David Bailey fotografiando a Moyra Swan.
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Fotografía de moda: revisiones artísticas y sociales por: Santiago Oria Probert
El universo del arte quizá nunca encontrará tan buen medio para llegar a un público masivo como a través de la moda. Históricamente, esta conjunción ha sido capaz de mostrar épocas y realidades, sentires y deseos, con la perfección documental que sólo la fotografía, con su lenguaje único, puede comunicar.
Más allá de funcionar como un escaparate para las nuevas ideas y productos dentro de la industria de la moda, la fotografía especializada en ella ha funcionado como un mecanismo que cristaliza eras, convirtiéndose en un documento que nos presenta no sólo la evolución en el estilo al vestir, sino los reflejos de la sociedad en sus gustos, tendencias y, sobre todo, aspiraciones. Así, la moda como tal, la industria del vestir, en muchas ocasiones quedó relegada a ser un pretexto para la provocación, una justificación para la creación artística, una excusa para la representación. Para poder entender este proceso de configuración de imágenes y actitudes, es necesario regresar en el
tiempo, identificar las diferentes transformaciones y la intención de sus creadores, conocer de cerca a los protagonistas más innovadores, aquellos que se arriesgaron a cambiar las formas tradicionales de la fotografía, del arte y de una industria que en su función, más allá de cubrir nuestros cuerpos desnudos, es en sí un medio de comunicación que grita en sus aspiraciones, en sus deseos y en la eterna búsqueda, tan común en nuestros tiempos modernos, de personalidad. Antes de arrancar, debo citar el libro de Concha Casajus Quiros, Historia de la fotografía de moda (Aproximación estética a unas nuevas imágenes), ya que las divisiones temporales que utilizo, así como gran parte de la información recabada, se aproximan a esa publicación. Ahora sí, vayamos a los comienzos, que en un estricto sentido son más las causas que dieron origen al fenómeno. 71
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Adolphe Braun.
Imaginando el fenómeno
A partir de 1850 y a pesar de que los usos de la fotografía de moda no eran comerciales, ya existían como documento. Sin embargo, estas imágenes tardaron casi medio siglo en ser incluidas en prensa como parte de una estrategia de promoción en establecimientos o productos. Uno entre los hombres notables, precursores de la industria, responde al nombre de Adolphe Braun. Su hazaña: crear un libro de fotografías para Virginia Oldoni, una mujer noble dentro de la corte de Napoleón III. El resto de fotografías tomadas en la época entrarían más en la categoría de “alfombra roja”, es decir, imágenes de eventos sociales, y en algunos casos documento para diseñadores, como M. Word, quienes documentaban cada una de sus creaciones.
El arte de la moda
Los principios del siglo XX y hasta algunos años después de La Gran Guerra están marcados por una nueva estética e importantes avances tecnológicos en lo que se refiere a fotografía (gracias Sr. George Eastman). A esto se suma un cambio psicológico importante en la sociedad europea, cansada de la guerra y reorganizando sus prioridades. Como es normal suponer, la industria de la moda no fue una prioridad durante algunos años, su evolución se concentra en la practicidad más que en la plasticidad y cuando se intentó reposicionar con su carácter sofisticado las cosas no fueron fáciles. Fueron los años de Coco Chanel, una fiel 72 | la revista
Barón Adolf de Meyer.
creyente de que la elegancia habita en la libertad de movimientos. Los años en que Alfred Stieglitz renovó el lenguaje de la fotografía. En que Man Ray revolucionó la técnica para capturar imágenes y las convirtió en arte. En que la fotografía de moda se consolidó como fotorreportaje y trascendió su valor como documento Un personaje interesante de estos años es el Barón Adolf de Meyer, quien tenía ideas sumamente claras sobre la fotografía, sobre el uso de la luz y de los espacios, pero quien tiene un valor especial pues integró estos nuevos conceptos
en el discurso y estética del arte dentro de la fotografía de moda. ¿Cómo lo hizo? Fue contratado por Condé Nast, entonces propietario de Vogue, una pequeña publicación de modas en Estados Unidos que en ese entonces comenzaba su renovación. Ahí integró sus ideas, inspirando a gente como Cecil Beaton, quien a la postre le dedicó estas palabras: “Inventó un nuevo universo, un mundo de agua destellante bajo la luz del sol, de luces de luna y de velas, de nenúfares en vasos de cristal, de tejidos y de gasas, de brillos nacarados y destellos de sol filtrados a través de ramas en flor”.
