigo de los españoles y que él lo ha de ser porque los españoles son mentirosos y engañadores [...] y por eso salió a pelear con ellos para que no entrasen en sus tierras...”. Cuando lo inquieren sobre la razón sus asaltos a los hatos de la región, no se inmuta para responder que es “por ver si por miedo los vaqueros y gentes de los hatos se huyen y dejan la tierra, para ellos venirse a poblar en ella, porque antes que los españoles conquistasen, era su tierra el Guárico [...] y que él es muy valiente y ha muerto muchos españoles y que ha llevado muchos caballos de los hatos y que se los ha comido”. Finalmente se niega a reconocer al Rey ni la ley de los cristianos “porque los españoles son bellacos y mentirosos y que él no quiere tener rey, que él es principal y grande y que no lo ha de mandar otro porque es muy valiente y [también] lo fue su padre...”. La crónica no hace mención particular al destino final del bravo Chiparara, pero sus palabras han quedado como un verdadero himno al valor personal y al amor por la tierra nativa. 45______________________________________________
_
________________________________________________ PUEBLOS DESAPARECIDOS DEL GUÁRICO Difícilmente alguien que se adentre por las agrestes sabanas que bordean el río Los Aceites se imaginará que, hace muchos años, en alguno de los rincones de esas soledades existió un poblado que se llamó San Diego de Los Aceites. Tampoco le resultarán familiares en estos tiempos nombres como: San Fernando de Cachicamo, Nuestra Señora de Altagracia de Iguana, San Miguel de la Nueva Tarragona o Santo Tomás de Aracay. En su imponderable Historia del Guárico, J. A. De Armas Chitty dedica un capítulo a comentar el fenómeno de la intrascendencia de muchos establecimientos humanos creados por los conquistadores, y luego desparecidos por causa de la hostilidad indígena, la adversidad de la naturaleza e, incluso, por pleitos rastreros entre los mismos pobladores. Así nos enteramos de que posiblemente entre los hatos Punzón y Puerta Palacio existió efímeramente un pueblo al que sus fundadores llamaron San Diego de los Aceites. Supuestamente sus fundadores fueron los padres Salvador de Cádiz y Bartolomé de San Miguel, entre 1695 y 1700. De Armas no da noticias sobre la desaparición del poblado, pero de él no se conoce otra información ni vestigios de su existencia en esas extensas sabanas. San Miguel de la Nueva Tarragona– con todo y su pomposo nombre- fue otro asentamiento de efímera existencia, que no alcanzó más de una década. Fundado por el capitán Miguel de Urbés entre las riberas del Unare y del Quebrada Honda su nombradía proviene de la confusión de algunos historiadores al confundirlo con Zaraza (Chaguaramal del Batey) por su ubicación en un lugar de nombre similar. Al parecer una plaga de hormigas y la infertilidad de sus mujeres fu la causa de su despoblamiento. Por los lados de Camaguán, en tierras calificadas como no inundables y buenas para la siembra, un latifundista 46______________________________________________
_
________________________________________________ identificado sólo como N. Blanco fundó e igualmente destruyó –por los consabidos conflictos con las autoridades, la Iglesia o los indios- un poblado denominado Guatarama, que vanamente se intentó reconstruir en tiempos posteriores. La indocilidad de los nativos, por su parte, es la causa del despoblamiento de Nuestra Señora de Altagracia de Iguana, fundado hacia 1773 por fray Tomás de Pons. Hacia el Sur, por los rumbos del Orinoco, un españolísimo topónimo identifica la existencia de un poblado cuya duración –por causa de mezquinos pleitos entre sus fundadoresdesdice diametralmente la pompa de su nombre: Ciudad del Triunfo de la Cruz y Nueva Cantabria. Fundada en 1645, al oeste de Cabruta en las inmediaciones de la boca Apurito-Guárico, la ciudad tiene corta vida a pesar de la riqueza ganadera de la región y de la notabilidad de sus habitantes. Los conflictos entre las autoridades y los pobladores también llevan a fin los días de San Fernando de Cachicamo, fundada hacia 1752. Nuestra señora de Altamira no puede sobrevivir a las guerras entre los palenques y caribes que estaban supuestos a ser sus pobladores; mientras que San Salvador y Santo Tomás de Aracay fueron destruidos hacia 1726 “por soldados enviados por los misioneros de Píritu” [¿?]. En tanto que un sitio llamado Rincón de Unare, perteneciente al curato de Chaguaramas, no era más que “una rochela de hombres que le huyen a la justicia”. Fácil no fue, para los adelantados de la colonización, el poblamiento de nuestros extensos y muchas veces inhóspitos parajes.
47______________________________________________
_
________________________________________________ LAS CAPITALES DEL GUÁRICO Insólito es, en verdad, el accidentado periplo de la metrópoli guariqueña; verdadero muestrario del alegre manejo al que son sometidos muchas veces los asuntos públicos en nuestro país. Cuando esta porción de los Llanos de Caracas es convertida en Provincia del Guárico por el gobierno de José Tadeo Monagas, en 1848, la villa fundada por fray Salvador de Cádiz con el nombre de Villa de Todos los Santos de Calabozo, surge como primera opción capitalina por su posición estratégica y la riqueza vacuna y caballar de sus predios. A esto se añade la tradición histórica de la ciudad por su papel en la gesta emancipadora. Los consabidos caprichos de nuestra política menuda ponen pronto fin a la capitalidad calaboceña cuando, sobre la base de unos no muy bien sustentados alegatos relacionados con la seguridad política y sanitaria de la provincia, el general Joaquín Crespo resuelve ordenar el traslado de los poderes regionales hacia un emplazamiento más cercano a sus lares parapareños. Así, en 1874, la población de Ortiz se convierte en la segunda capital del Guárico, por obra y gracia del futuro gran caudillo liberal, Presidente de la República y mártir de la Mata Carmelera. Caídos momentáneamente Guzmán Blanco y Crespo en 1878, por la reacción de Linares Alcántara, la capital regresa de Ortiz a Calabozo; pero, con la misma prontitud, la futura ciudad de las casas muertas retorna a la cima del poder regional, cuando Crespo impone nuevamente a Guzmán con el triunfo de la Revolución Reivindicadora, en 1879. Convertido el Guárico en Sección del Estado Guzmán Blanco (junto con los actuales Miranda, Aragua y Nueva Esparta), su jurisdicción estará sometida a partir de 1881 a la capital erigida en Villa de Cura (posteriormente denominada Bolivia), con breve pasantía en La Victoria entre el 90 y el 93. 48______________________________________________
_
________________________________________________ Tras una larga serie de caprichosas redistribuciones territoriales, Guárico vuelve en 1900 a ser erigido como entidad autónoma, con su capital provisional en El Sombrero, hasta que en 1904 se confirma a Calabozo como capital. Supuestas posiciones complacientes con el gobernante de turno motivaron a las Asambleas Legislativas de Guárico y Aragua a concretar, en 1934, los trámites para despojar a Calabozo de su jerarquía, trasladando a la capital a San Juan de Los Morros, que por muchas razones (también de seguridad política y sanitaria) era de mayor complacencia para el presidente Gómez. Para este objetivo, Aragua había cedido a San Juan, mientras que Guárico entregó a Barbacoas. Calabozo, sin embargo, no se resigna a perder sin pleito su mayorazgo, y –mientras se resuelve la causa- El Sombrero reasume su papel de capital provisional. Aunque en 1939 una sentencia de la Corte Suprema devuelve a Calabozo el derecho reclamado, pronto tal decisión es revertida para fijar definitivamente en San Juan el asiento del poder público regional.
49______________________________________________
_
________________________________________________ GUARIQUEÑOS EN LA BATALLA DE CARABOBO Releyendo la memorable Historia del Guárico de J. De Armas Chitty –con motivo del aniversario de la batalla de Carabobono detenemos en el capítulo dedicado a los próceres guariqueños de la Guerra de Independencia, y allí encontramos una breve relación sobre algunos de los que destacaron en el triunfo final contra las fuerzas realistas. El genio militar de Bolívar y el arrojo de Páez constituyeron – sin duda alguna- la clave fundamental del éxito patriota en esa batalla decisiva; sin embargo, el trabajo penoso de la maniobra fue realizado –también sin duda- por los batallones llaneros que supieron arrollar a las experimentadas huestes realistas, sobreponiéndose a los percances iniciales de la estrategia del Libertador. Iniciando el combate, la primera división del ejército venezolano recibió la orden de tratar de sorprender a los realistas moviéndose impetuosamente por la llamada “pica de La Mona”. En respuesta, La Torre envía al ataque al batallón Burgos, que hace flaquear a los Bravos de Apure pese al auxilio inmediato de la Legión Británica. Momentáneamente las acciones se muestran indecisas, hasta que entran en la sabana las fuerzas de Juan José Rondón, poniendo en fuga a la caballería enemiga y dando inicio a la debacle realista. Destaca De Armas la bravura de Rondón, héroe de Pantano de Vargas y comandante del Primer Regimiento de Caballería de la Guardia. Al lado de Julián Mellado, Rondón protagoniza gloriosas cargas contra los aguerridos batallones del Burgos y el Barbastro, y luego es testigo de la muerte del hijo de El Sombrero, hendido de múltiples heridas durante una carga triunfal contra el Valencey por los lados de la quebrada de La Barrera.. Manuel Sedeño colma de gloria el gentilicio de los nativos de las resecas sabanas que rodean el río de Los Aceites. Junto a Rondón, es considerado uno de los factores determinantes del 50______________________________________________ _
________________________________________________ triunfo patriota. Al frente de los valientes Lanceros del Alto Llano, ambos logran detener los refuerzos enviados por La Torre para aprovechar los daños sufridos inicialmente por los Bravos de Apure y la Legión Británica; de esa manera evitaron oportunamente que las acciones se inclinaran hacia la causa del Rey. Herido mortalmente en el ataque contra el Valencey, su bravura motivó tal admiración entre los contrarios, que el comandante enemigo ordenó protegerlo mientras llegaban soldados para prestarle atención. El comandante Juan Angel Bravo –otro hijo de El Sombrero y héroe de las Queseras del Medio- sobrevive a numerosas heridas y es condecorado luego de la batalla. Hermenegildo Mujica, de Calabozo, corona en Carabobo la gloria conseguida en Las Queseras del Medio y en Boyacá. Por su parte, Juan Faustino Sedeño es mencionado como uno de los comandantes de un escuadrón patriota en esta batalla. El apellido Manuitt se hace presente entre los acreedores de justa gloria en esta acción final contra la opresión extranjera, en la persona del aguerrido teniente Francisco Manuitt; quien luego destacará combatiendo las guerrillas realistas en Tamanaco y Lagartijo, según leemos. El capitán Luciano Hurtado sale de su nativo villorrio de El Rastro para tejer una guirnalda de triunfos que alcanzan la cima en el campo de Carabobo; al igual que el comandante Juan Antonio Romero Bello, proveniente de Lezama, y Juan Félix Ovalles, de San Juan de los Morros. Numerosos otros apellidos del Alto Llano se cuelan en los boletines de la batalla: Ledezma, Belisario, Ron, Machuca, Matute, Rodríguez, Padrino, etc.; siempre poniendo en alto la bravura de los hijos de esta tierra emplazada en el corazón del mapa venezolano.
