FÓSFORO Del latín phosphŏrus (lucero del alba) y del griego φωσφόρος —phōsphóros— (portador de luz)
1. m. Elemento químico de núm. atóm. 15, muy abundante en la corteza terrestre, de gran importancia biológica, constituyente de huesos, dientes y tejidos vivos, que se usan en pirotecnia y en la fabricación de cerillas, fertilizantes agrícolas y detergentes. (Símbolo P). 2. m. Trozo de cerilla, madera o cartón, con cabeza de fósforo y un cuerpo oxidante, que sirve para encender fuego. 3. m. Lucero (planeta Venus). 4. Revista literaria. Quémese en caso de emergencia.
Director general: Cerillo verde Director editorial: Cerillo rojo Cuidado editorial: Cerillo azul Diseño editorial: Cerillo amarillo
FÓSFORO
Consejo consultivo: La caja de cerillos Consejo editorial: Rebeca Favila Montana Luis Fernando Rangel Johana Rascón José Arturo Santillanes Portada: Mariana Pacho de la Vega | Construcción 3 Ilustraciones en interiores: Tania Solis Mariela de la Peña y un vatillo llamado Juan Ramón Flores
Fósforo. Literatura en breve. Año cero, número uno, julio-septiembre de 2020. Es una publicación trimestral editada por cuatro fósforos y una caja de cerillos. Contacto: fosforocuu@ gmail.com. Este número se terminó de imprimir en Chihuahua, Chihuahua, México en el mes de septiembre de 2020 con un tiraje de 100 ejemplares. La impresión se realizó en los talleres de Sangre ediciones y los acabados finales se realizaron en los talleres de encuadernación Ari. Los textos son responsabilidad de sus autores y las opiniones expresadas por ellos no necesariamente reflejan la postura de los editores de la publicación. Queda estrictamente prohibido no disfrutar. La literatura y las ideas son libres: comparte, pero da crédito. ¡Que corra la voz! ¡Que ardan los fósforos! #LiteraturaQueArde
CONTENIDO Editorial Poesía 9
Canícula Edgar Trevizo
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Desde la ventana miro al árbol Antonio Rubio
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Una casa con alguien adentro Alejandra Torres
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descripción del ruido de las poblaciones latinoamericanas Camila Sullivan Saavedra
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Espacio vacío Diana Galán
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Piedra Kareli Reyes Castruita
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Un no-poema con conciencia propia y pedrada a Bécquer Aranza Domínguez
Cuento 26
El abuelo Simpson Martín García López
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La Sorjuanita del remoto Queretaro Daniel Sibaja Dramaturgia
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Plenitud Adriano Madriles
Edi to rial Una vez encendido el primer fósforo, el fuego avanza poco a poco. Por eso ahora con este número uno de Fósforo comenzamos la cuenta con los dedos de la mano: apenas levantamos el índice y esperamos levantar los demás dedos para así poder leer en la palma de nuestra mano el futuro: pensamos en el poema de Fabián Casas, cuando dice que las revistas y las parejas duran casi siempre dos números, y nosotros esperamos que no sea cierto. Este número de Fósforo nos lleva por los caminos de la poesía, el cuento y la dramaturgia, para hablar de lo que queda de una relación amorosa o familiar rota; de la muerte; de la literatura y cómo nos enfrentamos a ella o cómo la observamos; y de cómo tomarnos en serio, o no, nuestra propia existencia. Además, esta edición presenta un interesante apartado gráfico con diferentes colaboraciones. No nos queda sino decir: que ardan los fósforos y se consuma este número uno. ¡Disfruten!
mejor lea estos poemas
poeta, ya no escriba poesĂa
ÂżcĂłmo cantarle a la muerte?
Parvada | Tania Solis
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Canícula Edgar Trevizo
Tras la muerte de una joven amiga nos sentamos alrededor de la mesa, en el patio, a cubierto del alto sol de julio. La vida es un segundo, dice alguien. La vida es un hilo, dice alguien más. De la casa de al lado nos llegan los destellos del agua que se astilla y salpica la risa de los niños.
Es poeta. En 2004 obtuvo el Premio Chihuahua de Literatura. Traductor, compilador y promotor de la lectura y de la poesía. Compiló las antologías de poesía internacional Wikaráame 1 y 2; y No habrá más fin del mundo que este, además de la antología de narrativa brevísima internacional Irétari. Ha publicado traducciones de Amor en ruinas de Jim Moore y Hay quienes transitan el sendero del amor de Ono No Komachi e Izumi Shikibu. Se ha desempeñado como coordinador de talleres literarios, funcionario, editor, catedrático y redactor profesional. Actualmente trabaja en una compilación ilustrada de Poesía Indígena de América para Niños y en la compilación de poesía internacional Constancia de la luz: una historia del corazón humano.
