La democracia plurinacional

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sábado 21 de marzo de 2015 |

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FORO INTERNACIONAL EMANCIPACIÓN E IGUALDAD

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www.tiempoargentino.com | sábado 4 de abril de 2015

Foro Internacional Emancipación e Igualdad TERCERA ENTREGA

Álvaro García Linera / Gabriela Montaño

La democracia plurinacional Alvaro García Linera

A

nte todo, quiero compartir la emoción de este encuentro con personas como las Madres, que representan la memoria y la dignidad de los 70 y los 80. Y con esta juventud ardiente, que la vimos desfilar en Bolivia el 22 de enero cuando el presidente Evo ascendió nuevamente a la Presidencia. Allí vimos a muchos argentinos jóvenes con sus banderas que nos venían a visitar. Nos sentimos entonces en la A rgentina. Y aquí me siento en Bolivia. ¿Qué está pasando en América Latina, que de manera sincera podemos hablar, comunicar, informar a Europa? No se trata de imitar moldes, ningún pueblo es parecido al otro, ninguna experiencia histórica es parecida a otra, no hay una ruta, no hay una fórmula que todos debamos imitar. Lo que hay son experiencias compartidas. Situaciones que enriquecen la experiencia del otro. Experiencias del otro que mejoran la comprensión de nuestra propia experiencia. Y quiero dialogar a partir de la experiencia latinoamericana con Europa, con Iñigo (Errejón), con Podemos, con Syryza, un conjunto de temas que hemos atravesado nosotros, y que de alguna manera deberían ser tomados en cuenta por los compañeros. El primer tema que planteó Diego (Tatián) cuando inauguraba este Foro: el tema de la plaza. La importancia de la plaza. Y mencionaba la Plaza Murillo, la Plaza aquí en Buenos Aires, la plaza en Madrid, la plaza en Caracas. Las plazas. Las plazas como escenarios de invención de un nuevo orden, de esperanzas, de ideas. De nuevos tipos de organización. Ése es un tema fundamental para América Latina y para el

mundo. A todos nos ha tocado atravesar largas épocas de regímenes de democracia representativa, formación de partidos, campañas electorales, elección de gobernantes. Y después de un tiempo, sentimos molestia con los gobernantes, indignación, escepticismo, desesperanza, malestar, angustia y resignación personal. Lo nuevo de América Latina, y creo que lo nuevo del florecimiento de la democracia radica no en la negación de los procesos de democracia representativa —el pueblo vota, la gente va a votar y forma parte de su hábito—. Quizás lo nuevo que está enseñando América Latina, que está mostrando es que la democracia no se puede reducir únicamente al voto. Que el voto, la representación, es un elemento fundamental de la constitución democrática de los Estados. Se garantizan derechos, se garantiza pluralidad. (...)

La democracia de la calle, la democracia de la plaza, la democracia del sindicato, la democracia de la gente reunida para deliberar sus asuntos, para protestar, para marchar, para posesionar, para defender, para apoyar, es la única manera en que las democracias contemporáneas pueden salir de lo que hemos denomi-

nado esta “vivencia fósil” de la experiencia democrática. Hoy en muchos países del mundo tienen sistemas electorales, claro que sí. Tienen sistemas democráticos, claro que sí. Pero son democracias fósiles. Sus ciudadanos apáticos, recluidos en sus casas con la mantequilla y el pan suficiente para el día, ¿en qué intervienen? ¿Qué

deciden? ¿Deciden el destino de su barrio? ¿Deciden el destino de su departamento? ¿Deciden el destino de su país? ¿Deciden los despidos? ¿Deciden las inversiones? ¿Deciden el c recimiento de la economía? ¿Deciden la asignación presupuestaria para la salud y la educación? No lo hacen. Lo hace una minoría, una élite, una

casta. ¿Quién va a defender la revolución en Venezuela? La gente, el humilde, el trabajador, la vendedora, el comerciante. En la calle, en el barrio, en la comunidad. ¿Quién defendió al presidente Evo cuando nos cercaban, cuando había golpe de Estado, cuando había grupos de mercenarios dispuestos a matarnos en cada lugar donde aterrizáramos? La gente. Esta democracia plebeya. Esta democracia de la calle que garantiza un nuevo tipo de gobernabilidad. La posibilidad de un rejuvenecimiento de esta Europa que se presenta vieja, y que a través de Podemos y de Syriza marca la posibilidad de un relanzamiento y de un rejuvenecimiento, no solamente puede ni debe radicar en las victorias electorales, que son decisivas, sino que también debe radicar en un diálogo permanente y en un fortalecimiento permanente con la sigue en pág. 2

INTRODUCCIÓN

POTENCIA DE LO ARCAICO »

Diego Tatian / Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (FFyH-UNC)

