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LA FIRMA DIGITAL / Esther Riveroll

ESTHER RIVEROLL

ZONA DIGITAL

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La firma electrónica, que en América Latina se ha ido implementando poco a poco, es pieza clave para signar contratos a la distancia, ya que brinda seguridad y confianza a los documentos electrónicos, sin importar desde qué medio se envíen.

Con la pandemia de Covid-19, las restricciones en materia de distanciamiento social en Latinoamérica y en el mundo han obligado a las empresas a reinventarse, a incrementar el uso de tecnologías disruptivas y a buscar nuevas formas de trabajo a distancia, con el objetivo de generar relaciones comerciales seguras.

Después de declarado el confinamiento, el home office se volvió parte de la normalidad laboral y, a la par, desencadenó problemáticas en cuestión de seguridad electrónica.

En materia de documentos, las compañías empezaron a hacer mayor uso de la firma electrónica a fin de autentificar los acuerdos o contratos para establecer relaciones de confianza con sus clientes.

Si pensamos en el caso de los trabajadores, a ellos les permite firmar documentos en todo momento, desde cualquier parte del mundo, en cualquier dispositivo y de manera segura.

Y a las compañías les da la posibilidad de agregar una firma digital a un documento, con lo cual pueden comprobar la identidad y autenticidad del remitente de forma rápida y sin estar presentes físicamente.

Además de promover la reducción del uso del papel, la firma electrónica permite rastrear archivos y verificar los procesos administrativos. Lo anterior disminuye fraudes electrónicos y permite brindar un servicio más eficiente en el ámbito financiero, cuidado de la salud y gubernamental, entre otros.

Actualmente, existe un mecanismo para aplicar la firma electrónica denominado smart contract o criptocontrato, cuyos datos están encriptados y permite simplificar procesos gracias a la eliminación de intermediarios.

Además, ahorra costos al usuario, promueve mayor seguridad de la información, define y cumple automáticamente las reglas relacionadas con un acuerdo, por lo que tiene el poder de determinar si un activo es destinado a una persona o empresa o si debe ser devuelto a quien lo originó.

Por otra parte, el smart contract hace uso de la tecnología de blockchain para almacenarse, con lo cual se pueden llevar a cabo transacciones comerciales en las que no se requiere de un tercero para firmar un contrato. Todos los documentos van encriptados y la información está validada en varios bloques, entre otras ventajas.

Para 2022, en Latinoamérica el 20% de los servidores encriptará los datos en reposo y en movimiento en la región latinoamericana, de acuerdo con IDC. También prevé que más del 20% de las alertas de seguridad serán manejadas por automatización basada en Inteligencia Artificial, y más de 5 millones de personas contarán con identidades digitales basadas en blockchain.

A nivel mundial, el blockchain también promete un gran crecimiento. Según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), en un estudio llamado Building Value with Blockchain Technology: How to Evaluate Blockchain’s Benefits, el gasto mundial en soluciones de blockchain ascenderá a más de 12,400 millones de dólares para 2022.

Bajo esa base, la firma electrónica y los contratos inteligentes, apoyados por el blockchain, tienen un futuro muy promisorio en América Latina y en el mundo. Por ende, será importante capacitar al personal sobre el uso de estas tecnologías, así como fomentar entre los clientes el manejo de documentos digitales encriptados, con la promesa de seguridad y confidencialidad más allá de la firma autógrafa.

LA FIRMA DIGITAL

LAS COMPAÑÍAS EMPEZARON A HACER MAYOR USO DE LA FIRMA ELECTRÓNICA”

FUNDADORA Y DIRECTORA GENERAL DE ALLDATUM BUSINESS

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