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Antonio Rubio
nada
Nada | Juan Ramรณn Flores
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Desde la ventana miro al árbol
Desde la ventana miro al árbol. Un cielo se nubla con su aullido de perros y relámpagos. El aire pasea sus hojas como si fueran papalotes. Un fantasma corre por la cocina y se sacude las cenizas del cigarro. Nada más ocurre. Es un hermoso acontecimiento que no pasará a la historia.
Es Maestro en Estudios Literarios por la UACJ. Escribió el poemario Blu (Anverso, 2019). Junto con Amalia Rodríguez y Urani Montiel recibió el premio de crítica literaria Guillermo Rousset Banda por Cartografía literaria de Ciudad Juárez (Eón, 2019).
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Una ventana con alguien adentro Alejandra Torres
No sé cuántas veces me masturbé para cansarme. Sepultar los ojos en un azul marino profundo donde las estrellas espolean el vientre, y acompasado se aleja el agudo silencio de la televisión en pausa. La casa sin nadie me gusta abierta: que entre el sol y se vaya, que moje la lluvia y se vaya. Me gusta la casa, la estrella, el sol, la lluvia, la pausa, y que se vayan.
Egresada de la Licenciatura en Letras Españolas por la UACH y candidata en la Maestría en Artes. Autora de Fata Morgana (ICM Chihuaha, 2017) y coautora de Contubernio (Secretaria de Cultura de Chihuahua, 2019). Ha publicado en diversas revistas como Metamorfosis, Otro Páramo, Círculo de Poesía, Río Grande Review, Revista Asalto y La letra sangra, así como las antologías Allá donde encontramos lo perdido (Editores UACH y Sangre ediciones, 2020) y Poemas sobre la ciudad (ICM Chihuahua, 2019). Fue becaria del Festival Interfaz del ISSSTE en 2015. Formó parte del taller de poesía Alí Chumacero, coordinado por el poeta Enrique Servín. Actualmente trabaja en la UACH como docente y es integrante del Grupo de poetas Cíbola.
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me gusta la casa y que se vayan
El vuelo de la mariposa | Tania Solis
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descripción del ruido de las poblaciones latinoamericanas perros ladran / al mismo tiempo Camila / organilleros / traje verde estira la Sullivan Saavedra mano / el pitito / con vapor / del maní en santiago / los camotes y plátanos / en la ciudad de la esperanza / humeante / de tamales calientitos / oaxaqueños / rajas verdes mole / confitado / el domingo / sonando / las ruedas de los carritos de sopaipa / volviendo a la casa / la micro quemando el cemento / cinco de la mañana / pasaje el xilófono / ¿hermanito tiene gamba? / los martillazos / el avión sobre mi cabeza / la voz de mi vecino preguntando / a ti no te da miedo qué se nos venga encima / la noche / los colchones tambores estufas lavadoras microondas / o cualquier cosa / de fierro viejo que venda / güerita / casera / me volví loco / me volví mono / al fondo de la pobla escucho tambores / por mi ventana / sapeo / reventar los petardos encima del basural / y las sombras humanas ululan / el paisaje de esta periferia / y le cambian el sonido a las letras / pero en el fondo / somos los mismos sonidos / reinterpretados / acá la equis / es jota / es ese hache / es ese / es esta / yo misma / haciendo gárgaras / y me digo / el suelo latinoamericano tirita / en el español inventado / calienta las manos / y tiene que ver contigo / ¿qué pasó hermanita? / tanto te truenan los huesos / en la tierra rota / todo se nos raja / suena como volantín cortado / acá papalote / pájaro mariposa en el aire / y de nuevo todo ese ruido mezclado / es que somos tantos / millones / en casas tan chicas / el sexo apretado en eltercer cogote / la privacidad tras los ladrido muebles / su sonido casi no significa / y que me decís tu / de eso / colibrí / de la superposición a lo lejos / reventando el aire / como la lavandería segundo ladrido que no para / como esos pinches perros / que no paran de ladrar / dos primer de la mañana / tres de la mañana / cuatro de laladrido mañana / acaso en toda latinoamérica / tiene porqué los perros llorar / perros ladran / al mismo tiempo / organilleros / traje verde estira la mano / el pitito / con vapor / del maní en santiago / los camotes y plátanos / en la ciudad de la esperanza / humeante / de tamales calientitos / oaxaqueños / rajas verdes mole / confitado / el domingo / sonando / las ruedas de los carritos de sopaipa / volviendo a la casa / la micro quemando el cemento / cinco de la / pasaje el xilófono losmañana ladridos de esos pinches perros / ¿hermanito tiene gamba? / los martillazos / los martillazos / el avión sobre mi cabeza / la voz de mi vecino preguntando / a ti no te da miedo qué se nos venga encima / la noche / No oyes ladrar | Juan Ramón Flores