51______________________________________________
_
________________________________________________ “CATIRE PÁEZ, LÁVEME LOS PIES” En el segundo tomo de su Autobiografía, el general Páez cuenta cierta anécdota personal que tiene un gran sentido aleccionador sobre los avatares de la existencia, los acomodos y reacomodos de la fortuna, y la necesidad del mutuo respeto personal en todas las circunstancias de la vida; muy a propósito en la actual hora de rencores que vivimos los venezolanos. Visto en la necesidad de huir hacia los llanos luego del conocido incidente de Sabana de Parra -donde mató a un delincuente que lo quiso asaltar- el joven Páez se incorporó como peón en el hato La Calzada de don Manuel Pulido, por los lados de las riberas apureñas de Barinas. El capataz del hato – un negro conocido como Manuelote- pronto se ensañó con el nuevo trabajador, temeroso de que la relación de éste con el dueño pudiera afectar de alguna manera sus privilegios y sus malos manejos de la propiedad ajena. Por ello le asignaba siempre las tareas más duras y peligrosas, sin consideración de ningún tipo. Montar en pelo caballos salvajes, atravesar peligrosos ríos aunque no supiera nadar, pastorear el ganado todo el día bajo el agobiante sol llanero, velar por la noche las madrinas de caballos para evitar su fuga, y cortar los maderos para reponer las empalizadas, eran las tareas que el inexperto joven debía cumplir rutinariamente bajo el mando despótico de Manuelote. Culminada la faena del día, cuenta nuestro futuro héroe que Manuelote se acomodaba en su chinchorro y le gritaba de manera que todos se enteraran: “Catire Páez, tráigame un camazo con agua y láveme los pies”; y después le ordenaba mecerlo hasta quedarse dormido. Años después Manuelote cayó prisionero de Páez luego de la batalla de la Mata de Miel. Este, sin embargo, en lugar de ensañarse con quien tanto lo había vejado en otros tiempos, le trató con la mayor consideración, lo sentó en su propia mesa y lo complació otorgándole un salvoconducto para retirarse a donde quisiera. Tal actitud generó el que Manuelote se incorporara posteriormente a las fuerzas patriotas mandadas por su antiguo peón. Entonces, los demás llaneros, cuando se encontraban en su cercanía, solían decirle con malicia: “Catire Páez, tráigame un camazo con agua y láveme los pies”. 52______________________________________________
_
________________________________________________ MOSQUITEROS, AL NACIENTE DE CALABOZO De Calabozo hacia el Naciente, rumbos del Orituco, la sabana abierta nos arropa con ese manto de inmensidad y de silencio que es propiamente el llano. A mitad de la vía que conduce hacia El Calvario, muchos de los viajeros que la transitan se preguntarán qué papel juega en medio de la sabana un solitario monolito de piedra y cemento que emerge del matorral cercano al caño de Mosquiteros. Esta es la historia. Hacia finales del año 1813 ya José Tomás Boves había iniciado su estela de sangre con la que aterrorizaría al país y afincaría el dominio realista sobre Venezuela. Encargado del mando de las fuerzas realistas, el feroz asturiano se dirige a los llanos del Guárico (antes llamados “de Caracas”) “sembrando el espanto en las poblaciones, degollando a cuantos se le antojaran sospechosos, e iniciando su sistema de aniquilar a los criollos y dominar por el terror”. De Chaguaramal de Perales (hoy Zaraza) pasa a Santa María de Ipire y luego a Calabozo, con gran aceptación de parte de mucha gente de pueblo, que veía en él al redentor que los liberaría de la pobreza repartiéndoles los bienes de los odiados mantuanos. El Libertador, por su parte, envía a Mariano Montilla para contrarrestar las acciones del jefe español pero es derrotado por éste en las cercanías del caño de Santa Catalina, cerca de Calabozo. Boves toma la villa y hace su acostumbrada degollina entre los vecinos blancos que no habían logrado emigrar. Entonces el temible Vicente Campo Elías (“Cuando hayan muerto todos los españoles, me mataré yo mismo para que no quede ninguno”.) es encargado por Bolívar de detener el avance realista, y desde Villa de Cura se dirige hacia los llanos. Cerca del río Orituco se encuentran los dos ejércitos, separados por el caño Mosquiteros. El enfrentamiento es brutal, dadas las características de los dos jefes adversarios; sin embargo, la suerte favorece a los patriotas, y Boves tiene que huir dejando en el campo 1.200 muertos y heridos, los bagajes, el armamento y centenares de caballos y reses. A pesar de una enconada persecución, José Tomás Boves pudo escapar hasta Guayabal, para iniciar desde allí, durante el fatídico 1814, su definitiva campaña de destrucción de la República. 53______________________________________________
_
________________________________________________ LA PUERTA, SIEMPRE ADVERSA El sombreado pasadizo que comunica al Guárico con Aragua tiene una trágica Historia que contarnos. La estrecha Puerta que la cordillera le abrió al Llano puede hablarnos con largueza del infortunio y la derrota que reiteradamente persiguieron a quienes trataron de defender a la Patria colgados de sus inhóspitas laderas, y de los raudales de sangre patriota que han teñido las aguas que la surcan. En tres oportunidades los ejércitos que luchaban por librarnos del yugo español sucumbieron tratando de franquear este paraje, cual si un fatídico hado habitara su fronda para torcer la suerte siempre hacia el bando colonialista. El 3 de Febrero de 1814 se registra el primer augurio del fatal destino. Después de derrotar a Boves en Mosquiteros, el bravo coronel Campo-Elías trata de moverse hacia Villa de Cura con la finalidad de reorganizar sus fuerzas. Por su parte, Boves, reforzado con recursos llegados de Puerto Rico, está desesperado por lograr el desquite ante su odiado vencedor. En el sitio de La Puerta se produce el choque de los adversarios, y desde el primer momento la carga arrolladora de los llaneros al servicio del rey, pone en graves aprietos a las fuerzas patriotas. Supremos son los actos de heroísmo de los soldados republicanos, pero en vano: la derrota es total, y trágicas las consecuencias para la suerte futura de la República. El 15 de Junio del mismo siniestro año, de nuevo la adversidad ensombrece el destino de la República. Consciente de la necesidad imperiosa de frenar el avance de Boves hacia el centro del país, Bolívar y Mariño, buscando la ubicación más ventajosa, deciden enfrentarlo en el estratégico corredor de La Puerta con un ejército de más de 3.000 hombres. La suerte, sin embargo, nuevamente volvió a negar sus favores a la Patria: tras un combate más bien corto, más de mil cadáveres patriotas quedaron sembrados en las laderas del desfiladero y en el cauce del río. Allí la Patria recibió el golpe 54______________________________________________
_
________________________________________________ mortal que la pondría definitivamente en manos del feroz caudillo asturiano. Antonio Muñoz Tébar, García de Sena, Pedro Aldao, Pedro Sucre, Diego Jalón y mil más perecieron en la batalla o en la degollina que siguió al combate. Algunos años más tarde, el 16 de Marzo de 1818, parecía que, al fin, el maleficio del lugar podría ser roto por el genio del Libertador. En efecto, ante una serie de desacertadas acciones en los valles de Aragua, Bolívar decide retirarse hacia los llanos, acompañado de algunos de sus más destacados lugartenientes: Anzoátegui, Pedro León Torres, Urdaneta, Zaraza, Monagas, Cedeño, entre otros. Sobre la quebrada de Semen, abriendo el desfiladero, los patriotas reciben el ataque de las fuerzas realistas comandadas por Morales, y las hacen desbandarse en derrota casi cierta. Sin embargo, cuando el triunfo ya se vislumbraba seguro para los patriotas, sorpresivamente hizo su aparición una nueva fuerza realista comandada por Morillo, la cual torció completamente el rumbo de las acciones. Más de 1.500 bajas entre muertos, heridos y prisioneros fue el saldo de la tercera derrota patriota en la fatal Puerta de los llanos. Como colofón de la nefasta saga, en Diciembre de 1901 las fuerzas de la llamada “Revolución Libertadora” contra Cipriano Castro, son derrotadas en este sitio por el futuro dictador Juan Vicente Gómez. En conmemoración de tal batalla se construyó el actual monumento épico.
55______________________________________________
_
________________________________________________ ¡O SE ROMPE LA ZARAZA O SE ACABA LA BOBERA! Para Diciembre de 1814, José Tomás Boves había sepultado toda esperanza de una patria libre para los venezolanos. Desde Guayabal hasta Cumaná el feroz asturiano fue sembrando el terror y la muerte entre la población patriota: Calabozo, Valencia y Caracas pagaron con sangre su adhesión a la causa de la Independencia. Finalizando el año, el jefe realista se prepara apara aniquilar los últimos restos de las fuerzas rebeldes, y los persigue sin tregua ni piedad. En la sabana de Urica, territorio del actual Estado Monagas, se hace inevitable la confrontación entre los que huyen y su perseguidor. La furia de los realistas puede más que la desesperación de los patriotas, y –como cierre trágico del fatídico año 14- las fuerzas comandadas por José Félix Ribas y José Francisco Bermúdez sucumben junto con la última esperanza de salvación de la República. En medio de la batalla, sin embargo, un hecho trascendental se produce para mitigar la tragedia nacional: Boves -verdadero “azote de Dios” reencarnado- es víctima de un certero lanzazo que lo deja sin vida mientras sus partidarios comienzan a saborear la victoria. Así termina sus días quien los dedicó a inundar de sangre, muchas veces inocente, el suelo venezolano. No se ha podido determinar con certeza quien fue el autor de la muerte del caudillo realista. Sin embargo, un valiente guariqueño de Chaguaramas -el entonces coronel Pedro Zaraza- es considerado por muchos como el hombre que logró aniquilar a la amenaza más terrible que tuvo la patria durante la guerra de Independencia. Según la creencia popular, ambos contendientes eran compadres y habían sido compañeros de negocios; por lo que siempre se tuvieron mutuo respeto a pesar de los avatares de la guerra. El día de la batalla, Zaraza comandaba un batallón rompelíneas y, al divisarlo desde lejos, Boves le gritó: “¡Pobre 56______________________________________________ _
________________________________________________ Zaraza, quién sabe si hasta hoy vas a vivir!”. A lo que el guariqueño le respondió desafiadoramente: “¡Entonces hoy veremos si se rompe la zaraza o se acaba la bobera!”. En medio de la batalla, los dos compadres se encontraron, y la ley de la guerra los hizo dejar de lado el sacramento. Tras violentos escarceos, se impuso el valor y destreza del guariqueño, pero éste nunca quiso vanagloriarse de la hazaña de haber dado muerte a quien había estado tan cerca de sus afectos. Después de Urica, Zaraza continuó demostrando su bravura en los campos de batalla de la gesta libertadora, como lo había hecho desde sus comienzos, hasta que una severa enfermedad lo llevó a morir en Caracas en 1825. Había nacido en San Lorenzo de Chaguaramas, histórico pueblo del Estado Guárico, el 28 de Junio de 1775.
57______________________________________________
_
________________________________________________ MANUEL CEDEÑO EN LA BATALLA DE CARABOBO En algún rincón de las desoladas sabanas que bordean el río de los Aceites debió nacer el general Manuel Cedeño (o Sedeño como también aparece escrito, sobre todo en documentos más antiguos). Aunque algunos otros lugares se disputan el honor, Chaguaramas y Las Mercedes del Llano han reivindicado con creces la gloria de tener entre sus hijos a uno de los más brillantes jefes militares de nuestra Independencia, llegado a la cumbre del heroísmo en la decisiva batalla de Carabobo Su nombre se repite en los boletines de incontables batallas de la Independencia, siempre distinguiéndose por el valor sin parangón que le mereció el título de “Bravo de los bravos de Colombia”. Aragua de Barcelona, Mosquiteros, Urica, Guayana, San Mateo, son testigos de las cargas arrolladoras del nativo de Los Aceites. Al lado del Libertador, de Páez, Monagas, de Campo Elías y Zaraza, se bate sin cuartel contra los principales jefes realistas, siempre en primera línea como orgulloso hijo del Alto Llano. Finalmente, Carabobo corona la epopeya del guariqueño y lo posesiona definitivamente de la inmortalidad que la Patria reserva para sus mártires. La batalla fue, sin duda, un triunfo del genio estratégico del Libertador, al romper el esquema defensivo de La Torre atacándolo por el flanco derecho cuando el español lo esperaba por la izquierda. Ello significó, sin embargo, un serio riesgo de pérdidas humanas al tener que avanzar atropelladamente los patriotas por una estrecha y abandonada pica que dificultaba un ataque masivo y los hacía fáciles presas del fuego enemigo. La fácil exposición ante los contrarios hace flaquear a los Bravos de Apure y al Batallón británico; entonces los guariqueños Cedeño –Jefe de la segunda División- y Juan José Rondón –comandante del Primer Regimiento de Caballería de la Guardia- entran reciamente en combate y su empuje logra que la balanza de la batalla comience a inclinarse a favor de los patriotas. 58______________________________________________ _
________________________________________________ Cuando ya se ha decidido la acción comienza la tarea de perseguir a los vencidos, y Cedeño se adelanta a sus compañeros para enfrentar al glorioso batallón Valencey, orgullo del ejército realista. Enfrentando solo a un pelotón de infantería, nuestro héroe cae herido de muerte a orillas de la quebrada de Barreras. Cuentan que el comandante realista Tomás García –en acto que honra la nobleza del adversarioordenó a sus hombres proteger al herido hasta que llegara auxilio. En esta acción también cayó el intrépido sombrereño Julián Mellado, y numerosos otros apellidos guariqueños quedaron registrados en los anales de la victoria final contra la opresión española: Ledezma, Belisario, Ron, Machuca, Manuit, Matute, Rodríguez, Padrino, Bravo, Hurtado, Mujica, etc.; siempre poniendo en alto la bravura de los hijos de esta tierra emplazada en el corazón del mapa venezolano.
59______________________________________________
_
________________________________________________ ¡POR LO VALIENTE QUE FUE, SEGURO QUE ERA GUARIQUEÑO! La mayoría de los historiadores sostienen que era nacido en tierras del actual Estado Monagas; sin embargo, por lo valiente que fue, estamos seguros de que era guariqueño, como afirman algunos otros. Hablamos del coronel Leonardo Infante, héroe de nuestra Independencia, mártir de la intriga política y legítimo reclamo de este municipio vallepascuense. Apenas sombreando el bigote se incorporó a las guerrillas que dirigía su paisano Pedro Zaraza en los primeros momentos de la guerra emancipadora (1813). Luego, bajo el mando de José Antonio Páez, se distinguió en acciones como la de Las Queseras del Medio (1819), y en la campaña de la Nueva Granada combate fieramente en el Pantano de Vargas y en Boyacá. Su bravura en los campos de batalla le mereció la Cruz de los Libertadores, con la que se condecoraba a los soldados de valor excepcional. Consumada la libertad de la Nueva Granada, Infante se dedica a combatir los restos de la reacción realista en ese territorio. Herido seriamente en combate a mediados de 1821, nuestro héroe queda inválido y se radica definitivamente en Bogotá, donde es víctima de la intriga política precursora de la destrucción del sueño grancolombiano de Bolívar. En efecto, acusado de un crimen que nunca se le comprobó, “el Negro” Infante es sometido a un escandaloso juicio en el que las pasiones políticas se imponen a los autos jurídicos. Salen a la luz pública las flaquezas recónditas de los protagonistas, proliferan las solidaridades automáticas y la justicia se quita la venda. Finalmente, el 26 de Marzo de 1826 es fusilado sin ninguna consideración a su extensa hoja de servicios a la a Patria. La fecha de su nacimiento se ha ubicado en el año 1798; de manera, pues, que la vida de nuestro héroe fue truncada en plena juventud. Quienes le quitaron la existencia no pudieron despojarlo de la gloria que se ganó en los campos de batalla, ni de la bravura que lo acompañó hasta el último respiro.