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Tiempos modernos
La fotografía entre guerras. Si bien el modernismo se desarrolló antes en otras artes, tuvo un ingreso tardío en el mundo de la fotografía. Una forma sencilla de entender esta tendencia es buscar sus diferencias con la pintura, de constituirse como lenguaje y renovar su estética. Los fotógrafos de la época buscaron crear imágenes imposibles de conseguir con pinceles. Para explicar el fenómeno, nada mejor que la obra de Edward Jean Steichen, un fotógrafo obsesionado con la nitidez de los objetos, con los contrastes, con una visión realista del entorno. Su búsqueda de perfección artística en algún momento lo ubicó detrás de una cámara y frente a Isadora Duncan. Estas sesiones, así como las que realizó con una discípula de ésta, Thérese Duncan, fueron su primera aproximación al universo de la moda —que más tarde conquistaría. Estos retratos carecen de elementos ambientales distractores y se centran en las mujeres, en las figuras, sin sentimentalismos pero con equilibrio, con movimiento, con naturalidad. Steichen logró definir un nuevo estilo que tiene la intención de deslumbrar al espectador, de tener un impacto. Así, comenzó a jugar con los gestos de las modelos, con sus actitudes, cambiándolas de manera artificial para mantener su naturalidad. Son las primeras muestras de personalidad de quien retrata y es retratado. Vale la pena también mencionar al ruso Alexev Brodovitch, quien gracias a su formación como diseñador gráfico logró incluir nuevos conceptos en la fotografía, a la cual revolucionó con conceptos de profundidad, ilusiones ópticas y usos creativos
Gloria Swanson por Edward Jean Steichen.
en el color. Él, además, tenía ideas comerciales y publicitarias muy arraigadas, por lo que pudo explorar estas relaciones de manera mucho más profesional.
Parteaguas
Alexev Brodovitch.
A mediados de siglo, en tiempos de experimentación, de surrealismo, de innovación y de conflicto internacional, es fundamental hablar de la figura de Man Ray, un artista clave en la configuración artística de la fotografía de moda. Este personaje podría considerarse un “alma libre”, debido a su cuasi nulo respeto por las formas tradicionales y su deseo constante de innovación, características que marcan su obra. Así, saltaba de técnica en técnica siempre procurando perfeccionar algo nuevo. De esta forma se topo con la fotografía y la adaptó para fines muy particulares, “pinto lo que no puedo fotografiar, los productos de la imaginación, y fotografío lo que no quiero pintar, las cosas de la existencia propia”. 73
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Man Ray.
Los objetos que él fotografiaba debían estar cargados de existencia, y como el hombre es el único ser capaz de crear estas revalorizaciones, los objetos se modifican por medio de la lente, se aíslan respetando sus cualidades pero buscando matices que nos permitan verlo —y entenderlo— con toda su representación. Para lograrlo, Man Ray utilizaba métodos que intervienen la fotografía para crear efectos imposibles (como el llamado cliché verre, la rayografía y otras manipulaciones) que son un sello dentro de sus imágenes. Man Ray hizo que el arte y no la narración descriptiva, contara las historias de la moda (que en su caso contenían un alto contenido erótico), sacó a los elementos de su contexto haciéndolos incómodos y llamativos para el espectador y en sus rupturas al convencionalismo creó, paradójicamente, nuevos convencionalismos. Abrió las puertas de la moda a la experimentación artística en sus tonos más surreales. Otro. Cecil Beaton. Un apasionado de la moda y de la fotografía, también un perfeccionista de la técnica y un genio visual dotado de una inteligencia para entender las imágenes. Por su forma de retratar, muchos lo consideran un cronista de su época, 74 | la revista
Man Ray hizo que el arte, y no la narración descriptiva, contara las historias de la moda.
Autorretrato de Cecil Beaton.
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aunque su documentación estaba un tanto sesgada, ya que evitaba los detalles más complicados de la realidad y se enfocaba únicamente en las bondades y bellezas de un mundo desordenado. Era tal su deseo de adornar el mundo, de hacer coincidir sus ideas con sus imágenes, que éstas —en ocasiones— acogían tal cantidad de elementos que era complicado entender su discurso o identificar los elementos centrales de su lenguaje. Él lo sabía. Pero la fotografía y la moda eran quizá los recursos que mejor utilizaba para ser provocador, para mostrar su percepción, para hablar de él, sin importar lo que pensara el público, pero ser él, en todos sus matices y vender su fantasía convertida en moda.