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perros ladran / al mismo tiempo / organilleros / traje verde estira la mano / el pitito / con vapor / del maní en santiago / los camotes y plátanos / en la ciudad de la esperanza / humeante / de tamales calientitos / oaxaqueños / rajas verdes mole / confitado / el domingo / sonando / las ruedas de los carritos de sopaipa1 / volviendo a la casa / la micro quemando el cemento / cinco de la mañana / pasaje el xilófono / ¿hermanito tiene gamba? / los martillazos / el avión sobre mi cabeza / la voz de mi vecino preguntando / a ti no te da miedo qué se nos venga encima / la noche / los colchones tambores estufas lavadoras microondas / o cualquier cosa / de fierro viejo que venda / güerita / casera / me volví loco / me volví mono / al fondo de la pobla escucho tambores / por mi ventana / sapeo2 / reventar los petardos encima del basural / y las sombras humanas ululan / el paisaje de esta periferia / y le cambian el sonido a las letras / pero en el fondo / somos los mismos sonidos / reinterpretados / acá la equis / es jota / es ese hache / es ese / es esta / yo misma / haciendo gárgaras / y me digo / el suelo latinoamericano tirita / en el español inventado / calienta las manos / y tiene que ver contigo / ¿qué pasó hermanita? / tanto te truenan los huesos / en la tierra rota / todo se nos raja / suena como volantín cortado / acá papalote / pájaro mariposa en el aire / y de nuevo todo ese ruido mezclado / es que somos tantos / millones / en casas tan chicas / el sexo apretado en el cogote / la privacidad tras los muebles / su sonido casi no significa / y que me decís tu / de eso / colibrí / de la superposición a lo lejos / reventando el aire / como la lavandería que no para / como esos pinches perros / que no paran de ladrar / dos de la mañana / tres de la mañana / cuatro de la mañana / acaso en toda latinoamérica / tiene porqué los perros llorar 1 Masa de trigo frita en aceite, típica en los barrios populares de Chile. 2 Derivado del término “sapear”, que es entendido como mirar a hurtadillas.
Mujer, latinoamericana, periférica. Tejedora de cuadernos y estudiante de Arquitectura (Universidad de Chile y Universidad Nacional Autónoma de México). Integrante del colectivo de emergencia <<Las Bichas>>, con quien publicó el libro-objeto Mapa Sensible (2018), reinterpretado después en una instalación del mismo nombre exhibida en la Biblioteca de Santiago (Santiago, 2018) y en la Galería Activa de Balmaceda Arte Joven (Puerto Montt, 2018). Becaria de la Fundación Pablo Neruda (2018).
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Espacio vacío
Diana Galán
Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la FFyL, UNAM. Becaria del Instituto de Investigaciones Filológicas en el proyecto “Diccionario de Escritores Mexicanos”. Ha participado como voluntaria en diversos festivales de cine en la Ciudad de México. Ganadora del primer lugar en la categoría de Licenciatura en el 10° Concurso de Crítica Cinematográfica “Fósforo”, Alfonso Reyes. Forma parte del colectivo de poesía “Simposiarquía XIX”. Ha publicado en el Blog de la Revista de la Universidad de México y en Punto de partida.
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Nunca entendí a los acumuladores compulsivos: la manía de guardar cada objeto como una reliquia a la que rezan para conservar el pasado inalterable. ¿Cómo mudar tantos años, en cuántas cajas?, tirar ropa, zapatos, botellas, cacerolas, libros, hojas es idéntico a arrancar de raíz órganos vitales. ¡Qué hazaña convertir cada paso en encuentro!, cuando se levantan en la mañana y tropiezan con los muebles apelmazados como gatos cuando tienen frío. No hay mayor virtud que saber acomodar el espacio vacío; mientras un cuadro, la estufa y la cama tienen su lugar desde la concepción de las paredes, las personas se buscan un lugar en la nostalgia de lo que aún no pierden.
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Piedra (del latín petra) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Kareli Reyes Castruita
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1 f. Sustancia mineral, más o menos dura y compacta (dura como el porvenir y compacta como un golpe o mensaje más o menos duro, de fin). 2 Perseo sostiene una espada, un escudo y la cabeza con cabellos de serpiente de una divina mujer, la única que lo iba a amar aunque lo convirtiera en piedra. Pero él no lo sabía. Se le solidificó el corazón, y ahora su mano sangra cuando mira al cielo y grita al nuevo dios, golpeándose el pecho: por mi culpa por mi culpa por mi culpa. 3 Soy la piedra que todavía no se lanza: estoy libre de pecado. Soy la piedra en el estómago de Saturno, salvadora de Júpiter y cómplice del destino. Pero también soy el mito reservado, un ir y venir de Sísifo. Soy asesina de dinosaurios, un pase lleno de ira contra el mundo, un pase nacido de la cola de un dragón con siete cabezas y diez cuernos que tampoco podrá ganar la partida por no comerse a un niño. Soy el amor de mi creador, la estrella
abandonada en medio de un pastizal sin oxígeno. Estoy marchitándome como mi madre. Estoy siendo utilizada como las mujeres anteriores a mi madre. 4 El hombre escribió por primera vez su historia en una piedra. 5 De los pies de Medusa germinó la tierra, un hogar: ahí la enterramos. Murió de pie frente a mi padre. Él la mató sin mirarla a los ojos. Ay, señora, de tus lágrimas rojas nacieron hijos que sangran. Nosotros tenemos la herida de la espada, y sin quererlo, también nos vemos en el reflejo de la piedra que no sabe edificar una casa.