60______________________________________________
_
________________________________________________ ¡TODAVÍA RONDÓN NO HA PELEADO! Santa Rita de Manapire y Espino se disputan la cuna de otro guariqueño que supo poner en alto el gentilicio de su patria chica. Por esos rumbos del Orinoco nació, hacia 1790, el futuro coronel Juan José Rondón Delgadillo, prócer de nuestra Independencia y héroe indiscutido de la batalla de Pantano de Vargas, decisiva para la liberación de la Nueva Granada. Inclinado inicialmente hacia la causa realista –como gran parte de la población venezolana en los inicios de la confrontación-, pronto Juan José Rondón se deja conquistar por el carisma de Pedro Zaraza, y se pasa a las filas patriotas bajo el mando de su paisano. Se bate bravamente en las acciones de La Hogaza y Las Queseras del Medio, haciéndose acreedor a la Orden de los Libertadores con la que se distinguía a los soldados de valor excepcional. En 1819 marcha con el ejército libertador a la conquista de los Andes, rumbo hacia la Nueva Granada, comandando el escuadrón de caballería “Primeros del Llano Arriba”. En Gámeza y Boyacá sigue demostrando la bravura que lo llevó hasta las mejores páginas de nuestra historia; pero fue en Pantano de Vargas donde su valor se hizo leyenda. Era el 25 de Julio, y el ejército patriota avanzaba incontenible por el territorio neogranadino después de cruzar los páramos andinos y triunfar sobre las fuerzas realistas en Gámeza. Entonces José María Barreiro, comandante de la Tercera División del ejército español, se dispone a detenerlo y lo enfrenta en el sitio de Pantano de Vargas. Siendo el campo de batalla desventajoso para los patriotas, los realistas toman rápida ventaja en la acción, y llega un momento en que la situación se hace tan comprometida que la infantería patriota tiene que retroceder ante el empuje español. En esa preocupante situación, el coronel Rondón se vuelve hacia el Libertador y le grita: “¡No se desaliente, mi General, que 61______________________________________________ _
________________________________________________ todavía Rondón no ha peleado!” Bolívar lo mira lleno de admiración y le responde: “¡Entonces salve usted la Patria, Coronel!”. Tal fue la carga del bravo guariqueño al frente de sus lanceros del Alto Llano, que los escuadrones realistas fueron completamente arrollados, perdiendo más de 500 hombres entre muertos y heridos; y el desastre no fue mayor por la caída de la noche. Después de este triunfo, el camino de los libertadores quedó preparado para que la victoria de Boyacá coronara la gloriosa gesta iniciada por Bolívar en los llanos apureños. Consumada la liberación de la Nueva Granada, Rondón regresa a Venezuela y participa en la batalla de Carabobo al frente de un regimiento de caballería. Después continúa combatiendo a los restos dispersos del ejército realista, pero en Naguanagua sufre una seria herida de la que muere en Valencia el 28 de Agosto de 1822.
62______________________________________________
_
________________________________________________ “PASTOR DE ALMAS…. Y DE NOVILLOS” Inmensa e innegable fue, sin duda alguna, la obra benefactora de la Iglesia a todo lo largo del período de la Conquista y la Colonia. Fueron incontables los hombres de Dios que regaron con su sangre el suelo americano para llevar a nuestros antecesores indígenas por el camino de la fe y la civilización. Duras y prolongadas batallas ideológicas libraron Bartolomé de las Casas y Antonio de Montesinos para lograr que el Estado español validara la condición humana de los primitivos habitantes del Nuevo Mundo, para ahorrarles el suplicio de la esclavitud y para procurarles un trato digno. No siempre tuvieron éxito sus instancias, pero, de todas formas, la acción misional constituyó una barrera de contención para frenar el natural violento y depredador de los hombres de caballo y espada. El Memorial de agravios y remedios levantado por el padre de las Casas constituye, junto con su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, un crudo grito de protesta contra el maltrato de que eran víctimas los indígenas por parte de los conquistadores. Mucho tienen que haber influido en la permanente posición de la Corona por frenar el ímpetu destructor de los primeros europeos en América. Como en cualquier empresa masiva, también en la obra misionera de la Iglesia se colaron algunos cuantos pillos y truhanes, amparados bajo el hábito religioso con la única finalidad de dar satisfacción a sus bajas inclinaciones espirituales o materiales (¡Lobos con pieles de ovejas!). La guerra de Independencia abre en el sector clerical una profunda escisión que da pie para al desbordamiento de las pasiones, desde el cura Madariaga que es factor fundamental en el derrocamiento de las autoridades españolas, hasta los fanáticos que aprovechan la catástrofe natural de 1812 para presumir castigo divino por el desconocimiento de la autoridad real. 63______________________________________________ _
________________________________________________ Al respecto, J. De armas Chitty se detiene en uno de los pasajes de su Historia del Guárico para comentar el fanatismo exacerbado que se apoderó de algunos pastores de almas ante la posible segregación de las colonias indianas. Entre otros, nos habla de un padre Joaquín Márquez, “fanático, ignorante, inmoral y sanguinario”, que fue quien persiguió y, tal vez, capturó a Francisco Salias cuando huía por los bosques de Unare. Fue fusilado en Barcelona con el voto unánime del pueblo. Del padre José Antonio Arveláiz dice que era “hombre turbulento y amigo de andar siempre alzado”. Sobre otro cura Arveláiz de Zaraza, recoge la conseja de que se negó a darle le extrema unción a un familiar suyo de apellido Machuca, sólo por el hecho de ser éste republicano. También menciona a un padre Coronil, que “jamás abandonaba un puñal que cargaba en las mangas del hábito y que decía lo conservaba para matar a los criollos rebeldes”. Mas adelante, en los agitados días previos a la Guerra Federal, se hace notable por los lados de Guardatinajas un tal padre Sebastián Escobar, ya no por la intransigencia de su credo, sino por su desmedida apetencia por los bienes semovientes; al punto de que un ilustre vecino no encontró mejor mote para calificarlo, que el de “pastor de almas... y de novillos”. Como sostiene el Libro Sagrado, de todo hay en la viña del Señor.
64______________________________________________
_
________________________________________________ PERCANCE DE UNOS SOLDADOS CORIANOS EN LOS LLANOS DE BARINAS Acosados por el hambre y el agobiante calor del mediodía llanero, venían los soldados corianos tras largas jornadas desde el lejano terruño; fieles como nadie a su “General del Pueblo Soberano”. Llegando al sitio de Corozal, ya próximo al campo de Santa Inés, una inesperada escena sorprende gratamente al famélico regimiento: en medio del patio de una casa campesina, un hombre de evidente ascendencia indígena batía el hirviente y oloroso contenido de un caldero colocado sobre cuatro topias. -¡Como que nos salvamos, compañeros! ¡Están matando marrano! –exclama jubiloso el comandante del grupo, seducido por el penetrante aroma de la manteca caliente. Sin pensarlo dos veces, los soldaditos aceptan el convite del indiecito cocinero, y devoran con avidez los crujientes y apetitosos chicharrones que éste les ofrece. Saciada el hambre, alguien se siente picado por la curiosidad, y pregunta: -Compañero, ¡bien sabrosos esos chicharrones!; pero... ¿dónde está el cochino, que no veo la carne? -¿Cochino? No... Esto no es cochino sino jiguao. -¿Jiguao? ¿Qué vaina es esa? -Aquí hay más en este saco; mírenlos, los traje esta mañana de la costa del caño. Abierto el saco, una masa informe de gruesos gusanos blancos pasma a los corianos, desconocedores de los animalejos que se crían y engordan en la médula de las palmeras, y que constituyen nutritivo bocado para los pobres indígenas del llano. 65______________________________________________
_
________________________________________________ Con el estómago en la boca y deseosos de vomitar lo que con tanto deleite habían comido, y convertida la saciedad en furia, los soldados se dejan llevar por la ira y deciden fusilar al cocinero por haberlos hecho comer semejante porquería. Inútiles resultan las explicaciones y súplicas del veguerito. -Son los mejores chicharrones... ¡Por aquí gustan más que los de cochino... ¡ En eso estaban cuando hace su llegada el general Zamora, que, al enterarse del asunto, rápidamente decide intervenir. -Muchachos, ¿cómo van a fusilar a este hombre que les dio de comer?... Más bien deberían estar agradecidos, pues el jiguao es uno de los mejores bocados del llano, que todo el mundo come por aquí como si fuera carne. Y tomando uno de los chicharrones lo degustó con fruición, mientras daba otro al general Desiderio Trías, que lo acompañaba en el momento. -Tome, general Trías, cómase uno para que vea lo sabrosos que son. Convencidos los soldados, se olvidó el asunto y el veguerito salvó la vida. Mas tarde, cuando ya iban lejos, Trías se voltea hacia Zamora y le pregunta: -Ezequiel, ¿dónde habías probado tú esa cosa tan rara que me hiciste comer? - En ninguna parte, Desiderio. Lo que pasó fue que no podía dejar que fusilaran a ese pobre hombre, y tampoco podía desairar a los soldados; menos, sabiendo lo quisquillosos que son esos corianos. Así lo cuenta José León Tapia en “Por aquí pasó Zamora”.
66______________________________________________
_
________________________________________________ ¡CATIRE:: ¿NO Y QUE NO CORRES NUNCA? “Turbio de ceño, gruesa la voz, a caballo, lanza en alto y conversando con la muerte”, así dibuja J. De Armas Chitty al catire Narciso Camero. Y sigue, resaltando su estoicismo espartano, su inclinación a las faenas del campo y su desmedido culto al valor personal. Imagen no extraña en la multitud de desconocidos héroes que pueblan nuestra historia, cuyas vidas transcurrieron alternadamente entre el arado y el fusil, según el gobierno de turno. En los tiempos de la aspiración continuista de Andueza Palacios, Narciso Camero hace causa con la Revolución Legalista de Joaquín Crespo junto a un grupo de aguerridos paisanos. Justos motivos tendría, porque siempre fue un reconocido hombre de trabajo aunque nunca eludió el llamado de la guerra. Es historia que en Chaguaramas se batió en singular duelo a lanza con otro valiente, el coronel Pedro Paredes, quien cayó abatido ante la superioridad física del zaraceño. Pero “le sobraba valor y le faltaba malicia”. Y en aras de ese valor prefirió afrontar la muerte antes que claudicar ante el contendor. Por los días de 1898, el país se encuentra agitado ante el fraude lectoral perpetrado por Ignacio Andrade, el levantamiento del mocho Hernández en Queipa en reclamo del triunfo que consideraba seguro, y por la insólita muerte de Joaquín Crespo en la Mata Carmelera cuando trataba de aplacar la rebelión del sastre de de San Juan. Fiel a su tradición guerrera, Camero se encuentra en armas contra el gobierno con una pequeña tropa que acampa cerca de su posesión. Un día, con escasa compañía, se dirige hacia la casa del hato cuando uno de sus hijos le alerta sobre la cercanía de una fuerza superior del gobierno y lo apremia para que huya ante el peligro inminente. Camero trata de escapar en busca de su gente armada, y se lanza al galope de su caballo dejando atrás al enemigo. De pronto – sin embargo- se escucha una voz que le increpa desde el campo opuesto: “¡Catire, ¿no y que no corres nunca...?”. El héroe acusa tal improperio como una afrenta, repasa en un instante los innumerables lances en que su valor ha quedado demostrado sin reservas, y se niega a mostrar la espalda al adversario aunque en ello le vaya la vida. Entonces se detiene, devuelve la cabalgadura y se lanza de frente contra la tropa contraria -como lo ha hecho siempre- hasta que una lluvia de balas lo baja del caballo, no sin dejar, antes, su paso alfombrado de cadáveres enemigos. 67______________________________________________
_
________________________________________________ "QUE ME ENTIERREN EN LA PASCUA PORQUE YA ESTO SE ACABÓ" El general Francisco Belisario era un guariqueño más que guapo para las balas. En los andurriales de Lamedero dejó las vísceras y el testimonio de de su valor a toda prueba, por los tiempos del alzamiento del Mocho Hernández contra la farsa electoral que llevó a Ignacio Andrade a la Presidencia de la República. Para 1897 el panorama político venezolano era realmente agitado. Ansiosos de suceder a Joaquín Crespo, 19 generales y 7 civiles se lanzaron a competir por la Presidencia de la República. Entre ellos destacaba José Manuel Hernández, "el Mocho", quien se había ganado el delirio popular con una novedosa campaña en la que logró el apoyo mediante el contacto directo y personal con la gente; su triunfo se consideraba inevitable. Pero una cosa pensaba la gente y otra tenía pensada el general Crespo, rector indiscutido del avatar político nacional para la época. Ya sus ojos se habían puesto en Ignacio Andrade, candidato seguramente más conveniente para sus fines hegemónicos. Así pues, realizados los comicios con todas las ventajas, artimañas y mecanismos de coacción de que puede disponer siempre el Gobierno, Andrade fue dado por triunfador con más de 400.000 votos, mientras que a Hernández sólo se le atribuyeron 2.000. Este "milagro" acaecido por intercesión del caudillo de Parapara, fue resumido por el humor popular articulando los resultados electorales con ciertas peculiaridades de los principales candidatos: "Hernández se quedó con las masas, Andrade con las mesas, Rojas Paúl con las misas, Castillo con las mozas y Arismendi Brito con las musas". Justamente indignado por los resultados oficiales, el Mocho Hernández se alza en Queipa e inicia una indecisa rebelión que 68______________________________________________
_
________________________________________________ lo lleva de tumbo en tumbo hasta Churuguara y Barquisimeto, donde es derrotado y preso por el general Antonio Fernández, y luego recluido en el castillo Libertador de Puerto Cabello. La imprevista muerte de Crespo en Mata Carmelera sería el único punto a favor de los rebeldes en la anodina "Revolución de Queipa". Instalado en la Presidencia, Andrade muestra rápidamente el regusto por el poder y se propone modificar la Constitución para lograr la extensión su gobierno. La indignación general halla eco en el general Ramón Guerra, quien se alza en Calabozo contra el continuismo. Siguiendo al caudillo de San Casimiro, Francisco Belisario desentierra las armas en Valle de La Pascua y lo acompaña hacia el Sur, rumbo de Apure. Por San Fernando, Guayabal y Mocapra marcha la mesnada rebelde sin mayor concierto, hasta que en el caño Lamedero tropiezan con las fuerzas del Gobierno, mejor equipadas y comandadas por Lorenzo Guevara. Por supuesto desconocimiento del campo, los revolucionarios son completamente derrotados, y sólo el valor heroico de Belisario los salva de ser exterminados. Seriamente herido en el combate, y sosteniéndose las tripas con una mano mientras en la otra alzaba el acero, el noble guariqueño cumplió bravamente la orden de resistir el ataque enemigo hasta que el resto de la tropa lograra escapar. Cuenta de Armas Chitty que Belisario, cumplida ya su misión heroica y doblegado por los efectos de la herida, llamó a su asistente y le dijo: "Viejo, organíceme una hamaca para que me entierren en La Pascua, porque esto ya se acabó". Murió en el camino.