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a novedad y la creatividad que atesora el proceso político boliviano toman su fuerza de algo arcaico. La historia de la izquierda en Bolivia que reseña en su intervención Gabriela Montaño da cuenta de una tradición de luchas populares de obreros y mineros, recogida por el movimiento campesinoindígena para producir la nueva izquierda que prosperaría finalmente en el gobierno de Evo. Asamblea constituyente, nacionalización de los hidrocarburos y gobierno indígena constituyeron las tres “esperanzas” no defraudadas que permitieron la irrupción de una invención democrática de singularidad única, desde

entonces prolongada en su duración e incrementada en su potencia “plebeya”. La vitalidad popular boliviana renueva los grandes conceptos heredados del pensamiento libertario europeo, hace con ellos algo propio, se resguarda así de la “fosilización” y sostiene la inspiración revolucionaria de sus prácticas públicas. La novedad de la izquierda indigenista tiene un secreto simple: disputar la ley y el Estado (el “Estado plurinacional” es una de las grandes contribuciones latinoamericanas a la historia del pensamiento político) en vez de abjurar de ellos y abandonarlos a las castas del dinero y el poder. Con la lucidez que sólo

proporciona la teoría vuelta práctica (y al revés), García Linera nos enseña que esa disputa es necesaria, fundamental e insuficiente. Las instituciones democráticas recreadas en el laboratorio político latinoamericano no resistirían la embestida de las corporaciones sin un empoderamiento popular, sin la invención colectiva en las plazas y las calles, inmanente al Estado en disputa. Bolivia y otros países latinoamericanos han optado por la vía de revoluciones en democracia que toman su inspiración emancipatoria en una larga historia de ideales derrotados cuya obra recomienza una y otra vez. Pero no del mismo modo. Las democracias

latinoamericanas (en plural, pues en América Latina no habrá democracia en un solo país) muestran que las políticas públicas implementadas desde el Estado no obturan las autonomías sociales, de las que más bien se nutren. Así practicada, la democracia promueve espacios comunes y saberes comunes que el Estado no administra ni controla; confía en el intelecto general de las clases subalternas para desentrañar el sentido de la historia y en la acción colectiva para la reapropiación de la riqueza y su redistribución; sustituye privilegios por derechos y vuelve posible la libertad política –que no existe sin igualdad económica y reconocimiento social.


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Foro Internacional Emancipación e Igualdad viene de tapa

otra democracia, la democracia de las marchas, la democracia de las movilizaciones, la democracia de los sindicatos. La democracia de los hombres y mujeres afectados por las políticas de austeridad y que se sienten convocados a construir un destino común saliendo a la calle, reuniéndose con los vecinos, reuniéndose con los compañeros, creando otro tipo de sociabilidad, otro tipo de comunidad en marcha.(...) Un segundo punto que quiero dialogar con nuestros compañeros de Europa es el tema de la aparente contradicción entre Estado y autonomía.¿Las izquierdas deben plantearse el tema del Estado, o las izquierdas deben plantearse el tema de la construcción autónoma de espacios de libertad, de soberanía, de creatividad, de emancipación? Un viejo debate. ¿Hay que tomar el Estado? ¿No se corre el riesgo de que el Estado nos tome a nosotros, y que de revolucionarios nos convirtamos en conservadores? Y si dejamos el Estado, ¿entonces nos dedicaremos a construir espacios de autonomía donde el Estado no interviene? Creo que también éste es un debate que en la experiencia latinoamericana, aquí en Argentina, en Brasil, en Ecuador, en Bolivia, en Venezuela, ha dado un paso más allá. El Estado es también otra institución de lo común que tiene una sociedad. ¿Acaso los derechos no son comunes? ¿Acaso la ciudadanía no es una forma de construir un tipo de comunidad de derechos culturales, de derechos cívicos, de derechos políticos? El Estado es una forma de comunidad. Pero Marx nos decía, “es una comunidad ilusoria”. Y nunca el revolucionario debe perder de vista eso. Es comunidad, tiene ámbitos de lo común, pero también es ilusoria, porque el Estado también es monopolio. El Estado es también, por definición, concentración de decisiones. Pero es también comunidad, es derechos, son símbolos, son reglamentos, son conquistas, son memorias, son instituciones construidas con el trabajo común de las anteriores generaciones y de esta generación. El Estado es una forma de un yo colectivo. Pero a la vez, si fetichizamos el Estado como el único escenario del yo colectivo, corremos el ries-