. Estudiante de Letras Españolas por la UACH. Cursó el Diplomado en Cine de la Facultad de Artes y ha filmado algunos cortometrajes. Textos suyos aparecen en las antologías Aún queda la noche (Sangre ediciones/Secretaría de Cultura Chihuahua, 2019), Allá donde encontramos lo perdido (Editores UACH y Sangre ediciones, 2020) y Lo que cuentan l@s marci@nos (FIL Guadalajara, 2020). También ha participado en diversos congresos de estudios literarios y lingüísticos. Próximamente se publicará su plaquete Bailes nocturnos con la muerte por Sangre ediciones + Poetazos.
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Un no-poema con conciencia propia y pedrada a Bécquer
Hablaré del caos que forma parte de mis letras. Lo de estas páginas no es un poema. Esta línea tampoco es un verso. Porque yo no sé qué es poesía, es más, no sé de qué hablo. No sé de quién hablo. Estas solo son blasfemias, líneas que no se meten en la nariz líneas burdas líneas que no son rayas líneas chuecas sin sentido aparente o a lo mejor sí, sí es un poema. Un pésimo poema. Un pseudopoema. Un no poema. Un poema no leíble. Un poema con falta de sentido, de ritmo, de métrica. Repetitivo, repetitivo y rEpeTitiVo, con muchos enter. Un poema ansioso. Un poema humano. Un poema de amor. Quiero decir, un poema catástrofe. Mi poema se convierte 20
Aranza Domínguez
en un ser autónomo. Las palabras comienzan a tomar sus propias decisiones.
Poema,
cigarros
y miseria. Poema,
dEstrUCción
Poema,
y m i s e r i a.
caos
y miseria.
Poema,
tú
y miseria. Poema,
no poema,
no poeta. 21
poesía no eres tú
Poesía no eres tú | Juan Ramón Flores
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Lo peor de ser poeta o no poeta, es que la pregunta de introducción se resume en tres palabras que Gustavo Adolfo Bécquer recopiló en su rima xxi: ¿Qué es poesía? Claramente, Tavo, yo no y tú tampoco.
Nota de la autora: Díganme si hay algo caóticamente correcto de escribir en la poesía para reescribirlo con faltas de ortografía.
Nació y creció en Chihuahua, Chihuahua. Cuenta con participaciones antologías poéticas como Coordenadas de Voces Femeninas Chihuahua (La Comuna Girondo, 2019) y Allá donde encontramos lo perdido (Editores UACh y Sangre ediciones, 2020). Le gustan las cumbias, el café y las caguamas. Tiene dos gatos.
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cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof ccof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof cof
cuentos con tos
El abuelo Simpson Martín García López
Un día tendré un nieto zombie homosexual, que además será escritor como yo. Le diré: No entiendo tus modas raras ni tus cánones. En mis tiempos, si bien nos mutilábamos el cuerpo, no era para siempre. Te quitabas el piercing e ibas a borrarte el tatuaje y ya sin más conseguías un trabajo en la oficina. Mi nieto, el zombie homosexual —que además es escritor comprometido—, me regañará porque no defiendo los derechos de los zombies. Me recriminará que los de mi generación los mataban, para esto ya no se harán películas de ataques de zombies y George A. Romero pedirá limosna en el boulevard de Hollywood, porque será una falta de respeto para esa sociedad volver a filmar holocaustos zombies. A mi nieto zombie homosexual le diré que no entiendo eso de andar saliendo con una máquina. En mis tiempos, uno ligaba por Facebook y tenía sexting. Prendías la webcam y la ruleta no te daba elección. Él me dirá que los tiempos ya cambiaron y que debo aceptar su relación con su novio, el cyborglobo. No entenderé su trip, me sentiré como Abraham Simpson y le querré explicar que yo sí estaba en onda, pero luego cambiaron la onda y ahora la onda que traigo no es onda, y la onda de onda me parece muy mala onda. Pero él no sabrá quiénes eran Los Simpson y no me seguirá el trip.
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yo sí estaba en onda
Le diré por último que en mis tiempos la hipermodernidad no era así, que era máscara y tecnología, el iPhone seis y el siete y las ciberrelaciones exprés. Él me dirá que la hipermodernidad ya pasó, que Dios está vivo, que lo revivieron en un laboratorio en Londres y que le están enseñando a hablar, porque es un bebé. Y mi nieto el zombie homosexual estará escribiendo una novela que hablará de su generación. Yo lo juzgaré loco. Él me dirá que si no lo pienso apoyar, que mejor lo deje en paz y se encerrará en su cuarto. Yo volveré a trabajar en mi novela, una novela histórica que aún será contemporánea para mí, quien se quedó a principios del XXI.