69______________________________________________
_
________________________________________________ EL “TUERTO” VARGAS, DOCTOR Y GENERAL Oldman Botello biografió, con el celo que lo caracteriza, a este interesante guariqueño que alternó la tiza del maestro de escuela con la espada del guerrero, siendo ingeniero de profesión. Entre el trajín pedagógico por un lado y los campos de batalla por el otro, su vida es un fascinante anecdotario que nos impidió abandonar la lectura de la obra hasta concluir en el sepelio del prócer regional en su nativo suelo de Ortiz. Este “guerrero del ojo nublado” (como lo llama Luis Alberto Crespo) nació en el pueblo de las “Casas Muertas” hacia 1860. Se gradúa de ingeniero en Caracas; pero cuando regresa a su tierra prefiere dedicarse a los quehaceres docentes. Sin embargo, pronto su espíritu contestatario se deja seducir por la figura carismática del “Mocho” Hernández”, iniciando así un largo periplo entre revoluciones, cárceles, exilios y, a veces, altos cargos burocráticos; para volver siempre a sucumbir a su gran pasión: la escuela, y a su compulsión irrefrenable: la guerra. Desde 1897 hasta 1925, todos los gobiernos conocerán el coraje de Roberto Vargas enfrentando a la tiranía y la injusticia; y todos, conocedores de la valía de este hombre excepcional tratarán –con éxito algunas veces- de seducirlo con promesas y altos cargos burocráticos. A las órdenes de Luciano Mendoza comandó fuerzas de la “Revolución Libertadora” contra la tiranía de Cipriano Castro, como antes había enfrentado al usurpador Andrade. Juan Vicente Gómez lo nombra Ministro de Obras Públicas y Gobernador del Estado Guárico, donde destaca su política educativa. Sin embargo, su espíritu libertario no le permite seguir al servicio de un déspota que atropella a su pueblo, y pronto se rebela contra el régimen y se une a su paisano Emilio Arévalo Cedeño, junto al cual combatirá en heroicas acciones libradas en tierras llaneras, así como también sufrirá cruentas derrotas y penosos exilios, hasta que en 1925 se acoge a la amnistía general decretada por el gobierno. Este ilustre guariqueño murió a los 85 años, después de casi medio siglo de trajinar los vaivenes de la lucha política vertical, deudora sólo del amor por la patria. Ocupó las más elevadas posiciones en el gobierno y en los campos de batalla y vivió sus últimos años de la mano de la caridad amiga, “más cerca de Don Quijote que de Sancho Panza”, según su biógrafo. 70______________________________________________
_
________________________________________________ EL ESPÍRITU LIBERTARIO DE EMILIO ARÉVALO CEDEÑO En 1914 se alzó por primera vez hacia los lados de Cazorla, y pronto conoció el sabor de la derrota, la persecución y el exilio. A partir de entonces, las barrosas aguas del Arauca lo vieron cruzar repetidamente la frontera del Casanare colombiano, en un obstinado empeño por retar a la tiranía gomecista. Siete veces más, la bien equipada maquinaria militar del régimen dio fácil cuenta de las escuálidas huestes llaneras del quijote guariqueño, empeñado ilusamente en emular a los aguerridos centauros de la Independencia. A manera de un ciclo heroico, la llanura fue testigo de las marchas reincidentes de Emilio Arévalo Cedeño hasta el altar del sacrificio voluntario, como si una ley inexorable le ordenara fatalmente volver siempre sobre sus pasos para inmolarse en una empresa sin futuro. Así fue por ocho veces: tras cada alzamiento, una derrota; y tras cada derrota, una nueva rebelión. Sólo la muerte del tirano de la Mulera pudo detener la saga libertaria de este hijo de Valle de La Pascua, que abandonó la burocrática silla de telegrafista para empuñar la espada de los conductores de pueblos. Su nombre no está escrito en el Panteón de los vencedores porque tal vez llegó tarde al escenario histórico venezolano: ya no era tiempo de montoneras ni de cargas de machete; el oro negro dormido por millones de años en nuestro subsuelo, había hecho violenta irrupción para borrar los últimos vestigios de una Venezuela agreste y revoltosa, adormecida entre la opresión de sus tiranos y las promesas de sus caudillos. Sin embargo, su valiente corazón rebelde tiene un nicho permanente en el panteón de la admiración popular.
71______________________________________________
_
________________________________________________ LOS HOMBRES DEL “TUERTO” VARGAS “Cayeron en Periquera / los hijos de la sabana; murió Rosario Pabón / allá va Quijá de Plata; va de raspa y escotera la gente de Cuello ´e Pana. Con Arévalo Cedeño / los llanos cierran la marcha y en un caballito ciego / casi ciego, el Tuerto Vargas”. (Andrés Eloy Blanco: “Maisanta”)
El malogrado asalto de Periquera (Guasdualito, 1921) no pasó de ser una más de las incontables derrotas sufridas por los hombres que han tenido la dignidad de enfrentar a la tiranía y la injusticia en este país de tiranos y sinvergûenzas. Una derrota casi sin nombre. Un episodio que no aparece en los textos escolares; como los hombres que la protagonizaron. Fueron los hombres de la historia chica, la casi clandestina, la que se escribe con minúscula. Los que sacrificaron sus haberes y la quietud del hogar, por el incierto azar de la guerra. Y fracasaron no por falta de valor y grandeza, sino porque vivieron –sin duda alguna- en el momento inadecuado. Para esos tiempos, el gobierno gomecista se encontraba en el apogeo de su esplendor, y el centralismo se consolidaba cimentado en la incipiente riqueza petrolera, la modernización del ejército y el desarrollo de las comunicaciones. Ya no era tiempo de montoneras; una nueva era se abría campo en el espacio de la nación. La implacable máquina de la Historia casi los borró de su registro, y su memoria sólo quedó para las epopeyas regionales. No son, sin embargo, menos merecedores que muchos de los que ocupan nichos en el Panteón nacional. Simplemente, llegaron tarde al escenario el drama político; de lo contrario, otra habría sido su fortuna. Roberto Vargas murió a los 85 años, después de casi medio siglo de trajinar los vaivenes de la lucha política vertical, deudora sólo del amor por la libertad. Medio siglo de esperanzas, montoneras, frustraciones y exilios. Ocupó las 72______________________________________________
_
________________________________________________ más altas posiciones en el gobierno, en la oposición y en los campos de batalla. Y vivió sus últimos años de la mano de la caridad amiga, “más cerca de Don Quijote que de Sancho Panza”. Pedro Pérez Delgado (“Maisanta”), estremeció la llanura con sus cargas de caballería al servicio de la revolución antigomecista. Murió en el castillo de Puerto Cabello, con los intestinos perforados por una ración diaria de vidrio molido y con la frustración de ver que –después de tantos tajos de machete y tantos descabezados- las cosas seguían igual. Emilio Arévalo Cedeño vivió toda su vida saboreando las glorias de su campaña de Río Negro, y rumiando la amargura de tantos asaltos frustrados contra un gobierno tiránico que se hacia eterno. ¿En cuál oscuro lugar de la Historia habrá quedado la memoria de Marcial Azuaje, de Pedro Fuentes y de Rosario Pabón? Sólo gente como Oldman Botello (“El Tuerto Vargas, Doctor y General”), como el inmortal Andrés Eloy y algunos otros honrosos nombres, se han preocupado por rescatar y mantener viva la memoria de estos casi anónimos héroes de segunda categoría. Afortunadamente, el amor por la libertad es una carencia no sustituible en el ser humano, y sólo los que no han conocido la opresión pueden ansiar la tiranía. Por ello, esta tierra nunca parará de alumbrar hijos valerosos, dispuestos a sacrificarlo todo por ese don inapreciable que es la Democracia: siempre imperfecta, pero siempre perfectible.
73______________________________________________
_
________________________________________________
LA TRADICIÓN
74______________________________________________
_
________________________________________________ EL NAZARENO DE ACHAGUAS, PATRONO DE LOS LLANEROS “Patrono generoso y bueno el que tienen los llaneros...”
La mano española de Merced Rada modeló con celo de orfebre la imagen doliente del Nazareno de Achaguas, y cada Miércoles Santo miles de manos llaneras se extienden fervorosas a los pies de su santo Patrono. Cuentan las viejas historias que el general José Antonio Páez, antes de emprender la marcha para incorporarse a la campaña libertadora de Carabobo, se dirigió a la iglesia de Achaguas, oró por el triunfo patriota y prometió donar una imagen del Santo Nazareno si la victoria lo acompañaba en la empresa final contra las tropas realistas. Consumado el triunfo definitivo sobre las fuerzas opresoras, el “Centauro de los Llanos” mantuvo latente su agradecimiento y su fe hacia el Nazareno milagroso, aunque los avatares de la guerra y de la política le impidieron dar cumplimiento inmediato a su promesa. Pasados los años, y convertido en cabeza absoluta del poder político nacional, el héroe llanero hace realidad su ofrecimiento, y en el año 1835 la imagen del Nazareno se instala en la pequeña iglesia del pueblo, para tomar posesión de la fe de los ribereños del Matiyure y entronizarse para siempre en el corazón de la población llanera. Como el agua de los primeros “inviernos”, la devoción de la imagen dolorosa llegó para saciar la fe de los habitantes de la sabana y convertirse en el símbolo más sentido de la tradición cristiana de un pueblo noble y laborioso, curtido en la adversidad de los elementos naturales, que prontamente la acogió como su Patrono. Atrayendo la lluvia en tiempo de sequía y alejando las crecientes en épocas de inundación, curando fiebres malignas y secando las "gusaneras" del ganado, su fama milagrera se extendió por todos los confines del llano, desde donde cada Semana Santa miles de peregrinos se vuelcan hacia las calles de Achaguas para rendirle homenaje por ser tan generoso y tan bueno.
75______________________________________________
_
________________________________________________ LA VIRGEN PATRONA DE LAS MERCEDES DEL LLANO La Virgen de las Mercedes es advocación mariana muy extendida en el mundo católico, especialmente en el ámbito iberoamericano. “Madre de la Merced” o “Virgen Redentora” también es llamada la Patrona del Municipio que se extiende hasta la margen izquierda del Orinoco, dándole identidad administrativa a un inmenso pedazo de llano colmado de recursos naturales, pródigo en bellezas escénicas y bendecido con una gente laboriosa, noble y hospitalaria como pocas. Los orígenes de esta devoción se remontan al siglo XIII, cuando San Pedro Nolasco funda la “Orden de Santa María de la Merced de la Redención de los Cautivos”, con la misión particular de asistir a los cautivos de los musulmanes, incluso cambiando su libertad por la de los prisioneros. De allí que se haya instituido como patrona de aquellos que cumplen condena en las cárceles. Numerosos pueblos venezolanos la han acogido como su protectora, y el 24 de Septiembre es fecha de gran solemnidad en gran parte del país; sin embargo, su significación es obviamente especial para los habitantes del pueblo al que le dio su nombre y le otorgó su protección. Por ello las fiestas patronales de Las Mercedes del Llano han sido tradicionalmente fastuosas, llenas de fervor popular, y tienen ganada fama en todo el Estado Guárico. Hemos leído que el pueblo fue fundado por Don Jorge Carpio hacia 1868, y que le dio el nombre de Las Mercedes en honor a unas mujeres que lo acompañaban; sin embargo, su verdadero auge se produce a partir del descubrimiento de importantes yacimientos petroleros en el año 1941. La actividad agropecuaria, soporte originario de su economía, ha tenido altos y bajos; pero al parecer se vislumbran muy buenos tiempos por venir. ¡Ojalá que así sea! (Entre añoranzas de los viejos tiempos, Emma y Nelly Rodríguez nos cuentan la historia de la Virgen Redentora y nos echan los cuentos de sus famosas fiestas patronales con las parrandas en el Bulevar, el baile de gala en el Club de Leones y las infaltables tardes de toros coleados).
