Agricultura urbana: ciudades con sentido

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Agricultura Urbana: ciudades con sentido por: Santiago Oria Probert  fotos: Cortesía Huertos Concretos

La agricultura urbana es una idea confusa, quizá por la lejanía que estos dos conceptos parecen tener de acuerdo a percepciones tradicionales: la ciudad y el campo como escenarios opuestos, el agricultor estereotipado que no encuentra lugar entre el concreto. Sin embargo, la necesidad de agrupar estos dos mundos en un mismo espacio es hoy, más que nunca, imperante en la transformación y creación de las nuevas urbes.

Es muy probable que todos aquellos que habitamos la Ciudad de México o alguna otra de las ciudades superpobladas que hay en el mundo, hayamos notado un constante aumento en la densidad de población. Cada vez más gente está llegando a las grandes urbes y es probable que pronto, muy pronto, el mayor porcentaje de la humanidad se encuentre en muy pocos centros residenciales. Si bien es cierto que nos hemos ido acostumbrando a vivir apretados, para que en los próximos años funcione una ciudad con semejante aglutinamiento se requieren nuevas medidas de sustentabilidad. Sistemas que incluyan la protección del medio ambiente, que aseguren nuestras necesidades fundamentales de alimentación y que sean capaces de proveer salud y bienestar para los habitantes. Integrar la agricultura, siempre pensada tan lejana a nuestras rutinas y placeres citadinos, se está consolidando como una pieza clave en la conformación de estas nuevas capitales. Es momento de pensar ciudades como centros productores de alimentos, para lograrlo, asimilar el término Agricultura Urbana es fundamental, ya que nuestro camino natural nos dirige a esta práctica. Aunque en 9 8 | la revista

ciertos momentos podemos pensar esta actividad como una moda, una tendencia pasajera, aquellos que se han involucrado con el fenómeno y muchos investigadores alrededor del mundo han comenzado a demostrar los beneficios de las azoteas verdes, de los huertos desde el concreto, con resultados medibles y cuantificables que pasan desde la economía y la salud hasta mejorías en nuestra comunidad. Comencemos por explicar las consecuencias de nuestros sistemas actuales. Si bien no hay reemplazo posible para el trabajo en el campo, la agricultura, tal como funciona hoy en día, en la cual se da prioridad a ciertos cultivos y se abandonan otros, en el cual los ciclos de la tierra muchas veces no se respetan y se sobreexplotan, al que pocos quieren dedicar su vida por vivir el sueño urbano, está cerca de la extinción. La cantidad de CO2 que se está generando en las ciudades supera por mucho la capacidad de sanación del medio ambiente que es posible conseguir. La falta de acceso a alimentos frescos, naturales, está diezmando la salud de la población, incapaz de contar con los nutrientes suficientes para mantener un ritmo de vida acelerado. Es claro que debemos cambiar, aunque ciertamente no es un camino fácil. Los cambios culturales deben empezar en las escuelas, en los niños, quienes entienden más fácil la nueva necesidad. Desde hace varias generaciones


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no tenemos contacto directo con nuestros comestibles mientras están vivos, los conocemos una vez que están ya procesados y esa falta de cercanía muchas veces se traduce en poco respeto por nuestros alimentos, ya que estamos comiendo entes extraños, lejanos y muy probablemente procesados artificialmente. En escuelas de todo el mundo, algunas de ellas en México, ya se comienzan a implementar programas de educación que incluyen la creación de huertos como parte de la enseñanza y promoción de estilos de vida saludables. En los huertos que crean y cuidan los niños, se produce una parte de los alimentos que ellos mismos consumen al tiempo que se van explicando los beneficios de la agricultura urbana. De la misma forma en que las escuelas se están acoplando a nuevas medidas, casas particulares, restaurantes, oficinas y unidades habitacionales deben convertirse en centros de salud y sustentabilidad. Las comunidades deben juntarse para crear jardines comestibles incluso en parques públicos. Los pequeños negocios deben comenzar a ofrecer este tipo de productos a sus consumidores. Los entusiastas del fenómeno deben también convertirse en emprendedores de modelos comerciales que respalden su afición. Los dueños de propiedades tienen que entender el aumento del valor comercial de sus casas o edificios cuando está integrado a la agricultura urbana.