go de separarnos o de olvidar que es un yo colectivo deforme a la vez. Porque si bien es un yo colectivo que unifica a todos, es un yo colectivo que está concentrado en sus decisiones principales por grupos. Es un monopolio. Y que la manera de vacunarnos contra ello, la manera de vacunarnos contra esta monopolización, es también el cultivo de las esferas de autonomía, de las estructuras autónomas de la sociedad, en comunidades, en barrios, en fábricas, en grupos colectivos de producción, de asociación, de comercialización. Es el uno y lo otro. Si solamente nos dedicamos al ámbito de la autonomía, decimos no quiero nada con el Estado, porque todo lo contamina, yo me aíslo con el grupo, con mi pequeña comunidad, yo puedo vivir bien, ¿pero y el resto de las personas? (...) La voluntad. La esperanza. Las políticas de austeridad, de despido y de maltrato, que las vivimos aquí en Argentina, que las vivimos en Bolivia, y que ahora están comenzando a vivir en Europa: en España, en Grecia, en Portugal, poco a poco en Italia, también en Francia, ¿son suficientes para generar una masa crítica capaz de movilizarse frente a los poderosos? No. La pobreza por sí

García Linera estuvo en la mesa 2 de la primera jornada del Foro junto a Iñigo Errejón (España), Ignacio Ramonet (España) y Ricardo Forster. Moderó Diego Tatián. sola no genera emancipación. La pobreza por sí sola también puede generar desesperación. Puede generar aislamiento. Puede generar frustración. Por lo general eso sucede. La pobreza y el malestar no siempre son sinónimos de caldo de cultivo de los procesos revolucionarios. Los procesos revolucionarios pueden surgir si sobre el malestar, sobre la pobreza, sobre el decremento de tus condiciones de vida, la gente cree que es posible luchar y que su lucha dé un resultado. Uno no lucha solamente po rque es pobre: uno lucha porque es pobre y porque cree que luchando puede dejar de

ser pobre. Es decir, la esperanza. No hay revolución que no se haya movilizado a partir de una esperanza, de una posibilidad. La esperanza del cambio, la esperanza de que se acabe todo ello, la esperanza de una nueva generación, la esperanza de que se puede nacionalizar, la esperanza de que puede haber asamblea constituyente, la esperanza de que estos tipos que estuvieron aquí enriqueciéndose a costa de nosotros se van a ir. Una esperanza. La clave de un proceso revolucionario también radica en convertir la indignación, el malestar, la pobreza, la precariedad en una fuerza colectiva movida en torno a una esperanza, a un nuevo sentido común, a una posibilidad. En el caso de Bolivia, tres fueron las esperanzas movilizadoras, que surgieron de la calle: nacionalizar los hidrocarburos, asamblea constituyente, gobierno indígena. Tres posibilida des inicialmente marginales, inicialmente secundarias, apabulladas por un sentido común de globalización, de privatización, de acuerdos partidarios que dominaban el escenario de las universidades, de los sindicatos, de los medios de comunicación, de la prensa. Pero esto que emergió de los intersticios de la lucha y del poder estatal, poco a poco fue agarrando cuerpo. Poco a poco fue irradiando. Poco a poco fue logrando una fuerza colectiva con capacidad de movilización. En el fondo, una lucha política es una lucha por el sentido común, por las ideas fuerza, por las ideas y fuerza que pueden movilizar la esperanza de la gente. Ideas fuerza, Iñigo (Errejón), nadie puede decir

Lilly Gabriela Montaño Viaña, 39 años, nacida en Santa Cruz. Bolivia, Senadora y Médica. Especialista en Salud Pública. cuáles son. Sabrán los españoles. Su problema, los españoles, no es un problema que uno pueda conocer, porque no vivo España, no conocemos España. Ustedes son de allí. Pero una idea fuerza, un principio de esperanza, es lo que hemos visto en esa gran marcha. Era una marcha de esperanza. No había una consigna común: había la esperanza de que todo esto acabe. Eso es la clave(...). Ustedes son esperanza, son la nueva generación, se los ve en sus rostros, jovencitos, su discurso, su fuerza. La juventud también es una esperanza. La unidad es una esperanza. El fin de un ciclo es una esperanza. Pero uno tiene que saber permanentemente poner en marcha los temas de la esperanza. Si la esperanza no se cohesiona, puede darse una movilización grande y la gente después regresar a lo suyo, resignarse, volver a su vida cotidiana. La gente va a estar dispuesta a entregar energía. Salir a marchar es energía. Es dejar al hijo en la casa, es dejar el trabajo, es dejar de dormir, es dejar de comer. Y lo va a hacer una, y otra y otra vez, porque cree que eso vale, que va a servir para algo. Y si cree que sirve para algo es porque tiene esperanza. Y si tienen esperanza somos invencibles. La clave de la revolución radica en que esta esperanza se extienda a una mayor cantidad de personas. Pero también las revolucion es, los revolucionarios, la gente progresista, tenemos que tener la capacidad de autoanalizarnos, de autoevaluarnos permanentemente. En América Latina ya vamos casi quince años de este proceso extraordinario y nunca antes superado en su irradiación territorial de gobiernos progresistas y revolucionarios. Y