76______________________________________________
_
________________________________________________ LA TRADICIÓN DE LOS TOROS COLEADOS EN LAS MERCEDES DEL LLANO Los hijos de Ana Padrino son tres mocetones que le ponen pasión a todo lo que hacen, y por eso Dios los acompaña. La mirada amorosa y diligente de la madre tutela el interminable llevar y traer de panelas de blanco queso, suculentos frutos de la reciente cosecha y enormes pacas de heno para el ganado con que tratan de revivir las ariscas sabanas de Aceitico de Palacio. El menor de ellos –Oswaldo- heredó de José Rafael Díaz la pasión por la diversión ancestral de los llaneros: la fiesta de los toros coleados. Su padre fue uno de esos “coleadores sin manga” que contribuyeron a sembrar esta tradición entre los pobladores de Las Mercedes del Llano. Braulio Palma lo evoca en su caballo “Planeta” cuando le canta a los viejos tiempos del hato Palacio, por los lados del caño de Los Aceites. Ahora el hijo quiere hacer escuela, sobreponiéndose a las trabas burocráticas y las limitaciones financieras de uno de los deportes más populares y más costosos; casi incosteable en estos tiempos de dificultades económicas. Con desbordado entusiasmo, Oswaldo nos habla de la tradición taurina de la región, de los grandes coleadores que han dado lustre al gentilicio mercedeño, y de la calidad y tradición de la manga del pueblo. Y nos comunica su deseo de constituir en Las Mercedes una Escuela de Coleo que contribuya a formar a los futuros ases de la manga, a preservar la ancestral fiesta de los llaneros, y a proporcionar a la población un espacio para el entretenimiento sano y autóctono. También nos informa sobre la constitución de la “Liga de Coleo de las Mercedes del Llano”, debidamente registrada ante la División de Deportes del Municipio. El texto del Acta Constitutiva reza que “su objetivo será la dirección, organización, desarrollo, promoción, fomento y práctica del 77______________________________________________ _
________________________________________________ deporte del Coleo (...) con atención a todas las edades (...) para generar individuos con condiciones óptimas a niveles recreativos y competitivos. La liga se constituyó con representantes de los Clubes: “Los Enamorados”, “Los Cerritos”, “El Cerrero”, “Don Humberto” y “Malaval”; quedando la Junta Directiva constituida de la siguiente manera: Presidente: Gustavo Rízquez Secretario General y Delegado Principal: Oswaldo Díaz Tesorero: Rafael Sifontes Primer Vocal y Delegado Suplente: Pablo Enrique Tovar Segundo Vocal: Carlos Luis Ojeda El vértigo de la velocidad y la confrontación entre la habilidad el hombre y la fuerza de la bestia, más los aplausos del público ante la voltereta del toro, siguen ejerciendo su mágico embrujo sobre los hijos de esta tierra, que se oponen a la desaparición del deporte que simboliza la faena suprema del hombre del llano.
78______________________________________________
_
________________________________________________ LA FIESTA DE TOROS: PRAGMATISMO vs. SIMBOLISMO Ciertos actos humanos tienen, muchas veces, connotaciones que trascienden más allá de su simple consumación física, hasta alcanzar la categoría de simbolismos de elevado significado cultural; en ocasiones como valores de vital importancia para la identificación de los pueblos o para su sustento espiritual. De esa manera, a la hora de querer valorar en su justa dimensión determinados comportamientos del hombre se hace necesario sustraerlos de su eventualidad meramente pragmática y ubicarlos dentro del contexto de su significación en la existencia espiritual de la gente. Al efecto podríamos traer a colación cualquier número de ejemplos demostrativos: - El elemental acto de alimentarnos cada día, alcanza elevado nivel connotacional cuando lo ponderamos en su función de reunir a toda la familia alrededor de la mesa, como expresión del vínculo afectivo que debe existir entre todos sus miembros. - Cuando una familia judía sacrifica su cordero durante la celebración de la Pascua, la muerte del animal no tiene ninguna significación si la descontextualizamos de la conmemoración de la huida de Egipto y de su simbolismo como alegoría de la alianza del "pueblo de Dios". - Jesucristo muerto en la cruz no es simplemente un hombre ajusticiado para satisfacer las exigencias de los sacerdotes del Templo o el afán represivo del gobernador romano de turno. Veinte siglos transcurridos desde esa muerte dan fe de la trascendencia de un hecho que, para la mayoría de sus espectadores, no fue más que la rutinaria ejecución de un subversivo como tantos otros en esa época. De la misma manera, el tema de la crueldad de las corridas de toros es algo más profundo y complejo que el simple remordimiento por los sufrimientos del animal durante la lidia y su inevitable muerte por la espada del matador. Si fuera algo tan simple, tendríamos que sentirnos culpables por el sacrificio de las reses llevadas al matadero para satisfacer nuestro apetito devorador de carne muerta. O por el padecimiento de los infelices cerdos, que llegan a morir infartados por el estrés a que son sometidos cuando los transportan hasta el sacrificio. O por la extrema crueldad que deben soportar los pollitos-bebés, recluidos desde su nacimiento en estrechas jaulas de hierro para que 79______________________________________________
_
________________________________________________ no puedan moverse y así logren engordar más rápidamente, sometidos a una dieta intensiva de vitaminas y esteroides. Necesario es, pues, ponderar en su justa connotación la significación simbólica de las fiestas de toros en nuestro país y en toda Iberoamérica. Ya sea como arte –que lo es en grado sumo-, como demostración de valor y destreza o como tradición centenaria arraigada profundamente en la entraña de nuestra gente. Si no hay fiesta de toros, no hay verdadera fiesta en el pueblo. Si no hay toros en la plaza o novillos en la manga, la feria luce incompleta porque los toros constituyen el eje central de cualquier celebración popular venezolana. Cuando el torero deja correr la muleta permitiendo que el lomo herido de la bestia le salpique la chaquetilla, o cuando el jinete se deja caer peligrosamente hacia el costado del caballo para tomar la cola del novillo en plena carrera... Cuando el matador, poniendo en juego su vida, se precipita sobre el toro para consumar la faena suprema, o cuando el hombre de a caballo violenta el equilibrio de la res a costa de su propia estabilidad... Cuando el toro muere en la arena o cuando el novillo cae en la manga... Entonces lo que vibra no es solamente el corazón del aficionado que sucumbe ante la emoción de la faena, sino -también- nuestra alma iberoamericana que encuentra en las fiestas de toros una manera de decirles a los demás pueblos del mundo lo orgullosos que estamos de nuestra raza, de nuestra cultura, de nuestra gente, de lo que somos... No sabemos si quienes se oponen a la Fiesta Brava acostumbran excluir de sus condumios cualquier bocado proveniente del criminal acto de sacrificar animales indefensos para saciar el apetito de la voraz especie humana. Pero sí hemos podido ver de cerca el noble rostro de la res moribunda cuando se desangra lentamente, abatida por la puñalada aleve del carnicero. Y nos han conmovido esos ojos desorbitados que se van cerrando poco a poco -hasta que los párpados ya no tienen fuerza para mantenerlos abiertos- para luego volver a abrirse completamente en los últimos estertores de la muerte. Y luego hemos visto cómo hombres, mujeres y niños por igual, despedazan y devoran, casi sin masticar, los restos sanguinolentos de ese cuerpo que hasta hace poco estaba vivo; todo en medio del mayor jolgorio, la música estridente y las abundantes libaciones. De manera, pues, que la vida diaria nos obliga permanentemente a decidir entre el natural sentimiento de misericordia hacia los animales y la ineludible necesidad de satisfacer 80______________________________________________
_
________________________________________________ los menesteres imperativos de nuestra existencia biológica. Llega el momento en que tenemos que olvidar los ojos desorbitados de la res agonizante o los últimos aleteos del ave sacrificada en aras de nuestra propia supervivencia, porque en todos los órdenes de la vida hay realidades que están por encima de cualesquiera consideraciones o convicciones personales (Se nos ocurre ahora preguntarnos si alguien se ha puesto a lamentar la cantidad de vidas humanas que costó nuestra Independencia o los millones de animales que se sacrificaron para alimentar a nuestros soldados). Y así como existen necesidades materiales que satisfacer, también es propio de los seres humanos la existencia de prácticas o tradiciones que pudieran parecer banales (y a veces crueles), pero cuya función va más allá del simple entretenimiento, ya que su valor radica en la misión de identificar a los pueblos o naciones para hacerlos sentirse partes de un todo, de un gentilicio. Así, las fiestas de toros son algo más que el simple enfrentamiento entre un hombre y un animal para divertir a los concurrentes a la plaza o la manga; antes bien, ellas constituyen –además de eso- un secular ícono de nuestra identidad como nación iberoamericana, como lo es el Quijote, la lengua castellana o nuestras fiestas patronales. Las fiestas de toros llegaron a Venezuela con la Colonización española, junto con todo lo bueno y lo malo que ella nos legó, y a medida que se fue consolidando nuestra cultura hispano-indoafricana se convirtieron en una de las tradiciones de mayor arraigo popular. Desde que, en 1567, Diego de Losada parara sus huestes en Nirgua y celebrara con toros y cañas la fiesta de San Sebastián, son infaltables las noticias de festejos taurinos en las ciudades y pueblos del país. Las plazas de toros se han erigido en monumentos emblemáticos de muchas de nuestras ciudades, y no hay pueblo que no se precie de la prestancia de su manga de coleo; práctica que ha pasado a considerarse como el auténtico deporte nacional. Hoy, empero, una desproporcionada campaña signada por la obcecación pretende revertir páginas indelebles de nuestra historia y desconocer nuestra tradición de siglos. Campaña insensata, promovida por gente de limitado criterio, que muchas veces rasga sus vestiduras por el animal que muere combatiendo noblemente en la plaza de toros, mientras se deleita saboreando exquisitos trozos de una res fríamente asesinada en el matadero.
81______________________________________________
_
________________________________________________
TEMAS DE HISTORIA PATRIA
82______________________________________________
_
________________________________________________ EN DEFENSA DE NUESTRA HISTORIA La desmemoria de los pueblos es la manifestación más sutil de su decadencia espiritual. Cuando no tenemos conciencia de lo que hemos sido, no hay orgullo que impulse hacia delante ni vergüenza que detenga la caída; no hay referencias en el rumbo. La inercia se convierte en el único timonel y nuestro destino será sumirnos en el nihilismo degradante de ser cualquier cosa o no importarnos nada. Sólo los pueblos orgullosos de su pasado son capaces de hacer historia. Aquellos que no pueden evitar una íntima conmoción ante el reclamo patriótico del Himno Nacional, y que alcanzan a sentir la dulce opresión que produce en el pecho la mención del nombre de la Patria fuera de las fronteras. Los que pueden ostentar su gentilicio con la frente en alto, y también derramar una lágrima por el dolor de los paisanos abatidos en la tragedia. Casi a diario nos enfrentamos al insólito desconocimiento de los hechos fundamentales de nuestra historia, aun por parte de las autoridades competentes. No son extraños los Comunicados Oficiales que invitan –en forma insólitamente errada- a conmemorar el 19 de Abril como “Aniversario de la Declaración de nuestra Independencia”, o el 5 de Julio como fecha de la “Firma’ del Acta de la Independencia”. ¿Qué podemos esperar –entonces- de la población común o de nuestros jóvenes estudiantes? Tal vez alguien le reste importancia al conocimiento de esas fechas tan fuera del contexto tecnológico y globalizante de los tiempos que vivimos. Pensamos nosotros, empero, que recordar los hechos gloriosos de nuestro pasado puede ayudarnos a conocer mejor y querer un poco más a este pedazo de tierra que Dios nos dio por Patria, y la de nuestros hijos, hasta el fin de los días.
83______________________________________________
_
________________________________________________ ¿DÍA DE AMÉRICA? “América no fue descubierta: fue invadida, profanada, y saqueada...”.
Es la temprana madrugada del 03 de Agosto de 1492 en la estrecha rada del puerto de Palos, próximo a la pequeña villa de Moguer. Desde los altos del monasterio de La Rábida apenas se vislumbran remotos destellos del naciente. Empinado sobre el castillo de proa de su nave capitana, Cristóbal Colón dirige un acelerado izar de velas y levar de anclas que no da tregua a la marinería. Con la fe ciega de los iluminados y con la obstinación que da la ambición de poder y de gloria, el aventurero genovés se dispone a poner quilla sobre las desconocidas aguas del “mar de las Tinieblas”, siguiendo la luz del sol en busca del hipotético camino hacia Catay y Cipango. El poder real lo ha investido con los títulos de “Almirante de todas aquellas islas y tierras firmes que por su mano o industria se descubrirán o ganarán en las dichas Mares Océanas...”, así como “Visorey y Governador General en todas las dichas tierras firmes e islas...”. La expedición está conformada por 3 carabelas (la Niña, la Pinta y la Santa María) y la mayoría de sus 120 tripulantes son marineros andaluces, más unos cuantos criminales comunes que se necesitaron para cubrir la dotación. Para las mentes de la época, el proyecto de llegar a extremo Oriente viajando por el Oeste no es más que una verdadera locura, producto de una imaginación delirante. ¿Quién -sino un loco- se atrevería a desafiar la generalizada creencia de que la tierra es plana, y que el océano Atlántico es el confín del mundo, poblado de monstruosos seres marinos?... Ni siquiera los científicos más empapados de las novedades sobre la redondez de la tierra dan crédito a la posibilidad de un viaje semejante. Contra todos los pronósticos, sin embargo, y luego de 70 días de incierta navegación, los extenuados exploradores desembarcan –el 12 de Octubre- en una isla llamada 84______________________________________________
_
________________________________________________ “Guanahaní” por los nativos, a la que rebautizan con el nombre cristiano de “San Salvador”. Posiblemente sea la actual isla Watling, en las Bahamas o Lucayas. El sevillano Rodrigo de Triana (Juan Rodríguez Bermejo) es el primero en avistar tierra, a primeras horas de la madrugada. Colón y sus héroes anónimos nunca se enterarán de haber descubierto un nuevo mundo. Siempre creerán haber llegado a la región occidental de la India, y de allí la denominación de “Indias Occidentales” con que se conocieron estas tierras hasta que Américo Vespucio determinó la realidad del nuevo Continente, y la Historia lo premió con el honor que debería corresponder al descubridor. Detrás de Colón vendrán en masa los europeos, poblando soledades y cristianando nativos en nombre del Rey y de la Iglesia Católica. Repartimientos y encomiendas los convertirán en señores de la tierra y de los indios; y la sed del oro será el signo de la empresa conquistadora, en detrimento de la población indígena que –a despecho de la acción morigeradora de la Corona y de la Iglesia- pronto se verá sometida al más cruel maltrato. Es justicia reconocer, empero, que el conquistador español no aplicó la política de exterminio total impuesta por Inglaterra en sus colonias de Norteamérica, como era práctica corriente para la época histórica. Antes bien, es resaltante –ya lo dijimos- el empeño humanitario de la Corona y de la Iglesia; así como el de personalidades como el padre De las Casas y Juan de Ampíes, en el caso de Venezuela. De modo, pues, que todo examen de este asunto debe hacerse dentro del contexto socio-político en que se produjo.