Tres veces finalista del concurso de cuento Luvina y segundo lugar del concurso Punto de Partida en cuento breve en 2015. Becario FONCA en la categoría cuento (2019-2020). Parte de su trabajo ha sido recopilado en las antologías Mis primeros dientes (Mamá Dolores Cartonera, 2015), Luvina. Escrituras en Juego (Editorial Universidad de Guadalajara, 2016), ¿Por qué escribo? (Gris tormenta Ediciones, 2017), Atópicos: antología de narrativa chileno-mexicana (Cinosargo, 2019). Autor de la novela X∞ (o, este maldito gato) (Editorial Montea, 2016), del plaquete de cuento Please be hot (Sangre ediciones, 2017). Próximamente se publicará su plaquete de poesía Asesinatos famosos en verso por Sangre ediciones + Poetazos.
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La Sorjuanita del remoto Querétaro Reina de reinas llego a tu reino, donde tu cielo todo es azul, con los fulgores de tu mirada hasta la noche se torna clara Trova yucateca (Vals), de Chucho Herrera Ramírez Tuve la oportunidad de besarla en Comala. Con unas cuantas ficciones, aproximadamente, pude haberla descrito tal y como nos hablamos, si no mal recuerdo: de la poesía de la Fénix de América y su pasatiempo favorito: leer diccionarios y resolver sonetos. Pero nomás alcancé a atrapar sus rizos y esa voz altiplánica, voladora de nervios, amante de los lenguajes a los que nunca les he dado estudio. Todo es inútil, pues lejana es nuestra cercanía. Bendito siglo xxi, sí, con sus nuevas formas de socializar a distancia: balbuceo lejano a través de pantallitas, el gran hermano, que nada sabe de nosotros; de mí, el que vive al final del mundo; y de ella, que más cercana a la frialdad se conserva, como perfección resumida en café negro a todas horas, todo el mes, los trecientos sesenta y cinco días del año. ¿Qué puede hacerse uno que es solitario? ¿Qué se puede? Uno que vive a 40°C nadándose aires y ventiscas sobre la hamaca, chupándose los hielos de un mediodía; aquí, fíjense, los vasos sudan y los jardines floreados se incendian. *** Fue esa vez, recuerdo, encontrándome frente a los palacios de la capital. En la carretera mi joven espíritu de península o mono tropical luchaba contra los fríos vientos de nuestra nación. Éramos estudiantes de literatura rumbo a la tierra que inspiró a Rulfo. Uno que apenas entendía ese canijo fragmentado universo, tocar la mano metálica de don Juanito sentado en la plaza del pueblo original, era la mayor hazaña para llevarse a los bolsillos de la reminiscencia. Coño. Y me sentía realizado, un full dreamer reciente. ¿Colima? No: Comala. Ese lugar existe, por ese lugar ella existe; no 28
Daniel Sibaja
primero soñé en mí, sino en el tiempo. Sí: no el tiempo fue quien supo, pues nos supo tan amargo, o tanto a ponche de almendras. Porque fueron mis ganas de observarla del otro lado del ventanal, porque desde entonces: obviedad, fueron mis ganas de conocerla: su piel porcelana, cuerpo bajo mi Sorjuanita del remotísimo Querétaro y su imposible anaranjar en su vestido. Dirigía la vista al jardín, queriéndome, y yo queriéndola. Pero nunca aprendí, nunca. Soy pendejo, como cualquiera, pues. Uno viviendo en casi una isla y ella que me añora desde muy lejos, al menos eso creo. Así de fácil fue dejarle una parte de mí, así de imposible siempre el tacto, nunca el beso. No supe saber quién soy, no sé quién soy. Tal vez si mis manos pudieran abrirse, entendería, mi Sor: que soy de ceros a ceros, ni peso de respaldo y uno queriéndose fugar de la ciudad blanca, de ansiosa paz, de irremediables hamacas. Lo saben, señores, ñoras: yo soy pobre, por eso quise escribir, pa’ juntar con lo que sé, lo que oficio, un poquito de caridad e irme tras ella. Todo se dibujaba en cómo olvidarla, cómo estarme en ella: la mi Sorjuanita fugitiva yéndose, y yo dispuesto a ir y voy y me quedo. Promesa. *** Tuve la oportunidad de salvar mis pulmones. Dicen que el smog te deja una capa de verdín sobre la piel. Hasta el agua de las albercas se pone en pasto. Aquí no sólo existe lo subterráneo, ya que cuando uno quiere darse un chapuzón se debe lidiar con el miedo a la escama de los peces y a que uno pesque, valga la redundancia, así como suena, una fiebre por el bochorno de los suelos, o con la insolación de la mañana. Uno se fuma, claro, el tabaco al mediodía, no hay pierde. Uno es parte ya de 29
