EVOLUCIÓN DE VELÁZQUEZ EN SUS INICIOS
“La vieja friendo huevos” (1618)
“La venerable madre Jerónima de la Fuente” (1620)
“El triunfo de Baco o los borrachos” (1626-1628)
La elección de las obras está basada en las que hizo al principio con la que empieza a ser un salto hacia lo que vendrá después. La elección de mujeres como protagonistas, ancianas, con mucho carácter, rostros enjutos y arrugados sin esconder ningún defecto al espectador. La luz es tenebrista, cercana a Caravaggio. “La vieja” rompe la oscuridad con la blancura de su tocado y el bodegón que aparece en primer plano. Las miradas de los protagonistas no se cruzan, el chiquillo mira hacia el espectador, nos introduce en la obra, mientras que la vieja al mirar al niño igualmente nos hace dirigir la mirada hacia lo que está haciendo, el huevo frito, y hacia el otro personaje del cuadro, que suponemos será quién se coma lo cocinado. En contraposición “La venerable madre Jerónima de la Fuente” la única fuente de color es su propio rostro sobre un fondo neutro, reminiscencias que iremos viendo a lo largo de la evolución
de la obra velazqueña. Una figura creada desde el propio hábito, que vemos en su totalidad, de cuerpo entero. Sujetando una cruz y un libro. En la cruz observamos un Cristo desnudo, una anatomía que más adelante desarrollará en su propio Cristo. La obra de “El triunfo de Baco o los borrachos” es una ruptura con las primeras obras. Como el fondo, en el que ya aparece naturaleza, un paisaje que pocas veces veremos en sus obras. Y la cantidad de personajes que aparecen cada uno tratado con diferentes técnicas, que hacen presagiar la maestría de Velázquez antes de viajar a Italia y ver a sus adorados maestros. Desde un Baco desnudo, con una anatomía todavía no muy tratada en sus obras, hasta los dos personajes que aparecen en los extremos, con sus rostros tapados o difuminados, ya antecediendo a lo que los impresionistas verían en sus obras; crear con luz y formas y sensaciones con el color de la pintura. Y quizá lo más importante de esta obra es como muestra la embriaguez en su cruda realidad, sin esconder los estragos que hacen en las personas, en sus rostros, dientes o cuerpo. Desde mi punto de vista son tres obras bastante significativas de su primera época en la que ya atisbamos la genialidad del sevillano, que gracias a su suegro llegó a la Corte y pudo conocer de primera mano a los grandes maestros que le ayudarán a superarse y convertirse en el genio y gran maestro que fue.