85______________________________________________
_
________________________________________________ ESTA “TIERRA DE GRACIA” Cuando el Gran Descubridor ancló frente a sus costas, experimentó tal certeza de haber llegado a las mismas puertas del Paraíso Terrenal, que llamó a este país “la Tierra de Gracia”. Era un amanecer entre el 3 y el 5 de Agosto de 1498, después de dos meses de accidentada navegación. Los ojos enfermos del Almirante no le permitieron bajar a tierra, pero sí vislumbrar el prodigio de belleza natural que se extendía desde las doradas playas hasta las vecinas montañas rebosantes de verdor. Pedro Terreros, Andrés del Corral, Hernando Pacheco y Juan Quintero fueron los primeros en ocupar la tierra firme, para plantar cruces y tomar posesión de ella en nombre de los Reyes de España. Desde San Lúcar de Barrameda había salido la expedición -el 30 de Mayo- con el claro y principal propósito de encontrar el continente que se anunciaba tras el rosario de islas ya descubiertas en los viajes anteriores. Pasadas las islas de Cabo Verde, comenzaron las dificultades: "Allí me desamparó el viento escribe Colón- y entré en tanto ardor y tan grande, que creí que se quemasen los navíos y la gente". El 31 de Julio apareció a la vista de los expedicionarios una isla a la que Colón bautizó como "La Trinidad" por razón de tres montañas que destacaban en su relieve. Allí enfermó seriamente de la vista. Marchando hacia el poniente divisó la tierra que llamó inicialmente "Tierra de Gracia", y que después denominaría "Isla Santa". Para llegar a ella debió cruzar las agitadas aguas de la "Boca de Serpientes", y descubrir -con asombro- cómo sus aguas salobres se tornaban dulces de un extremo a otro. Alcanzada la tierra firme, y tomada posesión de ella, los descubridores fueron generosamente recibidos por los nativos, 86______________________________________________ _
________________________________________________ gente de color claro, de buen cuerpo y adornados con collares de oro y brazaletes de perlas. Preguntados por su lugar, dijeron llamarlo "Paria". Más tarde, Colón escribiría a los Reyes: "Creo que estas tierras que agora mandaron descubrir vuestras altezas sean grandísimas y haya muchas otras en el austro de que jamás hubo noticias...". De lo que sí está seguro es de que la tierra tiene forma de pera, "como una teta de mujer"; y en la eminencia se encontraría el Paraíso, de donde manan las aguas dulces que lo han asombrado. Ante la imposibilidad de descender, Colón reembarca prontamente sus hombres y sale de nuevo hacia alta mar rozando apenas una isla que llamó "Margarita"- rumbo a La Española. Después de él vendrían los "segundones", a hurgar y depredar las entrañas de la "Tierra de Gracia": Alonso de Ojeda, Cristóbal Guerra, Pedro Alonso Niño, Vicente Yañez Pinzón..." ¡Oro, perlas y esclavos en cantidad infinita!, pues no fue mezquino el tiempo en confirmar la afiebrada premonición del Descubridor, deslumbrado ante las maravillas desbordadas de este imaginado Paraíso Terrenal.
87______________________________________________
_
________________________________________________ LOPE DE AGUIRRE, EL PRIMER REBELDE Lope de Aguirre "el Tirano" lo llama comúnmente la Historia. Otros le dicen "el Peregrino" o lo catalogan como "la Ira de Dios "; mientras que algunos han llegado a proclamarlo "Príncipe de la Libertad" y "Precursor de los Libertadores de América”. Un signo inequívoco, sin embargo, marca su leyenda de forma incuestionable: su fiera rebeldía, acompañada de una obstinación digna de mejor suerte. Se atrevió a desafiar a las autoridades coloniales, al mismísimo Rey Don Felipe II, y se batió con la naturaleza atravesando toda la selvática Amazonia desde Perú hasta el Océano Atlántico, para venir a morir, finalmente, en territorio venezolano, luego de 13 meses de penurias incontables, de traiciones continuadas, de terror y de muerte. Llegado a América en 1537, se radica en el Perú y allí encuentra terreno propicio para su espíritu inquieto y contestatario: multitud de pleitos y riñas con autoridades e iguales le ganan prontamente el mote de "loco". Ni ofensas ni desafueros tienen aceptación en el febril temperamento del arisco vizcaíno de Oñate (Guipúzcoa). Ya en 1553 alcanza figuración durante la sublevación que culmina con el asesinato del corregidor Pedro de Hinojosa; lo cual le acarrea la pena de muerte, de la que se libra por indulto. El 26 de Septiembre de 1560 parte del Perú la expedición de Pedro de Ursúa, con destino al descubrimiento del mítico “Dorado”. Tres bergantines, 300 soldados y centenares de indios se disponen para la larga y peligrosa travesía a través de las selvas del río Amazonas. Lope de Aguirre los acompaña en calidad de Tenedor de Bienes de Difuntos. Las duras jornadas y la inexistencia del anhelado metal van generando un profundo descontento contra Ursúa, que culmina con su asesinato el 1-1-1561. Aguirre, uno de los 88______________________________________________
_
________________________________________________ conjurados, surge como Maestre de Campo del nuevo jefe, Fernando de Guzmán. Cuando Guzmán se proclama "Príncipe del Perú, Chile y Tierra Firme", Aguirre encabeza una violenta rebelión contra él, lo hace ejecutar con todos sus partidarios y asume el mando, sometiendo a los demás expedicionarios bajo un feroz régimen de terror y muerte. Al mando de sus "marañones" Aguirre sale al Atlántico por el Amazonas y de allí se remonta hasta la isla de Margarita, donde desembarca el 21 de Julio de 1561 cerca de Paraguachí. Allí derrota y da muerte al gobernador Villandrando, asola la isla y escribe su famosa carta al Rey de España, reclamándole el injusto trato a los conquistadores que tanto le han dado y tan poco reciben. Luego de un mes, pasa a tierra firme por Borburata e inicia una desesperada marcha hacia Barquisimeto, ante el terror de los pueblos por donde pasa y soportando los ataques de las fuerzas del Rey y la deserción paulatina de sus seguidores. Llegado a Barquisimeto, casi solo y rodeado de enemigos, Aguirre se ve perdido, por lo cual decide dar muerte a su hija Elvira para evitar que, viviendo, la llamaran “hija de un traidor”. Capturado finalmente, es ajusticiado y su cuerpo descuartizado y colgado en garfios, como advertencia ante cualquier otro intento de rebelión contra el Rey.
89______________________________________________
_
________________________________________________ ¿ERA BOLÍVAR MESTIZO? El mestizaje nos viene a los venezolanos del permisivo comportamiento del invasor europeo en su convivencia con las etnias originarias y con los forzados migrantes del Africa tropical. El igualitarismo se forjó en los campos de batalla del siglo XIX, en los que el valor y la destreza relegaron cualquier inútil pretensión de pureza de sangre a la hora de conquistar honores, riquezas y poder. Si algo diferencia a la sociedad venezolana moderna, son esos dos rasgos no siempre comunes en otras sociedades hispanoamericanas. En ningún momento los factores antropológicos constituyen variables determinantes en la aceptación social o profesional de un individuo. Circunstancia que no excluye, por supuesto, las inevitables excepciones ni la lógica influencia de las consideraciones de carácter meramente estético propias de todos los seres humanos pensantes. Así, cualquier intento por pretender reclasificarnos ahora en afroamericanos, indígenas, zambos y godos no es más que un desaguisado antihistórico, desconocedor de nuestra idiosincrasia y más propio de culturas ajenas a nuestra tradición histórico-social. Ya el Libertador lo entendía al expresar que “no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles”. Al propósito queremos hacer referencia a cierto pasaje de la historia de la familia del Libertador, como es la supuesta ascendencia indígena o negra en el linaje Bolívar por parte de una bisabuela de origen no totalmente aclarado. Se conoce este pasaje como “el nudo de la Marín”, ya que la citada parienta fue de nombre Josefa Marín de Narváez. El hecho es que algunos historiadores, entre ellos Salvador de Madariaga, señalan que en el siglo XVII penetró en él sangre no blanca, porque don Francisco Marín de Narváez, 90______________________________________________
_
________________________________________________ ascendiente de Bolívar por ser su tercer abuelo paterno, tuvo relaciones ilícitas con una indígena o negra de su servicio, llamada Josefa, de donde nació María Josefa Marín de Narváez, a quien en su testamento, otorgado en Madrid el 18 de agosto de 1673, reconoció como hija y dejó heredada con una porción de sus bienes. Añaden que esta María Josefa casó con Pedro de Ponte, y su hija Petronila de Ponte con Juan Bolívar, abuelo del Libertador, cuyos padres fueron Juan Vicente, hijo de los anteriores, y María Concepción Palacios. Los hechos no se discuten, pero la polémica gira en torno a la identidad de la madre de María Josefa, quien no ha podido ser auténticamente identificada, ya que la única referencia sobre su identidad es la que aparece en el testamento de don Francisco, señalando: “tengo una hija natural, y por tal la reconozco, nombrada Josefa, a la cual hube en una doncella principal, cuyo nombre callo por decencia, con la cual pudiera contraer matrimonio sin dispensación cuando la hube”. La sospecha y probabilidad que esta “doncella principal” fuera oscura luce bastante factible, confirmando, así, que el mestizaje entre nosotros no es tan nuevo ni tan exclusivo.
91______________________________________________
_
________________________________________________ “HA MUERTO EL SOL DE COLOMBIA” “!Vámonos, vámonos. Esta gente no nos quiere en esta tierra!”.