los séquitos del diablo. No eres un gánster o un Z, cabrón. Eres palma y cocotero-vendehuaya. Uayeísta. Un día obtuve, por y para la pura mala suerte, la fiebre de fiebres, la que despacio va curándose. Piensas que con este calor ya pa’ qué uno sigue insistiendo en libertinajes, con lo que es vida de perro basta. —Asómate y verás que con el asma hasta los huesos nada vas a lograr mejor que una muerte segura —dijo la doctora, con su acento tabasqueño. Desde ese día aprendí a olerle la cola al gremio por sobre la salud y el bienestar. Pero nada me cabe en los bolsillos desde que emprendí viajes con mis letras de a montón. Porque el único patrimonio que tenía para darles, si acaso, a mis futuros, es un cuarto lleno de historias y un paisaje de Van Gogh de a cinco pesos en la tómbola. Eso sí, aúllo, con la tarra y la armónica, mis dolores. *** Llegados a Harvia, saunas y baños turco-spa, tuve la oportunidad de caminar derecho. Nadie recuerda el cuerpo torcido de un Abreu Gómez ahorcado, ni al payaso ni al sorjuanista. Volví a recordar a la musa, ahora ya besándose con Lisi. Y miraba dentro del consultorio a los Buda en flor de loto mientras me torcían la espalda sin buen destino. Quedaría guapo para aquella, mi queretana; pude haber ahorrado ese dinero y llegar pronto. Pero la espera se hizo más larga y los días se sonrosaron, pues no hubo rectitud alguna. Un día decidí cantar con la tarra y la armónica en la puerta de un autobús; cayeron a mi bolsa, billetes de a veinte y solecitos de azteca. Para mi bien común, fue un plan perfecto; ahorraba definitivamente para mi boleto de avión. Tantas fueron mis ganas de volverla a ver, pero pocas fueron mis oportunidades de irme. Por eso, hijo, recuerda esta parábola: una noche Buda y sus discípulos miraban la luna desde un barranco. Entonces, el monje apuntó con su índice al cielo fijo; luego, todos miraron la hinchazón de su dedo, admirados. Pero Buda lo único que quiso fue mostrar el resplandor de una luz llenísima y su reflejo. Vaya usted a casa, jovencito, y deje de querer ser rockero, sólo hay uno y hay que besarle los pies: mi Santana y su samba. Échale ganas, mi futuro
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trovador, que no te rompan las guayaberas y que no te quiten el sombrero, mi huaracho empedernido. —Pero, ¿y usted, señor, cómo se llama? —dice, lo estoy mirando y no es más que otro cara de ángel lleno de cuestiones, que no sabe pintar o decorarse la mejor incertidumbre jamás contada. Y henos aquí, tratando de cubrirnos de la lluvia y preguntándonos cursilerías. Trato de ayudarme. Él trata, también. —Ermilo —le respondo. —¿Emilio? —otra vez te confundes, mi fulgorcito, otra vez me confundes. Le corrijo. —Ermilo, joven, Ermilo. *** Linda de madura fresa, señor sorjuanista, así se me esconden en la desmemoria las hogueras y las cenizas de una fénix. Deseo aprender más. Ya mis ansias no terminan de creer lo que soy, lo que debo ser. Pa’ cuando la lluvia se nos pase, quisiera invitarle un café y platicar del caracol con el que me gano la vida en los camiones. Quisiéramos estar con ella, lo sabemos. Así de bambuco-huapango-vals-y-ranchera, quiero mirarla: hechizadora de mil pecados arrastrándome a la academia maldífica; soy creador de su figura y me detesto así: con picos de pájaros en la boca y un cuerpo quebrado. Caminamos a lo Ermilo, como de monje y su lámpara de fuego, como críticos: seremos el supremo aceite de la llama que nos compadece. Nos espera, le repito, en la alcándara de un árbol seco. Soy su herencia, obsérveme: lámina sirva el cielo a nuestro retrato, lísida, su angélica forma: sorjuanistas de un lejano Querétaro permanezcamos, don Ermilo, buen viaje y pase una buena tarde.
Es autor del libro de cuentos Montejo Boulevard (La Comuna Girondo, 2019; Edición digital, 2020). Ha publicado en diversos medios digitales e impresos. Ganador del vi Concurso de Cuento Breve de la 6° Feria Nacional del Libro INBA-CEDART 2015. Becario del PECDA Jóvenes Creadores en la categoría de Cuento (2017-2018) y del Festival Cultural Interfaz (2018). Forma parte del Consejo Editorial de Bistró Revista de Literatura y Artes visuales y del Centro de Experimentación Literaria.