es importante que nosotros, y lo que hagan otros países, nunca pierdan la capacidad de mirarse a sí mismos, de ser autocríticos, y de evaluar cosas nuevas que no habíamos visto al principio (...) ¿Economía o compromiso? La voluntad ayuda a mover. La voluntad y la esperanza son los principios que mencionaba Hegel siempre para poder cambiar el mundo. Pero eso tiene un límite. Puede haber un año de voluntad, dos años de esperanza, tres años de voluntad, cuatro años de sacrificio. Pero si ese sacrificio, esa voluntad, no vienen acompañados de resultados prácticos, la voluntad también se cansa. El sacrificio también tiene límites. Es una obligación de los gobiernos progresistas y revolucionarios tener la capacidad de crear un régimen económico sostenible, redistributivo, generador

La gente necesita certezas. La primera certeza que Bolivia muestra al mundo es que es posible que los más marginados de la historia lleguen al poder y al gobierno". Gabriela Montaño

de riqueza, generador de igualdad. No es un tema menor. La sociedad no se mueve perpetuamente. No hay el ascenso perpetuo de la sociedad en sus movilizaciones. No. La sociedad se mueve por ciclos: ciclos de ascenso, estabilización, descenso. Ascenso, estabiliza ción, descenso. Y entre una cima y la otra pueden pasar meses, pueden pasar años, o pueden pasar décadas. Y entre una cima y la otra tiene que haber un régimen de estabilidad económica, de crecimiento económico y de redistribución. Cuando estábamos en la oposición no pensábamos estos temas. Bastaba criticar a los neoliberales, denunciar su incapacidad, denunciar la corrupción y el robo. En gobierno, tenemos la obligación de pensar la gestión. En la movilización y la eficacia, en la movilización y la gestión, en la movilización y la generación de riqueza, en la movilización y en la distribución de la riqueza, tenemos que tener que mostrar que los regímenes progresistas y revolucionarios no solamente somos más democráticos, sino también económicamente más creativos y más igualitarios, m&aacu te;s redistributivos de la riqueza. ¿Y saben por qué? Porque no queremos, compañero Ignacio (Ramonet), no queremos que este despertar de las izquierdas latinoamericanas sea un corto verano. No queremos ser parte de una novela de un corto verano. Queremos que dure mucho. Queremos que dure décadas. Queremos que dure para siempre. Y eso es la economía. En gobierno, el puesto de mando se coloca en la economía. Democracia y economía. Cuando uno está en la oposición, es lucha democrática y construcción de sentido común. Cuando uno está en el gobierno, es ampliación de espacios democráticos y construcción de una buena economía con capacidad de distribuir la riqueza y de generar más igualdad entre las personas (...) ¿Solo fortaleza local o dimensión mundial? Aquí permítanme unas palabras sobre la hermana República Bolivariana de Venezuela. Comparto el criterio que nos expresó hace un rato el compañero (Ignacio) Ramonet. América Latina está jugando su destino en Venezuela. América Latina, Argentina, ustedes, nosotros


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Alvaro García Linera / Gabriela Montaño los bolivianos, los ecuatorianos, los brasileños, estamos jugando nuestro destino. Los cubanos están jugando su destino en Venezuela. Si Venezuela cae bajo las garras de una intromisión, una invasión, de una injerencia, directa o indirecta, América Latina ha perdido. Porque Venezuela es la llave de América Latina. Fue el inicio y no debe ser el punto del fin, el punto de inicio del fin. Nos estamos jugando nuestro destino como revolucionarios en Venezuela. Aquí tengo que lamentar, criticar, las infames declaraciones, no solamente del gobierno norteamerican o, sino también del propio parlamento europeo, que el día de hoy acaba de aprobar una resolución en contra de Venezuela. (...) Nuestra interdependencia no solamente debe estar basada en la solidaridad política, en la complementariedad y el diálogo de saberes y de experiencias políticas y culturales como lo estamos haciendo acá. Hay que darle una base material. La integración latinoamericana necesita obligatoriamente de una base material de la unidad. Acciones conjuntas en economía, acciones conjuntas en finanzas, acciones conjuntas en derechos. Esta es nuestra gran tarea, mis compañeros de Argentina y especialmente de Brasil, que son los países económicamente más fuertes y sólidos de América Latina. Nuestra estabilidad, como procesos emancipativos, nuestra Patria Grande que está presente en los discursos, en los encuentros, en las emociones compartidas, no va a tener perdurabilidad si no pasamos del encuentro político, del encuentro cultural, al encuentro económico. Empresas conjuntas, producción conjunta, servicios financieros conjuntos. Perdonen estas reflexiones que combinan el fuego de la intelectualidad con la frialdad de la gestión. Tengo lamentablemente esa dualidad personal. Como persona puedo imaginar las ideas más bonitas, pero como gobernante sé la dureza y la frialdad de la vida cotidiana, del salario, del presupuesto, de la producción, del PBI, de los créditos. Y sin eso, las ideas no se sostienen. Tiene que haber una base material, que le de fuerza y sostenibilidad a lo que estamos pensando y reflexionando.

