Manuel Arango. La empresa de la generosidad

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Manuel Arango

La empresa de la generosidad

por: Santiago Oria Probert fotos: Cortesía de Manuel Arango

Manuel Arango lleva más de medio siglo cosechando éxitos empresariales y filantrópicos. Sorprende saber que el secreto detrás de ellos no radica en un modelo de negocios o en recetas profesionales, sino en la más fina convicción en sus ideas, pasiones y perspectivas comunitarias. 31


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Sentarme en la oficina de Manuel Arango y conversar con él fue para mí un regalo. No importó que una tremenda tormenta eléctrica, de esas que han caracterizado octubre en la Ciudad de México, azotara las ventanas con su luz y con su sonido, pues la claridad en sus ideas y la total convicción que tiene sobre sus creencias resultaron aún más imponentes. Para aquellos que no están familiarizados con este personaje, podríamos presentarlo como filántropo, economista, emprendedor, documentalista o ambientalista, pero él prefiere considerarse, por formación, a sí mismo, un empresario, “aunque por deformación, culpa de mis intereses en los últimos 30 años he estado muy poco involucrado con las empresas de mercado y cada vez más cerca de las industrias creativas y de beneficio público desde lo privado”. Y vaya que ha aprovechado estas tres décadas. Entre los proyectos que ha comenzado y desarrollado se incluyen varios que sin duda han cambiado nuestra percepción del bien común y transformado nuestro entorno. El primero que le vino a la memoria fue Fundación Xochitla, “una realidad que se inició hace 25 años. Es un parque ecológico. Setenta hectáreas donde trabajan 140 personas de planta y donde hay infinidad de proyectos ambientales y de educación”. A partir de este primer recuerdo Manuel Arango comienza a recapitular éxitos, programas, alianzas y anécdotas con la efusividad que sólo alguien que disfruta su trabajo puede hacerlo. 32 | la revista

Hablamos también sobre los premios Compartir, que reconocen a las organizaciones que procuran igualdad y armonía social, y sobre el Caracol de Plata, el cual lleva doce años procurando que las empresas incluyan anuncios de beneficio social dentro de su publicidad: “el impacto positivo que se puede conseguir en 30 segundos es capaz de cambiar la vida de una persona. La idea es que cada vez más empresas hagan este tipo de mensajes y se beneficien tanto ellos en imagen como también la sociedad en general”. El común denominador de estos esfuerzos destaca por la importancia que él deposita en la difusión en los proyectos sociales, fundamental en nuestro crecimiento como sociedades. Así llegamos a hablar sobre el Centro Mexicano de la Filantropía (Cemefi), que él fundó y cuida con especial cariño. Por decirlo en pocas palabras, “ese proyecto está muy cerca de mí”. A 30 años de su inauguración, él ya no es parte de la operación, es presidente honorario y a partir de esa posición promueve “la participación de las personas para donar su tiempo y su talento en cualquier tipo de proyecto, desde legislación hasta voluntariado”. Con el Cemefi uno de sus principales logros fue consolidar el tema de la Responsabilidad Social Empresarial, la cual “no es

ponerte un sello de calidad, sino que puede convertirse en una forma de hacer negocio, puede generar dividendos el hacer un bien común”. Manuel acepta que el concepto todavía está en proceso de crecimiento en México, y que no estamos al nivel de otros países, como Estados Unidos, en cuanto a su aplicación y conocimiento, pero “poco a poco las empresas se van a dar cuenta de que independientemente de la medalla les reditúa, ya que incluso como consumidores — que hoy en día tenemos mucha información — , le vamos a dar prioridad a las empresas o a los productos cuya imagen y contenido vaya de acuerdo a nuestra formación. Una empresa que goza de una buena imagen cosecha ventajas de ella”. Sin embargo, aclara, “ser Empresa Socialmente Responsable no significa que ésta hace todo bien, sino que tiene la política de ser lo más responsable posible”. Los resultados de este esfuerzo se confirman: “¡Está demostrado! Normalmente coinciden, a final del año, las empresas que tienen los mejores resultados económicos con las más responsables. Cuando los parámetros se toman con seriedad los empresarios tienen obligaciones y los consumidores más información. Si no es por convicción al menos que lo hagan por conveniencia”. El término ahora está mejor posicionado,


EL PERFIL: MANUEL ARANGO

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“NORMALMENTE COINCIDEN, A FINAL DEL AÑO, L A S E M P R E S A S Q U E T I E N E N L O S M E J O R E S R E S U LT A D O S ECONÓMICOS CON L A S MÁ S RESPONS ABLES. C U A N DO LOS PA R Á M E TROS S E TOM A N CON S E RIE DA D LOS EMPRES ARIOS TIENEN OBLIGACIONES Y LOS CONSUMIDORES MÁ S INFORMACIÓN.”

