La polifacética identidad poética de Pablo Neruda El volumen descomunal de la obra de Pablo Neruda está estrechamente vinculado con las etapas de su vida. Su obra evoluciona según crece él mismo con los años, ya que proviene de la acumulación de sus experiencias personales y sociales, se adapta a las circunstancias vividas y expresa sus más hondos sentimientos. Su poesía es un mosaico de ideas y tendencias porque Neruda siempre estuvo abierto a todas las influencias. Su amplia producción se divide en cinco etapas o ciclos. Estos ciclos abarcan: 1. 2. 3. 4. 5.
la lírica de amor, el hermetismo de introspección existencialista, la escritura de compromiso social y la épica, la poesía sencilla y la anti poesía.
El primer ciclo abarca la publicación de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924). A los diecinueve años este joven de provincia se transforma en personaje célebre que lanza un estilo nuevo, moderno, cargado de erotismo, cambiando el lenguaje del amor en el mundo hispanoparlante. El segundo ciclo abarca la Residencia en la tierra II (1935). Esta obra es la síntesis magistral del Surrealismo Esta vanguardia exalta el papel de las fuerzas más oscuras de la mente humana y del subconsciente. Las obras surrealistas reflejan un mundo de inquietudes, lleno de imágenes fantásticas. La vida está dominada por este solemne avance hacia la muerte y la vida cotidiana sólo puede captarse como trivialidad y absurdo. Se hace evidente la crisis espiritual del poeta a la cual se condujo durante los años de aislamiento como funcionario diplomático en diversas capitales de Asia. La publicación de Canto General (1950) marca el tercer ciclo en la evolución poética de Neruda. Este es el momento de su gran poesía social, de su compromiso americano y su intervención en las pugnas políticas de la época. Es el poemario más importante de este período. Neruda convierte su verso en arma de combate e instrumento de solidaridad con los demás hombres. Reniega las anteriores estéticas e inaugura así el nuevo género de la poesía testimonial. A través de mil páginas organizadas en XV largos cantos recupera la tradición de la poesía épica para narrar la epopeya de la América prehispánica y su posterior sometimiento al colonialismo europeo y norteamericano. El cuarto ciclo es él de las Odas Elementales (1954) que surgen de la profunda convicción de Neruda que los objetos más humildes constituyen una forma singular de la belleza, la belleza práctica y útil, la que brota de la vida diaria. En esta etapa Neruda no quiere contar sino hablar como si la poesía fuese un hecho cotidiano. De ahí que los calcetines, la alcachofa, el diccionario, la cebolla estén descritas afectuosamente: para captar las preocupaciones del hombre sencillo y resaltar el valor de lo aparentemente insignificante. El quinto ciclo de la obra nerudiana lo abre Estravagario (1958), colección donde predominan los ambientes irreales, la vuelta al pasado y el tono meditativo. El poeta brinda la ocasión de hacer la autocrítica y mostrar una benigna comprensión de sí mismo, con todas sus virtudes y defectos. Se convierte en “antipoeta” ahora capaz de reírse de sí mismo. Autoirónico y burlón, satisfecho y melancólico, contempla su propia obra como un objeto central en ella. El arte de Neruda, de naturaleza esencialmente experimental, nunca es premeditado ni permanente. Una vez que perfecciona una nueva modalidad expresiva, la abandona para desarrollar otra y otra. Siempre consciente de sus cambios y de los cambios en el mundo en su marcha histórica, su poesía está sembrada de una serie de “poéticas”, textos que marcan el camino de su evolución como hombre y como poeta.