Por último, quiero decir a nuestros hermanos europeos que los argentinos, los bolivianos, vemos lo que está pasando en Europa como si estuviéramos viendo una película retro, de tiempos de Charles Chaplin. Lo que les ha pasado a ustedes ya lo hemos visto, ¡nos ha pasado a nosotros! Imposición del Fondo Monetario, del Banco Mundial, políticas de austeridad, de privatización, de despidos. Pasó aquí en Argentina, pasó en Bolivia, pasó en Ecuador, pasó en Perú. Lo que está pasando ahorita en Europa es lo que pasó en América Latina veinte años atrás. Y el resultado fue una noche terrible, una noche terrible de desgracia. ¿Qué les decimos? No pasen esa noche. No. Es terrible. Es depredadora. Es mortal. Todas las políticas de austeridad conducen a pérdida de derechos, a pérdida de soberanía, a pérdida d e sindicalización, a retroceso económico, a subordinación política, a subordinación económica. Aquí en Argentina, en Bolivia, en los años 80, en tiempos neoliberales, el 40% de la riqueza pertenecía a un país extranjero, el otro 30% a empresas extranjeras. La extrema pobreza se incrementó, la precariedad se inf ló, los jóvenes no tenían esperanza ni tenían destino. Lo vivimos. Hermanos europeos: no pasen por eso. Si en algo sirve la experiencia latinoamericana es que las políticas de austeridad destruyen las naciones, destruyen la sociedad, anulan la democracia y hacen perder la soberanía económica. Den un salto. Rompan con eso. Hay otra posibilidad de riqueza. Hay otra posibilidad de distribuir y de generar riqueza sin aceptar la imposición terrible, autoritaria, despótica, de esos organismos, de esas Troikas, que se creen los due&ntilde ;os del mundo. ¡No! Europa es de los europeos. No es de los mercados europeos ni del

Alvaro García Linera, 52 años, nació en Cochabamba. Vicepresidente de Bolivia. matemático, sociólogo y político. Bundes Bank. Europa es para los europeos, como América Latina para los latinoamericanos. El mundo está cambiando, a la cabeza de América Latina. El mundo está cambiando a la cabeza de las fuerzas progresistas europeas. El mundo va a cambiar. Porque nos estamos jugando el destino: el destino de la naturaleza, el destino de esta generación, el destino de la vida y de los derechos. Estoy seguro de que, más pronto que tarde, aquellas sociedades abatidas por una decepción y una apatía incontrolable, sabrán encontrar el destino para levantar cabeza, para construir su propia emancipación y acompañar lo que América Latina viene haciendo.

Gabriela Montaño

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uiero empezar dándoles un mensaje de mi presidente, del presidente Evo Morales. Hoy por la mañana, el presidente Evo Morales le decía a Obama que si no quiere encontrarse con la horma de su zapato, en la Cumbre de las Américas le pida perdón a Venezuela y a América Latina (aplausos). Pero no solamente le vamos a exigir que pida perdón, sino que tenemos que ser capaces de llevar adelante acciones concretas que eviten por todos los medios que Estados Unidos tenga la mínima posibilidad de poner sus garras en Venezuela. No se lo podemos

permitir ni como pueblos ni como gobiernos de izquierda del continente. Todos y todas creo, de alguna manera u otra, nos hemos referido a este tema en cada una de nuestras intervenciones. Y es muy difícil, porque nos come el sueño, nos come el ansia de lo que hoy está sucediendo con un pueblo hermano. Lo dijimos muchas veces y lo volvemos a repetir aquí: si se meten con Venezuela, se meten con todos nosotros y con todas nosotras (aplausos). Yo quisiera empezar mi exposición, aunque me siento una infiltrada en este Foro, porque yo no soy del área académica, soy más del área política, pero creo que algunas ideas desordenadas podré aportar. La tradición popular en Bolivia venía de la mano de los sectores obreros, mineros, si estamos hablando de esa tradición de izquierda. Y, de repente, en el escenario, empieza a ingresar una nueva izquierda, unos nuevos movimientos sociales que tenían una vanguardia, fundamentalmente, en los más relegados de la historia de Bolivia. El movimiento indígena campesino. Ese movimiento indígena campesino irrumpe en el escenario político boliviano y plantea algunas propuestas que, la mayoría de los que proveníamos de la izquierda clásica, no entendíamos muy bien: se empezó a hablar de asamblea constituyente. Se empezó a hablar de un término que conocíamos un poco mejor, que era nacionalización de los hidrocarburos. Y nosotros decíamos: ¿asamblea constituyente? ¿Cambiar la constitución? ¿Acaso cambiar la constitución o cambiar las leyes es algo revolucionario? No era el problema de los medios de producción, no era. Y de repente decíamos, ¿por qué cambiar la constitución? Y algunos compañeros desde los pueblos indígenas nos daban una respuesta muy simple: "Porque cada vez que planteamos un derecho,