New Look
En los años cincuenta la creciente demanda de bienes de consumo en Europa favoreció un boom en publicidad que tenía en la fotografía a su mejor aliado. Al mismo tiempo, el número de publicaciones se multiplicó en títulos cada vez más especializados y el alcance y exposición de los artistas, para ser bien aprovechado, tenía que ser capaz de colarse en estas páginas. Fotógrafos como Beaton, Rawlings, Dahl-Wolfe, Blumenfeld, Horst P. Horst o McLaughlin-Gill acaparaban las revistas de moda con la libertad artística que cada revista les permitía y, con ese contexto establecido, nuevas figuras comenzaron a destacar. Entre ellos Richard Avedon. Este neoyorquino tal vez no tuvo una formación convencional como fotógrafo, pero su familia trabajaba en la industria de la moda y se convirtió en un consentido de Alexev Brodovitch, quien le enseñó los pormenores del oficio. Sobra decir que aprendió bien y rápido. Poco a poco comenzó a desarrollar sus propios conceptos y se convirtió en el rostro de una nueva generación, ansiosa por la novedad y el cambio, sumergida en un estilo de vida vertiginoso y consciente de la necesidad de impactos y sorpresas en una sociedad cada vez más acostumbrada a lo pasajero. Su forma de representación involucraba, por necesidad, a los protagonistas de esta vida que lo absorbía. Regresó a las modelos reales, a la gente de la calle, a las mujeres que sienten y perciben el mundo de la misma forma en que él lo hace. En este sentido, Avedon continúa con la línea documentalista que sus predecesores, pero lo hace rescatando al hombre y a la mujer como elementos fundamentales. Captura lo humano para mostrar las ideas de su tiempo. Cuenta historias. Agregó a las imágenes un nuevo nivel de lectura. También norteamericano, Irving Penn manipuló la historia de la fotografía de moda al dotar de sentido e identidad a sus imágenes. Éste, a diferencia de su colega antes mencionado, sí tuvo una formación artística importante, pues estudió en la Escuela de Artes Industriales del Museo de Filadelfia. Además, antes de involucrarse con la moda fue pintor, dibujante, diseñador de publicidad y artista gráfico, talentos que lo prepararon para su posterior consagración como artista de la cámara.
Richard Avedon.
La modelo Nadja Auermann fotografiada por Irving Penn.
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Johnny Depp por David Bailey.
Mick Jagger por David Bailey.
Irving Penn poniendo manos a la obra en Nueva Guinea.
Una característica importante de Penn —que no significa que otros no la hayan buscado— es la perfección. La dedicación que este fotógrafo dedicaba a cada elemento a cuadro, ya sea un objeto aparentemente nimio o la modelo protagonista, gozaban de idéntico esfuerzo en su realización. Así, una de las cualidades en su trabajo es la nitidez, pues todo debía presentarse tal como es si pretende mostrar un instante perfecto. La fotografía de Penn parecería ser una ficción, una meta-realidad, pero es quizá mejor entendida como un deseo, en el cual todos los elementos de la imagen, luz, contrastes, texturas, siluetas, modelos haciendo de modelos, movimientos, ideas, todos, lograron conjuntarse en un mismo momento en su pináculo de belleza, un momento que quedó capturado para la posteridad.
Héroes y heroínas
En los años sesenta, tan marcados por sus liberaciones y transformaciones generacionales, el mundo de la fotografía más allá de ser arrastrada por esta vorágine social, se estableció como un estandarte del movimiento, una herramienta de propaganda, 76 | la revista
Las transformaciones de los sesenta se vieron reflejadas en la fotografía, que se convirtió en un estandarte y una herramienta de propaganda. un marcador de tendencias y megáfono de la revolución. La desinhibición del cuerpo, el placer como mercancía, la igualdad entre géneros, razas y clases sociales, el movimiento hippie. Una vez más, todas las tendencias comunitarias, así como las ideologías, se transformaron en arte y en moda, en la fotografía que retrataba un nuevo estilo con todo su entusiasmo y jovialidad. Como documentalista, el fotógrafo de moda que ayudó a fortalecer estas ideas e imponerlas en medios tradicionales, se convirtió en una figura de admiración. Pocos como David Bailey su pusieron este disfraz de rockstar con tanta dignidad. Por su procedencia de la clase obrera londinense y su reconversión y crecimiento, por su juventud e
ideología y por su irrupción en un mundo elitista a base de méritos, se ganó a pulso el derecho a disfrutar del éxito. Y utilizó este éxito para transformar la industria. ¿Cómo? Imponiendo en la veracidad de su personajes la realidad de una sociedad más “terrenal”, al alcance de todos, y aprovechándose de su posición para generar una cercanía con sus modelos, creando musas también estrellas. Una década después, la influencia del arte conceptual en la narrativa de las imágenes y el deseo profundo de presentar ideas propias, llevaron a tipos como Guy Bourdin a romper barreras y explorar nuevas fronteras con valentía, casi podríamos decir que con cinismo. El desnudo, las fantasías morales, la libertad y el escándalo se convirtieron en pilares de la publicidad.