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arribael telĂłn
no hay pĂşblico ni lectores
Plenitud Adriano Madriles Un loft con vista a la ciudad, es de noche. Bruno duerme. Miguel está junto a una ventana abierta. Luego de un rato, Bruno despierta. BRUNO: Falta para que suene la alarma… Ven… Al menos cierra la ventana. Estás helado. Ten, tápate con esto, ¿quieres un té? Silencio. BRUNO: ¿Tienes todo listo? Ayer apenas y tuve tiempo de revisar la maleta, ¿has visto mi camisa azul? No la encuentro por ninguna parte. ¿Puedes cerrar la ventana? MIGUEL: ¡Voy a dejarte! Silencio. MIGUEL: ¿Me escuchaste? BRUNO: ¿Quieres azúcar o miel? / MIGUEL: Lo digo en serio. / BRUNO: ¿No te acuerdas en dónde pusimos las galletas de mantequilla? MIGUEL: Vas a tener que saber en dónde va cada cosa, llevar la ropa a la tintorería y sacar la basura; ya no voy a estar aquí para hacer todo eso. BRUNO: ¡No entiendo por qué me tienes que decir esas cosas! MIGUEL: ¿Cómo ibas a enterarte si no te lo digo? ¿Hubieras preferido que te dejara un postip?
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BRUNO: ¿Tomaste tus pastillas? MIGUEL: ¿No confías en mí? / BRUNO: ¿Qué es lo que te pasa? MIGUEL: Nada. De hecho, esperé hasta sentirme bien para que no pusieras en tela de juicio mi decisión. ¿Qué haces? BRUNO: Llamar a tu mamá… MIGUEL: No quiero que la metas en esto… Bruno, te juro que apenas y conteste me encierro en el baño y…/ BRUNO: No estoy entend… me dices que te vas, pero también… nos… quieres que nos sentemos. / ¡Ni siquiera te ves alterado! / ¡Pues no, no puedes! MIGUEL: ¿No? BRUNO: Viajamos en un par de horas… Me parece una falta de respeto. ¡Tú…! / ¿Sabes…? ¡No! No sabes, tú sólo… nada más… / ¡Sabes lo difícil que fue encontrar esos vuelos! Tú no. / ¿Por qué me…? ¡La gente no se va, así como así! No tiene ningún sentido. MIGUEL: Suéltame… ¡carajo! Necesito… espacio… BRUNO: …estás mal. MIGUEL: Sí… eso ya lo sabíamos. BRUNO: O sea que un día estás feliz y te apetece hacer planes y al otro día decides que no… que…/ MIGUEL: ¿Sabes qué?, olvida todo lo que te dije, ahora nos vamos a tomar ese avión… la verdad es que me da lo mismo, ¡no quiero que después me vayas a salir con que no sabías nada! 34
BRUNO: Lo acordamos, Miguel... / MIGUEL: ¡Ya! Al carajo el puto acuerdo, ¿a quién le importa? Silencio. BRUNO: ¿Nos precipitamos? Me refiero a esto del “hogar dulce hogar.” MIGUEL: No lo sé, es algo que quisimos los dos. BRUNO: Y tú no has podido perdonarme todavía. MIGUEL: ¿Te parece normal, pedirnos perdón a cada rato? BRUNO: A veces te escucho llorar. ¿Es por la ansiedad? MIGUEL: La ansiedad no me va a matar, ojalá lo hiciera y nos quitamos de tanto circo. BRUNO: ¿Estás aburrido? / MIGUEL: No. / BRUNO: ¿Sientes que ya no tienes nada que hacer? / MIGUEL: ¡NO! / BRUNO: Piensas que…/ MIGUEL: ¡No pienses por mí! / BRUNO: ¿No voy a convencerte, verdad? MIGUEL: No. No puedes. ¡Ni yo tampoco puedo hacer nada para cambiarlo! ¿Qué crees que…? Quiero decir… trato de hacer cosas para mejorar… mejorarme, mi vida para que me guste más… y… no… / es preferible esto… / 35
BRUNO: No lo es. / MIGUEL: No tiene que ver contigo. / BRUNO: De alguna manera sí. / MIGUEL: ¿Y qué si tiene que ver o no? ¿Y si tú eres todo lo que tengo y lo que me importa en la vida? ¿Y qué si no es suficiente? Entiende que… que… no pue…/ ya no puedo… con… tu presencia tu…/ porque la relación…/ ¡Qué importa si lo entiendes o no! Yo… de todos modos lo sabes ya. Soy un hombre luchando por mantener un estado de cosas y la suerte le está dando la espalda, estoy cansado… ¡Ahora qué! BRUNO: Si te largas no quiero que dejes nada, ¿oíste? ¡Las tazas también! Las de los súper héroes, nunca me gustaron, tú y tus horrendas manías de coleccionar baratijas de dos centavos. MIGUEL: No me voy a llevar nada de eso. / BRUNO: ¡Bótalo por la ventana! No lo quiero. Ni tus botas, ni tus libros…/ Siempre aguantando el polvo… me desespera que el departamento parezca tiendita de regalitos cutres… / Quiero espacio… / MIGUEL: Suéltalo… ¡Bruno dame eso! / BRUNO: ¿Por qué las tienes? ¿Desde cuándo las estás tomando? Silencio. MIGUEL: Ya te imaginaste lo peor, ¿no? / BRUNO: ¡Mejor cállate si no…! A ver… Miguel… ¿Estás? ¿Me lo pegaste? ¡Ni se te ocurra largarte y dejarme hablando solo como otras veces…! / MIGUEL: Vamos a terminar esto aquí mejor... / 36