nos dicen que no está en la constitución. Porque cada vez que planteamos una necesidad nos dicen que no está en la ley. Entonces habrá que cambiar la constitución". Y ahí fuimos dándole un sentido distinto a la constitución, a las leyes. La constitución, en este momento, es un verdadero nuevo pacto social. Un nuevo pacto político. Y claro, ahí algunos izquierdistas con formación clásica, como yo, empezamos a entender por qué sí era revolucionario cambiar la constitución. Y empezamos a encontrar caminos por donde el planteamiento de la nacionalización de los hidrocarburos y el planteo de asamblea constituyente, iban fusionando a esas fuerzas políticas, a esas organizaciones sociales de la tradición popular de Bolivia de los años anteriores con estos nuevos movimientos sociales. El proceso no fue fácil, porque estos nuevos movimientos sociales en Bolivia empezaron a cuestionar quién era el actor central de este proceso de cambio y, por supuesto, todo el sector obrero, que había tenido la tradición de ser la vanguardia, de ser el que dirija los procesos revolucionarios de cambio, y que desdeñaban, de alguna manera, al campesino desde la lógica de "es pequeño burgués, es pequeño propietario", empiezan a encontrarse. Y había también sospechas históricas que permitían que ese encuentro fuera difícil. El pacto militar-campesino, que fue un momento en la historia de Bo-

La Plaza Murillo, la Plaza aquí en Buenos Aires, la plaza en Madrid, la plaza en Caracas. Las plazas como escenarios de invención de un nuevo orden, de esperanzas, de ideas". A.García Linera

livia que se vio como un distanciamiento y una traición de los sectores populares al sector obrero. Y esos nuevos sectores campesinos indígenas plantean liderazgos muy fuertes, como el del presidente Evo Morales. Y esos nuevos sectores demuestran que tienen la capacidad de expandirse en el resto de la sociedad. No creo hoy que ningún compañero o compañera de izquierda en Bolivia no se sienta convocado, seducido, necesitado de debatir con estos movimientos sociales, campesinos indígenas, interculturales. Y yo creo que lo fundamental que generó esa inmensa alianza popular tiene que ver con las consignas. Las consignas no estaban centradas solamente en las necesidades particulares del sector campesino, sino que incluían las necesidades de todos y todas. ¿Para qué queremos nacionalizar? ¿Para qué queremos recuperar nuestros recursos naturales? Para volver a controlar el corazón económico en Bolivia. ¡Para eso queremos nacionalizar! Para que esos recursos le sirvan para todos y todas. Para redistribuir. Y entonces el resto de la población ya no miraba a esa vanguardia campesina como algo ajeno, sino que era su propio interés que había sido cooptado, enamorado, conquistado. Pero también el tipo de liderazgo es muy importante para que se genere esa expansión en la sociedad. Un liderazgo que no se aleja de la gente. Un liderazgo que no maneja ni controla el poder de la misma manera que hacían los del pasado. Que entiende el poder de otra manera. Y, entonces, nos fuimos encontrando en la lucha, y compartimos dos escenarios, básicamente, de lucha. El escenario electoral, que antes desdeñábamos, que no creíamos en él, no creíamos en llegar al poder a través del proceso electoral. Hoy estamos seguros de que es un arma que sólo puede jugar a nuestro favor. Porque ellos no van a ganar elecciones nunca más en nuestros países. (...)La calle también está en disputa. Los sectores conservadores han tratado de utilizar la calle como trinchera en este último tiempo. Pero la calle es nuestra porque es la matriz de donde nacimos, y no nos la van a quitar tampoco. La calle es ese enorme útero donde cada sigue en pág. 4