Era el clamor atormentado del “Genio de América”, desengañado de aquellos a quienes había obsequiado la libertad, y amargado ante el fracaso de su empeño por una América hispana grande, unida y libre. Era la una de la tarde del 17 de Diciembre de 1830 en la Quinta de San Pedro Alejandrino, propiedad del español Joaquín de Mier y ubicada a 5 kilómetros de la ciudad de Santa Marta, en la costa atlántica de la Nueva Granada. Apenas había tenido tiempo el médico francés Alejandro Próspero Reverend para llamar a los pocos acompañantes del Libertador, para que presenciaran los últimos momentos y el postrero aliento del “Sol de Colombia”. Sobre un sencillo catre de campaña, con una humilde vestimenta prestada, el Libertador de América parecía un anciano, a pesar de sus 47 años. “Cuerpo muy flaco y extenuado; el semblante adolorido y una inquietud de ánimo constante. La voz ronca, una tos con esputos viscosos y de color verdoso. El pulso igual, pero comprimido. La digestión, laboriosa. Las frecuentes impresiones del paciente indican grandes padecimientos morales”. Tal fue el diagnóstico del médico Reverend: tisis y padecimientos morales. Cuando el corazón más grande de América dejó de latir, el médico cerró piadosamente los ojos del Libertador y colocó una sábana blanca sobre el cadáver aún tibio. En la pequeña habitación se apretujaban los últimos fieles amigos: Fernando Bolívar, Joaquín de Mier, Mariano Montilla, José María Carreño, José Laurencio Silva, Belford Wilson y Andrés Ibarra. Solamente José Palacios, el leal mayordomo, se atrevió a llorar. Luego de embalsamado, el cadáver fue velado en la Casa de Aduana de Santa Marta hasta el día 20, cuando fue sepultado en la Catedral de la ciudad. 12 años más tarde, cumpliendo sus últimos deseos, los restos del Libertador fueron trasladados a Caracas y, en 1876, colocados en el Panteón Nacional. Al difundirse la noticia, los enemigos de Bolívar celebraron públicamente su fallecimiento, calificando de “Genio del mal” y opresor de la Patria a quien, pudiendo ser rey, prefirió ser Libertador. !Qué triste miseria la de los hombres cegados por el odio y la ambición política, para quienes el Libertador era un estorbo! Para ellos y para la América Hispana, Bolívar hizo entrega de su última proclama como una ofrenda final por la paz: “Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. 92______________________________________________
_
________________________________________________ ANTONIO PAREDES, O EL HEROÍSMO MÍSTICO La historia venezolana está inflada de héroes. Aparecen como frutos silvestres en cada montonera, en cada revolución; toda una centuria de guerras intestinas ha dado para llenar montones de cuartillas sobre nuestros incontables paladines exaltados hasta la condición de titanes. Pero, casi irremisiblemente, los que ayer fueron héroes terminan sus días convertidos en déspotas o granujas. Su heroísmo sólo les alcanza hasta donde haya un botín apetecible para compensar sus servicios a la patria (“Ya yo me sacrifiqué por la patria; ahora la Patria tiene que sacrificarse por mi”). Los que ayer lucharon por la libertad, luego se convierten en opresores de los pueblos. Los que predicaron que “La tierra es de quien la trabaja”, trocáronse luego en grandes terratenientes que negaron a los campesinos el acceso a la posesión de su propio suelo. Los que enarbolaron la bandera de la justicia, terminaron secuestrándola para servir a sus personales intereses. Abundan los Páez, los Monagas, los Guzmán. Los que fueron a la tumba con la misma vestimenta con que sirvieron a la patria, son pocos. Por eso nunca dejan de maravillarnos historias como la del general Antonio Paredes; uno de esos héroes románticos, casi desconocido, que llevo sus ideales hasta la inmolación, víctima de sus oposición sin tregua contra la tiranía de Cipriano Castro: otro llegado a la presidencia de la República agitando la bandera engañosa de “Nuevos hombres, nuevas ideas, nuevos procedimientos”, para concluir en una “nueva” tiranía, más cruel y grotesca que todas las que combatió anteriormente. Nació Paredes en Valencia, descendiente de conquistadores como Diego García de Paredes y portador de un apellido que se repite en la gesta patria desde la Independencia y la Federación. Dice Ramón J. Velásquez (“La caída del liberalismo amarillo”) que “a diferencia de otros niños, los personajes de los cuentos que escucha son gentes de su propia sangre, que 93______________________________________________ _
________________________________________________ forjaron una leyenda y conquistaron el derecho al recuerdo a golpe de valor y con gestos de audacia”. Desde que puede mantener un acero en las manos, héroes y próceres convertidos en tiranos serán los contendientes de su saga libertaria, ya con la espada ya con la pluma que también esgrimió brillantemente. Derrotas, prisiones y exilios serán el saldo de su obsesión por una patria digna y justa. En las filas de la Revolución Legalista se enfrenta al proyecto continuista de Andueza Palacios; luego adversa a Crespo, para terminar en el exilio. A la muerte del caudillo de Parapara regresa y se pone al lado de Andrade para enfrentar el levantamiento triunfal de Castro, ganándose la prisión y el exilio. A partir de entonces, el derrocamiento de la dictadura Restauradora – expresión más procaz de la indignidad de un gobernante- se convertirá en el objeto supremo de su existencia. El fracaso no lo arredra, en la convicción de que “los hombres como yo nunca quedamos en ridículo, pues en todo caso nos queda el camino de la muerte”, según afirma en un arrebato emocional desde el exilio en Trinidad. También promete, si es necesario, cruzar el mar a nado y llevar como arma una pica de madera fabricada por él mismo “con la madera de los bosques de Dios”. Así, un día, dejado de la mano de sus antiguos compañeros, que se arriman a la ubre suculenta del erario público, Antonio Paredes decide emprender, casi solo, su campaña final contra la tiranía, y en la madrugada del 4 de febrero de 1907 se embarca rumbo a tierra firme venezolana, con 13 idealistas como él. Seguramente, no con la conciencia de derrotar al opresor de su pueblo sino para consumar con la muerte el sacrificio final de sus ideales. Pronto tiene lugar la previsible derrota ante las superiores fuerzas del Gobierno, y Paredes sabe afrontar con pundonor el destino heroico que su progenie le ha legado como predestinación insoslayable. Era descendiente de conquistadores y próceres, y el 15 de febrero -en una oscura playa del Orinoco- cayó ante las balas asesinas de la dictadura, “sin patria, sin familia, sin fortuna…”. 94______________________________________________
_
________________________________________________
95______________________________________________
_
________________________________________________
PARA REFLEXIONAR
96______________________________________________
_
________________________________________________ ACERCA DEL ARTE DE LA ADULACIÓN En un país donde el arte de la adulación suele rendir tan generosa plusvalía, el halago y la reverencia hacia los superiores ha constituido una práctica de alta competencia desde la Primera hasta la Quinta República, sin solución de continuidad. Joaquín Crespo (“el Héroe del deber Cumplido”), Antonio Guzmán Blanco (“el Ilustre Americano”, Cipriano Castro (“el Siempre Vencedor, Jamás Vencido”) y Juan Vicente Gómez (“el Benemérito”), podrían tomarse como objetos emblemáticos de este menester a lo largo de nuestra Historia. Verdaderas antologías sobre el tema se podrían elaborar con sólo ojear la prensa desde los remotos días de nuestra Independencia (Recordamos la obra “Los felicitadores”, de Pedro María Morantes -Pío Gil-, en la que desnuda toda la podredumbre de los círculos laudatorios del nefasto “Cabito” que, entre francachelas y falsa retórica, malgobernó nuestro país a comienzos del siglo pasado). Al respecto queremos evocar una anécdota -leída posiblemente en alguna de las obras de Ramón J. Velásquezque bien podría ser tomada como modelo y ejercicio para aquellos que estén interesados en perfeccionar sus habilidades en este competido campo. Nos ha parecido un insuperable ejemplo de cómo obtener provecho del halago oportuno, aun en las condiciones más desfavorables: Uno de los mayores motivos de orgullo del presidente Antonio Guzmán Blanco era su parentesco –vía materna- con el Libertador. Cualquier referencia a esta circunstancia era sobrada razón para inflar al máximo el inmenso ego del Ilustre Americano. Cierto día, arrebatado por una de sus frecuentes explosiones de ira, había mandado llamar a uno de sus ministros, decidido a despedirlo ante la evidente ligereza en el tratamiento de un delicado asunto de Estado. 97______________________________________________
_
________________________________________________ - ¡Doctor Rodríguez: lo mandé a llamar para notificarle que está usted despedido por incompetente e irresponsable! - ¿Ppp...! - ¡Y no me replique nada! ¡Simplemente, apártese de ya mi vista, porque no lo quiero ver más ni en pintura! El doctor Rodríguez –viejo conocedor de los arranques y debilidades de su superior- dio la vuelta calladamente y se dirigió hacia la salida del Despacho presidencial. Sin embargo, al pasar frente al edecán de guardia, le comentó en voz perfectamente audible en toda la sala: - Hay que ver lo que es la sangre: ¡HASTA EN EL MAL CARÁCTER SE PARECE AL LIBERTADOR!... No había cruzado aún la segunda puerta, cuando ya era nuevamente Ministro... ¡Y con aumento de sueldo! Sin comentarios...
98______________________________________________
_
________________________________________________ “EN ESTE PAÍS YA NI LOS GALLOS PELEAN...” De nuestras asiduas lecturas de libros viejos, recordamos ciertas anécdotas que nos han parecido realmente espectaculares y por eso nos sentimos inclinados a compartirlas. Veamos algunas: Año 1654: Fray Mauro de Tovar fue obispo de Caracas por cerca de catorce años, y durante su episcopado se peleó hasta con las Siervas del Santísimo. Fueron tantos y tales sus conflictos con autoridades y paisanos, que su memoria se ha hecho imperecedera en nuestra Historia como símbolo de intemperancia y tozudez. Como es de suponerse, su controvertida gestión culminó en el traslado del prelado y el consecuente júbilo de los feligreses. Desencantado de su grey, fray Mauro aceptó abandonar a su desamada Caracas; pero al momento de tomar el camino que lo conduciría al puerto de La Guaira, se volteó con toda solemnidad hacia la ciudad, se descalzó las sandalias y, sacudiéndolas fuertemente, sentenció con viva voz: ¡DE CARACAS NO QUIERO NI EL POLVO... AHI SE LOS DEJO! Año 1891: Por presión del presidente Andueza Palacios, es aprobada una nueva Constitución que amplía el período presidencial de 2 a 4 años, y que el mandatario pretende poner en vigencia inmediatamente, desatando las protestas generales tanto de sus enemigos como de sus mismos partidarios. Ante las advertencias sobre los riesgos de guerra civil que podría ocasionar tal pretensión, Andueza se limita a comentar: “NO SE PREOCUPEN: EN ESTE PAÍS YA NI LOS GALLOS PELEAN... HAY QUE TRAERLOS DE PUERTO RICO”. Año 1902: 99______________________________________________
_
________________________________________________ En medio del mayor conflicto internacional que ha tenido nuestro país, una amenazadora escuadra franco-alemana bloquea el puerto de la Guaira, pretendiendo forzar el pago de la cuantiosa y demorada deuda que la nación tiene contraída con las mayores potencias del Hemisferio. En tierra, el presidente Cipriano Castro se mueve nerviosamente de un lado a otro, revisando los preparativos para la defensa del principal puerto del país. Los cañones –algunos de verdad y muchos de utilería- se alinean a lo largo de la playa tratando de impresionar al poderoso enemigo. De pronto, un nervioso tropel se encamina desde el puesto de comando hacia la posición del Jefe del Gobierno Nacional. El coronel Velazco, a cargo de las maniobras, llega presuroso y se cuadra verticalmente: Señor Presidente: acabamos de recibir un mensaje del Jefe de la flota enemiga solicitando una entrevista para hablar con usted... ¿Cómo es la vaina?... –bramó “El Cabito”, desconcertado y furioso-. Mire, Coronel, vaya y dígale a ese gran carajo que eso será en Europa; pero que aquí en Venezuela ¡LOS ENEMIGOS NO SE HABLAN!
100______________________________________________
_
________________________________________________ ACERCA DEL TRATO ENTRE LOS ADVERSARIOS Hace algunos meses un insensato y alto funcionario propuso por la prensa una campaña para inculcar en el pueblo venezolano el odio hacia cierto país vecino, como primera fase para la preparación de una hipotética guerra entre ambas naciones. A primera vista no luce fuera de lógica tal proposición: ningún incentivo mejor que el odio, para el combate contra el enemigo. Son numerosas, sin embargo, las historias de soldados contrarios que han hecho un alto en el combate para departir amistosamente con motivo de alguna fecha o acontecimiento de alta significación para ambos bandos. En Venezuela, desde la funesta “Guerra a Muerte”, las guerras civiles y las diferencias políticas han sido motivos de horrores incontables e inconcebibles entre seres humanos. Es insólita la manera como la diferencia de credo o ideología puede convertir en bestias irreconciliables a seres recientemente unidos por los más estrechos lazos de vecindad, de parentesco o, incluso, esponsalicios. Todo esto con motivo de un episodio que cuenta Oldman Botello en su biografía del doctor Roberto Vargas. Anécdota que muestra cómo, aun en medio de la barbarie que abunda en nuestra sociedad, también existen seres superiores capaces de honrar la naturaleza humana, el respeto a las ideas ajenas y la dignidad del adversario, incluso momentos antes de la hora de enfrentarse a muerte. Sucedió en el año 1921, durante el asalto de las fuerzas antigomecistas contra la plaza de Guasdualito en manos del Gobierno. Las comunicaciones entre los jefes enemigos – el guariqueño Emilio Arévalo Cedeño y el tachirense Benicio Jiménez- constituyen una verdadera lección de caballerosidad para los contendores políticos en esta hora aciaga que vive Venezuela. 101______________________________________________
_
________________________________________________ Veamos la misiva del caudillo llanero: “Señor General Benicio Jiménez Ciudad. Estimado general y amigo: Estoy aquí de nuevo, al frente de mis fuerzas, para reclamar la plaza cuya entrega nos ofreciera en la persona de nuestro comisionado el General Francisco Parra Pacheco, y la cual ha defendido usted con sus compañeros de armas de manera tan brillante y heroica (...) Ruego a Ud. contestarme, y mis saludos al Coronel Paredes Pulgar. Con toda consideración y estima me suscribo su amigo y compatriota que lo saluda, Emilio Arévalo Cedeño. Y ahora la respuesta del fiero jefe andino: Señor General E. Arévalo Cedeño Ciudad. Estimado General y amigo: Recibí su carta de hoy en la cual me pide la entrega de la plaza; lo cual no me permiten mis condiciones de soldado que sabe cumplir con su deber. Espero, pues, tranquilo, un nuevo ataque que Ud. ejecutará a esta plaza, donde están los mismos soldados animados del mismo espíritu que tuvimos con Ud. en combate anterior. El Coronel Paredes Pulgar retribuye a Ud. el saludo, como también mis demás compañeros de armas lo saludan. Su compatriota y amigo, Benicio Jiménez. Cuán lejos estas conductas de las que hoy vemos proliferar en el que hace poco era un país de gente amable y tolerante, que todo lo arreglaba con un chiste o una broma.
102______________________________________________
_
________________________________________________ SEMBRAR EL PETRÓLEO Hacia la primera mitad del año 1539, un anónimo funcionario de la administración colonial registró el primer envío, desde Cubagua a España, de un aceite mineral que los nativos llamaban “mene” y que utilizaban con fines domésticos y artesanales. Su mente no podía imaginar que, algunos siglos más tarde, esa oscura y maloliente resina del subsuelo sería el combustible que movería al mundo. Entrado el siglo XX, el oro negro que había reposado en las entrañas de nuestra tierra por millones de años, irrumpe violentamente en la historia venezolana desencadenando las más grandes transformaciones habidas en 400 años. La súbita riqueza generada por su explotación, transformará completamente la faz del país, desde el espacio geográfico hasta el alma espiritual de su gente, arrasando paisajes, instituciones, costumbres y modos de vida. Los campos de labranza se quedarán solos mientras oleadas de campesinos inundarán de ranchos y marginalidad las incipientes urbes nacidas al cobijo de la inesperada bendición que brota del subsuela. La posibilidad de ejecutar medidas de sanidad ambiental y domestica redundará en el incremento de los índices positivos de natalidad y mortalidad, por lo cual población experimentará una explosión cuantitativa y cualitativa sin precedentes. Y tras el auge demográfico vendrá el necesario desarrollo comercial e industrial para abastecer a una colectividad presta a incorporarse a la sociedad de consumo, luego de siglos de casi inanición. Las carreteras, los vehículos automotores y el auge de las comunicaciones, acortarán distancias gigantescas y enlazarán los extremos del país de uno a otro confín. Así llega a su fin la saga funesta de los caudillos regionales, se desvanecen las últimas “montoneras” y se abre el camino hacia la Democracia que, aunque siempre imperfecta, es el único sistema de gobierno susceptible de perfectibilidad. 103______________________________________________ _
________________________________________________ A casi una centuria del Zumaque I, nadie se atreverá a tachar de insensato a quien ose culpar a nuestro dadivoso “aceite de piedra” de todas las venturas y desventura actuales de nuestra nación. Del apacible país que conocieron nuestros abuelos, un inesperado prodigio geológico nos convirtió en la opulenta y agitada sociedad de “nuevos ricos” en la que hoy tratamos de sobrevivir. La antigua colonia de tercera categoría, abundante en nativos indóciles pero pobre en metales dignos de codicia, no tuvo el brillo seductor de los enclaves virreinales como el Perú, México o la Nueva Granada; ahora, empero, luce sus imprevista riqueza ante los ojos del mundo, pero sin que sus dirigentes hayan podido canalizarla efectivamente en beneficio integral de sus habitantes. Se cumplieron 100 años del nacimiento de Arturo Uslar Pietri, y su visionario llamado a “Sembrar el Petróleo” se percibe cada día más vigente. Entrado el tercer milenio, todavía la tierra venezolanas espera que la riqueza petrolera se convierta definitivamente en semillas, agroquímicos, maquinarias y créditos que nos permitan alcanzar algún día nuestra necesaria independencia alimentaria; que las factorías industriales se dispersen por todo el territorio ofreciendo oportunidades a nuestros desempleados, porque la base del bienestar es el empleo; que las escuela y los hospitales puedan brindar el servicio que nuestra gente se merece. Que algún día el país pueda enrumbarse con pasos firmes hacia los derroteros del progreso. Y que nos acostumbremos – como le escuchamos en cierta oportunidad a uno de los prototipos de hombres de empresa con que cuenta Venezuela, el Dr. Basilio Sánchez Aranguren- “a asociar la riqueza con el trabajo”, en vez de apoltronarnos a la espera de que un golpe de suerte o una dádiva del Gobierno nos dispense gratuitamente los medios para superar nuestras carencias existenciales.
