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Guillermo Koenenkampf
CARRERA DEL RÍO MAIPO Poeta chileno
Por entre cerros alertas, por entre duros barrancos, por entre filas y monstruos, por entre ruidos y espantos;
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Como un potro de cien grupas, como un corcel de mis casco, revueltas las turbias crines corres, corres río Maipo.
Corres, corres y resoplas en un correr sin cansancio; sol de noviembre te aguija y el viento azota tus flancos.
Pastando en las cordilleras soñaste ayer en los llanos… y te has venido repleto el vientre de pasto blanco.
Dejaste arriba las nieves; por San Gabriel has bajado; vas pechando con los montes y nadie te cierra el paso.
Frente al alto de Arán, con dos corvetas de lado esquivas quiscos y riscos y te escapas de soslayo.
Por contemplar tu aventura los quillayes se han quedado atónitos en la falda; ¡quien te ataja, río Maipo!
Acuden testas y montes por un lado y otro lado; y acuden filos siniestros, y acuden visajes malos.
Un monte te lanza un grito que se endurece en peñasco: ¡lucidos quites hiciste en burlas y simulacros!
Y en tanto agitas tus crines y enarcas tu lomo bayo, como un perrillo de acero el tren te sigue acezando.
Tú aprietas más el galope, por revolcarte en el llano; ya el viento metió en tus belfos olor de trébol rosado.
Y un bullir de lejanías te está llamado, llamando… y el campo abierto te espera a las puertas de Puente Alto.
Fue al pasar frente a La Obra, cuando ya entrabas al llano, y los monstruos se quedaban atrás, atrás rezagados;
Cuando corrías, corrías bufando y caracoleando, que, de improviso y sorpresa, los hombre te echan el lazo.
Un salto diste. Un rebote de ira, más que de espanto. Ya cargabas contra ellos, ya ellos te han derribado.
Te sujetan contra redes y muros que te han armado, y te estrechan contra fierros y parapetos de palos.
Con las armas que traían ahí te han descuartizado; aquel se lleva tres partes; éste se lleva un pedazo.
(Aquel se lleva tres partes las lleva en muy buen recaudo, con peones y veladores por el Canal de San Carlos).
No fueron pocos tus bríos ni fue tu valor escaso; heroica lucha tuviste arrinconado al barranco.
Cien hombres quedaron yertos bajo tus fieros pechazos; otros quedaron heridos o en tu sangre se ahogaron.
Los cerros vieron tu muerte y ahí mismo te dejaron. Y hasta el perrillo de acero torció su rumbo a Santiago.
¡Así finó tu carrera, río Maipo, río Maipo! Ahora tu ánima sigue por el llano tranco a tranco…