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uno de nosotros nacimos, donde nacieron nuestros gobiernos. Y por eso es tan importante que jamás cometamos el error de distanciarnos: ni de la calle ni de las organizaciones sociales ni de los sindicatos ni de los barrios. Porque en ese momento estaremos abriendo la puerta para que la derecha, efectivamente, intente quitarnos la calle. Y no lo podemos hacer. El día de ayer, mi vicepresidente, el compañero Álvaro, decía que la combinación ideal es esa combinación entre calle-elección. Elección-calle. Y no pueden separarse. No podemos dejar de gobernar con la gente. No podemos correr ese riesgo. Esa certeza la tenemos que tener tan presente como tenemos presente que tenemos que ganar elecciones. No nos podemos dejar cuestionar hoy, compañeros. Miren cómo son las cosas que a veces nos dejamos convencer por CNN que resulta que, si alguno de nuestros presidentes saca el 48%, "Ah!, no había sido ya tan legítimo". Si en alguna municipalidad o en alguna elección a gobernación, etcétera, sacamos 46%, "¡Ven! Está a punto de caerse este gobierno". Y esa tensión la incluimos nosotros inclusive en nuestros discursos. Nos creemos, a ratos, los discursos de la derecha. Y no nos damos cuenta de que están intentando quitarnos eso que nos costó tanto conseguir. (...) Debemos tener en claro que si a la juventud le importan estos procesos, es porque nosotros no los vemos como elementos que van a engrosar el mercado y el consumo, nosotros los vemos como energía creativa, como quienes van a impulsar la posibilidad de encontrar nuevas salidas y nuevas respuestas a la producción sin la destrucción. Van a ser quienes van a generar. Los necesitamos para generar respuestas creativas. Somos gobierno, ¿cómo no vamos a necesitar a los jóvenes para gobernar? (aplausos) ¿Cómo no vamos a necesitar a los jóvenes para dar respuestas y salidas a economías que siguen siendo rentistas? Son los jóvenes, son esas nuevas generaciones, las que tienen una cabeza construida, un espíritu construido en nuestras revoluciones. Que tienen la capacidad y el amor por crear. Es decir, no creamos que porque somos jóvenes nos merecemos algo.

Nos merecemos algo porque estamos inyectando esa capacidad creativa en nuestras revoluciones. Si no, no nos los merecemos. Si no estamos inventando y creando para aportarle a Cristina, a Evo, a Maduro, a Correa, nuevas respuestas, entonces no nos merecemos. Tenemos que ser capaces, nosotros, quienes estamos en gobierno, quienes estamos desde las organizaciones sociales, de generar espacio específico para jóvenes, pero también una cosa que nunca debemos olvidarnos. Porque la derecha, ahí en los años 90, nos generó una gran fractura. También deben haber espacios intergeneracionales. En los años 90, cuando a mí me decían que yo era parte de una generación X, Y, ya no sabían cómo llamarle porque nos decían fantasmintas, nos querían convencer de que estábamos vaciados de cualquier propuesta ideológica, de la discusión política, etc. Yo creo que una de las razones más importantes por las que se generó ese vaciamiento fue porque no hubo la capacidad de interconexión generacional entre quienes habían vivido los años 60, 70 en las calles, y nosotros. Se desconectó. No debemos cometer ese error. Tenemos que tener la capacidad también, por lo tanto, de generar espacios intergeneracionales donde, quienes vivi-

mos a Sánchez de Lozada, bueno, no voy a decir vivimos, morimos o sufrimos es más fácil decir, Menem, etcétera, podamos transmitir que eso existió. Que no fue un sueño o una película. Existió. Destruyó vidas, destruyó países, destruyó organizaciones. Fragmentó nuestras organizaciones, nues-

"Nos creemos los discursos de la derecha. No nos damos cuenta de que intentan quitarnos lo que nos costó tanto conseguir." (Montaño) tros partidos. Destruyó la posibilidad de integrarnos en la izquierda. Y eso, quién nos lo puede contar, si no es el que lo vivió, la que lo vivió. A veces creemos que ya no es necesario hablar de dictaduras militares porque ya no va a ser esa la forma, pero, si se pierden esos hilos de contacto entre genera-

ción y generación, probablemente estemos dando paso a una generación X, Y o Z dentro de 10 años, y ese lujo no nos lo podemos dar los gobiernos revolucionarios y las izquierdas en Latinoamérica. Me costó mucho intentar imaginarme cómo conectar una experiencia que siempre se ve, que es la experiencia boliviana, o la experiencia ecuatoriana, cómo, fundamentalmente, de un proceso de mayorías indígenas, puede servirle a países, a gobiernos, a compañeros de izquierda en América que no tienen una mayoría indígena probablemente. A compañeros en Europa que no tienen una mayoría indígena. Y, fruto de esa elaboración, hay algunas cosas que quiero compartir con ustedes, de las conclusiones que pueden sacar otros pueblos de Bolivia y que pueden ser útiles porque son certezas. Y la gente necesita certezas. La primera certeza que Bolivia muestra al mundo es que es posible que los más marginados de la historia lleguen al poder y al gobierno. Pero no

solamente es posible que lleguen al poder y al gobierno, como lo hizo Evo Morales, como lo hizo la vanguardia indígena campesina. Sino es posible que los marginados del pasado gobiernen bien, y puedan gobernar para todos y para todas (aplausos). Una siguiente certeza que les puede dar Bolivia. Es posible transformar el Estado y la forma de administrar el poder. Pero sólo es necesario hacerlo con la gente y para la gente. El Estado no es eterno. El Estado no es una entelequia que nunca vamos a poder tocar los marginados del mundo. (...) . Es necesario reinventarse todos los días. Con una sola previsión. Reinventarse no quiere decir abandonar los principios y valores que nos dieron origen. Nunca puede significar abandonar esos principios y esos valores. Esas certezas que Bolivia le da al mundo quizás le puedan servir a PODEMOS, no como un calco en España. Tendrán que construir ellos su propio camino. Pero estas certezas demuestran que es posible, nada más.

