Tercer sector libro de pases

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DE

Cada vez son más los ejecutivos de empresas que se mudan al

Tercer Sector

ONGs

libro pases

Cuando en marzo de 2007 Ignacio Ergui dejó, a los 32 años, su puesto como gerente comercial y de Marketing de Claxson, para asumir la dirección ejecutiva de la Fundación Manos Abiertas, quizás no imaginó que era parte de una tendencia creciente: la de profesionales del ámbito privado que pasan a desempeñarse laboralmente dentro del Tercer Sector, no cuando se aproxima la edad de retiro, sino en el medio de una carrera corporativa ascendente. Hecho que también se relaciona con la mayor profesionalización del universo ONG.

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Según el “Índice de Desarrollo de la Sociedad Civil de la Argentina”, realizado en 2004 por GADIS (Grupo de Análisis y Desarrollo Institucional y Social), con el apoyo de PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), las organizaciones de la sociedad civil movilizan una masa de recursos humanos, voluntarios y rentados, que alcanza a un millón ochocientos mil colaboradores, que representan el 10 por ciento de la población económicamente activa .


Oferta Educativa.

Pero, si se considera sólo al personal rentado, la incidencia desciende al 2,5 por ciento. De acuerdo a datos que proporcionan la Universidad de Deusto, del País Vasco, y su Centro de Investigación de Expectativas Sociales (CINDES), en España, desde 1995 a 2003, el crecimiento del empleo remunerado en el sector no lucrativo ha sido del 45,7 por ciento, pasando de 457 mil empleos, equivalentes a jornada completa, a casi 700 mil. Y, en los Estados Unidos, el número de egresados de carreras de grado y de posgrados que se insertó en ONGs creció de 2009 a 2010, 11 por ciento.

IGNACIO

ERGUI

ALEJANDRO

BESUSCHIO

La mayor profesionalización del Tercer Sector, reflejada principalmente en sus cuadros directivos y la capacidad de gestión, ha sido acompañada por una oferta educativa para las organizaciones sin fines de lucro. Posgrados como los que ofrecen la Universidad de San Andrés, junto con CEDES, y la Universidad Torcuato Di Tella cuentan cada vez más con mayor número de asistentes y cuerpos académicos de renombre. Por otra parte, la Universidad Nacional de San Martín ofrece una licenciatura en Dirección de Organizaciones de la Sociedad Civil.

Tal como lo explicara Cristina Bomchil, directora general de Valuar, en la nota “Empleos RSE”, publicada en la edición de enero de Fonres, (http://www.fonres.com/revista/ene_2011.htm) las ONGs también son una fuente de búsqueda de cargos ejecutivos. ”Se nota un enorme interés de profesionales de todos los sectores por dedicarse a este sector de la actividad, aún a costa de remuneraciones inferiores al ámbito privado”. Las razones detrás de este fenómeno son diversas aunque hay factores comunes a casi todos los países: irrupción en el mercado laboral de la generación Y con expectativas de logros profesionales distintas a sus antecesores; existencia de entidades sin fines de lucro con prestigio creciente en seriedad, organización y eficiencia; sucesivas crisis económicas que muestran una fuerte incertidumbre laboral dentro de las compañías, volviéndolas, de alguna forma, empleadoras menos seductoras; y el fracaso del individualismo acérrimo.

SILVEYRA

CESAR

Al analizar factores concretos se percibe también una fuerte inclinación social de los protagonistas de los “pases”. Tal es el caso de Ignacio Ergui (38), Alejandro Besuschio (41) y César Silveyra (54), quienes cuentan sus experiencias personales. “En el 2001, con toda la crisis que se armó, empecé a trabajar como voluntario en la Fundación Manos Abiertas algunas veces a la semana. Pero, en realidad, yo quería que fueran más días. Me daba cuenta de que, en la empresa, mi valor agregado se lo llevaban los accionistas y yo quería que se lo llevara la gente que lo necesitaba más”, cuenta Ergui, quien terminó de definir su situación a través de un test de reorientación vocacional. “Con 32 años que tenía en ese entonces pensé, si no me bajo ahora del tren bala, no me bajo nunca y me bajé”. Y si bien reconoce que los sueldos en el Tercer Sector son ostensiblemente más bajos que en las empresas –un 22 por ciento en los Estados Unidos- , asegura que, paso a paso, se van acercando. “También se resigna paz y tranquilidad, porque, al contrario de lo que comúnmente se cree, es más difícil y desafiante el trabajo en una ONG que en el sector público o privado”, afirma Ergui y asegura que, “en un futuro va a ser más fácil pasarse del Tercer Sector al privado, y no al revés” porque cree que el primero es mucho más complejo que el segundo.