Fundación Xochitla

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“ TODA P E R S ON A DE N TRO DE S US C A PA CIDA DE S PUEDE TENER UNA GRAN IDE A O SUMARSE A UNA GR A N IDE A . LO IM P ORTA N T E E S IR M Á S A L L Á DEL EGOÍSMO Y ABANDONAR L A S COSTUMBRES Y P E N S A MIE N TO S N EG AT I V O S Q U E E S TÁ N TA N ARRAIGADOS EN NUESTRA SOCIEDAD.” “pero la lucha por incluir empresas de todo tamaño y ramo toma tiempo, porque se trata de educar y hablar de responsabilidad moral y de beneficios compartidos. Si el entorno en el que vivimos se descompone, ¿de qué te sirve tener una empresa de éxito? El entorno lo hacemos todos, no es nada más cumplir con la ley y pagar impuestos y que los demás hagan lo que quieran, aunque cada vez son menos los que piensan así. La labor consiste en inculcar el tema de la responsabilidad social como parte integral de cualquier empresa que quiera competir y, por supuesto, triunfar a largo plazo”. También hay que considerar que “la gente se informa a una velocidad enorme y comparte su información, la sociedad aprendió a ‘castigar’ la irresponsabilidad empresarial”. El tema de la procuración del bien común, por otro lado, no corresponde nada más a las empresas, “a todos nos corresponde lo mismo. Primero nos preocupa nuestro estatus personal y familiar. Comida, vivienda… pero esta situación no excluye que podamos hacer algo. La filantropía no es sólo para que los ricos donen, eso es una parte pero no lo más importante. Lo más importante es donar tu tiempo, talento y trabajo para beneficio más allá de lo personal y eso lo puede hacer cualquiera, sin importar los recursos que tenga. Es compartir algo de tu tiempo en beneficio de los demás. No importa a qué nivel pero hay que compartir. Si todos hiciéramos algo habría una mejoría enorme. En cambio, si nos detene34 | la revista

mos a pensar qué hace el mercado o el gobierno, no llegaríamos a ningún lado”. En ese tono explica que los ciudadanos, al igual que las empresas, tenemos que hacer algo más, no nada más cumplir con la ley y hacernos ojos ciegos cuando vemos injusticias: “Un ciudadano responsable va más allá y a partir de su talento y esfuerzo piensa en mejorar su entorno y el de su comunidad”. En este momento de la conversación, ya alejados de los proyectos tangibles y aterrizando los quehaceres personales, Manuel salta, maravillosamente y sin previo aviso, al mundo de las ideas, “Todos tenemos que tener ideas, es un problema de creatividad. A lo mejor al principio no tenemos el capital para desarrollarla pero si es buena, toda idea recibe el apoyo o el dinero que merece”, palabras que nos remiten a los múltiples proyectos de crowdfunding [proyectos que se logran con fondos solicitados al público] que se realizan y que se refuerzan con la explicación que nos dio a continuación: “Toda persona dentro de sus capacidades puede tener una gran idea o sumarse a una gran idea. Lo importante es ir más allá del egoísmo y abandonar las costumbres y pensamientos negativos que están tan arraigados en nuestra sociedad”. Poco a poco nos seguimos adentrando en territorios más íntimos de la condición humana y mientras la tormenta amainaba, temas como cultura, sociedad y pasión comenzaron a hacerse presentes. “Aunque la tendencia en el mundo es mejor ejercicio,

mejor dieta, no a las adicciones, debemos crear una cultura, hacerla evolucionar, no ser parte de una regresión. Lo importante es saber qué hacemos. No se trata de andar predicando, sino de ser conscientes del bien de todos, lo que además te hace sentir mejor como persona, te hace sentir satisfecho”. Y para sentirse satisfecho, para dormir tranquilo nada como regalar el tiempo, “la filantropía no sólo se trata de dinero, es amor a la humanidad. Y el tiempo es lo único que no se repone. Cuando se va ya no regresa”. Manuel hace notar que precisamente por eso es importante, por ser un bien que no podemos recuperar pero en el cual podemos depositar todo nuestro talento y habilidades, por ser la última expresión de la caridad y donación que comenzó hace siglos y que hoy en día está viviendo una etapa importante de transformación y consolidación. Finalmente, impresionado por los reconocimientos, logros, éxitos profesionales y humanos que ha conseguido (en su escritorio incluso luce un premio Oscar de la Academia, el cual consiguió por su trabajo como productor del documental Centinelas del Silencio, en 1971), le pregunto dónde encuentra la motivación para seguir con su labor. Su respuesta fue sencilla e implacable: “No estoy en la filantropía por caritativo, ¡es mi pasión! A mis 78 años es lo que me mantiene vivo. Estoy totalmente convencido de que no hay nada más maravilloso en esta vida que tener una pasión por algo, y más si esa pasión beneficia a la sociedad”.


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