104______________________________________________
_
________________________________________________ EL INMENSO PODER DE LOS MAESTROS Los maestros desconocen el inmenso poder que Dios les ha otorgado. Cada mediodía Emma Gabriela regresa de su colegio; almuerza, descansa un rato y, a las 3 en punto –sin falta-, se dispone a hacer sus tareas escolares, “porque mi maestra dice que, al llegar a la casa, debemos almorzar, descansar y luego hacer la tarea, sin dejarla para la noche”. Al comenzar a escribir la fecha, reiteradamente borra y vuelve a dibujar la “T” de Turmero, hasta lograr un verdadero arabesco sobre el palito de la letra, “porque mi maestra la hace así”. No hay poder supremo que la haga cambiar de parecer. Más adelante se enreda dibujando las partes de una planta, pero rechaza tajantemente mi intento por ayudarla, “porque la maestra dice que la tarea debemos hacerla los niños, y no los padres”. Finalmente, tiene que consultar en el diccionario el significado de varias palabras poco conocidas por ella. Casi terminando la consulta, se nos presenta un inconveniente: por mucho que nos esforzamos, no logramos descifrar su imperfecta escritura para saber cuál es una de las palabras asignadas; entonces le sugiero que deje así su tarea y que al día siguiente copie de alguna compañerita lo que le faltó por hacer… Mejor no: con toda la trágica determinación de una decisión de vida o muerte, me riposta: ¿Tú estás loco? Si no hago la tarea completa... ¡la maestra me mata! Y así todo el día y todos los días. Para bañarse, para cepillarse los dientes y para arreglarse. Para levantarse y para acostarse. Para el comportamiento en la casa y en la calle. Para el trato con su familia y con sus vecinos. ¡Porque así lo dijo la maestra! No sé si los hijos de ustedes han tenido la suerte de una maestra como la de Emma Gabriela (o como la de Mariana, quien solía preguntarme si su maestra no le podría dar clases, también, los sábados y los domingos), pero sí creo que son 105______________________________________________ _
________________________________________________ pocos los maestros que están conscientes de su inmensa capacidad para influir sobre el comportamiento de los niños a su cargo; sobre sus hábitos, sobre sus valores, sobre su vida. De otra manera no habría tanta falta de mística ni tantas huelgas. Lo más grave, sin embargo, es que el Estado venezolano tampoco está convencido del poder de ese maravilloso recurso que, de paso, es el único que puede ayudarnos a salir del marasmo en que nos han sumido muchas décadas de desidia. Sin la menor convicción, nuestros dirigentes pregonan que la educación es la base del desarrollo; que la crisis del país radica en la falta de valores morales de la población; que el preescolar es el fundamento de la formación de una persona; que “moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Pero, ¿dónde están las acciones concretas para vincular la palabra con la realidad? Mientras la educación básica esté supeditada al criterio de burócratas que nunca han estado en contacto con el fascinante pero complejo mundo de la escuela primaria, y mientras cualquier profesional frustrado pueda usurpar la vocación docente, serán muy escasos los niños que –como Mariana y Emma Gabriela- puedan beneficiarse del maravilloso don con que el Creador ha bendecido a los maestros.
106______________________________________________
_
________________________________________________
107______________________________________________
_
________________________________________________
VARGAS… SIEMPRE
108______________________________________________
_
________________________________________________ ALBERTO TALISE Y LOS 25 AÑOS DE “PROGRESO” Para el común de los mortales, el tránsito existencial está signado por la levedad de nuestra huella en la memoria de quienes nos rodean. Ciertos seres especiales, sin embargo, parecen tener la virtud de caminar con paso más firme entre sus semejantes, y así su trayectoria se hace perdurable a lo largo del tiempo. Conocí a Alberto Talise hace muchos años, en circunstancias propias de la juventud alegre y despreocupada. Luego compartimos las labores de la vocación docente en las aulas del inolvidable IDEM de ese gran amigo que siempre ha sido Tomás Gómez Pineda, en el también inolvidable Pasaje El Cristo. De esos ya lejanos días nos queda el recuerdo, también, de Efrén Rodríguez, Arnoldo Díaz Mejías, Domingo García, de Juan Alvarez Parodi, de Rubén Meleán, de José Francisco Trujillo y de muchos otros cuyos nombres se han ido diluyendo entre tantas remembranzas. Un día, llevado por el impulso de su inquieto ancestro semita, Alberto nos dejó y se fue a levantar tienda aparte por los lados del la esquinal de El Brillante. Allí sembró la simiente de su espíritu emprendedor, y el fruto de su esfuerzo le fue pródigo en satisfacciones, más espirituales que materiales, pero suficientes para colmar sus anhelos personales. Y en sus manos pudo palpar el fruto del trabajo voluntarioso en pos de un sostenido ideal de superación personal, de servicio a la sociedad y de amor a la gente, que siempre lo ha acompañado. Así nacieron el Instituto Politécnico Venezolano (IPV) y la revista PROGRESO. El instituto vivió grandes momentos, pero no pudo subsistir a los embates de un nuevo tiempo que se llevó por delante los sueños de muchos idealistas de una época más romántica y menos tecnológica. PROGRESO se convirtió, con el tiempo, en el reflejo de la cotidiana realidad de la tierra de Vargas, de su actividad económica y empresarial, y del acontecer social y político. Y 109______________________________________________ _
________________________________________________ también en el vocero de las inquietudes de su gente, muchas veces olvidada de la mano de Dios pero siempre luchadora y, como ninguna otra, abierta a la amistad y la alegría; negada a convertir en inhumana ciudad a ese alargado “pueblo grande” que sigue siendo el Litoral desde Catia La Mar hasta Naiguatá. Muchos años más tarde, me encuentro con Alberto Talise en una caminata por el Paseo de Las Delicias de Maracay. La insólita tragedia del 99 lo aventó hacia estos parajes, de la mano solidaria de unos parientes aragüeños. Tal vez como un monumento al trabajo honesto, esforzado y desinteresado, la Quinta “Yamarnaty” quedó en pie en medio del tétrico paisaje de Los Corales. Golpeado por el infortunio y añoroso del inigualable calor humano guaireño, Alberto decide volver a comenzar como la primera vez: de la nada; con el único capital de su gran corazón y su férrea voluntad. Seguramente las energías han mermado y el espíritu se resiente; pero la naturaleza humana está hecha para los retos, y la vida no nos da alternativas: luego de las grandes derrotas deben venir las grandes victorias. Por ello el 25ª aniversario de PROGRESO tiene el significado especial de la capacidad de ciertos seres para afrontar la adversidad, de levantarse tras la caída, para seguir sirviendo a un pueblo que todavía vive y lucha, y que pronto dejará atrás los amargos recuerdos de la tragedia, para renacer de entre los escombros y volver a brillar con ese optimismo, con esa alegría, con esa gentileza, que constituyen sello indeleble de la gente de Vargas.
110______________________________________________
_
________________________________________________ CRÓNICAS DE MAESTROS Por suma gentileza de Efrén Rodríguez y Alberto Talise, de vez en cuando llega hasta nuestras manos un breve y sencillo cuadernillo “de carácter artesanal” titulado “CRÓNICAS DE MAESTROS” y destinado a preservar y difundir la memoria de los hombres y mujeres que dedicaron su vida a la noble tarea de la docencia en lo que es el actual Estado Vargas. La extrema sencillez de la publicación no logra menoscabar la grandeza de su propósito ni puede mitigar la intensa conmoción emocional que nos produce ver resurgir ante nosotros las imágenes, ya lejanas pero siempre apreciadas, de seres con quienes tuvimos la suerte de compartir una inolvidable parte de nuestra existencia, plena de vivencias insuperables, de ideales compartidos, de pasión por la enseñanza y, sobre todo, de fraternidad indeclinable por encima de cualquier consideración personal. El compañerismo era la piedra angular de la relación profesional, y la competencia -que la había en grado sumo- era por la calidad de la enseñanza que queríamos dar a nuestros discípulos. Muchos de ellos se han ido, lamentablemente, a rendir las inevitables cuentas que nos impone el Creador. Su memoria, sin embargo, permanece entre nosotros, plena de amables añoranzas que permiten mitigar el pesar de la ausencia. La nostalgia nos abruma al recordar nombres tan lejanos en nuestra memoria como el de Rosina de De Faria, alma y motor de cualquier actividad social en remotos tiempos de la “Emilio Gimón Sterling”, largos tiempos ha; Armando Rojas, sensible hombre del mundo de las artes, que fue otro de los primeros colegas que vimos partir; después supimos de la ida de Carmen de Izzo, de Pedro González y del inefable Primitivo Blanco, con quien numerosas veces nos encontramos en su bucólico retiro de La Sabana para recordar sabrosos tiempos remotos. Ahora, en momentos de remembranza, nos preguntamos qué habrá sido de Domingo Higuera (¿Seguirá todavía con su cuatro y su “Tucusito”?), y dónde se habrá metido el compadre Héctor Calles con su indetenible trajinar entre la política y la voluntad de servicio. De quien sí sabemos es de Tomás Gómez Pineda, “genio y figura” desde los tiempos de la Academia IDEM en el Pasaje El Cristo , y de Rosa Margarita Ugueto y Carlos Coll González, quien ha consumado el anhelo cimero de todo buen margariteño al retirarse a la placidez de su amada Isla; por donde también sabemos que anda el inefable “Cheíto” Silva. 111______________________________________________
_
________________________________________________ De los inolvidables años del “José Damián Ramírez Labrador”, la memoria nos habla de quienes nos fueron dejando demasiado temprano, como Sonia de Araoz, José Pérez Chirinos y Alfredo Muro. También, de Federico Ortega y de ese binomio de la chanza permanente que constituyeron Gustavo Olivares y Frank Velázquez. De ese maestro de generaciones que fue Alfredo Zamora Torres. Y quisiéramos tener noticias de Horacio Yánez González, de Mauro Rigal, de Gisela Caballero… y de tantos cuyos nombres se han diluido en el olvido propio del tiempo, pero que seguramente continúan dando lecciones, con el ejemplo de sus dignos años, por esas agobiadas calles de Vargas. Una de los grandes satisfacciones de colaborar en la páginas de Progreso, es sentir la cercanía espiritual de Alberto Talise – ejemplo también de esos seres que encontraron en la docencia la mejor manera de ser útiles a la sociedad-, de Ramón Mago Ferrer, de Ignacio Meneses, de Régulo Flex, de Rubén Meleán, y del inigualable calor humano de Efrén Rodríguez; todos ellos emparentados de una inalterable devoción por esa estrecha franja de geografía que se vuelca hacia el mar desde las alturas de Carayaca hasta los apartados poblados de “La Costa”. Como en una desleída película muda de color sepia, desfilan por nuestra mente, en confuso tropel, nombres e imágenes que en su momento formaron parte de una etapa trascendental de nuestra vida, y que entregaron lo mejor de sus facultades para contribuir, con pasión y mística, a la formación de la juventud varguense: Encarnación y Eva Poleo, Gladys Pérez, Eduardo Aguilar, Pedro Jesús Escobar, José Rovira Pando, Pedro Ramòn Alvarado, Ricardo Carmauta, Arnoldo Díaz Mejías, María de Rojas, Africa Gutiérrez, José Natividad Caraballo, José Espín, Demetrio Jorge, Francisco Mota, Armando Lovera, Juana Pineda, Flor Aguilar, José Buenaventura Rondón, Francisco Alonso, Domingo García, Francisco Camacho, Eduardo Regalado, Gaetano Bonsignore, y un extenso etcétera de nombres que quisiéramos recordar porque corresponden a colegas de nuestra más grata recordación; sin embargo, nuestra memoria tiene que resignarse a la indeseada omisión que nos impone el inclemente paso del tiempo. Nos ha conmovido profundamente esta laudable labor de la Asociación Civil “INTEGRACIÓN Y SOLIDARIDAD”, capitaneada por Juan Alvarez Parodi, quien se merece nuestra mayor consideración por su empeño en mantener vigentes los valores de la vocación y la mística docentes que, sin duda alguna, escasean ahora por estos mundos de Dios. 112______________________________________________
_
________________________________________________
TEMAS DEL ALTO LLANO Maracay – Venezuela 2009
113______________________________________________
_