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Bourdin llega incluso a jugar con el tiempo, tomando instantáneas que en lugar de presentar ese momento perfecto que se buscaba con tanto ahínco, parecía llegar un segundo antes o después a sus retratos, obligando al espectador no solamente a disfrutar y leer la imagen, sino a imaginar la escena. Otro revoltoso, si se nos permite llamarlo así, es Helmut Newton, quien daba preferencia al contenido sobre la estética. Esto tal vez no es nuevo, pero sí los temas que le interesaba comunicar: sexo y violencia. Alejado totalmente del romanticismo y el glamour que muchos utilizaban, Newton habla sobre la liberación sexual en todos sus matices y de la violencia hasta en la más oscura de sus facetas. Esto logró convertirlo en fotografía de moda utilizando a las modelos más espectaculares y en publicidad alcanzando a nuevas generaciones que sentían una necesidad por ser provocados con, sí, sexo y violencia.
Bailey, Newton y Bourdin escandalizaron al público al explorar nuevos territorios tanto técnicos como en sus temáticas. Helmut Newton.
Guy Bourdin.
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Invasión publicitaria
No es que antes no existiera un concepto de publicidad estructurado, pero en los años ochenta su propagación y alcance llaman la atención. La fotografía de moda estaba en todos lados, no sólo en revistas especializadas, no era importante únicamente para una industria o público segmentado, sino que todos tenían algo que ver con ella. Como consecuencia, las imágenes adquirieron un tono más banal en su contenido, con una preferencia por el discurso emocional sobre el racional, lo cual motivó a los fotógrafos a exagerar la dramatización en beneficio de la poética. Entre los nuevos representantes, Bruce Weber es una figura estelar. Al igual que Bourdin anteriormente, él no presenta momentos perfectos, sino que muestra historias abiertas a la imaginación del espectador, quien decide qué está sucediendo y así se involucra más con la fotografía. Sus momentos están trabajados para ser importantes más no decisivos, generando por consecuencia tensión, similar a aquella que precede una catarsis. Cada vez más cerca del nuevo siglo, después de haber explotado los límites en cuanto a presencia de elementos, juegos de abstracción y narrativas artístico/publicitarias, la reducción de elementos comenzó a definirse como tendencia. Además, las grandes heroínas en el mundo del modelaje, las superestrellas nacían gracias al ojo de los fotógrafos que las idolatraban. Uno de ellos Patrick Demarchelier, quien creo campañas que destacaban la presencia de mujeres como Cindy Crawford o Naomi Campbell, entre otras, de quienes explotaba su belleza con la sencillez como herramienta, mostrándolas tal como eran, perfectas de acuerdo a su percepción.
Nuevo siglo
En años recientes, la fotografía de moda se ha convertido en una síntesis de todos los eventos que han marcado su evolución, agregándose los factores digitales que son propios de nuestra era. Por un lado, las fronteras entre la intención artística y los propósitos comerciales se están terminando por desvanecer al aceptarse públicamente en comunión. En esto también ha influido la evolución de los conceptos publicitarios, donde el posicionamiento de la marca depende más de la fantasía que de mostrar botones, costuras y dobladillos impecables. Otro detalle importante y siempre presente, pero que ahora se trabaja con cada vez mayor pulcritud, es la reflexión de la 78 | la revista
Bruce Weber.
Los ochenta llevaron la fotografía de moda a nuevos públicos, haciéndola de esta forma mucho más comercial. sociedad contemporánea; a través de la fotografía de moda, con una lectura precisa, seríamos capaces de comprender a grandes rasgos el funcionamiento de nuestras sociedades. Entre los fotógrafos que mejor han encarado este nuevo milenio, Mario Testino, peruano de nacimiento, es fundamental. Sus retratos de celebridades como Madonna o la princesa Diana se han consolidado como icónicas, al igual que
sus campañas para marcas como Gucci, Versace, Calvin Klein, Dolce & Gabbana o Michael Kors. Su trabajo incluso ha llegado a espacios como la National Portrait Gallery de Londres y otros museos alrededor del mundo. También destaca David LaChapelle, quien hace un uso indiscriminado de la manipulación digital, misma que le permite mostrar fantasías tan brillantes y extraordinarias como alcancen en su
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Mario Testino.
imaginación, ya de por sí extravagante (su creatividad desbordada llamó incluso la atención de Andy Warhol, quien fue de los primeros en asignarle trabajo para Interview). Sus imágenes, marcadas por una saturación estética y cromática, se han definido como hiper-realistas, quizá porque aún nos da un poco de miedo aceptar sus tremendas similitudes con la vida diaria. Las imágenes de moda que hoy encontramos prácticamente en cualquier lado nos pueden horrorizar, enternecer, excitar, indignar o nada más, por un breve instante, hacernos sonreír. El vestir, como tal, ya no es una prioridad, pero si recordamos la marca, funciona; si nos genera sensaciones, funciona; si nos ayuda a entender algo, funciona; si nos obliga a pensar, funciona. Habrá fanáticos y detractores, pero su omnisciente presencia nos ayuda a recordar el mundo en que vivimos y solamente por eso, aunque sea nada más por eso, es importante considerarla.
David Lachapelle.
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