Desde hace siete años que Besuschio trabaja en la Fundación Sagrada Familia. Primero lo contrataron para implementar el programa Sume Materiales (ver Fonres Febrero) y actualmente es el director ejecutivo de la entidad. “La idea de cambiar fue madurando de a poco. Yo vengo del sector de la construcción, pero en realidad, siempre tuve una inclinación social. Mientras hacía un programa de Dirección de Empresas en el IAE (Escuela de Negocios de la Universidad Austral), me vinculé con la Comisión de Desarrollo Social de Antiguos Alumnos. Y, a partir de ahí tomé contacto con la fundación”, relata y aclara que “tenés mucha gratificación personal trabajando en el Tercer Sector, con una importante resignación de ingresos pero, a la vez, es un sector en el cual está todo por hacer y donde hay mucho potencial y posibilidades de desarrollo”, resume.

Consejos de un Experto “Les recomendaría dejar un pie del otro lado. Eso es lo que yo volvería hacer si tuviese de nuevo 44 años, edad en la que me pasé al Tercer Sector”, dice César Silveyra (54), presidente de la ONG Alternativa 3, que actualmente volvió al mundo de la empresa. “Lo ideal es que se asuma el compromiso con gradualidad. Pero no es fácil porque a veces esa gradualidad no te ayuda a comprometerte del todo. También conviene ver si la decisión es de fondo. Estoy orgulloso de la entidad que armamos, logramos tener éxito pero no se si recomendaría hacer la locura que hice. En otros países se puede hacer pero acá no tanto”.

La historia de César Silveyra, presidente de Alternativa 3, organización ligada al desarrollo urbano sustentable y al mejoramiento de viviendas a través del microcrédito, difiere un tanto de las dos anteriores ya que Silveyra “se fue y volvió”. En el 2001, a los 44 años dejó el sector inmobiliario donde se había desempeñado durante dos décadas, vendiendo su parte en una empresa familiar, Mieres Propiedades, para dedicarse de lleno a armar y crear, junto con otros emprendedores sociales, la entidad que hoy preside. “Abandonar la compañía fue un proceso que llevó unos 10 años”, dice Silveyra. “y también una experiencia familiar porque, con mi mujer, nos fuimos involucrando cada vez más en la vida de los barrios hasta que tomamos la decisión final, hablada y consensuada con nuestros hijos mayores, que también participaron fuertemente en el emprendimiento social”. Actualmente no está más en la dirección ejecutiva de Alternativa 3 ya que hoy ocupa un rol más institucional, “sin pisar el barro ni la cancha”, como él mismo dice, porque decidió regresar al mundo empresario rearmando su propio emprendimiento inmobiliario. ¿La razón? “Por una cuestión de sustentabilidad económica y afectiva de mi familia”, confiesa. Silveyra es padre de siete hijos y sabe que la entidad no puede “aguantar” el sueldo que él necesita, con lo cual se vio forzado a volver a la vida corporativa. Es que, cambiar de rumbo tiene sus desventajas, además de una remuneración más baja, las oficinas suelen ser menos agradables y cómodas; la convivencia con la escasez y el estrés es permanente y hay un foco constante en la búsqueda de fondos para poder llevar a cabo los objetivos de las distintas ONGs. Sin embargo, el perfil de los compañeros de trabajo, ya sean rentados o voluntarios, suele ser variado e interesante; existe una mayor horizontalidad y un acceso más fluido y directo con los dirigentes de la entidad; las capacidades de gestión aprendidas y desarrolladas en una compañía pueden lucirse a pleno; y la comunión con la misión y los valores de la entidad constituye una gran motivación. “Mudarse” de sector no es necesariamente para todo el mundo, ni mucho menos obligatorio. Pero, conocer otras experiencias puede ayudar a algún indeciso con una vocación dejada de lado a pensar en esta posibilidad. //


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