Beneficios para la economía

Pueden ser encontrados en cualquier escala, desde ahorros en el presupuesto para el hogar, hasta un aumento en la plusvalía de los inmuebles (el valor puede aumentar hasta en un 15%). Un buen concepto y desarrollo se puede convertir en una oportunidad de negocio que involucra a toda la comunidad inmediata por medio de generación de empleos. En la Ciudad de México se ofrece una reducción del impues10 0 | la revista

to predial en un 10%, según las recientes medidas para favorecer la naturación de Azoteas promovidas por la semarnat. Se reduce hasta un 40% del coste energético asociado a la climatización, ya que el sistema mejora el comportamiento térmico del edificio, etcétera.

Beneficios para el medio ambiente

La generación de espacios verdes provoca, por consecuencia, la captación de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales Gases de Efecto Invernadero (GEI) responsables del calentamiento global. Al mismo tiempo combaten el efecto “isla de calor” característico de las urbes, en las cuales los edificios absorben la radiación solar y después la emiten en forma de calor, haciendo que las ciudades tengan temperaturas por lo menos 4° C más altas que las zonas circundantes. Las nuevas áreas verdes enfrían el ambiente al liberar el vapor de agua retenida en el sustrato y en la vegetación. La retención de hasta el 80% del agua de lluvia, causante de la saturación del sistema de drenaje de la ciudad, reduce los costos de depuración de aguas residuales y regula la humedad en la zona. Además, una mejor integración de los edificios en su entorno mejora el confort visual de la zona.

Beneficios para la comunidad

Está demostrado que la agricultura urbana es un motor importante en la integración de comunidades, cuyas consecuencias directas son disminución en el crimen, realización de eventos sociales, rescate de áreas comunes e incluso mejoras emocionales en los individuos que están en contacto con el área verde creada, provocando una estimulación positiva de los sentidos y otros beneficios psicológicos. El trabajo de huertos urbanos en comunidad es una gran oportunidad para tejer una red social en los barrios, esfuerzo derivado del fomento de intereses comunes.

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A g r i c u lt u r a U r b a n a : c i u d a d e s c o n s e n t i d o

Beneficios para la salud

En principio, las personas consumen alimentos libres de pesticidas, más sanos y nutritivos, pero también se genera una psicología emotiva al contactar con los alimentos vivos. De igual forma, se ha comprobado que cuidar de un huerto o jardín urbano mejora la capacidad física y reduce el estrés. En una macrovisión, el control de nuestros alimentos básicos permite regular nuestra salud. Al mejorar el medio ambiente los beneficios respiratorios y de control de enfermedades son notables.

Huertos Concretos

Al ser un tema tan reciente, las dificultades para aprender a instalar y cuidar un huerto urbano pueden representar el primer gran desafío. Sin embargo en nuestro país ya existen despachos especializados en agricultura urbana, capaces de ofrecer cursos de inducción a particulares, diseñar programas escola-

res e incluso influir en la generación de políticas públicas. Uno de ellos, Huertos Concretos, comenzó a funcionar en 2007 de la mano de Lily Foster y otros agroecólogos, diseñadores, arquitectos y urbanistas preocupados por el futuro de las ciudades. Su especialidad: ingeniar sistemas de producción que logren una agricultura altamente productiva en un mínimo de espacio. Con la intención de generar un mayor impacto, su enfoque está en el sector restaurantero e inmobiliario, a través de los cuales buscan generar un cambio tangible y concreto en la cultura cotidiana. Hablamos con Lily y esto fue lo que nos explicó: “Sembrar huertos como un concepto de negocio instiga una cadena de valor local que alimenta una economía emergente de empleo, verde. A través del simple acto de incorporar un huerto en la azotea, en el patio o sobre el muro de tu negocio participas en la dinamización de una economía local

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ligada a la incorporación de diferentes sectores empresariales”. Sus proyectos se han implementado en espacios tan diversos como Oaxaca, Tulum, Los Ángeles, San Francisco, Nueva York, Río de Janeiro, Santiago de Chile, Honolulu y el Estado de México, pero es en el Distrito Federal donde ha florecido su proyecto al trabajar directamente con la SEP en la implementación de programas piloto en escuelas y en la transformación de políticas públicas. Al mismo tiempo, ofrecen en su portafolio una gran cantidad de talleres dirigidos a particulares (niños y adultos), restauranteros y administradores inmobiliarios, en los cuales explican los beneficios de la agricultura urbana, te ayudan a construir tu propio huerto, te explican como mantenerlo de acuerdo a necesidades particulares e incluso te pueden vender las macetas, kits de control de plagas, semillas y otros enseres necesarios. 101


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