BRUNO: Justo eso quisiera, fíjate… ¿Me lo vas a decir? MIGUEL: ¡Qué caso tiene que diga mi versión de las cosas! Si de todas formas ya te armaste tu propia historia en la cabeza. ¡Y luego dices que soy yo el que te echa en cara no sé qué! / BRUNO: ¡Cállate! ¡Ya cállate, Miguel! No te confundas. Podré ignorar dónde se guardan las estúpidas galletas, pero en lo que a ti se refiere, sé dónde y con quién, ¿te cuidaste? ¡Deja de llorar! ¿Te cuidaste? ¿Cuándo? MIGUEL: Suéltame… / BRUNO: ¡Habla! / MIGUEL: Sí, sí lo tengo, ¿ya? ¿También quieres saber quién fue? / BRUNO: ¡Hey! No, ven acá, ¿qué hacías? / MIGUEL: ¿Qué ganas? / BRUNO: ¡¿A ti qué te importa?! ¡Si de todas formas ya mandaste mi vida a la mierda! ¡¿Qué hacían?! MIGUEL: No me trates así… / BRUNO: ¡¿Así, cómo?! No me vengas con… Miguel. ¡¿Así cómo?! / Me estás sacando de quicio. / MIGUEL: No te me acerques… BRUNO: Tenías los pantalones para largarte, ¿no? Pues. ¡Ándale! Sé un hombrecito también para admitir que te equivocaste. / MIGUEL: ¡¿Qué más te puedo decir que no adivines ya?! Todo está claro ahora, ¿no?
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Bruno lo golpea, está a punto de darle otro golpe, pero se contiene. MIGUEL: …todo el tiempo pensaba en cómo… pensaba en ti, en… y al final me vi con… con este terror de imaginar… / Estoy cansado… por eso tomé la decisión. Yo nada más… estaba tratando de evitar esto, y… yo quise… ¡De verdad! Yo quería hablar contigo antes, pero cuando me di cuenta… todo… estaba… me sentía tan quebrado que… creí que lo mejor era salir del laberinto por mi propio pie… es mi manera de... / ¡Sabía que…! Yo sabía que tenía que hablarlo contigo y… / Pero también tenía que guardar silencio… porque primero pensé en ti. ¡En ti, en protegerte! BRUNO: Cuantas mentiras se necesitan para llegar hasta dónde estás tú. ¡No tienes madre, Miguel! Silencio. BRUNO: No, no me toques, me va a ganar el coraje. MIGUEL: ¿Qué va a pasar? BRUNO: Nada de esto es gratis… ojalá no me hubieras dicho nada… ojalá… / Silencio. BRUNO: ¿Cuándo lo supiste? MIGUEL: No lo sé. BRUNO: Sí lo sabes. / MIGUEL: Cuando me corrieron del trabajo. Silencio. BRUNO: … yo no hubiera querido admitir que estaba tan ciego para no 38
darme cuenta, ¡quería pensar, que después de todo tú y yo no somos un par de extraños…! MIGUEL: ¿Todavía me quieres? Bruno besa a Miguel en la frente y se mete al baño, cierra la puerta, se escucha la regadera abierta. Miguel intenta dominarse para no llorar, pero en algún punto se quiebra, o quizás no, por el ventanal entran los rayos del sol, se cubre los ojos, enceguecido por la luz de la mañana que comienza. Una alarma suena.
abajoel telón Licenciado en Artes, opción Artes Escénicas Teatro, por el Instituto de Bellas Artes de la UACh. Autor del libro Náufragos de la existencia (Programa Editorial de la Ciudad de Chihuahua, 2019). En el año 2019 resultó beneficiario del PECDA en el área de Dramaturgia. Fue seleccionado para integrar la primera antología de teatro para jóvenes audiencias de “Los Textos de la Capilla”. En el 2018 obtuvo el Premio Bellas Artes de Obra para Niñas, Niños y Jóvenes “Perla Szuchmacher” por su obra Pies ligeros. Fue seleccionado para participar en el Festival Internacional de Dramaturgia, DRAMAFEST, con su texto La bruma y la grulla. Fue ganador del Certamen Internacional de Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz” 2017 con su texto En su centro retiembla (FOEM, 2018). Actualmente cursa el Máster en Guion y Drama en CASAZUL.
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