CÓMO LOS VÍ

UNA FUENTE DE INSPIRACIÓN FUNDAMENTAL »

Eduardo Rinesi / Filósofo, politólogo y educador

S

agaces: así los vi. Atentos a las primicias de esta hora suramericana y a los retos que nuestras sociedades deben enfrentar para sostener y profundizar el rumbo que vienen recorriendo en los dos o tres últimos lustros. Señalo, de las exposiciones de Álvaro García Linera y de Gabriela Montaño, tres cuestiones que me parecen decisivas.

algunos de los más emblemáticos procesos políticos que han tenido lugar en esta parte del mundo en estos años y por la pérdida de vigor económico que parece mostrar de a ratos la región, que podría alentar expectativas de salidas nacionales, no importa si hacia China o hacia dónde, condenadas al fracaso si no se articulan en una estrategia subcontinental.

Una: la insistencia en la necesidad de la integración regional, valor estratégico fundamental que no puede subordinarse a ningún otro en la organización de nuestras relaciones internacionales. Y que es necesario reafirmar en el contexto actual, doblemente signado por la fuerza de la avanzada norteamericana contra

Dos: la caracterización de los actuales procesos de democratización en marcha en toda la región como procesos, no sólo de ampliación y profundización de derechos, que es lo que en general solemos destacar en la narrativa argentina sobre la cuestión, sino también de incorporación de nuevas voces al espacio público de los grandes

debates colectivos, y de aumento de las posibilidades de participación popular en esas discusiones. Tres: la comprensión de la complejidad que tiene hoy entre nosotros el problema del Estado, que no puede ser pensado ya, como lo fue en las grandes tradiciones críticas del último siglo y medio, como un puro obstáculo para la autonomía y para la libertad, pero que tampoco deberíamos ser tan candorosos de entender como el lugar de su plena y cabal realización. Las sutiles reflexiones sobre la experiencia boliviana que aquí se reproducen constituyen una fuente de inspiración fundamental para penetrar con mejores herramientas en estos laberintos.

No importa cómo lo haga cada quien. Pero nosotros podemos mostrarle al mundo que lo hicimos y que lo seguimos haciendo, y que no vamos a parar hasta terminar estas tareas. Yo quiero agradecerle al foro porque también traté, para cerrar mi exposición, de pensar en tareas urgentes. Y pensé en dos tareas; hay miles, cientos de tareas. Pero pensé en dos que quisiera compartir con ustedes hoy. Es necesario generar espacios comunes en Latinoamérica, y me parece muy interesante lo que plantea este foro. No sólo en Latinoamérica de repente, entre Latinoamérica y Europa, espacios de generación de conocimiento, de ciencia, de tecnología. Y en esto este foro puede aportar muchísimo. Este es, quizás, el principio. Porque, para nosotros, pongo un ejemplo, en Bolivia, entre nacionalizar, recuperar los recursos naturales, que fueron los primeros pasos, redistribuir, que es la tarea que estamos llevando ahora y salir definitivamente de una matriz primario exportadora, necesitamos ciencia, necesitamos tecnología, necesitamos conocimiento nuestro. Necesitamos intercambiar entre nosotros nuevo conocimiento, nueva tecnología. Y una segunda tarea es que necesitamos un espacio común de los jóvenes de izquierda en el continente. El golpe de la muerte de Chávez fue muy duro para nosotros. Fue nuestro puntal en la integración. Y solo creo que hay una manera de combatir nuestras dificultades hoy en la integración. Y es que no sólo se integren los gobiernos, sino se integren los pueblos, las organizaciones sociales, los jóvenes. Y todos los espacios de integ ración de nuestros gobiernos tienen que ser espacios de integración que tome la gente. Que amase la gente. Desde la gente, creo, vamos a revitalizar nuestra integración. Por eso ese espacio de jóvenes, integrador, que les perm ita i nterca mbia r ideas, debatir, ver sus problemas. No mirarse el ombligo, porque es uno de los problemas que tenemos todos a veces. Ese espacio de integración de jóvenes es una tarea urgentísima, creo yo. Probablemente ha sido un puñado de ideas desordenadas, pero las traigo con experiencia, con cariño a lo que estamos haciendo en Bolivia.


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